Recurso Coop Socios San Lorenzo
Recurso Coop Socios San Lorenzo
Recurso Coop Socios San Lorenzo
FORMULA RESERVAS
Tal como lo acredito con el Poder General para Juicios otorgado mediante Escritura
Nº 28 de fecha 23/03/2021 obrante al Folio Nº58 del Escribano Gustavo Ángel
Remondino, titular del Registro Nº 541 en San Lorenzo, soy apoderado de los Sres.
Iván Daniel Juárez, DNI Nº 11.784.245; Rubén Ramón Teves, DNI Nº 6.186.089;
Miriam Gabriela Manzo, DNI Nº 22.863.085; Juan Antonio Avila, DNI Nº 18.067.688;
Jorge Oscar Gómez, DNI Nº 12.577.372; Juan Carlos Díaz, DNI Nº 17.449.367; José
María Del Sonno, DNI Nº 16.837.508; Francisco Franco, DNI Nº 16.837.783; Diego
Nelson Avila, DNI Nº 24.567.045; Javier Alberto Casado, DNI Nº 25.280.115; Marcelo
Fabián Aguirre, DNI Nº 18.067.689; Matías Amilcar Avila, DNI Nº 34.527.888; Gabriel
Alejandro Teves, DNI Nº 25.280.397; Héctor Darío Mandón, DNI Nº 28.520.764;
Sergio Rubén Roppulo, DNI Nº 22.050.365; María Jimena Juárez, DNI Nº 32.076.375;
Edgardo Gabriel González, DNI Nº 20.971.261; Mariano José Del Sonno, DNI Nº
35.222.310; Jorge Oscar Gómez, DNI Nº 29.725.648; Fernando Fabián Villani, DNI Nº
18.244.543; Sergio Gabriel Aguirre, DNI Nº 16.837.867; José Antonio Díaz, DNI Nº
16.092.719; Cristian Miguel Pérez, DNI Nº 23.535.329; Eliana Noelia Catala, DNI Nº
27.890.874; cuyos demás datos obran en el referido poder y que por motivos de
brevedad doy aquí por reproducidos; todos ellos en su carácter de asociados de la
Cooperativa de Trabajo “San Lorenzo” Ltda. (Mat. 16039) con facultades suficientes
para intervenir en el presente incidente.
Se acompaña copia del referido instrumento. Asimismo, informo que mi CUIT es 20-
24063800-3 a efectos de constituir domicilio electrónico en los presentes.
2.- OBJETO
Calificación del recurso: El presente manifiesta una disconformidad esencial con los
argumentos vertidos en la Resolución indicada en el párrafo anterior; mas como la
misma fue dictada sin sustanciación, se aclara que, más allá del nomen juris, se
atienda a los motivos que alimentan nuestra queja con el trámite que se crea más
pertinente. En consecuencia, si VS entendiese aplicable al caso las disposiciones de
los arts. 446/448 CPPN, esta parte no formula objeciones a dicho proceder en tanto
se garantice convenientemente el derecho de esta parte a ser oída.
3.- MOTIVACIÓN
La medida dispuesta por VS arrastra los vicios que exhibiera la original disposición de
la intervención en la Cooperativa San Lorenzo Ltda. (en adelante La Cooperativa), y
los agrava al desconocer el paso de tres interventores sucesivos, con sus respectivos
planes de trabajo y dictámenes, y omitiendo el detalle (no menor) que una medida,
por definición excepcional, lleva más de un año y medio de duración sin efecto
alguno. El principal argumento para sustentar esto último lo da el propio interventor
Sorrequieta al proponer a VS un plan de trabajo idéntico al de sus dos predecesores
indicando falencias provocadas justamente por la Intervención como se verá.
3.a.- Competencia de este Tribunal para disponer esta medida: Entendemos que VS
resulta incompetente para el dictado de la presente medida cautelar de intervención
en la cooperativa por las argumentaciones de hecho y de derecho que seguidamente
exponemos:
La declaración de incompetencia aludida –en razón del territorio- debió haber sido
pronunciada mucho tiempo antes del 06/08/2019 pues los hechos investigados
claramente reconocían su lugar de producción en zonas ajenas a su jurisdicción, y
ello ya había sido advertido por el Tribunal que, no obstante, inexplicablemente
continuó su tarea desplegando medidas de extrema gravedad y trascendencia
procesal. Incluso, algunas medidas con trascendencia a personas que, lejos de
resultar imputados, eran las auténticas víctimas si es que existe algún delito como
son los asociados a La Cooperativa que represento.
