Revolución en El Plata (Azcuénaga)
Revolución en El Plata (Azcuénaga)
Revolución en El Plata (Azcuénaga)
Miguel de Azcuénaga
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HERNÁN FEDERICO CORNUT1
Antecedentes familiares
Al igual que la mayoría de sus contemporáneos, alternó su labor privada con las
obligaciones ciudadanas que le demandaron tanto fueran tomar las armas en defensa de la
Patria, como desempeñar cargos públicos en la administración gubernativa. Inició su
carrera militar sentando plaza como subteniente en la Compañía Provincial de Milicias de
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Coronel de Infantería, Oficial de Estado Mayor. Integrante del Consejo Académico de la Escuela Superior
de Guerra del Ejército Argentino. Miembro de número del Instituto de Historia Militar Argentina.
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Artillería de Buenos Aires, guarnición en la que revistó hasta después de la rendición de
Colonia del Sacramento en 1777. En ese mismo año fue designado Regidor del Cabildo,
cargo que ejerció con la eficiencia y responsabilidad que caracterizarían sus labores de
gestión en el futuro.
En 1778, en ocasión de una amenaza de invasión por parte de los indios en la campaña
de Buenos Aires, fue encargado de guarnecer el fuerte de la Laguna de Monte, donde
permaneció hasta el fin de las operaciones.
En 1781 con motivo de la guerra entre España e Inglaterra fue nuevamente convocado
a tomar las armas, y en esa oportunidad condujo una batería de artillería compuesta por 4
cañones de a 24, establecida en el Retiro para resguardar la ciudad de una posible invasión
extranjera.
En ese mismo año, el Cabildo lo nombró Alférez Real, para luego desempeñarse como
Alcalde de 2º voto en 1789. Luego ocupó el cargo de Síndico Procurador General en 1790,
y lo renovó desde 1793 hasta 1794. Por aquel tiempo, su personalidad activa hizo posible
iniciar la obra del empedrado de la ciudad de Buenos Aires. Con la anuencia del virrey
Arredondo y una suscripción voluntaria de los vecinos, se recaudó la suma de 8.000 pesos
con los cuales fue posible solventar la mejora edilicia de 36 cuadras de la ciudad,
utilizándose piedra extraída de la isla Martín García. Gracias a la eficiente administración
de Azcuénaga—que llegó a proveer 500 cabezas de ganado de su propio patrimonio para
manutención de los trabajadores en las canteras—fue posible reintegrar al fisco 4600 pesos
del monto inicial recibido.
El 6 de febrero de 1795 contrajo enlace con su prima hermana, doña Justa Rufina de
Basavilbaso y Garfias, consolidando una situación patrimonial estable dentro de su entorno
familiar, junto con su cuñado Gaspar de Santa Coloma.
En 1796, el virrey Melo de Portugal le ordenó tomar el mando de las Milicias
Disciplinadas de Buenos Aires, otorgándole el empleo de teniente coronel. Ejerció esta
función hasta el año 1802, dejando a beneficio de su regimiento todos los sueldos de su
tiempo, suma que superaba los 12.000 pesos plata.
El 24 de marzo de 1802, ya como coronel graduado, fue nombrado comandante del
Batallón Voluntarios de Infantería de Buenos Aires. Una vez más, y como prueba de su
desprendimiento económico y sensibilidad en el mando, desembolsó 2.435 pesos de su
peculio para vestir a sus tropas Este aporte desinteresado vendría a sumarse a una extensa
relación de donativos y suscripciones en los cuales Azcuénaga participó, destacándose en
forma preeminente la colaboración financiera de alrededor de un millón de pesos de la
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época, que realizó junto con los hermanos Larrea y Domingo Matheu para hacer realidad la
improvisada escuadra fluvial que se entregó a Azopardo
Tomó participación activa en los combates acaecidos en oportunidad de ambas
Invasiones Inglesas, sobresaliendo sus dotes de liderazgo en la acción del Puente de Gálvez
en 1806, donde mantuvo su posición durante 20 horas con apenas 400 voluntarios urbanos,
frente a un enemigo considerablemente superior en número y mejor organizado. Sin
embargo, logró reorganizar los remanentes de sus tropas y con 50 hombres acudió al
auxilio del brigadier Hilarión de la Quintana en la barranca de Santo Domingo.
Con posterioridad a los sucesos de Mayo del año 10, ocupó el cargo de Jefe del Estado
Mayor en 1816, y al año siguiente desempeñó la presidencia de la Comisión de Guerra
acompañado en su tarea por los coroneles mayores Marcos Balcarce e Ignacio Álvarez,
teniendo por finalidad la organización de la defensa de Buenos Aires ante un eventual
ataque portugués.
Finalmente desde el punto de vista militar, organizó y comandó el Regimiento de la
Milicia Pasiva hasta el 17 de diciembre de 1832, fecha en la que se retiró del servicio
activo.
Actuación política
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sido nombrado, atento al interés de su buen orden y tranquilidad, mas, que debiendo ser la
opinión no sólo del Excelentísimo Cabildo, sino la universal de todo el vecindario, pueblo
y partido de su dependencia, pedía que se tomara la que faltase y las represente, para la
recíproca confianza y seguridad de validez de todo procedimiento”.
