Kelly Dayanna Cañas Giraldo

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KELLY DAYANNA CAÑAS GIRALDO

Es el tipo menos frecuente (aproximadamente un 10 % de los casos de TDAH


diagnosticados) pero el más difícil de diagnosticar porque el componente
hiperactivo es siempre más llamativo que el inatento. Las mujeres con TDAH
tienen tendencia a presentar este subtipo.

Los niños que tienen este tipo de TDAH tienen dificultad para prestar
atención. Se distraen con facilidad pero no son impulsivos o hiperactivos. A
veces se denomina de manera no oficial como trastorno por déficit de
atención o TDA.

Los niños con este tipo de TDAH pueden “pasar inadvertidos” porque no
molestan en clase. De hecho, es posible que parezcan tímidos o que “ sueñan
despiertos”. Aunque puede que no tengan problemas de conducta
importantes, su inatención pueden provocarles otros problemas.
Este tipo corresponde aproximadamente al 30 % de los casos de TDAH
diagnosticados. Su asociación a los trastornos de conducta hace que sea el
tipo que más pronto llega a las consultas. Este tipo de TDAH es bastante más
frecuente en los hombres.

Los niños que tienen este tipo de TDAH presentan síntomas de hiperactividad
y sienten la necesidad de moverse constantemente. También tienen
dificultad para controlar sus impulsos. Por lo general no tienen problemas de
atención. Esta presentación se ve más a menudo en niños pequeños.

Suele ser más sencillo identificar las señales de este tipo de TDAH. Los niños
que lo tienen suelen tener dificultad para permanecer sentados en clase y
para controlar su comportamiento.
NOTA: Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de
oposición, desafío, hostilidad o fracaso para comprender las tareas o
instrucciones. Para adolescentes mayores y adultos (a partir de 17 años de
edad), se requiere un mínimo de 5 síntomas.

Es el tipo más frecuente, se da en casi el 60 % de las personas con TDAH. Es el


tipo que más se relaciona con la comorbilidad con otros trastornos mentales
como ansiedad y consumo de sustancias.

El TDAH, presentación combinada es un trastorno neuroconductual que


afecta a aproximadamente el 2,5% de los niños en edad preescolar, el 3% de
los niños en edad escolar y el 1% de los adolescentes. Es una de las
afecciones psiquiátricas más comunes entre los niños y es aproximadamente
tres veces más común en niños que en niñas.

Los niños que tienen este tipo de TDAH muestran problemas significativos,
tanto de hiperactividad/impulsividad como de falta de atención. Sin
embargo, puede que esos problemas de hiperactividad/impulsividad
disminuyan gradualmente al aproximarse la adolescencia.
El TDAH tiene también muchos aspectos positivos. Con un buen abordaje
adecuado pueden ser potenciados, ya que estos niños tienen una respuesta
alta a estímulos positivos. Si nos fijamos bien, no es tan terrible tener un
TDAH, tienen innumerables características positivas que les pueden llevar en
el futuro a ser grandes genios.
La creatividad y originalidad suelen ser unas de sus principales características,
pero al igual que tienen un sin fin de desventajas, también tienen un sin fin
de maravillosa características:

• Son ambiciosos, quieren ser "todo cuando sean mayores".


• Son buenos para hablar en público.
• Son buenos en las relaciones públicas.
• Son capaces de ver un orden en el caos.
• Son buenos resumiendo y sintetizando.
• Son buenos ante los cambios.
• Son grandes generadores de ideas.
• Son compasivos consigo mismos y con los demás.
• Son hábiles para solucionar problemas.
• Siempre están dispuestos a probar y aprender cosas nuevas.
• Siempre están dispuestos a hacer nuevos amigos.
• Siempre están dispuestos a ayudar.
• Siempre tienen una gran decisión.
• Siempre buscan caminos alternativos hacia un fin.
• Se preocupan mucho por su familia.
• Tienen buena reacción en situaciones de emergencia.
• Tienen buena capacidad para enfrentarse a situaciones difíciles.
• Tienen la habilidad de encontrar caminos para superar obstáculos.
• Tienen soluciones ocurrentes para resolver problemas.
• Tienen gran sentido del humor.
• Tienen una gran memoria visual.
• Tienen un buen procesamiento en información por imágenes.
• Tienen una personalidad atractiva.
• Pueden hablar de muchas cosas al mismo tiempo.
• Pueden hacer que la gente se sienta escuchada.
• Pueden llevar a cabo muchos proyectos al mismo tiempo.
• Miran las situaciones desde todos los ángulos.
• Necesitan dormir menos que los demás.
• Evolucionan constantemente.
• Perdonan fácilmente.
Además: Son ambiciosos, apasionados, aventureros, cálidos, colaboradores,
compasivos, creativos, curiosos, divertidos, empáticos, espontáneos,
extrovertidos, flexibles, graciosos, honestos, imaginativos, ingeniosos,
inteligentes, intuitivos, inventivos, leales, optimistas, persistentes,
pragmáticos, resistentes, tenaces, tolerantes, trabajadores, sinceros,
valientes, versátiles, visionarios, y sobre todo:

"SIEMPRE ESTÁN LLENOS DE ENERGÍA"


