Mujeres Artistas Canarias
Mujeres Artistas Canarias
Mujeres Artistas Canarias
en Canarias
A Dania Dévora y DD & Company, por la cesión de las fotos de María Mérida y Mary Sánchez.
A Isabel Patricia Hernández Laplace por las fotos y documentos de su abuela, María Teresa Prats.
A María Isabel Torón Macario por documentos y fotos de Isabel Macario Brito.
A Humberto Orán por fotos de su hermana, María Orán.
A Rosario Álvarez por toda la documentación musical.
A Nora Krozewski por toda su ayuda.
A Juan Sofía Trujillo de la Torre e hijo Mauricio González por las fotos y documentación de Lola de la
Torre y de la familia Millares.
A Toñy Mesa por las fotos y documentos de Dña. María Quesada y los datos de su tía Paquita Mesa.
A la familia Morales ( Lanzarote ) por la fotografía de María Lasso.
A Susana Millares Betancor por la documentación sobre su madre, Pino Betancor.
A Miguel Hernández, por las transcripciones y la paciencia que ha tenido.
Y a Carmen Jiménez Hernández, por las fotos y documentos de Mujeres en la Isla.
Coordinación: Imaco 89
Hasta bien entrado el s. XX no comienza la mujer a figurar con nombre propio entre
“la intelectualidad” –en su acepción de quien trabaja con la palabra y el espíritu– hasta
esas fechas su presencia en la vida pública es prácticamente anecdótica, y no porque no
existieran las intelectuales, no, que haberlas las había, la explicación está en su opacidad,
en su no derecho a una vida propia, en su “ineptitud” decretada para hacer otra cosa que
ser descanso del guerrero, parir y cuidar de la casa.
Pensar y actuar eran verbos vetados para ellas. Lo dijo S. Isidoro de Sevilla, tan
Santo él como la Santa Madre Iglesia, “las mujeres no tienen capacidad para razonar
por lo tanto deben de estar sometidas al varón”.
La mujer era la guardiana del honor familiar pero también la tentación de los
hombres, su perdición. Quienes mejor la ponían se refieren a ella como “reina del hogar,
intuitiva que no inteligente, pasiva reserva moral, sentimental…” y el refranero español,
tan rico en frases ofensivas, la coloca “con la pata quebrada y en casa”. Pero no sólo le
quiebran la pata: le quebraban la lengua, la mano y hasta la vista y el oído si por casua-
lidad intentaba salirse de “la norma”.
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Y sin embargo, con todos los elementos en su contra algunas se salían: muchas obras
se publicaron, muchos cuadros se pintaron o muchos descubrimientos fueron hechos sin
que ellas se dejaran ver; eso sí, escondidas en la recámara de escritorios, talleres o labo-
ratorios dejando que sus esposos, padres o hermanos se llevaran la gloria y el reconoci-
miento porque no había otra fórmula de seguir escribiendo, pintando o investigando sin
que fueran molestadas o acusadas de brujas. Nos referimos a las pertenecientes a las
clases más favorecidas, las otras ni existían.
Por eso es tan difícil rastrear sus huellas. Investigadoras de todo el mundo –y de
nuestro pequeño mundo– se las ven y desean por seguir la pista de quienes contra viento
y marea osaron saltarse el modelo secular establecido.
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la enumeración y al conocimiento. Las que realizaron sus trabajos posteriormente son
más asequibles.
Desde Sor Ana Ángela Arroyo Rivero, que nació en Garachico en 1668, hasta Elsa
López (1943) que vive en La Palma, no están todas las que han sido, pero las que están
sí son. De la gran mayoría de ellas conocíamos su existencia y sus obras, pero de algunas
ni sus propias familias sabían de sus dedicaciones, como Concepción Martinón que expuso
en Tenerife en 1850.
