Israel, El Misterio de Un Pueblo Eterno (Spanish Edition)
Israel, El Misterio de Un Pueblo Eterno (Spanish Edition)
Israel, El Misterio de Un Pueblo Eterno (Spanish Edition)
EL MISTERIO
DE UN PUEBLO ETERNO
SAMUEL J. SALAMA
Índice
Índice
El autor
Agradecimientos
Prólogo
1. El pueblo elegido
Abraham
2. El pacto de Abraham
3. La Torá
4. Disciplina y autocontrol
5. Valor supremo de la humildad
6. Exégesis judía
7. La misión de Israel
8. La bendición de Dios a Abraham y su descendencia
9. Los hijos de Israel en la Tierra Prometida
10. Diversidad de pueblo
11. Nace el cristianismo, que se autodenomina Nuevo Israel
12. Antisemitismo cristiano, sus leyes y persecuciones
13. El Renacimiento y los judíos
14. Israel prosigue su misión
15. Perdurará la memoria de Israel
El Estado de Israel
16. La guerra de los 6 días
17. En busca de una paz inalcanzable
18. La llama judía (I)
19. La llama judia (II)
20. La hipocresía del mundo
21. Israel, la conciencia de las naciones
22. ¿Y ahora?
23. La reconstrucción de la identidad judía
24. Israel, indestructible
25. Israel existe por y para la Torá
26. En busca de la Era Mesiánica
Tosefet
El mundo a la deriva
Yom Kipur
La enfermedad, origen y causa
Sefarad
El autor
Samuel J. Salama nació en Tetuán, Marruecos.
Irónicamente, ahora que el pueblo de Israel, que durante milenios oró y soñó
con volver a Jerusalén y a su Tierra prometida, resurge radiante en la tierra de
la cual fue expulsado, precisamente ahora, todos la desean y se enfrentan a
nosotros para descalificarnos y expropiarnos de ella.
El pueblo de la Torá necesita, como todo pueblo, una tierra propia para
desarrollar su cultura, sus tradiciones y su lengua.
El hebreo es la lengua santa porque en ella se redactó la Palabra de Dios y
porque gran parte de su significado solo se comprende en la versión original,
que se apresta a muchas interpretaciones y numerologías cabalísticas.
El lector entenderá que todo lo expuesto es solo una pincelada de la exégesis
judía. La intención aquí es disponer de una visión global que permita enfocar
el presente a la luz de sus orígenes y motivaciones.
7. La misión de Israel
Hablamos todo el tiempo de los hijos de Israel, de los judíos, pero debemos
entender claramente que judíos y judaísmo son cuerpo y espíritu, seres
humanos y doctrina religiosa. La Torá o Ley de Moisés es santa. El pueblo
que la porta y le sirve de vehículo a través de los siglos hasta la llegada del
Redentor es, en consecuencia, pueblo santo. En su conjunto, Israel es pueblo
santo que gozará de la protección divina, no por su valor intrínseco sino por
ser el detentor del mensaje divino.
Individualmente, sin embargo, el judío no es un ser santo. Tiene el valor que
cada uno y uno de ellos merece, según sus méritos, sus acciones y fidelidad a
su credo. No tienen fisionomía distintiva.
Los hay buenos y malos, ricos y pobres, amables y antipáticos, generosos y
avaros, coléricos y serenos… como en cada pueblo y en cada familia. Les
distinguirá su forma de vida marcada por la historia de su pueblo y su
obediencia a las leyes de la Torá. En su derecho de libre elección, muchos
observan parcialmente sus tradiciones, otros se alejan y se asimilan, algunos
son agnósticos o ateos y muchos otros siguen fielmente el Pacto de Dios.
Lo cierto es que de una forma u otra los judíos han conseguido mantenerse
unidos como pueblo y han logrado continuar, sin resquebrajarse, el
compromiso contraído en el monte Sinaí manteniendo así en vigor el Pacto
establecido con Abraham.
Quisiera hacer hincapié en la importancia que el judaísmo concede al estudio
de la Torá y de todas las ciencias como valor primordial. Este estudio
constante está impregnado de un espíritu crítico y abierto que alimenta de
nuevo todo el proceso.
Los rabinos supieron estimular la sed del estudio que define a nuestro pueblo.
Y los judíos, como colectivo, aprendieron a valorar el tesoro que poseían.
Esto, unido a la práctica de hábitos y normas para cada situación y momento,
cobijó al pueblo judío en una fortaleza ficticia: los judíos parecían vivir como
si en su tierra santa se hallaran y a sus profetas oyeran.
No solo resistieron a todas las adversidades sino que en los dos milenios de
exilo, la creación literaria, filosófica, cabalística y poética fue prolífera, a
pesar de las persecuciones y limitaciones sufridas. Tanto en Babilonia como
en España y, posteriormente en Europa del Este y central, se levantaron
colosos del pensamiento judío tales como Saadia Gaón en Babilonia,
Maimónides, Najmánides, Yehuda Haleví, Salomón Ibn Gabirol, Ibn Ezra, en
España, Rashi, en Francia, el Maharal de Praga, entre centenares de otros
grandes rabinos y pensadores que abarcan toda la Diáspora.
Debemos recordar aquí a los sabios de Safed, la escuela cabalística en la
tierra de Israel que fundaron los cabalistas españoles expulsados en 1492,
José Caro y Salomón Alqabetz, autor de Lejá Dodí, junto a cabalistas de
mayor renombre tales como Hayim Vidal, Moshé Cordovero y el pensador
más profundo del misticismo judío, Isaac Luria ( Arizal). ¡Ya en 1600
contaba Safed, en la alta Galilea, con 21 sinagogas y 18 escuelas rabínicas!
También a partir del Renacimiento y hasta la actualidad, el mundo laico en
Europa conoció a innumerables sabios, filósofos, matemáticos y científicos
judíos que promovieron y enriquecieron la cultura y la ciencia, contribuyendo
al progreso del mundo con su valiosa aportación. ¡Ésta es al fin y al cabo su
misión histórica!
Así pues, judíos observantes y judíos laicos vinculados a los conocimientos
de la ley de Moisés, no sólo lograron sobrevivir como pueblo y conservar su
patrimonio sino que además supieron iluminar a una sociedad que les era
hostil. La Luz de Israel irradiaba: ¡Israel proseguía su misión!
11. Nace el cristianismo, que se autodenomina
Nuevo Israel
Las condiciones de vida de los judíos, para colmo, se vieron agravadas por
las leyes laborales que limitaban, tanto la movilidad de los judíos como el
ejercicio de ciertas actividades y profesiones. Viviendo en una sociedad de
régimen rural, les estaba prohibido adquirir tierras y dedicarse a labores
agrícolas de toda índole. En muchos lugares, solo se les permitió ejercer de
prestamistas, tarea prohibida a los cristianos, sin considerar que precisamente
la usura está prohibida en el Judaísmo. Este factor exacerbaba, aún más la
animosidad de los cristianos que se veían obligados a pagar altos intereses a
los judíos.
Algunos Papas les exigieron, además, llevar vestimenta distintiva y el porte
en ocasiones, de gorros o sombreros con dos cuernos en sus puntas para
ridiculizarlos y señalarlos como hijos del diablo. Toda convivencia con los
judíos, tales como compartir mesa y comida con ellos, quedaba prohibida.
El judío, que ante todo es un ser humano, se vio impedido de establecer
amistad, comunicar y fraternizar.
Los mitos y los prejuicios eran sus señas de presentación. La obsesión por
convertirlos, incluso de forma forzada, era la meta anhelada. Denigrarlos,
rebajarlos y rebatir constantemente su doctrina para desalentarlos y
convencerlos de su error era conducta habitual. Una de las más claras
muestras de esta política religiosa la encontramos en la célebre Disputa de
Barcelona donde, ante la curia y el rey Jaime 1, Moisés Ben Najmán, hizo
una elocuente y brillante defensa de su fe mosaica. Pero los voceros de la
iglesia, dueños de la información, se encargaron de distorsionar la realidad y
difundir la noticia que Nahmanides no tuvo respuestas a los argumentos de la
curia. Nahmanides se vio obligado, por invitación del rey, a abandonar el
país, trasladándose a Jerusalén, donde fundó una sinagoga.
Los judíos además, fueron los chivos expiatorios de todos los males de la
tierra.
Fueron acusados de envenenar los pozos y traer la Peste a Europa. Muchos
miles de judíos fueron quemados con este pretexto.
Se acusó asimismo a los judíos de matar a niños cristianos y con su sangre
confeccionar el pan ácimo de la Pascua judía.
Ya anteriormente los Cruzados en su camino a Tierra Santa para liberar el
Santo Sepulcro, en manos de los musulmanes, aniquilaron a muchas
comunidades judías de Europa. Fueron expulsados de Inglaterra y luego de
Francia, trasladándose muchos de los refugiados a la Europa del Este.
