Arbol de Las Tres Raices

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EL ÁRBOL DE LAS TRES RAÍCES como

fundamento ideológico de los Círculos


Bolivarianos
El proyecto de la Revolución Bolivariana tiene su sustentación filosófica en el llamado
árbol de las tres raíces, que recoge el pensamiento y acción de tres grandes
revolucionarios venezolanos: Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora.

Esta teoría fue desarrollada por un grupo de militares venezolanos que crearon en los años
ochenta un movimiento clandestino revolucionario y bolivariano, con el objetivo de liberar
al pueblo venezolano de la desigualdad, la pobreza y la dominación oligárquica.

Hugo Chávez, su principal líder, ha señalado que el carácter bolivariano del proceso
revolucionario es “una necesidad imperiosa para todos los venezolanos, para todos los
latinoamericanos y los caribeños fundamentalmente. Rebuscar atrás, en las llaves o en las
raíces de nuestra propia existencia, la fórmula para salir de este terrible laberinto en que
estamos todos… Así estamos los venezolanos hoy, tenemos que mirar el pasado para tratar
de desentrañar los misterios del futuro, de resolver las fórmulas para solucionar el gran
drama venezolano de hoy”.
El proyecto revolucionario que estos tres hombres gestaron, con el concurso del resto de
libertadores y el pueblo en armas, no ha logrado consolidarse hasta ahora. Por ello, sus
ideales, junto con los del resto de los Libertadores, tienen un encuentro pendiente con la
victoria. Hoy, los poderes creadores del pueblo y el compromiso del gobierno
revolucionario avanzan juntos hacia su definitiva concreción. A continuación, se analizan
los aspectos centrales del pensamiento de estos tres venezolanos inmortales, que hoy toma
vida de la mano de la Revolución Bolivariana del Siglo XXI.

Primera Raíz: Simón Rodríguez, Raíz Robinsoniana

Utilizó a menudo el seudónimo de Samuel Robinson, por lo que su sistema de pensamiento


es conocido como robinsoniano.   Fue un gran pensador venezolano, latinoamericano   y
universal, el objetivo de toda su actividad intelectual fue servir a   la liberación de los
pueblos sometidos por el yugo del imperio español y a su integración en hermandad. A
través de sus métodos para una educación liberadora, propugnó la emergencia del nuevo
hombre americano y la creación de Repúblicas de hombres y mujeres libres.

El pensamiento innovador y la acción ejemplarizante de Simón Rodríguez brilló


especialmente en el campo de la educación. Para él, la finalidad de la educación no era
formar aristócratas, sino hacer de todos los habitantes verdaderos ciudadanos al servicio de
la República. Las herramientas para lograrlo son una educación liberadora, el trabajo
dignificante y la participación activa en los procesos de transformación política.

Pensamiento Robinsoniano.

Simón Rodríguez el Sócrates de Caracas con sus ideales y propuestas sobre sistemas de
gobierno, política y educación nos enseña el valor de interesarnos por nuestro pueblo y
sobre todo en la educación que es campo que nos compete. Como educadores cada día se
pretende alcanzar la excelencia, aprender de los errores y reformar lo establecido en las
leyes.

Simón Rodríguez intentaba en esa época colonial mejorar la estructura política, que el
hombre se incorporara a la sociedad logrando ser competente, educado con valores bien
fundados para impulsar al cambio de un país y convertirlo en una República libre e
independiente, una educación popular libre de prejuicios y centrada en nuestras propias
necesidades, sin copiar los sistemas de gobierno del Norte ni Europa, solo buscando nuestro
bienestar e intereses ya que nuestra cultura y costumbre son distintas a otros países.

