Entrega 2
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CIENCIAS BÁSICAS
INTEGRANTES
2020
LA FORMACIÓN CIUDADANA COMO BASE FUNDAMENTAL PARA LA
CONSOLIDACIÓN DE UNA CULTURA DE LA PAZ
De esta manera, podemos afirmar que si un conjunto se caracteriza por las misma cultura,
lengua y creencias, tiene la posibilidad de configurarse en lo que se reconoce como un
estado-nación. Es importante para ello que sus integrantes reconozcan en primer lugar un
pasado común para que orienten sus esfuerzos a salvaguardar su memoria colectiva
permitiendo así una creación de identidad que posteriormente permite llevar a cabo
satisfactoriamente procesos como los que busca consolidar la pedagogía para la paz.
En materia legislativa Colombia tiene leyes como la de la Cátedra para la Paz (Ley
1732/2014) donde reglamenta que esta “tendrá como objetivo crear y consolidar un
espacio para el aprendizaje, la reflexión y el diálogo sobre la cultura de la paz y el
desarrollo sostenible que contribuya al bienestar general y el mejoramiento de la calidad de
vida de la población.”
Aquí se debe hacer énfasis en la responsabilidad que tiene el Estado en primera instancia
para regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la calidad de la educación, de
una manera especial le concierne velar por la formación moral de los alumnos (Lerma
Carreño, 2007, p.15). También se encuentran dentro de las obligaciones familiares
declaradas en la Constitución actual la educación en democracia y paz. En Colombia existe
evidencia de los adelantos jurídicos en materia de reglamentar esta educación para la paz,
pero aún así los resultados que se han visto son pocos.
La implementación de la educación para la paz requiere en primer lugar que los ciudadanos
se reconozcan como tal; que se hagan conscientes de sus deberes y responsabilidades, así
como de las posibilidades que ofrece el acogimiento a un Estado que nos garantiza unos
derechos. Para esto se hacen necesarios espacios de ciudadanía participativa donde la
pedagogía para la paz sea un eje fundamental que oriente a distintas comunidades en la
reconstrucción de su tejido social.
Hablar de una cultura de paz es, por supuesto más complejo que referirse a la educación, ya
que solo nos referimos a las Instituciones educativas en concreto. Pero los proyectos que
apuntan a hacer aportes a la Eduación puede ser de diversos orígenes y generan impactos de
acuerdo con el aspecto social a que apuesten cambiar. De esta forma, la pedagogía para la
paz, más allá de los proyectos de Ley formulados en su haber, se trata de la creación y
consolidación de procesos que reconstruyen lo social desde ámbitos como el medio
ambiente y la inculcación del respeto por los derechos humanos. (Arteaga et al., p.168)
Una educación que cultive en el ser humano los valores de justicia, equidad,
solidaridad, libertad, autonomía, entre otros; pero a la vez, tenga la autoridad para
criticar y cuestionar valores contrarios al desarrollo de una cultura de la paz, que
requiere que todos los actores implicados desaten proceso de paz.
En este orden de ideas, es claro que la pedagogía para la paz requiere de modelos didácticos
que logren educar a los ciudadanos en temas como la resolución de conflictos desde
iniciativas creativas que a su vez fomentan la investigación en los territorios a intervenir.
Desde nuestro contexto asumimos la educación para la paz como una serie de acciones que
se deben llevar a cabo para resarcir la memoria y los daños sufridos por el conflicto más
reciente que conocemos. Sin embargo, se trata de un propósito de carácter mundial que
puede incluir temáticas como el cambio climático, la superación de diferentes tipos de
violencia, la lucha contra el racismo, entre otros. Una cultura de paz, idealmente, debería
crear un ciudadano que sea capaz de resolver los conflictos de su zona por medio de la
cooperación social, el diálogo y la no violencia. Como afirma Paz (2007) “mediante la
educación, puede potenciarse racionalmente a los individuos para que se transformen ellos
mismos y al mundo social en que viven, con criterios de racionalidad, libertad y justicia”.
Conceptos como los de racionalidad, libertad y justicia, están adscritos a lo que representa
la democracia. Entonces el ejercicio ciudadano, puede decirse, fortalece la actividad
democrática de un país y puede evitar situaciones antidemocráticas como las violaciones a
derechos humanos, la explotación indiscriminada del medio ambiente (que es colectivo), el
irrespeto por la multiculturalidad o casos de xenofobia, etc.
En este punto es importante señalar que las relaciones entre poder y política muchas veces
afectan el adecuado desarrollo de estos esfuerzos que se hacen por formar a la ciudadanía
como promotores de paz. Los intereses políticos pueden muchas veces dejar por fuera de
las contemplaciones administrativas proyectos educativos para la paz por tratarse de
reconstrucciones de la memoria social que pueden implicar, en países como Colombia, la
impliación de diferentes actores en los procesos de reconciliación y juicio. La sociedad
civil es el principal actor de estos escenarios para el fortalecimiento de la paz. Pero esto no
quiere decir que el Estado esté desvinculado de estas iniciativas, al contrario, en su papel
fundamental, debe garantizar el fortalecimiento del aparato democrático y velar por que sus
ciudadanos conozcan sus derechos y deberes. Aún así, la principal responsabilidad la tiene
el conjunto social en su mayoría, más allá de las instituciones. Los gobiernos asignados por
los ciudadanos deben permanecer en interacción constante superando las ideas de
representatividad y acción de unos pocos e implementar sistemas de participación
ciudadana donde se construyan escenarios para la pedagogía de la paz.
Para el contexto nacional se puede hacer usos de diferentes recursos que las instituciones
educativas han elaborado basándose en temas como la preservación del medio ambientes, la
concientización del impacto que las diferentes actividades económicas tienen en el mismo,
referentes a la formación en ciudadanía, resolución de conflictos, Derechos Humanos, entre
otros.
Vale mencionar que nuestra sociedad se ha visto afectada por los diferentes conflictos en
diferentes ámbitos, de manera que los trabajos de construcción pedagógica de la paz
requieren sin duda alguna soluciones que contemplen la inmersión en comunidades
afectadas y la formulación de proyectos particulares para cada necesidad social. En nuestro
país se amplia el espectro de acción por tratarse de una nación multiétnica y tan diversa en
términos geográficos. La educación para la paz en Colombia debe ser inclusiva y velar por
la reconstrucción de la Verdad en escenarios que históricamente fueron golpeados por la
violencia.
BIBLIOGRAFIA
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