Personajes

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Personajes

Ya hemos visto que el narrador relata acontecimientos. Esos acontecimientos están


conformados por una serie de acciones que llevan a cabo uno o varios personajes. Del mismo
modo que ya establecimos la diferencia entre el autor y el narrador, ahora conviene que
distingamos personaje y persona. El personaje es una entidad lingüística que forma parte del
relato, como el tiempo, el espacio o el mismo narrador. Por eso el personaje de un relato
puede tener la forma de una persona, un animal e, incluso, de un objeto.

En cualquier caso los personajes son los encargados de hacer que la historia progrese,
que se pase de una situación inicial a otra distinta y así sucesivamente. Hay muchos aspectos
del personaje que han de ser tenidos en cuenta porque influyen en la propia construcción de
la narración. Veamos algunos.

 El nombre en literatura no es arbitrario en muchos casos. Así, en Galdós los nombres


“significan” en relación a los personajes que representan; por ejemplo Fortunata y
Doña Perfecta responden a lo contrario que expresan los nombres: Fortunata no es
afortunada, Doña Perfecta, en absoluto lo es. Además suelen influir en esos nombres
las modas y reglas no escritas: Carlos es nombre propio de aristócratas, Sebastián de
mayordomo, etc.
 Respecto a su funcionalidad, el personaje puede interesar como parte funcional de
la trama, un instrumento más –por ejemplo, en las novelas policíacas–, o interesar en
sí mismo –novelas psicológicas–. Hay novelas, que se centran en el personaje, así
sucede en El Lazarillo de Tormes y, en general, en lo que se denomina “novelas de
aprendizaje”–“bildungsroman”–. En cualquier caso siempre sirve para reflejar la
condición humana, para enseñarnos cómo son las personas. En las novelas de tesis
el personaje es el portavoz, el símbolo de determinadas ideas. En algunos casos el
personaje simbólico llega a perder su configuración de personaje y se convierte sólo
en sustentador de ideas.

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Podemos comprobarlo este papel de símbolo que adquieren determinados personajes en el

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siguiente texto de Marianela. Una vez descrito Teodoro Golfín, el médico, lo vemos andar
por los montes buscando las minas de Socartes donde lo espera su hermano. El narrador
reproduce su pensamiento:

De modo que por aquí, adelante, siempre adelante… (me gusta esa frase; si yo tuviera
escudo, no le pondría otra divisa), he de llegar a las famosas minas de Socartes.
Después de andar largo trecho, añadió: Aquí tienes, Teodoro Golfín, el resultado de tu
adelante, siempre adelante.

Y después:

O yo dejo de ser quien soy, o llegaré esta noche a las minas de Socartes y abrazaré a mi
querido hermano. Adelante, siempre adelante.
Posteriormente encontrará a Nela; esta, ignorando quién es ese caballero, comentará a
Teodoro Golfín lo que ha oído decir sobre él:

–Sí, señor: don Carlos tiene un hermano médico que cura los ojos, y, según dicen, da vista
a os ciegos, arregla a los tuertos y les endereza los ojos a los bizcos.

Ahora veamos la presentación que de él hace el narrador:

Teodoro, que era el mayor, fue médico antes que Carlos ingeniero. Ayudó a este con todas
sus fuerzas mientras el joven lo necesitara, y cuando le vio en camino tomó el que anhelaba
su corazón aventurero, yéndose a América. Allá trabajó junto con otros afamados médicos
europeos, adquiriendo bien pronto dinero y fama. Hizo un viaje a España; tornó al Nuevo
Mundo, vino más tarde para regresar al poco a Europa para apropiarse de los progresos de
la ciencia oftálmica, que cultivaba.

Por último, Golfín opera a Pablo de su ceguera y leemos:

Teodoro Golfín, aquel artífice sublime en cuyas manos el cuchillo del cirujano era el cincel
del genio, había emprendido la corrección de una delicada hechura de la Naturaleza.
Intrépido y sereno, había entrado con su ciencia y su experiencia en el maravilloso recinto
cuya construcción es compendio y abreviado resumen de la inmensa arquitectura del
Universo.

Vemos, pues, cómo en el oscuro y miserable mundo de Socartes, el doctor Golfín es la


encarnación del progreso, de la ciencia, que pueden suponer la única luz sobre el terrible
paisaje geográfico y humano de Socartes. El personaje trasciende su funcionalidad para
convertirse en símbolo de las ideas.