Incluso en situaciones tan adversas, los judíos instruidos contribuyeron muy
favorablemente al desarrollo de las finanzas y de las ciencias. Algunos nobles
y reyes, conocedores de sus capacidades, los utilizaron para el bienestar de
sus reinos. Ciertos judíos gozaron de ciertos privilegios y mejoras para sus
correligionarios. Pero fueron lapsos de tiempo que no sacaron a los judíos de
su condición de "pueblo pecador y perseguido"
Los judíos conocieron una época dorada en la Edad Media, en España
concretamente, cuando ésta fue dominada por los musulmanes. El Califato de
Abderramán 3, culto y tolerante permitió a los judíos desplegar todas sus
capacidades. Fueron influyentes en todas las ciencias y dio personajes tales
como Maimónides.
Poco duró la alegría y el respiro de los judíos en la España musulmana, los
Almohades, intolerantes, invadieron España poniendo fin a las libertades
halladas, e imponiendo el Islam, lo que obligó a Maimónides a huir a
Marruecos.
Los judíos en los reinos cristianos corrieron la misma suerte que sus
hermanos de Europa. Se agravaría aún más con el establecimiento de la
Inquisición, que en España cobró una virulencia sin igual.
La historia de los judíos de España merece un capítulo especial. Aquí solo
subrayaremos el celo de los Reyes Católicos por la Unidad de una España
católica y su obsesión de convertir a los judíos. La Inquisición brilló
trágicamente por su extrema crueldad y las hogueras donde quemaban a los
judíos. En un " acto de misericordia " el hereje que, bajo tortura, reconocía su
error de judaizar era matado y luego conducido a la hoguera. Aquel que
permanecía fiel a su fe judía y no adjuraba de ella, era quemado vivo.
La mayor desgracia para los judíos aconteció en el año 1391, año de gran
catástrofe! El cura de Écija, Ferrando Martínez inició unas predicaciones
antijudías, incitando a las masas contra los judíos. El populacho airado inició
en Sevilla el saqueo, quema de sinagogas y matanza de judíos. La revuelta se
extendió por toda España con el saqueo y aniquilación de las comunidades
judías que quedaron mermadas. Muchos fueron forzados a convertirse y otros
emigraron a otros países. Este pogromo se inscribe en uno de los episodios
más trágicos y tristes de nuestra historia.
Los judíos fueron expulsados de España en 1492 por los reyes Católicos
poniendo fin a la presencia de los judíos en España.
Los años de oscurantismo medieval llegaban a su fin. Una corriente de aire
fresco de humanismo, comenzó a soplar. ¿Llegaría el aire fresco a los judíos
? ¿Acabaría allí el odio a los judíos ?
¿Dónde estuvo Dios durante tantos siglos de dispersión hasta la Edad Media
? . . Se preguntarán.
Tengamos en cuenta que en muchísimos casos, los judíos intentaron
integrarse pero el rechazo hacia ellos les obligaba a seguir unidos. Conducta
que Dios desaprobó.
Dios estuvo donde prometió estar "si alejaros os alejáis de Mí, yo esconderé
mi Faz de vosotros y seréis entregados a las naciones, y seréis estrago y
escarnio. . . "
Somos el Pueblo elegido, querido por Dios quien asegura, que al final, se
apiadará de sus hijos, los consolara y los reunirá en su tierra. Mas tenemos
una misión que cumplir y Él no permitirá que nos alejemos de ella. Dios
dispone de dispositivos de forma que no podamos desviarnos. No podemos
escapar a nuestro destino, no podemos huir. Si lo intentamos, se ocuparán las
naciones de mantenernos al margen.
Pero que no haya equivoco, Dios utiliza la maldad de las naciones para
devolvernos a nuestra fuente. La tendencia humana del judío a asimilarse y
olvidar su pacto, no puede prosperar.
Quiérase o no, el judío y, lo más importante, el judaísmo arraigado en él
sobrevivirán por ser Palabra Divina. Es el Destino de Israel hasta nuestros
días.
En ningún modo se piense que las naciones cumplen el mandato de Dios. Las
naciones que tanto persiguieron, humillaron y mataron a los judíos a lo largo
de la historia, lo hicieron por otras causas, y serán retribuidas según sus
crueles acciones.
13. El Renacimiento y los judíos
El siglo XVI trastocó la sociedad europea. El descubrimiento de la imprenta
facilitó la publicación de libros y panfletos. El conocimiento se expandió,
dejó de ser el privilegio de las élites y fomentó el interés de saber y de
investigar. Descubren así otras versiones de la Biblia que señalan entre
muchos otros datos, que la virgen no fue siempre virgen y que Pablo estuvo
casado. Esta nueva versión choca con la inmutable Iglesia Católica que no
gozaba de mucha simpatía.
A finales de la Edad Media, los Papas solían tener amantes, se inmiscuían en
la política y dirigían guerras. Muchos clérigos vivían en opulentos Palacios y
explotaban a sus fieles en lo monetario y en lo espiritual.
Es tiempo de Renacimiento. Se exige de la Iglesia romana establecer ciertas
reformas. Jesús observaba el sábado y las fiestas. Se había llegado a un
distanciamiento tal de las fuentes de los primeros cristianos que requería una
rectificación, pero la Iglesia, inflexible, no soltó prenda y declaró la guerra a
los reformistas. Así llegamos al protestantismo, verdadero cisma dentro del
cristianismo.
Y de vuelta con los judíos, los Papas acusaron a éstos de provocar la fisura
producida. Acaso no instruyeron, ellos, a los primeros humanistas en el
aprendizaje del hebreo y de los textos bíblicos?
Cierto que ellos, el pueblo del Libro, siempre estaban donde está el estudio y
el progreso. La Iglesia se lo hará pagar caro estableciendo nuevas
restricciones y persecuciones.
El Protestantismo nace como una nueva religión y creen sus dirigentes que
por hallarse más cerca del judaísmo, los judíos accederían a la nueva fe.
Lutero hizo al comienzo, un encendido elogio de los judíos y denunció las
persecuciones que les infligió la Iglesia Romana.
Mas no bastó para seducir a los judíos, no dispuestos a cambiar ni una iota de
la Torá. Lutero cambiará entonces su lenguaje y las restricciones a los judíos
continuarán también en el campo reformista.
600 años han transcurrido ya desde la destrucción del Templo de Jerusalén y
comprobamos que en su gran totalidad, los hijos de Israel siguieron fieles y
orgullosos de sus tradiciones. La gran mayoría prefirió sufrir antes que
renunciar a sus creencias, fortalecidos de la convicción que sus ideales eran
superiores y justificaban su sufrimiento. También el antisemitismo les ayudó
a mantenerse fieles. Las puertas cerradas de la sociedad circundante no
invitaban a otra alternativa.
En el antisemitismo, creemos ver la mano de Dios, que a su forma y por sus
razones insondables, tampoco nos permite desvaríos y nos impide
asimilarnos.
Y de nuevo hay que señalar que el antisemitismo no queda en ninguna forma
exculpado por su hostilidad. Los antisemitas actúan por voluntad propia y
empeño de dañar a los judíos y ni por asomo se sienten instrumentos de Dios.
Y es que simplemente, Dios deja que el mal sea activado por el malvado, el
cual no escapará a su castigo.
Continuando con la historia, los movimientos humanistas avanzaban en
Occidente y con ellos, judíos prominentes tomaron parte activa en favor de
las libertades. Asomaba el final del túnel.
El saber se extendía a mediados del siglo XVIII.
Mas fácil sería para los judíos al otro lado del Océano, concretamente en
Estados Unidos, donde la Iglesia Católica no pudo influir y donde no existían
los prejuicios habituales, arraigados desde siglos en Europa. En Estados
Unidos las libertades llegarían antes.
Las puertas de los ghettos se abrirán finalmente en Europa con la llegada de
la Revolución francesa que aportará una nueva era de libertades al mundo. En
1789, bajo el lema" Libertad, Igualdad y Fraternidad" cae el despotismo y la
esclavitud. ¡Afloran las libertades. Un sueño hecho realidad! Todos quedan
atraídos y entusiasmados con el nuevo canto a la democracia y a las
igualdades para todos los seres, sin discriminación de género, religión o
color.
Y cómo no, los judíos se sienten también bendecidos. Desaparecerían las
barreras que los separaban y por fin podrían acceder a una sociedad libre.
Craso error.
La Asamblea Nacional Francesa que derribaba muros y otorgaba derechos
humanos, se resistió en conceder a los judíos los derechos inapelables, pero
resolvió finalmente respetar los principios tan pregonados de la República y
concedió a los judíos, en 1972, las libertades jurídicas proclamadas.
El resto de países de la Europa Occidental fueron paulatinamente adoptando
las ideas revolucionarias que alcanzarían también a los judíos. Napoleón, en
sus conquistas europeas contribuyó a ello exportando los aires frescos de la
República.