Esta publicación está en la línea de las anteriores realizadas por el Colectivo de Muje-
res Canarias cuya preocupación desde su nacimiento ha sido dar a conocer la situación
de las mujeres, –“Mujer Canaria y entorno social”, ”El integrismo: la pérdida de la liber-
tad”, “Mujeres canarias/cambio social– y divulgar nombres y obras de las que se han
comprometido con la sociedad como “Mujeres Premio Nobel”. Sin la colaboración y ayuda
del Instituto Canario de la Mujer la mayoría de esas publicaciones, ni ésta, hubieran
sido posibles.
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Introducción
Planteamiento y objetivos de la obra
La presente publicación se ha marcado varios objetivos. El primero y más importante
es conocer, valorar y difundir la obra de aquellas mujeres que han dejado huella en la
cultura de nuestras islas. Para ello hay que indagar en aquellos aspectos en los que parece
que se ha centrado más la participación femenina, como es La Literatura, el Arte –espe-
cialmente Pintura, Escultura y Cerámica– y La Música, centrándola en la composición
musical, la interpretación y los instrumentos musicales. Somos conscientes de que siempre
que se selecciona a algunas personas hay que excluir a otras y se corre el riesgo de cometer
errores o no dar satisfacción a todo el mundo. Esto ha ocurrido con la música, donde es
muy difícil marcar la línea divisoria con la danza y la coreografía. Así han quedado fuera
de esta publicación personalidades como Trini Borrull, una de las figuras más importantes
de la danza en el siglo XX en Canarias. Hacemos aquí referencia a ella como pequeña
reparación por haber tenido que dejarla fuera y como adelanto de lo que puede llegar a
ser una segunda publicación donde se amplíen los campos culturales y las mujeres que
en ellos han participado.
Otra difícil decisión ha sido marcar los límites temporales que se iban a tratar. Final-
mente se ha decidido escoger desde las primeras mujeres de las que se tienen noticias –en
general, a partir del Siglo XIX y algunas del siglo XVIII– y llegar hasta aquellas mujeres
que ya han tenido alguna repercusión por su actividad en el momento del final del fran-
quismo, 1975.
El planteamiento de la obra ha sido hacer una breve reseña biográfica de cada una,
no un trabajo exhaustivo, y adjuntar una pequeña muestra de su obra, especialmente
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pensada como herramienta didáctica. Hay que hacer notar las grandes diferencias entre
unas autoras y otras. De algunas hay varios libros escritos y en cambio de otras sólo
existe una mínima referencia: nombre y fecha de nacimiento. Hemos intentado buscar
el término medio y ofrecer una reseña lo más breve posible de las muy conocidas, adjun-
tando una bibliografía orientativa para su ampliación. De las que sólo se conoce el nombre
nos ha parecido importante reseñarlo de cara a una posterior investigación y como toque
de atención a quien pueda disponer de mayor información.
El segundo objetivo ha sido reconocerlas como las que abrieron camino a las que
vinieron detrás: Ellas fueron pioneras. Entre ellas ha habido varias que aunque no han
nacido en Canarias, ni ser españolas, han formado parte de esta sociedad durante años,
han colaborado en la formación y difusión de la cultura y han servido de ejemplo para
otras mujeres de las islas
El tercer objetivo es que, una vez publicada, se puedan dinamizar actos culturales
donde se recuerde y valore a estas mujeres, y se rescate a otras mujeres del olvido. Al
mismo tiempo se hace necesario no terminar aquí sino proseguir en la investigación,
ampliándola y contrastándola.
Una de las fundaciones más importantes que realizaron los ilustrados fue la creación
de las Reales Sociedades de Amigos del País. Entre 1776 y 1777 se crearon en Canarias
las Sociedades de Santa Cruz de La Palma, Las Palmas de Gran Canaria y La Laguna.
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Uno de los objetivos primordiales de estas Sociedades era la educación, en la que se
pretendía alcanzar una enseñanza más racional, diferente de las simples escuelas de cate-
cismo. De hecho, se crearon nuevas escuelas de primaria para ambos sexos y escuelas de
artes y oficios, donde se prestaba especial atención a la enseñanza de las ciencias naturales
y las matemáticas.
