Actas Del 2 Centenario de Don Antonio de

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ACTAS

DEL

II CENTENARIO

DE

DON ANTONIO DE ULLOA

Editores

M. LOSADA Y C. VARELA

ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANOAMERICANOS - CSIC


ARCHIVO GENERAL DE INDIAS
(ID

, 5 3

RAI

1195

CSIC

© Escuela de Estudios Hispanoamericanos - CSIC


© Archivo General de Indias
ISBN: 84-00-07523-4
Depósito Legal: SE - 1657 - 95
Impreso en España. Printcd in Spain
Maquetación: J. Gallardo
Imprime: Escuela de Estudios Hispanoamericanos
RELACION HISTORICA

DEL VIAGE

A LA AMERICA MERIDIONAL
HECHO

DE ORDEN DE S. MAG.
PARA MEDIR ALGUNOS GRADOS DE MERIDIANO
Terreftre , y venir por ellos en conocimiento de la verdadera Figura,
y Magnitud de la Tierra , con otras varias Obfervaciones
Aftronomicas , y Phificas:

{Por DON JORGE JUAN , Comendador de Aliaga , en el Orden de San


Juan , Soao correfpondiente de la ^eal Academia de las Ciencias de 'Parts,
y DON ANTONIO DE ULLO A, de la <%eal Sociedad de Londres:
ambos Capitanes de Fragata de la <%eal Armada.

PRIMERA PARTE , TOMO PRIMERO,

IMPRESSA DE ORDEN DEL REY NUESTRO SEÑOR

EN MADRID
Por Antonio Marín, Ano de M.DCC.XLVIII.
INDICE GENERAL
Prólogo - Antonio Domínguez Ortiz 15
Antonio de Ulloa y la tradición de la Ciencia moderna en Sevilla . José M.* López
Pinero 25
Antonio de Ulloa y Sevilla- Francisco Aguilar Piñal 45

Antonio de Ulloa y la ciencia de su época - Manuel Selles 59

Antonio de Ulloa, descubridor del platino- Roberto Moreno 79

Antonio de Ulloa, naturalista - Miguel A. Puig-Samper 97


Retórica y experimentación en la polémica sobre la figura de la Tierra - Antonio
Lafuente 125

El sevillano Antonio de Ulloa y el reino de Quito - Luis J. Ramos 141

El gobierno de Antonio de Ulloa en Huancavelica y Luisiana - Miguel Molina .. 169

Antonio de Ulloa, astrónomo - Alberto Orte Lledó 185

Antonio de Ulloa en la época del Marqués de la Ensenada. Del espionaje al Ca

nal de Castilla (1749-1754) - Juan Helguera Quijada 1 197

Antonio de Ulloa, marino - Francisco de Solano 219

Antonio de Ulloa, un ilustrado curioso - Antonio Orozco 241

Entre España e Hispanoamérica: Antonio de Ulloa, un hombre de su tiempo. Sus

escritos y publicaciones - Antonio Gutiérrez Escudero 257

Relación de colaboradores 271


La idea de celebrar una reunión científica para conmemorar el II Centenario
del fallecimiento del Almirante Don Antonio de Ulloa partió de Manuel
Losada Villasante -profesor de investigación supernumerario del CSIC,
catedrático de la Universidad de Sevilla y académico-, cuyo entusiasmo
fue compartido de inmediato por Consuelo Varela, directora de la Escuela
de Estudios Hispanoamericanos, y también por Pedro González García,
director del Archivo General de Indias. Varias instituciones y entidades
apoyaron esta feliz iniciativa y colaboraron generosamente para hacer rea
lidad el proyecto: Junta de Andalucía, Ministerio de Educación y
Ciencia, Ayuntamientos de Sevilla, Cádiz y San Fernando, Diputación
de Cádiz, Universidades de Sevilla y Cádiz, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Archivo General de Indias, Real Instituto
y Observatorio de la Marina de San Fernando, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, Real Academia Sevillana de Ciencias, Real
Academia Sevillana de Buenas Letras, Real Academia
Hispanoamericana de Cádiz, Academia Iberoamericana de Farmacia,
Fundación FOCUS, Grupo Cruzcampo, S.A. y Fundación El Monte.
Losada Villasante, Varela y González García planificaron la celebración
de unas jornadas, que fueron presentadas el día 4 de octubre de 1995 en
el acto de apertura del Curso Académico en el Ateneo de Sevilla y se cele
braron durante los días 23 al 25 de octubre de este año en Sevilla, San
Fernando y Cádiz. En ellas participaron como conferenciantes once des
tacados expertos en la vida y obra del insigne científico ilustrado sevilla
no descubridor del platino -que no sólo supo abarcar y promover los
saberes de su época, sino aplicar los conocimientos científicos a la reso
lución de numerosos problemas prácticos en España e Hispanoamérica-
También se presentaron varias exposiciones documentales, bilbiográficas
y de aparatos de la época. Las ponencias, cuyas Actas se recogen en este
volumen, van precedidas de un excelente prólogo de D. Antonio Domínguez
Ortiz y de una magnífica introducción de D. José M.° López Pinero.
A todos cuantos con su labor, patrocinio y mecenazgo hicieron posible la
celebración de estas jornadas y la publicación de las Actas y, muy espe
cialmente, al Excmo. Sr. D. Javier Benjumea Puigcerver, Presidente de la
Fundación FOCUS, muchas gracias.
PROLOGO

A. Domínguez Ortiz

en este año 1995 celebramos el segundo centenario de la muerte de un hijo


preclaro de Sevilla: D. Antonio de Ulloa Torre-Guiral. Existía el peligro de
que Sevilla, madre fecunda de tantos ingenios, dejara pasar la oportunidad
de rendirle homenaje. Son tantas las conmemoraciones unidas a la historia milenaria de
Sevilla! Afortunadamente no ha sido así; los trabajos reunidos en este volumen son el
mejor homenaje que podía tributarse a una figura cuyos méritos no habían sido bastan
temente conocidos y apreciados; quizás por esa misma abundancia de sevillanos ilustres;
tal vez le hacía sombra el gran científico Jorge Juan, al que suele siempre asociársele
aunque sólo en parte coincidieron sus carreras. Y seguramente también le ha perjudica
do la minusvalía que ha rodeado a nuestro siglo XVIII y que ahora, con gran trabajo, tra
tamos de disipar. No fue nuestro Siglo Ilustrado una centuria brillante si la comparamos
con el de otros países; en España no tuvo genios (con la excepción de Goya, que en
muchos aspectos desborda el marco del XVIII). Pero fue un siglo de muy aventajados
talentos, de gobernantes probos y laboriosos, de patriotas conscientes del retraso inte
lectual de España y ansiosos de recuperarlo, de hombres que aspiraban a rectificar, sin
sacudidas violentas, el curso de nuestra historia, enlazando la mejor tradición con las
novedades tan malfamadas. Unos se mantuvieron, como Feijóo o Mayans, en el terreno
doctrinal; otros (Patiño, Ensenada) fueron hombres de acción. Ulloa se coloca en un ter
cer grupo: el de los que aunaron la teoría y la práctica, la especulación científica y el ser
vicio al Estado en variados terrenos; escritor de paleta amplia y rica, con dotes de
investigador y de divulgador de novedades científicas, comendador de Ocaña, goberna
dor de Huancavelica y de La Luisiana, teniente general de las reales armadas. Sevillano
universal, hizo largas estancias en remotos países y sus últimos años transcurrieron en
Cádiz, pero nunca se olvidó de Sevilla. Me congratulo, con ocasión de este centenario,
de que Sevilla tampoco se haya olvidado de él. ¡Cuántas veces, en mis paseos juveniles
por mi Sevilla natal, habré leído distraídamente el rótulo ALMIRANTE ULLOA en la
calle donde estuvo su vivienda familiar sin asociar a este nombre una imagen precisa! Y
lo mismo habrá ocurrido a miles de sevillanos. Estas celebraciones contribuirán a devol
ver su brillo a una denominación empañada por la pátina de los siglos.
Conforme a la definición orteguiana, la trayectoria de Ulloa fue producto del cruce
de su propia capacidad personal y de las circunstancias en que se vio inmerso. Es inútil
especular cuál hubiera sido la carrera de Ulloa de haber nacido en las tierras zamoranas

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 15-24 15


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

de sus lejanos antepasados o cualquier otro punto de la geografía peninsular; tal vez,
como segundo de familia hidalga, hubiera sido destinado a la carrera eclesiástica, o hubie
ra ingresado en uno de los Colegios Mayores de Salamanca, semillero de teólogos y juris
tas. Pero su nacimiento sevillano le deparaba más altas oportunidades. No era brillante
la situación de Sevilla en el Siglo XVIII, estudiada en obras modélicas por Aguilar Piñal;
aunque conservara no pocos restos de su antigua prosperidad comercial, aunque fuera,
después de Madrid, la mayor concentración de títulos nobiliarios del Reino, aunque siguie
ra siendo cabeza de un extenso Reino y de un riquísimo arzobispado, la somnolencia en
que la sumió la catástrofe demográfica de 1649, agravada por el paulatino traspaso a
Cádiz de la cabecera de las flotas y el aparato institucional anejo y la falta, reiterada
mente denunciada, de una clase burguesa con espíritu empresarial la mantenían en una
especie de letargo del que no pudieron arrancarla ni siquiera ocasiones tan propicias como
la dilatada estancia de la Corte en 1729-1733, que más fue ocasión para molestias y gas
tos que de ventajas para la ciudad.
Durante el siglo XVIII la población sevillana osciló en torno a los 80.000 habitan
tes, un tercio menos que en la época de su apogeo; Cádiz se le acercó sin rebasarla en la
década de los setenta; Barcelona sí se le adelantó claramente a finales de aquel siglo, y,
por supuesto, Madrid, que duplicaba su censo. Pero no era el número de habitantes sino
la calidad de vida el factor decisivo; había mucha miseria y mucho desempleo en los
barrios pobres de Sevilla. Entre el centenar de viviendas señoriales y los corrales de vecin
dad las diferencias eran abismales; un jesuita italiano, Carlo Gervassoni, que residía en
Sevilla en 1727, comentaba que imperaba la miseria y la ociosidad en las clases popu
lares; a pesar de ello, la limpieza de las calles y otras tareas serviles estaban confiadas a
moros y extranjeros, porque un sevillano hubiera preferido morir de hambre antes que
ejercitar tareas que implicaban descalificación social.
La administración de la ciudad seguía en manos de dos oligarquías paralelas, la de
los veinticuatro (en realidad eran ya setenta) y la de los jurados, que por efecto de las
ventas de oficios efectuadas por los reyes había experimentado parecida inflación. Los
primeros representaban la aristocracia, los segundos, teóricamente, eran los defensores
de los intereses del pueblo, pero con el tiempo las posiciones se habían ido acercando, y
los jurados, decaído ya el primitivo sistema electivo, trataban de igualarse en prestigio a
los veinticuatro. La familia de los Ulloa era de rancio abolengo, y su presencia en el
ayuntamiento bastante antigua. El veinticuatro Don Bernardo de Ulloa defendió la causa
de los Borbones en la Guerra de Sucesión y recibió por ello honores y recompensas en
Sevilla y en la Corte, donde murió; publicó una obra sobre Restablecimiento de las fábri
cas y comercio español impregnada del espíritu mercantilista todavía imperante. Su pri
mogénito Martín, tras una larga estancia en La Habana, volvió a Sevilla en calidad de
Alcalde Mayor de su Audiencia y tomó parte en la tertulia que el Asistente Don Pablo
de Olavide presidía en su residencia del Alcázar. Juntamente con el extremeño Forner y
el asturiano Gaspar de Jovellanos integraba aquel fermento de renovación que se mani

16
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ - PRÓLOGO

festaba tanto en la Real Audiencia (a la que pertenecían los tres citados personajes) como
la Academia Sevillana de Buenas Letras y la Sociedad Económica, una de las más acti
vas de las fundadas a instancias del ministro Campomanes.
Retrocedamos ahora a la primera mitad del Siglo Ilustrado. Como bien dice Aguilar
Piñal, la creación de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz en 1717, además de pro
porcionar a la Real Marina un vivero de marinos de alta especial ización científica, resolvía
el problema de muchos padres que tenían que buscar salidas a los segundones. El empeño
de D. Bernardo de Ulloa por colocar a su segundo vástago D. Antonio en la recién fun
dada Escuela tuvo éxito, y con ello se definió su vocación, y a más de resolver su situa
ción personal forjó una gloria para la Patria. Es evidente que si los Ulloa hubieran
permanecido en su hogar originario estas brillantes carreras no se hubieran producido;
su cuna sevillana fue determinante para la brillante carrera de D. Antonio. A veces lee
mos críticas acerca del favoritismo de que se ha beneficiado Sevilla, y se cita como ejem
plo máximo su designación como cabecera de las flotas de Indias y asiento de la Casa
de Contratación. Pero, teniendo en cuenta las realidades geográficas, más imperiosas en
siglos en que la navegación se hacía a vela, ¿qué mejor emplazamiento cabía que un lugar
próximo a la raíz del alisio que hinchaba las velas de merchantas y galeones? No fue la
Corona la que inventó la ruta, fue Colón quién la descubrió, y durante tres siglos ni su
marca fue superada ni su trayectoria alterada de modo sensible.
Naturalmente, la comarca designada por los factores naturales no era un punto con
creto sino una comarca, el Bajo Guadalquivir, cuyo eje, Sevilla-Cádiz, se fue déspla-
zando, por causas también naturales, (progresiva insuficiencia del cauce del Guadalquivir)
hasta la bahía gaditana, en pleno auge durante el siglo XVIII; Cádiz ante todo, pero tam
bién Sanlúcar, El Puerto de Santa María, Puerto Real y la Isla de León (San Fernando).
En este espacio tuvo lugar una concentración de medios humanos y económicos que con
trastaba con la situación somnolienta de la mayor parte del territorio andaluz, sobre el
cual el estímulo americano actuaba de forma mucho menos eficaz. No me refiero sólo a
los pueblos almerienses o los de Sierra Morena, en los que con frecuencia no se encuen
tra más relación con América que algún emigrante de quien nunca más se supo; incluso
en Córdoba y sus campiñas, que en el siglo XVI exportaron paños, en el XVIII se halla
ban sumidas en un marasmo del que dan testimonio los relatos de viajeros extranjeros y
españoles; las páginas que Ponz consagra a Córdoba son en este sentido reveladoras.
Málaga si tuvo notable vitalidad, a pesar de las frecuentes epidemias; su relación con
Indias era de variada índole: punto de escala para navíos procedentes del Mediterráneo,
centinela contra corsarios, fábricas de pólvora y bizcocho para el aprovisionamiento de
las flotas, etc.
Málaga, con Sevilla y Cádiz, dibujaba un triángulo privilegiado; el vértice sevilla
no, aunque desplazado de su antiguo monopolio administrativo, conservaba bazas impor
tantes, como la fábrica de cañones y la de tabaco que, si bien tenía una hijuela en Cádiz,
mantenía el privilegio de Sevilla: una gran industria estatal, para satisfacer un mercado

17
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

creciente y para la que se diseñó una grandiosa construcción, orgullo de la ciudad. Pero
Sevilla nunca tuvo un equipamiento científico acorde con su papel de centro del comer
cio indiano; la Casa de Contratación podía envanecerse de haber tenido, en los primeros
decenios de su existencia, algunas figuras notables en el puesto de Piloto Mayor, pero se
puede decir que en este aspecto, en vez de ir a más, fue a menos; llegó a convertirse en
una escuela de formación rutinaria de pilotos y un almacén de mapas que se guardaban
como secreto de Estado. Y la situación no mejoró nada con la creación de la Escuela de
San Telmo, que nació con aspiraciones muy limitadas. De la universidad no hay ni que
hablar, pues no sólo vivía de espaldas a la realidad, encerrada en su añoso aristotelismo,
sino que, por rivalidades profesionales disimuladas bajo el pretexto de escrúpulos doc
trinales, declaró guerra abierta a la tertulia que los médicos revalidados mantenían, y que,
gracias a la protección de los doctores Diego Mateo Zapata y Juan Muñoz Peralta, médi
cos reales, se convirtió en la Real Academia Sevillana de Medicina.
No hay que desdeñar el factor de renovación que suponía esta iniciativa, ni la sin
tomática y simultánea aparición (1699) del Análisis Geométrico del sanluqueño Hugo de
Omerique; pero tampoco hay que exagerar su alcance, como a veces se ha hecho; los
médicos revalidados defendían doctrinas que si a los fosilizados doctores universitarios
les sonaban a peligrosas novedades, en la Europa culta ya estaban siendo superadas; y el
libro de Omerique, como ya demostró mi adorado amigo D. Patricio Peñalver, se man
tenía en la órbita de la Matemática clásica; no tenía nada que ver con el cálculo infini
tesimal, cuya paternidad se disputaron Isaac Newton y G. H. Leibniz.
¡Qué lejos estábamos nosotros de alcanzar aquellas cimas! Volviendo la mirada
atrás, un español del año 1700 podría envanecerse de que en su patria habían florecido
filósofo, teólogos juristas de gran altura. Había tenido médicos humanistas de formación
enciclopédica; había mantenido la antorcha heredada de la Edad Media en cuanto a
Cartografía y Astronomía, y había aprovechado la era de los grandes descubrimientos
para incrementar el patrimonio de la ciencia universal con hallazgos fundamentales en la
Geografía y las ciencias naturales. Todo eso quedaba ya atrás superado por un movi
miento de investigación a cuyo ritmo no habíamos sabido adaptarnos.
Pero incluso en la época más gloriosa de nuestra ciencia había un fallo inquietan
te: las Matemáticas, en las que no podíamos ofrecer más que algunos nombres de segun
da fila, en absoluto comparables a Fermat, Tartaglia o Napier por citar sólo algunos
nombres punteros. Y ese fallo era fundamental, pues, como comentó acertadamente Ortega
y Gasset refiriéndose a la polémica sobre la Ciencia Española, no se puede compensar
la falta de matemáticos con el exceso de cultivadores de geógrafos y naturalistas, porque
las matemáticas nos revelan la estructura interna del Universo, y sin ellas no existe la
posibilidad de una Física teórica. Ni Galileo, ni Pascal ni Descartes podían florecer en el
ambiente de nuestro siglo XVII.
Este fallo no hubiera preocupado demasiado a aquellos gobiernos de no ser porque
en aquel siglo el arte militar se había racionalizado y a todos se hacía patente que un país

18
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ - PRÓLOGO

sin adecuada infraestructura económica y científica estaría en manifiesta inferioridad gue


rrera; mas, si cabe, en cuanto a la Marina que en los ejércitos terrestres; los avances en
cuanto a Física de fluidos, cálculos sobre el velamen, la artillería naval, etc. fueron asi
milados más pronto en Francia y en Inglaterra que en España. En el aspecto internacio
nal este factor era decisivo para España que después de Utrecht dependía de la conservación
de las Indias si quería mantener su rango de gran potencia. Había que formar ingenieros
navales, artilleros, pilotos en un marco científico que rebasaba nuestras posibilidades; de
ahí la decisión de atajar camino trayendo técnicos extranjeros y practicando el espiona
je industrial. Se ganaba tiempo, pero con todos los inconvenientes de lo que se adquie
re fuera y no brota de la propia savia.
Este era, resumido en pocas palabras, el ambiente existente en los años juveniles
de Ulloa, determinante de una carrera que, muy dilatada y muy variada, giraba no obs
tante sobre unos ejes concretos: el Océano, las Indias, la necesidad de incrementar y
actualizar el nivel científico de España. ¿Cómo percibir él la trayectoria global de aquel
siglo? Aunque llegó a una edad avanzada no vio el decepcionante final; en el punto para
el más sensible, el poderío marítimo de su patria y la competición con una Inglaterra cada
vez mas poderosa y agresiva, en 1795, fecha de su muerte, ya resultaba claro que el
inmenso esfuerzo realizado: la fundación del Colegio de Guardias Marinas, la creación
de los astilleros de Cádiz, Cartagena y El Ferrol, la renovación de las técnicas de cons
trucción de buques, la implantación de una durísima Matrícula de Mar, terror de los pes
cadores, el férreo control sobre nuestros bosques para reservar a la Marina los troncos
más adecuados; estas y otras medidas, extendidas también a Indias, fueron incapaces de
superar el desfase que se había ido creando entre nuestra Marina de guerra y la británi
ca. Sin embargo, aún no se habían producido, cuando murió, los hechos decisivos: las
derrotas del cabo de San Vicente y de Trafalgar, que sancionaron la superioridad marí
tima de Inglaterra en todo el transcurso del siglo XIX.
No vio Ulloa este desdichado final, agravado después por la Guerra de la
Independencia y sus consecuencias: la quiebra del Estado, la ruina de la Armada, la sepa
ración de América... Triste final de muchos años de esfuerzos, de esperanzas, como tris
te también fue el destino de la mayoría de los componentes de la élite intelectual que se
había ido formando: Aréjula, Isidro de Antillón, Mendoza Ríos, Olavide, Blanco White,
Bethencourt, los Elhuyar... La mayoría de ellos exiliados por voluntad propia o por impo
siciones políticas. Nos complace pensar que D. Antonio de Ulloa tuvo un final tranqui
lo, apacible, en su retiro gaditano, tal como nos lo describe Townsed, rodeado de infinidad
de objetos heteróclitos, testimonios de su insaciable curiosidad y de su larga trayectoria
vital. Nos complace también el respeto y afecto que profesaban los ingleses a un antiguo
enemigo; nos extraña hoy que un prisionero de guerra se transforme, al llegar a Londres,
en un socio de la Royal Academy, y como este no es un hecho aislado, como otros muchos
sabios y políticos españoles fueron acogidos y socorridos en Inglaterra, como los viaje
ros ingleses del XVIII fueron los primeros propagandistas de nuestro arte y nuestras cos

19
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

tumores, hay que convenir en que las hostilidades, en aquellos siglos, no tenían el carác
ter inhumano que hoy tienen. Ha progresado el arte militar en los aspectos técnicos, pero
ha degenerado en las cualidades humanas. Y sin duda esta es una de las razones por las
que las frecuentes, casi continuas guerras que las potencias europeas sostuvieron en el
siglo XVIII no fueron obstáculo para el carácter cosmopolita de la centuria, ni para la
hegemonía cultural de Francia.
Ese carácter cosmopolita, referido al menos a la raza blanca, a los europeos (por
que con los indios ya es otro cantar) es uno de los rasgos que identifican a Ulloa con su
siglo; pero no saquemos de aquí la consecuencia de que fue un novador, un preilustra-
do o incluso un ilustrado típico. Las cosas son más complejas, y el afán tan natural por
otra parte) de clasificar, distribuir, ordenar simplifica y aclara pero siempre a costa de un
empobrecimiento; hay que encasillar genios muy diversos y etiquetarlos, y eso no es fac
tible sin que pierdan parte de su personalidad. Para nuestro siglo XVIII se han propues
to modelos diversos, unos de naturaleza política (no se puede negar que en el Antiguo
Régimen cada reinado tenía una fisonomía propia) otros de índole cultural, en los que es
más sensible la evolución. También se ha intentado identificar generaciones, método muy
discutible; no se puede admitir, y en esto disiento completamente de Ortega, que el hecho
de nacer en un determinado año predestine, por alguna influencia pitagórica el curso de
su pensamiento. Si es admisible que un evento extraordinario marque, no a toda una gene
ración sino a los que están en la fase moldeable de la niñez y juventud; pero esos hechos
excepcionales ocurren a intervalos irregulares, e incluso pueden no producirse en todo
un siglo, como ocurrió en nuestro XVIII, que fue, salvo en los dos cabos (principio y
fin) de notoria continuidad y sosiego interno.
Veamos el caso de la familia Ulloa: el padre, D. Bernardo, aunque se adentró bas
tante en el siglo XVIII, conservó la mentalidad reinante en los finales del siglo anterior,
la que inspiró en 1679 la creación de la Junta de Comercio. El hijo mayor, D. Martín,
fue un intelectual puro; historiador y jurista, de pensamiento mucho más avanzado que
el de su padre; concurrente a la tertulia de Olavide en el Alcázar, donde el peruano adqui
rió las noticias necesarias para redactar el mas avanzado de los proyectos de reforma uni
versitaria y el más audaz de los informes que recabó el ministerio de Carlos III sobre la
reforma agraria. Se le puede asignar el titulo convencional de ilustrado.
A D. Antonio de Ulloa es más difícil etiquetarlo; no se le puede adscribir a un grupo
sin deformar su personalidad. Hombre de pensamiento y hombre de acción, las circuns
tancias le ayudaron a progresar en ambos sentidos hasta dar toda la talla de la que era
capaz. Asombra su actividad multiforme, su presencia lo largo de casi todo un siglo, sus
vivencias excepcionales, de muy diverso signo, y todo ello sin conflictos íntimos. Siguió
los progresos del siglo pero siguió siendo el mismo. Se libró de la enseñanza universi
taria. Gran ventaja, como dijo Marañón refiriéndose a Gaspar Casal, pues si hubieran
encarrilado su mente por los entimemas y silogismos habría perdido la capacidad de
observar y juzgar por si mismo.

20
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ - PRÓLOGO

Desde su retiro gaditano debió rememorar su escapada juvenil, más bien infantil
(tenfa entonces catorce años) para sentar plaza como aventurero en la armada que zarpó
de Cádiz en 1730 al mando del almirante D. Manuel López Pintado con destino a Cartagena
de Indias. En aquellas fechas ya el sistema tradicional de flota y galeones estaba en cri
sis, pero aún seguían haciéndose magníficos negocios y no se desaprovechaban las ganan
cias, lícitas o ilícitas, que al alto mando se ofrecían. Sabemos que López Pintado no
desaprovechó las ocasiones, y prueba de ello es la magnífica casa-palacio perfectamen
te conservada en la plaza que lleva su nombre, frente a la parroquia de Santiago. Dos
años duró aquel viaje, durante el cual es muy probable que impulsara su formación teó
rica como complemento de las nociones científicas que ya llevara al embarcar.
La verdad es que la formación científica de Ulloa es un misterio, porque su resi
dencia en la Escuela de Guardias Marinas fue muy breve, y en ella, durante los años fun
dacionales, los libros más manejados no eran los de Newton y Leibniz, y ello es lógico
pues la vulgarización de la nueva matemática no llegó hasta mediados del siglo, gracias,
sobre todo, a Euler. En la Escuela se estudiaban, como indica A. Orte en el trabajo Ulloa
Astrónomo que se inserta en este volumen, los compendios basados en lo esencial en
Euclides, de los padres Tosca y Kresa; los tratados de Matemáticas aplicadas a la Navegación
de Pedro Manuel Cedillo son de época posterior. Hay cierta inseguridad acerca de la
fecha en que se introdujo en España el Cálculo infinitesimal; según Vernet, "de oídas era
cuando menos conocido por los estudiantes españoles en Francia desde 1717", pero su
introducción efectiva en nuestras aulas fue algunas décadas posterior; suele darse como
fecha básica la de 1748, año en que aparecen las Observaciones astronómicas y physi-
cas que Jorge Juan escribió en colaboración con Ulloa, correspondiendo al primero la
parte matemática. Norberto Cuesta descubrió en el archivo de Simancas el tomo 4. del
Curso Militar de Matemáticas, escrito por D. Pedro Padilla, director de la Academia de
Matemáticas del cuartel de los Guardias de Corps; el libro se imprimió en Madrid, 1756,
pero la teoría se enseñaba sin duda con anterioridad en dicho centro, y también quizás
en el Colegio Imperial que regentaban los jesuitas. Las Academias militares y navales
fueron los vehículos de introducción de esta parte importantísima de la ciencia moder
na. Mientras las universidades seguían sus derroteros; la de Salamanca era casi la única
en que se enseñaba Matemáticas, pero ¿qué Matemáticas? Dejemos de lado a Torres
Villarroel, que quizás exageró; pero es que cuando se sacó a oposición la vacante de su
cátedra el opositor tuvo que contestar preguntas sacadas de la Esfera de Sacrobosco y
del Almagesto de Tolomeo Y esto sucedía en 1760.
Sabemos que en la biblioteca de Ulloa figuraban dos ejemplares de los Principia
de Newton, la edición de Londres, 1726, con dedicatoria del presidente de la Royal
Society, y la suiza de 1739. Su intimidad con Jorge Juan le ayudaría a la comprensión
de las nuevas y difíciles disciplinas, y su dilatada estancia en la cordillera andina duran
te los nueve años que duraron las operaciones para la medición del grado de meridiano,
años llenos de dificultades, de errores que hubo que subsanar, de métodos que hubo que

21
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

descubrir y aparatos que hubo que fabricar, completaron aquella larga y difícil forma
ción matemática, cosmográfica y astronómica. La verdad es que no sabemos qué razo
nes impulsaron al gobierno español a designar para misión tan delicada a un joven todavía
no maduro, pero es indudable que esa madurez la adquirió después a costa de un esfuer
zo personal improbo y en condiciones excepcionales.
Con esto quiero resaltar el carácter autodidacta de la personalidad científica de D.
Antonio de Ulloa. El autodidacta tropieza con dificultades, suele perder tiempo toman
do caminos errados, pero en cambio los conocimientos tienen una frescura y un vigor del
que carecen los que se han dejado guiar por sus maestros. La curiosidad universal de
Ulloa y las oportunidades que tuvo para estudiar directamente los reinos de la Naturaleza
y las razas humanas son también elementos imprescindibles para juzgar el conjunto de
sus obras. En su producción alternan las descripciones objetivas de minerales, plantas,
pueblos y razas y los intentos, no siempre afortunados, de explicación teórica. Viajero
infatigable, conocedor de grandes espacios de la América Hispana, hay prejuicios en su
apreciación sobre los hombres, y sus tentativas de explicación de las peculiaridades de
la geografía americana no tienen el grado de solidez científica del Cosmos de Humboldt;
pero sería injusto comparar la obra de ambos geógrafos sin tener en cuenta, no sólo la
inmensa cantidad de tiempo que sus tareas al servicio del gobierno hicieron perder a Ulloa
sino los sesenta años (cruciales para el movimiento científico europeo) que separa la vida
y la actividad de ambos. Lo que en Ulloa era promesa en Alejandro de Humboldt fue
realidad; una descripción razonada del globo terrestre que se salía de los límites de la
ciencia ilustrada para entrar en la plena contemporaneidad.
Si la labor teórica de D. Antonio de Ulloa empalma más bien con la tradición de
nuestros grandes naturalistas que con los sectores más avanzados de la ciencia ilustrada
hay un aspecto en el que la figura del gran sevillano se enmarca perfectamente en las
coordenadas de la Ilustración: su preocupación pedagógica. Para aquellos hombres la
ciencia no debía ser un motivo de satisfacción personal; tenía una dimensión social; debía
ser un medio de redimir las masas y servir al Estado, y de aquí el sentido integrador de
los planes pedagógicos de los ministros de Carlos III, que abarcaban desde la enseñan
za primaria hasta la universitaria y las escuelas especiales. Incluso en la época de Carlos
IV tenemos iniciativas interesantes, como la abortada introducción en España del siste
ma de Pestalozzi.
La obra de Antonio de Ulloa está toda enmarcada en este afán y de ahí el carácter
divulgador de la mayor parte de sus escritos, basados en el deseo de poner al alcance de
todos los progresos que realizaban los viajeros y exploradores por un lado, los científi
cos puros por otro. La otra faceta, la de servicio al Estado, también está presente en su
obra, y presumo que fue la que inspiró un escrito, mencionado en la relación de obras
que adjuntó a su testamento: "La enseñanza y habilitación de relojeros que se enviaron
a Génova a aprender este arte". No es preciso recordar que la determinación de la hora
era entonces el medio más fiable de averiguar la longitud y que Inglaterra se adelantó

22
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ - PRÓLOGO

también en este terreno a las demás naciones gracias al cronómetro de Harrison. El gobier
no español trató, sin éxito, de estar a la altura que su cualidad de gran potencia maríti
ma le exigía pero no llegó a dar la talla; los esfuerzos, a que se refiere el mencionado
escrito, por crear una escuela española de relojería de precisión tuvieron un resultado
mediocre y por ello nuestra marina debió comprar cronómetros a Inglaterra y Francia.
Rasgo ilustrado parece también el espíritu de crítica y de innovación, pero en este
punto es preciso proceder con cautela; hay quienes creen, por ejemplo, que las Noticias
Secretas representaron un ataque al sistema tradicional, una crítica demoledora de la
acción de España en América e incluso una obra anticlerical. El examen que de dicha
obra han realizado eminentes especialistas ha modificado estos juicios: el título algo tru
culento de Noticias Secretas fue inventado por el editor inglés; en realidad era un infor
me reservado, porque no estaba destinado a la publicidad sino que se emitía para
conocimiento de las autoridades de Madrid. Si estas no parecieron concederle demasia
da importancia fue posiblemente porque se trataba de hechos ya antiguos, conocidos, y
sobre los cuales el Consejo de Indias tenía más que suficiente información.
La actitud de D. Antonio ante los indígenas americanos está muy lejos de la ima
gen del buen salvaje y otros mitos que en la Europa del XVIII tuvieron plena vigencia.
Su actitud ante el amerindio está teñida a la vez de paternalismo y de desprecio; los epí
tetos que le dedica son de todo menos caritativos, a pesar de que reconoce la injusticia
con que era tratado; aminora los sufrimientos de los mitayos, quizás por el cargo que
tuvo de gobernador de Huancavelica; en cambio se indigna ante el tratamiento que se
daba a los indios que trabajaban en los obrajes. En algunos momentos aparece, aplicado
a la población indígena, la idea de la importancia primordial de la educación; en la
Introducción a las Noticias americanas dice: "Si los indios hubieran sido igualmente ins
truidos que los españoles no hubieran sido sojuzgados con tanta facilidad". A pesar de
la insuficiencia del adoctrinamiento la diferencia entre el indígena colonizado y el que
se mantenía "en estado de barbarie" era abismal, pues tstos últimos "hacen vida de fie
ras, sin conocimiento de Dios ni señales de racionalidad". No cabe duda de que es un
concepto diametral mente opuesto al de Rousseau! No son más progresivas las ideas de
Ulloa sobre los negros, y en cuanto a los blancos, que divide en reales y aparentes (los
que, por los frecuentes cruces tienen escaso porcentaje de sangre india) reconoce la opo
sición entre criollos y peninsulares pero no muestra ninguna inquietud acerca de las con
secuencias que este hecho podría tener sobre el futuro de la soberanía española en Indias.
En cuanto al fenómeno religioso, fundamental para calibrar el pensamiento ilustra
do, la de Ulloa resulta muy conservadora, incluso en relación con una España donde las
posturas radicales eran raras. Los juicios, con frecuencia bastante duros, que se encuen
tran en las Noticias Secretas, no se apartan de una tradición que empezó desde los pri
meros días de la Conquista. Ulloa, a pesar de sus contactos con personas y libros de
naciones no católicas, fue un católico, no sólo sincero sino tranquilamente instalado en
su fe, sin problemas íntimos, sin traumas. Sin duda alguna era partidario del sistema

23
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

heliocéntrico, pero el hecho de tener que callar por hallarse aun en vigor la prohibición
de las obras de Galileo, mientras en Jorge Juan puede detectarse una ligera actitud de
protesta, en Ulloa no motivó ninguna reacción. Otro tema que fuera de España fue amplia
mente explotado, las huellas de una antigüedad de la Tierra mucho mayor que la que
indica la Biblia, como arma contra la autoridad de la Iglesia, no sólo Ulloa no lo ve desde
este prisma sino que la atención que dedicó a los hallazgos de fósiles, abundantísimos
en las sierras andinas, le sugiere una argumentación que cree irrebatible en favor de la
universalidad del Diluvio, un tema muy controvertido por los filósofos.
De esta trayectoria personal y científica creo que se desprende la imposibilidad de
adscribir el pensamiento de Ulloa a uno de los habituales modelos. Sobrepasó mucho la
figura del novador, que por lo regular era un especulativo, muy apegado todavía al car
tesianismo y sus derivaciones. Pero tampoco podemos adscribirle a la Ilustración plena;
coincide con ella en el papel que asigna al Estado en la renovación y ampliación de la
educación popular y el bienestar general; pero no comparte los fermentos de inseguri
dad, crisis interior y deseos de cambios fundamentales que tendrían su confirmación en
la etapa liberal revolucionaria. Ulloa era, en el fondo, un hombre conservador, sin pro
blemas, cristiano sincero pero alejadísimo de todo fanatismo, y por ello su nombre está
ausente de las violentas confrontaciones ideológicas de que fue teatro Andalucía a fines
del siglo XVIII. Aludí antes al dramático fin de muchas trayectorias vitales, enredadas
en la complicada trama político-ideológica que vivió España en los alrededores de 1800.
En la vida de Ulloa hubo muchos momentos dramáticos, pero fueron de origen externo;
en su vida interior gozó de una tranquilidad y un equilibrio que es el mejor premio a una
vida dedicada al servicio de la Patria y de la Humanidad.

24
ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICION DE LA
CIENCIA MODERNA EN SEVILLA

José M. López Pinero


Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia
Universidad de Valencia - C.S.I.C.

a feliz iniciativa de conmemorar el segundo centenario de la muerte de


Antonio de Ulloa es un claro indicador del cambio de actitud que se está
produciendo en relación con la vertiente científica de nuestro patrimonio
histórico. En la memoria colectiva y la autoimagen de la sociedad española, la actividad
científica era hasta hace poco un capítulo marginado por causas distintas, aunque estre
chamente relacionadas. Un obstáculo muy importante ha sido su planteamiento habitual
desde la llamada "polémica de la ciencia española", debate especulativo de carácter mera
mente ideológico y, por ello, totalmente incompatible con el estudio honesto y paciente
de la correspondiente realidad histórica. Otra barrera, por desgracia todavía vigente, es
la dependencia del imperialismo científico de turno, que durante mucho tiempo fue el
francés, seguido después por el alemán y, en la actualidad, por el angloamericano. Como
es sabido, los imperialismos científicos conducen, entre otras consecuencias, a que las
sociedades dependientes ignoren por completo su propia actividad científica y asuman
acritícamente la tradición de los países dominantes, que se convierte en norma y mode
lo y, aunque esta formulada desde un tosco nacionalismo, se confunde con la de la comu
nidad científica internacional. Anotemos, por último, la ausencia de investigación histórica
continuada sobre la actividad científica española hasta la institucionalización, relativa
mente reciente, de la disciplina en nuestro país.
Durante las dos ultimas décadas, el desarrollo de dicha investigación ha cambiado
radicalmente la imagen de conjunto y el conocimiento detallado de la trayectoria en
España de las diferentes áreas de la ciencia, la medicina y la tecnología, desde el
Renacimiento hasta el presente siglo. Sin embargo, resulta evidente que la nueva imagen
no se ha difundido adecuadamente y, todavía menos, la información disponible sobre
temas concretos, de forma que la cuestión continúa estando casi siempre en manos de
ensayistas irresponsables o manipulada al servicio de las fabulaciones históricas de las
distintas ideologías.
Esta incomunicación, de la que sin duda somos máximos responsables los histo
riadores profesionales de la ciencia, parece justificar el intento de situar a Ulloa en la tra-

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 19-37 25


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

dición de la ciencia moderna en Sevilla. Es una de las escasas posibilidades a mi alcan


ce de corresponder al generoso encargo, que me han hecho los organizadores de la con
memoración del segundo centenario de su muerte, de redactar un pequeño texto previo
para el volumen en el que prestigiosos especialistas estudian variados aspectos de su vida
y su obra.
Ulloa es un autor paradigmático de la Ilustración. La investigación histórica recién
citada viene poniendo de relieve que la actividad científica desarrollada en España duran
te dicho período fue, en buena parte, una continuación actualizada de la que se había rea
lizado en el Renacimiento, tras la superación del paréntesis que supuso la tardía introducción
en nuestro país de la Revolución Científica del siglo XVII. En consecuencia, nuestra tarea
debe consistir en esbozar la tradición científica sevillana a lo largo de tales etapas, tra
dición de la que la obra de Ulloa puede considerarse una brillante continuación ilustrada.

La Sevilla renacentista, capital científica y tecnológica


del "siglo de los descubrimientos"

El titulo de este epígrafe, que hubiera parecido "apologético" en el contexto de la


vieja y estéril "polémica de la ciencia española", no es hoy sino la mera expresión de un
hecho consabido en el estado actual de los estudios histórico-científicos.
Algunos datos elementales, procedentes del análisis prosopográfico de medio millar
de cultivadores de la ciencia en la España del siglo XVI y del bibliométrico de poco más
de mil publicaciones de tema científico impresas en nuestro país hasta finales de dicha
centuria, pueden servir de orientación preliminar. Sevilla encabeza la serie de ochenta
localidades en las que trabajaron los citados cultivadores de la ciencia, con casi una sexta
parte del total (14,9 por ciento), así como la de treinta y dos poblaciones en las que impri
mieron obras científicas, con un porcentaje algo superior (17,8 por ciento). En ambas dis
tribuciones le siguen, a notable distancia, Valencia, Salamanca y Alcalá, sedes de las
grandes universidades, y también Madrid, a pesar de la importante concentración de ins
tituciones científicas y tecnológicas en torno a la Corte de Felipe II. Tan significativo
como la condición de principal escenario de la actividad científica en los reinos hispáni
cos, es el peso de la misma en el conjunto de la vida de la ciudad, que se refleja en el
hecho de que mas del 20 por ciento de las publicaciones sobre todos los temas impresas
en ella a lo largo de la centuria fueran de tema científico o tecnológico. Dicho porcen
taje no fue alcanzado entonces por ninguna otra localidad de nuestra península, ni tam
poco del resto de la Europa occidental, entre ellos, los centros impresores mas destacados,
como Venecia, París, Lyon, Colonia o Basilea, que llegaron a lo sumo al 15 por ciento.
También resulta ilustrativa la brusca caída de esta excepcional proporción en la Sevilla
del siglo XVII, durante el cual los libros científicos solamente significaron en torno al 6
por ciento de los publicados en la ciudad.

26
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN

La posición de vanguardia de Sevilla no resulta extraña si se recuerda que en esta


época pasó "de capital del sur a emporio mundial", según la expresiva frase de Chaunu.
Como es sabido, era el centro que monopolizaba las relaciones de todo tipo con América
y, al mismo tiempo, la capital del valle del Guadalquivir, entonces un territorio de avan
zado desarrollo económico. A finales de siglo tenía unos 120.000 habitantes, población
que tampoco alcanzó en este período ninguna otra ciudad española. Albergaba la comu
nidad comercial y financiera mas importante y dinámica de la península y contaba con
un notable artesanado industrial. Para el cultivo de la ciencia y la tecnología, Sevilla
reunía, en suma, las condiciones propias de una ciudad con un rico y nutrido estrato
medio preburgués y las excepcionales de ser puerta obligada hacia América. No tuvo
centros universitarios equiparables a los de Salamanca, Valencia y Alcalá, pero esta ausen
cia resultó ampliamente compensada por la Casa de la Contratación, que se convirtió
muy pronto, como vamos a ver, en la institución de mayor importancia de la ciencia apli
cada europea del siglo XVI. También se desarrolló una notable actividad científica en
algunos de sus hospitales, así como en los jardines botánicos y gabinetes de historia natu
ral fundados en su recinto por particulares.
Recordemos que la "Casa de la Contratación de las Indias" fue fundada en 1503,
como órgano del poder real para controlar todo el movimiento de hombres y mercancías
con el Nuevo Mundo. Además de funciones de tipo administrativo, se encargó de las
cuestiones técnicas relacionadas directa o indirectamente con la navegación, llegando en
este terreno a un desarrollo muy amplio. El primer cargo técnico fue el de "piloto mayor",
creado en 1508 con los cometidos de "examinar y graduar los pilotos y censurar las car
tas e instrumentos necesarios para la navegación". Sin embargo, pronto resultó evidente
que era imposible que fueran realizados por una sola persona. En 1523 se fundó el pues
to de "cosmógrafo mayor" como máximo responsable de las cuestiones relativas a las
cartas e instrumentos de marear. Aparte del que ocupaba este cargo —cuyo perfil fue
precisándose a lo largo de la centuria— trabajaban en la Casa otros cosmógrafos, que
percibían salario y estaban autorizados a hacer las cartas e instrumentos que necesitaban
los pilotos. Por otra parte, en 1552 se reorganizó la enseñanza y se creó la "cátedra de
navegación y cosmografía". Durante el primer tercio de la centuria siguiente, cuando la
institución había iniciado ya su decadencia, se dotaron otros dos puestos: el de "piloto
mayor arqueador y medidor de naos" y el de "catedrático de artillería, fortificaciones y
escuadrones".
Entre las personas que ocuparon estos puestos durante el siglo XVI hubo un ele
vado número de figuras científicas o técnicas destacadas. El "oficio de piloto mayor" lo
ocuparon sucesivamente Amerigo Vespucci, Juan Díaz de Solís, Sebastián Caboto, Alonso
de Chaves, Rodrigo Zamorano y Andrés García de Céspedes. Fueron "cosmógrafos mayo
res" o "catedráticos de navegación" científicos de tanto relieve como Diego Ribeiro,
Alonso de Santa Cruz y Jerónimo de Chaves. Incluso entre los meros cosmógrafos "con

27
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

salario" encontramos a Pedro Mexía y a los tratadistas de náutica Francisco Falero y


Pedro de Medina.
Hasta 1552, la enseñanza estuvo a cargo del "piloto mayor", que daba las clases en
su domicilio sin demasiadas formalidades. Al crearse la "cátedra de navegación", pasó a
impartirse en los locales de la propia Casa y fue sometida a una detallada reglamenta
ción, la más temprana de Europa relativa a la formación de profesionales de carácter téc
nico. Las explicaciones debían incluir "junto la plática con la teórica". Comenzaban con
la "parte de la cosmografía", que servía de fundamento teórico al arte de navegar, desa
rrollándose después en detalle los aspectos técnicos. En primer lugar, la forma de obte
ner la latitud mediante la altura del Sol o de la Estrella Polar y los cálculos de sus
"regimientos". En segundo, el uso del mapa o "carta de marear" y la manera "de echar
el punto en ella y saber siempre el lugar donde está la nao". En tercero, "el uso y fábri
ca" de la "aguja de marear" o brújula, insistiendo en la declinación magnética, "que una
de las cosas que mas importa saber", así como los del astrolabio, el cuadrante y la balles
tilla, los tres principales instrumentos de observación astronómica aplicada a la navega
ción. Por último, cuestiones tocantes al cálculo de la hora local y al calendario de mareas.
Tras acreditar haber asistido a las lecciones, los candidatos sufrían un examen ante un
tribunal presidido por el "piloto mayor" y del que formaban parte dos cosmógrafos de la
Casa y un mínimo de seis pilotos de la ciudad previamente aprobados. Este tribunal revi
saba también las "cartas de marear" y los instrumentos que debía presentar el candidato.
Para organizar la cartografía marítima, se creó en 1512 un "padrón real" o arque
tipo que se conservaba en la Casa. Era renovado continuamente, ampliándose o corri
giéndose de acuerdo con las novedades aportadas por los pilotos, que debían llevar un
diario detallado de su navegación. Las rectificaciones eran discutidas en juntas que los
cosmógrafos celebraban una o dos veces por semana, tras someter a crítica el contenido
de los diarios y de los mapas y planos procedentes de los viajes. Como generalmente
salían dos flotas al año, era posible de esta forma que estuvieran al día las "cartas de
marear" que utilizaban los pilotos. Estas últimas eran confeccionadas por "maestros de
hacer cartas" residentes en Sevilla y tenían que estar aprobadas por la Casa de la
Contratación.
Solamente los cosmógrafos autorizados podían fabricar las "agujas de marear",
astrolabios, cuadrantes y ballestillas, que los pilotos estaban también obligados a tener.
Por supuesto, no construían materialmente los instrumentos, sino que los diseñaban y
dirigían el trabajo de "oficiales" más o menos especializados que fabricaban las piezas
conforme a sus indicaciones.
En relación inmediata o indirecta con la Casa de la Contratación se escribió la mayor
parte de los libros dedicados al arte de navegar, una de las principales aportaciones españo
las a la literatura científico-técnica de todos los tiempos. El primero de ellos fue la Suma
de geographia que ... trata largamente del arte de marear (1519), del sevillano Martín
Fernández de Enciso, quien pasó la mayor parte de su vida en el Nuevo Mundo y parti

28
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN .

cipo activamente en las tareas iniciales de exploración y colonización de América Central.


