Jimenez Yllahuaman Daniel Aldrin

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 96

Facultad de Psicología

RESILIENCIA EN ADOLESCENTES Y JÓVENES DEL PROGRAMA


DE FORMACIÓN Y EMPLEO DE LA FUNDACIÓN FORGE
LIMA NORTE, 2017

Tesis para optar el Título de licenciado en Psicología con mención en Psicología


Clínica

AUTOR
Jiménez Yllahuamán, Daniel Aldrin

ASESORA

Pinto Herrera, Florita

JURADO

Figueroa Gonzales, Julio Lorenzo

Hervias Guerra, Edmundo

Vallejos Flores, Miguel

Lima – Perú

2018

i
Pensamientos

“Las especies que sobreviven no son las más fuertes,


ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas
que se adaptan mejor al cambio”

Charles Darwin

“Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos


encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”

Víctor Frankl

ii
Dedicatoria

Para todas aquellas personas


que me apoyan a seguir en este
gran camino del saber, en
especial a mis padres.

iii
Agradecimientos

Mi profundo reconocimiento a todas aquellas personas maravillosas que he conocido en


estos últimos años, las cuales me brindaron la oportunidad de aprender con ellas y valorar
el significado de la amistad y el amor en toda su expresión, siendo de gran utilidad para mi
crecimiento personal y académico.

Asimismo, agradezco a mis padres Mario y Rosa, las personas más importantes de mi vida,
por el gran apoyo incondicional que me brindaron estando conmigo en los buenos y malos
momentos alentándome en cada uno de los pasos que daba, así como también a mi
hermana Dayse, quien ha sido un gran soporte familiar y emocional.

Mi agradecimiento además a cada uno de los docentes de la Facultad de Psicología de la


Universidad Nacional Federico Villarreal por compartir sus conocimientos y experiencias,
los cuales me han ayudado mucho en mi formación personal y profesional.

iv
Resiliencia en adolescentes y jóvenes en el programa de formación y empleo de la
fundación FORGE de Lima Norte, 2017

Daniel Aldrin Jiménez Yllahuamán


Universidad Nacional Federico Villarreal

Resumen

El objetivo de la investigación fue identificar los niveles de resiliencia en los


adolescentes y jóvenes del programa de formación y empleo de la fundación FORGE Lima
Norte. Fueron 156 participantes de ambos sexos quienes conformaron la muestra de este
estudio cuyas edades están comprendidas entre los 18 y 24 años pertenecientes a las sedes
de Ventanilla, Comas y Los Olivos. Se aplicó la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young
(ER), adaptada al Perú por Castilla et al. (2014). El diseño fue no experimental de tipo
descriptivo. Los resultados mostraron que el 62.4% de los evaluados se ubican en el nivel
alto y medio de resiliencia cuyo factor con el nivel más alto es el de ecuanimidad. En relación
al género, las mujeres presentan mayor nivel de resiliencia con respecto a los hombres
quienes solo logran destacar en el factor perseverancia. No se encuentran mayores
diferencias con respecto al grupo etario, pero sí con respecto a los distritos en estudio;
revelándose que el grupo de Ventanilla son los que poseen el nivel más alto de resiliencia
(51,8%), encontrando además a los niveles de resiliencia inversamente proporcional a los
niveles socioeconómicos de los distritos en consideración.

Palabras clave: Resiliencia, adolescentes, jóvenes, género, Lima Norte

v
Resilencie in adolescents and young people in the training and employment program of the
FORGE foundation of North Lima, 2017

Daniel Aldrin Jiménez Yllahuamán

National University Federico Villarreal

Abstract

The objective of the study was to identify resilience levels in adolescents and young people
in the training and employment program of the FORGE Lima Norte Foundation. The sample
consisted of 156 participants among adolescents and young people of both sexes whose ages
fluctuate between 18 and 24 years old from the venues of Ventanilla, Comas and Los Olivos,
to whom the Wagnild and Young Resilience Scale was applied (ER), adapted to Peru by
Castilla (2014). The design was non-experimental type of descriptive nature. The results
showed that 62.4% of those evaluated are located in the high and medium level of resilience
whose factor with the highest level is equanimity. In relation to gender, women have a higher
level of resilience compared to men who only manage to excel in the perseverance factor.
No major differences are found with respect to the age group but with respect to the districts
under study; revealing that among the group of Ventanilla are those that possess the highest
level of resilience (51.8%), also finding the levels of resilience inversely proportional to the
socioeconomic levels of the districts under consideration.

Keywords: Resilience, adolescents, youth, gender, Lima Norte

vi
ÍNDICE

 Portada i
 Pensamientos ii
 Dedicatoria iii
 Agradecimientos iv
 Resumen v
 Abstract vi
 Índice vii
 Lista de tablas viii
 Lista de figuras ix
 Introducción x

CAPITULO I: Problema 13

1.1 Planteamiento del problema 13


1.2 Objetivos 16
1.3 Justificación e importancia 17

CAPITULO II: Marco teórico 19


2.1 Antecedentes 19
2.2 Base teórica 25
2.2.1 Etimología 25
2.2.2 Definición 25
2.2.3 Desarrollo histórico de la resiliencia 28
2.2.4 Modelos teóricos 31
2.2.5 Factores intervinientes en procesos resilientes 43
2.2.5.1 Factores de riesgo y factores de protección 44
2.2.5.2 Factores interpersonales, intrapersonales y sociales 45
2.2.5.3 Factor socioeconómico 50
2.2.6 Aportes de enfoques y disciplinas psicológicas
2.2.6.1 Una visión desde el Psicoanálisis 52
2.2.6.2 Resiliencia en el modelo Sistémico 54
2.2.6.3 Psicología Positiva y resiliencia 55
2.2.7 Resiliencia en el desarrollo evolutivo
2.2.7.1 Resiliencia en la adolescencia 57
2.2.7.2 Resiliencia y juventud 60
2.2.7.3 Factor género 62

vii
CAPÍTULO III: Método 64

3.1 Participantes 64
3.2 Técnicas e instrumentos de recolección de datos 67
3.3 Procedimientos 69

CAPITULO IV: Resultados 71

4.1 Análisis psicométrico 71


4.2 Análisis descriptivo 72

CAPITULO V: Discusión 81

 Conclusiones 86
 Recomendaciones 87
 Referencias 88
 Anexos 95

viii
Lista de tablas

Nº Pág.

1. Frecuencia de la muestra según el sexo 67

2. Frecuencia de la muestra según el grupo etario 68

3. Frecuencia de la muestra según el distrito 68

4. Análisis de fiabilidad de la Escala de Resiliencia ER 73

5. Validez de constructo subtest – test de la escala de resiliencia ER 74

6. Niveles de resiliencia en los adolescentes y jóvenes del programa 75

7. Niveles de resiliencia de acuerdo al género de los adolescentes y jóvenes 75

8. Niveles de resiliencia según el grupo etario de la muestra 76

9. Niveles de resiliencia según los distritos de Lima Norte 77

10. Niveles de los factores de resiliencia en los jóvenes y adolescentes 79

11. Niveles de los factores de resiliencia según el sexo 80

12. Niveles de los factores de resiliencia según el grupo etario 81

13. Niveles de los factores de resiliencia según el distrito 82

ix
Lista de Figuras

Nº Pág.

1. Modelo Ecológico de Bronfenbrenner. 32

2. La casita de la resiliencia de Vanistendael 34

3. Categorías de factores resilientes según Edith Grotberg 36

4. Mandala de la resiliencia de Wolin &Wolin 38

5. Rueda de la Resiliencia de Henderson y Milstein 44

6. Niveles de resiliencia según el género de los adolescentes y jóvenes 76

7. Frecuencia de los niveles de resiliencia según el grupo etario 77

8. Frecuencia de los niveles de resiliencia según los distritos 78

x
Introducción

En las últimas décadas, el concepto de resiliencia ha sido materia de investigación para


muchos teóricos y cada vez aumenta el interés por ahondar en su configuración por lo cual
han surgido nuevos modelos y constructos como lo son la resiliencia comunitaria y la
promoción de la resiliencia. En general, los diversos estudios han buscado la manera más
certera de explicar la formación, el desarrollo y las implicancias de este nuevo concepto, el
cual pone de relieve la capacidad del ser humano para resistir y superar las adversidades.

El concepto de resiliencia otorga una perspectiva más actualizada del desarrollo


humano tomando en cuenta su proceso en distintas etapas y la complejidad de sus
interacciones con los diferentes factores involucrados interpretando un papel activo en su
desarrollo frente a los determinismos biológicos y medioambientales. Además, pone de
relieve la importancia del contexto como variable interviniente para el afrontamiento del
individuo a circunstancias adversas.

Esta investigación se centra en el contexto post escuela, una etapa crucial para los
adolescentes los cuales se tienen que enfrentar a una realidad social adversa que muchas
veces termina exponiéndolos en una situación de riesgo. El panorama que les espera a los
adolescentes de bajos recursos económicos después de haber finalizado la educación
secundaria no es muy alentador en nuestro país y carece de una política centrada en el
desarrollo juvenil.

Problemas tales como la baja calidad educativa, el gasto que implica las academias de
preparación, los problemas de inserción laboral juvenil y además la deserción en la
enseñanza superior conlleva a la conformación tres grupos de jóvenes, los que continúan sus
estudios superiores porque cuentan con los recursos y tendrán mejores oportunidades
laborales, los que ingresan al mercado laboral en condiciones precarias, y los desocupados
quienes no desean continuar estudiando y pertenecen a la población económicamente
inactiva. Tales problemas conforman factores de riesgo en los adolescentes y jóvenes e
intervienen en el proceso resiliente de cada sujeto.

Por lo todo lo mencionado, es oportuna una revisión del proceso de resiliencia en los
adolescentes y jóvenes en tal contexto, por el cual, el siguiente trabajo se propone dar cuenta

xi
de la construcción del concepto de resiliencia, entender las implicancias de su desarrollo,
tanto en la teoría como en la práctica y sus diferentes enfoques.

En el primer capítulo se describe el planteamiento del problema, los objetivos,


limitaciones y justificación del trabajo. En el segundo capítulo, se consideran los
antecedentes nacionales e internacionales y las variables de estudio. En el segundo apartado
se presenta la base teórica en la cual se señalan las diferentes definiciones de la variable, su
desarrollo histórico, los modelos teóricos más destacados, asimismo se señalan los factores
que intervienen en el proceso resiliente, los aportes de las corrientes y disciplinas
psicológicas más representativas en el tema y finalmente se presenta a la resiliencia en el
desarrollo evolutivo.

En el tercer capítulo se describe el método de la investigación; los participantes, las


técnicas e instrumentos de recolección de datos y los procedimientos llevados a cabo durante
la investigación. En el cuarto capítulo se presentan el análisis de los resultados obtenidos a
través de tablas y figuras. Por último, en el quinto capítulo se realiza la discusión en base a
los resultados obtenidos y las investigaciones preliminares. Es muy importante considerar
las conclusiones y recomendaciones de la investigación presente.

xii
CAPITULO I

Problema

1.1. Planteamiento y Formulación

Desde hace décadas el gobierno peruano ha venido trabajando y elaborando


planes para construir un mejor escenario social frente al factor pobreza y brindar
calidad educativa, sin embargo, hasta la actualidad el avance no ha sido muy
trascendental. El nivel socioeconómico y el acceso a una mejor educación siempre
han estado muy ligados. A pesar de que cada gobierno ha apuntado a brindar
oportunidades educativas para todos partiendo desde la premisa que la educación es
un derecho de todos, esta viene siendo aún precaria y presenta muchos déficits. Por
otro lado, se sabe que las mejores oportunidades laborales en su mayoría dependen
del grado de formación o preparación académica que uno posea. Es decir, están
estrechamente relacionados.

En el Perú, a diferencia de otros países de Latinoamérica, los adolescentes no


salen de las escuelas públicas con la preparación suficiente para comenzar sus
estudios universitarios y necesitan de instituciones de transición las cuales son
llamadas academias en las cuales uno puede tomarse un par de años hasta aún más
para poder finalmente ingresar a una universidad estatal, situación de competencia
masiva que de por sí resulta altamente estresante para los jóvenes postulantes. Sin
embargo esta situación no se da en todos los estratos sociales, los sectores más
pudientes o los de clase media cuentan con los recursos económicos para inscribir a
sus hijos en colegios o universidades particulares de mejor calidad o incluso fuera
del país.

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI, 2015) Da a conocer


que la población joven entre el rango de edad de 15 y 29 años representa el 27% del
total de la población. Siendo Lima Metropolitana la zona que concentra la mayor
población de jóvenes a nivel nacional, seguido de los departamentos de La Libertad
y Piura

Por ello la necesidad del gobierno de establecer mayores políticas públicas


que favorezcan a los jóvenes como la creación de mayores oportunidades laborales

13
y/o educativas. Muchas de las familias con bajos recursos económicos tienen
dificultad para pagar la mensualidad de una academia o una universidad particular y
los adolescentes o jóvenes deben buscar trabajo para dichos fines y además para
aportar en casa. De esta forma se enfrentan a la dificultad de poder encontrar un
trabajo en el cual se respeten sus derechos laborales y ofrezcan una remuneración
justa.

La situación educativa, económica y social exige a los jóvenes una


desarrollada capacidad resiliente que en muchos casos se ve condicionada al
importante papel que cumple la familia como factor protector. Sin embargo en
nuestra realidad abundan las familias disfuncionales, donde impera la violencia, la
intolerancia o el desorden en la jerarquía, volviéndose así un obstáculo e impidiendo
la adecuada función de los padres el cual es dotar de herramientas necesarias a sus
hijos para que ellos salgan al mundo a enfrentar las adversidades de manera
autónoma.

En consecuencia a dichas situaciones, es común encontrar en nuestro medio,


muchos jóvenes con características tales como: falta de expectativas de cara al futuro,
conformismo, ausencia de planes y proyectos personales; es decir, existir teniendo
en cuenta lo inmediato y lo fortuito. Estas características se convierten en factores de
riesgo para el desarrollo de los diferentes males sociales asociados a la juventud tales
como el pandillaje, la delincuencia, consumo y/o venta de drogas, embarazo
adolescente, entre otras. De esta manera el futuro de muchos jóvenes se ven
truncados.

En el 2017, Germán Lora, socio del área laboral del estudio de abogados de
Lima, teniendo como referencia a los datos de la INEI en el 2016, afirmó que en los
últimos años en el Perú se ha ido incrementándose ligeramente la Población
Económicamente Inactiva (PEI), es decir, aquellos que no trabajan ni buscan trabajo.
La PEI asciende a 6.6 millones, frente a los 5.6 millones registrados en el 2011, un
incremento de 18.9% en el último quinquenio. Además agrega que 1.8 millones de
los que no estudian ni trabajan son jóvenes y 60% de ellos son mujeres que no buscan
trabajo, ni están prestando efectivamente servicio, principalmente por efectos de
“cargas familiares", explicó el experto.

14
Sin embargo, también se observa que existen muchos adolescentes o jóvenes
que no se ven involucrados en los problemas sociales mencionados anteriormente a
pesar de estar expuestos a las mismas circunstancias de adversidad o incluso peores
y por el contrario han podido salir airosos e inclusive con mayor experiencia y fuerza
para poder enfrentar situaciones parecidas. Estos jóvenes demuestran tener un nivel
de resiliencia elevado ya que cuentan con la capacidad de utilizar sus factores
protectores para desenvolverse en su contexto adverso sin mayores problemas.

La institución en estudio tiene como población a adolescentes y jóvenes con


escasos recursos económicos que en su mayoría han terminado la educación
secundaria y se encuentran en un contexto que les incita a buscar trabajo para poder
aportar económicamente en sus casas, solventar los gastos propios de un adolescente
o joven y además poder ocuparse de los gastos que implica una educación superior.
Dicha población pertenece a Lima norte, una zona de condición socioeconómica baja
y en la cual los problemas sociales como los ya descritos poseen una mayor
notoriedad.

La motivación y disposición percibida en los adolescentes y jóvenes al asistir


de forma constante a la fundación durante sus etapas de formación y tutoría a pesar
de su contexto desfavorable, no garantiza que sean personas con alto grado de
resiliencia, además se debe tener en cuenta que dichas características pueden deberse
a diferentes factores propias del individuo no ligadas específicamente a la variable
en estudio. Sin embargo sí se conoce que el desarrollo de la resiliencia es fundamental
para la adaptación de la persona hacia su medio, es por ello conveniente y oportuno
investigar sobre la resiliencia en dicha población ante un contexto de inserción
laboral, en el cual, la adaptación del medio jugará un papel muy importante.

Por lo anteriormente expresado, se formuló la siguiente interrogante: ¿Cuáles


son los niveles de resiliencia en los adolescentes y jóvenes del programa de
formación y empleo de la fundación FORGE Lima Norte?

15
1.2. Objetivos

Objetivo General

Identificar los niveles de resiliencia en los adolescentes y jóvenes del programa de


formación y empleo de la fundación FORGE Lima Norte, 2017

Objetivo Específicos

 Identificar los niveles de resiliencia según el género de los adolescentes y


jóvenes de la fundación FORGE Lima Norte, 2017
 Identificar los niveles de resiliencia según el grupo etario de la población de la
fundación FORGE Lima Norte, 2017
 Identificar los niveles de resiliencia de los adolescentes y jóvenes según los
distritos de las sedes de la fundación FORGE Lima Norte, 2017
 Describir los niveles de cada factor de resiliencia en adolescentes y jóvenes del
programa de la fundación FORGE Lima Norte, 2017
 Describir los niveles de cada factor de resiliencia según el género de los
adolescentes y jóvenes de la fundación FORGE Lima Norte, 2017
 Describir los niveles de cada factor de resiliencia según el grupo etario de la
fundación FORGE Lima Norte, 2017
 Describir los niveles de cada factor de resiliencia de los adolescentes y jóvenes
según los distritos de las sedes de la fundación FORGE Lima Norte, 2017

16
1.3. Justificación e importancia

Investigar sobre un concepto psicológico siempre tiene una valoración


intrínseca ya que aporta al conocimiento científico ayudando a comprender su propio
desarrollo. En esta investigación se estudia a la resiliencia dentro de un contexto
específico y poco investigado; el periodo en el cual el adolescente o joven de bajos
recursos económicos, luego de haber concluido sus estudios básicos, se enfrenta a
una realidad nacional, buscar un empleo digno para poder pagar la academia o el
instituto. Sin embargo, no son todos los que optan por este camino.