Lo curioso es que la medida que nos ocupa (la intervención judicial como cautelar)
fue adoptada unos días más tarde de aquella declaración de incompetencia
(09/08/2019), cuando el Dr. González Charvay ya tenía claramente decidido
abandonar la presente causa por ser incompetente. En otros términos, el defecto
señalado para las actuaciones principales, se agrava en el presente incidente, pues lo
aquí resuelto lo fue en fecha en que ya se había claramente advertido (e incluso
resuelto) la ausencia de capacidad para entender en los presentes.
3.a.b.- Pero el argumento más elemental que no ha sido tenido en cuenta es que VS
–en su carácter de magistrado penal- no tiene competencia alguna para resolver las
medidas dispuestas en el art. 100 inc.10.b de la ley 20.337. Ello es así, pues las
medidas cautelares a disponerse en el marco de un proceso penal (como claramente
lo es la estudiada en el presente incidente) no tienen relación alguna con las
necesidades que surjan de la tarea de fiscalización pública que posee el INAES en
relación a las cooperativas.
Tal discrepancia de fines y objetivos entre las argumentaciones del tercer interventor
(Sorrequieta) y el decisor (VS), tornan claramente inconveniente (cuando no ilegítimo)
que sea éste espacio (el proceso penal) el lugar de debate adecuado para la medida
adoptada. En otras palabras, las cautelares que puedan adoptarse en el marco del
proceso penal son de naturaleza, objetivo y fines diferentes que aquellas que puedan
ser peticionadas en orden a las finalidades del INAES. Es por esto que su adopción
en este incidente resulta exorbitante, debiéndose revocar la misma para su discusión
y, eventualmente, adopción ante un órgano judicial con capacidad para examinar la
situación.
3.b.a.- En primer término, resulta claro que una medida cautelar puede definirse o
clasificarse también por los objetivos perseguidos en la misma. Si los objetivos tienen
que ver con una investigación de naturaleza penal, resulta lógico que la misma se
adopte en el marco de dicha investigación. Pero si su finalidad no tiene que ver con
un proceso penal sino con aquellos objetivos perseguidos por la ley 20.337, entonces
su pronunciamiento, mantenimiento y determinación por parte de un juez penal
resulta totalmente disfuncional, a más de ilegal.
Pero dado que aquí se ha aprovechado un proceso penal para la búsqueda de otros
objetivos, resulta menester efectuar algunas aclaraciones (e imputaciones). Debe
recordarse que las extralimitaciones en determinadas facultades de un cargo
constituye una irregularidad que puede, incluso, devenir en delito.
Pero también hemos visto que los interventores designados en esta causa penal, han
ejecutado su cargo de forma cuanto menos cuestionable y necesitada de
investigación. Así, respecto del anterior interventor (Pasqualino) se han presentado
denuncias por aparentes fraudes cometidos en el ejercicio de su cargo. Del mismo
modo, los tres interventores han cargado a las cooperativas, víctimas de estos
desatinos, con jugosos honorarios de pago mensual (a lo largo ya de un año y
medio).
No sin pliegues y repliegues, a lo largo del s.XX se fue consolidando una línea
jurisprudencial y doctrinaria que admitía las intervenciones judiciales en las
sociedades comerciales. Sus requisitos de procedencia eran: a) que se ejercitara la
acción de fondo (o sea la de remoción del administrador social); b) que hubiera
peligro en la demora; c) que fuera necesaria e indispensable (es decir, tenía carácter
de último recurso, debían resultar insuficientes o ineficaces otras medidas que
pudieran adoptarse; d) que mediare urgencia; e) que no se incurriera en exceso.
Este último punto nos pone ante el especial interrogante (como es el caso en
examen) en relación a la facultad conferida a los organismos de fiscalización pública
(INAES) por el art. 100 inc.10 ap.b de la ley 20.337 (L.Coop.) (solicitar la intervención
judicial al juez competente).
