TFG Comparación Griego Latín 1 Declinación
TFG Comparación Griego Latín 1 Declinación
TFG Comparación Griego Latín 1 Declinación
Autor/es
Director/es
2014
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Índice
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Estudio comparativo de los temas en
*-ā̌ en griego y en latín
Resumen
Además, se hará una breve introducción a las laringales y a su historia, ya que estos
temas que vamos a estudiar en este trabajo provienen de una laringal.
También trataré sucintamente el tema del caso femenino en indoeuropeo, así como de
la relación de los morfemas con el colectivo/abstracto y con el genitivo.
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Introducción
Son temas en *-ā̌ porque en griego existen temas tanto en *-ā como en *-ă, aunque antes
del reconocimiento de las laringales se hablaba de los temas en –ā / ə. Pero después,
esto se ha formulado como un tema en *-eh2 / *-h2. En latín, son temas en *-ă.
Objetivos
Señalar los parecidos y las diferencias en los temas en *-ā̌ tanto en latín como en griego.
Metodología aplicada
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Desarrollo analítico
Introducción preliminar
Hoy en día, al hablar de los temas en *-ā̌ tenemos que hablar también de las laringales,
ya que se sabe que estos temas proceden de ahí. Aunque hay una serie de estudiosos
que intentan explicarlos de otra forma.
Debido a esto, voy a tratar en unas pocas páginas el tema de las laringales, desde su
descubriendo hasta su funcionamiento.
El proceso de reconstrucción se podría haber quedado ahí. Pero desde muy pronto se
advirtió la existencia de correspondencias fonéticas anormales y, sobre todo, de
comportamientos morfológicos inusuales que solo alcanzaban explicación a partir del
postulado de unos fonemas, luego llamados «laringales», que daban cuenta de estos
resultados asistemáticos. Pero esto ocurrió mucho más tarde con Saussure. Antes de él,
se achacaba en parte al schwa.
Para el estudio de las laringales, nos encontramos con una dificultad: son fonemas
alterados y desaparecidos en una fecha anterior de la que se puede comprobar con los
textos. Tan solo el hetita (y en menor medida otras lenguas anatolias) testimonia
parcialmente, con el grafema ḫ(ḫ), la antigua presencia de una laringal.
La propia grafía que la mayoría de los estudiosos utiliza para representarlos (h1, h2, h3)
indica cierta renuncia a su identificación fonética precisa.
Además, el tema de las laringales ha adquirido el carácter de una verdadera
controversia. Las opiniones están tan divididas (no solo en las cuestiones de detalle
sino también en las de fondo) que más bien se puede hablar de teorías laringales más
bien que de una teoría laringal.
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Evolución en el estudio de las laringales
Los estudios sobre las laringales indoeuropeas nacieron con un trabajo de Saussure en
1879 (Mémoire sur le système primitif des voyelles dans les langues indo-européennes).
Estudiando de un modo casi algebraico las relaciones entre los grados apofónicos, es
decir, las alternancias vocálicas de las raíces indoeuropeas, Saussure señaló que las
alternancias del tipo ἵστᾱμι / ἵστᾰμεν, δίδωμι / δίδομεν no tienen por qué distinguirse
originariamente de la que hallamos en casos como el de εἶμι / ἴμεν, en que alternan
formas con vocalismo e y formas con vocalismo ø. En su opinión, tanto ἵστᾱμι como
δίδωμι han de resultar, por tanto, de diptongos originales en que e iba seguida de otros
fonemas a los que llamó «coeficientes sonánticos» A, O̮ (correspondientes, grosso modo a
lo que en notación moderna son h2 y h3). La posterior pérdida de estos coeficientes
sonánticos provocó el alargamiento de la vocal anterior. Es decir, *steA- > en griego da
stā- (grafiado στᾱ-) y *deO̮ - > en griego da dō- (grafiado δω-). En grado cero, el
coeficiente vocalizaba: *stA- > en griego da stă- (grafiado στᾰ-) y *dO̮ - > en griego da
dŏ- (grafiado δο-). Con ello, se emparejaban morfológicamente estas formaciones
verbales, aparentemente distintas.
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semíticas y a tratar de demostrar su aserto sobre la base de etimologías muy
discutibles.
Resulta paradójico que el nombre convencional de «laringales» con que universalmente
se denominan hoy estos fonemas procede de este primitivo error de identificación.
Por las mismas fechas, aproximadamente, en las que se publicaban los Études
Indoeuropéennes (1935) de Kurylowicz, la teoría laringal se enriquece y organiza de un
modo más exacto de la mano de la brillante teoría de Benveniste (en 1935, Origines de la
formation des noms en indo-européen) sobre la estructura de la raíz indoeuropea.
Benveniste establece un sistema coherente mediante un elemento nuclear, la raíz de
tipo CVC (siendo C= consonante, V= e/o) que se combina con un elemento no radical, el
sufijo, del tipo VC, para constituir temas alternantes, bien con grado pleno en la raíz y
cero en el sufijo (CVC.C, por ejemplo, *per-k-), bien con grado cero en la raíz y pleno en
el sufijo (CC-VC, por ejemplo, *pr-ek-). A la luz de esta teoría se explican alternancias
como el hetita palḫi- / y el latín plānus, como procedentes de *pel-ə2- / *pl-eə2-
respectivamente. Se debe advertir que ə no es ya para él la notación del schwa
tradicional, sino de las nuevas realidades fonéticas reconstruidas. Lo que se dice de ə se
refiere a cualquiera de los tres fonemas, que se distinguen entre sí por el timbre
vocálico que confieren a la vocal vecina.
Benveniste seguía operando con las tres laringales postuladas por Møller. Aunque
algunos otros autores iniciaron la discusión sobre el número de laringales que debía
atribuirse a la protolengua, como Sapir (1938), que quería aumentar el número;
Pedersen (1948) y Hendriksen (1941) entre otros (que trataron de reducir el número a
dos) o incluso Zgusta (1951), que postulaba únicamente una laringal.
De esta época y de la escuela danesa procede la tradición de marcar las laringales con
una h seguida de un subíndice numérico (h1 para la laringal que no altera el timbre de
/e/, h2 para la que le comunica a la vocal un timbre /a/ y h3 para la que le comunica un
timbre /o/).
Un nuevo desarrollo de la teoría laringal se inició con el trabajo de Martinet (en 1953,
Non apophonic o-vocalism in Indo-European) en el que señalaba que la mayoría de las
raíces o bases que se reconstruyen como acabadas en –ō manifiestan una tendencia a
desarrollar una w ante la vocal siguiente. Si la –ō se analiza como breve más h, la w
debe ser una huella dejada por h, por lo que Martinet concluía que la laringal
tradicionalmente notada como h3 tenía un apéndice labial y proponía una nueva
notación Aw para este fonema. La secuencia eAw se resuelve como ō ante consonante
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mientras que se resuelve como āw ante vocal. Basaba su afirmación en ejemplos en que
hay alternancias ō/āw, como en latín octō/octāuus, flōs/flāuus, prō/prāuus, etc.
Antes de empezar a tratar este asunto, quiero dejar claro que no he hecho un estudio
detallado de todos los tratamientos de las laringales, sino que me he limitado a citar los
que quizás para mi trabajo sean más importantes. Para un mayor análisis, consultar,
por ejemplo, la obra de Adrados et alii 1995:333-390.
Parece claro que una laringal en inicial de sílaba (los ejemplos más seguros son en
inicial de palabra) altera el timbre de una /e/ siguiente. *h1e > e, *h2e > a, *h3e > o. Hay una
discusión sobre la alteración de timbre en caso de que la vocal fuera /o/. Para muchos
autores, h1 no provocaría cambio de timbre de la vocal siguiente, por lo que *h1e > e y
*h1o > o. Para algunos autores, *h1o también puede dar e. En el caso de *h2, mientras que
para unos estudiosos tanto *h2e como *h2o se resolvían en a, para otros, sólo *h2e > a,
mientras que *h2o > o también.
Algún ejemplo sería:
- *h1es- ‘ser’: por ejemplo el hetita es̆zi, griego ἐστί, latín est, etc. En principio estas
formas podrían proceder de una raíz iniciada por vocal *es-. En hetita hallamos junto a
las formas con e- inicial otras con a-. Las formas del griego y del hetita no pueden
proceder de un grado o (sin paralelos en otras lenguas) ni de un grado cero de *s-, así
que apuntan a que debemos reconstruir *h1es-.
*h2erg- ‘brillante, blanco’: en hetita tenemos ḫarki-, en antiguo indio árjuna-, en griego
ἀργής, en latín argentum, en tocario antiguo ārki.
*h3erbh- ‘privado de, huérfano, heredero’: en hetita ḫarpzi, en griego ὀρφανός, en latín
orbus, en gótico arbi, en antiguo irlandés orb(b)e.
Ante /i/, /u/, la laringal se pierde, sin alterar el timbre de la vocal. Ejemplos de este
tratamiento son: *h2ugh- ‘cuello’: en antiguo indio uṣṇíhā < *ugh-snighā, frente al *h2eugh-
> en griego αὐχήν, en armenio awj. La laringal se confirma por el verbo hetita ḫuek- /
ḫuk- ‘degollar’ < *h2wegh- / *h2ugh-.
Una laringal tras /i/ o /u/ la alarga sin variar su timbre. En algún caso contamos con
paralelos en hetita. Es el caso del latín fūmus, el griego θῡμός, que corresponden al
hetita tuḫḫima- ‘jadeo’, lo que permite reconstruir *dhuhmo-.
Cuando una laringal sigue a una /e/ y forma sílaba con ella, le comunica asimismo su
coloración vocálica, pero además, al perderse, provoca el alargamiento compensatorio
de la vocal. En consecuencia, *eh1 > ē, *eh2 > ā, *eh3 > ō. De modo semejante a lo que
ocurre con la secuencia *he, la mayoría de los estudiosos estima que una h1 alarga una o
anterior, pero no la cambia de timbre, y se ha suscitado una discusión acerca de si la
laringal h2 colorea a una o anterior o bien el resultado de *oh2 sería > ō.
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Para la reconstrucción de estas secuencias contamos con una serie de ecuaciones en que
la laringal se testimonia con entera seguridad por la aparición de ḫ en hetita. Pero
cuando falta este testimonio es la morfología la que nos ayuda.
