Sentencia T 622 2016

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Animales y naturaleza como nuevos sujetos de derecho: un estudio de las decisiones

judiciales más relevantes en Colombia

Revista Colombiana de Bioética, vol. 13, núm. 1, 2018

Universidad El Bosque

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Recepción: 13 Noviembre 2017

Aprobación: 05 Mayo 2018

Resumen:Este texto es una revisión de jurisprudencia internacional y nacional, con el objetivo de


presentar y evaluar las consideraciones de las sentencias colombianas que han intentado abrir
camino al reconocimiento de nuevos sujetos de derechos, y de las sentencias extranjeras que les
sirvieron como fundamento. Para lograr este objetivo, (i) se realizan precisiones conceptuales sobre
los términos de la discusión en derecho; (ii) se estudian los antecedentes judiciales internacionales;
(iii) se estudia la jurisprudencia colombiana relevante; y (iv) se presentan unas reflexiones
adicionales a cada sentencia, a modo de conclusión, sobre los principales retos o problemas que
surgen.

Palabras clave:Nuevos sujetos de derecho, derechos de los animales, derechos de


la naturaleza.

Abstract:This paper is a review of international and national case law aimed at presenting and
evaluating the considerations within Colombian rulings that have opened a path toward the
recognition of new subjects of rights, and of foreign rulings used as grounding for the former. In
order to do this, we (i) make conceptual clarifications of the legal terms of the discussion; (ii) we
review international case law precedents; (iii) we review relevant Colombian case law; and (iv) we
present additional considerations to each ruling, as conclusions, about the main challenges or
problems found.
Keywords:New Subjects of Rights, Animal Rights, Rights of Nature.

Resumo:Este texto é uma revisão da jurisprudência internacional e nacional, com o objetivo de


apresentar e avaliar as considerações dos julgamentos colombianos que tentaram abrir caminho para
o reconhecimento de novos sujeitos de direitos e das sentenças estrangeiras que os serviram de
fundamento. Para alcançar este objetivo, (i) são feitas precisões conceituais sobre os termos da
discussão na lei; (ii) a formação jurídica internacional é estudada; (iii) a jurisprudência colombiana
relevante é estudada; e (iv) algumas reflexões adicionais são apresentadas a cada julgamento, a
título de conclusão, sobre os principais desafios ou problemas que surgem.

Palavras-chave:Novos sujeitos da lei, direitos dos animais, direitos da natureza.

Las altas cortes y el legislador colombiano han tomado importantes decisiones


en los últimos años,[1] en desarrollo del mandato constitucional de la llamada
Constitución Ecológica y bajo la influencia de los cambios sociales y jurídicos,
alrededor del mundo, en favor del ambiente. Estas decisiones impactan no
solamente a las personas y sus derechos, sino también a la estructura del
ordenamiento jurídico. El objetivo de este trabajo es presentar y evaluar las
consideraciones de las sentencias colombianas que han intentado abrir camino al
reconocimiento de nuevos sujetos de derecho. Para lograr este objetivo, en
primer lugar, realizaremos algunas aclaraciones sobre los términos de la
discusión en derecho. Posteriormente, presentaremos los antecedentes judiciales
internacionales que han inspirado al legislador y al juez colombiano a reconocer
o crear sujetos de derecho. Lo anterior nos permitirá presentar la jurisprudencia
colombiana relevante, haciendo una reflexión sobre este tipo de reconocimientos
de cara a la protección del ambiente y los posibles efectos o problemas que puede
generar.

La discusión sobre los fundamentos de la creación de nuevos sujetos de


derecho es relevante en la actualidad. Las razones y los mecanismos de
protección del ambiente han sido tema de amplias discusiones bioéticas, que han
impactado las decisiones que se toman en otras disciplinas. Sin embargo, es
necesario reflexionar separadamente sobre la forma en que tales discusiones se
adoptan en los sistemas jurídicos.

En el derecho internacional de los derechos humanos están haciendo eco los


desarrollos nacionales ligados al reconocimiento de derechos relativos a
ecosistemas como personas (ordenanzas en EEUU); ríos como personas (acuerdo
en Nueva Zelanda); naturaleza como sujeto de derecho (constitución del
Ecuador); seres diferentes a los humanos con derechos (constitución de Bolivia y
normas concordantes); y el desarrollo jurisprudencial que refuerza la protección
de ecosistemas y animales (como ríos en India o primates en EEUU y Argentina).
Efectivamente, a instancias del Secretario General de las Naciones Unidas se ha
iniciado un proceso de reflexión sobre estos asuntos bajo el nombre de Harmony
with Nature, que ha resultado en la recomendación a los Estados de abordar un
enfoque de armonía con la naturaleza, que se suma a otros enfoques
diferenciales como el género, la edad, etc.

Los reconocimientos en Colombia al Río Atrato y a los animales plantean


preguntas relativas a la estructuración de un sistema normativo que sea coherente
y que, a la vez, permita fundamentar una política ambiental que responda a los
retos de la degradación ambiental de nuestros tiempos. Por esto, si bien partimos
del reconocimiento de la imperiosa necesidad de generar mecanismos de
protección para los distintos elementos ambientales, consideramos que esta
pretensión no puede desconocer importantes valores del sistema jurídicos como
la coherencia de normas y principios y la seguridad jurídica.

Por otra parte, para este estudio tendremos como fuentes jurídicas principales
las sentencias producidas en Nueva Zelanda e India, que reconocieron personería
jurídica a un río en el respectivo territorio, y las sentencias que resolvieron sobre
la protección de la orangutana Sandra y, posteriormente, de la Chimpancé Cecilia
en Argentina. En el ámbito local, tendremos en cuenta la sentencia T-622 de
2016 que reconoce la calidad de sujeto de derecho al Río Atrato; la C-666 de
2010 que reconoce la calidad de ser sintiente a los animales; la Sentencia C-041
de 2017 que analiza la constitucionalidad de la norma anterior; las sentencias de
la Corte Suprema de Justicia: AHC4806-2017 que falló un habeas corpus a favor
de un oso de anteojos y la STL 12651-2017 que resolvió una acción de tutela
dejando sin valor y efecto la anterior.

1. GENERALIDADES SOBRE LOS SUJETOS DE DERECHO Y LAS


COSAS

Aunque la definición de persona ha variado a lo largo de la historia del


Derecho, su concepción siempre ha estado ligada a la capacidad de tener
derechos. Actualmente, en nuestra legislación tenemos una concepción de
persona que es más o menos clara. Aunque difiere en su formulación y
presunciones de otras normas latinoamericanas, como la jurisdicción argentina
que acá compramos, el concepto de persona como sujeto de derecho es, en
general, claro. La doctrina reconoce las dificultades y discusiones que llevaron al
Derecho, desde la época Romana hasta la actualidad, a hacer estos
reconocimientos y la forma en la que ha variado. Así, Medina Pabón afirma que
el término “persona sigue siendo un término de la ciencia del Derecho, en la
medida en que también se aplica a unos elementos ideales a los que la ley
reconoce aptitud para tener derechos y obligaciones” (2014, p. 469). En su
sentido técnico, se puede aclarar que no solamente las personas humanas son
consideradas jurídicamente personas, sino que esta calidad se les da a otras
entidades, por lo que el término se pude definir así:

En sentido jurídico, la palabra persona no indica un ente o un ser, ni


mucho menos la realidad antropológica del ser humano; es simplemente
una construcción jurídica, es decir, un concepto abstracto que sirve para
indicar que a determinados seres se les atribuye capacidad para ser
titulares (o sujetos) de derechos subjetivos […]. El orden jurídico
capacita para ser sujeto de derechos o persona a todos aquellos seres en
quienes se encuentra la suficiente potencialidad para gobernar sus bienes
y poderlos hacer valer frente a los demás. (Valencia & Ortiz, 2011, p.
354)

De la misma manera, con todos los problemas conceptuales y de clasificación


que acarrea, nuestra doctrina actual tiene una definición de lo que es una cosa.
Velásquez Jaramillo considera que se puede entender en dos sentidos: general y
particular. En sentido general “todo lo que existe en la naturaleza es cosa, con
excepción del ser humano” (2014, p. 1) y en sentido particular “la palabra cosa
designa todo aquello susceptible de apropiación por el hombre” (2014, p. 2).

En estos términos, podemos ver una oposición entre la persona y la cosa. Para
nuestra legislación actual, el sujeto de derecho es la persona, mientras que el
objeto de algunos de esos derechos son las cosas. Esta división no significa que
no haya una protección para los últimos. De hecho, las normas especiales han
generado mecanismos de protección, incluso penales, a las cosas. Algunos tipos
de protección tienen como objeto el derecho de propiedad u otros derechos reales
que se ejercen sobre las cosas, pero otros tienen la finalidad de proteger a las
cosas por su relevancia o su especial valor; por ejemplo, las normas sobre
patrimonio arqueológico, arquitectónico o cultural.

A pesar de conservar esta diferencia en la legislación, la doctrina y la


jurisprudencia, actualmente el calificativo de persona y de cosa se encuentra en
discusión. La jurisprudencia nacional ha empezado a asignar la categoría
de sujeto de derecho a entidades que, en las definiciones anteriores, son
catalogadas como cosas, específicamente ecosistemas río y animales.

