Derecho Internacional Privado - El Reenvío
Derecho Internacional Privado - El Reenvío
Derecho Internacional Privado - El Reenvío
Introducción:
En el método de atribución, una vez precisada la naturaleza jurídica del tipo legal de la regla
de conflicto, de acuerdo con la calificación, es necesario proceder a la elección del factor de localización
que designará el ordenamiento cuyas normas serán aplicadas.
Loussouam y Bourel (1) nos dicen que el carácter nacional de las reglas de conflicto de los diferentes
Estados y el particularismo del Derecho Internacional Privado traen como consecuencia ineluctable una
diversidad de conexiones que pueden dar nacimiento a dos clases de conflictos: conflictos positivos y
conflictos negativos.
Conflictos Positivos:
En este caso, cada una de las reglas de conexión en presencia da competencia a su propia ley. Así, por
ejemplo, el estatuto personal de un francés domiciliado en el Perú está regido, en virtud de la regla de
conexión peruana, por la ley peruana como ley del domicilio, y en virtud de la regla de conexión francesa,
por la ley francesa, por ser su ley nacional. En estos casos se considera casi sin discusión que el juez
debe aplicar su propia regla de conflicto sin tomar en cuenta la regla de colisión extranjera, corriéndose
el riesgo de que se expidan sentencias contradictorias por la diversidad de las leyes materiales
nacionales.
Una actitud más flexible es, sin embargo, digna de tomarse en cuenta. Desde que las leyes de fondo no
son idénticas, el conflicto positivo de conexión se traduce en estatutos contrarios, vulnerándose el
objetivo mayor del Derecho Internacional Privado, que consiste precisamente en evitar esta situación. En
consecuencia, se podría admitir en ciertas materias que uno de los sistemas en presencia goza de un
título superior para tener la última palabra, porque su conexión constituye el orden jurídico más fuerte
con relación a la situación, aunque no sea la conexión del sistema del juzgador, nos dice Wengler. Tal es
en particular el caso del Estado del rei sitae cuando un inmueble está en causa. Si en materia de
sucesión inmobiliaria el Estado del foro da competencia a la ley nacional, siendo el de cujus su nacional,
y el Estado del situs rei declara su ley competente, en tanto que ley real, el Estado del foro podría preferir
la lex rei sitae a pesar de su norma conflictual, salvo que la ley extranjera aplicable traiga como
consecuencia un desequilibrio sucesoral que el juez considere injusto.
Conflictos negativos: Estos conflictos nacen, según Aguilar Navarro, cuando las normas de colisión, al
apoyarse en divergentes puntos de conexión, desembocan en un recíproco inhibisionismo, en una actitud
pasiva en su decisivo propósito de no reglamentar jurídicamente el supuesto del que se trata. Utilizando un
ejemplo de estatuto personal, estaríamos ante un conflicto negativo si la persona interesada fuera de
nacionalidad inglesa y estuviera domiciliada en Francia. Así, el artículo 3° del Código Civil francés
designaría la ley nacional (en nuestro caso la inglesa) como aplicable, en tanto que el ordenamiento inglés
determinaría que solo a los domiciliados en Inglaterra se les aplica las normas que constituyen el estatuto
personal inglés. En suma: los dos sistemas concluyen adoptando una actitud de abstención, de decidido
propósito de no reglamentar el supuesto de acuerdo con sus propias normas materiales. Inicialmente, todo
contribuye a dar la impresión de que existe una laguna legal.
Para resolver el conflicto negativo de conexión no hay sino dos soluciones: la primera consiste en que el
juez solo tome en cuenta su regla de conflicto y proceda a aplicar el derecho material extranjero; la segunda
sería que el juez, considerando que el derecho extranjero aplicado constituye una sola unidad de la que
forman parte tanto la ley formal como la ley material, termine aplicando, por disposición de la ley conflictual
extranjera, su propia ley material. En tal caso estaríamos en presencia de un reenvío en primer grado o una
ley material de un tercer país, lo que daría lugar a un reenvío en segundo grado.