Cuando la raíz que incluía una laringal se hallaba en grado cero, esta pasaba a
funcionar como vocal. En tal circunstancia, recibe una vocal de apoyo que termina por
realizarse como una vocal plena. Esta vocal procedente de la vocalización de una
laringal en grado cero corresponde a lo que tradicionalmente se había llamado schwa.
El timbre que toma esta vocal es mayoritariamente /a/ y en antiguo indio /i/,
indiferentemente de la laringal de que proceda. Sin embargo, el griego presenta, sobre
todo cuando se trata de grados cero alternantes en un mismo paradigma con grados
plenos, resultados distintos para cada una de las laringales: e < *h1, a < *h2, o < *h3. Por
citar algunos ejemplos:
*dhh1- ‘poner’: en antiguo indio dhitá-, en latín factus, en griego τίθεμεν (en alternancia
con el grado pleno τίθημι < *dheh1-), pero tenemos un resultado /a/ en θαμά.
*sth2- ‘poner en pie’: en antiguo indio sthitá-, en latín status, en griego στατός, en
armenio stanam.
*dh3- ‘dar’: en antiguo indio ditá-, en latín datus, en griego δοτός, en armenio ta-mkc, en
albanes dashë.
Desde hace tiempo los estudiosos discuten acerca del problema de si el vocalismo
triple del griego es fonético o es analógico de los grados plenos.
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CUADRO RESUMEN
h1 > /e/ h1e > /e/ eh1 > /ē/ h2o > /o/ oh2 > /ō/
h2 >/a/ h2e > /e/ eh2 > /ē/ h1o > /e/ oh1 > /ē/
h3 >/o/ h3e > /e/ eh3 > /ē/ h3o > /o/ oh3 > /ō/
Quizás a nosotros nos parezca algo natural que diferenciemos en los nombres dos
géneros, masculino y femenino, al igual que distinguimos mujeres de hombres o
machos de hembras. Esto es debido a que quizás lo encontramos en nuestra lengua
materna y pensamos que es lo normal. Sin embargo, aunque la existencia de géneros
no es una extrañeza, probablemente son más numerosas las lenguas que no tienen
género, al estilo del inglés, que las que las tienen, como el español.
Además, masculino y femenino no son los únicos géneros posibles, aunque sí que
quizás son los más frecuentes2. Las nociones que las lenguas pueden convertir en
géneros gramaticales son verdaderamente insospechadas. Por ejemplo, en tagalo,
lengua que se habla mayoritariamente en Filipinas, hay dos géneros: uno para nombres
propios y otro para los nombres comunes. En dyirbal, lengua aborigen de Australia,
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hay cuatro géneros: masculino, femenino, comestibles no cárnicos y neutro. En navajo,
lengua indígena americana, existen trece géneros: objetos redondos, seres vivos,
objetos que se dan en grupo, continentes rígidos con contenido, objetos compactos,
masa, objetos que asemejan a lodo, etc. Y lo que nos puede resultar más sorprendente
es que ninguno de ellos distingue masculino y femenino.
Para hablar del género en indoeuropeo3, tenemos que distinguir dos épocas (aunque
cabe prevenir que respecto a este tema y a casi todos los relacionados con el
indoeuropeo, la cronología siempre es aproximada). La primera etapa, la más antigua,
es anterior a la separación de la rama Anatolia, y contaba con dos géneros: animado e
inanimado. El primero que atisbó esta diferencia entre género animado / inanimado
fue Meillet. Nuestros remotos antepasados de las estepas, los indoeuropeos, no
disponían de los géneros masculino / femenino. Ésa fue una división que escindió el
antiguo genero animado en dos variedades (los nombrados ya masculino / femenino),
en fecha relativamente reciente (esta sería la segunda etapa). Por ello, el hetita y las
demás lenguas anatolias nunca contaron con esta distinción.
Casi la totalidad de los indoeuropeístas están de acuerdo con lo expuesto hasta aquí;
pero ya no están tan de acuerdo en los factores que ocasionaron la aparición de este
nuevo género.
Una de las perífrasis para crear el femenino, la que fue frecuente en las lenguas
indoeuropeas antiguas y modernas (una hembra de castor, una hembra de tigre) dio lugar
a la creación de uno de los dos sufijos históricos para la derivación gramatical del
femenino: -*ā, marca que aún hoy pervive como marca de femenino en un buen
numero de lenguas indoeuropeas, incluida la nuestra. La segunda marca es -*ī, marca
que nunca ha existido en español porque tampoco existía como tal ya en latín.
Del origen del sufijo *-ā̌ se dio cuenta en el siglo pasado J. Schmidt. Afirmó que antes
de ser femenino, *-ā̌ habría expresado abstractos y colectivos, usos de los que más tarde
habría derivado por una parte el valor de femenino y por otro, en relación con el valor
colectivo, el de neutro plural. Esta idea tuvo bastante aceptación desde el primer
momento. Pero la confirmación la encontraron mucho después, y casi
simultáneamente, V. Georgiev y C. Watkins. En alguna lengua Anatolia este sufijo, en
su forma previa a la eliminación de los fonemas laringales, aparece como -aḫi y
efectivamente cuenta con valores de abstractos y de colectivo.
Así pues, para recapitular, *-eh2 / -h2 sería un sufijo formador de abstractos y colectivos
que por medio de un proceso de concreción pasaría a utilizarse en relación con el
individuo que podía ejercer la acción referida por ese abstracto. Por ejemplo, nauta
significaría en un principio navegación. El siguiente paso, sería la designación mediante
3 Para este asunto, vid. Ledo-Lemos 2003:3-5, 17-27, 31 y ss.; y Villar 1996:234-241
12
el término al individuo, por el mencionado proceso de concreción. Así, tendríamos que
nauta significaría el que navega. De igual modo, tendríamos que *gwneh2 vendría a
significar parir. De igual modo que en el ejemplo anterior, el siguiente paso sería
significar la que pare. De aquí, se infectó como marca de femenino (esta explicación fue
la que dio Brugmann).
Se ha podido comprobar que en las diversas lenguas que hay una gran permeabilidad
entre las nociones de «colectivo» y «abstracto». Por ejemplo, en latín lingum es un
neutro singular, que significa «madera, leño, tronco». Más tarde se utiliza, como por
ejemplo en nuestra lengua, ligna como colectivo, con el significado de «leña». Con este
significado pasó al español, y ligna ya pasó como un singular femenino.
Esta evolución de colectivo a plural se entiende perfectamente, porque una palabra que
exprese una realidad colectiva, como por ejemplo «rebaño» está semánticamente
expresando en sí una pluralidad (en el ejemplo puesto, de animales). En cambio, el
paso a femenino exigiría una causa externa o circunstancial, ya que no hay una causa
semántica necesaria entre lo uno y lo otro. Esta causa circunstancial sería la que más
arriba he señalado que apuntó Brugmann.
Y así, estos dos sufijos, a veces contaminándose entre sí, acabaron imponiéndose en
indoeuropeo como marca de femenino. La lengua indoeuropea contaba ya de
antemano con los pares de palabras distintas para designar hombre / mujer de tipo
madre/padre, etc. Y en ellos no penetró inicialmente el sistema de derivación mediante
sufijo. Estas palabras, casi todas relacionadas con el parentesco, pertenecen a una zona
poco renovable del léxico. No obstante, unos miles de años después de la introducción
de los sufijos *-ī, *-ā, en nuestra lengua se han sustituido algunos de los viejos pares:
*sūnus/*dhugh2tēr habría ya sido reemplazado en latín por filius/filia (de donde proceden
nuestros hijo/hija); *bhrātēr/*swésōr (que aún se conserva en latín en frater/soror) han sido
reemplazados por nuestro hermano/hermana; *awos/*anos han sido sustituidos por
abuelo/abuela; y *daiwḗr/*glō[u]s se sustituyó por cuñado/cuñada. Sin embargo, otros aún
permanecen, como padre/madre, nuera/yerno.
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LOS TEMAS EN *-ā̌ EN GRIEGO
En griego, desde el punto de vista tradicional siempre se ha hablado de este tema como
de los sustantivos de los temas en alfa. Además, se distinguen tres clases de sustantivos
femeninos4: los temas en alfa pura (son temas que precedidas de r, e, i conservan esta
alfa en todos los casos), los temas en alfa impura o mixta (lo suelen llamar así porque
en el paradigma vemos alternancia entre α/η), y los sustantivos en -η (son temas en -
ᾱ). Además de estos temas ya nombrados tenemos nombres masculinos en –ᾱ.
En jónico-ático, hay que tener en cuenta que ya desde época temprana la –ā cierra su
articulación en –η. Lo que ocurre es lo que tradicionalmente se conoce como paso de alfa
larga a eta, proceso fonético que más adelante explicaremos. De ahí que tengamos unos
sustantivos en eta.
Esta diferenciación entre los tres tipos de sustantivos femeninos (alfa pura, alfa mixta o
impura y temas en -η) únicamente se produce en el singular.
CUADRO RESUMEN
Temas en alfa pura Sustantivos femeninos y masculinos.
Se produce retroversión ática.
Temas en –ā.
Temas en alfa impura o mixta Solamente sustantivos femeninos.
No se produce retroversión ática.
Temas en –ǎ.
Temas en eta Sustantivos masculinos y femeninos.
Se produce el paso de alfa larga a eta.
Temas en –ā.
4 Berenguer 2002:33-35
14
El esquema que yo voy a seguir es el siguiente:
o a) Femeninos
o b) Masculinos
Tema I: –ā<*-eh2
Dentro de este tema I, el de los temas en –ā, haré una distinción entre los sustantivos
femeninos y los sustantivos masculinos.
a) Femeninos
Dentro de este grupo, hay que tener en cuenta dos procesos fonéticos. El primero es
que en jónico-ático se produce la palatalización de la vocal *-ā, de modo que *-ā > *-ē̦.
Se grafía mediante <η>. Es el tradicionalmente conocido como paso de alfa larga a eta.
