2 Origen Cultural

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Origen cultural[editar]

Existe un importante debate sobre el origen cultural de los derechos humanos. Generalmente
se considera que tienen su raíz en la cultura occidental moderna, pero existen al menos dos
posturas principales más.18 Algunos afirman que todas las culturas poseen visiones
de dignidad que se plasman en forma de derechos humanos, y hacen referencia a
proclamaciones como la Carta de Mandén, de 1222, declaración fundacional del Imperio de
Malí. No obstante, ni en japonés19 ni en sánscrito clásico,20 por ejemplo, existió el
término derecho hasta que se produjeron contactos con la cultura occidental, ya que estas
culturas han puesto tradicionalmente el acento en los deberes. Existen también quienes
consideran que Occidente no ha creado la idea ni el concepto de derechos humanos, aunque
sí una manera concreta de sistematizarlos, una discusión progresiva y el proyecto de una
filosofía de los derechos humanos.21
De acuerdo a lo dispuesto en la Declaración adoptada por consenso de los 171 Estados
reunidos en Viena en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en 1993:
“todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados
entre sí”.

“Entonces, la universalidad, indivisibilidad e interdependencia son los pilares conceptuales en


que trata de sustentarse el reconocimiento y protección internacional de los derechos
humanos”22
La universalidad es “inherente a los derechos fundamentales del hombre porque estos son
expresiones de la dignidad de todo individuo” 23 y por lo tanto deberían ser aceptados,
respetados y garantizados por los Estados no importando el sistema político-ideológico,
económico y socio-cultural que expresen. Cuestión que viene a ser un tanto ambigua y
complicada debido a las distintas cosmovisiones regionales y localistas.
Las teorías que defienden la universalidad de los derechos humanos se suelen contraponer
al relativismo cultural, que afirma la validez de todos los sistemas culturales y la imposibilidad
de cualquier valoración absoluta desde un marco externo, que en este caso serían los
derechos humanos universales. Entre estas dos posturas extremas se sitúa una gama de
posiciones intermedias. Muchas declaraciones de derechos humanos emitidas por
organizaciones internacionales regionales ponen un acento mayor o menor en el aspecto
cultural y dan más importancia a determinados derechos de acuerdo con su trayectoria
histórica. La Organización para la Unidad Africana proclamó en 1981 la Carta Africana de
Derechos Humanos y de los Pueblos, que recogía principios de la Declaración Universal de
1948 y añadía otros que tradicionalmente se habían negado en África, como el derecho de
libre determinación o el deber de los Estados de eliminar todas las formas de explotación
económica extranjera. Más tarde, los Estados africanos que acordaron la Declaración de
Túnez, el 6 de noviembre de 1993, afirmaron que no puede prescribirse un modelo
determinado a nivel universal, ya que no pueden desatenderse las realidades históricas y
culturales de cada nación y las tradiciones, normas y valores de cada pueblo. 24 En una línea
similar se pronuncian la Declaración de Bangkok, emitida por países asiáticos el 22 de
abril de 1993, y la declaración de El Cairo, firmada por la Organización de la Conferencia
Islámica el 5 de agosto de 1990.25

Evolución histórica[editar]
Muchos filósofos e historiadores del derecho consideran que no puede hablarse de derechos
humanos hasta la modernidad en Occidente. Hasta entonces, las normas de la comunidad,
concebidas en relación con el orden cósmico, no dejaban espacio para el ser humano como
sujeto singular,26 concibiéndose el derecho primariamente como el orden objetivo de la
sociedad. La sociedad estamental tenía su centro en grupos como la familia, el linaje o las
corporaciones profesionales o laborales, 27 lo que implica que no se concebían facultades
propias del ser humano en cuanto que tal, facultades de exigir o reclamar algo. Por el
contrario, todo poder atribuido al individuo derivaba de un doble Estatus: el del sujeto en el
seno de la familia y el de esta en la sociedad. Fuera del Estatus no había derechos.28
La existencia de los derechos subjetivos, tal y como se piensan en la actualidad, fue objeto de
debate durante los siglos XVI, XVII y XVIII.29 Habitualmente se dice que los derechos humanos
son producto de la afirmación progresiva de la individualidad 30 y, de acuerdo con ello, que la
idea de derechos del hombre apareció por primera vez durante la lucha burguesa contra el
sistema del Antiguo Régimen.31Siendo esta la consideración más extendida, otros autores
consideran que los derechos humanos son una constante en la Historia y hunden sus raíces
en el mundo clásico.

Antecedentes remotos[editar]

Del Cilindro de Ciro se ha dicho que es la primera declaración de derechos humanos.