El sistema del reenvío resuelve los conflictos negativos. Aparece en Francia con motivo de la sentencia de
la Corte de Casación, en el famoso asunto Forgo del 24 de junio de 1878. Forgo era un hijo natural, nacido
en Baviera, que emigró a Francia a la edad de 5 años. Muere en Francia a la edad de 68 años —sin nunca
haber obtenido su domicilio legal—, dejando una importante sucesión mobiliaria. Se trataba de saber qué
ley debía aplicarse a esta sucesión. La ley aplicable en Francia a las sucesiones mobiliarias era la ley del
domicilio del causante. El difunto, hijo natural, no dejaba descendiente, ascendiente, ni cónyuge, habiendo
fallecido intestado. Si se aplicaba la ley francesa, la sucesión debía pasar al Fisco como herencia vacante.
Unos parientes colaterales de la madre de Forgo, llamados Dichtl, invocando la ley bávara, que admitía la
vocación sucesoral de los colaterales del hijo natural, reclamaron la herencia.
En una primera instancia, la Corte de Pau juzga que Forgo estaba domiciliado en Francia, y que en
consecuencia la sucesión mobiliaria estaba sometida a la ley francesa, desestimando la pretensión de los
esposos Dichtl. Esta sentencia fue motivo de revocación por la Corte de Burdeos, por el motivo de que
Forgo jamás había sido admitido a tener su domicilio de derecho en Francia, donde solo tenía su domicilio
de hecho. En consecuencia, su sucesión debía estar regida por la ley de Baviera por tener allí Forgo su
domicilio de derecho, correspondiendo la herencia a los parientes colaterales del de cujus. Recurrida en
Casación la Corte considerando que la regla de conflicto francesa daba competencia a la ley del domicilio
de derecho del causante, vale decir, a la ley bávara; pero era el caso que la ley bávara conflictual de esa
época sometía a las sucesiones mobiliarias a la ley del domicilio de hecho del causante, remitiendo en
consecuencia el asunto a la ley francesa, en virtud de que en Francia se encontraba el domicilio de hecho
de Forgo; aplicó la ley material francesa dando la razón al fisco francés.
La solución del conflicto, según la jurisprudencia Forgo, puede formularse de la manera siguiente: cuando
una regla francesa de conflicto da competencia a una regla extranjera, es necesario tener en cuenta lo que
la ley extranjera comporta ella misma; vale decir, una regla de conflicto que reenvía a la ley material
francesa.
Cálvo Caravaca, nos recuerda que el reenvío, en una primera época, suscitó las críticas y rechazo de la
inmensa mayoría de la doctrina, como refleja la obra de E. Potu que pasó revista a la opinión de cerca de
doscientos autores y unos trescientos cincuenta estudios jurídicos de todo tipo. Incluso unió en este punto a
autores tan diferentes como el universalista A. Pillet, quien en un célebre artículo de expresivo título Contre
la doctrine du renvois llegó a escribir: «Yo me cuento entre los espíritus atrasados que no aciertan a percibir
la belleza de esta doctrina del reenvío inventada por la administración para asegurar al fisco una herencia
disputada», y el particularista E. Bartin en un trabajo de título no menos explícito de su punto de vista:
Encore le renvoi. Incluso, todavía hoy no dejan de sorprender algunas de las circunstancias de hecho que
rodearon el caso Forgo, auténtico leading case en la materia. En efecto, Forgo prestó—por un error
administrativo — el servicio militar en Francia, lo que explicaría que se le negase el permiso de residencia,
que era para los extranjeros. También sorprenden las circunstancias de derecho en el caso Forgo; como el
hecho de que los tribunales franceses aplicasen de oficio el Derecho extranjero en una época en que el
Derecho extranjero era tratado procesalmente de manera unánime, como un hecho; o que se supiese que
dos normas de conflicto —la francesa y la bávara—, literalmente muy semejantes, se refieran, sin embargo,
al domicilio de derecho o de hecho respectivamente. Probablemente haya que atribuir ambas cuestiones a
la presencia, en el transcurso del litigio, del profesor Aubry, consejero de los tribunales, profesor de la
Universidad de Estrasburgo y excelente conocedor del Derecho alemán. Pero la discusión sobre las
ventajas e inconvenientes del reenvío debe plantearse al margen de la discutible legitimidad que tuvo en su
origen histórico. Haciendo una síntesis de la oposición de Bartin al reenvío, presentamos un resumen de los
argumentos esgrimidos:
1) La regla de conflicto de leyes es la regla de conflicto del foro y no la regla de conflicto extranjera. En el
caso Forgo, cuando la Corte de Casación acepta el reenvío de la ley extranjera, está prefiriendo la norma
conflictual extranjera—que en el caso sub judice es la ley bávara— antes que la ley de conflicto francesa.