Se plantea el interrogante del alcance de una tal intervención, dado que ni la ley
especial, ni la regulación general societaria, legitiman a dichos organismos para
promover la acción de remoción de los administradores, con lo que no habría acción
de fondo a la cual pudiera acceder la medida cautelar considerada. Ello induciría a
suponer que la facultad estaría limitada a la de obtener la designación de un
interventor ejecutor para convocar a asamblea, para que ésta resuelva, en su caso, la
remoción; pero la utilidad de una medida así resulta dudosa si se recuerda que es
facultad de los organismos citados convocar directamente a asambleas de oficio
“cuando se constataren irregularidades graves y se estimara la medida imprescindible
para normalizar el funcionamiento de la cooperativa” (L.Coop. art. 100 inc.5).
Establece Althaus que por tal razón, ambos preceptos deben relacionarse y entonces,
“la intervención sólo procedería en casos extremos, y hasta la realización de la
asamblea que deberá convocarse de inmediato y resolver en definitiva, dado que
acordarles extensivamente la acción de remoción a los organismos públicos de
fiscalización, conllevaría una inadmisible injerencia en el gobierno y administración de
la cooperativa que repugna a la autonomía de que éstas deben gozar frente a los
poderes públicos. Pero con dicha limitación temporal –hasta la realización de la
asamblea- no vemos inconveniente para que, concurriendo los restantes requisitos
legales, a excepción de la promoción de la acción de fondo –cuya excepción
resultaría de la especialidad del precepto citado al comienzo (100 inc.10 ap.b LCoop)-
se disponga, en supuestos extremadamente graves, la intervención” (ALTHAUS, A.
“Tratado de Derecho Cooperativo” Zeus Editora, Rosario, 1974, pág. 521). Claro que
hay casos especiales establecidos en la propia normativa de fondo, ninguno de los
cuales es el que nos ocupa, por lo que nuestros comentarios se dirigen al supuesto
contenido en la norma en estudio que es la que, por otra parte, invocó el INAES, y
citó el juez de grado en sus resoluciones.
Ese dislate es el que ha generado esta intervención patológica. Los asociados (mis
representados) pueden resultar directamente afectados por la gestión de algún
interventor (han resultado afectados por la gestión de los tres) y no tienen nadie que
controle dichas gestiones para proteger sus intereses. Como si esto fuera poco, uno
de los primeros actos del interventor Sorrequieta en el proceso de normalización de la
Cooperativa fue censurar y cercenar todos los canales de expresión de los asociados
al revocar el poder para pleitos con que venía trabajando el suscrito.
3.c.- Requisitos de las cautelares: Advertida que fuera, en sintonía con lo dicho por la
Excma. Cámara de San Martín, la auténtica naturaleza procesal penal de esta medida
cautelar de intervención, deben re-analizarse los requisitos de las medidas cautelares
exigidos por el digesto formal penal.
Ya hemos destacado los objetivos que debe perseguir una medida cautelar dentro de
un proceso penal; veamos ahora sus requisitos. Se reconoce comúnmente que en
materia penal son de ineludible concurrencia tres requisitos (hay un cuarto que
genera discrepancias en doctrina): apariencia de responsabilidad; proporcionalidad y
peligro en la demora.
Solo dos personas del Consejo de Administración fueron involucradas en los inicios
de esta causa penal. Se les imputaron hechos claramente relativos a otra cooperativa
de la zona con el mismo objeto social. Consecuentemente, en pocos días se dispuso
su falta de mérito. Independientemente de ello, ni la Cooperativa ni sus asociados
resultan sospechados en la causa (más bien, reiteramos, todo lo contrario: son
víctimas). Por ello, es imposible referir el requisito en análisis a mis representados.
Sin embargo, gracias a esta “investigación” hoy ven restringidos sus derechos. Un
claro ejemplo en que la administración de justicia en vez de solucionar conflictos, los
profundiza.