Su labor en la Junta de Gobierno estuvo caracterizada por un alto sentido ético en torno
a la función pública, como quedó explicitado en los considerados de la orden del día del 6
de diciembre de 1810 donde, entre otras cosas, señalaba:
El usurpador, el déspota, el asesino de su patria, arrastra por la calle pública la veneración y respeto de
un gentío inmenso […] al paso que carga la execración de los filósofos, y la maldición de los buenos
ciudadanos. Infelices pueblos los que viven reducidos a una condición humillante. Por desgracia de la
sociedad, existen en todas partes hombres venales y bajos, que no teniendo otros recursos para su
fortuna, que los de la vil adulación, tientan de mil modos a los que mandan, lisonjean todas sus pasiones,
y tratan de comprar su favor a costa de los derechos y prerrogativas de los demás.
Poco menos de un año había transcurrido desde la gloriosa jornada libertaria, cuando el
disenso interno de la Junta precipitó los hechos que desembocaron en la conmoción
institucional de principios de abril de 1811. El resultado inmediato fue la separación y el
destierro de Azcuénaga junto con Rodríguez Peña, Vieytes, Larrea, French, Berutti,
Donado y Posadas.
Ya en 1812, el Triunvirato resolvió concentrar la autoridad dentro de cada una de las
unidades políticas e instrumentó una reforma que consistía en reimplantar el régimen de las
gobernaciones – intendencias. Como prueba de la inalterable reputación que gozaba
Azcuénaga entre sus pares, y a pesar de su desgraciado destierro, fue investido como
Gobernador Intendente de Buenos Aires, con fecha 13 de enero. La investidura
correspondiente a su cargo le otorgaba amplios poderes también en el ámbito militar, como
lo acredita el hecho que el 6 de junio de 1813 confirmó al coronel don José de San Martín
en su cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas de la Capital.
El 31 de enero de 1812 se conformó el Congreso que pasaría a la posteridad con la
denominación de Asamblea del año XIII, por haber dictado en ese año sus principales
disposiciones. Sería este Congreso, a instancias del triunviro Posadas, quien definiría una
nueva reforma burocrática de gobierno habida cuenta que
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La experiencia del mando y el conocimiento inmediato de nuestras transacciones han enseñado a este
gobierno que para dar el impulso que requieren nuestras empresas, y el tono que nuestros negocios
exigen, la concentración del poder en una sola mano es indispensable.
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sin embargo, fracasó en su intento, pues el esposo fue enviado a Mendoza. No obstante
poco tiempo después, en un pliego del 30 de septiembre de ese año, Chiclana, Paso,
Sarratea y Rivadavia firmaron la resolución donde se lo absuelve, junto a otros nueve
personajes, de “aquella revolución o sedición” y “declárase por ahora que pueden
restituirse a su domicilio”. El documento había sido encaminado a la provincia cuyana
mencionada, prueba fehaciente que Azcuénaga aguardaba allí.
Su legajo militar
En este documento sólo figuran, como en otros casos, los servicios prestados con
posterioridad a la Revolución de Mayo. El primer antecedente se remonta al 4 de junio de
1810 donde la totalidad de la Primera Junta firmó la providencia donde se le otorgaba a
don Miguel de Azcuénaga, el grado de coronel efectivo, atendiendo a “los méritos y
servicios del coronel de Milicias Provinciales […], al dilatado tiempo de su carrera y a la
calidad de vocal de la Junta”.
El 14 de enero de 1811, la Junta de Gobierno emitió un nuevo pliego donde ponía de
manifiesto que “atendiendo a los relevantes y dilatados servicios del coronel de infantería
[…] ha venido en conferirle el empleo de Brigadier de Ejército […] y que como a tal se le
tenga y respete por los demás cabos mayores y menores, oficiales y soldados y le guarden
y hagan guardar las honras, gracias, preeminencias y exenciones que por este empleo le
tocan”.
En oportunidad de la toma de juramento como Gobernador - Intendente, a título
provisional, el documento pertinente consignaba a Azcuénaga con el grado de coronel y no
de brigadier. Esta discrepancia respecto de las jerarquías militares que le correspondían al
vocal de Mayo en el año 1812, encuentra explicación en los relatos de Gervasio Antonio
Posadas contenidos en sus Memorias. En efecto, si bien Posadas ya desde el año 1813
como integrante del Triunvirato propendió a la restitución del grado máximo para
Azcuénaga—tal como se lo había augurado en las jornadas de viaje que compartieron
rumbo al ostracismo—esto no fue posible, según manifiesta Posadas, porque el secretario
“jamás nos lo presentaba a la firma, unas veces por el olvido, y otras por excusas y
pretextos frívolos”. Así, la resolución final llegaría recién en 1814 cuando—continúa
Posadas su relato—“me eligieron Supremo Director del Estado y único gobernante, y tuve
el placer y la ocurrencia de despachar y firmar por primera cosa el título y remitírselo con
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semejante esquela: <Amigo, acompaño a usted el despacho de brigadier, que tantas y tan
repetidas veces le ofrecí entre los Chañaritos, camino de Mendoza>”.
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ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
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