Simón Rodríguez en su comentario sobre “Estado Actual de la Escuela y Nuevo


Establecimiento de Ella”, escrito en 1791, presenta detalles acerca de la organización de
una Escuela de Primeras Letras para la ciudad de Caracas. Hay algunas ideas en esa
propuesta que considero interesantes, una está relacionada con el tamaño de la escuela y su
distribución en la ciudad. El propone que se creen cuatro escuelas, una en cada feligresía,
atendida cada una por un maestro y tres pasantes, su idea de dividir una Escuela en cuatro
escuelas pequeñas (de una sola aula), distribuidas en diferentes partes de la ciudad es
apoyada parcialmente por investigaciones recientes acerca de las ventajas de las escuelas
pequeñas.
Otra idea revolucionaria tiene que ver con la organización de la labor docente, los cuatro
maestros y los doce auxiliares se reunirían el último día de todos los meses en la escuela
principal bajo la coordinación del Director. En esa reunión mensual se discutirían asuntos
relacionados con el funcionamiento de las escuelas y se acordarían los planes de acción
para el mes siguiente. Se llevaría un libro de actas de estas reuniones, el cual se titularía
“La Nueva Construcción, Régimen y Método de las Escuelas”.

Rodríguez por ser un excelente maestro conocía a fondo como dirigir correctamente una
escuela y nadie mejor que él podía presentar un discurso sobre la educación, era de esperar
que su propuesta recibiera todo el apoyo de sus colegas.

Tenemos mucho que aprender de Simón Rodríguez para el diseño de políticas y prácticas
revolucionarias en educación. Para lograr este aprendizaje se requiere de una lectura radical
de sus escritos, es por eso que debemos ahondar en las ideas y pensamientos de nuestro
maestro Simón Rodríguez, el ejemplo a seguir de todo Unerserrista.

Seremos sus discípulos si seguimos de continuo sus pasos y apoyamos sus propuesta para
crear una educación optima y fuerte con buenos cimientos, cuando buscamos ser un país
desarrollado e independiente, donde la tecnología, la ciencia, y todo lo moderno nos
impulsan a conseguir un futuro mejor y más solido para nuestras futuras generaciones.

Revolución Bolivariana en la educación

Las ideas de Simón Rodríguez son la principal fuente filosófica de la Revolución


Bolivariana en la educación. Sus planteamientos sobre una educación inclusiva y una
formación republicana crítica, se encuentran ampliamente recogidos en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela. A su vez, las políticas públicas se nutren de sus
ideas. El conjunto de misiones educativas, con la Misión Robinson a la cabeza, se inspira
en sus ideales de ciudadanía plena, al orientarse a garantizar que ni un solo venezolano o
venezolana quede al margen de los procesos educativos. En las escuelas y liceos
bolivarianos

 Segunda raíz: Simón Bolívar

“Trescientos años de calma no bastan…pongamos sin temor la piedra fundamental de la


libertad americana. Vacilar es perderse.”

Simón Bolívar

Simón Bolívar es la raíz principal del árbol de las tres raíces. Sus gestas de revolucionario
visionario y sus conquistas  políticas constituyen uno de los grandes legados de la historia 
latinoamericana y universal.  En él se conjugan todas las virtudes del auténtico
revolucionario:  el gran militar y estratega, el líder inigualable, el pensador social y el
estadista.
Además de ser el gran líder de la independencia, Bolívar nos lega su poderoso pensamiento
revolucionario, que ha sido la base ideológica fundamental del movimiento. Hoy, adaptado
a las circunstancias actuales, guía al pueblo venezolano en la senda de la revolución
bolivariana. A su vez, su ideario convoca también a los pueblos de América Latina a luchar
juntos por nuestra segunda independencia  y por una integración solidaria, para hacer
realidad sus sueños, que son también los nuestros.

Bolívar y la integración latinoamericana

“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande Nación del Mundo,
menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.

Simón Bolívar

A pesar de que el proyecto de unidad latinoamericana no pudo tomar forma, el pensamiento


bolivariano es el punto de referencia para pensar hoy sobre la integración en América
Latina. La idea de unir a nuestros países en un solo bloque económico, político y social,
buscaba defender la soberanía y las riquezas de la América mestiza frente a las intenciones
imperialistas de los países poderosos. Asimismo,  buscaba convocar a todos los pueblos
bajo un mismo proyecto libertario, basado en una democracia verdadera de libertad,
igualdad y justicia.

Ya en 1812, señalaba en el Manifiesto de Cartagena: “Yo soy del sentir y del pensar que
mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos,  nuestros enemigos obtendrán
las ventajas más completas; seremos envueltos indefectiblemente en los horrores de las
disensiones civiles y conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que
infectan nuestras comarcas”.

