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Una Mariposa Transnacional: Memorias Desde El Sexilio

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Universidad de Panamá ISNN 1810-5491

Instituto de Estudios Nacionales Cuadernos Nacionales

N* 26, 28-53, Enero-Junio, 2020

Una Mariposa Transnacional: Memorias desde el Sexilio 1

Juan A. Ríos Vega2

Resumen

A pesar de que Panamá por su posición geográfica ha representado el paso obligado para
mucho inmigrantes de todas la latitudes del hemisferio, de los cuales muchos han adoptado
este pequeño país centroamericano como su nuevo hogar. En los últimos años frases como
“el país donde se vive más feliz” o “una de las economías más prósperas de latinoamérica”
llenan a los panameños y panameñas de mucho orgullo patrio; sin embargo, su distribución
de la riqueza, la falta de un sistema de salud y educación de calidad hacen que la brecha entre
los más pobres y los más ricos sea aún más notoria. Entre las poblaciones que más
vulnerabilidad sobresalen están los grupos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales o
transgéneros y queers (LGBTIQ+), ya que los mismos tienen una larga historia de
invisibilidad. Los colectivos LGBTIQ+ han sido víctimas de opresión tanto verbal como
física por las autoridades gubernamentales y grupos religiosos. Por ende la homofobia
siempre ha sido aceptada como algo normal e institucionalizado. En este ensayo, el autor
utiliza la epistemología de la mariposa transnacional desde su sexilio para documentar de
forma cronológica la historia de la homosexualidad en Panamá, desde una perspectiva
histórico-social, empezando por la colonización europea, pasando por la presencia
estadounidense hasta el presente.

Abstract

1
. Recibido 11/4/2019 – Aprobado 11/29/2019.
2
. Dr, y profesor de inglés, educación y lingüística comparada en Bradley University, Estados
Unidos. Email: jriosvega@gmail.com

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Although Panama, due to its geographical position, has represented the obligatory step for
many immigrants from all latitudes of the hemisphere, of which many have adopted this
small Central American country as their new home. In recent years, phrases such as “the
country where you live happier” or “one of the most prosperous economies in Latin America”
fill Panamanians with great national pride. However, its distribution of wealth, the lack of a
quality health and education system make the gap between the poorest and the richest even
more noticeable. Among the most vulnerable populations are lesbians, gays, bisexuals and
transgenders, intersexuals, and queers (LGBTIQ +), as they have a long history of
invisibility. LGBTIQ + groups have been victims of both verbal and physical oppression by
government authorities and religious groups. Therefore homophobia has always been
accepted as normal and institutionalized. In this essay, the author uses the epistemology of
the transnational butterfly from his sexilio to chronologically document the history of
homosexuality in Panama, from a historical-social perspective, starting with European
colonization, passing through the American presence to the present.

Introducción

Hace aproximadamente diez años decidí buscar libros sobre estudios de género y
masculinidades en Panamá. Después de visitar varias librerías, me di cuenta de que estos
lugares carecían de información sobre el tema. Cuando le pregunté a una empleada de una
popular tienda por departamentos por libros sobre el tema, la mujer en cuestión me miró
como si fuera un extraterrestre. Todavía interesado en el tema, al día siguiente decidí visitar
otra librería. Esta vez recorrí Vía Argentina hasta encontrar una librería bastante conocida
por escritores, profesores y estudiantes universitarios, de la cual mi sobrino me había hablado
muy bien; pensé que allí podría encontrar obras de algunos escritores locales o profesores de
la universidad que hubiesen publicado algo sobre el tema de mi interés. Cuando entré en la
librería, había dos hombres de mediana edad charlando sobre cosas que podrían hacer para
atraer más clientes a la librería. De inmediato, decidí acercarme a los dos caballeros (uno,
con acento extranjero) y hacerles saber de mi búsqueda de temas de género y masculinidades
en Panamá desde el punto de vista académico. Me dio la impresión de que mi presencia y el
carácter de la búsqueda les intimidó un tanto. Nuestra conversación resultó ser muy
interesante, ya que el dueño de la librería me dio algunos nombres de escritores, revistas y
sitios web donde probablemente podría encontrar alguna información sobre mis temas. Sin

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embargo, lo más interesante de la charla con estos dos señores fue descubrir cómo ellos
entienden la orientación sexual en Panamá, traté de explicarles que la palabra masculinidad
no se refería a un concepto sencillo y homogéneo, además de que algunos hombres
heterosexuales tienen sexo con otros hombres y a pesar de ello continúan afirmando que son
hombres heterosexuales. En su lugar, la sociedad panameña entiende ser gay como hombres
que se ven y actúan muy afeminados, que son penetrados, y se sienten y visten como las
mujeres. Como era de esperar, estos dos caballeros mencionaron algunos ejemplos de lo que
es ser gay en Panamá, mientras sostienen que los gays suelen ser considerados aquellos que
se dedican a ganarse el sustento como estilistas de cabello, diseñadores de trajes de carnaval
y atuendos para concursos de belleza, o bailarines de ballet. Más tarde, compartí con ellos
que en Panamá hay un criterio doble cuando las personas se refieren a la orientación sexual;
por lo general la asocian con el VIH/sida. Por otro lado, cuando los gays manifiestan su
inclinación sexual abiertamente, las corporaciones y los canales de televisión locales los
utilizan como una atracción en sus programas para burlarse de ellos y / o para aumentar sus
audiencias. Durante este intercambio, supe que el otro caballero era profesor de derecho en
una universidad local. Él compartió conmigo que aunque su hijo es un bailarín de ballet, él
sabía que su hijo no era gay. Después de mi visita a esta reconocida librería, me sentí
frustrado en mi búsqueda y decidí regresar a Vía España y tomar el camino a casa.

A través de la literatura panameña varios han sido los escritores que han incluido el tema de
la homosexualidad y el lesbianismo en sus personajes. No fue hasta principios de los 70’s
cuando autores como como Agustín del Rosario, poeta, ensayista y teatrista, quien ganó el
Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en la categoría de poesía con su libro “De Parte
Interesada”. Desafortunadamente, por la profundidad del tema homoerótico y la época, su
obra causó mucha controversia entre algunos jurados del concurso y la misma tuvo que ser
publicada en México.