Uno de los supuestos recurrentes en las decisiones judiciales que estudiamos


aquí es que el estatus jurídico de cosa es degradante o permite el abuso por parte
de las personas. Consideramos que esta es una suposición infundada en esta
época. Si bien es cierto que el derecho de propiedad se definió en algún momento
como un derecho absoluto, contra esta idea es posible encontrar las limitaciones
y restricciones a sus atributos, incluso desde el derecho romano.
En Colombia el derecho de propiedad se definió en el Código Civil de 1887, en
el artículo 669, como un “derecho real en una cosa corporal para gozar y disponer
de ella arbitrariamente, no siendo contra ley o contra derecho ajeno” (Ley 57,
1887). En 1988, la Corte Suprema de Justicia decidió que el adverbio
arbitrariamente era adecuado a la Constitución de 1886, pues se refiere al arbitrio
como voluntad de la persona en el ejercicio de su derecho. Esta sentencia,
además, retoma como precedente una sentencia de 1927 en el mismo sentido.
Aunque para 1927 la Constitución no contemplaba el concepto de función social
de la propiedad, para 1988 este ya se había introducido a través del acto
legislativo 53 de 1936, que modificó sustancialmente a la Constitución de 1886.
A pesar de esto, la Corte Suprema consideró que la norma civil no contrariaba a
la Constitución si se entendía correctamente el término en disputa. No obstante,
la Corte Constitucional, en 1999, ya bajo el régimen de la Constitución de 1991
que estableció a Colombia como un Estado Social de Derecho y recogió el de
función social dentro del de propiedad, además de añadir el de función ecológica,
concluyó que debía excluirse de la definición el adverbio arbitrariamente,[2] pues
no era concordante con el concepto de propiedad establecido en la Constitución.

De esta manera, en el ordenamiento colombiano, desde el concepto inicial de


propiedad del Código Civil, encontramos como limitaciones a la propiedad la ley
y el derecho ajeno. Constitucionalmente se concibe el concepto con los límites
propios de la función social y ecológica y, adicionalmente, se le puede agregar
como límite la teoría del abuso del derecho. No es cierto, entonces, que el
derecho permita, por el solo hecho de la relación de apropiación sobre las cosas,
el abuso o el daño a las mismas. Decir que algo es una cosa no es abrir la
posibilidad jurídica a su destrucción o abuso, es solamente establecer la relación
de apropiación en la que se basan los negocios jurídicos y la responsabilidad
civil, e incluso penal, que involucran a las cosas.

Nuestra reflexión parte de las definiciones legales, doctrinarias y


jurisprudenciales construidas hasta ahora, sobre las personas como sujetos de
derecho y las cosas. Pues las mencionadas necesidades de protección y los
reconocimientos que se están haciendo retan la aplicación de las mismas dentro
del sistema jurídico y generan modificaciones que no han sido del todo
determinadas. Creemos que para el derecho es importante clarificar estas
definiciones, ya que tienen un papel fundamental en la disciplina.[3]

Debemos reiterar que compartimos la preocupación por la protección de los


elementos ambientales. Consideramos que es necesario utilizar los mecanismos
jurídicos para protegerlos de la contaminación, el maltrato, la depredación y, en
general, de todo tipo de daño, no solo por el servicio que prestan a la humanidad
sino por el valor que puedan tener en sí mismos.[4] Sin embargo, consideramos
que esta urgencia de protección no debe hacerse en desmedro del sistema jurídico
y de su utilización.

2. ANTECEDENTES JUDICIALES INTERNACIONALES

En este apartado presentaremos cinco decisiones judiciales extranjeras que


reconocieron derechos en favor de ecosistemas río y de animales, que son
relevantes porque se usaron como antecedentes para las decisiones nacionales. En
cada una de ellas evaluaremos sus argumentos y resoluciones.

2.1 R ÍO V ILCABAMBA – E CUADOR (A CCIÓN D E P ROTECCIÓN ) C ORTE


P ROVINCIAL D E L OJA , 31 D E M ARZO D E 2011

En su constitución de 2008, Ecuador estableció “una nueva forma de


convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar
el buen vivir, el sumak kawsay” (Const., 2008). Para ello, reconoció a la
naturaleza –Pacha Mama– como un sujeto de derechos (Const., 2008, art. 10),
específicamente ligados al respeto integral de su existencia, al mantenimiento y
la regeneración de sus ciclos vitales, su estructura, funciones y procesos
evolutivos y al reconocimiento de las personas, comunidades y pueblos como los
defensores de sus derechos (Const., 2008, art. 71), así como a la restauración
independiente de la reparación a los colectivos humanos (Const., 2008, art. 72)
[5].

Debido a que en periodo de lluvias la creciente del Río Vilcabamba había


arrastrado toneladas de desechos de la construcción de una carretera, que no
contaba con el correspondiente estudio de impacto ambiental, afectando una
hectárea de terreno fértil de propiedad de unos ciudadanos, estos interpusieron
una acción de protección[6] contra el gobierno provincial.

La Corte del lugar, en cumplimiento del marco normativo que protege a la


Naturaleza como un sujeto, consideró que la acción de protección era el medio
idóneo para remediar un daño ambiental focalizado. Por lo que, si bien no
reconoció al río Vilcabamba como un sujeto de derecho individualizado,
determinó que el gobierno provincial había violentado “el derecho que la
Naturaleza tiene de que se le respete integralmente su existencia y el
mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y
procesos evolutivos” (Corte Provincial de Loja, Sala Penal, 11121-2011-0010,
2011), debido al incumplimiento de las recomendaciones que previamente había
realizado la Secretaría de Calidad Ambiental y, en consecuencia, ordenó la
elaboración de acciones de remediación y prevención y el cumplimiento
inmediato de los requerimientos ambientales omitidos.
2.2 R ÍO W HANGANUI – N UEVA Z ELANDA . T E A WA T UPUA (W HANGANUI
R IVER C LAIMS S ETTLEMENT ) A CT , 20 D E M ARZO D E 2017

El incumplimiento de las obligaciones establecidas en el Tratado de


Waitangui[7] de 1840 representó la pérdida sustancial de los territorios del
pueblo Maorí en Nueva Zelanda y, con ello, una progresiva pérdida de sus
“recursos, autogobierno e identidad cultural” (Naciones Unidas, 2006). A partir
de la década de los noventa, a propósito de las movilizaciones y protestas
realizadas por las tribus maoríes –iwis– y con la incorporación de cláusulas de
derechos humanos, se inició un proceso de reconocimiento de las deudas
históricas para con ellos.[8] Por lo cual se estableció el Tribunal de Waitangi,
encargado, entre otras cuestiones, de emitir recomendaciones para superar el
estado de vulneración de los derechos.[9]

En su informe de 1999, el Tribunal consideró la reclamación del derecho a la


propiedad, la gestión y el control del Río Whanganui, y concluyó que debía
ponerse en primer plano la necesidad de reparar la privación cultural Maorí,
ocasionada con la confiscación que la Corona hizo del río, por lo que recomendó
buscar un acuerdo que reconociera la autoridad indígena sobre él (Waitangi
Tribunal, 1999).

En un largo proceso de negociación sobre los términos del marco legal para el
acuerdo, se produjo un primer borrador en 2012, en el que se reconoció al Río
como un Te Awa Tupua (un ser todo indivisible y vivo que va de las montañas
hasta el mar, incluyendo sus afluentes con todos los elementos físicos y
metafísico). El acuerdo fue ratificado por los iwis en 2014, y en marzo de 2017
obtuvo la sanción real (Royal assent).

El acuerdo determina, entre otras muchas cláusulas:

 El Te awa tupua es considerado una persona en términos jurídicos (legal person) y, como tal,
tiene derechos, facultades, deberes y obligaciones.
 El conjunto de principios que lo rigen implica que (i) es la fuente de sustento físico y espiritual
de las tribus; (ii) es un ser indivisible de la montaña al mar con sus elementos físicos y
metafísicos; (iii) las tribus tienen una interconexión y responsabilidad inalienable con él e (iv)
involucra elementos y comunidades que actúan colaborativamente con el fin común de garantizar
su bienestar. La Corona confirma su compromiso con ese conjunto de principios.
 La cara humana del Te Awa Tupua es un rol ejercido por dos personas que provienen de la
Corona y los iwis y está encargada de hablar en su nombre, promover su bienestar y ejercer el
carácter de dueño y administrador. Encuentra apoyo técnico en un grupo consultor compuesto por
autoridades y comunidades locales y tiene garantizada su sostenibilidad económica por parte de la
Corona.
 La estrategia se basa en promover procesos colaborativos primordialmente consensuales entre
los interesados: los iwis, gobiernos locales, usuarios y grupos ambientalistas, para avanzar en el
bienestar ambiental, social, cultural y económico del Te Awa Tupua.
 El estatus de persona no afecta su uso público ni los derechos prexistentes de navegación,
propiedad privada, derechos de empresas estatales ni permisos de explotación de recursos como la
pesca. A menos que se decida lo contrario, se mantendrán las decisiones de los gobierno locales.
 El Te Awa Tupua no será responsable de remediar la contaminación causada durante el periodo
de pertenencia a la Corona, de hecho, esta conservará los pasivos ambientales y cualquier otra
responsabilidad derivada de las decisiones adoptadas.

Esta ley encarna una forma consensuada de reparación de las ofensas históricas
cometidas contra las tribus maoríes y se concreta en un modelo de gestión
compartida de un ecosistema, basado en el pluralismo cultural de las partes,
orientado a la adopción de decisiones consensuadas y sostenibles sobre los usos
de dicho ecosistema.