El trastorno disocial consiste en un patrón de comportamiento repetitivo en
el que se violan los derechos fundamentales de los demás.
• Los niños con trastorno disocial son egoístas e insensibles a los
sentimientos de los otros y pueden acosar, causar daños a la
propiedad, mentir o robar sin sentirse culpables.
• Los médicos basan el diagnóstico en el historial del comportamiento
del niño.
• La psicoterapia puede ser de ayuda, pero el tratamiento más eficaz
para estos casos consiste en separar a los niños de un entorno
problemático y proporcionarles un ambiente estrictamente
estructurado, como por ejemplo el de una institución de salud mental.
La conducta de los niños varía. Algunos niños se comportan mejor que otros.
El trastorno disocial se diagnostica sólo cuando los niños, de forma repetida y
persistente, violan las reglas y los derechos de los demás de manera
inadecuada para su edad.
Este trastorno suele comenzar al final de la infancia o al principio de la
adolescencia y es mucho más frecuente entre los varones que entre las niñas.
La herencia genética y el entorno probablemente influyen en el desarrollo del
trastorno disocial. Los padres de los niños afectados a menudo sufren
también algún trastorno de salud mental, como abuso de
sustancias, trastorno de déficit de atención/hiperactividad, trastorno del
estado de ánimo, esquizofrenia o trastorno de personalidad antisocial. Sin
embargo, algunos niños afectados pueden proceder de familias sanas que
funcionan bien.
En general, los niños con un trastorno disocial presentan las características
siguientes:
• Son egoístas.
• No se relacionan bien con los demás.
• Carecen de un sentido de la culpabilidad apropiado.
• Son insensibles a los sentimientos y al bienestar del prójimo.
• Tienden a malinterpretar el comportamiento de las otras personas
como una amenaza y reaccionan de forma agresiva.
• Emprenden acciones intimidatorias, amenazas, peleas frecuentes.
• Pueden ser crueles con los animales.
• Pueden dañar bienes, especialmente provocando incendios.
• Mienten o roban.
El tratamiento de trastorno disocial es muy difícil porque los niños y los
adolescentes con trastorno disocial raramente perciben que haya algo malo
en su comportamiento. Por lo tanto, regañarles e instarles a que se
comporten mejor no ayuda y se debe evitar. Con frecuencia, el tratamiento
más efectivo para los niños o adolescentes gravemente perturbados
consiste en separarles del ambiente problemático y proporcionarles un
ambiente muy estructurado, como en un centro de reeducación o un
reformatorio.

La psicoterapia puede mejorar la autoestima del niño y el autocontrol, lo


que les permite controlar mejor su comportamiento.
Se tratan otros trastornos que puedan presentarse. Algunos fármacos
pueden tener cierta eficacia, especialmente si el trastorno disocial coexiste
con otros trastornos como el trastorno de déficit de
atención/hiperactividad o la depresión. El tratamiento de estos trastornos
coexistentes ayuda a disminuir los síntomas del trastorno disocial. El
tratamiento más eficaz para los trastornos del aprendizaje es la educación
adaptada individualmente.

Continuamente, encontramos niños/as que tienden a la desobediencia, a los desafíos, a


las rabietas. Los malos comportamientos pueden deberse a un trastorno de la conducta
que debe se controlado para evitar verdaderos fracasos.
En la población general, la prevalencia se estima que se encuentra entre el 2 y 16%. A un
niño que presenta los síntomas del TOD debe de hacérsele una evaluación completa.
El Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD) se define por un patrón recurrente de
conducta oposicionista, negativista, desafiante, desobediente y hostil dirigido a las figuras
de autoridad.
Las formas más frecuentes de manifestarse son las siguientes:
• Se enfadan con relativa frecuencia. Es muy habitual en ellos las rabietas de todo
tipo, ya que pierden con facilidad la paciencia.
• Discuten continuamente con los adultos.
• Desafían las reglas de los adultos. Son provocadores.
• Son niños que intentan en todo momento molestar e importunar de una manera
deliberada a las personas que les rodean.
• Culpan y reprochan a los demás de sus propios errores.
• Suelen estar resentidos con todo lo que les rodea. Se molestan e irritan con
facilidad.
• Utilizan un lenguaje obsceno. Cuando se enfadan utilizan palabras hirientes, con la
intención de hacer daño.
• Suelen tener problemas académicos.
• Son mentirosos e incumplidores.
En ocasiones, los niños pueden presentar unos síntomas parecidos a los que caracterizan
este trastorno, pero son pasajeros y propios de la edad. Los padres y profesores tendrán
que estar atentos a estas diferencias, ya que para que se pueda hablar de trastorno estos
síntomas se deben presentar con gran frecuencia, además de interferir en el aprendizaje,
la adaptación en la escuela y, algunas veces, con las relaciones personales del
adolescente.

