4 - PV en El Magisterio
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La Pastoral Vocacional
en el Magisterio de la Iglesia
Los documentos,
su historia y su interpretación
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1973 | I Congreso internacional de pastoral vocacional. Subraya la necesidad del acompañamiento voca-
cional y de utilizar los modernos medios de comunicación social en la pastoral vocacional.
1978 | Sagrada congregación para la Educación Católica: Normas para la elaboración del plan diocesano
de Pastoral Vocacional. Ofrece un esquema completo para organizar la pastoral vocacional en las iglesias
particulares. Fue un documento que sirvió para preparar el II Congreso Internacional de Pastoral Vocacional.
1979 | II Conferencia del episcopado latinoamericano (Puebla). Insiste sobre todo en la pastoral voca-
cional como una acción a la vez encarnada en la pastoral de conjunto y diferenciada por su contenido espe-
cífico.
1981 | II Congreso internacional de Pastoral Vocacional, La pastoral vocacional en la Iglesia Particular. Es
el documento más completo y más importante sobre la pastoral vocacional. Su elaboración supuso una am-
plia participación y presenta los temas fundamentales. Su título es toda una indicación de la orientación del
documento. Está retomando toda la doctrina conciliar sobre la Iglesia Local y la presenta como madre de
todas las vocaciones.
1986 | III Congreso latinoamericano de vocaciones. Su título muestra una orientación diferente: La ani-
mación de la pastoral vocacional. Insiste en la importancia de un acompañamiento vocacional cuidadoso y
en la animación vocacional de todas las acciones pastorales.
1988 | Juan Pablo II. Exhortación postsinodal Chistifideles laici. Define con claridad la vocación laical en
el conjunto vocacional de la Iglesia.
1991 | Congregación para la educación católica, Desarrollos de la Pastoral Vocacional en la Iglesia Parti-
cular. Es una valoración de la recepción del documento del II Congreso Internacional, a sus diez años. Sobre
todo constata algunas deficiencias de la pastoral vocacional.
1992 | Juan Pablo II. Exhortación postsinodal Pastores dabo vobis. Además de profundizar en el sentido
del ministerio ordenado, en todas sus etapas, dedica un capítulo completo (nn. 34 a 41) a la vocación sacer-
dotal en la pastoral de la Iglesia.
1995 | I Congreso continental americano de Pastoral Vocacional. Subraya sobre todo la íntima relación
de la pastoral vocacional con la pastoral educativa, familiar y juvenil.
1996 | Juan Pablo II, Exhortación postsinodal Vita consecrata. Sobre la vocación a la vida religiosa y la
promoción de las vocaciones religiosas.
1997 | I Congreso continental europeo de Pastoral Vocacional. Insiste en la importancia de una propues-
ta vocacional integral en la cultura actual, en la que no se oculte el sentido de entrega definitiva que la voca-
ción exige.
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SELECCIÓN DE TEXTOS DEL MAGISTERIO
I. El término “Vocación”
El Concilio Vaticano II.
Elaboró toda una teología de las vocaciones (LG). Estableció principios para la Pastoral Vocacional (OT
2). El término “vocación” se aplica al ministerio ordenado y a la vida religiosa (PO y PC). Se aplica también,
pero con otro sentido, al matrimonio y a la viudez (GS 48).
En el documento de Medellín, 1968.
Dct. 13, Nº 23. La pastoral vocacional es la acción de la comunidad eclesial bajo la Jerarquía para llevar
a los hombres a hacer su opción en la Iglesia. Por lo mismo, toda la comunidad cristiana, unificada y guiada
por el obispo, es responsable solidariamente del desarrollo vocacional, tanto en su aspecto fundamental
cristiano, la vocación en general, como en sus aspectos específicos: vocaciones sacerdotal, religiosa y laical.
Congreso internacional de 1973.