2.3 R ÍOS Y AMUNA Y G ANGES – I NDIA . C OURT O F U TTARAKHAND A T


N AINITAL C ASE M OHD . S ALIM V S S TATE O F U TTARAKHAND A ND O THERS .
M ARZO 20 D E 2017

Como resultado de una demanda para la protección de los ríos Ganges y


Yamuna, en relación a la minería contaminante realizada en sus lechos, e
inspirada en el proceso neozelandés, en marzo de 2017 la Corte de Uttarakhand
en India declaró a los ríos Yamuna y Ganges como “entidades vivientes que
tienen el estatus de persona con todos los derechos, obligaciones y
responsabilidades correspondientes de una persona viva con el fin de ser
preservados” (Court of Uttarakhand at Nainital, 2017). Asimismo, ordenó la
conformación de una representación in loco parentis,[10] que estaría conformada
por el Director de la Misión de Conservación del Río Ganges[11] y el Secretario
y el Procurador General de gobierno del Estado de Uttarancha, con el fin de
promover su bienestar y mantener el estatus allí declarado.

Este reconocimiento se fundamentó en: (i) la inquietante degradación


ambiental de los ríos que conduciría a su inminente muerte como ecosistemas;
(ii) la ineficiente coordinación entre los niveles de gobierno local y central para la
protección y conservación de los ríos; (iii) la importancia física, cultural y
espiritual que tienen para los hindúes; y (iv) en que la declaración de los ríos
como personas jurídicas no es extraña al ordenamiento jurídico del país. Todo
esto dado que, por un lado, el derecho permite la creación de ficciones jurídicas
como la condición de persona, a la que se le pueden atribuir derechos y
obligaciones conforme a las necesidades históricas[12] y, por otro, la
jurisprudencia ha reconocido previamente, por ejemplo, la condición de
entidades jurídicas a ídolos para efecto de gravámenes e impuestos, siendo
representados por los Shebaits, a quienes les corresponde custodiar y administrar
sus bienes.
Aunque un sector ambientalista recibió con júbilo la decisión, por el contrario,
de forma casi inmediata, los in loco parentis apelaron el fallo por considerar que
era inaplicable, desproporcionado e inconveniente, ya que como entidades
individuales podrían ser demandados los propios ríos por causas como
inundaciones o accidentes de cualquier tipo.

Al resolver la apelación, la Corte Suprema de Justicia revocó el fallo aclarando


que los impactos causados sobre el río deben ser considerados como daño a los
seres humanos y no mantuvo en estos ecosistemas la categoría de personas
otorgada en Uttarakhand (Legal Correspondent, 2017).

2.4 O RANGUTANA S ANDRA . P ODER J UDICIAL DE LA C IUDAD A UTÓNOMA


D E B UENOS A IRES . 21 D E O CTUBRE D E 2015

Esta sentencia resuelve una acción de amparo, declarando a la orangutana


Sandra como sujeto de derecho y ordenando a las accionadas garantizar las
condiciones adecuadas de su hábitat. Los accionantes la interpusieron contra el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) y el Jardín Zoológico de la
misma ciudad por:

conculcar de forma manifiestamente ilegal y arbitraria el derecho a la


libertad ambulatoria, el derecho a no ser considerada un objeto o cosa
susceptible de propiedad y el derecho a no sufrir ningún daño físico o
psíquico que titulariza como persona no humana y sujeto de derecho a la
ORANGUTANA SANDRA. (Cámara Federal de Casación Penal, Sala II,
Causa CCC68831/2014/CFCI, 2015, Resulta I.)

La sentencia en comento deriva de la decisión de la Sala II de la Cámara


Federal de Casación Penal en la causa Orangutana Sandra s/hábeas corpus, del 18
de diciembre de 2014, que determinó, sin dar argumentos para ello:

2º) Que, a partir de una interpretación jurídica dinámica y no estática,


menester es reconocerle al animal el carácter de sujeto de derechos, pues
los sujetos animales no humanos (animales) son titulares de derechos, por
lo que se impone su protección en el ámbito competencial
correspondiente. (Cámara Federal de Casación Penal, Sala II, Causa
CCC68831/2014/CFCI)

En la sentencia de 2015 se establece claramente el problema jurídico que acá


nos importa: resolver el “status legal de la Orangutana Sandra, es decir si se trata
de un sujeto de derecho o sólo un mero objeto” (Cámara Federal de Casación
Penal, Sala II, CCC68831/2014/CFCI, 2015, Considerando II). Para responder,
se limita a tomar como precedente a la Cámara Federal y, con ello, concluye que
se trata de una “persona no humana, y por ende, sujeto de derechos y
consecuentes obligaciones hacia ella por parte de las personas humanas” (Cámara
Federal de Casación Penal, Sala II, CCC68831/2014/CFCI, 2015, Considerando
II, párr. 2).

Aunque lo anterior resolvería el problema jurídico planteado, la sentencia


presenta al menos cinco fundamentos para sostener tal afirmación: (i) hay leyes
en Argentina que tienen como objeto la tutela de los animales mismos; (ii) hay
ejemplos dentro del marco jurídico argentino que soportan la idea de derechos
animales; (iii) la modificación no es inconsistente con el sistema porque no se
iguala a la persona y no modifica las categorías del Código Civil y Comercial;
(iv) la dignidad y la vida son principios aplicables a los animales; y (v) las
categorías jurídicas son socialmente construidas, por lo tanto dinámicas.

Sobre el primero, la sentencia se refiere a las leyes 14.346 sobre maltrato


animal, y 17.711 de 1968, sobre el abuso del derecho y, específicamente, del de
propiedad. Con esto concluye que de ellas “surge claramente que el interés
jurídicamente protegido por la ley no es la propiedad de una persona humana o
jurídica sino los animales en sí mismos, quienes son titulares de la tutela que
establece frente a ciertas conductas humanas” (Cámara Federal de Casación
Penal, Sala II, CCC68831/2014/CFCI, 2015, Considerando II, párr. 11).

Para el segundo, utiliza dos ejemplos: (i) perros de seguridad de la Agencia


AFIP que son jubilados, y esto “consiste en la vivienda, salud y alimentación a
cargo del Estado. Un derecho en paralelo al de su guía persona humana” (Cámara
Federal de Casación Penal, Sala II, CCC68831/2014/CFCI, 2015, Considerando
III, párr. 3) y (ii) una perra usada en los juzgados de familia como apoyo
emocional a los usuarios, porque “hay condiciones de trabajo para ella tales
como horarios y vacaciones” (Cámara Federal de Casación Penal, Sala II,
CCC68831/2014/CFCI, 2015, Considerando III, párr. 4).

Respecto de la modificación del sistema jurídico, la sentencia hace dos


importantes aclaraciones: establece que catalogar al animal como sujeto de
derecho no lo iguala a persona humana, en cuanto a los derechos que le son
reconocidos, y que este reconocimiento no modifica el ordenamiento jurídico
argentino (Cámara Federal de Casación Penal, Sala II, CCC68831/2014/CFCI,
2015, Considerando III, párr. 5). Además, considera que los principios de la
dignidad y la vida se extienden de manera analógica a los seres sintientes. Sobre
esta nueva categorización toma como ejemplo los reconocimientos que hacen las
constituciones de Ecuador y Bolivia a la naturaleza.
Por otro lado, retoma a varios autores[13] para concluir que la decisión sobre a
quiénes se les asigna derechos es una construcción social que responde a las
condiciones históricas y sociales. No se trata de categorías naturales y, así, son
dinámicas. Por lo cual, sostiene que es necesario evaluar esas formas de pensar
que pueden poner en condición de dominación a algunos seres vivientes.

Con base en estos fundamentos y declaraciones, la sentencia falla a favor la


acción de amparo, declarando a la orangutana Sandra como sujeto de derechos y
ordenando a las demandadas garantizar las condiciones adecuadas del hábitat que
le es propio.

Reconociendo a la orangutana como sujeto de derechos, la sentencia establece


como consecuencia práctica que se entienda como derecho de la orangutana el
tipo de protección que se les garantiza a los animales mediante la ley 14.346 y las
necesidades que los expertos, mediante informes, reconocieron para las
condiciones de cautiverio de este animal (Cámara Federal de Casación Penal,
Sala II, CCC68831/2014/CFCI, 2015, Considerando V).

Sobre esta conclusión debemos anotar que, siguiendo esta lógica, siempre que
haya un deber de protección hacia un objeto, o que el objeto tenga una necesidad
para su existencia o conservación, tal exigencia no es un deber u obligación de un
sujeto hacia el objeto, sino que se constituye en un derecho del objeto; pero no se
define exactamente qué tipo de derecho es ni cómo haría tal objeto para exigirlo.