Frente a los grupos anteriores que detentan el poder político y económico, el proleta-
riado, que supone prácticamente el 90% de la población, se caracteriza por sus pésimas
condiciones de vida y de trabajo, cuya única vía de escape, como ya ocurriera en otras
etapas, se encuentra en la emigración a América en busca de mejores condiciones de vida.
Desde las décadas finales del siglo, con el desarrollo comercial que se produce en Cana-
rias durante el siglo XIX a partir de la creación de los Puertos Francos, comienzan a
surgir núcleos sociales vinculados al mundo urbano que se concentran en Santa Cruz
de Tenerife o en Las Palmas de Gran Canaria. Artesanos, trabajadores portuarios, comer-
ciantes, etc., están entre sus miembros y con ellos, amplios sectores que se sitúan en las
capas bajas de la pirámide social.
Sobre esta sociedad, la cultura y la instrucción están reservadas para las élites. La
cifra de personas analfabetas supera al finalizar el siglo a más del ochenta por ciento de
la población. Tal vez por eso sorprenda más la pujanza que cobran muchas de las inicia-
tivas culturales que se desplegaron en el Archipiélago. Si la primera parte del siglo fue
más propicia al desarrollo de individualidades que eran más la excepción que la regla, a
medida que avanza la centuria pueden contemplarse realidades culturales más colectivas.
La enseñanza, el arte, la literatura, etc., van a reflejar ese avance que atraviesa por los
estilos y las tendencias que se van conociendo.
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de procedencia extranjera, ingleses sobre todo. Su base económica empieza a diversificarse,
pues a la actividad comercial se añaden nuevas actividades como las concesiones de obras
públicas y servicios, el incipiente turismo o la agricultura de exportación.
La evolución de los trabajos para las mujeres ha ido cambiando con la progresiva
incorporación a la educación y los cambios en la economía: empleada en comercios, en
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el turismo, trabajo en oficinas, empleada en la administración y maestra. Pero, a pesar
de los lentos avances y cambios hasta llegar a la situación actual, los derechos laborales
de las mujeres dejan bastante que desear.
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En algunos sitios se establecieron escuelas gratuitas para niñas en un número muy
limitado. El plan de estudios era el adecuado para sus objetivos: catecismo, aseo personal
y costura. Las más inteligentes podían ser iniciadas en el arte de “hacer cofias o redeci-
llas,...cintas caseras de hilo, ...seda, ...cintas de cofia y todo género de listonería...” 2
Es muy curioso señalar que en uno de estos actos sobre la educación, “Las Confe-
rencias Dominicales para la Educación de la mujer”, organizadas por la Universidad
Complutense de Madrid en 1869, cuyo promotor era Fernando de Castro y donde inter-
venían las figuras intelectuales y políticas más destacadas de la época, no había ni una
ponente, todos eran sesudos varones decidiendo por y para ellas. Allí se debatía sobre el
objetivo de la educación femenina y, tanto Fernando de Castro, católico-liberal, como el
federalista Pi y Margall estaban de acuerdo en que el papel de la mujer “no es hacerse
letrada o artista sino madre; su puesto no está en el foro o en la fábrica, está en el hogar
que es “pedestal, teatro, asiento y trono” 3.
2. Ibidem.
3. Ibidem.
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de decidir, por tanto, si debía de facilitársele el desarrollo de tales aptitudes, permitírsele
su uso y siendo así, con qué limites. En realidad, lo que el Congreso Hispano-Portu-
gués-Americano se planteaba era la incorporación de las mujeres a la sociedad.
En estos años toman importancia las ideas pedagógicas krausistas y surge la Insti-
tución Libre de Enseñanza, que aportan ideas renovadoras y novedosas en la realidad
española. Pero estas aportaciones no tienen incidencia en la enseñanza de las islas.
La enseñanza pública mixta apareció muy tarde en Canarias, aunque había algunos
centros privados. En 1914 no había ningún centro mientras en algunas provincias,
como Soria, había 437 4.