Además de retratar la opresión del imperio español y las oligarquías apátridas, analizó con
gran agudeza el peligro que provenía de los intereses de otras naciones y grupos de poder.
En concreto, anticipó el voraz y criminal imperialismo del Norte,  al  afirmar en 1829: 
“Los Estados  Unidos  parecen destinados por  la Providencia para plagar la América de
miseria en nombre de la libertad”.

Washington también condenó el proyecto bolivariano de una América Latina unida. El


presidente Monroe, que decretó que América Latina era el patio trasero de Estados Unidos
de América (EUA), identificó a Bolívar como “un déspota mili- tar de talento”, “el loco de
Colombia”, el “libertador de esclavos”… Incluso la jerarquía eclesiástica llegó a
excomulgarlo, y lo comparó con el mismo Satanás.

El proyecto de integración, orientado a sentar las bases para la confederación


hispanoamericana, tenía varios elementos centrales:

La unidad para hacer frente a los peligros que amenazaban a las nacientes Repúblicas;
La adopción de pactos de protección y defensa mutuas como mecanismos para garantizar
que ninguna nación extraña se inmiscuyese en los asuntos internos de las nuevas
Repúblicas; y

La adopción de acuerdos amistosos para resolver eventuales disputas entre nuestras


naciones.

Inicialmente, propuso ante el Congreso Anfictiónico   de Panamá la gran confederación,


que incluía desde México hasta Argentina. Cuando entendió que la Confederación  estaba
llamada a fracasar, debido a los intereses mezquinos de las clases dominantes locales y sus
gobernantes, puso todo su empeño en la constitución de la Federación de los Andes, que
comprendía a las naciones que él había liberado (la Gran Colombia, Perú y Bolivia).

Tras el fin de la Federación, el Libertador se concentró en salvar la unidad de la Gran


Colombia. Sin embargo, también este proyecto integracionista se vino abajo, luego de que
las oligarquías locales de las tres actuales Repúblicas conspiraran para dividirla. Pese a
estos fracasos, el gran diseño del Libertador se instaló firmemente en el imaginario de
nuestros pueblos, y hoy revive de la mano del pueblo bolivariano.

Bolívar revolucionario

“El sistema de gobierno más perfecto es el que produce la mayor suma de felicidad posible,
la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”

Simón Bolívar

Además de ser el padre de la independencia y de la integración latinoamericana, Bolívar es


el precursor del pensamiento social revolucionario en nuestro continente. En su proyecto, la
victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera revolución social, que debía
permitir eliminar los groseros privilegios de las minorías y “la odiosa diferencia de clases”,
elevando a todos los y las habitantes al rango de ciudadanos.

Finalizada la guerra, trató de aplicar en la Gran Colombia sus ideas libertarias. Entre otras
cosas, decretó la libertad de los esclavos y esclavas, así como también la devolución de sus
tierras a los pueblos indígenas; instituyó la educación gratuita y creó hospitales. Sin
embargo, sus ideas chocaron con los intereses de las clases oligárquicas y la nueva
aristocracia militar y terrateniente, que se oponían a cambios de fondo en las estructuras
heredadas del imperio español.

Sus enemigos le llamaban el “caudillo de los descamisados”, “monstruo del género huma-
no”, “tirano libertador de esclavos”. Mientras tanto, defendían un modelo parlamentario
excluyente que chocaba frontalmente con el proyecto revolucionario del Libertador y con el
sueño de libertad e igualdad de las mayorías oprimidas.

Cuando regresa del Perú, después de cinco años de victorias y tras haber expulsado
definitivamente al imperio español de tierras sudamericanas, Bolívar se indigna ante el
espectáculo de miseria que todavía ofrece el pueblo oprimido. Le escribe a Santander: “No
se cómo todavía no se levantaron  todos estos pueblos y soldados al concluir que sus males
no vienen de la guerra, sino de leyes absurdas”. Santander, que era vicepresidente de
Colombia, lo acusa de querer provocar

“una guerra interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son muchos, y que
perdamos los que tenemos, que somos pocos”. Queda así sellada la naturaleza del conflicto.
El Bolívar libertario, en defensa de la justicia y la igual- dad, se enfrenta  a los generales
que defienden los intereses de las oligarquías.

