ALHI7676110131A. Tema y Estructura de Cecilia Valdés
ALHI7676110131A. Tema y Estructura de Cecilia Valdés
ALHI7676110131A. Tema y Estructura de Cecilia Valdés
JULIO C. SÁNCHEZ: «La sociedad cubana del siglo XIX a través de Cecilia
Valdés», Cuadernos Americanos, 30, núms. 1-3 (1971), pág. 123.
SÁNCHEZ, Op. c¡t., loe. cit.
CEIDOMIL Go¡c: Historia de la novela hispanoamericana (Santiago de Chile,
1972), pág. 64.
Goíc, op. ch., pág. 65.
TEMA Y ESTRUCIlIRA DE «CECILIA VAllES» 133
entre las razas. Sin embargo, el contraste entre estos dos núcleos na-
rrativos lo es más de accidente que de sustancia, habida cuenta que
constituyen las dos caras de una misma moneda. Son dos momentos
en la relación ilícita entre el blanco y la mulata (la tragedia y el triunfo
de ésta), cuya lógica secuencia temporal se ha invertido, ya que el caso
de Cecilia es uno más en una serie de concubinatos. El novelista nos
narra primero el drama de la abuela y de la madre para proceder luego
a ofrecernos el éxito sensual de la muchacha, la que por ello ya queda
colocada en el mismo declive moral de las que le antecedieron. Es
realmente un contraste trágico entre dos situaciones de un mismo tipo
humano (la mulata) que se encarnan en personajes diferentes. Por úl-
timo, el núcleo narrativo final de la primera parte (capítulos VII a XII),
al desarrollar el tema dcl pensamiento rectificador cubano, mediante
la narración de una jornada académica en el Colegio Seminario, y la
crítica de la depravación personal y social, centrada en el joven Leo-
nardo y su aristocrática familia, está construido a base de constantes
choques internos y, en su totalidad, contrasta con los capítulos que le
anteceden. El narrador, en este último núcleo de la primera parte, ola-
bora —ya muy nítidamente— el conflicto entre la historia (la depra-
vada realidad que configura) y la posible reforma de la misma (el ideal
político que propone). Y estos dos poíos son los términos del conftic-
tú decimonónico cubano.
Del mismo modo, la segunda parte de Cecilia Valdés puede sub-
dividirse en tres núcleos narrativos: los capítulos 1 a V desarrollan el
tema del conflicto racial de la sociedad cubana; del VI al DC se no-
velizan las contradicciones inherentes al sistema político y económico
de la isla (el régimen colonial y la esclavitud de los negros), y en los
restantes, del X al XVIII, se enfoca la atención del narrador en el des-
garramiento interno de la mulata y su problemática situación como la
manifestación más dramática del conflicto político y social de la Cuba
de la época. Así, estos núcleos narrativos de la segunda parte de Cecilia
Valdés desenvuelven, cada uno en diferentes estratos o situaciones so-
dales, el carácter raigalmente conflictivo que, desde la perspectiva del
narrador, acusa aquella sociedad. En cada uno de estos segmentos de
la segunda parte se da un conflicto que le es propio, pero también.
como en la primera parte, cada uno de estos segmentos constituyen
polaridades conflictivas entre sí. La segunda parte del relato, vista en
un conjunto, es una novelización de las diversas fuerzas que mueven
la mecánica de la sociedad cubana decimonónica.
En la tercera parte de Cecilia Valdés notamos, dc nuevo, el choque
que hablarnos percibido en los capítulos finales de la primera: a saber.
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ejemplo serían los lemas que presiden los capítulos de la tercera parte.
El del tercero, los citados versos de José María Heredia, al contrastar
la belleza de la naturaleza con la degradación moral y política del sis-
tema colonial esclavista, nos alerta ya del estado de guerra absoluto y
permanente que el narrador imparte a la configuración de <(La Tinaja».
microcosmo de la realidad cubana. Esta cita herediana anticipa, corro-
hora y apoya la percepción semejante que de aquella realidad tiene
el personaje Isabel. Así, el lema funciona como síntesis y anticipa-
ción no de meros acontecimientos, sitio más bien de la interpretación
política y el enjuiciamiento moral de los mismos. Es la lección que se
desprende del capítulo.
Otro buen ejemplo del valor altamente significante de estos lemas
sería el que va colocado al inicio del quinto capitulo de la misma ter-
cera parte. Este, una de las lamentaciones de Job, nos prepara para ver
en el sadismo de los castigos que se dan a un negro esclavo más que
la enumeración y descripción de tales procedimientos punitivos, nos
condiciona a percatamos del carácter último y trascendente del epi-
sodio: la derogación absoluta de la condición humana que la institu-
ción doméstica tiene por base. Las palabras de Job, las lamentaciones
del justo que sufre inocentemente, es la voz que el narrador, en última
instancia, quiere que el lector oiga de los labios de un hombre que.
así, condena el despojo terrible de que ha sido víctima. Por ello, este
lema es el calificativo supraepisódico de una situación, anticipo de la
identificación que se establece entre el narrador y el esclavo, fórmula
sintética de la lección abolicionista que dicho narrador quiere impar-
tirnos.
También dicho lema es marco adecuado para la reelaboración de lo
religioso que podemos advertir en el capítulo, de lo cual se deriva el
carácter simbólico y trascendente que preside su composición. El su-
plicio del esclavo Pedro «extendido boca-arriba en la dura tarima, con
ambos pies en el cepo, con los hoyos cónicos de los dientes de los
perros aún abiertos en sus carnes cenizosas, con los vestidos hechos
trizas... Jesucristo de ébano en la cruz» (397-398). representa este su-
plicio la antítesis humana y religiosa de la festividad que se celebra
en ese día, la Nochebuena de 1830. El regocijo y alegría de la liturgia
navideña queda transformado en el luto y dolor del Viernes Santo. El
régimen esclavista tiene para el narrador una virtud tan perversa y des-
quiciadora que incluso conmueve los fundamentos de lo religioso. No
puede haber alegría ante el espectáculo que ofrece esta «víctima de la
tiranía civil que padece su desventurada patria» (398). Así, la visión
del suplicio de un nuevo Cristo en el momento en que, irónicamente,
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