14.1 Intervenciones Con Abejas
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1. BIOLOGÍA DE LA ABEJA.
2. CARACTERÍSTICAS Y TIPOS DE ENJAMBRES.
3. MATERIAL NECESARIO PARA CAPTURAR ENJAMBRES.
4. MÉTODOS PARA LA CAPTURA DE ENJAMBRES.
5. ENJAMBRES Y CUERPO DE BOMBEROS.
6. REACCIONES ALÉRGICAS.
7. BIBLIOGRAFÍA.
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1. BIOLOGÍA DE LA ABEJA
La abeja (la más común es la especie Apis mellifera) es un insecto social que vive en
comunidades que oscilan entre 20.000 y 80.000 individuos en colmenas.
Tiene gran importancia en la polinización de las plantas, contribuyendo de forma esencial en
la regeneración y proliferación de las especies vegetales.
1.2 LA COLMENA
La colmena es un habitáculo de tamaño variado, impermeabilizado y con una entrada
(piquera). Originalmente las colmenas surgían de manera espontánea, pero las que existen
actualmente son fabricadas por el hombre para obtener sus productos.
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La estructura interior de la colmena está formada por panales de cera, dispuestos de forma
vertical y paralelos entre sí, constituidos por numerosas celdillas hexagonales que sirven tanto
de almacén de alimentos como de nido para la cría.
En toda colmena activa existe una reina, varios miles de abejas y un pequeño grupo de
zánganos (sólo en primavera y verano), que varía en número, según la estación del año:
• Invierno: reducción brusca del número de habitantes, permaneciendo apiñadas en una
especie de racimo, manteniendo así la temperatura interior en unos niveles mínimos de
habitabilidad.
• Primavera: Según aumenta la temperatura, aparecen las primeras floraciones, con lo que
la reina reanuda la puesta de huevos gradualmente. La actividad pasa a ser completa.
• Verano: las flores escasean y el néctar con ellas, por lo que las pecoreadotas acarrean
agua, para regular la temperatura de la colmena.
• Otoño: sólo se recolectan propóleos, la puesta se reduce drásticamente y las larvas son
alimentadas con una dieta más rica para resistir todo el invierno. Los zánganos son
expulsados al exterior, donde perecen.
Polen: fuente de proteínas (aminoácidos esenciales), sales minerales y vitaminas (B, K, C).
Jalea Real: secretada por las abejas, cremosa de color nacarado y sabor ácido. Es el alimento
de la reina y de todas las larvas hasta que cumplen 3 días. Composición: proteínas,
aminoácidos, vitaminas, sales minerales, azúcares, grasas, hormonas, antibióticos.
Cera: secretada por las abejas.
Propóleos: pasta muy viscosa marrón, recolectada de grandes plantas, utilizada para tapar
grietas grandes (las menores se tapan con cera) y para envolver a los depredadores que no se
pueden sacar de la colmena por su tamaño. Tiene propiedades antibióticas.
Miel: fabricado por las abejas a partir del néctar de las plantas. Composición: azúcares
simples (glucosa y fructosa) de rápida asimilación. Es muy energético.
Veneno: usado por las obreras para defenderse, clavando su aguijón. Eficaz contra el reuma,
artritis. Propiedades antibacterianas, antineurálgicas, analgésicas y antiinflamatorias.
2.1 LA ENJAMBRAZÓN
Es el mecanismo natural de reproducción de la colonia, que se pone en marcha o se dispara
cuando se cumplen determinados estímulos con determinadas intensidades.
Las diversas teorías de este fenómeno se basan en: falta de espacio, temperatura de la colonia,
feromonas, desequilibrio entre nodrizas y pecoreadotes, sanitario, genético, climatológico.
Tras un año climatológicamente malo, en la siguiente primavera las colmenas enjambran más.
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Una vez localizado el o los posibles emplazamientos, las abejas exploradoras regresan al sitio
en el que dejaron al enjambre, para informarle de su hallazgo, mediante una serie de
movimientos, verticales, elípticos y circulares, conocidos como “danza”, que ejecutan en la
parte periférica de la barba y que constituye un completo lenguaje de signos. Mediante esta
danza las exploradoras informan a las abejas del enjambre, y a las demás abejas exploradoras,
la distancia y dirección a la que se encuentra el lugar que han descubierto, y tal vez también
sobre sus características más básicas. Es probable que la mayor insistencia con la que danzan
algunas exploradoras esté precisamente en relación con estas características.