En estos últimos años, las mujeres se han ido incorporando a la vida cultural y recre-
ativa de las islas. Los editores de libros hablan de que los principales lectores son mujeres,
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en los espacios públicos es frecuente ver a mujeres solas leyendo, no así los hombres. En
los conciertos y teatros es muy frecuente ver a mujeres solas o en grupo, fundamental-
mente mujeres mayores, y las principales clientas de los viajes organizados, después de
las parejas, son grupos de mujeres.
Resulta muy reconfortante, conocer el nombre de las primeras mujeres que con mayor
o menos trascendencia practicaron alguna de las Bellas Artes en Canarias.
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Aspectos de la cultura donde
más han destacado las mujeres
Antes de analizar la participación de las mujeres en la cultura en Canarias, conviene
indicar que, en general, la mayoría de las mujeres de las islas ha participado en la cultura
de forma colectiva, anónima, a lo largo de muchos siglos, en que han sido las transmisoras
y conservadoras de las tradiciones y el patrimonio cultural.
Las tertulias
En el s. XIX se realizan tertulias que reúnen a su alrededor a todas las personas que
sienten inquietudes culturales.
De las reuniones de artistas y literatos en Santa Cruz de Tenerife, en casa del “liberal”
Nicolás Alfaro (que perteneció al Círculo Liberal de Canarias y fue uno de los firmantes
del manifiesto “Al público” de 1868) salen interesantes tertulias musicales-poéticas;
Alfaro toca el piano y el violín, y a su alrededor se reúnen artistas plásticos, músicos y
escritores. Allí están Ángela Mazzini, Victorina Bridoux y un niño que llama la atención
por sus prematuras dotes musicales: Teowaldo Power, autor de “Los cantos canarios”.
En Las Palmas de Gran Canaria tienen lugar en casa de Manuel Ponce de León.
“Los periódicos de Las Palmas de Gran Canaria dan curiosos detalles de las
reuniones que tienen lugar en la deliciosa casa de D. Manuel Ponce, en las
cuales se rinde culto al arte en todas sus manifestaciones.
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Sentimos una viva complacencia al saber que la ciudad de Las Palmas, la
población más importante del archipiélago, sale del estado de abatimiento en
que se hallaba sumida desde hace poco por razones para ella vitales, y da
señales de una vida intelectual y moral que la colocan en el puesto que le
corresponde entre las hermosas poblaciones de España”.
Estas tertulias vienen a ser herencia de las tertulias ilustradas del siglo XVIII, donde,
siguiendo los esquemas de la época, no destaca ninguna mujer.
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A. Pintura, Escultura y Cerámica
Expresiones artísticas
Las primeras exposiciones de pintura en la provincia de Tenerife se abren en “La
Sociedad de Bellas Artes” en 1847 con periodicidad anual.
En la muestra inaugural, y hasta 1850, todos los participantes son hombres.
Ya en 1850, entre los 72 cuadros expuestos, aparecen algunos firmados por una
mujer: la Sra. Murray. A Elizabeth Murray le cabe el honor de ser la primera mujer
que expone en las islas.
La Real Sociedad Económica de Santa Cruz comienza a alentar también exposiciones
pictóricas. Así, es de resaltar la celebrada en 1883 de “Bellas Artes, Artes Ilustradas y
Labores de Mujer”.
Esta tímida introducción de la mujer en el arte a mediados del s. XIX , en parte
puede deberse a que, tanto en una isla capitalina como en otra, en los colegios de “seño-
ritas” se establecen las asignaturas de pinturas y dibujo en sus planes didácticos. Así en
los colegios privados de “San Agustín”, “Casa de Educación para Señoritas”, “Señoritas
de la Concepción” y “Señoritas del Sagrado Corazón”, se imparten las dos materias antes
citadas.
La Casa de Educación para Señoritas a que hacemos referencia surge a instancias
del Gabinete Literario y dirige principalmente sus enseñanzas a niñas entre 4 y 15 años.
A finales de siglo (1880) se funda el “Colegio de Señoritas del Sagrado Corazón de
Jesús”, donde se imparte la asignatura de “dibujo de adorno, de paisaje y figura”.