Esta investigación servirá como antecedente y de base para investigaciones


posteriores que realicen los profesionales interesados en el desarrollo de este tema,
así mismo, nos ayuda a una mejor comprensión sobre el desarrollo de la resiliencia
como también de sus factores intervinientes, teniendo en cuenta la edad, el género y
el nivel socioeconómico al que pertenece la población en estudio. Con los resultados
obtenidos se pretende dar pie a nuevas teorías e interrogantes para un complementar
el análisis de la problemática planteada.

Se considera un aporte importante en la literatura sobre resiliencia ya que se


presenta al concepto desde varias aristas, tomando en cuenta sus diferentes
momentos y los hallazgos son de gran utilidad para respaldar teorías y otras
investigaciones con resultados semejantes. Además impulsa a la elaboración de
programas de intervención que fomenten en los adolescentes y jóvenes capacidades
resilientes que le permitan enfrentar de manera óptima y exitosa las situaciones
adversas que atraviesan a lo largo de su vida.

Por otro lado, los resultados de esta investigación serán de gran utilidad para
las autoridades de la fundación donde se llevó a cabo el estudio, ya que servirá como
un medio de análisis dentro de las competencias y habilidades que posee su
población. De esta manera, ellos podrán implementar dentro de su programa recursos
para que los jóvenes puedan desarrollar la capacidad resiliente trabajando cada factor
de manera separada y afianzar más uno de sus objetivos principales; lograr
desarrollar las competencias personales o humanísticas de los jóvenes para
insertarlos en el mundo laboral de manera eficaz y eficiente.

17
Se ha considerado centrarse en las sedes de la fundación FORGE de Lima
Norte, ya que su población se encuentra distribuida en tres distritos de estrato social
bajo, las cuales son Ventanilla, Comas y Los Olivos. Sin embargo, cada una posee
características distintas. Ventanilla pertenece al nivel socioeconómico bajo marginal,
Comas al nivel bajo inferior y Los Olivos al nivel socioeconómico bajo, según señala
la Asociación Peruana de Empresas de Investigación de Mercados (APEIM, 2017) .
De esta manera se logra introducir la variable socioeconómica en la población de
adolescentes y jóvenes con bajos recursos económicos. Hellen Tipian Rodríguez, una
de las coordinadoras de las sedes de Lima Norte, refiere que percibe diferencias en
cuanto al comportamiento, el desempeño y la actitud entre cada grupo de las
diferentes sedes (H. Tipian, comunicación personal, 20 de octubre del 2017). De ello
la importancia de describir la resiliencia en los adolescentes y jóvenes según su
contexto local

18
CAPITULO II

Marco teórico

2.1 Antecedentes de la investigación

 A nivel Nacional

Castro y Morales (2013) en su investigación realizada en adolescentes de


cuarto año en Chiclayo, concluyeron que existe una relación no significativa entre
las variables de clima social familiar y resiliencia; es decir, que el desarrollo de estas
variables también pueden estar relacionados a otros factores, tales como la escuela,
el avance tecnológico, la cultura y la comunidad. Con respecto, al nivel del clima
social familiar, se halló que el 65 % de la población estudiada se encuentra en un
nivel medio. Del mismo modo se halló que el 84% de la población presenta un nivel
alto de resiliencia. Dichos resultados fueron obtenidos usando la Escala de
Resiliencia para Adolescentes (ERA) y la Escala Social Familiar (FES).

En el 2008, Aguirre ejecutó un estudio sobre la resiliencia y factores asociados,


tales como protectores y de riesgo (familia, escuela y comunidad), en 214 alumnos
de 14 a 16 años en un centro educativo nacional de Lima, en los que se aplicó una
entrevista estructurada y la Escala de Resiliencia para adolescentes (ERA), de esta
última escala se obtuvo que el 35% poseen una capacidad de resiliencia alta, el 63%
se encuentra en el nivel medio y solo el 2% posee baja resiliencia. Las personas del
sexo femenino poseen mayor capacidad de resiliencia que los adolescentes varones.
Además, se halló que la familia constituye el factor protector más fuerte para el
desarrollo de la capacidad de resiliencia que la comunidad siendo este último la base
de los mayores factores de riesgo del adolescente.

19
Mais y Donayre (2016) en su investigación realizada en una población
adolescente en Lima norte, encontraron que existe una relación no significativa entre
la resiliencia y las habilidades sociales, además se muestra que la mayoría de los
adolescentes poseen un nivel promedio de resiliencia, así como de sus factores
personales Tanto en hombres como en las mujeres, es decir, el sexo no establece
diferencias. El estudio fue descriptivo correlacional y se utilizó el Inventario de
Factores Personales de Resiliencia de Salgado (2005) y la Lista de Chequeo de
Habilidades Sociales de Goldstein.

En el 2013, Quispe y Sigüenza investigaron sobre la relación entre clima


familiar y resiliencia en adolescentes de un Colegio Nacional del Distrito de San
Luis, siendo una investigación de tipo Descriptivo-Correlacional en una población
de 230 adolescentes de ambos géneros, utilizando como instrumento la Escala del
Clima Social Familiar (FES) y la Escala de Resiliencia (ER). Los resultados hallados
fueron que el mayor porcentaje de adolescentes se encuentran en un nivel Medio de
Resiliencia (53%). El 30% en un nivel Bajo y en nivel alto el 17%. Asimismo, se
encontró que existe relación significativa entre Resiliencia y las dimensiones del
Clima Social Familiar: Relación y Desarrollo.

Palomino (2011) elaboró un estudio respecto a la resiliencia en un grupo de


estudiantes de primer año de secundaria de una Institución Educativa Nacional de
Lima y de Ica; donde tuvo como objetivo identificar y comparar la resiliencia en una
muestra conformada por 128 alumnos; donde 64 de ellos fueron Varones y 64
Mujeres de los cuales 77 alumnos eran de Ica y 51 de Lima. El muestreo fue no
probabilístico, haciendo uso de la escala de resiliencia de Wognild & Young (ER).
El investigador encontró que existen diferencias en cuanto a la Institución Educativa
de procedencia, teniendo las alumnos de Ica mayor nivel de resiliencia que los de
Lima; no se encontraron diferencias a nivel del género.

Por otro lado, Peña en el 2008 en su investigación “Niveles de fuentes de


resiliencia de un grupo de escolares entre 9 y 11 años de edad de Lima y Arequipa”
tuvo como objetivo identificar y comparar los niveles de fuentes de resiliencia que

20
tenían estos adolescentes, lo cuales estuvieron conformados por 341 escolares de
Arequipa y 311 de Lima, siendo la muestra total 652 adolescentes de 9 a 11 años de
edad. Se efectuó un muestreo de tipo intencional y se usó el inventario de fuentes de
resiliencia, constituido y validado por Peña. Entre los principales resultados se halló
diferencias significativas en las fuentes de resiliencia entre los grupos de Varones y
Mujeres, siendo las mujeres que presentas mayores fuentes de resiliencia; por otro
lado, no se encontraron diferencias en los grupos de Lima y Arequipa.

Marquina en el 2016, realizó una investigación con una población de 900


adolescentes de tercero a quinto de secundaria cuyas variables de estudio fueron los
estilos educativos parentales y la resiliencia llevada a cabo en una institución pública.
Su diseño fue no experimental de tipo correlacional y con enfoque cuantitativo. Se
usó la escala de resiliencia (ER) y la escala de normas y exigencias ENE-H. Los
autores encontraron que existe una relación muy significativa y directa entre la
resiliencia y el estilo educativo parental de tipo inductivo, además halló que la
capacidad resiliente del adolescente no se desarrolla en base al género, ni al lugar de
procedencia; pero si por la forma en que los padres educan a sus hijos.

Prado y Del Águila (2003) llevaron a cabo una investigación cuyo objetivo fue
determinar si existían diferencias significativas en las áreas de resiliencia respecto
del género y el nivel socioeconómico en adolescentes de 12 a 14 años, en tres
colegios de estratos diferentes. El diseño fue descriptivo comparativo, aplicando la
Escala de Resiliencia para Adolescentes (ERA). Con respecto al género se encontró
que no hay diferencias significativas, sin embargo se encontraron diferencias
significativas en el factor interacción destacando el género femenino. De igual forma,
no se encontraron diferencias significativas en las puntuaciones totales con respecto
a los niveles socioeconómicos, pero sí las hubo en los factores de interacción y
creatividad destacando al estrato bajo.

Bolaños y Jara (2016) realizaron un estudio con las variables de clima social
familiar y resiliencia, la muestra estuvo representada por 280 estudiantes del segundo
al quinto año de secundaria de ambos sexos. Se utilizó la Escala de Resiliencia de
Wagnild y Young (ER) como también la Escala de Clima social familiar (FES). El
estudio corresponde a un diseño no experimental de corte transversal, y de tipo

21
correlacional. Se encontró que el 42% de los adolescentes poseen un nivel medio
resiliencia, el 28% un nivel bajo y el 30% un nivel alto. Además se halló que existe
relación altamente significativa entre clima social familiar y resiliencia, indicando
que las familias que son capaces de proporcionar un adecuado clima social familiar
a los miembros de su sistema, también permiten el desarrollo de adecuados niveles
de resiliencia.

Flores en el 2008 elaboró un estudio de tipo descriptivo correlacional sobre la


resiliencia y el proyecto de vida en 400 estudiantes entre hombres y mujeres del tercer
año de secundaria. Se utilizó la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young (ER) y la
Escala Evaluación del Proyecto de Vida de García. Se halló una relación altamente
significativa entre el grado de resiliencia y el grado de definición del proyecto de
vida. Se encontró que el 49.03% se ubica en el nivel bajo de resiliencia, el 25% se
ubica en el nivel Medio alto y Alto, mientras que el nivel preponderante de resiliencia
de los alumnos es el medio (25.8%). Además se halló que las estudiantes mujeres
obtuvieron un puntaje mayor en los niveles Medio alto y Alto (44%) en comparación
con los varones que obtuvieron solo 20%.

22
 A nivel Internacional

Gonzáles, Valdez y Zavala (2008) realizaron una investigación con el propósito


de estudiar los factores de la resiliencia presentes en 200 estudiantes entre 14 y 18
años, de ambos sexos y de los niveles de secundaria y preparatoria. Para ello se aplicó
el cuestionario de resiliencia (Fuerza y Seguridad Personal) desarrollado por
González-Arratia y Valdez-Medina (2005). Los resultados con respecto al sexo de
los participantes evidencian un nivel de resiliencia más elevada en los hombres, con
la característica destacada de la independencia. Las mujeres presentan mayor
resiliencia si estas cuentan con apoyo exterior significativo como los amigos,
profesores y familiares.

Cardozo y Alderete en el 2009 en su investigación “Adolescentes en riesgo


psicosocial y resiliencia” tuvieron como objetivo detectar las variables individuales
y sociales que contribuyen al fortalecimiento del proceso de resiliencia en 210
adolescentes de ambos sexos de un nivel socioeconómico bajo, residentes en la
ciudad de Córdoba y hallaron que el autoconcepto es la variable mejor predictora de
la resiliencia, seguida de soporte social y la autorregulación emocional. Además se
halla que solo un 19% de los jóvenes que han vivenciado situaciones altamente
conflictivas ligados a un entorno socioeconómico precario manifiestan competencias
sociales y adaptación positiva que los caracteriza como resilientes.

Por otro lado, Villalta en el 2010 analiza la relación entre factores de resiliencia
y rendimiento académico en alumnos adolescentes de establecimientos educativos
ubicados en contextos de alta vulnerabilidad social. Se trata de un estudio
descriptivo-correlacional realizado con una población de 437 alumnos de Educación
Media de la Región Metropolitana de Chile. Se diseñó y aplicó un cuestionario para
determinar el nivel de calidad de vida y factores de riesgo de los adolescentes. La
resiliencia se midió con la escala SV-RES creada para población chilena. Los
resultados indican que la relación entre resiliencia y el rendimiento académico no es
significativa.

23
Díaz, Aride y Gallegos (2009) investigaron la relación entre la resiliencia y el
funcionamiento familiar en la cual utilizaron una muestra de 150 sujetos entre
mujeres y hombres mexicanos cuyas edades oscilan entre 27 y 53 años. Se utilizó la
Escala Breve de Enfrentamiento Resiliente para evaluar la resiliencia y la Escala de
Funcionamiento Familiar (1998). Los resultados muestran una mayor relación entre
el factor de resiliencia de orientación hacia el futuro con los factores de
funcionamiento familiar de: relación de pareja, comunicación, cohesión, tiempo
compartido y poder en ambos grupos de la muestra. Se determinó que la situación
económica de los sujetos genera diferencias entre los grupos los factores de
resiliencia.

Rodrigo, Camacho, Byrne y Benito (2007), realizaron una investigación


cualitativa cuyo propósito era estudiar la resiliencia del hijo menor para la
recuperación de las familias en riesgo, realizada en 418 menores y sus familias en las
Islas Canarias. Como instrumento se utilizó el Perfil de Riesgo Psicosocial de la
Familia. Se halló que la resiliencia del menor hijo aparece con mayor frecuencia en
familias con mayor número de hermanos, donde se pueden desplegar mayores
habilidades sociales, hábitat disperso o rural que suele ser menos tóxico, y en
menores con padres de mayor edad. Se concluyó que resiliencia se da en cualquier
edad, sexo y condición socioeconómica de la familia, lo que indica que no hay un
fuerte determinismo evolutivo o social asociado a la misma, sino que depende más
de las oportunidades que proporcionan los contextos de desarrollo.

24
2.2 Base teórica

2.2.1 Etimología

El término resiliencia procede del latín, de resilio (re salio), el cual significa
rebotar, volver a saltar, reanimarse. Para los físicos resiliencia es la característica
que tienen los metales o materiales duros para no deformarse ante presiones y
fuerzas externas; en las ciencias de la salud es la habilidad de resistir, demostrar
fuerza, endurecerse y no alterarse ante situaciones adversas y de crisis (Bolaños
y Jara, 2016).

2.2.2 Definición

Para comprender el desarrollo y llevar un adecuado abordaje del


término resiliencia a lo largo del tiempo y sus implicancias en la actualidad,
es importante realizar una reseña acerca de las diferentes definiciones que esta
posee, como también, mostrar las conclusiones de algunos importantes
autores con respecto a sus investigaciones. En la literatura consultada se
encuentran diferentes definiciones en torno al concepto.

En el 2014, el diccionario de la Real Academia Española en su 23ª


edición, define a la resiliencia como “La capacidad de adaptación de un
individuo frente a un agente nocivo o un situación adversa”.

Aguirre (2008) refiere que la resiliencia es la capacidad o habilidad para


renacer de las adversidades, adaptándose y recuperándose accediendo a una
vida tanto significativa como productiva. En adición a ello, Matta (2010),
citado en Trujillo y Bravo (2014), manifiesta que la resiliencia no solo es una
habilidad que se emplea en momentos difíciles o adversos, sino como la
capacidad de continuidad de estar bien a pesar de las diversas dificultades de
la vida, ya que el desarrollo de esta competencia permite crecer, madurar e
incrementar nuestras potencialidades para la resolución de conflictos.

25
Otros autores conciben a la resiliencia como una capacidad o habilidad
intrínseca del ser humano. Tal es el caso de Grotberg (1995), citado por Fraga
(2015), quien plantea la resiliencia como una capacidad del individuo que le
posibilita hacerle frente a los infortunios de la vida, superarlas y aprender a
partir de ello. Se refiere a ella también como parte del proceso evolutivo y
que puede ser aprendida y desarrollada desde la infancia.

De la misma manera, existe también la concepción dinámica e


interactiva del término, pues Rutter en 1993, citado en Gil (2010), afirma que
la resiliencia forma parte de un conjunto de procesos, que son a la vez sociales
e internos, y que hacen posible que el sujeto tenga una vida sana dentro de un
contexto desfavorable. Estos procesos se combinan en el tiempo y se
encuentran en permanente interacción, evidenciándose que no es un atributo
que el niño puede poseer desde su nacimiento, sino que se va desarrollando a
lo largo de su vida.

García y Domínguez (2013) plantearon que se hallan dos elementos


importantes en la resiliencia, la resistencia ante la desgracia y la capacidad de
poder construir conductas positivas a pesar de la experiencia difícil.

Se habla además de un concepto de resiliencia vinculado al desarrollo


evolutivo, además de su papel interactivo en la vida. Wolin y Wolin (1993),
citado en López (2015), refieren que la resiliencia es la capacidad de
sobreponerse, soportar las penas y enmendarse uno mismo. Sostienen que el
desarrollo de la resiliencia depende de la etapa de evolución, haciéndose más
fuerte y consistente a medida que se desarrolla el individuo.

En otras instancias la resiliencia además de considerada como un


proceso, ha sido relacionada con un marco afectivo. De este modo, Cyrvlnik
en el 2005 afirma que la resiliencia es la capacidad de resistir las
adversidades, lo que constituye un mecanismo de auto protección formado
primero por lazos afectivos y luego por la expresión de las emociones, según
este autor, la resiliencia se entiende como un proceso, un continuo devenir.
Es conclusión se denota como una capacidad que resulta dinámica, interactiva

26
y evolutiva. De lo dicho se desprende que uno puede ser resiliente ante un
hecho específico y no serlo ante otro; ser resiliente con algunas personas y no
con otras, en determinados contextos y no en otros.