En 1535 se publicó también, en Sevilla, el Tratado del esphera y del arte del marear, de
Francisco Faleiro o Falero, cosmógrafo portugués al servicio de la Corona de Castilla
desde 1519. Alonso de Chaves, uno de los primeros que, como hemos dicho, ocuparon
el cargo de "piloto mayor", redactó hacia 1538 un Quatri partitu en cosmographia pra-
tica y por otro nombre llamado espeio de navegantes, que circuló manuscrito. U. Lamb
lo considera "el manual más antiguo destinado al marino y su instructor", ya que Chaves
intentó, sobre todo, escribir un texto fácilmente asequible.
En la década central del siglo, las obras de Pedro de Medina (1545) y de Martín
Cortes (1551) iniciaron una época radicalmente distinta de la literatura náutica, superan
do el nivel de "recetario" técnico o de manual, propio de los textos anteriores. Tanto por
la altura científica de su contenido, como por su estructura y extensión, son auténticos
tratados sistemáticos del "arte de navegar".
Medina era sevillano y había redactado un Libro de cosmographia en 1538, al soli
citar ser nombrado cosmógrafo y examinador de pilotos de la Casa de la Contratación.
Siete años después fue impresa por primera vez en Sevilla su gran obra, Arte de nave
gar, amplia exposición de los saberes teóricos y las técnicas que se enseñaban en la "cáte
dra de navegación y cosmografía", para la que reelaboró su texto anterior y contó con la
colaboración de figuras como Francisco Falero y Alonso de Santa Cruz. Lamb ha desta
cado "su contribución a los métodos didácticos y a los conceptos que posibilitaron el pro
greso de la náutica", afirmando que "diseñó un programa docente moderno, sobre todo
en lo que respecta a la aplicación de la observación astronómica para determinar la posi
ción en el mar y para proyectar el curso de un navío". Medina fue autor, además, del
manual Regimiento de navegación ( 1552).
Aunque residía en Cádiz, dedicado a la enseñanza de los pilotos de su activo puer
to, Martín Cortés también publicó en Sevilla, los años 1551 y 1556, su tratado, que lleva
el modesto titulo de Breve compendio de la sphera y de la arte de navegar. Aparte de
ocuparse con mayor detalle que Medina de algunas cuestiones relacionadas con los ins
trumentos de observación y las "cartas de marear", incluye aportaciones originales, la
más importante de las cuales es la formulación de polo magnético, hipótesis sobre la que
basó una detallada explicación del fenómeno de la declinación magnética y sus varia
ciones. Esta contribución "clásica" de los estudios sobre el magnetismo terrestre tuvo
amplia repercusión durante más de un siglo y, aunque Norman y Gilbert le opusieron sus
- propias interpretaciones, los trabajos de Halley a finales de la centuria siguiente y, más
tarde, los de Euler, Lemonier, Lalande, etc. desarrollaron las investigaciones en torno al
tema en la misma línea que la hipótesis de Cortés.
Los tratados de Medina y Cortés alcanzaron en Europa una extraordinaria difusión
e impusieron la nueva disciplina. Parafraseando el título de un estudio de Guillén Tato,
puede afirmarse que "Europa aprendió a navegar en libros sevillanos". Hasta mediados
del siglo XVII, el de Medina tuvo quince ediciones en francés, cinco en neerlandés, tres

29
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

en italiano y dos en inglés, y el de Cortés, ocho en inglés entre 1561 y 1630. Consta que
los manejaron los más destacados navegantes extranjeros de la época. Martín Frobisher,
por ejemplo, llevaba un ejemplar del de Medina en 1576, cuando buscaba el famoso "paso
del Noroeste", y Francis Drake utilizaba otro en 1578, al pasar el estrecho de Magallanes.
En 1871 se encontró un ejemplar de la traducción neerlandesa de la obra del sevillano
entre los objetos conservados en los hielos procedentes del tercer viaje de Willem Barents
desde las islas Spitzberg a Nueva Zembla. Nicolás Nicolai, cosmógrafo real de Enrique
II de Francia y primer traductor al francés de la misma, la consideró indispensable para
la formación de los pilotos de su país.
La organización de la enseñanza náutica en la Casa de la Contratación fue el mode
lo que siguieron los demás países europeos, comenzando por Inglaterra, tal como ha pues
to de relieve D. W. Waters. En 1582, una figura de la talla de Richard Hakluyt recomendó
en sus célebres Voyages la fundación de una institución docente semejante a la sevilla
na. Describió el sistema de clases y exámenes, elogiando a Alonso y Jerónimo de Chaves,
así como a Medina, "which writte learndely of the art of navigation". Por otra parte, los
primeros textos de náutica publicados fuera de España se apoyaron directamente en los
dos tratados impresos en Sevilla. De esta forma, A Regiment of the Sea (1577), de William
Bourne, es prácticamente una adaptación del de Cortés, lo mismo que el texto del holandés
Michel Coignet (1577). La influencia de Medina y Cortés desbordó incluso los límites
estrictos del mundo de la navegación. V. P. Zoubov ha hecho notar que Medina figura
entre las "autoridades" de Daniele Barbaro, comentarista italiano de Vitruvio, y González
Palencia indicó que fue el inspirador de la Náutica de Bernaldo Baldi, uno de los mejo
res poemas didácticos del siglo XVI. Ya hemos comentado la amplia y duradera reper
cusión de la teoría de Cortés acerca del magnetismo terrestre.
El texto de náutica mas difundido en la Sevilla de finales de siglo fue el Compendio
de la arte de navegar, de Rodrigo Zamorano, catedrático de la Casa de la Contratación,
como antes hemos dicho. Publicado originalmente en 1581, tuvo cuatro reediciones en
la misma ciudad durante los años siguientes. Su principal interés reside en la parte astronó
mica, en la que Zamorano utilizó de modo pragmático la obra de Copernico, sobre todo
como base matemática de sus observaciones destinadas a corregir las tablas de declina
ción solar. También fue traducido al neerlandés y al inglés. En este segundo idioma se
incluyó como apéndice de Certaine errors of navigation (1599), de Edward Wright, autor
generalmente recordado por su temprana asimilación del método de proyección car
tográfica de Mercator.
En el terreno cartográfico, la actividad de la Casa de la Contratación giró en torno
a los "padrones reales" o modelos oficiales continuamente renovados, a los que antes nos
hemos referido, ya que los mapas y planos que contenían información particular servían
para irlos rectificando y las cartas que se vendían a los pilotos, dibujadas bajo la super
visión de los cosmógrafos de la institución, se ajustaban en cada momento al "padrón
real" aprobado en la última junta de expertos. Durante las dos primeras décadas del siglo,

30
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN .

sobresalieron por su labor en este campo Andrés de Morales, estudioso de las corrientes
marinas y autor de los más tempranos mapas correctos de las Antillas; Juan Díaz de Solís,
principal responsable del establecimiento y la etapa inicial del "padrón real"; y Ñuño
García Torreño, colaborador de Díaz de Solís que basó en sus trabajos las numerosas car
tas náuticas que preparó para la expedición de Magallanes. En los años veinte, Diego
Ribero o Ribeiro, "cosmógrafo de hacer cartas y fabricar instrumentos" de la Casa, rea
lizó una abundante obra cartográfica, de la que se conserva un mapamundi fechado en
1527 y dos copias firmadas de 1529, cuyo contenido, dado el puesto que ocupaba, debió
reproducir el que entonces tenía el "padrón real". G. R. Crone los considera "la contri
bución fundamental hispanolusitana a la confección del mapa del mundo" y "un hito en
el desarrollo de su conocimiento". En términos generales, el mapamundi de Ribero sitúa
correctamente, tanto el continente americano, como el euroasiático y el africano, rectifi
ca los errores de los portulanos bajomedievales acerca de la extensión longitudinal del
Mediterráneo y, sobre todo, ofrece una ubicación adecuada del océano Pacífico, que ha
llegado a ser llamado "invento español". A lo largo de los decenios siguientes, la carto
grafía fue cultivada en la institución sevillana por una amplia serie de cosmógrafos, entre
los que cabe destacar a Alonso de Santa Cruz y Jerónimo de Chaves. Del primero se con
servan más de dos centenares de piezas cartográficas, que U. Lamb ha calificado de
"incomparable obra en lo que se refiere a la representación de los territorios entonces
recién descubiertos, el número y la novedad de las proyecciones en ellas utilizadas y la
variedad temática, que abarca desde mapas de ciudades ... hasta colecciones completas",
como la de "todas las naciones europeas" y el espléndido Islario general de todas las
islas del mundo. Del segundo nos limitaremos a recordar la publicación de tres de sus
mapas por Abraham Ortelius, en su célebre Theatrus Orbis Terrarum (1570), testimonio
de la relación, no siempre tenida en cuenta, entre la cartografía sevillana y la de los Países
Bajos, en la que participó también Mercator. Uno de los mapas de Chaves, que está dedi
cado a América en su conjunto, suele citarse a menudo porque en él figura un continen
te en el polo sur, o 'Terra australis".
La cartografía sevillana superó muy pronto la rigidez del estilo bajomedieval y las
limitaciones de los portulanos. En lugar del pergamino, impuso el uso del papel y el dibu
jo atendió menos a la presentación estética y mas a la funcionalidad. Sus mapas lleva
ban escala de latitudes y, desde el segundo lustro de la centuria, también meridianos
graduados. Paulatinamente fueron introduciéndose detalles como las corrientes marinas,
la dirección y frecuencia de los vientos, la evaluación de los fondos, etc. El modelo pre
ferentemente utilizado fue el denominado "carta plana", trazada con paralelos equidis
tantes de acuerdo con la proyección rectangular de Ptolomeo. Este tipo de mapa no resolvía
un problema fundamental de la navegación, consistente en la representación de la tra
yectoria de un barco con rumbo fijo mediante una recta que forme con el meridiano el
mismo ángulo que el rumbo. Como es sabido, las bases para superar esta limitación las
sentaron el portugués Nunes con su formulación de la loxodromía y el holandés Mercator

31
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

con la proyección que hoy lleva su nombre. No fueron, por tanto, los sevillanos los inven
tores de las "cartas esféricas". Solamente puede admitirse que tuvieron conciencia del
problema y que dieron algunos pasos para solucionarlo. Los más importantes se debie
ron a Alonso de Santa Cruz, quien, como dice Lamb, ideó "un método empírico de tra
zado de mapas, según el cual las líneas de rumbo rectas eran verdaderas y los meridianos
seguían siendo rectas paralelas". Por otra parte, conviene no olvidar que Mercator fue
discípulo de Gemma Frisius en Lovaina, donde Crone ha subrayado que "se puso en con
tacto con los navegantes y cartógrafos de Portugal y España, que por entonces se halla
ban a la cabeza de estas ciencias".
Ante la imposibilidad de detenernos en otros aspectos importantes, anotaremos un
último detalle relacionado con la Casa de la Contratación, que refleja otra vertiente de la
proyección del centro sevillano en la Europa de la época. Pedro Mexía, cosmógrafo "con
salario" de la Casa, como antes hemos dicho, aparte de realizar las tareas propias de este
cargo, fue el divulgador científico mas influyente de la centuria. Utilizó nuevo enfoque,
acorde con los planteamientos renacentistas y con la mentalidad de los estratos medios
urbanos preburgueses, que tenían un vivo interés por las "curiosidades" científicas y téc
nicas. Ello explica que su producción en este campo, en la que destaca el volumen Silva
de varia lección, impreso por vez primera en Sevilla el año 1540, se convirtiera en uno
de los grandes éxitos de librería del siglo XVI, alcanzando hasta finales del mismo la
extraordinaria cifra de casi un centenar de ediciones en cinco idiomas.
Para la historia natural del Nuevo Mundo, la otra gran área que cultivaría Ulloa dos
siglos más tarde, la Sevilla renacentista ofrecía unas posibilidades inigualables, como
"puerto y escala de todas las Indias Occidentales", según una expresión de Nicolás
Monardes.
Por esta privilegiada relación, Sevilla era una ciudad especialmente apropiada para
los jardines botánicos y las colecciones de historia natural. Fue habitual, por supuesto, el
cultivo y la aclimatación de plantas exóticas, con fines utilitarios, científicos o por sim
ple curiosidad. Así, por ejemplo, Nicolás Monardes, autor de una de las principales obras
de las que vamos a ocuparnos, se refiere repetidas veces a las medicinales que plantaba
en "una huerta que en casa tengo". No hay que confundir, sin embargo, estas iniciativas
con la fundación de auténticos jardines botánicos. El más importante en la Sevilla del
siglo XVI fue, sin duda, el de Simón de Tovar, destacada figura de la farmacoterapia y
de otras áreas científicas. Su organización respondía a una finalidad científica moderna,
claramente diferenciada del interés superficial del mero curioso. Tovar fue uno de los
primeros en confeccionar catálogos anuales de semillas y plantas, que distribuía entre sus
corresponsales de toda Europa. Uno de ellos fue el gran botánico flamenco Charles de
l'Escluse (Clusius), quien cita en sus obras los correspondientes a 1595 y 1596. Como
otros corresponsales del médico y naturalista sevillano, Clusius, traductor al latín y comen
tarista del tratado de Monardes, se benefició del envío regular de plantas y semillas por
parte de Tovar, así como de las noticias de sus experiencias de aclimatación. Algo más

32
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN ...

tarde, Clusius también recibió materiales y noticias, algunas de ellas extensos informes
científicos, del también sevillano Juan de Castañeda, quien debía tener al menos una
"huerta" semejante a la de Monardes. El cosmógrafo y tratadista de náutica Rodrigo
Zamorano poseía asimismo un jardín botánico, pero aunque mantuvo amplias relaciones
científicas, este jardín y el museo adjunto que citan sus contemporáneos no parece que
llegaran a tener una organización equiparable a la de Tovar.
Algo parecido hay que decir sobre los museos de historia natural, que eran colec
ciones de trabajo, como la que tenía Monardes en su domicilio, o gabinetes de curiosi
dades, en los que las plantas, los animales y las piedras se mezclaban sin orden establecido
con objetos artísticos, joyas o monedas antiguas. El más importante de Sevilla era el de
Gonzalo Argote de Molina, caballero generalmente recordado por sus publicaciones lite
rarias y acerca de otros temas. Su museo llegó a ser tan famoso que Felipe II, cuyo gran
interés por la ciencia y en concreto por la historia natural es sobradamente conocido, acu
dió a visitarlo de incógnito durante su estancia en la ciudad el año 1570. Por las des
cripciones que se conservan, respondía al tipo de gabinete al que acabamos de referirnos.
Ello no excluye que, por su riqueza, fuera de utilidad desde el punto de vista científico.
De esta forma, Monardes, cuando se ocupa del armadillo, dice al pie de un grabado que
representa un ejemplar de Tolypeutes mataco: "Este animal saqué de otro natural que
está en el museo de Gonzalo de Medina, un caballero de esta ciudad, en el cual hay mucha
cantidad de libros de varia lección y muchos géneros de animales y aves, y otras cosas
curiosas traídas así de la India Oriental como Occidental, y diferencia de armas, que con
gran curiosidad y con generoso animo ha allegado".
En el programa de investigación que venimos dedicando al tema durante la última
década, utilizamos un esquema que distingue cuatro etapas en el estudio de la naturale
za americana hasta finales del siglo XVI. La inicial corresponde a las primeras noticias
contenidas en los textos colombinos y otros escritos directamente relacionados con el
descubrimiento. Ninguno de ellos fue redactado con una intención primariamente cientí
fica por autores con preparación de naturalista, con la única excepción de la Carta al
Cabildo de Sevilla (1493-94), del médico Diego Alvarez Chanca, que incluye un infor
me sobre la fauna y la flora de Puerto Rico basado en las observaciones que había hecho
en el segundo viaje de Colón.
A esta etapa de "primeras noticias" siguió otra que puede ser llamada de "prime
ras descripciones", encabezada por el Sumario (1526) y, sobre todo, la primera parte de
la Historia general y natural de las Indias ( 1 535), de Gonzalo Fernández de Oviedo. A
ella contribuyeron también diversas obras de conquistadores, viajeros y cronistas apare
cidas hasta mediados de la centuria, la más importante de las cuales fue la Primera parte
de la Crónica del Pirú ( 1 553), de Pedro Cieza de León. Tras el breve adelanto del Sumario,
Fernández de Oviedo publicó su gran obra en Sevilla el año 1535, al regreso de su cuar
ta estancia en América. En ella sustituyó la ordenación geográfica del Sumario por otra
inspirada en Plinio: en primer término, los vegetales, subdivididos en plantas cultivadas,

33
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

árboles frutales, silvestres y medicinales, arbustos y hierbas; en segundo, los animales,


comenzando con los terrestres, seguidos de los acuáticos, los aéreos y los insectos. Su
importancia reside, fundamentalmente, en que está basada en la observación personal de
la naturaleza del Nuevo Mundo y no en noticias indirectas como las reunidas por Pedro
Mártir de Anglería en sus Decades (1493-1525), de las que dice el propio Oviedo: "Deseaba
escribir lo cierto si fielmente fuera informado, mas como habló de lo que no vido ... sus
Décadas padecen muchos defectos". La falta de formación académica de Oviedo favo
reció el carácter directo y espontaneo de sus descripciones. "Oviedo —ha afirmado I. B.
Cohen— se ha hecho famoso como observador perspicaz y por su agudo sentido de la
descripción, basado en una honrada actitud critica". Su obra esta ilustrada, además, con
grabados esquemáticos pero objetivos de animales como el manatí y las iguanas, así como
de especies vegetales, entre ellas, la yuca, el mamey, la piña tropical, el guanábano y
diversas Cactáceas.
La edición original de la Primera parte de la Crónica del Pirú, de Pedro Cieza de
León, también se publicó en Sevilla, en 1553, un año antes del fallecimiento de su autor.
Es asimismo resultado de la experiencia personal, que Cieza adquirió durante quince años
de viajes por la zona noroeste de Sudamérica, desde Panamá hasta Potosí y Cuzco. Junto
a observaciones propias, utilizó datos obtenidos en "entrevistas" a incas y españoles, lo
que le permitió describir por vez primera con detalle el territorio, ocupándose tanto de
las características del relieve y el clima, como de la flora y la fauna. Ello explica que
incluya las noticias más tempranas acerca de la patata y otras especies vegetales y tam
bién animales, como la zarigüeya, e información precisa acerca de los usos de la hojas
de coca.
La situación cambió radicalmente durante la tercera etapa, que solemos denominar
de "primeros estudios científicos", aludiendo principalmente a las contribuciones que
Nicolás Monardes y Francisco Hernández realizaron casi simultáneamente durante los
años sesenta y setenta. El método en que cada una se basó y la forma en la que se difun
dieron fueron radicalmente diferentes, pero ambas coincidieron en ser los primeros estu
dios rigurosamente científicos sobre el tema efectuados de forma intencionada y sistemática
por autores con una sólida formación, así como en alcanzar una excepcional y prolon
gada influencia, que las convirtió en puntos de partida y referencias obligadas de los tra
bajos sobre la historia natural y la materia médica americana a lo largo de más de dos
siglos. La de Monardes consistió en la publicación de su libro Historia Medicinal de las
cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, cuyas tres partes aparecieron origi
nalmente en Sevilla entre 1565 y 1574 y que redactó sin moverse de la ciudad, aprove
chando las posibilidades inigualables que, como hemos dicho, esta ofrecía entonces. Por
el contrario, la de Hernández fue dirigir la primera expedición científica moderna que,
por encargo de Felipe II, estudió la historia natural americana desde 1570 hasta 1577,
recorriendo fundamentalmente la práctica totalidad de los territorios de la Nueva España.

34
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN .

Sevillano de nacimiento, Monardes se formó como médico, lo mismo que Hernández,


en el período más brillante de la Universidad de Alcalá. Tras su regreso a Sevilla, publicó
desde 1535 una serie de obras, varias dedicadas a plantas y sus aplicaciones como medi
cinas y alimentos, entre ellas, un estudio sobre las cidras, las naranjas y los limones
( 1 540), que fue la primera monografía consagrada a los cítricos, y otro sobre la especie
Scorzonera hispanica L., que contribuyó decisivamente a la difusión de su empleo terapéu
tico en toda Europa. A partir de 1551 se ocupó en diversas actividades comerciales rela
cionadas con el Nuevo Mundo y, paralelamente, se dedicó al estudio de los productos
medicinales americanos. Su enfoque se centró en la farmacognosia y la terapéutica, debi
do a lo cual se detuvo en la descripción de las sustancias medicamentosas, en su méto
do de preparación, en sus indicaciones terapéuticas y en sus modos de administración.
Describió por vez primera varias especies, entre ellas, el sasafras (Sassafras officinale
Nees et Eberm.), la cebadilla (Sabadilla officinale Brandt), la canela aclavillada (Dicypelllium
caryophilatum Nees) y el mático o "pimienta luenga" (Piper angustifolium Ruiz et Pavón).
Sin embargo, sobresalió especialmente en el terreno de la farmacognosia, disciplina de
la que es considerado un "clásico" de primer rango y uno de sus principales fundadores.
Ello resulta claramente justificado en los capítulos de la Historia medicinal que dedicó
al tabaco, a los bálsamos que hoy se llaman de Perú y de Tolú, al sasafrás, a las zarza
parrillas americanas, a una amplia serie de purgantes y resinas, etc., muchas de cuyas
aportaciones permanecieron vigentes hasta la primera mitad del siglo XIX. Por otra parte,
fue uno de los más destacados representantes en terapéutica de la tendencia renacentista
a situar en primer plano la experiencia, que entendió como comprobación propia y direc
ta de los hechos en los enfermos, no en el sentido de experimentación en animales, a la
que solamente se refirió en una ocasión.
El toledano Francisco Hernández asoció el ejercicio de la profesión médica con la
dedicación de naturalista. Al terminar sus estudios, entre otras localidades, residió varios
años en Sevilla, durante los cuales exploró diversas zonas de Andalucía, en ocasiones
junto al cirujano Juan Fragoso, para estudiar su flora y su fauna. En enero de 1570 fue
nombrado por Felipe II "protomédico general de nuestras Indias", como responsable de
la primera gran expedición científica moderna, destinada a "hacer la historia de las cosas
naturales de aquellas partes". Salió de Sevilla en agosto del mismo año y, como hemos
adelantado, estudió principalmente los territorios de la Nueva España. Los componentes
de la expedición eran, aparte del propio Hernández, su hijo Juan, que servía de secreta
rio, el cosmógrafo Francisco Domínguez, encargado de determinar las coordenadas de
las zonas que se iban recorriendo y de trazar sus mapas, un equipo de pintores y otro de
herbolarios, algunos escribientes e intérpretes, varios médicos indígenas, sobre todo nahuas,
y el personal auxiliar. La labor que realizó fue literalmente gigantesca, de modo que, a
su regreso a la misma Sevilla a comienzos de 1577, se entregó al rey como resultado de
la expedición una extraordinaria cantidad de materiales y treinta y ocho volúmenes de
textos y pinturas sobre plantas, animales y minerales. A diferencia de Monardes, el enfo

35
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

que de Hernández fue fundamentalmente el propio de un naturalista. En botánica, por


ejemplo, aunque anotó las aplicaciones medicinales, se interesó sobre todo por el estu
dio de las plantas y de las zonas y condiciones en las que crecían o se cultivaban, inten
tando incluso agrupaciones con criterios puramente fitológicos, en gran parte basadas en
los términos y la taxonomía nahuas, que supo lúcidamente incorporar. Los tres millares
de plantas y el elevado número de animales y minerales incluidos en su Historia natu
ral de Nueva España desbordaron en todos los sentidos los saberes tradicionales. A través
de una compleja serie de ediciones parciales aparecidas a lo largo de la primera mitad
del siglo XVII influyó en la constitución de la botánica y la zoología modernas, desde
las obras de Ray y Tournefort hasta las de Linneo y Buffon.
La cuarta y última etapa del estudio de la naturaleza americana durante el siglo XVI
se caracterizó por superar el nivel descriptivo, planteando la explicación de las nuevas
realidades. Su máxima contribución fue la Historia natural y moral de las Indias, de José
de Acosta, cuya primera edición se publicó en Sevilla el año 1590. Aunque tenía una
amplia experiencia, adquirida durante casi dos décadas de estancia en América, Acosta
advirtió explícitamente en el "proemio al lector" que su propósito no era ofrecer una
nueva exposición descriptiva: "Del Nuevo Mundo e Indias Occidentales han escrito
muchos autores diversos libros y relaciones, en que dan noticia de las cosas nuevas y
extrañas que en aquellas partes se han descubierto ... Mas hasta ahora no he visto autor
que trate de declarar las causas y razón de tales novedades y extrañezas de naturaleza,
ni haga discurso o inquisición de esta parte". Realizó dicha tarea, apoyándose en la obra
de Aristóteles, pero sin someterse en absoluto a su autoridad ni a la de ningún otro clá
sico. Por el contrario, utilizó como criterio básico la experiencia para hacer repetidas cri
ticas al propio Aristóteles y a otras "auctoritates": "Miremos atentamente los principios
[de los antiguos] en donde pudo haber yerro y engaño. Primero diremos cual sea la ver
dad, según la experiencia nos la ha mostrado; y después probaremos, aunque es negocio
muy arduo, a dar la propia razón conforme a buena filosofía". Con este planteamiento,
se ocupa primero del "cielo, temperamento y habitación de aquel orbe" y, a continua
ción, de "lo que de elementos y mixtos naturales, que son metales, plantas y animales,
parece notable en las Indias". Entre las cuestiones que examina figuran las condiciones
climáticas de las distintas zonas americanas y sus causas, el origen de los animales y los
seres humanos del Nuevo Mundo, la distribución geográfica y la diversidad de la fauna
y la flora, las mareas y corrientes marinas, la "diversa cuenta de los días" en relación con
los meridianos, los volcanes y terremotos, etc. Es un lugar común el encendido elogio
que Alexander von Humboldt dedicó a la obra de Acosta en el primer volumen de Kosmos
(1845). Sin embargo, su aportación no ha sido solamente destacada por científicos e his
toriadores de la ciencia. Recordemos como ejemplo la afirmación del gran hispanista J.
H. Elliott: "Hasta que no se publicó en español, en 1590, la gran Historia natural y moral
de las Indias, de José de Acosta, no culminó triunfalmente el proceso de integrar al mundo

36
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN . . .

americano en el contexto general del pensamiento europeo ... la síntesis de Acosta era la
culminación de un siglo de esfuerzo".
Los libros sobre historia natural americana publicados en la Sevilla renacentista
tuvieron una difusión en el resto de Europa superior incluso al de las obras de náutica y
cosmografía de las que antes nos hemos ocupado. El de Fernández de Oviedo fue tra
ducido al alemán, francés, inglés, italiano y latín, alcanzando en un siglo quince edicio
nes. La Crónica del Pirú, de Cieza, aparte de reimprimirse tres veces en Amberes en el
original castellano, tuvo siete ediciones en italiano y una tardía en inglés. Los textos del
tratado de Monardes fueron publicados en trece ocasiones en italiano, siete en latín, seis
en francés, cuatro en inglés y dos en alemán. El de Acosta fue vertido al alemán, francés,
inglés, italiano, latín y neerlandés, sumando veintiséis ediciones en dichos idiomas. A
pesar de su carácter excepcional, estas cifras no reflejan debidamente la difusión y el
influjo de dichas obras, ya que hay que tener en cuenta al menos, los resúmenes y copias
parciales de las mismas que fueron incluidos en numerosas colecciones de descripciones
de territorios exóticos que circularon por Europa, la frecuente reproducción de fragmen
tos suyos de diferente extensión y una larga serie de plagios. Muy significativo resulta
que libros sobre el Nuevo Mundo como el de Benzoni, destinados a criticar acerbamen
te su colonización, copiaran de textos españoles sus escasas noticias sobre historia natu
ral. Todavía mas ilustrativo es el caso de la gran serie de volúmenes acerca de América
publicados por Theodor de Bry, principal empresa editorial protestante de la época sobre
el tema y fuente muy importante de la llamada "leyenda negra": su noveno volumen,
único íntegramente dedicado a la historia natural, es una reimpresión íntegra del tratado
de Acosta, ocultando el nombre de su autor.
En esta sumaria revisión de la actividad científica desarrollada en la Sevilla del
siglo XVI nos hemos limitado a las dos grandes áreas que cultivó Ulloa dos centurias
después. Ello no debe conducir a olvidar que en otros campos se realizaron también con
tribuciones de gran relieve e influencia. Como ejemplos, aludiremos a dos de acusado
carácter renovador.
La primera es el Arte separatoria y modo de apartar todos los licores, que se sacan
por vía de destilación, que Diego de Santiago publicó en Sevilla en 1598. Su autor era
extremeño y había sido "destilador de Su Majestad" en el gran laboratorio de El Escorial.
El libro, que recoge los resultados de toda una vida de trabajo, incluye el más detallado
estudio de la época de los instrumentos, técnicas y materiales empleados en la "destila
ción", en el sentido amplio que este término tenía entonces, un resumen de sus funda
mentos teóricos y una amplia exposición de sus aplicaciones a la preparación de
medicamentos y también a cuestiones relacionadas con las conservas, los vinos, el aná
lisis de las aguas, los venenos, etc. Expone, además, el "instrumento separatorio" inven
tado por su autor, un "destilatorio de vapor" que considera "el mejor y más fácil que
hasta hoy se ha hallado". Diego de Santiago se atiene a la experimentación como crite
rio y, en consecuencia, rechaza de forma especialmente dura la autoridad de los clásicos,

37
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

desde una clara idea del progreso científico. Plenamente integrada en el movimiento para-
celsista de su momento, esta obra es una aportación de primer rango a los orígenes de la
química moderna.
El segundo ejemplo se refiere a la innovación quirúrgica debida a Bartolomé Hidalgo
de Agüero, cuya vida transcurrió por entero en la ciudad de Sevilla, donde nació, hizo
sus estudios y ejerció su profesión, en buena parte como cirujano del Hospital del Cardenal.
La crítica de la doctrina tradicional del "pus loable" y las consiguientes curas emolien
tes de la heridas fue encabezada, durante el siglo XVI, por el francés Ambroise Pare en
lo tocante a las ocasionadas por armas de fuego y por Hidalgo en lo referente a las pro
ducidas por incisión o contusión. La "vía particular" que este último propuso consistía
esencialmente en una cura limpia "por primera intención desecante", opuesta a la "vía
común [que] cura humedeciendo con medicinas". La expuso en unos Avisos de cirugía
contra la común opinión (1584), que fueron incluidos, junto con sus demás escritos, en
el volumen Thesoro de la verdadera cirugía y vía particular contra la común (1604),
publicado por su yerno en la misma Sevilla siete años después de su muerte. Especial
interés tiene la forma en la que Hidalgo demostró las ventajas de su método frente al tra
dicional. Adujo su experiencia durante dos decenios en el Hospital del Cardenal, com
parando los resultados de ambos procedimientos a base de datos numéricos, lo que
constituye uno de los mas tempranos intentos de utilización de las estadísticas hospita
larias.

La Sevilla del Barroco y la introducción en España


de la Revolución Científica del siglo XVII

España permaneció al margen del punto de partida de la Revolución Científica del


siglo XVII, en contraste con la posición de vanguardia que había ocupado en muchas de
las corrientes innovadoras de la centuria anterior que fueron sus orígenes. Esta crucial
ausencia fue el resultado de una compleja serie de condicionamientos sociales, econó
micos, políticos, ideológicos y culturales, que imposibilita cualquier intento de interpre
tación simplista y que, por supuesto, no resulta oportuno considerar aquí.
Aparte de desarrollarse a espaldas de las novedades, el cultivo de la ciencia sufrió
en España un auténtico colapso y, al mismo tiempo, disminuyó drásticamente su peso
relativo en el conjunto de actividades de la sociedad. En lo que concierne a Sevilla, baste
recordar el sencillo indicador antes anotado: los libros científicos y técnicos que habían
superado durante el Renacimiento el 20 por ciento del total de los impresos en la ciudad,
apenas llegaron al 6 por ciento en este siglo.
Simplificando al máximo, puede afirmarse que la lenta y tardía introducción de la
Revolución Científica en España se efectuó a través de dos vías. A lo largo de la mayor
parte de la centuria fueron asimilándose algunos elementos modernos, casi siempre de

38
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN .

forma fragmentaria y como meras rectificaciones de detalle de las doctrinas tradiciona


les. La vigencia de estas últimas en su conjunto fue mantenida incluso por los científi
cos mas abiertos, que pueden denominarse "eclécticos" debido al número y la importancia
de las novedades que aceptaron. Solamente en las dos décadas finales del siglo se pro
dujo un movimiento abierto de ruptura con los saberes tradicionales y sus fundamentos
epistemológicos. Los que lo encabezaron recibieron por parte de la mayoría, que per
manecía cerrada en torno a un escolasticismo anquilosado, el calificativo entonces des
pectivo de novatores. Desde una conciencia explícita del atraso científico español, el
movimiento novator formuló un programa de asimilación sistemática de la Revolución
Científica, que serviría de punto de partida a la Ilustración.
A pesar de la profunda decadencia de su actividad científica y tecnológica, Sevilla
fue durante casi todo el siglo uno de los principales centros de las corrientes "eclécticas"
y terminó siendo el escenario de la institucionalización del movimiento novator.
La posición de los "eclécticos" en las áreas que cultivaría después Ulloa puede
ejemplificarse en las obras que realizaron en Sevilla Benito Daza Valdés y Gaspar Caldera
de Heredia durante el primer tercio de la centuria y sus décadas centrales, respectiva
mente.
El libro Uso de los antojos (1623), de Daza Valdés, es un importante titulo clási
co de la historia de la oftalmología, por ser el primer estudio sistemático publicado en
Europa sobre las lentes destinadas a corregir los defectos de la visión. Su finalidad prin
cipal es "enseñar a conocer los grados que a cada uno le faltan de vista y los que tiene
cualquier antojo", para lo cual expone de modo preciso las técnicas apropiadas para resol
ver los diferentes casos. Sin embargo, lo que aquí nos interesa es que se ocupa también
de otros aspectos de la óptica, principalmente en los "Diálogos" que integran la parte ter
cera de la obra. V. Navarro ha destacado el "Dialogo IV", que trata "de los antojos viso
rios o carlones con que se alcanza a ver a distancia de muchas leguas". Daza describe en
él la cámara oscura de Porta, citando a este autor expresamente, ofrece unas breves nocio
nes de óptica geométrica y da noticia de la construcción de anteojos astronómicos en la
Sevilla de estos años. No obstante, lo más notable es que demuestra conocer bien el
Sidereus Nuncius (1610), de Galileo, del que reproduce algunos fragmentos. No cita el
nombre de Galileo, lo que ha querido explicarse por su condición de notario del Santo
Oficio, pero, como advierte el propio Navarro, "el juicio de Galileo tuvo lugar diez años
después de la publicación del Uso de los antojos y, por tanto, no es evidente que, en la
fecha en la que Daza Valdés escribió su obra, Galileo fuese un personaje más peligroso
que Giovanni Battista della Porta, a quien no vacila en citar". No hay que olvidar, además,
que Galileo estuvo varias veces en relación con los cosmógrafos sevillanos y de la Corte
entre 1612 y 1632, con motivo de ofrecer las aplicaciones del anteojo y como aspirante
al gran premio de seis mil ducados de renta perpetua más otros dos mil de ayuda, con
vocado por la Corona española para quien resolviera la determinación de las longitudes
en el mar.

39
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Gaspar Caldera de Heredia fue uno de los principales "eclécticos" de la España de


las décadas centrales del siglo XVII en el campo de la medicina y sus ciencias afines.
Aunque comenzó a publicar en los años treinta, sus obras se difundieron fundamental
mente en el volumen titulado Tribunal medicum, magicum et politicum, que imprimió en
1658 la famosa tipografía de Elsevir, y en una segunda parte del mismo editada cinco
años mas tarde. Caldera era un excelente clínico que practicó habitualmente autopsias
"en el anfiteatro de esta ciudad de Sevilla", escribió un detallado estudio de la terrible
epidemia de peste que padeció esta última en 1 649 y, sin romper con las doctrinas tra
dicionales, asimiló importantes novedades anatómicas y fisiológicas y, sobre todo, nume
rosos elementos del paracelsismo. Conocía perfectamente, no sólo la producción de
Paracelso y la de los responsables del movimiento paracelsista del último tercio del siglo
XVI, sino la de los quemiatras de la primera mitad del XVII y la de influyentes eclécti
cos como Daniel Sennert, a todos los cuales citó repetidas veces. Admitió plenamente
los medicamentos químicos e incluso la interpretación paracelsista de la acción de algu
nos remedios naturales, pero se resistió a introducir la quemiatría en la explicación de
las enfermedades. Por otra parte, supo aprovechar la posición que conservaba todavía
Sevilla como centro del comercio y la navegación a las Indias para ocuparse de nuevos
productos americanos que no habían conocido los grandes tratadistas de la centuria ante
rior. A la corteza de quina, el mas importante de todos ellos, dedicó el texto De pulvere
febrífugo Occidentalis Indine, redactado a petición de un quemiatra italiano, que fue el
mejor informado y el mas riguroso de los primeros estudios sobre el tema.
Los núcleos más destacados del movimiento innovador de las dos décadas finales
del siglo fueron, además de Sevilla, Valencia, Zaragoza y Madrid. Los novatores sevi
llanos propugnaron la ruptura con las doctrinas tradicionales y la plena incorporación de
la Revolución Científica y sus supuestos metodológicos, en agrias polémicas con las per
sonalidades académicas aferradas a la tradición. Los médicos Juan Muñoz y Peralta y
Salvador Leonardo de Flores, sus figuras científicas más notables, no concibieron la teoría
de la circulación de la sangre y los hallazgos anatómicos y fisiológicos modernos como
rectificaciones de detalle del galenismo tradicional, sino como fundamentos de una nueva
medicina. No se limitaron a defender el uso de los medicamentos químicos y de la quina
frente a las criticas de sus oponentes, sino que explicaron sus efectos terapéuticos y, sobre
todo, las enfermedades de acuerdo con los esquemas iatroquimicos. Lo mismo hicieron
los novatores de las otras ciudades citadas, ya que todo ello respondía a los plantea
mientos característicos del movimiento. El rasgo diferencial de los sevillanos fue crear
la primera institución científica española de orientación estrictamente moderna. Fundaron
primero la "Veneranda Tertulia Hispalense", que se reunió en el domicilio de Muñoz y
Peralta a partir de 1697. Como presidente de la misma, Muñoz consiguió que se apro
baran sus constituciones con el nombre de "Regia Sociedad de Medicina y Demás Ciencias"
en mayo de 1700, todavía en el reinado de Carlos II, así como que Felipe V se erigiera
en protector" de la institución en noviembre de 1701, a los pocos meses de ser procla

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JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN .

mado rey. Como expresión de su proyección nacional, en su Libro fundaciomal se inclu


yeron, junto a los contertulios sevillanos de 1697, Juan de Cabriada, Diego Mateo Zapata
y Marcelino Boix Moliner, tres novatores muy sobresalientes del resto del país. La Regia
Sociedad desarrolló después una importante actividad durante el siglo XVIII, especial
mente en relación con la medicina, la química y la historia natural. Muy significativo es
que editara la primera revista científica española que, titulada inicialmente Disertaciones
y luego Memorias, se publicó con algunas interrupciones desde 1736 hasta 1819.
Aunque no tuvo una significación ideológica tan terminante como la Regia Sociedad,
hay que tener en cuenta la fundación el año 1681, también en Sevilla, del Colegio de San
Telmo. Con una organización en la misma línea que tendrían después muchos centros de
la Ilustración, recogía a niños huérfanos que convertía en pilotos con una sólida forma
ción científica. La obra más destacada entre las primeras publicaciones procedentes de
esta institución fue el manual Norte de navegación (1692), de Antonio de Gaztarleta,
autor que introdujo importantes novedades técnicas en la náutica española, entre ellas, el
"quartier" o cuadrante de reducción de Blondel de Saint-Aubin y la corredera de Bourne.

La continuación actualizada de la tradición científica sevillana


en la obra de Antonio de Ulloa

Son muy pocos los aspectos que he estudiado de la obra científica de Ulloa.
Prácticamente se limitan a dos relaciones indirectas con la aportación de Juan Bautista
Bru, "pintor anatómico" y disecador del Real Gabinete de Historia Natural, de Madrid,
a la descripción del género Megatherium.
El Real Gabinete fue fundado en noviembre de 1 753 por Fernando VI de acuerdo
con la propuesta que Ulloa había hecho el año anterior. Como primer local de la nueva
institución se adquirió una casa en la calle de la Magdalena y el mismo Ulloa fue nom
brado director. Estuvieron en conexión con ella varios científicos españoles y extranje
ros, entre ellos, el irlandés Guillermo Bowles, quien había sido contratado por el gobierno
español, a través de la gestión de Ulloa, para dirigir los trabajos de reparación de los
daños que un incendio había causado en la mina de Almadén y que después realizó via
jes de estudio por varios territorios peninsulares. Ulloa reunió instrumental y materiales
científicos y planificó ambiciosos proyectos para el Gabinete. Sin embargo, requerido
por otras tareas, tuvo que dejar la dirección en 1755, y la institución, privada de su pres
tigio, no prosperó a pesar de los esfuerzos del nuevo director, Eugenio Reigosa, que con
tinuó después de su muerte su hijo Francisco. En 1771, el Gabinete inició una etapa de
consolidación y expansión, tras adquirirse la colección que había reunido el peruano Pedro
Franco Dávila. Recientemente, una interpretación de algunos documentos de archivo
demasiado estricta y sin el debido contexto ha motivado la confusión de que el proyec
to de Ulloa "no llegó a realizarse", lo que ha conducido a desconocer el período enca

41
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

bezado por los Reigosa y a presentar la segunda etapa del Real Gabinete, que se trasladó
a un edificio de la calle de Alcalá, como una institución distinta. Hay que destacar, por
el contrario, que su trayectoria habría discurrido a un nivel mucho más elevado, seme
jante al del Real Jardín Botánico, si sus directores durante la misma hubieran sido figu
ras científicas equiparables a Ulloa, en lugar de personajes tan inadecuados para el cargo
como Pedro Franco Dávila, Eugenio Izquierdo y José Clavijo.
El otro aspecto es la posición de Ulloa en el desarrollo de los estudios paleontoló
gicos sobre América anteriores al descubrimiento de un esqueleto casi completo de mega-
terio, a comienzos de 1 787, en un barranco situado a unos setenta kilómetros al sudoeste
de Buenos Aires. La superación de las limitaciones y contradicciones de la paleontología
española de la primera mitad del siglo XVIII puede personificarse en la labor que acer
ca del tema realizó el gran científico sevillano desde finales de los anos cuarenta hasta
comienzos de los setenta. Entre las observaciones que efectuó, siendo todavía muy joven,
en el curso de la expedición a Sudamérica organizada con el objetivo primordial de medir
un arco de meridiano terrestre, se encontraban ya algunas relativas a la paleontología. Al
explorar la bahía chilena de Concepción estudió "un terrazgo de conchas de distintas
especies y sin interposición de tierra alguna", que aparecía no solamente a la orilla del
mar, sino también en unos cerros próximos de mediana altura. A pesar de que no se tra
taba de verdaderos fósiles, tras examinar el terreno y descartar otras posibles causas, lo
consideró "una evidente señal que dexó en aquellas partes el diluvio universal". Por ello
buscó luego fósiles en terrenos mas elevados, pero no encontró resto alguno que indica
ra que habían sido inundados por la aguas. Expuso estos resultados en la Relación histó
rica del viage a la América meridional (1748), obra en la que asimismo recogió otra
observación, realizada en la zona al norte de Quito, acerca del mecanismo de "petrifica
ción" de diferentes estructuras vegetales.
Durante los cinco años que fue gobernador de Huancavelica y superintendente de
su mina de mercurio (1758-1763), Ulloa encontró "conchas enteras petrificadas" de dife
rentes clases y tamaños, así como "maderas petrificadas", en el "corazón de aquellos
peñascos que forman el corazón o interior de los cerros". Describió minuciosamente este
importante hallazgo en una de las partes de su libro Noticias americanas (1772), dedi
cada a la "relación particular de las petrificaciones de cuerpos marinos", y lo interpretó
desde puntos de vista mucho mas avanzados que los de su época juvenil. Respecto a las
conchas, dedujo que "el animal estaba vivo cuando la materia que las contenía se endu
reció", distinguió dos estratos o capas, afirmando "que la una fue primero que la otra" y
explicó por los efectos de la erosión el hecho de que no aparecieran en la superficie, argu
mentando que "estas mismas conchas petrificadas se encuentran en los ríos que des
cienden de ellas [las montarlas]". Consideró la presencia de maderas fosilizadas en un
terreno carente por completo de árboles como prueba de un profundo cambio climático,
aunque no se atrevió a conjeturar cuál había sido la vegetación. En un plano mas gene

42
JOSÉ M. LÓPEZ PINERO - ANTONIO DE ULLOA Y LA TRADICIÓN . . .

ral, relacionó explícitamente estos hallazgos con la historia de la Tierra: "Los fósiles y
petrificaciones marinas son el conocimiento demostrativo de los acaecimientos del mundo".
Es innegable que pueden relacionarse las colecciones renacentistas sevillanas de
historia natural, especialmente la de Gonzalo Argote de Molina, con el proyecto de Ulloa
que condujo a la fundación del Real Gabinete. Sin embargo, sus aportaciones a la pale
ontología americana parecen un ejemplo mucho mas significativo de lo que venimos lla
mando continuación actualizada de la tradición del siglo XVI. En este caso, la conexión
hay que establecerla con el capítulo sobre los fósiles de la Historia natural de Nueva
España, de Francisco Hernández, donde se describen grandes huesos que seguramente
corresponden a restos de armadillo gigante y de Elephas primigenius. Hernández creía,
por supuesto, que pertenecían a "hombres de descomunal tamaño", punto de vista que
predominó hasta bien entrado el siglo XVIII. No obstante, como ha dicho Ticul Alvarez,
"algunos de los huesos enviados a España [por Hernández] representaron el primer regis
tro paleontológico del Nuevo Mundo". Con fundamentos e ideas plenamente actualiza
dos, los estudios de Ulloa doscientos años después significaron un hito en la investigación
de dicho registro.
Este pequeño ejemplo plantea la posibilidad de considerar las diversas vertientes
de la vida y la obra de Ulloa desde una perspectiva coherente con la importancia de la
tradición de la ciencia moderna en Sevilla.

NOTA BIBLIOGRAFICA

El carácter de revisión sumaria del presente texto es incompatible con una relación,
aunque sea muy selectiva, de la amplia serie de estudios históricos dedicados a los dife
rentes temas que en el simplemente se aluden. En consecuencia me limitaré a remitir,
para las publicaciones anteriores a 1980, a la bibliografía comentada que figura en mis
libros Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII y El arte de
navegar en la España del Renacimiento (ambos editados en Barcelona, Labor, 1979), así
como a las referencias incluidas en el Diccionario histórico de la ciencia moderna en
España (2 vols., Barcelona, Península, 1983), obra colectiva dirigida por J. M. López
Piñero, T. F. Glick, V. Navarro y E. Portela. Los trabajos posteriores pueden ser locali
zados en la Bibliografía española de historia de la ciencia y en la Critical Bibliography
ofthe History of Science que aparecen cada año en las revistas Asclepio e Isis, respecti
vamente.