Tercera raíz: Ezequiel Zamora

“Sólo el pueblo quiere su bien y es dueño de su suerte… desde hoy en adelante,


Venezuela no será más el patrimonio de ninguna familia ni persona”

Ezequiel Zamora

Ezequiel Zamora retomó la bandera de Bolívar treinta años después de la muerte del
Libertador, enfrentándose con  la  oligarquía que  truncó  el  sueño bolivariano. Conocido
como el general del pueblo soberano, su pensamiento y acción represen- tan la última raíz
del árbol de las tres raíces.

La principal bandera de lucha de Ezequiel Zamora fue la redistribución de la tierra y la


dignificación de los campesinos.  Las luchas que lideró, bajo la consigna de Tierras y
Hombres Libres, encontraron un apoyo masivo en los habitantes del campo, que para ese
entonces eran la mayoría del pueblo venezolano. A su vez, fue un acérrimo enemigo de las
oligarquías.  Su defensa de la dignidad de los campesinos y su arroje libertario hacen de él
una fuente permanente de inspiración revolucionaria.

Tierra y hombres libres

“Cuando Dios hizo el mundo repartió en común el agua, el sol, la tierra, ¿por- qué entonces
los godos se han apoderado de las mejores tierras, bosques y aguas, que son propiedad del
pueblo?”

Ezequiel Zamora

Ezequiel Zamora comenzó su carrera política, uniéndose al partido de los liberales. En


1846, el gobierno conservador  desató una feroz represión contra los miembros de su
partido, lo que provocó que Zamora y otros caudillos populares se alzaran para tomar el
poder. En su proclama rebelde, de inspiración bolivariana, invitó al pueblo a luchar “..para
quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que, opóngase quien se opusiere,  y
cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el
lema de la independencia”.
Esta insurrección, que vio nacer la consigna de tierra y hombres libres, le hizo ganarse el
apoyo y devoción popular y el nombre de “General del pueblo soberano”. Ezequiel Zamora
fue hecho prisionero y sentenciado a muerte, pero el presidente Monagas le conmutó la
pena por el destierro.

La Guerra Federal

“…como sabemos que ustedes están defendiendo la misma causa que nosotros, tienen un
denodado patriotismo y deseo de sacar a la patria de la salvaje y brutal dominación…
diremos con orgullo y Bizarría: Viva la libertad, viva el pueblo soberano, elección popular,
horror a la oligarquía, tierra y hombres libres.”

Ezequiel Zamora

Treinta años después de alcanzada la independencia, la República seguía viviendo bajo un


sistema semifeudal. La inmensa mayoría del pueblo, los trabaja- dores y trabajadoras, los
esclavos y esclavas, los campesinos y campesinas, los artesanos y artesanas y los
marginalizados y marginalizadas de la ciudad y el campo, se debatían  en la mayor miseria
y hambre. El latifundio, lejos de eliminarse, se había extendido bajo el amparo del
gobierno. Tras la abolición de la esclavitud, decretada en 1854, los 40.000 esclavos
liberados se encontraron sin tierras y sin condiciones para ganarse un sustento.

Bajo la consigna de “La Federación  es el gobierno de los libres”, los federales convocaron
en 1959 al pueblo a “sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los
oligarcas”. Tanto el pueblo campesino, desposeído y explotado, como la nueva masa de
desempleados,  se incorporaron masivamente a la lucha.

Gracias a su carisma y su conexión con el pueblo campesino, Ezequiel Zamora logró


organizar un ejército popular de milicias, con el que libró batallas decisivas. La más famosa
es la Batalla de Santa Inés (Barinas), el 10 de diciembre de 1859. En ella, Ezequiel Zamora
demostró su genio estratégico, al conducir a las tropas del gobierno por sucesivas líneas de
defensa, para asestarles la victoria en el terreno donde mejor podía sacar provecho de sus
milicias. Sin embargo, el 10 de enero de 1860 una bala de origen desconocido trunca su
vida, durante el asalto a San Carlos (Cojedes). A partir de entonces, la guerra se transformó 
en un gran movimiento de guerrillas. Finalmente, en 1963 los ideales de Zamora fueron
traicionados, y con ellos los ideales de Bolívar.

Comandante Chávez: A la crisis hay que hacerle frente con firmeza ideológica
y política

25 septiembre, 2015

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