Fergus y Zimmerman (2005), citado por Becoña (2006), se refieren a la


resiliencia como aquel proceso vinculado a superar los efectos negativos
después de haber estado expuesto al riesgo y afrontar de manera exitosa la
experiencia traumática. Plantean también factores de riesgo y de protección.
Este último es el que ayuda a reducir o evitar los efectos negativos y lograr
así resultados positivos

De las revisiones de trabajos científicos se desprende que la naturaleza


de la resiliencia es muy compleja y multidimensional además de implicar
factores individuales, familiares y socioculturales. Es esencial resaltar que las
condiciones de adversidad no son permanentes, sino cambiantes, requiriendo
a su vez cambios en las respuestas resilientes. Dicha conducta puede
considerar el prepararse, vivir y aprender de experiencias de adversidad.
Situaciones como, el mudarse de país, una enfermedad o el abandono, son
ejemplos de este proceso (Salgado, 2005).

Habiendo señalado las distintas definiciones conceptuales de diferentes


autores, se resalta finalmente la definición generada por Wagnild y Young en
1993, los cuales describen a la resiliencia como una característica de la
personalidad que regula el efecto negativo del estrés fomentando la
adaptación. Es decir posee una connotación de fortaleza y manejo emocional
describiendo a sujetos que denotan valentía y adaptación ante contextos
adversos. Para este estudio, se asumen los conceptos generados por dichos
autores.

27
2.2.3 Desarrollo histórico de la resiliencia

Las definiciones de resiliencia citadas previamente nos ofrecen una


visión de hacia dónde se dirige la construcción del término, lo cual ayuda a
comprender cómo ha ido evolucionado, sin embargo, para una mejor
comprensión es importante señalar cómo los enfoques de resiliencia han ido
variando a lo largo de los años, tomando en cuenta el contexto social, nuevos
estudios y la necesidad de promover la resiliencia por sus efectos positivos en
la vida.

Se puede hablar de tres etapas o generaciones en el estudio de la


resiliencia. Esencialmente, se podría decir que la primera generación de
autores, la considera como una cualidad, un rasgo generalmente permanente
en el individuo; la segunda generación entiende la resiliencia como un
proceso y se centra en la interacción de los diferentes factores; y la tercera
generación, asume el concepto como algo que, además de ser un proceso, es
una cualidad a construir a lo largo de todo el ciclo vital (López, 2015).

 Primera generación: Resiliencia como cualidad

La primera generación surge a comienzos de los años 70, con un estudio


longitudinal realizado por Emma Wermer a niños que vivían en riesgo social,
dichos estudios fueron comparados entre aquellos niños sin riesgo social, para
identificar diferencias. De allí surge el interés por identificar aquellos
factores protectores y de riesgo que están involucrados en la resiliencia, los
cuales son los que influyen en el desarrollo de niños que se adaptan de forma
positiva, pese a las desfavorables condiciones en las que viven. La autora
estudió aquellos casos y encontró como relevantes, cualidades relacionadas
con la adaptabilidad, la tolerancia, la autoestima, y ser socialmente
responsable, entre otras (Villalba, 2004).

Rutter (1985), citado por Gil (2010), desarrolló estudios


epidemiológicos en Londres encontrando que una cuarta parte de los niños
estudiados fueron resilientes, a pesar de haber experimentado muchas

28
situaciones de riesgo, llegando a la conclusión de que la resiliencia se
caracteriza por una serie de procesos sociales e intrapsíquicos.

La postura de esta primera generación fue ampliar un estudio


contundente desde las cualidades o rasgos personales hasta los factores
externos al individuo tales como: estructura de la familia, nivel
socioeconómico. La gran mayoría de investigadores de dicha generación se
vinculan al modelo triádico de resiliencia: atributos individuales, aspectos de
la familia y características de los ambientes sociales. (Espinoza y Matamala,
2012)

Los conceptos de esta generación fueron las que predominaron para la


construcción de la escala de resiliencia que se usa en esta investigación, con
el fin de señalar las cualidades o atributos de la persona resiliente.

 Segunda generación: Resiliencia como proceso

A mediados de los noventa surge una segunda generación de


investigadores quienes parten del análisis de la interrelación entre los factores
de riesgo y protección y consideran a la resiliencia como un proceso que
puede ser promovido. Se centraron en establecer cuál es la dinámica entre
factores que permiten una adaptación positiva. Ponen el énfasis en el proceso,
en promoción y en contexto social.

Los autores más recientes basados en el modelo ecológico -


transaccional, el cual se basa en la teoría ecológica de Bronfenbrenner,
consideran la resiliencia como un proceso dinámico en el cual las influencias
del entorno y de la persona interactúan y se afectan entre sí facilitando de un
modo u otro su adaptación. (López, 2015).

Por lo tanto, las investigaciones de la segunda generación se centran en


identificar las dinámicas intervinientes en el proceso resiliente, con la
intención de reproducirlas en entornos similares. Además, la resiliencia se

29
entiende como una cualidad que puede ser desarrollada en edades adultas, y
no como un proceso únicamente referido a la infancia. Todas las personas, a
lo largo de su vida, pueden encontrarse con situaciones traumáticas,
pudiéndolas superar e incluso, salir fortalecidas (Flores, 2008).

 Tercera generación: Construcción de la Resiliencia

La tercera generación surge partir del año 2000, es entonces donde se


pone énfasis en la elaboración de modelos de aplicación, en la explicación de
cómo se construye la resiliencia y en la motivación para ser resiliente. En esta
nueva etapa se cambia la focalización de conductas de riesgo, desventaja y
déficits, por una visión de recursos, fortalezas, potencialidades para hacer
frente a la adversidad y construir a partir de ella una postura positiva frente al
sufrimiento o acontecimientos dolorosos. (Puig y Rubio, 2011)

En esta última etapa cabe mencionar a Cyrulnik (2002) quien destaca


el papel constructivo de la resiliencia a partir del trauma, como algo
equivalente a resistir el dolor como un impulso de reparación que nace de la
misma resistencia. Para este personaje quien sobrevivió de los campos de
concentración nazis, es fundamental los roles de dos aspectos: el vínculo y el
sentido.

Además, se reconoce el papel de las emociones positivas, como


mecanismos que protegen fisiológicamente al individuo de los efectos que
producen las emociones negativas (Tugade y Fredrickson, 2004; citado en
López, 2015). Como podemos darnos cuenta con referente al desarrollo de las
generaciones, el concepto resiliencia pasa de ser individual a un constructo
que interacciona con el entorno, y de ser estático, pasa a un proceso dinámico
que se puede construir en cualquier etapa de nuestras vidas

La bibliografía revisada en esta etapa nos indica la importancia de


promover factores resilientes específicos, siendo sumamente esencial el
avance de las investigaciones exhaustivas sobre el tema, para conocer por
último, cómo dichos factores interactúan con el contexto del individuo.

30
2.2.4 Modelos teóricos

a) Modelo ecológico de Bronferbrenner

El modelo plantea que el ser humano se enmarca dentro de una


ecología constituida por distintos niveles que se influyen mutuamente.
Percibe al desarrollo humano como un proceso dinámico, que va en
doble dirección y es recíproco, es decir; la persona reconstruye su
ambiente y recibe de ella las consecuencias de sus factores
vinculantes.

Esta teoría contempla el desenvolvimiento humano en forma


amplia y dentro de un contexto, centrado en las interacciones mutuas
que se dan entre la persona y su medio ambiente. A partir de estas
premisas, surgen lo que Bronfenbrenner llama ambiente ecológico,
entendido como un conjunto de niveles interrelacionados que caben
dentro del otro y que interactúan entre sí. Así, estableció cuatro
sistemas que conforman el ambiente ecológico: el microsistema,
mesosistema, exosistema y macrosistema (Cortés, 2002).

Según García (2001), el primer nivel, el microsistema,


corresponde al nivel más cercano en el que la persona se desarrolla,
tales como sus actividades cotidianas, relaciones interpersonales que
la persona tiene con un entorno determinado; la familia, sus pares, el
vecindario, escuela o el trabajo. El mesosistema, comprende las
interrelaciones existentes entre los diversos entornos en los cuales el
individuo se desenvuelve; la relación que existe entre el hogar, la
escuela y los amigos. El tercer nivel corresponde al exosistema,
entornos en los cuales la persona no está incluida directamente, sin
embargo, existen eventos que afectan o influyen en los contextos en
los cuales sí está incluida, por lo tanto, de algún modo terminan
afectándola (Ochaita y Espinosa, 2004). Para un niño este puede ser
el trabajo de sus padres, el círculo de amigos de su hermano mayor o
las decisiones tomadas en su escuela (Cortés, 2002).

31
El macrosistema, el cual enmarca a los demás, señala la relación
con los marcos ideológicos o culturales dentro de los cuales la persona
se desarrolla e influyen en su socialización como también en su estilo
de vida pudiendo influir además sobre los sistemas de menor nivel,
como son el micro, meso y ecosistema (Bronfenbrenner y Morris,
1998 en Ochaita y Espinosa, 2004). Véase los niveles en la Figura 1.

Figura 1. Modelo Ecológico de Bronfenbrenner

De modo que en este modelo se entiende la resiliencia como un


proceso dinámico, condicionado por las influencias del ambiente y la
persona en constante interacción, que permite al individuo adaptarse
ante los cambios y la adversidad.

b) Modelo de “La casita de Vanistendal”

Es un modelo cualitativo propuesto por Vanistendael en 1994


basado en un enfoque sistémico, en el cual concentra una serie de
elementos de la resiliencia que se encuentran en diferentes contextos.
Este autor construyó su modelo, basándose en la metáfora de una casa,
en la que cada piso contiene los elementos necesarios para la

32
construcción de resiliencia. De esta forma, el todo constituye la
representación del hogar donde se desenvuelve la vida.

En la base de la casa se sitúan las necesidades fisiológicas


básicas para comenzar el proceso, entre ellas comer, dormir, etc., que,
al mismo tiempo, conectan con la naturaleza donde se asienta el hogar.
El subsuelo integra a los pilares en los que se basa la seguridad de la
persona generada en su infancia: su familia, su educación, sus
relaciones amicales. En el primer piso se halla el significado de la
vida siendo este el núcleo central. Es dónde la persona establece unos
objetivos y se dirige a ellos. Aquí estaría inmerso el compromiso y el
altruismo.

En el segundo piso se encuentra el desarrollo de aptitudes


sociales y personales, aspectos fundamentales en la resiliencia, ligadas
al éxito social, la autoestima, la creatividad y el sentido del humor,
siendo de suma importancia esta parte para el autor ya que ayuda a
relajarse y distanciarse del problema. La última parte y la zona más
alta de la casa, sería el desván, que nos remite a las expectativas que
la persona tiene sobre lo que le ocurrirá, es decir, la esperanza.
Además, ahí se encuentran las experiencias que ejercen un efecto
diferente en cada persona con respecto a la construcción de su proceso
resiliente. Se puede visualizar el modelo a través de la Figura 2.

El modelo toma en cuenta dos puntos, por un lado se busca


generalizar a un modelo de casa y por otro lado, se debe individualizar
las intervenciones, es decir que se necesita abordar de manera única a
cada persona ya que no hay dos personas iguales. El modelo no sólo
se focaliza en los problemas, sino también los recursos, potenciales
además de contribuir a formar lazos emocionales favorables
(Vanistendael et al., 2013).

33
Figura 2. La casita de la resiliencia (Vanistendael, 1994; citado por
Rodríguez, 2009).

c) Modelo del desarrollo psicosocial de Grotberg

Este modelo está realizado por Edith Grotberg en 1995, quien lo


incorpora dentro de la teoría del desarrollo de Erick Erikson. Según
Infante (2002), citado en Marquina (2016), el componente dinámico
de ser resiliente va a depender del tipo de interacción que surge entre
los distintos factores y la función que cumple de cada factor en un
contexto determinado. Además, afirma que la resiliencia que se
mantiene como una respuesta a la adversidad a lo largo de la vida o en
un momento determinado y puede ser promovida durante el desarrollo
de la persona.

Asimismo, el autor refiere que la resiliencia además de ser


beneficiosa para la hacer frente a los infortunios, lo es para la
promoción de la salud mental de las personas (Grotberg, 1995; citado

34
por Villalba, 2004). Según esta teoría, para hacer frente a las
adversidades, superarlas y salir fortalecido de ella, se toman factores
de resiliencia de cuatro fuentes, que se visualizan en las expresiones
verbales de los sujetos (niños, adolescentes o adultos) con
características resilientes:

- “Yo tengo” en mi entorno social.


- “Yo soy” y “Yo estoy”, hablan de las fortalezas intrapsíquicas
y condiciones personales.
- “Yo puedo”, concierne a las habilidades en las relaciones con
los otros.

Figura 3. Categorías de factores resilientes. (Grotberg, 2001; citado


por Villalba, 2004)

35
d) Modelo del desafío de Wolin y Wolin

El presente modelo de desafío de Wolin y Wolin (1993), citado por


Castro y Morales (2013), manifiestan que implica ir desde el enfoque de
riesgo hasta el enfoque del desafío, donde cada desgracia o adversidad
que representa un daño o una pérdida puede significar una capacidad de
afronte o un escudo de resiliencia, que no permitirá a estos factores
adversos dañar a la persona, sino por el contrario, beneficiarla, para luego
transformarla positivamente, lo cual constituye un factor de superación,
y apoyo para los adolescentes

Wolin y Wolin introdujeron el concepto de mandala para


explicar los pilares en los que se asienta la resiliencia. Según la RAE
un mandala es “un dibujo complejo, generalmente circular, presente
en el hinduismo y budismo, que representa las fuerzas que regulan el
universo y que sirven de apoyo a las meditaciones”.

La utilidad de la mandala de la resiliencia es concentrar las


fuerzas naturales y la energía interna para mejorar la calidad de vida.
Por lo tanto, está basada en las fortalezas que el individuo puede
desarrollar (Puig y Rubio, 2011). Los pilares son los siguientes:

1. Introspección (Insight). Referido a la capacidad de hacerse


preguntas difíciles y darse respuestas honestas. Gracias a esta
capacidad, las personas pueden dar respuestas realistas acerca
de lo que les ocurre.
2. Independencia: distanciamiento físico y emocional de las
fuentes de problemas que a uno le ocurre en la vida, sin caer en
el aislamiento.
3. Relaciones: tener buenas y gratificantes relaciones con el mundo
social que nos rodea. Siendo capaces de establecer lazos íntimos
y de entrega hacia los demás.
4. Iniciativa: responsabilizarse de los problemas, poseer el control
y ponerse metas cada vez más exigentes.

36
5. Creatividad: usar la imaginación y las diferentes formas de
expresión a través del arte. También se refiere a la capacidad de
generar nuevas hipótesis o soluciones ante las circunstancias y
pensar sobre los propios pensamientos.
6. Humor: encontrar la parte cómica, dentro de la tragedia. A
través del humor se pueden relativizar los problemas.
7. Moralidad: actuar en base a la propia conciencia, siendo capaz
de comprometerse con uno mismo y con los demás.

Figura 4. Mandala de la resiliencia de Wolin &Wolin (1993) citado


por López (2015)

e) Modelo de resiliencia comunitaria de Suárez Ojeda

A partir del nuevo milenio ya no solo se hablaba de resiliencia a


nivel personal, sino también de resiliencia social y comunitaria.
Utilizando las teorías y modelos anteriores, algunos autores se
centraron en estudiar la resiliencia desde una perspectiva macro.

37
De modo similar a los pilares de modelo de mandalas propuestos
por Wolin y Wolin, Suárez en el 2001 plantea un modelo basado
también en pilares, pero orientado a la construcción de la resiliencia
comunitaria, ya que se sabe que es un aspecto que también contribuye
a la construcción de la resiliencia individual.

Los pilares en los que se asienta la resiliencia comunitaria son:

- Autoestima colectiva: este concepto se refiere al orgullo por


el lugar en el que se vive o de donde se es originario
- Identidad cultural: es un proceso de interrelación que
incorpora, valores, danzas, idioma, etc.
- Humor social: referido a la capacidad de algunos grupos para
encontrar lo cómico en la tragedia y superar la adversidad.
- Honestidad estatal: implica la existencia de una conciencia
grupal que condena la deshonestidad y valora el ejercicio
honesto de la función pública.

Los pilares mencionados son los cuatro fundamentales ya que


según el autor la lista de pilares o factores que favorecen la resiliencia
es extensa, pero también señala que no se debe pasar por alto otros
como la capacidad de generar liderazgos auténticos y duraderos, el
ejercicio de una democracia efectiva, y la práctica de la inclusividad
de toda la sociedad.

Suárez, además, propone un perfil de resiliencia comunitaria en


el que se combinan los pilares y los antipilares (características que
inhiben la capacidad solidaria de reacción frente a la adversidad
colectiva). De esta combinación surge una resultante, que permitiría
predecir el nivel de resiliencia de un grupo o comunidad (Melillo y
Suarez, 2001).

Cabe destacar también que, según Martínez (2006), el nivel de


resiliencia comunitaria presente en una sociedad determinada, no está

38
basada en las características personales de los ciudadanos que la
componen, sino en las condiciones sociales, en las relaciones de grupo
y en los aspectos culturales de cada sociedad en particular.

f) Modelo teórico de los rasgos de Wagnild y Young

Es el modelo que se ha tomado en cuenta para esta investigación,


si bien es cierto no es un modelo nuevo, sin embargo, los conceptos
relacionados a la resiliencia como rasgo de la personalidad es de gran
ayuda para la medición de los niveles de la misma y determinación de
los factores que se vinculan a ella ya que son objetivos fundamentales
de la presente investigación.

En 1993, Wagnild y Young definen a la resiliencia como una


característica positiva de la personalidad que permite soportar y
resistir a las dificultades o las condiciones adversas, superándolas y
saliendo además fortalecidos. Asimismo, el autor considera dos
factores. El primer factor denominado competencia personal y el
segundo factor denominado aceptación de uno mismo y de la vida.