 TIPOLOGÍA

Los personajes pueden dividirse en planos y redondos. A los personajes planos se les ha
denominado también estereotipos. Un personaje plano se construye en torno a una sola

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idea o cualidad; no es necesario introducirlos, tampoco crearles un ambiente, ni preocuparse
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de su desarrollo, ya que el personaje plano no evoluciona. Este tipo de personaje transita a
lo largo del relato sin que se produzca ningún cambio en él, por ello son fáciles de recordar
por el lector.

En cuanto a los personajes redondos, para serlo deben sorprender y convencer; el personaje
redondo aporta a la novela lo imprevisible de la vida. Un personaje redondo debe
evolucionar; será dinámico frente al estatismo del personaje plano.

Entre los numerosos personajes de la novela de Dickens, David Copperfield, encontramos a la


Señora Micawber, personaje que se ajusta a lo que hemos denominado plano. Su cometido
no es otro que apoyar siempre y en toda situación a su esposo: no hay penuria económica ni
evidencia que le haga perder la fe en el señor Micawber. Las frases que señalamos en negrita
acompañan cada una de las apariciones de este personaje, que, por supuesto, no cambia a lo
largo de la extensa novela.
Sí; volvimos todos –respondió mistress Micawber–. Desde entonces he consultado con
otros miembros de mi familia sobre el partido que debía tomar míster Micawber, pues
sostengo que hay que tomar una resolución, Copperfield –insistió mistress Micawber, como
si yo le dijera lo contrario–. Es evidente que una familia compuesta de seis personas, sin
contar a la criada, no puede vivir del aire.
–Ciertamente, señora –dije.
–La opinión de las diversas personas de mi familia –continuó mistress Micawber– fue que
mi marido debía inmediatamente dedicar su atención al carbón.
–¿A qué, señora?
–A los carbones –repitió mistress Micawber–. Al comercio del carbón. Micawber, después
de tomar informes concienzudos, pensó que quizá habría esperanzas de éxito, para un
hombre de capacidad, en el negocio de carbones de Medway y decidió que lo primero que
había que hacer era visitar el Medway. Y con ese objeto hemos venido. Digo hemos, míster
Copperfield, porque yo nunca abandonaré a Micawber –añadió con emoción.

Y más adelante:

A la hora fijada llegaron mis tres invitados juntos. El cuello de la camisa de míster Micawber
era más grande que de costumbre, y había puesto una cinta nueva a su monóculo. Mistress
Micawber había envuelto su cofia en un papel gris, formando un paquete que llevaba
Traddles, el cual daba el brazo a mistress Micawber. Todos quedaron encantados de mi casa.
Cuando conduje a mistress Micawber delante de mi tocador y vio los preparativos que había
hecho en honor suyo, quedó tan entusiasmada que llamó a míster Micawber.
–Mi querido Copperfield –dijo míster Micawber–, esto es un verdadero lujo. Es una
prodigalidad que me recuerda los tiempos en que vivía en el celibato y cuando mistress
Micawber no había sido solicitada todavía para depositar su fe en el altar de Himeneo.
–Quiere decir solicitada por él, míster Copperfield –dijo mistress Micawber en tono
picaresco–; no puede hablar de otros.
–Querida mía –repuso Micawber con brusca seriedad–, no tengo ningún deseo de hablar
de otras personas. Sé demasiado bien que en los designios impenetrables del Fatum me
estabas destinada; que estabas reservada a un hombre destinado a llegar a ser, después de
largos combates, la víctima de dificultades pecuniarias complicadas. Comprendo tu alusión,

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amiga mía. La siento, pero te la perdono.
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–¡Micawber! –exclamó mistress Micawber llorando–. ¿He merecido que me trates así? ¡Yo
que nunca te he abandonado, que no te abandonaré jamás!

 CLASIFICACIÓN

Una primera clasificación es la que se puede establecer entre protagonistas y


secundarios. Los protagonistas serán personajes redondos, pueden identificarse también
por ser aquellos de los que más se habla. Y, lógicamente, los personajes planos se contarán
entre los secundarios.