En 1996 Javier Stanziola gana el Premio Ricardo Miró con su obra de teatro De Mangos y
Albaricoques, en la que Fabricio, un joven homosexual panameño vive en un exilio sexual
en Miami desde donde relata cómo la opresión y el rechazo por su orientación sexual
marcaron su infancia y adolescencia en Panamá. Para Fabricio, el vivir su exilio es sinónimo
de libertad en comparación a insilio que viven sus pasieros (amigos) en Panamá. Sin

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embargo, en sus viajes a Panamá, sus pasieros les recuerdan como es vivir en el insilio y
como resistir los espacios de opresión. Stanziola (2013) comenta que en su obra el pasiero
“se libera, aunque sea temporalmente, de esa opresión sistemática” (p. 18). En 2009,
Stanziola gana el premio Ricardo Miró en categoría teatro con la obra Hablemos de lo que
no hemos vivido. En esta obra, se desarrolla el tema de la identidad personal y el reinventarse
desde el insilio. Stanziola una vez más gana el Premio Ricardo Miró en novela con Hombres
Enlodados en 2013. Dicha novela transcurre durante la dictadura de Manuel Antonio Noriega
y es contada por Jota Jota, un joven adicto a las telenovelas y concursos de belleza. Jota Jota
no cumple los estándares sociales para considerarse totalmente masculino, llevándolo así a
ser víctima de la opresión y acoso.

La Conciencia de la Mariposa Transnacional desde el Sexilio

Stavans (1996) sostiene que los homosexuales representan el otro lado de la sexualidad
hispana, una sombra que se rehúsa a reconocer – que “ellos” en realidad es “nosotros”. Ellos
son el alabado, adelito, afeminado, ahembrado, amaricado, amujerado, barbilindo, carininfo,
cazolero, cocinilla, enerve, gay, homosexual, invertido, lindo, maría, marica, mariposa,
ninfo, pisaverde, puto, repipí, sodomita, volteado, zape (p.155).

A partir de las epistemologías de los queers de color y la conciencia mariposa de Daniel


Enriquez Pérez (2014), expando mi conciencia de la mariposa transnacional. Como un
hombre latinoamericano que se identifica como un queer de color en Estados Unidos, pero
al viajar constantemente a mi patria, Panamá, mi cambio de identidad me empuja a adoptar
una identidad gay. Basado en estos cambios geográficos de transnacional, comparto mis
experiencias personales como inmigrante y hombre haciendo de lo político (homosexualidad)
algo personal (maricón, cueco, loca, pato). Es importante entender que para desarrollar mi
propia conciencia de mariposa transnacional necesito conocer mi propia historia y abrazar
todos los elementos de mis identidades mutantes. Entiendo que no puedo sentir vergüenza de
quién soy o de lo que hago naturalmente. Uso el término mariposa como un símbolo de
viajero, de cruce de fronteras, lente crítico, y de defensa. Pérez (2014) afirma que muchos

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artistas y escritores chicanos y latinos han usado imágenes de mariposas para desarrollar una
consciencia mariposa como teoría descolonizadora y como "símbolo de transformación, vida,
muerte, resistencia, migración y alma" (p. 99). Como mariposa transnacional, sigo cruzando
fronteras territoriales y sociales que a veces me dejan exhausto y desesperado. Este cruce de
fronteras que me hace pensar acerca de mi propio ser en términos de una persona que se
define como queer de color en los Estados Unidos y gay en Panamá. Este cambio de identidad
transnacional es el que siempre me recuerda que vivo lo que Anzaldúa (2007) definía como
"fronteras, un lugar vago e indeterminado creado por el residuo emocional de un límite no
natural" (p.25), haciéndome comprender que pertenezco a "los atravesados". Esta conciencia
transnacional me permite desarrollar mi propia conciencia de la mariposa. Aprendo a ser
queer de color en un espacio, pero también adquiero conciencia de mi carne y mi alma como
gay en otro espacio.

Como mariposa transnacional, me siento oprimido y discriminado por ser un latino en los
Estados Unidos, el cual representa el estereotipo de un inmigrante indocumentado por mi
aspecto mestizo, mientras que en Panamá, vivo bajo los conceptos de homofobia, sexismo,
racismo, clasismo y otras capas de discriminación que cultiva la sociedad como algo normal.
Entiendo que tengo que enfrentar la homofobia y una sociedad de doble moral en Panamá y
un espacio racista y xenófobo en los Estados Unidos. Como la mestiza de Anzaldúa (2007),
tengo una "lucha de fronteras, una guerra interior" (p. 25). Mientras vivo en dos culturas y
países diferentes, recibo mensajes diferentes de la gente. En los Estados Unidos, puedo ser
oprimido por hablar inglés con acento latino, mientras que en Panamá, me siento oprimido
debido a mis manerismos o por ser etiquetado maricón, cueco, o loca. Una sociedad que juzga
mi soltería y mi edad como indicativo de que no soy totalmente hombre porque nunca me
casé y no tengo hijos. Es ese constante recordatorio de que no soy “completo”. ¿Sigues
soltero? ¿Cuándo se va a casar?, o escuchar amigos y familiares usar insultos homofóbicos
contra hombres cuyo perfil se ajusta a una conducta gay o, juicios similares a “tú eres gay
pero no actúas como aquellos que se comportan como las locas”.

Como la mestiza de Anzaldúa (2007), mi conciencia de mariposa transnacional me hace más


reflexivo sobre mí mismo y mi cambiante identidad. Considero este cambio de identidad
como una constante transformación hacia consciencia mariposa. Es durante esta

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transformación cuando abro mis alas y encuentro la liberación; son mis escritos, mis
testimonios, los que me permiten experimentar mi fortaleza. Pérez (2014) agrega:

Tener conciencia mariposa es reconocer "nuestra belleza y fortaleza interior y exterior; se

trata de ser tú mismo en tu verdadera naturaleza, en tus propias palabras, en toda tu

mariposada, todo el esplendor de tu belleza, tu fortaleza, tu propia expresión de género y

sexualidad. Se trata de conocer tu historia y a ti mismo plenamente, y abarcar todos los

aspectos de tu identidad. Se trata de mantener un equilibrio físico y mental para que puedas

volar en toda su gloria (p. 102).

Como resultado de mis investigaciones y reflexiones como hombre queer/gay/marica decidí


escribo acerca de la homosexualidad en Panamá, utilizando la conciencia de la mariposa
transnacional para documentar la realidad de las poblaciones LGBTIQ+ desde mi sexilio.
Autores y autoras caribeños como Adela Vásquez, Manuel Guzmán y Lawrence La Fountain-
Stokes se han referido al sexilio como la migración forzada como mecanismo de resistencia
entre las minorías sexuales, especialmente las comunidades LGBTIQ+. Este sexilio permite
a las minorías sexuales a buscar espacios de aceptación que le permitan existir y resistir la
homofobia y la falta de leyes que protejan específicamente a las poblaciones LGBTIQ+. Ha
sido mi propio sexilio el que me ha permitido publicar La conciencia de la mariposa
transnacional: para entender la homosexualidad en Panamá (Convivencia, 2017), An
unhealed wound: Growing up gay in Panama (Bilingual Review/La Revista Bilingüe (2017)
y también presentar mis escritos y testimonios en conferencias internacionales. A finales del
2018, publiqué el libro Historias desde el Sexilio (Ríos Vega, 2018). En su reseña del libro,
Luis Pulido Ritter (2018) opina lo siguiente:

El libro ha sido producto de mis investigaciones a lo largo de estos últimos años. Los temas son
relevantes y actuales, pero enfocados desde un punto de vista de justicia social. El libro hace eco de
los testimonios dentro de las comunidades LGBTIQ+, pero que muchas veces son satanizadas por una
falta de conocimiento del tema, por temor a hablar debido al rechazo familiar y por la doble moral que
predomina en el país debido a creencias religiosas. Hablar de estos temas a través de mi libro es una

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forma de mostrar a una población algo que es desconocido, pero también es una forma de encontrar
comunidad dentro de las personas LGBTIQ+ en Panamá”.

