Catolica

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5. Educación en el siglo XVII.

Educacion pública

Católica

En este siglo interviene las autoridades públicas en el área educativa. Se amplía

ya se desarrolla la educación a partir del protagonismo y participación que asume

el estado estos hechos ocurren en principio en los países de carácter protestante,

mientras que en los católicos siguen con su educación de orden religioso

La educación de carácter católico: en los países católicos no intervienen el estado

en la educación ya que la misma está dada por órdenes religiosas.

https://es.slideshare.net/diegolopezdeleon/educacin-en-siglo-xvii

El siglo XVII fue un período de rápido progreso de muchas ciencias y de la

creación de instituciones que apoyaban el desenvolvimiento del conocimiento

científico. Muchos educadores ejercieron una amplia influencia. El educador

alemán Wolfang Ratke inició el uso de nuevos métodos para enseñar más

rápidamente la lengua vernácula, las lenguas clásicas, y el hebreo. René

Descartes, filósofo francés, remarcó el papel de la lógica como el principio

fundamental del pensamiento racional, postulado que se ha mantenido hasta la

actualidad como base de la educación en Francia. La importancia de la ciencia se


manifestó en los escritos del filósofo inglés Francis Bacon, que fundamentó los

procesos de aprendizaje en el método inductivo que anima a los estudiantes a

observar y examinar de forma empírica objetos y situaciones antes de llegar a

conclusiones sobre lo observado. El filósofo inglés John Locke recomendaba un

currículo y una metodología de educación (que contemplaba la educación física)

basada en el examen empírico de los hechos demostrables antes de llegar a

conclusiones. El educador francés san Juan Bautista de La Salle, fundador del

Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en 1684, estableció un

seminario para profesores y fue pionero en su educación sistemática.

El educador más destacado del siglo XVII fue Jan Komensky, obispo protestante

de Moravia, más conocido con el nombre latino de Comenio. En su obra "Didáctica

Magna", escrita entre 1628 y 1632, remarcó el valor de estimular el interés del

alumno en los procesos educativos y enseñar múltiples referencias sobre las

cosas concretas, más que en sus descripciones verbales. Su objetivo educativo

podría resumirse a una frase de la página inicial de "Didáctica Magna": "…Enseñar

a través de todas las cosas a todos los hombres…", postura que se conoce como

pansofía. Los esfuerzos de Comenio para el desarrollo de la educación universal

le valieron el título de "Maestro de las Naciones".


Jan Amos Komenský en latín Comenius, derivando actualmente en el apellido

Commentz (UHERSKY BROD.28 DE MARZO DE 1592 - AMSTERDAM, 15 DE

NOVIEMBREde 1670 fue un TEOLOGO.FILOSOFO Y PEDAGOGO nacido en la

actual REPUBLICA CHECA . Fue un hombre cosmopolita y universal, convencido

del importante papel de la educación en el desarrollo del hombre. La obra que le

dio fama por toda EUROPAy que es considerada como la más importante, es la

Didáctica Magna, y su primera edición apareció en el año de 1630. Le dio

importancia al estudio de las lenguas y creó una obra llamada Puerta abierta a las

lenguas.

Se lo conoce como el Padre de la didáctica. En su obra Las nuevas realidades,

PETER DRUCKER realza la posición de Comenio como el inventor del LIBRO DE

TEXTO, en un intento (exitoso por cierto) de incentivar la autonomía del proceso

formativo para evitar que el gobierno católico eliminara del todo al

PROTESTANTISMOen la República Checa. «Si la gente lee la Biblia en casa, no

podrá confundirse» fue el pensamiento de Comenio.


Los grandes aportes realizados a la Pedagogía, sus viajes por diferentes países

de Europa (en muchos de ellos, invitado por reyes y gobernadores), y la alta

preparación y constancia en su labor de educar, le valieron el título de "Maestro de

Naciones".

http://laeducavv.blogspot.com/p/s.html

Es una certidumbre compartida hoy por todos los historiadores de la educación

que el Estado moderno tiene poco que ver con la educación durante el Antiguo

Régimen. Ello es así porque el modelo educativo medieval, forjado en

consonancia con el régimen político que conocemos con el nombre de

Cristiandad, sobrevivirá a esta estructura supraterritorial que pilotan el Papa y el

Emperador. De este modo, durante la Edad Moderna, el modelo educativo seguirá

siendo prácticamente un monopolio eclesiástico de carácter supraestatal, sea en

su vertiente jesuítica o calvinista. Es más, aparentemente, el Estado moderno

permanece indiferente a la educación, considerándola, como en el pasado

medieval, una prerrogativa de la Iglesia católica o de la Iglesia reformada.

Nada más ajeno al Estado que la idea de una educación popular de carácter

estatal; este tipo de educación se estima propio de las iglesias o, como mucho, de

las autoridades locales. No ocurre así, sin embargo, con la educación superior,

porque, aún siendo la Universidad fundamentalmente competencia de la Iglesia,


presenta un notable interés para el Estado, dada su incidencia en la formación de

los cuadros dirigentes, y, por tanto, en el reclutamiento de la burocracia estatal.

Ahora bien, la indiferencia del Estado por la educación popular es, como dijimos,

sólo aparente. En efecto, no debe pensarse que la educación elemental le es

totalmente ajena o que el papel del Estado es siempre pasivo o que dicho papel es

uniforme en todos los países europeos. A este respecto, la observación del

profesor Frijhof acerca de la existencia de diversos modelos me parece

esclarecedora.

Un primer modelo, representado por la Francia de los siglos XVI y XVII, sería

aplicable a todos aquellos países donde las relaciones entre el trono y el altar no

han sido excesivamente cordiales, adoptando el Estado cierto distanciamiento

respecto de la acción de la Iglesia. En este modelo, que incluye tanto a países

católicos como a protestantes, la enseñanza básica, elemental o popular, es

asegurada por las organizaciones religiosas sin que el Estado preste especial

apoyo, limitándose a reconocer, muchas veces de hecho, esta competencia,

aunque en ocasiones proceda a regular la situación de una manera vaga y

general.

En el extremo opuesto se situaría el modelo sueco -ley de 1686- en que el Estado

y la Iglesia reformada se apoyan mutuamente. Por tanto, el Estado adopta un


papel activo, prestando su ayuda a la alfabetización del pueblo (debe aclararse, no

obstante, que se trata sólo de una alfabetización pasiva, centrada exclusivamente

en la lectura y no en la escritura, dado que el objetivo principal es preparar a la

población para que pueda acceder al conocimiento de la Biblia).

El modelo intermedio se refiere a aquellos países donde coexisten los credos

católico y protestante. El prototipo lo representan los Países Bajos donde el

Estado interviene activamente para evitar conflictos confesionales.

https://rieoei.org/historico/oeivirt/rie01a02.htm

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