Causas
No se sabe con seguridad la causa que produce el trastorno oposicionista desafiante. Hay
diferentes teorías que intentan buscar su origen

Para las personas que tienen un trastorno del estado de ánimo, su estado
emocional o de ánimo general está distorsionado o no se condice con sus
circunstancias e interfiere en su capacidad para funcionar. Pueden estar
extremadamente tristes, vacíos o irritable s(deprimidos), o pueden tener
períodos de depresión alternados con excesiva felicidad (manía).
Los trastornos de ansiedad también pueden afectar su estado de ánimo y
suelen ocurrir junto con la depresión. Los trastornos del estado de ánimo
pueden aumentar el riesgo de cometer suicido.
Algunos ejemplos de trastornos del estado de ánimo comprenden los
siguientes:
• Trastorno depresivo mayor: períodos prolongados y persistentes de
tristeza extrema
• Trastorno bipolar: también denominado «depresión maníaca» o
«trastorno afectivo bipolar»; se trata de una depresión que alterna
entre momentos de depresión y manía
• Trastorno afectivo estacional: forma de depresión que, muy a
menudo, está relacionada con tener menos horas de luz solar en las
latitudes que se encuentran más al norte y más al sur, desde fines de
otoño hasta principios de la primavera
• Trastorno ciclotímico: trastorno que provoca altibajos emocionales
algo menos extremos que en el trastorno bipolar
• Trastorno disfórico premenstrual: cambios en el estado de ánimo e
irritabilidad que se producen durante la fase premenstrual del ciclo de
la mujer y desaparecen con el comienzo de la menstruación
• Trastorno depresivo persistente (distimia): forma de depresión a largo
plazo (crónica)
• Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo: trastorno
de irritabilidad crónica, grave y persistente en los niños, que, a
menudo, comprende berrinches frecuentes que no son coherentes con
la edad de desarrollo del niño
• Depresión relacionada con una enfermedad física: estado de ánimo
deprimido persistente y pérdida significativa del placer en todas las
actividades o en gran parte de estas, que tiene relación directa con los
efectos físicos de otra enfermedad
• Depresión inducida por el consumo de drogas o medicamentos:
síntomas de la depresión que se presentan durante el consumo de
sustancias, o poco después de este, de la abstinencia o después de la
exposición a un medicamento
En la mayoría de las personas, los trastornos del estado de ánimo pueden
tratarse con éxito con medicamentos y terapia de conversación
(psicoterapia).

Es poco probable que el trastorno del estado de ánimo desaparezca por sí


solo e, incluso, puede empeorar con el tiempo. Busca ayuda profesional
antes de que el trastorno del estado de ánimo se agrave; puede ser más fácil
tratarlo al comienzo.

Aproximadamente, una de cada 10 personas mayores de 18 años, tiene un


trastorno del estado de ánimo. Estos trastornos
incluyen depresión y trastorno bipolar (también conocido como depresión
maníaca)

La depresión es un trastorno grave del estado de ánimo que puede quitarle la


alegría a la vida de un niño. Es normal que un niño tenga cambios de estado
de ánimo o que esté triste de vez en cuando. Usted puede esperar que tenga
estos sentimientos después de la muerte de una mascota o de una mudanza
a otra ciudad. Pero si estos sentimientos duran semanas o meses, podrían ser
una señal de depresión.
Los expertos solían pensar que solamente los adultos podían tener
depresión. Ahora sabemos que incluso un niño pequeño puede tener
depresión que necesita tratamiento para mejorar. Hasta 2 de cada 100 niños
pequeños y 8 de cada 100 adolescentes tienen depresión grave.
No obstante, muchos niños no reciben el tratamiento que necesitan. Esto es
en parte porque puede ser difícil distinguir entre la depresión y un cambio
normal de estado de ánimo. Además, es posible que la depresión en un niño
no se parezca a la de un adulto.
Si está preocupado por su hijo, aprenda más sobre los síntomas en los niños.
Hable con su hijo para ver cómo se siente. Si piensa que su hijo está
deprimido, hable con su médico o un asesor. Cuanto antes reciba
tratamiento un niño, más pronto comenzará a sentirse mejor.

¿Cuáles son los síntomas?


Un niño puede estar deprimido si:
• Está irritable, triste, retraído o aburrido la mayor parte del tiempo.
• No siente placer por las cosas que solía disfrutar.
Un niño que está deprimido también es posible que:
• Baje o suba de peso.
• Duerma demasiado o muy poco.
• Se sienta desesperanzado, culpable o que no vale nada.
• Tenga problemas para concentrarse, razonar o tomar decisiones.
• Piense mucho sobre la muerte o el suicidio.
Con frecuencia, los síntomas de depresión se pasan por alto al principio.
Puede ser difícil ver que los síntomas son parte del mismo problema.
Asimismo, los síntomas pueden ser diferentes según la edad del niño.
• Tanto los niños muy pequeños como los niños de escuela primaria
pueden carecer de energía y volverse retraídos. Podrían manifestar
poca emoción, parecer sentirse desesperanzados y tener problemas
para dormir. A menudo, pierden interés en amigos y en actividades
que disfrutaban en el pasado. Pueden quejarse de dolores de cabeza o
de estómago. Un niño puede estar más ansioso o dependiente de sus
cuidadores.
• Los adolescentes pueden dormir mucho o moverse o hablar más
lentamente de lo usual. Algunos adolescentes y niños con depresión
grave pueden ver u oír cosas que no están allí ( alucinar ) o tener falsas
creencias ( delirios ).
El trastorno distímico puede diagnosticarse en niños o adolescentes cuando presentan
un estado de ánimo deprimido o irritable durante por lo menos un años. Además,
deberá presentar durante gran parte de este tiempo dos síntomas adicionales de
depresión durante la mayor parte del día, al menos, la mitad del tiempo durante el año
para poder realizar un diagnóstico. Los síntomas depresivos típicos del trastorno distímico
incluyen:
• Disminuición o aumento de las ganas de comer
• Insomnio o hipersomnia
• Falta de autoestima
• Pensamientos negativos
• Difcultades en la concentración o en la toma de decisión
• Sentimientos de desesperanza
• Poca energía o fatiga habitual
• Apatía
Cabe destacar que todo el mundo experimenta sentimientos de infelicidad o tristeza de
vez en cuando y esto no tiene que ser nada malo y mucho menos distimia. Pero cuando
estos sentimientos de tristeza o depresión empiezan a dominar la vida cotidiana y a causar
un deterioro físico y mental, entonces sí podemos estar hablando de un trastorno
depresivo. Un trastorno depresivo se pueden categorizar como un trastorno depresivo
mayor o un trastorno distímico.