2.5 C HIMPANCÉ C ECILIA . T ERCER J UZGADO DE G ARANTÍAS DEL P ODER


J UDICIAL D E M ENDOZA , A RGENTINA . 03 D E N OVIEMBRE D E 2016

Esta sentencia resuelve una acción de hábeas corpus en favor de una


Chimpancé llamada Cecilia. El accionante sostiene que la Chimpancé ha sido
privada de la libertad ambulatoria y locomotiva y de su derecho a una vida digna.
Que ella es “una persona no humana, que no es una cosa y, por ende, no puede
estar sujeto al régimen jurídico de la propiedad sobre la cual cualquier persona
pueda tener el poder de disposición de ella” (Tercer Juzgado de Garantías del
Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, Resulta I). Además, que los
chimpancés son seres sociables, racionales y emocionales. Y que el trato y
hábitat inadecuado que se le da a este animal va en contravía de las leyes 14.346
y 22.421 contra el maltrato animal y de protección de la vida silvestre,
respectivamente.[14]

En las consideraciones sobre la acción, se determina que este conflicto se trata


de un derecho colectivo: el derecho al ambiente sano (Tercer Juzgado de
Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, pp. 11-15). En
conexión con este derecho constitucional y sus desarrollos, la sentencia establece
que la chimpancé se considera fauna silvestre (Tercer Juzgado de Garantías del
Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 13) y, por eso, tiene la
protección que le otorga la ley 22.421. Aclara, además, que los derechos de
incidencia colectiva son límites al ejercicio de los derechos individuales del
Código Civil y Comercial Argentino (art. 240).

Respecto de la procedencia del hábeas corpus, desarrolla su contenido


constitucional y legal para mostrar su aplicabilidad y alcance (Tercer Juzgado de
Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 19), similar al de
nuestra legislación. Cuando retoma los asuntos procesales de la acción (Tercer
Juzgado de Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 44),
establece que no hay una vía procesal específica para casos como este, y
concluye que es aplicable siempre que se limite a los derechos esenciales del
animal, que se refieren a las necesidades y condiciones esenciales de existencia
del mismo (Tercer Juzgado de Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-
72.254/15, 2016, p. 44).

Para resolver la acción, considera que es necesario responder a la pregunta:


“¿Son los grandes simios (orangutanes, bonobos, gorilas y chimpancés) sujetos
de derechos no humanos?” (Tercer Juzgado de Garantías del Poder Judicial de
Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 29). A lo que responde afirmativamente. Para
ello, la sentencia complementa los argumentos legales con fundamentos éticos.
[15]

En esta sentencia se considera que la calificación que el Código Civil y


Comercial les da a los animales como cosa es contraria a la de ser sintiente. Así,
define a los animales como seres sintientes[16] y de esta calidad colige que los
primates son sujetos de derechos[17] fundamentales con dos precisiones: (i) son
incapaces (absolutos) de hecho y (ii) tienen solo los derechos inherentes a la
calidad de ser sintiente (Tercer Juzgado de Garantías del Poder Judicial de
Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 33).

Sobre la incapacidad, toma como base la postura del civilista Guillermo Borda
que para referirse a la categoría de persona, establece que esta no es una creación
del derecho, sino que es un reconocimiento del hombre físico, corpóreo. En esta
sentencia se afirma que la categoría de sujeto de derecho también les es aplicable
a los primates, por vía de las similitudes entre el humano y el simio en cuanto
“también [son] de carne hueso, nacen, sufren, beben, juegan, duermen, tienen
capacidad de abstracción, quieren, son gregarios, etc.” (Tercer Juzgado de
Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 39).
Finalmente, teniendo en cuenta que las condiciones de vida de la chimpancé
Cecilia en su lugar de cautiverio no resultan adecuadas a su condición, decide
conceder las pretensiones de la acción de hábeas corpus que “ha de ajustarse
estrictamente a preservar el derecho de Cecilia a vivir en un medio ambiente y en
las condiciones propias de su especie” (Tercer Juzgado de Garantías del Poder
Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 44).

En esta sentencia, el tema de las definiciones es central. Este pronunciamiento


aclara que en el sistema jurídico argentino la calidad de sujeto de derecho
corresponde al de persona, que es lo mismo que sucede en nuestra legislación.
Justamente por esta correspondencia es relevante que el estatus de sujeto de
derecho sea especificado. Para reconocer la calidad de sujeto de derecho, como
se reseñó, la sentencia acudió a las semejanzas que como seres vivos hay entre
los animales y las personas humanas. La pregunta que debemos hacernos frente a
este argumento es si esas son las semejanzas relevantes para una categoría
jurídica. La definición de G. Borda, contrario a como es interpretada por esta
sentencia, establece que el derecho reconoce la calidad de personas, no crea a las
personas humanas. Por eso las características que menciona son para mostrar
la naturalidad de la persona humana, no de la categoría. De manera que
interpretar que la categoría de sujeto de derecho se asigna a la persona porque
come, vive o siente, no es una interpretación correcta de esta doctrina.

Uno de los problemas que plantea reconocer a los animales como personas es
el del reconocimiento de su capacidad de ejercicio. Que las personas sean sujetos
de derecho les permite acudir ante la jurisdicción para reclamar sus derechos
cuando sean incumplidos o vulnerados. En el caso de los animales es evidente
que ellos, por sí mismos, no podrían tomar tal determinación. Por ello, las
precisiones de la sentencia sobre la asimilación de la incapacidad absoluta y la
restricción de derechos son necesarias y relevantes, pues no solamente dan una
solución jurídica al problema de la exigibilidad de los derechos –que no solventa
el problema de su reconocimiento– sino que, además, aclaran que estamos ante la
creación de una categoría nueva y diferente de la de la persona como sujeto de
derechos.

De esta manera, en el ordenamiento jurídico argentino se reconocería, a partir


de esta sentencia, que hay sujetos de derechos diferentes a las personas y que,
como lo afirma la sentencia, no es competencia de los jueces sino del legislador
determinar cuáles son los derechos que deben reconocerse a cada categoría. No
debe perderse de vista que esta sentencia se refiere solamente a los primates y no
a los animales ni a los seres sintientes en general.[18]

3. ADOPCIÓN DE DECISIONES EN EL ÁMBITO COLOMBIANO


3.1 R ÍO A TRATO . S ENTENCIA T-622 D E 2016. C ORTE C ONSTITUCIONAL
C OLOMBIANA . M P : J ORGE I VÁN P ALACIO . 10 D E N OVIEMBRE D E
2016[19]

En revisión de una acción de tutela impetrada por comunidades étnicas,


habitantes de la ribera del río Atrato, con el fin de que se expidieran órdenes para
detener la extracción minera y explotación forestal ilegales y se frenara la
disposición en el río de sustancias tóxicas peligrosas para la vida física y cultural
de las comunidades, así como el daño ambiental a los ecosistemas, la Corte
Constitucional declaró que el río, su cuenca y sus afluentes deben ser
reconocidos como una “entidad sujeto de derechos a la protección, conservación,
mantenimiento y restauración a cargo del Estado y las comunidades étnicas”
(Corte Constitucional, T-622, 2016).

La Corte dispuso esta medida en desarrollo: (i) del principio de precaución en


materia ambiental,[20] junto con la prohibición de usar sustancias tóxicas como
el mercurio en actividades de explotación minera legales o ilegales (T-622, 2016,
numeral 9.25); (ii) de lo que denominó el enfoque jurídico de los

derechos bioculturales, cuya premisa central es la relación de profunda


unidad e interdependencia entre naturaleza y especie humana, y que tiene
como consecuencia un nuevo entendimiento socio-jurídico en el que la
naturaleza y su entorno deben ser tomados en serio y con plenitud de
derechos. Esto es, como sujetos de derechos. (Corte Constitucional, T-
622, 2016, numeral 9.28)

Y (iii) del interés superior del medio ambiente que ha desarrollado en la


jurisprudencia conocida como Constitución ecológica.

En su disertación, la Corte se acerca a las premisas del ejemplo neozelandés,


respecto del nexo entre el ecosistema y las comunidades y a las de la Corte de
Uttarakhand, al censurar la inacción del Estado para proteger tanto al ecosistema
como a las comunidades de las continuas, múltiples y peligrosas actividades
desarrolladas en el río.

En su parte resolutiva ordenó al Estado ejercer la representación legal de los


derechos del río junto con las comunidades demandantes, conformando lo que
denominó una comisión de guardianes del río que podría valerse de un equipo
asesor integrado por todo el que quiera vincularse a su protección. Esta comisión
tiene la tarea de diseñar y poner en marcha en seis meses “un plan de acción
conjunto para neutralizar y erradicar definitivamente las actividades de minería
ilegal” (Corte Constitucional, T-622, 2016), que se realizan en el río, sus
afluentes y en el departamento mismo del Chocó y, en un año, un plan de
descontaminación, de recuperación y prevención.

En este caso, la Corte se quedó corta al impartir las órdenes para el


restablecimiento de los derechos de las comunidades y, a la vez, se excedió al
incluirlas como parte de la estrategia para frenar el fenómeno criminal de la
minería y la deforestación ilegales.

En cuanto a lo primero, la Corte pudo desarrollar un esquema de sentencias del


estilo del Estado de Cosas Inconstitucional, como lo ha hecho en otras ocasiones,
frente a fenómenos de violación sistemática y masiva de derechos, estableciendo
mandatos más precisos para todas las autoridades y particulares concernidos. En
cambio, prefirió un esquema de construcción de Plan de Acción y monitoreo de
la cuenca, que hoy en día está a cargo de la Dirección de Gestión Integral del
Recurso Hídrico del Ministerio del Ambiente y Desarrollo sostenible.

