Ana Lira Olmos
Ana Lira Olmos
Ana Lira Olmos
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
TÍTULO:
DNI: 53665231-K
1. Resumen……………………………………………………………………2
2. Abstract…………………………………………………………………….3
3. Introducción………………………………………………………………..4
4. Objetivos…………………………………………………………………...5
5. Material y Metodos………………………………………………………...6
a. Giardia virus…………………………………………..7
7. Conclusiones………………………………………………………………16
8. Bibliografía ………………………………………………………………17
-1-
1. RESUMEN
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2. ABSTRACT
When a virus "parasitizes" or invades a parasite (which becomes the host of the virus or
"microhost"), it does not always have a negative effect on it, and may even be beneficial, since
we must also consider the relationship that exists between the parasite and the host (host of the
parasite or "macrohost"), creating between these three organisms (virus-parasite-host) a
triangular relationship much more complicated [1].
When the parasite behaves like vector or vehicle of the virus, it facilitates that the host
becomes infected of this microorganism, in addition, it serves like reservoir of the virus and
offers it protection in front of the external environmental conditions. This is the case of free-
living amoebae, which are capable of harboring adenoviruses inside, they are responsible for
diseases such as conjunctivitis, diarrhea, pneumonia, etc. [1] that will be transmitted to the host.
The case of Trichomonas vaginalis (cause of the sexually transmitted infection or STI
of non-viral origin with the highest morbidity in the world) is also discussed, since it has been
found to have the capacity to house viruses [2] such as herpes simplex type II or HIV, making
it much easier for people suffering from trichomoniosis to be able to suffer these viral infections
at the same time.
Several studies have determined that the infection of Giardia (intestinal protozoa and
the main cause of "traveler's diarrhea") by GLV (Giardia lamblia virus) modifies the
pathogenicity of this parasite, having a detrimental effect because it decrease their ability to
survive inside the macrohost, since it modifies its appearance, making them not adherent to the
small intestine and difficult its growth because they turn incapable of dividing [3].
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3. INTRODUCCIÓN
Los parásitos son organismos que se caracterizan por vivir a expensas de otro (al que
utilizan para cubrir algunas de sus necesidades vitales básicas), que se denomina huésped, dicha
asociación cursa con un deterioro de la salud huésped a favor del parásito.
Según el lugar que ocupan en relación al cuerpo del hospedador, podemos clasificarlos
en: endoparásitos o parásitos intracelulares (protozoos y helmintos), ectoparásitos o parásitos
extracelulares (generalmente artrópodos) y mesoparásitos (poseen una parte del cuerpo en el
exterior del hospedador y otra en el interior).
Según su capacidad para vivir sin el huésped se dividen en: parásitos obligados (aquel
que necesita al huésped para poder completar su ciclo vital) o parásito facultativo (aquel que es
capaz de completar su ciclo vital sin necesidad del huesped, por lo que pueden llevar a cabo
una vida libre).
Los virus son agentes infecciosos acelulares de tamaño microscópico formados por
material genético envuelto en una estructura proteica que sólo pueden replicarse en el interior
de una célula viva, utilizando para ello las herramientas de síntesis de la propia célula invadida.
De esta manera, los virus son parásitos intracelulares obligados, ya que no pueden reproducirse,
y, por lo tanto, prosperar, sin invadir a otro organismo. Infectan a todos los tipos de seres vivos:
animales, hongos, plantas, bacterias y arqueas. Por lo tanto, un virus puede infectar (parasitar)
a un parásito.
Se sabe de la existencia de parásitos infectados por virus desde hace décadas, gracias a
estudios llevados a cabo con microscopios electrónicos que detectaron lo que se conoce como
VLP (“virus-like particules”), donde estos virus se describían como “agentes infecciosos
submicroscópicos” obtenidos de extractos de células infectadas [5].
Las primeras VLP que se descubrieron fueron las de Entamoeba histolytica [6] y
Leishmania hertigi [7], pero el primer virus de un protozoo que realmente se estudió y
caracterizó bioquímicamente (identificándolo como un virus ds-RNA ‘’double-stranded
RNA’’) fue el virus de Trichomonas vaginalis o TVV [8], lo que dio lugar a múltiples estudios
sobre otros parásitos infectados por virus como Giardia lamblia [9] y Leishmania spp. [10] y
[11]
-4-
Cuando un virus “parasita” o invade a un parásito (que se convierte en el hospedador
del virus o “microhospedador”), no siempre ejerce un efecto negativo en el mismo, incluso
puede ser beneficioso, ya que debemos considerar también la relación que existe entre este
último y el hospedador (hospedador del parásito o “macrohospedador”), creándose de esta
manera entre estos tres organismos (virus-parásito-hospedador) una relación triangular mucho
más complicada [1]. Por lo tanto, el efecto que el parásito cause en el hospedador (en este caso
nos vamos a centrar en los humanos) va a depender tanto del propio parásito que le esté
infectando (microhospedador), como del virus que esté infectando al parásito a su vez, luego
va a ser un factor muy importante a la hora de determinar la patogenia del mismo, las
manifestaciones clínicas que va a ocasionar al hospedador y la estrategia a llevar a cabo para
poder combatirlo.