Entramos en una época de cambios, de alivio, de expectativas y de
esperanzas. Los judíos también se sienten atraídos por las mejoras sociales
que mejorarían su calidad de vida y les permitirían prosperar, ejercer
profesiones liberales y salir esuma del ostracismo y de las restricciones
imperantes.
Es a partir del siglo XIX cuando el pueblo judío entra en la fase más
excitante, difícil, peligrosa y comprometida de su historia en el exilio.
Es la época del desafío. Tendrán que medirse a sí mismo frente a su historia,
su cultura y a su Dios.
Comentaba al principio que el judaísmo no es estrictamente una religión. Es
una filosofía de vida, una historia, una nación, una cultura y un ideal que
dependerá de su perseverancia y del afán de nuestro pueblo en valorar y
mantener su propia identidad.
La Torá contiene todos los componentes de nuestra identidad singular. En
este estado álgido de su existencia deberán demostrar sus convicciones reales,
su capacidad, su apego y fidelidad a los postulados de Moisés.
Será la gran prueba de nuestro pueblo, nada fácil de superar! Dios les otorgó
el libre albedrío y espera de ellos que sepan superarla. Su nuevo status social,
jurídico y político les obliga a hacer concesiones. En dicha tesitura les será
difícil mantener las normativas rabínicas. Difícil dilema por resolver.
Momento crucial.
El dulce que les espera fuera es muy tentador. Libertad, bienestar, autoestima,
realización. . . Lejos del oprobio, humillaciones y pogromos que conocieron.
Siendo el judaísmo algo más que una religión, cada judío, en su libre
albedrío, se inclinará por una vertiente o por otra. Habrá quienes se inclinen
por el lado simplemente cultural y quienes elijan proseguir su identidad judía
por la vertiente nacionalista. Y por seguro quienes seguirán inmutables y no
querrán libertades que menoscaben el cumplimiento de la normativa judía. Lo
que resulta indudable es que los judíos, bajo un aspecto u otro, en su gran
mayoría, mantendrán su lazo de fraternidad y unidad de pueblo orgulloso de
su pasado histórico, ético y moral. El hecho de integrarse queriendo no
obstante mantener su identidad y cultura, unos con más apego que otros, hará
que los Estados nos vean, en adelante, como una nación dentro de otra nación
y comprueben que a pesar de nuestra adaptación a la nueva sociedad,
sintamos lazos de fraternidad y respeto a nuestras tradiciones, a nuestro
pasado y a Jerusalén, nuestro Centro espiritual.
Parte de nuestro pueblo seguirá íntegramente las leyes mosaicas y parte
cumplirá parcialmente con ellas. La observación principal será comprobar
que, como pueblo seguimos unidos en fraternidad, solidaridad ejemplar y
destino.
Nace, en estas circunstancias, el movimiento reformista judío. Irrumpió en
Alemania aportando una nueva forma de vivir y sentir el judaísmo, más
acorde con el mundo moderno. Ello ocasionó un cisma entre los judías, sin
llegar a causar una ruptura.
Rabinos buscaban a no salir al exterior y otros luchaban para convencer a sus
hermanos a hacer concesiones para ser plenamente admitidos y respetados.
Se desarrollan así conflictos internos que no llegaran a la ruptura. Libre
confrontación ideológica en un pueblo habituado a estas artes dialécticas.
Lo importante es que se mantiene el principio básico del Judaísmo
consistente en la Unidad de Dios, las leyes que nos legó y su misión en el
mundo.
Mientras, el resentimiento de la sociedad que los acoge, mantienen los
prejuicios del pasado. Fueron muchos los siglos de prejuicios, odio inculcado,
discriminación y distorsión, difíciles de erradicar.
Por esta razón la incorporación de los judíos fue problemática, el judío siguió
siendo el judío de siempre con el que hay que tratar con tientos y reservas
fruto de la desconfianza y prejuicios ancestrales.
Así y todo, los judíos participarán, como fieles ciudadanos que han sido
siempre en los países de acogida, en el desarrollo y prosperidad de su
entorno, resaltaran sus capacidades intelectuales y su iniciativa en todos los
campos, lo que no bastará para romper la desconfianza y hostilidad.
Como botón de muestra de esta situación citaremos un caso, de repercusiones
trascendentales, ocurrido en 1894. Un alto cargo del estado mayor de defensa
francés, el capitán Albert Dreyffus, fue acusado falsamente de alta traición en
una sentencia judicial de corte altamente antisemita, promovida por una
influyente prensa antisemita.
Impactó en aquellos días ver a las masas en París gritar “muerte a los judíos”.
Este caso, entre otros muchos, demostró que los judíos jamás serían vistos
como iguales. Se acrecentó aún más la idea del nacionalismo político en los
judíos.
Teodoro Herzl, un judío asimilado, que casualmente cubrió las escenas de
París, como corresponsal de un diario vienés, vuelve sobre sus pasos y
entiende que los judíos no tienen futuro en Europa, como había creído, y que
seguirán siendo los judíos de siempre! El antisemitismo anclado en la cultura
occidental continuará imperando y odiándonos. Se aviva así el sentimiento
sionista en las filas judías que culminará con la convocatoria del primer
Congreso judío Mundial que presentará el proyecto de la creación de un
hogar nacional judío en suelo patrio.
Nuevamente y curiosamente, es el antisemitismo quien logra cerrar más las
filas de nuestra unidad y de nuestra fraternidad. Caminos ocultos nos
acompañan de continuo en momentos de incertidumbre y nos señalan nuestra
verdadera vocación.
La unidad de nuestro pueblo, su solidaridad y sus valores se verán
fortalecidos. La mano de Dios nos sigue de cerca.
Israel mantendrá las cualidades que le distinguió permanecerá fiel a su legado
bíblico.
Se mantendrán espiritualmente ligados a la Tierra Prometida.
Cuando los judíos parecían más abocados a la asimilación, seducidos por una
convivencia fraternal, descubren que no pueden ni deben dejar de ser lo que
son: judíos con un destino común, una visión otra de los demás y Jerusalén
viva en sus corazones.
Esta vez no actuó Dios impidiéndoles probar la miel del vecino. Esta vez la
probaron y sintieron el sabor amargo de la golosina en forma de
antisemitismo que una vez más, y con métodos nuevos y sofisticados, los
devuelve a su redil, a su condición natural y a la misión para la cual fueron
destinados. Los israelitas contribuyeron notablemente en todos los avances
habidos en los últimos siglos. Socialismo, comunismo, medicina, psiquiatría
y muchas otras artes fueron conducidas por almas judías. Todo ello fruto de
una cultura, que bebe de nuestras. Fuentes milenarias del Sinaí, que prioriza
el amor al estudio, al espíritu de la Torá con el propósito de ser la luz de las
naciones que nos allegue a los tiempos de la Redención que unirá a toda la
humanidad, sin distinción alguna, en paz y fraternidad.
14. Israel prosigue su misión
Se ha de subrayar, que acudimos a una simplificación extrema de la historia y
del pensamiento del pueblo judío en el afán de ofrecer una visión rápida y
global de ella.
La realidad es que la historia del pueblo judío es la historia más fantástica,
emocionante, trágica, desgarradora, apasionante y deslumbrante jamás
conocida.
Tiene la particularidad de ser única, imperecedera y donde el actor principal
es Dios y su Mensaje al pueblo de Israel.
Su estudio, a través de los siglos, en su propia tierra y en los países donde
vivieron revelan la lucha permanente y sin límite de nuestro pueblo para
superar obstáculos mil y sobrevivir contra todo pronóstico, y, a la vez, ilustrar
al mundo circundante con su fuerza creativa y difusión de valores e ideales.
Todo ello en situaciones sumamente adversas y dramáticas.
¿Qué nación pudo alguna vez resistir a tantos intentos de persecuciones y
matanzas durante dos milenios y a la vez poder construir e iluminar al
mundo? ¿Donde radica su fuerza y tesón para resistir tanto asedio? ¿Como
pudieron y pueden amar tanto un Libro y una normativa que tanta desgracia
les trajo? ¿Cómo llevar a Jerusalén en sus corazones como si en ella
residieran?
Solo la protección e inspiración de una Fuerza Superior puede explicar el
milagro de Israel. Su Dios, oculto, los guía, los bendice y los castiga mas los
salva en definitiva para que prosiga con su cometido.
Solo el estudio detenido y minucioso de los episodios históricos del pueblo
judío a través de los años y de los países de "acogida" podrá dar idea de esta
maravillosa hazaña de Israel.
Aquí solo se pretende señalar el hilo conductor que explique la continuidad
de la misión de Israel hasta nuestros días, cuyo propósito, repetimos, es el
propósito divino de unir a toda la humanidad en una sola familia. Israel es
solo el instrumento de Dios para lograr el objetivo. Israel no es un pueblo
superior a los demás. Todos los pueblos son queridos por el Ser Eterno. Su
elección se debe a los méritos de nuestros Padres, Abraham, Isaac y Jacob,
que poseían todas las virtudes y cualidades necesarias para asegurar el éxito
esperado. Su descendencia poseerá los rasgos patriarcales y unas leyes
dictadas por el Cielo, que les educará a conservarlas.