Antes de salir de la colmena madre las abejas habrán llenado su buche de miel, esto explica
que el enjambre pueda estar varios días sin un habitáculo definitivo y que pasen la noche a la
intemperie sin acusar el cambio de temperatura ya que la miel les proporciona la energía
suficiente para producir el calor necesario en el centro del racimo e irlo irradiando hacia el
exterior por una especie de pasillos abiertos al efecto y así mantener la temperatura optima
para la subsistencia, y con ello minimizar el consumo de miel, que van a necesitar cuando
decidan trasladarse. Se ha observado que para ello las abejas efectúan un movimiento de
traslación, es decir las de la parte externa, pasan a la parte central, y viceversa. De esta forma,
en el momento de volar todas las abejas están en condiciones óptimas de temperatura.
Estos cambios de temperatura, que como hemos visto son fundamentales para el ahorro de
energía, se hacen efectivos a través de una especie de temblor, cuando se trata de subirla y a la
hora de bajarla combinarán la inmovilidad con la formación de “canales de ventilación” a
modo de radiador natural.
En cuanto a la distancia del nuevo emplazamiento con respecto a la colmena de origen se
menciona que la nueva localización no estará a una distancia mayor de cuatrocientos metros,
sin embargo se ha podido comprobar que en ocasiones los enjambres recorren varios
kilómetros hasta dar con el lugar adecuado a sus necesidades.
Los sitios que suelen elegir las abejas para su nuevo hogar son de lo más variado, desde una
angostura o grieta en unos peñascos a un tronco de árbol o una vieja caja que han encontrado
en su camino. Se han observado enjambres instalados en el interior del habitáculo de coches,
en el hueco del parachoques o en el propio radiador del vehículo.
En las viviendas los sitios más habituales son los huecos de los tambores de persianas, el
espacio entre dobles tabiques de paredes, en el hueco de los tiros de chimenea, en desvanes y
altillos, en el espacio entre el tejado y la escayola o cañizo del techo, o incluso en un rincón en
una habitación desocupada.
Igualmente es frecuente que un determinado sitio sea ocupado en años o temporadas
diferentes por distintos enjambres. Esto puede ser debido a tanto a las condiciones del lugar
como al hecho de que la vivienda se encuentre en la línea de vuelo de un colmenar o de un
asentamiento apícola, y que por tanto sea sitio de paso casi obligado para los enjambres.
• Enjambres desnudos: serán todos aquellos que todavía no han encontrado la ubicación
definitiva y se caracterizarán por formar lo que hasta ahora hemos dado en llamar racimo,
barba de abejas. Es el enjambre propiamente dicho.
Este tipo de enjambres nos los podemos encontrar en alguna de estas circunstancias y lugares:
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La situación y ubicación nos permiten en muchos casos suponer y casi predecir cual va a ser
el destino o evolución del enjambre. Así, un enjambre desnudo, instalado en la vía pública,
situado tanto en el mobiliario urbano como en un árbol o arbusto, con toda seguridad
levantará el vuelo en un plazo de tiempo variable, difícil de señalar “a priori”, en busca de un
mejor destino. Si se encuentra en el interior de una vivienda, publica o privada, o en algún
refugio, que constituya para las abejas una ubicación definitiva, al reunir las condiciones de
habitabilidad requeridas, lo más seguro es que permanezca allí hasta que las abejas decidan
por algún motivo abandonar esta morada, lo que probablemente no sucederá con facilidad si
el lugar reúne las mínimas condiciones.
Por tanto en muchas ocasiones y sólo con una correcta observación del enjambre podemos
saber cual será su evolución y la posible urgencia para su captura y recogida. De la misma
forma, aunque en sentido contrario, en otros casos será necesario observarlo muy
detenidamente para poder deducir en qué estado de maduración se encuentra y las
probabilidades de que abandone por propia voluntad el lugar en el que se encuentra, o las
dificultades que encontraremos para recogerlo.
