Trabajo Final Mercedes Cabello de Carbonera

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TRABAJO FINAL

Cuerpos silenciosos. Una aproximación a la configuración de los


sujetos subalternos en Eleodora (1887), de Mercedes Cabello de
Carbonera.

Curso: Literatura peruana de los siglos XVIII-XIX.


Profesor: Dr. Marcel Martin Velásquez Castro.
Alumno: Marcelo Delgado, Fernando Rogelio.
Código: 13030222.
Correo electrónico: fernando.marcelo@unmsm.edu.pe
Lima, Julio 2019.
SUMILLA.

En el presente trabajo de investigación proponemos una aproximación a la

novela Eleodora (1887), de Mercedes Cabello de Carbonera. Su lugar

dentro del corpus narrativo de la autora- consideramos- no se encuentra

plenamente establecido como práctica discursiva. Diversas lecturas han

propuesto categorizaciones siempre relacionadas a la novela sucedánea

Las Consecuencias (1889), lo cual es comprensible debido al proceso de

cambio de estrategias discursivas y aperturas ideológicas a que fue

sometida, y que se presenta en esta última. No obstante, una valoración

plena de Eleodora (1887) aún está en por realizarse.

Para efectos de nuestro texto, centraremos el análisis en la configuración

de los sujetos subalternos (indios, afrodescendientes, prostitutas,

proscritos), los cuales presentan un tratamiento y orden discursivo dentro

del texto que permiten una muestra de la modelización y conclusión del

sujeto femenino ilustrado, dado en años posteriores.


INTRODUCCIÓN.

Entre la varia y múltiple proliferación de expresiones discursivas del siglo

XIX, aquella dada en los circuitos de prensa resulta ser una de las

principales fuentes de modelización del imaginario social y político en la

configuración del horizonte de ideas dadas en las nacientes repúblicas en

Hispanoamérica. La novela de folletín llego a conformar un lugar de relieve

para la constitución del discurso ilustrado. Marcel Velázquez (2010; 2013)

ha analizado extensa y minuciosamente las líneas centrales de estos

nuevos circuitos que se aperturan y proliferan a lo largo del siglo XIX.

Aperturan nuevas prácticas discursivas que asumen un lugar eje y

tensional en la configuración de un sujeto ilustrado, aun ante la diferencia

tendiente entre los distintos momentos históricos que aborden y

problematicen el posicionamiento adecuado y pertinente de los distintos

cuerpos y agentes sociales establecidos dentro del paradigma

decimonónico. Asimismo, proliferan diversas adscripciones de propuestas

periódicas que se vienen a aunar en un corpus que lograron -el poco

tiempo que circularon, los más de los casos- los múltiples discursos

dilectos en la segunda mitad del siglo XIX.

Lo cual presentó, asimismo, un amplio abanico de posibilidades y la

constitución y conformación de estas prácticas discursivas de diversa

raigambre. La literatura escrita por mujeres, hacia el último tercio del siglo

XIX, es una de las propuestas más sólidas y referenciales para el estudio y

gravitación de un nuevo discurso ilustrado al cual resulta pertinente


adjudicar siempre un lugar privilegiado en el campo letrado oficial. No

obstante, esta apertura a la modelización e inscripción del discurso

femenino en el horizonte crítico latinoamericano no se dio sino hacia el

último decenio del siglo pasado. Es a partir de ello- aunque es innegable

señalar la evidencia de algunas propuestas críticas que las incluían o

anexaban en el orden de la historiografía literaria- que los trabajos e

investigaciones referentes a las prácticas discursivas realizadas por

mujeres ha cobrado un lugar importante en el campo de los estudios

literarios e interdisciplinarios.

En el presente trabajo nos proponemos analizar la configuración de los

sujetos subalternos en Eleodora (1887), de Mercedes Cabello de

Carbonera. Como sabemos, la escritora y periodista moqueguana

desempeñó un rol central en el ámbito de la prensa de los últimos decenios

del siglo XX. Sus colaboraciones en diversos medios van desde artículos

críticos en donde el lugar de la mujer en el orden social establecido es

puesto en cuestión, la educación femenina mantiene un horizonte amplio

de propuestas, así como la problematización de los distintos roles sociales

establecidos tras la Guerra del Pacífico (1879-1883) en el medio social e

ilustrado.