Israel no puede defraudar.
15. Perdurará la memoria de Israel
En cuanto a nuestra relación con las demás naciones, no olvidemos que solo
somos el pueblo vehículo que transporta una idea. No somos ni superiores ni
inferiores.
Todos, repito, descendemos de los Padres comunes de la Humanidad, Adán y
Eva, y por tanto hermanos iguales. Nacimos, como narra el Génesis al
principio, con una chispa de aliento divino que nos anima y nos enlaza con
las Alturas. El Plan divino consiste en unir a toda la Humanidad, en paz,
armonía y elevación espiritual que nos acerque al Dios Único que nos quiere
a todos sin distinción.
Pero sus hijos en la tierra, valiéndose del libre albedrío que les otorgó,
tomaron en gran medida, el sendero del materialismo, oscureciendo así la luz
de sus almas. Dictó Dios, en su momento, el manual de conductas y
comportamientos que nos serviría para seguir la vía correcta.
Viendo la inclinación del hombre a la tentación y a la sensualidad, conformó
un pueblo capaz de mantenerse fiel y vehicular su Ley. La elección recayó,
por sus méritos en Abraham y su descendencia, los hijos de Israel. Sabía Dios
que sus descendientes serían capaces de transmitir el Mensaje, con todo lo
que encierra y que el reflejo de sus prácticas y enseñanzas unidas a su
ejemplo iluminarían progresivamente a la humanidad entera.
Como buen Pastor, evitará que sus ovejas no se alejen de Su Plan, y se servirá
de pueblos y gobernantes malvados, que al perseguirlos y discriminarlos
impedirán que se salgan del guion para ellos trazado.
El rol de Israel en el seno de la humanidad, se asemeja algo, al conductor de
un autocar que transporta pasajeros. Estos, durante el viaje, hablan,
descansan, Comen y se divierten incluso, mientras que, al conductor, no le
está permitido ninguna distracción. Bien quisiera el conductor familiarizar y
distenderse, él también, como los demás, pero su cargo no se lo permite.
Queda aislado de los demás y es solo cuando llegue a destino que podrá
soltar el volante y ser uno más del grupo. Esa es la responsabilidad de Israel
hasta la Redención final en que todas las naciones alabarán al Dios Único
formando una sola familia.
Durante casi cuatro mil años de existencia, los hijos de Israel, contra vientos
y mareas, sigue fiel a su legado superando todos los intentos de destrucción.
A pesar de todas las presiones para humillarnos y desprestigiándonos. Se
mostraron, los hijos de Israel, en su conjunto, orgullosos de su ascendencia, y
de sus leyes, mostrando una gran confianza en su Dios que los guía y los
protege.
El apego de Israel a su Dios y a su legado no tiene parangón alguno. Po ley
natural, Israel, debió ya desaparecer, al carecer de suelo patrio y sufrir tantas
desgracias y matanzas.
Pero una fuerza incomprensible los anima para levantarse de nuevo, una y
otra vez y seguir adelante con su misión.
Toda su historia, si se estudia, a través de los siglos y de los pueblos, nos
hace sentir que una fuerza superior nos empuja a seguir adelante. Que si bien,
con una mano nos castiga por los "intento de fuga" con la otra mano nos
ampara y nos bendice.
Y así llegamos a nuestros días, de regreso a la tierra prometida, para superar
otra prueba, distinta ésta a las anteriores, y más arriesgada, donde nuestra
existencia como pueblo peligra, donde el fanatismo y nacionalismo de
nuestros vecinos árabes se unen al antisemitismo mundial que los alienta y
donde el Tzahal y todas sus fuerzas, por más competentes y eficaces que sean
no son suficientes para asegurar nuestra existencia.
Tenemos, eso sí, un aliado en las Alturas, el Rey de los Cielos, que una vez
más vendrá en nuestra ayuda.
Dice el Talmud, que no hay que depender del milagro. El pueblo judío hará
todo para solucionar sus dificultades por vía política o militar, pero la vez,
pondrá su confianza en su Protector, que completara la labor del hombre y
velara siempre por su pueblo.
Que Israel siga fiel a la Tora y a su misión, como intentamos explicar, no
significa que todos y cada uno de sus miembros cumpla con los preceptos de
Dios, ni que todos ellos tengan una conducta moral ejemplar. Muchos, a
través de los largos años, abandonaron nuestras filas en busca de una vida sin
turbulencias. Otros muchos, mas identificados con su pueblo, muestran, a
pesar de practicar una conducta reprochable e inmoral.
Nada de ello menoscabó la unidad de nuestro pueblo, que, como entidad
propia, en su conjunto, y no en su totalidad, seguirá unido y aferrado a la
Alianza establecida con Dios.
20. La hipocresía del mundo
Y ahora, Israel, ¿a dónde vas? ¿Qué esperas del mundo, de los Cielos, de ti
mismo? ¿Qué camino vas a seguir? ¿Tendrás presente tu glorioso y a la vez
dramático pasado para proyectarte en el futuro? ¿Qué valores te guiarán?
¿Tenderás a vivir en el confort, como una nación más, o querrás realizarte
como pueblo de Dios e iluminar definitivamente al mundo, tal como se te
ordenó, hasta la llegada del Mesías?
Hoy ya estás de vuelta, en tu tierra, en la Tierra que Dios prometió a tus
padres, la que Josué conquistó al atravesar el Jordán, hace más de tres mil
años.
¿Te acuerdas…?
Viviste en la Diáspora experiencias sumamente duras. Primero, en el
oscurantismo de toda la Edad Media. Allí, fuiste asediado, acorralado y
encerrado en guetos y en Mellah. ¡Entonces no tuviste escapatoria!
Prácticamente, te obligaron por medio de persecuciones y matanzas, a seguir
siendo lo que eras: judío.
Luego llegó la Emancipación en Europa y te la prometiste muy feliz, y
razones tenías para ello. Al fin, salías al exterior y podías mostrar que eras un
ser como los demás con todos los derechos y libertades alcanzadas. Mucho
hiciste para integrarte. Incluso para pasarte a otras filas… Pero de nada te
valió. Seguías siendo eso, judío.
Ya, más recientemente, y eso sí que hay que reconocerlo, gracias a tu tesón,
al apego que tuviste a Jerusalén, a la tierra de Israel y a unas firmes
convicciones culturales y, o, ideológicas que conservaste en toda
circunstancia, tuviste la fortaleza de luchar sobrevivir como pueblo, vencer y
crear el Estado de Israel.
Momento dorado de tu historia.
Se cumplía así el sueño de tantas y tantas generaciones que soñaron y
esperaron con fe y devoción el Retorno a la Tierra Prometida.
Pero ya en tu tierra, quedaste sorprendido de nuevo.
Pensaste que ya nadie te perseguiría por ser judío. . . Al fin podrías ser tú.
Libre en tu tierra.
Pero de nuevo te topaste con una cruda realidad. Si bien tus enemigos de
siempre quedaban lejos, otros enemigos, vecinos tuyos, acostados en tus
fronteras, no te dieron descanso y te hicieron la guerra, una y otra y otra vez.
Y tú, los venciste continuamente.
Los atentados no cesarían, los misiles caerían masivamente sobre tus
poblaciones, pero no te doblegaste ante tanto peligro.
Te mediste a fuerzas superiores a ti, y siempre venciste.
Marcaste un hito en la historia, construyendo un país que carecía de
infraestructuras, viviendas, agua y tierras cultivo. Hoy Israel, tú, Israel, eres
un modelo, de modernidad de avances tecnológicos y científicos que te
colocan entre las naciones más avanzadas del mundo. Los enemigos no
pudieron contigo. . . . .
Y sin embargo, contemplas con amargura que las naciones del mundo, te
siguen rechazando por tu condición de judío, y que el antisemitismo de
siempre se llama ahora antisionismo.
Qué decepción...
Una buena parte de tu gente, se las prometió muy felices pensando vivir
como todos los gentiles, en un país de mayoría laica, a la europea. Otro sector
del pueblo, como era de esperar, lo vislumbró como el estado judío donde
podríamos cumplir las leyes de la Torá, sin restricciones.
Ya sé que todo es más complejo y más complicado. Existen muchas más
facciones que reclaman su espacio político e ideológico, y hay numerosos
desacuerdos. Menos mal que, a pesar del pluralismo y de la diversidad,
propia en nuestro pueblo, hay un factor que no falla: la SOLIDARIDAD.
Nuestra unión, nos hace invencibles.
En cuanto hay un problema vital, cuando estalla una guerra, guardáis vuestras
diferencias, os unís y hacéis piña.
Sois la admiración y la envidia de todos en muchas facetas. Pero no os
quieren. No nos quieren.