En cuanto a lo segundo, la sentencia expone una suerte de política criminal


soterrada para el control de las actividades ilegales, que involucra
inadecuadamente a las comunidades que son precisamente víctimas de la
violencia ligada a esas actividades. Lo que se ubica en un contexto más amplio,
en el que se rechaza el grado de incidencia social en decisiones sobre actividades
legales, a través de ejercicios como las consultas populares y en el que existe un
altísimo grado de violencia contra activistas ambientales, llegando a su
exterminio físico y sistemático. Vincular a las comunidades al control de las
actividades ilegales de la zona es un despropósito.[21]

3.2 S ENTENCIA C-666 D E 2010. C ORTE C ONSTITUCIONAL C OLOMBIANA .


M AGISTRADO P ONENTE : H UMBERTO A NTONIO S IERRA P ORTO . 30 D E
A GOSTO D E 2010

Esta sentencia decide una acción de inconstitucionalidad declarando exequible


condicionalmente al artículo 7 de la ley 84 de 1989,[22] que exceptúa al rejoneo,
coleo, las corridas de toros, novilladas, corralejas, becerradas y tientas, así como
las riñas de gallos y los procedimientos utilizados en estos espectáculos, de la
calificación de crueldad animal. El problema jurídico que plantea la Corte es
determinar si las actividades del artículo 7 se consideran expresiones culturales y
si son acordes a la Constitución, teniendo en cuenta que en Colombia está
prohibido el maltrato animal.

Para resolver este problema, la Corte explica el contenido del artículo 7


desarrollando un extenso capítulo sobre protección animal y analizando las
limitaciones que esta puede tener. Asimismo, determina que la protección
ambiental es un deber de carácter constitucional y desarrolla el concepto
de Constitución Ecológica para poder incluir a los animales como uno de los
elementos del ambiente que, por ello, tienen protección.[23] De este deber,
concluye, se derivan dos limitaciones para el legislador: la libertad de
configuración normativa debe hacerse a favor de los animales y debe responder a
la dignidad humana como principio transversal.

Esta sentencia tiene como fundamento una visión integracionista de la


naturaleza, es decir, que esta no es un elemento a disposición del hombre, sino un
conjunto del que él mismo hace parte y que incluye a los otros seres sintientes.
En desarrollo de esta visión y de este deber constitucional, la Corte concluye que
el bienestar animal es un parámetro constitucional de interpretación de las
normas que regulan la relación entre personas y animales.

En lo que interesa a la protección de los animales, hay dos puntos importantes


en esta sentencia: (i) la extensión del concepto de dignidad humana al
comportamiento que las personas tienen respecto de los animales, fundamentado
en la capacidad de los animales de sentir. Dado que los animales se pueden
afectar por los actos de las personas, tales actos deben ser los de una persona
digna. Y (ii) el reconocimiento de los animales como seres sintientes que, para la
Corte, supera la visión de los animales como cosas animadas.[24] Además, la
Corte trae a colación la función social y ecológica de la propiedad para justificar
la limitación que a la misma le imponen las normas contra el maltrato animal.

No obstante, la Corte entiende que a esta protección de los animales la limitan


la libertad religiosa; los hábitos alimenticios de los seres humanos; la
investigación y experimentación médica y las expresiones sociales y culturales.
En últimas, la Corte concluye que las actividades mencionadas en el artículo 7
son efectivamente expresiones culturales y, por esta razón, constituye una
justificación legítima para excepcionar el deber de protección ambiental, pero
que al armonizar los preceptos debe entenderse que, aunque se permitan estas
actividades, se restringen en cuanto al contenido, territorio, ocasión, cantidad y
financiación. Por ello declara exequible el artículo condicionado a las
restricciones mencionadas.

3.3 S ENTENCIA T-095 D E 2016. C ORTE C ONSTITUCIONAL C OLOMBIANA .


M AGISTRADO P ONENTE : A LEJANDRO L INARES C ANTILLO . 25 D E F EBRERO
D E 2016

Esta sentencia resuelve una acción de tutela, interpuesta por un ciudadano que
alega que varias entidades distritales de Bogotá, entre ellas el Centro de
Zoonosis, violaron el derecho fundamental de petición, al no dar respuesta a una
solicitud para financiar la protección de unos perros en estado semisalvaje, que
habitan el humedal de Capellanía, y ordenar su recolección, lo que podría
terminar en su sacrificio.

Para lo que interesa a este estudio, la Corte Constitucional plantea el problema


jurídico en términos de la titularidad de un derecho para evitar el maltrato animal.
[25] Estudia extensamente la jurisprudencia y concluye que el derecho al
bienestar animal no es un derecho fundamental y, por ende, no es exigible
mediante tutela.

Adicionalmente, dedica un apartado (T-095 de 2016, numerales 39 al 41) a la


explicación de lo que constituye la llamada Constitución ecológica, para derivar
de allí la existencia de un mandato constitucional de protección animal y los
deberes que implicaría. Dentro del recorrido por la jurisprudencia más relevante,
en torno al reconocimiento y aplicación del derecho al medio ambiente,[26]
retoma la sentencia C-666 de 2010 y la C-283 de 2014 que incorporan el
bienestar animal como límite al trato con los animales, lo que “supone la
superación de la visión antropocéntrica y utilitarista de explotación animal para
centrarse en una que ‘comprenda al ser humano como parte de un todo que tiene
un sentido propio’ ”(T-095 de 2016, parágrafo 47). Estas dos sentencias muestran
la disputa de la Corte sobre la posibilidad de conceder derechos a los animales.
Al resolver el problema jurídico, la sentencia T-095 de 2016 toma partido al
plantear que del bienestar animal no se deriva la existencia de un derecho
fundamental en cabeza de los animales (numeral 59).

3.4 S ENTENCIA C-041 D E 2017. C ORTE C ONSTITUCIONAL C OLOMBIANA .


M AGISTRADO P ONENTE . G ABRIEL M ENDOZA M ARTELO Y J ORGE I VÁN
P ALACIO . 01 D E F EBRERO D E 2017

En esta sentencia se decide sobre la constitucionalidad del artículo 5 de la ley


1774 de 2016, y dentro de los problemas jurídicos planteados por la Corte
Constitucional reaparece la pregunta por la constitucionalidad de la excepción
que establece el artículo 7 de la ley 84 de 1989, que la norma demandada
adiciona (numeral 2.2).

La Corte estudia el concepto de Constitución ecológica (numeral 4) y,


posteriormente, analiza la protección a los animales (numeral 5). En este
apartado, la Corte presenta varias posturas teóricas que han desarrollado los
fundamentos “morales” del reconocimiento del valor intrínseco de los animales,
que para ella pueden llegar a sustentar el reconocimiento de derechos legales.[27]
Sostiene que estas posturas se refuerzan con los avances en investigación
científica y se refiere, además, a los antecedentes normativos internacionales de
protección animal. Finalmente, sostiene que es necesario el avance del derecho y
que:

Aunque la Constitución no reconozca explícitamente a los animales como


titulares de derechos, ello no debe entenderse como su negación, ni
menos como una prohibición para su reconocimiento -innominados-. Su
exigencia atiende a factores como la evolución de la humanidad y los
cambios que presente una sociedad, lo cual puede llevar a la Corte a
hacer visible lo que a primera vista no se avizora en la Constitución.
Además, con independencia de la clasificación de los derechos en el
tiempo (generacionales), forman una unidad por cuanto son
interdependientes, integrales y universales (cfr. Sentencia C-251, 1997).
(Corte Constitucional, C-041, 2017, p. 54)

Al igual que la sentencia argentina de 2015, en esta Sentencia se aclara que los
animales y los individuos humanos no son iguales. Pero sostiene que es posible
“encausarlos dentro del sentido amplio de persona” (Corte Constitucional, C-041,
2017, p. 56).

Para resolver el problema jurídico presentado, la sentencia recurre a los


fundamentos de la Sentencia C-666 de 2010. Teniendo en cuenta que esta declaró
constitucionalidad condicionada y que median en la norma estudiada aspectos
relevantes sobre la tipicidad penal, la Corte decide declarar inexequible la adición
de la ley 1774 a la excepción del artículo 7 de la ley 84 y concede un plazo de 2
años al legislador para adaptar la regulación a la jurisprudencia.

3.5 O SO C HUCHO (H ÁBEAS C ORPUS ) A HC 4806-2017. C ORTE S UPREMA DE


J USTICIA DE C OLOMBIA – S ALA C IVIL -. 26 DE J ULIO D E 2017

Aunque esta sentencia es declarada sin valor y efecto, por acción de tutela


contra la sentencia judicial, se analiza porque sigue la línea jurisprudencial de la
Corte Constitucional y se basa en las decisiones argentinas presentadas.
Adicionalmente, fue una decisión de amplia discusión en los medios nacionales.
Se trata de un fallo de la Sala Civil de acción de hábeas corpus a favor de un oso
de anteojos denominado Chucho, que fue movido de una reserva en Manizales a
un zoológico en Barranquilla.

Esta sentencia pretendía que los seres sintientes fueran reconocidos como
sujetos de derecho o, lo que es lo mismo, con personalidad jurídica. Una de las
estrategias de la Corte es equiparar la noción de persona –y personalidad–
jurídica a la de sujeto de derecho y así extrapola la noción de persona a otras
entidades animadas. Sin embargo, no es evidente cuáles son las características
que estas dos entidades comparten en tal identificación. A pesar de que se apoya
en el valor intrínseco de la naturaleza, curiosamente no se refiere a ninguno de
los fundamentos de la Sentencia C-041 de 2017. Este reconocimiento, dice, se
deriva necesariamente del mandato de la Constitución ecológica y es imperativo
para detener el deterioro ambiental y los abusos contra los animales.