Puesta como base la vocación cristiana fundamental, el Congreso ha querido referirse a: las vocaciones a
los ministerios con ordenación sacramental, presbiterado y diaconado; las varias formas de la vida religiosa
contemplativa y activa, clerical y laical; la profesión de los consejos evangélicos reconocida por la Iglesia en
los institutos seculares. El Congreso se refiere a los “ministerios” no sacramentales, instituidos en base al motu
proprio de Pablo VI Ministeria Quaedam del 15 de agosto de 1972 o a instituirse por las Conferencias Epis-
copales. El Congreso ha tenido presente también las vocaciones misioneras, que el Concilio llama “vocacio-
nes especiales” y pueden referirse a sacerdotes, religiosos y laicos... La expresión “vocación de especial con-
sagración” puede indicar: a) la vocación a la vida religiosa; b) la vocación a la profesión de los consejos
evangélicos en los institutos seculares; c) la vocación sacerdotal (Nota, n.2).
Documento de puebla 1979.
884 Toda pastoral vocacional debe estar encarnada en el actual momento histórico de América Latina y debe
ser diferenciada, es decir, reflejar y promover la diversidad de vocaciones en la unidad de la misión y del servi-
cio evangelizador. 854 Todos los cristianos según el designio divino, debemos realizarnos como hombres –
vocación humana– y como cristianos, viviendo nuestro bautismo en lo que tiene de llamada a la santidad, a ser
miembros activos de la comunidad y a dar testimonio del Reino –vocación cristiana–, y debemos descubrir la
vocación concreta (laical, de la vida consagrada o ministerial jerárquica) que nos permita hacer nuestra aporta-
ción específica a la construcción del Reino –vocación cristiana específica–. De este modo cumpliremos, plena y
orgánicamente, nuestra misión evangelizadora.
Congreso internacional de 1981.
Cuando se habla de “vocaciones a los ministerios ordenados y a otras formas de vida consagrada”, o bien
de “vocaciones consagradas” o simplemente de “vocaciones”, si el contexto lo permite, quiere dar a entender
las vocaciones: a los ministerios ordenados: presbiterado y diaconado; también subdiaconado y órdenes infe-
riores según las leyes vigentes en las diversas iglesias orientales; a la vida religiosa en todas sus formas: contem-
plativa y apostólica, monástica de tradición oriental y occidental, clerical, masculina y femenina; a los institutos
seculares en la diversa variedad de funciones y miembros: laicos hombres y mujeres; presbíteros y diáconos; a
la vida misionera en el sentido concreto de misión “ad gentes”. (Nota redaccional, apartado A).
Documento de Santo Domingo 1992.
55 La Iglesia particular es comunión orgánica caracterizada por la simultánea presencia de la diversidad y
complementariedad de las vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de las res-
ponsabilidades. 94 El Pueblo de Dios está constituido en su mayoría por fieles cristianos laicos, llamados tam-
bién por Cristo, como Iglesia, agentes y destinatarios de la Buena Noticia de la Salvación, a ejercer en el
mundo, viña de Dios, una tarea evangelizadora indispensable. 99 ...Impulsar la preparación de laicos que
sobresalgan en el campo de la educación, de la política, de los medios de comunicación social, de la cultura
y del trabajo. 98... Evitar que reduzcan su acción al ámbito intraeclesial, impulsándolos a penetrar los am-
bientes socioculturales y a ser protagonistas de la transformación de la sociedad a la luz del Evangelio y de la
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Doctrina Social de la Iglesia. 92 Reconocer la vida consagrada como un don para nuestras Iglesias particulares.
Fomentar la vocación a la santidad en los religiosos valorando su vida por su misma existencia y testimonio.
85 La vida religiosa ha de ser siempre evangelizadora, para que los necesitados de la luz de la fe acojan con
gozo la Palabra de salvación. 80 Procurar el fomento de las vocaciones que provengan de todas las culturas
presentes en nuestras Iglesias particulares. El Papa nos ha invitado a prestar atención a las vocaciones de in-
dígenas.
II. Los organismos de la Pastoral Vocacional
Congreso internacional de 1973.
