Transatlantico 06

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Periódico de arte, cultura y desarrollo del Centro Cultural Parque de España/AECID, Rosario, Argentina.

Número 6, otoño de 2009

—Anoche vi por
televisión el últi-
mo viaje a la luna
—dijo Barco—.
Esos viajes a la luna ya no le interesan a
nadie. Todo el mundo está convencido de
que la luna ya pertenece al pasado, y la cien-
cia ficción se está convirtiendo en una anti-
gualla. Ya no hay, dicen, ficción, que supere a
la ciencia. Probablemente, dentro de quinien-
tos años todos serán científicos, así como en la
actualidad todos manejan automóviles.
—Probablemente —dijo Tomatis, sin dejar de
mirar los dedos de Barco que ahora se habían apo-
yado sobre la sal diseminada y estaban inmóviles.
—Pasó algo curioso —dijo Barco—Todo iba bien
mientras se veía en la pantalla el interior de la nave
espacial y las manipulaciones de la tripulación. Pero
de golpe empezaron a verse fotografías de la tierra que
iba alejándose, volviéndose cada vez más chuiquitita, y
entonces los tipos que estaban mirando la televisión en
el bar se pararon, o empezaron a incorporarse despacio
sobre la silla, o a estirar el cuello, todo eso para tratar de
ver la tierra de más cerca, haciendo contorsiones para ayu-
dar a la tierra a detenerse, como cuando uno tira una bocha
y empieza a retorcerse todo para que la bocha vaya por el
camino que uno le ha fijado imaginariamente ¿viste? Tratába-
mos de que ese alejamiento impúdico se detuviera, para que la
tierra no se borrara y desapareciera del todo. Yo me quedé tieso.
Y cuando la voz del locutor anunció que los astronautas todavía
distinguían Méjico, todos tuvimos un momento de alivio y por un
segundo todos nos sentimos mejicanos. Méjico fue la última cresta,
la más alta, amontonada en la ola de nada que empujaba de atrás, la
ola de nada que cuando Méjico dejó de divisarse inundó todo y lo dejó
más liso y más uniforme que esa pared. Entonces todos nos sentimos
tristes y confundidos, un poco aterrados, y no creo que nos hayamos
sentido mejor cuando terminó el programa sobre el viaje lunar y empezó
la transmisión directa desde el estadio de Chacarita. Estoy convencido de
que anoche rompimos la barrera de la identidad. La de la luz o del sonido
no son nada al lado de la barrera de la identidad. Nos fuimos poniendo cada
vez más borrosos, hasta que desaparecimos por completo. Pensamos que la
cosa iba a detenerse en un punto razonable, un punto desde el cual todavía
pudiera divisarse Méjico, por ejemplo, pero no, nada de eso, desaparecimos
del todo. Y yo tuve un vértigo adicional: sentado en la silla del bar, la pantalla
me mostraba cómo la tierra iba disminuyendo de tamaño, es decir, cómo yo, la
silla, el bar, la pantalla y la tierra que mostraba la pantalla, íbamos siendo apre-
tados por el puño del cosmos que se cerraba, vertiginosamente, hasta macerar
nuestros cuerpos y convertirlos en una lava enfurecida. Y lo sentí hasta tal punto
que cerré los ojos y esperé el momento en que las paredes del bar comenzarían a
avanzar, súbitamente, fundiéndose las cuatro en una sola con nosotros adentro, en
una contracción inconcebible, hasta dejar la tierra reducida al tamaño de un dado
de los más chicos con el que las criaturas se pusieran a jugar el destino del mundo.
Probablemente esas parrilladas que trae el mozo sean las nuestras.
—Probablemente —dijo Tomatis.

1976
Juan José Saer, “Manos y planetas”.
2 Transatlántico

Había, pues, llega- Hubo un período de sueño al 19 de abril. Esta maña-


do el momento de la apagarse las luces de la cabina na, para mi gran ale-
despedida. La escena yleFloyd se sujetó brazos y piernas con las sábanas elásticas que
impedirían ser expelido al espacio. Parecía una tosca insta-
gría, cuando la super-
fue patética, y hasta el lación... pero en la gravedad cero su litera no almohadillada era
más cómoda que los más muelles colchones de la Tierra.
ficie de la luna estaba
mismo Michel Ardan, Una vez se hubo sujetado bien, Floyd se adormiló con bastan-
te rapidez, pero se despertó en una ocasión en estado amodo-
aterradoramente cerca
no obstante su jovialidad febril, se sintió rrado y semiconsciente, quedando totalmente desconcertado y mis temores llegaban a su colmo noté, a las
conmovido. J. T. Maston había hallado bajo por sus extraños aledaños. Durante un momento pensó que se nueve, que la bomba del condensador daba
sus párpados secos una antigua lágrima que encontraba dentro de una linterna china débilmente iluminada; señales evidentes de una alteración en la atmós-
reservaba sin duda para aquella ocasión, y la el débil resplandor de los otros cubículos que le rodeaban daba fera. A las diez, tenía ya razones para creer que
vertió en el rostro de su querido y bravo pre- esa impresión. Luego se dijo, con firmeza y fructuosamente: “Ea, la densidad había aumentado considerablemen-
sidente. a dormir, muchacho. Este es sólo un corriente correo lunar”. te. A las once, poco trabajo se requería en el apa-
—¡Si yo partiese! —dijo—. ¡Aún es tiempo! Al despertarse, la Luna se había tragado medio firmamento, y rato, y a las doce, después de vacilar un rato, me
—¡Imposible, mi querido amigo Maston! —res- estaban a punto de comenzar las maniobras de frenado. El amplio atreví a soltar el torniquete y, notando que nada
pondió Barbicane. arco de las ventanas encajado en la curvada pared de la sección de desagradable ocurría, abrí finalmente la cámara
Algunos instantes después, los tres compañeros pasajeros miraba al cielo abierto, y no al globo cercano, por lo que de goma y la arrollé a los lados de la barquilla.
ocupaban su puesto en el proyectil y habían ya se trasladó a la cabina de mando. Allí, en las pantallas retrovisoras Como cabía esperar, un violento dolor de cabe-
atornillado interiormente la tapa. La boca del de televisión, pudo contemplar las últimas fases del descenso. za acompañado de espasmos fue la inmediata
Columbiad, enteramente despejada, se abría Las cada vez más próximas montañas lunares, eran diferentes en consecuencia de tan precipitado y peligroso
libremente hacia el cielo. absoluto de las de la Tierra; estaban faltas de las destellantes cimas experimento. Pero aquellos trastornos y la difi-
Nicholl, Barbicane y Michel Ardan se halla- de nieve; el verde ornamento de la vegetación, las móviles coro- cultad para respirar no eran tan grandes como
ban definitivamente encerrados en su vagón de nas de nubes. Sin embargo, el violento contraste de luz y sombra para hacer peligrar mi vida, y decidí soportarlos
metal. les confería una belleza propia. Las leyes de la estética terrestre no lo mejor posible, en la seguridad de que desapa-
¿Quién sería capaz de pintar la ansiedad universal eran aplicables allí; aquel mundo había sido formado y modelado por recerían apenas llegáramos a las capas inferio-
llegada entonces a su paroxismo? fuerzas distintas a las terrestres, operando en eones de tiempo desco- res más densas. Empero nuestra aproximación
La Luna avanzaba en un firmamento de límpida nocidos a la joven y verdeante Tierra, con sus fugaces Eras Glaciales, a la luna continuaba a una enorme velocidad, y
pureza, apagando al pasar el centelleo de las estre- sus mares alzándose y hundiéndose rápidamente, y sus cadenas de pronto me di cuenta, con alarma, de que si bien
llas. Recorría entonces la constelación de Géminis, montañas disolviéndose como brumas ante el alba. Aquí era la edad no me había engañado al suponer una atmósfera
y se hallaba casi a la mitad del camino del horizonte inconcebible —pero no muerta, pues la Luna no había vivido nunca— de densidad proporcionada a la masa del satélite,
y el cenit. No había, pues, quien no pudiese com- hasta la fecha. me había equivocado al creer que dicha densidad,
prender fácilmente que el proyectil apuntaba a su La nave en descenso quedó equilibrada casi sobre la línea divisora de la aun la más próxima a la superficie, sería capaz de
objeto, como apunta el cazador a la liebre. noche y el día; directamente debajo de ella había un caos de melladas sostener el gran peso de la barquilla del aeróstato.
Un silencio imponente y aterrador pesaba sobre toda sombras y brillantes y aislados picos que captaban la primera luz de la Así debería haber sido y en grado igual que en la
la escena. ¡Ni un soplo de viento en la Tierra! ¡Ni un lenta alba lunar. Aquél sería un espantoso lugar para intentar posarse, superficie terrestre, suponiendo la pesantez de
soplo en los pechos! Los corazones no se atrevían a incluso contando con todas las posibles ayudas electrónicas; pero esta- los cuerpos en razón de la condensación atmosfé-
palpitar. Todas las miradas convergían azoradas en la ban derivando lentamente, apartándose de él, hacia la parte nocturna rica en cada planeta. Pero no era así, sin embargo,
boca del Columbiad. de la Luna. como bien se veía por mi precipitada caída; y el
Murchison seguía con la vista la manecilla de su cro- Cuando sus ojos se acostumbraron más y más a la débil iluminación, por qué de ello sólo puede explicarse con referen-
nómetro. Apenas faltaban cuarenta segundos para el Floyd vio de pronto que la parte nocturna no estaba totalmente oscura, cia a las posibles perturbaciones geológicas a las
momento de la partida, y cada uno de ellos duraba un sino bañada por una luz fantasmal, pudiéndose ver claramente picos, cuales ya me he referido.
siglo. valles y llanuras. La Tierra, gigantesca luna para la Luna, inundaba con Sea como fuere, estaba muy cerca del planeta,
Hubo al vigésimo un estremecimiento universal, y no su resplandor el suelo de abajo. bajando a una velocidad terrible. No perdí un ins-
hubo uno solo en la multitud que no pensase que los En el panel del piloto fulguraron luces sobre las pantallas de radar, y apa- tante, pues, en tirar por la borda el lastre, luego
audaces viajeros encerrados en el proyectil contaban recieron y desaparecieron números en los señalizadores de las computa- los cuñetes de agua, el aparato condensador y la
también aquellos terribles segundos. Se escaparon gritos doras, registrando la distancia de la cercana Luna. Estaban aún a más de cámara de caucho, y por fin todo lo que contenía
aislados. mil millas cuando volvió el peso al comenzar los propulsores una suave la barquilla.
—¡Treinta y cinco! ¡Treinta y seis! ¡Treinta y siete! ¡Trein- pero constante deceleración. Parecieron transcurrir siglos en que la Luna Pero de nada me sirvió. Continuaba descendien-
ta y ocho! ¡Treinta y nueve! se expandió lentamente a través del firmamento, sumióse el Sol bajo el do a una terrible velocidad y me hallaba apenas
¡Cuarenta! ¡Fuego! horizonte, y finalmente un gigantesco cráter llenó el campo visual. El correo a media milla del suelo. Como último recurso, y
Inmediatamente, Murchison, apretando con el dedo el estaba cayendo hacia sus picos centrales... y de súbito Floyd advirtió que después de arrojar mi chaqueta, sombrero y botas,
interruptor del aparato, estableció la corriente y lanzó la junto a uno de aquellos picos, destellaba con ritmo regular una brillante luz. acabé cortando la barquilla misma, que era suma-
chispa eléctrica al fondo del Columbiad. Podía ser un faro de aeropuerto enfilado a la Tierra, y quedó con la mirada mente pesada; y así, colgado con ambas manos de
Una detonación espantosa, inaudita, sobrehumana, de la clavada en él y la garganta contraída. Era la prueba de que los hombres habían la red, tuve apenas tiempo de observar que toda la
que no hay estruendo alguno que pueda dar la más débil establecido otra posición en la Luna. región hasta donde alcanzaban mis miradas estaba
idea, ni los estallidos del rayo, ni el estrépito de las erup- El cráter se había expandido ya tanto que sus baluartes se estaban deslizando densamente poblada de pequeñas construcciones,
ciones, se produjo instantáneamente. Un haz inmenso de bajo el horizonte, y los pequeños cráteres que salpicaban su interior estaban antes de caer de cabeza en el corazón de una fan-
fuego salió de las entrañas de la tierra como de un cráter. El empezando a revelar su tamaño real. Algunos de ellos, que parecían minúscu- tástica ciudad, en el centro de una enorme multi-
suelo se levantó, y apenas hubo uno que otro espectador que los desde la lejanía en el espacio, tenían un diámetro de millas, y podrían haber tud de pequeños y feísimos seres que, en vez de
pudiera entrever un instante el proyectil hendiendo victo- engullido ciudades enteras. preocuparse en lo más mínimo por auxiliarme, se
riosamente el aire en medio de inflamados vapores. Sometida a sus controles automáticos, la nave se deslizaba abajo por el firma- quedaron como un montón de idiotas, sonriendo
mento iluminado por las estrellas, hacia aquel estéril paisaje a la luz de la grande de la manera más ridícula y mirando de reojo al

1865 y gibosa Tierra. Una voz se elevó ahora de alguna parte, sobre el silbido de los
propulsores y los punteos electrónicos que atravesaban la cabina.
globo y a mí mismo. Alejándome desdeñosamente
de ellos, alcé los ojos al cielo para contemplar la
Julio Verne, De la Tierra a la Luna. —Control Clavius a Especial 14; la entrada se realiza con exactitud. Efectúen por tierra que tan poco antes había abandonado, acaso
favor la comprobación manual del dispositivo de alunizaje, presión hidráulica e para siempre, y la vi como un enorme y sombrío
inflado de la almohadilla parachoques. escudo de bronce, de dos grados de diámetro, inmó-
El piloto oprimió diversos conmutadores, destellaron luces verdes y respondió: vil en el cielo y guarnecida en uno de sus bordes
—Verificadas todas las comprobaciones manuales. Dispositivo de alunizaje, pre- con una medialuna del oro más brillante. Imposible
sión hidráulica, parachoques O.K. descubrir la más leve señal de continentes o mares;
—Confirmado —dijeron de la Luna. el globo aparecía lleno de manchas variables, y se
El descenso continuó silenciosamente. Aunque aún había muchas comunicacio- advertían, como si fuesen fajas, las zonas tropicales
nes, todas ellas corrían a cargo de máquinas, transmitiéndose mutuamente fulgu- y ecuatoriales.
rantes impulsos binarios a una cadencia miles de veces mayor que aquella con que
sus constructores, de pensar lento, podían comunicarse.
Algunos de los picos de las montañas atalayaban ya la nave; el suelo se hallaba sola- 1835
mente a pocos miles de pies, y la luz del faro era una brillante estrella fulgurando Edgard Allan Poe, “La incomparable aventura de un
constantemente sobre un grupo de bajos edificios y extraños vehículos. En la fase tal Hans Pfaall”.
final de descenso, los propulsores parecían estar tocando alguna singular tonada;
sus intermitentes latidos verificaban el último ajuste preciso al impulso.
Bruscamente una remolineante nube de polvo lo ocultó todo, los propulsores lanza-
ron su último chorro, y la nave se meció ligeramente, como un bote de remos acunado
por una pequeña ola. Pasaron varios minutos antes de que Floyd pudiese aceptar real-
mente el silencio que ahora los envolvía y la débil gravedad que asía sus miembros.
Había efectuado, sin el menor incidente y en poco más de un día, el increíble viaje
con el que habían soñado los hombres durante dos mil años. Tras un vuelo normal,
rutinario, había alunizado.