Siguiendo a Cirac Estopañan 1955:208-209, la vocal de timbre ā̌ se ha mantenido sin
alteración, en general, desde el griego común al griego moderno, pasando por los
dialectos antiguos y la koiné. Pero en el tronco dialectal jónico-ático, en una fecha
prehistórica, durante el periodo común de ambos dialectos, la articulación de la ā se
desplazó hacia la parte anterior del paladar, con lo cual su pronunciación fue
haciéndose prepalatal y cerrada, con un timbre intermedio entre ā y ē. Por eso
encontramos en jónico-{tico τιμή (por τιμά), φημί (por φᾱμί, en latín fātur), ἵστημι
(por ἵστᾱμι, en latín stāre). No son claras las razones que motivan en jónico-ático este
proceso. Si se explica como fruto de una tendencia a desplazar hacia adelante la base
articularia, habrá que pensar que en jonio está más agudizada esta tendencia que en el
resto de los dialectos; de aquí que se haya intentado explicar este fenómeno para el
jonio como una influencia del cario, lengua a la que se superpuso en Asia Menor.
Por ejemplo:
15
Más reciente es el artículo de López Eire 1972-1973:201 «Los jonios y el jónico-ático»,
donde nos explica lo siguiente en lo referente al paso de alfa larga a eta:
Este fenómeno también se da en los temas en –ā (< *-eh2) masculinos, como por ejemplo
en πολίτας frente a πολίτης.
Sólo en casos aislados la retroversión {tica se da también tras υ: εὐφυᾶ ({tico), εὐφυῆ
(jónico).
16
SINGULAR
PARADIGMA
Nominativo ἡμέρᾱ γνώμη
Vocativo ἡμέρᾱ γνώμη
Acusativo ἡμέρᾱν γνώμην
Genitivo ἡμέρᾱς γνώμης
Dativo ἡμέρᾳ γνώμῃ
De las tres marcas que tenemos, la marca -ø, parece ser la más antigua. Podemos
explicar este razonamiento de la siguiente manera: esta marca es la esperada en la
expresión de un sistema acusativo, en el que nominativo y acusativo se oponen como
sujeto y objeto de los verbos transitivos6. Pero hay que añadir dos precauciones:
Primera, el nominativo también es sujeto de los verbos intransitivos y de los
copulativos. Segunda, el acusativo va también con intransitivos de movimiento, en este
caso, es un lativo que indica «dirección hacia». Sólo cuando se creó, en las lenguas
5 Villar 1996:249. Para una mayor información sobre los casos en indoeuropeo, vid. ibid. 246-261.
6 Adrados et alii 1995:52
17
individuales, la voz pasiva, se distinguió entre la función gramatical (complemento
directo) y la local del acusativo.
Para la siguiente marca, la silbante *-s, tenemos dos explicaciones: podría provenir del
pronombre demostrativo, de *so, pospuesto. La otra explicación es que sea el genitivo
de los temas en –o. La desinencia de genitivo singular presenta alomorfismo: puede ser
*-es/-os/-s. Así, vemos una relación, por lo menos aparentemente, entre la desinencia de
nominativo y la de genitivo singular7. En definitiva, la *-s aparece en varios grados de
alternancia y con diversas funciones. El problema es explicar cómo se ha llegado a esta
situación, y si esta relación de desinencia entre el nominativo y el genitivo singular es
aparente o tiene una explicación que las une.
CUADRO RESUMEN
͞
γνώμη: *-ē̦ < *-ä < *-ā < *-eh2-ø Desinencia -ø: *-eh2-ø
͞
ἡμέρᾱ: -ā < *-ē̦ < *-ä < ā < *-eh2-ø
Es una peculiaridad poco común de los nombres en indoeuropeo que contaran con este
caso en singular, ya que normalmente estas funciones (la de llamar, invocar o exhortar)
suelen estar recogidas en un sistema acusativo por el caso nominativo, lo que de hecho
encontramos en el plural y en varios temas en el singular.
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Según la reconstrucción tradicional (Brandenstein 1964:205; Chantraine 1983:32), el
vocativo originariamente tenía un tema puro, diferente del nominativo. Un ejemplo
conservado de este vocativo está en Homero νύμφα (Γ 130, δ 743), mientras que el
nominativo sería νύμφη.
El hecho de que el vocativo estuviera caracterizado por la ausencia de marca nos lleva
a una anomalía10: en un sistema acusativo lo que se espera, por razones de economía, es
que el nominativo carezca de marca y que sea el acusativo (caso que expresa el
paciente) el que se marque. Así sucede en las lenguas de acusativo, como en español.
Por ejemplo, en nuestras oraciones transitivas se marca el paciente y no el agente, como
en Alex da de comer a los gatos.
Pero en griego el vocativo presenta la misma forma que el nominativo, como vemos en
nuestros paradigmas γνώμη o ἡμέρᾱ. Este hecho se ha explicado como producto del
sincretismo entre nominativo y vocativo.
Por el contrario, este estado de cosas puede explicarse pensando que en estos temas el
nominativo se utilizó para las funciones propias del vocativo. No llegó a desarrollarse
un caso vocativo, a excepción de νύμφα (Γ 130, δ 743) o en Safo Δικᾰ, Ἕλενᾰ, en
donde se interpretaría la cantidad larga del nominativo como marca de ese caso, y se
crearía la forma con vocal breve como marca de vocativo.
10 Algunos estudiosos han utilizado esta irregularidad como argumento tipológico a favor de la teoría de
la ergatividad (en las lenguas de sistema ergativo se marca positivamente el caso que expresa el agente
(ergativo), mientras que queda sin marca el que expresa el paciente (absolutivo), que coincide así con el
tema puro). Para un estudio sobre si el indoeuropeo era una lengua con un sistema ergativo o acusativo,
puede consultarse el estudio de F. Villar, Ergatividad, acusatividad y género en la familia lingüística
indoeuropea, Salamanca, 1983.
19
CUADRO RESUMEN
γνώμη: *-ē̦ < *-ä < *-ā < *-eh2-ø En este caso, tema puro: *-eh2-ø.
ἡμέρᾱ: - ā < *-ē̦ < *-ä ͞ < -ā < *-eh2-ø Utilización de nominativo por
vocativo.
Este caso era llamado por los primeros gram{ticos griegos como αἰτιατική, es decir,
«caso causal». Apolonio Díscolo vio que el acusativo no era el caso de la causa sino el
caso del efecto. El nombre siguió siendo el vigente por una falsa traducción de los
latinos. A partir de F. Ast (1808) se ve en el acusativo por tradición la expresión de una
relación inmediata entre el verbo y el objeto al que se refiere la acción verbal. Es el caso
por antonomasia del complemento directo11.
Según la gramática tradicional, el acusativo posee dos sentidos básicos: uno gramatical
(en el que funciona como complemento pleremático de verbos transitivos) y otro local
(es el que conocemos como acusativo de dirección).
CUADRO RESUMEN
γνώμην: *-ē̦n < *-än < *-ān < *-eh2-m Consonante nasal bilabial *-m
ἡμέρᾱν: -ān < *-ē̦n < *-än͞ < -ān < *-eh2-m
GENITIVO: A este caso los griegos lo llamaron γενική, es decir, «caso general», lo que
hacía referencia al género lógico12.
El genitivo es el caso de la determinación nominal. Cuando a veces funciona como
determinante de un verbo (como en ocasiones ocurre en griego), se trata de un
fenómeno secundario13.
Tiene una marca universal en indoeuropeo, una silbante, que podía aparecer en
cualquiera de los tres vocalismos: *-s / -es / -os, en grado cero, grado normal o grado
flexivo.
20
En un principio, parece que el uso de *-es / -os era un caso de alomorfismo libre. No
podemos determinar cuándo se usa uno y cuándo se usa otro. Pero sí que es cierto que
cada lengua en particular escoge una de las formas. El griego toma la forma *-os (que
vemos perfectamente en los temas en consonante, del tipo φύλαξ, φύλακος o τέρας,
τέρατος). El latín por su parte escoge *-es, que luego metafoniza en –is. Podemos verlo
en sustantivos de tipo consul, consulis; homo, hominis, etc.
La metafonía o umlaut (en alemán) es una inflexión vocálica, una alteración del
timbre de una vocal por influencia de una vocal, una semivocal o semiconsonante
siguientes. El acento también puede ejercer su acción14.
Los autores más tradicionales interpretan la terminación –ης / -ας que encontramos
explicándola a través de una contracción:
Chantraine (1983:32) afirma que la terminación antigua es *-ās, poniendo como ejemplo
nuestro paradigma mismamente, ἡμέρᾱς, o σκιᾶς. También afirma que el osco-umbro
la ha conservado y el latín también en algunas formas arcaicas, de tipo pater familiās.
W. Brandenstein 1964:205 por su parte explica que la terminación *-ās que
encontramos es debido a la contracción de la vocal -a con la desinencia *-es.
Szemerényi 1987:245 nos dice que la contracción era de –ā+os.
Pero otra posibilidad es explicar el genitivo que nos encontramos como *-eh2-s:
Como he apuntado más arriba, el uso de los morfemas de genitivo era un uso de
alomorfismo libre. Pero podemos determinar cuándo aparece el grado cero y cuándo el
grado pleno. Parece que funcionaba una ley de equilibrio silábico entre la desinencia y
la sílaba pre-desinencial. Así, podemos hablar de dos grupos: uno con el equilibrio
pleno/cero y el otro grupo con el equilibrio cero/pleno.
En este caso, nos encontramos ante un sustantivo del primer grupo, el de pleno / cero:
γνώμης < *-ē̦s < *-ās < *- eh2-s
Según hemos visto, existen dos maneras de explicar el genitivo: una forma lo hace a
través de las contracciones y la otra mediante la desinencia*-s.
21
CUADRO RESUMEN
ἡμέρᾱς La teoría tradicional lo explica mediante una
γνώμης contracción *-ā + -ĕs / *-ā + -ŏs
La otra opción es explicarlo como *-eh2-s >
*-ā-s
Como curiosidad, cabe mencionar que la desinencia de genitivo *-s / -es / -os no ha
sobrevivido en español debido a la pérdida de la flexión, ya que ha sido reemplazada
funcionalmente por la preposición de. No obstante, ha dejado algunos restos fosilizados
en algunos de los apellidos más tradicionales españoles: Sánchez, a la vez que
Fernández y otros tantos y tantos apellidos, conserva en su final –ez esa desinencia
indoeuropea (concretamente *-es a través de -is). Otra lengua, como el inglés, aún
conserva el llamado genitivo sajón en expresiones de tipo Martha’s house.