43
ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

Francisco Aguilar Piñal


Instituto de Filología. CSIC

evilla, madre de ilustres hijos en las Letras y las Artes, cuna de poetas y
pintores famosos durante el Renacimiento y el Barroco, hubo de esperar
al siglo XVIII para dar al mundo un nombre celebrado dentro y fuera de
nuestras fronteras, no por sus hazañas sino por sus conocimientos científicos y técnicos.
Algo estaba cambiando en la sociedad española cuando la fama ya no dependía de pro
ezas literarias, artísticas, guerreras o amatorias, sino de la ciencia, la diplomacia, la inte
ligencia, el tesón y la fidelidad puestas al servicio del Estado español, mosaico de reinos
y provincias que, a partir de 1715, había pasado a ser unidad política centralizada, legal
mente conocida desde entonces como "Corona de España".
Estoy hablando de don Antonio de Ulloa, hijo de Sevilla, dignísimo de recuerdo
por varias razones, una de ellas estrechamente ligada a la historia de la ciudad que le vio
nacer, y de la que trataré con más detenimiento. La primera de esas razones es su con
dición de sevillano que ingresa en la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz, recién
inaugurada, para servir durante todo el resto de su vida a la Marina española, donde lle
garía a ocupar los más altos cargos políticos y administrativos, hasta su fallecimiento
como Capitán General del Departamento marítimo de Cádiz. La segunda, vinculada a la
primera, es su participación en expediciones científicas al continente americano, de la
mayor importancia en la historia de la ciencia experimental. La tercera, consecuencia de
ésta, es su admisión en los círculos académicos y científicos de Europa por sus escritos
sobre náutica, astronomía, geografía y mineralogía.
Si en estos tres casos destaca Ulloa por ser el primer sevillano que alcanza tales
metas de notoriedad, lo verdaderamente digno de resaltar en su larga biografía es su con
dición de pionero del espionaje industrial. Con él, Sevilla se puede enorgullecer de con
tar con el primer espía de la historia moderna de España, siempre al servicio de la nación
y de su rey, en este caso Fernando VI de Borbón, por orden de quien viaja por Europa
con los ojos bien abiertos para dar cuenta minuciosa de cuanto ve en los países más ade
lantados del continente, que los Borbones españoles quieren imitar para ponerse al nivel
de las grandes potencias. Basta repasar las cartas e informes conservados en el Archivo
General de Simancas enviados por Ulloa al marqués de la Ensenada, desde París, Marsella,
Estocolmo y otras capitales, cumpliendo las órdenes de la Instrucción reservada fechada
en junio de 1749, para darse cuenta de lo que España necesitaba: maquinaria textil, cons-

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995; págs. 45-57 45


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

trucción naval, adelantos en caminos, canales, puertos y arsenales. Incluso informa sobre
la limpieza de las calles de París y la conveniencia de hacer lo mismo en Madrid. Objetivo
prioritario, sin embargo, era la obtención clandestina de copias de planos de las colonias
y fortificaciones francesas en América, aunque la misión estuviese respaldada por la
"comisión oficial" de adquirir libros, relojes e instrumentos náuticos. Durante varios años,
Ulloa viaja, como embajador extraordinario por Francia, Flandes, Holanda, Dinamarca,
Prusia y Suecia, para concluir su periplo en Londres, enviando a la península, además de
sus informes secretos, destacados técnicos y científicos europeos a los que se contrataba
con un sueldo similar a los de un consejero de Castilla.1
Después de varios siglos de dominio marítimo, la Marina española había llegado a
su máxima decadencia en los primeros años del siglo XVIII, al menos desde la destruc
ción de la Flota en Vigo en el año 1702, en plena Guerra de Sucesión. Con la nueva
dinastía borbónica, el problema se comenzó a solucionar con la creación de la Academia
de Guardias Marinas de Cádiz, en el año 1717, a imitación de Francia, por el ministro
Patiño, nombrado por Felipe V Intendente General de Marina. En ella se formarían como
cadetes los futuros oficiales de la Marina de Guerra de España, procedentes de la pequeña
y mediana nobleza. La calidad de hidalgos que requerían a sus alumnos estos nuevos
centros, mitad docentes, mitad militares, los distanciaban socialmente de otros tradicio
nales, como el Colegio-seminario sevillano de San Telmo, "universidad de mareantes"
para la marina comercial, almáciga de pilotos y oficiales de la Flota de Indias.
Al tenerse noticia en Sevilla de la creación de la Academia de Cádiz, los padres
acomodados de familia numerosa vieron el cielo abierto. Los hijos segundones, privados
del mayorazgo, ya no necesitarían seguir la carrera eclesiástica para asegurarse el sus
tento. Los que diesen pruebas de espíritu aventurero y una incipiente vocación marinera
podrían encaminar sus pasos a la vecina Cádiz, la eterna rival de Sevilla en sueños mer
cantiles, con tal de estar dispuestos a someterse a la disciplina militar. Y no debieron ser
pocos los jóvenes sevillanos tentados por este tipo de estudios, ya que, al menos, una
decena de ellos llegaron a encumbrarse a los más altos puestos de la Armada durante el
siglo XVin. Destacaré los de Alonso de Torres y Guerra, hijo de maestrante y Veinticuatro
de la ciudad, emparentado con los condes de Miraflores, que llegó a ser Jefe de Escuadra,
General de la Armada y del Consejo de Guerra y Marina; Francisco de Orozco Manrique
de Lara, Teniente General, Consejero de Guerra y Marina, Gentil-Hombre de Cámara y
Veinticuatro perpetuo de Sevilla; Francisco de Varas y Valdés, Intendente General de

I Por la Instrucción reservada, Ulloa debía poner en práctica "los medios que su maña, prudencia y
las ocasiones le facilitaren para ganar a cualquiera precio en Lyon o en París alguno o algunos Maestros y
Oficiales sobresalientes en el dibujo, que vengan a España, a los cuales se mantendrá religiosamente lo que
contrataren". La orden insiste en que "todos sean católicos, apostólicos y romanos". El documento se inserta
como apéndice en el interesantísimo estudio de Antonio Lafuente y José Luis Pesct, "Política científica y espio
naje industrial en los viajes de Jorge Juan y de Antonio de Ulloa (1748-1751)", Mélantes de la Casa de
Velúz.quez. XVII (1981), pags. 233-262.

46
F. AGUILAR PIÑAL - ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

Marina, Consejero de Indias y Presidente de la Casa de Contratación; José de Córdoba


y José Espinosa Tello, este último hijo del conde del Aguila, ambos fallecidos con el
grado de Tenientes Generales de la Armada; Luis Muñoz y Guzman, Jefe de Escuadra y
Teniente General de la Armada en 1 802, que llegó a ser Capitán General y Gobernador
de Chile; Manuel de las Quentas Zayas, hijo del consejero de Hacienda don Rodrigo,
Capitán de navío.2
A todos ellos precede en el tiempo, en el saber, en el rango, en los honores y en su
calidad de escritor científico, el Excelentísimo señor don Antonio de Ulloa y de la Torre-
Guiral, nacido en Sevilla en 1716. Su padre, don Bernardo de Ulloa y Souza, Veinticuatro
de Sevilla, tenía su vivienda en el número 1 de la calle del Clavel, haciendo esquina a la
de Armas, y lindante con los jardines del marqués de la Granja, en el otro extremo de la
calle, con entrada por Monsalves. Esta pequeña calle del Clavel, hoy conocida como del
Almirante Ulloa, era en realidad una travesía entre Monsalves y la afamada calle Armas
(hoy Alfonso XII), al final de la extensa manzana que, teniendo en su centro el conven
to-hospital de San Antonio Abad, comenzaba en la plaza de la Campana. Así permane
ció hasta el 24 de abril de 1869 en que se inauguró, en el solar dejado por el hospital, la
nueva calle que fue dedicada al General Riego, nombre que fue sustituido, después de
1936, por el de General Moscardó. La casa de los Ulloa pasó a ser propiedad, a media
dos del siglo XIX, de don José María Benjumea, senador del Reino y Gran Cruz de la
Orden Americana de Isabel la Católica. Después de su muerte, en 1858, su viuda, doña
Ana Pérez Seoane, la reformó completamente en 1866, con un coste superior al millón
de reales.3
Antonio de Ulloa fue bautizado en la parroquia de San Vicente el día 22 de febre
ro de 1716. Fue su madre doña Josefa de la Torre-Guiral, que a todos sus hijos educó en
la fe cristiana, como lo prueba el que uno de ellos ingresara en la orden de San Agustín,
llegando a ser superior del famoso colegio de San Acacio, en la calle Sierpes, sede hoy
del Círculo de Labradores. Dos de sus hijas hicieron también votos religiosos, una en el
convento de San Clemente, frontero a la Puerta de la Barqueta, y otra en el de Santa
María del Socorro, en la calle Bustos Tavera. De los hijos varones, dos siguieron la carre
ra de las armas en el Cuerpo de Infantería y el menor, Vicente, siguió el ejemplo de
Antonio, ingresando en la Marina/
Por el contrario, el hermano mayor, Martín, bautizado en San Vicente el 3 de noviem
bre de 1714, se dedicó a las letras, matriculándose en la Universidad sevillana de Santa

2 Datos tomados de la obra de Matute y Gaviria, Justino: Hijos de Sevilla señalados en santidad,
letras, armas, artes o dignidad. Sevilla, 1886-87, 2 vols.
3 Alvarez-Benavides y López, Manuel, Explicación del plano de Sevilla. Sevilla, 1868, págs. 179
y 254.
4 Beerman, Eric: "Ascendencia de Antonio de Ulloa y su esposa Francisca Ramírez de Laredo", Archiva
Hispalense, LXV (1982), núm. 200, págs. 35-49.

47
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

María de Jesús, donde obtuvo el título de Bachiller el 7 de agosto de 1736, después de


cinco cursos de Leyes y Cánones.5 Al año siguiente fue recibido como académico en la
Real Academia de la Historia, donde leyó muy eruditos discursos históricos, lo mismo
que en la Academia Española, a la que también perteneció. En las actas de esta última
consta que el 28 de septiembre de 1751, con 37 años de edad, se despidió de ella para ir
a ocupar el cargo de Asesor del Gobierno de Panamá, sintiendo la Academia "la falta de
un individuo tan hábil, tan zeloso y que tanto ha contribuido a sus tareas literarias". No
obstante, su partida de Cádiz se demoró hasta enero del año siguiente, ya con el nuevo
nombramiento de Teniente de Gobernador de La Habana. Tras catorce años en Cuba,
volvió a España como Alcalde mayor de la Audiencia de Sevilla, en julio de 1766, pasan
do a oidor en mayo de 1773." Son los años de la Intendencia de Olavide, en los que
Martín de Ulloa ocupa un lugar destacado, en íntima amistad con Jovellanos y otros ilus
trados de la ciudad. Se incorporó muy pronto a la recién fundada Academia Sevillana de
Buenas Letras y a la Sociedad Patriótica de Sevilla, de la que fue nombrado Director en
1782. Falleció en Sevilla el 20 de febrero de 1787, a los 72 años, y se le dio sepultura
en una bóveda de la capilla mayor del convento de trinitarios descalzos. "Por su muerte
—dice Matute— dejó sin concluir el Repartimiento de Sevilla, con notas históricas,
geográficas y genealógicas, que preparaba para la prensa." 7
Si densa es la biografía de Martín de Ulloa, no menos lo es la de su hermano
Antonio, llamado también a cruzar el Atlántico y a conseguir dar brillo a su nombre en
tierras americanas. A diferencia de él, no llega a pisar las aulas universitarias, sino que
se limita a estudiar latín y matemáticas en el colegio de Santo Tomás, con el célebre
dominico fray Pedro Vázquez Tinoco, para sentar plaza de inmediato, a los trece años,
en la Armada de Galeones, volviendo a España dos años más tarde, cargado de expe
riencia y asentada su vocación marinera. El rey Felipe V, que había visitado la Academia
de Guardias Marinas durante su estancia en Sevilla, concedió al Veinticuatro don Bernardo
de Ulloa la gracia de una plaza en la Academia para su hijo Antonio, que insistentemente
la había solicitado. Los biógrafos de Ulloa no han reparado demasiado en el desgarro
emocional que supone para un adolescente de apenas catorce años la separación volun
taria, no solo de padres y amigos, sino también de una ciudad entrañable, alegre y aco
gedora como Sevilla, en plena ebullición de fiestas y agasajos a la Real Familia, que por
aquel entonces residía en los Reales Alcázares. Cambiar aquel alegre bullicio y jolgorio
en las aulas de los dominicos o en las calles de la ciudad, con la posibilidad de cruzar
se en cualquier momento con personajes cortesanos y aun con personas reales,* por una

5 Archivo Universitario de Sevilla, libro 596, fol. 295 v.


6 Archivo Municipal de Sevilla, Escribanía de Cabildo del siglo XVIII, tomo 26, núms. 66 y 70.
7 Matute: op. cit. II, pág. 189.
8 Puede consultarse: Aguilar Piñal, F.: Historia de Sevilla. Siglo XVIII. 3.' ed. revisada, Sevilla,
Universidad, 1989, págs. 4-10.

48
F. AGU1LAR PIÑAL - ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

aventura marinera llena de incertidumbres y peligros era ciertamente una muestra de voca
ción decidida y firme voluntad. En su hoja de servicios consta que de la condición de
Guardia Marina (noviembre de 1733) pasó a Teniente de Navío (1735), Capitán de Fragata
(1746), Capitán de Navío (1748), Jefe de Escuadra (1769) y Teniente General (1779),
cargo en el que se mantuvo durante veinte años, hasta su fallecimiento en la Isla de León,
el 5 de julio de 1795,* como Capitán General del Departamento marítimo de Cádiz.
La vida del Almirante Ulloa, intensa y variopinta donde las haya, estuvo repartida
entre Europa y América. Además de sus cargos políticos, primero en Perú y México,10
después en La Luisiana, colonia de la que fue primer Gobernador, el sevillano se distin
gue, ya desde muy joven, por sus aficiones científicas, que vio confirmadas y acrecen
tadas durante los once años (1735-1746) que duró su colaboración con el también ilustre
marino español, el alicantino Jorge Juan, en la expedición organizada por la Academia
de Ciencias de París para medir un grado del meridiano terrestre en tierras ecuatorianas."
Fue esta la primera expedición al continente americano de carácter científico en la que
intervinieron expertos de nuestro país. Otras cuarenta expediciones, fundamentalmente
botánicas, siguieron a esta primera, dirigidas por científicos españoles, lo cual constitu
ye uno de los principales motivos de orgullo para la España de la Ilustración, tan atra
sada y dependiente de los sabios europeos en otros aspectos de la ciencia y la técnica.12
A Jorge Juan, que fue autor de valiosísimas obras de náutica y astronomía, le sobre
vivió Ulloa más de veinte años, tiempo suficiente para probar su valía intelectual, con
virtiéndole, como dice uno de sus biógrafos, en "paradigma del marino científico de la
Ilustración española".13 En efecto, en diciembre de 1746, en plena guerra con Gran Bretaña,
ingresaba como "fellow" en la Royal Society de Londres, algo inesperado en tales momen
tos de tensión política, recibiendo honores similares en las Academias de París, Berlín,
Estocolmo, Leipzig y Bolonia. A su muerte dejó numerosos manuscritos inéditos, pero
en vida vio publicadas obras de gran interés para la ciencia universal, cosa algo insólita
para las imprentas españolas, tan cansadas de romances, obras de teatro y poesía, polé
micas intrascendentes, pero sobre todo, libros de piedad y religión, dogmáticos y escolás
ticos, que fueron, al mismo tiempo, causa y consecuencia de la peculiar idiosincrasia del
pueblo español, tan distanciado geográfica e ideológicamente de sus vecinos del norte.

9 En el expediente personal, conservado en el Archivo General de la Marina, en Viso del Marqués,


que amablemente me ha facilitado mi buen amigo Francisco de Solano, se asegura, sin duda por error del ama
nuense, que falleció en 1799.
10. Solano, Francisco de: Antonio de Ulloa y la Nueva Expaña, México. Universidad Nacional Autó
noma, 1979.
1 1 Lafuente, Antonio y Mazuecos, Antonio: Los caballeros del punto fijo. Ciencia, política y aventu
ra en la expedición geodésica hispanofrancesa al virreinato del Perú en el siglo XVIII. Madrid, Serbal-CSIC, 1 987.
12 Pino Díaz, Fermín del y Guirao de Vierna, Angel: "Las expediciones ilustradas y el Estado español".
Revista de Indias, XLVII (1987), núm. 180, págs. 379-430.
13 Solano, Francisco de: "Don Antonio de Ulloa, paradigma del marino científico de la Ilustración
española". Revista de la Universidad de Coimbra. XXXV (1989), págs. 333-345.

49
11 CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Precisamente en la Biblioteca Universitaria de Sevilla se conservan dos testimonios de


gran relevancia que dan fe del amor a la ciencia del sevillano y del aprecio inglés a su
obra como científico. En el primer caso es un ejemplar de los Philosophiae Naturalis
Principia Mathematica, de Newton, en edición suiza de 1739, con el ex-libris de Ulloa.
En el segundo, un ejemplar de la misma obra, pero editado en Londres en 1 726, con dedi
catoria autógrafa del Presidente de la Royal Society londinense, Martin Folkes, al sevi
llano Antonio de Ulloa, "viro doctrina simul et moribus spectabili".14
El primer viaje de Ulloa a Perú dio origen a tres títulos que fueron ávidamente leí
dos por los intelectuales de todo el continente: las Observaciones astronómicas y físicas
(Madrid, 1 748), la Relación del viaje en cuatro tomos (Madrid, 1 748) y una Disertación
histórica y geográfica sobre el meridiano (Madrid, 1749). Aún no había cumplido los 33
años y ya era famoso como científico de insaciable curiosidad, fama que se aumentó al
ver la luz sus Noticias americanas (Madrid, 1772), libro en el que recoge datos y obser
vaciones de geología, botánica, zoología, medicina, hidrografía, paleontología, antropo
logía y lingüística del continente americano. Obra que no solo fue reimpresa en España
sino traducida a otros idiomas europeos, como el francés, el alemán, el inglés y el holandés,
de forma que el nombre de Antonio de Ulloa, casi siempre unido inseparablemente al de
Jorge Juan, fue conocido y estimado en todos los centros culturales de la Europa de las
Luces." Este es el efecto más genuino del movimiento "ilustrado" del Antiguo Régimen,
cultural y científico más que social y político, aunque, ya a finales del siglo, sucediesen
a la Ilustración absolutista, inevitablemente, las ideas liberales e incluso revolucionarias
que se estaban incubando en la filosofía dominante de la Ilustración.
La "Armada Real" de España, había sido creada por real cédula de 21 de febrero
de 1714 como conjunto de fuerzas navales a cargo de la Monarquía, para sustituir a las
anticuadas y muy diversas "Armadas" de los Austrias. A la muerte de Patiño, en 1736,
ya se habían dado los pasos necesarios, tanto en formación de Oficiales como en políti
ca de construcción naval, para levantar al país de la postración a que había llegado a fina
les del siglo XVII. Esta política de formación para la paz y para la ciencia daría sus
mejores frutos en hombres y en recursos náuticos, al llegar al poder el marqués de la
Ensenada. Antes de mediar el siglo ya los hombres que se aventuraban a cruzar el Atlántico
habían cambiado el sentido guerrero y conquistador de la travesía de siglos anteriores
por una motivación más intelectual y pacífica. A los agresivos marinos de sangre ardien
te sucedieron los oficiales cultos formados en las academias. A la espada, la pluma. A

14 Signaturas 298-165 y 297-190 respectivamente. La dedicatoria manuscrita, sobre el ex-libris, dice


así: "Viro doctrina simul et moribus spectabili D°. Antonio de Ulloa, Hispalensi, auspicatum in Patriam redi-
tum omniaque dein felicia ex animo precatur. Martinus Folkes, Regalis Societatis Londini Praeses, et Regia
Scientiarum Academiae Parisiensis Socius. 3° Eid. May Anno salutis reparatae M.DCC.XLVI".
1 5 Su bibliografía mis reciente puede consultarse en Aguilar Piñal, F.: Bibliografía de autores españo
les del siglo XVIII, tomo VIII, Madrid, CSIC, 1995.

50
F. AGUILAR PIÑAL - ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

las flotas de conquista, las expediciones científicas. Y en este cambio sustancial, el sevi
llano Antonio de Ulloa ocupa un lugar de primer orden. Por algo es conocido en la his
toria de la Marina española como "Ulloa, el estudioso".16 Pero nada de ello hubiera sido
posible sin ministros como Patiño, primero, y como Ensenada, después. Por eso, al ser
destituido éste en junio de 1754, Jorge Juan y Ulloa, desafiando incomprensiones de los
adversarios políticos, se apresuraron a visitarle en su destierro granadino. Así lo confir
ma Ulloa: "Atravesamos media España para rendir a don Zenón Somodevilla este últi
mo tributo de gratitud y admiración"." Pasados los años, también Ulloa sufrió los ataques
de la maledicencia y hubo de escribir una Justa vindicación de mi honor y noticia cir
cunstanciada de mi conducta, en la que defendía su actuación durante la campaña de las
Islas Terceras. Para eterna memoria de sus compatriotas, dejó este precioso texto autó
grafo en la Biblioteca pública de San Acacio, desde donde pasó a engrosar la magnífica
colección de manuscritos de la Biblioteca Universitaria de Sevilla.1*
A su vuelta a Madrid, en 1752, intervino Ulloa en la fundación del Real Gabinete
de Historia Natural y en el Laboratorio metalúrgico, dedicado a la investigación del pla
tino, nuevo metal descubierto por él en América, la gloria de cuyo descubrimiento le pre
tendieron arrebatar ignominiosamente. Sin duda, el Teniente General de la Armada don
Antonio de Ulloa fue un buen servidor del Estado, un marino que dejó huella en la his
toria de España más por sus conocimientos de ingeniería técnica que por grandes hazañas
marítimas, a pesar de haber sido Jefe de Escuadra, Comandante de la Flota y Capitán
General de Cádiz. Sesenta y seis de sus setenta y nueve años de vida los pasó al servi
cio de España, en mar y en tierra, en la guerra y en la paz, aunque siempre lejos de la
Sevilla de su infancia, de la que se despidió a los catorce años para enrolarse en la Armada
de Galeones comandada por el también sevillano Manuel López Pintado, marqués de
Torreblanca, amigo de la familia. Cabe suponer, en un chaval de su edad, la nostalgia
que sentiría de la ciudad y de sus gentes. La misma nostalgia que sentiría meses más
tarde el Infante don Carlos, al abandonar Sevilla y su Real Familia para, tras un largo
viaje, tomar posesión del ducado de Parma. El futuro rey Carlos III de España era rigu
roso coetáneo del joven Ulloa, que había nacido tan solo ocho días antes que el Infante,
el 12 de enero de 1716. En esas mismas fechas se hacía público el decreto de Nueva
Planta para Cataluña, que unificaba política y administrativamente al Principado con la
Corona de Castilla.
En muy pocas ocasiones tuvo Antonio de Ulloa oportunidad de volver a Sevilla.
Mientras él vivía en tierras peruanas, su padre, economista de prestigio, se trasladaba a
Madrid como Procurador del Ayuntamiento sevillano en la Corte, donde falleció en 1 752.

16 Cervera Pery, José: La Marina de la Ilustración, Madrid, 1986, pág. 214.


17 Rodríguez Casado, Vicente: Política marroquí de Carlos III, Madrid, CS1C, 1946, pág. 103.
18 A la documentación acompaña una carta de su hermano Martín al Diputado de la Biblioteca de San
Acacio, fechada el 22 de junio de 1764, haciendo entrega de los originales.(Signatura: 33 1-177).

51
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Cuatro años más tarde moría su madre, dejando a todos sus hijos solteros. Antonio se
casó en 1764, a los 48 años, con la chilena de origen español Francisca Ramírez de
Laredo, hija del conde de San Javier. Dos años después accedía al cargo de primer
Gobernador de La Luisiana, posesión española desde 1 762, a consecuencia del Tratado
de Fontainebleau. Mientras ocupa este cargo, en la península se orienta la política hacia
la Ilustración cultural promovida por Carlos III, que en Sevilla da sus mejores frutos en
la época del Asistente Olavide," con nuevas instituciones como la Real Academia Sevillana
de Buenas Letras y la Sociedad Patriótica, dirigida desde 1782 por su hermano Martín,
a la que Antonio perteneció como socio honorario, según hace constar en su testamento,
redactado en la Isla de León el 26 de enero de 1792.20
Pero Sevilla no es sólo un recuerdo para Antonio de Ulloa, ni para la ciudad el
Almirante Ulloa es solo el nombre de una calle céntrica. Entre todos los hijos ilustres de
Sevilla, Ulloa se distingue por su condición de primer Teniente General de la Armada
nacido en Sevilla, primer científico sevillano de renombre universal en el XVIII y pri
mer espía industrial de la historia moderna de España. En este sentido, me parece que
hasta hoy no se le ha reconocido en Sevilla, de forma adecuada, el carácter excepcional
de su figura. Porque Sevilla, además, le debe estar muy agradecida por su intervención
como ingeniero técnico en las obras de fortificación de las orillas del Guadalquivir a su
paso por la ciudad. Así lo dice expresamente Matute: "En Sevilla dejó una prueba de sus
conocimientos hidráulicos y arquitectónicos en la famosa obra que dirigió en la Puerta
de la Barqueta, para impedir que el Guadalquivir entrase en la ciudad, en cuya muralla
exterior se colocó una lápida que, aunque poco elegante, acuerda la magnificencia de
Sevilla y su gratitud".21
Para mejor valorar la importancia de esta obra de ingeniería es preciso hacer una
visita a la zona y constatar no sólo los cambios allí operados en el día, sino también la
urgente necesidad que entonces tenía Sevilla de hacer frente con decisión a la implaca
ble y continua embestida de las aguas en ese extremo de la muralla, por ser antiguo cauce
del río, con suave pendiente hacia la Alameda de Hércules. Para un sevillano actual puede
resultar difícil la visualización de aquellos parajes hace doscientos años. Pero habrá que
intentarlo. Volemos con la imaginación al pasado y, con la ayuda del plano de Olavide
(1771), comprobemos cómo Sevilla era una dama encorsetada que aún tardaría casi un
siglo en hacer estallar el corsé de la cerca medieval, muralla ya de nulo valor militar,

19 Aguilar Piñal, F.: La Sevilla de Olavide (1767-1778), Sevilla, Ayuntamiento. 1965. Reed. en la
"Colección Clásicos Sevillanos", n.°l 1 .del ayuntamiento de Sevilla (1995).
20 Aguilar Piñal, F.: La Real Academia Sevillana de Buenas Letras en el .¡¡fila XVIII, Madrid, CSIC,
1966, y "Fundación de la Sociedad Patriótica de Sevilla", en Temas sevillanos (Primera serie), segunda edi
ción, revisada y aumentada, Sevilla, Universidad, 1992, págs. 115-142.
21 Matute: op. cit. I, págs. 85-89. La lápida fue retirada cuando se derribó ese trozo de muralla para
dejar espacio a la vía férrea.

52
F. AGUILAR PIÑAL - ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

pero eficaz a la hora de salvar a la ciudad de la desgracia total en las periódicas creci
das del Guadalquivir.
Comencemos nuestro paseo al final de la Alameda, situándonos entre la Pila del
Pato y la Cruz del Rodeo,22 lugar adecentado en 1 764 por el Asistente Larumbe. Subiendo
por la actual calle de Calatrava encontraremos, a la izquierda, la ermita de Nuestra Señora
del Carmen, hoy restaurada, y a la derecha, un poco más arriba, la iglesia de San Benito,
de la orden militar de Calatrava, donde actualmente tiene su sede la parroquia de Nuestra
Señora de Belén. La huerta de San Benito se prolongaba por la actual calle del Blanquillo,
que entonces formaba un lado de la plazuela de Vib-Arragel, la más triste de las plazas
sevillanas, sin una pequeña ventana donde poder colocar una maceta de geranios. Sus
cuatro costados carecían de huecos: frente a la parte interior de la muralla, las tapias de
las huertas de San Benito y San Clemente, convento de monjas cistercienses y la más
antigua fundación monacal de Sevilla. El nombre de Vib-Arragel, que afortunadamente
se conserva en una calle moderna, entre el Blanquillo y la Resolana, se hacía eco de la
tradición que situaba en aquel lugar el palacio de los reyes andalusíes en la taifa sevi
llana, entre los siglos VIII y XI.23 Sobre sus ruinas, donde resonaban todavía los ecos de
las poesías líricas del famoso al-Mutamid, el rey-poeta de la dinastía de los Abbadíes
sevillanos, se levantó en el siglo XIII el monasterio de San Clemente, fundado por el
arzobispo Don Remondo y habitado ya en 1260 por monjas procedentes de las Huelgas
Reales de Burgos.24
En esta plazuela, fangosa y maloliente, por donde el río comenzaba su ataque a
Sevilla cada vez que se desmadraba, abría sus batientes en la muralla la Puerta de Vib-
Arragel, conocida también como de la Almenilla o de la Barqueta, salida natural hacia
Extremadura y al camino de Santiponce, una vez cruzado el río por el servicio de bar
cas que daba nombre al lugar.25 Aquí, en la vecindad de las tapias conventuales, como
contrapunto al recogimiento, "tenían lugar, como dice un cronista, los desafíos entre ter
nes y matones que, navaja en mano, dirimían sus cuestiones, quedando, a veces, ambos
contendientes a disposición de los sepultureros, o cuando menos en estado de tomar puer
to un par de meses, reparando sus averías en el ancho recinto del vecino Hospital de la
Sangre", hoy sede espléndida del Parlamento de Andalucía.

22 El nombre hace alusión a una cruz sobre peana que servía de humilladero en tiempo de Cuaresma,
donde las personas piadosas cumplían con la devoción del Via Crucis, rodeando la cruz catorce veces, de donde
tomó el nombre. La Pila del Pato cambió varias veces de lugar y hoy se halla en la plaza de San Leandro.
23 El nombre de Vib-Arragel, o Bib-Ragel, no citado en las crónicas, se daba también a la puerta con
tigua de la muralla. (Jacinto Bosch Vila. La Sevilla islámica. 712-1248. Sevilla, Universidad, 1984, pág.19)
24 Valdivieso González, E. y Morales Martínez, A.: Sevilla oculta. Monasterios y conventos de clau
sura. Sevilla, 1980, pág.19.
25 Puede verse la perspectiva de esta puerta, imaginada por de B. Tovar, en un dibujo de 1878, repro
ducido por Antonio Sancho Corbacho en Iconografía de Sevilla. Sevilla, 1975, lámina CXXXIX.

53
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

El exterior de la plazuela, como es de suponer, era aún más insalubre, cercado de


malezas, aunque, como refuerzo de la muralla, se elevaba un amplio y excelente lugar
de paseo y expansión popular conocido como el Patín de las Damas, nombre del que
pocos sevillanos podrían hoy dar alguna noticia. Este paseo, atalaya a la altura de las
almenas, al que se accedía por dos escaleras laterales, servía de mirador al paisaje de la
Cartuja, pero también, en ocasiones, de plaza de armas donde se colocaron baterías para
defender la ciudad en tiempos de guerra. A los pies del Patín estaba el Husillo del Taco
y un poco más allá el aliviadero, procedente de la Macarena, donde desde tiempo inme
morial había un lavadero de lana, entre las huertas de la orilla y el gigantesco montícu
lo de escombros y basuras de que da cumplida noticia gráfica el plano inédito de la zona,
coloreado y dibujado a gran escala en 1743 por el arquitecto municipal Pedro Juan de
Laviesca, conservado afortunadamente con otro de Matías de Figueroa (1738) en el
Archivo Municipal de Sevilla.26
La constante erosión del río sobre este recodo obligaba a reparos periódicos, exis
tiendo noticia de ellos al menos desde 1383, como nos recuerda Ortiz de Zúñiga. En el
año 1604 el italiano Tiburcio Spanoqui, Ingeniero Mayor de España e Indias, propuso un
nuevo sistema de desagüe por los husillos y la separación del río de los pies de la mura
lla, desviando la corriente unos trescientos pasos al norte. A los pocos años, en 1626, una
nueva y terrible avenida arrasó en su mayor parte las obras realizadas. Como remedio de
gran ingeniería, se elevó la puerta de la Almenilla, "tanto que su umbral bajo quedó donde
estaba el alto de la antigua". Se reconstruyó también el Patín, "poniéndole dos anchas
escalinatas, que antes solo tenía una, y dejándolo muy cómodo para que los habitantes
de la ciudad tuvieran en las ardorosas noches de estío —como dice el historiador de las
riadas— un sitio ameno y fresco para las diversiones, que alcanzó gran celebridad hasta
muy entrado este siglo, porque allí la gente alegre se reunía con frecuencia para sus bai
les y serenatas nocturnas".27 Un poco antes, había escrito este mismo autor que: "Pasó
todo el siglo XVÜ y la mayor parte del siguiente, sin que, a pesar de las enormes sumas
invertidas en continuos reparos, se lograse el anhelado fin de contener forzosamente por
aquella parte al Guadalquivir en sus avenidas, hasta que el ilustre marino don Antonio
de Ulloa llevó a término la sólida y acertada obra que aún hoy vemos sin el menor dete
rioro después de transcurrir un siglo".2*
Sin embargo, ya en 1753, durante el activo gobierno del marqués de la Ensenada,
se había ampliado el cauce del río enfrente de la Barqueta, a costa de la huerta que allí
tenían los padres filipenses del Oratorio de San Felipe Neri. En 1771 se reprodujo la
riada, esta vez no citada por Francisco de Borja Palomo, pero de la que tenemos noticia
por las actas capitulares de la ciudad, al tomar, en la sesión del 16 de septiembre, el acuer-

26 Archivo Municipal de Sevilla, escribanía 1.*, tomo 271, doc.18 (16) y tomo 272, doc.l (45).
27 Borja Palomo, Francisco de: Historia crítica de las riadas o grandes avenidas del Guadalquivir en
Sevilla desde su reconquista hasta nuestros días. Sevilla, 1878, pag. 373.
28 Id. op. cit. págs. 139-140.

54
F. AGUILAR PIÑAL - ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

do de "remediar el peligroso estado en que ha quedado el sitio de El Patín y el camino


de la Puerta de la Barqueta, hasta la de San Juan". Eran los años de la Asistencia de
Olavide que, por aquellas fechas, se encontraba en las Nuevas Poblaciones de Sierra
Morena, siendo sustituido por su Teniente de Alcalde don Juan Gutiérrez de Piñeres, futu
ro Corregidor de Cádiz. En la visita que realizó a aquellos lugares, Piñeres pudo com
probar que "todo el camino se halla robado su terreno, quebrantado y desboronándose
hacia la parte del río, por cuya causa es tanta la estrechez en que ha quedado el camino
real que apenas puede pasar un coche, y más adelante, en la referida Puerta y Sitio del
Patín, no pueden transitar bagajes ni carruajes, sino solo la gente de a pie, con grande
riesgo e incomodidad, por cuya causa se observó que los pasajeros que transitan por este
camino que va a Extremadura y otras partes, entran y salen por la Puerta de la Macarena".
A resultas de la visita, se solicitó informe y plano de la zona a los tres arquitecc-
tos municipales, quienes aconsejaron "levantar una pared de diez varas de altura y el
grueso correspondiente, que es lo que hay de perpendicular desde los márgenes del río
hasta el piso usual del camino", es decir, un espigón semejante a los ya construidos en
otras épocas, "que desvíe las aguas y las lleve al centro del río, como sucede en el que
se ha construido en el Husillo Real, llenando los senos o huecos que quedaren, con tie
rras y cascotes del monte de la Macarena, que está contiguo, y así vendrá a quedar un
camino de bastante anchura por todas partes". El presupuesto de tal obra ascendía a
60.000 pesos."
Aprobada la propuesta y el presupuesto, el Cabildo sevillano pidió licencia al Consejo
de Castilla para acometer las obras a cargo de los caudales públicos. Pero el Consejo no
debió quedar muy satisfecho con el informe municipal, que ya solicitó otro a Ulloa, enton
ces con residencia en Cádiz. A él se dirigió el Procurador Mayor de Sevilla, invitándo
le a trasladarse para "reconocer e inspeccionar todo lo conducente a la citada obra". La
respuesta fue pronta y acomodada a la gravedad del asunto. Como conocía muy bien el
lugar y sus problemas, Ulloa no creyó necesario su d splazamiento, pero pidió nuevos
datos, más fiables y detallados: que se señalaran en el plano las alturas del barranco for
mado en la orilla izquierda, de diez en diez varas castellanas; que se sondeara la orilla
hasta veinte varas dentro del caudal de agua; que se clavaran pilotes a distancias iguales
hasta tocar tierra firme; que se formara nuevo plano del río desde San Jerónimo hasta el
puente de barcas, con la dirección de la corriente. A todo esto precedía la condición de
contar en su momento con las necesarias existencias de madera y caudales públicos para
comenzar la obra. Esta carta está fechada en la Isla de León el 21 de agosto de 1772.
Concedido todo lo solicitado, Ulloa elevó su informe al Procurador Mayor el 21 de enero
de 1773, con un presupuesto de 1.162.220 reales y una duración aproximada de un año.
El Consejo de Castilla aprobó todas las propuestas en el mes de febrero, encargando
"la dirección de la citada obra al expresado D. Antonio de Ulloa". La reacción de este

29 Archivo Municipal de Sevilla, 2.' Escribanía, tomo 263, doc. 12.

55
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

ilustre sevillano la expresa él mismo en carta al Ayuntamiento de la ciudad: "Todos son


motivos de la mayor complacencia para mí, mediante dirigirse a su obsequio y servicio,
como a beneficio común de su vecindario. Celebro mucho la parte en que he concurri
do al logro de este asunto, y aprecio la proporción que se me ofrece de poder de conti
nuar hasta su conclusión, en que, además del estímulo de buen Patricio, se junta el ejemplo
de mis ascendientes, que deseo imitar en todas ocasiones". Pero, a pesar de tan nobles
sentimientos, la obra se detuvo a poco de empezar, por problemas económicos. Ulloa,
que había estado en Sevilla a comienzos de abril de 1773, se queja de la paralización,
cuyas consecuencias se vieron en noviembre del 74, en que todo lo realizado quedó rui
noso por una nueva avenida del río. Para colmo de males, el Teniente segundo del Cabildo,
encargado de la provisión de materiales, don Blas Tenorio de Mendoza, dejó vacante el
cargo al ser nombrado oidor de la Audiencia de Galicia. La obra quedó, pues, menos que
mediada, con un exceso de gasto por encima de los ochenta mil reales.
En mayo del 76 Ulloa había sido ya nombrado comandante de la Flota de Nueva
España, pero antes de partir, giró una visita a las obras, aprobando todas las actuaciones
y dejando encargado de su continuación al marqués de Torreblanca. En la inspección que
este regidor realizó, acompañado por el arquitecto Ginés de San Martín, quedó constan
cia de que las casi 300 varas de murallón que se habían construido eran "de buena for
tificación y bajo todas las reglas del Arte", sobresaliendo en su estima "la rampa o cuesta
para el uso de la barca, que antes hacía frente o formaba ángulo recto con el río". Asimismo
se especifica en este informe que el lugar era hasta entonces "intransitable, que sólo servía
para ejecución de maldades, pues en la excavación que se hizo en él se encontraron ves
tigios de cuerpos muertos". Entre las obras, las que más llamaron la atención y admira
ción de los curiosos fueron las del Patín, ya que "este paraje es punto de reunión y paso
público al embarcadero, con extraordinaria concurrencia en todos tiempos".30 La obra, en
su totalidad, pasó de los dos millones y medio de reales, tres veces más de lo presu
puestado en un principio, pero duró más de dos siglos, con la explícita aprobación del
pueblo sevillano.
En reconocimiento a sus muchos méritos, el rey Carlos III premió a Ulloa con la
encomienda de Ocaña, en la Orden de Santiago, y con los nombramientos de Director de
la Armada, Capitán general y Vocal permanente del Departamento marítimo de Cádiz.
Sevilla le agradeció las obras de consolidación de la Barqueta con una lápida conme
morativa que se colocó en la parte externa de la muralla, y que hubo de ser retirada a
mediados del siglo pasado, cuando la línea del ferrocarril arrasó la muralla y facilitó la
ampliación de la calle Torneo. Más recientemente, las obras realizadas en ambos már
genes del río con motivo de la Exposición Universal de 1992, hicieron desaparecer los
últimos vestigios del embarcadero de la Barqueta y de la fortificación dirigida por Ulloa.

30 AMS. ibíd. doc. 13.

56
F. AGU1LAR PIÑAL - ANTONIO DE ULLOA Y SEVILLA

El texto íntegro de la leyenda grabada en la lápida conmemorativa de la obra, reprodu


cido por Matute y después por Francisco de Borja Palomo, dice así:

N08DO. REINANDO EN ESPAÑA LA CATOLICA MAGESTAD DEL / SEÑOR


REY D. CARLOS III, EN VIRTUD DE ORDEN DEL SUPREMO CONSEJO /
DE CASTILLA, / A INSTANCIA DEL ILMO. CABILDO Y REGIMIENTO DE
ESTA M.N. Y M.L./ CIUDAD DE SEVILLA, / SE HICIERON ESTAS OBRAS
DE HUSILLOS, MUROS, TERRAPLEN Y DEMAS DE QUE / SE COMPONEN
PARA DEFENSA DE LAS AGUAS, Y SEGURIDAD DE LA POBLACION /
QUE SE HALLABA EN GRAN RIESGO, A COSTA DE SUS CAUDALES PRO
PIOS, LAS / QUE SE ACABARON EN 13 DE NOVIEMBRE DE 1779, SIEN
DO ASISTENTE EL SR. D. FRANCISCO / ANTONIO DOMEZAIN, CUYA /
DIRECCION SE ENCARGO AL EXCMO. SR. D. ANTONIO DE ULLOA,
TENIENTE / GENERAL DE LA REAL / ARMADA, Y LA DISTRIBUCION DE
CAUDALES A LA JUNTA MUNICIPAL DE PROPIOS / Y ARBITRIOS, A CUYO
CUIDADO CORRIO ULTIMAMENTE EL TODO DE LA EXECUCION / QUIEN
EN EL TIEMPO DE 6 AÑOS, 6 MESES Y 12 DIAS QUE DURO LOS COME
TIO A DISTINTOS / SEÑORES 24 Y DIPUTADOS DEL COMUN QUE FUE
RON MINISTROS DE ELLA, / VERIFICANDOSE / HABERSE INVERTIDO
2.785.735 REALES 27 MRS. DE VELLON. AÑO DE 1780.

57
ANTONIO DE ULLOA
Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

Manuel Selles García


Dpto. de Lógica y Filosofía de la Ciencia. UNED.

primera vista, el conjunto de la obra de Antonio de Ulloa no encaja en nin


guna disciplina determinada. Y esto, en gran medida, es a la vez reflejo y
consecuencia de sus circunstancias y las de su época. Una imagen útil es
considerar que estas circunstancias configuraron algo así como una sucesión de escena
rios. Escenarios todos ellos distintos, pero simultáneos, encajados unos en otros, y que
demandaron de Ulloa, para el desempeño de su actuación, posicionamientos e interpre
taciones concretas que, en más de un caso, resultaron difíciles de compatibilizar.
En orden de menor a mayor amplitud, el primer escenario, aquél que constituyó,
en definitiva, su profesión, fue el de la Marina, que conoció en su tiempo una gran etapa
de expansión. Un segundo escenario fue el de la ciencia española, caracterizada en la
época por una organización estatal centralizada y fuertemente marcada por las necesida
des políticas y la búsqueda de conocimientos considerados de utilidad para el país.
Finalmente, el escenario más amplio está constituido por los saberes de la Ilustración,
donde la razón constituyó a la vez clave para la comprensión de la naturaleza y palanca
para el progreso de la humanidad.
En las páginas que siguen se expondrán brevemente sus aportaciones dentro de cada
uno de estos ámbitos.1 Tras ello se analizará su labor en el que, prosiguiendo con el símil
teatral, constituyó el marco que articuló a los anteriores y les dio unidad: el escenario
americano.

I. Ulloa y los problemas científicos y técnicos de su tiempo

Primer escenario: la Armada española

En conjunto, cabe decir que gran parte de las actividades de Ulloa se desarrollaron
en ámbitos bastante alejados de la Marina. Sin embargo, y al margen de los encargos

1 Inevitablemente, el seguimiento de su biografía, todavía por realizar con detalle, quedará fuera de
estas páginas. Se obtendrá una buena aproximación en la "Introducción" de J. P. Merino Navarro y M. M.
Rodríguez San Vicente a la edición facsímil de la Relación histórica del viaje a la América meridional (Madrid,
1748), Madrid: Fundación Universitaria Española, 1978, unida al "Estudio preliminar" de F. de Solano en su
obra Antonio de Ulloa y la Nueva España, México: UNAM, 1979. *

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 59-77 59


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

recibidos del gobierno para inspeccionar obras de puertos y arsenales, no desperdició oca
sión de contribuir en lo posible al desarrollo de la navegación. En la Relación histórica
del viaje a la América meridional los temas náuticos se recogen con toda prolijidad, cosa
que no se hace en lo relativo a las descripciones de historia natural. Tal como advierte
en el Prólogo, esto "es inevitable para ilustrar, y dar el más completo conocimiento de
las Navegaciones, que se hacen por aquellos Mares; pues sin ello no encontrarían los
Marítimos las luces, que apetecen, de la Variación de la Aguja; Vientos que reinan en
cada paraje, y sus tiempos; y de las Aves, y Peces que se encuentran, cuyas señales con
tribuyen no poco a su más perfecto conocimiento." 2
Los desarrollos más espectaculares de la navegación en el setecientos se pueden
resumir en dos, ambos relacionados con el conjunto de saberes que cabría denominar
como físico-matemáticos. Uno, que cabe describir como el tránsito del arte de navegar a
la ciencia de la navegación, consiste en la sustitución de una racionalidad de corte geomé
trico por otra de corte analítico; en España, este paso se daría con el Compendio de nave
gación de Jorge Juan.3 Otro es la resolución del problema de la determinación de la
longitud geográfica en el mar.4 Sin embargo, la navegación también englobaba otros con
juntos de saberes no por menos matematizables menos imprescindibles. Los primeros
están relacionados con el posicionamiento del buque; los segundos, con su gobierno. Y,
al margen de que en la Relación se dé a conocer por primera vez el octante de Hadley
(un instrumento decisivo) o se discuta la longitud que hay que darle al espacio entre los
nudos de la corredera, hay que situar la aportación de Ulloa en el último de estos con
juntos de saberes. En sus Conversaciones de 1795 afirma claramente que la "parte espe
culativa" de la navegación de nada sirve si no se ve acompañada de la parte práctica: "La
una suministra las reglas, y enseña los cálculos; y la otra los modos de aplicarlas con
acierto, en la forma que lo requieren las circunstancias." 5 En este sentido, esta última
obra de Ulloa puede verse como un complemento necesario aunque tardío al Compendio
de navegación de Jorge Juan.

2 J. Juan y A. de Ulloa, Relación histórica..., op. cit., "Prólogo", s.p.


3 J. Juan, Compendio de navegación para el uso de los Caballeros Guardias-Marinas. Cádiz, 1757.
Sobre el tema, véase A. Lafuente y M. A. Sellés, El Observatorio de Cádiz (1753-1831), Madrid: Instituto de
Historia y Cultura Naval, 1988, págs. 83 ss.
4 Sobre el problema de la longitud en el mar, véase A. Lafuente, M. A. Sellés, "The Problem of
Longitude at Sea jn the 18th Century in Spain", Vistas in Astronomy. 28 (1985), págs. 243-250. En concreto,
sobre la cronometría de longitudes, M. A. Sellés, "La introducción del cronómetro marino en España", Memoria
de la Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando. Curso 1989-90, págs. 97-104.
Para una visión de conjunto más detallada, véase M. A. Sellés, Astronomía y navegación en la España del siglo
XVIII, Tesis Doctoral, UNED, 1986.
5 A. de Ulloa, Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina instructivas y curio
sas. Sobre las navegaciones, y modo de hacerlas, el pilotaje, y la maniobra: Noticia de Vientos, Mares,
Corrientes, Páxaros, Pescados y Anfibios; y de los fenómenos que se observan en los mares en la redondez
del Globo, Madrid, 1795, pág. 8.

60
M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

En este capítulo cabe incluir también la variación de la aguja. Se denominó así a


la desviación de la aguja magnética del norte geográfico, debido a que éste no coincide
con el norte magnético. Con el transcurrir del siglo, dicha variación se descartó definiti
vamente como medio de determinar la longitud, a la vez que su medida cobraba impor
tancia creciente dentro de un conjunto de saberes que, globalmente, podemos denominar
como ciencias de la Tierra. Para el navegante, sin embargo, el valor de la variación de
su aguja náutica no dejó de constituir una útil información. Esta doble utilidad se pone
de manifiesto en las observaciones de variación que realizó Ulloa cuando comandó, entre
1776 y 1778, la última flota de Indias, y que fueron publicadas en Francia.6

Segundo escenario: una ciencia para el Estado

A grandes rasgos, dos de las principales características del proceso de renovación


de saberes en la España del setecientos fueron el amplio recurso al estamento e institu
ciones militares, y la importación de ciencia y tecnología mediante viajes al extranjero y
contratación de especialistas de otros países.7 Como se sabe, Juan y Ulloa protagoniza
ron ampliamente esa política en sus dos momentos más importantes. El uno fue su par
ticipación junto a los académicos franceses en la expedición geodésica al Virreinato del
Perú. El otro, las misiones en el extranjero que a su vuelta les encomendó el marqués de
la Ensenada. El primero supuso un hito decisivo en la recuperación de nuestra ciencia;
el segundo configuró lo que iba a ser la política científica de nuestra Ilustración gracias
a la vinculación de una nueva clase científica y técnica, en muchos casos procedente de
las fuerzas armadas, a los planes de renovación del gobierno.*

6 En la Observarían de l'eclipse de soleil du 24 juin 1778 faite en mer sur l'Espagne, vaisseau amiral
de la flote des Indes.... s.1., s.i., 1780, se imprimen a continuación las Observations de la variation de la bous-
sale, faites sur "l'Espagne"...dans la traversée de Cadix au part de la Veracruz dans les Indes Occidentales
depuis le 4 mai 1 776 jusques au 24 juillet de la mime année, et des observations de la boussole faites sur
"l'Espagne "...en 1778, dans la traversée de la Veracruz en Espagne, savoir, de ce port á la Havane, de celui-
ci au Cap Cantin, sur la Cote d'Afrique, de ce cap á Sainte-Croix de Téneriffe, aux Canarles, et de celui- ci
á la boye de Cadix. (No he podido ver esta obra). Ulloa comunicó estas observaciones a Le Monnier, quien
leyó en la Academia de Ciencias francesa unas "Réflexions sur les observations de la déclinaison ou Variation
de l'Aimant dans l'Océan Atlantique, faites a la mer" el 3 de marzo de 1779, que fueron publicadas en las
Mémoires para 1799, págs. 378-380.
7 Entre los muy diversos estudios que abordan el tema de la ciencia española del setecientos, cabe des
tacar el panorama de conjunto de J. L. Peset y A. Lafuente, "Las actividades e instituciones científicas en la
España ilustrada", en M. A. Sellés, J. L. Peset y A. Lafuente, Carlos III y la ciencia de la Ilustración ", Madrid:
Alianza, 1987, págs.29-79. Más en concreto para la segunda mitad del siglo, de los mismos autores, "El cono
cimiento y el dominio de la naturaleza: La ciencia y la técnica", en La época de la Ilustración. Vol.I: El Estada
y la cultura (1759-1808), Historia de España Ramón Menéndez Pidal, tomo XXXI, Madrid: Espasa-Calpe,
1987, págs. 347-394.
8 Véase al respecto A. Lafuente y J. L. Peset, "Militarización de las actividades científicas en la España
ilustrada (1726-1754)", en J. L. Peset et al, La ciencia moderna y el Nueva Mundo, Madrid: CSIC, 1986, págs.
127-147.