1968
Arthur C. Clarke, 2001. Una odisea espacial.
Arte, cultura & desarrollo  3

El lugar de alunizaje 2.1. Cincuenta mil —Está bien, dejé-


no había sido elegido millas Germanas de moslo. ¿Nos dirigi-
exactamente, puesto éter nos separan del mos ahora hacia la
que un pequeño error lugar donde la isla Luna?
orbital podría produ- de Levania yace. —Sí. Por mera precaución, no acelero
demasiado; pero si todo marcha bien,
cir una gran diferencia El camino hacia ella o desde ella a este
mundo rara vez se encuentra abierto.
estaremos cerca de ella dentro de treinta
horas.
en lo tocante a la superficie lunar. Sólo podíamos Cuando está abierto, es fácil para los nues- La Luna era un desierto. Trevize observó la
estar ciertos de que sería cerca del polo norte y tros transitarlo, pero transportar humanos zona brillante iluminada por el sol que se
no en uno de los mares que parecen atractiva- es infinitamente más difícil y conlleva gran deslizaba debajo de ellos. Era un panorama
mente tranquilos, aunque son con probabilidad riesgo para la vida. No admitimos en nues- monótono de cráteres y sectores montaño-
traicioneros. De hecho, como recordarán, alu- tra compañía a apáticos, gordos o delicados. sos, y de negras sombras en contraste con la
nizamos al pie de los Alpes Lunares, no lejos del Por el contrario, elegimos aquellos que prac- luz. Había sutiles cambios de color en el suelo
cráter Platón. La tierra era áspera, pero nuestra tican las artes de la caballería o están acos- y ocasionales extensiones llanas, salpicadas de
nave y equipos habían sido diseñados de acuerdo tumbrados a viajar a las Indias, habituados a pequeños cráteres.
con estas características. subsistir a galleta, ajo, pescado seco y poco Cuando se acercaron al lado oscuro, las sombras
Y cuando se hubo apagado el estruendo que apetecibles vituallas. Nos interesan especial- se hicieron más largas y, por último, se fundie-
ensordecía nuestros oídos y éstos se fueron acos- mente las mujeres viejas y acabadas, experi- ron en una sola. Durante un rato, los picachos
tumbrando lentamente al silencio, nos paramos. mentadas a temprana edad en montar machos brillaron detrás de ellos bajo el sol, como gordas
Permanecimos unos minutos sin pronunciar pala- cabríos, escobas o raídas capas y a atravesar estrellas que resplandecían mucho más que sus
bra. El sudor me había pegado las ropas al cuerpo. inmensas extensiones de la tierra. No acepta- hermanas celestes. Después, desaparecieron y sólo
—Bien —dijo Baird al fin— Bien, aquí estamos. mos hombres de la Germania; no desdeñamos quedó en el cielo el débil resplandor de la luz de la
Se quitó las correas, tomó el micrófono y llamó a la los firmes cuerpos de los ibéricos. Tierra, que era una gran esfera de un blanco azu-
estación. Hernández y yo nos pusimos a mirar por 2.2. A pesar de la enorme distancia el viaje se lado en más de un cuarto creciente. La nave pasó
los periscopios para ver qué nos aguardaba. completa en cuatro horas como mucho. Acor- también más allá de la Tierra, la cual se hundió en el
El espectáculo era formidable. He estado en muchos damos no emprender el viaje hasta que la luna horizonte de manera que sólo quedó negrura abso-
desiertos en la Tierra, pero no brillan con tal fulgor, comience su eclipse en el lado este, dadas nues- luta debajo de ellos y, en lo alto, un cielo débilmente
no se hallan tan absolutamente despoblados ni sus tras ocupaciones. Si llegara a recobrar a su brillo salpicado de estrellas que, para Trevize, que se había
rocas son tan grandes ni sus ángulos cortan como completo mientras nos encontramos en viaje, criado en el mundo sin estrellas de Terminus, resul-
navajas de afeitar. El horizonte meridional estaba nuestra partida sería del todo inútil. Dado que la taba, todavía, bastante milagroso.
próximo, creí que podía contemplar cómo la super- oportunidad es tan fugaz, llevamos pocos seres Después, aparecieron nuevas estrellas brillantes ante
ficie se combaba a lo lejos y se hundía en una espuma humanos con nosotros, y sólo aquellos que nos ellos; primero, sólo una o dos, y después otras, agran-
de estrellas. son más devotos. Armóse entonces un grupo dándose, espesándose y fundiéndose al fin. Y al momen-
Echamos suertes. A Hernández le tocó permanecer de gente con estas condiciones y, empujándolo, to cruzaron el terminador y pasaron al lado iluminado. El
en la nave, mientras que yo tuve el privilegio de ser el levantámoslo hacia los cielos. En cada instancia sol se elevó con esplendor infernal, mientras la pantalla
primero en poner el pie sobre la Luna. Baird y yo nos el despegue golpeó al grupo de humanos como un lo esquivaba y enfocaba una panorámica del suelo del
pusimos el traje espacial y salimos por la cámara de choque intenso, ya que aullaban como si hubie- satélite.
presión intermedia. Aun en la Luna esos trajes pesan sen sido impulsados por pólvora para navegar a Trevize comprendió inmediatamente que era inútil tratar
mucho. través de mares y montañas. Fue esta razón por la de encontrar una entrada del interior habitado (si existía)
Hicimos una pausa a la sombra de la nave mirando a que desde un comienzo debieron ser dormidos con con la mera inspección ocular de aquel mundo enorme.
través de nuestras gafas protectoras. La oscuridad no era narcóticos y opiáceos. Sus miembros debieron ser Se volvió a mirar a Bliss, que estaba sentada a su lado. Ella
absoluta —había reflexión desde el suelo y las colinas—, dispuestos de manera tal que el choque fuese distri- no miraba la pantalla, sino que mantenía los ojos cerrados.
pero sí más profunda y aguda que todas las que se ven en buido entre sus extremidades y así su torso no fuese Más que sentarse en la silla, parecía haberse derrumbado
la Tierra. Detrás de nosotros las montañas eran altas y separado de sus nalgas, o su cabeza del cuerpo. Una en ella.
de formas inclementes. Delante, el suelo caía en declive, nueva dificulltad surgió: el frío extremo impedía la Trevize, preguntándose si se había dormido, dijo a media
ocráceo, lleno de asperezas y cavidades, hacia el borde de respiración. El frío fue aliviado con un poder que voz:
Platón. Donde sostenía aquel horizonte que se derrumba- traemos de nacimiento, la respiración, aplicándole —¿Detectas algo más?
ba. La luz era demasiado brillante para que yo pudiese ver esponjas humedecidas a sus narinas. Una vez que Bliss sacudió ligeramente la cabeza.
muchas estrellas. esta primera etapa del viaje ha concluido, el viaje se —No —murmuró—. Sólo fue una ligera impresión. Será mejor
Tal vez recuerde que alunizamos al ponerse el sol, cre- torna más sencillo. En ese momento expusimos sus que volvamos allí. ¿Recuerdas dónde estaba aquella región?
yendo que podríamos emprender de madrugada el regreso cuerpos al aire abierto y quitamos nuestras manos. —El ordenador lo sabe.
dos semanas después. Durante la noche la temperatura en Sus cuerpos se enrollaban, como arañas, en bolas Fue como apuntar a un blanco, oscilando a un lado y otro hasta
la Luna alcanza 250 bajo cero, pero los días son lo bastante que desplazábamos con nuestra voluntad solamen- encontrarlo. La zona en cuestión se hallaba en el hemisferio
calurosos como para asarle a uno. Y es más fácil —pues te, para que finalmente la masa corpórea pueda seguir oscuro del satélite y, excepto por el débil resplandor de la Tierra
necesita menos masa— calentar la nave con la pila que ins- viaje y llegar a destino por sus propios medios. Pero que envolvía la superficie en una fantástica penumbra gris, no se
talar un equipo de refrigeración. este impulso poco nos sirve, porque era ya demasiado distinguía nada, ni siquiera cuando las luces de la cabina-piloto se
—Bueno —dijo Baird—. Adelante. tarde. Fue entonces a través de nuestra voluntad, como apagaron para poder ver mejor.
—Adelante ¿y qué? —pregunté. he dicho, que gentilmente desplazamos los cuerpos y Pelorat se había acercado y plantado ansiosamente en el umbral.
—Pronuncia el discurso. Eres el primer hombre en la Luna. avanzamos delante de ellos a partir de ese momento —¿Hemos encontrado algo? —preguntó, en un ronco murmullo.
—Pero tú eres el capitán —repuse yo—. Ni lo sueñes, jefe… para prevenir que sufran daño alguno de estrellarse Trevize levantó una mano imponiéndole silencio. Estaba observando
Desde luego que no. duramente contra la luna. Cuando los humanos se des- a Bliss. Sabía que pasarían días antes de que la luz del sol volviese a
Probablemente habrá leído usted aquel discurso en los perió- piertan, generalmente se quejan de un cansancio en las iluminar aquel lugar de la Luna, pero también sabía que, para lo que
dicos. Se supuso que había sido improvisado, pero fue escrito extremidades, del que más tarde se recuperan lo sufi- Bliss trataba de percibir, la luz carecía de importancia.
por la esposa de un encumbrado personaje, el cual creía en sus ciente como para poder caminar. —Está allí —dijo ella.
dotes poéticas. Un vomitivo oral ¿verdad? ¡Y Baird pretendía —¿Estás segura?
que yo lo pronunciara!
—Esto es insubordinación. 1634 —Sí.
—¿Y es el único lugar?
—¿Puedo rogar al capitán que consigne en el libro de a bordo Johannes Kepler, Somnium o Astronomía Lunar. —Es el único lugar en que lo he detectado. ¿Hemos estado sobre todas
que el discurso fue pronunciado? las partes de la superficie de la Luna?
Baird soltó un taco, pero así lo hizo después. Y no olvide que lo —Sobre la mayor parte de ella.
que le estoy contando es Alto Secreto. —Entonces, es todo lo que he detectado en esa mayor parte. Ahora, la
impresión es más fuerte, como si aquello nos hubiese detectado a nosotros.

1957 Y no parece peligroso. Tengo la sensación de que nos da la bienvenida.


—¿Estás segura?
Poul Anderson, “La luz”. —Es la impresión que tengo.
—¿Podría estar fingiendo buenos sentimientos?
Bliss respondió, con un deje de altivez:
—Si fuesen simulados, lo detectaría.
Trevize murmuró algo sobre el exceso de confianza Y después dijo:
—Espero que lo que detectas sea inteligencia.
—Detecto una fuerte inteligencia. Pero... —añadió en un tono extraño.
—Pero, ¿qué?
—Silencio. No me distraigáis. Dejad que me concentre.
La última palabra no fue mas que un movimiento de los labios. Después dijo con
sorpresa débilmente regocijada.
—No es humana.

1986
Isaac Asimov, Fundación y Tierra.
4 Transatlántico

—Estamos muy adentro —dijo— Entretanto, duran- Carece de sentido


quiero decir... tal vez a un par de te mi estancia en la decirles el Nom-
mil pies o más. Luna, observé muchas bre Lunar de este
—¿Por qué?
—Por que hace más frío, y nuestras voces retumban mucho más. La
rarezas y curiosida- Hombre, o siquiera
delgadez del aire ha desaparecido totalmente, y con ella la incomodi-
dad que sentíamos en nuestros oídos y la garganta.
des que quiero relatar. si tenía un Nombre;
Yo no lo había notado, pero entonces lo noté. En primer lugar no nacen de mujeres, sino de sencillamente, era el Hombre en la
—El aire es más denso. Debemos estar a alguna profundidad... podría- hombres: se casan con hombres, y ni siquiera Luna, pero la conversación que mantu-
mos calcular hasta una milla... de la superficie de la luna. conoces la palabra “mujer”. Hasta los veinticin- vimos fue de lo más extraña: En la pri-
—Nunca pensamos que hubiera un mundo dentro de la luna. co años actúan como esposas y, a partir de esa mera visita que le hice, me preguntó si
—No. edad, como maridos. Y no quedan embarazados yo provenía del Mundo en la Luna. Mi
—¿Cómo habíamos de pensarlo? en el vientre, sino en la pantorrilla. A partir de respuesta fue no. Comenzó entonces a
—Podríamos haberlo supuesto. Lo que sucede es... que uno se acostum- la concepción, comienza a engordar la pierna; enervarse, diciéndome que había yo
bra a un radio de ideas limitado. transcurrido el tiempo, dan un corte y extraen mentido. Él sabía de dónde había veni-
Reflexionó un momento. el feto muerto, pero lo exponen al viento con la do, pues me había visto durante todo el
—Ahora —dijo— nos parece obvio. ¡Por supuesto! La luna debe ser boca abierta y le hacen vivir. A mi parecer, es de trayecto. Le dije que yo había venido AL
enormemente cavernosa, tener una atmósfera interior, y en el centro aquí de donde llegó hasta los griegos el término Mundo en la Luna, y tornéme tan hosco
de las cavernas un mar. Sabíamos que la luna tenía una gravitación “pierna de vientre”. como él. Nos tomó un buen tiempo antes
específica menor que la de la tierra; sabíamos que afuera tenía poco aire Pero voy a referirme a algo aún más sorprenden- de que podamos acordar; él aseguraba que
y poca agua; sabíamos, también, que era un planeta hermano de la tierra te. Existe allí un linaje de hombres, los llamados yo había venido de la Luna, y yo, que había
y que era inadmisible la idea de que su composición fuera diferente de la “arbóreos” que nacen del modo siguiente. Cortan venido a la Luna. Esto nos derivó a Expli-
de nuestro planeta. La deducción de que estaba agujereada, era tan clara el testículo derecho de un hombre y lo plantan en caciones, Demostraciones, Esferas, Globos,
como el día; y sin embargo, nunca habíamos percibido todo esto como un la tierra; de él brota un corpulento árbol de carne, Regiones, Atmósferas y a cientos de extra-
hecho. Keplero, por supuesto. .. semejante a un falo: tiene ramas y hojas y su fruto ños Diagramas, para llegar explicarnos. Yo
Su voz había adquirido el tono de la del hombre que, en una demostración, son bellotas, del tamaño de un codo; cuando están insistía en lo mío, ya que mi Experimento
ha descubierto una hermosa fuente de razonamientos. ya maduras, las recolectan y extraen de su interior me daba la calificación suficiente como para
—Sí —dijo— Keplero, con sus “subvolcani” tenía razón, al fin y al cabo. a los hombres. saber; lo desafié entonces a volver conmigo
—Ojalá se hubiera usted tomado la molestia de descubrir eso antes de que Además sus partes pudendas son artificiales. Algu- y así probar mi punto. Él, como un verdade-
viniéramos —dije. nos las tienen de marfil, pero los pobres las usan de ro Filósofo, erigió Cientos de Miramientos,
Nada me contestó: silbaba suavemente, para sí, mientras seguía el curso madera, y con ellas se unen y fecundan a su pare- Conjeturas, y Problemas Esféricos para Con-
de sus pensamientos. La paciencia me iba faltando. ja. frontarme. En lo que a las Demostraciones
—¿Qué piensa usted que ha sido de nuestra esfera, por último? — le pre- Tras la vejez el hombre no muere sino que, como el respecta, él las llamaba extravagancias mías.
gunté. humo, se disuelve y se convierte en aire. Su alimento Si bien diferíamos en mucho, ambos estába-
—Perdida —contestó, como alguien que contesta a una pregunta sin inte- esa para todos el mismo: encienden el fuego y asan mos seguros —e inseguros— de que ambos
rés. ranas sobre el rescoldo —pues las ranas son muy estábamos en lo correcto, y sin embargo nues-
—¿Entre las plantas? abundantes allí, y vuelan—; una vez asadas, se sien- tras posturas eran diametralmente opuestas.
—A no ser que ellos la encuentren. tan en círculo en torno a una mesa, aspiran el humo Conciliar ese equívoco resultó extremada-
—¿Y entonces? que asciende y se dan el festín. mente difícil, hasta que, sobre el final, llegó
—¿Cómo puedo saber? Así es su comida. La bebida consiste para ellos en la Demostración: la Luna, como él la llamaba,
—¡Cavor! —exclamé—; ¡lindas se van poniendo las cosas para mi sindica- aire exprimido en copa, destilando un líquido como girando su lado oscuro sobre nosotros tres días
to! el rocío. No orinan ni defecan, ni poseen siquiera el después del Cambio, mostró, con ayuda de sus
El no me contestó. orificio anal en igual lugar que nosotros; ni tampoco extraordinarios Lentes, lo que yo percibí como
—¡Buen Dios! —continué—. ¡Si uno no piensa en toda la molestia que nos los jóvenes ofrecen para el amor sus traseros, sino las ese lado que mira hacia el Sol que era todo Luna,
hemos tornado para venir a dar a este pozo! ¿Para qué hemos venido? ¿Qué corvas sobre la pantorrilla, pues en ese lugar tienen el y el resto era todo Tierra; y bien yo imaginé haber
es lo que buscamos? ¿Qué era la luna para nosotros, o nosotros para la luna? orificio. visto, o vi realmente, las majestuosas Torres de
Hemos querido demasiado; hemos avanzado demasiado. Debíamos haber Se considera hermoso en el lugar al hombre calvo y las Inmensas cuidades de la China. Luego de
emprendido primero cosas pequeñas. ¡Usted fue quien propuso venir a la luna! pelón; los melenudos, en cambio son despreciados. esto, y de un poco más de Debate, llegamos a
¡Esas celosías de Cavorita! Estoy cierto de que podíamos haberlas explotado Más a los cometas, por el contrario, los consideran her- la Conclusión, y allí acordamos el Hombre y yo,
en aplicaciones terrestres. De seguro. Comprendió usted realmente lo que yo mosos por su cabellera: había allí algunos forasteros que ambas eran Lunas, y que ambos eran Mundos,
propuse? Un cilindro de acero... que nos hablaron de ellos. Otro detalle: tienen barbas, éste una Luna para el otro y viceversa, como el Sol
—¡Tontería! —dijo Cavor. que crecen tímidamente sobre sus rodillas, y carecen entre dos espejos, que se muestran el uno al otro a
La conversación cesó. Durante un rato, Cavor se entregó a un monólogo entre- de uñas en los pies, pues todos son solípedos. Sobre las través del Reflejo, de acuerdo a la posición oblicua
cortado, sin mucha ayuda de mi parte. nalgas de cada uno crece una col de gran tamaño, a guisa o directa entre uno y otro.
—Si la encuentran —decía—, si la encuentran... ¿qué harán con ella? Esta es de cola, siempre exuberante, sin ajarse cuando caen de
una pregunta que pudiera ser la pregunta capital. De todos modos, no sabrán
manejarla: si comprendieran esa clase de cosas, desde hace largo tiempo habrían
espaldas.
De sus narices fluye una miel muy agria y, cuando traba- 1705
ido a la tierra. ¿Irían ahora? ¿Por qué no habrían de ir? Y si hubieran podido ir jan o hacen ejercicio, sudan leche por todo su cuerpo, lo Daniel Defoe, La nave lunar o anales de transac-
antes, aunque no hubieran ido, habrían enviado algo... No habrían de desperdi- que les permite elaborar queso, extendiendo sobre este ciones varias en el Mundo en la Luna.
ciar semejante posibilidad. ¡No! Pero la examinarán. Se ve con claridad que son una capa de miel. De las cebollas elaboran un aceite muy
inteligentes o investigadores. La examinarán... entrarán en ella. .. jugarán con las denso y aromático, como perfume. Tienen muchas vides
celosías... ¡Y a volar!... Lo que significará para nosotros la luna, por todo el resto productoras de agua, pues los granos de los racimos son
de nuestra vida. Extraños seres, extraños conocimientos... como el granizo y, a mi parecer, cuando sopla el viento y
—¡Lo que es por los extraños conocimientos! —dije; pero no pude continuar, agita dichas vides, es cuando cae sobre nosotros el granizo,
porque las expresiones me faltaron. al desgranarse los racimos. Usan sus vientres como alfor-
—Oiga usted, Bedford —dijo Cavor—: Usted ha venido en mi expedición por su jas, colocando en ellos los objetos de uso corriente, pues
propia y libre voluntad. pueden abrirlos y cerrarlos. No parecen encerrar intestinos
—Usted me dijo: “llámelo usted viaje de exploración.” en ellos: tan solo una espesa cabellera interior, lo que les
—Siempre hay riesgo en las exploraciones. permite albergar a los recién nacidos cuando hace frío.
—Especialmente cuando uno va desarmado sin meditar antes, sobre todas sus El vestido de los ricos es de vidrio maleable, y el de los
posibles fases. pobres es hilado de bronce, pues abunda el bronce en aque-
—¡Yo estaba tan embebido en la esfera! El proyecto, nos asaltó y nos arrastró. llas regiones y lo trabajan reblandeciéndolo en agua como
—Me asaltó a mí, querrá usted decir. la lana. En cuanto a las características de sus ojos, dudo en
—Me asaltó a mí también, tanto como a usted. ¿Cómo iba yo a pensar, cuando me hablar de ello, por temor de que me juzguen mentiroso, dado
puse a trabajar en física molecular, que la cosa iba a traerme aquí, ni a un lugar que lo increíble del relato. Ello no obstante, lo expondré. Tienen
se pareciera, a éste? los ojos desmontables, y quien lo desea puede quitárselos y
—¡Así es la maldecida ciencia! —grité— la ciencia, que es el diablo en persona. Los guardarlos hasta que necesite ver; entonces se los coloca y
sacerdotes y perseguidores de la Edad Media tenían razón y nosotros, los modernos, ve. Muchos, al perder los propios, los piden prestados a otros
estábamos equivocados. Toca usted la ciencia, y ella le ofrece dones: pero apenas y ven. Los ricos suelen tener muchos en reserva. Tienen por
los toma usted, lo hace a usted pedazos, de alguna manera. Viejas pasiones y nuevas orejas hojas de plátano, excepto los hombres-bellota; única-
armas... ¡ahora le hace perder a usted sus sentimientos religiosos; luego, sus ideas mente ellos las tienen de madera.
sociales, y, por último, le arroja a usted al desconsuelo, y la ruina! Vi también otra maravilla en el palacio real. Un enorme espejo
—¡Bueno, bueno! De nada serviría que se pusiera usted ahora a reñir conmigo. Estos está situado sobre un pozo no muy profundo. Quien desciende
seres, selenitas o como usted guste llamarles, nos han atado de pies y manos. Cual- al pozo oye todo cuanto se dice entre nosotros en la Tierra; y si
quiera que sea la disposición de ánimo con que quiera usted aceptar la situación, hay mira al espejo ve todas las ciudades y todos los pueblos, como
que aceptarla... Y la experiencia de lo que nos ha pasado demuestra que necesitamos si se alzara sobre ellos. Yo vi, a la sazón, a mi familia y a todo
toda nuestra sangre fría. mi pueblo, pero no puedo decir con certeza si ellos también me
Hizo una pausa, como si esperara mi asentimiento; pero yo me callé, malhumorado. vieron. Quien no crea que ello es así, si alguna vez va por allí en
—¡Maldita sea la ciencia! —dije. persona, sabrá que digo la verdad.