- Solapamiento de usos.
- Uso creciente de giros preposicionales que expresan todo lo que los casos
expresan y más precisamente, haciendo que éste último no sea indispensable.
18 Ibid. pp.254-256
22
lativo y final-directivo) es el máximo que se haya postulado para el indoeuropeo. Sus
partidarios (que fueron muy pocos y que hoy en día ya no queda apenas ninguno)
postulaban que ya desde el principio de la lengua común se habría dado una tendencia
a la reducción del inventario. Por ejemplo, el lativo y el final-directivo se habrían
fundido desde la época de comunidad con el acusativo y el dativo respectivamente. Así
pues, las lenguas indoeuropeas habrían heredado este sistema de ocho casos. El
sincretismo habría seguido operando en cada una de las lenguas. Por ejemplo, en
griego se habrían fundido el dativo, el locativo y el instrumental en un solo caso por
una parte, y por otra el genitivo y el ablativo. Así, tenemos nuestro sistema de cinco
casos. En latín se habrían fundido ablativo, instrumental y locativo, resultando un
sistema de seis casos (aunque el locativo estaba desapareciendo). En báltico y eslavo se
habría fundido el ablativo con el genitivo.
Después de este breve resumen de las teorías del sistema casual del indoeuropeo,
habrá en este caso que distinguir entre la versión sincretista y la versión no-sincretista.
En este cuadro de arriba, podemos ver un ejemplo de cómo ven el sistema casual los
autores que apoyan el sincretismo. En este caso, son las marcas de los casos
Indoeuropeos según Szemerényi 1987:167.
23
En el cuadro que viene a continuación, vemos las desinencias para los temas en –o, en
-eh2, para los temas en consonante, para los temas en –i y en –u (no en este orden). Es
un cuadro que nos lo ofrece Sihler 1995:248.
24
En este cuadro siguiente, podemos ver cuáles serían las desinencias que propondrían
los lingüistas que no abogan por la visión sincretista.
Esta teoría de los cinco casos que existían en el indoeuropeo, contradice a la teoría
tradicional todavía seguida en los manuales de Palmer (1974:241), Brugmann 1933,
Meillet 1937 y Szemerény 1985 (apud Rodríguez Adrados (1996:50)) entre otros. Esta
teoría que aquí expongo siguiendo a Rodríguez Adrados 1996, hoy en día es bastante
aceptada y seguida por autores tales como Villar 1974 (y obras posteriores), Fairbanks
1977, Lehmann 1993, Schmalstieg 1980, Shields 1992 y otros.
La doctrina tradicional supone que este caso contaba con una desinencia única, *-ei,
que combinaba de forma variable con el fonema final de las diferentes palabras a las
que se añadía. Es decir, que si se trataba de un tema en –n, por ejemplo, el resultado era
–nei; si era un tema en –r, -rei; si se trataba de un tema en –a, el resultado era –āi (por
contracción de *-a + *-ei); y si se trataba de un tema en –o, tendríamos *-ōi, por
contracción de *-o + *-ei.
Así pues, la doctrina tradicional postula para estos temas una contracción de *-ā-ei
(tema + desinencia), de modo que el resultado final es *-āi. Esta terminación sería
25
antigua y tendría correspondencia en lituano y en itálico, y en el resto de las lenguas
indoeuropeas. La evolución fonética es: contracción de las dos vocales que están en
contacto (*-ā+e). Después, se produce una pérdida del segundo elemento del diptongo
con primer elemento largo, ya que esta clase de diptongos era inestable. La *-i va a
conservarse en el terreno gráfico bien adscrita, bien suscrita. Esta postura está
sustentada tanto por Chantraine 1983:32, por Brandenstein 1964:205, por Sihler
1995:268 y por Szemerényi 1987:245.
ἡμέρᾳ: -ā < *-ā-ei < *-eh2-ei
γνώμῃ: *-ē̦ < *-ä < *-ā-i < *-ā-ei < *- eh2-ei
Pero esta concepción quizás es algo sencilla y mecánica. Además, diferentes datos
comparativos indican que no siempre era así. De hecho, en los temas en *-o/e las
lenguas históricas tienen tanto *-ōi (lo que estaría de acuerdo con esta postura) como *-ō
(que resulta imposible de explicar dentro de esta tradición). Y, por añadidura, en hetita
la desinencia –a (comparable con la *-ō de otras lenguas) se da en toda clase de
palabras, y no solamente en las de tema en *-o/e.
Así pues, podemos pensar en otra reconstrucción del dativo indoeuropeo19, en la que
distinguiremos dos etapas: la pre- y la post-anatolia. El dativo no tenía un solo sufijo en
indoeuropeo pre-anatolio, sino dos en concurrencia: *-ei y *-ō (o estos o sus
antecedentes fonéticos, sean los que sean).
Por su parte, *-ō es en su origen un sufijo que sirve para derivar adverbios de «lugar a
donde», función que se conserva aún en algunas lenguas indoeuropeas, como en el
griego κάτω «hacia abajo», en el latín quō «¿a dónde?», en el hetita kuwatta «¿a
dónde?».
Hay una proximidad semántica y funcional entre el complemento indirecto y el lugar
«a donde». Incluso con algunos verbos hay una auténtica identidad referencial entre lo
uno y lo otro. Por ejemplo, en una frase como «dar queso a un ratón» hay un
movimiento físico real de aproximación del queso hacia el ratón. De hecho, son muchas
las lenguas que tratan ambas funciones como una misma cosa, como el español (en que
se expresan ambas con la preposición a) y el inglés (que lo expresa con to).
Continuando con lo que dice Villar 1996:253-256, más tarde, en indoeuropeo post-
anatolio, se tendió a reservar *-ō para los temas en *-o, quizás por su obvia afinidad
fonética. Por otra parte, ha existido siempre una tendencia a añadir una *-i a esa *-ō, por
analogía con la otra desinencia de dativo *-ei. Pero esa tendencia no tuvo la
consecuencia de eliminar la forma antigua *-ō (irregular dentro del conjunto de los
dativos) imponiendo la innovación (que sería la forma regular). Ambos coexistieron. Y
sólo en algunos dialectos terminó por imponerse *-ōi. Pero siempre esto fue en época
19 Villar 1996:253-256
26
tan tardía, ya que en casi todos los grupos dialectales queda por lo menos testimonio
marginal de *-ō como desinencia de dativo.
Así pues, frente a la versión tradicional, puede pensarse en una forma originaria
terminada en *-ā, que es en definitiva un tema puro (cf. Latín Diana), a la que se añadió
una *-i, como en otros temas.
Pero anteriormente había apuntado que el indoeuropeo pre-anatolio tenía dos sufijos
en concurrencia: *-ei y *-ō ¿Cómo se explica entonces este tema puro? Parece que lo
más antiguo sería la terminación -āi, con una -i a la que habría que buscarle explicación
(¿grado cero de *-ei, resto de la laringal?). La terminación con *-ā (la que tenemos en
latín Diana) aparecería por analogía con la -ō de los temas en –ŏ.
ἡμέρᾳ: <-ᾳ> -ā < *-āi < *-eh2-i
γνώμῃ: <-ῃ> -ē̈ < *-äi < *-ā-i < *-eh2-i
Adrados (apud Villar 1981:193) consideró que estos temas habrían sido originariamente
temas en laringal de apéndice palatal (*-ehi2 / -hi2), dejando dicho apéndice la huella de
una /i/ en diversas formas del paradigma y en derivados (cf. griego δίκη / δίκαιος,
γυνή / γυναικός, antiguo indio, genitivo senāy-ās, etcétera).
CUADRO RESUMEN
ἡμέρᾳ La tª tradicional afirma que la desinencia es
γνώμῃ *-ei.
La otra postura es que se trate de un tema puro
a la que se añadió una *-i.
PLURAL
PARADIGMA
Nominativo ἡμέραι γνῶμαι
Vocativo ἡμέραι γνῶμαι
Acusativo ἡμέρᾱς γνώμᾱς
Genitivo ἡμερῶν γνωμῶν
Dativo ἡμέραις γνώμαις
27
NOMINATIVO: Cabe destacar que griego y latín son las únicas lenguas que presentan
un nominativo plural en *–ai. En los temas en –ŏ coinciden en la terminación *-oi el
griego, el latín, el eslavo antiguo y el lituano.
Luego, esta desinencia sería reemplazada por la innovación del griego y del latín.
Aunque también lo han explicado así algunos autores más recientes, como Sihler
1995:271.
Ambos autores (Chantraine 1983:33 y Brandenstein 1964:205-206) explican que esta
terminación –ai fue propia de los pronombres en su origen y que se extendió a los
nombres femeninos por analogía con los temas masculinos en –o. Además afirman que
quizás, también provenga de una antigua forma de dual que, fijándonos en el indo-
iranio, el balto-eslavo y el irlandés, debía de ser un diptongo *-ai.
CUADRO RESUMEN
ἡμέραι: *-ăi Innovación del griego y del latín
γνῶμαι: *-ăi proveniente del demostrativo. ¿Una
anterior terminación en *-ās?
ACUSATIVO: La marca que tenemos es una nasal más una silbante. Esta marca se
explica como la marca de acusativo en el singular más una marca de pluralidad, una
silbante:
ἡμέρᾱς: -ās < *-ăss < -ăns < *-āns < *-āms < *-eh2-ms
γνώμᾱς: - ās < *-ăss < -ăns < *-āns < *-āms < *-eh2-ms
Hay que destacar un comportamiento distinto tanto en griego como en latín cuando
antecede una consonante a la sonante (en los temas que estamos explicando no
podemos ver estos comportamientos):
28
En latín, también ocurre el mismo proceso que se acaba de explicar para el griego. La
sonante al estar en posición interconsonántica produce también un vocoide que poco a
poco pasa a ser una vocal plena.
A diferencia del griego, esta lengua desarrolla una vocal de apoyo y no llega a
desaparecer la sonante nasal. En la lengua latina, las sonantes nasales (m̥ , n̥ ) se
especializan en un timbre e, mientras que las liquidas (r̥, l ̥) en un timbre o: C-n̥ -s > C-on-s
> C-en-s > C-es-s > C-ēs.
Por ejemplo, homines, hiemes.