61
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Esta política, poco beneficiosa a largo plazo, pero sin duda eficaz de manera más
inmediata, tuvo entre otras consecuencias la del desarraigo de los conocimientos intro
ducidos desde el extranjero.* Desarraigo social de unos saberes que estaban excesiva
mente marcados por la búsqueda de utilidad y aplicación inmediata, al que hay que sumar
también el desarraigo, respecto de su propia actividad científica, de muchos sabios españo
les. Sobre ellos cayó una carga difícil: la de entender de todo. No hay más que ver la
instrucción que el marqués de la Ensenada encargó a Ulloa en su viaje por Europa para
advertir lo difícil que debió ser llevarla a cabo, aun con éxito regular: puertos y arsena
les, asentamientos coloniales, política comercial, fábricas de seda y paño, minas, tala
drado de cañones, técnicas de grabado, construcción y mantenimiento de caminos, adelantos
en relojería, y un no corto etcétera, debieron sin duda poner duramente a prueba las capa
cidades de Ulloa.10
A su regreso, nuevos encargos igualmente variados: construcción de arsenales, Canal
de Castilla, dirección de la Real Casa de Geografía, fundación de la fábrica de paños de
Segovia, fomento de las minas de Almadén y Huancavelica y, finalmente, gobierno de
la Luisiana. Otros países tuvieron en la época Academias científicas que desempeñaron
para los gobiernos una función consultiva en materias científicas y técnicas. En la España
ilustrada, pese a la elaboración de distintos proyectos, sólo tardíamente se acometió la
creación de una Academia de Ciencias que el siglo nunca llegó a conocer." El gobierno
español veía, en cada uno de sus científicos y técnicos, toda una imposible Academia, y
aún les pedía un buen desempeño en funciones administrativas.
De modo que el interés que Ulloa sentía por cuestiones relacionadas con la geo
grafía y la historia natural quedó en segundo plano. "Si fuera dable seguir mi inclinación
—escribía al virrey Bucareli durante su estancia en Nueva España— me echaría a volar
por esos dilatados países para conocerlos y tomar idea de lo mucho que encierran, sin
dejar mineral que no registrase, (...)".12 No pudo hacerlo; pero de su paso por este esce
nario quedaron buen número de memorias manuscritas sobre temas muy diversos. En

9 Véase a este respecto A. Lafuente y J. L. Peset, "Las actividades...", op. cit., págs. 52-59.
10 Las instrucciones que recibieron y la (ndote de las memorias que redactaron se encuentran en A.
Lafuente y J. L. Peset, "Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y Antonio de Ulloa
(1748-1851)", Mélanges de la Casa de Velázquez, XVII (1981), págs. 233-262. Merece la pena señalar que,
cuando Ulloa remitió al marqués de la Ensenada algunos informes sobre cuestiones metalúrgicas y éste le invitó
a seguir asesorándole sobre el tema, se disculpó alegando falta de tiempo y de preparación técnica, sugiriendo
como sustituto a Enrique Enríqui. J. Hclguera Quijada. "Las misiones de espionaje industrial en la época del
Marqués de la Ensenada, y su contribución al conocimiento de las nuevas técnicas metalúrgicas y artilleras, a
mediados del siglo XVIII", en M. E. Piñeiro et al (eds). Estudios sobre historia de la ciencia y de la técnica.
IV Congreso de la SEHCT. Valladolid: Junta de Castilla y León, 1988, 2 vols. Vol.2, págs. 67 1 -695. En pág. 673.
1 1 Uno de esos proyectos se elaboró tras su vuelta de América. Véase J. Guillén Tato, "Juan y Ulloa
y los precedentes del XVIII de la Real Academia de Ciencias de Madrid", Revista de la Real Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, XXXIV (1940), págs. 440-461.
12 Ulloa a Bucareli; Veracruz, 4 de Septiembre de 1776. En F. de Solano, Antonio de Ulloa..., op. cit.,
pág. 145.

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M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

este sentido, resulta inexcusable mencionar, aunque sólo sea de pasada, su descripción
de un nuevo mineral: el platino.

Tercer escenario: La ciencia de la Ilustración

El primer gran acto de la vida científica de Ulloa, el que iba a marcar decisiva
mente su andadura posterior, fue su participación en la expedición geodésica al Virreinato
del Perú. Como se sabe, esta fue motivada por el debate sobre la figura de nuestro pla
neta en que se habían enzarzado cartesianos y newtonianos, y se resolvió dando la razón
a los segundos."
Por aquella época, sin embargo, la ciencia, y sobre todo aquélla que requería la par
ticipación financiera del Estado, tenía que rendir sus utilidades. No se trataba sólo de esa
utilidad del saber en la que se veía la clave del progreso; era también, y principalmente,
una utilidad política. En la época, los intereses científicos o la curiosidad de los viajeros
ilustrados convenían bien a unos gobiernos europeos preocupados por una expansión
colonial que asegurase nuevos mercados a sus excedentes de manufacturas o les allega
se nuevos recursos. Manufacturas, por otra parte, en cuya producción la ciencia y la tec
nología se manifestaban decisivas, y recursos en cuya identificación resultaba imprescindible.
América se hallaba en el punto de mira de Inglaterra y Francia; frente a ello, el gobier
no español debía procurar proteger sus asentamientos y su comercio.14 Y, por otra parte,
necesitaba obtener un conocimiento político-administrativo de esos territorios que nunca
debió faltar."

13 Además, la medida del arco de meridiano supuso una dura prueba para la ciencia de la época, pues
por primera vez distintas teorías y prácticas experimentales tenían que converger en la consecución de una
medida concreta y que se deseaba con la mayor exactitud. Teorías y prácticas, por otra parte, que se habían
perfilado en latitudes europeas y cuya aplicabilidad a una atmósfera tropical en los elevados territorios de los
Andes, en muchos casos, no tardó en cuestionarse o en suscitar nuevos problemas. De modo que lo que para
los académicos franceses se preveía inicialmente como una simple medición, o para Juan y Ulloa como un
aprendizaje, se convirtió para todos en una investigación llevada hasta los límites de los saberes físicos y astronó
micos de la época.Estos aspectos se estudian en A. Lafuente y A. Delgado, La geometrización de la Tierra
(1735-1744), Madrid: CSIC, 1984.
14 El mismo Jorge Juan expresó bien el celo de los sabios ilustrados que, empeñados en la descripción
exacta del mundo y el descubrimiento de sus utilidades, viajaban muchas veces con el punto de mira adicio
nal de una instrucción reservada de su gobierno. Con ocasión de las solicitudes inglesa y francesa de pasar a
tierras chilenas para observar el tránsito de Venus de 1769, respondía a la Secretaría de Estado que "El celo
del servicio de estos señores consiste en hacer cuanto es posible: no queda puerto, fortificación, camino, pobla
ción o desierto que no quieran examinar, sacar plano de ello, y dar las mis individuales noticias de todo al
público: Esto en ningún modo conviene (...)". Carta de Jorge Juan del 20 de Septiembre de 1767. Archivo del
Museo Naval (Madrid), ms. 812. Cit. en A. Lafuente y J. L. Peset, "Política científica y espionaje industrial...",
op.cit.; pág. 247, en nota. Añádase a esto que en la expedición figuraba también un naturalista, Joseph Jussieu.
15 En uno de los puntos de la instrucción de Patiño se ordenaba: "Levantarán planos de las ciudades
y puertos, con sus fortificaciones, donde hicieran asiento, y se informarán de los términos de su provincia y
gobernación, de los pueblos o lugares que contiene, y lo fértil o lo estéril de sus campos, como también de la
inclinación, industria o habilidad de sus naturales...". También debían describir los vegetales que examinasen

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II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

De modo que los resultados de la expedición, que se prolongó desde 1734 a 1743,
no se limitaron sólo a dar la razón a Newton y suministrar una cierta medida del abulta-
miento ecuatorial del planeta. Desde el punto de vista del conjunto de saberes relacio
nados con las ciencias del espacio y de la vida, se retomó el contacto con la naturaleza
y los habitantes de un mundo nuevo que, pese a haberse encontrado hacía más de dos
siglos, todavía escondía muchos de sus secretos. Y, desde el punto de vista político, los
gobiernos rentabilizaron su inversión con noticias sobre la disposición geográfica, econó
mica y administrativa de los territorios visitados."'
De su participación en la expedición, Ulloa obtuvo una buena formación en astro
nomía, geodesia y cuanto menos algunos aspectos de la física. Sin duda, tal como lo
muestra la Relación del viaje, también se formó en materias relacionadas con la geografía
y la historia natural, siguiendo sus propias inclinaciones. El reconocimiento internacio
nal fue rápido, y a su retorno ingresó en las principales Academias científicas de la época:
Royal Society y Academias de Ciencias de París, Berlín y Estocolmo. Pero su obra en
este terreno no halló continuidad, y al margen de las determinaciones de variación de la
aguja mencionadas anteriormente, sólo cabe añadir en este apartado la publicación de la
observación del eclipse de Sol de 1778."
Cabe suponer que la interrupción se debió a las muy diversas ocupaciones que,
como hemos visto, se le encomendaron, y que Ulloa se hubiese sentido más a gusto en
su papel de miembro de la república universal de las letras que en el de técnico al ser
vicio del Estado.1* De cualquier modo, en 1772 se publicó su segunda obra sobre América,

los académicos franceses. Cit. por L. J. Ramos Gómez, Las "Noticias secretas de América", de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa, 2 vols., Madrid: CSIC, 1985, vol.I, pág 12.
16 Los aspectos extracientíficos de la expedición se estudian en A. Lafuente, "Una ciencia para el
Estado: La expedición geodésica hispano-francesa al Virreinato del Perú (1734-1743)", Revista de Indias, no. 172
(Julio-Diciembre 1983), págs. 549-629. Para un panorama general de la misma y de sus resultados, véase A.
Lafuente y A. Mazuecos, Los caballeros del punto fijo. Ciencia, política y aventura en la expedición geodési
ca hispanofrancesa al virreinato del Perú en el siglo XVIII, Barcelona: Serbal/CSIC, 1987.
17 A. de Ulloa, El eclipse de sol con el anillo refractario de sus rayos, la luz de este astro, vista a
través del cuerpo de la Luna, o antorcha solar en su disco, observado en el Océano en el navío El España,
capitana de la flota de Nueva España, mandada por el Gefe de Escuadra D. Antonio de Ulloa, y practicada
la observación por el mismo general, con asistencia de otros oficiales del Navío, el veinte y quatro de Junio
de mil setecientos setenta y ocho, Madrid, 1779. Fue traducida al francés y recogida en el Journal de Physique
(abril de 1780), págs. 319-333, así como en las publicaciones de otras Academias. De hecho, la determinación
de la hora local en que se producían los eclipses de Sol, observados desde distintos lugares, todavía se seguía
empleando para la determinación de su diferencia en longitud geográfica, por lo que se les daba una amplia
difusión. (Si bien el procedimiento ya resultaba poco preciso para la exactitud que se buscaba en la época). En
este caso, además, el interés se veía multiplicado por la observación de un extraño fenómeno luminoso. Véase
F. de Solano, "La observación del eclipse total de Sol, de 24 de junio de 1779, por primera vez desde la mar.
por Antonio Ulloa", Arbor, 437 (1982), págs. 22-37.
18 Así, los editores de la Relación afirman de su estancia en París, cumpliendo la comisión que le enco
mendase el marqués de la Ensenada, que "Ulloa parece encontrarse muy a gusto en la capital francesa y siem
pre encuentra argumentos para retrasar la continuación del viaje, a pesar de la insistencia de Madrid." J. P.
Merino Navarro y M. M. Rodríguez San Vicente, "Introducción", en Relación..., op. cit., pág. LXXIX.

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las Noticias americanas.1* En dicha obra, que contiene una descripción de los territorios
que conoció redactada, según dice, "en los ratos menos ocupados de mi principal aten
ción", tenía Ulloa una finalidad didáctica. Así, no cabe buscar allí las descripciones deta
lladas del naturalista, los circunstanciados pormenores del viajero ilustrado, o las referencias
eruditas, tan al gusto de la época, a otras obras y autores. Y sin embargo, junto con la
Relación y la Descripción geográfico-física de una parte de Nueva España, que quedó
manuscrita, constituyó su aportación más personal al panorama científico europeo, a la
par que apuntaba hacia cotas más ambiciosas.20 Creo que las Noticias americanas con
tienen lo que, con toda justicia, cabría denominar su "proyecto americano". Este con
sistía en una amplia investigación sobre América a la que Ulloa renunció explícitamente
en el capítulo introductorio de su obra: "No ha sido el intento —escribía allí— formar
una descripción general y completa que lo abrace todo, porque a tanto empeño sería nece
sario componer una obra que correspondiese a lo vasto del objeto, y haberlos examina
do enteramente [los territorios americanos] con este fin en sus largas distancias, cuyo
asunto pide la vida de varios que se ocupasen en formar memorias de las particularida
des que fuesen encontrando." 21
La confección de una "descripción general y completa", como dice Ulloa, era una
empresa de dimensiones estatales, y que en buena medida se llevó a cabo gracias a esa
vasta indagación sobre América que constituyeron las llamadas expediciones científicas.
De hecho, sin embargo, los móviles de estas expediciones, concretados a través de las
necesidades gubernamentales en cada momento, distaban de ser exclusivamente científi
cos o incluso de buscar una comprensión integral del nuevo mundo. Entre determina
ciones de límites, perfiles costeros, estudios de minería y herborizaciones
botánico-medicinales, nuestra Ilustración perdió el momento de articular una visión de
conjunto. Los criterios de utilidad y aun la minuciosidad que se pretendía en el estudio
de ciertas partes se antepusieron al todo, y cuando surgieron propuestas como la de Mutis
ya sería tarde. Añádase a esto que, de la ingente labor realizada, sólo una porción muy
escasa llegó a publicarse. De modo que la historiografía tradicional ha atribuido a Alexander
von Humboldt la primera visión científica de los territorios americanos.22

19 Merece la pena citar por completo el extenso e informativo título de la obra" Noticias americanas:
Entretenimientos phisicos-históricos sobre la América Meridional, y la Septentrional Oriental. Comparación
general de los Territorios, Climas, y Producciones en las tres especies. Vegetales, Animales, y Minerales: con
relación particular de las Petrificaciones de Cuerpos Marinos de los Indios naturales de aquéllos Países, sus
costumbres, y usos: De las Antigüedades: Discurso sobre la Lengua, y sobre el modo en que pasaron los pri
meros Pobladores, Madrid, 1772. Hay una edición facsímil, con estudio preliminar, de M. Molina Martínez,
Granada: Univ. de Granada, 1992.
20 Se recoge íntegramente en F. de Solano, Antonio de Ulloa y la Nueva España, México: UNAM,
1979. pags. 1-1 19.
21 "Introducción", s.p.
22 Así, D. Botting, biógrafo de Humboldt, afirma: "En trescientos años de dominio español apenas
había habido una docena de expediciones a la América hispana e incluso estas se habían limitado en gran medi

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II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

II. Ulloa y América: El esquema de un proyecto

De hecho, el proyecto americano de Humboldt se asemeja a los de Mutis, Pineda


o Hencke, y se enraíza más remotamente en el tiempo en Fernández de Oviedo y José
de Acosta.23 La obra de Ulloa permite situarlo en esta línea y hacerle un lugar dentro de
ese grupo de científicos que los historiadores de la geografía han situado en la prehisto
ria de una génesis decimonómica de la climatología.24
Dado que el propósito de Ulloa es el de entretener, y que por tanto huye de la expo
sición prolija, la cita erudita o la polémica con sus contemporáneos, su pensamiento no
puede reconstruirse con todo el detalle que sería de desear. Sin embargo, sus escritos
exponen con claridad las líneas maestras de un modelo climático de los territorios ame
ricanos.

La climatología ilustrada de Ulloa

"Mi verdadera finalidad —escribía Humboldt antes de partir para América— es


investigar la interacción conjunta de todas las fuerzas de la Naturaleza, la influencia de
la naturaleza muerta sobre la creación animal y vegetal animadas...".25 Este proyecto, que
buscaba la articulación entre los distintos componentes del cosmos, la unidad en la apa-

da al reconocimiento de la costa. (...) Así pues, no es sorprendente que muchos lugares del interior de la América
hispana fueran terra incógnita, (...). Geográficamente era territorio virgen: ése era el privilegio de Humboldt
y Bonpland: realizar por primera vez en la historia una auténtica exploración científica de esas regiones." En
Humboldt y el cosmos. Vida, obra y viajes de un hombre universal (1769-1859). Barcelona: Serbal, 1981,
págs. 56-57.
23 H.Capel, "Geografía y cartografía", en M. A. Sellés, J. L. Peset y A. Lafuente (eds.), Carlos III y
la ciencia de la Ilustración. Madrid: Alianza, 1988, págs. 99-126, esp. págs. 122-123. También "Ramas en el
árbol de la ciencia: Geografía, física e historia natural en las expediciones náuticas del XVIII", en A. R. Díez
Torre, T. Mallo y D. Pacheco Fernández (eds.). De la Ciencia Ilustrada a la Ciencia Romántica, Madrid: Doce
Calles. 1995. págs. 503-535; esp. págs. 529 ss.
24 Evidentemente, todo depende de lo que se entienda por climatología. Lo habitual en la bibliografía,
junto a la adjudicación a Humboldt del papel de padre fundador, es hallar una inmediata alusión a su intro
ducción de las isolíneas. Y ello es justo, si por climatología se entiende una disciplina de los valores medios,
que por ello renuncia al estudio de las causas de las variaciones más o menos instantáneas de dichos valores.
Es lo que en la época separaba a la meteorología de la parte correspondiente de la llamada "física particular"
o, como diriamos hoy, física del aire. H. Capel, en "Ramas en el árbol de la ciencia...", op. cit., ha estudiado
a fondo las intrincadas relaciones en un período de formación de nuevas disciplinas en el estudio de la Tierra.
Para mi propósito actual, basta con una distinción elemental entre, digamos, una "climatología romántica",
representada por un Humboldt, y otra "climatología ilustrada" de la que, como veremos, Ulloa es uno de sus
exponentcs. Sobre la evolución del concepto de clima puede verse J. M. Castillo Kequena, Reflexiones sobre
el tiempo y el clima: La abstracción climática, la realidad meteorológica y la aproximación geográfica, Granada:
Univ. de Granada, 1991. Quiero anotar de pasada que la ausencia de buenos estudios sobre el carácter de la
meteorología del setecientos pesa de modo notable en todo intento de aproximación al tema en esta época.
25 Humboldt a Fricdlánder; Madrid, 1 1 de abril de 1779. Citado en A. de Humboldt, Del Orinoco al
Amazonas, Barcelona: Labor, 1981, pág. I.

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M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

rente diversidad, está sin duda en deuda con el romanticismo. Pero no por ello deja de
tener en la época ilustrada sus raíces más inmediatas. Estas raíces se encuentran, por un
lado, en los intentos de construcción de nuevos marcos de inteligibilidad del mundo natu
ral. Estos eran indispensables para una percepción racional de la creciente diversidad que
reflejaban de forma cada vez más completa los dilatados catálogos sistemáticos. Por otro
lado, dichas raíces también se encuentran en la búsqueda de las causas que originan esta
diversidad. Se trata, en suma, de la vinculación de la historia natural, puesta en los catá
logos de las ciencias bajo la facultad de la memoria, con la física particular, que se halla
ba bajo la facultad de la razón. La primera describe y compila los fenómenos de la
naturaleza, la segunda busca sus causas. Por otra parte, el sentimiento estético que domi
na los Cuadros de la naturaleza de Humboldt encuentra una contrapartida en esa "pasión
por América" que Ulloa comparte con otros viajeros ilustrados, en la admiración y el
sentimiento de maravilla ante la diversidad que exhibe una naturaleza que muestra aspec
tos desconocidos en Europa.26 La idea de armonía de la naturaleza, de mutua interrela-
ción de sus partes, apunta en Ulloa a partir de su doble condición de ilustrado y de hombre
al servicio del Estado. Su espíritu ilustrado y su adiestramiento en la física le impulsan
a tratar de racionalizar el origen de la diversidad a partir de la acción de unas pocas cau
sas modificadas por una serie de accidentes. Y su condición de técnico al servicio del
gobierno le impulsa a adoptar una cierta visión de conjunto del territorio. Visión que
resulta indispensable para su conocimiento con vistas a su control y explotación, y que
supera así la descripción parcial y acotada de los inventarios sistemáticos. De esta con
vergencia de factores surgirá su caracterización del clima físico.
Así, para Ulloa los gabinetes de historia natural, a los que denomina "archivos de
la naturaleza", sólo registran aquéllo de notable y raro de las diversas partes del mundo
y esto, según dice, "no es suficiente para dejar satisfechos los designios del entendimiento
en el empeño de conocer fundamentalmente la causa de la variedad." 27 Los sabios han
formado estos Gabinetes "sin extenderse a dar luz de las principales particularidades, que
consisten en la física de la corteza, o parte exterior del Globo, que es en la que reside la
propiedad y causa primitiva de las producciones." Estas producciones, "en las tres cla
ses en que los Físicos dividen la naturaleza, dan luz de lo que puede formar la combi
nación y concurso de los climas; pero deja en confusión la parte más principal, que es la
matriz en donde se imprimen sus influjos, para que resulten de ello las producciones:
esto es lo que debieran haber explicado; pero escasos de noticias no han podido pasar
adelante con sus deseos."2* Se trata, no obstante, de una indagación que no podrá desem-

26 Naturalmente, ambos sentimientos estéticos dirieren. El romántico se admira ante el espectáculo de


la naturaleza salvaje, el ilustrado ante el de la naturaleza ordenada racionalmente por el hombre. Véase al res
pecto el último capítulo de L.Urteaga, La Tierra esquilmada: las ideas sobre conservación de la naturaleza en
la cultura española del siglo XVIII, Barcelona: Serbal, 1987.
27 Noticias..., Entretenimiento 1, punto 5. En lo sucesivo se citará abreviadamente: I, 5.
28 lbid., I, 4.

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II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

bocar en resultados de índole sistemática, "pues aunque se quieran hacer composiciones


de temperamentos y de terrenos, de vientos y de humedades, nunca llegaremos a for
marlas con tal precisión, que no se encuentre alguna semejanza en los que carecen de
esas producciones"." La razón no es otra que la voluntad divina.
En resumen: aunque las mismas causas debieran producir los mismos efectos, éstos
varían diversamente en las distintas regiones cuando las causas se ven modificadas por
la disposición y condiciones del territorio. Y son estas circunstancias las que determinan
sus producciones, esto es, su flora, su fauna y, también, sus condiciones de salubridad y
el carácter de sus pobladores. Pero esta diversidad climática no es sistematizable, dado
que no parece posible someter a esa "física de la corteza" a esquemas regulares. Así, el
Nuevo Mundo posee una abundancia de plata que no se da en otros lugares del mundo,
"sin que la circunstancia de haber montañas elevadas, ni la del calor y el frío, o la hume
dad y la sequedad sean las únicas de donde dependa",30 pues se dan en otros lugares en
los que no se encuentra plata. A Ulloa, pues, no le parece posible reducir a reglas la diver
sidad, y por ello no puede concebir esa climatología comparada que se constituirá en la
primera parte del siglo XIX. No es su propósito comparar climas similares; en su bús
queda de explicación racional a la variedad, compara, por el contrario, climas físicos dis
tintos dentro de los mismos climas astronómicos. Y este es uno de los puntos que separan
la visión ilustrada de Ulloa y la romántica de Humboldt, pues no es lo mismo buscar la
unidad en la diversidad, tratar de organizarla, que indagar en las causas de esa diversi
dad, es decir, tratar de explicarla.

Causas de la diversidad climática. El esquema para América

En las Noticias americanas, Ulloa subsume el clima astronómico en el físico como


la primera de las causas de este último. Es decir, ve la causa principal de la diversidad
climática en el globo en la mayor o menor oblicuidad con que los rayos del Sol inciden
sobre la superficie de la Tierra; ésta depende de la latitud y constituía la división llama
da astronímica de los climas. Pero, además, esta causa se ve modificada por diversos
efectos, siendo el primero de ellos el de la elevación del terreno. Como el aire es más
sutil y ligero cuanto más elevado sobre el nivel del mar, es proporcionalmente menor su
capacidad para retener y reflejar las partículas ígneas que constituyen el calor." A esta
29 Ibid.. I, 6.
30 lbid.
31 Allá donde inciden más perpendicularmentc "se impregna la tierra de más partículas ígneas: la refle
xión es más sensible cuanto es más eficaz, y cuanto los rayos reflejos están más próximos a ser coincidentes
con los de inflexión". Ibid., III, 1. La elevación "hace el aire más sutil y menos pesado: los rayos del Sol, sub-
divididos en partículas más menudas que cuando la atmósfera es densa, reflejan con la misma sutileza, y no
tienen lugar para unirse: siendo consecuente, que el grado de calor debe ser menos que cuando penetran por
un aire más pesado y denso, el cual une las partículas ígneas, se impregna de ellas, y las refleja con más acti

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M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

mayor frialdad contribuyen, además, otras causas: la primera de ellas la constituyen los
vientos, que son más comunes en los lugares elevados que en los bajos." Además de esto,
las desigualdades del terreno, su diversa orografía, modifican el número de los rayos de
Sol que inciden sobre el terreno. Y finalmente, la presencia de "ácido nitroso" en una
región un tanto elevada de la atmósfera, a cuyos efectos atribuían "los naturalistas" la
formación de nieve, granizo y hielo." Dichos efectos, tanto más sensibles cuanto más
elevado se halle el terreno, explican por qué en las cumbres de las montañas hay nieve,
y por el contrario se experimenta calor.
La combinación de una incidencia similar de los rayos del Sol con la elevación
sobre el nivel del mar conduce a Ulloa a la esquematización básica de tres grandes cli
mas en la América meridional. El primero es el de las tierras bajas, contiguas al mar, que
en la parte occidental forman como una faja desde los 7 u 8° N hasta los 26 o 28° S, y
en la oriental se extienden desde el pie de la cordillera de los Andes hasta la costa del
Brasil. El segundo, el de las tierras altas, a unas 4.500 varas (unos 3.700 metros) sobre
el nivel del mar, está formado por la "serranía" de la cordillera, siendo un territorio entre
cortado por aberturas o quebradas, de gran anchura, aunque más estrechas cuando más
profundas. El tercero es el de las montañas que se levantan del territorio anterior, a más
de 6.600 varas (unos 5.500 metros) sobre el nivel del mar, y que, a partir de los 30° S,
donde el clima corresponde a los cambios de la zona templada, con sus alternancias de
estaciones, resultan inhabitables en el invierno por la abundancia de nieve.
En la América septentrional, se prolonga la cordillera andina, con tierras bajas a
ambos lados. La Florida, y toda la circunferencia del seno mexicano, es tierra baja. El
resto, desde los 25° N, se divide en dos partes: la más dilatada en la dirección de los cua
tro puntos cardinales es básicamente un territorio bajo, dividido por muchos ríos y sal
picado por montes; la parte occidental es alta, constituyendo la continuación de las tierras

vidad." (III, 2). El empleo de partículas ígneas es común en la época, en la que se considera que el calor es
una sustancia presente en los cuerpos; de acuerdo con la casi umversalmente aceptada teoría de Boerhaave,
dichas partículas actúan sobre la materia ordinaria directamente por contacto y gracias a su movimiento, si bien
Ulloa no dice nada de esto último. La asimilación de la incidencia de los rayos solares al choque de un fluido
contra un plano se remonta cuanto menos a J. J. d'Ortous de Mairan, en su "Mémoire sur la cause genérale du
froid en hyver, et de la chaleur en eté", Mémoires de l'Académie des Sciences (1719), págs. 104-135.
32 El viento "esparce las partículas ígneas en diferente dirección de la que llevan en la inflexión de los
rayos, y con la que retroceden en la reflexión." (III, 2).
33 La idea de la existencia de un "nitro aéreo" responsable de diversos fenómenos, particularmente de
los meteoros ígneos, es bastante antigua, extendiéndose hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Junto a ella,
también se responsabilizó al "nitro", o mas bien a las "sales de nitro" de un efecto frigorífico que originaría
las precipitaciones en forma de nieve y de granizo. Musschenbroek, en su Essai de physique... (Leiden, 1739),
recogió esta teoría (véase el Vol. I, págs. 444 y ss.). Esta fue abandonándose conforme avanzaba el siglo. Véase
W. E. K. Middleton, A history af the theories af rain and other forms of precipitation, New York: Franklin
Watts, 1965, págs. 73 y 196-97.

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II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

altas de la América meridional, y componiendo los reinos de Nueva España, Nueva Galicia
y Nueva Vizcaya.

Las flexiones de las isotermas

Fiel a su propósito de señalar la multiplicidad de los climas, Ulloa muestra, a par


tir de lecturas termométricas, que el mayor grado de calor no coincide con el ecuador.
Así, sucede que en La Habana, próxima a la zona templada, el calor en los meses en que
el Sol se halla al norte del ecuador es mayor que Panamá, Portobelo o Cartagena, sien
do igual en los meses en que el Sol se halla al sur; la diferencia entre ambas estaciones
es de 3° R. La diferencia es en este caso tiene un origen astronómico, pues el movimiento
del Sol en declinación es más lento cuando se acerca a los trópicos, y más acelerado en
las proximidades del ecuador, de modo que en La Habana permanece más días en las
proximidades del cénit, calentando más la tierra.34 Esto se comprueba en que las aguas
subterráneas se advierten más calientes que en otros lugares, aunque una vez a flor de
tierra igualan su temperatura con la del aire circundante. Además, la duración de los días
en que el Sol se halla próximo al cénit es mayor en La Habana que en los lugares que
se hallan próximos al ecuador, lo que aumenta los efectos. Los vientos, por su parte,
moderan el calor si son del norte, y lo aumentan si proceden del sur. Los primeros domi
nan en La Habana de noviembre a marzo, y en el verano, aunque llueva casi de conti
nuo, el calor se ve reforzado por los vientos del sur.
En Nueva Orleáns el calor es todavía mayor que en La Habana. Allí los vientos
giran de continuo, trayendo la lluvia los vientos cálidos del sureste y sur, que cambian
pronto al noroeste y norte; estos últimos, que producen las heladas en invierno, traen los
mayores calores en el verano. La causa de esto último es "el venir de aquellas dilatadas
llanuras, de los bosques espesos, y pajonales dilatadísimos, los cuales, con la humedad
y el calor intenso de los rayos del Sol, exhalan vapores ardientes, y adquiriendo el aire
su misma cualidad, en lugar de refrigerar, sofoca (.. )".35 Este calor, por eso mismo, no
penetra tanto en la tierra como en La Habana, pues se comprueba que las aguas en las
profundidades del Mississippi están bastante frías, muestra de que el efecto directo de

34 Así, "un grado de calor igual, repetido en varios días en la tierra que lo recibe, se aumenta en cada
uno de ellos más de lo que fue en el antecedente, porque como la encuentra impregnada de las panículas ígne
as que recibió en las antecedentes, cuanto más se repita el grado de calor, tanta más disposición encuentra en
ella para conservarle." Noticias..., III, 22.
35 Ibid., IV, 2. Fiel a su propósito de recoger y explicar aquellos fenómenos que parecen más curio
sos, relata que en Nueva Orleáns, tras ponerse el Sol en el verano, se entra a veces en un clima mucho más
caluroso, que se extiende por espacio de 20 o 30 pasos, hallándose tres o cuatro de estas mutaciones en el inter
valo de un cuarto de hora, siendo el terreno igual, y sin percibirse viento. Ulloa supone que, si entre las colum
nas horizontales de aire unas quedasen paradas y otras cambiasen lentamente de lugar, las primeras retendrían
el calor del día, y las segundas lo perderían con la agitación del movimiento (IV, 10).

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M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

los rayos del Sol es menor. En cuanto al frío, se constata que siempre acompaña a los
vientos de la región del norte y esto, en ausencia de montañas cuyas nieves enfríen el
aire, se explica por la congelación de los lagos al norte del Mississippi, desde los 42o N
en adelante.

La garúa y el modelo de los sures

El aspecto que para Ulloa resulta más espectacular es, sin duda, el contraste de cli
mas entre las tierras bajas y las altas de la América meridional occidental: "De este modo,
cuando es invierno arriba, es verano abajo, y al contrario, sin que medie más distancia
entre ellas, que lo que se tarda en subir aquella escala que conduce a los pináculos del
mundo."36
La explicación que ofrece se basa en una supuesta variación estacional de altura de
los vientos constantes del sur (los alisios), y se encuentra ya prefigurada en la explica
ción de la garúa, la finísima llovizna de las tierras bajas, que ofreció en la Relación de
1 748. Apoyándose en la experiencia cotidiana, reforzada por el ascenso a las cumbres de
la cordillera para situar las señales de la triangulación geodésica, afirmaba que la fuerza
del viento crece con la altura; y se adelantaba a la objeción de que ello podía deberse a
la interposición de obstáculos en las zonas bajas señalando que lo mismo se advierte al
navegar por el océano, donde tales obstáculos no existen. Por otra parte, la región en
donde estos vientos cobran su mayor fuerza no excede por lo general a aquélla donde se
verifica la coalescencia de las partículas para formar las gotas de lluvia. Esto se com
prueba en la región por los celajes que se elevan sobre esta zona, y cuyo movimiento es
mucho más lento que el que tienen los vientos por debajo de ellos, y que en ocasiones
es incluso contrario al de las nubes gruesas que se hallan más inferiores. En el verano,
cuando los rayos del Sol inciden con mayor perpendicularidad, se levantan vapores de la
tierra que ascienden en el aire más rarificado por el calor hasta la región en donde soplan
con fuerza los vientos del sur. Estos los arrastran, sin darles oportunidad de unirse en
gotas, y la atmósfera está despejada y clara. En el invierno, siendo más oblicua la inci
dencia de los rayos del Sol, el aire es más denso, los vientos del sur más fríos, y en pro
porción los vapores que salen de la tierra son más densos que en verano y el sol los disipa
menos, lo que obstaculiza su elevación. Además, acercándose más a la tierra la región
en que los vientos soplan con más fuerza, no da lugar a que puedan elevarse mucho, "y
así, quedando pegados contra ella [la tierra] aunque siguiendo el mismo rumbo del vien
to, se convierten en la neblina húmeda que se experimenta entonces; y como tienen menos

36 Ibid., IV, 24. Sin duda este aparente contraste constituyó uno de los aspectos climáticos más espec
taculares del Nuevo Mundo. Cieza de León dice, refiriéndose a los llanos próximos al mar, que "cuando la
semuiía es verano, es en ellos invierno". Destaca también la ausencia de lluvias en esta zona, y la constancia
en ella del viento del sur, aunque no aventura explicación alguna. La crónica del Perú, Ed. de Manuel Ballesteros,
Madrid: Historia 16, 1984, págs. 256-257.

71
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

espacio por donde correr que cuando se elevan más, por precisión han de tener más oca
sión de juntarse unos con otros y formar la garúa después que ha pasado algún tiempo
desde que empezaron a condensarse y formar o convertirse en neblina.""
Finalmente, infiere "que siempre que en un país o clima reina constantemente un
mismo viento no puede llegar a experimentarse en él lluvia formal y que, para que la
haya, o bien es preciso que el viento cese totalmente o que haya otro opuesto que, unien
do los vapores que habían corrido hacia un lado con los que nuevamente exhala la tie
rra, los haga condensar a proporción que se elevan por medio de la atracción del sol hasta
que, llegando a hacerse más pesados que el aire, de quien están sostenidos, caigan con
vertidos en gotas de agua." "
Y en esto se basa para explicar las fuertes lluvias esporádicas que se producen en
una región por otra parte extremadamente árida, y que explica como un conflicto entre
las brisas (los alisios del hemisferio norte) y los vientos sures en el verano.3* Las brisas,
con más fuerza de lo usual y extendiéndose más al sur de lo acostumbrado, al chocar
contra los vientos del sur, por otra parte más violentos de lo usual, ceden ante ellos y
pasan a soplar por debajo, a menor altura. Arrastran los vapores que surgen de la tierra,
y éstos se elevan hasta alcanzar la región de los sures, viéndose rechazados y con
densándose. Siendo común que las brisas pierdan fuerza durante el día, en que reinan los
sures y arrastran los vapores, la lluvia sólo se produce a la puesta del sol*

37 Relación.... Libro I, Cap. VI, puntos 160 y ss. La cita, en punto 163. Los celajes elevados estarían
formados por la reunión de aquellos vapores menos densos que habrían podido superar la barrera de los vien
tos, elevándose a mayor altura. No se resuelven en lluvia porque, superada la región en que ésta se forma, los
vapores se encuentran congelados, y por otra parte el viento no tiende a reunidos. Que estos celajes sólo apa
rezcan en invierno es consecuencia de la menor altura de los vientos sures en esta estación; pues en el verano,
soplando mas altos, impiden su formación.
38 Se trata de una teoría de la lluvia aceptada con bastante generalidad en la época. Véase al respecto
W. E. K. Middleton, A history of the theories of rain.... op. cit., págs. 92-96.
39 A los alisios del hemisferio septentrional se les daba el nombre de "brisas", y a los westerlies. los
vientos procedentes del occidente propios de la zona templada, el de "vendavales". Aunque esta denominación
se extiende a todo viento procedente de la región del oeste. Ulloa seguramente desconoce los trabajos de Halley
y Hadley sobre la circulación genera] de la atmósfera, que explican tanto los alisios como la transición a los
westerlies en la zona templada, pues en las Conversaciones..., pág. 108, afirma que no hay suficientes funda
mentos de cosmografía y física terrestre para explicarlo. (Ambos trabajos, especialmente el de Hadley, pasa
ron bastante desapercibidos en la época). También señala las diferencias entre las costas occidental y oriental
de la América septentrional. En ellas "se alternan las Brisas de la parte del Este en el verano, con los Vendavales
de la del Oeste en el invierno. En los mares del Sur (el Pacífico) reinan los vientos Sures en el verano, que
equivalen a las Brisas, y los de la parte del Norte, que son propios en el invierno (...)." En la parte oriental,
por el contrario, "los vientos de invierno y temporales son de la parte del Sur y del Sudoeste, que son los que
en las costas de aquella América llaman Pamperos." (Pág. 1 10). No encuentra razón para ello, aunque apunta
que ésta debe hallarse "en la lengua de tierra que forma aquél continente meridional". Además, hace notar que
"tanto se inclinan para el Sudoeste los Sures en donde reinan, como lo hacen para el Nordeste los Nortes en
la otra parte". Afirma que "Ningún sistema de cuantos se han imaginado hasta ahora se conforma con la gene
ralidad de los vientos, ni explica sus particularidades (...)." (Pág. 1 1 1).
40 Relación.... Libro I, Cap. VI, puntos 167 y ss. Aquí analiza Ulloa las lluvias, de 40 días de dura
ción, que se produjeron en 1726, seguidas, dos años después, por otras menos intensas de 10 o 12 días de dura-

72
M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

Pasando al contraste con la parte alta, dice que allí llaman verano, que transcurre
de mayo a noviembre, al tiempo en que no llueve, aunque es cuando más frío hace; se
tienen días claros y despejados, con vientos suaves de la parte de la costa, tocando mode
radamente algo al sur. En invierno, que empieza en diciembre, los días son nublados y
oscuros, llueve copiosamente y el frío no es mayor, aunque sí más molesto por la hume
dad. Los vientos son variables, soplando ordinariamente por la parte de tierra. En cuan
to a la tierra baja adyacente, el invierno se extiende de junio a noviembre, como corresponde
por la altura del Sol, y se caracteriza, como se ha visto, por la presencia de nubes conti
nuas, originadas por la debilidad de los vientos del sur, o su cese, "porque no habiendo
viento que los mueva, están los vapores húmedos, que se levantan de la tierra, parados."41
Estos vientos sures, que tocan algo del sudoeste, si pierden su fuerza en la parte baja de
la atmósfera, la mantienen en la alta. De modo que corren por el espacio superior a las
nubes que ocultan el Sol en la parte baja, disipándolas por el contrario en las tierras altas.
En verano sucede lo contrario, soplando los vientos con fuerza en la superficie, pero debi
litándose en lo alto, lo que da lugar a que predominen los vientos de tierra. La frialdad
de estos vientos del sur se ve reforzada por el estado de rarefacción del aire en estas
zonas altas, y la mayor abundancia de partículas nitrosas. "Sin otra causa mas que los
vientos sures, y la forma en que reinan —concluye Ulloa—, parece estar explicada la de
las estaciones encontradas en aquellos parajes, y la de los inviernos fríos en la medianía
de la Zona Tórrida, entre la Equinoccial, y el trópico de Capricornio, contra lo que debía
suceder si sólo se atendiese a la proximidad del Sol, (...)"."

ción, tras lo cual no se había vuelto a repetir el fenómeno. (Cap. I. punto 38). Ulloa precisa, para el conflicto
de vientos que supone su teoría, que soplen las brisas con fuerza, lo que acontece allí, según dice, de diciem
bre en adelante. La idea básica, como se ve, es la de que la faja ecuatorial de nubes y lluvia se ha desplazado
inusualmente hacia el sur por una mayor fuerza de las brisas. Actualmente el fenómeno, cuya probabilidad de
aparición es mayor en los meses de Diciembre y Enero, se atribuye a la corriente cálida conocida como El
Niño, que se extiende hacia el sur desalojando a la corriente fría de Humboldt, la cual usualmente se extiende
desde el sur hasta el ecuador a lo largo de la costa.
41 Noticias..., V, 7.
42 Ibid.. V, 8. Otro efecto del verano de las tierras altas es el "Sol de Puna", o sol del páramo, cuyos
efectos apenas se pueden tolerar, aunque si se pasa de éste a la sombra se advierte un intenso frío. Es allí una
expresión general, dice Ulloa, "que el Sol abrasa, y la sombra hiela". La causa la encuentra, de nuevo, en la
sutileza del aire, "que no retiene en sí los corpúsculos ígneos que reflectan en la parte iluminada". Por eso
mismo el calor que adquiere el terreno en el transcurso del día se pierde al ocultarse el Sol, y desde ese momen
to comienza a helar, "porque la atmósfera no conserva las cualidades del calor como en las partes donde el aire
tiene otra densidad." (IV, 32). Esa misma sutileza del aire motiva su constante sequedad, aunque el invierno
sea muy lluvioso; lo contrario sucede en las tierras bajas, donde las lluvias son poco abundantes, al consistir
en minúsculas partículas que no llegan a formar gotas sensibles. Pues la atmósfera, allá donde es más densa,
"tiene disposición para contraer [adquirir] las panículas menudísimas del agua, y al contrario no las admite en
donde es más ligero. Esto procede de no tener bastante cuerpo para mantenerlas fluctuantes, y así sucede que
se precipitan en lluvias (...)." (V, 15). Sin embargo, pocos años después sus observaciones durante el viaje de
Veracruz a la ciudad de México le harán dudar de este modelo. Observó que en la parte alta el barómetro ape
nas si variaba, mientras que en Veracruz lo hacía sensiblemente, dentro de un rango de 1 1 líneas. En Jalapa,
más a menos a mitad de la altura, las oscilaciones del barómetro y del termómetro eran mínimas, fuese cual

73
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

La geografía de las plantas, los animales y las enfermedades

Caracterizados los climas por la latitud, la altura y los vientos, Ulloa vincula a ellos
la vegetación: "Las producciones de la tierra —afirma— son el termómetro y regla de
aquellos temperamentos".'" La temperatura y el grado de humedad son determinantes de
la vegetación, la cual es más abundante y presenta mayor número de especies en los cli
mas cálidos y húmedos que en los secos y fríos. En particular, en la parte baja del Perú
las regiones se distinguen, no por su latitud, sino por los vientos dominantes, que pro
vocan la ausencia de lluvias en la región desértica limitada entre los 26° o 27° y los 3.5°S,
distinguiéndola de la más inmediata al ecuador. También señala los cambios de vegeta
ción con la altura, pero no llega a establecer ninguna clasificación.44 En este punto, hay
que recordar que tal caracterización, que vendrá de la mano de Humboldt, sólo podía sur
gir en el marco de un proyecto de climatología comparada, el cual no se contaba entre
los objetivos de Ulloa.
Por otra parte, también constata la existencia de hábitats para la fauna, vinculán
dolos hasta cierto punto a la diversidad climática: "Así como las plantas tienen sobre la
tierra sus distritos particulares para vegetar sin propagarse por toda ella con igual gene
ralidad —escribe—, tienen igualmente los animales sus domicilios señalados por la natu
raleza para procrear y mantener la especie sin pasar a otros territorios distintos de los que
les destinó."45 Notando, sin embargo, que en regiones similares no habita la misma fauna,
atribuye el hecho a causas desconocidas que en algún aspecto varíen unas condiciones
climáticas aparentemente similares.
La vinculación de los distintos tipos de enfermedad con el clima se establece, por
otra parte, mucho más claramente, pues al respecto existía una amplia médica. En los cli-

fuese el tiempo atmosférico: dado que la diferencia de densidad del aire debida a la de altitud debía ser lo sufi
cientemente sensible, concluyó que "en la atmósfera concurren ciertas propiedades independientes de las que
son conocidas y que en ellas consiste la facilidad de variar en gravedad, en elasticidad y percibir las partícu
las del calor, no menos que las de la humedad." Descripción..., op. cit., pág. 8.
43 Noticias..., V, 3.
44 Cuanto más cerca parece estar de ello es en el Cuestionario de 1777, donde señala que los cultivos
"dan asimismo regla de lo frío, o cálido de los temperamentos". En el punto 4 del capítulo "Física": "Los paí
ses donde el trigo se cría y grana bien, son fríos hasta el término de helar: en donde no puede granar el Trigo
pero la Cebada sí, hiela con 1 y hasta 3 grados: en donde crece la Cebada en hierba y no grana perfectamen
te, es porque los hielos se adelantan y son fuertes desde 2 hasta 5 o 6 grados. Donde se crían las frutas y fru
tos que llaman de temple caliente, como son Aguacates, Chirimoyas, Plátanos etc., el grado de calor es de 26
a 28; lo mismo sucede donde se cría la caña de Azúcar. Las Naranjas y Limas se crían en temples medios,
cuyo calor es de 24 a 25 grados, en Verano: El Maíz es del propio temperamento, y también el de la caña de
Azúcar." Pero esto está lejos de constituir un esquema geográfico de la vegetación. "Cuestionario para la for
mación del completo conocimiento de la geografía, física, antigüedades, mineralogía y metalurgia de este Reino
de Nueva España e instrucción sobre el modo de formarlas. Veracruz, 22 de enero de 1977", en F. de Solano,
Antonio de Ulloa..., op. cit., págs. CXLIV-CL; en pág. CXLVI.
45 Noticias..., VII, 2.

74
M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

mas fríos, las enfermedades "proceden de la constipación, de la falta de transpiración, de


la coagulación de los humores, y de la demasiada tensión y entumecimiento que sufren
las fibras", mientras que en los cálidos provienen "de la mucha disipación de laxitud de
éstas [las fibras]: de la agitación de los fluidos; y de la corrupción"46. A lo largo de su
obra prestó bastante atención a las enfermedades más habituales en los distintos lugares.