1901 Siglo II
Herbert George Wells, Los primeros hombres en la Luna. Luciano de Samosata, Relatos verídicos.
Arte, cultura & desarrollo  5

Al decimoctavo Finalmente, el amor Súbitamente,


día de haber pasa- por mi país, que poco sobre el tanque
do la isla de Tahití, a poco me iba quitan- de cemento de un
mencionada por do el gusto y la inten- rascacielos apa-
el Capitán Cook ción de haber vivido reció la luna roja.
como el lugar de donde habían saca-
do a Omai, un huracán elevó nuestro
en éste, no me dejaban Parecía un ojo de sangre despegándose de
la línea recta, y su magnitud aumentaba
barco sobre la superficie del agua, y
lo mantuvo a esa altura hasta que un
tiempo para soñar rápidamente. La ciudad, también enrojecida,
creció despacio desde el fondo de las tinie-
fresco ventarrón llenó las velas. De allí en otra cosa que en el deseo de marcharme; blas, hasta fijar la balaustrada de sus terrazas
en más viajamos a un ritmo prodigioso; pero tantas dificultades se me presentaron para en la misma altura que ocupaba la comba des-
avanzando por sobre las nubes durante ello, que me puse muy triste. Mi Demonio se dio cendiente del cielo.
seis semanas. Finalmente descubrimos cuenta de esto, y como me preguntase por qué Los planes perpendiculares de las fachadas reti-
una gran porción de tierra en el cielo, no parecía ya el mismo de siempre, yo franca- culaban de callejones escarlatas el cielo de brea. .
como una isla brillante, redonda e ilu- mente le dije la causa de mi melancolía; entonces En las murallas escalonadas, la atmósfera enrojeci-
minada, donde, atracando en el puer- él me hizo tan halagüeñas promesas para el bien da se asentaba como una neblina de sangre. Parecía
to más conveniente, hicimos tierra y de mi retorno, que en sus manos dejé por entero que debía verse aparecer sobre la terraza más alta
pronto descubrimos que se encontraba mi confianza. Di aviso al Consejo, que me envió un terrible dios de hierro con el vientre troquelado de
habitada. Debajo nuestro veíamos otra a llamar y me hizo prestar juramento de que en llamas y las mejillas abultadas de gula carnicera.
Tierra, que contenía ciudades, monta- nuestro mundo contaría las cosas que había visto No se percibía ningún sonido, como si por efecto de la
ñas, ríos, mares, etc. Supusimos que era en el de la Luna. Seguidamente se me dieron mis luz bermeja la gente se hubiera vuelto sorda.
el mundo que habíamos dejado atrás. Allí pasaportes, y mi Demonio, que me había provisto Las sombras caían inmensas, pesadas, cortadas tangencial-
vimos figuras cabalgando sobre buitres de de las cosas necesarias para tan grande viaje, me mente por guillotinas monstruosas, sobre los seres huma-
inmensas proporciones; cada uno de ellos preguntó en qué lugar de la Tierra quería yo arribar. nos en marcha, tan numerosos que hombro con hombro y
tenía tres cabezas. Para que se hagan una Yo le dije que la mayor parte de los jóvenes acauda- pecho con pecho colmaban las calles del principio al fin.
idea de la magnitud de estas aves, debo lados de París se proponían en seguida hacer un viaje Los hierros y las cornisas proyectaban a distinta altura rayas
informaros que cada ala es seis veces el a Roma, pensando que nada después de esto había negras paralelas a la profundidad de la atmósfera bermeja. Los
largo de las velas de nuestra embarcación, que ver ni que nada tan hermoso pudiese hacerse. Y altos vitriales refulgían como láminas de hielo tras de las que se
que carga unas seiscientas toneladas. Como le añadí que en vista de esto mucho le encarecía el que desemparva un incendio.
les decía, en lugar de montar caballos, como aprobase que yo siguiera el ejemplo de esos jóvenes. A la claridad terrible y silenciosa era difícil discernir los rostros
lo hacemos en este mundo, los habitantes de “Pero —proseguí— decidme en qué máquina hare- femeninos de los masculinos. Todos parecían igualados y ensom-
la luna (porque recién entonces nos dimos mos el viaje y cuál sea el encargo que quiere hacerme brecidos por la angustia del esfuerzo que realizaban, con los maxila-
cuenta que estábamos en Madame Luna) el matemático que nos habló el otro día de unir este res apretados y los párpados entrecerrados. Muchos se humedecían
vuelan por allí en esas aves. El Rey, más tarde globo con el mío”. “Del matemático no os fiéis —me los labios con la lengua, pues los afiebraba la sed. Otros con gestos de
nos enteramos, se encontraba en guerra con dijo él—, que es hombre de mucho prometer y de muy sonámbulos pegaban la boca al frío del cilindro de los buzones, o al
el Sol, y me ofreció el comando de una de sus poco cumplir. En cuanto a la máquina que ha de lleva- rectangular respiradero de los transformadores de las canalizaciones
tropas, honor que debí declinar. Todas las ros no es otra que la que os sirvió de carruaje para venir eléctricas, y el sudor corría en gotas gruesas por todas las frentes.
cosas de este mundo son de una extraordinaria hasta la corte”. “¿Pero cómo es posible? ¿El aire será sufi- De la luna, fijada en un cielo más negro que la brea, se desprendía una
magnitud, una simple mosca tiene el tamaño de cientemente sólido para sostener vuestros pasos como la sangrienta y pastosa emanación de matadero.
una de nuestras ovejas: en la guerra, una de las tierra los soporta? No creo que esto sea posible”. “Es una
principales armas son los rabanitos; los arrojan
como si fuesen dardos. Aquellos que sufren heri-
cosa muy rara que vos creáis y no creáis al mismo tiempo.
¡Vamos! ¿Por qué los brujos de vuestro mundo, que van por 1933
das de rabanitos mueren al instante. Sus escudos el aire y conducen ejércitos, granizadas, nevadas, lluvias Roberto Arlt, “La luna roja”.
están hechos con hongos, y sus dardos, cuando y otros meteoros semejantes de una a otra región, han de
no es temporada de rabanitos, son las puntas de tener más poder que nosotros? Sed, sed más crédulo en mí,
los espárragos. Se puede ver deambular por allí os lo ruego”. “Es verdad. He recibido de vos tantos favo-
a algunos de los nativos de la estrella Sirius, el res como los recibieron Sócrates y tantos otros por quienes
comercio los lleva a tamaños paseos de compras, vos habéis tenido amistad, que debo confiarme a vos y lo
sus caras son como de mastines, pero alargadas, hago abandonándome de todo corazón a vuestra voluntad”.
y sus ojos se ubican cerca del final o la punta de la Apenas acabé yo de decir estas palabras cuando se levantó
nariz. No tienen párpados, pero cubren sus ojos como un torbellino sujetándome entre sus brazos: de este
con la parte final de sus lenguas cuando duermen; modo me hizo pasar sin incomodidad todo ese grande espacio
suelen medir alrededor de seis metros. En cuanto a que nuestros astrónomos sitúan entre nuestro mundo y el de
los selenitas, ninguno mide menos de once metros. la Luna, travesía en que no tardamos más de día y medio; lo
No pueden ser llamados de la especie humana, pero cual me hizo conocer la mentira que dicen quienes afirman que
los animales cocineros, ya que, como nosotros, todo una muela de molino tardaría trescientos sesenta y tantos años
lo que comen lo cocinan al fuego, no pierden tiempo en caer desde el Cielo, puesto que nosotros invertimos tan poco
en la ingesta; abren su costado izquierdo y allí depo- tiempo en caer desde el globo de la Luna hasta éste. Finalmente,
sitan la comida en su estómago de una sola vez, y la al comenzar nuestra segunda jornada me di cuenta de que me
cierran nuevamente hasta el mismo día del próximo acercaba a nuestro mundo. Ya iba yo distinguiendo Europa de
mes. No son golosos, ya que nunca se permiten comer África y éstas de Asia, cuando sentí el vaho del azufre que veía
más de doce veces al año, es decir, una vez por mes. salir de una muy alta montaña: esto me espantó tanto que me des-
Exceptuando a los golosos y a los sibaritas, todo el vanecí. Yo no puedo contaros lo que luego me pasó; pero cuando
mundo debe preferir su método al nuestro. recobré el sentido me encontré envuelto entre nieblas sobre la
pendiente de una colina, entre varios pastores que hablaban el

1785 italiano. Yo no sabía qué había sido de mi Demonio y pregunté a los


pastores si acaso le habían visto. Me contestaron haciendo la señal
Rudolph Erich Raspe, Las sorprendentes aventuras del de la cruz y me miraron aterrados como si fuese yo el mismísimo
Barón Munchausen. demonio. Pero como yo les dijese que era cristiano y les rogase por
caridad que me condujesen a algún sitio donde pudiese descansar,
me acompañaron hasta un pueblecito que distaba de allí una milla,
en el cual, y apenas hube llegado, todos los perros, desde los más
pequeños lanuditos hasta los mastines, se tiraron sobre mí, y me
hubiesen devorado si no tuviese yo la fortuna de encontrar una casa
donde me recogí. Pero esto no impidió que los perros prosiguiesen
en su alboroto, de suerte que el dueño de la casa ya me miraba con
malos ojos; y creo que, dado el escrúpulo con que la gente del pue-
blo considera estos accidentes como malos augurios, este hombre me
hubiese abandonado como presa de aquellos animales si yo no hubiese
advertido que la razón que los perros tenían para encarnizarse de tal
modo contra mí era la de venir de donde venía, pues como ellos tenían
la costumbre de ladrar a la Luna, notaban que yo venía de allí y que olía
todavía a Luna, como los que luego que salen del mar todavía conservan
algún tiempo el olor de la sal y el aire marinos. Para librarme de este mal
aire me puse en una terraza y me sometí a la acción del Sol durante tres
o cuatro horas; pasadas las cuales bajé, y los perros, como ya no sintiesen
Los textos fueron
en mí el olor que los había hecho mis enemigos, no me ladraron más y se
seleccionados por
volvieron cada uno a su casa.
Nora Avaro. Sebastián
Bier tradujo los
1650 fragmentos de Kepler,
Defoe y Raspe.
Cyrano de Bergerac, Historia cómica de los Estados e Imperios de la Luna.
6 Transatlántico