Además de este proceso, hay que destacar la Ley de Osthoff que funciona en este caso.
La Ley de Osthoff recibe el nombre de su descubridor, Hermann Osthoff. En su
formulación tradicional (1881-1884), toda vocal larga se abrevia ante sonante más
consonante. Conviene advertir, no obstante, que este principio neogramático fue
formulado para el griego y solo posteriormente se extendió a otras lenguas
indoeuropeas, como el celta y el baltoeslavo.
Esta ley fonética también se aplica al latín, si bien en la práctica se circunscribe a la
abreviación vocálica ante –nt o –nd tal como sucedería en los participios de
presente activos (amăntis), en los gerundivos (amăndus) y en la tercera persona del
plural activa (amănt) de las conjugaciones con vocal temática larga.
Como señala Sihler 1995:77, la abreviación de la vocal en las condiciones
enunciadas por la ley de Osthoff es un fenómeno independiente en latín y en
griego. Más aún, cuando en latín actúa en época preliteraria, parece tratarse de un
proceso relativamente tardío. En cualquier caso, esta ley dejó de operar en latín
histórico.
En griego, en el acusativo plural, hay que suponer una evolución de este tipo: *-āms >
*-āns > -ăns, apareciendo de esta manera lo que se considera un grupo *-ns con silbante
antigua y que está implicada en la segunda oleada de alargamientos compensatorios
(proceso que ocurrió entre el 850-800 a.C.).
En nuestro caso, nos encontramos en el último grupo, en el grupo –ns final. Esta -s ha
perdurado en el protogriego en la desinencia de acusativo plural; en la preposición ἐνς.
Ejemplos: κτένς; λόγονς > λόγους, αἰτίανς > αἰτίας (estos dos sustantivos son
acusativos plurales); ἐνς > εἰς.
Continuando con López Eire 1977:314, en cuanto a los tratamientos de –ns final, se
conserva como arcaísmo en argivo y en cretense central (τονς, τανς); y en forma
abreviada (-ns > -s por fonética sintáctica, en principio usual tan sólo ante palabra que
comenzara por consonante, luego regularizada y generalizada) en tesalio, arcadio y
29
dorio de Tera y Cirene (τος). En este último caso estamos ante la elección
(regularización) de una de las dos posibilidades (-ns / -s) que brindaba la lengua madre.
Estas opciones, al ser conservadas, han de ser consideradas como arcaísmos.
En los demás dialectos, el grupo –ns sufre alteraciones, lo que llamamos innovaciones.
Pueden ser estas innovaciones de dos tipos: o bien el grupo consonántico evoluciona a
–is (como ocurre en lesbio y en eleo, donde utilizan τοίς, ταίς) o bien desaparece la
nasal, lo que genera un alargamiento compensatorio de la vocal anterior (τούς en
jónico-{tico o τως en dorio).
Así pues, podemos resumirlo así. Los dialectos se comportaron de la siguiente manera:
1. Conservaron el arcaísmo
a. En argivo y en cretense central, de forma plena –ăns.
b. En tesalio, arcadio y dorio de Tera y Cirene, en forma abreviada por
sandhi que comenzaba por consonante: la terminación –ăns podía
aparecer ante palabra que comenzase por consonante, en cuyo caso
habría una pérdida de la nasal, pero no se alargaba la vocal,
seguramente por conservación de la cantidad silábica (–ăs); y también
podía aparecer ante una palabra que comenzase ante vocal, en cuyo caso
se mantenía el grupo –ns (–ăns).
2. Innovaron
a. El grupo –ns evoluciona a –is en lesbio y en eleo. *ans > *aə̃s > *-ais. ə̃ es
una nasal de timbre neutro, también denominada vocoide nasal.
Ejemplos: en lesbio encontramos ταίς.
b. El grupo –ns pierde la nasal y alargaron la vocal: *ans > *aə̃s > *-ãs,
apareciendo una vocal nasal, que posteriormente se desnasaliza,
desaparece y acaba alargando > -ās. Ejemplo: en jónico-ático
encontramos τάς.
Todos los autores están de acuerdo en la marca de acusativo plural indoeuropea para
el griego y para el latín. La única diferencia entre estas dos lenguas es la variación
dialectal en griego y sus distintas posibilidades fonéticas.
CUADRO RESUMEN
ἡμέρᾱς La desinencia es una nasal más una silbante
γνώμᾱς
30
que tradicionalmente se llama «aspiración») que luego tiende a desaparecer (y en latín,
por el contrario, la silbante intervocálica sufría el fenómeno del rotacismo), aparece
claramente en Homero: χωράων. Aparece también en beocio: δραχμᾱων (Collitz-
Bechtel 413,4). En jónico -ᾱων pasaba a *-ηων, pero esta forma no ha subsistido y
solamente hallamos -έων procedente de la abreviación de la η de *-ηων: esta
desinencia está atestiguada en Homero, como en ἐφετμέων (A 495), en πρωτέων (Ο
656) o en πολλέων (B 131).
La forma del ático y de la koiné es -ῶν, contracción de -έων (que ya hemos visto en los
ejemplos de la obra de Homero, adem{s de en el pronombre αὐτέων (M 424). Según
Brandenstein 1964:206, esta contracción provendría de -άων, como vemos de nuevo en
la lengua de Homero en ἁπαλάων (Σ 123), πολλάων (B 117) y otros.
Otros dialectos presentan una forma contracta en -ᾶν (dórico, tesalio, lesbio, arcadio)
conforme a las leyes fonéticas de cada uno de ellos. Está atestiguado en Alceo, Safo, y
también en los poemas dóricos de Teócrito, Píndaro (ἀλλᾶν en Ol. VI, 25; ποντιᾶν en
Ol. XIII, 46; etc.) y Baquílides a la vez el genitivo dórico -ᾶν y el genitivo homérico -
ᾱων: ἐᾱων (Ω 528).
ἡμερῶν: -ōn < *-ā-ōn < *-ā-hōn < *-ā-sōn < *-eh2-sōm
γνωμῶν: -ōn < *-ā-ōn < *-ā-hōn < *-āsōn < *-eh2-sōm
Para recapitular, la teoría generalmente más aceptada, afirma que el genitivo plural de
estos temas en itálico y en griego20, *-āsōm, procede de la forma del demostrativo.
Habría que segmentar esta forma como *-ā-sōm.
Otra postura, la más novedosa, nos la presenta, por ejemplo, F. Villar en un trabajo
suyo («El plural de los demostrativos indoeuropeos», Revista Española de Lingüística nº 5
Fasc. 2, 1975, págs. 433-450).
En él se nos dice que habría que segmentarlo de la siguiente manera: *-ās-ōm:
ἡμερῶν / : ōn < *ā-ōn < *ā-hōn < *ās-ōn < *eh2-s-ōm
Así pues, la terminación del genitivo plural se resolvió añadiendo a la desinencia de
genitivo singular (-ās) la desinencia indoeuropea para el genitivo plural *-ōm/*-ŏm. En
griego podemos asegurar que esta vocal era larga.
El latín (lo veremos en el apartado dedicado a esta lengua) crea un genitivo plural en
–ōrum, tanto para el nombre como para el pronombre, sobre el femenino.
CUADRO RESUMEN
ἡμερῶν Postura tradicional: *-ā-sōm
γνωμῶν Nueva postura: *-ās-ōm
20 Jordán 1993:103-107.
31
DATIVO: La reconstrucción del sistema de sufijos casuales indoeuropeos que se
integran en la lengua griega desde sus primeros estadios es una tarea ardua, debido a
la multiplicidad de formas de dativo plural que se atestiguan en griego alfabético21:
Temas en -o Temas en –a / -ā
-ηισι / -ηις
A éstas debe añadirse una desinencia –φι, atestiguada con mayor productividad en
micénico (-pi), pero también en la épica homérica.
Esta marca *-bh- hay que relacionarla con el latín. Encontramos esta marca en el dativo-
ablativo plural de la tercera, la cuarta y la quinta declinación latina: *-bh-ŏ-s > -bus.
En los temas en –ă / -ā, -ηισι/-ηις y –αισι/-αις (aunque ésta última pueda detectarse ya
en algún testimonio micénico) son el resultado de la influencia analógica de la flexión
temática dentro del sistema del adjetivo, en el que se marca el género femenino con los
temas en –ā por oposición a los masculinos en –ος y neutros en –ον de la flexión
temática. La terminación -ᾱσι (-ησι) sería así la forma genuina que se remonta al origen
atemático de la flexión.
Las formas áticas se han combinado: -ησι (-ᾱσι), -ῃσι y –αισι, pero a partir del 420 a.C.
sólo –αις esta atestiguada en las inscripciones y en todos nuestros textos de prosa
literaria. Es la única forma que ha permanecido en la koiné. Los dialectos dóricos
emplean (con raros ejemplos de -ᾱσι y –αισι en cretense) –αις, pero las lenguas
literarias artificiales de Teócrito y Píndaro utilizan a un tiempo –αις y –αισι. En eolio,
el beocio y el tesalio escriben –αις. Sin embargo, el lesbio emplea –αισι (pero, en el
artículo, ταῖς).
32
reciente. Las formas en –ησι (-ᾱσι) se emplearon desde muy antiguo en antiguo {tico y
en jónico en función de dativo plural. Pero igualmente, se introdujo muy pronto una i
en la terminación -ᾱσι y –ησι, por analogía con los masculinos en –οισι de una parte, y
los dativos en –αις de otra. Esta adición secundaria -ῃσι subsistió constantemente en
Homero y en jónico, sin que la ē abreviara. En ático, la forma –αισι, que se encuentra en
las inscripciones y en la tragedia al lado de -ῃσι, debe esta a breve a la analogía con –
οισι. Se conserva como locativo en Ἀθήνησι (en una inscripción {tica del siglo V a.C.),
adem{s de θύρᾱσι. Pero en general se introdujo una ι según el modelo de –οισ(ι), así
ῃσι. En {tico se produjo todavía después un neologismo: guardando la proporción de –
οι con –οισ(ι), se creó para –αι un –αισ(ι).
También se ha visto para estas formas, un reflejo del instrumental *-ōis < *-o-ois, *-bhi(s)
como antecedente más inmediato.