Ahora el terrorismo te acecha y te hiere, cada vez con más intensidad, sin
discriminar entre niños y adultos. El fanatismo islámico ha irrumpido en tus
fronteras y añade un nuevo cariz al conflicto. No estas enfrentado ya a un
asunto político de fronteras con los palestinos, sino a un enfrentamiento
abierto religioso, a escala mundial. Ante este nuevo panorama, cada vez más
peligroso, son más aquellos que optan, ante todo, por la seguridad del país,
frente a aquellos que siguen creyendo en una paz viable.
¿Cuantas pruebas necesitas, Israel, para entender que nunca vas a agradar a
los occidentales? ¿Que hagas lo que hagas estará todo mal? ¿Es el modelo de
lo falso y de lo "políticamente correcto" que airea Europa, lo que ansías
tener? ¿Hasta cuándo vivirás con dos culturas que se oponen? ¿Acaso el
mensaje de los profetas de Israel no son tan dignos o más que el de los
demás? ¿Cuándo enterrará un sector de tu pueblo su veneración por lo ajeno?
¿Hasta cuándo seguiréis divididos en dos campos mientras el enemigo acecha
y golpea? ¿Qué has aprendido del ayer?
Y sin embargo, es curioso constatar que, a pesar de tantas divisiones internas,
de toda índole, que nos ocupan, de tantos peligros que nos acechan, tantas
nuevas inmigraciones que van llegando y que requieren atención y cuidados,
a pesar de tantos hijos queridos que caen en las fronteras y en las ciudades
víctimas de guerras y del terrorismo, el país crece y crece a un ritmo
frenético, contando con grandes y famosos hospitales, universidades de
prestigio, lanzando sus propios satélites espaciales y siendo siempre uno de
los primeros países que ofrecen ayuda humanitaria holgada cada vez que
ocurre una catástrofe en el mundo, incluidos países enemigos.
También en lo dialéctico y en lo que concierne a moral y justicia, Israel es un
ejemplo para los demás. Todo ello ocurre en un clima de tensión, de guerra,
de rivalidades internas que nos hace a veces preguntar: Y ¿cómo se logra tal
prodigioso desarrollo si siempre estamos enzarzados con tantos conflictos?
Pareciera al ciudadano de a pie que vive el día a día en el país, que todo es
obra de un milagro. Y quizás sea así.
Todos los conflictos ideológicos, intelectuales, políticos y religiosos, emanan
en definitiva de una sed de creatividad, de superación y de búsqueda de
justicia social, que aparentan un enredo pero que en realidad representa la
esencia de Israel, ávida de conocimiento para formar una sociedad ejemplar.
Todo está siempre por hacer, en camino, nada está nunca acabado, y el
desorden de ideas y de cultos es el campo de elaboración. Vemos solo el
terreno en obra, no ofrece un aspecto agradable, pero sabemos que al final
contemplaremos una bella construcción, la del pueblo judío en este caso,
siguiendo con su aporte y con su misión, esta vez de forma distinta. Sus
frutos aún están por ver... Aunque parte ya se vislumbra.
La misión de Israel sigue su curso.
23. La reconstrucción de la identidad judía
La fragmentación tan profunda de la sociedad israelí, se debe
primordialmente a la tendencia individualista del ser judío, habituado a
pensar, cuestionar, desarrollar el espíritu crítico y dialéctico, propia del
método de estudio ancestral de pensamiento que encontramos en el Talmud y
que nos sigue definiendo como pueblo.
Pero las divisiones internas se acentuarán con la multiplicidad de
inmigraciones llegadas de todas partes, cada una de ellas aportando su lengua
y cultura de origen y su visión muy particular de entender la vida y la
religión.
Todas ellas llegarán además marcadas por persecuciones sufridas y por su
traumática y arriesgada travesía hasta llegar al país.
Muchos inmigrantes son sobrevivientes de campos de exterminio nazi, otros
llegarán a través de la inmigración clandestina, arriesgando sus vidas, en
travesías azarosas por mar, los habrá quienes lleguen desde los campamentos
de detención de Chipre establecidos por el Mandato inglés para impedir la
inmigración a Palestina. Se unirán a todos ellos, los judíos de los países
musulmanes, que en buen número necesitaron atravesar los desiertos
africanos y del Oriente Cercano, sin víveres y sin agua, expuestos al capricho
y abuso de las tribus y bandoleros del desierto que a menudo forzaban su
conversión al islam.
Todos los inmigrantes dejarán en el camino a seres queridos que no pudieron
cumplir el sueño de llegar a Sion. Todos ellos traerán el sufrimiento marcado
en sus cuerpos y en sus mentes y no dispondrán de un resquicio de respiro
para apaciguar sus almas. Ya en su patria, tendrán que medirse de inmediato
a nuevos desafíos y a hazañas bélicas para defender sus casas y sus vidas.
De su pasado, todas ellas guardarán, además, su bagaje particular, sus
costumbres, su folklore, su arte culinario y sus ritos. En la confrontación con
sus hermanos de otras procedencias, resaltará la disparidad cultural, religiosa
e idiomática, así como de mentalidad, que originará el choque de los
diferentes sectores.
El kibutz, por una parte, la educación estatal, por otra, los organismos del
bienestar social y el ejército, vendrán a paliar diferencias sociales y culturales
y formarán una plataforma sólida común de unión que permitirá fraguar la
unidad nacional indispensable.
El enemigo en común, en última instancia, nos proporcionará la cordura y la
sensatez para apartar nuestras diferencias de todo tipo y recordarnos que
somos un mismo pueblo con un mismo destino, vengamos de donde
vengamos.
Nuevamente, de fuera vendrán y a los judíos unirán.
Faltarán como mínimo varias generaciones más, para recuperar plenamente
nuestra identidad y volver a ser solo judíos en nuestra tierra, quedando
entonces la diversidad en una fuente de sabiduría y riqueza cultural.
La sociedad israelí se está fraguando lentamente. Los acontecimientos
diarios, la vida laboral intensa, las guerras y actos terroristas continuos,
obligan a la Unión y a forjar una historia en común.
Los hijos de Israel, nuestros jóvenes, nuestro bien más preciado, que
defienden nuestras vidas y nuestras fronteras constituyen la prioridad de
Israel por encima de toda ideología y discrepancias. El destino común que
nos une y los sufrimientos compartidos despiertan el lado humano que nos
une a todos.
El sufrimiento va así rompiendo las barreras que nos dividió durante miles de
años de exilio.
Si reflexionamos, veremos que el padecimiento siempre acompañó a nuestro
pueblo. Y nos preguntamos... ¿Por qué?
¿Por qué estamos condenados a padecer? ¿A qué se debe esta particularidad
nuestra?
Aconsejan nuestros sabios que "estemos entre los perseguidos y no entre los
perseguidores". ¿Acaso el mundo está dividido en estas dos alternativas?
El Talmud, en respuesta, nos define como una oveja rodeada de setenta lobos.
Esta definición ilustra nuestra realidad en la sociedad mundial. Nos sentimos,
con razón, agredidos y discriminados por las naciones, exceptuando,
naturalmente, muchos justos y simpatizantes.
El sufrimiento es un factor adicional para mantener viva la conciencia del
bien y de la justicia social.
La opulencia, el ocio y los placeres materiales alejan al ser humano de la
realidad que le rodea. La sensibilidad innata en él, se adormece para aislarse
en una burbuja de egoísmo. Va perdiendo noción del altruismo y del bien y
poco a poco va olvidando su deber y el sentido de la felicidad en la tierra.
Por el contrario, está demostrado que el sufrimiento purifica y sensibiliza
para captar los sentimientos más nobles y humanos que aflora en cada uno de
nosotros. El sufrimiento acerca las almas y promueve el amor, lo que nos
convierte en mas compasivos y generosos.
El dolor despierta los nobles sentimientos acallados por la rutina y la
opulencia.
Así dijeron nuestros sabios: "Dichoso el hombre a quien le llegan los
sufrimientos". Debe verlo como una purificación y no como un castigo.
Lo que es una realidad a nivel individual, lo es también a nivel grupal.
Israel, para conducir su misión, debe mantener bien despierta su sensibilidad
de justicia social, punto prioritario de su misión. De lo contrario, la vida en la
en la opulencia, anestesiarían los valores que debe defender y difundir al
mundo.
El dolor humaniza, instruye y en consecuencia te obliga a actuar.
Defiendo que el sufrimiento de Israel no es casual, es similar a una gimnasia
para mantenerse en forma.
A los hechos me limito. ¿Cuándo dejó nuestro pueblo de sufrir?
Siempre expulsado y siempre perseguido…
Lo más ilustrativo del caso es que para llegar a ser una nación libre en el
desierto, Dios lo esclavizó con anterioridad, durante siglos, en tierra de
Egipto. Dios lo consideró una necesidad.
Israel necesitaba esta experiencia para valorar las enseñanzas que tendrá que
impartir.