Las causas
Las causas de la depresión son complejas y en muchas ocasiones no se pueden entender.
Las alteraciones del sueño, las hormonas, los neurotransmisores, la educación, la herencia
genética, los factores estresantes de la vida… todos estos motivos pueden implicar las
causas para que un niño presente distimia.
Alteraciones de sueño
El trastorno distímico se produce en casi la mitad de las personas (y niños) que tienen
problemas del sueño, ya que dormir bien es imprescindible para sentirse bien
emocionalmente.
Desequilibrios hormonales
También existe cierta evidencia que sugiere la correlación con los desequilibrios
hormonales de cortisol o la hormona de la tiroides. En los niños y adolescentes hay
evidencias de que la hipersecreción de cortisol se asocia a síntomas depresivos más
severos y con una mayor probabilidad de depresión. A falta de la hormona tiroidea
también pueden haber desequilibrios emocionales y causar distimia en los pequeños.
Los neurotransmisores
Cuando un niño o adolecente (y también un adulto) tienen depresión, parece que hay un
exceso anormal o una inhibición de las señales que controlan el estado de ánimo, los
pensamientos, el dolor y otras sensaciones. Algunos estudios hablan sobre el
neurotransmisor llamado serotonina. Se supone que la razón de los antidepresivos son
eficaces porque corrige estos desequilibrios de forma química.
La educación
La crianza de un niño también puede ser clave en el desarrollo del trastorno distímico.
Unos padres que no tienen en cuenta las emociones de sus hijos, que los maltratan o que
los abandonan (física o emocionalmente) durante la infancia y la adoelscencia… hará que
los niños y adolescentes sientan baja autoestima y pensamientos negativos, algo que les
puede ocasiones depresión.
La herencia genética
La herencia también puede ser importante en el desarrollo de los trastornos depresivos o
de distimia. Las personas con depresión suelen ser más propensos a padecerla si alguien
de su familia inmediata también lo han sufrido. Parece que los factores biológicos y
genéticos pueden hacer que los individuos sean más propensos a tener depresión, pero
las circunstancias ambientales pueden desencadenarla y convertirla en una enfermedad.
Pero la buena noticia es que la distimia es tratable y con un buen apoyo profesional se
pueden conseguir muy buenos resultados y que los niños y adolescentes puedan volver al
bienestar emocional que les corresponde.

El trastorno bipolar es un trastorno mental que hace que las personas experimenten
cambios evidentes, a veces extremos, en el estado de ánimo y el comportamiento. A
veces, los niños con trastorno bipolar se sienten muy felices o "animados" y son mucho
más enérgicos y activos de lo habitual. Esto se llama un episodio maníaco. Otras veces, los
niños con trastorno bipolar se sienten muy tristes o "abatidos" y son mucho menos activos
de lo normal. Esto se llama episodio depresivo.

El trastorno bipolar, que anteriormente se le denominaba enfermedad maniacodepresiva


o depresión maníaca, no es lo mismo que los altibajos normales que experimentan todos
los niños. Los cambios de humor en el trastorno bipolar son más extremos, a menudo no
provocados, y van acompañados de cambios en el sueño, el nivel de energía y la capacidad
de pensar con claridad. Los síntomas bipolares pueden dificultar que los jóvenes se
desempeñen bien en la escuela o que se lleven bien con sus amigos y familiares. Algunos
niños y adolescentes con trastorno bipolar pueden intentar hacerse daño o suicidarse.
En la mayoría de las personas, el trastorno bipolar se diagnostica en la adolescencia o en
la edad adulta, pero los síntomas pueden aparecer antes, durante la infancia. A menudo,
el trastorno bipolar es episódico, pero generalmente dura toda la vida.

Los indicios y los síntomas del trastorno bipolar pueden coincidir con los de otros
trastornos que son frecuentes en los jóvenes, como el trastorno por déficit de atención
con hiperactividad, problemas de conducta, depresión mayor y trastornos de ansiedad. El
diagnóstico del trastorno bipolar puede ser complicado y requiere una evaluación
cuidadosa y exhaustiva por parte de un profesional de la salud mental capacitado y con
experiencia.

