Concepto Social de Platon y Aristoteles
Concepto Social de Platon y Aristoteles
Concepto Social de Platon y Aristoteles
A diferencia de los sofistas, para quienes la sociedad era el resultado de una convención o pacto entre los individuos, para
Platón la sociedad es el medio de vida "natural" del ser humano. Si atendemos a las características de la vida humana, en
efecto, podremos observar que el ser humano no es autosuficiente, ni en cuanto a la producción de bienes materiales
necesarios para su supervivencia, ni en cuanto a los aspectos morales y espirituales que hacen de la vida del ser humano
algo propiamente humano. Las tendencias que inclinan al ser humano al amor, a la amistad, a la convivencia en general,
son tendencias naturales, por lo que no tendría sentido pensar que el medio, necesariamente social, en el que se
desarrollan, fuera algo no-natural. Esta teoría de la "sociabilidad natural" del ser humano será mantenida posteriormente
también por Aristóteles.
La vida social de los humanos
Por lo demás, forma parte de las convicciones sociales, firmemente asentadas en la época, la idea de que la vida del
hombre se identifica, de alguna manera, con su vida social. El predominio de la ciudad-estado como forma de organización
de la vida social en Grecia fortalecía el predominio de la vida comunal, hasta el punto de que difícilmente se podría
concebir la vida del hombre manteniéndose ajena al Estado; no obstante, esa tendencia debía ser compatible con el
individualismo que también se manifiesta en la vida y en las tradiciones culturales griegas.
De ahí las similitudes que establecerá Platón en la República entre la moral individual y la moral colectiva, o entre el
gobierno de los bienes individuales y el gobierno de los bienes colectivos, que le permitirá comparar la naturaleza del
hombre y la naturaleza del Estado con el fin de avanzar en sus investigaciones. Además, hemos visto que para Platón
tenía que existir el Bien en sí (la Idea de Bien), por lo que difícilmente la referencia del buen comportamiento del individuo
puede ser distinta de la del buen comportamiento del Estado. Tiene que existir un único modelo de comportamiento moral.
Y ese modelo ha de tener un carácter absoluto.
La teoría política de Platón
Platón nos expone su teoría política, - que será revisada en el Político y en Las Leyes -, en la República, obra
perteneciente a su período de madurez. La República es una obra que tiene por objeto de discusión determinar en qué
consiste la justicia. Consta de diez libros que podemos agrupar en cinco partes, según los temas tratados: a) el libro
primero en el que se plantea el tema de qué es la justicia sería una especie de prólogo, al que seguirían b) los libros II, III, y
IV que tendrían por objeto estudiar la justicia en la ciudad ideal, c) cuyas formas de organización, de gobierno,
características de sus clases sociales, etcétera, se establecerán en los libros V , VI y VII; d) estudiando posteriormente los
males que arrastran a las ciudades hacia la ruina, la injusticia, en los libros VIII y IX; e) terminando la obra con la condena
de la poesía y de aquellas formas de arte que nos muestran una mala imagen de las cosas, así como con una reflexión
sobre el destino final del alma. Por supuesto que, en el curso de las sucesivas discusiones, serán tratados en la República
otros temas de no menor importancia en la obra de Platón, como ya hemos visto anteriormente (teoría de las Ideas,
antropología, teoría del conocimiento...)
Dibujo coloreado de un friso con escenas festivas
El tema, - qué es la justicia -, se plantea, pues, en el libro primero, ofreciéndose diversas soluciones, según la opinión de
los hombres buenos, la de los sofistas, etc., encargándose Sócrates, como es habitual en los diálogos platónicos , de
demostrar las insuficiencias de las definiciones de justicia aportadas. Se plantea entonces la necesidad de encontrar un
método que permita llegar a esa definición de un modo más preciso.
Sócrates recalca la necesidad de que la virtud, en este caso la justicia, sea común al hombre y a la ciudad; podríamos
buscarla por lo tanto en uno y en otra; pero dada la mayor magnitud de la ciudad deberá estar la justicia inscrita en ella con
caracteres más gruesos que en el individuo y, por lo tanto, más fáciles de encontrar.
Pero como no hay ninguna ciudad conocida de la que realmente podamos decir que es justa, Sócrates propone la creación
de una ciudad ideal: siendo una sociedad perfecta no podrá carecer de ninguna perfección y deberemos encontrar en ella
la justicia.