En el caso de la capacidad del inglés domiciliado en Francia, se tiene que escoger entre la regla de conflicto
francesa que da competencia a la ley nacional y la regla de conflicto inglesa que da competencia a la ley de
domicilio, inclinándose el juez—en base el reenvío— por la regla de conflicto inglesa y contra la norma
conflictual francesa.
Según Bartin se trata de un problema de soberanía. Si el Estado abandona a la regla conflictual extranjera
la solución del caso, estaría abdicando su soberanía. Cuando la regla conflictual del foro entra en juego, el
juez ya no debe preguntar a ley conflictual extranjera cómo solucionaría el caso, porque el conflicto ya
estaría solucionado.
2) Cuando la regla de conflicto francesa da competencia a la ley extranjera, dicen los partidarios del reenvío,
debe tenerse en cuenta que hay una indivisibilidad entre sus disposiciones materiales y sus disposiciones
de conflicto. En consecuencia, no podemos pretender aplicar solo las reglas materiales e ignorar las
disposiciones conflictuales extranjeras.
Pero si hay verdaderamente una indivisibilidad entre la ley interna y las reglas de conflicto cuando la ley
extranjera reenvía a la ley del juez, entrarían en juego no solo sus normas materiales, sino también sus
reglas de conflicto, las cuales reenviarían a su vez a la ley extranjera. A esta situación Kahn la denominaba
el cuarto de los espejos y Buzzati, el juego del tenis internacional.
La situación se agrava en el reenvío de segundo grado. Supongamos, por ejemplo, que un juez francés
deba conocer del estatuto personal de un inglés domiciliado en Bélgica. Este inglés ha celebrado un
contrato comercial en Francia alegando posteriormente que es incapaz. Como el contrato se ha celebrado
en Francia, el juez francés es competente. La incapacidad según la ley francesa está regida por la ley
nacional —en este caso, por la ley inglesa—;pero para esta ley, la capacidad está regida por la ley del
domicilio, que es la ley belga, según la cual la capacidad se rige por la ley nacional—que es la ley inglesa—,
cayéndose en un círculo vicioso.
Según Aguilar Navarro la impugnación clásica del reenvío utilizaba un esquema de argumentos que
reflejaban otros tantos rasgos generales de una concepción sobre el Derecho Internacional Privado. En una
síntesis muy apretada de estos argumentos habría que anotar:
(1) el principio de soberanía, que no permite la aplicación de una norma de colisión extranjera en detrimento
de la norma de colisión del foro. (2) el principio de equidad, oportunidad y justicia que ha orientado la
política legislativa del Estado al decidir su sistema de normas de colisión no puede ser desconocido y
suplantado por la valoración que de esas mismas exigencias haya hecho una comunidad extranjera. (3) el
carácter territorial y de orden público que presentan las normas de colisión, que impone la exclusión de las
normas de colisión que no sean del foro. (4) la forma especial de intervenir el Estado en la reglamentación
del tráfico externo como una especie de representante de la comunidad internacional, que le confiere una
competencia que quedaría anulada de imponerse la norma de colisión de otro Estado, que no vendría más
que a duplicar inútilmente las actuaciones estatales, creando un nuevo tipo conflictual.