—Madrid, tenemos un problema


Agencia EFE

L
Pablo Francescutti

La archiconocida frase empleada por la tripulación del Apolo XIII para siempre contarían con una base orientada a la Luna, Marte o el Sol”, me
informar de un serio aprieto al cuartel general de la NASA (“Houston, cuenta mi anfitrión, arrellanado en el sofá de un living carente de para-
we’ve got a problem”), en realidad fue captada primero por una base fernalia espacial (maquetas de cohetes, fotos dedicadas de astronautas,
próxima a Madrid, y de allí transmitida a California, y luego recién a diplomas…), esas cosas que siempre demanda un fotógrafo deseoso de
Houston (Texas). Esa prioridad fue el resultado de circunstancias que hacer un retrato en contexto. Será porque Ruiz de Gopegui no necesita
le valieron a España un puesto de primera fila en la carrera espacial. de ningún tipo de memorabilia: a punto de cumplir 80 años de edad,
Para quienes desde chicos nos resignamos a la idea de que el espacio mantiene bien viva en su cabeza la historia de la carrera lunar.
era un coto privado de las superpotencias, el dato resulta sorprenden- “Marruecos también disfrutaba de coordenadas geográficas simi-
te. Para mí, que aquella madrugada de julio de 1969 viví el alunizaje lares”, prosigue, “pero la falta de infraestructuras y de personal téc-
con la ñata contra el televisor —la primera transmisión vía satélite nico que hablase inglés llevó a la NASA a decantarse por España”.
de nuestra TV—, se trataba de una de esas hazañas tecnológicas que Si bien el primer equipo directivo de las flamantes instalaciones era
nunca se alcanzan; una proeza en la que sin embargo los españoles estadounidense en su totalidad, el acuerdo de cooperación contenía
participaron de lleno. una cláusula que preveía la sustitución del personal foráneo por sus
¿Quién, en la teleplatea argentina, iba a barruntar que las imáge- homólogos españoles. Fue la oportunidad de oro para Ruiz de Gope-
nes de la magnífica desolación del paisaje selenita que se dibujaban gui, que acababa de regresar de una estancia de postgrado en Estados
borrosas en la pantalla del Philips, habían pasado previamente por los Unidos con un máster en Telecomunicaciones bajo el brazo. Una vez
monitores de la estación que la NASA tenía en Fresnedillas de la Oliva, contratado junto con varios cientos de sus compatriotas, fue asignado
a 58 kilómetros al noroeste de Madrid? Me figuro que casi nadie tenía a la nueva base que la agencia espacial planeaba abrir en el país, Fres-
noticia de que sus potentes antenas se alternaban en turnos de ocho nedillas (conocida por los iniciados como Madrid Apollo). Sucedía que,
horas con las de las bases gemelas de Canberra (Australia) y Goldstone conforme mejoraba el alcance de las antenas, la estación de Canarias
(California), con el cometido de garantizar la comunicación ininterrum- fue complementada por otras emplazadas en la Península, cercanas a
pida con los astronautas. Sin la vigilancia exhaustiva de sus marcadores aeropuertos y nodos de comunicaciones (vale decir, Madrid).
vitales y de las miles de señales provenientes del sinfín de controles e Así fue cómo en 1964 se construyó la estación de apoyo de Robledo
indicadores del cohete Saturno y de las naves que viajarían durante de Chavela, con el propósito de garantizar el contacto con la sonda
diez días, no se habría garantizado su seguridad ni el éxito del vuelo. Mariner 4, la misma que acabaría definitivamente con el mito de los
La incorporación de Fresnedillas a la Red de Espacio Profundo de la “canales marcianos” al mostrar con fotografías que se trataba de meros
NASA se produjo en el marco “de los acuerdos de cooperación cientí- accidentes orográficos. Y en 1966 entró en operaciones la de Cebreros
fica firmados entre Estados Unidos y España”, recuerda Luis Ruiz de (Ávila), para reforzar el seguimiento continuo de las naves enviadas al
El autor nació en Gopegui, el ingeniero español que dirigió la Red en los días álgidos del planeta rojo.
Rosario en 1961. Vive Programa Apolo. ¿Y por qué aquí y no en otro país? “España se encon- Las dos primeras se localizan en la sierra madrileña, en medio de
en Madrid, donde traba cerca de la trayectoria que siguen los cohetes lanzados desde sendos circos de montañas: anillos de paredes abruptas que las aís-
ejerce el periodismo Florida; de ahí que la primera estación de control se instalase en las lan del barullo electromagnético generado por la capital española. En
especializado en islas Canarias”, me explica en su departamento madrileño, adonde he aquellos tiempos el protagonismo lo acaparó Fresnedillas. A “la Dino”
ciencia y medio acudido para escuchar su vivencia del alunizaje. —la antena principal— le cupo el honor de recibir las señales de las
ambiente, y la docencia Otro tanto hicieron los de la NASA en Australia. “Querían que la misiones Apolo. Toda la información en uno y otro sentido pasaba
y la investigación comunicación con sus vehículos no se viese interrumpida cuando, por ella. “Las constantes vitales de los astronautas, su respiración, su
en la Universidad debido a la rotación del globo terráqueo, el centro de control en Esta- pulso, aparecían en nuestras pantallas, y nuestro trabajo consistía en
Rey Juan Carlos. dos Unidos se encontrase del otro lado del planeta. De esa manera depurar las señales de ruidos y remitirlas por satélite a California”,

Todas las obras pertenecen a la exposición Bienvenidos a la luna coordinada por Max Cachimba. Desde el 28 de marzo hasta el 26 de abril, de 15 a 20 en las Galerías del CCPE.

Andrea Ostera, Sin título, 2009, Claudia del Río, La luna hace lamparitas en la tierra, Constanza Alberione, Vos y yo, un loco, 2009, Daniel García, Moon explorer, 2009, David Nahon y Antonio Valiente, Tony el Francisco Garamona, Sombras
impresión sobre vinilo, 2009, lamapritas, cable, dimer, medidas variables. instalación pintura, medidas variables. (boceto), acrílico sobre lienzo, valiente, 2009, fotocopia impresión inkjet, lunares en la aldea de Cheng, 2009,
100 x 100 cm. 200 x 150 cm. 150 x 150 cm. collage, 20,9 x 34 cm.
Arte, cultura & desarrollo  7

Aunque casi ignota, pero gracias a ciertas ventajas geográficas, la


base de Fresnedillas de la Oliva, a unos pocos kilómetros de la capital
española, jugó un rol protagónico en las distintas misiones de la
NASA durante la carrera espacial. El ingeniero Luis Ruiz de Gopegui,
asignado a esa base durante los días del Programa Apolo, controló
la señal de las naves, las depuró, las retransmitió a EEUU y pudo
comprobar, en las pantallas terráqueas de 1969, cómo se aceleró el
pulso de Neil Armstrong en el momento histórico del alunizaje.
Fragmento de un diagrama de plano de vuelo de las tareas del Apolo XI, contiene información acerca de cuándo se tenían que realizar ciertos procedimientos.

recuerda Ruiz de Gopegui. A menudo el satélite no funcionaba y “nos sobre un gran pedrusco y patinasen, provocando una caída que estro- No todo era sofisticada modernidad. Las bases coexistían con la
telefoneaban desde Estados Unidos a través del cable submarino para pease el aparato”, evoca Gopegui. Neil Armstrong se hizo con el piloto España de cerrado y sacristía, y cuando se cruzaban se producían
que les diéramos verbalmente los datos biomédicos”. En virtud de esa manual y, valiéndose de los motores de aterrizaje, sobrevoló la zona curiosos efectos ópticos y sonoros. El 31 de enero de 1971, por ejem-
conexión privilegiada, las estaciones de la sierra se atiborraron de en busca de un lugar lo más llano posible. “Entonces desde Houston plo, los técnicos iban en coche a Fresnedillas para entrar en contac-
periodistas, que obtenían allí información de lo que estaba pasando al le advirtieron: ‘Te quedan 30 segundos de combustible, 29 segundos, to con el Apolo XIV, que acababa de despegar de Cabo Cañaveral,
mismo tiempo que sus colegas acreditados en Houston. 28… 11 segundos, ¡aterriza ya!’. Vimos cómo el ritmo cardiaco de Arms- cuando les cortó el paso la procesión de la Virgen de la Candelaria.
¿Las señales circulaban sin encriptar? “Sí, todas las comunicaciones trong subía de 70 a 80, 90, 95 pulsaciones por minuto. Contuvimos Quedaron inmovilizados hasta que en la multitud alguien gritó: “¡Hay
de la carrera espacial se realizaron sin codificar”, me confirma. “Los la respiración, unos instantes interminables, y finalmente el Eagle se que dejarlos pasar! ¡Son de la Base! ¡Son los hombres de la Luna!”, se
soviéticos podían interceptar los mensajes de las naves estadouni- posó en suelo firme.” acuerda José Manuel Grandela, jefe de operaciones de la estación. El
denses y viceversa. No tenía sentido encriptar datos que en pocos días La siguiente fase crítica fue el retorno. Toda la tecnología utilizada clamor hizo que un agente de la Guardia Civil, tras parlamentar con el
serían descifrados”. Que el trasiego de información entre los vehículos en el descenso había sido probada con éxito por las sondas anteriores, párroco y el alcalde, les encarase diciéndoles: “Me dicen que ustedes
Apolo y la NASA fuese de público conocimiento aporta una evidencia no así el motor de despegue. Si fallaba los astronautas se quedarían pertenecen a la Base Americana, y que los astronautas pueden correr
más en contra de las teorías paranoicas que insisten en que el alunizaje varados en el Mar de la Tranquilidad, con oxígeno para unas pocas peligro si no llegan a la Base a tiempo. Por esa razón se va a detener un
nunca existió. “Al menor traspié de su adversario, Moscú lo habría horas. Entonces sobrevendría el fin en vivo y en directo, porque todo momento la procesión para abrirles paso y que puedan cumplir con
ventilado a los cuatro vientos”, argumenta el ex director de los cen- estaba siendo transmitido por televisión a la Tierra. “Las pulsaciones su importante responsabilidad”. Y en el gentío se hizo un hueco por el
tros españoles de la NASA, quien últimamente se ha visto obligado de Armstrong llegaron a 150, y eso que tenía unos nervios de acero. Por que los coches pasaron mientras les señalaban exclamando: “¡Son los
a dar reiterada fe de que la caminata lunar de Neil Armstrong sí tuvo fortuna, el motor no los dejó en la estacada”, dice Gopegui. hombres de la Luna!”.
lugar. “Todo fue público, no podía haber secretos. Las trayectorias del Otro momento de infarto lo representó el fallo del Apolo XIII del 11 En cualquier caso, el salto gigante para la humanidad le supuso a
Columbia y la posición del módulo Eagle eran visibles a los radiote- de abril de 1970. Una explosión destrozó un tanque de oxígeno y parte Ruiz de Gopegui la gran experiencia profesional de su vida, y a España,
lescopios. Esos observatorios pudieron ver cómo poco antes del alu- del sistema de suministro eléctrico. A Fresnedillas le tocó captar en “una oportunidad excepcional para formar a centenares de técnicos e
nizaje llegaba a la Luna la sonda soviética Lunik 15”, agrega. Creer en su turno de guardia la dramática frase del astronauta James Lowell. ingenieros en lo más avanzado de la tecnología aeroespacial, informá-
semejante conspiración exigiría dar por ciertas no sólo la complicidad “Nos tuvo tres días en vilo”, recuerda Gopegui: los tres días que duró el tica y de telecomunicaciones. La posición privilegiada de la que ha dis-
de las instituciones estadounidenses, sino también la del Kremlin, de retorno en condiciones penosísimas marcadas por la falta de oxígeno frutado España en la Agencia Espacial Europea desde su incorporación
los astrónomos del mundo entero, de los cientos de españoles y austra- y electricidad. En la base madrileña veían con desesperación cómo los es el claro dividendo del aprendizaje realizado por sus especialistas en
lianos adscritos a las bases y de Gopegui inclusive. Dar crédito a la tesis monitores mostraban un chorro de burbujas escapando del exterior las bases de la NASA”.
de los incrédulos demanda un formidable ejercicio de credulidad. del módulo de servicio, a la vez que indicaban que se les acababa el Hoy sólo están operativas las instalaciones de Robledo de Chavela,
A Fresnedillas le tocó dar apoyo a una etapa del alunizaje, junto con oxígeno. El accidente tuvo un desenlace afortunado… por los pelos. gestionadas a medias con el Instituto Nacional de Técnica Aeronáuti-
Robledo de Chavela. Hubo varios episodios críticos: “el primero suce- Vistos en retrospectiva, los éxitos del Programa Apolo parecen ca. Conozco el sitio; he ido varias veces a cubrir las ruedas de prensa
dió cuando la computadora de a bordo dio la alarma encendiendo con haberse debido en buena medida a un azar favorable. Ruiz de Gopegui ofrecidas por la NASA con motivo de alguna de sus hazañas en el Sis-
luces rojas el panel de manos y Armstrong, muy preocupado, se puso comparte esa impresión: “Sin lugar a dudas, los americanos tuvieron tema Solar. Al llegar se ven, asomando entre riscos, arbustos y ovejas
a preparar los pasos para abortar la misión y retornar a la Tierra sin mucha suerte, a diferencia de los soviéticos, a los que una sucesión de dispersas en las laderas pedregosas, seis enormes antenas parabólicas
haber pisado la Luna. Afortunadamente, de Houston vino enseguida la fatalidades dejó fuera de competición. En esos momentos no éramos cuyos diámetros van de setenta a once metros. La de treinta y cua-
tranquilizadora aclaración de que se trataba de un error informático”, conscientes de los riesgos existentes; los de la NASA nos decían que el tro metros es la vieja “Dino”, traída de Fresnedillas cuando se cerró
continúa mi interlocutor. alunizaje contaba con noventa por ciento de posibilidades de éxito y la Base. A diferencia de Ruiz de Gopegui, a ella no la han jubilado; y
Los sustos no acabaron ahí: como el módulo Eagle se desvió varios sólo diez de fracaso; pero años más tarde tuve oportunidad de hablar ahí la tenemos, abocada con las demás al seguimiento de satélites,
kilómetros del sitio prefijado, de pronto los astronautas se vieron des- personalmente con los astronautas y me confesaron que manejaban transbordadores espaciales, todoterrenos marcianos, sondas en viaje
cendiendo sobre un montón de rocas, en vez de hacerlo en una planicie otros porcentajes: treinta por ciento de posibilidades de éxito y setenta a los confines cósmicos… en suma: a asegurar a España un mirador de
despejada. “Existía el riesgo de que las patas del módulo se posasen de fracaso”. privilegio en la exploración del universo.

Fabricio Caiazza (faca), Personajes, 2009, dibujo, Franco Vico / Luis Rodríguez, El peregrino, Inne Martino, Do the evolution (Baby!), 2008, Juan Grela, La luna, 1967, Juan Lima, Naturaleza muerta lunar (homenaje a Jorge Martínez Ramseyer,
díptico 100 x 100 cm c.u. 2009, foto- montaje digital backlight, fotografía digital, 130 cm de ancho. xilografía coloreada, 43 x 64 cm. Morandi), 2008, objeto, 57 x 50 x 25 cm. Nocturno, 1998, óleo, 40 x 60 cm.
díptico 100 cm de diámetro c.u. Colección Hugo Páez
8 Transatlántico

La Luna po
Arte, cultura & desarrollo  9

or televisión
El primer alunizaje fue también el fin de muchas historias
de ciencia ficción y el principio de teorías conspirativas que
subsisten a cuarenta años de la misión del Apolo XI. ¿Qué hay
de la verdad que se esconde en esas teorías, centradas todas
en el espectáculo mediático que supuso aquella hazaña?