Generalmente los intentos casi desesperados de los propietarios de viviendas para que las
abejas abandonen su alojamiento, utilizando para ello los insecticidas habituales o
introduciendo en el hueco donde se supone que está el enjambre diversos productos, como
insecticidas y trapos empapados en gasoil, lo único que logran es que las abejas, enfurecidas,
ataquen a los intrusos o a quien intenta desalojarlas, al tiempo que se refugian en una zona si
cabe más inaccesible que la original. Las abejas, con el potente batir de sus alas son capaces
de evaporar en pocos minutos la gran mayoría de los productos con los que supuestamente se
intenta ahuyentarlas.
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Hay que considerar que cuando el racimo de abejas encuentre su nuevo habitáculo, tendrá que
establecer el mismo orden de cualquier colmena ya establecida, es decir un gran numero de
abejas se dedicará sin demora a formar los nuevos panales que constituirán, el almacén de
alimentos y los nuevos nidos para la cría, otro grupo menos numeroso realizará las labores de
limpieza, de una forma tan exhaustiva que roza la obsesión, también se repararán o taponarán
con propóleos las posibles grietas que permitan el paso de la luz así como una ventilación
excesiva, la defensa de la nueva colonia también constituirá una de las labores
fundamentales, en resumen: en el momento en que un enjambre encuentra el lugar apropiado
pasa inmediatamente a convertirse en una colmena en toda la amplitud del termino.
• Peso.
El peso del enjambre está en función del número de abejas y del tiempo transcurrido desde la
salida de la colmena. Pesando el enjambre podremos realizar un cálculo aproximado del
número de abejas que lo componen, teniendo en cuenta que un kilogramo de abejas supone
unas diez mil, aunque si queremos ser más exactos se puede aceptar como promedio (sin
olvidar que existen algunas discrepancias) que una abeja obrera pesa 100 mg, una reina 250
mg y un zángano 230 mg, y que transportan normalmente unos 40 mg de miel en el buche.
• Tiempo de supervivencia.
El tiempo de supervivencia de un enjambre al aire libre, dependerá de la temperatura
ambiental y las reservas alimenticias. En condiciones experimentales (con una temperatura
constante de 35 ºC y sin alimentación adicional) la supervivencia máxima es de seis días. En
condiciones controladas, con temperatura que oscila entre los 17º C hasta los 38º C la
supervivencia en ausencia de alimentación, es decir a expensas de las reservas que llevan en
el buche, es de cuatro días.
• Velocidad de vuelo.
El enjambre se desplaza a una velocidad que oscila entre los 20 a los 24 kilómetros por hora.
• Manejo.
La irritabilidad del enjambre está en función del tiempo transcurrido desde que abandonó la
colmena, de la temperatura ambiental, y de las agresiones externas que haya podido sufrir.
Las abejas de un enjambre, recién salido de su colmena, tienen el buche repleto de miel. Esta
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circunstancia les dificulta enormemente sacar el aguijón, por lo que estas abejas son muy
dóciles y raramente picarán. Por el contrario, cuanto más tiempo haya transcurrido, el
enjambre estará más nervioso, y las abejas con menos reservas, por lo que estarán más
irritables y “picajosas”. Si además se las ha estado excitando, la agresividad puede ser más
elevada. De cualquier forma no debe olvidarse que el primer instinto de todo ser vivo es el de
la supervivencia, por lo que las abejas harán todo lo posible para sobrevivir, incluyendo el no
picar, salvo en condiciones de extrema necesidad.
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El material necesario para la captura y recogida de enjambres, debe incluir una serie de
componentes específicos a utilizar en cada caso que dependerán del lugar en el que se haya
situado el enjambre, de su grado de desarrollo y de la posibilidad de que en el mismo se
encuentren niños, personas ancianas o alérgicos al veneno de abeja. En estos casos, y además
de procurar que estas personas no sufran riesgos innecesarios, alejándolas del lugar y
dándoles unas nociones básicas de autoprotección, deberá utilizarse el material más apropiado
para lograr una rápida recogida del enjambre.
Para trabajar de la forma más cómoda posible, lo adecuado es disponer de un recipiente-
contenedor, a ser posible con tapa, en el que poder transportar y tener convenientemente
ordenadas todas las herramientas, utensilios y productos que vamos a necesitar. Una cesta,
una caja de madera o de herramientas, podrán servir perfectamente para ello, dado que no
existe en el mercado ningún contenedor especifico para esta finalidad.