Sociedad y política: las clases sociales en la República
La sociedad ideal
¿Cómo tendría que ser una sociedad ideal? Dado que la sociedad debe existir para satisfacer las necesidades de los
hombres, y que éstos no son independientes unos de otros ni autosuficientes para abastecerse, el primer fin que debe
garantizar toda sociedad es un fin económico. Los hombres tienen diferentes capacidades y habilidades, siendo preferible
que cada uno desarrolle las que posee por naturaleza, lo que introduce la división del trabajo en la organización de la
sociedad. En una ciudad ideal deberán existir, por lo tanto, todo tipo de trabajadores: granjeros, carpinteros, labradores,
herreros, etc., de modo que todas las necesidades básicas que de garantizadas, posee una ciudad ideal no puede faltar de
nada.
Sin embargo, continúa Sócrates, una sociedad que sólo atendiera las necesidades materiales básicas sería una sociedad
demasiado dura, pues el hombre necesita también satisfacer otras tendencias de su naturaleza relacionadas con el arte, la
poesía, la diversión en general, etc.. El fin de la ciudad, que comienza siendo estrictamente económico, no se limita a la
producción de bienes, sino que se encamina más bien a hacer posible una vida feliz para el hombre.
A medida que la sociedad aumenta en número de ciudadanos, los recursos necesitan ser ampliados, lo que puede dar
lugar a la conquista de territorios vecinos para satisfacer las necesidades de todos, conduciendo a la guerra; pero si
seguimos el mismo principio de división del trabajo tendrá que haber especialistas en la guerra, que sean los encargados
exclusivamente de las actividades bélicas, a los que Sócrates llamará guardianes de la ciudad.
Falta todavía, pues, algo en esta ciudad ideal: determinar quiénes serán los encargados de gobernarla. A la clase de los
artesanos y de los guardianes hemos de añadir una tercera clase, la de los gobernantes. Éstos serán elegidos de entre los
mejores de los guardianes, que serán llamados desde entonces "auxiliares", reservando el término de guardianes para la
clase de los gobernantes.
Las clases sociales en la República
Del análisis de las necesidades sociales que debe cubrir una sociedad ideal deduce Sócrates, pues, la necesaria
existencia de tres clases sociales: la de los artesanos, la de los guerreros o auxiliares, y la de los gobernantes o
guardianes. Pero cada una de estas clases ha de tener unas características distintas a las que poseen en la sociedad
actual dice Sócrates.
La clase de los artesanos, que generalmente realiza las actividades productivas pero no obtiene los beneficios económicos
de su producción, lo que es fuente de conflictos, ha de ser en la ciudad ideal la poseedora de la riqueza; del mismo modo
será la única clase que tenga derecho a la propiedad privada y a la familia; y ha de permitírsele disfrutar de los goces
materiales que derivan de la posesión de la riqueza.
La clase de los guerreros o auxiliares, por el contrario, no puede tener acceso la riqueza, para evitar la tentación de
defender sus intereses privados en lugar de los intereses colectivos, y terminar utilizando la fuerza contra los ciudadanos;
estarán desprovistos de propiedad privada, y tampoco tendrán familia, debiendo vivir en unos barracones en los que
tengan todo lo necesario para realizar sus actividades, en los que vivirán de forma comunitaria, compartiéndolo todo
hombres y mujeres, pues no hay ninguna razón para excluir a las mujeres de ningún tipo de actividad, ya que tanto en el
hombre como en la mujer se encuentran similares dones o cualidades naturales, igualmente útiles para la ciudad.
La clase de los verdaderos guardianes o gobernantes, debido a su responsabilidad y a las elevadas tareas que le
encomienda Platón, (el buen gobierno y el consiguiente beneficio del conjunto de la sociedad), tampoco tendrá acceso a la
propiedad privada ni a la familia, debiendo velar únicamente por el buen gobierno de la ciudad; deberán centrarse en el
estudio a fin de conocer lo bueno para gobernar adecuadamente la ciudad, por lo que su vida estará alejada de todas las
comodidades innecesarias para cumplir su función.
La pertenencia a una u otra clase en la República
¿Cómo se determinará quiénes han de pertenecer a una u otra de estas clases sociales? No, desde luego, en función del
origen familiar, como ocurre en la sociedad ateniense de la época. Para determinar quién ha de formar parte de una u otra
clase será necesario establecer un proceso educativo en el curso del cual se podrá determinar qué tipo de naturaleza tiene
cada ser humano y, por lo tanto, a qué clase social ha de pertenecer.
Aquí establece Sócrates una comparación entre la naturaleza del Estado y la naturaleza del individuo: del mismo modo que
en el estado encontramos tres clases sociales, encontramos en el individuo tres partes del alma, correspondiéndole una
virtud a cada una de ellas. El paralelismo entre la moral individual y la moral del Estado permite establecer que la virtud que
corresponde a cada clase social ha de corresponder a los individuos que la constituyen. La virtud de la clase los artesanos
es la templanza, es decir, el disfrute con moderación de los bienes materiales; la virtud propia de la clase de los guerreros
o auxiliares es la valentía o coraje; y la virtud propia de los verdaderos guardianes gobernantes es la sabiduría.
