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Versión 2019-1

Unidad 2: Principios y valores fundamentales presentes en la doctrina social


de la Iglesia.
Objetivo de la unidad: Comprender que Dios es el fundamento último de la vida
humana, el cual inspira la construcción de la civilización del amor.

Semana 6: La persona, imagen de Dios y los derechos humanos.

“El amor no es sólo una palabra o un sentimiento, sino una realidad


concreta, que permite a la luz de Dios entrar en la vida de los hombres y de toda
comunidad civil”
(Benedicto XVI)

Objetivos de aprendizajes: Distinguir las razones en las que se sustentan los


derechos fundamentales de la persona humana desde el punto de vista cristiano.

Conceptos claves: persona humana, dignidad, imagen y semejanza de Dios,


civilización del amor.

1. El ser humano creado a imagen y semejanza de Dios.

En la unidad anterior estudiamos una serie de temas que nos permiten


comprender qué es la Doctrina Social de la Iglesia. Allí vimos que Cristo tiene un
proyecto para la sociedad: la civilización del amor. Y nosotros, con la gracia de
Dios, debemos contribuir a su conformación.
En la segunda y tercera unidad, veremos una serie de temas que son
relevantes en la vida social en vistas a la conformación de la civilización del amor.
Esta semana estudiaremos la importancia de la persona humana, sus derechos y
el fundamento de la dignidad.

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Para iniciar nuestra reflexión, cabe preguntarnos ¿cuál es el fundamento de


la dignidad humana? ¿Cómo se explica que la persona tenga este valor infinito?
Las respuestas a estas preguntas están en el origen de la humanidad. En el relato
del libro del Génesis leemos: “Y dijo Dios: hagamos al ser humano a nuestra
imagen, como semejanza nuestra;(…). Creó pues Dios al ser humano a imagen
suya, a imagen de Dios los creó”1.

Esta cita se complementa con lo descubierto por la razón natural: que la


persona es un ser único e irrepetible, lo que le confiere una especial dignidad. Sin
embargo, la dignidad humana y sus derechos fundamentales no son verdades
solamente visibles a la luz de la razón, sino que se complementan y enriquecen
con la fe y con el mensaje de Cristo. Entonces ¿Qué significa que el ser humano
haya sido creado a imagen y semejanza?

El concepto imagen apunta en subrayar la distinción entre el ser humano y


su Creador, y al mismo tiempo se nos muestra que entre ambos existe una
relación cercana, es por eso que toda persona está invitada a relacionarse con su
Creador por medio de la fe. Es ahí donde se descubre creado para dar testimonio
de la acción de Dios en el mundo, por medio del amor y la libertad que están
impresos en su alma. Por esa razón, podemos decir que hemos sido creados a
imagen de Dios.

Por otra parte, la semejanza se relaciona con el orden sobrenatural en el


que es constituido el ser humano y apunta a una comunión plena entre él y su
Creador. Para eso lo dotó de alma espiritual, razón y libertad. Lo invita a ser el
continuador y responsable de su obra. Sin embargo este principio de comunión es
roto por la acción del pecado. Ahora bien, la acción del pecado pone de manifiesto
que el ser humano, en su dignidad debe ser restaurado, como imagen y
semejanza de Dios, pues no se puede ser continuador de la obra de Dios si se

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Cfr. Gn 1, 26 y 27.

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está sometido a las acciones del mal. Porque se pierde la comunión con Dios, la
libertad y el diálogo pleno con el Creador. La acción del mal daña nuestro ser
creatural, de ahí que surja la necesidad de un nuevo modelo de ser humano:
Jesucristo. Su salvación se nos ofrece como restauración de la naturaleza caída
por el pecado. Jesucristo es modelo del ser humano, porque no conoce el
pecado, pero asume el pecado de la humanidad con su muerte. De esta manera,
invita a todos los seres humanos a vivir la plenitud del amor.

2. La dignidad humana, el humanismo integral en el contexto actual y la


DSI.

Cada integrante de la familia tiene una particularidad, un modo de ser único.