Un plan de acción pastoral vocacional supone un esfuerzo general de evangelización y de formación es-
piritual. En el plan de acción apostólica es menester iniciar a los fieles, comprendidos los jóvenes, a descubrir
las necesidades del mundo actual, sobre todo las espirituales, otras tantas llamadas provenientes de la misión
propia de la Iglesia. Tal descubrimiento conduce a un auténtico compromiso. Solo una Iglesia misionera me-
rece vocaciones (n.7).
Entre las comunidades cristianas la familia tiene una responsabilidad fundamental en la promoción de las
vocaciones. La acción pastoral debe apoyarse en la familia y al mismo tiempo debe ayudar a ésta a tomar
conciencia de su papel fundamental en el despertar y en la maduración de las vocaciones consagradas. La
Pastoral Vocacional debe tender a hacer de la familia el ambiente privilegiado en el que la escucha de la Pa-
labra de Dios lleve poco a poco a respuestas evangélicas... (n.8).
La vida cristiana necesita una comunidad de fe para su desarrollo. De igual modo es menester que quien
es llamado por el Señor encuentre la comunidad que le conviene: parroquia, escuela, movimientos apostóli-
cos laicos, equipos de vida espiritual. Para que una comunidad de fe sea auténtica y digna de crédito debe
ser alegre, orante, atenta a la Palabra de Dios y abierta a los pobres (n.9).
La pastoral juvenil pretende despertar la conciencia de los jóvenes para que descubran su responsabilidad
en la misión de toda la comunidad cristiana. Para ello la comunidad debe encontrarse con los jóvenes donde
ellos están y ayudarles a ver cómo la realización del plan de Dios sobre ellos favorecerá el desarrollo de su
personalidad humana y cristiana, y al mismo tiempo les hará aptos para responder a las necesidades de la Igle-
sia y del mundo actuales (n.10).
Documento de Puebla 1979.
885 Hay que dar a la pastoral vocacional el puesto prioritario que tiene en la pastoral de conjunto y más en
naciones. En orden al seguimiento de estas vocaciones y al especial cuidado que ellas merecen, nos permitimos
recomendar con insistencia la creación y fortalecimiento de aquellos organismos que aseguran la coherencia,
continuidad y eficacia de todas las iniciativas de animación en la pastoral vocacional.
Documento de Santo Domingo 1992.
80 Estructurar una pastoral vocacional inserta en la pastoral orgánica de la diócesis, en estrecha vinculación
con la pastoral familiar y la juvenil. Es urgente preparar agentes y encontrar recursos para este campo de la
pastoral y apoyar el compromiso de los laicos en la promoción de vocaciones consagradas.
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III. Los responsables de la Pastoral Vocacional
El Concilio Vaticano II.
Señala como responsables a los obispos, los presbíteros, las comunidades religiosas y en la familia como nú-
cleo de la primera promoción vocacional.
Congreso internacional de 1973.
Los obispos están convencidos de que se trata de una responsabilidad esencial de su misión que exige valor,
imaginación y perseverancia en su realización. Ellos son los primeros responsables de la Pastoral Vocacional. En
esta solicitud de los pastores deben participar activamente, según el espíritu de Christus Dominus 35, los supe-
riores mayores religiosos y los responsables de los institutos seculares.
Pero los obispos, los superiores y los responsables no pueden sostener este empeño si no es en estrecha co-
munión con toda la comunidad cristiana y sobre todo con los padres, los educadores y las mismas personas
consagradas.
Pablo VI, jornada mundial de oración por las vocaciones.
Os lo dirigimos (el mensaje) a vosotros, nuestros hermanos en el Episcopado, de quienes compartimos la
preocupación por la abundancia de mies y la escasez de obreros. Lo dirigimos a vosotros, sacerdotes, a fin de
que reavivando en vosotros el legítimo orgullo de servir a Cristo, con las tribulaciones y las alegrías del apóstol,
suscitéis la estima y el deseo del sacerdocio. Vuestra fidelidad, vuestra esperanza así como la unión entre voso-
tros testimonia que se trata de una gracia incomparable.