Pablo Makovsky de uso doméstico. Juntos alcanzarán lo que consi- Alfa pierden todo contacto con el planeta luego de la quesinas de unas bases misilísticas en la estratós-
dero la apoteosis de todas las fantasías del hombre a explosión) y, por lo tanto, la Luna deje de ser la Luna fera y un campamento montado en la Luna como si
finales del siglo veinte: la transformación de la rea- y se convierta en una nave espacial. fuera el residuo de una colonia abandonada antes
“Primero, creo que esta nación debe comprome- lidad en un estudio de televisión, en el que podemos Por otro lado, con la pérdida del lazo con la Tierra, de nacer.
terse para llegar a la meta, antes de que termine desempeñar al mismo tiempo los papeles de público, por el cual la Luna y la gente de la base Alfa queda
esta década, de colocar un hombre en la Luna y productor y estrella”. en todo sentido “descentrada”, se pierde también el El resplandor
hacerlo volver a salvo a la Tierra. Ningún otro Al contrario de lo que sucede con la genética, espíritu colonizador con el que arrancó la carrera
proyecto espacial durante este período será una ciencia hacia “el interior” —para continuar espacial. Está aquella mala película de Peter Hyams, Capricor-
más deslumbrante para la humanidad o más con los argumentos de Ballard—, la astronomía y nio Uno (1978), con Elliott Gould y James Brolin, en la
importante en el largo espectro de la explora- sus carreras espaciales, lejos de azuzar el misterio, La era civil que la CIA y la Nasa falsean un aterrizaje en Marte,
ción espacial; y ninguno será tan difícil o costo- lo disuelven: cuando Neil Armstrong descendió por basada, claro, en las teorías conspirativas que asegu-
so de concretar” la escalerilla del Apolo XI y dijo aquello del paso del La llegada del hombre a la Luna, mucho más que raban que el primer alunizaje había sido filmado en
hombre y el de la humanidad silenció varias historias la solitaria travesía de Yuri Gagarin en el año 1961, un set de televisión montado en el desierto de Ari-
John Fitzgerald Kennedy, de ciencia ficción. Es que, a condición de no llegar, inauguraría, según los augurios del presidente Ken- zona. Y está el falso documental (“mockumentary”)
en el Congreso de EEUU, 25 de mayo de 1961. el hombre había estado siempre en la Luna, Micro- nedy, una nueva era. Cosa que de algún modo resultó Dark Side of the Moon, una producción francesa diri-
megas, Peter Schlemil y otros personajes clásicos no cierta en sus consecuencias tecnológicas, sociales y gida por William Karel y puesta al aire en 2002 con
necesitaron naves para llegar, sino un estado parti- políticas. Pero fue una era política, civil, en el más el título Opération Lune, que no niega que el hombre
Si se introduce “moontruth” en el buscador de cular del alma, el corazón o la mente. La Luna, como prosaico y profano sentido del término, una era a la haya llegado a la Luna, sólo postula que las imáge-
YouTube saltarán tres o cuatro videos en blanco y señaló Roger Caillois en aquel librito que la editorial que se invocó en el gran salón del Congreso estado- nes que el planeta vio en vivo por televisión habían
negro. En uno de ellos vemos a Neil Armstrong des- Sudamericana publicó en 1970, Imágenes, imágenes, unidense cuando Kennedy (otro infeliz privilegiado sido trucadas en un estudio de filmación y que su
cendiendo por la escalerita del Apolo XI al tiempo nunca perteneció al espacio exterior, sino al paisaje del espectáculo mediático) dio su apoyo al proyecto director era nada menos que Stanley Kubrick, quien
que su voz, fritada por la transmisión desde la Luna, terrestre, a los escenarios de la Tierra. Era una para- Apolo. había cumplido ya con la sentencia de nuestro poeta
blande la célebre frase: “Un pequeño paso para el doja previsible que a cuarenta años de aquel hito la “Tras echar un rápido vistazo al cielo —escribió Conrado Nalé Roxlo cuando se enteró de la epopeya
hombre y un…” Pero entonces, en el horizonte de respuesta de Google a “el hombre en la Luna” sean Ballard en Vogue—, la gente dio media vuelta y vol- lunar: “Es el triunfo de la historieta”, dijo entonces.
la Luna, allá donde el espacio es un cielo negro que incontables entradas sobre la teoría conspirativa. Si vió a entrar en su casa. Incluso los actuales vuelos Roxlo insinuaba que el Apolo XI no descubriría más
seguramente corona la Tierra, se desploma una bate- en algún punto esa teoría roza el mito, ese mito debe- de prueba del transbordador espacial Enterprise de lo que ya habían descubierto Buck Rogers y otros
ría de luces, y aparece un técnico con las corbatitas ría, veladamente, señalar una verdad. Y la verdad es —llamado, por desgracia, como la nave espacial de héroes de las viñetas. Karel, con entrevistas descon-
finitas de los años 60, la camisa blanca y los lentes de que la tal teoría viene a decirnos que sí, que lo que Star Trek—, parecen poco más que un subproducto textualizadas a Henry Kissinger, Donald Rumsfeld,
entonces. Y luego otro técnico, y la voz del supuesto hubo fue un inmenso set de televisión, pero que no enclenque de una fantasía televisiva. Cada vez más, Alexander Haig, Buzz Aldrin (quien montaba la
astronauta que dice: “Tendremos que empezar de estuvo montado en Arizona, sino en todo el mundo los programas espaciales se han convertido en la últi- bandera estadounidense en el primer campamento
nuevo”. (el mundo de Vietnam, el de la guerra interminable ma antigualla del siglo veinte, tan grandioso pero tan lunar) y la viuda de Kubrick, va tras los rastros físi-
El sitio promocionado en el video ofrece varias de Medio Oriente). Como decía un viejo vaquero en anticuados como los clípers que transportaban té o la cos del estudio donde se filmó el primer alunizaje y
ofertas vía Amazon para comprar algo así como la Un tiro en la noche, el célebre film de John Ford de locomotora a vapor”. sostiene lo que ya postulamos en estas líneas: que
historia de la conspiración que engañó al mundo con 1962: “Cuando la verdad viene a destruir el mito en En otras palabras, y escarbando un poco en nues- lo importante, antes que el éxito de la misión lunar,
la llegada del hombre a la Luna en julio de 1969. Nada el oeste elegimos el mito”. tro humilde argumento, la llegada del hombre a la era su efecto mediático.
de eso sería cierto. Todo se habría grabado en un set Luna inauguró una nueva era en el llano de la histo- El falso documental de Karel cosechó el elogio y
montado en el desierto de Arizona. Hace poco más de Descentrados ria, pero no significó la creación de un nuevo calen- el consentimiento de quienes vieron en su artificio
un año la Nasa encargó una encuesta y un once por dario. la confirmación de la teoría de Jean Baudrillard
ciento de norteamericanos estuvieron de acuerdo El 4 de septiembre de 1975 la televisión británica sobre la “híper-realidad”. Curioso que el filósofo
en que el alunizaje es un fraude. Bill Kaysing, Ralph puso al aire Space: 1999, que un año más tarde se El vértigo francés que declaró que la (primera) guerra del
René o Bart Winfield Sibrel, todos de dudoso pasa- conocería en Argentina como Cosmos: 1999, protago- Golfo (1991) no había existido porque fue cegada
do por alguna oficina cercana a la agencia espacial, nizada por Martin Landau y Barbara Bain y escrita y La ficción de Cosmos: 1999, en este sentido, es escla- a los medios, recuperara de repente y en 2002,
lideran la teoría de la conspiración. Sus pruebas (los producida por Gerry y Sylvia Anderson, los creadores recedora: con la Luna salida de la órbita terrestre y casi un año después de los ataques a las Torres
tambaleantes testimonios de un alto oficial retirado de las series Thunderbirds, Capitán Escarlata y UFO, convertida en astronave, con su propuesta liminar Gemelas el 11 de septiembre de 2001, el crédito
en Minnesota, un científico de una universidad de entre otras. La serie, que volvió a emitirse a fines de del tiempo (es el 1999 pero del año 1975; no el 2000, de una película fabricada en base a los delirios
Utah o un taxista de Orlando) pueden llegar a desilu- los 90 en Inglaterra por la BBC2, retomaba la fábula no el siglo por venir, sino el eterno presente de la más corrientes de los norteamericanos que ven
sionar tanto como la noticia verdadera: la llegada del lunar justo donde la había dejado Neil Armstrong inminencia, de algo que se salió del almanaque y del en el Estado una afrenta a su religión personal.
hombre a la Luna cuarenta años después. o, para ser más precisos, donde la había dejado las espacio), el relato venía a enseñar otro lugar y otro En “Luna nueva”, el poema de Alan Sillitoe
El Programa Apolo, que partió de la promesa elec- pisadas de Eugene Cernan, el astronauta del Apolo tiempo para la fabulación lunar. traducido por Mirta Rosenberg y seleccionado
toral de John Fitzgerald Kennedy en 1960, después de XVII que fue el último hombre en pisar la superficie Si bien las historias y la iconografía de Cosmos: 1999 por ella y por Liliana García Carril para esta edi-
que los rusos pusieran en el espacio a la perra Laika, de la Luna el 19 de diciembre de 1972. no tienen siempre la más feliz de las resoluciones (los ción de Transatlántico, el poeta dice: “Desde
consistía primero en llevar a un hombre a la Luna y Algo tienen en común Cosmos: 1999 y acaso una de capítulos emitidos en las dos temporadas que van que los hombres plantaron banderas/ chillonas
traerlo de vuelta a salvo; luego, en ganar la carrera las mejores novelas de ciencia ficción sobre la Luna desde 1975 a 1978 trepan con dificultad las cimas de sobre su secreta geología/ y enviaron cámaras
espacial y misilística. Sus logros tuvieron acaso resul- (motivo también de una película de los 50): Destina- la serie Viaje a las estrellas o los diseños del film 2001, para explorar todos sus rincones,/ la luna se ha
tados más extensos en el segundo punto. “El interés tion Moon, de Robert A. Heinlein, en la que el satélite Odisea en el espacio, de 1968), su planteo original vuelto lesbiana;// ahora se la ve más brillante
público por los vuelos espaciales de los años sesenta terrestre es una cárcel planetaria. En Cosmos: 1999 devuelve a la ciencia al terreno del vértigo. Como en su hambre de mujer/ y con toda determi-
—escribió J.G. Ballard en Vogue, en 1977— rara vez los habitantes de la base lunar Alfa son también pri- escribió Caillois en el librito citado: “El relato de anti- nación ha hecho de la Vía Láctea/ su amante:
sobrepasó la tibia moderación (piénsese, por con- sioneros en el satélite luego de que una explosión de cipación refleja la angustia de una época que tiene la tierra ya no le interesa”. No es otra cosa lo
traste, en nuestro enorme compromiso emocional residuos nucleares despidiera a la Luna de su órbita miedo ante los progresos de la teoría y la técnica. La que plantea Cosmos: 1999, una Luna otra
con la muerte del presidente Kennedy y la guerra de y convirtiera a la gente de la base en navegantes ines- ciencia, al cesar de representar una protección contra vez ajena y lejana, con navegantes que
Vietnam), y los efectos en la vida cotidiana han sido perados de un enorme objeto celeste a la deriva. lo inimaginable, aparece cada vez más como un vérti- no pertenecen al futuro ni al pasado,
prácticamente nulos”. Ya entonces Ballard, que sos- Es decir, Gerry y Sylvia Anderson devuelven a la go que nos precipita en él”. De hecho, las fantasías del sino que han sido desplazados en el
tuvo desde siempre que la ciencia ficción debía mirar Luna al espacio, la quitan de la esfera terrestre y la siglo en torno a la ciencia se escurrieron en las espe- tiempo y el espacio por lo mismo
antes el espacio “interior” que el exterior, puso el convierten en un bólido de fantasía. culaciones sobre la biogenética, la realidad virtual o que la Luna trajo desde siem-
acento en lo que el espectáculo del primer alunizaje Resulta por lo menos sintomático que en el uni- la biopolítica que son, dicho sea de paso, el sustrato pre en la inminencia de su
—la televisión transmitiendo en vivo al mundo ente- verso de Cosmos: 1999, para que funcione como fic- de las series de televisión actuales como Lost, Frin- resplandor.
ro— venía a anunciar: “Han empezado a aparecer en ción —en el sentido de crear un mundo y dotarlo de ge o 24. La carrera espacial ha aportado hasta
escena unos mecanismos mucho más sofisticados, misterio—, deba desaparecer la Tierra como escena ahora las mar-
sobre todo los videojuegos y los microordenadores (los tripulantes de la base
10 Transatlántico

Promesas Desde los científicos de Birmingham que


a fines del siglo XVIII, reunidos en su

de la Luna
Sociedad Lunar, proyectaron todo tipo de
avances tecnológicos, hasta las diversas
tripulaciones que en el XX caminaron la
superficie del satélite, la afición lunática dio
origen a grandes emprendimientos que, en
la fabulación de mundos extraordinarios,
provocaron, aunque imperceptibles, cambios
radicales en la vida cotidiana.

C
Alejandro Polanco Masa

Cuatro décadas es un tiempo escaso, hablando en términos conseguir. Olvidemos la política, la estrategia militar y la pura mejores condiciones que en la Tierra. La Luna atraerá mine-
históricos, pero para una vida humana supone una parte propaganda. Enviar tripulaciones de seres humanos a la Luna, ros, deseosos de explotar, por ejemplo, las ingentes reservas
importante de toda la existencia. El tiempo que nos separa gracias a seis exitosos viajes, con el gran riesgo que eso supu- de helio-3 presentes en la superficie selenita, un elemento tan
desde que el primer habitante de la Tierra pisara el polvo lunar so, superando accidentes como el sufrido por el Apolo XIII, escaso en nuestro mundo como vital para las futuras centrales
en julio de 1969, ha sido testigo de cambios críticos en gran sirvió de mucho. Se aprendieron lecciones que, de otro modo, de fusión nuclear. Y, cómo no, aunque todavía quede quien
número de ámbitos, sobre todo tecnológicos. Ah pero, ¿dónde nunca hubieran siquiera sido supuestas. El ingente esfuerzo sigue negando la realidad de los vuelos Apolo —cosa que, de
están los transbordadores lunares que con tanto acierto mos- que supuso el desarrollo del programa Apolo, con los célebres ser cierta, hubiera encantado a los soviéticos pues ellos mis-
traron Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke en 2001 una Odisea vectores Saturno V y toda la tecnología ideada para cumplir mos intentaron realizarlos y fracasaron— muchas personas
del Espacio? ¿Qué ha sido de los ambiciosos planes para con- el sueño de Kennedy, impulsaron la industria de los Estados comunes podrán ir y venir de la Tierra a la Luna.
quistar nuestro único satélite natural? Es más, ¿acaso sirvió Unidos durante gran parte de estos cuarenta años. No se trató Viajar entre Europa y América supuso un verdadero desafío
El autor nació en toda la aventura de los Apolo para algo realmente útil? de gastar dinero sin sentido, el retorno en forma de productos, durante siglos, desde el sufrido periplo de Colón en 1492. Hoy,
Palencia (España) en Sí, puede parecer que cuatro décadas debería haber sido empleo y beneficios económicos ha sido tal que, de no haberse surcamos el Atlántico sin siquiera pensar en los viejos nave-
1975. Escribe sobre tiempo más que suficiente para que la exploración del espa- apostado por la gran aventura, hoy las cosas en muchos ámbi- gantes y en los peligros que tuvieron que superar. El equiva-
historia de la ciencia cio ofreciera más frutos, más allá de ruinosas flotas de trans- tos habrían sido diferentes. En nuestras casas disponemos de lente futuro de nuestros vuelos oceánicos serán los transbor-
y la tecnología en bordadores y una estación espacial muy cara y con un futuro artilugios surgidos de la mente de ingenieros y científicos que dadores lunares. Puede que la cronología de la ciencia ficción
Revista de Arqueología bastante sombrío. Ahora bien, esas cuatro décadas no son más se vieron en la necesidad de dotar a los vehículos Apolo de más optimista vaya con retraso, pero sin duda es algo que tiene
e Historia de Iberia que un guiño en la historia y, si miramos atrás, el desarrollo de técnicas novedosas. Piénsese en ello, por ejemplo, cada vez que suceder, porque no se trata más que de seguir el curso
Vieja, entre otras. las grandes gestas suele necesitar más tiempo, siglos incluso. que utilicemos en la cocina una sartén antiadherente, pues el natural de nuestra naturaleza expansiva. Entonces, llegará el
Es editor del blog No cabe duda que esa compañera de la noche, espejo en el teflón con el que está fabricada surgió del esfuerzo espacial. tiempo en que, en la cara oculta de nuestro vecino, se instalen
Tecnología Obsoleta que rebotan los cálidos rayos solares, inspiración para poetas Medítese, igualmente, en la gran cantidad de avances médicos grandes observatorios astronómicos aprovechando la conca-
(http://www.alpoma. y músicos, volverá a ser visitada y, esta vez, para algo más que que poseemos gracias a este gran proyecto cósmico, desde vidad de algunos cráteres y, al abrigo de la radiación solar y
net/tecob premio 20 dejar unas cuantas huellas y recoger valiosas muestras cientí- marcapasos avanzados a termómetros infrarrojos. terrestre, podremos otear los cielos buscando otras tierras en
Minutos al mejor blog ficas. La Luna, el complemento ideal del planeta azul, guarda La aventura no ha hecho más que comenzar. La Luna guar- lejanos sistemas estelares.
científico 2005) y La muchos secretos y, también, gran número de oportunidades. da en su seno multitud de lugares interesantes por su utilidad
Cartoteca (http:// Dejando de lado la carrera espacial, paralela a la carrera futura. Más allá de servir de inspiración para poetas y enamo- Loteo sideral
www.alpoma.net/ armamentista de la Guerra Fría, hubo muchos motivos para rados, llegará el día en que la Luna será contemplada como
carto), dedicado a la decidir viajar a la Luna. Podía haberse arreglado el asunto sim- una parte más de nuestro mundo, algo así como una extensión La Luna, nuestra compañera de viaje, animó la propia revolu-
cartografía. En 2003 plemente enviando sondas automáticas, capaces de recoger de nuestros dominios. Gracias a sus favorables condiciones ción que dio vida a la tecnología que ha servido para hollar su
publicó el libro Herejes muestras para traerlas a nuestro planeta, pero las verdaderas de baja gravedad, resultará el lugar ideal sobre el que instalar superficie. Ese espejo de plata cósmico, inmaculado hasta que
de la Ciencia. (Ed. aventuras precisan de un componente humano que los robots, centros de ocio y turismo, muchos ancianos desearán viajar Galileo dirigió su telescopio hacia sus montañas y cicatrices
Corona Borealis). por mucha figura de androide que se les quiera dar, no pueden allí para alargar sus vidas y disfrutar de sus últimos años en de impacto, supuesto mundo en el que moraban los antiguos

Todas las obras pertenecen a la exposición Bienvenidos a la luna coordinada por Max Cachimba. Desde el 28 de marzo hasta el 26 de abril, de 15 a 20 en las Galerías del CCPE.