Durante mi reciente visita a Panamá con motivos de la presentación de mi libro, pude


aprender de que existe una nueva corriente de escritores y escritoras interesados en publicar
sus escritos con temas homoeróticos. Pude conocer a escritores emergentes, tanto nacionales
como extranjeros, interesados en escribir y publicar literatura homoerótica en Panamá.
También pude conversar con escritores ya consagrados que aún tienen el temor a ser
rechazados o a no conservar sus trabajos si publican sus escritos homoeróticos. Otro
obstáculo que predomina en Panamá es la falta de fondos para publicaciones ya que el
publicar es muy costoso. A continuación hago un recuento cronológico de la homosexualidad
en Panamá para entender que tanto hemos logrado hasta el presente siglo. Stavans (1996)
comenta que en las sociedades latinoamericanas son muy pocos los que se atreven a tocar el
tema de la homosexualidad, lo que conlleva a que muchos gays y lesbianas siguen siendo
objeto de mofa y burla, forzandolos a vivir en las franjas marginales de la sociedad. Ser gay
es ser un monstruo o es estar mentalmente enfermo…y es la homosexualidad, un tema que
pocos están dispuestos a analizar en público, el contrapunto que define nuestra identidad
colectiva.

Época Colonial

Debido a que no estábamos destinados a sobrevivir, la mayoría de los jotas/os hemos forjado
una madurez espiritual única, ubicada al margen de las instituciones tradicionales. Esta
madurez nos ha permitido concentrar nuestras energías en combatir el colonialismo y la
opresión y reunir un archivo de espacios y prácticas curativas que satisfacen nuestras
necesidades espirituales (Calvo-Quiros, 2014, p.192).

Antes de 1492, no existía ningún mapa que representara el continente americano pues este
no había sido descubierto aún para los habitantes de Europa y Asia. Los grupos humanos que
habitaban estos territorios, los designaban con diferentes nombres: Tawantinsuyu, en los
Andes; Anáhuac en lo que hoy es el valle de México, y Abya Yala lo nombraron los
indígenas Gunas que habitaban territorios de lo que hoy es Panamá y Colombia. Mignolo
(2005) afirma que: "Los pueblos de Europa, Asia, y África no tenían idea de la existencia de
este bloque de tierra masivo que más tarde llamarían Indias Occidentales y luego América"

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(p. 2). A lo largo de la historia, los estudios tradicionales muestran a los grupos indígenas y
su forma de vida a través de un enfoque que los presenta como seres primitivos, inferiores, y
poco inteligentes. Muchos académicos poscoloniales (Bañales, 2014; Coloma, 2013; Cruz,
2012; González, 1996, 2006; Hames-García, 2014; Hames-García y Martínez, 2011;
Ocampo, 2012; Pérez, 2014; Rodríguez, 2003; Tuhiwai Smith, 2002; Tijerina Revilla y
Santillana, 2014; Urrieta, 2003) interpretan a los indígenas y a otros grupos marginados desde
una perspectiva no tradicional. Tuhiwai Smith (2002) afirma que "bajo el colonialismo, los
pueblos indígenas han luchado contra una visión occidental de la historia y, sin embargo, han
sido cómplices con ese punto de vista. A menudo, hemos permitido que cuenten nuestras
“historias” y luego, nos convertimos en espectadores del proceso"(p. 33). Este pensamiento
ha llevado a diferentes grupos y catedráticos que representan o abogan por los más
vulnerables a elevar sus voces y contar las realidades de los que siempre han estado
invisibles, desafiando así aquellos que utilizaron su poder, posición social, e interpretación
para documentar en forma errónea las vivencias de otros.

A pesar de que en América Central y el Caribe se han realizado muy pocos estudios sobre las
prácticas sexuales durante el periodo precolombino, algunos han revelado una definición
diferente de la sexualidad de aquella que se le da hoy día. Las crónicas escritas en los siglos
XV, XVI, y XVII se refieren a diferentes formas de homosexualidad como prácticas comunes
a las que los europeos llamaron sodomía. (Diversidad sexual en AbyaYala). Sigal (2003)
citó:

Cuando los españoles y los portugueses escribieron sobre la Conquista de América Latina,
describían a los pueblos indígenas en términos denigrantes. Probablemente las imágenes
más extraordinarias a los ojos de los europeos presentadas en estas crónicas de la conquista
eran el sacrificio humano, el canibalismo y la sodomía (p. 1).

No hay duda de que los europeos utilizaron sus creencias homofóbicas y racistas para
convencer a los indígenas de que sufrían enfermedades e inundaciones como castigo de Dios
por tener relaciones sexuales entre personas del mismo género. Trexler (1995) sostiene que
la sodomía u homosexualidad masculina les facilitó a los europeos la conquista, proclamando
ante la gente indígena que la sodomía era su perdición. Por esta razón, “el vengativo dios
cristiano había decidido enviar a los íberos para tomar a América ya que ellos se habían
entregado a prácticas homosexuales” (p. 84). El ejemplo más atroz de la conquista europea,

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especialmente lo que ellos llamaron un castigo por actos de sodomía y, el primer relato de la
homosexualidad en el continente americano, ocurrió durante el tránsito de Balboa a través
del istmo de Panamá.

Aparte de una mera insinuación de Álvarez Chanca sobre un “berdache” militar en su carta
de 1494, el doméstico “berdache” americano aparece claramente, por primera vez, en los
relatos del descubrimiento del Pacífico por Balboa en 1513. En la tercera década de la obra
del italiano Pedro Mártir de Anglería, De orbe novo, publicado en 1516, cuenta cómo, en su
viaje por Panamá, Balboa encontró a un hermano del cacique Quaracuá y algunos de sus
hombres vestidos de mujeres y practicando la sodomía; el conquistador aplicó una especie
de Ley Scantinia de Nefanda Venere, arrojando inmediatamente a los perros a unos cuarenta
de estos travestis, aunque no a sus compañeros activos. Este es el primer registro de castigo
español de la sodomía en el continente americano. Según Pedro Mártir, todo sucedió mientras
los nativos aplaudían, "porque el contagio estaba confinado a los cortesanos y no se había
extendido todavía al pueblo" (Trexler, 1995, p. 82).