El resto de nuestra historia ya quedó brevemente expuesta aquí y viene a
confirmar que, indudablemente, el sufrimiento es vital para mantener vivo el
nervio de nuestra acción.
¿Hasta cuándo? nos preguntarán. Hasta llegar a la meta pretendida, hasta la
Redención de la Humanidad en un único ente que reconozca la supremacía de
Un Dios Único, de bondad, que nos profesa amor y que nos quiere hermanar
en justicia, paz y amor, por el sendero del pueblo elegido, sendero de paz y
justicia social tan necesitada.
24. Israel, indestructible
Allí radica el secreto del éxito. En todas las generaciones se nos ordena
fortalecer la unidad "para que nuestros enemigos no se adueñen de nosotros"
( Libro de la conciencia).
Por ello nuestros sabios predicaron "Todos los judíos son responsables los
unos de los otros".
Ninguna calamidad caerá sobre Israel si el amor, el respeto y la unidad
dirigen nuestras vidas.
En la actualidad, si bien podemos decir que existe una parte considerable que
se mueve guiada por estos principios esenciales, debemos reconocer que
queda aún mucho camino por andar. La cohesión de nuestra sociedad muestra
fisuras considerables.
Vivimos desigualdades, fruto de injusticias sociales, de las cuales todos
somos responsables. La corrupción campa en muchos sectores.
Sobre los guías espirituales, nuestros rabinos, recae una mayor
responsabilidad. Su ejemplo y su humildad deben señalar el camino a seguir.
Muchos de ellos son conscientes de su misión y a muchos otros debemos
solicitarles mayor humildad, flexibilidad en sus decisiones, estar más
cercanos a sus hermanos e intentar oír sus almas. En ellos recae gran peso del
éxito de Israel. Ellos son nuestros guías, los detentores de la Torá, nuestros
instructore, al fin y al cabo.
Tampoco pongamos toda la responsabilidad sobre sus espaldas. Todos
tenemos sentido común para aplicar el bien. No se requiere tanto esfuerzo
para obrar con rectitud.
Cuando Israel sea como un mismo hombre, un mismo corazón, "será como
un muro fortificado contra las fuerzas del mal".
Toda la sociedad israelí tendrá que entender que el estado de Israel es, ante
todo, un estado judío. Que el judaísmo es la razón y causa de nuestra
existencia como pueblo y de nuestro retorno a Sion.
Debatirlo mostraría cuán lejos estamos aún de nuestro objetivo. La enseñanza
laica debe mostrar un mayor respeto y apego a nuestras tradiciones. También
, en tiempos de guerra todo el pueblo tiene el deber de defender nuestras
fronteras y nuestras casas. El estudio de la Torá no está reñido con el deber
de defenderse. Así lo fue en el pasado y así debe seguir siéndolo. Pero es
primordial entender que siendo el estudio de la Torá la base vital de nuestra
existencia como pueblo, debemos asegurar y permitir que todos los
estudiantes de Yeshivá, que dispongan de talento y grandes capacidades para
su estudio, solo éstos, se dediquen exclusivamente al estudio de la Ley judía
y queden exentos del servicio militar.
Intentemos entre todos reparar las grietas que tantos siglos de persecución
causó en nosotros.
Recuerden: “todo depende de Israel".
El tiempo corre, el mal avanza en el mundo, y recuerden: "Ninguna
calamidad viene al mundo sino por Israel".
Seamos conscientes del colosal peso que recae en nosotros.
El tiempo apremia, los hijos de Ismael, que encarnan terror en nuestros días
se aprestan a dominar el mundo y asediar Jerusalén, nuestro bien más
preciado. ¿Estamos a la altura de la magnitud del momento que vivimos?
Pueblo de Israel, pueblo elegido, nuestra existencia y la del mundo está en
juego. No ocasionemos otro exilio. No nos defraudemos a nuestros propios
ojos ni a los ojos de Dios. Posiblemente el Mesías esté ya en las puertas de
Sion.
Despertemos.
Seamos un solo hombre con un solo corazón y seamos el faro de la esperanza
para el mundo entero. Cumplamos el papel histórico que se nos asignó en el
monte Sinaí.
Concluyamos esperando, que una vez más, como en el pasado, Israel esté a la
altura del Gran Momento.
Sabido es que Dios, que completa la obra del hombre, estará una vez con su
pueblo ante la convocatoria de pueblos que nos amenazan y buscan nuestro
fin. Nuestra persistencia y fidelidad continua al Dios Único, será finalmente
recompensada.
Y así como se vienen realizando todas las profecías de la Biblia, también se
cumplirán esta proclama del profeta Jeremías:
"La palabra de Dios vino a mí para decirme: Anda y proclama a los oídos de
Jerusalén diciendo: He recordado la bondad de tu mocedad (el hecho de
seguir a Moshé y Aarón al desierto por haber creído en Mi), el amor de tus
esponsales cuando "me desposaste" (cuando Me revelé a ti en el monte
Sinaí), caminaste tras de mí en el desierto en una tierra no sembrada". (En
alusión esto último, al mundo oscurantista y carente de valores, semejante a
un desierto en abandono que supuso el exilio milenario de los hijos de Israel).
Y finaliza Jeremías afirmando: "Sagrado es Israel para Dios, todo el que lo
devore será culpable, el mal vendrá sobre ellos, dice el Eterno".
La justicia divina es inexorable. El Dios de Israel es Dios de Amor pero a la
vez de Justicia y Verdad. Ninguna maldad habida quedará impune.
La Luz del Eterno irradiará finalmente. La obra de Israel será vista y
reconocida por todos. El Conocimiento de Dios alcanzará a todos los seres
humanos. No habrá más guerras ni odios. Quedaremos todos hermanados en
el glorioso Día del Mesías . En aquel Día, tal como concluimos el servicio
religioso diario, "Dios será Uno para todos y Su Nombre será Uno".
26. En busca de la Era Mesiánica
1.
Desde mi pequeña ventana, hasta donde mi humilde entendimiento me
permite alcanzar, contemplo el mundo y me produce un cierto
estremecimiento.
A la luz de la evolución de la historia humana, tengo el presentimiento y la
sensación de que nuestro mundo se derrumba a pasos precipitados, sin ver
ningún factor relevante que lo detenga. Pienso que la única posibilidad de
salvación nos podría llegar desde las Alturas, del Creador del Universo, que
repare todas las calamidades de los humanos y nos depare la Luz del
discernimiento, que nos acerque a Él y nos permita convivir en hermandad,
sin guerras… en la Paz Universal.
Pero, por todo lo que aprendí en mis fuentes judías, pienso que no debemos
ser ingenuos. Dios no interviene en la historia, salvo en casos puntuales,
manifestándose principalmente a través de su pueblo, los hijos de Israel, a
quienes cuida, protege y a veces reprende con suma severidad.
Todos los seres humanos somos los responsables exclusivos del mundo que
habitamos. Ya advirtió Dios la incapacidad de las Naciones para
autocontrolarse y no caer en el abismo del materialismo, la sensualidad y el
despotismo. Para paliar este déficit, creó, a partir de Abraham, un pueblo, su
pueblo elegido, los hijos de Israel, a quienes liberó de la esclavitud de Egipto,
los acercó al Monte Sinaí, y les otorgó la Torá, la Palabra de Dios, para que al
practicarla sirviera de reflejo que aportara luz a las Naciones.
Es indiscutible que los judíos, como pueblo, se mantuvieron siempre fieles al
Dios Único y a la Ley de Moisés. Toda la historia de la humanidad bien
demuestra con cuanta fidelidad y devoción su pueblo creyó y nunca renunció
a sus raíces ni a su misión histórica. La historia de Israel es un prodigio y un
milagro que solo se puede entender con la intervención del Creador, que de
generación en generación nos salvó de nuestros angustiadores.
Cierto que aportamos Luz al mundo. Nuestra aportación a la sociedad global
es insuperable, si analizamos nuestra contribución en todos los campos a
través de los siglos.
El ejemplo de Israel, la luz prevista que irradie, debe conducirnos a los
Tiempos Mesiánicos que transformen la humanidad en una sociedad
hermanada, de conocimiento divino y de Bien.
Si Israel, en su conjunto, como pueblo, se mantiene fiel a su legado, ¿por qué
lejos de alcanzar el Sueño Dorado, pareciera que el género humano se hunde
cada vez más?
¿Qué responsabilidad tienen en esta situación las Naciones del mundo?
¿Y qué responsabilidad atañe a Israel?
3.
Y mientras el mundo civilizado se debate desquiciado buscando a salir del
laberinto, dando palos de ciego, cabe pertinentemente preguntarse: En este
desorden mundial, en este cambio de rumbo que nos envuelve a todos, ¿qué
responsabilidad recae sobre los hijos de Israel? ¿No decíamos que los hijos
de Abraham, Isaac y Jacob fueron elegidos por Dios para que, a través de la
Torá recibida al pie del Monte Sinaí, trajeran la redención al Mundo? Si el
mundo va a la deriva, ¿como lo explicamos? ¿Debemos pensar que el Pueblo
Elegido fracasó en su propósito?