Lo dirigimos a vosotros, religiosos y religiosas, para que la libertad y la gratitud de vuestra consagración ex-
clusiva a Cristo, con la entrega abierta a todo lo que ella permite, ofrezcan ampliamente saborear el Reino de
Dios, haciendo el evangelio actual, creíble, atractivo.
Lo dirigimos a vosotros, educadores, y sobre todo a vosotros, padres y madres de familia, a fin de que la
firmeza de vuestra fe, la profundidad de vuestra generosidad, vuestro amor a la Iglesia, os permitan preparar
almas fuertes, capaces de escuchar la llamada del Señor. Lo dirigimos especialmente a vosotros, jóvenes y ado-
lescentes, a quienes atrae el mensaje de Cristo y a quienes mueven las necesidades espirituales de vuestros her-
manos. El hombre no sólo vive de pan. Examinaos en presencia de Cristo. Lo dirigimos también a vosotros,
niños, Cristo os ama con predilección. Vosotros estáis ya en condiciones de dar una preferencia a Dios que os
permita adiestrar toda vuestra vida en el seguimiento a Jesús.
II Congreso internacional de 1981.
Enuncia en sendos números los siguientes responsables: El pastor de la diócesis primer responsable de las
vocaciones (29), las conferencias episcopales (30), las conferencias de superiores y superioras mayores (31), los
presbíteros (32), los diáconos (33), los religiosos y religiosas (34), los institutos seculares (35), los misioneros
(36), los laicos (38), la familia (39), la parroquia (40), los institutos de formación eclesiástica (41).
Documento de Santo Domingo 1992.
99 Los pastores procuraremos, como objetivo pastoral inmediato, impulsar la preparación de laicos que so-
bresalgan en el campo de la educación, de la política, de los medios de comunicación social, de la cultura y del
trabajo. Estimularemos una pastoral específica para cada uno de los campos de tal manera que quienes estén
presentes en ellos sientan todo el respaldo de sus pastores. Están incluidos también los militares, a quienes co-
rresponde siempre estar al servicio de la libertad, la democracia y la paz de los pueblos (cf. GS 79).
Teniendo presente que la santidad es un llamado a todos los cristianos, los pastores procurarán los medios
adecuados que favorezcan en los laicos una auténtica experiencia de Dios. Incentivarán también publicaciones
específicas de espiritualidad laical.
92 Queremos alentar las iniciativas de los superiores mayores en favor de una formación inicial y permanen-
te y de un acompañamiento espiritual de los religiosos y religiosas para que estos puedan responder a los retos
de la nueva evangelización.
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IV. Los medios de la Pastoral Vocacional
El Concilio Vaticano II.
Se señala especialmente la oración y la renovación cristiana de los ambientes, de modo concreto el fami-
liar.
Congreso internacional de 1973.
La vocación madura en la intimidad con Aquel que llama. La fidelidad a la llamada divina supone una
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moción vocacional. No es en los libros, sino a través del trato con personas concretas como se aprende qué
cosa es la vida del sacerdote y de las personas consagradas. Es necesario que descubran en ellos el Cristo servi-
dor de los hombres, completamente dedicado al Padre y a su misión salvadora.
15 Es importante, en el momento oportuno, invitar directamente a los interesados a pensar en la posibilidad
del ministerio sacerdotal o de la vida consagrada. Nuestra época, caracterizada por la atención a la “persona”,
nos invita a un gran respeto a cada uno; respeto que no quiere decir indiferencia. El Señor, para hacer oír más
claramente su voz, espera de nosotros iniciativas prudentes, sí, paro valientemente evangélicas.
19 La sociedad actual está profundamente caracterizada por el uso de los nuevos medios de comunicación.
Vivimos en la era de la imagen y de la comunicación instantánea. Los jóvenes, sobre todo, están profundamen-
te afectados por sus efectos. A través de lo que ven descubren el sacerdocio y la vida consagrada. La Iglesia
debe esforzarse en hablar a los jóvenes en su lenguaje, cosa difícil y poco frecuente todavía. Los responsables
de la promoción vocacional, competentes y abiertos a los objetivos de la pastoral diocesana, deben ser capaces
de relacionarse con la gente de hoy y de modo especial con los jóvenes. Se trata de aprender un nuevo lengua-
je. La Iglesia debe ser sensible a su uso, y los responsables de los centros de formación y los promotores voca-
cionales deben considerarlo como una obligación.