Asimismo, sus textos novelísticos, muchos de ellos son publicados en

folletín. Ciertamente, la producción novelística de Mercedes Cabello resulta

prolífica para el periodo corto en el que se desarrolló. Desde Los amores

de Hortensia (1886) hasta El Conspirador. Autobiografía de un hombre

público (1892), las propuestas estético ideológicas que sostienen y se

sustentan en estos textos- pasando por Sacrificio y Recompensa (1886),


Eleodora (1887), Las Consecuencias (1889), Blanca Sol (1889) – operan

en un amplio registro discursivo que oscila entre los múltiples regímenes

dados desde el romanticismo al cual supera sucedáneamente hasta llegar

a los márgenes del naturalismo, proponiendo una variante y óptica distinta

a las dadas en los medios de producción intelectuales europeos.

ELEODORA (1887)

Doña Mercedes Cabello de Carbonera publica Eleodora (1887) bajo

particulares circunstancias- las cuales realizando una lectura detenida de

distintas publicaciones de la época resultan en tener cierta tendencia en los

circuitos de prensa ilustrados. Según información referida en la

presentación del texto, esta fue publicada en “las columnas de un periódico

literario de Madrid” casi al mismo tiempo-aunque un poco antes – que la

editada y presentada a los lectores de El Ateneo de Lima. La gran

aceptación obtenida en el público occidental europeo resulta en un aporte a

la resonancia para su inserción en el circuito ilustrado limeño. Es bajo este

procedimiento oficial que otros textos además del referido han ingresado en

el imaginario oficial letrado.

El Ateneo fue una publicación quincenal dada en los circuitos ilustrados

limeños. Para el caso que nos ocupa Eleodora fue publicada entre el 31 de

julio y el 30 de octubre de 1887, en los números 36 al 42. Nos basamos en

los ejemplares encontrados en el Fondo Reservado de la Biblioteca Central

Pedro Zulen, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.


Asimismo, tenemos como referencia de primera mano la reedición de

esta novela, publicada en forma conjunta con Las Consecuencias,

realizada por Mónica Cárdenas en el año 2012, bajo el sello editorial

Stockcero. Esta es una edición modernizada del texto, el cual se presenta

en su integridad. La cual corrige, según refiere la editora, el orden

correlativo de capítulos pues equivocan su enumeración, al omitir

incidentalmente el capítulo XI, resultando en un total de dieciséis capítulos,

y no diecisiete como se consideraba antes en lecturas superficiales y no

atendiendo al texto en formato de folletín.

El texto publicado por el Ateneo no llego a formato de libro, lo cual puede

suponer la escasa visibilidad que ha tenido en las investigaciones dadas

desde el siglo XX. La principal referencia que se difundía como la más

cercana es la edición de Las Consecuencias (1889) dada por la Imprenta

de Torres Aguirre. Sin embargo, existen algunas lecturas atentas y

críticas que se han ocupado del texto. Entre las más meritorias por su valor

de visibilización y análisis discursivo es la realizada por Mónica Cárdenas

(2010), en donde realiza una exploración sistemática de las obras de

Mercedes Cabello, desde la óptica de la ética femenina. Desde la cual se

han empezado a revisar con mayor detenimiento las obras narrativas

primeras de la autora.

Las investigaciones realizadas por Augusto Tamayo (1940) e Ismael

Pinto (2009) han señalado también los principales marcos biográficos e

interpretativos sobre la obra de la autora moqueguana. Asimismo han

constituido y fijado los textos en su respectivo orden determinado, salgo


algunas salvedades y acotaciones que se realizan en investigaciones

delimitadas y acuciosas.

La novela, según los investigadores, tiene como uno de los textos base la

tradición de Ricardo Palma titulada “Amor de madre”. El argumento, como

base, responde a ciertos mecanismos discursivos románticos en su

constitución. No obstante, además de sus interrelaciones textuales

evidentes en materia argumental, nos ocuparemos de esencialmente del

argumento de Eleodora (1887).