Indoeuropeo Proto-Griego
En griego, encontramos también como desinencia *-āi-s, que luego evolucionó a –ăis
por Ley de Osthoff23. Esta desinencia pudo recaracterizarse mediante la adición de otra
–i, marca propia del dativo. Quizás porque los hablantes ya no reconocieran en la
antigua desinencia un dativo y lo recaracterizaran para una mejor comprensión.
22 Esta es la explicación que da Villar (1974:327-328). La forma griega sería una desinencia de dativo
pluralizada: -oi+s+i, en la que –s sería la marca de plural y la –i una recaracterización procedente del dativo
singular.
23 Vid. p.29
33
- Todas las desinencias anotadas son alomorfos de dativo.
- No vigencia de la ley de Osthoff (que había abreviado la forma *-ο̄ις > -οις), lo
que permite la creación de formas analógicas a los temas en –o con diptongos
largos –ηισι/-ηις (atestiguadas en jónico).
CUADRO RESUMEN
ἡμέραις Tradición: formas en *-si proveniente
γνώμαις de –su (locativo)
Terminación: āi-s
DUAL
Como explica Villar 1996:242-245, aunque singular y plural son los números más
frecuentes, no son los únicos posibles. Aparte de singular y plural, se encuentran de
hecho tan sólo estos: el dual (en las lenguas aborígenes australianas, en la América
precolombina, en África suroccidental, etc.); el trial, más raro, se encuentra
fundamentalmente en el extremo meridional de América del Sur y en el rincón
suoccidental de África; el paucal y el multitudinal suelen darse juntos, comportándose
como dos variedades del plural, el uno para pequeños conjuntos y el otro para
multitudes. Se encuentran en abipon (lengua de una tribu guaycurú, en la región
argentina del Chaco), en taitiano y en árabe.
Según la visión tradicional, el indoeuropeo tenía un número dual que heredó el griego
(y otras lenguas). El dual tendría pocos casos diferenciados debido a que se habría
producido sincretismo.
Según la visión no tradicional, el dual sería una creación dialectal. Habría pocos casos
diferenciados porque el dual está menos desarrollado que el plural. De hecho, hay
pocas marcas comunes.
Las ramas indoeuropeas donde alcanzó mayor implantación este número, aunque con
desarrollos variables fueron el indo-iranio y el eslavo, seguidas del báltico y del griego.
El latín carece de este número.
34
PARADIGMA
Nom. – Voc. – Ac. ἡμέρᾱ γνώμᾱ
Gen. – Dat. ἡμέραιν γνώμαιν
b) Masculinos
En el griego estos masculinos se caracterizaron como tales con claridad al tomar la *–s
de los temas masculinos en –o. Se incluyen aquí especialmente los nomina agentis
formados con el sufijo jónico-ático –τη- (< *-tā-). Prescindiendo del nominativo,
genitivo y, en parte, del vocativo singular, los temas en –ā masculinos se declinan como
los femeninos.
En el siguiente cuadro, extraído de Sihler 1995:274, podemos ver las desinencias de los
temas en *-ŏ, los temas en *-ā masculinos y en *-ā femeninos. En él, podemos ver cómo
los temas en *-ā masculinos tienen la misma desinencia que los temas en *-ŏ en el
nominativo y en el genitivo (excepto por la *-ā). El resto de desinencias, es igual al de
los temas en *-ā femeninos.
35
SINGULAR
PARADIGMAS
Nominativo νεανίᾱς πολίτης
Vocativo νεανίᾱ πολῖτα
Acusativo νεανίᾱν πολίτην
Genitivo νεανίου πολίτου
Dativo νεανίᾳ πολίτῃ
Según hemos visto en otros paradigmas, tenemos un ejemplo con retroversión ática y
otro sin ella.
CUADRO RESUMEN
νεανίᾱς *-ā-s
πολίτης Silbante final por analogía con los temas en *-ŏ.
CUADRO RESUMEN
νεανίᾱ Desinencia – ø. Terminación en –ā.
πολῖτα
36
ACUSATIVO: El acusativo no tiene nada extraño que comentar. Sigue los mismos
patrones que los explicados en los sustantivos femeninos. La desinencia indoeuropea
es una consonante nasal bilabial:
νεανίᾱν: -ān < *-ē̦n < *-än͞ < -ān < *-eh2-m
CUADRO RESUMEN
νεανίᾱν Desinencia *-m.
πολίτην
La innovación aparece ya en las tablillas micénicas del segundo milenio: -ao. De ahí
tenemos en Homero -ᾱο, que responde al micénico: la –o terminal de lógoio (<λόγοιο>)
o *lógoo (*<λόγοο>) se encuentra aparentemente unida a la –ā final del tema. Este
mismo final lo hallamos en tesalio y en beocio. La desinencia -ᾱο ha sufrido
tratamientos fonéticos distintos: arcado-chipriota tiene –αυ (que pasa, por analogía, al
femenino en Tegea, ζᾱμιᾱυ), lesbio y dórico tiene –α.
El ático presenta una terminación –ου. Se ha relacionado a veces esta terminación con
el jónico reciente y por contracción, partiendo entonces estas formas de –ηο por
abreviación de la η, sin met{tesis; aunque resulta difícil deducir el {tico –ου de una
contracción de –εο, porque no hay en {tico restos de un genitivo en –εω. Hay que
pensar más bien que –ου reemplaza a –εω (o a una contracción -ω), al tomarse este
final -ou del tipo λόγου, como se ha apuntado anteriormente.
37
CUADRO RESUMEN
νεανίου Terminación -ou26 por analogía con los temas en *-ŏ.
πολίτου
DATIVO: Para el dativo no hay nada relevante que comentar. Se puede consultar todo
lo dicho anteriormente para este caso.
CUADRO RESUMEN
νεανίᾳ La tª tradicional afirma que la desinencia es *-ei.
πολίτῃ La otra postura es que se trate de un tema puro a la que
se añadió una *-i.
PLURAL
PARADIGMAS
Nominativo νεανίαι πολίται
Vocativo νεανίαι πολίται
Acusativo νεανίᾱς πολίτᾱς
Genitivo νεανιῶν πολιτῶν
Dativo νεανίαις πολίταις
Al lado de los temas en ā (*-eh2), el griego tuvo otros femeninos con un sufijo *-ya- / -
yā-, que representaba al indoeuropeo * -ih2 / * -ieh2. Este sufijo ha servido para formar el
femenino en temas atem{ticos: λύουσα (< *λύοντια), βᾶσα, λύσασα, λελυκυῖα,
μέλαινα, etc., o de los nombres femeninos como δόξα, σφῦρα, ὄσσα. Este sufijo
también lo encontramos en adjetivos. En griego, por ejemplo, lo vemos en πολύς
(< *πολύ-ς), πολλή (< *πολ-ια), πολύ o en ἡδύς, ἡδεῖα.
38
Este sufijo, además, lo podemos relacionar con la *-ī, desinencia de genitivo que
encontramos en latín, en falisco y en todo el celta (excepto el hispánico). Como más
arriba he apuntado, este sufijo *-ih2 en griego da el sufijo formador de femeninos –ιᾰ, y
en sánscrito –ī.
En latín encontramos temas en –iă, cf. militia. En griego, hay restos, como podemos ver
en el paradigma utilizado πότνια.
SINGULAR
Nominativo πότνια
Vocativo πότνια
Acusativo πότνιαν
Genitivo πότνιας
Dativo πότνιᾳ
PLURAL
Nominativo πότνιαι
Vocativo πότνιαι
Acusativo ποτνιάς
Genitivo ποτνιῶν
Dativo ποτνιαῖς
En este paradigma, se ve claramente el sufijo *-ih2 > *–ιᾰ. Pero existen otros sustantivos,
que por motivos fonéticos el sufijo no se logra ver a simple vista. Como ejemplo
podemos citar el paradigma de σφαῖρα o de δόξα.
39
micénico, arcadio-chipriota, lesbio y jónico-ático presentan asibilación. El beocio,
tesalio, dorio y panfilio no la presentan.
<δόξα> doksă < *dokt-yă < *dokt-ih2- ø
Singular Plural
Singular Plural
Al igual que la declinación de los temas en –ŏ, aquí en estos temas también hay
sustantivos contractos.
40
Las desinencias muchas veces se funden con la vocal –a/-e del tema, por lo que no
siempre es fácil distinguir las desinencias a simple vista.
Son temas muy complicados y antiguos, con un paradigma que en la mayoría de las
ocasiones solamente se declina en singular.
En este tipo de sustantivos, también existen de género masculino, como por ejemplo
Ἑρμῆς, Ἑρμοῦ (y con retroversión {tica Βορρᾶς, Βορροῦ). La declinación de este tipo
de sustantivos masculinos es igual a los anteriormente vistos.
- A) En *-ay-eh2
De este primer tipo, pongo por ejemplo el paradigma de *Ἀθηνά-yα > Ἀθηνά-α >
Ἀθηνᾶ.
SINGULAR PLURAL
Nominativo Ἀθηνᾶ Ἀθῆναι
Vocativo Ἀθηνᾶ Ἀθῆναι
Acusativo Ἀθηνᾶν Ἀθήνᾱς
Genitivo Ἀθηνᾶς Ἀθηνῶν
Dativo Ἀθηνᾷ Ἀθήναις
- B) En *-ey-eh2
En este segundo tipo, propongo el paradigma de *γέy-α > γέ-α > γῆ.
SINGULAR
Nominativo γῆ
Vocativo γῆ
Acusativo γῆν
Genitivo γῆς
Dativo γῇ
41
LOS TEMAS EN *-ā̌ EN LATÍN
En las gramáticas tradicionales los temas en -ā̌ siempre se han denominado como los
temas de la primera declinación.
Como explica Beltrán 1999:52, los nombres de esta declinación son mayoritariamente
femeninos, hablando del género. De hecho, esta es la declinación que sigue el femenino
de los adjetivos de la primera clase. Las palabras masculinas son bastante menos y, por
lo general, importadas del griego, como nauta «marinero», poeta «poeta» (destacar que
sobre todo estos nombres hacen referencia a oficios propios de varón); del osco-umbro,
como pŏpa «victimario»; y del etrusco, como uerna «criado», y quizás scrurra «bufón».