Luciano Ominetti, Bienvenidos a la luna, Mariana Tellería, Dibujo hombre lobo, Max Cachimba, Festín Lunático, 2008, serie Michele Siquot, La cara de la luna y Mosquil, Balistic Bongo, 2009, tinta sobre Olaf Ladousse, Doo Rag 59, 2008, banda
2009, dibujos, medidas variables. 2009, objeto, medidas hombre lobo de imágenes, pinturas, dibujos, collage, otros descubrimientos domésticos, 2009, papel, 80 x 40 cm. sonora de instrumentos electrónicos
promedio. medidas variables. instalación, 120 x 70cm. realizados con objeto y juguetes.
Arte, cultura & desarrollo  11

selenitas, sirvió para inspirar a los resueltos personajes que se retomando el esfuerzo abandonado a principios de los años desde siempre. Sobre ella, casi como si se tratara de un tributo
reunían a finales del siglo XVIII en un caserón de Birmingham. setenta. Como en un círculo en el tiempo, los turbopropulso- contemporáneo siguiendo los comportamientos ancestrales,
Bajo el sonoro nombre de Círculo Lunar, diversas mentes apa- res de los Saturno renacen, se vuelven a revisar los planos del hemos depositado reliquias a modo de obras de arte. Además
sionadas con el futuro, el progreso, la ciencia y la tecnología, Skylab, de los módulos lunares y de todas las viejas propuestas de su carga tecnológica, los astronautas de las naves Apolo
celebraban cenas seguidas de tertulias emocionantes. Fue así de los gabinetes de diseño espacial. Ahora sí, volveremos, pero portaron presentes diversos. David Scott, tripulante del Apolo
como, el último día del año 1775, durante una de las cenas, los esta vez para quedarnos. XV, depositó en la Luna una placa sobre la que se grabó el
autodenominados lunáticos dieron forma a un club exclusivo, Los primeros pasos serán tímidos, peligrosos, pero con el nombre de varios astronautas y cosmonautas fallecidos duran-
único, memorable: La Sociedad Lunar de Birmingham, cuyos tiempo la Luna se convertirá en objeto de deseo. Sabemos te misiones espaciales. A su lado, colocó una pequeña figura de
miembros recorrían los caminos nocturnos iluminados por lo que sucederá a continuación, la historia nos lo enseña, a aluminio de apenas ocho centímetros de tamaño. Se trata de
Selene para reunirse en el caserón. Los encuentros allí cele- la oportunidad le sigue el conflicto. Lejos de infantiles pre- un regalo de la Tierra a nuestra compañera de la noche, una
brados, en medio de un ambiente de libertad absoluta, dieron tensiones sobre propiedades en la Luna compradas a través obra de arte que sigue allá arriba, esperando el regresos de los
forma a muchas ideas entonces sorprendentes. La Revolución de imaginarios certificados en Internet, un recurso de lo más humanos, un minúsculo muñeco que con el título El astronau-
Industrial estaba naciendo, el mundo tal y como lo conocemos romántico como regalo para enamorados, el potencial que ta caído, imaginado por el artista belga Paul Van Hoeydonck,
estaba tomando forma. Y, así, imaginando y soñando con un ofrece nuestro satélite en múltiples campos es tal que será sirve de homenaje a todos aquellos que arriesgaron sus vidas
futuro de prosperidad, lunáticos como James Watt, padre de la necesario redactar todo un nuevo cuerpo legislativo para para que el sueño lunar fuera una realidad.
tecnología de vapor, el astrónomo William Herschel, Erasmus regular su uso y, cómo no, su propiedad. Aunque en el año En las clásicas misiones Apolo, mientras dos miembros de
Darwin, Matthew Boulton, Samuel Galton y, entre muchos 1967 se firmó un tratado en la ONU en el que se prohibía el cada tripulación descendían sobre la Luna, un tercero quedaba
otros, Benjamin Franklin vía epistolar, buscaron inspiración registro como propiedad de cualquier región más allá de la orbitando a bordo del módulo de mando, esperando el regreso
en la Luna para preparar el triunfo de la ciencia y la técnica Tierra, todos sabemos que, llegado el verdadero momento de del módulo lunar. Stuart Roosa, piloto del módulo Kitti Hawk,
que, doscientos años más tarde, facilitó la construcción de los la conquista, ese documento pasará a ser papel mojado. Una en la misión Apolo XIV, fue uno de aquellos pacientes astron-
navíos de metal capaces de surcar los vacíos abismos entre los cosa es soñar, gritar a los cuatro vientos que la Luna pertenece autas que no llegó a pisar el polvo lunar. El astronauta, que en
dos mundos. a toda la humanidad y, otra muy distinta, será la de poner de su juventud había trabajado como guarda forestal, recibió el
Las diversas tripulaciones que han pisado la Luna han acuerdo a todos los jugadores en la partida, estadouniden- encargo del Servicio Forestal de los Estados Unidos para llevar
dejado su huella allí, no sólo gracias a sus botas y sus pasos, ses, europeos, rusos, chinos, japoneses o indios. Una vez que a las cercanías de la Luna cuatrocientas cincuenta semillas de
sino también a sus experimentos sísmicos y espejos láser para las naves mineras hayan alunizado, se pedirá la concesión de varias especies de árboles de la Tierra. A su regreso, las “semi-
medición precisa de la distancia a la Tierra; pero, sobre todo, explotaciones. No será ahora, ni dentro de veinte años pero, llas lunares”, como fueron conocidas, se distribuyeron por
han alimentado nuestro conocimiento del satélite más que sin duda, la Luna verá conflictos territoriales a lo largo del diversas partes del mundo a modo de símbolo de la aventura
cualquier otro sabio lo haya hecho anteriormente, puesto que siglo XXII. Antes de ello, como preámbulo, será la Tierra la espacial y como recuerdo de que, unidos, podemos llegar muy
las muestras de roca depositadas en laboratorios de todo el que vea repetirse la historia a través de las previsibles pugnas lejos. Hoy, muchas de aquellas semillas se han convertido en
mundo han abierto todo un nuevo campo de conocimiento. por los grandes recursos, ahora casi vírgenes, del Ártico o la grandes árboles que, desde muchos rincones de la Tierra, pare-
Al igual que los lunáticos durante sus memorables cenas, tam- Antártida. De cómo nos comportemos en esos dos campos de cen querer extender sus ramas al lejano lugar celeste donde,
bién los ingenieros del programa Apolo soñaron con multitud experimentación, aprenderemos o, más bien, repetiremos los hace casi cuatro décadas, tuvieron ocasión de viajar.
de aplicaciones y nuevas expediciones que, lamentablemente, errores en el futuro, en la Luna e incluso más allá, en Marte. Como a esas ramas, a muchos de nosotros la Luna nos sigue
no fueron llevadas a cabo. Gusanos lunares, algo así como llamando, nos requiere, desea nuestro regreso, somos los nue-
gigantescos tubos presurizados con movimientos similares Selenautas vos lunáticos, los que soñamos con un futuro en el que haya-
a los de una lombriz, surgieron en los gabinetes de diseño a mos extendido, en paz, nuestro destino hacia otros mundos.
modo de vehículos exploradores de los desiertos selenitas. Se Arañaremos su superficie, viviremos en ella, incluso iremos El primer paso, volver a la Luna para explorar sus misterios,
imaginaron varios módulos Apolo unidos para formar naves de vacaciones más allá del espacio circunterrestre y, siempre como esos intrigantes fenómenos en forma de nubes rojizas
capaces de llevar visitantes humanos a la alta atmósfera de como espectadora inerte, la Luna seguirá prestando servicio y luminiscentes que, a veces, son captados por telescopios
Venus, estaciones espaciales dormitando en algún punto de a la humanidad. Si no fuera por su existencia, el ángulo de terrestres sobre su superficie. En la expectativa de las grandes
Lagrange formadas por los gigantescos cascarones vacíos de inclinación terrestre y su comportamiento orbital alrededor misiones, como la nacida en el seno del proyecto Constella-
multitud de cohetes Saturno V. Todo ello era imaginario, pero del Sol, serían diferentes. Es, precisamente, la existencia de tion, hay quien no puede esperar y lanza retos para volver
la fantasía alimenta la realidad. Los lunáticos soñaron con esa enorme masa que es la Luna, jugando alrededor de nuestro allá arriba, aunque sea a través de robots. A la llamada han
un mundo en el que las máquinas de vapor facilitaran todo mundo de forma constante, lo que mantiene estable nuestra acudido nuevas naciones, chinos, japoneses o indios espe-
tipo de tareas, en una época en la que apenas había nacido órbita dentro de ciertos parámetros indispensables. De ella ran grandes cosas de la Luna. Un nuevo imperio de la Tierra,
esa tecnología. Los ingenieros de los Apolo también soñaron depende el nacimiento de las estaciones del año en la Tierra, conocido como Google, hace ya muchos meses lanzó su reto
con un futuro cercano en el que todo aquello que dibujaran al igual que guarda un papel importante en el desarrollo de lunar para la formación de equipos encaminados a enviar un
terminaría surcando el cosmos. Los primeros consiguieron las mareas. Si la Luna no existiera, se producirían cambios pequeño vehículo al satélite. El reto lunar de Google es sólo el
que su sueño se hiciera realidad al cabo de varias décadas, caóticos en la oblicuidad terrestre a lo largo del tiempo. Sin el primer paso para que, más allá de la decisión de las agencias
los segundos van en camino de cumplirlo. Hoy, cuando se papel estabilizador de su satélite, la vida en la Tierra tendría espaciales, la iniciativa privada también tome partido en esta
dice adiós a los transbordadores espaciales, proyectos como que enfrentarse a cambios muy peligrosos. aventura. Así, dentro de no mucho tiempo, a las 31.260 pala-
el Constellation están haciendo que la vieja tecnología que nos Puede que este papel vital que juega la Luna sobre la Tierra, bras que ocupan las transcripciones de las conversaciones
llevó a la Luna, junto con un más innovador arsenal técnico, su labor a la hora de mantener un entorno cósmico con cier- por radio entre Neil Armstrong y la Tierra, se unirán las de
den vida a una nueva aventura lunar. La NASA pretende, en ta estabilidad que facilite a las criaturas terrestres el medrar muchos otros selenautas, tal y como ya forman parte de la
este nuevo esfuerzo, de sarrollar una flota de naves espacia- con cierta calma a lo largo de eones, haya sido intuido duran- historia las frases y conversaciones grabadas por el resto de
les con la que enviar de nuevo misiones tripuladas a la Luna, te siglos por nuestros antepasados. La Luna ha sido adorada las tripulaciones Apolo.

Raúl D’Amelio, Media noche, 2009, fotografía San Poggio, 2009, performance Sebastián Pinciroli, Batman, 2009, impresión Sergio Kern, Luna en el río, 2009, digital, Silvia Lenardón, El globo, 2009, Virginia Negri, Mucho+q’vos (y
directa intervenida, 100 x 150 cm. + disfraz + panfletos para digital, 120 x 80 cm. 120 x 90 cm. tinta y lapicer de gel sobre papel, yo.), instalación, 2009, medidas
inauguración. 30 x 21 cm. variables.
12 Transatlántico

Las fases de la Luna


Ya se trate de viajes imposibles o de certezas científicas, las fascinaciones
lunares, incluso después de la Gran Llegada, perviven en la pintura, la fotografía
y el cine. Y pueden rastrearse en las distintas imágenes que, simbólicas o
hiperrealistas, oscuras o luminosas, positivistas o líricas, orbitan una y otra vez
alrededor del satélite.

L
Estrella de Diego

Luna nueva puede oír todo lo que se dice en la tierra, en


nuestro país, y si uno mira al espejo, ve todas
Debe ser cierto que, como cuenta Ariosto en las ciudades y todos los pueblos como si estu-
su fabulosa obra Orlando furioso, todo lo que viera en medio de ellos. Entonces pude yo ver
se extravía en la Tierra —los suspiros de los a mis amigos y toda mi patria, pero no puedo
amantes, el tiempo derrochado por los juga- decir con certeza si también ellos me veían a
dores, las horas malgastadas de los perezosos, mí. Quien no crea que esto es así, si algún día
los deseos vanos…— termina en la Luna, a su va en persona por allá, se enterará de que digo
manera gran espejo de los acontecimientos la verdad.”
telúricos, pues como dijera Calvino parafra- Luna presente en las cartografías celestes
seando los versos del poeta italiano del 1500: y plasmada en las visiones universalizantes
“En el universo jamás se pierde nada”. de la artista e intelectual de la Edad Media
Por eso, tal vez, veneramos la Luna, la Hildegarda de Bingen ; Luna de las visiones
imaginamos; la vigilamos desde la ventana y la ciencia de esa época a la cual pertenece,
y desde el objetivo del telescopio. Por eso o circular e implacable, poseedora del univer-
porque de todos los astros es la más cercana so completo y las constelaciones. Usada la
y la más visible, satélite cerquísima, más con- 3 5
Luna con discreción inusitada en la época del
tundente que la estrellas, más única, con vida listas, igual que la de la Ciudad petrificada de Orlando, incluso por pintores de la oscuridad tein parecía inamovible. Al final, es ilusorio
propia y con historia particular. Y por eso la Max Ernst [2], —redonda, perfecta y dorada por excelencia, Paolo Uccello en sus batallas justificar o comprobar la veracidad del marco
cantan los versos y la pintan los pintores, la como un sol—, copia o realidad de un viaje por de luces nocturnas —Luna nueva—, y Piero de referencia, éste sirve sólo para establecer
describen las leyendas, cambiante, plateada, Angkor cuando, tras el abandono de Gala para della Francesca para las noches en vela de los límites dentro de los cuales tiene lugar
oculta, misteriosa, inapresable a lo largo de fugarse con el Paul Éluard, su marido —vaya Constantino, en el cual la luz plata de la Luna la demostración. Cualquier marco puede ser
los siglos: Luna lunar. absurdo final para una historia moderna—, se se ofusca entre lo cálido de la antorcha, invi- aceptable y, por lo tanto, puede haber infinitas
Omnipresente en el firmamento, así con- vio obligado a seguir —si lo prosiguió— el tra- sible a su vez. Pues debe estar la Luna cerca; certezas dependiendo del marco elegido. En el
tigua, la Luna ha condensado desde tiempos yecto solo. O las lunas de René Magritte, tan debe estar aun cuando no se vea: cuando hay momento de escribir el libro, la imposibilidad
inmemoriales fantasías que con frecuencia amante de las escenas crepusculares, men- noche hay Luna, brillante a veces, invisible de llegar a la Luna era cierta porque el marco
se acumulan en torno a aquello que, en apa- guantes, crecientes, entre árboles. Superficie otra; persiguiéndonos. estaba descrito de una determinada manera;
riencia próximo y casi posible de tocar con las lunar infinita y satinada, una luz tenue y firme, E ir a la Luna también para salir de la Tierra. algunos años más tarde la posibilidad de llegar
puntas de los dedos, termina por convertirse la de Yves Tanguy, cuyos paisajes metafísicos, Soñar con mirar la Tierra desde fuera, desde a la Luna era cierta también, ya que el nuevo
en inaccesible, pretexto para infinitas quime- desiertos de luz fría, recuerdan a la superficie lejos, para describirla como la cuenta el mapa. marco se había descrito a partir de unas nue-
ras de ciencia ficción y nostalgias de infinito. lunar como se construye en La mujer en la Se imagina a Mercator leyendo, repasando, vas proposiciones.
¡Alcanzar la Luna! Luna de Fritz Lang [3], quien en su film clá- anotando, desentrañando el futuro —porque Sin embargo, no es el marco de referen-
sico de 1929 toma imágenes que recuerdan cia lo que interesa a este relato, sino la per-
a las fotografías del viaje al Polo de Ernest vivencia de las fascinaciones lunares incluso
Shackleton, quizás porque los desiertos y las después de transformado el mismo. La Luna
tierras vastas y nevadas terminan por pare- seguía siendo una pasión en la segunda mitad
cerse tanto. Lunas de cine que dejaban de ser del XX y no sólo en las obsesiones hacia lo
románticas —las que cantaban los poetas y extraterrestre epitomizadas por el cine y los
reproducían las postales cursis para enamora- comics del momento, sino en el propio deseo
dos— y se hacían precisas, positivistas, fábri- de conocer el espacio que empezaba a vislum-
cas de ingenios con mucho de verosimilitud, brarse en las primeras misiones y que se plas-
remedo de las fascinaciones científicas de la ma en la portada de la revista Time que Eduar-
época y hasta de las que las habían precedido, do Paolozzi, fascinado por el mundo moderno
fotos desde un telescopio como la tomada por y sus retales, toma para un collage irónico de
Lewis Rutherfurd en Nueva York en marzo de 1952. El espacio se iba transformando en un
1865, donde se mostraban las rugosidades que lugar donde la Luna no era el bello astro can-
la gran pantalla trasladaría luego a sus juegos tado por el romántico Giacomo Leopardi en el
de ciencia ficción. Canto nocturno de un pastor errante en Asia,
Aunque sería en ese mismo año de 1929 recuerda Carlos García Gual, y comenzaba a
1 cuando Luis Buñuel acabaría para siempre 4 presentarse como un icono de la modernidad
Por eso la increpa el perro de Joan Miró en con el halo romántico de la Luna: Luna corta- de eso se trata un poco al fin—. Soñar cómo y el progreso.
Perro ladrando a la Luna [1], pintado en 1926: da por la nube, ojo cortado por la cuchilla. Esa podría ser ese mundo desde arriba. Y más arri- Otro artista inglés, Richard Hamilton,
reclama a la Luna la devolución de lo apro- siempre recordada cuchilla anuncia una nueva ba incluso que arriba. Desde fuera, desde la tomaba así el espacio como parte de su tan
piado. Cuánto les gusta a los surrealistas la visión, un modo de mirar que quiere romper Luna, incluso, como Francis Godwin, quizás conocida obra ¿Qué hace a los hogares...? [5]
Luna, quién sabe si por lo que de romántico con las metáforas del XIX, pero presagia a un el precursor del propio Jonathan Swift en el El retazo que aparece como techo del hogar
pervive en ellos, por esa pasión suya hacia las tiempo un ojo de mujer que abre el inicio de un siglo XVII, lo imaginó en el texto Aventuras de hoy, tan atractivo y diferente, es una ima-
nocturnidades de Edgard Allan Poe. Se trata, conflicto masculino/femenino, clara alusión a de Domingo González en su extraño viaje al gen de la Tierra vista desde un satélite como
en su caso también como en los nocturnos la castración como pérdida de la visión, tal y mundo lunar. Ante los ojos del protagonista se recortada de una publicación del momento.
del XIX, de un aliento casi lúgubre, de trance, como se presenta en Freud y Lacan asociada van apareciendo “manchas en forma de pera” Tampoco ahora ha dejado la Luna de for-
oscuridad del alma, precipicio —tenía razón al fetichismo. Si el ojo no viera, no existiría el y no tiene duda de que “se trata del continente mar parte del imaginario, se diría incluso que
Goethe cuando dijo que a las ciudades se llega dolor, la ansiedad, la pérdida. africano”; y se aparece después “una mancha pasado el alunizaje de hace ahora cuarenta
siempre de noche—; Luna nueva y trágica la También el perro de Miró anda mirando en forma de huevo, como la América dibujada años, vuelve a mirarse con ojos asombrados.
que pinta Victor Hugo en su dibujo El burgo a y reclama a la Luna lo robado. Y se vuelve la en nuestros mapas.” ¡Llegar a la Luna! De este modo, cuando en 1996 Kiki Smith es
la luz de la Luna. Luna entonces —menguante— remedo del invitada al entonces recién estrenado LeRoy
Y a veces lunas retóricas las de los surrea- perro, un poco su reflejo y su doble, ansia de Luna llena Neiman Center for Print Studies en la univer-
hombres lobo que décadas antes, en plena era
romántica, le pedían piedad o vértigo al caer Y llegaron. Pero si el contexto cambia de una
la noche. No falta nada en la escena nocturna, cultura a otra, cambia también de una época a
la más curiosa de las muchas lunas que pinta otra y el caso de la llegada a la Luna, retomado
el artista mallorquín: la escalera, escala con a lo largo del escrito de Ludwig Wittgenstein
aspiraciones celestiales de Bizancio o Babel, Sobre la certeza, acaba por ser un ejemplo
refleja una ilusión antigua. ¡Tocar la Luna! excelente para confirmar lo efímero de la cer-
Porque se trata de una obsesión tempra- teza sobre todo en el territorio de la ciencia
nísima, incluso del siglo II, cuando Luciano que se deseaba inexpugnable: sé que no he
de Samósata inaugura la saga de los grandes estado en la Luna, porque nadie ha estado en
viajes imaginarios hacia el astro blanco, pro- la Luna y las leyes físicas no permiten aceptar
nunciando una idea muy próxima a la que que se puede ir a la Luna, afirma Wittgenstein
será más tarde desarrollada por Ariosto, la a principios de los 50.
Luna, cierta prolongación de la Tierra: “Y aún Sea como fuere, menos de veinte años des-
contemplé otra maravilla en el palacio real, pués el ser humano pisaba la Luna, colocaba
un espejo muy grande en la boca de un pozo allí su bandera —o eso dicen— y terminaba
2 no muy hondo. Si uno va y desciende al pozo con una certeza que en tiempos de Wittgens- 6
Arte, cultura & desarrollo  13