En cuanto a estilos artísticos, el que predomina en Canarias durante todo el siglo
XVIII, aunque se inicia desde mediados del XVII, es el barroco. Es el primer estilo que
arraiga en todas las manifestaciones artísticas y en todas las islas. Adquirió gran impor-
tancia el retablo con profusión de dorados. En escultura dominaba la talla de madera y
la policromía,
En el s. XIX las modificaciones sociales y económicas se reflejan necesariamente en
el arte. La demanda de obras artísticas ya no viene mayoritariamente de las instituciones
religiosas, sino también de las instituciones civiles y de particulares, que impulsan el
neoclasicismo.
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En pintura se produce el auge del retrato, en consonancia con el desarrollo de la
burguesía comercial.
El modernismo es un estilo que trata de crear una estética nueva, en la que predo-
mina la inspiración en la naturaleza (ornamentación vegetal), a la vez que se incorporan
novedades derivadas de la revolución industrial.
En pintura se desarrolla, desde finales del XIX, una corriente regionalista caracte-
rizada por la exaltación del espacio y la cultura tradicional, hasta tal punto que, para
muchos autores, es a partir de este momento cuando realmente se puede hablar de “pintu-
ra canaria”.
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vanguardistas sin renunciar a las “señas de identidad” que configuran “lo canario”. Esta
Escuela es un referente del arte insular contemporáneo.
En 1932 surge en Barcelona el grupo ADLAN (Amigos de las Artes Nuevas), bajo
el impulso de Joan Prats, entre otros. Entre sus principales actividades destaca la parti-
cipación en la organización de muestras de enorme importancia para la difusión de la
vanguardia en España. En junio de 1936 se celebra la Exposición de arte contemporáneo
en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, promovida y organizada por
Eduardo Westerdahl, figura fundamental de este movimiento en Tenerife, logrando reunir
77 obras y 7 objetos surrealistas de un total de 27 artistas. Es el último evento antes de
loa inicios de la Guerra Civil y la desaparición del grupo.
En los años 50, tras el duro paréntesis de la Guerra Civil y los inicios del franquismo,
surge el arte abstracto de la mano del grupo LADAC (Los Arqueros del Arte Contem-
poráneo), fundado en Las Palmas, en 1951, por los hermanos Millares, que defiende
la abstracción y el individualismo, y en el que destacan entre otras figuras, Lola Massieu,
con su obra “Mundo en descomposición”, que recibió el citado premio en 1990. Formaron
parte de este grupo Elvireta Escobio y Pino Ojeda.
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La evolución de las artes plásticas en Canarias encontró en el desarrollo económico
de los años sesenta una vía para el retorno de muchos artistas emigrantes y para el
desarrollo del arte de vanguardia. A comienzos de esta década nace un grupo rebelde y
disconforme, Nuestro Arte, que pretende ofrecer una alternativa al arte tradicional y
figurativo arraigado en las islas. Nació en 1962, de un grupo de personas que participaba
en tertulias y que formaron un núcleo de cohesión. Durante casi una década aportó una
visión nueva y comprometida del arte, confiriendo una mayor solidez al movimiento de
vanguardia. Como miembros cofundadores se sumaron, entre otros, las artistas Maribel
Nazco, Eva Fernández y Maria Belén Morales. Permitió a muchas mujeres, que normal-
mente habían sido relegadas, incorporarse de manera activa al ámbito artístico. A lo
largo de su trayectoria participaron artistas como Yolanda Martín, Celia Ferreiro, Maud
Bonneaud, Lola Massieu y Pilar Lojendio. Uno de los exponentes más claro de la parti-
cipación activa femenina fue la celebración en el Círculo de Bellas Artes de Sta Cruz de
Tenerife, en diciembre de 1965, de la exposición titulada “Doce Mujeres, Doce Artistas”.
La dispersión del grupo fue inevitable al cabo de aproximadamente una década. Sin
embargo continuó creando premios literarios y publicando libros, entre ellos, obras de
Mª Rosa Alonso y Pilar Lojendio.