Entre las genuinamente latinas muchas son palabras compuestas, como agrĭcŏla,
hŏmĭcīda, incŏla, transfŭga. Otros, son restos de una etapa indoeuropea en la que el sufijo
denotaba al agente de la acción verbal con independencia de su sexo (aurīga, scrība, lixa
[aguador, cantinero]). Finalmente, contamos con algunos nombres propios de varón,
como Catilīna, Agrippa.
Otro grupo de palabras presenta un significado distinto según el número. Por ejemplo:
cōpĭa [abundancia] / cōpĭae [recursos, tropas]
42
Temas en –a
43
En el cuadro (Sihler 1995:267) que está encima de estas líneas, tenemos un cuadro
explicativo de los temas en -ā̌ tanto en griego (micénico, dorio, jonio, ático) como en
latín. Además de éstas, tenemos más lenguas, como el osco, el umbro, el védico, el
gótico y otras.
Aunque en este cuadro no especifican cuáles son las desinencias que comparten las
lenguas, se puede apreciar en algunas de ellas las semejanzas en los finales de las
palabras.
44
SINGULAR
PARADIGMA
Nominativo rosă
Vocativo rosă
Acusativo rosăm
Genitivo rosae
Dativo rosae
Ablativo rosā
La ley de abreviación en sílaba final dice que en tiempos de Plauto (siglos III-II
a.C.) toda vocal larga en sílaba final ante –m se abrevia. Por eso, tenemos amabăm
frente a amabās, rĕm frente a rēs. Después, la abreviación se extendió a palabras con
más de una sílaba terminadas en –l, -r, -t, (tribūnăl frente a trĭbūnālĭs, uxŏr frente a
uxōris, monĕt frente a monēs) y a monosílabos cerrados por –t, aunque los
monosílabos siempre ofrecen mayor resistencia (sĭt frente a sīs).
La ley de abreviación yámbica (breuis breuians) dice que los bisílabos que forman
una estructura cuantitativa yámbica (u-) y con sílaba final abierta tendían a
transformarse en palabras de estructura cuantitativa pirriquitia (uu). Por ejemplo:
mŏ́dō > mŏ́dŏ; mĭ́hī > mĭhĭ, bĕnē > bĕnĕ, bonā > bŏnă, etc.
45
Según esta explicación, nuestro paradigma quedaría así: rosă: *-ă < *-ā < *-eh2.
La otra posibilidad, que también apunta Beltrán 1999:53, es que estemos en latín ante
un tema puro en *-ă proveniente de *-h2, a diferencia del resto de las lenguas
indoeuropeas, que presentarían un tema puro en *-ā proveniente de *-eh2 para el
nominativo (como hemos visto anteriormente en griego), a la par que morfologizan la
forma breve para el vocativo.
Según esta opinión, nuestro paradigma quedaría de la siguiente manera: rosă: *-ă < *-h2.
Hay que destacar que en latín los temas en –a masculinos no presentan un nominativo
sigmático (al igual que ya lo habíamos visto en el griego). Así pues, los nominativos
masculinos arcaicos en –ās, tipo hosticapās (Paulo-Festo 73) y parrĭcīdas (Paulo-Festo
278) son explicados como grecismos más bien que residuos directos del indoeuropeo.
Según Beltrán 1999:53, estas formas sigmáticas, analógicas a los nominativos de los
temas en –o, la segunda declinación, parecen testimoniar un intento de distinguir
dentro de la primera declinación, los temas en –a, el género masculino del femenino
(como el griego hace con ναύτας).
CUADRO RESUMEN
rosă-ø Una posibilidad es una cantidad larga de la vocal que luego
abrevia: *ros-eh2-ø > *rosā > rosă
La otra es una cantidad ya breve de la vocal: *ros-h2-ø > rosă.
CUADRO RESUMEN
rosă Una postura: Sincretismo
Otra postura: Uso del nominativo por el vocativo.
46
Muchos estudiosos ponen en duda la cantidad inicial de la vocal final. Que la cantidad
era originariamente larga lo confirma el osco (Beltrán 1999:54), donde dicha cantidad se
anota ocasionalmente mediante duplicación de la vocal (paam [quam]).
CUADRO RESUMEN
*rosām > rosăm Desinencia *-m.
¿Cantidad inicialmente breve o larga?
GENITIVO: Como ya hice mención al hablar del género femenino y de los morfemas
que se utilizaban en la derivación gramatical del femenino, junto a *-ā estaba *-ī.
Aunque lo encontramos en diversas lenguas indoeuropeas antiguas, como en sánscrito,
donde «dios/diosa» se dice devás/devī́́, «lobo/loba» es vŕ̥́kas/vŕ̥ kī́s, etc.
Pero antes de convertirse en sufijo de femenino era en realidad una desinencia de
genitivo en los temas en -ŏ, con el significado genérico que podríamos traducir como
«de». Y esa antigua función de genitivo es la que ha permanecido en el latín y en el
celta en estos temas en -ŏ.
Los fenómenos que hay que comentar en esta evolución fonética son la ley de
abreviación ante vocal en hiato, la ley de abreviación yámbica31.
La ley de abreviación ante vocal en hiato32 explica que en latín toda vocal larga se
abrevia ante vocal de distinto timbre en hiato. Es lo que comúnmente se conoce
como uocalis ante uocalem corripitur.
Por ejemplo, monēre, pero monĕō; audīre, pero audĭō.
En latín arcaico hay aún ejemplos en que se conserva la cantidad larga. Incluso en
latín clásico persiste como larga. Por ejemplo, en el verbo fīō (excepto en el
infinitivo fĭerī y el imperfecto fĭerem (aunque fīerī y fīerem están atestiguados en
̌ istī̌us, unīus,
latín arcaico)); en las formas de genitivo ullīus, ̌ etc.; si es intervocálica,
como en los cultismos de origen griego, como āēr, hērōis, etc.
31 Vid. p.45
32 Beltrán 1999:203; Molina 1969:38; Sihler 1995:80
33La forma disilábica -āī esta atestiguado, por ejemplo, en Ennio Annales 33, olli respondit rex Albāī Longāī,
ocasionalmente en Plauto Miles 103: magnai rei publicai y en los poetas dactílicos como arcaísmo y
comodidad métrica.
47
relacionar con el griego. Recordemos que una de las explicaciones para el genitivo
griego era la adición de una silbante, tal y como encontramos en estos ejemplos.
Estas expresiones lexicalizadas que permanecieron son una prueba indirecta más de
que el nominativo también pudo ser largo en origen, procedente de *-eh2.
También a veces, desde finales del siglo I a.C. en algunas inscripciones de época de
Augusto y de fechas posteriores, aparecen genitivos en –aes (Aquilliaes (CIL 12.1249),
Pesceniaes Laudicaes), especialmente en nombres propios, que son
hipercaracterizaciones. Se ha explicado también como un cruce entre –ae y –as
(desinencia de osco-umbro), como un intento de diferenciarlo del dativo e, incluso,
como imitación de la desinencia de genitivo singular griega.
Como curiosidad, hay que comentar que la desinencia de genitivo *-ī ha sobrevivido
fosilizada en algunos apellidos italianos de tipo Agostini «[hijo] de Agostino» o Vicini
«[hijo] de Vicino».
CUADRO RESUMEN
*rosā-ī > *rosăī > rosai > Desinencia –ī por analogía con los temas en -ŏ.
rosae Resto de una fase antigua (sobre todo en frases
lexicalizadas) con la desinencia *-eh2-s > -ās
sustituida posteriormente por la desinencia –ī.
DATIVO: Para este caso, nos encontramos con la misma situación que teníamos en
griego (Beltrán 1999:55). Tenemos dos posturas para explicar este caso y su desinencia.
La postura tradicional (por ejemplo, Palmer 1974:242) explica la terminación -ae como
una contracción de *ā-ei. La terminación usual –ae se remontaría a la forma
anteconsonántica generalizada.
La otra postura explica que lo que tenemos es un tema puro más una –i: *ā+i.
Habría una segunda forma en –ā (Diana, Loucina [CIL I2 1581], Matre Matuta [CIL I2
379], Menerva) atestiguada solo epigráficamente en áreas dialectales del Lacio.
No existe unanimidad sobre la interpretación de esta última desinencia.
La explicación tradicional ve en –ā / -āi variantes de sandhi a partir de la antigua
desinencia indoeuropea *-āi (Klingenschmitt 1992:96-98, Nieto Ballester 1993:160 apud
Beltrán 1999:55. Para Villar (1981:201, 1986, 1987b apud Beltrán 1999:55) en cambio, en
–ā estaríamos ante una analogía con el dativo temático que en el estadio indoeuropeo
era en –ō. La finalidad de esta innovación no sería otra que la nivelación de desinencias
48
entre masculinos (flexión temática) y femeninos (tema en -a). Con todo, no pasó de ser
un mero intento debido a que en un principio iría en contra de la generalización de –i
para todos los dativos.
Sandhi34 es un término procedente de la gramática sánscrita (sam̥dhi
[combinación]) con el que se hace referencia a aquellos cambios fonéticos que son
resultado de la relación de sonidos de una palabra con los de la palabra adyacente.
Hablamos, pues, de fonética sintáctica.
Los fenómenos de sandhi son habituales en la lengua hablada, pero difícilmente
tienen su reflejo en la lengua escrita y mucho menos en la de carácter literario. En
este sentido, no es de extrañar que se haya recurrido a un término sánscrito para
nombrar estos procesos, dado que la escritura de esta lengua tiende a reproducir
con detalle estos cambios fonéticos. El griego, en cambio, es mucho más reacio,
aunque son fenómenos de sandhi hechos tan comunes como la elisión y la crasis. El
latín, por su parte, todavía lo es más, si bien aún podemos señalar variantes como
a, ab, abs.
CUADRO RESUMEN
rosae ¿Contracción de *-ā + -ei?
¿Tema puro más una -i?
ABLATIVO: Según lo dicho al hablar del dativo singular en griego35, para el sistema
casual del indoeuropeo hay dos versiones. La primera versión es la sincretista, que
defiende que el indoeuropeo tenía ocho casos (nominativo, vocativo, acusativo,
genitivo, dativo, ablativo, locativo, instrumental), sobre todo basándose en el sánscrito,
donde se ven todos estos casos. Según esta postura, el latín, habría perdido el
instrumental (recogido por el ablativo) y el locativo, que se estaría perdiendo. La otra
visión es la no-sincretista, que defiende que el indoeuropeo tendría cinco casos
(nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo), ya que todas las lenguas
indoeuropeas tienen como mínimo esos cinco casos con expresión formal homogénea.
