Edgar Morin

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LOS SIETE SABERES SEGÚN EDGAR MORÍN

Sociólogo e investigador francés (París, 1921) de fuerte ascendencia en círculos

académicos. Edgard Morín Es autor de El espíritu de la época (1962), Introducción a una

política del hombre (1965), La Comuna en Francia: la metamorfosis de Plodémet (1967), El

rumor de Orleans (1970), Diario de California (1971), El método (1977), Qué es el

totalitarismo. En esta oportunidad se extractan los principios esenciales de lo que él consideró

los saberes imprescindibles que deberá afrontar el sistema educativo para constituirse en

relevante y significativo, esos saberes son:

1. Una educación que cure la ceguera del conocimiento.

Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación del futuro

debe contar siempre con esa posibilidad. El conocimiento humano es frágil y está expuesto a

alucinaciones, a errores de percepción o de juicio, a perturbaciones y ruidos, a la influencia

distorsionadora de los afectos, al imprinting de la propia cultura, al conformismo, a la

selección meramente sociológica de nuestras ideas, etc.

La afectividad puede oscurecer el conocimiento pero también puede fortalecerlo.

La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de

criticar el propio conocimiento. Debemos enseñar a evitar la doble enajenación: la de nuestra

mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente. El primer objetivo de la

educación del futuro será dotar a los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los

errores e ilusiones del conocimiento y, al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas,

sin ser destruidos por ellas.


2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente.

La educación debe promover una "inteligencia general" apta para referirse al contexto,

a lo global, a lo multidimensional y a la interacción compleja de los elementos. Esta

inteligencia general se construye a partir de los conocimientos existentes y de la crítica de los

mismos. Su configuración fundamental es la capacidad de plantear y de resolver problemas.

En este punto, Morín introdujo una "pertinente" distinción entre la racionalización

(construcción mental que sólo atiende a lo general) y la racionalidad, que atiende

simultáneamente a lo general y a lo particular.

3. Enseñar la condición humana

Conocer el ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él.

Al igual que cualquier otro conocimiento, el del ser humano también debe ser contextualizado:

Lo humano es y se desarrolla en bucles:

a) cerebro- mente- cultura

b) razón - afecto - impulso

c) individuo - sociedad -especie.

La unidad y la diversidad son dos perspectivas inseparables fundantes de la educación.

La educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y

nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra.


4. Enseñar la identidad terrenal

Es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el

desarrollo económico.

La perspectiva planetaria es imprescindible en la educación.

5. Enfrentar las incertidumbres

La educación debe hacer suyo el principio de incertidumbre, tan válido para la

evolución social como la formulación del mismo.

Nos hemos educado aceptablemente bien en un sistema de certezas, pero nuestra

educación para la incertidumbre es deficiente. En el coloquio, respondiendo a un educador que

pensaba que las certezas son absolutamente necesarias.

6. Enseñar la comprensión

Por eso la educación tiene que abordarla de manera directa y en los dos sentidos: a) la

comprensión interpersonal e intergrupal y b) la comprensión a escala planetaria.

A veces confrontamos cosmovisiones incompatibles. Los grandes enemigos de la

comprensión son el egoísmo, el etnocentrismo y el socio centrismo. Enseñar la comprensión

significa enseñar a no reducir el ser humano a una o varias de sus cualidades que son múltiples

y complejas.

La educación del futuro deberá asumir un compromiso sin fisuras por la democracia,

porque no cabe una comprensión a escala planetaria entre pueblos y culturas más que en el

marco de una democracia abierta.


7. La ética del género humano

La enseñanza de una ética válida para todo el género humano es una exigencia de

nuestro tiempo. Morín presenta el bucle individuo - sociedad - especie como base para enseñar

la ética venidera.

En el bucle individuo- sociedad surge el deber ético de enseñar la democracia. En el

bucle individuo - especie Morín fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre.

Morín dedicó a postular cambios concretos en el sistema educativo desde la etapa de primaria

hasta la universidad: la no fragmentación de los saberes, la reflexión sobre lo que se enseña y

la elaboración de un paradigma de relación circular entre las partes y el todo, lo simple y lo

complejo, según el cual las universidades deberían dedicar el diez por ciento de sus

presupuestos a financiar la reflexión sobre el valor y la pertinencia de lo que enseñan.

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