Regina - Alphonse de Lamartine
Regina - Alphonse de Lamartine
Regina - Alphonse de Lamartine
POR
A. DE LAMARTINE
VERSION CASTELLANA
POR
SEGUNDA EDICIÓN
MADRID
LIBRERIA DE FERNANDO Ft:: 41
CARRFRA Dz SAN JU/6MM°, N6A. 2
-
1887
; ' ' 7' rrereeV7, 7-161re
7
REGINA
4r1
ti
REGINA
POR
A. DE LAMARTINE
VERSIÓN CASTELLANA
POR
SEGU NA
MADRID
IMPRENTA DE FORTANET
CALLE DE LA LIBERTAD, M. 29
1887
ES PROPIEDAD
1.
—Sí.
—Pues bien, le he cortado cinco veces en
veinte arios, y tiene más savia y más ramas
que cuando llegué aquí.
—Sí —le reipondí tristemente;— pero
esto, es un árbol y yo soy un hombre. En-
sayad á hendirle la corteza y quemarle la
médula y ¡ved si reflexiona!
Entramos hablando y chanceando de este
modo, él de buen humor, yo gravemente.
Envié al postillón con un billete, dicien-
do que el nombre de mi amigo Salustio era
un talismán para mí, y que yo bajaría casi
tan pronto como el mensajero ä la posada.
No me entretuve más que el tiempo de
volver á montar á caballo, y galopé por
un sendero de los bosques que abreviaba la
mitad del camino, para llegar antes de la
noche á Pont-de-Pany.
,
,
y
4
X II I.
481»
XIV.
wees,
XV.
ivrr
,
-
XVI.
o se acostaban en el dormitorio de
las demás pequerias pensionistas:
tenían para ellas dos celdas vacías
por la muerte de dos antiguas reclusas del
convento, á continuación de las celdas de
las religiosas. Los dos cuartitos solo estaban
separados por un muro ; se citaban en la
terraza, encima del cláustro, de modo que,
si las llaves de las puertas de sus celdas, que
daban al corredor, hubiesen sido retiradas
cada noche por la superiora, Clotilde y Re-
gina no hubieran tenido más que abrir las
64 REGINA.
z
XVIII.
*ieeeete
i
XIX.
*el
6
-
EGINA, ä quien se había querido
evitar aquel espectáculo y la deses-
peración, no supo sino poco á po-
co, y mucho tiempo después que no existía
ya, la muerte de su querida Clotilde. El ím-
petu de su dolor se manifestó en gritos y
sollozos que hicieron temer por sus días. La
primera explosión del primer dolor, en un
alma donde todo sentimiento era arrebato,
faltaba poco para llevar la vida misma. Su
abuela se vió obligada á enviarla á Nápoles
para contener el llanto de sus ojos y para
84 REGINA.
STAS circunstancias,
cuyo recuerdo
repugnaba á Regina, hasta por
una palabra, en las conversaciones
sin fin que he tenido con ella más tarde,
eran las de su matrimonio, mitad sorpresa,
mitad violencia, con el príncipe'. Este era
casi un viejo; era pariente de la condesa
Livia, tenía una gran fortuna; Regina debía
entonces poseer también otra bastante consi-
derable por la falta de herederos varones en
la familia. La unión de estas dos ramas, por
un matrimonio desproporcionad o en edad,
94 REGINA.
.ty O 5»
XXIV.
Primera carta.
«Roma.
Segunda carta
«Roma.
Décima carta.
«Roma.
Decimatercera carta.
«Roma.
Decimacuarta carta.
«Roma.
11
,
XXVIII.
wr
XXIX.
4121«
XXXI.
Declina-octava carta.
«Roma, palacio.
,z2,3
XXXIII.
.0,
.
s