Ahora bien, estas tres virtudes pertenecen, cada una de ellas, a una parte del alma: la sabiduría al alma racional; la
valentía al alma irascible y la templanza al alma concupiscible. Aquellos en quienes domine el alma racional han de
pertenecer, por lo tanto, a la clase de los verdadero guardianes o gobernantes; en quienes predomine el alma irascible, a la
clase de los guerreros o auxiliares; y en quienes predomine el alma concupiscible, a la clase de los artesanos.
Habiendo determinado la virtud que corresponde a cada clase social estaremos en condiciones de determinar en qué
puede consistir la justicia en la ciudad ideal: la justicia consistirá, no pudiéndose identificar con la sabiduría, ni con el
coraje, ni con la templanza, en que cada clase social (y cada ciudadano ) se ocupe de la tarea que le corresponde. La
injusticia consistirá en la injerencia arbitraria de una clase social en las funciones de otra: que los auxiliares o los artesanos
pretendan gobernar, por ejemplo.
Si la pertenencia a una clase social viene determinada por la naturaleza del alma, y no por el origen familiar, una sociedad
tal ha de dar una importancia primordial a la educación. Será, en efecto, a través de ese proceso educativo como se
seleccionen los individuos que han de pertenecer a cada clase social, en función de su tipo de alma; y qué tipo de
educación ha de recibir cada individuo en función de la clase social a la que deba pertenecer.
En la República establece Platón detalladamente el programa de estudios que debería imperar en la ciudad ideal, haciendo
especial hincapié en el educación de los gobernantes. Todos los niños y niñas deberían recibir inicialmente la misma
formación. Platón considera que la educación recibida en los primeros años de la vida es fundamental para el desarrollo
del individuo, por lo que en la ciudad ideal nadie ha de ser privado de ella, ni en razón de su sexo ni por ninguna otra
causa: el proceso educativo tiene, al mismo tiempo que un objetivo formativo, la misión de determinar qué tipo de alma
predomina en cada individuo, es decir, su naturaleza, en virtud de la cual formará parte de una u otra clase social.
Sociedad y política
La teoría social y política aristotélica 1
El interés por las cuestiones sociales y políticas es una de las características de la actividad filosófica de Platón, y queda
reflejado suficientemente en la República. Aunque en Aristóteles no alcance la misma dimensión que en Platón también
formará parte importante de su obra, especialmente en correlación con la ética, configurando lo que se ha dado en llamar
la filosofía práctica aristotélica. Aristóteles estudia las cuestiones sociales y políticas en las "Constituciones" y en la
"Política". Más que el diseño de lo que debería ser una sociedad perfecta o justa, lo que le interesa a Aristóteles es
determinar las características del espacio social en el que se ha de desarrollar la vida del hombre. También bosquejará
tímidamente su sociedad ideal, en los libros 7 y 8 de la "Política"; pero al igual que en otros aspectos de su obra se sentirá
más atraído por el análisis de la experiencia, en este caso, el del experiencia de la vida colectiva o social del hombre.
Respecto al origen y constitución de la sociedad mantendrá, al igual que Platón, la teoría de la "sociabilidad natural" del
hombre. El hombre es un animal social (zóon politikon), es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para
sobrevivir; no es posible pensar que el individuo sea anterior a la sociedad, que la sociedad sea el resultado de una
convención establecida entre individuos que vivían independientemente unos de otros en estado natural: "La ciudad es
asimismo por naturaleza anterior a la familia y a cada uno de nosotros". El todo, argumenta Aristóteles, es anterior a las
partes; destruido lo corporal, nos dice, no habrá "ni pie ni mano a no ser en sentido equívoco"; el ejemplo que toma como
referencia sugiere una interpretación organicista de lo social, en la que se recalca la dependencia del individuo con
respecto a la sociedad.
"Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse
a sí mismo, deberá estar con el todo político en la misma relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El
que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es
más parte de la ciudad, sino que es una bestia o un dios." (Aristóteles, Política, libro 1,1)
El núcleo originario de la comunidad social o política es la familia. Las necesidades naturales de los hombres, las
necesidades reproductivas que llevan al apareamiento, por ejemplo, llevan a la configuración de este pequeño grupo social
que será la base de organizaciones más amplias como la aldea y la ciudad: "La familia es así la comunidad establecida por
la naturaleza para la convivencia de todos los días". Las pequeñas asociaciones de grupos familiares dan lugar a
surgimiento de la aldea; y la asociación de aldeas da lugar a la constitución de la ciudad: "de aquí que toda ciudad exista
por naturaleza, no de otro modo que las primeras comunidades, puesto que es ella el fin de las demás". Aristóteles utiliza
también el argumento del lenguaje para reforzar su interpretación de la sociabilidad natural del hombre: a diferencia de
otros animales el hombre dispone del lenguaje, un instrumento de comunicación, por ejemplo, que requiere
necesariamente del otro para poder ejercitarse; sería absurdo que la naturaleza nos hubiera dotado de algo superfluo; y
sería difícilmente explicable el fenómeno lingüístico si partiéramos de la concepción de la anterioridad del individuo
respecto a la sociedad.