Las dimensiones de la resiliencia según Wagnild y Young son


las siguientes:

- Confianza en sí mismo: La confianza en uno mismo deviene de


la manera como los padres han ejercido su responsabilidad de
transmitir aceptación y respeto como también enseñándoles a
pensar y resolver sus propios conflictos; esto lograría producir
un sentir de orgullo caracterizado por la buena autoestima y
autoconfianza.

Además, Wagnild y Young la describen como la capacidad del


individuo para confiar en sí mismo como en sus capacidades.
Se da cuando un individuo se siente tranquilo consigo mismo ya

39
que se conoce y acepta sus limitaciones centrándose
mayormente en las aptitudes favorables.

- Ecuanimidad: según Wagnild y Young (2002) (citado por


Trujillo y Bravo, 2013), este factor denota una visión
balanceada de la propia vida y experiencias. Enfrentar las
situaciones problemáticas con serenidad de modo que se
apaciguan las emociones fuertes, encontrando un equilibrio
entre la razón y la emoción, permitiendo la objetividad en las
personas, en sus decisiones y entablar relaciones interpersonales
estables.

- Perseverancia: Persistencia a pesar de los infortunios, tener


muchas ansias de logros y autodisciplina. La perseverancia es
también realizar las acciones cruciales para cumplir los
objetivos trazados aun si surgen los problemas o posean baja
motivación.

- Satisfacción personal: Percibir la armonía que existe entre el


significado de la vida y el rol que cumplimos en ella. Asimismo
Estar satisfecho personalmente, significa estar feliz con la vida
que se vive, estar en paz por las acciones que se realizan y estar
inmensamente complacido por los resultados que se obtienen.

- Sentirse bien solo: El autor se dirige a esta dimensión como la


capacidad de sentirse libres, únicos e importantes. Además
poseer una valoración positiva de la soledad siendo esta
necesaria para el aumento de satisfacción personal y el refuerzo
de la identidad; aquella persona satisfecha con uno mismo, en
su soledad encuentra la naturaleza de su motivación para la vida
y un espacio para pensar y reflexionar.

En conclusión, para el autor de este modelo, la resiliencia se


trataría de una condición personal que acompaña al sujeto como una

40
capacidad innata que modera el efecto negativo del estrés dando como
resultado una adaptación satisfactoriamente tras una adversidad o
crisis de la vida (Masten, Best y Garmezy, 1991; citado en Ospina,
2007).

g) Rueda de la resiliencia de Hederson y Milstein (2003)

Se consideró conveniente incluir en esta investigación este


nuevo modelo de resiliencia ya que siendo un modelo aplicativo, será
de mucha utilidad para las instituciones que trabajan con población
juvenil y les podrá orientar para un adecuado abordaje y promoción
de la resiliencia.

Hederson y Milstein (2003) son los creadores de uno de los


pocos modelos de resiliencia aplicados a las instituciones educativas.
El modelo está diseñado para fomentar el proceso de resiliencia tanto
en los alumnos como en los profesores. A dicho modelo, lo denominan
la “Rueda de resiliencia” y en ella, se proponen seis pasos. Los tres
primeros están creados para mitigar el riesgo, mientras que los
últimos, se refieren en específico a construir la resiliencia. Los pasos
son los siguientes:

1. Enriquecer los vínculos: Este paso está orientado a fomentar las


relaciones interpersonales entre los alumnos, la institución y los
profesores, con el objetivo de que los lazos se afiancen más
generándose mayor interdependencia y confianza mutua. De
esta manera se promueve la promoción de una mayor
autoconfianza y una disminución de las conductas de riesgo,
asociadas a hábitos perniciosos o a bajo rendimiento escolar.
2. Fijar límites claros y firmes: referidos a los objetivos y
expectativas que se tienen sobre el alumno, acerca de su
rendimiento, su comportamiento y sus obligaciones. Lo más
conveniente en este caso, es mostrarlo por escrito para que las
interpretaciones sean más ajustadas a la realidad.

41
3. Enseñar habilidades para la vida: Esto implica conocerse a sí
mismo, las propias fortalezas, y utilizarlo para enfrentarse a las
adversidades o cambios que ocurren a lo largo de la vida.
4. Brindar afecto y apoyo: Tener en cuenta que el afecto no solo
proviene de la familia o amigos cercanos, sino también de
aquellas figuras importantes que sirven de referencia al
alumnado, incluso como modelos a seguir, y en los que
necesitan ver un apoyo sincero e incondicional, reflejando un
sincero interés hacia su problemática.
5. Establecer y transmitir expectativas elevadas: como afirmaba el
escritor británico Rudyard Kipling (1936), citado en López
(2015) “si encomiendas a un hombre más de lo que puede
hacer, lo hará. Si solamente le encomiendas lo que puede hacer,
no hará nada”. El punto es confiar y esperar que se podrá
conseguir lo mejor de la persona. En psicología existen teorías
que se refieren a aquel fenómeno como la de “profecía
autocumplida” o el “Efecto Pigmalión”
6. Brindar oportunidades de participación significativa: permitir y
fomentar la participación de los jóvenes en la toma de decisiones
de forma activa y creativa, sintiéndose de vital importancia para
el buen funcionamiento de la comunidad educativa.

Figura 5. Rueda de la Resiliencia de Henderson y Milstein


(2003).

42
2.2.5 Factores intervinientes en procesos resilientes

Hasta este apartado, se han descrito las diferentes etapas, definiciones y


modelos de resiliencia. En los puntos anteriores se han presentado los
diversos aportes realizados por diferentes autores acerca de cuáles son las
características o factores que están presentes en la resiliencia. A continuación,
se realizará una selección de los factores considerados más relevantes
implicados en el nacimiento, desarrollo y expresión de la resiliencia.

López en el 2015, plantea dos clasificaciones de factores intervinientes


en los procesos resilientes que corresponden a diferentes enfoques, si bien es
cierto ambas no son excluyentes, sin embargo, se pretende que la última de
ellas presente una visión más actual de los mecanismos que presenta la
resiliencia y que son tomados como base en los estudios más recientes sobre
este constructo.

2.2.5.1. Factores de riesgo y factores de protección

Saavedra y Villalta (2008) plantean que la resiliencia está


asociada con factores protectores y factores de riesgo. Se entiende
por los primeros como aquellas condiciones o contextos que
fomentan el desarrollo de los individuos ya que intervienen como
amortiguadores ante situaciones adversas o de mucho estrés que
pueden ocasionar un gran impacto en el individuo obstaculizando
su progreso.

Es pertinente acotar que estos factores no son universales,


es decir, no hay algunos más importantes que otros, ni tampoco se
puede decir que tienen el mismo efecto en todas las personas ya
que esto va a depender de la valoración que cada uno haga de ellos,
de acuerdo a sus características y a su contexto, así lo señala Rutter
(1993) citado en Llobert y Wegsman (2004). Por otro lado, hay
autores que reconocen la mayor influencia de unos sobre otros, por
ejemplo, dentro de los factores de riesgo, se señala la presencia de

43
familias negligentes o disfuncionales y dentro de los protectores, la
perseverancia, fortaleza y experiencias pasadas exitosas (Acosta y
Sánchez, 2009).

Entre los factores protectores se pueden distinguir los


externos, que son aquellos que están fuera de la misma persona y
que pueden actuar disminuyendo la probabilidad de daño o
desajuste social, como por ejemplo: el contar con una familia que
se involucra, el contar con el apoyo de un adulto significativo, o
integración social y laboral, mientras que los internos, están
referido a los mismos atributos con que las personas cuentan, tales
como la capacidad de insight, la autoestima, seguridad y confianza
de sí mismo, estilos adecuados de comunicación, empatía, entre
otros (Munist et al, 1998; citado en Flores, 2008).

En este sentido, Grotberg, (2006), citado en Marquina


(2016) también señala tres posibles factores de protección ante
acontecimientos traumáticos:

a) Los atributos personales como inteligencia, autoestima,


capacidad para resolver problemas
b) La competencia social
c) Los apoyos del sistema familiar y derivados de la
comunidad

Por otro lado, los factores de riesgo se refieren a cualquier


característica, ya sea de la propia persona o de su medio externo en
la cual se encuentre inmerso, que produce un aumento en la
probabilidad de que la persona sufra algún desajuste ya sea
psicológico o social que deteriore su salud física o mental y con
ello su bienestar psicológico y/o calidad de vida (Munist et al,
1998; citado en Flores, 2008).

44
Según Saavedra y Villalta (2008) se puede identificar
factores biológicos y los medioambientales dentro de los factores
de riesgo. Los primeros comprenderían, por ejemplo: los defectos
congénitos, bajo peso al nacer, falta de cuidado médico durante el
embarazo, ingestión de sustancias antes del nacimiento, entre otros.
Mientras que en los medioambientales se puede encontrar: la
pobreza, la discordia familiar, las enfermedades mentales presente
en alguno de los miembros de la familia, baja escolaridad de los
padres, negligencia paterna, entre otros.

2.2.5.2. Factores interpersonales, intrapersonales y sociales

Esta clasificación de factores está basada en el modelo


ecológico antes descrito y tiene una visión más actualizada de los
conceptos de resiliencia como proceso y como construcción.
Describe los variables intervinientes en el proceso resiliente
interactuando en tres niveles o nichos ecológicos: intrapersonal,
interpersonal, y social (Fry y Keysers, 2010; citado en López,
2015).

Los factores intrapersonales son entendidos como


características referidas a los procesos internos de la persona; los
factores interpersonales se refieren a la relación con los demás y
los factores sociales como aspectos de interacción con grupos
grandes o comunidades (Kent, Davis y Reich, 2014; citado en
López, 2015)

a) Resiliencia como proceso intrapersonal

Con referente a los factores intrapersonales, existe una gran


variedad de atributos o características que señalan diversos
autores. A continuación, se mencionan los más destacados.

45
- Autoestima: entendido como un sentido de autorrespeto, y
autoaceptación, está generalmente vinculado a una expectativa
de éxito en la vida y numerosos investigadores, lo destacan
como un factor de resiliencia (Grotberg, 2006)

- Autoeficacia y confianza en uno mismo: Generalmente los


individuos resilientes creen en sus propias habilidades para
resolver y enfrentar los problemas de la vida con éxito. Por lo
son requisitos fundamentales para la resiliencia.

- Autoconocimiento: Conocerse a sí mismo es considerado


también como un aspecto resiliente. Alim et al. (2008), citado
en López (2015) señalan que las personas resilientes poseen
una alta compresión de sí mismos, sobre sus motivaciones, sus
emociones, sus fortalezas y debilidades.
- Optimismo: anhelar un futuro positivo con una actitud
positiva con ganas de superar las adversidades es muy común
en una persona resiliente. Los optimistas también son flexibles
en lo referido a su capacidad de adaptación a desafíos,
limitaciones, y aceptan mejor los obstáculos Kent y Davis
(2010), citado en López (2015).

- Autorregulación: Los individuos resilientes desarrollan la


capacidad de esperar y contener sus impulsos. Diversos
estudios destacan la autorregulación como un atributo esencial
para el desarrollo de la resiliencia fomentando la autoeficacia
(Cabrera, Aya y Cano, 2012).

- Resistencia: Habiéndose estudiado este factor en diferentes


áreas, se encontró que era predictor de una adaptación positiva
en personas que habían vivenciado experiencias traumáticas,
como, por ejemplo, los veteranos de guerra (Zakin, Solomon y
Neria, 2003; citado en López, 2016)

46
- Creatividad: Este factor también es muy importante ya que,
mediante la creatividad, la persona resiliente puede idearse
muchas maneras de cómo resolver el conflicto, no tiene una
visión limitada de las cosas. La persona resiliente necesita
muchas veces reestructurar los objetivos e idearse planes
alternos y eso es lo que la creatividad brinda.

- Espiritualidad: el valor que muchas personas le dan a lo


espiritual está asociado a la fé con connotación religiosa de que
las cosas saldrán bien. Parece ser que, la espiritualidad, lejos
de fomentar indirectamente algunas actitudes negativas como
la pasividad y la patologización de conductas que no se ajustan
a sus estándares morales, está asociada, a menudo, con la
autoeficacia y la esperanza, conllevando la confrontación
activa de los problemas (Kenneth y Cummings (2010), citado
en López (2015).

b) Resiliencia como proceso interpersonal

El proceso interpersonal se refiere a la habilidad de


establecer adecuados vínculos con los demás. Las personas
resilientes han desarrollado estas habilidades que fomentan el
establecimiento de buenas relaciones y su permanencia en el
tiempo, las cuales ayudan a enfrentar a los acontecimientos
estresantes de la vida.

Kent y Davis (citado en López, 2015) afirmaron que las


características intrapersonales no bastan por si solas para el
desarrollo de la resiliencia, requieren la intervención de los
factores externos, específicamente el apoyo social. Según
Skodool (2010) estas características prosociales pueden estar
enmarcadas bajo los conceptos generales de la sociabilidad,
expresividad emocional y empatía.

47
- Sociabilidad: El factor socialización es bastante influyente
en el contexto de la persona resiliente, se le asocia además
características como ser más alegres, extrovertidos y
joviales que el promedio. Es más sencillo para ellos hacer
nuevos amigos y disfrutan del compañerismo y de
compartir con los demás.
- Expresividad Emocional: La capacidad de expresar las
emociones de manera autentica y adecuada conlleva a
relaciones interpersonales más estables y sólidas, además
de ser considerado un factor importante en situaciones
estresantes. Las personas resilientes tienen la capacidad de
ser más cálidos en su comunicación y poder confiar sus
sentimientos a los demás.
- Empatía: esta habilidad social es percibida como una
respuesta afectiva que es congruente con el estado
afectivo del otro. Se considera que la empatía es una
condición importante para la competencia social y una de
las características principales de la resiliencia.

Se puede incluir además al altruismo como una


característica o factor interpersonal que se encuentra en las
personas resilientes además de estar relacionado con la
empatía. (Brown y Okun, 2005; citado en López, 2015)
propusieron un modelo de intervención para favorecer la
resiliencia basado en el voluntariado, demostrando que las
personas que realizaban esta labor, favorecían la promoción de
recursos resilientes.

c) Resiliencia como proceso social y comunitario

Como se mencionó en el modelo comunitario de la


resiliencia en la sección anterior, estos conceptos son
básicamente nuevos y combinan los postulados de la teoría
ecologista y de la promoción de la resiliencia, los cuales no

48
solo toman a la resiliencia como un proceso en interacción
otros niveles sino que también apunta a la construcción social
de este mismo.

Tomando en cuenta el papel de la intervención


psicosocial, la resiliencia busca fomentar procesos que
permitan a la persona sentirse parte de un ambiente social y
así ayudarlo a superar las dificultades, adaptándose a la
sociedad y por ende tener una mayor calidad de vida (Melillo,
Cuestas, y Estamatti, 2001). De esta manera estos autores
reafirman que la resiliencia no solo se basa en atributos
intrapersonales.

Cyrulnik en el 2005, considera que la relación


constructiva entre los sujetos y su entorno social como lo son:
los familiares, las amistades, compañeros, son característicos
en personas que han sabido lidiar con las dificultades de una
manera eficaz, es decir personas resilientes.

Las investigaciones sobre resiliencia social y


comunitaria en las últimas décadas se han centrado en
determinar los recursos de la comunidad que fomentan la
resiliencia. Un gran número de estudios han destacado la
importancia de la confianza social y cívica, la reciprocidad,
la eficacia de barrio, además de la participación en muchos
aspectos de la vida de la comunidad, destacándose los
siguientes como de gran relevancia (Putman, Feldstein, y
Cohen, 2003; citado en Marquina, 2016)

- Infraestructura Física: se refieren a inmuebles


asequibles; parques o espacios abiertos y recreacionales,
adaptación a cambios dramáticos en el ambiente físico.
- Infraestructura Social: está referido a los espacios donde
se da la comunicación, el dialogo, así como el

49
intercambio de ideas con respecto a cuestiones de la
comunidad o localidad, fuentes de información a través
de delegados o líderes comunales; organizaciones de la
comunidad (barrio asociaciones, centros cívicos, etc.)
- Infraestructura Cívica: procesos y redes a través del cual,
las comunidades, toman decisiones y resuelven
problemas; participación en el proceso político; medidas
de calidad; número de comités comunitarios y consejos
centrados en la toma de decisiones sobre los problemas
de la comunidad; establecimiento de formas de
gobierno.
- Infraestructura Económica: Este factor es importante en
esta investigación por la problemática presentada en el
inicio. Concierne a altas tasas de empleo y con una buena
remuneración; disminución de la desigualdad de
ingresos; la igualdad de oportunidades bajo un criterio
de inclusión de género; precios asequibles de los
negocios y la representación del sector privado en la
comunidad.

2.2.5.3. Factor socioeconómico

Este último punto dentro del apartado de los factores


intervinientes en los procesos resilientes se pudo haber incluido en
el punto anterior, sin embargo, no se consideró oportuno por dos
razones: es un factor que trae bastante discordancia entre muchos
investigadores con respecto a si puede ser considerado un factor
importante para la expresión o desarrollo de la resiliencia. La otra
razón es por cuestiones prácticas ya que resulta oportuno ampliar
este punto debido a que está bastante relacionado al tema de
investigación.

Existe la tendencia por parte de muchas personas a pensar


que los individuos con un nivel socioeconómico alto presentan

50
mayores capacidades resilientes, ya sea por la posesión de recursos
materiales económicos y facilidades educativas o en base al
rendimiento académico. Sin embargo, éste de ninguna manera es
sinónimo de la mayor tenencia de tal habilidad. (Melillo y Suárez,
2001).

Esta posición es reafirmada por Grotberg en el (2001),


citado en Silva (2012), quien a partir de su investigación realizada
en veintidós países, afirma que la resiliencia no estaría relacionada
con el nivel socioeconómico, razón por la cual, sujeto a la presencia
de ciertos factores de apoyo, tanto los sujetos ricos como pobres,
tendrían la misma posibilidad de desarrollar un comportamiento
resiliente. Si bien la pobreza no es una condición de vida favorable
para los seres humanos, ésta no impide de manera alguna la
posibilidad de que las personas desarrollen la capacidad resiliente.