Es decir, esos estudiosos se basan en el hecho de que esos cinco casos tiene bastantes
semejanzas en sus desinencias.
49
el sistema, que podía resolverse en dos direcciones alternativas: o creando un ablativo
diferenciado para todos los nombres, o eliminándolo para los temas en –o/-e.
Naturalmente, una asimetría así no era una situación intolerable, y las lenguas pueden
mantenerla largo tiempo, como sucede por ejemplo en sánscrito. En itálico se generó
un ablativo para todos los nombres, recurriendo a la mayoría de los tipos a una
imitación de la forma *-ōd heredada para los temas en –o/-e.
La mayoría de las ramas de la familia, como el griego, el celta, el báltico, el eslavo, etc.,
optaron en cambio por la solución de eliminar el ablativo de los temas en –o/-e. Esta
sería la visión sincretista, para la que las lenguas únicamente pueden ir perdiendo
casos.
Hay una forma atestiguada con el ablativo paradigmático –ād, Troiād en Nevio Poet.
4.2.
Hay una teoría, de A. Meillet, que apunta que el origen de esta dental *-d provendría
de *de. Esta vocal final desaparecería.
CUADRO RESUMEN
*rosād > rosā Vocal larga más la adición de una dental.
50
Fuera de los temas en –o/-e la situación del locativo indoeuropeo es aún menos clara.
En algunas lenguas, como el germánico, el griego, el celta, no hay fuera de los temas en
–o/-e huella histórica de la preexistencia de un locativo diferenciado.37
Villar (1981:27-28, 192-195) nos indica que las formas de locativo en latín sólo son
susceptibles de ser usadas en lexemas de sentido espacio-temporales, en los cuales
pueden ser sustituidas por las correspondientes de ablativo también sin preposición.
En los demás lexemas es de rigor el uso de la preposición in con ablativo. El uso de
preposición in con locativo es raro, aunque esta atestiguado: in luci en Lucrecio 4.235.
En el griego del primer milenio no hay caso locativo. Hay, eso sí, ciertos adverbios que
se suponen fosilizaciones del antiguo locativo (tipo οἴκοι), y por otra parte algunas
desinencias del dativo histórico se atribuyen al locativo sincretizado.
CUADRO RESUMEN
rosae Desinencia *-ĭ
37 Para ampliar más este caso, así como la utilización de temas puros en el indoeuropeo para la expresión
de ciertas circunstancias, vid. Villar 1996:259-261.
38 Villar 1981:192-195
39 Según Molina 1969:47, hasta finales del siglo III a.C. en sílaba inicial, se conservó la grafía ai-. Por
ejemplo, Gnaiuod (= Gnaeo) patre prognatus (C.I.L. I2 6,7). Desde principios del siglo II a.C. aparece ya la
forma ae- y, durante un cierto tiempo, ambas grafías se usaron abundantemente.
En silaba no inicial, el diptongo –ai pasó a -ei y después se monoptongó en –ī: in + quaerō > inquīrō; in +
caedō > incīdō; peparai > peperī (pretérito perfecto de pariō).
Hay que recordar que la terminación –ae del genitivo, dativo, locativo singular y del nominativo-vocativo
plural de estos temas, aunque es igual la terminación, eran distintas en su origen. Cuando –āĭ se
transformó en –ăĭ, ya no actuaba la monoptongación en –ī. Recordemos que todo proceso fonético tiene
una duración en el tiempo y en el espacio.
51
PLURAL
PARADIGMA
Nominativo rosae
Vocativo rosae
Acusativo rosās
Genitivo rosarum
Dativo rosīs
Ablativo
52
NOMINATIVO: Como ya habíamos apuntado al hablar del nominativo plural en
griego, la terminación –ai es una innovación dentro del panorama del indoeuropeo
común al latín y al griego. Habitualmente se explica por analogía con los temas en –o,
cuyo nominativo plural había recibido a su vez una desinencia pronominal –i.
Para los partidarios de la teoría laringal (como Adrados) resultaría ser, en cambio, un
tema puro en –ăi, aunque no todos los laringalistas piensan así.
Debemos destacar que ambas lenguas que hemos visto con mayor profundidad, el
griego y el latín, tienen testimoniadas las mismas desinencias. Y se han explicado de las
mismas formas.
CUADRO RESUMEN
rosae Innovación del griego y del latín.
¿Una anterior terminación en *-ās < *-ā-ĕs?
ACUSATIVO: La marca que tenemos es una nasal más una silbante. Esta marca se
explica como la marca de acusativo en el singular más una marca de pluralidad, una
silbante, como ya se explicó al hablar de este mismo caso en griego.
Beltrán (1999:56) nos explica que el latín remonta a una forma *-ans, confirmada por el
osco-umbro. Más dudosa ya sería la cantidad de la vocal. Hay autores, como Leumann
1977:421 apud Beltrán 1999:56, que afirman que sería breve, mientras que otros autores,
como Monteil 1992:200, afirman que la cantidad sería larga, y que más tarde actuaría la
Ley de Osthoff: * -āns > *-ăns > *-ass > -ās.
CUADRO RESUMEN
Acusativo *rosā-ms > *ros-āns > *rosāss > rosās
53
GENITIVO: Generalmente, se explica como una desinencia pronominal *-sō̆m > -rum
(exactamente la misma postura que tradicionalmente se postula para la lengua griega).
Otros autores, como Villar y Adrados, interpretan que realmente sería *-ās-ōm, siendo –
ās la terminación de genitivo singular femenino y –ō̆m la desinencia de genitivo de las
otras declinaciones. Por lo tanto, según estos autores (como Villar 1975:433-450 apud
Beltrán 1999:56 y Adrados 1996:81, por ejemplo) el punto de partida estaría más bien
en el propio nombre antes que en el pronombre.
40 En latín, por lo común se mantiene la –ŏ en sílabas iniciales (ŏuis, en griego ὄις; pŏtis, en griego πόσις),
pero en sílabas interiores o finales (se trata de sílabas finales cerradas, ya que el latín no conserva sílabas
finales abiertas con ŏ originaria) se cierra en su propia serie (ŭ) o en la serie anterior (ĭ). De otra parte, por
influjo del contorno fónico (a mediados del siglo II a.C. se inflexiona en –ĕ, si está precedida de u̯ y seguida
de r o s + consonante.), se inflexiona en silabas iniciales o interiores, sea cerrándose en su propia serie, sea
pasándose a ĕ (Molina (1969:43)). Es el proceso que se conoce como metafonía.
41 Beltrán 1999:209-210
54
Molina (1969:103) también afirma que esta desinencia *-ōm se emplea en las
declinaciones tercera y cuarta, y está representada en arcaísmos de los temas en –o, de
los que pasó a algunas palabras de tema en –ă (como agricolum, etc.). Pero en las
declinaciones primera, segunda y quinta, se generalizó la desinencia pronominal *-sōm,
que terminó en –rŭm.
Sin embargo, Palmer (1974:243) nos explica que la terminación *-ōm proviene de *-ā-ōm.
Tanto el griego como el latín reemplazaron esta terminación por –sōm, procedente del
pronombre demostrativo (sanscrito tāsām, griego τᾱων, latín is-tārum, con rotacismo de
la –s- intervocálica, como ya se ha explicado).
CUADRO RESUMEN
rosarum Postura tradicional: *-ā-sōm
Nueva postura: *-ās-ōm
¿*-ōm proviene de *-ā-ōm?
Algunas de las formas testimoniadas en latín arcaico en –eis: soueis = suis, manibieis =
manubiis. Y en –ēs serían Martses = Marsis, manubies = manubiis.
Existe también una forma dialectal de dativo en –ās (Deuas corniscas sacrum, CIL I2, 975),
que se corresponde con la forma generalizada procedente de *-ā-is, como en los dativos
de singular se dan los dobletes –āi/-ā, -ōi/-ō, -ēi/-ē.
También cabría pensar en un genitivo singular en –ās.
*-eh2-ĭs > *-ā-ĭs > *-ăis > -eis > -ēs > -īs
Más conflictivo es el resultado –ī del diptongo –āi, ya que no solo difiere de genitivo y
dativo singular, así como del nominativo plural, sino que además coincide con el
resultado del diptongo breve –ăi > -ī. Monteil 1992:135 sugiere que la diversidad de
resultados obedece a una diferencia de cronología: la abreviación de primer elemento
del diptongo sería mucho más antigua en el dativo-ablativo plural que en los otros
55
casos. Por su parte, para Fernández Martínez (1998 apud Beltrán 1999:57) se trataría de
una abreviación conforme a la ley de Osthoff que habría operado en una fecha remota.
En cambio, para Villar, la diferencia de resultado del diptongo –āi con el dativo
singular no es producto de una supuesta diferencia de cantidad, sino del carácter
abierto (-ae) o cerrado de la silaba (-īs).
CUADRO RESUMEN
rosīs Terminación *-ā-ĭs
56
Conclusión
Las dos lenguas aquí estudiadas más en profundidad están emparentadas. Se puede
destacar el hecho de que estas dos lenguas -griego y latín- presenten paradigmas muy
parecidos (cosa que no sucede con otras lenguas), como hemos podido comprobar en
casi todos los casos. Además, debemos recordar que son las únicas lenguas que no
tienen la desinencia indoeuropea *-ĕs, sino *-ai.
Hoy en día es casi imposible dudar de la existencia de una lengua anterior a estas dos
lenguas, llamada Indoeuropeo. Las coincidencias son demasiadas.
Con respecto a los casos, yo creo que es más sencilla la teoría no-sincretista. El
problema es que pensamos muchas veces que lo normal en la evolución de las lenguas
es la eliminación (en nuestro tema, una eliminación de casos por sincretismo), pero
también puede ocurrir al revés. Y los datos que nos dan las lenguas, prueban que
únicamente se puede reconstruir con seguridad cinco casos. El resto de casos que
tienen las diferentes lenguas, serían casos que crearían dependiendo de las necesidades
de cada una de ellas.
57
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de Sevilla). Visto por última vez el 13-05-2014.
60