Por lo tanto, aunque en la mayoría de las ocasiones los virus se han estudiado como
patógenos, en este trabajo vamos a poder observar como en algunas ocasiones resultan
beneficiosos para los seres que invaden (microhospedador o parásito) y como esto condiciona
la relación entre el parásito y el hospedador. [13]
4. OBJETIVOS
-5-
5. MATERIAL Y MÉTODOS
Con este fin, se han revisado una serie de estudios, haciendo una recopilación
bibliográfica de los mismos para su posterior comparación y discusión, tomando diversas
fuentes de información tales como: Google Académico, PubMed y Sciencedirect.
6. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Diversos estudios han analizado cómo los parásitos se pueden comportar como
vehículos o vectores para la transmisión de un virus, facilitando así que un hospedador se
infecte con dicho microorganismo a su vez, además, en estos casos los parásitos se comportan
también como reservorio del virus y le brindan protección frente a las condiciones ambientales
externas. Algunos ejemplos de este fenómeno son:
Las amebas de vida libre (protozoos), incluyendo Acanthamoeba spp., son muchas
veces capaces de infectar a los humanos cuando estos se exponen a su entorno de forma directa
(sobre todo suelo y agua dulce), convirtiéndose así en parásitos oportunistas [14]. Algunas de
las enfermedades que producen estos parásitos son encefalitis y queratitis amébica.
Se ha visto [13], que estas amebas son capaces de albergar en su interior adenovirus
responsables de enfermedades como conjuntivitis, diarrea, neumonía, etc [1]. De esta manera,
las amebas protegen al virus de los ambientes adversos sirviendo tanto como de reservorio
como de vector, ya que pueden sobrevivir en su interior durante largos periodos de tiempo [15]
y de esta manera llegar a infectar a los hospedadores.
b. Trichomonas vaginalis
Se vió que el virus del herpes simplex tipo II se mantuvo viable en el interior del
protozoo durante 6 días [18]. Este parásito tiene la capacidad de fagocitar linfocitos, por lo que
en el caso de que éstos estuvieran invadidos por VHI-1, el virus podría incorporarse y
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transmitirse a través de T. vaginalis [2]. Hasta el momento no se ha podido demostrar que estos
virus puedan replicarse en el interior de este protozoo, pero al poder sobrevivir en el interior de
los mismos durante un cierto periodo de tiempo, hace que el parásito se convierta en un
transportador pasivo o vector de estos agentes infecciosos. Este hecho, junto con la inflamación
local que ocasiona el parásito en el hospedador, explica que la infección por Trichomonas
vaginalis favorezca la transmisión de otras ITS como gonorrea, papilomavirus o VIH entre
otras.
En la mayoría de los casos los virus que infectan a otros organismos actúan como seres
patógenos, y por lo tanto deterioran la calidad de vida de su hospedador al hacerle algún tipo
de daño. Luego, uno de los posibles efectos de que un virus infecte a un parásito es que éste
tenga una menor virulencia con respecto al hospedador (hipovirulencia) ya que pueden verse
afectados diversos mecanismos de patogenicidad.
c. Giardia virus
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Es un parásito monoxeno (sólo vive en un hospedador) que presenta un ciclo de vida
directo. Se trata de una zoonosis, ya que este parásito infecta tanto al hombre como a otros
mamíferos (perros, gatos y animales salvajes). Se transmite por la ingesta de quistes (formas
infectantes) bien a través de agua o comida que haya sido contaminada con las heces de un
hospedador infectado, o bien por transmisión directa (de persona a persona). Presenta un
periodo de incubación desde 1 a 45 días. Las enzimas gástricas del hospedador comienzan a
desencadenar el proceso de desenquistamiento, llegando en forma de trofozoítos al intestino,
donde se adhieren al epitelio intestinal debido a la presión negativa ejercida por el disco suctorio
y ayudándose de los flagelos. La localización preferente es el duodeno, e incluso el yeyuno,
pero pueden darse casos en los que se extienda por el intestino e incluyo llegue a los conductos
biliares. Si el tránsito intestinal es normal, los trofozoítos son arrastrados al intestino grueso,
dándoles tiempo a enquistarse, expulsándose al exterior en forma de quistes cuando las heces
son formes; pero cuando el tránsito intestinal no es normal y está acelerado, no le da tiempo al
parásito a enquistarse y se expulsan los trofozoítos, que, al no ser las formas de resistencia ni
las formas infectantes, mueren.