Eleodora, única hija de un matrimonio acaudalado y de antigua estirpe,

se enamora de Enrique Guido, quien no posee más que una limitada

aunque cuantiosa herencia recibida de su padre y confeccionada en base a

una serie de privaciones y operaciones laborales realizas como inmigrante

perteneciente a una ascendiente clase media. Guido, resulta ser un

empedernido jugador de apuestas que, no obstante sus recursos, termina

al final de cada día con cuantiosas pérdidas que afectan seriamente su

patrimonio, sumando a ello una vida disoluta en el ámbito carnal y físico.

Para lo cual busca aquella salida que vendría a ser su salvación.

Su salvación resulta ser Eleodora. E ideando un plan, que concibe como

la resolución de todos sus problemas económicos al sumar a su

desmedrado patrimonio una profusa dote, planea llevar a cabo el

casamiento. Aun ante el impedimento del padre, Guido logra culminar con

éxito su plan. Y recibir la dote junto con la consumación de su matrimonio.

Con el pasar de los años Eleodora y Guido tienen hijos, pero este

persiste en el abuso de sus vicios. A lo cual, frente a una considerable


pérdida, deciden irse de Lima al campo para vivir una vida alejada de los

vicios y rutinas citadinas. No obstante, la felicidad y la vida idílica le dura

muy poco a Eleodora. Observa como asoma en la personalidad de Guido la

de la cual han intentado perder contacto. Por lo que el retorno de la ciudad

resulta evidente.

Los meses pasan luego de su retorno a la capital, donde Enrique Guido

retoma sus vicios. Ante la casi total pérdida del patrimonio y la dote,

Eleodora se juega su última carta. Otorga a su esposo la última prebenda

de su dote a cambio de llevar a cabo sus juegos en su propia casa, y así

mantener alejados a aquellos beneficiarios de su círculo.

La suerte de Guido no hace sino jugarse sus últimos intentos ante su

amigo Ricardo, quien se obsesiona con Eleodora, aun sabiendo que está

casada. La vida licenciosa y disoluta que irradia Ricardo marca un declive

trascendental en la última parte de la obra. Pues, luego de perder todo,

presa de ira Guido intenta asesinar a Ricardo, lo cual logra, Sin embargo,

en plena efervescente hiere mortalmente a Eleodora, por injustificadas

sospechas de adulterio.

En su lecho de muerte Eleodora se confiesa en privado y declara ante las

autoridades que aquella fue la verdadera causa del arrebato incontrolado

de Guido. Con lo cual lo salva de prisión, con la finalidad de no restar la

figura paterna en la vida de sus hijos. Sin embargo, Guido fallece casi al

instante después del fallecimiento de Eleodora de un ataque cerebral.

Restituyendo en cierto modo las posibilidades de una mejor crianza, por

parte de sus progenitores.


Hasta aquí el resumen de la novela. En lo consecutivo vamos a realizar

una aproximación a las prácticas o modalidades discusivas presentes en el

texto, así como al análisis de la configuración de los personajes

subalternos en el texto. Ello tomando como referencia en las citas la

edición de Cárdenas, aunque teniendo presente la fuente primaria de El

Ateneo de Lima.

LAS MODALIDADES DISCURSIVAS EN ELEODORA (1887).

Ciertamente novelas como Los amores de Hortensia (1886) y Sacrificio y

Recompensa (1886) han llegado a considerarse por la crítica como

herederas de una tradición romántica. No obstante, una lectura tomando en

cuenta sus aspectos y modalidades discursivas, como lo refieren Cárdenas

(2010) y Westphalen (2012), nos remiten a una variante de sus vertientes,

sean francesas sean españolas. No se plantean solamente una

aproximación y modelización de a los discursos románticos tendientes en el

ámbito occidental europeo, sino principalmente bajo un imaginario que

aspira a reconfigurar el sistema social resquebrajado y evidente desde la

secuelas de la Guerra del Pacífico.

Eleodora discurre – a nuestro parecer – en estrategias que tienden

puentes entre alguna de estas variantes románticas (incluso marcando en

el texto referencias precisas a ciertos autores) y una adhesión liminal a la

experiencia realista, aunque conservando el tono y la preferencia por una

resolución romántica. La novela principia de la siguiente manera:

“Un padre tirano y una hija desgraciada, que amaba ocultamente á un mozalbete

de baja estofa, eran el obligado tema de las novelas lacrimosas y de los dramas
de capa y espada con que nuestros abuelos recrearon sus largas y desocupadas

horas.