Además de los autores citados, son adversos al reenvío la mayor parte de la doctrina italiana, Anzilotti,
Fedozzi y Pachioni. Es magnífico exponente del capítulo dedicado por Ago a esta cuestión, así como los
trabajos de Lewald y Yanguas Messía, etc.
Aguilar Navarro nos dice que es admisible, a título docente, hablar de cuatro fases en la historia del reenvío.
En una primera etapa se procede a la defensa del reenvío esgrimiendo argumentos generales, principios
que al mismo tiempo son utilizados para explicar la naturaleza y funcionamiento del Derecho Internacional
Privado. Es la época de los trabajos de Von Bar, Fiori, Westlacke, Keidel, etc. En un segundo momento la
defensa del reenvío se intenta hacer a través de una renovación metodológica que alcanza a todo el
Derecho Internacional Privado; es la significación que hay que dar
a la posición Frankenstein, o desplazando el problema hacia otros cauces, presentándose bajo otros perfiles
(es la teoría del desistimiento de Larebours-Pigeonniere). En una tercera fase, que coincide con el apogeo
de las doctrinas llamadas nacionalistas, alemanas e italianas (que inicia casi una década de elaboración del
nacionalismo). El problema del reenvío pasa a convertirse en un test para los autores que lo profesan, en el
cual se traducen las variantes del nacionalismo. Junto a las actitudes pragmáticas, psicológicas, que
explican la valoración circunstanciada del reenvío en ciertos autores (Verplaetse, Lepaulle, etc.), se
encuentran versiones territorialistas, marcadamente políticas, con clara predisposición en favor de la ley del
foro (posición de Niboyet) .
Con el afianzamiento entre los ingleses de la doctrina del doble reenvío se resalta la aportación original de
un internacionalismo que, afincado en la preocupación por el resultado y por el reconocimiento de las
sentencias extranjeras, puede ser perfectamente compatible con los supuestos políticos que caracterizan la
vida internacional.
Por último, y ya dentro de nuestra coyuntura actual, hay que anotar la reactualización del reenvío que opera
coincidiendo con una revisión metodológica del Derecho Internacional Privado atenta al funcionalismo, al
resultado concreto y perfectamente consciente del carácter complejo que tienen que presentar las
soluciones del Derecho Internacional Privado (nombres muy destacados de esta corriente doctrinal son
Batiffol,Francescakis y Loussouam, entre los franceses, y Wengler, Neumhaus, Pagenstecher y Kegel, entre
los germanos).
Loussouam y Bourel se manifiestan partidarios del reenvío y hacen un minucioso análisis de los argumentos
esgrimidos en su contra, tratando de refutarlos, uno por uno, sin dejar de reconocer aquellos casos en que
los jueces no podrán aplicarlo, pero que según ellos constituyen excepciones que dejan a salvo el principio
y la razón de ser del reenvió (que no es otro que lograr la armonía en las soluciones de los conflictos entre
distintos sistemas nacionales de conflictos de leyes).
1) Los autores parten de la premisa de que existe un lazo indisoluble entre el Derecho Internacional Privado
y el derecho interno de un país. Dictar una regla de conflicto es en cierta medida determinar el campo de
aplicación de las leyes en el espacio. Por lo tanto, si teóricamente es posible sostener que la regla de
conflicto francesa no atribuye competencia sino al derecho interno extranjero, cuando prescribe la aplicación
de la ley extranjera, sería por lo menos impropio aplicarla haciendo abstracción del campo de juego en el
espacio que le ha asignado el legislador extranjero, aplicándose el derecho interno en hipótesis en las
cuales su norma conflictual le niega toda competencia. Como ya lo hemos recordado Bartin refutaba
acertadamente esta defensa del reenvío alegando que si se acepta que hay una indivisibilidad entre la ley
interna y las reglas de conflicto extranjera, habría que admitir esa misma indivisibilidad entre la ley interna
del foro y sus reglas conflictuales, cayéndose en lo que Buzzati denominaba el juego del tenis internacional.
