Teatralidad
Teatralidad
Teatralidad
Puesta en escena
¿Qué es teatralidad?
Es el conjunto de signos y de sensaciones construidos dentro de una escena a
partir de un argumento que ya ha sido escrito, es una percepción de los gestos,
tonos, artificios y luces, entre otros, que hacen que el espectador se sumerja en
el lenguaje exterior.
Definición de teatralidad
Características de la teatralidad
Origen
Elementos
Ejemplos de teatralidad
Definición de teatralidad
La teatralidad es una cualidad del teatro, es un término que se utiliza en el campo
escénico. Generalmente se dice que la teatralidad es un procedimiento
que revela alguna cosa que no podría ser observado en condiciones normales. No
es algo que esté dirigido a la parte material del teatro, a la parte estética, sino que
por el contrario se encuentra dirigido a una serie de códigos que tiene
la comunidad y que son utilizados para poder hacerse la interrogante sobre qué
es lo que sucede y lo que cambia en conciencia del hombre, y es por esta razón,
que la teatralidad es un aspecto que está relacionado con el comportamiento
humano, como por ejemplo con la sociología y la política.
La teatralidad es un término que se encuentra estrechamente ligado con
la sensibilidad y con el conocimiento, cuando éste es replanteado. Nos
referimos al término teatralidad cuando la persona que está actuando en una obra
lo hace sabiendo con certeza que las demás personas lo
están escuchando y observando pues tienen la pretensión de descubrir lo que
quiere decir.
Por medio de la teatralidad tenemos la posibilidad de entender todos los ajustes
que ponen en práctica los actores sociales con su historia y el devenir
cotidiano en cualquier lugar donde exista un fenómeno representacional que se
encuentre sujeto a la mirada del otro.
Características de la teatralidad
Las principales características de la teatralidad son las siguientes:
Es una presencia humana que se ofrece a la mirada del público.
Consiste en una relación que se da entre el actor y el espectador.
Es la base de la relación que hay entre la sala y la escena.
Con ella se logra construir la ilusión.
El espectador por lo general vibra al mismo tiempo que lo hace el actor por
medio de la escena dramática.
Por medio de la teatralidad, el espectador tiene la oportunidad de vivir una
escena con drama, reflexión, critica, se divierte y se emociona.
Se refiere a todo aquello que es teatral, como por ejemplo todo lo
relacionado con lo espacial, visual y expresivo.
Su objetivo es el de conmover de manera emocional a la persona que
observa una obra.
Origen
Los expertos en teatro y en artes escénicas afirman que la teatralidad tiene sus
orígenes en el teatro, el cual surge primero que la escena.
Elementos
Los elementos de la teatralidad son los siguientes:
Iluminación: está formada por el aspecto técnico y el artístico. El director
le indica al experto en iluminación los efectos que necesita ya sea para
adquirir profundidad o matices.
Efectos sonoros: son los ruidos incluidos en la representación
independientemente de la música. Unos dan una sensación de realidad y
otros tratan de captar la atención con respecto a lo que pasa alrededor.
Música: es un género en el cual se da la acción.
Combina música, teatro, baile y se da en grandes escenarios.
Maquillaje: se relaciona con la máscara. Es aplicado directamente sobre la
piel y desempeña un papel muy importante en el teatro. Ayuda a eliminar o
a destacar defectos en los actores. Es el arte de decorar la piel para
mejorar la estética.
Utilería: es todo lo que aparece en una escena sin contar a los actores o
su vestuario. Todos los adornos, floreros y cualquier tipo de objeto es parte
de la utilería. Puede ser fija o de adorno y también puede ser utilería
de mano.
Ámbito escénico: el ámbito escénico es el escenario en donde se realiza
una obra o una película.
Ejemplos de teatralidad
Un ejemplo de teatralidad puede ser observado en los espectáculos
masivos como los desfiles y las procesiones religiosas ya que en ellos se
encuentran algunos elementos de la teatralidad, ya que en ellas
se relata y escenifica una historia, y además se conjugan elementos
como actuación, música, canto baile, luz, efectos especiales.
Estas características también se pueden observar
en ceremonias de competencias deportivas internacionales, específicamente
en los actos de apertura y cierre de los Juegos Olímpicos.
Se denomina teatralidad a la condición de teatral. El adjetivo teatral, en tanto,
se emplea para aludir a aquello vinculado al teatro: el arte de crear y representar
obras dramáticas.
Por lo general la idea de
teatralidad refiere a algo
exagerado o pretensioso, que
intenta no pasar desapercibido.
La teatralidad, de este modo, se
asocia a una puesta en
escena o a una actuación.
Por ejemplo: “La teatralidad del
diputado no fue convincente, ya
que su discurso solo cosechó
críticas negativas”, “Me fascina
la teatralidad de los rituales religiosos”, “La prensa especializada destacó la
teatralidad del concierto”.