"El por qué sea el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La
naturaleza - según hemos dicho - no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene
palabra." (Aristóteles, Política, libro 1, 1)
Aristóteles, como Platón, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su
vida moral e intelectual; la realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad, por lo que el fin de la sociedad, y del
Estado por consiguiente, ha de ser garantizarla. De ahí que tanto uno como otro consideren injusto todo Estado que se
olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. De ahí
también la necesidad de que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la
consecución de su fin. Las relaciones que se establecen entre los individuos en una sociedad son, pues, relaciones
naturales. Aristóteles estudia esas "leyes" de las relaciones entre los individuos tanto en la comunidad doméstica, la
1
http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_text.htm
familia, como en el conjunto de la sociedad, deteniéndose también en el análisis de la actividad económica familiar, del
comercio y del dinero.
Así, respecto a la comunidad doméstica, considera naturales las relaciones hombre-mujer, padres-hijos y amo-esclavos; de
esa naturalidad se deduce la preeminencia del hombre sobre la mujer en el seno de la familia, la de los padres sobre los
hijos y la del amo sobre los esclavos; en este sentido no hace más que reflejar las condiciones reales de la sociedad
ateniense de la época, limitándose a sancionarla, apoyándose en una elaboración teórica de carácter esencialista, hoy ya
completamente obsoleta: resulta inadmisible en la actualidad la consideración de la esclavitud como un estado natural de
algunos hombres, tanto como la consideración negativa y subsidiaria de la mujer. Respecto a la actividad económica
considera que hay una forma natural de enriquecimiento derivada de las actividades tradicionales de pastoreo, pesca, caza
y agricultura, estableciendo sus dudas acerca de que sea una actividad natural el trueque, a menos que sea para satisfacer
una necesidad. El uso del dinero como forma de enriquecimiento es considerado "no natural", criticando especialmente el
aumento del dinero mediante el préstamo con interés.
En el estudio de las diversas Constituciones de las ciudades-estado de su época nos propone una teoría de las formas de
gobierno basada en una clasificación que toma como referencia si el gobierno procura el interés común o busca su propio
interés. Cada una de estas clases se divide a su vez en tres formas de gobierno, o tres tipos de constitución: las buenas
constituciones y las malas o desviadas. Las consideradas buenas formas de gobierno son la Monarquía, la Aristocracia y la
Democracia (Politeia); las consideradas malas, y que representan la degeneración de aquellas son la Tiranía, la Oligarquía
y la Democracia extrema o (Demagogia). La Monarquía, el gobierno del más noble con la aceptación del pueblo y el
respeto de las leyes, se opone a la Tiranía, donde uno se hace con el poder violentamente y gobierna sin respetar las
leyes; La Aristocracia, el gobierno de los mejores y de mejor linaje, se opone a la Oligarquía, el gobierno de los más ricos;
La Democracia o Politeia, el gobierno de todos según las leyes establecidas, se opone a la Demagogia, el gobierno de
todos sin respeto de las leyes, donde prevalece la demagogia sobre el interés común.
Las formas de gobierno
La Democracia moderada o "Politeia" es considerada por Aristóteles la mejor forma de gobierno, tomando como referencia
la organización social de la ciudad-estado griega; una sociedad por lo tanto no excesivamente numerosa, con unas
dimensiones relativamente reducidas y con autosuficiencia económica y militar, de modo que pueda atender a todas las
necesidades de los ciudadanos, tanto básicas como de ocio y educativas. Lo que le hace rechazar, o considerar inferiores,
las otras formas buenas de gobierno es su inadecuación al tipo de sociedad que imagina, considerándolas adecuadas para
sociedades o menos complejas y más rurales o tradicionales; pero también el peligro de su degeneración en Tiranía u
Oligarquía, lo que representaría un grave daño para los intereses comunes de los ciudadanos. Probablemente Aristóteles
tenga presente el tipo de democracia imperante en Atenas a finales del siglo V, la de la Constitución de los cinco mil; le
parece preferible una sociedad en la que predominen las clases medias y en la que en los ciudadanos se vayan alternando
en las distintas funciones de gobierno, entendiendo que una distribución más homogénea de la riqueza elimina las causas
de los conflictos y garantiza de forma más adecuada la consecución de los objetivos de la ciudad y del Estado.