Martínez (2006) afirma también que no existe dicha


relación, dando mayor importancia para el desarrollo de la
resiliencia a las características presentes en el contexto social
donde el individuo se encuentra; tales como apoyo, cohesión o
confianza en sus capacidades. Estas condiciones no necesariamente
se encuentran en los niveles más altos, donde ocasionalmente se
observa déficit de comunicación y falta de interacción entre los
integrantes de las familias. En tanto que, en situación de pobreza,
no es extraño observar aspectos tales como la unidad y solidaridad;
condiciones que resultarían más potentes que el nivel
socioeconómico, a la hora de constituirse en factores determinantes
para el desarrollo de la resiliencia

Por otro lado, Baldwin (1982) citado en Prado y Del Águila


(2003) en sus estudios de niños y familias resistentes al estrés,
afirma que la clase social es una importante variable de riesgo, sin
embargo, establece diferencias entre la influencia de la clase social

51
con las variables que él denomina proximales relacionadas a los
factores de riesgo.

En el Perú, Prado y Del Águila (2003) en su investigación


en adolescentes estudiantes, determinaron en términos globales que
no existen diferencias significativas en los valores totales entre la
resiliencia y el nivel socioeconómico, concluyendo que las clases
sociales no son determinantes en la resiliencia. Sin embargo, sí
encontró diferencias con respecto de algunas áreas, como
interacción a favor a la clase baja, iniciativa, a favor de la clase
alta, y creatividad en valores altamente significativos a favor de la
clase baja.

2.2.6. Aportes de enfoques y disciplinas psicológicas

2.2.6.1. Una visión desde el Psicoanálisis

Existen diversos autores que estudian el concepto de


resiliencia desde un punto de vista psicoanalítico, pues desde este
enfoque, es necesario la presencia de un trauma o gran adversidad
para que se desarrolle la resiliencia. A continuación, algunos
conceptos de estos teóricos para una mayor comprensión.

Freud, en su obra “El malestar en la cultura”, afirma que el


sufrimiento amenaza desde tres lugares: desde el propio cuerpo,
desde el mundo exterior, y desde el vínculo con los demás seres
humanos y este último, es tal vez el que cause mayor sufrimiento
en el sujeto. (Marra, 2012). De aquí la importancia de los vínculos
para el desarrollo de la resiliencia, y la necesidad de comprender la
multiplicidad de factores que influyen en la vida anímica de las
personas.
Melillo (2004) plantea que la resiliencia según Freud parte
de la escisión del Yo en el proceso defensivo. Frente al trauma

52
psíquico de la amenaza de castración, el sujeto se escinde para
poder continuar la satisfacción de sus pulsiones por una parte,
mientras a otro nivel sufre la continua acción de la amenaza
recibida que sabe real y posible.

En relación a lo anterior, se puede considerar a la pulsión o


energía como un factor que contribuye a que el individuo sea un
ser resiliente. Es decir, si el individuo logra mantener esta energía
constante y evita el displacer, puede estar apto para sobrellevar la
situación de adversidad y lograr defenderse de ella. Sin embargo,
deja también la interrogante de que si es suficiente dicho
mecanismo en la vida anímica del sujeto para el logro de la
resiliencia.

Volviendo a la concepción de trauma como fundamental


para los psicoanalistas en lo que refiere a la resiliencia, los teóricos
señalan que está íntimamente ligada con el Yo y los mecanismos
de defensas, ya que es mediante estos que el individuo procura
defenderse de la angustia. (Fraga, 2015).

A todo esto, Griffa (2013) afirma que la concepción del Yo


tiene un fuerte anclaje en la teoría de la resiliencia. Dicha autora
expresa que la capacidad de resiliencia en el sujeto va a depender
de la fortaleza o debilidad del Yo, ya que éste será el representante
del carácter y será el afectado por la circunstancia adversa. De esta
manera, se establece un yo resiliente, el cual integra resistencia y
flexibilidad.

Como se puede observar, al igual que en otras corrientes, el


psicoanálisis plantea un concepción dinámica e integradora del ser.
Esto es, la convivencia de factores exógenos y endógenos en el
sujeto los cuales vendrían ser como factores internos y externos
según otros teóricos.

53
2.2.6.2. Resiliencia en el modelo Sistémico

El enfoque sistémico ha servido de base teórica para muchas


investigaciones en las últimas décadas concernientes a la
resiliencia, pues como ya se ha mostrado en apartados anteriores,
los factores intrapersonales, interpersonales y sociales parten de un
concepto de sistemas o nichos ecológicos.

Según Johansen en el 2004, la descripción de estos factores


mencionados es apoyada por la Teoría General de Sistemas que
plantea la existencia de sistemas dentro de otros sistemas y que a
su vez estos están abiertos y se influyen de forma bidireccional de
modo que se caracteriza por un proceso de incesante intercambio
de materia, energía y/o información con su medio ambiente con
una tendencia hacia el crecimiento.

Siebert (2007) citado en Espinoza y Matamala (2012),


menciona que la resiliencia es concebida desde un punto de vista
sistémico como una capacidad que se origina a partir de la
interacción entre el sujeto y su medio, donde los agentes externos
juegan un rol fundamental tales como la familia, los amigos, el
entorno social en general. Mediante este enfoque es posible lograr
una mejor comprensión del constructo de resiliencia como el
resultado de la combinación entre características personales y
ambiente (López, 2015).

De acuerdo a lo señalado anteriormente, el constante


intercambio entre el entorno y la persona, está bastante relacionado
con el modelo de Bronfenbrenner, el cual se describió
anteriormente. Este cataloga como proceso dinámico, bidireccional
y recíproco, al desarrollo humano en el cual los individuos
reestructuran de modo activo su ambiente al mismo tiempo que son
influenciados por éste (Papalia, Wendkos y Duskin, 2011).

54
No cabe duda sobre la influencia que tiene el medio ambiente
sobre la persona y viceversa además cabe reiterar que el proceso
resiliente no se limita a los procesos internos del sujeto. Es de gran
importancia el ambiente donde los seres humanos se desenvuelven
tanto como las variables cognitivas que están implicadas
(Bronfenbrenner 1979; citado en Torrico et al. 2002).

2.2.6.3 Psicología Positiva y resiliencia

Posek en el 2006, sostiene que la psicología positiva busca


comprender los procesos de los cuales resultan las características
positivas de las personas, a diferencia de la psicología tradicional,
la cual, se ha dedicado a estudiar la patología y debilidad del ser
humano dejando de lado los aspectos positivos.

El objetivo principal de la psicología positiva es mejorar la


calidad de vida de los individuos y trabajar en base a ello para la
prevención de trastornos mentales pero centrándose en las
fortalezas y cualidades que están presentes en cada una de las
personas, más que enfocarse en sus debilidades, en la búsqueda de
las reparaciones a causa de un daño o hacer victimas a las personas
de una visión pesimista de la naturaleza humana (Seligman, 2003;
citado en Vera, 2006).

Martorelli y Mustaca (2004), citado por Vera (2006), señalan


que esta rama de la psicología se centra además en estudiar las
emociones positivas como la seguridad, la esperanza, la confianza
y la capacidad de perdonar. Dichas emociones serían claves para el
afrontamiento de las situaciones adversas dejando de lado la
exaltación de las emociones vinculadas al estrés y la angustia.

Con respecto a los hallazgos sobre la relación de la psicología


positiva y la resiliencia, Poseck, Baquero y Jiménez (2006)
destacan el papel de la psicología tradicional enfocada a hablar de

55
trauma en relación a la psicopatología, estableciendo que esta
última es la forma normal y genérica de reaccionar ante un
acontecimiento sumamente adverso. Con referente a ello la
psicología positiva distingue otras formas de conceptualizar el
trauma entendiéndolo desde un modelo más optimista.

Algunos teóricos con enfoque psicoanalítico consideran que


el trauma siempre daña y paraliza al sujeto o cuando hay un daño
necesariamente la persona experimenta un trauma. Asumir esta
concepción sería asumir que todos los individuos responden de
igual manera ante un hecho traumático lo cual sería no considerar
que las respuestas son individuales e independientes en cada sujeto
y generándose así una visión pesimista (Fraga, 2015).

De todo ello se puede decir que los aportes más relevantes de


la psicología positiva a la teoría de resiliencia es la forma de cómo
ésta percibe al individuo más allá de la vulnerabilidad y de todos
aquellos aspectos negativos y se busca además cambiar la visión
pesimista que se tiene del trauma ya que no necesariamente
conduce a la patología puede generar aprendizaje interior y
crecimiento el cual puede ser muy beneficioso.

2.2.7. Resiliencia en el desarrollo evolutivo

Partiendo desde una concepción dinámica y cambiante del concepto


de resiliencia podemos inferir que el proceso se puede llevar a cabo en
distintas etapas del desarrollo.

Saavedra y Villalta en el 2008, señalan que si se considera que la


resiliencia es una capacidad que se desarrolla y actualiza en la historia
interaccional del sujeto, su relación con las diversas etapas de la vida cobra
particular relevancia. El concepto etapa de vida es uno de los supuestos más
generalizados entre los especialistas para describir y explicar las diversas
situaciones que hacen parte del desarrollo humano.

56
Desde esta perspectiva se estudia la resiliencia desde la complejidad
de la interacción humana y se establece que el ser humano tiene un papel
activo en su desarrollo. De ello se desprende que no toda infancia con un
contexto desfavorable va a impedir al individuo que pueda adaptarse y
desarrollar su resiliencia. (Fraga, 2015).

Por su parte, Uriarte (2005) señala que el enfoque de la psicología del


desarrollo evolutivo describe a la resiliencia como una cualidad, la cual
puede aprenderse y perfeccionarse en el curso del desarrollo del individuo,
apuntando más allá de la superación de los conflictos y logrando el más alto
nivel de enriquecimiento posible.

A continuación, se describe el proceso de la resiliencia durante dos


etapas del desarrollo humano: la adolescencia y la juventud. Si bien es
cierto, hay muchos otros estudios y teorías que apuntan al proceso resiliente
desde los primeros años de vida, sin embargo, para esta investigación, es
apropiado resaltar la resiliencia durante las etapas mencionadas.

2.2.7.1. Resiliencia en la adolescencia

Con respecto a la etapa de la adolescencia, tal como lo


señala el Ministerio de Salud MINSA (2015), adolescentes son
todas las personas hombres y mujeres cuyas edades oscilan entre
los 10 y 19 años y que además se encuentran en una etapa en la
cual se presentan muchos cambios en su aspecto físico, así como
en su personalidad.

La resiliencia en la adolescencia ha sido estudiada por


muchos investigadores por la gran importancia que estos les dan
a las características intrínsecas de dicha etapa del desarrollo
evolutivo, ya que se le conoce como una etapa de importantes
cambios y transformaciones que conlleva al adolescente a
experimentar nuevas experiencias personales y sociales, a fin de

57
obtener identidad y autonomía para poder consolidarse como
persona.

Cardozo y Alderete (2009) afirman que los adolescentes se


enfrentan a situaciones nuevas y en muchos casos se enfrentan
ante escenarios adversos, lo cual plantea la necesidad de
desarrollar habilidades sociales, cognitivas y emocionales para
hacer frente a retos y desafíos. La empatía de un adulto, la
valoración de sus actos, tener protagonismo y autocontrol son
factores que promueven la resiliencia en el adolescente.

A diferencia de la niñez, en la adolescencia ya se posee un


tipo de pensamiento formal en el cual ya puede confrontar,
debatir, reflexionar y sacar sus propias conclusiones con respecto
a su realidad, además es donde se empieza a elaborar un proyecto
de vida personal. Por consiguiente, es propicio durante esta etapa
fortalecer el desarrollo, prevenir las conductas de riesgo y
promover los factores de protección (Flores, 2008).

Además, cabe mencionar que los factores de riesgo en los


adolescentes son más pronunciados y es necesario la supervisión
de un adulto responsable ya que por más que se sientan
autosuficientes, no lo son. Flores (2008) señala que la
adolescencia es uno de los periodos evolutivos de más alta
vulnerabilidad, en el cual las conductas de riesgo son afines a
aquellos comportamientos que afectan o perjudican el logro de las
tareas usuales del desarrollo, el desarrollo de habilidades sociales,
la adaptación de nuevos roles sociales y el despliegue de
sentimientos de adecuación.

Definitivamente es una etapa fundamental del desarrollo


para relacionarla con la resiliencia ya que es donde las personas
más necesitan optimizar sus factores protectores para no caer en
las problemáticas sociales que cada vez va arrasando con más

58
jóvenes a su paso. Por ello es necesario la promoción de esta
habilidad.

El joven adolescente buscará su independencia y separarse


de sus padres para lograr una identidad propia. Generalmente se
producen crisis en las familias, se cuestionan las normas de los
padres o tutores, generando muchas veces rebeldía en los
adolescentes, asimismo aparecen conflictos con los maestros, por
todo ello es fundamental el manejo de los padres. Ángeles (2016)
hace énfasis en la responsabilidad de los padres para inculcar
valores, establecer y mantener una comunicación familiar
saludable, son piezas clave para brindar el soporte necesario para
desarrollar la resiliencia.

Es importante destacar el papel de los factores sociales en


la resiliencia en el adolescente ya que, al margen de sus conflictos
internos, se suma a ello el problema de inserción laboral, el
aumento de la exclusión social y con esta la deserción en la
enseñanza media. Esto forma tres grupos de jóvenes, los que
continúan sus estudios y tendrán mejores oportunidades
laborales, los que ingresan al mercado laboral en condiciones
precarias, y los desocupados. (Suarez, Munist y Kotliarenco,
2004).

Definitivamente en la actualidad los problemas


socioeconómicos generan que la adolescencia sea una etapa aún
más difícil de lo que es. El obstáculo de la necesidad de
independencia y su gran dificultad para instrumentarla, muchas
veces les obliga a prolongar situaciones de dependencia familiar.

En definitiva, es muy importante el apoyo conjunto de la


familia, las instituciones educativas, las instituciones
gubernamentales y de salud para la formación de una plataforma
sólida que haga posible una adolescencia menos conflictiva.

59
2.2.7.2. Resiliencia y juventud

Cuando se habla de los jóvenes, la resiliencia está asociada


al fortalecimiento de la autonomía llevada a la aplicación, es
decir, a la capacidad de llevar a cabo sus propios proyectos de
modo responsable y efectivo (Saavedra y Villalta, 2008). Por su
parte, Gomez (2010) señala que en esta etapa se muestran también
una serie de características que se asocian directamente con la
capacidad de afrontar adecuadamente los problemas, una
autonomía más sólida, la habilidad para tener apoyo de los demás
y la autoconfianza.

Puig y Rubio (2011) señalan que la mayoría de los modelos


de resiliencia enfocados en la juventud se han centrado en
aspectos de riesgo y de protección. Cuando se enfrentan con el
riesgo, los jóvenes se basan en factores de protección, para
mantener la estabilidad, superar la adversidad, y en ocasiones
aumentar la competencia (Luthar, 2004; citado en Ángeles, 2016)

Los factores de protección son los recursos y activos que


representan aspectos positivos en la vida de los jóvenes. Es
necesario aclarar que la ausencia o niveles bajos de factores de
riesgo sean considerados como un factor protector. Los recursos
por lo tanto se refieren a factores que son externos a la persona y
los activos son los internos.

Los recursos incluyen el apoyo social, programas para


jóvenes en la comunidad, talleres de prevención, mayores puestos
de trabajo, etc. Los activos se refieren factores como la
competencia, la motivación, y la creatividad. (Masten et al., 1999;
citado en Ángeles, 2016)

Fergus y Zimmerman (2005), citado en Angeles (2016)


describieron tres modelos de resiliencia asociados a la etapa de la

60
juventud para explicar cómo los efectos negativos de los factores
de riesgo pueden ser modificados por otros factores. Los modelos
que describieron son los siguientes:

- Modelo de compensación: Cuando existen factores de


protección que contrarrestan los efectos adversos de la
exposición al estrés. Es decir, compensa los efectos negativos
del riesgo. Por ejemplo, diversos estudios muestras que el
riesgo asociado a tener amigos violentos se compensa con el
apoyo de los padres. (Zimmerman y Brenner, 2010; citado en
Lopéz, 2016).

- El modelo de protección: Realza el papel que tienen los


factores protectores que ayudan a los jóvenes en situaciones
de peligro, es decir, los que posee un alto nivel de estos
factores tienen un menor riesgo de resultados negativos que
otros que cuentan con bajos niveles de protección.

- El modelo de desafío: Señala que los bajos niveles de riesgo


pueden fomentar la adaptación de los jóvenes, de modo que
posteriormente una exposición a niveles más altos afecte
menos. Sin embargo, si solo hay un mínimo de riesgo podría
no preparar a los jóvenes de una manera adecuada para la
exposición a otros niveles. Por lo tanto, si los jóvenes son
capaces de hacer frente exitosamente a niveles moderados de
exposición al riesgo, les ayudaría a superar mayores riesgos
en el futuro (Fergus y Zimmerman; citado por Ángeles,
2016)

61
2.2.7.3. Factor género en la resiliencia

La influencia del género en la resiliencia ha venido siendo


estudiada por muchos investigadores en las últimas décadas. Los
primeros estudios tenían como finalidad dar a conocer quiénes
son más vulnerables en la edad temprana, encontrándose que los
varones son más vulnerables que las mujeres a presentar síntomas
y problemas de adaptación siendo además los que más
rápidamente adoptaban conductas de oposicionismo y agresión,
para demostrar su infelicidad y sufrimiento, sin embargo las
mujeres en edades posteriores resultan más afectadas
especialmente con experiencias estresantes principalmente
relacionados a las relaciones interpersonales (Luthar, 2004;
citado en Marquina 2016)

Gonzales y Valdez en el 2011 encontraron que las mujeres


obtuvieron mayores puntajes en resiliencia que los hombres y de
la misma manera muchos otros estudios donde se ha tenido en
cuenta estas variables sexo y resiliencia, muestran resultados de
características de resiliencia a favor de las mujeres.