La influencia del terreno

Ulloa dice poco acerca de la influencia del terreno en el clima. Parece que asigna
casi todo el peso de la variedad climática al cambio de densidad atmosférica con la alti
tud y al concurso del viento. Como se ha mencionado, al discutir del clima de Nueva
Orleans hace depender la temperatura del viento de los territorios por los que atraviesa,
y alude de pasada al enfriamiento del aire por las nieves en lo alto de las montañas. Al
hablar de las quebradas o valles, señala que la temperatura es más elevada al hallarse
más resguardados que los parajes abiertos.47 En cuanto a su constitución, la de las regio
nes alta y baja le parece bastante similar.4*
En cuanto al subsuelo, Ulloa no podía dejar de especular respecto de la actividad
volcánica, de intensidad desconocida en Europa, que se manifestaba en aquellos territo
rios americanos. En este punto, comparte la opinión de la época, que cabe remontar a la
meteorología aristotélica, de que la causa del vulcanismo se halla en la inflamación de
materias combustibles encerradas en el seno de la tierra. Estas sustancias, unidas "en una
pasta" por el concurso de las aguas subterráneas, fermentan y se inflaman, dilatándose
súbitamente, al modo en que se prende la pólvora.4* Dan lugar a dos tipos de volcanes,
que coexisten juntos: unos son aquéllos en los que la materia inflamable se halla con
centrada en las cavidades de las montañas; otros, a modo de ramificación de los ante
riores, están formados por depósitos menos concentrados que se extienden por las llanuras.
Los terremotos se producen cuando la inflamación de esta materia combustible, que tam
bién hace dilatarse al aire que encuentra encerrado en los huecos subterráneos, no encuen
tra salida por algunas aberturas en el terreno, lo que sucede más frecuentemente en este
último caso. Además, hallándose más repartido el combustible, no siempre se inflama a

46 Ibid.. XI, I.
47 Ibid.. V, I.
48 En el bajo "dominan los areniscos" y "hay también algunos espacios de tierra limosa". Como en
algunos lugares hay montañas, "hay en ellas canteras, y toda especie de tierras, como es regular en todos los
Países que tienen extensión." En la parte alta "no faltan espacios bien grandes de arena, infiriéndose de ello
no poderse absolutamente atribuir a la inmediación del Mar los largos terrenos de esta especie." Ibid., II, 6.
49 En este punto. Ulloa hace notar que tanto en la región de Quito como en la de los Valles hay abun
dancia de aguas subterráneas, procedentes de la fusión de los hielos de las cumbres próximas.

75
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

la vez, lo que explica que las sacudidas sísmicas se produzcan en general de una forma
intermitente, separadas por breves intervalos de tiempo.50
De forma muy fugaz, comparando Popayán con Quito, Ulloa estableció en la Relación
una conexión entre la abundancia de minerales y la propensión a las tormentas y terre
motos." Pero no explicó cuál podía ser, ni se encuentran en sus escritos otras especula
ciones sobre el tema.

Conclusión

El esquema que se acaba de exponer no constituye sino el entramado en el que


Ulloa engarzó una amplísima variedad de observaciones: ciudades y pueblos, caminos,
descripción de flora y fauna, plantaciones y animales domésticos, procedimientos de caza
y pesca, costumbres, enfermedades y su tratamiento, aprovechamiento de recursos, plan
tas medicinales, descripción de minas y de su rendimiento, y un no corto etcétera, con
figuran una visión extraordinariamente completa de los territorios que visitó. Entre tales
descripciones destaca la de los fósiles americanos, cuyo hallazgo constituyó un argu
mento decisivo en favor de la universalidad del diluvio bíblico. Ulloa describió por pri
mera vez la existencia de conchas fósiles en la Relación, y se extendió más
pormenorizadamente en las Noticias sobre las que posteriormente descubriera durante su
estancia en Huancavelica.52 A este respecto, sus ideas sobre la historia de la Tierra, a tono
con su época y sus creencias religiosas, fueron tradicionales. Partidario del diluvio, con
sideraba que el poblamiento de América se realizó tras éste por vía marítima a través del
Atlántico.53 Pese a su postura catastrofista, sin embargo, admitió cambios en la superfi
cie terrestre originados por la erosión de los ríos y el depósito de sedimentos.54
Marino y funcionario, geodesta y naturalista, geógrafo y divulgador, Ulloa fue,
según la tan recogida cita de Townsend, un "perfecto filósofo". Prototipo del sabio de
nuestra Ilustración, ejemplifica bien ese maridaje entre ciencia y Estado que, durante unas

50 Relación..., 2.' Parte, Libro I, Cap. VII, puntos 186 y ss. Esta teoría de los volcanes y los terremo
tos es de corte clásico, y en ella no se precisa la existencia de un fuego central, cuestión que era debatida en
la época. Sobre el tema véase F. Dawson Adams, The Birth and Development of the Geological Sciences, Nueva
York: Dover, 1954 (I.* ed., 1938), págs. 399 ss. Las ideas de Ulloa se recogen y contextualizan dentro del
panorama español en H. Capel, Organicismo, fuego interior y terremotos en la ciencia española del siglo XVIII,
Geocrítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, n.°. 27-28 (Mayo-Julio 1980), esp. págs. 56-58.
51 Relación..., Libro 6, Cap. III, punto 825.
52 Relación..., 2.* Parte, Libro II, Cap. VI, punto 531; Noticias..., XVI. Para los detalles y la contex-
tualización de este tema, véase H. Capel, La física sagrada. Creencias religiosas y teorías científicas en los
orígenes de la geomorfología española. Siglos XVII-XVIII, Barcelona: Serbal, 1983, págs. 125 ss.
53 Noticias..., XXII. Véase asimismo H. Capel, La física sagrada, op. cit., págs. 80-81.
54 Noticias..., II, 10 y ss. También H. Capel, La física sagrada, op. cit.. págs. 180-181.

76
M. SELLES GARCIA - ANTONIO DE ULLOA Y LA CIENCIA DE SU EPOCA

décadas, prometió nuevos cimientos para el desarrollo del país. Un maridaje que, de una
u otra manera, algunos debieron pagar como hombres de ciencia. Creo que Ulloa tuvo
que subordinar a los criterios de utilidad y a las conveniencias políticas este "proyecto
americano", que bien hubiese podido trascender el carácter divulgativo que le dio. Del
interés que dicho proyecto hubiese tenido en la época para la comunidad internacional
hablan sobradamente las tres reediciones (dos de ellas traducciones al aleman y al francés)
que Ulloa llegó a conocer en vida de sus Noticias americanas.

77
ANTONIO DE ULLOA,
"DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

Roberto Moreno
E.T.S.I. de Montes
Universidad Politécnica de Madrid

a moderna historiografía del metal 1 considera como probable que las pri
meras alusiones al platino aparecido en el Nuevo Mundo, son las conteni
das en las obras de Julius Caesar Scaliger2, José de Acosta3 y Alvaro Alonso
Barba4. Las dos últimas son, sin embargo, bastante inconsistentes; no así la primera y
más antigua de todas ellas.
Girolamo Cardamo, en su obra "De Subtilitate Rerum", publicada en 1551 5, había
definido un metal como "una sustancia que puede fundirse y se endurece al enfriarse".
Scaliger rebatía esta definición en su obra de 1557 "Exotericarum Exercitationum", indi
cando que, según esta definición, habría que excluir al mercurio y también otro metal
encontrado en Méjico (sic) y Darien que "no ha conseguido licuar ningún fuego ni ningún
artífice español".
Sin embargo, la primera referencia explícita e impresa que se tiene en Europa sobre
la existencia de esta sustancia es la breve reseña que realiza sobre ella D. Antonio de
Ulloa, en su memorable obra: "Relación Histórica del Viage a la América Meridional",
publicada en Madrid en 1.748 6. Ulloa, en el pasaje en el que se refiere a las riquezas
minerales de la provincia de Popayán, y concretamente en el párrafo 1026, describe la
platina en los siguientes términos:

1 McDonald, D; Hunt, L.B.: A History ofPlatinum and its Allied Metals. Ed. Johnson Matthcy, Londres,
1982, págs. 4-5.
2 Scaliger, J.C.: Exotericarum Exercitationum liber quintus decimus de Subtilitate ad Hieronymun
Cardanum, París, 1557, págs. 134-135. (Tomado de la op. cit. n.° 1).
3 Acosta, J.: Historia Natural y Moral de ta Indias, Sevilla, 1590, libro 4, cap. 4. pág. 201.
4 Alonso Barba, A.: El Arte de los Metales, Madrid, 1964. Facsímil de la E.T.S.I. de Minas (1932).
Cap. XIII, pág. 25.
5 Tomado de la obra de Weeks, M E.: Historia de los Elementos Químicos. Ed. Manuel Marín,
Barcelona, 1949, pág. 221.
6 Juan, J.; Ulloa, A.: Relación Histórica del Viage a la América Meridional, 4 vol. Ed. Marín, Madrid.
1748. Libro VI, cap. X, pág. 606.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 79-96 79


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

"En el partido del Chocó habiendo muchas Minas de lavadero, como las que se acaban de
explicar, se encuentran también algunas, donde por estar disfrazado, y envuelto el oro por
otros Cuerpos Metálicos, Jugos y Piedras, necesita para su beneficio el auxilio del azogue,
y tal vez se hallan minerales, donde la Platina (Piedra de tanta resistencia, que no es fácil
romperla, ni desmenuzarla con la fuerza del golpe sobre el Yunque de Acero) es causa de
que se abandonen; porque ni la calcinación la vence, ni arbitrio para extraer el metal que
encierra, sino a expensas de mucho trabajo y costo".

Esta breve descripción le permitió a D. Antonio de Ulloa pasar a la Historia de la


Ciencia como el descubridor del platino, entendiendo, con este término, que fue el pri
mero en realizar esa comunicación formal a la comunidad científica sobre la existencia
de esa sustancia; no obstante, tal descripción ha sufrido una intensa polémica e impug
naciones por distintos autores a lo largo de la historia.
La polémica se ha sustentado en la brevedad de la descripción y, especialmente, se
ha apuntado que la platina no fue definida por Ulloa de forma explícita como metal.
En cuanto a lo primero, ciertamente fue harto breve Ulloa al realizar esta descrip
ción sobre la platina, aunque disculpable teniendo en cuenta la monumental naturaleza
de la obra y el escaso tiempo empleado en su elaboración — 1746-1748—. Sin embargo,
el mérito de tal descripción fue que en esas pocas líneas condensó de una forma magis
tral la problemática causada por la aparición del platino en la metalurgia del oro, así como
algunas de las propiedades de aquella extraña sustancia.
En cuanto al segundo aspecto de la polémica; es decir, el concepto metálico que
para Ulloa tendría la platina, sería conveniente analizar la génesis de tales impugnacio
nes históricas para poder demostrar el escaso fundamento en el que están sustentadas.
La bibliografía inglesa de mediados del siglo XVIII es diáfana en reconocer que la
primera referencia a la platina fue dada por A. de Ulloa, con independencia de que William
Watson, en un artículo publicado en las Philosophical Transaction de 17507, aludiera a
que Charles Wood conocía la platina nueve años antes del momento en el que él publi
ca el citado artículo; es decir, que Wood habría tenido acceso a ella hacia 1741. Sin
embargo, Watson reconoce no haber visto mencionar esta sustancia a ningún otro autor
más que a De Ulloa.
En el trabajo de Scheffer, publicado en las Memorias de la Real Academia Sueca
en el año 1752*, el autor se refiere sistemáticamente a la sustancia como "oro blanco",
tratando de sustraerle el nombre español de platina, probablemente debido al escaso reco
nocimiento que tuvo España, bajo los más diversos aspectos, para los científicos suecos
del siglo XVIII. Sin embargo, la historia ha sido imparcial y, pese a las intenciones de

7 Watson, W.: "SeveraI Papers concerning a new Semi-Metal, called Platina; communicated to the
Royal Society". Philosophical Transaction, 1750, págs. 584-596.
8 Scheffer, H.T.: Kungl. Vetensk. Akad. Hundl, 13, 1752, págs. 269-275. (Tomado de op. cit. n.° 9).

80
R. MORENO - ANTONIO DE ULLOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

LA PLATINE, Scheffer, el nombre platino se impuso umversalmen


te para designar al elemento de número atómico 78.
L'OR BLANC,
Pero es, quizás, la obra de M. Morin, publicada
ou
en París en 1758 con el título: Le Platine, L'OrBlanc,
LE HUITIEME MÉTAL;
RECUEIL dTEncnences bifes dans Ies ou L'Huitieme Metal*, la más beligerante sobre el per
Académie» Royales de Londres , de Sacie , sonaje de Ulloa y sobre la descripción que éste hizo
Of. fur ane nouveue SuMtancc métaitiaue
tiree des Mines dn Pcrou , qui i te poids de la platina, llegando incluso para ello a alterar la
íc U fiii1é W l'Or.
0«ttwf> ¿wcVwCfjtf fomr la JmámH Jt CHif. descripción original efectuada por el marino.
ItmaMmJu.itUrlyfitmtCritUCtymut. M. Morin, en el prólogo de su obra, traduce el
VcYefléire
CTnwifc tu
ni Ojrffrres
uirctret &_ASocan
ce Anneun , ponr
peor olere
nitro
!<>»« utmpU fa do Aliase* q«¡ r&lcoc uz párrafo 1 .026 de la Relación Histórica en los siguien
*> MM*féf" mfirmrUpr mu SmUaa tes términos:
iUmpmém umtl*,f*ai ijUr,
*ii*rm Um.f.fiámlamí,k rW^jrú. "...on apelle Platine une Pierre (Piedra) fí dure qu'on
• ne peut la brifer fur l'Enclume ni la reduire par la
A P A R I SL Calcination, ni par conféquent en extraire le minerai
Cfe<fiü.5S??¿«írS qu'elle enferre, qu'avec un travail infini & beaucoup
JLAMBERV, roe de b. <W#e de frais".
Q Fmeoite.
Y sobre esta traducción, el autor hace el siguien
*tJICC. LVIIL
te comentario:
"L'on verra par cette définition de la Platine, & par un autre paffage que nous aurons occa-
fion de rapporter ci-apres, que Don Antonio de Ulloa etoit meilleur Mathématicien que
Phyficien".
Como se puede observar, para efectuar este descrédito sobre la figura de Ulloa, M.
Morin, quien recalca tan escrupulosamente la palabra "Pierre" —hasta el punto incluso
de transcribirla entre paréntesis en castellano—, no lo es tanto a continuación y altera el
texto original, sustituyendo en su traducción la palabra "Metal", escrita por el marino,
por la de "Minerai"; alteración sin duda grave y no disculpable como error de traducción
al ser idéntica en ambos idiomas. De esta forma, resaltando la calificación de "piedra" y
ocultando la de "metal", logró crear el ambiente necesario para poner en tela de juicio
el concepto metálico que para Ulloa tendría la sustancia en cuestión.
Es muy probable que M. Morin no leyera en su integridad la Relación Histórica,
pues de su lectura debería haber tenido elementos objetivos suficientes como para con
siderar a Ulloa tan buen naturalista como matemático. La obra de M. Morin tuvo una
gran difusión por ser la primera revisión monográfica de artículos publicados sobre el
platino y debió, asimismo, ser la iniciadora de la discusión histórica sobre la paternidad
de Ulloa en este descubrimiento.
Porque, en efecto, a partir de entonces muchos químicos e historiadores han trata
do de sustraer a Ulloa esta paternidad, basándose en el hecho de que el autor de la Relación

9 Morin, M. (atribuido): La Platine, L'Or Blanc, ou le Huitieme Metal París, 1758. Ed. Le Breton,
págs. 6-7.

81
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Histórica la definió como piedra y no como metal, concluyendo por ello que Ulloa no
dio a conocer la existencia de un nuevo metal.
Pero esto es una tergiversación de la realidad, ya que Ulloa se refiere, sin duda, a
una mena metálica como de hecho es la platina nativa. Esta sustancia en estado natural
posee incrustaciones de arenas, de mineral de hierro, de granos de oro, etc. y esto podría
ser considerado mineralógicamente como una roca o "piedra"; en cuyo caso, tal deno
minación se podría considerar correcta. Con respecto a la naturaleza metálica, tampoco
deberían existir dudas, dado que refiere la dificultad de "extraer el metal que encierra";
de ello se deduce que, aunque difícil, "con mucho trabajo y costo", el metal había sido
extraído con anterioridad.
Por otro lado, no parece concebible que existiendo documentos del primer tercio
del siglo XVIII, en los que hasta el Tesorero de la Casa de la Moneda de Santa Fe dejó
escrito: "...del pernicioso metal de platina..." I0, este mismo concepto no lo tuviera un
científico de la talla de D. Antonio de Ulloa.
A causa de su gran difusión y traducción a varios idiomas, la repercusión más im
portante de la publicación de la Relación Histórica de Ulloa, fue que alertó a la comu
nidad científica sobre la existencia de esta sustancia. Como consecuencia, se inicia una
intensa investigación en Inglaterra, Suecia, Alemania y Francia, fruto de' la cual son
unas publicaciones en las que, además de describir los experimentos físico-químicos
realizados, se recopilan todas las noticias e informaciones existentes sobre la misterio
sa platina.
Sin lugar a dudas, el hecho que más llamó la atención fue que en la América españo
la, en una época no precisada pero anterior al viaje de Ulloa y Jorge Juan, los españoles
habían logrado la "fusión" del metal y su aplicación a diversas manufacturas.
Sobre este particular, baste como ejemplo la información que W. Watson publicó
en las Philosophical Transactions de 1750, recogiendo noticias ofrecidas por Charles
Wood:

"But the Spaniard have a Way of mclting it down either alone, or by means of fome Flux;
and caft it into Sword-hilts, Buckles, Snuff-boxes and other Utenfils".

Este hecho asombró al mundo, pues esa manufactura necesariamente exigía una
purificación previa del metal, ya que la platina nativa no es en absoluto dúctil ni malea
ble. Y por otra parte, ¿cómo lograron la fusión cuando ni remotamente disponían de fuen
tes de calor capaces de alcanzar el punto de fusión del metal purificado?. El procedimiento
seguido en aquella época ha permanecido ignorado durante más de 200 años y ha sido
una de las incógnitas en la Historia de la Ciencia.

10 Ricaurte, S. (1726) Manuscrito. Folio 17, t. V, Minas de Tolima, Sección Colonia, Archivo Nacional
de Bogotá. (Tomado del artículo de Espinosa, A. —1985—. "Nuevos datos sobre el descubrimiento del plati
no y su metalurgia en la Nueva Granada en el siglo XVIII", Quipu, vol. 2, n.° 1 enero-abril).

82
R. MORENO - ANTONIO DE ULLOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

Para comprender adecuadamente la problemática acaecida con la aparición del pla


tino, sería conveniente rememorar las dos formas en que generalmente se presentó el oro
en América.

* En los yacimientos denominados primarios o filonianos, el oro nativo estaba


inmerso o englobado en una matriz rocosa —frecuentemente cuarzo— y su bene
ficio metalúrgico siempre fue complejo y costoso. Se precisaba una trituración
de la roca matriz, seguida de un tratamiento del polvo obtenido con mercurio
(azogado), de tal forma que éste disolvía o amalgamaba a las pequeñas partícu
las de oro, formando una pasta o amalgama de los dos metales, que en América
se denominó "pella". Sometidas estas "pellas" a calcinación, o destilación en
retortas, el mercurio sufría una volatilización, dejando en el fondo de estos reci
pientes el residuo sólido de oro (desazogado del oro).
* Los yacimientos secundarios, aluviales o placeres, generados por meteorización
de la roca de los anteriores, fueron llamados en América de "oro corrido" y, al
contrario que los anteriores, tuvieron un tratamiento metalúrgico muy sencillo y
de mucho menor costo. Un simple lavado con agua de las arenas en bateas eli
minaba la ganga, mientras que el oro quedaba en el fondo del recipiente por su
mayor densidad. La fusión de este oro generalmente producía lingotes con una
ley superior a 22 K; es decir, un oro que podía destinarse perfectamente a la
acuñación.

La región comprendida entre el golfo de Darien y la ciudad de Quito, en la ver


tiente occidental de la cordillera de los Andes, perteneció administrativamente, durante
la colonia, a la Presidencia-Audiencia de Santa Fe; Presidencia que luego sería transfor
mada en Virreinato. Esta región fue una rica zona aurífera, en la cual el oro se presentó
exclusivamente en yacimientos de tipo secundario o aluvial, y cuya producción revirtió
durante el periodo colonial, principalmente, a dos Cecas o Casas de la Moneda: Mariquita,
al Norte y Popayán, al Sur. Por lo dicho anteriormente, estos yacimientos, en principio,
era de esperar que tuvieran una explotación sencilla y de bajo costo, como debería corres
ponder a su intrínseca naturaleza.
Sin embargo, en toda esta región, seguramente desde el comienzo de la explotación
de estos placeres, apareció una sustancia desconocida, mimética en tamaño con las are
nas de oro, negruzca, con brillo metálico y con la misma densidad que el metal amari
llo. Propiedad esta última que tenía como consecuencia la imposibilidad de separación
de ambas sustancias por lavado, pues las arenas de una y otra quedaban mezcladas en
los fondos de los recipientes o bateas.
Los españoles denominaron a esta sustancia "Juan Blanca", o más comunmente
"platina", por su parecido con el metal plata. Fueron los españoles también los que se
apercibieron que el único procedimiento de separación de ambos era un tratamiento con

83
U CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

mercurio, como ya dejó escrito D. Antonio de Ulloa al describir, en la "Relación Histórica",


la problemática generada con la aparición de la platina. En efecto, el mercurio disuelve
al oro formando una amalgama, mientras que el platino, a efectos prácticos, es absolu
tamente insoluble en él. La separación de ambas fases, sólida y líquida, permitía el ais
lamiento del oro de este otro extraño metal entonces desconocido.
Pero es necesario hacer notar que, desde el punto de vista metalúrgico, el primer
efecto que tiene la aparición del platino en este tipo de yacimientos aluviales y de meta
lurgia sencilla, fue económicamente equivalente a como si éstos se hubieran transfor
mado en yacimientos primarios con una metalurgia mucho más compleja y costosa; pues
se precisaba un tratamiento de amalgamación, filtración, destilación etc.Debido a este
hecho, los mineros se resistieron desde el principio a realizar tratamientos mucho más
trabajosos en la metalurgia del oro; e incluso, llegaron a abandonar las minas de oro pla
tinífero cuando los costos del tratamiento superaban los beneficios obtenidos.
En estas circunstancias, se pueden distinguir dos situaciones perfectamente dife
renciadas en función del contenido de platino en el oro.
Si la cantidad de oro era alta y la de platino baja, la metalurgia era tremendamen
te costosa, pues precisaba grandes cantidades de mercurio —metal este último escaso y
caro en aquel entonces— para disolver todo el oro, cuando el platino, tal vez, se encon
traba tan sólo a nivel de trazas. Por el contrario, en el caso inverso, cuando el platino era
mayoritario, la operación era mucho más factible, por la reducida cantidad de mercurio
a emplear y, lógicamente, proporcionaba crecidas cantidades de platino y la cantidad de
oro que en él hubiera.
Las dos situaciones apuntadas anteriormente, condujeron a la adulteración del oro
con el platino; es decir, al fraude. En algunos casos, un fraude prácticamente obligado.
En efecto, si se analiza con detalle la primera de las situaciones; es decir, oro mayo
ritario y platino a nivel de trazas, la práctica imposibilidad de separación de ambos meta
les vía amalgamación condujo al minero a la fusión del conjunto, y como resultado, a la
obtención de lingotes de oro contaminados con platino. Contaminación que era difícil
mente detectable, pues el platino ni alteraba sustancialmente las propiedades físicas del
oro ni era detectado con facilidad en los ensayos de éste por el procedimiento de la cope
lación utilizado en las Cecas. Como puede observarse, no era necesariamente un fraude
realizado con intención dolosa.
No así en la segunda de las situaciones; es decir, cuando el platino era mayoritario
y el oro escaso. La separación de ambos, como se ha dicho, era mucho más factible,
poniendo en circulación grandes cantidades de platina, que bien pudo utilizarse para adul
terar intencionadamente al oro, aprovechando la dificultad de su detección por las razo
nes que se han apuntado.
Manuscritos recientemente aparecidos en los archivos colombianos, procedentes de
las Casas de la Moneda de Santa Fe de Bogotá y de Popayán, muestran claramente estos

84
R. MORENO - ANTONIO DE ULLOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

problemas y las medidas que tomó la Administración


para evitar el fraude. Como ejemplo de los prime
ros, el tesorero de la Real Casa de la Moneda de
Santa Fe, D. Salvador de Ricaurte, dirigiéndose al
Presidente, Gobernador y Capitán General, D.
Antonio Mario Maldonado, en 1726", dejó escri
to:
"...porque en el oro fundido muchas veces se hace
imperceptible la introducción aún a la inspección
y sutíl arte del ensayo porque con este solo se
encontrará facilmente si la parte de platina es exce
siva, pero si es corta será más que fortuna mia y
suma desgracia de su dueño el encontrarla..."
Y continúa, refiriéndose a una fundición:
"...y en especial en la una que hecha enteramente
la labor de doblones y reducido número al enhie-
rramiento [troquelación o estampado, ensayados
los doblones se reconocieron faltos de ley y volví
a hacer fundición de labor con el quebranto que
padecí y el que resulta precisamente al comun y
en especial a quebrantar la buena fe que se debe a
una Casa de Moneda que mando y es el asunto de
mis representaciones".
Como ejemplo de las primeras medidas admi
Muestra de platino y oro procedente de
nistrativas para evitar el fraude, está este párrafo la región del Chocó, como puede observarse,
extraído de un acta levantada a requerimiento de el contenido de oro es minoritario, lo que per
un Juez de Tadó en 1721 12: mitía una separación relativamente fácil de
los dos metales por el procedimiento de la
"Habiendose lavado en mi presencia y limpiadose amalgamación. (Fotografía reproducida por
el oro con azogue salieron 250 pesos de oro y al cortesía del Museo Nacional de Ciencias
parecer 7 u 8 libras de platina, las cuales en pre Naturales, Madrid).
sencia de dicho Capitán Francisco Perca y de los
testigos que aquí firman que se arrojó al rio San Juan".
Sin embargo, la destrucción del metal arrojándolo a los ríos no debió ser muy efi
caz, pues el primero de los escritos mencionados, en el que se reflejan los problemas ori
ginados por el platino, es cinco años posterior a la fecha de este último, lo cual demuestra
la ineficacia de la medida, ya que el problema de la adulteración siguió presentándose
en las Cecas.

11 Op. Cit. n.° 10.


12 Manuscrito. (1721). Minas de Cauca, vol. 1, 1720-1721. Archivo Histórico Nacional de Colombia.

85
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

La medida más acertada llevada a cabo por la Administración para evitar el frau
de fue propuesta por la Junta General de Tribunales, que la componían: el contador de
la Real Audiencia de la ciudad de Popayán y fundidores de las Casas de la Moneda de
Popayán y Mariquita 13. Esta Junta propuso:

Anverso y reverso de una


moneda de 8 escudos fabrica
da en platino y dorada poste
riormente. En ella se evidencia
el fraude llevado acabo con el
empleo del latino, incluso en
las Cecas o Casas de la
Moneda.

"... resolver que los oros se desazoguen y fundan en las Casas de Popayán y demás del dis
trito de esta Real Audiencia."
Como puede observarse, la propuesta es equivalente a decir que los mineros lle
ven la "pella", o amalgama de oro, a desazogar a la propia Ceca. Este oro no podía
estar contaminado con platino al ir incorporado o disuelto en el mercurio; con lo cual,
desazogado, fundido y acuñado en la Casa de la Moneda, existía la absoluta seguridad
de que la moneda acuñada estaba exenta de platino. Por tanto, el minero, al no fundir
él el oro, no tenía la opción ni la posible tentación de proceder a la adulteración incor
porándole platino.
No obstante, a pesar de estas medidas administrativas, en no pocas ocasiones el
fraude se consumó, como lo atestiguan ese conjunto de manuscritos del primer cuarto
del siglo XVIII a los que se ha aludido anteriormente. El estudio detallado de todos
ellos permitió, hace pocos años, deducir el procedimiento químico seguido en las Cecas
para la separación del oro y del platino, cuando la adulteración o fraude eran ya un
hecho
Concretamente, el procedimiento se ha dilucidado a partir de un informe que el
ensayador de la Casa de la Moneda de Santa Fe, D. José Sánchez de la Torre y Armas,
dirige a sus superiores, dando cuenta del balance de pesos y costos habidos en una ope
ración de separación de ambos metales en seis barras de oro que estaban adulteradas con
platino ".

13 Op. cit. n.° 10.


14 Galán, A.; Moreno, R.: "Platinum in the Eighteenth Century. A Furthcr Spanish Contribution to an
Understanding of its Discovery and Early Metallurgy". Platinum Metals Review, 36, 1992, (I), págs. 40-47.
15 Sánchez de la Torre y Armas, J. (1726). Manuscrito. Folios 330-331, vol. V. Minas de Tolima,
Sección Colonia. (Tomado de op. cit. n.° 10).

86
ORO CONTENIENDO PLATINO
(PLATINO EN FORMA DE NODULOS)

FUSIONES Y REFUSIONES

ORO DE 18 KILATES ORO CONTENIENDO PLATINO MERMA

INCUARTACIÓN (SE FUNDE INTRODUCIENDO


PLATA EN RELACIÓN 1:4)

ALEACIÓN BASE PLATA


(CONTENIENDO ORO ♦ PLATINO)

APARTADO O SEPARACIÓN CON ÁCIDO NÍTRICO

RESIDUO DISOLUCIÓN
(ORO + PLATINO (PLATA, PALADIO, TRAZAS
EN FORMA DE PLATINO Y METALES COMUNES
DE POLVOS) EN FORMA DE NITRATOS)

TRATAMIENTO CON MERCURIO (AZOGADO)

AMALGAMA DE ORO POLVO DE PLATINO


(CON RESTOS DE MERCURIO)

CALCINACIÓN CALCINACIÓN

t t
ORO PURO PLATINO PURO
(CONTENIENDO LOS METALES DEL GRUPO
EXCEPTO LA MAYOR PARTE DEL PALADIO)

Esquema del procedimiento de purificación del platino, empleado en las Casas de la Moneda pertene
cientes a la Presidencia de Santa Fe, en una época anterior a la estancia de Ulloa. Tal procedimiento permi
tió a los españoles la manufactura del metal, fabricando diversos objetos que produjeron asombro en los países
europeos.
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

El citado manuscrito es confuso, posee una retórica endiablada, y aunque el autor


no trata de describir en él el procedimiento llevado a cabo, éste se ha podido deducir de
los comentarios que realiza para justificar unos elevados costos y grandes pérdidas de
metal.
El proceso químico de separación de ambos metales, como puede observarse, bási
camente consiste en fundir la aleación introduciendo plata en la proporción 1 :4 —incuar-
tación—, tratamiento de esta aleación con ácido nítrico, de tal forma que se disolviera la
plata y los metales comunes en forma de nitratos, quedando un residuo pulverulento cons
tituído por el oro y la mayor parte del platino. La mezcla de los polvos de ambos meta
les, fueron separados por amalgamación.
Como consecuencia de la aplicación de este procedimiento los españoles de Nueva
Granada obtuvieron —aunque con toda seguridad no era su propósito— un polvo de pla
tino puro (conteniendo la mayor parte de los metales llamados del grupo del platino),
cuya forja en caliente o sinterización, les permitió obtener el metal en forma compacta,
con la ductilidad y maleabilidad de las que carecía la platina en estado nativo. Con el
metal en esta forma fue con el que lograron la realización de aquellas manufacturas como
cajas de rapé, tabaqueras, etc., que, como ya se dijo, "asombraron al mundo". Bajo este
aspecto, habría que reconocer a los españoles de aquella época ser los pioneros en utili
zar la metalurgia de polvos o pulvimetalurgia, al aplicar el procedimiento de sinteriza
ción al platino.
Sin embargo, la manufactura de estos objetos no debió tener gran éxito por el des
precio y poco valor que se dió entonces a este metal, como así lo recoge José Celestino
Mutis, muchos años después, en un informe que envía al Rey en 1774, refiriéndose a
épocas pasadas 16. Informe elaborado con motivo de la confección, por parte del tallador
de la Casa de la Moneda de Santa Fe, D. Francisco de Benito, de dos medallas en plati
no con la efigie del Rey, una en platino puro y la otro en aleación al 50% con cobre.
Seguramente, Francisco de Benito rescató el procedimiento olvidado de purificación del
platino que existió en el primer tercio del siglo, lo que le permitió la elaboración de tales
medallas.
Toda esta problemática y casuística originada por la aparición del platino en el
Virreinato de Nueva Granada, no le pudieron pasar desapercibidas a la perspicacia y meti
culosidad en la observación demostrada por una persona como D. Antonio de Ulloa, cuan
do estudió y describió la región de Popayán. Si no lo reflejó con este nivel de detalle en
la "Relación Histórica", ello no permite suponerle el desconocimiento de los hechos, ni
negarle la preocupación por las utilidades que pudieran dársele al nuevo metal.
En efecto, estando en 1752 D. Antonio de Ulloa en París conoció al naturalista de
origen irlandés Guillermo Bowles, al cual le propuso su contratación como pensionado

16 Mutis, J.C.: "Informe sobre la Platina" Real Jardín Botánico de Madrid, 1774.
R. MORENO - ANTONIO DE UULOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

del Gobierno y su venida a España. Ulloa


destinó a Bowles al recién creado por él,
ese mismo año de 1752, Gabinete de
Historia Natural, que fue emplazado en
la calle de la Magdalena esquina a la de
Lavapiés, de la capital de España.
Este Gabinete debió disponer de un
laboratorio químico-metalúrgico, pues
existe constancia documental relativa a
que allí se realizaron ensayos con meta
les y disponía de diferentes máquinas de
fundición ".
La contratación de Bowles, su vin
culación a este Gabinete, la Orden que le
dieron en 1753 para que investigara sobre
este metal, así como las distintas utilida
des que de él pudieran ser obtenidas, impli
can —prácticamente con toda seguridad—
a Ulloa en tales decisiones y justifican el conocimiento y preocupación que sobre el pla
tino tuvo el marino en todo momento.
No acertó D. Antonio de Ulloa en la contratación del irlandés para llevar a cabo
estos propósitos, pues el resultado de la investigación que realizó Bowles sobre el nuevo
metal, en el mejor de los casos, habría que calificarla de controvertida; en otros, incluso
poner en duda que tal investigación llegara a ser efectuada.
Sus trabajos de investigación no los publicó hasta 1775, y no por inciciativa pro
pia sino del Rey, quien parece pedirle cuentas de los servicios rendidos al país para los
que fue contratado. Estos los agrupó en un heterogéneo libro titulado "Introducción a la
Historia Natural y a la Geografía Física de España" 1*, y las investigaciones relativas al
platino, incluidas en dicha obra, podrían haber sido importantes cuando manifiesta haber
las realizado, 1753; ya no lo eran en el momento de su publicación, 1775.
Bowles debió ser una persona de carácter jactancioso y de muy dudosa honradez,
como se desprende de este párrafo extraido de la introducción de su libro:

"Por las experiencias que hice de la platina en el año 1753, me pareció que esta materia era
resulta de algún volcán. Despues aca han trabajado los más hábiles físicos y chimicos de

17 Manuscrito anónimo, fechado en el Escorial el 29-12-1773, Archivo del Museo Nacional de Ciencias
Naturales. Madrid. (Recogido con el n.° 159 del Catálogo de Documentos del Real Gabinete de Historia Natural
1752-1786, realizado por M.' Ángeles Calatayud Arinero. C.S.I.C., M.N.C.N., Madrid, 1987).
18 Bowles, G.: Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España. Madrid, 1775,
Imprenta de D. Francisco Javier de Mena.

89
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Europa sin haber podido sacar utilidad alguna de la platina, ni descubrir más de lo que yo
tenía descubierto".
Agustín de Betancourt, contemporáneo suyo y buen conocedor de Bowles, en las
Memorias de las Minas de Almadén ", se refiere a él, indicando su falta de honradez, su
falta a la verdad, su carencia de conocimientos y preparación, etc., razones por las que
cuestiona el conjunto de su obra.
Ciertamente, de la lectura de los experimentos sobre el platino que Bowles descri
be como propios, hay que indicar que prácticamente son una traducción literal de los artí
culos del inglés Lewis, publicados en 1754 20 y de los del sueco Scheffer, publicados en
1752; es decir, que Bowles, tal vez, debió basarse para la confección de su libro en la
recopilación de artículos publicados sobre el platino que hizo M. Morin en su obra "La
Platine, L'Or Blanc, ou le Huitieme Métal", de 1758.
Tampoco de la lectura de su obra se desprende ni el lugar donde llevó a cabo la
investigación, ni el que dispusiera del tiempo suficiente como para poderla realizar de
forma profunda y sistemática, pues fue un permanente viajero por España, al parecer a
costa del erario público, como algún contemporáneo suyo dejó escrito21. Incluso Bowles,
en su obra, incurre en múltiples contradicciones e incompatibilidades de fechas en cuan
to a sus distintos trabajos y comisiones.
Todo este conjunto de hechos arroja grandes sombras sobre su figura y su obra y,
tal vez, ratifiquen el no muy buen concepto que Bowles tuvo para sus contemporáneos.
No obstante, y si sirve de algo en descargo del naturalista, existen dos observacio
nes en su obra, referentes al platino, que, incluso en la tardía fecha de su publicación, no
se han encontrado descritas en las obras de otros investigadores.
La primera de ellas, es la observación que hace sobre la coloración rojiza que toman
las disoluciones en ácido nítrico de las aleaciones plata-platino. Él no interpreta este
hecho, que se debe en realidad a una disolución importante del paladio existente en la
muestra original de la platina que utilizara. La segunda, aunque es bastante intranscen
dente, se refiere a la detección de granos de platino en el oro —cuando las aleaciones de
ambos metales no son homogéneas— por amalgamado de la matriz de oro, resaltando de
esta forma las partículas de platino que no sufren la amalgamación.
Ambas observaciones conducen a suponer que aunque, tal vez, los ensayos descri
tos por Bowles no los hiciera en su integridad, debió prestar alguna atención a aquella
Orden que recibiera en 1753 para realizar tal investigación.
Esta época que se está contemplando, corresponde precisamente al gran auge que
tomaron en Europa los trabajos sobre el platino; época coincidente con un gran declive

19 Betancourt, A.: "Memoria de las Reales Minas del Almadén", 1783. (Tomado de la edición facsi-
milar de González, I. y Fernández Pérez, J. Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología. Madrid, pág. 276.)
20 Lewis, W. : Philosophical Transaction. Londres, 1754, tomo LXXXVI, págs. 638-689.
21 Corresponde a op. cit. n.° 17.

90
R. MORENO - ANTONIO DE ULLOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

y paralelo desinterés de la investigación realizada en España. Este periodo, abarca en


nuestro país prácticamente desde 1753 a 1774, en el que, al menos, no se ha encontrado
documentación que demuestre que tuviera lugar alguna investigación al respecto.
Aunque, desde el punto de vista histórico, no se pueda realizar una correlación direc
ta, resulta llamativo que tal declive y desinterés sean coincidentes con el sinfín de comi
siones que, tanto en España como en el extranjero, le fueron encomendadas a D. Antonio
de Ulloa*.
Sin embargo, al comienzo del último cuarto del siglo, resurge de nuevo, en la
Administración y en los círculos científicos, el interés por los estudios sobre el platino y
sus posibles aplicaciones, tal vez y en cierto modo, motivado por las reiteradas solicitu
des y demandas de muestras del metal que los científicos europeos cursaban a España,
nación monopolizadora, en aquel entonces, de esta sustancia.
La Junta de Comercio Moneda y Minas es el organismo que al conocer el Expediente
del Platino de Santa Fe23, insta al Virrey de Nueva Granada a iniciar experimentos con
el metal, a fin de tratar de conseguir su "fusión" y maleabilidad. Estas experiencias las
coordina Celestino Mutis, logrando las medallas de platino con el busto del Rey a las
que anteriormente se aludió.
En la metrópoli, comienza lo que se ha denominado internacionalmente como
"Platinum Age in Spain", traducción de una frase afortunada y que acuñó Fagés en su
discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales24.
Seguramente, la espoleta que desencadena este reinicio de los trabajos en la penín
sula se produce como consecuencia de un artículo atribuido a Ramón M.* de Munibe,
publicado en los Extractos de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País en 1775,
y que llevaba el título de "Estudios sobre la platina". En él, más que experimentos pro
pios —que no llegó a realizar— recopiló todas las experiencias conocidas y que había
leído en sus años de formación en varios países europeos.
La creación, en 1777, del Seminario Patriótico de Vergara, y la contratación de los
profesores franceses Luis Proust y Francisco Chavaneaux para las enseñanzas de quími
ca y física respectivamente, va a llevar a España a ponerse a la cabeza de Europa en las
tecnologías metalúrgicas desarrolladas en este metal.

22 En efecto, de 1758 a 1762, fue nombrado superintendente de las minas de Huencavélica; en 1766,
Gobernador de la Luisiana; en 1769, Jefe de la Escuadra, etc. Puede verse pormenorizadamente en la obra del
Almirante Guillen Los Tenientes de Navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre-Guiral y la
medición del Meridiano. Madrid. 1973. Publicaciones de la Caja de Ahorros de Novelda.
23 Expediente del Platino, Audiencia de Santa Fe, legajo 835, doc. 3. Archivo General de Indias.
Sevilla.
24 Fagés y Virgili, }.: Los Químicos de Vergara y sus Obras. Discurso de Ingreso en la Real Academia
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Madrid, 1909.

91
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Luis Proust, no trabajó en esta pri


mera época con el metal en la citada ins
titución, sino que las importantes
investigaciones que realizó fueron poste
riores y llevadas a cabo, fundamental
mente, en la Academia de Artillería de
Segovia ya a finales del siglo25.
La contribución de Francisco
Chavaneaux a la química y a la metalur
gia del metal fue transcendental a partir
de principios de 1784, fecha en la que
llega la primera partida de platina al Real
Seminario Patriótico de Vergara. En 1786,
él y Francisco Alonso, logran la purifi
cación y maleabilidad del platino hasta
un grado de perfección difícilmente supe
rable, como lo atestiguan objetos de orfe
brería fabricados por ellos, de los que, en
unos casos, existe testimonio fotográfico
de magníficas piezas, e incluso, en otros, su existencia física, como es un cáliz que con
serva el Museo del Vaticano. Estas manufacturas fueron únicas en Europa; pues los paí
ses más adelantados en aquel momento en conseguir la maleabilidad de esta sustancia
estaban teniendo grandes dificultades en la obtención de hechuras tan simples como eran
la fabricación de hilos o láminas.
No resulta nada grato leer artículos de científicos e historiadores españoles que se
han ocupado de la historia de los trabajos españoles sobre el platino, en los que se ha
denostado hasta grados insospechados y sometido al mayor de los escarnios y descrédi
to a la persona y a la labor de Francisco Chavaneaux26. Unos, basándose en que no publicó
el procedimiento seguido en la purificación del metal, cuando existe constancia docu
mental que tenía orden expresa del Ministro de guardar secreto el procedimiento27; otros,
tratando de restarle protagonismo, han aludido a supuestas colaboraciones o papeles impor-

25 Moreno García, R.: "Early Studies of Platinum in Spain. The Contribution Made by Joseph Louis
Proust". Platinum Metals Review, 37, 1993, (2) págs. 102-107.
26 Como ejemplos se pueden citar: el discurso de Fagés (op. cit n.° 24) y el del también académico
Moles Ormella, que tuvo lugar, con el mismo fin que el del anterior, en 1934.
27 Elhuyar, F. (1786), Manuscrito. Carta que envía desde París a su hermano Juan José, fechada el 19
de mayo. Archivo de Mutis, Real Jardín Botánico de Madrid. En ella advierte Fausto a su hermano la orden
de guardar absoluto secreto sobre el procedimiento de purificación del platino seguido por Chavaneaux, que
con anterioridad le había comunicado (véase ref. siguiente).

92
R. MORENO - ANTONIO DE ULLOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

Juego de aliar
realizado en platino
por Francisco Cha-
vaneaux y Francisco
Alonso para la
Capilla del Palacio
Real de Madrid;
posee los escudos
del Rey Carlos IV y
fue fabricado hacia
1786. Desapareció
durante la Guerra
Civil en 1936. (Fo
tografía reproducida
con permiso del
Patrimonio Nacio
nal).

tantes jugados por científicos españoles en su trabajo, como f ue el cuso de la participa


ción de Fausto de Elhuyar21.
El procedimiento seguido por Chavaneaux fue encontrado escrito, hace años, por
D. Francisco Yoldi Bereau, en el Archivo General de Indias, en forma de una carta envia
da por el químico al Marqués de la Sonora en abril de 1786. Yoldi Bereau se refirió a
los trabajos de Chavaneaux en su discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de
Buenas Letras en 1943, aunque, el procedimiento lo analizara de forma minuciosa en un
artículo publicado en 1945w.
El método llevado a cabo para la purificación de platino consta de tres variantes:
precipitación del platino, disuelto en agua regia, con cloruro amónico; precipitación con

28 Como ejemplo, se puede citar la siguiente frase extraída del discurso de Moles (op. cit n " 26), en
cuya página 90 se lee: "Por otra parte no resulta aventurado admitir que las ideas químicas explicando el
proceso hallado por Chavaneau se deberían íntegramente a Elhuyar, ya que Chavaneau nunca sobresalió por
su cultura química". Este comentario está basado en una carta que Fausto envió a su hermano el 17 de marzo
de 1786 desde Vergara, en la que le explica el procedimiento seguido por Chavaneaux. (Archivo de Mutis,
Real Jardín Botánico de Madrid). De la lectura de la carta difícilmente se pueden compartir las conclusiones
obtenidas por Moles, pues Fausto se refiere en ella, de forma explícita, al procedimiento de Chavaneaux; escri
be generalmente en impersonal y, únicamente, en un párrafo expresa: "Este es el método que hemos seguido
en una operación que se ha acabado oy". Dando más la sensación que su participación se limitó a presenciar
una operación de purificación, pues aunque Elhuyar demuestre estar perfectamente al corriente del procedi
miento, en ningún pasaje de la carta dirigida a su hermano, alude o indica que ¿I sugiriera a Chavaneaux nin
guna operación concreta ni tampoco hace la más mínima reivindicación a que él participara en el procedimiento.
29 Yoldi Bereau, F.: "El aislamiento del platino y el Real Seminario Patriótico de Vergara". Anales
de Física y Química. Año XLI, 1945, tomo 41, 2.* parte, págs. 193-212.

93
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

potasa y, por último, disolución y simultánea precipitación con ácido nítrico y cloruro
sódico. La calcinación de las sales, en los tres casos, le proporcionó una esponja de pla
tino puro, la cual, mediante forja en caliente, le permitió la obtención del metal com
pacto, dúctil y maleable, con el que pudo fabricar Francisco Alonso esos magníficos
objetos de orfebrería. En la carta que envió al Marques de la Sonora, Chavaneaux reco
mienda los dos últimos procedimientos por su menor coste, aunque el primero descrito,
que aún hoy día es el procedimiento preferencial para la separación del platino del resto
de los metales del grupo, ha pasado a la historia como "método Wollaston".
Podría dar la sensación que, en la historia del platino, el papel jugado por D. Antonio
de Ulloa habría terminado con la descripción que hizo de la sustancia en la "Relación
Histórica", o incluso, con la contratación de Bowles a mediados de aquel siglo.
Sin embargo, su participación no terminó entonces, pues con independencia de los
distintos empleos y comisiones a los que fue destinado —todos ellos ni remotamente
relacionados con el platino ni con aquel Virreinato—, es a él a quien el Rey solicita un
informe sobre las más adecuadas formas de explotación y extracción del metal en la
Nueva Granada.
Tal solicitud se realiza en 1787; es decir, en plena "Edad del Platino en España",
y tiene como origen varias cartas enviadas por el Virrey a España y relacionadas con los
problemas de explotación del metal en el Virreinato.
Resulta llamativo y bastante elocuente que sea a Ulloa precisamente a quien se le
pide su parecer sobre este particular y no a otros, cuando es de suponer que, precisa
mente en aquel momento, había personas que, al menos en principio, deberían estar más
capacitadas para informar sobre estas cuestiones por su mayor conocimiento y su direc
ta vinculación a los problemas mineros y metalúrgicos de aquella región. Podrían ser los
casos, por ejemplo, de Celestino Mutis o Juan José de Elhuyar.
El resultado de tal solicitud es un brillante informe elaborado por Ulloa y fechado
en la Isla de León en enero de 1788; informe poco conocido, que se ha conservado en
el Archivo del Palacio Real de Madrid ™.
En el informe, Ulloa demuestra un conocimiento profundo y extenso sobre toda la
problemática de la minería del platino y su beneficio o extracción. El marino escribe
sobre la naturaleza del metal, sus propiedades, la forma de presentarse en las minas y las
maneras más económicas de lograr su beneficio. Paralelamente, redactó 1 5 Ordenanzas
que tituló: "Ordenanza y Reglamento para el trabajo, y la explotación de las minas del
Nuevo Reyno de Granada con el fin de sacar de ellas el Metal Platina", que recogen todo

30 Ulloa, A. (1788). Manuscrito. "Juicio de D. Antonio de Ulloa sobre el metal platina y modo más
económico de explotarlo en el Virreinato de Santa Fe, año 1788". Archivo del Palacio Real. Colección Ayala,
vol. LXX1, Catálogo de Domínguez Bordona, núm. 347, pág. 137. A este manuscrito ya se refirió el Almirante
Guillén (op. cit. n.° 22). Posteriormente, fue estudiado por M. Tejado Fernández en la revista Saitabi. vol VII,
núm. 31-32, pp 51-76 de 1949.