El cambio relevante de esta sentencia radicaba en reconocer como sujetos de


derecho a los animales (AHC4806-2017, fundamento 2.4.3 y 2.4.4) y a otros
seres sintientes.[28] En ambos casos reconoce de plano su calidad de sujetos de
derecho. En cuanto a la consideración de estas entidades como bienes, la Corte
afirma tajantemente “los otros seres sintientes también son sujetos de derechos
indiscutiblemente” (Corte Suprema de Justicia de Colombia, AHC4806-2017,
2017), conclusión que en realidad es muy discutible. Además, consideramos que
invertir la carga argumentativa resulta falaz, pues la Corte, en lugar de presentar
sus razones, pregunta: “[s]i las realidades jurídicas fictas son sujetos de derechos,
¿por qué razón, quienes ostentan vida o son “seres sintientes” no pueden serlo?”
(Corte Suprema de Justicia de Colombia, AHC4806-2017, 2017, considerando
2.4.3). Así, podemos identificar que no se ofrece ningún fundamento de la
conclusión de que los animales son sujetos de derecho, por lo que parece que el
argumento cae en una petición de principio.

En esta sentencia se asume que los derechos no son exclusivos de las personas
naturales (o jurídicas). Para sostener estas conclusiones desarrolla lo que
denomina una visión ecocéntrica-antrópica, que significa un reconocimiento del
papel del hombre dentro de la naturaleza y no sobre ella. Esta visión implica una
responsabilidad de la humanidad con el cuidado del ambiente y con las
generaciones futuras. Con base en esta idea, la Sentencia propone que debe
hacerse un cambio de la naturaleza como objeto del derecho a la naturaleza-
sujeto, pero no es claro cómo se inserta esta categoría en el sistema legal actual.

Sobre la posibilidad de conceder una acción constitucional como el Hábeas


Corpus a un animal, la sentencia no encuentra incompatibilidad, pues al ser el
animal titular de derechos se le puede reconocer el derecho a la libertad que
fundamenta la acción (Corte Suprema de Justicia de Colombia, AHC4806-2017,
2017, numeral 2.4.5.4). Más aún, teniendo en cuenta que el oso de anteojos es
una especie protegida y su papel dentro del ecosistema, la Corte resuelve
conceder la protección invocada y ordenar a las entidades responsables el
traslado del animal a una zona adecuada a su hábitat.
Esta sentencia se asemeja a la argentina de la orangutana Sandra (2015) en tres
cuestiones: (i) sostiene que persona y ser sintiente no son sujetos de derecho en
exacto sentido, pues no pueden concedérseles los mismos derechos (Cfr. Corte
Suprema de Justicia de Colombia, AHC4806-2017, 2017, fundamento 2.4.5.2, p.
25) y, además, a los últimos no se les pueden imponer obligaciones (Corte
Suprema de Justicia de Colombia, AHC4806-2017, 2017, parágrafo 2.4.5); (ii)
les reconoce como derechos, exclusivamente a los animales, lo consignado en la
Ley 1774 de 2016, artículo 3 (Corte Suprema de Justicia de Colombia,
AHC4806-2017, 2017, núm. 2.4.5.1); y (iii) asume que la condición de cosa de
los animales, implica que no se les reconoce su calidad de seres vivos sintientes y
que esto lleva a su utilización indebida e incluso a su abuso. Se diferencia el
pronunciamiento al no reconocer una modificación a las categorías del Código
Civil.

Podría pensarse que esta sentencia quería generar un cambio total en la


jurisprudencia, que incluía decisiones contrarias en las que claramente se
establecía la imposibilidad de que los animales fueran considerados sujetos de
derecho, como en la Sentencia del Consejo de Estado 2014-00723 del 12 de
diciembre de 2014, en la que se analiza la posibilidad de usar animales en
investigaciones científicas y se concluye que “la investigación y experimentación
en animales es inevitable” y se aclara que

no se desconoce la condición de seres vivos de los animales, que en todo


caso desde el punto de vista bioético no son sujetos de derechos, como
tampoco lo son de responsabilidades, pero sobre quienes no hay dudas
acerca de si son sujetos morales o no, son los seres humanos. (Consejo de
Estado, 2014-00723, 2014, numeral 3b)

No obstante, la sentencia de la Corte Suprema hace específicamente la


salvedad sobre la limitación de la idea de sujeto de derecho en casos de
alimentación, investigación, desarrollo, entre otras actividades que se ejercen con
animales, por lo que no podría afirmarse que altere este antecedente judicial.

3.6 S ENTENCIA T UTELA C ONTRA S ALA C IVIL . S TL 12651-2017. C ORTE


S UPREMA DE J USTICIA DE C OLOMBIA -S ALA L ABORAL . 16 DE A GOSTO DE
2017

Contra la anterior decisión de la Sala Civil de la Corte Suprema, para la


protección del Oso Chucho, la Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla
(FUNDAZOO) interpuso una acción de tutela. Esta acción fue resuelta por la
Sala Laboral, de la misma corporación, que decidió dejar sin valor y efecto lo
actuado, en virtud de la acción de hábeas corpus. El accionante, en palabras de la
Corte, consideró que la decisión de la Sala Civil “produjo un impacto negativo en
la sociedad generando un equivocado entendimiento constitucional y legal para el
uso de las acciones legales” (Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala
laboral, STL 12651-2017, 2017, p. 4) y solicitó que se dejara sin efecto tal
decisión al constituir una vía de hecho.

Para el caso concreto, la Corte plantea un problema jurídico: “sobre la


posibilidad de agenciar derechos de un ser sintiente […], para estudiar si, en
efecto, existía legitimación y si, era viable acudir al Hábeas Corpus para su
definición” (Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala laboral, STL 12651-
2017, 2017, p. 15), que responde de manera negativa. En este punto la Corte hace
dos aclaraciones importantes para nuestro análisis: (i) de la calidad de persona se
deriva la condición de ser sujeto de derecho; y (ii) en nuestro ordenamiento los
animales tienen una “categoría intermedia entre sujeto y objeto de derecho”
(Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala laboral, STL 12651-2017, 2017,
p.15).

En esto se distancia de la Sala Civil y se asemeja más a la sentencia argentina


de 2015. La categoría de ser sintiente sí es una categoría nueva que no coincide
con la de persona ni con la de cosa.

Sobre el hábeas corpus, la Corte considera que este derecho fundamental les
corresponde de manera exclusiva a los individuos, no a cualquier entidad
considerada como persona jurídicamente. La Sala Laboral utiliza la misma
estrategia que usó la Sala Civil: extiende la noción de la persona jurídica, pero lo
hace para mostrar que si a las primeras no se les puede conceder el derecho de
habeas corpus por la forma en la que funcionan, a los animales tampoco se les
puede conceder por la misma razón (cfr. STL 12651-2017, p.14). Más aún,
teniendo en cuenta que a los animales no se les reconoce la calidad de personas.

Para la Sala Laboral, la calidad de sintiencia no deriva en la calidad de sujetos


de derecho, como lo sostuvo la Sala Civil, sino que de tal calidad se derivan
deberes de protección y tutela a cargo de las personas. A diferencia de la
sentencia argentina de 2015, que consideraba que estos deberes de cuidado
generaban un derecho en cabeza del objeto.

Así, la Corte establece en esta sentencia de tutela que no es necesario acudir a


la categoría de persona para proteger a los animales, sino que basta con el
ejercicio de las acciones populares o de las acciones legales consagradas en la ley
1774. Al respecto, cita la sentencia C-041 de 2017. Concluye entonces que las
normas en las que se basó la Sala Civil para conceder el hábeas corpus no son
aplicables y generaron efectos contrarios al debido proceso, por lo que concede el
amparo a FUNDAZOO, accionante en la tutela.

4. CONCLUSIONES

No cabe la menor duda de que la situación ambiental en el país, y en particular


las nefastas condiciones ambientales de los ecosistemas en lugares vulnerables
como el Chocó, requieren de la adopción de medidas extraordinarias. Igualmente,
el tratamiento de los animales domésticos y salvajes ha traído como consecuencia
la disminución de la calidad de vida de estos seres y el riesgo de extinción de las
especies. Sin duda alguna, el ejercicio de las Cortes es muy apreciado al realizar
un análisis tan pormenorizado sobre esas condiciones y sobre el marco jurídico
interno desarrollado, y por desarrollar, para la materialización de una equilibrada
justicia ambiental. Sin embargo, consideramos que las decisiones tienen falencias
en su argumentación, que llevan a tomar decisiones inadecuadas en el contexto
colombiano.

En el estudio de las sentencias detectamos varios problemas: (i) las Cortes no


son consistentes en la fundamentación de la posibilidad de reconocer derechos a
los animales u otros elementos del ambiente; (ii) no se determinan las
consecuencias de la consideración de los animales y los ríos como sujetos de
derechos, y el tipo de derechos que se intentan reconocer en unas y otras son
diferentes; (iii) se hace más oscura la noción de derecho subjetivo y de sujeto de
derecho, al no aclarar los alcances de uno u otro reconocimiento a favor de los
elementos de la naturaleza, así, la claridad que podría tener la extensión de los
derechos –civiles– de las personas se pierde; (v) no se desarrolla de manera
completa y sistemática la categoría intermedia de naturaleza ni de ser
sintiente como sujeto de derecho.