El cuadro clínico de la infección con este parásito va desde ser un portador asintomático
(40% de los casos) a causar diarreas graves y problemas de malabsorción intestinal, además de
dolor abdominal, déficit de lactasa secundarios, esteatorrea, flatulencias, náuseas, anorexia,
pérdida de peso, fiebre, malestar general, etc [19] que duran de 1 a 2 semanas. La diarrea es el
síntoma más común, pudiendo llegar a ser más o menos intensa, pero no va a ir acompañada de
sangre en heces.
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durante 5 días. En ambos casos al cabo de una semana puede que sea necesario repetir el
tratamiento.
Este parásito puede verse infectado por un virus dsRNA (double-stranded RNA) de la
familia Totiviridae llamado GLV (Giardia lamblia virus) [22]. Se trata de un virus sin envoltura
y no segmentado, que fue descubierto en 1986 [9]; se trata de un virus específico de Giardia
lambia que no infecta a otros parásitos. El virus GLV es el único virus protozoario que se
conoce hasta la fecha que es capaz de transmitirse de manera eficiente por el medio extracelular
[23]. Actualmente no se sabe con seguridad si la infección de Giardia por GLV afecta a la
relación parásito-hospedador [9], aunque los estudios llevados a cabo en cultivos axénicos de
algunas cepas de Giardia lamblia parecen indicar que la presencia de grandes cantidades de
partículas virales de GLV halladas en el parásito (5x105 VLP por célula) tiene un efecto
perjudicial para la supervivencia del parásito (hipovirulencia), ya que modifica su apariencia,
haciéndolos no adherentes al intestino delgado y dificulta su crecimiento pues los hace
incapaces de dividirse, aunque no se observó lisis [23]. Sin embargo, en este caso, se observó
que la sensibilidad al metronidazol no se correlaciona con la presencia de infección por GLV,
a diferencia de lo que sucede en Trichomonas vaginalis [24].
Este parásito coloniza el epitelio escamoso del tracto genitourinario (vagina, uretra y
glándulas parauretrales), pero también puede encontrarse en el cérvix, la próstata y las glándulas
de Bartolino. Las investigaciones científicas de las últimas décadas han demostrado que la
gravedad de esta ITS es debida no tanto a la clínica sino a las consecuencias derivadas de su
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padecimiento. En embarazadas, T. vaginalis puede ocasionar graves complicaciones, como
rotura de las membranas, riesgo de parto prematuro y nacimiento de un bebé de bajo peso.
También existe la posibilidad de contaminar al neonato durante el parto, pudiendo ocasionar
tanto infecciones genitourinarias como pulmonares con consecuencias graves. Además, este
protozoo es capaz de sobrevivir a la congelación, por lo que podría ser transmitido por
inseminación artificial.
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proceso está mediado por la enzima PFOR (Pirivato-Ferredoxina-Óxido-Reductasa). Además,
esta enzima es la principal responsable de la activación del fármaco de referencia por procesos
redox (ya que capta los electrones), el metronidazol (Ilustración 4).
- 11 -
T. vaginalis ha logrado una excelente adaptación al medio genitourinario en el que vive
habiendo desarrollado numerosos mecanismos de patogenia que le permiten colonizar al
hospedador y evadir su respuesta inmune fácilmente. Así mismo, otro dato relevante es que
cuenta con uno de los genomas más grandes jamás secuenciados en proporción a su pequeño
tamaño [27]. A pesar de todo lo anteriormente mencionado, T. vaginalis ha recibido poca
atención por parte de los organismos de salud, resultando innumerables las dudas que se
plantean sobre la capacidad adaptativa de este parásito a un entorno tan hostil como es el
genitourinario; siendo necesario continuar con los estudios que arrojen luz sobre los
mecanismos de interacción parásito-hospedador.
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Los fármacos aprobados por la FDA (Food and Drug Administration) para el
tratamiento de la tricomoniasis son los 5-nitroimidazoles (5-NI): el metronidazol [1-hidroxietil-
2-metil-5-nitroimidazol] (Ilustración6) como tratamiento de elección y el tinidazol [1-[2-
etilsulfoniletil]-2-metil-5-nitro-imidazol] (Ilustración 7) como alternativa terapéutica.