94
R. MORENO - ANTONIO DE ULLOA "DESCUBRIDOR" DEL PLATINO

un cúmulo de experiencia minera, erudición, preocupación social y gestión administrati


va, con el único fin de lograr un mayor beneficio para la Corona.
Estos conocimientos que demuestra poseer Ulloa sobre el metal en 1788, debió
tenerlos ya antes de publicar la "Relación Histórica"; es decir, más de 40 años antes de
cuando él emite este informe, pues se constata que Ulloa estuvo durante todo este tiem
po desvinculado absolutamente de aquella región americana y, por tanto, también de los
problemas acaecidos con este metal.
Este es el importante papel que jugó D. Antonio de Ulloa en el descubrimiento y
conocimiento del platino en el siglo XVIII; papel que tuvo ya un primer reconocimien
to en aquella época, cuando el primer artífice europeo en lograr la maleabilidad del metal
como fue Francisco Chavaneaux, le dedicó una placa en platino, cuyo texto dice: "AL
EXCMO. SR. DON ANTONIO DE ULLOA, EL PRIMERO QUE TRAJO LA PLATI
NA A EUROPA, EN MDCCXLVTJJ, SE LA DEVUELVE PERFECTA EN MDCCLXXX-
VI DON FRANCISCO CHAVANO". Placa de la que se ha realizado una réplica como
homenaje a este español excepcional al que recordamos hoy en estas Jornadas
Conmemorativas de su II Centenario.

95
LA APORTACIÓN ESPAÑOLA AL DESCUBRIMIENTO,
A LA QUÍMICA Y A LA METALURGIA DEL PLATINO EN EL SIGLO XVIII

Años Cronología de los hechos y actividades relacionados con el nuevo metal

1492

? Aparición del platino en la explotación de los placeres auríferos de Nueva Granada,

i
1700 Graves problemas en la metalurgia del oro y en la separación de ambos metales.

• Se deja constancia documental de la existencia de adulteraciones con platino del oro


destinado a la acuñación.

i Primeras medidas administrativas para evitar el fraude.



1726 Existen métodos de separación de ambos metales en las Cecas o Casas de la Moneda.

? Existe una química y una metalurgia autóctona del metal, que logra su purificación.
Le sigue una manufactura de objetos de platino en Nueva Granada.

1748 Ulloa da a conocer en Europa la existencia del platino.

1750 Los primeros trabajos de investigación sobre el platino en la metrópoli.


• Los estudios de C. Vélez, P. Lofling y G. Bowles.
1752 Se inician los trabajos de investigación europeos del nuevo metal.

• ¿Desaparece la investigación española?

1774 Se ordena al virrey de Nueva Granada que inicie investigaciones, tendentes a conseguir
la fusión del platino y su manufactura. La investigación la coordina C. Mutis, lográndose
por un método desconocido la "fusión" del metal. Se confeccionan dos medallas con
la efigie del Rey.
1775 Comienza lo que ha venido en denominarse: "Platinum Age in Spain", con los trabajos
• de investigación de Francisco Chavaneaux, Francisco Alonso y Luis Proust. España,
logra ponerse a la cabeza de Europa en la tecnología desarrollada en este metal.
1805 Desaparece definitivamente el interés y la investigación en el platino.

96
ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

Miguel Angel Puig-Samper


Centro de Estudios Históricos. CSIC

os son las principales dificultades que surgen al aproximarnos a la figura


de Antonio de Ulloa como naturalista; la primera que el gran marino ilus
trado no puede ser catalogado como un naturalista "profesional", no ya
desde hoy sino en el contexto de su época, en la que incluso en España se manejaba ya
un cierto vocabulario científico, un método, y se seguían, en el caso de la Historia Natural,
algunos de los principales sistemas de clasificación, elementos que generalmente Ulloa
no utiliza en sus obras, quizá por moverse en un área de intereses más próximos a la geo
grafía, disciplina que en esta época sí tenía en cuenta ciertos elementos y conocimientos
propios de la Historia Natural.
La segunda dificultad estriba en el tiempo tan dilatado en que se produce la obra
de Antonio de Ulloa, que recorre el reinado de cuatro borbones, Felipe V, Fernando VI,
Carlos III y Carlos IV, lo que hace que al intentar analizar su obra haya que tener cier
to cuidado con el contexto en el que ésta se produce, ya que la ilustración española a
pesar de tener un cierto hilo conductor a lo largo del siglo XVIII, manifiesta también
puntos de inflexión que hay que considerar.
Teniendo en cuenta ambas dificultades abordaremos el trabajo naturalista de Ulloa,
considerando tanto la situación de las ciencias, en especial de la Historia Natural, como
la evolución de nuestra ilustración a lo largo del siglo, para detenernos después en cada
etapa en cada una de sus obras.

Los primeros síntomas de la renovación científica

La primera etapa de la obra científica de Antonio de Ulloa se corresponde


cronológicamente con el reinado de Felipe V, el primero de nuestros borbones, a pesar
de que la publicación de la Relación de su viaje se produjo dos años después de haber
fallecido el monarca. Ideológicamente es una época profundamente marcada por la obra
del benedictino Feijóo, el Teatro Crítico Universal (1726-1740) y las Cartas eruditas y
curiosas (1742-1760), el gran divulgador científico que se convierte en muchos aspectos
en el adelantado de la ilustración española por su posición crítica, antiescolástica y refor-

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 97-124 97


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

mista 1, aunque como ha señalado López Piñero sigue también una corriente de raíces
científicas mucho más profundas como la de los novatores del último tercio del siglo
anterior.
Especialmente hay que destacar en este movimiento, del que formaban parte entre
otros Juan Bautista Juanini, Crisóstomo Martínez o José Lucas Casalete, la figura emblemá
tica de Juan de Cabriada, quien con la publicación de su Carta filosófica, médico-chy-
mica (Madrid, 1687) puso las bases del movimiento de reforma científica que se inicia
en España con el cambio de siglo. Algunas de las novedades que aparentemente surgen
en España tras la obra de Feijóo aparecen en los escritos de Cabriada, quien ya reco
mendaba la creación de Academias y laboratorios, con la colaboración de científicos
extranjeros, pues observaba "Que es lastimosa y aún vergonzosa cosa que, como si fué
ramos indios, hayamos de ser los últimos en recibir las noticias y luces públicas que ya
están esparcidas por Europa". Asimismo la insistencia en la experimentación y en el cono
cimiento adquirido por la experiencia aparecían ya en la obra de Cabriada, quien ponía
como ejemplo los nuevos adelantos de la química y la doctrina de la circulación de la
sangre, "nuevo sol de la medicina".
En el terreno institucional la propuesta de Cabriada, "¿Por qué..., no se fundará en
la Corte del Rey de España una Academia Real, como la hay en la del Rey de Francia,
en la de Inglaterra y en la del señor Emperador?"2, tuvo su primer eco en la fundación
de la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla (1700), asociación acadé
mica que llevará la bandera de la renovación científico-médica hasta que se funde en
1734 la Academia Médica Matritense por iniciativa de José Hortega3 y bajo la presi
dencia del protomédico José Cervi, uno de los animadores de la Sociedad sevillana4junto
al propio Cabriada y personajes de la talla del médico escéptico Martín Martínez, uno de
los mejores amigos de Feijóo5.
Entre los amigos del gran divulgador de la ciencia moderna en España tampoco hay
que olvidar a Martín Sarmiento, autor de la Demostración crítico-apologética del Teatro
Crítico Universal (Madrid, 1739) y, como hemos descubierto recientemente, de un "Método

1 Marañón, G.: Las ideas biológicas del P. Feijóo. Madrid, Espasa-Calpc, 1934. López Piñero, J. M.':
La introducción de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ariel, 1969.
2 López Piñero, J. M.\ Ciencia y Técnica en la Sociedad Española de los siglos XVI y XVII, Barcelona,
Labor, 1979, págs. 403-433.
3 Academia Nacional de Medicina, Publicaciones conmemorativas del II centenario de su fundación.
Conferencias, Madrid, Imp. de J.Cosano, 1936.
4 Ortega, J.: Elogio histórico del señor doctor D. Joseph Cervi, Madrid, Imp. del Mercurio, 1748.
Barras de Aragón, F. de las: "Noticias y documentos de la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de
Sevilla y el doctor Cervi", Boletín de la Universidad de Madrid. 2. 1930, págs. 354-379. Granjel, Luis S.:
Anatomía española de la Ilustración, Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina Española, 1963.
5 Granjel, L.S.: "El pensamiento médico de Martín Martínez". Archivos Iberoamericanos de Historia
de la Medicina y Antropología Médica, 4, 1 950, págs. 41-78.

98
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

para la Historia natural, y Botánica" dirigido a formar una Botánica general española6,
en la que se incluían las posesiones americanas con un sentido utilitario muy propio de
la Ilustración española, como puede verse también en la obra del jesuita Joseph Gumilla,
El Orinoco Ilustrado (Madrid, 1741), en la línea ideológica de algunos políticos pro
yectistas del momento como José del Campillo7.
Aunque algunos autores como Albert Dérozier indican que en esta primera mitad
del siglo XVIII sólo hay un despertar tímido, disperso y errático de un pensamiento diri
gido a la divulgación de la reflexión, el análisis y la exaltación de la verdad, lo cierto es
que en el terreno cultural, como el mismo autor señala, hay un giro en 1737 con la publi
cación de la Poética de Ignacio Luzán*, los Orígenes de la lengua española de Mayáns*
y la aparición del Diario de los literatos de España 10. Pocos años después entraba en la
escena de los vindicadores de la modernización científica y cultural Andrés Piquer con
su Física moderna, racional y experimental (Valencia, 1745) y su Lógica moderna
(Valencia, 1747) ". Asimismo se consiguen algunos logros institucionales como la crea
ción de la Real Academia Española (1713), el Real Seminario de Nobles de Madrid
(1726), la Academia de la Historia (1735-38) o la de la Academia de Bellas Artes de San
Fernando (1744) y en otro terreno, ligado a la milicia, la Academia de Ingenieros Militares
de Barcelona (c. 1715) y la de Guardiamarinas de Cádiz (1717), institución de importan
cia vital en la formación del joven Ulloa, quien con tan sólo 19 años fue propuesto para
formar parte de la expedición geodésica hispanofrancesa al virreinato del Perú u.

6 Fundación Universitaria Española. Archivo Campomanes. Ms. 35/14. "Plano Gral. Método para la
Historia natural, y Botánica formada por el P. Sarmiento Benedictino. Para recoger materiales que deben ser
vir de fundamento a una Historia de todos los Vegetables, ó una Botánica general española siguiendo el met-
hodo de un Interrogatorio".
7 Campillo y Cossío, J. del: Nuevo sistema económico para América, Oviedo, GEA, 1993. Ed. de
Manuel Ballesteros Gaibrois, sobre la edición madrileña de 1789, cuyo manuscrito se conserva en la Biblioteca
Nacional, Papeles Curiosos, Mss. 10949.
8 Makowiecka, G.: Luzán y su Poética, Barcelona, 1973. R. Froldi, "El último Luzán" en La época
de Fernando VI, Oviedo, Cátedra Feijóo-Universidad de Oviedo, 1981, págs. 353-366.
9 Peset, V.: Cregori Mayans y la cultura de la lIlustracio, Barcelona, Curial, 1975.
10 Dérozier, A.: "Visión cultural e ideológica", en Centralismo, Ilustración y Agonía del Antiguo
Régimen, t.VII de la Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara, Barcelona, Labor, 2.* ed., 1984,
págs. 341-356.
1 1 Peset Vidal, J. B.: Memoria biográfica, bibliográfica o crítica acerca de D. Andrés Piquer, Valencia,
Ferrer de Orga, 1878. Peset, J. L. y Lafuente, A.: "Tradición y modernidad en la Lógica de Andrés Piquer",
Estudios de Historia de Valencia, Valencia, 1975, págs. 247-259. López Piñero, J. M.*: "La mentalidad anti
sistemática en la medicina española del siglo XVIII", Medicina moderna y sociedad española (siglos XVI-XIX).
Valencia, Cátedra e Instituto de Historia de la Medicina, 1976, págs. 191-214.
12 Lafuente, A. y Peset, J. L.: "Las actividades e instituciones científicas en la España ilustrada", en
M. Sellés, J. L. Peset y A. Lafuente (Comp.), Carlos III y la ciencia de la Ilustración, Madrid, Alianza. 1988,
págs. 29-79.

99
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

La Historia Natural en la expedición geodésica al Perú 13

Las actividades de Jorge Juan y Antonio de Ulloa en su viaje a la América del Sur,
hay que enmarcarlas en la conocida expedición geodésica hispanofrancesa a Quito
(1735-1744), organizada por l'Académie Royal de Sciences de París.
La expedición fue una consecuencia de la polémica surgida entre los científicos car
tesianos y newtonianos, en torno a la figura de la Tierra, lo que ocasionó que el Ministro
de Marina francés, conde de Maurepas, miembro de la Academia, consiguiera la apro
bación real para la medida de algunos grados del meridiano terrestre en el Ecuador, tras
una propuesta del afamado astrónomo Louis Godin 14.
Como la expedición tenía como territorio de destino el importante virreinato del
Perú, el gobierno francés se vio obligado a elevar una petición al ministro español de
marina, José Patiño, a la que se adjuntaba un memorial con todos los extremos de dicha
empresa. Básicamente se pedía autorización para recorrer el Perú, para hacer observa
ciones útiles a la navegación, estudios de Historia Natural, realizar observaciones astronó
micas por debajo del Ecuador y medir allí los grados de longitud y latitud, para poder
determinar exactamente la figura de la Tierra.
El Consejo de Indias aprobó la expedición geodésica con algunas observaciones,
como la de que se incluyera en ella a "dos sujetos inteligentes en la matemática y astro
nomía", cargo que más tarde ocuparían los guardiamarinas Jorge Juan Santacilia y Antonio
de Ulloa de la Torre Giral. La condición tenía un claro sentido si tenemos en cuenta que
había un mal precedente en la supuesta colaboración científica hispanofrancesa, puesto
que en 1724, en el breve reinado del monarca español Luis I, el ministro Juan Bautista
Orendain había autorizado la estancia en las islas Canarias del padre Louis Feuillée, envia
do por la Academia de Ciencias de París para hacer observaciones naturalistas y, sobre
todo, fijar la posición astronómica del meridiano de Hierro y a cambio el astrónomo
francés, muy diplomáticamente, había negado la incorporación de Nicolás Guerrero, de
la Compañía de guardiamarinas de Cádiz, que había sido enviado por el rey con el obje
tivo, después conseguido en el caso de Juan y Ulloa, de aprender al lado de un científi
co de prestigio ".
En relación a la Botánica y su aplicación médica, los expedicionarios españoles
recibieron unas instrucciones particulares para no quedar al margen de las indagaciones

13 Puig-Samper, M.A.: "La Historia Natural en la Expedición geodésica al Perú: las aportaciones de
Jorge Juan y Antonio de Ulloa", Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Tebeto, V, t. I, 1992,
págs.79-101.
14 Lafuente, A. y Mazuecos, A.: Los caballeros del puntofijo. Barcelona-Madrid, Serbal-CSIC, 1987.
Lafuente, A. y Delgado, A. J.: La geometrización de la Tierra (1735-1744), Madrid, CSIC. 1984.
15 Puig-Samper, M. A. y Pelayo, F.: El viaje del astrónomo y naturalista Louis Feuillée a las Islas
Canarias (1724), Santa Cruz de Tenerife, Taller de Cultura Popular Canaria. 1995 (en prensa).

100
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

francesas, especialmente de las del botánico Joseph de Jussieu, en quien la Academia


francesa había puesto todas sus esperanzas en el campo de la Historia Natural ":

"Siempre que los académicos de la geometría y botánica hicieran sus dimensiones y examen
de algunas plantas o yerbas, tendrán especial cuidado en dibujarlas con la mayor propiedad
que les sea posible, anotando sus virtudes y efectos, y lo que sobre esto informaran los habi
tantes del país." "

La aprobación final del proyecto hispanofrancés tuvo lugar el 14 de agosto de 1734,


con la emisión de la real cédula por la que se autorizaba el paso a América de los acadé
micos franceses y sus acompañantes españoles. Realmente, la reunión de los expedicio
narios españoles y franceses se produjo en Cartagena de Indias, lugar al que llegaron de
forma separada. Joseph de Jussieu describe en una carta dirigida a su hermano este en
cuentro:

"Allí encontramos a los dos oficiales de la marina española que el rey Felipe V nos ha seña
lado como adjuntos, son dos amables caballeros de carácter extremadamente dulce, muy
sociables, nobles y que conocen muy bien las matemáticas, ambos hablan francés para hacer
se entender fácilmente." 1*

En Cartagena comenzaron las primeras noticias de Historia Natural dadas por Juan
y Ulloa, que se extenderán a lo largo de todo el viaje americano y que hemos seguido
preferentemente a través de su Relación Histórica del Viage a la América Meridional
(1748) ", por contener mucha más información que las Noticias Secretas de América,
donde aparecen muy resumidas algunas de las mismas observaciones zoológicas y botá
nicas, en tanto que faltan muchas otras.

Las producciones naturales de Cartagena

Las primeras observaciones de carácter naturalista hechas por Antonio de Ulloa


aparecieron en Cartagena de Indias, paraje que como a otros viajeros europeos pareció
extremadamente fértil y exuberante:

16 Pelayo, F. y Puig-Samper, M. A.: "Las actividades científicas de Joseph de Jussieu en América del
Sur", en Bénassy, M. C. y Clément, J. P.: Nouveau Monde et Renouveuu de l'Histoire Naturelle, París, Presses
de la Sorbonne Nouvelle, 1993, vol. II, pags. 67-84.
17 Archivo General de Indias (AGI), Lima 590, citado en Ramos Gómez, L. J.: Las "Noticias Secretas
de América" de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1735-1745), Madrid, CSIC, 1985, t. I, pag. 24.
18 Lafuente, A. y Mazuecos, A.: Op. cií., págs. 96-98.
19 Juan, J. y Ulloa, A. de: Relación histórica del viaje a la América meridional. 1748. Introducción
y edición de José P. Merino y Miguel M. Rodríguez, Madrid, FUE, 2 vols., 1978. (En adelante Relación...).

101
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

"Es tan comun, y permanente la fertilidad de las Campañas de todo aquel País cercano a
Cartagena, que causa admiracion ver la frondosidad, con que lo adornan las varias Plantas
silvestres, que se crian en él; y que nunca llegan a perder estas aquellos lozanos bríos, con
que la Tierra las produxo: y siendo constante el verdor, y tan vario según la diversidad de
tantas Hojas, con que se visten los Arboles, y esmaltan los Prados, y las Selvas, goza la vista
en ellos el recreo de estenderse siempre sobre la perpetua Primavera de aquel Clima: pero
aquellos Naturales poco inclinados a la Agricultura se aprovechan perezosamente de los pri
mores, con que Naturaleza lo dotó." M

Sobre las especies vegetales observadas en Cartagena, Ulloa describe la utilidad de


las maderas de cedros (Cedrela sp.) y caobos (Swietenia sp.) para fabricar canoas y
Champanes, muy usados en la pesca y en el tráfico comercial desarrollado por los este
ros y ríos. Asimismo se detiene brevemente en las apreciadas resinas conocidas como
"Aceyte de María" y el "Bálsamo de Tolú", de virtudes apreciables. Sobre los árboles
productores de frutos comestibles, indica los tamarindos (Tamarindus indica L.), los nís
peros (Achras Sapota L.), los zapotes (Calocarpum Sapota (Jacq.) Merr.), los papayos
(Carica papaya L.), los guayabos (Psidium guajava L.) y los cañafístolos (Cassia sp.),
deteniéndose además en los peligrosos manzanillos (Hippomane Mancinella L.) y en las
palmas, entre las que destaca la productora de cocos (Cocos nucífera L.), otra de dátiles
(Phoenix dactylifera L.), especie introducida de Africa; la palma real, (Roystonea regia
(H.B.K.) Cook), productora de palmitos y, por último, la conocida como corozo, proba
blemente Acrocomia sclerocarpa Mart. o alguna especie similar, puesto que se indica
que de ella se obtenía el vino de palma, tras provocar una incisión en su tronco y fer
mentar posteriormente el jugo obtenido, siendo ésta una bebida muy usada "entre los
Indios y Negros".
Asimismo se señalan como especies muy estimadas en España y abundantes en
aquellos montes, el guayacán (Guajacum officinale L.), de madera muy dura y conocido
desde la conquista por sus propiedades medicinales como "palo sano" y "palo santo"; y
los "Evanos" (Caesalpinia sp.), "cuya fortaleza quiere competir con el Hierro".
Entre las plantas menores de los bosques llamó la atención de los expedicionarios
la "Sensitiva" (Mimosa pudica L.), conocida también como "vergonzosa" y "doncella",
por la propiedad de sus hojuelas de cerrarse al menor contacto:

"...luego que se toca alguna de sus Hojitas, se cierran todas las de aquella rama, y aprietan
unas contra otras con tanta prontitud, que no parece sino que los resortes de todas ellas estu
vieron esperando aquel instante con prevencion, para jugar todos a un mismo tiempo: des
pues que ha pasado algun espacio no muy largo vuelven pausadamente a desplegarse,...".

Entre los bejucos, tan abundantes en los montes de Cartagena, llamó su atención la
"Habilla de Cartagena" (Feuillea sp.), cuyas semillas amargas constituían un eficaz antí-

20 Relación..., I, pág. 66.

102
M. A. PU1G-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

doto contra las mordeduras de serpientes21. Siempre son especies vegetales "útiles" a la
medicina, la industria, el comercio, la alimentación, etc.. las que describe Ulloa, como
buen ilustrado dispuesto a arrancar a la Naturaleza sus secretos.
En su estancia en Cartagena, Jorge Juan y Antonio de Ulloa se preocuparon tam
bién de anotar los datos correspondientes a las especies animales más notables:

"Si es fértil Cartagena en Arboles, y Plantas, como queda visto, no es escaso a proporcion
su Distrito en toda suerte de Animales; unos Domesticos para el sustento, y regalo de sus
Habitadores; otros Silvestres, en quienes la diversidad de propiedades, y especies causa no
pequeña admiracion en el Entendimiento, considerando en tanta variedad de obras al Supremo
Artifice, que todas las dispuso: otros feroces, que guardan, y defienden lo inculto de las
Selvas; y entre unos, y otros Quadrupedos, Reptiles, y Volatiles no son en numero menor
los que se visten de pintadas, y vistosas Plumas, que los que encubren la natural fiereza de
jaspeadas, y coloridas Pieles, ni menos los que esconden violentissimos venenos con las bri
llantes escamas; porque de todas especies abunda aquel Territorio".

Entre los animales salvajes destacan dos especialmente dotados por la naturaleza
para su defensa: el "zorro", probablemente del género Mephitis, y el armadillo (Dasypus sp.),
mamífero desdentado que siempre llamó la atención de los exploradores europeos y era
utilizado como alimento por "Negros" e "Indios". Entre los monos, aparecen nombrados
como los más comunes los Micos, en tanto que de la variedad de aves hacen los expe
dicionarios un verdadero canto a las maravillas de su naturaleza, destacando el guaca
mayo (Ara sp.), de tan vivos y exquisitos colores en su plumaje, y el predicador o tucán
(Rhamphastidae) al que dedican una atención especial, dadas sus características exóticas.
Los murciélagos, que cubrían la ciudad a la caída del sol, son descritos por sus acti
vidades de vampirismo; entre los reptiles, Juan y Ulloa fijaron su atención en las "cule
bras" y entre éstas en las más "ponzoñosas" como eran las conocidas como corales, muy
vistosas de colores y de mordedura mortal, las cascabeles, cuyo sonido interpretan como
el aviso que les dio la naturaleza para prevenir a sus posibles víctimas, y las de bejuco,
así llamadas por suspenderse habitualmente de los árboles y asemejarse a éstos. Asimismo
la presencia de "Cientopies" y Alacranes, de diversas especies, ocupa parte de las des
cripciones de Juan y Ulloa. Otro "animalillo" que llama su atención es el que denomi
nan Caracol Soldado, en realidad una variedad de cangrejo ermitaño.
Tras exponer la belleza de las mariposas cartageneras y la incomodidad producida
por los mosquitos, zancudos, gegenes y mantas blancas, se detienen en el animal que es
conocido en Cartagena con el nombre de Nigua {Junga penetrans) y en el Perú con el
de Pique, similares a pulgas que se introducen en los pies produciendo una perlilla muy
dolorosa de extraer. Entre los insectos dañinos para la madera, los tejidos y otras mer-

21 Relación..., I, págs. 66-72.

103
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

cadenas, destacan el "Comegén", neuróptero tan sumamente voraz que hacía peligrar los
productos que entraban al puerto de Cartagena.22
Entre los alimentos básicos utilizados en Cartagena, Juan y Ulloa destacan el bollo,
hecho a base de maíz molido y envuelto luego en hoja de plátano o de "Vijahua" (Calathea
sp.), y el cazabe, hecho con raíces de yuca (Manihot sp.), ñames (Dioscorea sp.) y "monia-
tos", que sustituían al pan de trigo, sólo utilizado por los europeos o por los criollos para
tomar el cacao, producto muy abundante en las orillas del río Magdalena, o algunos dul
ces de almíbar. Además, señalan la utilidad del camote, lpomoea batata (L.) Poir., seme
jante según los expedicionarios a la batata de Málaga y utilizadas en diversas conservas,
y la abundancia de cañaverales de azúcar, de los que obtienen mieles y aguardiente.
Sin duda fueron las frutas americanas lo que llamó más la atención de los viajeros.
Entre las peculiares del país nombran los nísperos (Achras Sapota L.), más delicados y
dulces que los conocidos en Europa; las papayas (Carica papaya L.), de carne interior
blanca muy jugosa, algo fibrosa y gusto algo agrio; las guanábanas (Anona muricata L.),
semejantes a los melones, aunque con un olor empalagoso y algo indigestas; las guaya
bas (Psidium guajava L.), apreciables por su fragancia; los "sapotes", Calocarpum Sapota
(Jacq.) Merr., de color musco algo colorado, de poco jugo, de carne pegajosa, fibrosa,
sólida y de buen gusto; el mamey (Mammea americana L.), que les recuerda el melo
cotón; los cocos (Cocos nucífera L.), de la que se saca una leche utilizada en Cartagena
para hacer el arroz, y los plátanos (Musa paradisiaca L), en los que distinguen tres varie
dades: las bananas, que son las mayores, los dominicos, algo más cortos y delgados, y
los guineos, más pequeños y de más sabor.
Los limones criollos, son también objeto de su atención y los diferencian de los
europeos por ser más pequeños, su cáscara delgada, muy ácidos y con mucho zumo, por
lo que son corrientemente utilizados en la preparación de numerosas comidas. La piña,
Ananas comosus (L.) Merr., también ocupó la atención de Juan y Ulloa, quienes la des
criben como de forma similar a las de Europa, de ahí su nombre, dotada de una extraor
dinaria fragancia, muy jugosa y de sabor agridulce. Por último dedican algunos párrafos
al tamarindo (Tamarindus indica L.), utilizado en refrescos, y al maní (Arachis hypogaea
L.), cuyas semillas se consumían tostadas y confitadas, aunque Juan y Ulloa consideran
que no deben ser muy saludables para aquel clima por su naturaleza "cálida"23.

Curiosidades de Portobelo, el río Chagre y Panamá

A pesar de que en su estancia en Portobelo las descripciones de Juan y Ulloa, en


lo que se refiere a Historia Natural, son muy escasas, hay dos que merece la pena resal-

22 Relación..., I, págs. 73-93.


23 Relación..., I, págs. 94-107.

104
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

tar: la de los pericos ligeros, más conocidos por nosotros como perezosos, y la de los
sapos. Sobre los primeros, que algunos de los primeros cronistas de Indias creían que se
alimentaban del aire, Juan y Ulloa apuntan:

"Entre los muchos, y particulares Animales, que se registran en aquel País debe tener su
lugar el Perico ligero, nombre ironico, que se le dá por su mucha lentitud, y pesadéz. Tiene
este la figura de un Mono mediano; feo de Cara, porque toda ella está llena de arrugas: su
color es entre ceniciento, y pardo: y peladas la mayor parte de las Manos, y Pies: tiene tanto
sosiego, que puesto en un sitio, ni necesita de cadena, ni ha menester jaula, para que no se
vaya; porque está sin moverse, hasta que obligado del hambre le es preciso buscar el ali
mento: la Gente no le espanta, ni la ferocidad de otros Animales altera su quietud: quando
se mueve, acompaña cada accion con un grito tan desapacible, y lamentable, que a un mismo
tiempo produce en el oyente compassion, y enfado: esto lo executa aun en aquellos movi
mientos mas tenues, de levantar la Cabeza, Brazo, o Pierna; y segun toda apariencia es efec
to de una general crispatura en todos los Musculos, y nervios de su Cuerpo, los quales le
causan vehemente dolor, al tiempo de quererlos laxar para su uso."

Sobre los sapos de Portobelo, apuntan su extremada abundancia fuera de sus luga
res naturales y es interesante la interpretación que hacen Juan y Ulloa sobre la aparición
súbita de estos animales tras la lluvia, ya que la opinión vulgar en Portobelo era que cada
gota era capaz de producir un sapo por generación espontánea, lo que explicaba su abun
dancia, en tanto que los expedicionarios refutan esta explicación, dado que consideran
que estos animales proceden de los "huevezuelos" preexistentes que se vivificaban por
efecto de la humedad.
En el tránsito de Portobelo a Cruces, al navegar por el río de Chagre, los expedi
cionarios pudieron observar los caimanes y otros animales de sus orillas, así como la
riqueza de su flora. En Panamá, las observaciones se centraron en la iguana, reptil que
los habitantes comían frecuentemente y que es definido por Juan y Ulloa, quienes tam
bién lo probaron, como anfibio, de figura como de una lagartija, aunque mayor en el
tamaño, de color verdoso, con los dedos unidos por una membrana suelta, con una fila
de escamas verticales desde la cabeza a la cola, la boca guarnecida de afilados dientes y
ovíparos.
Sobre uno de los productos naturales que más ingresos producían en Panamá, Juan
y Ulloa nos hablan de las preciosas perlas que se obtenían en las islas del Rey, Taboga
y otras muchas de aquella jurisdicción, para luego ser exportadas a Europa y al reino del
Perú. Se utilizaban para su captura a pobres negros esclavos, que muchas veces morían
víctimas de "monstruos" marinos como "Taburones", tintoreras y mantas24.

24 Relación..., I, págs. 172-176.

105
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Las amenidades naturales de Guayaquil

Aunque las descripciones de la naturaleza guayaquilense no aparecen de forma tan


ordenada como en el caso de Cartagena, Juan y Ulloa prestaron atención a algunos seres
naturales de aquel Corregimiento, al hablar de sus partidos. En la Punta de Santa Elena
detallan cómo se recogía una púrpura muy fina, con la que coloreaban el algodón, de
forma similar a como lo hacían los "Antiguos", a partir de cierto molusco abundante en
aquellas costas.
La jurisdicción de Machala y el Naranjal eran productoras de cacao (Theobroma
Cacao L.), uno de los productos más importantes de estos territorios de Guayaquil. En
las inmediaciones de sus playas, así como en la isla de Puná, destacaban unos vegetales
desconocidos en Europa, los Mangles o manglares (Rhizophora mangle L.), formados
por árboles y arbustos que vivían en zonas inundadas diariamente por las aguas del mar,
en tierras cenagosas.
Al hablar de los métodos de pesca empleados en el río de Guayaquil, muy abun
dante en caimanes, Juan y Ulloa prestan atención al sistema de represar el río para aña
dir después barbasco (Jacquinia sp.); Entre las especies de pescados más abundantes se
encontraba el bagre (Pimelodus ornatus), uno de los mayores peces que allí se cogían,
en tanto que era muy apreciado el robalo (Brycon sp.), más difícil de conseguir por encon
trarse en los altos esteros del río.
Entre los productos naturales que eran objeto de comercio por el río Guayaquil,
Juan y Ulloa destacan la cera, el tabaco (Nicotiana Tabacum L.), el maní (Arachis hypo-
gaea L.), el ají (Capsicum sp.) y la lana de Ceibo (Ceiba pentandra Gaertn.).
En el viaje de Guayaquil a Quito, ya en la zona de montaña, abundante en aves,
"culebras" y "monos", destacan la importancia de las cañas, bejucos y de las "Vijahuas"
(Calathea sp.), plantas similares al platanillo (Heliconia sp.), ya conocidas por los pri
meros cronistas por su interés para envolver alimentos, techar las casas y fabricar cho
zas, aplicaciones que también son anotadas por Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Como
curiosidad indican la existencia de un árbol conocido como "Matapalo", nombre que suele
aplicarse a algunas especies de Ficus y a un bejuco (Hydrangea peruviana), por las ca
racterísticas de su crecimiento, en el que destruyen a la especie vegetal que le sirve de
soporte 25.

La fertilidad del territorio de Quito

Entre las numerosas especies vegetales utilizadas en alimentación en este teritorio,


Juan y Ulloa citan algunos de los ya tratados como los camotes, (Ipomoea batatas (L.)
Poir.), la yuca (Manihot sp.), los plátanos (Musa paradisiaca L.), el ají (Capsicum sp.)

25 Relación..., I, págs. 268-30I.

106
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

o pimienta de las Indias, la piña (Ananas comosus (L.) Merr.), la guayaba (Psidium gua-
java L.), para detenerse después en otros como las arracachas (Arracada esculenta D.C./
A. xanthorrhiza Bancr.), más conocidas después como zanahorias blancas o del pais, los
higos de Tuna (Opuntia sp.), las limas dulces (Citrus limeña Risso & Poit.), las limas
agrias (Citrus aurantiifolia (Roem.) Swingle), las cidras (Citrus decumana L.), las toron
jas (Citrus granáis Osbeck), el durazno (Prunus pérsica (L.) Stokes), etc...
Otras de las frutas en las que se detienen, por no haber aparecido antes en la Relación,
son la chirimoya (Anona cherimolia Mill.), que estiman como la mejor fruta conocida,
las granadillas (Passiflora sp.), las guabas (Inga sp.) y la Fresa del Perú (Fragaria chi-
loensis (L.) Duch.), que es comparada con la europea.
Entre las raíces empleadas en alimentación por los quiteños indican como la prin
cipal las Papas (Solanum tuberosum L.), utilizadas desde la antigüedad en toda la región
andina, y la Oca (Oxalis tuberosa Mol.), de sabor parecido a las castañas, aunque algo
dulce. En cuanto a los cereales destacan el amplísimo uso del Maíz (Zea mays L.), ali
mento indígena por excelencia del que además obtenían la conocida "chicha", bebida
"que usaron los Indios en tiempo de su Gentilidad"; y la quinoa (Chenopodium quinoa
Willd.), pseudocereal con propiedades medicinales utilizado tradicionalmente en la ali
mentación indígena.
Respecto a la fauna, fundamentalmente aquella destinada a la alimentación, Juan y
Ulloa describen que en el corregimiento de Otavalo, en los lagos de San Pablo y Cuicocha,
se encontraban muchos "patos y gallaretas", así como "cuyes del monte" (Cavia porce-
llus), también conocidos como cobayos o conejillos de Indias, y venados (Odocoileus
virginianus ustus y Mazama rufina rufina) K.

Los productos de Loja: la quina y la grana

Los expedicionarios españoles dejaron constancia en su Relación de la calidad de


la famosa quina de Loja (Cinchona sp.), así como del viaje de su compañero Jussieu:

"En el Territorio de este Corregimiento se produce, y saca el célebre Especifico contra las
Calenturas intermitentes conocido por el nombre de Cascarilla de Loja, o Quina Quina: halla
se esta de diversas calidades; y entre ellas una, que es mas perfecta en la eficacia de su vir
tud. Mr. de Jusieu,...,hizo determinadamente viaje a Loja, para reconocer el Arbol, que la
produce; y en una dilatada descripcion,..; distingue las especies, y relaciona las mas proli-
xas circunstancias para la satisfaccion de los Botanicos, y espectacion de los Curiosos." n

26 Relación..., I, págs. 391-416.


27 Relación.... I, págs. 440-441.

107
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Realmente se había adelantado a la descripción del botánico francés, su compatriota


y jefe de la expedición, La Condamine2*, aunque este autor reconoce en su trabajo la
deuda contraída con el naturalista y las circunstancias en que se produjo el reconoci
miento de la "nueva" especie medicinal, ya que pasaron dos años antes de que Joseph
de Jussieu hiciera el viaje relatado por Juan y Ulloa a Loja, lo que le permitió escribir
más tarde la Description de l'arbre á Quinquina, que suponía un relativo avance de la
memoria de su compañero de expedición, por su mayor precisión en la descripción de
las especies y en los caracteres botánicos necesarios para su correcta clasificación.
Otro de los tesoros descubiertos en Loja fue la cría de la grana o cochinilla (Coccus
cacti), insecto que se cultivaba en unas plantas conocidas en Oaxaca con el nombre de
nopal (Opuntia coccinillifera L.), de estructura similar a las tunas de Andalucía, para
obtener un tinte utilizado en los tejidos de esta localidad 2".

El consumo de la coca en Popayán y otras curiosidades

Entre las plantas de la jurisdicción de Popayán, sobre todo en la región de Timana,


descubrieron Juan y Ulloa el cultivo de la Coca (Erythroxylum coca Lam.), "Yerba tan
estimada de los Indios en algunas Provincias del Perú", que la usan para mascarla junto
a una especie de greda que llaman "Mámbi":

"Esles de gran alimento; pues mientras la tienen, no se acuerdan de comer, y se passan los
dias enteros trabajando sin tomar otro mas, que el de esta Yerva: añaden tambien los mis
mos Indios, y lo tiene en ellos acreditado la experiencia, que les da mucha fortaleza; la qual
echan menos, quando les falta; y además de estas dos singulares propiedades le adaptan la
de consolidar las Encías, y vigorizar el Estómago".

Aunque la planta era conocida en la época precolombina y luego fue descrita por
autores como Francisco Hernández, la primera descripción científica moderna de la coca
estuvo basada en la realizada por el botánico francés acompañante de Jorge Juan y Antonio
de Ulloa, Joseph de Jussieu, en la cordillera andina. Jussieu envió plantas vivas de coca
a su hermano Antoine, quien las aclimató en sus invernaderos y las utilizó para la des
cripción del género. Asimismo fueron estas plantas enviadas por Jussieu las que utilizó
Lamarck para describir la especie Erythroxylum coca, tal como él mismo señala al indi
car la referencia del herbario peruano y los dibujos de Jussieu30.

28 Lafuente, A. y Estrella, E.: "La Condamine en la América meridional", en La Condamine, Viaje a


la América Meridional por el río de las Amazonas. Estudio sobre la quina, Barcelona. 1986.
29 Relación..., I, págs. 441-448.
30 Lamarck, J. B.: Encyclopedie Méthodique. Botanique, París, t. II, pág. 393.

IOS
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

Sobre su utilización en el Perú, Juan y Ulloa comentan que se utilizaba frecuente


mente en los "Asientos de Minas", donde los indios la consumían para poder trabajar,
"por cuya razon los Dueños de Minas tienen siempre porcion prevenida para darles la
que piden a quenta de sus Jornales"31.
De las producciones del gobierno de Atacames, siguiente jurisdicción comentada
por los expedicionarios, Juan y Ulloa describen sus riquezas en cacao (Theobroma Cacao
L.), vainilla (Vanilla sp.), achote (Bixa Orellana L.), Zarzaparrilla (Smilax sp.) y yerba
de Tinta Añil {Indigofera sp.)*2.

La tierra de la canela

Al hablar de la gobernación de "Quixos", los científicos españoles describen que


este país de montañas está repleto de bosques y corpulentos árboles, entre los que se cría
la "canela" (Ocotea quixos Lam.), aunque diferente de la de Ceilán (Cinnamomum zey-
lanicum Breyn.), por lo que aquellos parajes fueron conocidos por los conquistadores con
el nombre de Canelos:
"La calidad de esta Canela no es tan buena, como la de la India Oriental; pero no se dife
rencia mucho en los accidentes, pues el olor, gruesso del cañuto, y la fibrazon es casi la
misma; el color algun tanto mas obscuro, y el gusto causan la mayor, que hay entre las dos;
teniendo el que dexa en el Paladar la de Quixos mas fortaleza en el picante; y este no con
la delicadeza, que es propia en la de Oriente. La hoja es la misma, y su olor sobresale tanto
como el de la corteza: la flor, y semilla exceden en la calidad a la de la India; y en la fra
gancia mucho mas la primera, que no admite comparacion por la mayor abundancia de par
tes aromaticas, que encierra. Por esto se cree, y no sin algun fundamento, que si se les diera
cultivo á los Arboles, podria mejorarse la calidad tanto, que á no exceder, no fuese nada infe
rior á la celebrada de Ceylán." "
Juan y Ulloa observaron también la existencia de canela americana en el territorio
perteneciente a Macas, considerando a ésta de superior calidad que la de Quijos34. De la

31 Relación..., I, págs. 468-470.


32 Relación.... I, pág. 476.
33 Lamarck determinó más tarde esta planta, basándose en el herbario de Joseph de Jussieu, conser
vado en el Jardín de Plantas de París. Asimismo se conserva la descripción del propio Jussieu en una carta diri
gida a su hermano Bernard, fechada en abril de 1748:
"J'y reconnu le charactére de la Canelle de Quixos ansi apelleton la canelle du Perou pour le nom des
peuples qui habitent la contrée ou se recueille la Canelle apellé Quixos. C'est un arbre tres haut d'un bois fort,
bon et capable de la menuiserie avec la propieté d'étre d'un tres bonne odeur. Scs feuilles sont longues sem-
blades a celles de notre laurier, ses fleurs et ses fruits du genre établi par le Pére Plumier de Borbonia et il on
peut nomer l'arbre de la Canelle Borbonia peruviana laurifolio cupula fructus ampia aromatica cortice ligni cin-
namomeo." Archive du Muséum National d'Histoire Naturelle. París. Ms. 179.
34 Un estudio sobre la canela americana puede verse en la Introducción de M. Frías y A. Galera en
su edición de Fernández de Cevallos, P.: La ruta de la canela americana, Madrid, Historia 16, 1992. págs. 7-52.

109
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

fauna de esta tierra de la canela destacan los leones bastardos, los osos y las Dantas o
Gran Bestias {Tapirus pinchaque), además de las serpientes particulares de Macas cono
cidas por los indios con el nombre de Curi Mullinvo, de piel dorada y "labrada, como la
de los Tigres" 35.

Noticias naturales del río Marañón

Aunque las noticias sobre las especies animales del Amazonas son relativamente
breves y se limitan a decir que hay abundancia de caimanes o de tortugas de gustosa
carne, o que existen cuadrúpedos, aves, reptiles e insectos de multitud de especies, hay
algunas descripciones que por su curiosidad merecen ser transcritas, como la referente al
pez buey, que sin duda se trata del manatí (Manatus americanus):

"Entre los Pescados se particulariza el Pexe Buey, o Baca Marina; por cuyo nombre se des
cifra la similitud, que en parte se le observa con el Ganado Bacuno: es de las mayores espe
cies, que se crian en los Rios; pues suele tener de largo de 3 á 4 varas, y proporcionado el
gruesso: su carne es muy gustosa, y segun el sentir de los que la han comido no difiere mucho
de la de Baca. Sustentase con la Yerba, que nace en las orillas, pero no sale del Agua para
comerla; porque la estructura, y disposicion de su Cuerpo no se lo permite. La Hembra tiene
Tetas, con que alimenta a sus hijuelos; y aunque algunos han pretendido darle mayor seme
janza á la especie Terrestre de su nombre, ni tiene Cuernos, ni Pies como ellos; si solo dos
Aletas, con las quales al passo que le sirven para nadar, y governarse en el agua, se ase en
las Orillas, Ínterin que está cogiendo el pasto."

Asimismo es interesante la noticia sobre la enorme "culebra" conocida como Yacu


Mama o Madre del Agua, de tal corpulencia que es capaz de engullir entero cualquier
animal o incluso un hombre y con la asombrosa propiedad de poseer un "aliento pon
zoñoso" capaz de atraer a sus presas sin moverse de su sitio, cualidad que es discutida
como posible fábula por Antonio de Ulloa. Es muy probable que esta grandiosa culebra
sea la anaconda (Eunectes murinus), la mayor en tamaño de América, que además posee
la característica de producir un olor muy desagradable, lo que explicaría el "aliento" del
que hablan los expedicionarios.
Sobre la frondosidad de las orillas y cercanías del gran río, los científicos españo
les apuntan la gran variedad de plantas y árboles que allí existían, destacando la presen
cia de cacao silvestre, zarzaparrilla, vainilla y corteza de clavo. Respecto a las formas de
caza y pesca utilizadas en el Marañón, indican que una de las formas corrientes es la uti
lización de barbascos, como se hacía en el río de Guayaquil, aunque también se emple
aban flechas envenenadas para la caza y la pesca M.

35 Relación..., I, págs. 481-492.


36 Relación..., I, págs. 535-540.

I 10
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

Particularidades de los páramos andinos

La primera característica señalada en los páramos andinos es la existencia de una


especie de paja, en las zonas más altas, conocido como Pajón, quizá el conocido icho o
paja del Potosí (Stipa ichu), junto al que crecen un árbol llamado Quinual (Polylepis race-
mosa /P. villosá) y una planta que los indios llamaban Palo de luz, por su propiedad de
encenderse como una vela, lo que nos hace pensar en el conocido incienso o frailejón de
arbolito, Espeletia neriifolia (H.B.K.) Sch.Bip., utilizada por estas mismas circunstancias
en los Andes de Colombia y Venezuela.
Asimismo, Ulloa comenta la presencia de otra planta conocida como "Achupalla",
que se compone de diferentes pencas y es comestible. Es la llamada también "aguaron-
go" (Pourretia pyramidata R.& P.), en Loja, que se utlizaba como verdura para ensala
das y como alimento indígena en épocas de mala cosecha. En la zona superior de aparición
del pajón, se encontraban también unos "Mogotes" llamados por los indígenas "Puchugchu",
formados por una hierba con hojas redondas, haciendo la figura de una "Mosqueta", así
como la "Canchalagua", nombre con el que se designan varias especies americanas corres
pondientes a los géneros Erythraea, Schultesia, Cyphea y Polygala, con propiedades
medicinales muy conocidas en Europa. Por esta misma razón, Juan y Ulloa se detienen
en la "Calaguala" (Polypodium sp.), cuya virtud es la de "evacuar toda suerte de Apostemas
interiores, y exteriores", además de tener fama de antisifilítica, y en la conocida
"Contrayerba" (Dorstenia Contrajerva LS D. tubicina R.& P.), reputada como poderoso
contraveneno y de acción sudorífica, útil para combatir la disentería.
De la fauna presente en los páramos, destacan los venados, que pastaban regular
mente el pajón, los conejos (Sylvilagus brasiliensis / Logostomus trichodactylus) y algu
nos zorrillos. Respecto a las aves, comentan la presencia, no muy abundante, de perdices
(Tinamidae), la de las mayores rapaces carroñeras, los cóndores (Sarcorhamphus con
dor), la de un ave nocturna conocida como zumbador y otra llamada "Canclon", utiliza
da en alimentación. Asimismo dan cuenta de unas pequeñas aves, los colibríes, conocidos
allí con los nombres de picaflor, quinde, rabilargo y lisongero, muy abundantes en las
huertas y jardines de aquellas regiones.
En cuanto a la fauna andina domesticada, Juan y Ulloa quedaron maravillados con
la utilidad de las Llamas (Lama glama), las Vicuñas (Vicugna vicugna) y el Guanaco
(Lama guanicos). Además indican que en las casas se criaba un animal conocido como
chucha o muca-muca, de figura similar a las ratas y hocico como el de un puerquecillo,
con una bolsa en la parte inferior del vientre, que por la descripción parece una zarigüe
ya ( Gen. Didelphis / Metachirus), mamífero didelfo americano que llamó la atención a
los europeos dsede los tiempos de la conquista por esta peculiaridad que resalta Antonio
de Ulloa".

37 Relación..., I, págs. 580-591.

1II
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

La fertilidad de Lima y otros territorios

Siguiendo el curso de la narración del viaje, según aparece en la Relación, tras la


descripción general de las maravillas naturales de los páramos andinos, penetran en el
territorio de Lima, que se diferencian del de Quito por parecerse más a los de las zonas
templadas, por lo que se cosechaba sin dificultad el trigo, la cebada, la alfalfa y la caña,
además de cultivarse el olivo y las viñas, favorecidas además por la abundancia de aguas
y el abono natural que ofrecía el guano, utilizado sobre todo en el cultivo del maíz.
Entre los pescados y otros productos del mar que se consumían en Lima destacan
las Corbinas, los "Pege-Reyes", las "Anchovas" o "anchovetas", "ostiones" y "camaro
nes". Las islas próximas contaban con numerosas especies de aves marinas, que funda
mentalmente se alimentaban de "anchovas" y que genéricamente se denominaban "guanaés".
Sobre las bebidas habituales en Lima, indican que no se consumía mucho el chocolate,
que era sustituido por la infusión de hierba mate (llex paraguariensis), que tomaban dos
veces al día, costumbre extendida por los territorios que a continuación describen, que
comprendían desde el Perú hasta el Paraguay. En éstos aparecen solamente ligeras des
cripciones de los cultivos más frecuentes, quizá por no diferir en mucho a todo lo ya
comentado anteriormente3*. Quizá la excepción sean las islas de Juan Fernández, donde
señalan la presencia de ballenas, lobos marinos, leones marinos, pardelas y abundante
pesca (bacalao, lenguados, rodaballos, etc..), así como la de "árboles de Pimienta", de
calidad semejante a la de Chiapa en Nueva España
Asimismo en el reino de Chile, apuntan la abundancia de aves (palomas, tórtolas,
perdices, becadas, avecafinas, zarapicos, dispertadores, cernícalos, gavilanes, gilgueros,
piches,...), la ausencia de reptiles venenosos o de animales feroces, la incómoda pre
sencia de niguas, la abundancia de "mariscos" y la similitud de las plantas con las euro
peas. De sus costas destacan las ballenas, toninas, lobos marinos y "pájaros niños"*.