Podemos encontrar personajes colectivos, como en La colmena de Cela, aunque se puedan


descomponer en diferentes individualidades. Hay también personajes que presentan una
referencia ajena al propio texto (personajes históricos, mitológicos…) y personajes-tipo (el
pícaro, el don Juan).
 CARACTERIZACIÓN

La caracterización de los personajes se produce mediante una serie de rasgos que varía según
las épocas: los héroes épicos son fuertes y sabios, los héroes del siglo XX inseguros,
problemáticos…Fundamentalmente el personaje queda caracterizado por tres elementos que
pueden combinarse o aparecer separados: la descripción, las acciones y las palabras del propio
personaje. También contribuyen a construir el personaje los comentarios del propio narrador
o de otros personajes sobre uno determinado.

La descripción se da cuando se hace una presentación oficial del personaje o bien


proporcionando rasgos del mismo a lo largo de la narración. Esta descripción supone tanto
rasgos físicos –prosopografía– como rasgos de carácter –etopeya– y de ello nos ocuparemos
con más detalle en el capítulo dedicado a la descripción..

Las acciones que realiza o propicia dan, evidentemente, noticia de cómo es y de cómo se
transforma, con lo que contribuye al desarrollo de la propia trama de la narración.

Por último, la representación de las palabras proferidas o pensadas por el personaje, además
de mostrar sus ideas, sentimientos, etc., permiten conformar el personaje desde una
perspectiva cultural, social…

En el texto que te presentamos a continuación puedes ver cómo se combinan estas tres
formas de caracterizar a los personajes. El fragmento pertenece al primer capítulo de Miau,
el narrador se centra en Luisito Cadalso y su amigo Silvestre Murillo.

Salieron, como digo, en tropel; el último quería ser el primero, y los pequeños chillaban más
que los grandes. Entre ellos había uno de menguada estatura, que se apartó de la bandada
para emprender solo y calladito el camino de su casa. Y apenas notado por sus compañeros
aquel apartamiento que más bien parecía huida, fueron tras él y le acosaron con burlas y
cuchufletas, no del mejor gusto. Uno le cogía del brazo, otro le refregaba la cara con sus
manos inocentes, que eran un dechado completo de cuantas porquerías hay en el mundo;
pero él logró desasirse y... pies, para qué os quiero. Entonces dos o tres de los más

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desvergonzados le tiraron piedras, gritando Miau; y toda la partida repitió con infernal
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zipizape: Miau, Miau.
El pobre chico de este modo burlado se llamaba Luisito Cadalso, y era bastante mezquino
de talla, corto de alientos, descolorido, como de ocho años, quizá de diez, tan tímido que
esquivaba la amistad de sus compañeros, temeroso de las bromas de algunos, y sintiéndose
sin bríos para devolverlas. Siempre fue el menos arrojado en las travesuras, el más soso y
torpe en los juegos, y el más formalito en clase, aunque uno de los menos aventajados, quizás
porque su propio encogimiento le impidiera decir bien lo que sabía o disimular lo que
ignoraba. Al doblar la esquina de las Comendadoras de Santiago para ir a su casa, que estaba
en la calle de Quiñones, frente a la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus condiscípulos,
muy cargado de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecho una pura rodillera, el calzado
con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy parecido al de un ratón. Llamaban al
tal Silvestre Murillo, y era el chico más aplicado de la escuela y el amigo mejor que Cadalso
tenía en ella. Su padre, sacristán de la iglesia de Monserrat, le destinaba a seguir la carrera de
Derecho, porque se le había metido en la cabeza que el mocoso aquél llegaría a ser personaje,
quizás orador célebre, ¿por qué no ministro? La futura celebridad habló así a su compañero:
–Mia tú, Caarso, si a mí me dieran esas chanzas, de la galleta que les pegaba les ponía la cara
verde. Pero tú no tienes coraje. Yo digo que no se deben poner motes a las personas. ¿Sabes
tú quién tie la culpa? Pues Posturitas, el de la casa de empréstamos. Ayer fue contando que
su mamá había dicho que a tu abuela y a tus tías las llaman las Miaus, porque tienen la
fisonomía de las caras, es a saber, como las de los gatos. Dijo que en el paraíso del Teatro
Real les pusieron este mal nombre, y que siempre se sientan en el mismo sitio, y que cuando
las ven entrar, dice toda la gente del público: «Ahí están ya las Miaus.»