Los estudios de Trexler antes y durante el periodo español y portugués nos permiten
comprender el ejercicio y aplicación de los roles de los géneros en un contexto histórico. Sin
embargo, su definición occidentalizada, al referirse a los hombres de género no tradicionales
como "berdache," perpetúa la idea de una conducta de género incorrecto o negativo, que fue
aceptado completamente por los indígenas antes de la colonización. Sin embargo, los más
recientes escritos indican que varios Indios Americanos gays, lesbianas, transgéneros, y otros
de “two-spirit” (doble espíritu) consideran el término “berdache” como peyorativo y hasta
un insulto (Jacobs, Thomas, & Lang, 1997; Driskill, Finley, Gilley, & Morgenesen, 2011).
Es claro que Balboa y su gente utilizaron el cristianismo para convencer a aquellos pueblos
que estaban viviendo en pecado y que su dios les había enviado a salvarles; sin embargo,
ellos a su vez crearon una actitud hacia el comportamiento del género y convencieron a los
indígenas de que la sodomía u homosexualidad era contagiosa. Balboa y los demás españoles
dejaron sentado que no tolerarían ningún tipo de acto sexual no tradicional (hombre y mujer),
incluidos los de hombres que se vestían como mujeres o que llevaran a cabo actividades
propias de mujeres (Sigal, 2003). Este ejemplo deja plasmado como a través de la

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colonización, los europeos implantaron el binario hombre/mujer, eliminando y castigando
todo tipo de manifestación de género que estuviera fuera de lo que ellos consideraban normal.

Sorprendentemente, los hombres afeminados o vestidos de mujeres resultan una visión


negativa y pecadora la cual predomina en las sociedades latinoamericanas, a pesar del paso
de los siglos. En Panamá, por ejemplo, la iglesia católica y el gobierno han influido en la
sociedad común, en la que promueven la idea de que la homosexualidad constituye una
amenaza para la humanidad. Esta perspectiva ha obligado a que las muchas personas que no
se acogen al binario hombre/mujer abandonen a sus familias para ocultar su orientación
sexual y llevar una doble vida (en algunos casos los hombres hasta se casan con una mujer
para complacer a sus familias y a la sociedad, mientras mantienen relaciones sexuales con
otros hombres). Otros deciden internalizar patrones de conducta implantados por la sociedad
asociados a los gays y lesbianas.

Javier Stanziola (2003) expone que en Panamá como en la mayoría de los países de América
Latina, las parejas del mismo sexo no se pueden casar ni adoptar niños. Por lo tanto, los gays
no tienen otra alternativa que la de abandonar su país para encontrar la libre determinación
sobre ambos temas. Stanziola dice: “La única alternativa es emigrar y reinventarnos en
aquellos lugares donde nuestra identidad panameña no es estereotipada o sea incluida en un
grupo único y estático, ya sea en Europa o en un área rural en los Estados Unidos” (p. 16).
Desafortunadamente, cuando en una familia hay un miembro de la misma que es gay, los
padres o parientes evitan hablar de esa persona y actúan como si no existiera, lo cual muestra
que continúan considerando esta conducta sexual como pecadora y hasta vergonzosa. Otros
creen que los jóvenes que eventualmente participan de esta conducta sexual diferente a la de
su género, cambian al alcanzar la madurez, por razones religiosas o de familia.

Presencia Militar Estadounidense

A través de nuestra historia, pero sobre todo durante la presencia militar estadounidense en
el istmo, muy poco se ha tocado el tema de la homosexualidad. Joaquín Beleño (1991) en
su obra literaria Gamboa Road Gang/Los Forzados de Gamboa, explica cómo eran
definidos y tratados los homosexuales dentro de las cárceles en la base militar en Gamboa.

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Los homosexuales, personajes pintorescos, le dan colorido a cualquier institución. Son
despreciados la mayoría de las veces por los hombres; pero esto no es óbice para que sirvan
de motivo de distracción a toda la tropa de reclusos. Alrededor de sus gestos y contoneos se
teje todo un mundo festivo de intrigas picarescas. El homosexual tiene la doble ventaja de
aproximarse como hombre y tener la mentalidad femenina. La naturaleza lo ha traicionado
biológicamente. Sin embargo, es alegre y se deja entusiasmar con cualquier lisonja pasajera
(p. 116).

A pesar de que Beleño narra la existencia de presos homosexuales tanto panameños como
estadounidenses dentro de las antiguas bases militares, esto no establece el concepto de un
homosexual amanerado o con gestos femeninos, sino la idea de un hombre con ansias de ser
y sentirse mujer. La presencia de bases militares estadounidenses en territorio panameño
(1903-1999), muestran también la existencia de la mencionada subcultura gay en Panamá
como parte del capitalismo. Era muy común presenciar como mujeres y, también hombres,
esperaban en las entradas de algunas bases militares para que algún soldado les permitiera
entrar a la base. Estas áreas se convirtieron en los espacios perfectos para la prostitución y
los encuentros entre personas del mismo sexo. Donoghue (2014) sostiene:

Los esfuerzos de Estados Unidos por imponer control sobre la actividad sexual en las
fronteras “proporcionaron un sitio clave para la producción y reproducción de categorías,
identidades y normas sexuales” entre las desiguales relaciones atípicas que pululaban a todo
lo largo de la frontera imperialista. Por ejemplo, la policía de la zona del canal y los policías
militares (MP) con frecuencia arrestaban a “los transgresores sexuales” a lo largo de las
fronteras del enclave, les asignaban categorías, les clasificaban y les adscribían conductas e
identidades las cuales muchas veces eran falsas, erróneas o hechas a la medida de la misión
que ejercía el control estadounidense en la zona fronteriza. Así, las amantes panameñas eran
prostitutas, los afeminados eran colombianos homosexuales y los panameños que se
disfrazaban durante el carnaval, eran travestis (p.131).

Era del dominio público y se oía con frecuencia a la gente hablar sobre los soldados de los
Estados Unidos que tenían relaciones sexuales con hombres vestidos de mujer y con
prostitutas quienes acostumbraban esperarlos a las salidas de las bases militares de la Zona
del Canal durante la noche. La salida de la Avenida 4 de julio (July 4th) era una sitio
popular donde muchos gays y prostitutas esperaban a sus clientes para sus escarceos

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sexuales. Donahue (2014) cita que “en ocasiones, algunos soldados estadounidenses
informaron que habían sido violados en territorio panameño por hombres panameños” (p.
158). Sin embargo, las autoridades dudaron siempre de estas excusas de los soldados
cuando presentaban sangrados o enfermedades venéreas anales ya que, incidentes previos
demostraban que también este tipo de prácticas sexuales entre personas del mismo sexo se
daban dentro de las bases militares de los Estados Unidos. Hoy dia esta popular avenida
conocida como La Avenida de los Mártires, guarda en silencio los tantos encuentros
carnales entre soldados norteamericanos y gays y/o travestis locales.