Por otro lado se ha encontrado que las personas del género


femenino tienen mayores puntajes en los factores protectores
externos en las diferentes edades, mientras que los del género
masculino puntúan más alto en los factores protectores internos.
Siendo una diferencia importante de tomar en cuenta ya que nos
demuestra que las mujeres requieren más de un apoyo externo
(principalmente de la familia) para ser resilientes (Vera, 2006).

Un estudio realizado por Prado y Del Águila (2003) en la


ciudad de Lima con una muestra de adolescentes hombres y
mujeres de tres instituciones educativas, mostraron que no existen
diferencias significativas entre el nivel de resiliencia entre ambos
sexos, no obstante, las mujeres obtuvieron mayores puntajes en

62
las áreas de insight, interacción y moralidad mientras que los
hombres puntuaron más alto en las áreas de independencia e
iniciativa.

A todo ello, se puede concluir que, en la mayoría de las


investigaciones, las mujeres arrojan un nivel más alto de
resiliencia con respecto de los hombres. Al respecto, Baston, Fulz
y Schoenrade (1987), citado en Gonzales y Valdez (2011),
ofrecen una explicación en base a los estereotipos sociales los
cuales atribuyen a la mujer una mayor sensibilidad emocional,
tendencia al cuidado y apoyo a los más débiles, mayor capacidad
para detectar sentimientos y señales no verbales y una mayor
preocupación por los otros.

Henderson y Milstein (2003) señalan que la relevancia de


conocer si existen diferencias entre los niveles de resiliencia entre
hombres y mujeres, se basa en la implementación de estrategias
diferenciadas para la promoción de esta habilidad, tomando en
cuenta su dinamismo. Es por ello, que el factor género es
considerado en esta investigación ya que será un aporte esencial
para la promoción de factores resilientes a nivel de género.

63
CAPITULO III

Método

3.1 Participantes

 Población

La población está conformada por 352 adolescentes y jóvenes entre hombres


y mujeres cuyas edades están comprendidas entre los 18 a 24 años, los cuales han
sido formados y capacitados por la Fundación FORGE de Lima Norte que
comprenden las sedes de Comas, Ventanilla y Los Olivos.

FORGE es una fundación sin fines de lucro que se dedica a facilitar el acceso
laboral de calidad a jóvenes con escasos recursos económicos en América Latina.
Esta organización de origen suizo, tiene sucursales en países como México,
Uruguay, Chile y Argentina. Aquí en el Perú, además de las sedes consideradas en
la investigación, cuenta con sedes en Surquillo y San Juan de Miraflores. El
principal objetivo de FORGE es formar a los jóvenes de forma técnica y
humanística para un mejor desenvolvimiento en el campo laboral.

 Muestra

La muestra fue no probabilístico y por conveniencia y se utilizó la tabla de


Fisher- Arkin – Colton a un 5% como porcentaje de error para determinar el tamaño.
Dicha muestra está conformada por 146 adolescentes y jóvenes de ambos sexos los
cuales se encuentran en la etapa de formación.

Criterio de inclusión

- Pertenecer a la etapa de formación en aulas de la fundación FORGE Lima


Norte.
- Registrados en las sedes de los distritos de Comas, Ventanilla y Los Olivos.

64
- Adolescentes y jóvenes de ambos sexos cuyas edades oscilen entre 18 y 24
años que es además lo establecido por la Fundación.

Criterios de exclusión

- Adolescentes y jóvenes que no pertenezcan al grupo de formación FORGE


Lima norte del periodo formativo 2017.
- Personas que están bajo los efectos de algún estupefaciente.
- Personas que han atravesado por un episodio fuerte de estrés recientemente.

Características de la muestra

La muestra consta de 146 personas; 71 hombres y 75 mujeres cuyas edades


oscilan entre los 18 y 24 años pertenecientes al grupo de formación de la Fundación
FORGE Perú de las sedes de Lima Norte que comprenden los distritos de Comas,
Ventanilla y Los Olivos. Los adolescentes y jóvenes residen en dichos distritos y
pertenecen a familias de bajos recursos económicos y han finalizado sus estudios
en instituciones educativas públicas.

En la tabla 1 se muestra la frecuencia de la muestra según el sexo de los


participantes. El 51% de la muestra son mujeres y el 48,6% son hombres.

Tabla 1
Frecuencia de la muestra por sexo

Sexo f %

Hombres 71 48,6

Mujeres 75 51,4

Total 146 100,0

65
La muestra está conformada por dos grupos etarios; adolescentes y jóvenes,
ambos grupos poseen igual número de sujetos tal y como se muestra en la tabla 2.

Tabla 2
Frecuencia de la muestra según el grupo etario

Grupo etario f %

Adolescentes 73 50,0

Jóvenes 73 50,0

Total 146 100,0

Los participantes provienen de tres distritos de Lima Norte, cada grupo en


diferentes cantidades, conformándose así: Ventanilla con 56 participantes, Comas
con 54 y Los Olivos con solo 36 personas.

Tabla 3
Frecuencia de la muestra según el distrito

Distrito f %

Ventanilla 56 38,4

Comas 54 37,0

Los Olivos 36 24,7

Total 146 100,0

66
3.2 Técnicas e instrumentos de recolección de datos

La Escala de Resiliencia (ER), es una prueba de autoinforme desarrollada por


Wagnild y Young (1993) que sirve como instrumento para establecer el nivel de
resiliencia en los adolescentes y adultos. La Escala de Resiliencia está compuesta
por 25 ítems de tipo cerrado construidos según una escala de tipo Likert de siete
alternativas cuya valoración está entre 1 (Totalmente en desacuerdo) y 7
(Totalmente de acuerdo) y son calificados positivamente, con una puntuación
máxima posible de 175 y una mínima de 25. Puede ser aplicada de forma individual
o colectiva, con una duración aproximada de aplicación de 10 a 15 minutos.

En el Perú Castilla, Caycho, Shimabukuro, Valdivia y Torres (2014)


analizaron la confiabilidad y validez, en un trabajo psicométrico preliminar de la
escala que contó con la participación de 427 personas (219 escolares de secundaria
y 208 estudiantes universitarios, de edades comprendidas entre 11 y 42 años. El
análisis factorial exploratorio, revelo que la ER presenta una estructura de cuatro
factores que explican el 48.49% de la varianza total. Con relación a la confiabilidad,
se reporta un coeficiente de consistencia interna elevado (0.906) y una correlación
ítem-test entre .325 y .602. Es con esta adaptación de la prueba con la que se trabaja
en esta investigación.

La escala total presenta una elevada consistencia interna mediante el


coeficiente Alfa de Cronbach (α =.906). Además, se ha determinado el coeficiente
de mitades de Spearman-Brown (longitudes desiguales) r= .848; lo que respalda la
alta confiabilidad de la Escala. En suma, se afirma que la Escala de Resiliencia de
25 ítems presenta una alta confiabilidad, de acuerdo a los diversos procedimientos
utilizados.

Los cuatro factores de la escala de resiliencia empleados por estos autores son:

- Ecuanimidad: Denota una visión balanceada de la propia vida y experiencias.


Enfrentar las situaciones problemáticas con serenidad de modo que se
apaciguan las emociones fuertes, encontrando un equilibrio entre la razón y la
emoción, permitiendo la objetividad en las personas, en sus decisiones y
entablar relaciones interpersonales estables.

67
- Perseverancia: Persistencia a pesar de los infortunios, tener muchas ansias de
logros y autodisciplina. La perseverancia es también realizar las acciones
cruciales para cumplir los objetivos trazados aun si surgen los problemas o
posean baja motivación

- Confianza y sentirse bien solo: La capacidad del individuo para confiar en sí


mismo como en sus capacidades. Se da cuando un individuo se siente
tranquilo consigo mismo ya que se conoce y acepta sus limitaciones
centrándose mayormente en las aptitudes favorables. Se refiere además a la
capacidad de sentirse libres, únicos e importantes. Además poseer una
valoración positiva de la soledad siendo esta necesaria para el aumento de
satisfacción personal y el refuerzo de la identidad; aquella persona satisfecha
con uno mismo, en su soledad encuentra la naturaleza de su motivación para
la vida.
- Aceptación de uno mismo: Percibir la armonía que existe entre el significado
de la vida y el rol que cumplimos en ella.

En relación a las categorías en los niveles de resiliencia se describe lo


siguiente:

- Nivel alto: Denota capacidad para atravesar tiempos difíciles, dependiendo


más de sí mismo que de otras personas, logrando encontrar una salida al
momento de suceder una situación difícil.
- Nivel medio: Se evidencia indicadores de confianza en sí mismo, ecuanimidad,
perseverancia y aceptación de uno mismo.
- Nivel Bajo: El sujeto presenta una tendencia a depender de otras personas para
enfrentar situaciones difíciles en su vida, sintiendo culpabilidad por las
decisiones tomadas, mostrando falta de energía para realizar lo que se
proyecta. Asimismo, se le dificulta enfrentar los obstáculos que ha
experimentado anteriormente.
- Nivel muy bajo: implica que no presenta confianza en sí mismo, perseverancia,
ecuanimidad y aceptación de uno mismo.

68
3.3 Procedimientos

El primer paso fue gestionar la autorización de ingreso a las sedes de la


fundación FORGE en los distritos de Comas, Ventanilla y Los Olivos y establecer
las fechas y horarios de aplicación. Luego de este proceso se inició la aplicación de
la escala de resiliencia a toda la muestra, dicha aplicación se llevó a cabo en un lapso
de 3 semanas, tiempo en el cual se administró a 7 aulas tanto en el turno mañana
como en la tarde.

Para la aplicación de la escala, previamente se incluyó una pequeña


introducción expositiva y participativa sobre la variable resiliencia, para luego
darles las instrucciones de la prueba; indicando además sobre los fines prácticos y
beneficioso que tendrían los resultados para ellos.

 Técnica de análisis de datos

Completada la recopilación de datos se procedió la elaboración de la base de


datos mediante el software SPSS en su versión 23 en español para Windows, luego
se llevó a cabo todo lo referente al análisis estadístico de los datos según los objetivos
de la investigación, además de realizar la validez y la confiabilidad para una mayor
objetividad en los resultados.

 Aspectos éticos

Los principios que se tomaron en cuenta en la investigación; fueron la


voluntariedad, el bienestar y el respeto a la persona, teniendo en cuenta estos
aspectos importantes, se explicó a los jóvenes de manera clara el proceso de la
investigación en los que se garantizará la privacidad y confidencialidad de los
resultados individuales, habiéndose realizado previamente un adecuado proceso de
consentimiento con la coordinación de la fundación.

 Limitaciones

Cabe señalar que en la mayoría de trabajos de investigación se presentan


situaciones inesperadas o inconvenientes que al no ser previstos pueden ser
perjudiciales para la investigación.

69
Una de las limitaciones de este estudio fue la falta de recursos humanos, es
decir aplicadores para un proceso de recolección de datos más veloz y reducir de
esta manera el tiempo, costo de movilidad y lidiar con las fechas establecidas a
último momento. Otra limitación fue el no tener acceso a una gran parte de la
población de las sedes de Lima Norte ya que estas se encontraban en la fase de tutoría
y acompañamiento para la inserción laboral y por lo tanto no estaban distribuidos en
aulas ni poseían una asistencia continua; razón por la que no se pudo tener una
muestra más representativa.

También se puede considerar como una limitación el hecho de no haber


considerado evaluar factores familiares, información que podría haber contribuido
como estilos parentales, estilos de crianza, además de no haber podido tener acceso
directo a la data de la fundación para hallar la ficha sociodemográfica la cual posee
datos sobre los padres tales como su nivel de educación, ocupación, el tipo de
familia, entre otros, que permitieran enriquecer las explicaciones de los hallazgos en
función a su entorno.

70
CAPITULO IV

Resultados

4.1 Análisis psicométrico

 Confiabilidad

Teniendo en cuenta los objetivos planteados, se procedió a determinar la


confiabilidad de la escala de resiliencia de Wagnild y Young adaptada por Castilla et
al. (2014), mediante el análisis de fiabilidad.

En la tabla 4 se presentan los resultados del análisis de consistencia interna con


el Alfa de Cronbach, cuya valoración con 25 elementos, fue de 0.959, es decir
altamente confiable. De la misma manera sus dimensiones; 0.898 para confianza,
0,781 para perseverancia, 0.865 para ecuanimidad y 0.825 para aceptación de uno
mimo.

Tabla 4
Análisis de fiabilidad de la Escala de Resiliencia ERA

N° de
Factores de resiliencia Alfa de Cronbach
elementos
Confianza y sentirse bien solos ,898 10
Perseverancia ,781 5
Ecuanimidad ,865 6
Aceptación e uno mismo ,825 4
Escala total ,959 25

71
 Validez

Para realizar la validez de la escala de resiliencia de Wagnild y Young adaptada


por Castilla, se recurrió a la validez de constructo por el método de análisis de ítem-
test y del subtest-test.

Los resultados en la tabla 5 muestran que todas las dimensiones se encuentran


relacionadas con el test de manera significativa (p<0.01), a su vez presentan un nivel
de correlación alto. Por lo tanto, cada dimensión es importante en la configuración
estructural del constructo, favoreciendo y contribuyendo a la validez del constructo del
instrumento.

Tabla 5

Validez de constructo subtest – test a través del Coeficiente correlación de Pearson

Factores r p
Confianza y sentirse bien solos ,972** ,000
Perseverancia ,926** ,000
Ecuanimidad ,942** ,000
Aceptación e uno mismo ,913** ,000

** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral)

4.2. Análisis descriptivo

Teniendo en cuenta los baremos presentados por Castilla et al. (2014), se


procedió a clasificar los niveles de resiliencia de los evaluados de acuerdo a los
puntajes de la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young.

En la Tabla 6 se observan los niveles de resiliencia en los adolescentes y jóvenes


evaluados, apreciándose que el nivel alto obtiene el mayor porcentaje (37,7%),
seguido del nivel medio (24,7%). Se observa que no hay tanta distancia entre los
porcentajes de los siguientes niveles.

72
Tabla 6

Niveles de resiliencia en los adolescentes y jóvenes del programa

Niveles de resiliencia N %
muy bajo 28 19,2
bajo 27 18,5
medio 36 24,7
alto 55 37,7
Total 146 100

En la Tabla 7, se muestran los niveles de resiliencia de acuerdo al género de los


adolescentes y jóvenes del programa. Al respecto los resultados arrojan que el 40%
del total de mujeres poseen un nivel alto de resiliencia mientras que los hombres
alcanzan el 35% en el mismo nivel. En la Figura 6 se muestra de forma gráfica dicha
diferencia de acuerdo a la frecuencia de la muestra.

Tabla 7
Niveles de resiliencia de acuerdo al género de los adolescentes y jóvenes

Hombres Mujeres Total


Niveles
N % N % N %
muy bajo 15 21,1 13 17,3 28 19,2
bajo 13 18,3 14 18,7 27 18,5
medio 18 25,4 18 24,0 36 24,7
alto 25 35,2 30 40,0 55 37,7

73
30

25

Participantes
20
muy bajo
15 bajo
10 medio
alto
5

0
Hombres Mujeres
Sexo

Figura 6. Niveles de resiliencia según el género de los adolescentes y jóvenes

Con referente a los niveles de resiliencia según los dos grupos etarios
considerados en la investigación, en la Tabla 8, se observa que no hay grandes
diferencias en sus porcentajes, en ambos predomina el nivel alto. Sin embargo, los
adolescentes poseen un nivel medio de resiliencia (30,1%) más elevado que el de los
jóvenes (24%). Se puede observar que hay una mayor frecuencia en los niveles muy
bajo y bajo en los jóvenes (Ver figura 7)

Tabla 8
Niveles de resiliencia según el grupo etario de la muestra

Niveles de Adolescentes Jóvenes Total


resiliencia N % N % N %
muy bajo 11 15,1 17 17,3 28 19,2
bajo 12 16,4 15 18,7 27 18,5
medio 22 30,1 14 24,0 36 24,7
alto 28 38,4 27 40,0 55 37,7
total 73 100,0 73 100,0 146 100,0

74
30

25

Participantes
20
muy bajo
15 bajo

10 medio
alto
5

0
Adolescentes Jóvenes
Grupo etario

Figura 7. Representación gráfica de la frecuencia de los niveles de resiliencia según


el grupo etario

Los resultados que se obtienen en relación a los niveles de resiliencia según los
distritos de los jóvenes y adolescentes, revelan que el 51,8% del total de encuestados
en Ventanilla, poseen un alto nivel de resiliencia, los de Comas un 42,6% y los
pertenecientes a Los Olivos un 8,3%. Se observa la gran diferencia entre los
porcentajes del nivel “muy bajo” en Ventanilla (7,1%) y el de Los Olivos (44,4%)
(Ver Tabla 9).

Tabla 9
Niveles de resiliencia según los distritos de Lima Norte

Niveles de Comas Los Olivos Ventanilla Total


resiliencia N % N % N % N %
muy bajo 8 14,8 16 44,4 4 7,1 28 19,2
bajo 11 20,4 7 19,4 9 16,1 27 18,5
medio 12 22,2 10 27,8 14 25,0 36 24,7
alto 23 42,6 3 8,3 29 51,8 55 37,7
total 54 100 36 100 56 100 146 100

75
En la figura 8, se puede apreciar gráficamente las diferencias que hay entre
los niveles de resiliencia según los distritos de las sedes Lima Norte. En el distrito
de Ventanilla, 29 personas poseen un alto nivel de resiliencia a comparación con
Los Olivos, el cual posee solo 3 participantes con un alto nivel de resiliencia.
Además se observa que este último posee el mayor número de sujetos con un nivel
muy bajo de resiliencia.