Con tratamiento, los niños y los adolescentes con trastorno bipolar pueden controlar sus
síntomas y llevar una vida exitosa.
¿Qué causa el trastorno bipolar?
Se desconocen las causas exactas del trastorno bipolar, pero hay varios factores que
pueden contribuir a la enfermedad.
Por ejemplo, los investigadores están comenzando a descubrir mecanismos genéticos
relacionados con el trastorno bipolar y otros trastornos mentales. Diversas investigaciones
muestran que la probabilidad de que las personas tengan un trastorno bipolar es mayor si
tienen un familiar cercano con la enfermedad, lo que puede obedecer a que tienen las
mismas variaciones genéticas. Sin embargo, solo porque un miembro de la familia tiene el
trastorno bipolar, no significa que otros miembros de esa familia lo tendrán. Hay muchos
genes implicados en el trastorno, pero no hay un solo gen que lo causa.
Las investigaciones también sugieren que la adversidad, el trauma y los acontecimientos
estresantes de la vida pueden aumentar la posibilidad de presentar el trastorno bipolar en
personas con un riesgo genético de tener la enfermedad.
Algunos estudios de investigación han encontrado diferencias en la estructura y la función
del cerebro en las personas que tienen trastorno bipolar y las que no lo tienen. Los
investigadores están estudiando el trastorno para aprender más sobre sus causas y
tratamientos eficaces.

¿Cuáles son los síntomas del trastorno bipolar?


Los episodios del estado de ánimo que ocurren en el trastorno bipolar incluyen emociones
intensas, junto con cambios significativos en los hábitos de sueño, los niveles de actividad,
los pensamientos o los comportamientos. Una persona con trastorno bipolar puede tener
episodios maníacos, depresivos o "mixtos". Un episodio mixto incluye síntomas maníacos
y depresivos. Estos episodios del estado de ánimo causan síntomas que a menudo duran
varios días o semanas. Durante un episodio, los síntomas duran todos los días durante la
mayor parte del día.
En un niño, estos cambios en el estado de ánimo y en las actividades son muy diferentes a
su comportamiento habitual, así como al comportamiento de los niños y los adolescentes
que no tienen este trastorno.

Los niños y los adolescentes que tienen un episodio maníaco pueden:

• mostrar una felicidad intensa o actuar tontamente durante períodos largos de


tiempo;
• tener muy mal genio o mostrarse sumamente irritados;
• hablar muy rápido sobre muchas cosas diferentes;
• tener problemas para dormir, pero sin sentirse cansados;
• tener problemas para mantener la concentración y experimentar pensamientos
acelerados;
• mostrarse demasiado interesados o estar involucrados en actividades placenteras
que son arriesgadas;
• hacer cosas arriesgadas o imprudentes que muestren mal juicio.

Los niños y los adolescentes que tienen un episodio depresivo pueden:

• sentir una tristeza frecuente no provocada;


• mostrar una mayor irritabilidad, ira u hostilidad;
• quejarse mucho de sentir dolor, como dolores de estómago o de cabeza;
• mostrar un aumento evidente en la cantidad de tiempo que duerme;
• tener dificultad para concentrarse;
• sentirse desesperados e inútiles;
• tener dificultades para comunicarse o mantener relaciones;
• comer demasiado o muy poco;
• tener poca energía y no mostrar ningún interés en las actividades que
generalmente disfrutan;
• pensar en la muerte o en el suicidio.

La ciclotimia, también llamada «trastorno ciclotímico», es un trastorno poco frecuente del
estado de ánimo. La ciclotimia causa altibajos emocionales, pero no son tan extremos
como en el trastorno bipolar I o II.
Con la ciclotimia, tienes períodos en los que el estado de ánimo tiene altibajos notorios
desde tu punto de referencia. Puedes sentirte en la cima del mundo por un tiempo, y
luego tener un período en el que te sientes algo deprimido. Entre estos altibajos
ciclotímicos, puedes sentirte bien y estable.
Si bien los altibajos de la ciclotimia son menos extremos que los del trastorno bipolar, es
fundamental buscar ayuda para controlar estos síntomas porque pueden interferir en tu
capacidad para funcionar y pueden aumentar el riesgo de trastorno bipolar I o II.
Las opciones de tratamiento para la ciclotimia comprenden la terapia de conversación
(psicoterapia), los medicamentos y el seguimiento de cerca y continuo con el médico.

Síntomas
Los síntomas de la ciclotimia son altibajos emocionales. Los altos ciclotímicos comprenden
síntomas de un estado de ánimo elevado (síntomas hipomaníacos). Los bajos ciclotímicos
consisten en síntomas depresivos leves o moderados.
Los síntomas de la ciclotimia son similares al trastorno bipolar I y II, pero son menos
graves. Cuando tienes ciclotimia, por lo general puedes desenvolverte en la vida diaria,
aunque no siempre bien. La naturaleza impredecible de los cambios de humor puede
alterar significativamente tu vida porque nunca sabes cómo te vas a sentir.
Síntomas hipomaníacos
Los signos y síntomas de los altos ciclotímicos pueden ser los siguientes:
• Sensación exagerada de felicidad o bienestar (euforia)
• Optimismo extremo
• Autoestima excesiva
• Hablar más de lo habitual
• Juicio deficiente que puede causar una conducta de riesgo o elecciones
imprudentes
• Frenesí de ideas
• Conducta irritable o alterada
• Actividad física excesiva
• Mayor deseo para realizar o lograr objetivos (sexuales, sociales o relacionados con
el trabajo)
• Menor necesidad de dormir
• Tendencia a distraerse fácilmente
• Incapacidad para concentrarse
Síntomas depresivos
Los signos y síntomas de los bajos ciclotímicos pueden ser los siguientes:
• Sentirse triste, desesperanzado o vacío
• Ganas de llorar
• Irritabilidad, especialmente en niños y adolescentes
• Pérdida de interés en actividades que alguna vez se consideraron placenteras
• Cambios en el peso
• Sentimientos de inutilidad o culpa
• Problemas de sueño
• Inquietud
• Fatiga o sentirse lento
• Problemas para concentrarse
• Pensar en la muerte o el suicidio
Los niños y los adolescentes pueden tener varios tipos distintos de trastornos de ansiedad,
como los siguientes:

Trastorno de ansiedad generalizada. Este trastorno hace que los niños se preocupen casi
cada día por muchas cosas diferentes. A los niños con un trastorno de ansiedad
generalizada les preocupan cosas que les preocupan a la mayoría de los niños, como los
deberes, los exámenes y cometer errores.
Pero se preocupan más y más a menudo por este tipo de cosas. Los niños con este
trastorno también se preocupan por cosas cuyos padres pueden no considerar que sean
motivo de preocupación. Por ejemplo, les puede preocupar la hora del recreo o la del
almuerzo, las fiestas de cumpleaños, quedarse a jugar con sus amigos o el trayecto en
autobus hacia su escuela. A los niños con un trastorno de ansiedad generalizada también
les puede preocupar la guerra, el clima o el futuro. Y, en lo que respecta a sus seres
queridos, les puede preocupar su seguridad, que enfermen o que se hagan daño.

Trastorno de ansiedad por separación. Es normal que los bebés y los niños muy pequeños
se pongan nerviosos y ansiosos las primeras veces que se separan de sus padres. Pero, al
cabo de muy poco tiempo, se acostumbrarán a quedarse con un abuelo, una persona a
cargo de su cuidado o un maestro. Y se empezarán a encontrar como si estuvieran en casa
cuando estén en la guardería o en la escuela.
Pero, cuando los niños no superan con la edad este miedo a estar separados de sus
padres, esto se conoce como trastorno de ansiedad por separación. Incluso cuando se
hacen mayores, los niños con este trastorno se ponen muy ansiosos cuando se tienen que
separar de sus padres o tienen que salir de casa. Pueden perder muchos días de clase.

Fobia social (trastorno de ansiedad social). En la fobia social, los niños tienen mucho
miedo de lo que puedan pensar o decir los demás. Siempre temen poder hacer o decir
algo que les avergüence. Les preocupa que puedan parecer raros o que puedan decir
cosas inadecuadas. No les gusta nada ser el centro de atención. No quieren que los demás
se fijen en ellos, por lo que pueden evitar levantar la mano cuando están en clase.

Mutismo selectivo. Esta forma extrema de fobia social hace que los niños estén tan
asustados que dejan de hablar. Los niños y los adolescentes con mutismo
selectivo pueden hablar. Y hablan cuando están en casa o con sus mejores amigos. Pero se
niegan a hablar en la escuela, con otros amigos o en otros lugares donde sienten ese
miedo.
Fobia específica. Es normal que a un niño pequeño le asuste la oscuridad, los monstruos,
los animales de gran tamaño o los ruidos fuertes, como los de los truenos o los fuegos
artificiales. La mayoría de las veces, cuando un niño tiene miedo, los adultos lo pueden
ayudar a sentirte seguro y tranquilo. Pero una fobia es un miedo más intenso, más
extremo y más duradero a una cosa específica. En una fobia, el niño siente terror ante la
cosa temida y trata de evitarla. Si está cerca de lo que teme, se siente aterrado y resulta
muy difícil consolarlo y tranquilizarlo.

¿Cuáles son los signos y los síntomas de la ansiedad?


Un padre o un maestro puede detectar signos de que un niño o un adolescente está
ansioso. Por ejemplo, un niño se puede aferrar a sus padres a la hora de ir a la escuela,
llorar y acabar perdiendo clases. Puede actuar como si estuviera asustado o muy alterado,
o negarse a hablar o a hacer cosas. Los niños y los adolescentes con ansiedad también
pueden tener síntomas que los demás no pueden ver. Pueden estar asustados,
preocupados o nerviosos.
La ansiedad también puede afectar a su cuerpo. Se pueden sentir inestables, inquietos,
agitados o faltarles la respiración. Pueden notar mariposas (o nervios) en el estómago,
tener la cara caliente, las manos húmedas y pegajosas, la boca seca y el corazón
acelerado.
Estos síntomas físicos de ansiedad son la consecuencia de la respuesta de "lucha o huida".
Se trata de la respuesta normal del cuerpo ante el peligro. Esta respuesta desencadena la
liberación de sustancia químicas naturales en el organismo. Estas sustancias químicas nos
preparan para afrontar un peligro real. Afectan a la frecuencia cardíaca, la respiración, los
músculos, los nervios y la digestión. Se trata de una respuesta cuyo objetivo consiste en
protegernos del peligro. Pero en los trastornos de ansiedad, la respuesta de "lucha o
huida" es excesiva. Porque ocurre cuando no hay ningún peligro real.
El TOC es un tipo de trastorno de ansiedad. Los niños con TOC se preocupan por si algo
podría ser nocivo, peligroso, incorrecto o sucio (o piensan que va a ocurrir algo malo).
En el trastorno obsesivo compulsivo, las imágenes y los pensamientos tristes o
atemorizantes, que reciben el nombre de "obsesiones", aparecen en la mente de una
persona y es difícil eliminarlos. Los niños con TOC también pueden preocuparse porque las
cosas no están "en orden" o "correctas". Tal vez se preocupen por perder cosas, a veces
necesitan coleccionar elementos, aunque a los demás les parezcan inútiles.
Las personas con TOC sienten la necesidad imperiosa de hacer ciertas cosas de manera
reiterada ("rituales" o "compulsiones") para eliminar los pensamientos atemorizantes,
protegerse contra algo temido o asegurarse totalmente de que las cosas estén seguras,
limpias o correctas de alguna manera.
Los niños tal vez tengan dificultad para explicar los motivos de los rituales y dicen que
simplemente los hacen "porque sí". Pero, en general, al hacer el ritual, las personas con
TOC están intentando liberar la ansiedad. Es posible que deseen sentirse absolutamente
seguras de que nada malo ocurrirá o simplemente sentirse "bien".
Podríamos decir que el TOC es un "sistema de alarma extremadamente activo". El
incremento de la ansiedad o la preocupación es tan fuerte que el niño siente
que debe realizar la tarea o hacer hincapié en el pensamiento, una y otra vez, hasta el
punto de que esto interfiere con la vida diaria.
La mayoría de los niños con TOC se dan cuenta de que realmente no necesitan repetir
estos comportamientos una y otra vez, pero la ansiedad puede ser tan grande que sienten
que la repetición es "necesaria" para neutralizar la sensación desagradable. Y con
frecuencia, el comportamiento disminuye la ansiedad, pero de manera temporal. A largo
plazo, los rituales tal vez empeoren la gravedad del TOC y provoquen el regreso de las
obsesiones.