Una Luna
moderna
sidad de Columbia, se pone manos a la obra.
No hace mucho se ha tropezado con una serie Mezcla de espíritu decadente con visos de cabaret,
de fotografías de la Luna tomadas en el siglo
XIX desde el observatorio de Harvard y se ha
quedado absorta, recuerda Wendy Weitman
el Pierrot Lunaire de Arnold Schoenberg desvía
en el texto para el catálogo de la muestra cele-
brada en el MoMA en 2003. Son fotos que ani- para siempre la tradición del nocturno romántico
man a imaginar mundos diferentes y en conti-
nua transformación, fotos misteriosas donde
el cuerpo astral tiene cierto regusto a territo-
y le otorga un nuevo carácter, ahora un poco
rio del ensueño, el mismo que hizo perder la
cabeza a Georges Méliès [6] en la película más histérico y melancólico, donde la parodia prima
fabulosa de la historia del primer cine, con su
rostro juguetón atravesado por un telescopio; por sobre la devoción.
naturaleza en constante metamorfosis que
une el éter con las profundidades del océano
en aquella mítica caída libre del mago del cine:
una nave espacial, primitiva y premonitoria,
que se precipita de regreso a la Tierra.
Smith pregunta si hay un telescopio en

E
Columbia y una noche de enero de 1997, fría
como son las noches invernales en Nueva
York, con el cielo cegado de oscuridad, deci- Pablo Gianera
de tomar unas nuevas instantáneas de la Luna
con la máquina pegada al telescopio. Después, En 1815, Franz Schubert compuso la canción la traducción al alemán de Otto Erich Hartle- decir, cinco ejecutantes para ocho instrumen-
se va hasta Coney Island y atrapa las olas del “An den Mond” (“A la luna”) sobre un poema ben, que más que traducir reescribió el origi- tos. La formación era novedosa (se la conoce
mar con la cámara panorámica. homónimo de Johann Wolfgang Goethe. Se nal y dejó una versión superior al modelo. La ahora como “quinteto pierrot”) y Schoenberg
No tardarán en reunirse las dos imágenes, trata de un poema que se resiste a la música, moderada novedad de los poemas de Giraud y la administra con inteligencia: únicamente en
el reflejo de la metamorfosis, los dos instantes no tanto por la superstición de una presun- Hartleben consistía en la combinación de una la última miniatura, “O alter Duft”, aparece el
de esa naturaleza sorprendente. Marea [7], de ta música verbal, sino porque las peripecias forma rigurosa y cierta libertad en el asunto. conjunto completo; en las piezas restantes,
1998, es un artefacto prodigioso compuesto emocionales del texto chocan con la regula- Es sorprendente que algo de esa conjunción se explotan diversas combinatorias tímbricas,
por una sucesión de trece fotograbados de ridad de las estrofas. Con un sencillo, pero perviva en la música, sobre todo teniendo en sin contar que en ciertos casos, por ejemplo
oportunamente cambiante, acompañamiento cuenta la indiferencia de Schoenberg hacia en la pieza nº 4 (“Eine blasse Wäscherin”), la
en el piano, Schubert consiguió un pequeño los textos puestos en música; indiferencia que voz queda en un segundo plano, restringida
milagro en esta canción romántica y aisló tres quedó al desnudo cuando el propio composi- a la función de acompañante del grupo. La
motivos: la luna, la corriente de un río y el tor explicó que sabía de memoria muchos lie- movilidad tímbrica se corresponde con un
amigo, que en realidad coinciden, si se piensa der de Schubert pero ignoraba de qué “habla- trabajo contrapuntístico que remite, por un
que la luna misma puede ser un amigo. “Feliz ban” sencillamente porque nunca había pres- lado a la herencia de Johann Sebastian Bach
quien se cierra/ al mundo sin odio”, dice el tado atención a la letra. y, por el otro, a los polifonistas holandeses.
texto de Goethe para referirse a quien “vaga- Es indudable que el atematismo de las Esto resulta evidente, por ejemplo, en la
bundea de noche en el laberinto del pecho”. obras anteriores del compositor, consecuen- nº 8 (“Nacht”), una Passacaglia nocturnal que
Noventa y siete años después, cuando cia en parte de las fundamentales Piezas para funciona de introducción a la segunda parte
Arnold Schoenberg estrenó en 1912 su Pie- piano opus 11 que inauguraron el atonalismo y que es un compendio magistral de desarro-
rrot Lunaire, sobre versos del belga Albert libre, se ajustó como un guante al imaginario llo motívico. O la nº 18 (“Der Mondfleck”, “La
Giraud, la luna ya no se aclimataba con faci- de Giraud y encontró en Pierrot una consuma- mancha lunar”), en la que a Pierrot no con-
lidad a la intimidad de la canción de cámara. ción radiante, en la que se insinúan ya algunos sigue limpiarse la mancha blanca de la luna
Ese romanticismo no resultaba del todo ajeno principios de organización de sus obras poste- de su chaqueta negra. Acaso Pierrot fuera un
a Schoenberg. Su opus 15, Das Buch der hän- riores. La contradicción entre rigor y libertad vidrio azogado, condenado a absorber y refle-
genden Garten (El libro de los jardines colgan- es aquí una fuerza productiva. Programática- jar sus rayos, pero incapaz de verse la espal-
7 tes) con poemas de Stefan George, de 1908, mente, Schoenberg consigue en cierto sentido da, a menos que lo hiciera justamente en un
trece lunas llenas —las que hay a lo largo de era todavía una prolongación de la tradición un milagro semejante al de los poemas: aco- espejo. Así, por lo menos, parece entenderlo
un año— que se pliegan como un acordeón y romántica de Schubert y Robert Schumann, y modar un estilo de completa libertad armóni- la música, en la medida en que presenta esa
en cuya base, de papel japonés, ha litografiado concluía con una noche “encapotada y sofo- ca y tonal a una serie de formas tradicionales. relación especular de manera musical bajo la
la imagen continua de las olas. En ese drama cante”, sin luna. Acerca de estas quince piezas El refinamiento, la microscopía psicológica forma de un canon “en espejo” ente el piccolo
implícito entre lo roto y lo compacto, en la para voz y piano con textos de George, el com- de Schoenberg en esta obra resultan todavía y el clarinete, por un lado, y el violín y el chelo,
sensación de temporalidad que invade la obra positor hizo una observación crucial: “Por pri- pasmosos. por el otro.
de Kiki Smith como un presagio denso, descri- mera vez, me acerqué a un ideal de expresión Pierrot está organizado como un ciclo de Cada pieza proyecta entonces un color
be certera la esencia misma de la Luna, aque- y de forma que había tenido en mente durante tres partes de siete poemas cada una: “Tres individual; y la luna, finalmente, parece tener
llo que se escapa cada vez, que está y no está. muchos años; pero, llegado a ese punto, me veces siete poemas del Pierrot Lunaire de muchos más colores de los que creíamos.
Paso, pasaje, rito de pasaje… que no cambian faltó la fuerza para consumarlo. Ahora que Albert Giraud”. Las veintiuna miniaturas ron- Estos colores y contrastes instrumentales
las cientos de imágenes del hombre pisando finalmente me lancé en esa dirección, soy dan, según las interpretaciones, una duración tiznan asimismo a la soprano, pero no por-
la Luna, muy al contrario. Sigue perviviendo conciente de que rompí todas las barreras de media hora. Se indican pausas prolongadas que haya una necesaria solidaridad entre ins-
el misterio de lo que habita enfrente, lejos y de una estética pasada”. Verdaderamente, el únicamente entre los tres paneles que forman trumento y voz, sino por la indeterminación
cerca, como el objetivo de La ventana indis- Pierrot, porvenir de esa estética pasada, tenía el tríptico. La idea general es la del melodra- respecto de cómo esa voz debería sonar efec-
creta de Alfred Hitchcock que se hace redon- ya poco de romántico; sólo, en todo caso, su ma, género que ya había tentado, poco antes, tivamente; una cuestión, la del sprechgesang
do, espejo, inalcanzable y cerca: Luna. condición derivativa, en la medida en que, en 1890, y con menos éxito, Richard Strauss en (canto hablado), de la que Schoenberg se
de algún modo, el futuro remoto del lied de su obra Enoch Arden, basada en el poema de ocupó con minuciosidad en el prefacio de la
Schubert podría ser precisamente el Pierrot. Alfred Tennyson. Pero aquello que en Strauss partitura. Observa allí que la melodía corres-
Es cierto que la paternidad estética de era una mera alternancia entre el recitador pondiente a la parte vocal “no está destinada
semejante cambio de signo le corresponde y el piano, queda sometido en Pierrot a un a ser cantada”; la cantante debe transformar-
tanto a Schoenberg como al uruguayo Jules giro dramáticamente drástico (o, mejor aún, la en una melodía hablada. El propósito del
Laforgue y a su libro L’imitation de Notre- drásticamente dramático). Si bien la división compositor resulta tan evidente como arduo:
La autora nació en Madrid en 1958. Es  ensayista, Dame la Lune (Imitación de Nuestra Señora en tres partes podría aproximar la obra a los la meta no es en modo alguno un habla natu-
catedrática de Arte Contemporáneo en la Universidad la Luna). No podría asegurarse que Giraud, ciclos románticos, su instrumentación y, sin- ral o realista; debe quedar clara la diferencia
Complutense de Madrid  y  profesora invitada poeta mucho menos dotado, plagiara a Lafor- gularmente, el tratamiento de la voz señalan entre el habla cotidiana y el habla que cola-
en la New York University. Ha sido comisaria de gue. Por el contrario, el libro de Giraud apare- un punto de partida antes que una meta (sig- bora con la música pero, singularmente, no
exposiciones como Warhol sobre Warhol (La Casa ció en 1884, y el de Laforgue en 1885. Pero la nificativamente, en 1912 Schoenberg realizó llega a ser canto. Por otro lado, el intérpre-
Encendida, Madrid, 2007). Publicó, entre otros libros, sensibilidad simbolista y art nouveau de este también arreglos para orquesta de canciones te tampoco debe derivar el carácter de cada
Querida Gala (Madrid, Espasa, 2003), Travesías por la último estaba, ya a principios del siglo XX, en de Schubert, Beethoven y Carl Loewe). Allí pieza del sentido de las palabras que se dicen,
incertidumbre (Barcelona, Seix Barral, 2006) y  Contra el aire. Giraud, miembro de “Le Parnasse de la está todavía el piano, pero ya no solo, para sino de la música misma. Aquellos hechos
el mapa (Madrid, Siruela, 2008). Es columnista del dia- Jeune Belgique” (grupo de “atletas del ocio”, empastarse con la interioridad de la voz, sino y sentimientos del texto que el compositor
rio El País de España. según Luis Chitarroni), es un figurante de esta rodeado de flauta (piccolo), clarinete (clari- consideró importantes, estarán en la música.
historia. Schoenberg trabajó en realidad con nete bajo), violín (viola) y violonchelo; vale “Siempre que el intérprete no los encuentre
12 Transatlántico

La luna llena

por Mirta Rosenberg y Liliana García Carril


Alrededor de la Luna
Después de recibir la carta
de mi padre, mi madre
comenzó a vender
los muebles,
quería costear el viaje
dejando intactos los ahorros.
Venían los compradores
y una señora se llevaba el radio
o la televisión, otra un tapete,
otra un florero.
La casa se vaciaba sin criterio.
Mi hermano y yo,
de vuelta a casa,
mirábamos la luna
que entraba a manos llenas en los cuartos.
Mi madre ya dormía, o casi.
Dejábamos las luces apagadas
por los moscos.
Quedaba poco: un clóset,
nuestras camas,
el refri y unas lámparas.
La vida así, sin nuestro padre
y sin los muebles,
era un paréntesis.
No daban ganas de dormirse.
Mi hermano se servía
su limonada y se sentaba
en uno de los dos balcones,
yo en el balcón del otro lado.
Mirábamos el mismo cielo.
Era como velar el sueño de mi madre,
como haber sido siempre adultos.
La luna entraba
y no encontraba
obstáculos.
Antología de poemas
Estábamos de vacaciones
hasta el vértigo, teníamos
entre manos
un viaje sin regreso.
Mi hermano hacía sonar
los hielos de su vaso,
yo no sabía hacer nada aún,
estaba íntegramente vivo,
íntegramente inexpresivo.