Militarismo Criollo

Durante el periodo en el que Noriega ostentaba el poder, el lado bisexual de su personalidad


surgió en forma más evidente pero encubierta por su imagen de macho cuidadosamente
elaborada. El oficial machista, que dominaba el judo y el paracaidismo, se perfumaba
profusamente en sus horas libres, se ponía monos y zapatillas amarillos, atravesaba el mundo
con su novio piloto, con quien se rumoraba llevaba un tórrida relación y se rodeaba de gays
declarados que fungían de embajadores y consejeros (Kempe, 1990, p.83).

Otro periodo oscuro de la historia moderna panameña es la de los regímenes militares (1968-
1989), quienes se ensañaron contra los que se oponían a la opresión y la persecución.
Políticos y civiles que se resistían contra Noriega, incluso los homosexuales, fueron víctimas
de persecución, opresión, encarcelamiento, abusos verbales y físicos, y hasta de violación
sexual. Koster y Sánchez (1990) narran como el Dr. Ricardo Arias Calderón, destacado
filósofo y político panameño, fue arrestado el 9 de junio de 1987 después de haber participado
en una protesta contra la dictadura de Noriega.

Más tarde, en el patio del G-2, Ricardo y otros que estaban con él fueron obligados a acostarse
boca abajo en el piso y se les amenazaba con violarlos, mientras se les ponían condones frente
al rostro y se les amenazaba con colocarlos en celdas donde serían violados por otros
prisioneros, muchos de los cuales padecían de sida (Koster & Sánchez, 1990, p. 334).

Todavía recuerdo cuando era un adolescente, solía escuchar comentarios sobre políticos que
se oponían al régimen de Noriega y eran violados en la cárcel. Otros, en broma, advertían a
los ciudadanos que esto es lo que les podía suceder si quebrantaban las leyes. Un ejemplo

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más de hombres teniendo sexo con otros en forma abusiva, se daba en la infame cárcel de
Panamá llamada “La Preventiva”. Este era un destartalado, reducido y caluroso recinto
donde se llevaba a la mayoría de los hombres después de ser arrestados. En este lugar, los
gays eran violados por otros prisioneros, generalmente criminales y por los mismos oficiales
de policía.

Algunas veces después de la medianoche, el sargento vistiendo pantalones jeans traía


cigarrillos de marihuana para los criminales que habían servido de acosadores. Esto les
calmaba, pero entonces lanzaban a una mujer dentro de la celda. Solo lucía como mujer pero,
en realidad, era un hombre travesti en tacones altos, ajustados pantalones a la pantorrilla y
una blusa rosada. Y, claramente era un visitante frecuente de la Modelo pues los criminales
le llamaban por el apodo de “Carolina”. Con gran entusiasmo, (siguiendo lo que parecía un
orden jerárquico establecido) comenzaron a hacer uso sexual de él. Con su consentimiento
primero, o al menos su resignación, y luego, a pesar de sus ruegos y protestas, sus sollozos y
sus lágrimas - se llevaron a cabo veinte o más actos de relaciones sexuales orales y anales,
mientras eran aupados por los que ya habían acoplado o estaban esperando y le propinaban
puñetazos, le torcían las orejas y vociferaban para alentar a “Carolina” (Koster & Sánchez,
1990, p. 346).

Esta constante actitud abusiva se organizaba a veces ante los políticos arrestados como una
amenaza de lo que les podía suceder a ellos más tarde. El hecho de que los homosexuales
fueran objeto de abuso sexual y violación mientras estaban en prisión, se consideraba un
castigo justo por ser gays declarados. Un buen ejemplo de cómo se señalaba a los hombres
gays en Panamá es el tema central de la obra de teatro “La Madrid”, creada por Salas Fonseca
(2005):

Ezequiel: Por la hijueputa salazón que cargo, me pillaron escribiendo con pintura de spray,

“Noriega Maricón”. . . Coño, me puse del mismo color de la pintura. . . ¡blanco!

Anel: ¿Y entonces?

Ezequiel: Lo bueno fue que el tongo que me agarro era como medio gay. Tú sabes que lo

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primero es dar de toletazos y luego preguntan. Este me trato como una princesa.

Me mandaron para el cuartel de Tinajitas y me encerraron con unos chombones

de alta peligrosidad, dizque para que mi noche fuera tortuosa.

“La Madrid” era un tugurio marginal cuya clientela estaba compuesta por individuos de
diferentes extractos sociales y experiencias. Es un sórdido, estrecho y maloliente bar, situado
en el Casco Viejo de Panamá donde homosexuales, lesbianas, intelectuales, prostitutas y
hasta drogadictos compartían sus historias; donde a nadie se le preguntaba o exigia una
identidad. La Madrid era un espacio libre de riesgos para aquellos que buscaban un espacio
neutral para confrontar las normas sociales y creencias religiosas. La historia de Ezequiel no
es ajena a muchos gays que frecuentaban La Madrid para reunirse con amigos nuevos y
antiguos.

La Homosexualidad en el Panamá de Hoy

Debido a que las conversaciones sobre orientación sexual y las relaciones entre personas del
mismo sexo han sido siempre tabú, esto ha movido a los grupos LGBTIQ+ a formar su propia
subcultura. Ser gay o lesbiana declarados es todavía tema de castigo y la sociedad lo
considera un acto inmoral. Por ejemplo, los gays y las lesbianas no son protegidos por ciertos
derechos humanos: no tienen acceso a muchos campos laborales decentes y son muchas veces
marginados por sus familias y por la sociedad en general. El Departamento Nacional de
Policía, no admite lesbianas ni gays. Por el contrario, son considerados peligrosos para los
demás, agresivos, poco inteligentes, adictos al alcohol, y violadores de niños. Por otro lado,
hay informes de oficiales de policía que cometen abuso verbal y sexual contra los
transexuales y los transgéneros. Los gays son víctimas de abuso sexual, de trato violento y
abusivo y a algunos se les pide dinero en forma ilegal por parte de oficiales de la policía. (R.
Beteta Bond, comunicación personal, 2 de Julio de 2016).