30

25

20
Participantes

muy bajo
15 bajo
medio
10
alto
5

0
Comas Los Olivos Ventanilla
Distritos

Figura 8. Representación gráfica de la frecuencia de los niveles de resiliencia según


los distritos

En la Tabla 10 se muestran los niveles de cada factor de la resiliencia. Los


resultados indican que el factor con el nivel más elevado en los encuestados es el de
ecuanimidad con 61,6%, seguido del factor aceptación de uno mismo con un 46,6%.
Por otro lado se evidencia que el 38,4% de los participantes poseen un nivel muy
bajo en el factor confianza y sentirse bien solo, del mismo modo en el factor
perseverancia con un 33,6%.

76
Tabla 10
Niveles de los factores de resiliencia en los jóvenes y adolescentes

Dimensiones Niveles n %

muy bajo 56 38,4

bajo 31 21,2
Confianza y sentirse 23,3
medio 34
bien solo
alto 25 17,1

Total 146 100,0

muy bajo 49 33,6

bajo 24 16,4

Perseverancia medio 38 26,0

alto 35 24,0

Total 146 100,0

muy bajo 21 14,4

bajo 16 11,0

Ecuanimidad medio 19 13,0

alto 90 61,6

Total 146 100,0

muy bajo 24 16,4

bajo 23 15,8
Aceptación de uno 21,2
medio 31
mismo
alto 68 46,6

Total 146 100,0

Con respecto a los niveles de los factores de resiliencia según el género, se


percibe que el factor ecuanimidad posee el nivel más alto en ambos sexos, 60,6%
para los varones y 62,7% en las mujeres tomando estas últimas ventajas, de la misma
manera en el factor aceptación de uno mismo con un 48,0% en las mujeres frente al
45% de los varones. Sin embargo, en el factor perseverancia, el 29,6% de los varones
poseen un nivel alto mientras que las mujeres solo un 18,7% (Ver tabla 11).

77
Tabla 11
Niveles de los factores de resiliencia según el sexo

Dimensiones Niveles Hombre Mujer

muy bajo 39,4% 37,3%

bajo 23,9% 18,7%


Confianza y sentirse 24,0%
medio 22,5%
bien solo
alto 14,1% 20,0%

Total 100% 100%

muy bajo 36,6% 30,7%

bajo 14,1% 18,7%

Perseverancia medio 19,7% 32,0%

alto 29,6% 18,7%

Total 100% 100%

muy bajo 16,9% 12,0%

bajo 11,3% 10,7%

Ecuanimidad medio 11,3% 14,7%

alto 60,6% 62,7%

Total 100% 100%

muy bajo 18,3% 14,7%

bajo 19,7% 12,0%


Aceptación de uno 25,3%
medio 16,9%
mismo
alto 45,1% 48,0%

Total 100% 100%

En la Tabla 12, se muestran los niveles de los factores de la resiliencia según


los dos grupos en estudio. Los resultados señalan que el 69,9% de los adolescentes
poseen un nivel alto en el factor ecuanimidad, mientras que los jóvenes logran un
53,4%, en el factor aceptación de uno mismo ambos grupos logran un alto nivel con
un 46,6% cada uno. Por otro lado, un 45,2% de los jóvenes poseen un nivel muy bajo
en el factor confianza y sentirse bien mientras que los adolescentes logran 31,5% en
el mismo.

78
Tabla 12
Niveles de los factores de resiliencia según el grupo etario

Dimensiones Niveles Adolescentes Jóvenes

muy bajo 31,5% 45,2%

bajo 28,8% 13,7%


Confianza y sentirse 20,5%
medio 26,0%
bien solo
alto 13,7% 20,5%

Total 100% 100%

muy bajo 30,1% 37,0%

bajo 17,8% 15,1%

Perseverancia medio 23,3% 28,8%

alto 28,8% 19,2%

Total 100% 100%

muy bajo 11,0% 17,8%

bajo 4,1% 17,8%

Ecuanimidad medio 15,1% 11,0%

alto 69,9% 53,4%

Total 100% 100%

muy bajo 12,3% 20,5%

bajo 17,8% 13,7%


Aceptación de uno 19,2%
medio 23,3%
mismo
alto 46,6% 46,6%

Total 100% 100%

Los resultados obtenidos relacionados a los niveles de los factores de la


resiliencia con respecto a los distritos de Lima Norte muestran que el factor con el
nivel más elevado es el de ecuanimidad en ambos grupos, un 72,2% perteneciente a
los encuestados del distrito de Comas y un 67,9% del distrito de Ventanilla. Por otro
lado, el 69,4% del grupo de Los Olivos poseen un nivel muy bajo en los factores de

79
perseverancia y un 58,3% del mismo, en el factor confianza y sentirse bien solo (Ver
Tabla 13).

Tabla 13
Niveles de los factores de resiliencia según el distrito

Dimensiones Niveles Los Olivos Comas Ventanilla

muy bajo 58,3% 37,0% 26,8%

bajo 19,4% 22,2% 21,4%


Confianza y sentirse 30,4%
medio 16,7% 20,4%
bien solo
alto 5,6% 20,4% 21,4%

Total 100% 100% 100%

muy bajo 69,4% 27,8% 16,1%

bajo 5,6% 24,1% 16,1%

Perseverancia medio 11,1% 29,6% 32,1%

alto 13,9% 18,5% 35,7%

Total 100% 100% 100%

muy bajo 38,9% 7,4% 5,4%

bajo 16,7% 11,1% 7,1%

Ecuanimidad medio 8,3% 9,3% 19,6%

alto 36,1% 72,2% 67,9%

Total 100% 100% 100%

muy bajo 36,1% 13,0% 7,1%

bajo 5,6% 16,7% 21,4%


Aceptación de uno
mismo medio 25% 18,5% 21,4%

alto 33,3% 51,9% 50,0%

80
CAPÍTULO V

Discusión

En esta sección se lleva a cabo el análisis de los resultados obtenidos contrastándolos


con los de investigaciones previas que se relacionan de manera directa o indirecta con la
variable en estudio. A continuación, damos inicio a la discusión de los resultados partiendo
del análisis psicométrico y siguiendo con los demás hallazgos de acuerdo a los objetivos
planteados.

De acuerdo al análisis de fiabilidad que se realizó de la escala total de resiliencia de


Wagnild y Young adaptada por Castilla et al. (2014), se obtuvo una elevada consistencia
interna en el Alfa de Cronbach (α =.959), es decir altamente confiable al igual que sus
dimensiones. Este resultado reafirma lo hallado por el mismo Castilla y colaboradores
quienes encuentran una consistencia interna de (α =.906) y afirma que la Escala de
Resiliencia de 25 ítems presenta una alta confiabilidad.

Para realizar la validez de dicha escala se recurrió a la validez de constructo por el


método de análisis de ítem-test y del subtest-test. Los resultados muestran que todas las
dimensiones se encuentran relacionadas con el test de manera significativa (p<0.01),
mostrando un alto nivel de correlación. Por lo tanto, cada dimensión es importante en la
configuración estructural del constructo, favoreciendo y contribuyendo a la validez del
instrumento. De igual forma, Castilla et al. (2014) halla que la escala global y los factores se
encuentran positiva y significativamente correlacionados entre ellos.

Respecto al objetivo general, el cual era identificar los niveles de resiliencia de los
adolescentes y jóvenes del programa de formación y empleo FORGE Lima Norte, se
encontró que el 37,7% de estos poseen un alto nivel de resiliencia concordando con lo
hallado por Aguirre (2008) quien encontró que solo el 35% de adolescentes de un centro
educativo de Lima poseen un nivel alto de resiliencia, del mismo modo Bolaños y Jara en el
2016, hallaron que solo el 30% de los estudiantes de secundaria poseen un nivel alto. A pesar
que la presente investigación difiere con las mencionadas en cuanto al contexto de
evaluación, nos muestran resultados similares a los que se han llevado a cabo en instituciones
educativas.

81
Otro objetivo fue describir los niveles de cada factor de resiliencia, con respecto a ello
se encontró que el factor con el nivel más elevado es el de “ecuanimidad” representando un
61,6%. Por otro lado, se halló también que un gran porcentaje de los encuestados posee un
nivel muy bajo en el factor “confianza y sentirse bien solo”. Dichos resultados se
contraponen a lo expuesto por Marquina (2016), quien encontró que el nivel alto de
Ecuanimidad” representa solamente al 4% de los evaluados mientras que el 80% poseen un
nivel bajo en el factor “confianza y sentirse bien solo”. El autor encuentra mayores
porcentajes en los niveles medio y bajo de todos los factores de resiliencia.

Se puede decir que el factor Ecuanimidad, referido a la perspectiva balanceada que los
participantes tienen de su vida y de sus experiencias sin mostrar desesperación ante la
adversidad, posee una mayor representatividad entre los factores ya que los participantes se
hallan en un periodo de preparación y éste les genere un clima de optimismo y tranquilidad.
Por otro lado, el factor “confianza y sentirse bien solo”, el cual implica creer en sí mismos,
tanto en las capacidades como en las limitaciones, además de la seguridad de poder enfrentar
los problemas de manera independiente, es el factor menos destacado probablemente por el
déficit de autoconfianza y autonomía que los padres en nuestra realidad pocas veces
promueven. Ángeles (2016) sostiene que es responsabilidad de los padres inculcar valores,
desarrollar aptitudes y promover un adecuado clima familia, ya que son piezas clave para
brindar el soporte necesario como factor protector de la resiliencia.

Posteriormente, se planteó como objetivo específico identificar los niveles de


resiliencia según el sexo del participante. Según lo hallado, las mujeres logran imponerse
con un 40% en el nivel alto de resiliencia con respecto a los hombres que solo alcanzan un
35%. Ello corrobora muchas investigaciones que señalan que las mujeres poseen un mayor
nivel de resiliencia, tal como lo expuesto por Peña (2008) quien encontró a las mujeres con
mayores recursos de resiliencia, del mismo modo, Flores en el mismo año, encuentra mayor
grado de resiliencia en las mujeres. Sin embargo, contradice la investigación de Gonzales,
Valdez y Zavala (2008), quienes muestran mayor resiliencia en los varones. De la misma
manera, no coincide con lo expuesto por Prado y Del Águila (2003) quienes sostienen que
el sexo no establece diferencias en los niveles de resiliencia, a dicha conclusión también
llegaron los investigadores Mais y Donayre en el 2016 en una muestra de adolescentes de
Lima Norte.

82
Con respecto a los niveles de los factores de resiliencia según el género, se halló que
el factor Ecuanimidad posee el nivel más alto en ambos sexos, 60,6% para los varones y
62,7% en las mujeres. Además, en la mayoría de factores las mujeres sobresalen por algunos
puntos porcentuales a excepción del factor Perseverancia, en el cual se encuentra que el
29,6% de los hombres poseen un nivel alto del factor perseverancia en contraste al 18,7% de
las mujeres. Dicho resultado coincide con lo expuesto por Bolaños y Jara en el 2016, quienes
hallaron que el factor perseverancia es más alto en los hombres sin embargo en los demás
factores, son las mujeres las que destacan.

También se trazó como objetivo identificar los niveles de resiliencia según el grupo
etario de los participantes y se encontró que en ambos grupos predomina el nivel alto con
porcentajes similares, 38,4% para los adolescentes y 40% en los jóvenes, no encontrándose
así mayores diferencias. Ello concuerda con lo encontrado por Ángeles en el 2016 y también
por Marquina en el mismo año, ambos investigadores concluyeron en sus trabajos que la
edad no establece diferencias con respecto al nivel de resiliencia que un individuo posea.

Con lo que respecta a los niveles de los factores de la resiliencia según estos dos
grupos, se encontró que los adolescentes son los que poseen niveles ligeramente más altos
en la mayoría de factores, siendo más destacados los factores ecuanimidad y perseverancia.
Por otro lado, se evidencia que un gran porcentaje de todos los adolescentes (31,5%) y
jóvenes (45,2%) poseen un nivel muy bajo en el factor confianza y sentirse bien solo, de esta
forma se corrobora lo encontrado por Bolaños y Jara en el 2016, quienes hallaron en una
muestra de adolescentes que los niveles más bajos entre los factores de resiliencia son los
del factor sentirse bien solo. Sin embargo, no se cumple lo planteado por Gómez (2010)
quien señala que los jóvenes poseen una autonomía más sólida, la habilidad para tener apoyo
de los demás y mayor autoconfianza.
Por lo anterior, se puede señalar que el factor edad es poco relevante para determinar
un nivel determinado de resiliencia ya que este puede también deberse a la interacción de
otros factores. Tal y como lo describe Fraga en el 2015, quien señala desde la perspectiva
evolutiva, que el ser humano tiene un papel activo en su desarrollo, sin embargo, ello
depende mucho del contexto donde el adolescente o joven se haya desarrollado.

83
Kent y Davis (2010) citado en López (2015) afirmaron que las características
intrapersonales no bastan por si solas para el desarrollo de la resiliencia, requieren la
intervención de los factores externos, específicamente el apoyo social. Tomando en cuenta
los conceptos de resiliencia como proceso social y la literatura sobre resiliencia comunitaria,
además de considerar la posible influencia que el factor socioeconómico pueda tener sobre
la resiliencia, en esta investigación se consideró comparar tres grupos provenientes de
distintos distritos de Lima aprovechando los centros operativos de FORGE Lima Norte.

Con respecto a este análisis cabe mencionar que la población en estudio posee escasos
recursos económicos, sin embargo, también existen diferencias socioeconómicas entre los
tres distritos de Lima Norte. Teniendo en cuenta características tales como: tipo de vivienda,
características del hogar, aspectos económicos, distribución de gastos, bienes y servicios
Ventanilla pertenece al nivel socioeconómico bajo marginal, Comas al nivel bajo inferior y
Los Olivos al nivel socioeconómico bajo, según señala la Asociación Peruana de Empresas
de Investigación de Mercados (APEIM) en el 2017.

Los resultados que se obtienen en relación a los niveles de resiliencia según los
distritos de los jóvenes y adolescentes, revelan que más de la mitad del total de encuestados
(51,7) en Ventanilla poseen un alto nivel de resiliencia, de igual forma, pero en menor
medida, el grupo de Comas con un 42,6%, sin embargo, también se halló que el 44,4% del
grupo de Los Olivos poseen un nivel muy bajo.

Dichos resultados difieren con lo planteado por Grotberg (2001) citado en Silva (2012)
quien afirma que la resiliencia no está relacionada con el nivel socioeconómico ya que tanto
los sujetos ricos como pobres, tendrían la misma posibilidad de desarrollar un
comportamiento resiliente. Del mismo modo, Silva (2012) afirma que las condiciones
socioeconómicas no son condicionantes para un bajo o alto nivel de resiliencia. Por otro
lado, también difiere con la investigación de Jadue (2004) citado en Silva (2012) en la cual
se concluye que una condición socioeconómica baja es uno de los principales factores de
riesgo que pueden enfrentar las familias no logrando fomentar la resiliencia en sus hijos. Sin
embargo, los resultados afianzan lo planteado por Fraga (2015) quien afirma que no toda
infancia con un contexto desfavorable va a impedir al individuo que pueda adaptarse y
desarrollar su resiliencia.

84
En relación a los niveles de los factores de resiliencia según los distritos mencionados,
se obtiene que el factor con el nivel más elevado es el de ecuanimidad en todos los grupos,
destacando el grupo de Comas con un 72,2% y el de Ventanilla con un 67,9%. Por otro lado,
se halló que los evaluados del grupo de Los Olivos poseen un nivel muy bajo en todos sus
factores de resiliencia en especial en el factor perseverancia y confianza/sentirse bien solo.
Es decir, existen diferencias notables tanto en los niveles de la resiliencia como en la de sus
factores. De ello se desprende que el factor social y socioeconómico tuvo una participación
activa.

El grupo de Ventanilla demostró ser los que poseen mayores niveles de resiliencia a
pesar de enmarcarse en un contexto social desfavorable siendo considerado como un sector
socioeconómicamente marginal. En conclusión, en este objetivo se halló que los niveles de
resiliencia y de sus factores están inversamente relacionados a los niveles socioeconómicos
de los distritos en estudio. Dicho hallazgo coincide con lo que postulan Fergus y Zimmerman
en el 2005 citado en Becoña (2006) quienes realzan la importancia de la resiliencia como
mecanismo que se desarrolla después de haber estado expuesto al riesgo y haber afrontado
de manera exitosa la experiencia traumática. Es decir que un contexto desfavorable fomenta
la resiliencia. De la misma manera Cyrulnik (2006) destaca el papel constructivo de la
resiliencia que aparece como un mecanismo de resistencia a partir de las adversidades.

A partir de los hallazgos con respecto al grupo etario, sexo y condición


socioeconómica, si bien es cierto, se encuentran diferencias entre los grupos en comparación
confirmando tanto la intervención de los factores evolutivos y sociales, sin embargo, no se
puede supeditar el desarrollo de la resiliencia a la presencia o ausencia de los mismos.
Coincidiendo con lo expuesto por Rodrigo et al. (2007) quienes concluyeron que la
resiliencia se desarrolla en cualquier edad, sexo y condición socioeconómica de la familia,
indicando que no hay un fuerte determinismo evolutivo o social asociado a la misma, sino
que depende más de las oportunidades que proporcionan los contextos de desarrollo.

85
Conclusiones

De acuerdo a los objetivos planteados en la presente investigación y los resultados


encontrados, se muestra las siguientes conclusiones:

 Se halló que el 62.4% de los evaluados se ubican en el nivel alto y medio de


resiliencia, mientras que el 37,6%, se ubican en los niveles bajo y muy bajo.

 Con respecto a sus factores, se halló que el factor de resiliencia con el nivel
predominante es ecuanimidad con un 61,6%, seguido del factor aceptación de uno
mismo con un 46,6%. Por otro lado, el 59,6% presentan un nivel bajo y muy bajo en
el factor confianza y sentirse bien solo.

