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2-¿A Quienes Llamamos "Viejos"

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¿A quienes llamamos “viejos”?

● Hoy en día se plantea cómo inquietud social la cuestión de cómo


denominamos a las personas añosas.
Dos reflexiones:
1. El carácter reciente, contemporáneo, de este cuestionamiento tanto a nivel
popular como a nivel académico.
La denominación habitual era, por lo general, “anciano”. ¿Por qué antes
era más sencillo? Tiene que ver con el hecho de que se consideraba que,
más allá de determinada edad las personas pasaban a formar parte de otra
categoría.
La categorización era más rígida a partir de la desde, ya sea por las
limitaciones sociales que acarreaba o las de orden biológico.
Hoy, todo eso cambio, hay menor represión cultural y mayor
diferenciación aceptada de minorías y subgrupos, dan lugar a grandes
masas de población envejecida, con mayor despliegue de diferenciaciones
individuales y grupales, ahora si es notable que no sólo cada cultura tiene
su propio envejecimiento, sino que cada estructura psíquica lo tiene.
2. El tema de la vejez es actualmente objeto de estudio de múltiples
disciplinas que proponen sus propias denominaciones.
Los límites se hacen más difusos. Las vejeces se diversifican.
● Generalizaciones que fracasan
Haciendo eco de esta controversia Salvarezza (1988) llega a la conclusión
siguiendo a Strejilevich (1971) de que todo sería eufemismo para evadir
el fondo de la cuestión: se teme a la vejez y por eso se evita la
denominación viejo.
Hablamos de viejo como hablamos de de la vejez, para referirnos al ser
humanos atravesado por las cuestiones psicológicas, sociales y biológicas
del envejecimiento. Pero esto funciona solo en tanto postura teórica.
En la práctica con “los viejos” si intentamos así llamarlos, encontramos
habitualmente su rechazo a esta denominación.
En qué se contradicen estos intentos de imponer denominaciones
generales:
Salvarezza agrega que la palabra “viejo” parecía ser muy abracativa y
poco significativa, llega a la conclusión de que deberíamos llamar
“viejos” solo a los viejos más viejos.
Esta categorización es otra referencia que se viene imponiendo, hablar de
“viejo-jóvenes” y de “viejos-viejos”, es válido siempre y cuando se
respeten los términos en que ella plantea esta distinción, basada en en la
característica sociales y de salud, “viejos-viejos” son los que sufren las
consecuencias de las mayores pérdidas físicas, mentales o sociales y que
requieren servicios sociales y de salud para su soporte y establecimiento,
mientras que los “viejos jóvenes”son los hombres y mujeres competentes
y vigorosos, a pesar de estos se cae habitualmente en la utilización de esta
categorización de acuerdo a la edad.
Salvarezza confirma este deslizamiento haciendo una distinción por edad,
al proponer traducir estos términos por “adulto mayor” y “viejo”,
reemplaza el término “anciano” por “viejo” por qué insiste qué hay que
perderle el miedo
● ¿Por qué a los viejos no les gusta que le digan “viejos”?
Por qué existen prejuicios generalizados de asimilar vejez a patología y
de que se rechazaría la condición de viejo, por hacerla sinónimo de todo
lo negativo.
● No recortarlos
Se puede hablar de “viejo” en el ser humano en referencia a los aspectos
biológicos y a los aspectos sociales
A. En lo biológico: los órganos, las funciones, el organismo envejece y se
deteriora
B. En el orden social: uno mismo o los demás, nos consideran viejos para
determinada actividad, determinado ambiente.
Cuando uno no acepta que se lo define como “viejo” es muy probable que
nos esté diciendo que él, como persona, no consiste sólo en un cuerpo o
en un rol social o familiar.
● El trabajo de envejecer
Lo biológico y lo social actúan como receptores de la temporalidad. A
traves de las marcas en su cuerpo y desde su ubicación social, el ser
humano reconoce que envejece. Pero en su núcleo, en su esencia, en lo
que hace a sus fundamentos, es atemporal.
Mientras vivimos, de el psiquismo inconsciente, la vejez no existe.
Lo que si se da a nivel psíquico es precisamente la realización de ese
trabajo que consiste en ir emetabolizando esas marcas, al mismo tiempo
que se lucha por sostener las esencias propias, por mantener despierto a
ese Niño que se lleva dentro, un Niño más sabio cada vez.
La cuestión radica en el Interjuego entre el núcleo atemporal y el registro
de la temporalidad
Lo crucial para un buen envejecer, consiste en poder sobrellevar la
discordancia entre lo que se es y lo que se parece. Poder aceptar que uno
se siente joven, pero que el cuerpo envejece
● Sentirse joven
Cuando una persona mayor afirma que se considera joven no está
hablando desde su cuerpo o desde categorías sociales, está hablando
desde dentro de si, desde su percepción interior.
La única denominación que no ofrece conflicto es la que se refiere a su
condición de “mayores”, de “adultos mayores”, de “gente mayor”, de
“gente grande”, esto confirma que no niegan tener muchos años, lo que
rechazan es que se los ubique en una categoría distinta a la de “adultos”,
rechazan que se los definan como viejos por la connotación que posee en
el plano vivencias el sentirse viejo.
● Sentirse viejo
Desde el punto de vista psíquico, la vivencia de sentirse viejo, de estar
viejo, es absolutamente relativa a cada uno y sus circunstancias: en qué
momento vital, en relación con qué o para que.
Se puede ser viejo para algunas cosas pero no para otras. Se puede serlo
sin sentirlo y sentirlo sin serlo.
Siempre que uno se siente viejo se refiere a “estar entregado”, “sin
ánimos”, “sin ilusiones”. Se acepta la discordancia entre que se saben
viejos pero no se definen como viejos, por qué no se sienten viejos.
● Saber envejecer
Se acepte el paso del tiempo, el envejecer, poder sobrellevar los achaques
y adaptarse a ellos activamente, aprendiendo y disponiéndose a cambiar.
Aceptar el ciclo vital y la finitud, al mismo tiempo que se mantiene un
espíritu joven.

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