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Los medios de comunicación locales también discriminan a los gays y lesbianas en

términos despectivos y discriminatorios, perpetuando una sociedad de doble moral. Por

ejemplo, el individuo homosexual es rechazado por la sociedad y la religión cuando

demuestra abiertamente su naturaleza, pero por otro lado, al mismo individuo se le acepta si

al definirse se amolda al patrón que la mayoría considera que debe ser su sitio en la

sociedad cuando se declara gay o lesbiana: un hombre que es afeminado, puede ser sólo

estilista, diseñador de moda o alguien que ama los concursos de belleza y las reinas de

carnaval. Esta sociedad de doble moral empuja a muchos que se reconocen como

homosexuales y lesbianas a mantener su orientación sexual como algo privado. Por

desgracia, este tipo de opresión hacia el grupo LGBTIQ+ y la internalización de esta

homofobia por la mayoría de gays y lesbianas no declaradas, se suele interpretar como

normal.

Marlin Estela González, en su artículo “Derechos sexuales en Panamá y su invisibilización

en el Estado” (2018), nos comparte que en Panamá aún persiste la discriminación

estereotipada hacia la población LGBTIQ+. González explica como el artículo 133,

numerales 11 y 12, del Decreto Ejecutivo 204, del Reglamento Interno de la Policía Nacional,

se considera como falta gravísima la homosexualidad y el lesbianismo, y ambos son

castigados con arresto de hasta sesenta días o la destitución del cargo (90). González

manifiesta que Panamá tiene leyes que permiten que exista la violencia y la exclusión hacia

las comunidades LGBTIQ+, prohibiendoles su desarrollo para que estas personas puedan

alcanzar una justicia social. Siendo ésta la Primera Asesora Jurídica del Comité de Derechos

Humanos en Panamá, manifiesta que durante su cargo hubo denuncias hasta de tortura contra

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personas trans, detenidas por la policía, colocadas en condiciones infrahumanas y privadas

de alimentos (González, 2018).

Por su parte, Ricardo Mejía Miller, quien es fundador de Independientes Pro-Derechos

Humanos (IPDH) en Panamá, nos comenta que por falta de una ley que garantice la

protección de los derechos humanos de las personas LGBTIQ+, éstas solo se limitan a

denunciar a instituciones gubernamentales, medios de comunicación y redes sociales, con

resultados poco prometedores o cambios en beneficios de la población en mención.

Personalmente, considero que aunque se han generado espacios desde los organismos internacionales
principalmente, los resultados de estas reuniones no han trascendido a las normas nacionales y
regionales. El proceso se mantiene en la misma fase y no se ha dado un salto adicional que promueva
la incidencia política en la toma de decisiones a todos los niveles (R. Mejia Miller, entrevista personal,
19 de diciembre de 2018).

Su intervención demuestra que a pesar de que el Estado panameño asegura igualdad de


derechos para todos sus ciudadanos, aún persiste una discriminación institucionalizada y a
su vez perpetuada por estamentos del Estado, donde en muchas ocasiones personas con
poder social, como la policía nacional, hace uso de sus creencias religiosas personales para
discriminar y oprimir a la población LGBTIQ+. A pesar de que la Ley Ejecutiva Nº 332 de
29 de julio de 2008 eliminó el artículo 12 de la Ley 149 de 20 de mayo de 1949, que
penalizaba la sodomía (palabra usada para nombrar a la homosexualidad antes de 1973), las
cosas no parecen mejorar en la sociedad panameña en cuanto a su visión de un grupo
LGBTIQ+ más inclusivo. Todavía existen algunas normas y regulaciones
institucionalizadas basadas en creencias religiosas, una sociedad de doble moral y agendas
políticas que obstaculizan la creación de una ley estatal que proteja y garantice derechos
legales a los grupos LGBTIQ+.

El poco avance contra el VIH/sida no está acorde con lo planteado de erradicar la enfermedad
en 2030. Para el año 2010 existían 0.8% del total de personas entre 15 y 49 años infectadas
con VIH, y para el 2017 la cifra subió al 1%. Según datos compartidos por el Ministerio de
Salud (Minsa), Panamá reportó su primer caso de sida en 1984 y hasta octubre de 2018, se
han documentado 16 mil 723 casos y 11 mil 336 muertes. Lo más alarmante de estas

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estadísticas es que según las autoridades los casos de VIH/sida son más comunes en jóvenes
entre 15 y 24 años, e indígenas (Samaniego, 2018). La falta de insumos por parte del Estado,
la pobreza y una educación sexual tanto en las escuelas públicas, hace que esta parte de la
población sea más vulnerable a las enfermedades de transmisión sexual como el VIH/sida.

A pesar de que en Panamá existe el Artículo 70 del la Ley 100 de 30 de diciembre de 1974 y

Artículo 75 del Decreto 121 del 6 de noviembre de 1995 que permite cambiar el nombre de

la persona en su cédula debido al cambio de sexo, no existe una ley de identidad de género,

lo que provoca una discriminación institucionalizada hacia la población transgénero. Panamá

permite cambiarse el nombre si la persona demuestra tres pruebas de que ha usado ese

nombre en los últimos cinco años. Sin embargo activistas trans opinan que estos trámites

burocráticos violan los derechos humanos de las personas trans ya que los mismos requieren

una serie de exámenes médicos, los cuales pueden durar mucho tiempo y a la vez pueden ser

bastante costosos. Al no poseer un documento legal como lo es la cédula de identidad

personal que corresponda a su identidad de género expone a la población trans a ser víctimas

de burla y acoso, especialmente en la instituciones públicas. Muchas mujeres trans son

llamadas por su nombres masculinos en los centros de salud o en varias ocasiones en algunos

bancos les piden que regresen sin maquillaje y peluca cuando la mujer trans no concuerda

con la de la foto en el documento legal. Panamá tampoco cuenta con una ley que penalice la

discriminación por orientación sexual. Esto deja al colectivo en la desprotección absoluta.

Los arrestos por crímenes de odio quedan impune ya que no existen cifras oficiales sobre

arrestos físicos porque los fiscales no clasifican los crímenes basados en identidad de género.

A su vez, las víctimas no acusan por miedo o desconfianza en las autoridades.

Dos grandes acontecimientos han sacudido a la sociedad panameña al momento de escribir

este ensayo. Primero, el padre David Cosca, popular párroco de la iglesia católica en Panamá,

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aparece involucrado en el caso del asesinato de Eduardo Calderón en El Hotel El Panamá.