 Según al sexo de los evaluados, las mujeres destacan con un 40% en el nivel alto de
resiliencia con respecto a los hombres quienes alcanzan un 35%. Se halló además
que las mujeres presentan mayores niveles en los factores de resiliencia a excepción
del factor perseverancia en el cual obtienen 19% en el nivel alto frente al 29,6% de
los hombres.

 El 68,5% de los adolescentes se ubican en los niveles alto y medio de resiliencia,


mientras los jóvenes logran un 64% en estos niveles. Es mayor además el número de
jóvenes con niveles muy bajo de resiliencia. Los adolescentes son los que poseen
niveles más altos en la mayoría de factores a excepción del factor confianza y sentirse
bien solo.

 Se encontró que el 51,8% del grupo de Ventanilla poseen un nivel alto de resiliencia,
el grupo de Comas un 42,6%, mientras que solo un 8,3% poseen un nivel alto en el
grupo de Los Olivos. En cuanto a los factores, se destaca el factor ecuanimidad en
el grupo de Comas con un 72,2% en el nivel alto, mientras que Ventanilla destaca en
el factor perseverancia con un 35,7% en el mismo nivel.

86
Recomendaciones

 Se sugiere a los futuros licenciados en psicología investigar sobre los niveles de


resiliencia en otros ámbitos locales, distritales y regionales, tomando en cuenta zonas
de diferentes estratos sociales para obtener resultados comparativos más diversos.

 Ampliar la muestra en futuras investigaciones incluyendo además una encuesta


sociodemográfica para obtener mayor información sobre el papel de los factores
familiares y sociales en la resiliencia.

 Se recomienda a los psicólogos clínicos, realizar estudios centrados en las


implicancias y determinantes que el factor género posee para que existan mayores
niveles de resiliencia en uno más que en el otro y cómo lograr un desarrollo resiliente
beneficioso para ambos.

 Utilizar ésta investigación, para una mayor concientización sobre la realidad laboral
y educativa que afecta a adolescentes y jóvenes con el objetivo de promover la
creación de proyectos beneficiosos para dicha población a través del Ministerio de
Trabajo y Promoción del Empleo u organismos afines.

 Incentivar a las municipalidades de los distritos de Lima Norte por medio de sus
políticas educativas y de empleabilidad, a la realización de actividades que fomenten
capacidades resilientes en los adolescentes y jóvenes a través de las escuelas, centros
de salud u otros servicios públicos, disminuyendo así los factores de riesgo.

 Se sugiere al Ministerio de Educación implementar capacitaciones dirigidas al


personal docente de las instituciones educativas públicas y privadas, con el fin de
brindarles herramientas para la detección y manejo de la conducta resiliente en los
estudiantes, además de difundir programas preventivos y promocionales sobre el
tema.

87
Referencias

Acosta, I. y Sánchez, Y. (2009). Manifestación de la Resiliencia como factor de protección


en enfermos crónicos terminales hospitalizados. Psicología Iberoamericana. 2 (17),
24-32. Recuperado de http://redalyc.uaemex.mx/pdf/1339/133912609004.pdf

Aguirre, M (2008). Capacidad y factores asociados a la resiliencia, en adolescentes (Tesis


doctoral, Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Obtenido de
http://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/cybertesis/2683/1/Aguirre_ga.pdf

Becoña, E. (2006). Resiliencia: definición, características y utilidad del concepto. Revista de


Psicopatología y Psicología Clínica, 11(3), 125-130.

Bolaños, L. y Jara, J. (2016). Clima Social Familiar y Resiliencia en los estudiantes del
segundo al quinto año del nivel secundario 2016. (Tesis doctoral, Universidad
Peruana Unión). Recuperado de:
http://repositorio.upeu.edu.pe/bitstream/handle/UPEU/582/Loyda_Tesis_bachiller_2016
.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Cabrera, V., Aya, V. y Cano, A. (2012). Una propuesta antropológica para la comprensión
de la resiliencia en niños: las virtudes humanas. Persona y Bioética, 16(2), 149-164.

Cardozo, G. y Aldarete, A. (2009) Adolescentes en riesgo psicosocial y resiliencia.


Psicología desde el Caribe., 2(23), 148-182. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=21311917009

Castilla, H., Caycho, T., Shimabukuro, M., Valdivia, A. y Torres, M. (2014). Análisis
exploratorio de la escala de resiliencia de Wagnild y Young en una muestra de
adolescentes, jóvenes y adultos universitarios de Lima Metropolitana. Revista de
Psicología de Arequipa, 4(1), 80-93.

Castro, G. y Morales, A. (2013). Clima Social Familiar y Resiliencia en adolescentes de


cuarto año de secundaria de una Institución Educativa estatal en Chiclayo. 2013.
(Tesis de Licenciatura, Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo).
Recuperado de:
http://tesis.usat.edu.pe/bitstream/usat/348/1/TL_CastroCruzadoGlory_MoralesRoncalAn
gelica.pdf

88
Cortés, A. (2002). La contribución de la psicología ecológica al desarrollo moral. Anales de
Psicología, 1 (18), 111-134. Recuperado de:
http://www.um.es/analesps/v18/v18_1/07-18_1.pdf

Cyrulnik, B. (2002). Los patitos feos. Recuperado de: http://bibliotecaparalapersona-


epimeleia.com/greenstone/collect/libros1/index/assoc/HASH01e0.dir/doc.pdf

Cyrulnik, B. (2005). Bajo el signo del vínculo. Una historia natural de apego. Barcelona.
Gedisa. Recuperado de: https://es.scribd.com/document/214278534/Bajo-El-Signo-Del-
Vinculo

Díaz, A.; Aride, A. y Gallegos, P. (2009). Relación entre la Resiliencia y el Funcionamiento


Familiar. Psicología Iberoamericana, 2(3) 5-14 Recuperado de:
https://web.b.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=b5be90eb-0cb8-4be1-
b592-8b8605d56e99%40sessionmgr115&vid=4&hid=124

Espinoza, M. y Matamala, A. (2012). Resiliencia: una mirada sistémica, construcción y


validación preliminar de test. (Tesis de Licenciatura, Universidad del Bio Bio).
Recuperado de: http://cybertesis.ubiobio.cl/tesis/2012/espinoza_m/doc/espinoza_m.pdf

Flores, M. (2008). Resiliencia y proyecto de vida en estudiantes del tercer año de secundaria
de la UGEL 03 (Tesis de maestría). Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
Lima, Perú.

Fraga, G. (2015). Resiliencia: un concepto que abre cuestionamientos sobre si construcción


y desarrollo. [Monografía] Universidad de la República de Uruguay. Recuperado de:
https://www.colibri.udelar.edu.uy/jspui/handle/123456789/8602

García, F. (2001, Noviembre). Conceptualización del desarrollo y la atención temprana


desde las diferentes escuelas psicológicas. XI Reunión Interdisciplinar sobre
Poblaciones de Alto Riesgo de Deficiencias Factores emocionales del desarrollo
temprano y modelos conceptuales en la intervención temprana. Recuperado de:
http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/rehabilitaciontemprana/modelo_ecologico_y_mod
elo_integral_de_intervencion.pdf

García, M. y Domínguez, E. (2013). Desarrollo teórico de la Resiliencia y su aplicación en


situaciones adversas: Una revisión analítica. Revista Latinoamericana de Ciencias
Sociales, Niñez y Juventud, 11(1), 63-77. doi://10.11600/1692715x.1113300812

89
Gil, G. (2010). Los procesos holísticos de resiliencia en el desarrollo de identidades
autorreferenciadas en lesbianas, gays y bisexuales. (Tesis Doctoral, Universidad de
las Palmas de Gran Canarias). Recuperado de:
https://acceda.ulpgc.es/bitstream/10553/4498/7/Tesis_Resiliencia_LGB_Parte_I.pdf

Gómez, M. (2010). Resiliencia individual y familiar. [Monografía] Recuperado de


http://www.avntfevntf.com/wpcontent/uploads/2016/12/GomezB.Trab_.3BI0910.pdf

Gonzales, N. y Valdez, J. (2011). Resiliencia y sentido de Coherencia en adultos. Revista


Electrónica de Psicología Iztacala. 14 (4), 295-316. Recuperado de:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S200747191370944X#bib0070

González, N., Valdez, J. y Zavala, Y. (2008). Resiliencia en adolescentes mexicanos.


Enseñanza e Investigación en Psicología, 13 (1), 41-52. Recuperado de:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29213104

Griffa, M. C. (2013). Reflexiones acerca de la capacidad del Yo y la Resiliencia. Anales de


Psicología ,5 (2), 14-15. Recuperado de:
http://ingreso.usal.edu.ar/archivos/psico/otros/3.pdf

Grotberg, E. (2006). La resiliencia en el mundo de hoy. Como superar las adversidades.


Barcelona: Gedisa.

Henderson, V. y Milstein, M (2003). Resiliencia en la escuela. Buenos Aires, Argentina:


Paidós.

Johansen, O. (2004). Introducción a la teoría general de sistemas. Ciudad de México,


México: Limusa.

Llobert, V. y Wegsman, S. (2004). El enfoque de resiliencia en los proyectos sociales:


Perspectivas y desafíos. Revista de Psicología de la Universidad de Chile. 1(13),
143-152. Recuperado de: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/264/26413111.pdf

López, A. (2015). Factores predictores de procesos resilientes en jóvenes universitarios.


(Tesis para optar el grado de Maestría, Universidad de Coruña). Recuperado de:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1417558

Mais, M. y Donayre, A. (2016). Relación entre resiliencia y habilidades sociales en un grupo


de adolescentes de lima norte (Tesis doctoral). Universidad San Martín de Porres,

90
Perú.

Marquina, R (2016). Estilos educativos parentales y resiliencia en adolescentes de la


Institución Educativa Pública Colegio Mayor Secundario Presidente del Perú 2016
(Tesis de maestría). Universidad San Martín de Porres, Perú.

Martínez, M. (2006). La Investigación Cualitativa. Recuperado de: http://scielo.bvs-


psi.org.br/scielo.php.

Marra, G. A. (2012). Un aporte de la resiliencia a la clínica psicoanalítica. Psicología: Teoría


y Práctica. 14(3), 168-179.

Melillo, A. (2004). Resiliencia: conceptos básicos. Recuperado de:


http://www.ugr.es/~javera/pdf/2-3-AG.pdf

Melillo, A. y Suarez Ojeda, E. (2001). Resiliencia, descubriendo las propias fortalezas.


Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=366404

Melillo, A., Cuestas, A. y Estamatti, M. (2001). Algunos fundamentos psicológicos del


concepto de resiliencia. Barcelona, España: Paidós.

Ministerio de Salud (2015). Adolescencia. Resultados Perú - 2015. Lima, Perú: Minsa.
Recuperado de: http://bvs.minsa.gob.pe/local/MINSA/4143.pdf

Ochaita, E. y Espinosa, M. (2004). Hacia una teoría de las necesidades infantiles y


adolescentes: Necesidades y derechos en el marco de la convención de Naciones
Unidas sobre los derechos humanos. Madrid, España: MacGraw Hill.

Ospina, D. (2007). La medición de la resiliencia. Investigación y Educación en Enfermería,


1 (25), 58-65. Disponible en
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/1052/105216848006.pdf

Palomino, A. (2011). Resiliencia en un grupo de estudiantes de primero de secundaria de


una institución educativa nacional del departamento de lima y un grupo de Ica.
(Tesis para optar el grado de Licenciado) Universidad de San Martin de Porres, Perú.

Papalia, D., Wendkos, S. y Duskin, R. (2005). Psicología del Desarrollo. Bogotá, Colombia:
McGraw-Hill Interamericana.

91
Peña, F. (2008). Niveles de fuentes de resiliencia de un grupo de escolares entre 9 y 11 años
de edad de Lima y Arequipa. (Tesis para optar el grado de Licenciado). Universidad
de San Martin de Porres, Perú.

Silva, R. (2012). Resiliencia en estudiantes del V ciclo de Educación Primaria de una


institución educativa del Callao (Tesis de Maestría) Universidad San Ignacio de
Loyola, Perú.

Suarez, N., Munist M, Kotliarenco, M. (2004) Resiliencia: tendencias y perspectivas.


Buenos Aires: Universidad Nacional de Lanus. Recuperado de:
http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S010384862009000200014

Poseck, B., Baquero, B. y Jiménez, M. (2006). La experiencia traumática desde la psicología


positiva: resiliencia y crecimiento post-traumático. Papeles del psicólogo, 27(1), 40-
49. Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1417558

Prado, R. y Del Águila, M. (2003). Niveles de resiliencia en adolescentes según género y


nivel socio económico. Persona (6), 179-196 Universidad Nacional Federico
Villarreal, Perú doi: 10.26439/persona2003.n006.885

Puig, G. y Rubio, J. (2011). Manual de resiliencia aplicada. Barcelona, España: Gedisa


Recuperado de: https://www.claret.cat/es/libro/manual-de-resiliencia-aplicada-
849784659

Quispe, C. y Sigüenza, R. (2013). Relación entre clima familiar y resiliencia en adolescentes


de un Colegio Nacional del Distrito de San Luis. (Tesis de Maestría) Universidad
Femenina Del Sagrado Corazón, Perú.

Real Academia Española (2014). Resiliencia. En Diccionario de la lengua española (23.a


ed.). Recuperado de: http://www.rae.es/diccionario-de-la-lengua-espanola/la-23a-
edicion-

Rodrigo, J Camacho, J., Byrne, S. y Benito, J. (2007). La resiliencia del menor en el


pronóstico de recuperación de las familias en riesgo psicosocial. (Tesis de Maestría,
Universidad de La Laguna Islas Canarias) Recuperado de
http://www.psicothema.com/pdf/3600.pdf.

Rodríguez, A (2009). Resiliencia. Revista Psicopedagogica de Sau Paulo. Recuperado de:


http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0103-84862009000200014

92
Saavedra, E. y Villalta, M. (2008). Medición de las características resilientes, un estudio
comparativo e personas entre 15 y 65 años. Liberabit, 14(2), 31-40. Recuperado de:
http://www.scielo.org.pe/pdf/liber/v14n14/a05v14n14.pdf

Salgado, A. (2005). Métodos e instrumentos para medir la resiliencia: una alternativa


peruana. Liberabit, Revista de Psicología. 11(11), 41-48. Recuperado:
http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S17294827200500010000

Skodol, A (2010). The resilient personality. En Reich, J.W, Zautra A, J., Hall, J. Handbook
of Adult Resilience (pp 112-125). New York.The Guildorf Press.

Suárez, E (2001). Resiliencia comunitaria. Recuperado de:


https://miespacioresiliente.wordpress.com/2014/02/08/modelo-de-resiliencia
comunitaria-suarez-ojeda/

Torrico, E., Santín, C., Andrés, M., Menéndez, S. y López, M. (2002). El modelo ecológico
de Bronfenbrenner como marco teórico de la Psicooncología. Anales de Psicología,
1 (18), 45-59. Recuperado de: http://www.um.es/analesps/v18/v18_1/03-18_1.pdf.

Trujillo Vásquez, E., y Bravo Huauya, E. (2013). Clima Social Familiar y Resiliencia en
estudiantes de una Institución Educativa Particular de Lima Norte, 2013. (Tesis de
Licenciatura). Universidad Peruana Unión, Perú.

Uriarte, J. (2005). La resiliencia. Una nueva perspectiva en psicopatología del desarrollo.


Revista de psicodidáctica, 1 (19), 61-80 Recuperado de:
http://www.postgradoune.edu.pe/documentos/invSeminario/184-245-1-PB.pdf#page=61

Vanistendael, S. (1994). La resiliencia: un concepto largo tiempo ignorado. Oficina


Internacional Católica de la Infancia, Ginebra, 5(3), 4-5. Recuperado de:
https://bice.org/es/una-definicion-sencilla-de-la-resiliencia.

Vanistendael, S.; Gaberan, P.; Humbeeck, B.; Lecomte, J.; Manil, P.; Rouyer, M. (2013)
Resiliencia y humor. Barcelona: Ed.Gedisa

Vera, B. (2006). Psicología Positiva: Una nueva forma de entender la psicología. Papeles
del Psicólogo, 1 (27), 3-8. Recuperado de:
http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1279

93
Villalba, C. (2004). El concepto de resiliencia individual y familiar: Aplicaciones en la
intervención social. Intervención Psicosocial, 12 (3), 283-299. Recuperado de:
http://www.redalyc.org/pdf/1798/179818049003.pdf.

Villalta, M. (2010). Factores de resiliencia asociados al rendimiento académico en


estudiantes de contextos de alta vulnerabilidad social. Revista de Pedagogía, 31 (88),
159-188. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/659/65916617007.pdf

Wagnild, G., y Young, H. (1993). Development and Psychmetric Evaluation of the


Resilience Scale. Journal of Nursing Measurement, 165- 178. Recuperado de:
http://www.resiliencescale.com/wp-content/uploads/2014/06/Wagnild-Young-psychom-
R.pdf

94
Anexos

Escala de Resiliencia (ER)

Autores: Wagnild y Young (1993)


Adaptación peruana: Castilla et al. (2014)

Instrucciones:

A continuación encontrará una serie de frases que te permitirán pensar acerca de su forma
de ser. Deseamos que conteste a cada una de las siguientes afirmaciones y marque la
respuesta con un aspa (X), que describa mejor cuál es su forma habitual de actuar y pensar.
Siendo las alternativas de respuesta:

Totalmente en desacuerdo (TD)

Desacuerdo (D)

Algo en desacuerdo (AD)

Ni en desacuerdo ni de acuerdo (¿?)

Algo de acuerdo (AA)

Acuerdo (A)

Totalmente de acuerdo (TA)

No existen respuestas correctas o incorrectas, buenas o malas. Procure responder a todas


las frases. Recuerde responder con espontaneidad, sin pensar mucho. Puede empezar.”

GENERO: (M) (F)


EDAD:
SEDE: _____________________

95
CUESTIONARIO Y HOJA DE RESPUESTA

96

También podría gustarte