• Mono de apicultor
El mono debe ser de color claro, preferiblemente blanco o amarillo; preferentemente debe
estar confeccionado con un material que no permita que las abejas nos piquen mientras
estamos manipulando, esto evitará tener que llevar ropa de protección debajo del mono, nos
dará más libertad de movimiento y reducirá la sensación de agobio debido a las altas
temperaturas. Actualmente hay en el mercado unos monos denominados “sanforizados”, por
la textura del material con el que están fabricados, las abejas resbalan sobre este material, al
no poder agarrarse, lo que hace que disminuyan las probabilidades de picaduras a través de él.
Por lo que respecta al color del mono, las abejas tienen desplazada la percepción del espectro
hacia las ondas más cortas, o sea hacia el extremo violeta, así que para ellas el rojo es negro, y
el ultravioleta lo distinguen perfectamente como color diferenciado, mientras que para
nosotros es absolutamente invisible. Debido a esto son preferibles los de color claro. Además
los colores oscuros (negro, azul oscuro, ...) dan lugar a una mayor agresividad en las abejas.
El mono también debe llevar el remate de las mangas y las perneras cogidas con elástico para
evitar pliegues por los que se puedan introducir las abejas, este mono es conveniente que no
se ciña al cuerpo para evitar el contacto continuo de la piel, el cerramiento debe ser por
cremallera, a ser posible reversible.
• Guantes de apicultor
La mayoría están realizados en cuero y llevan cosidos unos manguitos con elástico que se
ajustan al antebrazo. Es importante que el espesor del cuero sea lo suficientemente grueso
para que no lo traspasen los aguijones, pero su grosor no debe impedir realizar trabajos que
requieran cierta sensibilidad. Los manguitos también deberán ser de material “sanforizado”, o
de loneta gruesa.
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• Careta de apicultor
Lo más importante es que lleve protección para las orejas y la parte posterior del cuello. Para
protegernos la nariz podemos usar una gorra de forma que la visera haga tope con la rejilla de
la careta y no permita el contacto (Las picaduras en la nariz son extremadamente dolorosas).
También existen caretas que van integradas en el mono, estas son las más aconsejables tanto
por comodidad como por seguridad.
• Tijeras de podar
Cuando el enjambre se encuentre en un jardín, o en la calle en una rama de árbol, nos vendrá
muy bien disponer de unas tijeras para cortarla o para desbrozar la zona de trabajo.
• Cepillo apícola
Es un elemento casi siempre necesario, que nos ayudará a barrer abejas en los sitios que así lo
exijan. Si no se dispone de él, podremos usar unas ramitas o mejor aún una pluma de ave.
• Caja de herramientas
Con algunos elementos auxiliares como: cuerda, cinta adhesiva, alicates, espátula.
Todo material que esté en contacto directo, o que pueda estarlo, con las abejas debe ser
limpiado y desinfectado cuidadosamente después de su uso, una forma sencilla y poco costosa
de realizarlo, consiste en introducir el material en una solución de sosa cáustica y agua
caliente en una proporción de 1/10.
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Esta labor no sería posible sin el alto grado de profesionalización y la natural predisposición
que caracteriza a los miembros de este cuerpo, siempre dispuestos a actuar en pro de los
ciudadanos sin sopesar el esfuerzo que pueda suponer y que no busca otra gratificación que la
propia satisfacción por el trabajo bien hecho.
Dadas las características particulares de este ganado hay que elaborar una serie de medidas:
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6. REACCIONES ALÉRGICAS
El sistema defensivo de las abejas está constituido por un aguijón, situado en el extremo
posterior del abdomen, por el que fluye veneno al clavarlo en el cuerpo de su atacante.
Normalmente el sistema retractor por el que se vuelve a reintroducir el aguijón en el abdomen
falla, por lo que pierde parte del abdomen y fallece la abeja en el término de 48 horas.
El grado de agresividad de las abejas depende de varios factores como son: genéticos,
situación de la colmena, ambientales, apicultor, feromonas.
Tras las primeras picaduras, se liberan masivamente feromonas, aumentando su agresividad.
Una reacción alérgica es una respuesta anormal y exagerada del organismo ante un alergeno,
en la que se liberan diversas sustancias, como la histamina (produce inflamación).
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7. BIBLIOGRAFÍA
José Ramón Luis-Yagüe Sánchez y Juan Carlos Saceda de Marcos (miembro del Cuerpo de
Bomberos de la Comunidad de Madrid). Los enjambres: captura, control y manejo. Montagud
Editores. 2002
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