Según declaraciones de personas allegadas a Hidadi Saavedra, quien es amigo del padre

Cosca y a quien se le acusa de haber asesinado a Eduardo Calderón, sostenía una relación

más allá de una amistad con Cosca. Lo curioso de este hecho es que la habitación del hotel

fue arrendada por Cosca, a quien se le acusa de encubrir la verdad de los hechos. Hidadi

Saavedra fue encontrado culpable de este crimen y hasta esta fecha el padre Cosca está a la

espera de su juicio. El segundo hecho que sacudió a la iglesia católica fue la grabación por

parte de un inmigrante venezolano quien realizaba trabajos sexuales a algunos párrocos en la

capital. Esto provocó la publicación de más líderes religiosos involucrados en actos de

homosexualidad. Según la prensa local, los curas Rogelio Topin, Orlando Rivera y Karl

Madrid fueron separados por conductas inapropiadas y escandalosas (Mi Diario, 21 de

septiembre del 2019). Ambos casos han dejado en evidencia una vez más la doble moral y el

encubrimiento que ha tenido la iglesia católica hacia la homosexualidad dentro de sus propios

líderes religiosos en Panamá. Desafortunadamente esta no es la primera vez que esto sucede.

Al momento de redactar este ensayo, el gobierno del actual Presidente, Laurentino (Nito)
Cortizo, ha encontrado su primer tropiezo con la Asamblea Nacional de Diputados, la cual
se ha catalogado como más conservadora que la anterior. Recientemente, el pleno de la
Asamblea aprobó modificar el Artículo 56 de la Constitución de la República para que el
Estado solamente reconozca el matrimonio entre un hombre y una mujer, cerrando así la
posibilidad de una unión civil entre personas del mismo sexo. Esto ha provocado que
activistas pro-derechos de las poblaciones LGBTIQ+, estudiantes universitarios y demás
agrupaciones hayan realizado una serie de protestas en los predios de la Asamblea. Uno de
los miembros fundadores de IPDH, que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a
represalias, manifestó:

IPDH impulsó los acercamientos con otros sectores para ir contra estas reformas, pues
consideramos que atenta contra los Derechos Humanos en particular y en especial contra

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la comunidad LGBTIQ+ en Panamá. Consideramos que los cambios propuestos desde la
Asamblea son el resultado de la posición fundamentalista religiosa de algunos diputados
que legislan a partir de sus prejuicios personales y sus ideas religiosas. Esto va en contra
de una Asamblea Nacional que debería tener la capacidad de garantizar los derechos de
toda la ciudadanía sin distingos

Durante una de las últimas manifestaciones, el diputado Jairo (Bolota) Salazar manifestó que
en reunión con pastores evangélicos estos agradecieron a la Asamblea Nacional la
prohibición del matrimonio igualitario y que por tal razón, “los gais no podían entrar en la
Asamblea porque ellos son gais”. Tal declaración homofóbica por parte de Salazar levantó
la insatisfacción de los líderes LGBTIQ+ y sus aliados a continuar con una serie de protestas
en los predios de la Asamblea, los cuales han sido víctimas de atropellos, arrestos y hasta
torturas por parte de la policía nacional.

En total se hicieron 98 aprehensiones. Se estima que un 20% de miembros de la


comunidad LGBTIQ+ fueron arrestados. “Cuando los policías identificaban que eran de
la comunidad por sus distintivos o expresión de género los niveles de agresión y violencia
se incrementaban. Les decían: "locas", "mariconas", "cuequitos". Los chicos trans fueron
manoseados y humillados, principalmente por el personal femenino de la Policía
Nacional” (testigo anónimo).

Se nos informó que estas agresiones y atropellos van a ser llevados ante instancias de
derechos humanos a nivel internacional. Desafortunadamente, lo que ha acontecido en
Panamá en las últimas semanas ha dejado al descubierto ante el mundo lo que sufren las
poblaciones LGBTIQ+ por falta de leyes que protejan la vulnerabilidad de estas minorías.

Conclusión

Desde que vine a vivir en los Estados Unidos, hace ya 20 años, la economía de Panamá ha
crecido más que en cualquier otro país de la región, con una gran afluencia de inmigrantes,
especialmente de América Central y del Sur, y otras partes del mundo debido a la
construcción de las nuevas esclusas en el Canal de Panamá y su creciente economía. Estos
cambios también han dado lugar a la creación de organizaciones de base que con el apoyo de
organizaciones internacionales, abogan por grupos históricamente oprimidos. Hace más de
20 años, un grupo de panameños liderados por Ricardo Beteta Bond, fundó la Asociación de
Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá (AHMNP). La misión de AHMNP es mejorar la

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calidad de vida de las poblaciones LGBTIQ+, de hombres que tienen sexo con hombres
(HSH), y mujeres que tienen sexo con mujeres (MSM). Estas organizaciones de base ofrecen
capacitación sobre temas de salud, y derechos humanos de los individuos y de la diversa
población de Panamá. A través de los años, AHMNP y Ricardo Beteta Bond se han
convertido en la cara del grupo LGBTIQ_+ en Panamá. Lamentablemente, a causa de la
homofobia, la ignorancia, la doble moral y la falta de apoyo gubernamental a esta comunidad
marginada, la Asociación AHMNP sigue luchando por un mejor trato al grupo LGBTIQ+ y
la creación de una ley estatal contra la discriminación en Panamá. Beteta Bond expresa:

Aunque muchas personas dicen que no existe discriminación hacia las personas LGBTIQ+
y que Panamá tiene mucha tolerancia a este respecto, la verdad es que la discriminación y
la homofobia siguen presentes en nuestra vida cotidiana; ambos están arraigados y gozan
de gran aceptación. Como resultado, algunas personas ni siquiera se dan cuenta de que han
experimentado discriminación y homofobia, sentimientos que se dan incluso en las oficinas
gubernamentales (Comunicación personal, 2 de julio de 2016)

A través de los años, la AHMNP ha aprendido a superar múltiples obstáculos sociales y


gubernamentales; ha desarrollado una imagen internacional, lo cual constituye la razón por
la que decidí incluirla en mi artículo. Algunos de los logros y eventos más relevantes de la
AHMNP incluyen la eliminación de la ley que penalizaba la homosexualidad en 2008; el
Festival de Cine Gay / Lésbico en julio; el Día Internacional contra la Homofobia en mayo;
el Gran Huevo Rosa, un premio anual otorgado a una personalidad local (politicos y personas
de los medios de comunicación) que haya manifestado posiciones homofóbicas; el Desfile
del Orgullo Gay por más de 12 años; dos estudios diagnósticos sobre el VIH en hombres
homosexuales y HSH; y un premio anual a las empresas que apoyan a la organización.
AHMNP también se ha convertido en el trampolín para apoyar la creación de otros grupos
de base que proporcionan servicios de salud y asesoramiento al grupo LGBTIQ+. Alguno de
estos grupos son: Nuevos Horizontes, Asociación Panameña de Personas Trans y Mujeres de
Panamá con Dignidad y Derechos, (R. Beteta, comunicación personal, 27 de Mayo, 2016).