3.c.c.- Proporcionalidad: Este resulta ser el requisito más vapuleado con la inicua
decisión que impugnamos. El principio de proporcionalidad (también llamado
prohibición de exceso) es un principio general del Derecho que, en un sentido muy
amplio, obliga al operador jurídico a tratar de alcanzar el justo equilibrio entre los
intereses en conflicto. En tren de sistematizar sus implicancias y subprincipios, alguna
doctrina ha destacado que, en el marco del proceso penal, el principio en estudio
exige, entre otros requisitos el subprincipio de idoneidad (“Proporcionalidad y
derechos fundamentales en el proceso penal”, Nicolás González-Cuellar Serrano, Ed.
Colex, Madrid, 1990).
2.-) El requisito en estudio también exige una adecuación cuantitativa entre la medida
restrictiva de derechos y los fines perseguidos en la investigación. La obra en
cuestión destaca que “una medida procesal restrictiva de derechos fundamentales,
cualitativamente adecuada con el fin perseguido, puede ser intolerable en un Estado
de Derecho si su duración e intensidad no son exigidas por la propia finalidad que
pretenda alcanzar” (p. 172).
3.-) Pero la circunstancia cuyo análisis más apremiante nos aparece, es la tercera
señalada como una implicancia de la “idoneidad” que deben revestir las medidas
cautelares en el proceso penal: la exigencia de una adecuación en la determinación
del ámbito subjetivo de aplicación.
3.d.a.1.- En primer término, cabe consignar que como lo destaca el propio interventor
son incumplimiento de “formalidades”; las cuales en modo alguno justifican una
medida cautelar tan grave como la intervención de una persona jurídica privada. Aún
así, tratándose de supuestos incumplimientos formales a disposiciones del código
civil y comercial y a la ley de cooperativas, nos preguntamos ¿Por qué interviene un
Juez Penal en una cuestión indiscutiblemente de carácter civil y comercial? La
incompetencia material de VS para decidir este tipo de medidas es palmaria. La
misma únicamente podría llegar a entenderse desde la pretendida hipótesis inicial de
“desvíos de fondos”, “maniobras de lavados”, etc., las cuales ya han sido descartadas
por el Juez Federal de Campana, por los sucesivos interventores, por la Autoridad de
Aplicación y por el propio VS en su resolución de fecha 12/02/2021.
3.d.a.4.- No respetar las normas del art. 321 del CCCN (individualización de las
cuentas deudoras y acreedoras y archivo de documentación): Respecto de las
cuentas, el informe no establece cuál sería la irregularidad. No lo establece porque no
existe tal irregularidad. En cuanto al presunto “desorden del archivo de
documentación”, nuevamente el mismo fue originado por la propia Intervención,
puesto que la mayor parte de la documentación –anterior a agosto de 2019-, fue
secuestrada por la justicia y la Intervención no hizo absolutamente nada por
recuperarla.
3.d.a.5.- No respetar las normas del art. 322 del CCCN, el cual establece como
registros indispensables los siguientes: a) Diario; b) Inventario y c) Balances. La
contradicción del informe es enorme. El mismo admite que el Balance
correspondiente al ejercicio 2019 está atrasado. De ello se desprende que el libro
existe, y que se encuentra atrasada la registración de un único periodo, durante el
cual la responsabilidad de su atraso es pura y exclusiva del Interventor. En cuanto al
libro Diario, fue retirado por el Contador Ambort, designado por el propio Sorrequieta.
La falta de comunicación entre el Interventor Sorrequieta y sus propios colaboradores
no puede ser atribuida a la cooperativa, ni mucho menos a sus asociados. Por otra
parte, desconocemos en calidad de qué se encuentra administrado el Sr. Enrique
Ambort la Cooperativa de Trabajo San Lorenzo Ltda, puesto que no se lo menciona
en la Resolución de prórroga de V.S., ni ha exhibido procura alguna en tal sentido.
3.d.a.6.- No respetar las normas del art. 322 del CCCN respecto a la obligatoriedad
de Rubricar los libros por parte de los Registros Públicos correspondientes. El
desconocimiento del Interventor de la normativa y reglamentaciones en materia de
Cooperativas es realmente alarmante y genera preocupación entre los asociados. En
la provincia de Santa Fe, los libros de las cooperativas son rubricados por el Órgano
Local competente, y así lo están los de la Cooperativa de Trab. San Lorenzo Ltda. Lo
dicho se puede corroborar solicitando al Órgano Local Competente que informe sobre
el cumplimiento de esta información formal.