Documento de Puebla 1979.
862 En el complejo problema vocacional es necesario, en todo momento y a todos los niveles, el recurso
ininterrumpido a la oración personal y comunitaria. Es Dios quien llama; es Dios quien da eficacia a la evange-
lización. El mismo Cristo nos dijo: “Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.
882 Hay que fomentar las campañas de oración a fin de que el pueblo tome conciencia de las necesidades
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V. Los modos o estilos de la Pastoral Vocacional
Conferencia episcopal francesa, 1971.
La pastoral vocacional lleva consigo la responsabilidad de acompañar a los niños, a los jóvenes y a las
jóvenes, a los hombres y mujeres que se plantean el problema de una vocación con vistas a servir a la Iglesia.
Esta asistencia o acompañamiento es necesario para una maduración y un discernimiento.
Congreso internacional de 1973.
La vocación se desarrolla y progresa en el tiempo; supone que se la siga de cerca; necesita de la ayuda de
guías espirituales y del sostén de una comunidad. Tradicionalmente la Iglesia ha provisto a estas necesidades
mediante los seminarios y las casas de formación, de los que el Concilio ha recordado su permanente
validez, y que, como dijo el santo padre a los congresistas, deben ser “verdaderos lugares privilegiados de
piedad, estudio, disciplina”.
Documento de Puebla 1979.
883Es necesario acompañar a todos los que sienten la llamada del Señor en el proceso de discernimiento
y ayudarles a cultivar las disposiciones básicas para la maduración vocacional.
Congreso internacional de 1981.
La vocación a la vida consagrada no es problema puramente individual. Concierne a toda la Iglesia. La
vocación nace en la Iglesia y se desarrolla en la Iglesia, y es sostenida por la Iglesia en toda su evolución.
(n.49)
El acompañamiento individual se siempre necesario, incluso cuando existe el acompañamiento en grupo... El
campo en el que puede y debe desenvolverse el acompañamiento es amplio. Todo pastor de almas u otra
persona responsable, siente la necesidad de prestar atención a los jóvenes y adultos que encuentre en su
actividad pastoral, individualmente o en grupos, y que despierten interés por sus singulares cualidades. Es
obligado, en estos casos, indagar prudentemente los signos de vocación, cultivarlos y ponerlos a prueba. (n.50)
Las comunidades de orientación vocacional se proponen ayudar a los jóvenes y a las jóvenes en la
maduración de su elección vocacional y se comprometen a que la orientación vocacional sea un itinerario
educativo, mediante una fuerte experiencia de fe y apostolado. A tal fin, las comunidades ofrecen personas,
ambientes y medios adecuados. Los jóvenes y las jóvenes que viven en estos ambientes, aprenden cómo se hace
comunidad, cómo se ora, cómo se sirve a la Iglesia. De este modo se les ayuda a seguir a Cristo según su
personal y específica vocación. (n.51)
En todo caso, es urgente cuidar la preparación específica de los directores espirituales y demás responsa-
bles del acompañamiento. Se utilizarán las posibilidades ofrecidas por las iglesias locales que organizan cen-
tros y cursos especializados a tal fin. (n.56)
III Congreso latinoamericano, 1986.
14 Por acompañamiento vocacional entendemos el itinerario personal y comunitario mediante el cual la
Iglesia crea condiciones para que los cristianos puedan optar con mayor madurez y libertad posible, por la
manera específica de seguimiento de Jesús, según sea la voluntad de Dios sobre sus vidas.
Documento de Santo Domingo, 1992.
75 Nosotros, obispos, nos proponemos organizar mejor una pastoral de acompañamiento de nuestros
presbíteros y diáconos, para apoyar a quienes se encuentran en ambientes especialmente difíciles.