Sin tener esta historia nada del sentimentalismo de las primeras, ni mucho

menos de los desafueros de los segundos, vamos á principiarla presentando a

un padre de numerosas campanillas y una hija que ocultamente ama a un joven

que, aunque de oscuro linaje, dista tanto de ser el tipo apasionado y rendido del

amador de antaño, como dista la esplendorosa luz con que hoy nos alumbramos

aquellos pobres mecheros a cuya agonizante claridad diz que rondaban nuestros

abuelos a la dama de sus amores.

Lo que de un lado hemos ganado, hemoslo perdido de otro.

La rígida y austera figura del padre de familia que extendía, como dice Larra; la

mano más besada que reliquia vieja, para que una vez más la besaran sus hijos

háse tornado en la risueña y simpática figura del amoroso papá que besa á sus

hijos y bromea con ellos, ni más ni menos que si fuera de la misma ciudad.

[…]

Y poniendo final a esta corta digresión, […]

(2012, 1-2)

Como observamos, la novela plantea una digresión en que se muestran

las tensiones existentes en el novelar al dar paso de un sistema, una

ideología y de una toma de posición a otra. Para lo cual nos refiere a la

configuración ideológica de personajes prototipos, y los contrasta con la

propuesta siguiente en que se fueron desarrollando las novelas de la

segunda mitad del siglo XIX. Asimismo se asume una razón crítica en la

conformación de sus modelos y regímenes, tomando en cuenta las

representaciones de los lugares y modos de lectura dentro de la propia


ficción. Tomamos en primer orden la muestra explícita de la variación y

modelización de un imaginario que abandona los modelos estereotipados

románticos y bajo una lectura acorde al horizonte cultural en que se

presenta.

No obstante, esta introducción se mantiene en los límites de la narración.

Se adscriben ciertamente renovaciones en la configuración de los

personajes, así como en los planteamientos de la toma de posición y la

ideología presente en los personajes. El corpus mayor del texto aún

emplea estrategias y giros discursivos tendientes a su naturaleza

romántica, no logra sino imbricarse a este, aunque con la salvedad que se

enfrenta al lector ante un texto cuyas variaciones conforman una

singularidad en el medio ilustrado limeño que se sugería problematizar ante

el contexto pos bélico que se desarrollaba.

LA CONFIGURACIÓN DE LOS SUJETOS SUBALTERNOS

Ciertamente, las estrategias discursivas presentes en el texto ponen de

relieve, y en primer plano, las acciones tendientes entre los personajes

principales. La historia de amor entre Eleodora y Enrique Guido se

entreteje a la par al discreto desvelamiento de las acciones dadas por los

padres de Eleodora ante y posteriormente al descubierto e intempestivo

matrimonio de su hija. No obstante, las acciones y ejecuciones dadas

desde un principio para la consumación de este matrimonio se encuentran

mediadas por personajes que semantizan su posición ante las

configuraciones ilustradas de la época.


Para los límites de este texto realizaremos una aproximación a cuatro

personajes tipo: Doña Serafina (india), el criado Juan (afrodescendiente) y

Rosita (prostitución).

 Doña Serafina (india)

Como nos refiere el texto, Doña Serafina se encuentra al servicio del

matrimonio Alvarado y de la joven Eleodora. Lleva varios años trabajando

en esta casa, y según se infiere por trazas de conversación entre

personajes y del discurso narrativo, el concepto manejado por sus patrones

es el mejor respecto a su desempeño en las actividades y labores caseras,

y aun sus virtudes relacionadas con lo religioso la elevan en mayor

consideración.

No obstante, su pertinencia resulta subalterna en la configuración

esencial de los personajes centrales en el discurso transversal de la

novela. Su posición dentro del orden familiar es anexo. Aunque desde la

modelización pretendida por el discurso narrativo su subalternidad se

encuentra en tensión; sin embargo, sus acciones se encuentran

enmarcadas en una ejecución y desarrollo y desencadenante de ciertos

aspectos necesarios para la consecución de la trama.