Tomemos el caso de un joven que olvida una cita pactada con su novia. Luego
de esperar más de una hora en vano, la chica llama por teléfono a su pareja para
pedirle explicaciones. Al darse cuenta de su falta, el muchacho ensaya un
justificativo, inventando una excusa y apelando a la teatralidad para convencer a
su interlocutora: “¡Oh, no sabes lo que me ocurrió! ¡Fue terrible! Iba a encontrarme
contigo cuando vi que se incendiaba una casa, así que ingresé a la vivienda en
llamas para rescatar a sus ocupantes. Quise llamarte luego, pero me dolían
mucho los dedos como consecuencia del calor intenso al que estuvieron
sometidos, por eso no pude ir a encontrarme contigo ni avisarte qué estaba
pasando…”.
En el terreno de las artes escénicas, la teatralidad suele definirse como la
combinación de acción y palabra en una obra. Se trata de las sensaciones que se
generan en una escena partiendo del texto y recurriendo a la gestualidad, la
iluminación y otros recursos.
Hoy por hoy la palabra teatralidad se escucha por todas partes. Prácticamente ha
tenido un uso muy extendido en la lengua española. El calificativo de “lo teatral”
igualmente goza de una enorme difusión (Cornago, 2009). La repercusión del
concepto se ha manifestado en académicos, particularmente útiles en la
deconstrucción del ámbito teatral. La pregunta que hacemos es: ¿qué significa el
concepto de teatralidad?, si, como advertía Bueno (1954), resulta difícil determinar
la esencia del teatro, lo mismo sucede en la teatralidad. Para estudiar el tema,
existe una diversidad de enfoques. Consideramos que una visión filosófica puede
aportar algo; un estudio apropiado que puede dar claridad al término son algunas
nociones tomadas del materialismo filosófico de Gustavo Bueno.
Al escoger este criterio, lo hacemos acogidos en el ejercicio de una filosofía crítica,
puesto que muchos autores, pese a la necesidad de ofrecer una clasificación de
los sentidos de la teatralidad, se hallan en la situación provisional de no admitir
más que la relevancia de los “estudios culturales” como punto crucial en la
determinación de la teatralidad –injertos, dicho sea de paso, en el mito de la
cultura, al considerar autosuficiente a “la cultura” como elemento explicativo–. Lo
que se busca es una definición de teatralidad que no sea estipulativa (abierta al
“consenso”) ni meramente descriptiva sino crítica, porque el uso corriente del
término no es razón para pescar filosóficamente una idea. Antes de pensar en lo
que a nuestro modo de ver se corresponde con la teatralidad, vamos a poner
sobre la mesa algunas definiciones, cotidianas, de teatralidad.
II
Para empezar, es menester ubicar una serie de definiciones sobre la teatralidad. A
fin de evitar pretensiones de holismo, advertimos que la siguiente lista no está
cerrada, pero es oportuno enunciar las determinaciones del concepto. Las
definiciones son:
Existen más definiciones nominales, pero en esta ocasión acopiamos aquellas que
se reiteran en numerosos textos académicos y no académicos (estas definiciones
serán referidas a lo largo del texto, para lo cual se utiliza el número con el cual
aparecen en el listado). En cuanto a su clasificación taxonómica, los intentos no
son nuevos. Arana Grajales (2007), por ejemplo, ha dado una serie de definiciones
de teatralidad que retoma la voz de otros autores, sin embargo nunca aporta un
criterio clasificatorio. Y es puntualmente en esta necesidad que no podemos
perder de vista la metodología materialista, donde una definición ha de satisfacer
criterios relativos al campo material, fenoménico, estructural y esencial. Estos
requisitos son, principalmente, la referencia predefinicional, la universalidad, la
conexividad y la operatoriedad.
III
Ahora bien, en cuanto a la definición (1) prácticamente vale decir que varios
teóricos de la teatralidad, sin perjuicio de sus respectivas filosofías, dan por
entendido el concepto de Teatro. Cornago (2009) explica que “el elemento inicial
para empezar a entender la teatralidad es la mirada del otro”, por lo que define la
teatralidad “como la cualidad que una mirada otorga a una persona […] que se
exhibe consciente de ser mirado mientras está teniendo lugar un juego de engaño
o fingimiento”. Aquí la teatralidad tiene como base la relación con el receptor. Y así
la definición (1) puede fundar un sentido lisológico (o lato) de la teatralidad en
cuanto codeterminada por el teatro. En ese contexto, la teatralidad no puede
determinarse a priori. En el caso de otro tipo de “textualidades” (narrativas,
poéticas, cinemato-gráficas, escénicas, culturales, etcétera), aun así, la teatralidad
requiere del proceso de contemplación, con temporalidad y espacialidad propia,
teniendo en cuenta la experiencia de ser observado. En cuanto a la diferencia
entre “representación” y teatralidad consideramos que tiene fronteras difusas: si se
distingue la representación como un estado y la teatralidad como una cualidad,
¿tiene sentido discutir los límites entre una y otra? Por definición los estados están
llenos de cualidades y también las cualidades cualifican estados. ¿Hasta qué
punto podemos homologar el sentido de teatralidad con representación si su
referencia es la misma presencia de múltiples signos? En cuanto hacemos lo
posible por no recurrir a hipóstasis, se advierte que no existe la “mirada”, ya que
ésta tiene un significado metafórico.