2) La segunda objeción en contra del reenvío se basa en que corresponde al Derecho Internacional Privado
del foro determinar la ley interna extranjera aplicable y no al Derecho Internacional Privado extranjero, que
es lo que resulta si se admite el reenvío. Ello entraña un abandono de la soberanía, lo cual es inadmisible e
incompatible con el carácter nacional de la regla de conflicto. Según Loussouam y Bourel, no se da una
subordinación del Derecho Internacional Privado francés frente al Derecho Internacional Privado extranjero
si se admite el reenvío, porque el abandono de su regla conflictual lo hace el juez bajo la orden del
legislador francés, que es quien admite el reenvío, y la competencia de la ley extranjera que comporta la
regla de conflicto extranjera ha sido provocada por el mismo Derecho Internacional Privado francés.
3) La tercera objeción se basa en que el reenvío se justifica en base a la cortesía internacional, comitas
gentium, y en esa medida se desconoce el carácter estrictamente jurídico —y por lo tanto obligatorio— de la
regla de conexión. Esta objeción —para los defensores del reenvío— no esta justificada, porque las reglas
de conexión no tienen un valor supranacional que se traduce en obligaciones internacionales. Los distintos
sistemas de Derecho Internacional Privado están a la vez impregnados del particularismo nacional y
concebidos en vista de los sistemas extranjeros, que es imposible desconocer y con los cuales deben
organizar relaciones armónicas. Es decir, que una interpretación que conduzca a aplicar una ley interna
diferente de la designada por la regla de conflicto del foro no procede de la cortesía internacional, sino que
puede estar jurídicamente fundada.
4) Para los adversarios del reenvío, este es inaplicable, porque podría conducir a una serie de reenvíos
indefinidamente, cayéndose en un círculo vicioso y dejándose en suspenso la reglamentación del conflicto.
Si el juez francés estima que no puede aplicar la ley interna extranjera en una hipótesis en que la regla de
conflicto extranjera no la considera competente, y entonces la sustituye por la ley interna del foro (hipótesis
del reenvío en primer grado), tampoco puede aplicar la ley interna francesa en una hipótesis en que la regla
de conflicto francesa no la considera aplicable. Si se plantea como principio que una ley interna no puede
regir una situación dada si no es con el acuerdo de su propia regla de conflicto, esto sería verdad tanto para
la ley francesa como para la ley extranjera—cayéndose entonces en un círculo vicioso—, y no habría
ninguna razón para romperlo en beneficio de la ley extranjera o de la francesa. Para Loussouam y Bourel
esta objeción no es sino un juego del espíritu, que sólo tendría sentido en la concepción de un valor
supranacional de las reglas de conflicto. Si el reenvío funciona efectiva y útilmente en la mayoría de países
es porque cada uno le da un sentido nacional. Cada Estado lo utiliza para llegar a la aplicación de una ley
determinada, a falta de la ley extranjera a la cual la lex fori le ha ofrecido competencia pero no ha sido
aceptada por el sistema conflictual extranjero. El obstáculo del círculo vicioso no es insuperable en razón de
la vocación general subsidiaria de la lex fori.
5) Para la quinta objeción el reenvío es inútil, porque lejos de evitar el forum shopping, permitiendo
armonizar las soluciones —en un caso sub litis—, su adopción por los países interesados en la hipótesis
más simple, que es la del reenvío en primer grado, conducirá a efectos contrarios Un ejemplo permitirá
aclarar la objeción: se trata de la sucesión mobiliaria de un francés que muere domiciliado en Alemania, y se
busca la ley aplicable suponiendo: (a) que los dos países, Francia y Alemania, descartan el reenvío o (b)
que los dos países involucrados admiten el reenvío.