En ellas se puede encontrar como origen distintas acciones y como resultado


reconocimientos diversos, tal como se consigna en la tabla 1:

Tabla 1.
Sentencias
Sentencia Tipo de acción Petición Reconocimientos/Derechos
T-622 de Tutela Protección a derechos En su parte decisoria reconoce
2016. Río colectivos de al Río Atrato como sujeto de
Atrato comunidades derecho a: protección,
especialmente conservación, mantenimiento
protegidas, a la vida, a y restauración a cargo del
la salud, al agua, a la Estado y comunidades étnicas.
seguridad alimentaria,
al medio ambiente
sano, a la cultura y al
territorio. Ninguna
sobre reconocimiento
de personalidad
jurídica.
En sus consideraciones:
reconoce el deber
constitucional de protección a
Declaración de los recursos naturales, que
inconstitucionalidad incluyen la fauna. Determina
del artículo 7 de la ley que los animales son seres
C-666 de
Constitucionalidad 84 de 1989: excepción sintientes. Establece la
2010
a protección animal dignidad humana como fuente
que permite uso de de obligaciones hacia los
animales. animales. Determina los
alcances y límites del deber
constitucional de protección.
No reconoce ningún derecho.
En su parte decisoria
determina que el derecho al
bienestar animal no es un
Protección a los
T-095 de derecho fundamental y, por lo
Tutela derechos de petición y
2016 tanto, no es protegible
bienestar animal.
mediante tutela. No reconoce
derechos ni titularidad en las
acciones a los animales.
En sus consideraciones tiene
Declaración de una posición favorable hacia
inconstitucionalidad los consensos en contra del
del artículo 5 de la ley maltrato animal y no niega la
C-041 de 1774 de 2016: posibilidad de subsumir la
Constitucionalidad
2017 excepción a definición de los animales en
protección animal que el concepto de persona. No
permite uso de reconoce a los animales como
animales. personas y no determina
ningún derecho.
CSJ- Tutela contra Dejar sin valor y No reconoce la calidad de
STL sentencia judicial efecto la sentencia sujeto de derecho, pero
12651- AHC4806-2017 establece que la categoría de
2017 (hábeas corpus del los animales es un intermedio
Oso Chucho) entre sujeto y objeto de
derecho. Deniega la
posibilidad de que un animal
sea titular del derecho al
hábeas corpus. Reconoce la
calidad de seres sintientes,
pero no les otorga ningún
derecho.
elaboración de las autoras a partir de los datos recolectados

De esta manera, podemos concluir, respecto de los animales, que incluso con el
reconocimiento de la categoría de sintiencia en la legislación colombiana se les
sigue manteniendo dentro del régimen de los bienes muebles animados, aunque
resaltando una especial protección como seres sintientes. No obstante, antes del
reconocimiento de sintiencia, y más allá de él, en nuestro ordenamiento jurídico
se encuentran vigentes la ley 84 de 1989 y la ley 1774 de 2016 sobre maltrato
animal, que establecen tipos penales para la protección de los animales contra el
maltrato y que reconocen las necesidades mínimas que deben satisfacérseles a los
mismos cuando están sujetos a la propiedad individual.

Respecto de la naturaleza, la categoría de sujeto de derecho otorgada al Río


Atrato en la sentencia es gratuita e injustificada, no se deriva de las pretensiones
y no concede ninguna protección adicional a la que se hubiera obtenido con las
mismas órdenes, habiendo simplemente reconocido la vulneración a los derechos
alegados por las comunidades accionantes. Aunque algunos afirman que el plus
de la sentencia es la activación de un escenario de participación pública en la
protección y gestión del ecosistema río novedoso, debemos esperar a conocer sus
características, metodologías y alcances con el paso del tiempo, pues puede
terminar sumándose al amplio número de escenarios denominados
de participación, en los que, sin embargo, a los interesados no les es posible
influenciar en lo sustancial, las decisiones de las autoridades.

Por otra parte, la función social atribuida constitucionalmente a la propiedad,


desde 1936 y la ecológica adicionada en 1991, impone límites al ejercicio de los
atributos de la propiedad sobre los bienes en general y supone el deber de
protección ambiental que se instancia en decisiones legislativas, administrativas y
judiciales sin necesidad de reconocimientos de derechos individuales a los
elementos protegidos.

Reconocer un estatus nuevo que otorgue derechos, en lugar de generar o


fortalecer los deberes indirectos que las personas podemos reconocer frente a los
animales y el ambiente, es tarea del legislador. Las decisiones judiciales que
reconozcan aisladamente derechos, incluso fundamentales, a entidades que
entendemos como cosas pueden ser inconvenientes en la medida en que retan la
aplicación de la normativa a la que están sujetos tales objetos, como cosas
apropiables o bienes bajo la protección del Estado. No queremos decir con esto
que la inconveniencia resulte de modificar el Código Civil u otra normatividad,
sino que su modificación debe hacerse atendiendo a la afectación o modificación
que tendrían distintas normas que dependen de la categoría de sujeto de derecho
o cosa y, por ello, estas deben ser claramente definidas en sus alcances y
consecuencias.

Un extremo de este reconocimiento sería eliminar la característica de


apropiabilidad que tienen los animales y otros elementos de la naturaleza y, por
esta razón, reconocerles autonomía de derechos respecto de los humanos. Lo que
redundaría en afectaciones a las industrias y los negocios jurídicos como las
conocemos hoy en día, incluso a prácticas culturales de comunidades étnicas. El
otro extremo sería no reconocer que el ambiente o lo animales requieren una
protección especial y que en su condición de cosas son disponibles de cualquier
manera, pero este extremo ya está de antaño superado. En el punto medio,
probablemente no necesitaremos asignar derechos a las cosas, sino fortalecer la
normatividad y efectividad de su protección en desarrollo de las limitaciones
legales y constitucionales a la propiedad privada y a los atributos de los
propietarios. Pero si los cambios normativos y sociales nos llevan a esta
modificación, es necesario entonces que el legislador tome la tarea definitoria
con la seriedad que merece y determine con claridad las características y alcances
que tendrían en el sistema normativo los nuevos sujetos de derecho.