Uno de los documentos más antiguos que se han vinculado con los derechos humanos es
el Cilindro de Ciro, que contiene una declaración del rey persa Ciro el Grande tras su
conquista de Babilonia en 539 a. C. Fue descubierto en 1879 y la ONU lo tradujo en 1971 a
todos sus idiomas oficiales. Puede enmarcarse en una tradición mesopotámica centrada en la
figura del rey justo, cuyo primer ejemplo conocido es el rey Urukagina, de Lagash, que reinó
durante el siglo XXIV a. C., y donde cabe destacar también Hammurabi de Babilonia y su
famoso Código, que data del siglo XVIII a. C. No obstante, el Cilindro de Ciro presenta
características novedosas, especialmente en lo relativo a la religión. Ha sido valorado
positivamente por su sentido humanista e incluso se lo ha descrito como la primera
declaración de derechos humanos. 32 Numerosos historiadores, sin embargo, consideran que
el término es ajeno a ese contexto histórico.

La Carta Magna, Magna Carta Libertatum de 1215

Documentos medievales y modernos, como la Carta Magna inglesa, de 1215, y la Carta de


Mandén mandinga, de 1222, se han asociado también a los derechos humanos. En contra de
esta idea, José Ramón Narváez Hernández afirma que la Carta Magna no puede considerarse
una declaración de derechos humanos, ya que en esta época existen derechos pero solo
entre iguales, y no con carácter universal: 33 no se predica la igualdad formal de todos los seres
humanos. Lo mismo sucedía en el Imperio de Malí, cuya constitución oral, la Kouroukan
Fouga, refleja cómo la población se estructuraba según su tribu de origen. Estas
consideraciones son extrapolables a documentos como la Bula de Oro de Andrés
II en Hungría en 1222; la Confirmatio fororum et libertartum de 1283 y el Privilegio de la
Unión de 1287, de Aragón ambos; las Bayerische Freiheitsbriefe und
Landesfreiheitserklärungen desde 1311 o la Joyeuse Entrée de Brabante de 1356. En todos
estos casos, los derechos y libertades reconocidos pertenecen al ámbito de los pactos entre el
monarca y los estamentos del reino: 34 no se trata, en suma, de derechos humanos; sino de
derechos corporativos o privilegios.
Sociedad grecorromana[editar]
En la Grecia antigua en ningún momento se llegó a construir una noción de dignidad humana
frente a la comunidad que se pudiera articular en forma de derechos, sino que se entendió
que las personas pertenecían a la sociedad como partes de un todo y eran los fines de esta
los que prevalecían.35 La única oposición a la tiranía se sustentaba en la apelación a la Ley
divina como opuesta a la norma, como se muestra en el mito de Antígona, plasmado
por Sófocles en la obra trágica del mismo nombre.
La sociedad griega se dividía en tres grupos principales: los ciudadanos, los metecos o
extranjeros y los esclavos. La esclavitud se consideraba natural, lo que se refleja en la
afirmación de Aristóteles, para quien:
"es evidente que los unos son naturalmente libres y los otros naturalmente esclavos; y que para estos
últimos es la esclavitud tan útil como justa".36

La organización política se estructuraba en polis o ciudades-estado: para los griegos, la


sociedad era una consecuencia necesaria de la naturaleza humana. En este contexto, las
teorías políticas de Platón y Aristóteles hicieron un gran hincapié en el concepto de bien
común. Para Platón, agrupados los hombres en sociedad, esta se configura en la polis, cuyo
bien común se sobrepone al bien particular de los individuos que lo componen. La justicia, a
su vez, es la salvaguarda del bien común, y se expresa a través de las leyes, que son los
instrumentos que permiten la consecución del bien colectivo e individual. 37 No obstante, en su
afán por alcanzar una sociedad perfecta, Platón llegó a recomendar dar muerte a los recién
nacidos deformes o enclenques, y matar o desterrar a los insociables. 38
Aristóteles también consideraba que el hombre era un ser social y que no podía realizarse
fuera de la familia y la sociedad, por lo que también subordinaba el bien individual al bien
común. Además, al definir la ciudad como una comunidad de ciudadanos libres, 39 redujo el
bien común al bien de un grupo social determinado40 que excluye a las mujeres, los
extranjeros, los obreros y los esclavos. Sobre esta visión se sustenta la idea aristotélica de
la justicia que afirma que:
«es tan justa la igualdad entre iguales como la desigualdad entre desiguales». 41

Ya en la decadencia de la cultura griega, conquistada la Hélade por Roma, se extendieron


filosofías que ponían el acento en la búsqueda de la felicidad individual: entre ellos,
el epicureísmo y el estoicismo. El estoicismo consideraba la razón humana como parte de
un logos divino, lo que contribuyó a concebir al hombre como miembro de una familia
universal más allá de la polis. Séneca, Epicteto, Marco Aurelio o Cicerón fueron algunos de los
que extendieron la filosofía estoica por el mundo latino.

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