Desde luego, los límites del sentido (1) con el sentido (2) son difíciles de
determinar categorialmente, porque el teatro puede compartir elementos literarios.
En el caso de la “literariedad” también hay contenidos compatibles con el teatro.
Una separación taxativa sería tan disparatada como decir que autores dramáticos
escribieron sólo teatro y no literatura. No hay géneros literarios puros, porque la
literatura teatral (dramatúrgica) puede refundarse en la representación, puesto
que, de algún modo, la teatralidad reclama la textualidad. En consecuencia, la
teatralidad entendida en los sentidos (1) y (2) puede refundirse con pliegues,
disposiciones, situaciones o estados derivados de la influencia manifiesta del
ejercicio escénico (actos, expresiones, actitudes, gestos, modismos, movimientos,
etcétera) que permite identificarlos como de naturaleza teatral.
IV
En cuanto a la definición (3), resulta tener cierta impotencia no tanto etnológica,
cuanto metodológica, ya que parte del supuesto que considera a la historia como
un curso teatral que reproduce lo mismo pero diferente. Para la teatralidad de los
procesos históricos, podríamos recordar a Schopenhauer, para quien la historia
obedece a un esquema de reproducción espectacular (escénica) donde todos los
individuos actúan “como relojes con cuerda”. Sin embargo, si se considera que “la
teatralidad puede ser entendida como una suerte de paradigma estético de la
Modernidad”, como apunta Cornago (2009), entonces la teatralidad representaría
una veta de análisis histórico. Por ello la forma de representar al hombre en la
época moderna sufre cambios significativos. Los sistemas de representación se
pluralizane, incluso, entra en juego la posibilidad de minimizar montajes: “Ya no es
el mundo visto como escena representada, sino como un mecanismo que produce
representaciones” (Cornago, 2009: 15). En efecto, el secularismo, darwinismo e
industrialismo impactaron la forma de entender la representación.
Sin duda, es necesario partir de que teatro y teatralidad comparten una dimensión
ontológica nada fortuita: al margen de la hegemónica tradición aristotélica, el
teatro tiene una religación con la realidad. Es una acción objetivamente mimética,
no prescriptiva ni normativa, pero donde el sujeto puede decidir qué reflejar y
representar. Ahí la teatralidad implica una especie de decodificación de realidades
narrativas, discursivas y poéticas, que permite comprender más que explicar. Aquí
hemos de entender comprensión de objetos, acciones, escenarios, valores,
gestos, miradas, etcétera. De manera que el problema de la condición escénica de
la vida, desde el punto de vista de su ámbito antropológico, permite ubicar dos
enfoques: primero como la propia esfera de la producción teatral (emic) y luego
como construcción que se extiende sociológicamente a partir de la esfera teatral
(etic), pero se distingue de ella.
VI
Es evidente que el concepto de teatralidad se ha acuñado en el contexto del teatro
moderno.2 Al apegarnos a una concepción materialista de la teatralidad cabría
considerar una definición material y positiva (con referencia universal, conectiva y
operatoria). La teatralidad, por ello, se debe definir por su objetivo material, que no
sería otro que el contexto envolvente de los fenómenos teatrales, en la medida
que por vía del teatro no acotado exclusivamente en el recinto teatral–, se define
asimismo como un derivado propio del Teatro. Pues esto es universal a toda forma
de teatralidad y establece relaciones de conexividad entre los conceptos de
teatralidad. Y al vincular la teatralidad con el requisito de la operatoriedad, el
ejemplo sería Wright (1995), cuando considera la teatralidad como una
“exageración controlada” (conductual, imaginativa, etcétera).
VIII
En conclusión: si bien se elucidó el concepto de teatralidad en su carácter
polisémico, consideramos que, por su relevancia filosófica, debe asignársele el
lugar preciso que tiene la teatralidad en la esfera de “lo humano”, distinguiendo,
por ejemplo, su relación con formas de expresión artística. Desde nuestro punto
de vista, ya hay, por lo menos, un consenso: el arte y los procesos de
simbolización redescubren la vida humana. Con base en esto hay posibilidad de
ahondar en los estudios teatrales frente al actual “sistema de conocimiento” –la
expresión del historiador Peter Burke hace justicia a lo que nos referimos–.
La persona que se encarga de coordinar todos estos elementos para que sean
correctamente aplicados es el vestuarista .Este profesional se expresa con
imágenes, colores, telas, accesorios, formas y diseños puestos al servicio de una
creación escénica o audiovisual. El vestuarista no solo “diseña” sino que es el
responsable del gerenciamiento del departamento en su totalidad; investigación,
presupuesto, proyecto y producción.
Las fuentes de investigación que utilizan son diversas según cada caso; pueden
ser: periódicos de la época, testimonios sin mediación editorial, retratos, álbumes
de familia, revistas de moda, información de internet, etc.
En conclusión, en todo espectáculo la ropa sale de los armarios para dejar de ser
un objeto inanimado, y lograr cobrar vida a través de los actores. Para éstos, el
vestuario se convierte en su segunda piel , por lo que no se lo considera un mero
ornamento, por si sólo posee una historia, una trama que el mismo se encarga de
descubrir.