Tanto el metronidazol como el tinidazol son profármacos que penetran al interior del
trofozoíto por difusión pasiva y, una vez dentro del hidrogenosoma, la enzima PFOR, encargada
de la descarboxilación oxidativa para la obtención de ATP, provoca la liberación de electrones
que son captados por la proteína ferredoxina (Fd), que se reduce. Pero, como el metronidazol
(MTZ) tiene un potencial redox mayor, cuando este se encuentra en el interior del
hidrogenosoma compite con la ferredoxina y se produce la transferencia de electrones de la
ferredoxina al grupo NO2 del metronidazol, reduciéndolo y activando así el fármaco. Los
radicales libres formados interaccionan con el ADN celular del parásito produciendo una
pérdida de la estructura helicoidal y rotura de la cadena con la inhibición resultante de la síntesis
de ácidos nucleicos, lo que ocasiona la muerte celular del parásito [18]. (Ilustración 8)
- 13 -
Si este tratamiento fracasa, se administra 2g de metronidazol oral durante 5 días.
Durante el primer trimestre de embarazo se debe emplear por vía intravaginal en forma de
óvulos o crema. Se han hallado cepas resistentes el metronidazol en personas con infección
recurrente que ya hayan sido tratadas con este fármaco antes; en tal caso puede administrarse
paromomicina intravaginal junto con dosis altas de tinidazol.
En 1985 [8] se descubrió que Trichomonas vaginalis puede estar infectado por un virus
dsRNA de la familia Totiviridae, fue el primer virus de un protozoo que realmente se estudió y
caracterizó bioquímicamente. Esta infección es relativamente común, ya que se podían
identificar hasta 3 segmentos de longitud similar (4.000 – 5.000 pb) en un solo aislado de T.
vaginalis, lo que implica la presencia de un virus multisegmentado o la posibilidad de infección
múltiple por varias especies de TVV (Trichomonas vaginalis virus) en un mismo parásito [33].
Estos virus se localizan en el citoplasma del protozoo, cerca del Aparato de Golgi o de la
membrana plasmática, presentan tamaño variable (entre 33 y 200 nm) y diferentes formas
(cilíndricas, filamentosas y esféricas) [34]. Se han descubierto 4 especies de TVV (TVV-1,
TVV-2, TVV-3 y TVV-4) gracias al análisis filogenético y la comparación de genomas [33].
La infección por este virus altera también la expresión de la proteína P270, presente en
la superficie celular del protozoo, que es altamente inmunogénica ya que se trata de un antígeno
[36]. En función de si expresa o no P270 en su superficie, se clasifican los aislados de
Trichomonas vaginalis en dos grupos [38] y [39]:
• Tipo I: aislados que sintetizan la glicoproteína P270, pero que no son capaces de
expresarla en su superficie, por lo que no están infectados con TVV (son TVV
negativo o TVV –).
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• Tipo II: aislados que presentan P270 en la superficie, por lo que si están infectados
por TVV (son TVV positivos o TVV +) [27].
Es necesario llevar a cabo más estudios que nos permitan relacionar las infecciones
causadas por Trichomonas vaginalis TVV+ con las manifestaciones clínicas o patogenicidad
que presenten en el hospedador [33] con el fin de aclarar si la presencia de TVV altera la
virulencia de este parásito.
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7. CONCLUSIONES
Aunque se sepa de la presencia de parásitos infectados por virus desde hace décadas
gracias a la detección de VLP, los efectos que esta asociación tiene en la relación entre el
parásito y el hospedador aun tienen que estudiarse en más profundidad.
Que los parásitos puedan comportarse como vectores para la transmisión de virus
facilita que un hospedador se infecte a su vez con dicho microorganismo. Además, el parásito
sirve como reservorio para el virus y le brinda protección frente a las condiciones ambientales
externas. Se ha demostrado que las amebas de vida libre, son capaces de albergar en su interior
adenovirus responsables de infermedades como conjuntivitis, diarrea, neumonía, etc.
Trichomonas vaginalis tiene la capacidad de acoger en su interior virus como el del herpes
simplex de tipo II y el VIH, haciendo que las personas que padezcan de esta infección
parasitaria tengan a su vez más posibilidades de contraer estas otras enfermedades vectorizadas
por el protozoo, con las consecuencias clínicas que ello conlleva. Por lo tanto, debemos tener
en cuenta las asociaciones que se pueden producir entre estos dos microorganismos para poder
llevar a cabo un correcto diagnóstico y tratamiento de los pacientes afectados.
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8. BIBLIOGRAFÍA
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