Causas

Los médicos y científicos no saben exactamente qué causa el TOC, aunque investigaciones
recientes han permitido comprender mejor el trastorno y sus posibles causas. Los
expertos creen que el TOC se relaciona con los niveles de un neurotransmisor
denominado "serotonina". Los neurotransmisores son sustancias químicas que
transportan señales al cerebro.
Cuando se bloquea el flujo de serotonina, el "sistema de alarma" del cerebro reacciona de
manera exagerada e interpreta la información de forma errónea. Estas "falsas alarmas"
disparan mensajes de peligro por error. En lugar de que el cerebro filtre estos mensajes, la
mente hace hincapié en ellos y la persona experimenta miedos y dudas para nada
realistas.
Existen fuertes evidencias de que el TOC suele ser hereditario. Muchas personas con TOC
tienen uno o más familiares que también lo padecen o que padecen otros trastornos de
ansiedad por la influencia de los niveles de serotonina de su cerebro. Debido a esto, los
científicos han llegado a creer que esta tendencia (o predisposición) de algunas personas a
desarrollar un desequilibrio en el nivel de serotonina es la que hace que el TOC sea
hereditario.
Tener tendencia genética al TOC no significa que alguien desarrollará TOC, pero sí quiere
decir que existen más probabilidades de que esto ocurra. A veces, una enfermedad o un
acontecimiento que provoca estrés puede desencadenar los síntomas de TOC en una
persona genéticamente propensa a padecerlo.
Es importante comprender que el comportamiento obsesivo compulsivo no es algo que un
niño pueda detener si lo intenta arduamente. El TOC es un trastorno, igual que cualquier
trastorno físico, como la diabetes o el asma, y no es algo que los niños puedan controlar o
que provocaron ellos mismos.
El TOC tampoco es algo provocado por los padres, aunque los acontecimientos de la vida
(como comenzar la escuela o la muerte de un ser querido) pueden empeorar o
desencadenar el TOC en niños propensos a padecerlo.

Comportamientos comunes de TOC en niños

El TOC puede dificultar la vida diaria de los niños a quienes afecta y la de sus familias. Con
frecuencia, los comportamientos insumen gran cantidad de tiempo y energía, lo cual hace
que les resulte más difícil completar tareas, como la tarea o los quehaceres domésticos, o
disfrutar de la vida.
Además de sentirse frustrados o culpables por no poder controlar sus propios
pensamientos y actos, los niños con TOC también pueden sufrir baja autoestima o sentirse
avergonzados por lo que están pensando o sintiendo (ya que, con frecuencia, se dan
cuenta de que sus temores no son realistas o que sus rituales no van realmente a evitar
los acontecimientos que les provocan temor).
También pueden sentirse presionados porque no tienen suficiente tiempo para hacer
todo. Un niño puede volverse irritable porque se siente obligado a quedarse despierto
hasta tarde o perderse una actividad o una salida para poder finalizar los rituales
compulsivos. Los niños pueden tener dificultad para prestar atención o concentrase
debido a los pensamientos intrusos.