…moderna
No sé si era feliz
o desdichado
pero absorbí
ese verano que fue el último
como un resumen de mi infancia,
como la cifra de una edad
cerrada de un portazo,
y en eso tuve suerte:
poder decir se terminó,
aquí se corta esta madeja,
—anota terminante Schoenberg—, tiene que ritual del romanticismo, Alban Berg entendió reunir en un lugar
resistirse a incorporar algo que el compositor con agudeza esa condición mórbida de Pie- toda una época,
no pretendía. Si lo hace, no estará añadiendo rrot. En una carta fechada en 1912, le escribe es enterrar de veras algo,
sino sustrayendo.” a Helene, su mujer: “Ya conoces mi preferen- tener conciencia
El director y compositor Pierre Boulez cia por la naturaleza en sus momentos más de lo que es estar vivo,
llamó la atención acerca de la imposibilidad de sombríos. El lago, oscuro y desapacible, me antiguo como cualquier piedra.
hacerse una idea exacta del sprechgesang: “El recuerda los profundísimos nuevos sonidos, Y si la veo
expresionismo a flor de nervios de la voz quita vibrantes y agitados, de Pierrot Lunaire; los que sigue recorriendo el cielo
todo color humorístico a las piezas paródicas, oigo siempre que miro el lago”. Resuena en idéntica, invariable,
para mantener a lo largo de la obra un clima esos sonidos el trabajoso despertar de un como diciendo soy la misma
exageradamente tenso, en contradicción con sueño abigarrado, adhesivo, y el antiguo per- y ustedes son los mismos,
el carácter de la interpretación instrumental. fume de los cuentos de hadas. todo es lo mismo para siempre
Sin embargo, la parodia es, junto con cierta y el tiempo no dio un paso desde entonces,
hipertensión sentimental, uno de los elemen- ya no le creo, y si le creo,
tos principales de Pierrot Lunaire”. Mezcla de ya no me turba como antes.
sensibilidad centroeuropea decadente con
modernidad de cabaret (la puesta de las pri- Fabio Morábito (Egipto, 1955, vive en México desde 1969)
meras representaciones, con la cantante pin-
tada y ataviada de payasita, tenía mucho de
ese tipo de espectáculos), Pierrot exhibe una
intensa expresividad que toma forma sobre la
base de un altísimo grado de integridad estruc- La salida de la luna
tural. Pero esa expresividad tiene ya poco de (Los poemas en inglés
romántica. Como observó agudamente Theo- fueron traducidos por Y quién ha visto la luna, quién no la ha visto
dor Adorno, “en Schoenberg, el momento Mirta Rosenberg.) salir de la cámara de lo hondo,
subversivo propiamente hablando es el cam- enrojecida y espléndida y desnuda, como quien sale
bio de función de la expresión musical. Ya no de la cámara del fin del noviazgo, subir y arrojar
se fingen pasiones, sino que en el medio de la su confesión de placer sobre la ola,
música se registran shocks, traumas. Atacan desparramando en el oleaje su propio sobrescrito
los tabúes de la forma porque estos someten de dicha, hasta que toda su tenue belleza llega trémula
tales emociones a su censura, los racionalizan a nosotros
y los transponen en imágenes. La innovacio- desplegada y conocida al fin, y entendemos con certeza
nes formales de Schoenberg estaban empa- que la belleza es algo que trasciende la tumba,
rentadas con la modificación del contenido que la experiencia brillante y perfecta nunca cae
de la expresión”. Esta extravagante comme- en la nada, y que el tiempo atenuará la luna
dia dell’arte vienesa exhibe una melancolía antes de que nuestra consumación plena aquí
espectral y casi histérica, finisecularmente en esta rara vida se opaque o desaparezca.
moderna, ajena por completo al devociona-
rio del primer romanticismo; como dicen los moonrise
versos de Giraud-Hartleben en “Der Dandy”:
“con un fantástico rayo de luz/ alumbra la And who has seen the moon, who has not seen
luna los cristalinos frascos/ sobre el negro y Her rise from out the chamber of the deep,
sacrosanto tocador/ del taciturno dandi de Flushed and grand and naked, as from the chamber
Bérgamo”. Las pálidas florescencias de la luna Of finished bridegroom, ser her rise and throw
cambiaron para siempre el paisaje de la músi- El autor nació en Confession of delight upon the wave,
ca. Sin alejarse demasiado, la luna perentoria Buenos Aires en 1971. Littering the waves with her own superscription
de Laforgue y Giraud-Hartleben llegó también Es crítico de música y Of bliss, till all her lambent beauty shakes towards us
a Leopoldo Lugones; y, mucho más tarde, de literatura. Trabaja como Spread out and known at last, and we are sure
la intersección nominal de Lugones y Schoen- redactor en el diario La That beauty is a thing beyond the grave,
berg, resultó el Lunario sentimental, de Gerar- Nación y colabora con That perfect, bright experience never falls
do Gandini. revistas especializadas To nothingness, and time will dim the moon
Más lentamente que bajo el calor del sol, de la Argentina y Sooner than our full consummation here
todo se pudre también a la luz de la luna. La España. Es docente en el In this odd life will tarnish or pass away.
luna, que antes alumbraba la fiebre nocturna Conservatorio Superior de
de los enfermos, está ella misma enferma. Una Música Manuel de Falla David Herbert Lawrence (Inglaterra, 1885 - Francia, 1930)
“luna enferma” (“Der kranke Mond”, se llama de la ciudad de Buenos
una de las piezas) cuya mirada desorbitada Aires. Integra el consejo
cautiva “como una extraña melodía”. Discípu- de dirección de Diario de
lo musical de Schoenberg y descendiente espi- Poesía.
Arte, cultura & desarrollo  13

Deshojación sagrada

Luna! Corona de una testa inmensa,


que te vas deshojando en sombras gualdas!
Roja corona de un Jesús que piensa
trágicamente dulce de esmeraldas!

Luna! Alocado corazón celeste


¿por qué bogas así, dentro la copa
llena de vino azul, hacia el oeste,
cual derrotada y dolorida popa?

Luna! Y a fuerza de volar en vano,


te holocaustas en ópalos dispersos:
tú eres tal vez mi corazón gitano
que vaga en el azul llorando versos!...

César Vallejo (Perú, 1892 - Francia, 1938)

Jorge Martínez Ramseyer, Manuela, 1992, óleo, 30 x 40 cm. Esta obra pertenece a la exposición Bienvenidos a la luna
Luna sola de los campos…

coordinada por Max Cachimba. Desde el 28 de marzo hasta el 26 de abril, de 15 a 20 en las Galerías del CCPE.
Luna sola de los campos.
Pienso en las bellezas
perdidas.
Pero ¿es perdida ésta?
Veo una luna abandonada
tan hermosa como esta
sin nadie que la contemple.
¿Nadie siente
cómo los campos anochecidos
se van alumbrando, flotantes,
y descubren horizontes
marinos
con el humo de alguna
arboleda perdida?
¿Nadie?
Las ramas
están pálidas de encanto
y un sutil calofrío
recorre las hojas.
¿Acaso este pájaro
que aletea?
Luna de oro entre los ceibos.
Luna sola de los campos.

Juan L. Ortiz (Argentina, 1896-1978)

Para
que
veas
que
no te
guardo
rencor El pozo Luna nueva

te regalo la luna A los dieciséis creía que la luz de la luna Desde que los hombres plantaron banderas
seriamente —no creas que me estoy burlando de ti: me cambiaría si se le antojaba. chillonas sobre su secreta geología
te la regalo con todo cariño Iba corriendo la cabeza y enviaron cámaras para explorar todos sus rincones,
¡nada de puñaladas por la espalda! sobre la almohada, hasta corría mi cama la luna se ha vuelto lesbiana;
tú misma puedes pasar a buscarla a medida que la luna cruzaba
tu tío que te quiere lentamente mi ventana abierta. ahora se la ve más brillante en su hambre de mujer
tu mariposa de varios colores y con toda determinación ha hecho de la Vía Láctea
Directamente desde el Santo Sepulcro. Yo quería belleza, un peligroso su amante: la tierra ya no le interesa.
relumbre acerado, un cuerpo más delgado,
Nicanor Parra (Chile, 1914) más pálida mi cara pálida. Mucho mejor que derramar su brillo pálido
Tomaba luna espejo de cortesanos que se miran embobados
diligentemente, como otros toman sol. y aquel poeta acongojado que sufría
Pero la mirada fija y ceñuda de la luna por su amor no correspondido por fin se liberó.
me mantenía despierta. A la mañana,
estaba irritable y sonrojada. new moon
Nocturno
Era en las noches oscuras de sueño profundo Since men have waved flags on her
Oh luna, cuántas veces consintiendo al dolor, cuando más soñaba, en lo hondo del pozo, Classified geology with peacock colours
a través de los ávidos vidrios de las ventanas, y me levantaba descansada, y si no bella, Sent cameras probing every angle
y en los reflejos húmedos que en tus luces desgranas colmada de algún otro poder. The Moon has turned lesbian;
esperé conmover el alto resplandor
de tu lumbre que he amado. the well Shows brighter now in her woman hunger
Goes with purpose to her lover
Cuántas veces, herida de amor te he contemplado At sixteen I believed the moonlight In the Milky Way, nothing more from earth
dentro de los secretos puros de tus jardines could change me if it would.
que entrañan musicales perfumes de jazmines I moved my head Yet better by far than shining palely
sintiendo que la pena me había abandonado on the pillow, even moved my bed a mirror for courtiers to gawp at –
en el mundo que encantas. as the moon slowly And that stricken poet who ached
crossed the open lattice. In her unrequiting love but now is free.
Cuántas veces me viste morir entre las plantas
y buscarte entre nardos rosas y querubines I wanted beauty, a dangerous Alan Sillitoe (Inglaterra, 1928)
como te busco ahora para que me ilumines gleam of steel, my body thinner,
y penetres en mi alma, cuando en las ramas cantas, my pale face paler.
derramando tu lumbre. I moonbathed
diligently, as others sunbathe.
Cuántas veces temblando seguí con pesadumbre But the moon’s unsmiling stare
los rayos serenísimos de tu luz con horror kept me awake. Mornings,
aspirando en la dulce claridad de un albor I was flushed and cross.
con esplendor de joya tu aviesa mansedumbre
que me hacía llorar. It was on dark nights of deep sleep
that I dreamed the most, sunk in the well,
Ah, cuántas veces triste, tratando de olvidar and woke rested, and if not beautiful,
al que olvida toqué con mis manos tus hebras, filled with some other power.
tu zafiro en el agua cuando quieta celebras
en medio de las sombras el silencio del mar. Denise Levertov (Inglaterra, 1923 - EEUU, 1997)

Silvina Ocampo (Argentina, 1903-1993)


 Transatlántico

…la Luna

Las ruedas de la luna Un mundo se destruye Lo regular


(Física aristotélica)
El cielo está claro y oscuro, el disco de la luna La luna llega
lejano y pequeño y brilla como plata. Por debajo de la esfera de la luna paciente
Su frío haz sondea mi ventana: los movimientos son imperfectos y nadie lo sabe
la antorcha de un buscador, invisible tironeadas las cosas pero hace estragos
tras un cono de luz parpadeante. hacia abajo, hacia arriba, hacia un costado y hiere
algunas caen
Demasiadas cosas en la cabeza para poder dormir. –el agua, piedras, hojas–. su canto
Un disco de basura, semisumergido El peso es el llamado de la tierra. es una pleamar intensa
en la espuma de las olas, se arremolina entre los pilotes del muelle. Otras se alzan, ingrávidas: un llanto hondo
Entonces lo recuerdo: hoy hay luna llena. la niebla, el humo, el fuego una rasgadura
No puedo esconderme de esta perturbadora musa. buscando su hogar alto, el alto cielo.
Por encima de la esfera de la luna Ella va lenta
A los bandazos, vamos juntas, ebrias amantes: esferas perfectísimas, ajenas queda
dos caras de la misma moneda que nunca a corrupción y ruina silente
pueden verse –disco celeste, basura mundana–, un día se desploman como una muerta
una claramente burilada como recién acuñada, y caen, sin un ruido moviéndose
la opuesta lisa de tan gastada, ilegible, frente al ojo feroz de Galileo entre manchas

o dos ruedas que no pueden parar de moler Circe Maia (Uruguay, 1932) La luna
entre ambas la basta materia el amor, la sangre
de la existencia, imágenes y palabras, todo lo que no sabemos
en una sustancia llamada poesía. El proceso
es indescriptible. Y su propósito. ella es composición
La luna en oposición a que alguna vez el retrato incumplido
moon wheels volvamos a dormir juntos el baile retrasado

The sky is clear and dark, the moon’s disk Estoy aquí sentado, un archivillano del romance, Ah luna, tu lentitud, luna
far-away and small and silver-bright. pensando en vos. Sabés, lamento tus rasgos
Its cold beam probes through my window: haberte causado dolor, pero no podía hacer nada esa piel
the torch of a seeker, invisible para evitarlo porque necesito ser libre. tu tierra, tu tierra
behind a cone of wavering light. Tal vez todo hubiera sido diferente
si te hubieras quedado sentada a la mesa Soy tu fragmento, tu polo, el desquicie
Too much on my mind to let me sleep. o me hubieras pedido que saliera con vos ¿qué quieres de mí?
A disk of rubbish, half-submerged a mirar la luna, en vez de levantarte ¿mi sangre?
in foamy surf, swirls through pier-struts. y dejarme solo con ella. ¿mi vientre?
Then I remember: full moon tonight. ¿mis cabellos?
I cannot hide from this disturbing muse. the moon versus us ever sleeping together again
Ah luna
We lurch together, drunken lovers: I sit here, an arch-villain of romance, Suaviza tu seco ardor
two sides of a coin which can never thinking about you. Gee, I’m sorry Ama. Sola. Ama.
see each other – sky-disk, world-rubbish – I made you unhappy, but there was nothing
one sharply incised as if new-minted, I could do about it because I have to be free. Hanni Ossot (Venezuela, 1946-2003)
the opposite worn smooth, illegible, Perhaps everything would have been different
if you had stayed at the table or asked me
or two wheels which cannot stop grinding to go out with you to look at the moon,
between them the coarse stuff instead of getting up and leaving me alone with
of existence, images and words, her.
into a substance called poetry. The process
is indescribable. And its purpose. Richard Brautigan (Estados Unidos, 1935-1984)

Ruth Fainlight (Estados Unidos, 1931)

Ahora parece que fue Thomas Harriot, un viamente al viaje a Oliveros, ser autorizado
inglés aficionado a la astronomía, el primer administrativamente por las autoridades del
cartógrafo de la Luna, según sostiene el club, pues la norma, dictada en esos pape-
entusiasta historiador Allan Chapman, quien les mimeografiados que decían “tres pares Periódico de arte, cultura y desarrollo del
agrega que como Harriot era rico y modesto de medias”, “botas de lluvia”, “dos pijamas” Centro Cultural Parque de España / AECID,
a la vez, no se entretuvo en dar a conocer indicaba que el buzo debía de ser blanco o Sarmiento y río Paraná, (2000) Rosario,
sus bocetos lunares como sí hizo el pobre azul, yo en vez de mirar la radio, miraba la Provincia de Santa Fe, Argentina.
italiano Galileo Galilei, a quien se le atribuye Luna. Y en la Luna, en vez de ver la ínfima Teléfonos: (+54 341) 4260941 y 4402724
entonces haber sido el primero en hacer un silueta de Neil Alden Armstrong dando su Correo electrónico: t@ccpe.org.ar
uso astronómico del telescopio, siendo sus paseo lunar, como pensé que tal vez pudiera Sitio web: www.ccpe.org.ar
dibujos lunares, firmados cuatro meses más ver, veía la cara de mi mamá.
tarde de los que habría registrado Harriot, los Perdón, queridos lectores, por la con- Consejo editorial: Martín Prieto, Pedro Cantini,
primeros que se conocieron y que le valie- fianza: pero no es posible hablar de la Luna Cecilia Vallina, Gastón Bozzano, Nora Avaro.
ron, 398 años después, un tardío homenaje institucional –la del año internacional, la Diseño: Pablo Cosgaya, Marcela Romero.
–como todos los que recibió, por otra parte– de la efeméride– sin hablar a su vez de la Ilustraciones: David Nahón.
de parte de las Naciones Unidas, que en su Luna íntima, pues si esta especie de impos- Impresión: Cooperativa Gráfica Patricios.
sesión del 20 de diciembre de 2007, declaró tado cumpleaños de la Luna nos importa
al 2009, en honor de Galileo y de su inven- es porque de algún modo es como si fuese
ción, año internacional de la astronomía. el cumpleaños de algo vinculado a nuestra
El 09, también, supone otra efeméride más íntima intimidad. Y no es posible hablar
lunar: la de los 40 años de la llegada de la de la Luna íntima sin hablar de la Luna de
misión Apolo a la Luna. “¡¡¡Y puso el pie en los artistas, pues la imagen que tenemos de
la Luna!!!” decía el relator , como si fuese un la Luna no es solamente la de la Luna que
partido de fútbol, la definición de un partido vemos, sino de una que está rodeada del
de fútbol, todos reunidos alrededor de un aura de todas las lunas musicales, poéticas,
Max Cachimba

aparato de radio, la noche del 20 de julio de visuales, de todos los artistas que aluniza-
1969, en un campamento de la Asociación ron alguna vez. Y no es posible hablar de la
Cristiana de Jóvenes en Oliveros, provincia Luna de los artistas sin hablar de la Luna de
de Santa Fe. Pero no, no voy a detenerme los científicos pues a cada paso de la cien-
ahora en la tristeza de esos campamentos; cia lunar, uno nuevo en la fantasía. Y no es
o por lo menos, y para ser preciso, en la tris- posible hablar de la Luna científica sin hablar
teza que esos campamentos me causaban de la Luna política: de la Luna como botín.
a mí, entonces, abandonado, creía yo, por Y si la historia contemporánea señala que
mis padres para siempre, y rodeado de un la Unión Soviética cayó en 1989, la historia
montón de chicos y muchachos que pare- del futuro, menos atenta a la minucia, verá Con el apoyo de:

cían felices en el mismo lugar en el que mí se que cayó, en verdad, el 20 de julio de veinte
me representaba el infierno. El profesor, ya años antes, cuando Armstrong, como decía
ven: me detuve, se llamaba Jerry, y contra- el relator de la radio de Oliveros, “puso el
riamente a esa virilidad tan propia del pro- pie en la Luna” y en el mismo movimiento
medio de los profesores de gimnasia, como –y tal vez por eso ese tono de “definición”
se conocía entonces a la educación física, que le daba el locutor a la cosa– le daba a los

La columna del director parecía haber visto, él también, alguna vez,


el pozo negro de la melancolía y entonces,
Estados Unidos una victoria inapelable en la
sordidez de la guerra fría.
cada tanto, con una caricia o una palmeada De un poco de todo eso hablará el ciclo
Martín Prieto en el hombro trataba de sumarme al parti- Bienvenidos a la luna, que se presenta hoy,

Bienvenidos a la luna
do de fútbol que yo no sabía jugar, a la copa 28 de marzo, en nuestro Centro cultural.
del árbol que yo no sabía trepar, a los juegos Bienvenidos a la Luna, bienvenidos a la
de bromas lingüísticas que yo directamente inspiración artística y a la sartén de teflón,
no entendía. Expulsado del mundo, con un bienvenidos al espionaje y a las grandes pelí-
buzo de color amarillo que me había traído culas, bienvenidos a Galileo y bienvenidos a
mi tía de Venezuela y cuyo uso debió, pre- los recuerdos de cada cual.

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