5. Hernández Herrera, Sonia J.: El grupo Nuestro Arte, impulsores del arte de vanguardia en la década de los
sesenta.
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El arte popular
“Nuestras primeras antepasadas aprendieron a preparar barro y hornear
cerámica, y descubrieron la química de los esmaltes. Con el tiempo, los
hornos de alfarería de las primeras ceramistas llegaron a convertirse en las
forjas de la Edad del Hierro. Para la época del Cromagnon, las mujeres ya
fabricaban joyería y mezclaban cosméticos-origen de la ciencia química”
Alic, Margaret, El legado de Hiparía.
Se considera como tal aquellas actividades realizadas por mujeres que, en general,
no se consideran arte sino trabajo, pero que aún así encierran la forma de expresar la
creatividad de las mujeres que no pertenecen a la burguesía. Es la actividad de la Alfa-
rería, los Telares y los Bordados.
La alfarería de tradición aborigen se practicaba en todas las islas con unas caracte-
rísticas diferentes a la cerámica española (material, formas, sistema de fabricación, instru-
mental, decoración...). Se dedicaban a ella exclusivamente mujeres y estuvo durante
siglos en manos de las loceras, en grandes o pequeños centros de producción alfarera,
donde, además de mantener la tradición con una gran variedad de estilos y significados,
producían objetos de uso popular imprescindible en los hogares, aunque fuera considerado
marginal. Las ollas, los bernegales o tallas para el agua, los braseros, tostadores, etcétera,
fueron objetos de uso diario y casero que convivieron durante siglos con la loza importada
de la Península. En el siglo XVIII se tiene noticia de alfares consolidados en manos de
mujeres 6. Charles Edwardes, viajero inglés, comenta la habilidad de fabricar vasijas de
barro sin emplear molde ni torno en su visita a la Atalaya de Santa Brígida, en Gran
Canaria en 1887.
Las actividades femeninas se centraban en “construir rudimentariamente los objetos
de indispensable necesidad que el comercio aún no ha importado” 7 para responder a las
necesidades de la población. Destacaba la fabricación de tejidos en el telar, instrumento
muy antiguo que en un tiempo fue indispensable en las casa para trabajar lana, lino,
pita y, en algunas islas, seda. Las mujeres alternaban el telar con los calados y bordados
en lino que llegaron a ocupar una gran cantidad de ellas. En los talleres de calado llega-
6. Juan Francisco Navarro: “El viaje de las loceras: la transmisión de tradiciones cerámicas prehistóricas e históricas
de África y su reproducción en las islas”, Anuario de Estudios Atlánticos núm. 45, pp. 62-101.
7. Víctor Grau-Bassas: Usos y costumbres..., op. cit., p. 31.
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ron a trabajar al principio del siglo pasado de 8.000 a 10.000 mujeres en Tenerife, y en
Lanzarote 2.000 8. El trabajo de la seda, siguiendo el proceso desde el cultivo del gusano
hasta la fabricación del tejido en los telares, se mantuvo en la isla de la Palma por mujeres
y hombres artesanos y llegaron a existir a comienzos del siglo XX 3.000 telares en pleno
funcionamiento, haciéndose famosos hasta nuestros días los trabajos de seda y los borda-
dos propios de esta isla.
En general, estas mujeres no tienen nombre reconocido públicamente, son totalmente
invisibles, pero son las mantenedoras del patrimonio cultural canario.
Algunas de las artistas que destacan en el arte de la Cerámica en el siglo XIX y XX,
hijas de la burguesía, se inspiraron y asumieron la tradición alfarera.
Mujeres visibles
LORENZA
PADRÓN DÍAZ
(1799-1873)
Natural de La Laguna, hija del pintor Félix Padrón de Salas. No se conoce nada
de la obra de esta pintora, que posiblemente aprendió y practicó este arte en el taller con
su padre. Se conoce que se dedicó a la pintura por un manuscrito sobre su muerte en el
que se la cita como pintora.
FRANCISCA
SPÍNOLA BETHENCOURT
(1806-?)