Entre los niños y adolescentes con TOC, las obsesiones más comunes son las siguientes:
• temor a la suciedad o los gérmenes
• temor a la contaminación
• necesidad de simetría, orden y precisión
• obsesiones religiosas
• preocupación por los desechos del cuerpo
• números de la suerte o de la mala suerte
• pensamientos sexuales o agresivos
• temor a sufrir una enfermedad o un daño, o a que esto le ocurra a un familiar
• preocupación por los elementos de la casa
• sonidos o palabras no deseados
Las presiones a menudo provienen de fuentes externas (como la familia, los amigos o la
escuela), pero también pueden surgir de la persona. La presión que nos imponemos
puede ser muy significativa, porque a menudo hay una discrepancia entre lo que creemos
que debemos estar haciendo y lo que hacemos realmente en nuestras vidas.
El estrés puede afectar a cualquier persona que se sienta abrumada, incluso a los niños. En
los niños en edad preescolar, el hecho de separarse de sus padres puede ocasionarles
ansiedad. A medida que los niños crecen, las presiones académicas y sociales (en especial,
la tarea de "encajar") crean estrés.
Muchos niños están muy ocupados y no tienen tiempo para jugar de manera creativa o
relajarse después de la escuela. Los niños que se quejan de la cantidad de actividades en
las que participan o se niegan a asistir a ellas pueden estar dando a entender que están
demasiado atareados.
Hable con sus hijos acerca de cómo se sienten respecto de sus actividades
extracurriculares. Si se quejan, conversen sobre los pros y los contras de dejar una
actividad. Si no es posible que la dejen, analice maneras de ayudar a organizar el tiempo y
las responsabilidades de su hijo a fin de que no le generen tanta ansiedad.
El estrés de los niños no sólo puede aumentar por lo que sucede en su propia vida. ¿Sus
hijos escuchan cuando usted habla sobre sus problemas en el trabajo, se preocupa por la
enfermedad de un pariente o discute con su cónyuge sobre problemas económicos? Los
padres deben tener en cuenta la manera en que hablan sobre estos problemas cuando sus
hijos están cerca, porque los niños reconocerán la ansiedad de los padres y comenzarán a
preocuparse.
Las noticias del mundo pueden causar estrés. Los niños que ven imágenes perturbadoras
por televisión o que escuchan hablar sobre desastres naturales, guerra y terrorismo
pueden preocuparse por su propia seguridad y la de las personas que quieren. Hable con
sus hijos acerca de lo que ven y escuchan, y controle lo que ven por televisión, de modo
de ayudarlos a entender lo que sucede.
También debe tener en cuenta los factores agravantes, como una enfermedad, la muerte
de un ser querido o un divorcio, que cuando se suman a las presiones cotidianas que los
niños enfrentan, magnifican el estrés. Incluso el divorcio más cordial puede ser una
experiencia difícil para los niños, debido a que su sistema básico de seguridad —su
familia— atraviesa un cambio complicado. Los padres separados o divorciados nunca
deben colocar a los hijos en una posición en la que deban elegir un lado, ni exponerlos a
comentarios negativos sobre el otro cónyuge.
Signos y síntomas
Si bien no siempre es fácil reconocer el estrés en los niños, los cambios a corto plazo en la
conducta, como los cambios de humor, el mal comportamiento, el cambio en los patrones
del sueño o el hecho de mojar la cama, pueden ser indicaciones. Algunos niños
experimentan efectos físicos, que incluyen dolor de estómago y dolor de cabeza. Otros
tienen problemas para concentrarse o terminar la tarea escolar. Otros niños se abstraen o
pasan mucho tiempo solos.
Los niños más pequeños pueden mostrar signos de reacción frente al estrés al adoptar
nuevos hábitos, como chuparse el dedo, enroscarse el cabello con el dedo o meterse el
dedo en la nariz. Los niños mayores pueden comenzar a mentir, a agredir a otras personas
o a desafiar la autoridad. Un niño estresado también puede tener pesadillas, dificultad
para irse de su lado, reacciones exageradas a problemas menores y cambios radicales en
el desempeño académico.
Las estereotipias se engloban dentro de los trastornos del movimiento hipercinéticos, es
decir, por exceso de movimiento, que incluyen: tics, temblor, mioclonus,
atetosis, corea, distonía y estereotipias.
El término estereotipia surge por primera vez en Francia en el siglo XVIII, refiriéndose al
proceso de hacer copias de textos o dibujos, y se empieza a emplear en el lenguaje
médico desde principios del siglo XX, en el libro de Feindel y Meige de 1907 “Tics y su
tratamiento”).
Su definición ha ido cambiando con el tiempo, pero actualmente se define estereotipia
como:
• Movimientos repetitivos, semi-involuntarios, pueden ser suprimidos
voluntariamente.
• Rítmicos, no siempre, a veces pueden tratarse de una contracción muscular
mantenida.
• Coordinados, no propositivos, no se realizan con un fin.
• Estereotipados, se repiten siempre de forma idéntica.
• Suprimibles con la distracción o iniciación de otra actividad, que no impiden la
realización de una actividad motora, pero en ocasiones pueden interferir con las
actividades normales si son muy frecuentes o resultar lesivos para el individuo (en
casos graves asociados a otros déficits neurológicos).

Suelen iniciarse antes de los 3 años de edad, ser bilaterales y afectar a las extremidades
superiores (pero también pueden ser unilaterales y localizarse en las extremidades
inferiores). Tienen un inicio y un fin bien definidos, aunque su duración es variable.

Suelen exacerbarse o inducirse por el sueño (hipnagógica), con el estrés, la concentración,


la fatiga, el aislamiento sensorial, el aburrimiento o la ansiedad. Normalmente se asocian
con situaciones positivas o placenteras para el niño.
Las estereotipias suelen aparecer en racimos (clusters) o salvas de segundos o minutos de
duración, varias veces al día y cuando el niño está realizando otras actividades, sin
interferir en las mismas (por ejemplo cuando está jugando o viendo televisión).
Se estima que entre el 3 y el 9% de los niños entre 5 y 8 años presentan estereotipias
primarias. Asimismo, se calcula que un 40-45% de los niños con autismo presentan al
menos un tipo de estereotipia.
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