A) Los dos países excluyen el reenvío. El juez francés aplicará la ley interna alemana, porque según la regla
de conflictos del foro (ley francesa) las sucesiones mobiliarias se rigen por la ley del domicilio del causante.
Por su parte, el juez alemán aplica la ley interna francesa, porque según la ley de conflicto del foro (ley
alemana) las sucesiones se rigen por la ley nacional del de cujus.
B) Los dos países admiten el reenvío. El juez francés, teniendo en cuenta el rechazo de la regla de conflicto
alemana, aplica la ley interna francesa por reenvío de la ley alemana. El juez alemán, teniendo en cuenta la
regla de conflicto francesa, aplica la ley interna alemana por reenvío de la lev francesa. En consecuencia, si
se excluye el reenvío, el tribunal francés aplica la ley alemana y el tribunal alemán la ley francesa; y si se
admite el reenvío, el tribunal francés aplica la ley francesa y el tribunal alemán la ley alemana. En ninguna
de las dos hipótesis se logra armonizar las soluciones.
La objeción es exacta. ¿Pero de ella se puede deducir que esto tiene que suceder en todas los casos y que
el reenvío no permite nunca alcanzar la armonía de las soluciones?
Después de haber planteado la objeción, Loussouam y Bourel nos dan el ejemplo siguiente. Se trata de la
sucesión mobiliaria de un francés que muere en Italia, donde se encuentra domiciliado. Se plantean
entonces las siguientes alternativas:
a) El juez francés admite el reenvío. La ley francesa aplicable a las sucesiones mobiliarias es la ley del
último domicilio del causante; es decir, en el presente caso, la ley italiana. Italia somete las sucesiones
mobiliarias a la ley nacional del causante, que es la ley francesa. El juez francés aplica la ley interna
francesa por reenvío de la ley italiana; mientras que el juez italiano, cuya ley proscribe el reenvío, aplicará la
ley nacional —vale decir, la ley francesa—.
b) El juez francés no admite el reenvío. En este caso tendría que aplicar la ley interna italiana, como ley del
último domicilio del causante; mientras que el juez italiano aplicará la ley interna francesa como ley nacional
del causante.
En este caso vemos claramente que el reenvío permite la armonización de las soluciones de los conflictos
de leyes, pero este solo funciona si uno de los países en causa admite el reenvío y el otro no lo acepta.
6. En fin, la sexta objeción está fundada en la impracticabilidad del reenvío en segundo grado. Cuando la
regla de conflicto extranjera reenvía a una tercera ley, esta última, evidentemente, no se puede aplicar si su
propia ley de conflicto no la considera competente. Esta condición está en la misma lógica del reenvío. Si la
regla de conflicto del tercer país rechaza la competencia ofrecida a su ley interna, ella puede reenviar a la
ley de otro país, y así sucesivamente, de tal suerte que no hay límite concebible sin encontrar una ley que
acepte aplicarse.
Puede ser también que la regla de conflicto del tercer país cuya ley interna ha sido designada por el juego
del reenvío considere como competente la ley del país inicialmente, designada por la regla de conflicto del
foro, originándose un impasse. Tal es el caso del ejemplo que ya vimos del juez francés que debe conocer
del estatuto personal de un inglés domiciliado en Bélgica. Según Loussouam y Bourel, esta crítica debe ser
evaluada en su exacta proporción. El peligro
que corre el juez que utiliza el mecanismo del reenvío de dar la vuelta al mundo sin descubrir la ley que
acepta la competencia es puramente teórico, en razón del número limitado de conexiones concebibles en
una situación dada. Más preocupante es la hipótesis del impasse resultante del reenvío, en la tercera ley, a
la ley inicialmente designada por la regla de conflicto francés. Sin embargo, esta situación no es insoluble,
pudiendo el juez aplicar, llegado el caso, esta última ley o la ley del foro. Nosotros pensamos que la ley que
debe aplicarse es la lex fori en razón de su vocación general subsidiaria, y además no se iría contra la
lógica del reenvío. Cualquiera sea la eventualidad de estas dificultades, no debe hacernos olvidar que
cuando la tercera ley acepta la competencia el reenvío en segundo grado es un instrumento apreciable de
armonización de las soluciones. El siguiente ejemplo lo ilustra con éxito.