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presentó un Corazón de Jesús, una Virgen, unas cabezas en miniatura, y al óleo, La
impresión de las llagas de San Francisco y un paisaje por el que se la premió.
Pudo haber sido discípula de Silvestre Bello en Las Palmas de Gran Canaria (Archivo
Torquis).
Existen fotos que custodia el Archivo Artístico de la Villa de Teguise, donde en el
monumento de la Semana Santa (Iglesia de Haría) “La Ascensión del Señor” es atri-
buida a Francisca.
En el oratorio de la casa Stinga, en Tegoyo, hay un Corazón de Jesús y un Moisés
con las Tablas de la Ley pintados por ella.
ELIZABETH
HEAPHY DE MURRAY
(1815-1882)
Nació en Londres, hija del pintor Thomas Heaphy. Es más conocida como Elizabeth
Murray. Llega a Tenerife en 1850 al ser nombrado su marido cónsul británico en las
Islas. Aquí entabla amistad con su compatriota Alfred Diston, con quien comparte confi-
dencias y aficiones; pinta su retrato, obra de gran realismo, en el que capta fielmente la
psicología del personaje, y el de su esposa, Soledad Diston.
Introdujo la técnica de la acuarela en Canarias. Desde 1838 participó en exposiciones
en Londres. Fue invitada a exponer en la Academia de Bellas Artes, participando en
varias de ellas, desde 1850 a 1856.
La exposición del curso 1853-
54 tuvo entre sus participantes,
además de a Elizabeth Murray, a la
lanzaroteña Concepción Martinón
y las grancanarias Jacobina Bello y
Herminia Benítez, de quienes no
tenemos más referencias que su
participación en estas exposiciones.
Por esta época es nombrada
académica honoraria de la Escuela
“Vista desde el mirador del Convento de El Puerto
Provincial de Bellas Artes de Santa de la Cruz”, obra de Elizabeth Murray.
Cruz de Tenerife.
Entre sus obras destacan “El Valle de la Orotava”, “Las Torres de la Iglesia de la
Concepción y Santo Domingo”, “La Casa Carrasco-Llarena”, “Odalisca”.... Durante
10 años vivió en Sta. Cruz.
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Amante de la arquitectura, estudia y pinta los conventos agustinos de Los Realejos
e Icod de los Vinos.
Escribió un libro que se publicó en 1859 por una editorial londinense con el título:
“16 years of an artist’s life in Morocco, Spain and the Canary Islands”. Los comentarios
que en él aparecían sobre la desidia y falta de honradez de los funcionarios españoles y
sobre la decadencia de la isla de Tenerife, entre otras, provocaron una oleada de críticas
en la sociedad isleña y la prohibición de la introducción, venta y circulación de la obra,
por parte del general Ravenet, publicada en el Boletín Oficial.
Como pintora, cultivó el retrato, en los que consiguió plasmar la personalidad de las
personas retratadas, el paisaje, los cuadros de costumbres y el género histórico. Sus obras
pertenecen al romanticismo imperante en la época. Los paisajes realzan los valores autóc-
tonos y proyectan una visión sublimada de las islas. Fallece en San Remo, en 1882.
MARÍA
ROSA SPÍNOLA
(1817-1895)
CATALINA
VEGA SPÍNOLA
(1823-1913)
Catalina Vega Spínola. 10. Ver El Guanche, nº 18 y 19, de octubre y noviembre de 1945.
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PILAR
DE LUGO EDUARDO
(1820-1851)
CARLOTA DISTON
E ISABEL DISTON
(1821-?) y (1824-?)
Hijas de Alfred Diston. Tienen afición a la pintura, como su padre. Aunque se conoce
muy poco sobre sus biografías, se conservan obras suyas, como varias series de acuarelas
de “Flores”, con cromatismo suave.
Se conserva una única obra de retrato, firmado por Carlota, y titulado “Retrato de
jóvenes damas”, con facciones estilizadas y gestos elegantes.
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SOLEDAD
DISTON OREA
(1837-?)
MARÍA
LASSO MORALES
(s. XX)
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