Referencias

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Notas

[1] Este texto fue presentado a la Revista en noviembre de 2017, por esta razón, no incluye
importantes pronunciamientos y avances que se dieron en 2018. No obstante, el texto se
actualiza en algunos pies de página para referencia de los lectores.
[2] Al respecto, la Sentencia C-595 de 1999, establece: De todo lo que anteriormente se ha
expuesto se desprende con meridiana claridad que el concepto de propiedad que se
consagra en la Constitución colombiana de 1991, y las consecuencias que de él hay que
extraer (la doctrina de la Corte ejemplificada en las citas anteriores así lo confirma), es bien
diferente del que se consignó en el Código Civil adoptado en 1887 y, por tanto, que el uso
que allí se prescribe del concepto de propiedad, dista mucho de coincidir con el que ha
propuesto el Constituyente del 91; por ende, se deduce que el contenido del art. 669 del
Código Civil según el cual, el propietario puede ejercer las potestades implícitas en su
derecho arbitrariamente, no da cuenta cabal de lo que es hoy la propiedad en Colombia.
(Corte Constitucional, C-595, 1999)
[3] La Corte Constitucional ha explicado la función e importancia de las normas
definitorias así: Cuando el legislador define, hace lo que, en el análisis lingüístico, se
conoce como un uso estipulativo de la palabra; es decir, prescribe lo que dentro de una
comunidad ha de entenderse cuando se emplea el término definido. En ese sentido, formula
una directiva acerca de lo que en un determinado contexto (el sistema jurídico, en este
caso), hay que tener como el significado correspondiente a un concepto,
independientemente de que el mismo, desde otra perspectiva extrasistemática, pueda
significar otra cosa. No informa lo que algo es, en su esencia, sino manda que, para
determinados propósitos, sea tenido por tal. A diferencia de lo que hace el jurista, cuya
tarea sí consiste en informar acerca del significado que a un término le ha asignado quien
tiene competencia para hacerlo. Las reglas definitorias no son obligacionales sino
meramente conceptuales. Su desconocimiento no implica la infracción de un deber sino una
falla técnica que desvía al sujeto de la finalidad perseguida, a saber, conocer y dar cuenta
cabal del significado (dentro de un sistema) de un concepto jurídico o de una institución. En
palabras de Von Wright, “sólo valen como reglas prácticas para aquéllos que quieren lograr
un resultado determinado”. (Corte Constitucional, C-595, 1999)
[4] Elemento que, de hecho, ya ha sido reconocido jurisprudencialmente. La Corte
Constitucional ha dicho: Apuntar al valor intrínseco de la naturaleza, integrada por los
ecosistemas y la biósfera en el planeta tierra, y la interdependencia e interacción de los
seres humanos con ella, nos aproxima en el mundo contemporáneo al concepto dinámico y
abierto de Constitución ecológica, que cobra especial relevancia tratándose del principio de
pluralismo cultural y étnico, así como los saberes ancestrales legados por los pueblos
tribales. (Corte constitucional, C-449, 2015)
[5] Para una mayor comprensión de este reconocimiento, puede revisarse: Murcia, D
(2011). El Sujeto Naturaleza: elementos para su comprensión. En: La Naturaleza con
Derechos, de la filosofía a la Política. Quito: Universidad Politécnica Salesiana - Ediciones
Abya Yala.
[6] Equivalente a una acción de tutela en el ordenamiento jurídico colombiano.
[7] Considerado el texto fundacional de Nueva Zelanda, que, aunque no tiene fuerza
vinculante directa, ha sido invocado para alegar la ilegalidad de aquellas normas adoptadas
para desposeer a los iwis. Cabe destacar que existe una controversia histórica sobre el
contenido de sus cláusulas, pues la redacción en inglés y en maorí parece disentir en el
alcance de la expresión soberanía sobre los recursos. Para mayor ilustración puede
consultarse: https://nzhistory.govt.nz/politics/treaty/read-the-Treaty/differences-between-
the-texts
[8] La desposesión por vía administrativa, confiscaciones, compras fraudulentas,
fragmentación de los títulos colectivos, sometimiento a condiciones de pobreza,
compensaciones fallidas y represión de las protestas. Todos estos elementos fueron
resaltados en el informe del Tribunal de Waitangui Taranaky Report, Kaupapa Tuatahi de
1996.
[9] El carácter del Tribunal no es estrictamente vinculante y la Corona no siempre aceptó
sus conclusiones (Naciones Unidas, 2006).
[10] Homologable a nuestra figura de representante legal y comprendida en contexto como
los guardianes legales.
[11] Programa existente desde 1986 y con exiguos resultados en la conservación efectiva
del ecosistema. Para más información ver: http://nmcg.nic.in/about_nmcg.aspx
[12] Es así como se crean personas jurídicas como empresas, instituciones oficiales,
sindicatos o fideicomisos.
[13] Las obras citadas son: Juliano, D. (1997). Universal/Particular, un falso dilema. En R.
Bayardo, & M. Lacarrieu M. (Comps.), Globalización e Identidad Cultural. Buenos Aires:
Ediciones Ciccus; Burke, P. (2001). Estereotipos de los otros. En Visto y no Visto.
Barcelona: Editorial Crítica; Goffman, E. (1995). Estigma. La identidad deteriorada.
Buenos Aires: Amarrortu Editores. [Selección: pp. 9-31 y 45-55]; Guaimas, L. (2015). La
Antropología: sobre la construcción social de las Categorías [inédito]; Zaffaroni, E. R.
(2013). La Pachamama y el Humano. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo,
p. 74.
[14] La sentencia resume parte de las peticiones así: En definitiva, manifiesta el Dr.
Buompadre, Cecilia es una persona no humana, inocente, que no ha cometido delito alguno
y que ha sido condenada a vivir en el encierro de una forma arbitraria e ilegítima, sin
proceso previo, legal y válido, dispuesto por una autoridad pública que no es judicial,
zoológico de Mendoza, donde actualmente cumple una pena de prisión (establecimiento
que no garantiza mínimamente sus condiciones de “Bienestar animal”) y que nunca tuvo la
más mínima posibilidad de ser libre y de vivir esa libertad, aunque sea en sus últimos días
de vida. (Tercer Juzgado de Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016,
p. 5)
[15] El pronunciamiento cita a Bentham, Salt, P. Singer, Zaffaroni y L. Boff en favor de los
derechos de los animales y de la tierra.
[16] En este punto la sentencia reúne una serie de argumentos de manera indistinta que se
encuentran desarrollados en los informes de los expertos allegados al expediente, así:
Ahora bien, es una regla de la sana crítica- racional que los animales son seres sintientes en
tanto les comprenden las emociones básicas. Los expertos en la materia coinciden de forma
unánime en la proximidad genética que tienen los chimpancés con los seres humanos y
agregan que estos tienen capacidad de razonar, son inteligentes, tienen conciencia de sí
mismos, diversidad de culturas, expresiones de juegos mentales, manifestaciones de duelo,
uso y fabricación de herramientas para acceder a los alimentos o resolver problemas
sencillos de la vida cotidiana, capacidad de abstracción, habilidad para manejar símbolos en
la comunicación, conciencia para expresar emociones tales como la alegría, frustraciones,
deseos o engaños, organización planificada para batallas intra-específica y emboscada de
caza, poseen habilidades metacognitivas; poseen estatus moral, psíquico y físico; poseen
cultura propia, poseen sentimientos de afecto (se acarician y se acicalan), son capaces de
engañar, usan símbolos para el lenguaje humano y utilizan herramientas. (Tercer Juzgado
de Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, p. 32)
[17] En este pronunciamiento se aclara que el concepto de persona se equipara con el de
sujeto de derecho y, por tanto, es necesaria su clara definición.
[18] En la sentencia se establece: Por ello, en la presente no se intenta igualar a los seres
sintientes –animales– a los seres humanos como así tampoco se intenta elevar a la categoría
de personas a todos los animales o flora y fauna existente, sino reconocer y afirmar que los
primates son personas en tanto sujetos de derechos no humanos y que ellos poseen un
catálogo de derechos fundamentales que debe ser objeto de estudio y enumeración por los
órganos estatales que correspondan, tarea que excede el ámbito jurisdiccional. (Tercer
Juzgado de Garantías del Poder Judicial de Mendoza, P-72.254/15, 2016, pp. 36-37)
[19] Este pronunciamiento da lugar a la Sentencia de Casación de la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil (STC-4360 de 2018), emitida el 05 de abril de 2018, que
ordena la formulación de “un plan de acción de corto, mediano y largo plazo, que
contrarreste la tasa de deforestación en la Amazonia, en donde se haga frente a los efectos
del cambio climático” y dentro de sus consideraciones reconoce a la Amazonía Colombiana
como “sujeto de derechos”. El Magistrado Ponente de esta última sentencia es Luis
Armando Tolosa Villabona, que fue Ponente de la Sentencia que reconoció el Hábeas
Corpus al oso de anteojos analizada en este artículo en el numeral 3.5. La sentencia de 2018
no se analiza acá porque es posterior a la fecha de presentación de este artículo.
[20] Establecido en el Principio 15 de la Declaración de Río: Con el fin de proteger el
medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el criterio de precaución
conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de
certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de
medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente.
(Corte Constitucional, T-622, 2016)
[21] Los guardianes elegidos por las comunidades para representar los intereses del río
tendrán que participar de acciones como: incautación y neutralización de las dragas –y en
general de la maquinaria utilizada en estas labores–, la restricción y prohibición del tránsito
de insumos como combustible y sustancias químicas asociadas (mercurio, cianuro) y la
judicialización de las personas y organizaciones responsables. (Corte Constitucional, T-
622, 2106, resuelve 10, numeral 3). A un año de la expedición de la sentencia, los
guardianes habían denunciado amenazas en su contra con ocasión de rol en cumplimiento
de la sentencia, y una reacción estatal mínima para garantizar su protección (Ávila, 2018).
[22] Ley 84 de 1989 “Por la cual se adopta el Estatuto Nacional de Protección de los
Animales y se crean unas contravenciones y se regula lo referente a su procedimiento y
competencia” (p. 1).
[23] La Corte presenta los elementos fundamentales del sistema de protección en las
conclusiones del Punto 1 del Capítulo I de la Sentencia C-666 de 2010.
[24] En palabras de la corte: la protección que se deriva de la Constitución supera la
anacrónica visión de los animales como cosas animadas, para reconocer la importancia que
éstos tienen dentro del entorno en que habitan las personas, no simplemente como fuentes
de recursos útiles al hombre, sino en cuanto seres sintientes que forman parte del contexto
en que se desarrolla la vida de los principales sujetos del ordenamiento jurídico: los seres
humanos. (Corte Constitucional, C-666, 2010, Cap. I, numeral 1)
[25] En palabras de la Corte: […] corresponde determinar si ¿del mandato constitucional de
protección al bienestar animal se desprende la titularidad de un derecho exigible por
cualquier persona con el fin de evitar el maltrato animal del que presuntamente serán
víctimas los perros que habitan el humedal de Capellanía, al ser recolectados por la
Secretaría Distrital de Salud con el fin de resguardar el ecosistema del humedal y la
garantizar la recuperación del espacio público? (T-095, 2016, parágrafo 26)
[26] Sentencias: T-411 de 1992; T-622 de 1995; T-035 de 1997; T-863 de 1999; C-1192 de
2005; T-760 de 2007; C-666 de 2010; C-439 de 2011; C-283 de 2014.
[27] Entre otros referentes, cita a Bentham como primera afirmación de los derechos de los
animales; Lord Erksine y Richar Martin, como antecedente de la primera ley de protección
del ganado en Inglaterra; Peter Singer que desarrolla el problema del estatus moral de los
animales; Adela Cortina que reconoce el valor intrínseco en los animales; Henry Salt que se
refiere de manera más precisa a los derechos de los animales; Alejandro Herrera Ibáñez que
propone la sintiencia como fuente de obligatoriedad moral; Joel Feinberg que aborda el
problema de la representación legal de los animales; Tom Regan que aboga por el
reconocimiento de valor intrínseco; Martha Nussbaum que extiende el concepto de
capacidades a la vida de los animales; y, en la misma línea, a Jorge Riechman.
[28] Esta sentencia supone que los animales, por el hecho de ser tales, son sujetos de
derecho. Esta es nuestra interpretación de la expresión “reclaman prioritariamente [la
entidad de sujetos de derecho], por poseerla ontológicamente, los otros seres sintientes,
incluyendo la naturaleza” (Corte Suprema de Justicia de Colombia, AHC4806-2017, 2017,
parágrafo 2.4.3, párr. 2).

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