Las aportaciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa


a la Historia Natural en su Relación de Viaje

Como hemos podido ver a lo largo del análisis de la Relación..., sus contribucio
nes a la Historia Natural americana fueron de sumo interés para la ciencia de su época41,

38 Relación..., II, págs.121 y ss.


39 Relación..., II, págs. 275-293.
40 Relación..., II, págs. 314-328.
41 No hay que olvidar que al menos por parte española, se ha reivindicado insistentemente la pater
nidad de Antonio de Ulloa en el descubrimiento del platino (o platina), que aparece descrito brevemente en la
Relación..., I, pág. 606, aunque en fechas recientes se ha discutido este asunto. Véase, Espinosa, A.: "Nuevos
datos sobre el descubrimiento del platino y su metalurgia en la Nueva Granada en el siglo XVIII", Quipu,

112
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

aunque desgraciadamente sus observaciones carecen del rigor que la nueva ciencia natu
ral había establecido, lo que muchas veces convierten estas noticias en meras curiosida
des naturales.
En su descargo hay que decir que estos dos científicos llevaban la misión de hacer
observaciones astronómicas y geodésicas, muy alejadas del campo de la Historia Natural,
como ellos mismos señalan en el prólogo de la Relación:

"En una, y otra Parte de esta Obra se describen los Mares, por donde navegamos; y los Países,
por donde se transitó con aquellas particularidades, que parecieron más dignas de atencion,
assi, por lo perteneciente á costumbres, propiedades, y naturaleza de sus Habitadores, como
por lo correspondiente á los Climas, Temperamentos, Plantas particulares, que se producen
en ellos, y otras especulaciones curiosas de Historia Natural; si bien me es forzoso advertir,
que los Naturalistas, o Botanicos de profession no hallarán las descripciones tan completas,
y prolixas como las desean; porque la indispensable aplicacion a las Observaciones
Astronomicas, y Geometricas en los parages, donde hicimos mansion, o transito, como obge-
to principal de nuestra mission, no nos daba lugar á poner toda la atencion en los assuntos,
a que solo podiamos destinar los breves ratos, que nos quedaban desembarazados de aque
llas precisas ocupaciones.""

Por otra parte, hay que considerar que la expedición geodésica llevaba en su seno
a un naturalista profesional, Joseph de Jussieu, quien tenía el encargo específico de hacer
las descripciones en una forma más rigurosa, lo que excusa en parte las posibles defi
ciencias en la obra de Juan y Ulloa.
A pesar de estas circunstancias, Sempere indica la buena acogida que tuvo la
Relación... en el extranjero, incluida Inglaterra, donde tras el apresamiento de Ulloa, el
presidente de la Real Sociedad de Ciencias alabó los manuscritos de Ulloa referentes a
observaciones astronómicas, geográficas y de historia natural 4\ Asimismo el censor de
la Relación, Andrés Marcos Burriel, consideró de interés estas noticias de Historia Natural
contenida en el trabajo de los expedicionarios españoles:
"Una de las cosas que más adornan esta obra, y que no sólo la adornan, sino la
hacen útil, es la relación de todo lo que pertenece al adelantamiento de la Historia Natural,
la cual se ha hecho facultad de Príncipes y grandes señores, en casi toda la Europa,..."44

vol. 2, 1985, págs. 7-22, y "El descubrimiento del platino y su metalurgia en la Nueva Granada en el siglo
XVIII. Nuevos documentos de los archivos colombianos", Quipu, vol.4, 1987, págs. 401-41 1.
Asimismo sus hallazgos de fósiles marinos entre Talcaguano y Concepción {Relación..., II, págs. 324-326)
sirvieron como prueba de la existencia del Diluvio a algunos autores de la época, como por ejemplo el P.
Torrubia.
42 Relación..., I, prólogo, fols. 3-4.
43 Sempere y Guarinos, J.: Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores de Carlos III,
Madrid, 1789, VI, págs. 158-176.
44 Relación.... I, pág. XLVIII.

1 13
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Antonio de Ulloa y el Gabinete de Historia Natural

Casi coincidiendo con la publicación de la Relación... de Ulloa se produce en España


un interesante cambio político con la llegada del nuevo monarca, Fernando VI, en 1746.
Los principales ejes de la nueva política se moverán en torno a la neutralidad en el terre
no internacional y apuntarán hacia un gran proyecto de reformas en el terreno fiscal, agrí
cola, industrial y de enseñanza, con un marcado carácter de centralización y militarización
en el terreno científico45, así como con una gran influencia de los jesuitas en la órbita del
poder, marcada por la figura del P. Rávago". La política de equilibrio, tanto externa como
interna, se llevará a cabo a través de los ministros José Carvajal y Zenón de Somodevilla,
marqués de la Ensenada47, cuyos proyectos científicos, muchas veces complementarios
vistos desde la óptica actual, sufren las tensiones de esta política y no llegan a los resul
tados esperados, aunque también se producen excepciones, como veremos a continua
ción.
La política de Ensenada queda clara desde el comienzo, ya que en sus Puntos de
gobierno (1747) anuncia su voluntad reformista con las propuestas de elaborar un códi
go de justicia, tribunales bien administrados, defensa de las regalías, establecimiento de
un sistema de intendentes, construcción de caminos, puentes, fábricas, intensificación del
comercio interior, reforma de la administración e intensificación del ejército y especial
mente de la marina4*. En el terreno de las ciencias, pedía la reforma de las universida
des, con inclusión en sus planes de disciplinas "modernas" como la física experimental,
la anatomía y la botánica, la formación de una Academia de Ciencias, la elaboración de
una nueva cartografía, la contratación de técnicos extranjeros y el envío de pensionados
a estudiar fuera de nuestras fronteras4".
En esta nueva política se incluían también, como han indicado A. Lafuente y J.L.
Peset, las tareas de espionaje industrial, encomendadas en este caso a expertos, como los
flamantes Jorge Juan y Antonio de Ulloa, prototipos de los nuevos científicos al servi-

45 Lafuente, A. y Peset, J. L.: "Militarización de las actividades científicas en la España ilustrada


(1726-1754), en J.L. Peset (Ed.), La Ciencia moderna y el Nuevo Mundo. Madrid, CSIC, 1985, págs. 127-147.
46 Olaechea, R.: "Política eclesiástica del gobierno de Fernando VI", en La época de Fernando VI,
Oviedo, Cátedra Feijóo-Universidad de Oviedo, 1981, págs. 139-225.
47 Rodríguez Villa, A.: Don Cenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada. Madrid, 1878; Gómez
Molleda, M.* D.: "El marqués de la Ensenada a través de su correspondencia íntima", Eidos. 2, 1955, págs.48-90
y "El pensamiento de Carvajal y la política exterior española del siglo XVIII", Hispania, 15, 1955, págs.
1 17-137; Ozanam, D.: La diplomacia de Fernando VI. Correspondencia reservada entre D. José de Carvajal
y el Duque de Huéscar, 1746-1749, Madrid, CSIC, 1975. Una interpretación muy interesante de la época,
teniendo en cuenta la correspondencia del embajador inglés Benjamín Keene, en Lynch, J.: El siglo XVIII,
Barcelona, Crítica, 1991, págs. 142-175.
48 Merino Navarro, J. P.: La Armada Española en el siglo XVIII, Madrid. 1981.
49 Gil Novales, A.: "Política y Sociedad", Centralismo, Ilustración y Agonía del Antiguo Régimen
(I7I5-I833). en M. Tuñón de Lara (dir.), Historia de Eipaña. Barcelona, Labor, t.VII, 2.* Ed., 1984, págs. 200-214.

1 14
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

cio del Estado, que fueron enviados a Londres y París respectivamente50. En el caso de
Antonio de Ulloa, la Instrucción reservada que se le comunica en 1749 le indicaba que
iría acompañado por los guardiamarinas Alfonso Pacheco y Salvador Medina, así como
por el alférez de infantería Fernando de Ulloa, quienes debían instruirse en Matemáticas,
obras hidraúlicas y otros asuntos correspondientes a la Marina. Asimismo se le enco
mendaba la misión de inspeccionar los puertos, arsenales, ciudades, manufacturas, indus
trias textiles y minas francesas, así como espiar los procesos de fabricación de productos
de interés para nuestra nación como vinos y aceites, los cultivos de cáñamo y pinos y las
mejoras para la obtención de mercurio. En el terreno de la cartografía se le encargaba
evitar la impresión por la Academia de Ciencias de algunos planos peligrosos para España
en su negociación sobre los límites con Portugal en Sudamérica y la recogida de todos
los planos franceses sobre sus colonias y fortificaciones en América".
Relacionada con su misión se contaba la posible contratación de técnicos extranje
ros con diversos fines, aunque Ulloa parece que insistió especialmente en la de cartó
grafos, químicos y naturalistas, fruto de cuya preocupación fue la fundación en Madrid,
hacia el verano de 1752 de la Casa de Geografía y Gabinete de Historia Natural, insti
tución en la que se intentaban combinar dos disciplinas cuya evidente relación han des
tacado algunos autores, como Horacio Capel, incluso en la propia obra de Ulloa". El
personaje central de esta institución, contratado además para resolver la inactividad de
las minas de Almadén", fue Guillermo Bowles, irlandés residente en Francia y más tarde
el conocido autor de la Introducción a la Historia Natural y a la Geografía física de
España (Madrid, 1775), que en su propia obra da algún detalle de su primer contacto con
Ulloa:

"Estando yo en París el año 1752 hice por casualidad conocimiento con Don Antonio de
Ulloa, Comendador de Ocaña, en la Orden de Santiago, que ahora es Gefe de Esquadra de
la Real Armada, Autor de dos obras sobre América. Convidóme a venir a España, y habien-

50 Lafuente, A. y Peset, J. L.: "Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa (1748-1751)", Mélanges de la Casa de Velúzquez, 17, 1981, págs. 233-262.
51 Archivo General de Simancas (AGS), Marina, leg. 712. Recogido en cita anterior, págs. 252-260.
52 Capel, H.: "Geografía y Cartografía", en Sellés, M., Peset, J. L. y Lafuente, A. (Comp.), Carlos III
y la ciencia de la Ilustración, Madrid, Alianza, 1988, págs. 99-126, y "Ramas en el árbol de la ciencia: geo
grafía, física e historia natural en las expediciones náuticas del XVIII", en Díez, A. R. et al. (Coord.), De la
Ciencia Ilustrada a la Ciencia Romántica, Madrid, Doce Calles, 1995, págs. 503-535.
53 En una solicitud manuscrita, sin fecha, de G. Bowles para el aumento de su pensión alegaba entre
otras razones que "Quando entró á servir á esta Corona fue llamado por que la mina de Almadén estaba inu
til por el incendio, y la restableció...", lo que ratifica un informe de Antonio de Ulloa, fechado en Cádiz el 16
de febrero de 1776, quien tras mostrarse favorable a las peticiones del irlandés, indicaba que cuando Fernando
VI y sus ministros se hallaban en apuros por la falta de producción de azogue y sin esperanza de encontrar
remedio, él mismo había contratado a Bowles, a quien se le debía el restablecimiento de las minas de Almadén
cuando se hallaban enteramente perdidas. Archivo Histórico Nacional (AHN), Estado, leg. 2923, núm. 448.

1 15
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

do aceptado el partido que por su medio me ofreció el Ministerio, entré aquel mismo año al
servicio de esta Corona. Llegado a Madrid me dieron por discípulos y compañeros para mis
viages por la Península á Don Joseph Solano, que hoi (en 1773) es Gobernador de Santo
Domingo, á Don Salvador Medina, que murió en California, donde la Corte le envió para
observar el último paso de Vénus por el disco del Sol, y á Don Pedro Saura, Abogado,...""
Aunque Pilar Corella interpreta que esta Casa de Geografía fue casi un almacén de
productos ultramarinos y de instrumentos científicos", lo cierto es que en los primeros
años, en los que Antonio de Ulloa está al frente, hay un plan claro apoyado por Ensenada
para que la institución funcione como tal, en un momento en el que el ministro está inten
tando la creación de otras instituciones como la Academia de Matemáticas, regentada por
el jesuita Juan Wendlingen en el Colegio Imperial de Madrid v'.
Los inicios de la institución aparecen reflejados en un Informe de 1773 que se con
serva en el Museo Nacional de Ciencias Naturales:
"En el año de mil setecientos cinquenta y dos, el capitán de Navío don Antonio de Ulloa
que era entonces, y hoy Gefe de Esquadra, proyectó en representacion a la superioridad la
necesidad tan grande que había en España de un Estudio, y Gabinete de Historia natural;
cuyo pensamiento fue bien admitido, e inmediatamente se le franquearon órdenes, para que
se plantificase en los términos correspondientes, sin ninguna escasez, para cuyo fin se tomó
una Casa por pronta providencia en la calle de la Magdalena, esquina a la de Laba-pies,...""
Una de las primeras disposiciones que adoptó Ensenada para el buen funciona
miento de la nueva institución fue el envío de una carta circular e instrucción impresa
para que en todos los dominios del rey se recogiesen toda suerte de minerales, produc
ciones naturales y curiosas para el Gabinete de Historia Natural, lo que provocó nume
rosos envíos e informes desde distintos puntos de América sobre todo en lo referente a
minerales y metales".

54 Bowles, C: Introducción a la Historia Natural, y a la Geografía física de España, Madrid, Imp.


de F.M. de Mena, 1775, pág. 1. José Nicolás de Azara dice que Bowles fue invitado a España para "visitar
minas, y establecer y dirigir un gabinete de historia natural y un laboratorio químico". Véase el prólogo de
Azara a la obra de Bowles en la edición de 1782. Sobre Salvador de Medina puede verse: Bernabéu Albert,
S.: "La expedición hispano-francesa a medir el paso de Venus", en Sellés, M., Peset, J. L. y Lafuente, A.
(Comp.), Carlos III y la ciencia de la Ilustración, Madrid, Alianza, 1988, págs. 313-329.
55 Corella Suárez, P.: "La Real Casa de Geografía de la Corte y el comercio ultramarino durante el
siglo XVIH", Anales del Instituto de Estudios Madrileños, T. XXIV, 1987, págs. 217-236.
56 Ibíd., págs. 222-224 y Capel, H.: Geografía y Matemáticas en la España del siglo XVIII, Barcelona,
Oikos-Tau, 1982, págs. 120, 153. Simón Díaz, J.: Historia del Colegio Imperial de Madrid. 2 vols.. Madrid, 1959.
57 Informe de 29 de noviembre de 1773. Antecedentes del Gabinete de Ulloa. Archivo del Museo
Nacional de Ciencias Naturales. Madrid. Se comenta en M.' A. Calatayud Armero, "Antecedentes y creación
del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid", Arbor, núm. 482, 1. CXXIII, febrero de 1986. Madrid, págs.9-
33; y en A.J. Barreiro, El Museo Nacional de Ciencias Naturales {1771-1935), Madrid. Doce Calles, 1992,
págs. 55-58.
58 Fechada en Aranjuez el 6 de junio de 1752. AGI, Indiferente General, Leg. 1549. En el mismo
legajo se recogen numerosos envíos al Gabinete de Historia Natural.

1 16
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

Para la experimentación con estos últimos Ulloa contrató en 1753 al científico


alemán Andrés Keterlin y a su hijo Juan, así como al químico francés Agustín de la
Planche5*, quienes según el Informe citado no dieron los frutos que de ellos se esperaba,
en tanto que Bowles, que había recibido del rey el nombramiento de Profesor Real de
Historia Natural en ese mismo año™, realizaba numerosos viajes tanto dentro como fuera
de España, atendiendo sobre todo a las necesidades de la minería española, y quedaba
como administrador Eugenio de Reigosa, quien se haría cargo del Gabinete en 1755, tras
la dimisión de Antonio de Ulloa, quien sin duda se vio afectado por el cese fulminante
de Ensenada, tras la muerte de Carvajal y su sustitución por el irlandés Ricardo Wall.
Terminaba así una época agitada de proyectismo científico, en la que se había inten
tado la fundación de la tan solicitada Academia de Ciencias61, se habían creado en cam
bio numerosas instituciones académicas militares62 y el Observatorio de Marina de Cádiz
(I753)63, iniciaba su andadura el Colegio de Cirugía de Cádiz, con Virgili a la cabeza64,
y se reformaba el Protomedicato65, con figuras tan relevantes como Piquer, Suñol, Borbón
y Casal, que consiguieron por fin la fundación del Jardín Botánico en Madrid (1755)66,
tras una época de preparación ligada a las figuras de los botánicos José Ortega, Quer,
Minuart, Vélez y a la aparición en España de P. Lófling, discípulo de Linneo contrata
do por Carvajal a través del marqués de Grimaldi, que finalmente participaría y moriría
en la expedición de límites al Orinoco67, llevando consigo unas instrucciones para la reco-

59 Este naturalista y químico propuso unos años más tarde la creación en Oviedo de un Museo de
Historia Natural y un Laboratorio químico, bajo la dirección de la Sociedad Económica Asturiana. FUE, Archivo
Campomanes, 1 1/47.
60 R.O. firmada por el marqués de Ensenada el 23 de abril de I753. AHN, Estado, Leg. 2923, núm. 448.
61 Ozanam, D.: "L'ideal académique d'un poete éclairé: Luzán et son projet d'Académie Royale des
Sciences, Arts et BeMes Lettres (1750-1751)", en Mélanges offerts á Marcel Bataillon, en Bulletin Hispanique,
LX1V bis, 1962, págs. 188-208. Véase también Gil Novales, A.: "El concepto de Academia de Ciencias en el
siglo XVIII español", Boletín del Centro de Estudios del siglo XVIII. núms. 7-8, 1980, págs.3-23; Torroja,
J. M.*: "Jorge Juan y los antecedentes de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales", Revista
de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, 67, págs. 16 y ss.
62 Lafuente, A. y Peset, J. L.: "Las academias militares y la inversión en ciencia en la España ilus
trada (1750-1760)", Dynamis. 2, págs. 193-207.
63 Lafuente, A. y Sellés, M.: El Observatorio de Cádiz (1753-1831), Madrid, Instituto de Historia y
Cultura Naval. 1988.
64 Ferrer, D.: Biografía de Pedro Virgili, Barcelona, Emporium, 1963; Riera, J.: Cirugía española
ilustrada y su comunicación con Europa, Valladolid, 1976.
65 Granjel, L. S.: La Medicina española en el siglo XVIII, Salamanca, 1979.
66 Añón, C: Real Jardín Botánico de Madrid. Sus orígenes, 1755-1781. Madrid, CSIC, 1987. Puerto
Sarmiento, F. J.: La Ilusión quebrada. Botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada, Barcelona-
Madrid, Serbal-CSIC, 1988.
67 Pelayo F. (Ed.): Pehr Líijling y la expedición al Orinoco, 1754-1761, Madrid, Quinto Centenario,
1990; Lucena Giraldo, M.: Laboratorio tropical, Caracas, Monte Avila-CSIC, 1991; Pelayo, F. y Puig-Samper,
M. A.: La obra científica de Lófling en Venezuela, Caracas, Lagoven, 1992.

1 17
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

gida y envío de materiales al Gabinete de Historia Natural, recién fundado por Antonio
de Ulloa".

Las Noticias americanas de Antonio de Ulloa (1772)

La subida al trono de Carlos III dio un fuerte impulso a algunos de los proyectos
científicos del reinado anterior y como se vería con el tiempo se profundizaría en una
política reformista de modernización del Estado, que incluía el incremento de la pro
ducción agraria y la mejora de las manufacturas, con una cierta obsesión por la defensa
del Imperio y el control de los recursos coloniales. En el terreno de la ciencia, la milita
rización y la centralización seguirán siendo dos de sus rasgos más acusados, así como la
adquisición de conocimientos técnicos a través de fórmulas ya experimentadas como el
envío de pensionados y espías o la contratación de expertos extranjeros. Asimismo se
pondrá un mayor énfasis en la atención de la salud pública y, tras la expulsión de los
jesuitas, se ensayará una reforma de las universidades que en el campo de la ciencia no
dará los frutos deseados m, por lo que ésta se desarrollará en instituciones de nuevo cuño,
como los Colegios de Cirugía, los Jardines Botánicos, los Laboratorios Químicos, el Real
Gabinete de Historia Natural, etc.., ligadas directamente al Estado o promovidas desde
él, como fue el caso de las Sociedades Económicas de Amigos del País, importantes vehí
culos de transmisión de la ideología ilustrada. Asimismo se desarrollan ambiciosos pro
gramas de investigación americanista, que se plasmarán en innumerables expediciones
científicas, con objetivos militares, sanitarios, minero-metalúrgicos y de búsqueda de
recursos naturales70.
Tras un periodo que no analizaremos, en el que Antonio de Ulloa dedicó sus esfuer
zos a la dirección de las minas de Huancavélica y a la gobernación de La Luisiana y la
Florida, el marino se encuentra de nuevo en España en 1771, fecha en que la Historia
Natural española recibe un nuevo impulso con el nombramiento de Pedro Franco Dávila
como director de un nuevo Real Gabinete de Historia Natural que se piensa instalar en
Madrid, después de numerosas gestiones entre el sabio ecuatoriano residente en París y
el marqués de Grimaldi, con la mediación del padre Flórez".

68 Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid, II, 2,1.


69 Peset, M. y Peset, J. L.: La Universidad española (sighs XVIII y XIX). Madrid, Taurus, 1974. La
labor de los jesuitas expulsos en el terreno de la Historia Natural está bien estudiada en Sainz Ollero, H. et al.:
José Sánchez Labrador y los naturalistas jesuítas del Río de la Plata, Madrid, MOPU, 1989.
70 Entre la numerosa bibliografía sobre esta época, recogida recientemente por Aguilar Piñal, F.:
Bibliografía de Estudios sobre Carlos III y su ¿poca, Madrid, CSIC, 1988, la obra mas centrada en el tema
que nos ocupa es la ya citada de Sellés, M., Peset, J. L. y Lafuente, A.: Carlos III y la ciencia de la Ilustración,
sin olvidar la ya clásica obra de Sarrailh, J.: La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, México,
FCE, 1957. La proyección americana de la política científica ilustrada es estudiada en Lafuente, A. y Sala
Catalá, J. (eds.): Ciencia colonial en América, Madrid, Alianza, 1992.
71 Calatayud, M.* A.: Pedro Franco Dávila y el Real Gabinete de H.° Natural, Madrid, CSIC, 1988.

I 18
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

Al año siguiente, Ulloa publica sus Noticias Americanas72, obra de divulgación de


la historia natural americana, que sigue la tradición de las historias naturales y civiles de
los autores españoles del siglo XVI, como el propio Ulloa indica, y la más cercana del
jesuita Gumilla:

"Después del descubrimiento de las Indias no se ha trabajado con la aplicación que se requería
en conocer lo que encierran de raro, haciendo poco aprecio de esta parte, como menos ape
tecible, siendo pocos los que han parado la consideración en ella, fuera de aquellas prime
ras noticias que se adquirieron en los tiempos inmediatos a la conquista: no se han repetido,
ni se han hecho especulaciones para adelantarlas; por esta razón son más extrañas, y con par
ticularidad las que pertenecen a la Física terrestre, a las antigüedades, a las costumbres, y al
carácter, genio, e inclinaciones de aquellos habitantes, en su estado natural, y en el que tie
nen después de haber entrado baxo de otra dominación, ofreciendo cada uno de estos asun
tos no pocas particularidades en que ocupar el juicio, que son otros tantos documentos para
el conocimiento del mundo y de las variedades que encierra.""

Las Noticias Americanas son, como advierte su autor, un canto a la diversidad de


la Naturaleza en el Nuevo Mundo, incluyendo en ésta la de los seres humanos, para exci
tar la curiosidad con la descripción de lo "raro" pero con el apoyo de las "luces" y dis
curriendo "por comparaciones", sin caer en exposiciones vulgares e inciertas, pues el
conocimiento reflexivo de la naturaleza es lo que distingue al "civilizado" del "bárbaro".
Para que este conocimiento fuera científico, sin sujección a las limitaciones del
entendimiento, muchas veces incapaz de comprender las maravillas de la naturaleza, Ulloa
exige la observación y la experiencia, que frecuentemente hacen que se desvanezcan sis
temas teóricos aparentemente bien fundados, aunque también destaca la importancia de
la reflexión científica, poniendo de ejemplo el caso de sus queridos gabinetes de histo
ria natural:

"Los gabinetes de Historia natural son sin duda los c chivos de la naturaleza, en donde la
curiosidad registra lo admirable y lo raro que se encuentra en diversas partes del mundo: esta
especulación no es suficiente para dexar satisfechos los designios del entendimiento en el
empeño de conocer fundamentalmente la causa de la variedad. La naturaleza es admirable
en sus producciones, y tal se reconoce generalmente; pero el confesarlo así, no la hace más
comprehensible. Descúbrense los efectos en la diversidad sin alcanzarse el origen; y hay infi
nidad de maravillas que las perciben los sentidos, sin que el entendimiento se detenga a con
siderarlas; del mismo modo en otras cosas se detiene poco la reflexión, por no poder encontrar

72 de Ulloa, A.: Noticias Americanas: Entretenimientos Phisico-Históricos sobre la América Meridional,


y la Septentrional Oriental. Comparación general de los Territorios, Climas, y Producciones, en las tres espe
cies. Vegetales, Animales, y Minerales: con relación particular de las petrificaciones de cuerpos marinos: de
los Indios naturales de aquellos países, sus costumbres y usos: de las Antigüedades: Discurso sobre la Lengua,
y sobre el modo con que pasaron sus primeros Pobladores. Madrid, Imp. Francisco Manuel de Mena, 1772.
En nuestro trabajo utilizamos la edición de L. Aznar publicada en Buenos Aires, Ed. Nova, 1944.
73 Ibíd., págs.4-5.

119
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

lo que encierran de raro o de particular: naciendo de esto, que continuamente se trabaja en


investigaciones, por cuyo medio se adelantan los descubrimientos, aunque sin llegar a ver
el fin.'"4
En los "entretenimientos" dedicados a la geografía y los temperamentos de América,
Ulloa hace —desde el punto de vista biológico— unas interesantes reflexiones bioge-
ográficas, distinguiendo en el Nuevo Mundo dos mundos dentro de uno; el correspon
diente a las llanuras y valles, y el de las grandes montañas americanas, que albergaban
producciones naturales diferentes por la variación del clima y la altura, como había obser
vado —y observarían Humboldt y Caldas unas décadas más tarde— al ascender por las
extrañas quebradas americanas, cuyo génesis atribuye a una lenta erosión fluvial o a la
acción destructora de los terremotos después del Diluvio 75.
Otros fenómenos relacionados con el "temperamento" de las partes altas de América
como el mareo de la Puna eran descritos perfectamente por Ulloa, quien atribuía a la
"ligereza del aire" el efecto de la fatiga, mareo y otros síntomas de este mal de altura. A
esta menor densidad del aire unida al frío intenso de estas regiones atribuía el sabio sevi
llano los efectos del chuño, enfermedad que describe como una congelación en alta mon
taña y a la vez observa con mucha inteligencia cómo este mismo frío preservaba de la
corrupción a los alimentos, alabando las posibilidades de congelación del pescado, la
carne y las frutas K.
Respecto a las producciones vegetales americanas, Ulloa insistirá frecuentemente
en la diversidad natural en relación al medio ambiente (climas, territorio y propiedades
del aire), llegando a afirmar que esa proporción con los temperamentos era necesaria para
la variedad, pues así se multiplicaban las especies. El ejemplo más claro era la diferen
cia de vegetación de las partes bajas, donde podía verse maíz, camotes, yucas, caña de
azúcar, chirimoyos, aguacates, nísperos, guayabos, etc.., con las altas, donde podían obser
varse quinuales, especias, casis y pajonales (¡chales).
Entre las plantas descritas, siempre por su utilidad, destacan aquellas a las que atri
buye virtudes curativas, como la "yerba de mataduras" para curar las llagas, la quina para
las fiebres, el "ocuge" para la rotura de articulaciones, el "frailecillo", purgante y emé
tico, la "calaguala" y la "canchalagua", el "culén", estomacal sudorífica, la "viperina"
para el postparto, la "coca", la "mandrágora" de Luisiana, similar al ginseng chino por
sus propiedades vigorizantes, etc.., por ser venenosas, como el "manzanillo" y el "guao"
o por sus usos industriales como el añil cubano, madereros (robles, álamos, "pacanos",
"siples") y agrícolas (tabaco y caña de azúcar). El propio Ulloa, tras alabar la labor de
su antiguo compañero de expedición Joseph de Jussieu, daba las claves de su interés y
anunciaba el movimiento de exploración botánica que estaba a punto de comenzar en

74 Ibíd , págs. 14-15.


75 Véase Capel, H.: La física sagrada. Barcelona, Serbal, 1985, págs. 180-182.
76 de Ulloa, A.: Noticias..., págs. 19-77.

120
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

América, tras los primeros intentos de Lófling y las peticiones en el mismo sentido de
José Celestino Mutis desde Nueva Granada:

"Sería muy conveniente que en cada país se hiciese un catálogo de las plantas y sus virtu
des, con el modo de aplicarlas, para que las conociesen y se aprovechasen de ellas en las
que no las hay" ".

Si en el caso de las plantas Ulloa explicaba cierta adaptación al medio en el que se


desarrollaban, al describir los animales americanos insiste en esta idea, que completa con
la del aislamiento geográfico de la especie:

"Así como las plantas tienen sobre la tierra sus distritos particulares para vegetar, sin pro
pagarse por toda ella con igual generosidad, tienen igualmente los animales sus domicilios
señalados por la naturaleza para procrear y mantener la especie, sin pasar a otros territorios
distintos de los que les destinó."

De los animales americanos Ulloa fija su atención en aquellos que podían ser úti
les, en los perjudiciales o venenosos y en aquellos que para los europeos podían resultar
más raros o curiosos. Entre los primeros destaca, como ya había hecho en la Relación...,
a las vicuñas, alpacas y llamas, tan abundantes en los páramos andinos, cuya utilidad por
su carne y lana era evidente, así como los "ciboros" o "vacas silvestres" de Luisiana y
Nueva España o los enjambres de abejas introducidas en Cuba, de gran interés econó
mico por la producción de cera y miel. Entre los "ponzoñosos" y molestos para los hom
bres describe las "víboras", las desagradables "niguas", la "béte rouge" de Luisiana, que
según comenta "con la ayuda del microscopio se reconoce tener figura de un cangrejo",
las garrapatas de monte o "pou de bois", las cucarachas, los mosquitos, los gegenes, los
ejércitos de hormigas (chaco), las plagas de langosta, etc. .y entre los exóticos, los cai
manes, las ardillas voladoras y las "chucas" de Luisiana y los "cucuyos" o luciérnagas
de Cuba™.
Entre las aves y pescados, que merecen "entretenimiento" aparte, Ulloa destaca
aquellos apreciables por su canto o su plumaje, como el "sinsonte" de Luisiana, los "tur-
pianes", los "cardenales", los "guacamayos", etc., los peces y otros animales acuáticos
de interés económico como las tortugas, careis, camarones, etc.., destacando el de las
ballenas del mar del Sur. Asimismo describe aquellos animales más adaptados a deter
minadas áreas, como los halcones, perdices y cóndores de las zonas altas o ¡chales del
Perú, o los patos reales, zambullidores, flamencos, chorlitos, etc.. de los humedales ame
ricanos. En estos capítulos, Ulloa hace algunas reflexiones interesantes desde el punto de
vista ecológico y, por ejemplo, al hablar del "sinsonte" comenta: "Su alimento son los

77 Ibfd., págs. 83-101. Sobre las peticiones de Mutis puede verse Frías, M: Tras el Dorado Vegetal,
Sevilla, Diputación Provincial, 1994.
78 Ibíd., págs. 102-121.

121
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

mosquitos, moscas y otros insectos y por esto tiene el pico largo y delgado, dispuesto
para cogerlos". Sobre las posibles alteraciones y transformaciones del medio, al descri
bir los cambios del entorno del río Chagres, llega a decir que "...no es dudable que con
el curso de los tiempos las cosas de aquellos reynos muden de aspecto tomando otro
diverso, y acercándose al que tiene Europa"7*.
Respecto a las enfermedades propias del Nuevo Mundo, Ulloa continúa con su hipó
tesis de correspondencia con el medio y haciendo una reflexión de aires hipocráticos llega
a decir que "es regular que la naturaleza de las gentes y los animales participe de las dis
tintas qualidades de los temperamentos; y que, según la variedad de éstos, sea la dispo
sición de los humores, y propensión a las dolencias que predominan en ellos". Con esta
idea describe enfermedades propias de las zonas altas del Perú como las constipaciones,
afecciones de pecho, pleuresías, reumatismos, agravadas normalmente por la presencia
común de "mal venéreo" y de alcoholismo, o las producidas en Huancavélica por los
humos sulfurosos como la "pechuguera", así como las de las zonas bajas, como por ejem-
po las fiebres intermitentes y el "pasmo", o las que considera que pueden haber sido
introducidas con los esclavos negros, como la lepra y la "culebrilla"*0.
Tras pasar revista al estado de las minas americanas, asunto en el que no entrare
mos, Ulloa llega a la descripción sumamente interesante de la presencia de fósiles en
América, haciendo previamente algunas reflexiones sobre los cambios geomorfológicos,
que explica por cambios graduales a lo largo del tiempo:

"Este convencimiento induce a indagar los acaecimientos más notables del mundo para saber
lo que fue en su primitivo estado, y considerar las mutaciones que ha tenido hasta llegar a
la disposición en que se halla al presente, pasando por grados de una positura a otra, sin que
se noten las variedades, hasta que el intermedio de muchos años y de siglos las hacen sen
sibles"*1.
A pesar de esta posición gradualista, Ulloa se mostró muy respetuoso con los pos
tulados bíblicos y en este sentido interpretó la existencia de un Diluvio, que había supues
to para la Tierra como una segunda creación, lo que era evidente por la aparición de
fósiles de animales y plantas marinas en lo alto de las montañas americanas, como él
mismo había comprobado en Huancavélica y ya había visto en las cercanías de Concepción,
lo que había servido de fundamento a las teorías diluvistas de Joseph Torrubia *2.

79 Ibíd., págs. 122-141.


80 Ibíd., págs. 157-173.
81 Ibíd., pág. 227.
82 Torrubia, J.: Aparato para la Historia Natural española..., Madrid, Imp. Herederos de Don Agustín
de Gordejuela y Sierra, 1754, págs. 149-150. Para el estudio de las tesis diluvistas es sumamente interesante
la introducción de Francisco Pelayo a la edición del Instituto de Geología Económica, Madrid, CSIC-Universidad
Complutense, 1994, págs. 3-45, y Capel, H.: La física sagrada, págs. 125-155, que además comenta la posi
ción de Ulloa.

122
M. A. PUIG-SAMPER - ANTONIO DE ULLOA, NATURALISTA

Los últimos "entretenimientos" de las Noticias Americanas de Ulloa están dedica


dos a los indios americanos, siguiendo, como ya indicamos, la tradición de los cronistas
e historiadores de Indias de los siglos anteriores, incluso en los prejuicios frente a estos
seres diferentes a los europeos*3 y muy similares entre ellos, que son calificados fre
cuentemente como ociosos, alevosos, astutos, cobardes, pusilánimes, mentirosos, inhu
manos, supersticiosos, infantiles, etc.., lo que justificaba que se les sometiera a trabajos
y castigos moderados en las Mitas. Sólo reconoce cierto grado de desarrollo cultural a
los incas, que considera una excepción de la regla general en estos pueblos "bárbaros",
y llega a vislumbrar la disminución de sus poblaciones por tres causas: las viruelas, la
bebida y su repugnancia a estar sometidos a naciones extrañas y trabajar para ellas u.
Al plantearse el problema del poblamiento americano, que se llevaba discutiendo
desde los tiempos de la publicación de José Acosta, Historia Natural y Moral de las
Indias (1590), que había propugnado un poblamiento terrestre del continente americano
y había originado una polémica de larga duración en la que habían participado Gregorio
García, Pedro de Castro, Feijóo, Boturini, Torrubia, Gumilla, etc.., Ulloa se inclinó por
el poblamiento marítimo de América tras el Diluvio, en embarcaciones construidas a imi
tación del Arca de Noé por hebreos o naciones contiguas a ellos, como lo probaba el
carácter de los indios, que encontraba similar al de los judíos, como ya había apuntado
G. García y más tarde el padre Gumilla, quien además de aceptar las tesis de Sigüenza
y Góngora —que propugnaba que los americanos procedían de la estirpe de Cham— se
adelantó a Ulloa al afirmar el poblamiento marítimo de América*5.
Las Noticias Americanas como una gran obra de síntesis de la geografía y la his
toria natural del Nuevo Mundo, con la nueva visión ilustrada, fue muy aplaudida en su
época, traducida a varios idiomas, y reeditada en Madrid en 1792, constituyendo una de
las obras clave para la ciencia europea hasta la llegada de Humboldt.
Respecto a las actividades de Ulloa posteriores a la publicación de esta obra, cabe
decir que participó en la confección de las Instrucciones para la recogida de materiales
con destino al Real Gabinete de Historia Natural que dirigía Pedro Franco Dávila*6, donde
—según el testimonio de Guillermo Bowles— pasaron "los minerales de América, y otros
fragmentos y preciosidades que se custodiaban en la casa de la Geografía" ". Unos años

83 Sobre este asunto que ha generado una copiosa bibliografía resulta de interés, Ares, B., Bustamante,
J., Castilla, F. y del Pino, F.: Humanismo y Visión del otro en la España Moderna, Madrid, CSIC, 1992, que
además recoge las referencias mas interesantes sobre el tema.
84 Ibíd., págs. 240-304.
85 Ver la edición de Gumilla de 1 745, págs. 1 29- 1 35. El asunto del poblamiento americano puede verse
en Capel, H.: Lafísica sagrada, págs. 69-81, y en González Montero de Espinosa, M.: La Ilustración y el hom
bre americano, Madrid, CSIC, 1992.
86 "Borrador de una carta de Pedro Franco Dávila a Antonio de Ulloa", fechada en Madrid, 1 de enero
de 1773. Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid.
87 Bowles, G.: "Discurso sobre el establecimiento de un Gabinete de Historia Natural, y sobre el de
un Jardín Botánico con Laboratorio Chymico", Ms. s.a.. AHN, Estado. Leg. 2923, núm. 448.

123
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

más tarde, con motivo de encontrarse en México como comandante de la flota de Nueva
España, volvería a recordar sus antiguas aficiones preparando en Veracruz un Cuestionario
para la formación del completo conocimiento de la geografía, física, antigüedades, mine
ralogía y metalurgia de este reino de Nueva España e instrucción sobre el modo de for
marlas (México, Imp. F. Zúñiga, 1777), en un género ampliamente utilizado por la
administración española** y una Descripción Geográfico-Física de una parte de Nueva
España (1777), con noticias sobre el territorio, clima y producciones de Veracruz, minas
de Guanajuato, Pachuca, Real del Monte y de la capital mexicana"1.
Quizá la imagen final más expresiva de este marino ilustrado sea la que ofrece el
viajero inglés Joseph Townsend, quien al visitarle en Cádiz, en 1787, lo retrató de la
siguiente manera:

"Hallé en él a un perfecto filósofo, culto y sensible, de conversación animada y maneras


abiertas y llanas. Al observar que dos soldados montaban guardia a su puerta, esperé encon
trar en él cierta altivez; pero no hallé nada parecido. Este gran hombre es de diminuta esta
tura y extrema delgadez, y se encuentra inclinado por la edad. Le encontré vestido como un
campesino y rodeado por sus numerosos hijos, el menor de los cuales, que tenía unos dos
años, estaba jugando sobre sus rodillas. Se encontraba sentado, para recibir a sus visitas matu
tinas, en una habitación cuyas dimensiones y mobiliario me hicieron por un momento des
viar mi atención de su persona, que era el principal objeto de mi veneración. La sala tenía
veinte pies de longitud, catorce de anchura y menos de ocho de altura. Veíanse allí en con
fusa dispersión sillas, mesas, baúles, cajas, libros, papeles, una cama, una prensa, paraguas,
ropas, herramientas de carpintería, instrumentos de matemáticas, un barómetro, un reloj,
armas, cuadros, espejos, fósiles minerales, conchas, una caldera, lebrillos, jarros rotos, antigüe
dades americanas, dinero y una momia de las islas Canarias,..."™.

88 Solano, F. de (Ed.): Cuestionarios para laformación de las Relaciones geográficas de Indias. Siglos
XVI/XIX. Madrid, CSIC, 1988, y Alvarez Peláez, R.: La conquista de la naturaleza americana, Madrid,
CSIC, 1993.
89 Solano, F. de: Antonio de Ulloa y la Nueva España, México, UNAM. 2.' ed., 1987.
90 Townsend. J.: Viaje por España en la época de Carlos III (1786-1787), Madrid, Turner, 1988.
pág. 308.

124
RETORICA Y EXPERIMENTACION
EN LA POLEMICA
SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA*

Antonio Lafuente
Centro de Estudios Históricos. CSIC

a geodesia ha venido a convertirse hoy en una especialidad física de segun


do o tercer orden. En arquitectura o ingeniería siguen realizándose trabajos
de nivelación geodésica, pero los métodos que ahora se emplean están tan
sumamente codificados e informatizados que los instrumentos de observación y cálculo
que se utilizan apenas si requieren otra intervención humana que no sea sujetar correc
tamente el aparato o introducir cuidadosamente los datos en el ordenador. Cuesta traba
jo imaginar que este tipo de actividad que hoy consideramos técnica, o mejor dicho
sencillamente práctica, pudiera haber sido en el pasado un área científica capaz de inte
resar a los científicos más prestigiosos de Europa o de afectar las cuestiones teóricas y
experimentales más acuciantes de la ciencia del momento.
Aunque parezca sorprendente, así ocurrió, como lo prueba el testimonio, entre los
muchos que podríamos elegir, de Pierre Moureau de Maupertuis, un científico entre cuyos
méritos se siguen citando inevitablemente el descubrimiento del principio de mínima
acción y la introducción de una hipótesis transformista para explicar la variabilidad y
cambio en el mundo natural, además de la presidencia por encargo de Federico II de
Prusia de la Academia de Ciencias de Berlín.
Recordando Maupertuis el ambiente en el que se produjo la decisión de la Academia
de Ciencias de París de organizar las expediciones geodésicas a Quito y a Laponia, escribía
en su Lettre sur la figure de la Terre: "Fue sin duda la época más brillante que nunca
han conocido las ciencias"1. Y, en efecto, la cuestión sobre la figura de la Tierra fue una
de las controversias científicas más apasionadas y de mayor visibilidad social durante

* Una versión abreviada, aún inédita, de este texto fue presentada como conferencia plenaría en las
/// Trobades d'Historia de la Ciéncia i de la Técnica ais Paisas Catalans (Tarragona, 5-8 de diciembre de
1994). El presente trabajo se ha beneficiado de la ayuda de la DGICYT PB9 1-0071.
1 Maupertuis, P. L. M.: Lettre sur la figure de la Terre, ("fEuvres", 4 vols, Lyon, II, 1756, pags.
262-263. Sobre Maupertuis y su papel en la difusión de las ideas de Newton en el continente, puede consul
tarse de Brunet, P.: L'introduction des théories de Newton en France au XVIlle siécle. (Avant 173S), París,
1931. También su excelente biografía "Maupertuis" (2 vols., París, 1929) y nuestro Lafuente, A. y Peset, José
L.: Maupertuis, el orden verosímil del cosmos (Madrid, Alianza Ed , 1985).

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 125-140 125


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

el siglo XVIII 2. El tema, no obstante, habría sido una cuestión marginal de no haber
articulado lo que Voltaire, atento seguidor de los debates, llamó furiosas contradic
ciones.
Recordemos brevemente los hechos decisivos sin pormenorizar demasiadas fechas,
ni matices 3; la Tierra fue esférica hasta 1689, cuando Newton en las Proposiciones XVIII,
XIX y XX del libro III de los Principia demostró que, considerando nuestro planeta una
masa de fluido en rotación, estaba achatada por los polos en una magnitud difícil de pro
bar empíricamente. Obviamente tales deducciones se hicieron a partir de su ley de gra
vitación universal, lo que suponía aceptar, entre otras consecuencias, un principio de
acción a distancia y la existencia del vacío. Sólo un año después, Huygens publicaba su
Discours sur la cause de la pesanteur para contradecir a Newton y afirmar: "No estoy
de acuerdo con el principio de que [...] dos a más cuerpos diferentes se atraen o tienden
a aproximarse mutuamente [...] la causa de tal atracción no es explicable en absoluto por
ningún principio de mecánica [...] Tampoco estoy persuadido de la necesidad de la atrac
ción mutua de los cuerpos enteros, habiendo probado que, aunque no hubiese Tierra, los
cuerpos tenderían hacia un centro."4 Como todos los cartesianos, Huygens creía que la
masa del éter en el plenun cósmico era arrastrada por el movimiento de los cuerpos celes
tes de tal manera que la resultante de las fuerzas presentes empujaba a los cuerpos hacia
el centro de rotación. Al aplicar tales principios a la figura de la Tierra, deducía que nues
tro planeta, en efecto, no era perfectamente esférico, pero que su achatamiento era de

2 Un extenso tratamiento de todos estos aspectos puede encontrarse en nuestros Lafuente. A. y Mazuecos,
A.: Los caballeros del punto fijo. Ciencia, política y aventura en la expedición geodésica hispanofrancesa al
virreinato del Perú en el siglo XV/// (Barcelona, El Serbal/CSIC, 1985) y en Lafuente, A. y Delgado, A. J.:
La geometrización de la Tierra (1735-1745) (Madrid, CSIC: Galileo, 1985. También en Lafuente, A. y Peset,
J. L.: "La question de la figure de la Terre. L'agonie d'un debat scienti fique au XVIIle siécle", Revue d'Histoire
des Sciences, 37, págs. 235-254, 1984. Una perspectiva más general de la renovación de la cultura científica
francesa durante la Ilustración, puede encontrarse en Ehrard, J.: L'idée de Nature en France dans la premiére
moitié du XVIIf siécle, París, 1981. Ver también, Chouillet. A. M.: "Role de la presse périodique de langue
francaise dans la diffusion des informations concernant les missions en Laponie ou sous l'équateur", en Lacombe.
H. y Costabel, P.: La figure de la Terre du XVIIle siécle á l'ére spatiale. París, Gauthier-Villars, 1988, págs.
171-190.
3 Hay una extensa bibliografía sobre la cuestión de la figura de la Tierra que nosotros sintetizaremos
en algunos títulos particularmente significativos; entre ellos, Lalande, J. F.: Astronomie, 3 vols., París, 1792.
Todhunter, \:. A history of the mathematical theories of attraction and the figure of the Earth, 2 vols., Londres,
1873. Hall, D. H.: History of the Earth sciences during the scientific and industrial revolutions with special
emphasis on the physical geosciences, Amsterdam, 1976. Los aspectos más experimentales de la polémica son
atendidos preferentemente en Delambre, J. B. J.: Grandeur etfigure de la Terre, París, 1912. Butterfield, A. D.:
History of the determinaron of the figure of the earth from are measurements, Worcester, Mass., 1906. Los
aspectos relacionados con el establecimiento del sistema métrico decimal son tratados en Bigourdan, C: Le
systéme métrique des poids et mesures, París, 1901; también, Debarbat, S. y Ten, A. E., eds.: Métre et systé-
me métrique, París, Observatoire de París, 1993.
4 Huygens, C.: "Discours sur la cause de la pesanteur", texto publicado como apéndice de su Traité
de la Lumiére, Leyden, 1690. La cita en pág. 159.