3.d.c.1.- Falta en AFIP de: El informe del Interventor menciona una serie de
documentos y presentaciones que debieron ser presentados en el año 2020, sin
precisar que durante ese año, la administración de la cooperativa estaba a cargo de
la propia Intervención y que la misma tuvo 19 meses para hacerlo, y no hizo nada al
respecto.
A esta altura VS podrá advertir que lo único irregular que posee la Cooperativa, es su
Intervención y que el único mecanismo de saneamiento posible es la devolución de la
entidad a sus socios.
AFIP: enuncia el informe en tres apartados la existencia de una deuda con la AFIP
cercana a los $6.310.000.-
3.d.g.- Como puede verse a vuelo de pájaro, las argumentaciones de Sorrequieta son
simplemente la exhibición de su propia torpeza pues, o se trata de circunstancias que
ya han sido examinadas por los interventores anteriores plasmándolo en sus informes
(que evidentemente no leyó ni se contactó con sus predecesores), o se trata de
circunstancias atribuibles a la propia Intervención (lo que lo incluye!) desde que basta
observar las fechas de lo reclamado para concluir ello.
En estos términos, uno no puede dejar de preguntarse cuál es el afán que mueve a
este sujeto a actos y afirmaciones tan osadas e irresponsables para mantenerse en
su puesto de Interventor. Nuestra opinión al respecto surge clara de la lectura del
presente escrito impugnativo.
4.- CONCLUSIONES
Este camino se encuentra establecido por la propia ley de fondo, y los asociados han
empezado a recorrerlo efectuando las correspondientes intimaciones al interventor a
que se convoque a Asamblea. Ante su defección, podrán autoconvocarse según lo
permite la normativa de fondo. Puede VS advertir que esta circunstancia no será nada
difícil desde que, para otorgar un simple poder de representación para actuar ante
este Tribunal se lograron los consensos necesarios. Con mucha más razón es fácil
avizorar que mis representados seguirán tal camino legal en defensa de sus derechos
como asociados. Por ello, entendemos que no causa ningún problema institucional
que VS pronuncie que esta Intervención no tiene ningún objeto ni relación con la
causa penal a su cargo, y por tanto disponga el cese de la misma ante la
incumplimiento de Sorrequieta de lo ordenado en fecha 12/2/2021.
Por lo demás, resulta jurídicamente insostenible y grosero que una persona jurídica
que no ha sido acusada de ningún delito, que tenía sus obligaciones legales y
estatutarias correctamente cumplimentadas, sea intervenida (en el Consejo de
Administración, y en la Sindicatura!) en el marco de una causa penal seguida a
personas que componen otra cooperativa semejante pero que opera incluso en otra
localidad y que nada tiene que ver con la intervenida en el presente incidente. No
hemos encontrado ningún argumento convincente para semejante dislate a lo largo
de todo este tiempo. Tampoco en la Resolución que hoy se impugna.
Pero también resulta una afrenta cercana a la burla, que dicha extensión temporal se
fundamente justamente en los yerros, olvidos, omisiones, abulia y desfachatez de los
propios interventores. Queda claro que los objetivos que alientan esta medida no
tienen nada que ver con la causa penal. Queda claro también que el actual interventor
(del mismo modo en que los hizo su predecesor) está dispuesto a hacer cualquier
cosa con tal de perpetuarse en el cargo de Interventor -en beneficio personal-, cuyos
objetivos ni siquiera puede explicitar claramente.
6.- PETITORIO
6.b.- Tenga por interpuesto recurso de apelación contra la Resolución notificada a mis
representados en fecha 26/3/2021, y admita el mismo elevando las actuaciones a la
Excma. Cámara Federal de Apelaciones de Rosario. Eventual y subsidiariamente, si
así lo considerara por no haberse sustanciado el pedido del Interventor Sorrequieta,
conceda al presente el carácter de recurso de revocatoria como se expresa en el
punto 2 de este escrito.
Proveer de conformidad
ES TENDER A LO JUSTO.-