Espiritu de Adonias
Espiritu de Adonias
Adonías (heb. 'Adôniyyâh[û], "Yahweh es mi Señor"; aparece en un antiguo sello heb. encontrado en
Jerusalén). 1. Cuarto hijo de David, nacido en Hebrón. Su madre fue Haguit (, 4). Cuando David era viejo,
Adonías, aparentemente el mayor de los príncipes reales sobrevivientes, hizo un intento de tomar el
reino; sin duda sabía que su padre, siguiendo instrucciones divinas, hacía planes de poner en el trono a
Salomón. Con el apoyo de Joab, comandante en jefe, y de Abiatar, uno de los principales sacerdotes,
Adonías se hizo proclamar rey en una fiesta junto al muro cerca de la fuente de Rogel, al sur de
Jerusalén. Sin embargo, le faltaba el apoyo de Sadoc (el otro de los principales sacerdotes), Benaía
(comandante de la guardia real) y Natán (el profeta). Estos informaron a David de la actividad traidora de
Adonías y le recordaron sus promesas acerca de Salomón. Entonces David dio la orden de coronar a
Salomón de inmediato en Gihón.* Cuando Adonías supo de ello, huyó al templo y se aferró de los
cuernos del altar, reconociendo de ese modo su culpabilidad. Salomón lo perdonó, pero bajo ciertas
condiciones (-53). Cuando, más tarde, Adonías pidió permiso para casarse con Abisag,* la gente
sospechó de que estaba haciendo planes de obtener un título legal al trono. Como resultado, Salomón
ordenó que Benaía lo ejecutara (2:13-25). 2. Levita que instruyó al pueblo en tiempos de Josafat (, 9). 3.
Israelita que firmó el pacto de Nehemías (); algunos eruditos lo asocian con Adonicam.*
(Jehová Es Señor).
1. Cuarto hijo de David, que Haguit le dio a luz en Hebrón. (2Sa 3:4, 5.)
A pesar de ser de diferente madre, Adonías tenía mucho en común con Absalón, pues “era también muy
bien parecido de forma” y además era muy ambicioso. (1Re 1:5, 6; compárese con 2Sa 14:25; 15:1.)
Cobra importancia en el registro bíblico durante los años de decadencia de David. Aunque Jehová había
declarado que la gobernación real pasaría a Salomón (1Cr 22:9, 10), Adonías comenzó a jactarse de que
él sería el siguiente rey de Israel. En vista de que habían muerto Amnón, Absalón y, probablemente,
Kileab, es de suponer que fundamentó sus aspiraciones al trono en el hecho de que en ese tiempo era el
hijo mayor. Al igual que Absalón, también hizo ostentación de sus pretensiones y tampoco recibió
corrección de su padre. Consiguió el apoyo de cierta facción, ganándose el favor del jefe del ejército,
Joab, y del sacerdote principal, Abiatar. (1Re 1:5-8.) Luego celebró una fiesta de sacrificios cerca de En-
roguel, a poca distancia de la ciudad de Jerusalén, e invitó a la mayor parte de la casa real, con la
excepción de Salomón, el profeta Natán y Benaya. Era obvio que tenía el propósito de ser declarado rey.
(1Re 1:9, 10, 25.)
No obstante, el profeta Natán actuó con prontitud para frustrar su ardid. Aconsejó a Bat-seba, la madre
de Salomón, que recordara a David su juramento de dar la gobernación real a Salomón, y luego se
presentó tras ella en los cuartos del rey para confirmar sus palabras y alertar a David sobre la gravedad
de la situación, indicándole también que pensaba que posiblemente había actuado a espaldas de sus
colaboradores más íntimos. (1Re 1:11-27.) Esto impulsó al anciano rey a intervenir, y ordenó sin
dilaciones que se ungiera de inmediato a Salomón como corregente y sucesor al trono, lo que provocó el
júbilo del pueblo, que llegó a oírse en el banquete de Adonías. Poco después, un corredor, el hijo del
sacerdote Abiatar, llegó allí con las inquietantes noticias de que David había proclamado rey a Salomón.
Los apoyadores de Adonías se dispersaron en seguida y él huyó al patio del tabernáculo en busca de
refugio. Salomón entonces le concedió el perdón, con la condición de que vigilase su conducta. (1Re
1:32-53.)
No obstante, después de la muerte de David, Adonías indujo a Bat-seba a mediar entre él y Salomón
para que este le diese como esposa a Abisag, la joven asistenta y compañera de David. El que Adonías
declarase: “La gobernación real había de llegar a ser mía, y era hacia mí hacia quien todo Israel había
fijado su rostro para que yo llegara a ser rey”, indica que se sentía privado de lo que era su derecho, a
pesar de que reconoció abiertamente haber visto la mano de Dios en el asunto. (1Re 2:13-21.) Si bien es
posible que con esta solicitud solo pretendiera obtener alguna compensación por la pérdida del reino,
dio a entender con claridad que las llamas de la ambición todavía ardían dentro de él, puesto que, según
una costumbre del antiguo Oriente, las esposas y concubinas de un rey solo podían llegar a pertenecer a
su sucesor legal. (Compárese con 2Sa 3:7; 16:21.) Así es como interpretó Salomón la petición que hizo
Adonías por medio de su madre, y por eso ordenó que se le diera muerte, orden que Benaya cumplió sin
demora. (1Re 2:22-25.)
2. Levita enviado por Jehosafat a las ciudades de Judá para enseñar en ellas. (2Cr 17:7-9.)
3. Uno de “los cabezas del pueblo” cuyo descendiente, si no fue él mismo, autenticó por sello junto con
ciertos príncipes y levitas el contrato de confesión que hicieron los israelitas repatriados en los días de
Nehemías y Esdras. (Ne 9:38; 10:1, 14, 16.) Algunos creen que era el mismo que el Adoniqam de Esdras
2:13, cuyos descendientes, un total de 666, volvieron de Babilonia con Zorobabel en 537 a. E.C. Parece
confirmar esto una comparación de los nombres de aquellos que, como representantes del pueblo,
sellaron la resolución (Ne 10) y de los que figuran como cabezas de los exiliados que regresaron (Esd 2).