 TEXTO 1

Tenía Andrés un gran deseo de comentar filosóficamente las vidas de los vecinos de la casa
de Lulú. A sus amigos no les interesaban estos comentarios y filosofías, y decidió, una
mañana de un día de fiesta, ir a ver a su tío Iturrioz.
[…]
Andrés habló de la gente de la vecindad de Lulú, de las escenas del hospital, como casos
extraños, dignos de comentario; de Manolo el Chafandín, del tío Miserias, de don Cleto, de
doña Virginia…
–¿Qué consecuencias pueden sacarse de todas esas vidas? –preguntó Andrés al final.
–Para mí la consecuencia es fácil –contestó Iturrioz, con el bote de agua en la mano–. Que
la vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los
otros. Plantas, microbios, animales.
[…]
–Entonces, ¿para usted no hay lucha, ni hay justicia?
–En un sentido absoluto, no; en un sentido relativo, sí. Todo lo que vive tiene un proceso
para apoderarse primero del espacio, ocupar un lugar; luego, para crecer y multiplicarse; este
proceso de la energía de un vivo contra los obstáculos de un medio, es lo que llamamos
lucha. Respecto de la justicia, yo creo que lo justo en el fondo es lo que nos conviene. Supón,
en el ejemplo de antes, que la hiena, en vez de ser muerta por el hombre, mata al hombre;
que el árbol cae sobre él y le aplasta; que la araña le hace una picadura venenosa; pues nada
de eso nos parece justo, porque no nos conviene. A pesar de que en el fondo no haya más
que esto, un interés utilitario, ¿quién duda que la idea de justicia y de equidad es una tendencia

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que existe en nosotros? Pero, ¿cómo la vamos a realizar?
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[…]
[Iturrioz]
–La consecuencia a la que yo iba era esta: que ante la vida no hay más que dos soluciones
prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo, o la
acción limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el quijotismo contra
una anomalía; pero tenerlo contra una regla general, es absurdo.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia

1.1.- Aunque para ver la función de un personaje en una novela es necesario trabajar con la
obra completa, ¿podrías decir qué función tiene el personaje de Iturrioz? ¿Cómo se denomina
a este tipo de personaje?
 TEXTO 2

–No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es lo único importante.


Doña Rosa va y viene por entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su tremendo
trasero. Doña Rosa dice con frecuencia "leñe" y "nos ha merengao". Para doña Rosa, el
mundo es su Café, y alrededor de su Café, todo lo demás. Hay quien dice que a doña Rosa
le brillan los ojillos cuando viene la primavera y las muchachas empiezan a andar de manga
corta. Yo creo que todo eso son habladurías: doña Rosa no hubiera soltado jamás un buen
amadeo de plata por nada de este mundo. Ni con primavera ni sin ella. A doña Rosa lo que
le gusta es arrastrar sus arrobas, sin más ni más, por entre las mesas. Fuma tabaco de noventa,
cuando está a solas, y bebe ojén, buenas copas de ojén, desde que se levanta hasta que se
acuesta. Después tose y sonríe. Cuando está de buenas, se sienta en la cocina, en una banqueta
baja, y lee novelas y folletines, cuanto más sangrientos, mejor: todo alimenta. Entonces le
gasta bromas a la gente y les cuenta el crimen de la calle de bordadores o el del expreso de
Andalucía.
–El padre de Navarrete, que era amigo del general don Miguel Primo de Rivera, lo fue a ver,
se plantó de rodillas y le dijo: “Mi general, indulte usted a mi hijo, por amor de Dios”; y don
Miguel, aunque tenía un corazón de oro, le respondió: “Me es imposible, amigo Navarrete;
su hijo tiene que expiar sus culpas en el garrote”.
–“¡Qué tíos! –piensa–, ¡hay que tener riñones!”Doña Rosa tiene la cara llena de manchas,
parece que está siempre mudando la piel como un lagarto. Cuando está pensativa, se distrae
y se saca virutas de la cara, largas a veces como tiras de serpentinas. Después vuelve a la
realidad y se pasea otra vez, para arriba y para abajo, sonriendo a los clientes, a los que odia
en el fondo, con sus dientecillos renegridos, llenos de basura.

Camilo José Cela, La colmena


2.1.- El personaje de doña Rosa aparece caracterizado utilizando los tres modos que has
estudiado. Indica cuáles son esas formas de caracterización.

Indica qué partes del texto corresponden a cada una de ellas.

 Descripción:

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 Acciones:
 Las palabras del propio personaje: Taller de COyE – 1ero ICES / Prof. Gabriela Farina

2.2.- En la parte descriptiva se esboza un retrato de doña Rosa, aunque aparecen separadas
la parte que hace referencia a los rasgos físicos y la que muestra lo de carácter.