Ella es el medio entre las comunicaciones clandestinas entre Eleodora y

Enrique Guido. Como nos refiere el texto, su viabilidad para mostrarse

como intermediaria no infringe o desmerece sus cualidades religiosas “a

pesar de sus austeridades trajera esquelas amorosas a la señorita

Eleodora” (p. 8). Su virtud se maneja entre un mesurado interés pecuniario


y su preocupación por que Eleodora salga del seno familiar y se constituya

como un sujeto ante la sociedad.

“no fue solo el oro lo que contribuyó a conquistar la voluntad de Doña Serafina,

sino mas bien un grande interés por la felicidad de Eleodora. […]Guiada pues

doña Serafina del cariño que profesaba a Eleodora, pensó que con las

exigencias de su padre jamas hallaría un novio que pa sacara de aquella vida

austera, inapropiada para una joven de veinte años” (pp. 8-9).

 El criado Juan (afrodescendiente)

Este personaje se encuentra al servicio de Enrique Guido. Como lo refiere

el narrador, Juan se encuentra “resuelto como siempre a cumplir órdenes”

(p. 33). Es quien luego de haber sido descubierta doña Serafina y

amonestada según el rigor de los señores Alvarado por haber agenciado

de intermediaria para las relaciones amorosas entre Eleodora y Enrique

Guido. Juan siguiendo las órdenes de su patrón cumple todas las entregas

de esquelas para la joven Eleodora.

Sin embargo, las dificultades que tiene que atravesar para poder entregar

su mandado son dignas y pertinentemente franqueadas por la habilidad

que se observa en sus actos. La cual “[…]le permitía, escalando paredes,

pasar á la casa contigua que era la de Eleodora, y esto lo hacia todas las

noches á las nueve ” (p. 33).

Asimismo, resulta particular la configuración de un personaje subalterno

afrodescendiente. Sus cualidades físicas, muchas veces relacionadas con

ciertas tendencias reduccionistas, califican al sujeto afrodescendiente como

cercana en ciertas actitudes parecidas o semejantes a las animalizadas. Lo


cual marca una tensión clara en la configuración del personaje. Pues es

una de las representaciones dadas en la novela que interactúa con otros

sujetos sociales de su propio grupo. No obstante, prima ante todo el

secretismo y la discreción entre los mismos. Los sujetos sociales de otras

clases no toman por sentado la existencia de una voz y un lugar en el

ámbito de los subalternos afrodescendientes.

No obstante, el texto nos presenta un breve aunque luminoso detalle que

nos llama fuertemente la atención: el dialogo entre los dos

afrodescendientes. Y más aún sorprendente, el uso en el dialogo – asi

como del razonamiento – de un español castizo y expresado bajo el

paradigma ilustrado.

 Rosita (prostitución)

Este personaje ocupa una mención particular dentro de la configuración de

los distintos tipos sociales en la novela. Como sujeto social se encuentra

fuera de los circuitos oficiales decimonónicos. Su expresión se debe

esencialmente al uso de determinado contexto. Este tipo (así como los

proscritos) se mueve en los márgenes de la sociedad. Velando miradas,

silenciando sentimientos y voluntades, resemantiza sus actos ante los

demás sujetos sociales, siempre en busca de aquello que le ha sido

vedado ante la sociedad.

Su paso por el texto es leve, apenas entrevisto, y se modela en su mayor

expresión en el capítulo V. Impide bajo la propuesta de un nuevo

dilucidamiento de proyecto personal el suicidio de Enrique Guido. Y permite

una nueva toma de posición de este personaje.


CONCLUSIONES.

En Eleodora (1887), es posible señalar la existencia de discursos en

tensión para configurar una práctica textual tendiente entre el romanticismo

y el realismo. No obstante, aún presenta una preeminencia discursiva

cercana al primero, aunque con claras diferencias de tomas de posición

respecto a los modelos occidentales europeos resemantizando algunas

modelizaciones de su expresión.

Asimismo, la presencia de sujetos subalternos es evidente. Indios,

afrodescendientes, prostitutas, entre otros, operan a un nivel microtextual

dentro del discurso. Permiten el desarrollo de la trama transversal al texto.

Son elementos eje, aunque menores, para la conformación de una toma de

posición estético-ideológica dentro de la obra narrativa de Mercedes

Cabello de Carbonera.
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ANEXO
Primera página de Eleodora (1887).

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