80 Fundamentar la Pastoral Vocacional en la oración, en la frecuencia de los sacramentos... el acompa-
dad de acompañar a los adolescentes y jóvenes en todo el proceso de formación humana y crecimiento de
la fe.
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LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS DOCUMENTOS
La lectura de estos documentos y su evolución nos hacen descubrir una serie de constantes que clarifican
el sentido de la Pastoral Vocacional y su orientación para el futuro. Vamos a enunciarlas brevemente, supo-
niendo siempre la lectura de los documentos:
El dato fundamental tiene que ver con la definición de la pastoral vocacional. La Pastoral Vocacional es
la acción de la Iglesia que fomenta la diversidad de vocaciones. Ha de atender armónicamente la concienti-
zación vocacional de toda la comunidad y a la vez el cuidado de los procesos para las vocaciones de especial
consagración.
Hablar de vocaciones de especial consagración no implica una consideración negativa de las demás voca-
ciones no consagradas, ni un descuido pastoral de las mismas. Pero se entiende que las vocaciones “especia-
les” requieren también un cuidado y una atención especial. Esta distinción está claramente señalada en el
documento de Puebla. Se distingue entre la Pastoral Vocacional encarnada en las diversas acciones pastorales
y la Pastoral Vocacional diferenciada, que promueve los procesos vocacionales específicos. En la mayoría de
los documentos se insiste en esta doble atención pastoral.
Esta idea se puede enunciar como una norma general de la siguiente manera: la vocación de algunos (lí-
deres, dirigentes, personas consagradas, sacerdotes) está en relación dinámica y profunda con la vocación de
todos (pueblo de Dios, laicos, todos los jóvenes); pero entre ambas realidades existe una mutua dependencia
y un mutuo enriquecimiento. El hecho de que se despierte la conciencia vocacional de todos, exige con ma-
yor urgencia el surgimiento de vocaciones de especial consagración. Pero la existencia de estas vocaciones
consagradas pide como contraparte necesaria una creciente sensibilidad y valoración de la vocación por par-
te de todos. Así, el ámbito donde puede desarrollarse adecuadamente el don de una vocación consagrada es
el de una comunidad con cultura vocacional, y la existencia de vocaciones con sentido de total consagración
al Señor enriquecen la cultura vocacional de la comunidad cristiana.
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para el seminario diocesano, sino todas las vocaciones en la diócesis. Entre los presbíteros merecen una espe-
cial mención los párrocos, por la trascendencia vocacional de la parroquia y los sacerdotes jóvenes, por su
cercanía con las nuevas vocaciones. También se hace referencia a los seminaristas, primeros apóstoles de la
vocación entre otros jóvenes.
Tienen especial responsabilidad los religiosos y religiosas, que con su testimonio de vida atraen a todos a
cumplir los deberes de su propia vocación. Los formandos y formandas tienen también un papel destacado.
Entre los laicos, se subraya el papel educativo y vocacional de la familia; los padres cristianos son los
primeros que han de orar por la vocación de sus hijos y anhelar este don de Dios para su familia. Los educa-
dores, sobre todo lo que tratan con niños y jóvenes. Los responsables de la catequesis y de la pastoral juve-
nil, que tienen en sus manos las semillas que el Señor ha sembrado. Incluso los mismos jóvenes, que desde su
conciencia cristiana se animan unos a otros a seguir con generosidad los pasos de Cristo.
Aparece así una diversidad de responsabilidades y de funciones a la hora de poner en práctica la pastoral
vocacional:
Los ministros ordenados lo harán desde su propia responsabilidad pastoral, como una función que les
pertenece esencialmente (Cfr. P.O. 11).
Los religiosos y religiosas asumirán la pastoral vocacional más desde su testimonio de vida y desde la
gratuidad de su presencia, subrayando la oración por las vocaciones.
Los laicos lo harán desde la secularidad que caracteriza su vocación, llevando la catequesis vocacional a
los ámbitos donde sólo ellos pueden llegar con eficacia: el matrimonio, la familia, los ambientes labora-
les y sociales, la cultura y la educación, el ocio, etc.
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