Lo mismo nos pasa con un compañero de curso, del trabajo, de la persona de la
que estamos enamorados; es decir, cada uno de ellos es único e irrepetible. Esta
experiencia nos indica que somos irremplazables. De ahí que la persona no se
puede cuantificar, vender ni transar 2 . La mayoría de nosotros conocemos a
personas que han estado mucho tiempo trabajando en alguna empresa, industria
o colegio y hemos visto cómo se han ido ganando el cariño y el respeto de los
demás, y cómo han ido dándole un sello personal a ese trabajo. Lo anterior no
solo es fruto del trabajo bien hecho, sino especialmente por su condición de
persona, es decir, que las personas no son reemplazables, sino que cada persona
es tan única como otra. Por lo mismo, afirmamos que las cosas materiales pasan,
se desgastan, se reemplazan, se venden, se permutan y se desechan cuando ya
no sirven, pero el trato con el ser humano es distinto. Es decir, el ser humano no
es un “algo”, como una cosa material, sino un “alguien”. Por eso podemos afirmar
que la persona no es un medio, sino un fin en sí mismo. Esto equivale a decir, que
la persona tiene una dignidad por sobre los demás elementos que rodean su vida.

2
Este tema fue tratado, desde el punto de vista filosófico, en el curso de Antropología y
corresponde la semana 11.

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¿De dónde le viene esa dignidad? En efecto, la dignidad de la persona no


se adquiere porque un conjunto de leyes o una serie de elementos sociales le han
dado esa condición, sino porque la persona ya posee esa característica, por ser
único e irrepetible. Así, entonces, las condiciones sociales, las leyes y las
innumerables acciones que emprendemos a diario deben reconocer la dignidad
humana. El principio fundamental de la vida en sociedad es el reconocimiento de
la dignidad de las personas; de todas las personas por igual. Estas ideas son
cuestiones a las que podemos llegar usando la razón. Sin embargo, esto se
complementa con la visión cristiana, que entiende al ser humano como creado a
imagen y semejanza de Dios.

3. Los derechos fundamentales y deberes para construir la civilización


del amor.

Los derechos fundamentales de cada persona, como: el derecho a la vida,


a la alimentación, a la salud, a una vivienda, a una educación digna, a una familia,
a la libertad religiosa, a la paz, por citar algunos, no son antojadizos sino una
condición para alcanzar la plenitud del desarrollo integral. Esta exigencia nace de
su condición de persona. No basta con construir una sociedad que asegure los
elementos básicos de supervivencia, sino que debe apuntar al reconocimiento y
desarrollo de la dignidad de las personas. El conjunto de los derechos del ser
humano corresponden a lo más esencial de esa dignidad, entendido integralmente
y no reducido a una sola dimensión. Se refieren a la satisfacción de las
necesidades esenciales de la persona, al ejercicio de sus libertades, a sus
relaciones con otras personas; pero se refieren también, siempre y donde quiera
que sea, a la persona, a su plena dimensión humana. ¿Qué características tienen
los derechos humanos? Estudiaremos tres, que son de enorme importancia en las
concepción cristiana de la persona humana.

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- Universales, porque están presentes en todos los seres humanos, sin excepción
alguna de tiempo, de lugar o de sujeto.
- Inviolables, en cuanto inherentes a la persona humana y a su dignidad y porque
sería vano proclamar los derechos, si al mismo tiempo no se realizase todo
esfuerzo para que sea debidamente asegurado su respeto por parte de todos, en
todas partes y con referencia a quien sea.
- Inalienables, porque nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno
sólo de sus semejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su propia
naturaleza.

En efecto, la Iglesia ve en estos derechos la extraordinaria oportunidad que


nuestro tiempo ofrece para que, mediante su consolidación, la dignidad humana
sea reconocida de manera más profunda y promovida universalmente como
característica impresa por Dios Creador en su creatura. Además de derechos
también tenemos deberes; es decir, la persona es responsable de sus actos. El
primer deber es reconocer y respetar la condición de persona. El segundo deber
es promover su dignidad. El tercer deber es cuidar la familia y de propiciar
condiciones sociales para lograr la perfección. “Por tanto, quienes, al reivindicar
sus derechos olvidan por completo sus deberes o no les dan la importancia
debida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la otra
construyen”3.

En síntesis, la conformación de la civilización del amor solo se logrará en la


medida en que, primero, se reconozca la dignidad humana considerando que es
creado a imagen y semejanza de Dios. Segundo, se trabaje firmemente para que
los derechos humanos sean respetados en toda circunstancia. Y tercero, se
promueva el cumplimiento de los deberes esenciales.

3
Compendio DSI, nº 156.

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