A pesar de que ha habido cambios significativos en cuanto a la defensa de la comunidad


LGBTIQ+ en Panamá, todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, no existe una ley estatal
que proteja a los individuos LGBTIQ+ contra prácticas homófobas por parte de la policía,

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los hospitales, empleadores y otras instituciones gubernamentales. Es importante destacar
que aun cuando las autoridades representativas de Panamá asisten y firman compromisos
internacionales para proteger a las personas contra cualquier tipo de discriminación, incluida
la orientación sexual, en la práctica esos derechos no se ponen en práctica. Quiroja (2000)
expone:

Gays y lesbianas no son simplemente seres que participan en una serie de prácticas sexuales.
Esta visión es una construcción cultural del capitalismo y, al mismo tiempo, pueden
representar modos de desafío que utilizan las herramientas del capitalismo para socavar sus
paradigmas represivos (p.12).

Panamá, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, moldea la vida de las
personas a través de dos estándares: la orientación sexual abierta no es socialmente aceptada,
a menos que se tenga un “buen apellido” o se posea un buen estado financiero. Sin embargo,
aquellos hombres (usualmente de bajos estratos sociales) que declaren abiertamente su
orientación sexual son comúnmente utilizados por los medios de comunicación como
comodines para aumentar sus ganancias durante los carnavales y los concursos de belleza,
perpetuando la idea del gay como un hombre que actúa y quiere sentirse como una mujer.

Los medios de comunicación locales por lo general aumentan su índice de audiencia


utilizando estereotipos y el acoso contra los panameños homosexuales. Es muy común ver a
hombres, unos abiertamente homosexuales y otros definiéndose como heterosexuales,
vestidos de mujer en la televisión, con amaneramientos exagerados y hasta grotescos. Por
otro lado, autores panameños como Beleño (1991), Britton (1999, 2002) y Pulido Ritter
(1998 [2005]) se han referido a la homosexualidad; sin embargo al igual que los medios
televisivos, sus interpretaciones de la orientación sexual perpetúan la asunción tradicional de
un hombre afeminado o una mujer parecida a un hombre. Por ejemplo, en su obra Miss
Panamá, Inc., Britton (1999) define a Ricardo como “homosexual y se le nota” (p. 147). Esto
perpetúa la norma de que a los homosexuales les llama la atención los concursos de belleza
y que todos son exageradamente amanerados. Por su parte, Pulido Ritter (2005) en su obra
Recuerdo Panamá hace referencia a los hombres gays como mariposas,

--Es una mariposa—dijo levantándose de la silla.

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La palabra mariposa me parecía muy bonita. Ernesto, sin saberlo, tenía un amigo que era
una mariposa. Entre mis cinco y nueve años, iba a buscarme en la escuela con este amigo
que era muy simpático por su risa y por sus chistes. Entre sus chistes le escuche decir que la
ciudad estaba llena de mariposas y que cada verano eran muchas más (p. 59).

Durante la obra el narrador cuenta cómo termina asistiendo a la fiesta de las mariposas.
Pulido Ritter define a Brigitte como una mariposa de peluca rizada y roja, guantes blancos,
vestido negro con la espalda abierta y zapatos de plataforma. Algo que llama mi atención
acerca de la fiesta de Brigitte es cuando Pulido Ritter relata que los “globos de diferentes
colores colgaban del techo, mucha serpentina había sobre el piso, y muchos hombres bailaban
desnudos en la sala” (p. 59). Esta interpretación de una fiesta gay hace más alusión a actos
de sodomía y promiscuidad entre hombres. Por otro lado, Marimacha (con mayúscula), es
una mujer que tiene aspecto masculino y se esfuerza por llevar a cabo todo como si fuese un
hombre. Esto sorprende mucho a todos en el momento en que por primera vez rechaza que
la llamen Marimacha:

En el bus de Orejón dijo que me dejara de ahuevazones con Marimacha y ella dijo que no
quería que la siguiéramos llamando así. Sorprendidos la miramos.

--¿Qué? ¿No quieres que te llamemos Marimacha?

--No me gusta ese nombre.

--¿Por qué no? One Way te conoce así.

--No entiendo, Marimacha. Entonces, ¿Cómo te vamos a llamar?

--Con mi verdadero nombre.

--¿Alguien sabe cuál es el nombre verdadero de Marimacha?

--¡Nadie!

--No quiero que me llamen así. Ustedes saben que me llamo Edith (p. 103).

Desafortunadamente, es triste ver cómo los gays y lesbianas compran esta idea de conseguir
lo que yo llamo aceptación espacial, haciendo que la gente se ría de ellos mientras usan sus
cuerpos (gestos amanerados) y un determinado lenguaje exagerado para mostrar su
homosexualidad, internalizando así expectativas socialmente construidas. También es común
oír a personas que previenen a los hombres solteros que si se emborrachan durante los

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carnavales en Las Tablas (pequeña ciudad en el interior del país, famosa por ser el punto de
encuentro los gays durante el carnaval) terminarán en la cama y teniendo sexo con otro
hombre.

La ciudadanía panameña, especialmente la de los medios de comunicación y aquellos en


posiciones de liderazgo, necesitan educarse sobre la población LGBTIQ+. Los funcionarios
del gobierno deben abogar y aprobar una legislación estatal contra cualquier acto de
discriminación hacia este grupo vulnerable, además de luchar para que se proteja y acepte a
las personas que no se ajustan a las definiciones hetero normativas y a la eliminación de las
prácticas homofóbicas tomadas como normales por la sociedad en general. Mi objetivo es
que este informe se una a los de Stanziola, Beteta y muchos otros escritores panameños y
extranjeros que abogan por mayor justicia social y respeto hacia los grupos vulnerables. Es
de suma urgencia el documentar nuestras experiencias desde un punto de vista histórico-
social y analizar las formas en que estas marcan y definen nuestras conductas en diferentes
situaciones, espacios, y tiempos. Panamá, por su posición geográfica, ha tenido un auge
increíble de inmigrantes de varios países de nuestro continente, al igual que desde Europa.
Estas nuevas migraciones también traen consigo diferentes formas de pensamiento e
interpretación. Exhorto a investigadores, académicos, líderes y demás personas interesadas,
a documentar y analizar las historias colectivas del grupo LGBTIQ+ en Panamá, respetando
sus propias definiciones e interpretaciones de sus preferencias sexuales. Es importante
recalcar que Panamá como punto de tránsito siempre está en permanente cambio social y
económico, lo que lleva a diferentes grupos a reinventarse, adaptarse y reclamar justicia
social. Es importante crear espacios donde diversos grupos vulnerables como el LGBTIQ+
puedan narrar y expresar sus testimonios para así, romper con ideas y formas estereotipadas
y homofóbicas construidas en nuestra sociedad desde la colonización hasta el presente.

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