No podemos pensar así porque Dios es infalible, sabe de antemano lo que
acontecerá en todo momento y si confió Su Mensaje a los hijos de Israel, es
porque de antemano sabía que cumpliría su cometido. De lo contrario, no le
habría encomendado ninguna misión. Dios no puede equivocarse. Es todo
Sabiduría que abarca todos los acontecimientos habidos y por haber.
Entonces, ¿cómo debemos interpretar el rol de Israel en la Historia Universal
a la luz de la actualidad?
Para ello debemos matizar debidamente los hechos.
Nadie pretende afirmar que Israel haya realizado su labor impecablemente.
A fin de cuentas, es solo un pueblo compuesto por seres humanos, con todas
las imperfecciones inherentes en todos nosotros. No son ángeles enviados a la
Tierra para cumplir una misión sino seres débiles, dominados por sus
cuerpos, pero con una capacidad global de firmes convicciones y resiliencia
para atravesar el sendero de la historia y cumplir el compromiso que de él se
espera.
Tuvimos en nuestro seno muchas deserciones en el camino. Muchos
correligionarios abandonaron nuestras filas en busca de una vida sin
sobresaltos y persecuciones. Otros muchos fueron forzados a la conversión y,
después de muchos siglos, anhelan, aún en nuestros días, regresar a sus
añoradas raíces.
Tuvimos y seguimos teniendo detractores en nuestras filas.
Conocimos el momento más bajo de crisis de identidad durante la Segunda
Guerra Mundial, cuando padecimos el mayor de los horrores jamás
sospechado: el holocausto nazi.
La Shoá demostró que, si bien sentimos la "ocultación de la Faz de Dios",
como lo predijo el Pentateuco, tuvo la capacidad de devolvernos nuestra
identidad judía, en unos tiempos en los que la asimilación y la deserción
batían todos los récords.
Parte de nuestro pueblo fue seducido por la Ilustración y los valores humanos
que falsamente pregonaban.
Y sin embargo, a pesar de todas las catástrofes y los condicionantes humanos
e históricos, siempre se conservó, contra todo pronóstico, un grueso del
pueblo judío que, contra viento y marea, a pesar de los avatares más difíciles
e insólitos imaginables, permaneció firme en el pasado y firme en el presente,
movidos por una fuerza inexplicable que le empuja siempre a seguir adelante.
Es la fortaleza espiritual que heredamos de nuestros Padres, Abraham, Isaac y
Jacob, la que nos hace imperecederos.
Nadie podrá negar nuestra fidelidad y Transmisión del Mensaje divino
recibido.
La lucha de Israel contra la idolatría, por el libre pensamiento, por la justicia
social y los valores humanos fue ardua e incansable.
Hoy, establecidos en nuestro suelo patrio, seguimos con nuestras luchas
externas e internas.
Pero no podemos ser complacientes con nosotros mismos. El pueblo judío
debe ser más exigente.
Debe luchar contra la asimilación con más ahínco y convicción. No se trata
de establecer un pensamiento único. Nuestra personalidad y talante está
marcada por la diversidad y apertura de mente que nos distingue y enriquece.
No debemos renunciar a nuestra percepción creadora, plural e ilimitada. Esta
es nuestra identidad más íntima y representa nuestro sello de autenticidad.
Con todo ello, a pesar de la enorme dificultad para asentar un espíritu tan
disparatado y conflictivo de autobúsqueda personal y grupal, sí ,nos debemos
exigir todos una base vital, que es el requerimiento esencial que nos pide
Dios a cada uno y uno de nosotros, seamos de una tendencia u otra, y es la
UNIÓN del pueblo, el respeto mutuo, Ahavat Israel, amor a su pueblo.
Este es nuestro seguro de vida y a la vez nuestro talón de Aquiles que puede
provocar, no lo quiera Dios, nuestra destrucción. Ya supimos de dos Templos
destruidos por el pecado de odio gratuito.
No hay cosa más querida y deseada en los Cielos que vernos unidos y
hermanados sin importar tanto las diferencias de pensamiento. Dios ama a
toda su creación y nos ordenó, como valor supremo, el Amor al Prójimo.
Israel, su pueblo elegido, debe dar el ejemplo. Todos los preceptos de la Torá
conducen a ello.
Todo nos puede perdonar Dios; salvo el odio gratuito y la desunión.
Desunidos, las Naciones nos sienten resquebrajados y por los resquicios de
nuestras grietas se filtran nuestras desgracias y padeceres.
Hoy, en la tierra de Israel ,asentados como pueblo libre y soberano, debemos
velar, más que nunca, por permanecer unidos.
Miles de peligros nos acechan. Vivimos rodeados de pueblos hostiles y
despiadados cuyo deseo es echarnos al mar. Estamos rodeados de terroristas
y de distintas facciones islamistas que esperan el momento propicio para
atacarnos. Se busca ignorar internacionalmente nuestro pasado histórico en
nuestra tierra.
La UNESCO, sorprendentemente, cuestiona la pertenencia del Kotel, o Muro
Occidental del Templo, a nuestro pueblo, sabiendo todos que ésta es nuestra
referencia mas sagrada.
Los actos terroristas se suceden continuamente en todo Israel y
principalmente en el área de Jerusalén causando muertes y heridos en civiles
y militares. Contamos con la enemistad de más de medio mundo. Se
boicotean productos israelíes. Se nos condena continuamente en las Naciones
Unidas.
Todos los peligros señalados, y muchos más, no nos deben intimidar.
Hay una fuerza superior a todos ellos: La Providencia divina, que vela por su
pueblo.
"He aquí que no duerme ni descansa el Guardián de Israel", reza un salmo.
Israel es hoy todo un milagro que no se explicaría sin la Intervención de Dios.
Todo el poderío militar de Israel, por más moderno y eficaz que sea, no
podría con el poderío tan vasto de las naciones que nos amenazan.
Pero el pueblo judío no debe jamás olvidar que esta ayuda de los Cielos tiene
una cláusula inviolable que radica en conservar la identidad judía, que se
logra manteniendo nuestras tradiciones judías y las leyes morales que se
desprenden del estudio de nuestras fuentes.
Ello nos mantendrá unidos e inexpugnables. Somos los testigos de Dios en la
tierra.
Poderosa razon ésta para merecer el amparo de Dios, que desea implantar su
Reino en la tierra y abolir todo rasgo de idolatría a fin de unir a toda la
humanidad en hermandad.
A pesar de todas las dolorosas experiencias sufridas, ¡no acabamos de cerrar
líneas y mantenernos unidos!
¿Cómo es posible que un pueblo tan sufrido como el nuestro y tan castigado
por el mero hecho de nacer judío sea capaz, en su propia tierra, de discriminar
y diferenciar entre sus propias etnias, culturas o procedencias?
La respuesta se debe posiblemente al choque cultural de judíos llegados de
tantos países, con culturas e ideologías diferentes, que se conglomeraron aquí
al crearse el Estado de Israel.
Hay roces, disparidades y caracteres enfrentados que solo el tiempo puede
limar. Las asperezas van desapareciendo. Es indudable. El lado noble del ser
impone su lado humano unificador. Conseguir la Unión es nuestro desafío
sagrado. No hay ni tendremos excusas para no conseguirlo. ¿Acaso debemos
vivir mas intolerancia que la que llevamos sufriendo para aprender por fin a
ser tolerantes con nosotros mismos?
Unidos y asegurando nuestra identidad judía podremos irradiar al mundo
nuestros valores morales que culminarían con la llegada del Mesías. Dicen
nuestros sabios que el Mesías espera cada día en las puertas de Jerusalén
esperando poder entrar. Ello dependerá si allanamos el camino de la
comprensión y amor mutuo que permita el paso del Redentor de la
Humanidad.
Depende de nuestra capacidad de cumplir en Sión las ordenanzas esenciales
que nos enseño Moisés:
- Aplicar las leyes de justicia social en la forma práctica señalada.
- Observancia de las leyes de pureza de la familia de manera a asegurar
la continuidad de la sociedad, basada en el núcleo familiar tradicional.
- Observancia del descanso bíblico que permita el merecido descanso
físico y mental que contribuya a la Unión y conexión de la familia.
- Aplicación del Año Sabático que permita el descanso de la tierra, lo
que permitiría la renovación de la Naturaleza y del ecosistema que nos
sostiene.
- Velar por el sufrimiento de los animales, aplicando para ello la vasta
normativa bíblica. Quien sepa respetar y cuidar de los animales, sabrá,
seguro ,respetar y cuidar a su semejante.
¡Aún queda un trecho largo por andar! Avanzamos en este sentido pero los
judíos en Sión se debaten, unos en imponer este modelo tradicional y otros un
modelo laico, de nuevo, a imagen de las naciones, olvidando, una vez más
que los pueblos que tanto admiran solo dicen bellas palabras que, al no
sostenerse en una normativa sólida, como en nuestro caso, caen en la nada.