 Copia los que hacen referencia a los rasgos físicos:


 los que hacen referencia al carácter:

2.3.- Las palabras de doña Rosa reproducidas por el narrador. ¿A qué nivel del lenguaje crees
que pertenecen?
 TEXTO 3

El Barón de Bonifaz –Adolfo Bonifaz en los salones–. Después de los lanceros, mereció el
honor de dar unas vueltas de habanera con la Señora. La Majestad de Isabel suspiraba en la
danza, y el galán interrogaba con rendimiento:
–¿Se fatiga Vuestra Majestad?
–Tú debes ser el fatigado, porque estoy muy pesada.
–No se advierte, Señora.
–¿Me dirás que soy una pluma?
–¡Si Vuestra Majestad me autoriza para decírselo!
–¡Pues eres un solemnísimo embustero!
Bromeó marchoso Adolfito Bonifaz:
–Señora, hay pesos tan gratos que no se sienten…¡El peso de la Corona!
–¡Te lo imaginas! ¡Cuántas veces se quisiera no sentirla en las sienes! ¡También rinde el peso
de la Corona!
La Majestad de Isabel sonreía frondosa, y adrede se reposaba en los brazos del pollastrón:
–Me gusta bailar contigo porque me llevas muy bien.
La voz tenía una intimidad insinuante. Adolfito, advertido, estrechó el talle matronil de la
Señora:
–¡Vuestra Majestad me honra en extremo!
La Reina de España, encendida y risueña, juntó los labios con cálido murmullo:
–Voy a tenerte muy cerca…He pedido un puesto para ti en la nueva combinación de cargos
palatinos.
–¡Señora, mi gratitud!…

Ramón María del Valle-Inclán, La corte de los milagros


3.1.- ¿De qué personajes se habla en el texto? ¿Alguno de ellos crees que tiene una referencia
ajena al relato?

3.2.- ¿Qué sabes del personaje histórico Isabel II?

3.3.- ¿Puede considerarse el personaje de la novela como "histórico"?

 TEXTO 4
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La madre no dejaba nunca que se apartase de su lado; […]. Dado el aislamiento de su vida,
puso en aquella cabecita infantil todas sus dispersas y marchitas vanidades. Soñaba para él
altas posiciones y veíale, hombre ya, guapo y espiritual, convertido en ingeniero o magistrado.
Enseñóle a leer y hasta a cantar, valiéndose de un viejo piano que tenía, dos o tres
cancioncillas. El señor Bovary, poco aficionado a las letras, aseguraba que todo aquello no
valía la pena. ¿Es que no iban a tener nunca lo necesario para costearle un colegio o para
comprarle un destino o ponerle una tienda? Por otra parte, un hombre con tupé triunfa
siempre en la vida. La señora Bovary se mordía los labios y el niño vagabundeaba por el
pueblo.

G. Flaubert, Madame Bovary


4.1- En el fragmento anterior el narrador reproduce el pensamiento de la señora Bovary, la
madre de Carlos, el niño del que se habla. ¿Qué método utiliza?

4.2.- ¿Qué rasgos característicos del estilo indirecto libre encuentras en el fragmento?

 TEXTO 5

¿Por qué fui?


No pensar. No hay por qué pensar en lo que ya está hecho. Es inútil intentar recorrer otra
vez los errores que uno ha cometido. Todos los hombres cometen errores. Todos los
hombres se equivocan. Todos los hombres buscan su perdición por un camino complicado
o sencillo. Dibujar la sirena con la mancha de la pared. La pared parece una sirena. Tiene la
cabellera caída por la espalda. Con un hierrito del cordón del zapato que se le ha caído a
alguien al que no quitaron los cordones, se puede rascar la pared e ir dando forma al dibujo
sugerido por la mancha. Siempre he sido un mal dibujante. Tienen una cola corta de pescado
pequeño. No es una sirena corriente. Desde aquí, tumbado, la sirena puede mirarme. Estás
bien, estás bien. No te puede pasar nada porque tú no has hecho nada. No te puede pasar
nada. Se tienen que dar cuenta de que tú no has hecho nada. Está claro que tú no has hecho
nada.

L. Martín Santos, Tiempo de silencio

5.1.- Las palabras que acabas de leer pertenecen a un personaje que está en una celda, en la
cárcel. ¿Qué técnica ha utilizado el narrador para transmitirlas? Justifica con ejemplos del
texto tu respuesta.

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