El juez francés es llamado a estatuir sobre una cuestión relativa al estatuto personal de un inglés
domiciliado en Dinamarca. Por el juego de la regla de reenvío en segundo grado, él aplicará la ley danesa
por reenvío de la ley inglesa. El resultado será una perfecta armonía de las soluciones. En efecto, las reglas
de conflicto inglesa y danesa se pronuncian la una y la otra en favor de la ley del domicilio; los jueces inglés
y danés, si hubiesen sido escogidos, habrian igualmente aplicado la ley danesa en el caso expuesto. El
peligro de un forum shopping fundado sobre la divergencia de las leyes aplicables se encuentra en
consecuencia eliminado.
7) Finalmente, los partidarios del reenvío hacen valer una última ventaja, que solo concierne al reenvío en
primer grado. En este, el juego de la regla de conflicto conduce al juez a aplicar su propia ley interna en
lugar de la ley extranjera, lo que facilita su tarea y disminuye los riesgos de error. Este argumento, que
algunos consideran no se debe invocar, ha tenido una gran influencia sobre la jurisprudencia de diversos
países. La ejecutoria de la Corte de Casación de Francia en el caso Soulié de 1910, justifica el reenvío en la
forma siguiente: (1) la ley francesa del Derecho Internacional Privado no sufre menoscabo del reenvío que
hace a la ley interna francesa la norma conflictual extranjera; (2) La solución a través del reenvío sólo trae
ventajas, superándose los conflictos, y la ley francesa con sus propios puntos de vista rige los intereses que
nacen en su propio territorio. Sin lugar a dudas, estos considerandos no resuelven todas las objeciones
hechas del reenvío (que ya hemos analizado), pero expresan un realismo cierto y responden en cierta
forma, al fondo de la cuestión planteada.
Esta concepción tiende a justificar el reenvío de una manera que escapa a la objeción de abandono de la
soberanía del foro. Fue formulada por Larebours-Pigeonniére, para quien existen dos clases de normas de
conflicto: unas derivadas de razones jurídicas que deben ser aplicadas incondicionalmente por los jueces
del propio Estado, y otras basadas en consideraciones políticas. Un tipo de estas últimas son las que
regulan las cuestiones de capacidad y familia por la ley nacional o la del domicilio. La regla de conflicto
estatal que acepta uno de estos puntos de conexión no los impone de una manera tan imperativa que
excluya la posibilidad de aplicar el otro.
El reenvío no interviene cuando por ser imprevisible la coordinación de las reglas de conflicto se llega en el
reenvío de segundo grado a un círculo vicioso. Los autores Larbeours-Pigeonniére, Maury y Batiffol admiten
las dos limitaciones siguientes a su funcionamiento.
Cuando las partes, haciendo uso de la autonomía de la voluntad, escogen la ley que ha de regir su contrato,
se están refiriendo a la ley material y no a las normas conflictuales de ese país, lo que trae como
consecuencia que se excluya la reserva de una coordinación eventual de las reglas de conflicto.
Batiffol y Lagarde insisten en que el reenvío no es un desestimiento de nuestra regla de conflicto, sino una
coordinación de ella con una ley extranjera; si esta coordinación no respeta los intereses a regir, se la debe
descartar.