Contemplemos el mundo.
Contemplemos América y Europa. Ambos continentes se desploman. Aún se
mantienen de su gloria pasada.
Europa, con democracia pero sin frenos ni restricciones. Europa, donde las
libertades sin control permiten que cada cual campe a su gusto.
Falto de valores morales de cumplimiento riguroso, cae en el desorden
alienador que conducen al caos.
Cuando decimos que Europa se desmorona hablamos en el plano socio-
político. Nos referimos al derrumbe de una civilización para dar paso a otra,
tal como sucedió con los Babilonios, los Persas y tantas otras civilizaciones
en el pasado. Refleja el sueño de Jacob donde los Ángeles subían y bajaban.
Nuestros sabios convinieron que puesto que los ángeles verdaderos bajan y
suben, en el sueño de Jacob quienes suben son las naciones que alcanzan el
zénit y caen.
Dicho esto, hay que precisar que cuando hablamos de derrumbe socio-
político nos referimos a los países como institución y nunca al conjunto de
seres humanos que habitan dichos paises.
Dios nos libre de generalizar. En todas partes del mundo hay muchísimas
personas admirables por sus ideas y sus buenas acciones que merecen todo
nuestro respeto y admiración y que por supuesto merecen la gracia del
Creador en oposición a muchísimas otras personas que destacan por su
maldad o por su vaciedad. Así mismo ocurre en el seno de nuestro pueblo, al
igual que en otras partes, donde no todos están a la altura de lo que de ellos se
espera.
Ocurre que las Naciones, faltas de disciplina moral y de normativa religiosa
que les dé sentido elevado, a la larga se ven abocados a la deriva, arrastrando
a tanta gente noble y buena.
En el caso de los judíos, pese a que no todos responden a la expectativa que
se espera del ser humano en general y del judío en particular, poseen la
requerida normativa que permite que siempre exista un núcleo suficiente que
le mantiene como pueblo con un sentido de vida, una aspiración y una
orientación espiritual que le distinguirá siempre permitiéndole irradiar Luz de
esperanza y de Redención.
La vida en el mundo europeo es una sucesión de hechos que se suceden
descosidos, sin proyecto común salvo el de existir en tolerancia y prosperar.
Muy al contrario, el pueblo judío vive siguiendo una finalidad global, un
proyecto común. Es nuestra brújula, que en nuestro caso siempre busca y
ansía el Este: Sión, Yerushalayim, donde Dios nos congrega de nuevo para
seguir con nuestra misión de traer la Salvación al Mundo.
Fe no nos falta. Tenacidad, tampoco. Nuestra Idea es firme e inamovible: Un
Dios Único, un Mensaje Verdadero y un pueblo "Elegido", orgulloso de su
ascendencia, de su Ley y del Dios de Abraham, que lo distinguió.
Yom Kipur
Por ello en el día más importante del Año judío, en Yom Kipur, leemos en las
sinagogas esta aleccionadora profecía del profeta Isaías:
“He aquí que el día de vuestro ayuno obráis según vuestra voluntad y sacáis
vuestro provecho. Ayunáis para peleas y contiendas, y para herir con el puño
de la iniquidad.
No ayunáis de tal forma para que vuestra voz sea oída en Lo Alto.
¿Es así el ayuno que Yo escogí, el día en que el hombre aflige su alma,
encorva su cabeza como junco, y se prepara una cama de saco y ceniza?
¿Eso lo llamáis ayuno, y día agradable al Eterno?
El ayuno que Yo escogí ¿no es más bien deshacer las ligaduras de la maldad,
romper el yugo de la opresión, liberar a los quebrantados y quebrar la
esclavitud? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y que lleves a tu
casa al pobre que no tiene hogar, que cubras al desnudo cuando lo veas y
que no te escondas de tu propia carne?
Sólo entonces prorrumpirá tu luz como el alba, y tu salud renacerá pronto.
Entonces la justicia irá delante de ti y la gloria del Eterno será tu
retaguardia.
Tú clamarás, y entonces el Eterno te oirá y te dirá: Aquí estoy, cuando
quites de en medio de ti la opresión, el extender el dedo para escarnio y el
hablar con maldad, cuando tengas compasión del hambriento, cuando
satisfagas el alma afligida.
Entonces nacerá tu luz en las tinieblas y tu oscuridad se tornará en claridad
de mediodía. El Eterno te conducirá siempre, hartará tu alma en tiempo de
escasez, dará vigor a tus huesos.
Serás como fuente de agua cuyo manantial nunca se seca.”
La enfermedad, origen y causa
¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú?
Su origen no está en la tierra. Procede del más allá. No tiene forma ni tamaño
ni color. Es etéreo, es todo espíritu que proviene de la fuente común de las
almas. Su Creador las desintegró. Atomizadas, bajan a la tierra y viven en
cada uno y uno de nosotros.
Estamos en este bajo mundo para medirnos, para superar una prueba para la
cual estamos aquí.
Para pasar un examen hay que superar dificultades. Para superar el "test" de
la vida, el Creador nos sumió primero en las tinieblas de la naturaleza
humana. Para ello, necesitó oscurecer nuestra conciencia inicial y nos otorgó
el libre albedrío, la elección entre el Bien y el Mal.
El alma, muy disminuida pero no apagada, se deja arrastrar por el cuerpo que
es materia, opulencia y placer.
Comienza así una lucha interna en cada acto y acción, en cada palabra y
decisión:
cómo actuar y cómo hacer; qué amar y qué aborrecer.
La vida superficial y los actos innobles son cortinas que van cubriendo más y
más la luz del alma haciéndonos caer por un abismo donde ésta se pierde.
Cuanto más cubrimos la luz, menos lucidez tendremos.
Dios nos puso en una tierra buena y nos proveyó de todo lo necesario para
nuestra manutención y felicidad. Nos envió profetas y nos dictó leyes
morales y sociales para ayudarnos a superar la prueba de la vida con éxito.
Nos da el salvavidas necesario para no ahogarnos en el mar de la opacidad y
de la oscuridad.
La enfermedad no debe verse como un castigo sino más bien como un aviso,
un toque de atención para que no vayamos a la deriva.
La debilidad, el dolor del cuerpo, nos hace ser más humildes, mejores.
Tomamos conciencia de nuestra pequeñez e insignificancia. Nos invita a ser
más humanos y sensibles al dolor ajeno.
Por ello, los judíos que estudian y meditan nuestras fuentes, suelen mostrar
inquietud cuando van envejeciendo y la vida les sonríe en salud, bienestar y
felicidad sin tropiezos ni padecimientos. ¿Será que Dios me retribuirá solo en
este mundo?, suelen pensar.
Mas que los 120 años de vida en esta tierra, que acostumbramos solicitar, los
cuales no dejan de ser similares a un soplo en el tiempo, merezcamos
deleitarnos en un mundo mejor, infinito y de plenitud: ¡el mundo de la
Verdad!
La fé de los judíos en los destinos de Israel como pueblo elegido por nuestro
Dios Único e irrepresentable alcanza a veces cotas insuperables, dignas de
nuestro patriarca Abraham.
Por ello, este modesto maestro de escuela, inquieto por el devenir de sus
alumnos, en el último día de clase, antes de abandonar el colegio judío, solía
leer el testimonio de un judío anónimo que, al salir expulsado de España, dio
prueba de su inquebrantable fe y autodominio.
El testimonio anónimo que sigue se halla en la obra “La vara de Judá” del
escritor Shelomo Ibn Verga, que al salir de España se dedicó a recoger relatos
de la tragedia de su pueblo al salir de Sefarad:
“Escuché de boca de unos ancianos que salieron de Sefarad que en una nave
se declaró una epidemia de peste, y su capitán los arrojó a una playa en un
lugar despoblado y allí murieron la mayoría de hambre.
Algunos decidieron marchar a pie hasta encontrar un lugar habitado.
Un judío de entre aquellos, su mujer y sus hijos decidieron irse. Su mujer
poco acostumbrada a caminar tanto, desfalleció y expiró.
El hombre y los dos hijos que llevaba también se desmayaron a causa del
hambre y, cuando el hombre despertó de su desfallecimiento, encontró a sus
hijos muertos.
En su gran pesar el hombre se puso en pie, exclamando:
¡Señor del Mundo, ahora se está haciendo mucho para que abandone mi Ley,
pero ten la seguridad de que, aún en contra de la voluntad de los habitantes
del cielo, judío soy y judío seré, sin que sirva de nada todo cuanto me has
ocasionado y ocasiones contra mí!
Entonces cogió tierra, cubrió a los niños y partió a buscar un lugar habitado.
Sus compañeros no le habían esperado para no morir también ellos, cada
uno estaba ocupado solamente en su propio dolor, sin poder prestar atención
ni tomar parte en el de los otros”.