126
A. LAFUENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

magnitud diferente al predicho por Newton 5. La física cartesiana se enfrentaba en una


cuestión concreta a la newtoniana.
No quedarían ahí las cosas: en 1722, Jean Dominique Cassini, un italiano estable
cido en París y reputado como el mejor astrónomo de su época, publica De la grandeur
et figure de la Terre, un texto en donde mediante observaciones astronómicas y geodé
sicas, se rechaza la tesis del achatamiento polar newtoniano. El libro, aún cuando para
algunos miembros de la Academia de Ciencias de París contenía ciertas imprecisiones y
no pocas hipótesis ad hoc que mejoraban la teoría de Huygens sin contradecir su identi
dad cartesiana, sentaba las bases de un gran debate, pues además de enfrentar a las figu
ras más representativas del nuevo santoral de la ciencia, presentaba sus conclusiones
como una colisión entre los usos de la cosmología teórica y los de la práctica astronó
mica. Mientras que se acusaba a Newton de especulativo, se reubicaba a Descartes en lo
más alto del pedestal de la ciencia.
Ya no me detendré en más preámbulos para justificar por qué la polémica sobre la
figura de la Tierra llegó a connotarse con agrios sentimientos nacionalistas y arrastrar a
la Royal Society y a la Académie des Sciences a un compromiso con la ortodoxia new
toniana y cartesiana, respectivamente. En la misma Enciclopedie dejó constancia de ello
D'Alambert: "Se creyó [escribe refiriéndose a la Academia de París] que estaba enjuego
el honor de la nación dejando tomar a la Tierra una figura extraña, una figura imagina
da por un inglés y un holandés"6. Tan agudas llegaron a ser las discrepancias que no hay
exageración cuando se afirma que una gran parte de la actividad científica continental,
durante la cuarta y quinta década del setecientos, se orientó hacia la búsqueda y desa
rrollo de soluciones teóricas y experimentales7.
París ya era el centro del mundo científico y casi todos en la Academia confiaban
en poder demostrar la superioridad de la ciencia francesa. Para concluir los debates bas
taba con determinar el valor de un grado de meridiano en dos latitudes diferentes y com
parar sus medidas. Si eran iguales, la Tierra sería esférica; si por el contrario eran diferentes
se podría averiguar cuál era el eje achatado, así como su magnitud. Desde el gabinete
parecía muy simple: bastaba, se decía, con la organización de dos expediciones a latitu
des lo más alejadas posible, para así acentuar la previsible diferencia en las dos medidas
del grado.

5 Sobre estas cuestiones, ver Dugas, R.: La mécanique au XVllf" siécle, Neuchátel, 1954, págs. 3 12ss
y 446ss. También Westfall, R. S.: Force in Newton Physics, New York, 1977, págs. I77ss.
6 Ver Lafuente y Mazuecos, Los caballeros..., págs. 9 y 47ss.
7 Tal fue la intensidad y visibilidad del debate que Cassini de Thury afirmaba en la sesión del 12 de
junio de 1760 en la Academia de Ciencias de París que "...no había ya en la academia ningún astrónomo que
no haya viajado para el progreso de la academia y de la geografía, pues han tomado parte en la medida de
grados en todas las partes del mundo". Citado en Lafuente. A.: "Los elementos de un debate científico duran
te la primera mitad del siglo XVIII: la cuestión de la figura de la Tierra", Geo Critica, 46, agosto de 1983.

127
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Y tal como se pensó, se decidió: una expedición iría a Laponia dirigida por Maupertuis
con la colaboración, entre otros, de Lemonier, Clairaut, Camus y Celsius*; la otra lo haría
al actual Ecuador, entonces parte del virreinato del Perú, encabezada por Godin y ayu
dado por La Condamine, Bouguer, Jussieu, Jorge Juan, Antonio de Ulloa o Pedro Vicente
Maldonado.
Diseñar estas expediciones no era tarea fácil; tanto como experimento crucial que
habría de concluir el debate, como en su dimensión de empresa académica internacional,
se trataba de una iniciativa tan novedosa como compleja. Nosotros nos concentraremos
en la misión desarrollada en Quito, la más completa de las dos y que, como caso de estu
dio, resulta particularmente reveladora de las dificultades a que hubo de hacer frente la
geodesia para convertirse en una nueva disciplina científica. Pretendo así, interpretando
los deseos de los organizadores de este coloquio, atender un doble propósito: el prime
ro, tratar los aspectos científicos de la expedición y, en particular, los problemas asocia
dos a la triangulación de un meridiano y, el segundo, explorar las complejidades de la
experimentación en la ciencia del siglo XVIII. El examen de parte de lo sucedido en los
páramos andinos, así lo confirma y a tal objetivo estarán destinadas los siguientes párra
fos. Vengamos, sin mayor demora, al asunto.
La misión que iban a desarrollar los expedicionarios en tierras americanas consta
ba de dos fases bien diferenciadas: la geodésica, entonces denominada geométrica, bási
camente consistía en triangular una distancia de unos 400 kms. a lo largo del corredor
interandino, aprovechando las cordilleras occidental y oriental para la instalación de los
puestos de observación. La distancia, equivalente a más de 3o de latitud, era suficiente
para el fin que se proponían y las medidas de la base de comprobación, obtenidas según
era preceptivo por dos métodos independientes, confirmaban la existencia de un error
casi despreciable. Durante esta etapa, que les ocupó entre 1736 y 1739, tuvieron que hacer
frente a dos tipos de problemas para asegurarse de la bondad del resultado final; de una
parte, los derivados del utillaje científico empleado, especialmente el cuarto de círculo y
el barómetro; de la otra, los asociados con la multitud de verificaciones accesorias y
observaciones complementarias cuyo objetivo era depurar los datos de los errores previ
sibles y reducir los lados de la triangulación al nivel del mar.
La segunda fase aludida se refiere a las observaciones astronómicas para determi
nar la amplitud angular del arco triangulado. Los cerca de cuatro años que emplearon en
esta operación nos remiten al más arduo problema que resolvieron los académicos: la
construcción, calibrado, instalación y calado del gran sector de astronómico de 1 8 pies
de radio que sustituyese al que transportaron desde París. En conjunto se trataba de un

8 Sobre esta expedición, puede verse Taton, R.: "L'expédition géodésique de Laponie (avril 1736-aoút
1737)". en Lacombe, H. y Costabel, P.: Lafigure de la Terre... págs. 1 15- 138. Nordmann, C. J.: "L'expédition
de Maupertuis et Celsius en Laponie", Cahiers d'Hismire Mundiales, X-l, 74-97, 1966. También el capítulo
"From London to Lapland and Berlín" del libro de Brown, P. H.: Science and Human Comedie. Natural
Philosophy in French Literaturefrom Rabelais to Maupertuis, University of Toronto Press, 1976, págs. 167-206.

128
A. LAFUENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

programa de observaciones que teóricamente era fácil de realizar. Incluso su ejecución


práctica había sido desarrollada con rapidez y de modo convincente por los expedicio
narios del Norte, los que trabajaron en Laponia.
¿Qué ocurrió entonces en el virreinato del Perú? ¿A qué atribuir tan prolongada
estancia y tanta dificultad para concluir la misión? Las razones son variadas y comple
jas, pero reductibles, tal vez, a dos tipos generales. En primer lugar, los motivos exter
nos, ya fuesen provocados por carencias organizativas —por ejemplo, las penurias
financieras o la imposibilidad de asegurar la comunicación con Europa—, ya fuesen con
secuencia de trabas administrativas o disputas personales —como los varios procesos
judiciales sufridos por los expedicionarios en Quito, el impacto negativo de la guerra
entre España e Inglaterra, el conflicto diplomático suscitado por la instalación de las pirá
mides conmemorativas, los continuos enfrentamientos entre los expedicionarios o los gra
ves quebrantos de salud que padecieron—. No podemos olvidar tampoco el reto que les
plateó la adversa orografía y climatología local. Son, en parte, razones externas y cir
cunstancias específicas que se sobreañadieron al proyecto académico, revelándose como
factores de gran repercusión sobre la marcha de los trabajos. Sería difícil exagerar la
importancia de los hechos mencionados.
En segundo término, destacaríamos la extraordinaria capacidad de nuestros expe
dicionarios para problematizar el objeto de su viaje; en principio, merece ser elogiada su
inquietud por la precisión de las medidas, actitud que Ies condujo a efectuar programas
sistemáticos de investigación de fenómenos naturales sobre los que no existía ninguna
teoría mínimamente consensuada, ni la suficiente experiencia acumulada. Eran cuestio
nes, si se quiere marginales, pero situadas en la frontera de saber científico y en especial
de la física o la mecánica. Entre ellas se encontrarían temas como la refracción atmosfé
rica y astronómica, la variación local de la gravedad y, por tanto, de la verticalidad de la
plomada en presencia de grandes masas montañosas, la determinación barométrica de las
alturas, la dilatación de materiales, la construcción de instrumentos y el grabado del
limbo, etc.
Sin duda, el conocimiento por parte de los expedicionarios de que la misión de
Laponia había finalizado en 1738, en tan sólo un año y aportando resultados concluyen-
tes favorables al achatamiento polar, fue un revulsivo que estimuló el diseño de un expe
rimento que aspiraba a cotas de precisión hasta entonces desconocidas; los expedicionarios
americanos pensaron que si la historia no iba a recordarlos por dar la razón a Newton en
la polémica, tendría en cambio que reservar un espacio para rememorar un tan vasto y
riguroso programa de observaciones como el que estaban ahora dispuestos a realizar.
Buscaban la gloria y no estaban dispuestos a escatimar esfuerzo alguno; las cir
cunstancias que tantas veces estuvieron a punto de arruinar la misión, les obligarían a
enfrentar dificultades inéditas para la ciencia del momento. La simple mención de algu
nas, lo mostrará con claridad; por ejemplo, nunca se habían efectuado observaciones
astronómicas sistemáticas por encima de los 3.000 metros, como rara vez los lados de

129
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

los triángulos, los desniveles entre las señales o las oscilaciones termométricas habían
sido tan grandes. Igualmente, no era habitual el traslado de instrumentos de precisión y
casi de gabinete, a través de elevadas cimas montañosas y tras largas y penosas camina
tas, lo que provocaría graves desajustes en el sector de pasos o en el barómetro*. El con
junto de todos estos factores dejaba siempre un poso de duda sobre la calidad de las
medidas, siendo, por otra parte, muy difícil decidir si los errores eran atribuibles a defi
ciencias del observador, a la mala construcción del instrumento o eran efecto de uno de
los fenómenos físicos mencionados y entonces muy poco conocidos. Por demás, no
existían, entre la proliferación de experimentos parciales y cifras discordantes entre sí,
criterios claros que delimitasen la relación entre las previsiones teóricas, las prácticas
observacionales y las expectativas reales de precisión que cabía esperar del conjunto de
sus operaciones.
En definitiva, se enfrentaban a problemas que desbordaban el objetivo de su misión,
sin los suficientes instrumentos conceptuales, ni el utillaje científico necesario. La empre
sa académica, pues, se transformó paulatinamente en una aventura cuyas implicaciones
científicas, políticas, sociales o biográficas, irán entremezclándose sin que ninguna de
ellas haga sombra a las restantes.
El carácter arriesgado de esta aventura ya se sospechaba antes de que en la última
sesión académica correspondiente a 1733, Godin propusiera la medida de un grado de
meridiano en las proximidades del ecuador terrestre. Las propuestas previas de La
Condamine para desarrollar los trabajos en las colonias portuguesas, africanas o brasi
leñas, habían sido rechazadas por el temor a peligros desconocidos; antes de salir de París,
Fouchy, Pimodan y de la Grive, menos necesitados de los laureles de la gloria, renuncian
a un viaje cuyas penurias todo el mundo adivinaba. Cuando llegan a Quito en mayo de
1736 sus recursos financieros son tan escasos que tendrán que endeudarse, antes de tener
que autofinanciar sus trabajos.
Más aún, todavía navegaban por los mares del Sur rumbo a Guayaquil cuando La
Condamine y Bouguer, tras agrias disputas con Godin, decidirán separarse del grupo
expedicionario y continuar su viaje por otro camino hasta Quito. La tensión entre los
miembros de la expedición, aunque a veces latente, nunca desaparecerá como tampo
co los motivos para alimentar el enfrentamiento. Si graves fueron las luchas internas,
no menos serios serían los conflictos con la Administración colonial. El Reino de Quito
se encontraba inmerso en un profundo proceso de crisis, que coyunturalmente se veía

9 La fabricación de instrumentos científicos era en esta época una tarea de artesanal en la que cada
constructor tenía sus propios métodos para el trazado del limbo, la fijación del cero o el logro de la verticali
dad. Estaba pues alejada del "standar" ideal que asegurara, por ejemplo, la comparación de las medidas. Sobre
este problema, ver, Daumos, M.: Les instruments scientiflques aux XVIF et XVIII' siécles, París, 1953. Turner,
A.: Early Scientific Instruments. Europe 1400-1800, Londres, Sotheby's Pb., 1987. Turner, G. L'E.: Scientific
Instruments and Experimental Philosophy 1550-1850, Hampshire, Variorum, 1990; y, del mismo autor, "The
London Trade in Scientific Instruments-Making in the Eighteenth Century", Vistas in Astronomy, 20, 173-182,
1976.

130
A. LAFUENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

agravado por el avivamiento de la vieja pugna entre las dos castas étnicas dominantes
de los chapetones y los criollos 10. El bajo rendimiento en mercurio de Huencavélica
había asfixiado la minería de la plata y reducido notablemente la demanda interna ame
ricana de productos manufacturados, iniciándose un proceso de regionalización econó
mica colonial, muy potenciado por la sistemática introducción de mercaderías extranjeras
y particularmente grave en el sector textil. Peninsulares y criollos vivían con gran
inquietud la situación y estaban tan hipersensibilizados hacia el problema, como rece
losos de su respectivo compromiso con el orden jurídico. Todo ello, como se sabe,
afectó a la vida de los académicos, quienes, si de una parte, encontraban a río revuel
to posibilidades de conseguir fáciles recursos financieros, de la otra estaban en el punto
de mira, y como víctimas propiciatorias, de las autoridades locales. Realmente, aunque
no hay pruebas concluyentes sobre las supuestas prácticas comerciales de La Condamine,
lo cierto es que fue sometido a dos procesos judiciales, a los que se añadirían los pro
vocados por el asesinato de Seniergues durante el motín que contra los chapetones
estalló en la ciudad de Cuenca a los gritos de "Viva el Rey y mueran los gavachos y
el mal gobierno" ".
No nos detendremos en la consideración de las difíciles condiciones de vida en los
páramos andinos, ni en los contínuos pacedimientos o incomprensiones de que fueron
objeto los expedicionarios 12. El relato de la peripecia humana nos obligaría a dar a este

10 Sobre estas cuestiones puede consultarse Ramos Pérez, L. J.: Las Noticias secretas de América de
Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1735-1745). Madrid, CSIC, 1985; y Molina Martínez, M.: "Estudio prelimi
nar" a la edición facsímil de Ulloa, A. de: Noticias americanas. Granada, Universidad de Granada, 1992; Guillén
Tato, J.: Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre-Guiral y la medición
del meridiano, Madrid, 1973; Merino Navarro, José P. y Rodríguez San Vicente, Miguel M., han editado fac-
similarmente las Observaciones astronómicas... y la Relación histórica del viage a la América meridional...,
las dos obras que escribieron Juan y Ulloa sobre sus trabajos de carácter científico. También, Lafuente, A.:
"Una ciencia para el estado: la expedición geodésica hispano-francesa al virreinato del Perú (1734-1743)",
Revista de Indias, 43, págs. 549-629, 1983; y, Lafuente, A. y Estrella, E.: "Scientific enterprise, academic
adventure and drawing-room culture in the geodesic mission to Quito (1735-1755)", XVII International Congress
of History of Science, Berkeley, 1985. Zúñiga, N.: La expedición científica de Francia del siglo XVIII en la
Presidencia de Quito, Quito, 1 977. Disponemos de una novela que ha prestado particular atención a estos aspec
tos, Trystram, F.: Le procés des étoiles, París, Seghers, 1979.
1 1 Ver, Lafuente y Mazuecos, Los caballeros..., pág. 132.
12 Las fatigas a las que tuvieron que hacer frente fueron considerables. Tanto que sus actividades fue
ron objeto de controvertidos comentarios por parte de los naturales del país. El siguiente testimonio de Ulloa
no puede ser ni más elocuente, ni más simpático: "Ahora es justo que se considere, cuánta diversidad de jui
cios formarían en aquellos Pueblos sus Habitantes: por una parte los admiraba nuestra resolución; por otra,
los sorprendía nuestra constancia; y finalmente todo era confusión aún en las personas más cultas; pre
guntábanles a los Indios, cuál era la vida, que teníamos en aquellos sitios, y quedaban espantados del infor
me, que les hacían: Veían, que se negaban todos a asistirnos, aún siendo de naturaleza robustos, sufridos y
acostumbrados a lasfatigas; experimentaban la tranquilidad de ánimo, con que sin tiempo determinado vivía
mos en aquellos sitios; y la conformidad con que después de haber concluido en uno la cuarentena de traba
jos y soledad, pasábamos a los otros: y en tanta admiración, y novedad no sabían, a qué atribuirlo. Unos

131
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

texto una extensión exagerada. Quede, pues, constancia de ello y vengamos sobre el tra
tamiento de alguno de los aspectos científicos de la misión.
A este respecto, y por razones de brevedad, me detendré solamente en el problema
de la nivelación barométrica y en el de la construcción y puesta a punto del gran sector
astronómico
Como en todos los temas estudiados, los expedicionarios no llegaron a Quito com
pletamente inermes. La teoría de Mariotte proporcionaba un modelo teórico desde el que
interpretar correctamente las variaciones de la columna de mercurio 14. Sin embargo, sus
primeras medidas no sólo presentaban una notable dispersión de resultados, sino una
inquietante irregularidad, que cuestionaba la bondad del modelo y la viabilidad de la ley
matemática usualmente empleada.
La novedad podía proceder de tres causas: la primera, desajuste o defecto de fabri
cación del instrumento; la segunda, deficiencias en el grabado del tubo que, según la
experiencia, parecían ser más significativas cuando los desniveles a comparar no eran
muy grandes; y, tercera, fracaso de la teoría. Todos los expedicionarios coincidieron en
la conveniencia de rechazar las hipótesis de Mariotte, salvo en el supuesto de grandes
desniveles, y en no cuestionar su fe en el instrumento ". Esta alternativa les obligaba a
intentar la búsqueda de una expresión algebraica estable por procedimientos empíricos,
aunque su validez sólo fuese local.
Había ya algún precedente en los escritos de Feuillée y Cassini. El fundamento bási
co inicial consistía en suponer que la altura de un lugar aumentaba en progresión aritmé
tica respecto a la variación del mercurio: se trataba de averiguar el primer término de la

tenían a locura nuestras resoluciones; otros lo encaminaban a codícia persuadiéndose, que andábamos bus
cando minerales preciosos por medio de algún método particular, que habíamos inventado; otros nos dis
currían Mágicos, y todos quedaban embebidos por una confusión interminable; porque en ninguno de los casos,
que sus pensamientos les dictaban, haliaban que tuviese correspondencia en su logro a la fatiga y penalida
des de tal vida: asunto que aún todavía mantiene la duda en mucha parte de aquellas Gentes, sin poder per
suadirse a cuálfuese el ciertofin de nuestro viaje, como ignorantes de su importancia ". Juan y Ulloa: Relación
histórica del Viage a la América Meridional, Madrid, 1748. I, pág. 137.
13 Con gran detalle, hemos abordado previamente estos aspectos en la ya citada Lafuente y Delgado,
La geometrizxición. . .
14 Sobre la puesta a punto del barómetro como instrumento científico de precisión, ver Middleton, W.
E. K.: The history ofbarometer, Baltimore, 1964. La memoria de De Luc, J. A. (Recherches sur les Modifications
de l'Atmosphere, Ginebra, 1749) contiene interesantes referencias históricas.
15 Juan y Ulloa explicaban el abandono de la teoría de Mariotte, pues "...a distancias cercanas a la
superficie de la Tierra se haya dicha dilatación 1del aire] en otra razón distinta 1a la geométrica}; y [las
observaciones! suponen, que las capas, o estratos de igual peso, en que se consideró dividida la Atmósfera,
se dilatan en progresión aritmética, correspondiendo, a cada una de ellas igual aumento, o diminución de altu
ra de Mercurio en el Barómetro", Cf. Observaciones..., pág. 126. Bouguer lo atribuía a que "...lasfuerzas elás
ticas del aire no siguen la razón inversa de las dilataciones ¡...¡la segunda ley de M. Mariotte que supone la
misma elasticidad en todas las partes de la atmósfera yerra por defecto en lo alto de las montañas". El texto
procede de una carta de Bouguer a Du Fay (Petit Góave, 25. X. 1735). Archives de l'Observatoire de París, ms.
C-2-7.

132
A. LAFUENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

progresión, así como su razón. En términos algebraicos, lo que nuestros académicos inten
taban era encontrar una expresión polinómica de segundo grado cuyas constantes se deter
minarían empíricamente. La tabla que presentamos resume las conclusiones obtenidas
por los distintos expedicionarios, donde la primera y segunda columnas recogen los valo
res de las dos incógnitas aludidas en la progresión, expresada en puntos, y la tercera la
expresión que da la altura en toesas para n líneas de variación barométrica:

Primer término Primer término


Autor Altura para n líneas
(puntos) (puntos)
Cassini 1728 103680 9,92n + 0,08/i2
Feuillé 3456 103680 9,83/t + 0,17/i2
1 Godin 1502 128798 12,25/j + 0,01n1
Bouguer (París) 1152 136080 13,05n + 0,075«2
Bouguer (Quito) 1202 169920 16,33« + 0,06/i2
Juan 806 171176 16,47/j + 0,04/i2
Juan (media) 371 149033 14,35/1 + 0,02/¡2

Las diferencias entre ellos, como probamos en la siguiente tabla al comparar la altu
ra predicha por la fórmula de cada uno aplicada a diferentes lugares de la triangulación,
son tan significativas que es preciso poner en entredicho los propios fundamentos del
procedimiento;

LUGAR Altura Altura Altura Altura Altura


mercurio Godin Juan Bouguer Condamine

Caraburu 21.3.3. 1434 1280 1697 1226


Oyambaro 20.7.9. 1614 1413 1819 1352
Tanlagua 18.9.9. 2188 1816 2515 1743
Pambamarca 17.3.4. 2732 2168 3080 2109

Los resultados eran decepcionantes, la oscilación en términos absolutos podía lle


gar hasta las casi 700 toesas lo que porcentualmente suponía el 35% del valor medio
asignado a la altura de un lugar. Esto explica el interés de Bouguer por emprender la
nivelación geodésica, método del que dudamos que hubiese asegurado resultados mucho
más precisos, ya que su ejecución requería de una triangulación accesoria que atravesa

133
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

se la cordillera andina occidental y las selvas inexploradas de la región de Esmeraldas,


única forma de conectar geodésicamente la planicie costera con el altiplano interior.
También se entiende la radical oposición de Godin a una nueva empresa que retrasaría
la marcha de los trabajos sin que cupiese esperar beneficios considerables, pues una varia
ción de 200 toesas en la determinación de la altura de una señal repercutiría en sólo 2
toesas de error en la medida final del grado, y ello suponiendo que no operase el gran
aliado de los geodestas: es decir, la siempre posible y feliz compensación de errores.
Y si ya conocían, antes del comienzo de los trabajos, la escasa inci
dencia de los errores en la nivelación, ¿por qué comprometieron tanto tiempo en las
observaciones y llevaron la polémica interna hasta la más cruda separación e incomuni
cación de los dos grupos? Quede aquí constancia del radical compromiso de los acadé
micos con las prácticas y recursos de la investigación empírica, así como de su tendencia
a cuestionarse problemas que, sin pretender quitarles importancia, no eran significativos
para el fin inicial y prioritario de la misión.
En definitiva, el caso tratado nos ilustra sobre la siempre compleja relación exis
tente entre una colección de observaciones más o menos exactas y un experimento con
clusivo. La lectura atenta de los manuscritos, en especial las cartas que intercambiaron
y los cuadernos de notas, nos permite avanzar algo más en nuestros comentarios. Los
académicos, además de científicos involucrados en una misión, eran personas cargadas
de dudas y deseosas de convencer. Uno de los recursos más utilizados fue el de presen
tarse como esforzados trabajadores, insensibles al desaliento y abrumados por masas
ingentes de datos y cálculos: matemáticas y observación, lejos de apuntalar una tesis,
eran dieztramente presentadas para simular una exuberancia experimentalista que embo
tara la capacidad crítica del lector, dejándolo inerme ante el tumulto de ecuaciones, correc
ciones, precisiones instrumentales y quejas sobre la hostilidad del territorio y sus pobladores.
Muchos son las testimonios que avalarían dicha afirmación; baste aquí con reproducir el
amargo reproche que La Condamine dirigía a Bouguer en 1746, reconociendo su dolo
roso descubrimiento de que la precisón no era sino un compromiso entre los medios dis
ponibles y el público receptor, entre los objetivos teóricos y las prácticas sancionadas:
"He concluido [escribía La Condamine] que todo el cálculo no se puede hacer rigurosa
mente, sino por aproximación [...] Usted se explica de forma enigmática y, sin duda,
intencionadamente. Estoy seguro de que hay maldad en hacer calcular y recalcular a quien
el cálculo produce fiebre, sin piedad y sin fin, sin nunca poder regresar sobre sus pasos
y remontar hasta la causa de los errores del cálculo, sin cometer otra nueva equivocación
y entrar en verificaciones que, con frecuencia, son nueva fuente de error y que me hacen
perder diez veces más tiempo que si, siendo menos puntilloso, renunciara a las verifica
ciones incidentales y accesorias" ". La queja expresa una accesis que es descrita como
doloroso viacrucis del científico hacia la verdad lo que, sin duda, le inviste de la autori-

16 Carta de La Condamine a Bouguer (Deniecourt, I7.X.1746), Archives de l'Observatoire de París,


ms. C-2-7, págs. 10-1 1. Ver. Los caballeros. .. págs. I76s.

134
A. LAFUENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

dad de los antiguos profetas y de los nuevos descubridores.


Terminada la fase geodésica de la misión, se iniciaba la segunda etapa, es decir la
determinación de la amplitud del arco mediante observaciones de la latitud. A finales de
1739, sin embargo, el desajuste de los instrumentos les colocaba en una situación deses
perada. La siguiente tabla prueba lo que decimos.

LUGAR N° LATITUD DESV.


OBSERVADORES Obs. MEDIA TIPICA
|| Juan-Ulloa Cartagena 18 10° 26' 0,6" 44.8"
Godin-Juan-Ulloa Quito 16 0 13 36 21
|| Godin-Juan-Ulloa Caracol 10 1 37 48 38
|| Godin-Juan-Ulloa Guayaquil 27 2 II 15,3 30.5
|| Godin-Juan-Ulloa Panamá 15 8 57 53,3 32,5
Juan-Ulloa Lima II 12 3 35.5 10,5
Godin-Bouguer-Juan-Ulloa-La Condamine Portobelo 15 9 33 56 40,3
Juan-Ulloa-Godin-Bouguer-La Condamine Cartagena 8 10 26 2 43,34

Distintos observadores, en lugares diferentes y tras varias series de observaciones,


encontraban resultados cuyo error medio, de unos 30", era tan grande que toda la misión
americana estaba amenazada de fracasar estrepitosamente ". Se imponía, pues, recons
truir el instrumento ".

17 Terminada la fase geodésica de la misión, los académicos se dividieron en dos grupos para la deter
minar la latitud de los dos extremos del meridiano triangulado: Godin, Juan y Ulloa hicieron sus observacio
nes en Mira y Cuenca (3" 27'), mientras que Bougucr y La Condamine eligieron Tarqui y Cochesqui (3" 7').
Cada grupo realizó sus trabajos entre finales de 1739 y los primeros meses de 1740. Todo el programa de obser
vaciones parecía terminado, cuando Godin. en abril de 1740, apreció graves divergencias en sus medidas y se
decide a recomenzarlas. A partir de entonces, entre muchas dudas y nuevas disputas internas, se iniciarán obser
vaciones de verificación que se prolongarán hasta los meses centrales de 1742, fecha a partir de la cual se pro
cederá a la definitiva determinación de la amplitud del arco de meridiano. En fin, cuatro años para determinar
la latitud de dos puntos es una cantidad de tiempo excesiva que sólo puede justificarse tomando en considera
ción la enorme cantidad de dificultades a las que tuvieron que hacer frente los expedicionarios. Los detalles
son analizados en Lafuente y Delgado, La geometrización..., págs. 209ss.
18 En efecto, el sector de 12 pies de radio, tras escarpados y constantes desplazamientos, había sufri
do graves deterioros. Así lo reconoció Bougueren una memoria que quedaría manuscrita: "Desde que he refle
xionado, juzgo que el anteojo del sector que nos sirvió para las observaciones de la oblicuidad de la eclíptica
estaba desviado del plano del instrumento en más de 10 o 12 minutos... Estábamos por tanto equivocados en
casi un minuto en la distancia de e-Orión al cénit... Por otra parte, no podía cerrar los ojos y disimular la
desviación del limbo respecto al plano del meridiano que por las observaciones precedentes sobre el Sol conocía
aproximadamente". Cf. P. Bouguer, Remarques historiques et critiques sur les observations faites au Pérou
de la distance de l'étoile d'Orion au zenith. Archives de l'Obscrvatoire de París, ms. C-2-7, P. 4'.

135
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Sin duda, este es uno de los momentos más comprometidos de la expedición; si su


experiencia como observadores no era muy grande, ahora tendrían que enfrentarse a un
conjunto de problemas que ni los mismos artesanos europeos resolvían satisfactoriamente;
es preciso reconocer a nuestros expedicionarios una tenacidad y audacia fuera de toda
sospecha.
No sólo los problemas técnicos a resolver eran de una complejidad extraordinaria,
sino que además la propia empresa implicaba aceptar un retraso muy importante en sus
operaciones. Pero ¿acaso les quedaba otra alternativa? La idea de regresar precipitada
mente a París era impensable. Se imponía, pues, reconstruir el instrumento.
Como se observaban estrellas próximas al cénit para así disminuir la influencia de
la refracción astronómica, era posible aumentar considerablemente el radio del nuevo
sector y lograr, con un limbo más corto, una sensibilidad y precisión mucho mayor. Este
instrumento de pasos tenía ventajas indudables, pero su construcción, al ser más grande
y pesado, planteaba graves dificultades a la hora de asegurar la rigidez y estabilidad del
conjunto. Se trataba de un tema fundamental, como lo prueban la proliferación de deta
lles técnicos y mecánicos que incluyen los académicos en su descripción. El segundo
conjunto de problemas se relaciona con la instalación correcta del instrumento, asegu
rando su verticalidad y paralelismo con el meridiano, y el del anteojo con el plano del
limbo. Obviamente, la calidad de las observaciones dependía del éxito en estas opera
ciones.
Suponiéndolos bien resueltos, aparecían a continuación un nuevo cúmulo de difi
cultades a las que también tuvieron que prestar atención: ¿en presencia de grandes masas
montañosas, sufría la plomada una desviación, debido al principio de gravedad newto-
niano, cuyos efectos fuesen apreciables? ¿habría una paralaje reticular debida a la posi
ción del ojo en el anteojo, o a la necesaria iluminación del ocular en la observación
nocturna o, causada por los defectos de visión del ojo de cada observador? ¿cómo ase
gurar un buen grabado de las divisiones del limbo?... En fin, retengamos para su co
mentario, esta última cuestión, en donde la solución hallada fue tan original, como
precisos los resultados que les permitió encontrar.
Puesto que iban a medir la altura al cénit de estrellas cuyo valor se conocía apro
ximadamente, no era necesario grabar en el limbo todas las divisiones menores que la
amplitud angular buscada. La idea era simplificar al máximo la operación de grabado y
evitar así la introducción de nuevas fuentes de error. Bastaba con marcar sobre el limbo
los dos puntos extremos sobre los que se sabía que caería aproximadamente la plomada
y completar posteriormente la observación mediante el uso del micrómetro. Así pues la
reducción a términos geométricos del problema, que básicamente consistía en dividir una
regla y trasladar una de sus partes, simplificaba la operación mejorando sensiblemente
la precisión. Sin embargo, las observaciones de comprobación realizadas, manifestaban
una dispersión que oscilaba entre los 20 y 30 segundos.

136
A. LARJENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

Era un margen de error excesivo que obligaba a nuevas verificaciones y rectifica


ciones del instrumento. Llegaron a efectuar tan exquisitos arreglos y a reconsiderar tan
tos pequeños detalles, que la terquedad con que reaparecían nuevas dispersiones, fue
atribuida a la existencia de un movimiento propio de las estrellas ". Se trataba, obvia
mente, de un descubrimiento de grandes repercusiones teóricas y prácticas, y muy amplias
resonancias cosmológicas y filosóficas. Parecía que por fín se encontraban en los umbra
les de su paso a la historia; el diseño de un programa sistemático de observación ten
dente a encontrar una ley estable de variación, era una cuestión tan excitante, como
necesaria para poder concluir las observaciones. Las cifras que inicialmente barajaban
hacían plausible hasta una variación próxima al minuto; de confirmarse sus sospechas,
el descubrimiento los catapultaría hacia la gloria.
Las observaciones que efectuaban, sin embargo, aunque aproximaban entre sí los
resultados, no lograron vencer una dispersión irreductible. A pesar del gran esfuerzo des
plegado, La Condamine tenía que reconocer ante Bouguer en 1741 que todo había sido
un espejismo causado por la incidencia de permanentes errores personales de observa
ción Las estrellas estaban fijas y el sueño de gloria se desvanecía. Las determinacio
nes que hasta entonces se habían hecho en Quito de la distancia de e-Orionis al cénit,
seguían no obstante manifestando un amplio margen de error.
Pero si todo eran errores personales ¿qué garantía tenían ahora los expedicionarios
de poder concluir el valor de un grado? Con esta inquietud volvían a comenzar unas
observaciones que finalmente Ies condujeron a un valor cuyo error medio hoy podemos
evaluar en torno al 0,04% y que en términos absolutos suponía una oscilación de 22 toe-
sas aproximadamente.
Pero detengámonos en la evaluación cuantitativa de las consecuencias de este esfuer
zo expedicionario promovido por la Académie des Sciences para resolver la cuestión
planteada sobre la figura de la Tierra. Los dos cuadros siguientes permiten comparar los
resultados obtenidos por los distintos expedicionarios y deducir los valores posibles para
el achatamiento polar:

19 Juan y Ulloa se hicieron eco de tales expectativas en sus escritos (Observaciones..., págs. 271-2):
"...salió tan adecuado, exacto, firme y tan fácil su manejo, que nos hizo notar movimiento extraño en las
Estrellas... Dimos aviso de este decubrimiento a MM. Bouguer, y La Condamine, quienes dudaron de ello,
queriendo atribuir algún defecto a nuestro Instrumento, quedaron satisfechos por varias observaciones, que
repitieron con anteojos fijados en la Pared, donde se notó sensiblemente el movimiento de E-Orión ".
20 Con toda humildad se lo reconocía La Condamine a Bouguer en carta (Quito, 3.VIII. 1 74 1 ): "Estoy
tentado de atribuir a mis errores la mayor parte de los errores", Bibliotheque National (París), Nouvelles acqui-
sitions francaises, ms. 6197, P. 17'.

137
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Comparación entre ejes Triangulación Péndulo

Ecuador (Quito)-Laponia (Pello) 212/213 178/180

Ecuador (Quito)-Francia (París) 313/314 169/170

Francia (París)-Laponia (Pello) 127/128

Quito-Portobelo 131/132

La oscilación, ya sea comparando valores de grados o longitudes del péndulo hora


rio, era importante y no podía dejar cerrado definitivamente el tema. Persistía una incer-
tidumbre sobre el achatamiento polar de nuestro planeta, que exigía alguna justificación
por parte de los expedicionarios. El estrecho margen de oscilación predicho por la teoría
era desbordado por unos resultados experimentales, que si bien daban la razón a Newton,
no permitían una conclusión numérica inequívoca21.
Ninguno de los implicados, sin embargo, pensó en el fracaso. Pero como siempre
es difícil explicar, a quienes no son iniciados, cómo reconstruir el desajuste entre obje
tivos a cubrir y logros alcanzados en la forma de un éxito, tuvo que intervenir Voltaire,
propagandista de esta gesta newtoniana en Francia, para justificarla: "La misión del Perú
[escribía en 1745] por el vasto programa de observaciones que tuvo el doble mérito de
inaugurar y de realizar es un modelo para todas las expediciones científicas que vinieron
después. Aparentemente nuestros académicos no agregaron a la ciencia del cielo mas que
algunas cifras, pero el alcance de sus trabajos fue realmente más amplio y el impulso que
dieron a los estudios de observaciones más duradero de lo que se cree comúnmente" n.
Y, en efecto, todos quisieron ver la expedición como el comienzo de algo nuevo, antes
que como el final de un debate.
Los resultados no fueron conclusivos, pero la ciencia salía triunfante. Nadie expresó
mejor que Boscovich la satisfacción del consenso y la euforia ante el futuro: "Estoy con
vencido de que la empresa orientada a la determinación de la magnitud y la figura de la

21 Con toda claridad y modestia lo reconocía La Condamine: "¿Pero cuál es la medida del aplana
miento y en qué relación crecen los grados de latitud al aproximarse a los Polos? Esto es lo que aún ignora
mos y lo que, tal vez. no es posible conocer; al menos sin disponer de un número mucho mayor de grados
medidos". Cf., La Condamine, Extrait des operations Trigonometriques. et des observations Astromiques, fai
tes pour la mesure des degrés du Meridien aux environs de l'Equateur, Memoires de l'Académie royale des
Sciences (1746). pág. 637
22 El texto procede de una carta de Voltaire (Versailles, 7.1.1745) citada por Loridan, V. J.: Voyages
des astronomes francaises á la recherche de la figure de la Terre et de ses dimensions, Lille, 1980. Ver,
Lafuente y Mazuecos, Los caballeros..., pág. 191.

138
A. LAFUENTE - RETORICA Y EXPERIMENTACION SOBRE LA FIGURA DE LA TIERRA

Tierra, lejos de haber acabado, apenas si comenzó... Hasta ahora cuanto más grados
hemos medido, mayor es la incertidumbre"23.
Veamos, ya para terminar, algunas de las soluciones propuestas a este conflicto
entre teoría y experimento; Bouguer propuso para la elipse terráquea de revolución una
figura que escrupulosamente se ajustase a los datos concretos aportados, aunque hubie
ra que abandonar prestigiosas previsiones teóricas; sus meridianos, antes que elipses ima
ginadas, en donde la atracción aumentaba desde el ecuador al polo como el cuadrado de
la latitud, formarían una curva que denominará gravicentrique, y cuya justificación requería
incluir un término corrector de cuarto grado en la ley newtoniana de atracción univer
sal24. Así, el último cartesiano vivo y prestigioso, aceptaba la figura para la Tierra de un
inglés a cambio de una rectificación en sus presupuestos teóricos. La apuesta inductivis-
ta que ello suponía, respaldada por las críticas que Clairaut y Buffon —cada uno con sus
propios argumentos—, todavía resulta conmovedora y abría una brecha imponente en el
edificio de la ciencia de la Ilustración.
La Condamine o Boscovich recomendarían la necesidad de comenzar un programa
de observaciones geofísicas que cuestionase el supuesto teórico de la homogeneidad en
la distribución de masas interior del planeta. Otra alternativa que nuevamente socavaba
profundas y arraigadas convicciones académicas y que, como sucedía en el caso ante
rior, abría la puerta a las más variadas especulaciones y a nuevos campos de investigación.
Juan y Ulloa reconocerían la imposibilidad de la astronomía práctica para propor
cionar datos suficientemente precisos, atribuyendo a los instrumentos la dispersión de
resultados. Al cuestionar el propio método de trabajo experimental, dejaba en suspenso
una década de observaciones geodésicas; sin embargo, el relativismo a que se daba pie,
era para él una amenaza menor que la de arriesgar el crédito a la obra de Newton. Con
mucha claridad expuso esta crítica a Bouguer: "Quieren algunos que no sea exacta la
suposición de que la curva por cuya revolución se produce la Esferoide de la Tierra sea
una elipse; y van a buscar otra en la cual convengan todos los grados medidos [...] Pero
muy lejos de creer yo que las disparidades que se hallan en los excesos de los grados
procedan de la suposición hecha de que la curva sea una elipse, discurro no nacen mas
que del corto yerro que indispensablemente se debe cometer en las medidas"25. Así, los

23 Boscovich, R. J.: Voyage astronomique et geographique dans l'Etat de l'Eglise..., París, 1770,
págs. 491-2. El original de la obra citada fue primero publicada en latín con el título "De luterana expeditio-
ne...", (Roma, 1755). Ver Markovic, Z.: "R.J. Boscovic et la théorie de la figure de la Terre", Conférence
donné au Palais de la Déeouverte (5. IX. 1960), París, 1960.
24 Literalmente, los grados, según proponía Bouguer, "...son aproximadamente como el seno eleva
do a la potencia 3'°"' pero, sin duda, para facilitar los cálculos y a fin de que sea Geométrica la gravicentri
que, así como la línea curva que forma el Meridiano, se puede confundir esta potencia fraccionaria con la
perfecta, en la que 4 es el exponente". Cf. Bouguer, P.: La figure de la Terre, París, 1749, págs. 290-1. Para
ver algunas de las reacciones a esta propuesta, ver Lafuente y Mazuecos, Los caballeros.... págs. I90ss.
25 Juan, J. y Ulloa, A.: Observaciones astronómicas, y physicas..., Madrid, 1748, pág. 312.

139
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

yerros de unos (los geodestas) garantizaban los aciertos de otros (los atraccionistas, en
la terminología de la época) y el edificio entero ganaba en verosimiltud.
Euler, compartiendo esta última tesis y situando cualquier posibilidad de certeza en
los principios teóricos newtonianos, no se tomó grandes molestias en la evaluación de
los resultados y se limitó a calcular, tomando por seguro el valor del aplanamiento publi
cado en los Principia, los errores finales cometidos por los expedicionarios26. Era una
actitud parecida a la sostenida por Jorge Juan, aunque por ser menos abierta arrojaba
dudas sobre el rigor de la empresa expedicionaria inagurada en Francia tres décadas antes.
Y para terminar un último comentario: aunque suene a muy moderna la tesis sos
tenida por algunos postpositivistas sobre la infradeterminación empírica de las teorías,
vemos, por los textos citados, que ya habitaba entre los hombres de ciencia del setecientos
como una realidad ineludible, aunque superable por el consenso. Resulta así que estamos
ante una comunidad de astrónomos, matemáticos y físicos mucho menos cientifista de
como la siguen presentando aún algunos estudios sobre el pasado de la ciencia. Fue
Voltaire quien teatralizó la polémica sobre la figura de la Tierra como la pugna de la
sandía de Newton contra el melón cartesiano. La imagen, como la otra de una prodigio
sa manzana que reveló a Newton la existencia de la gravedad y que también fue un inven
to volteriano, fue decisiva en la historia que hemos contado. Me pregunto si la figura de
la Tierra, como problema científico, hubiera dado para tanto de no ser por estos alardes
retóricos que quisieron y lograron enfrentar a dos cosmovisiones, a dos comunidades
científicas nacionales, al método experimental contra la mecánica celeste y, desde luego,
arrastrar a varias monarquías a gastos colosales para discernir una discrepancia sin nin
guna repercusión práctica27.

26 Un balance de las diferentes soluciones, puede encontrarse en Delambre. J. B. }.: Histoire de


l'Astronomie au dix-huitiéme siécle, París, 1827, págs. 362ss. También se discuten las distintas alternativas en
Boscovich, Voyage..., págs. 484 ss.
27 Voltaire que había sido atento seguidor de todos los avatares de la polémica sobre la figura de la
Tierra y protagonista en el proceso de introducción del newtonismo en Francia, dio a estas o parecidas pre
guntas una respuesta, plena de sangrante ironía, en el capítulo XLI1I de su Siécle de Umis XV, "... Los viajes
al extremo del mundo para confirmar una verdad que Newton había demostrado en su gabinete han dejado
dudas sobre la exactitud de las medidas".

140
EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA
Y EL REINO DE QUITO

Luis J. Ramos Gómez


Universidad Complutense

La selección del reino de Quito

en el inicio de los años treinta del siglo XVIII parecía fuera de toda duda
que la única manera que había para resolver de una vez por todas el pro
blema de la forma de la Tierra era la de comparar dos grados de latitu
des distintas o uno de latitud con otro de longitud medidos en espacios contiguos. La
preocupación que la Academia de las Ciencias de París tenía por este tema fue la causa

* BIBLIOGRAFIA CITADA
Condamine, Charles Marie de la
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París en 1745) (Vid. Condamine 1962).
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II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

de que se decidiese su resolución y que a instancias suyas, el 28 de marzo de 1734,


el Conde de Maurepas, ministro de Marina y de la Casa Real francesa, remitiese por
conducto diplomático a José Patiño, secretario de Marina e Indias, Guerra, Hacienda
y Estado de España, una memoria en la que se solicitaba permiso para realizar las
observaciones pertinentes en el espacio quiteño, habiéndose descartado previamente,
por diversas razones, las islas de Borneo, Sumatra y Santo Tomé y el ecuador africa
no, así como la desembocadura del Amazonas. Este último ámbito en principio parecía
el más idóneo dada su proximidad a Europa, y hubiera sido seleccionado "si se tuvie
ra la esperanza de poder penetrar con seguridad el espacio o término de ciento o cien
to cincuenta leguas de tierra, y que la corte de España concediese la protección necesaria,
pero con razón se debe dudar que esta protección no pueda ser bastante, porque se
hallarán entre los mismos pueblos salvajes, inconvenientes dificultosísimos que supe
rar" (AGI, Indiferente General 333). Ciertamente la seguridad era la causa invocada
para desechar ese espacio que al parecer había propuesto el académico Charles Marie
de La Condamine 1, pero ¿fue esa la verdadera razón? Nosotros creemos que en su
descarte pesó mucho el litigio que mantenían España y Portugal por aquel ámbito en
relación con la «Línea de Tordesillas», pues, ¿a qué gobierno se habría tenido que
dirigir Maurepas para solicitar el correspondiente permiso? ¿En qué problemática se
habría involucrado Prancia si hubiera dado ese paso?
El ámbito finalmente seleccionado fue el del Pacífico, solicitando Maurepas que
los "tres o cuatro astrónomos y matemáticos de la Academia de las Ciencias", así como
"uno o dos inteligentes para buscar plantas medicinales", pudieran realizar las perti
nentes "observaciones en las cercanías de ... [la ciudad de Quito], eligiendo una por-

Lafuente, Antonio y Antonio Mazuecos


1 987 Los caballeros del punto fijo. Ciencia, política y aventura en la expedición geodésica hispanofrance
sa al virreinato del Perú en si siglo XVIll. Serbal y CS1C. Barcelona
Merino Navarro, José P. y Miguel M. RodrIouez San Vicente
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Ramos Gómez, Luis J.
1985 Epoca, génesis y texto de las "Noticias secretas de América», de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, 2
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1987 "La expedición de la Academia de las Ciencia de París para la medición del grado a la altura del ecua
dor y la inclusión de «dos sujetos españoles inteligentes en la matemática y la astronomía» ( 1 734-35)".
Asclepio. Revista de la Historia de la medicina y de la ciencia, vol. XXXIX, 2. CSIC, Madrid.
1995 "Jorge Juan y Antonio de Ulloa y el «meridiano de Tordesillas»: La Disertación histórica y geográfi
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Sanz, Miguel
s.f. (1774) Breve noticia de la vida del Excelentísimo Señor Don Jorge Juan. Madrid
1 La Condamine se atribuye la propuesta de este espacio tanto en el Extracto del diario de observa
ciones (pág. 108), como en la Relation abrégée (vid. Condamine 1962, pág. 90), ambas de 1745, así como en
el Journal du voyage ... á l'Equateur, de 1751 (vid. Condamine 1986, pág. 169).

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L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

ción del ecuador y un meridiano que fácilmente puedan medir; podrán empezar cerca
del cabo del Paseo [—por Pasado—] y continuar su trabajo a lo largo del ecuador,
según la comodidad del país lo permita". Pero, ¿hasta dónde podían llegar midiendo
ese paralelo? o por decirlo más claramente, ¿hasta qué punto podían introducirse en el
continente para medir cómodamente una porción del ecuador? Evidentemente en los
documentos sólo se nos habla del límite occidental: el Pacífico, pero no del oriental,
que podía ser cualquier lugar de los efectivamente poseídos por España en la cuenca
amazónica, zona, por cierto, en la que Portugal presionaba continuamente avanzando
sus fronteras.

La elección de Jorge Juan y de Antonio de UHoa

Como es sabido, la petición francesa recibió el beneplácito inicial de Felipe V, quien


mandó al Consejo de Indias que "considere y me consulte las precauciones que deberán
observarse para obviar y asegurar todo género de fraudes y sospechas de los enunciados
sujetos", temas estos sobre los que los galos, por cierto, ya habían ofrecido salvaguar
dias. Sin duda estamos ante una operación de camuflaje organizada por José Patiño para
que otros, y no él, propusieran a Felipe V la realización de una expedición conjunta gra
cias a la cual Francia se viese obligada a compartir con España los métodos y los resul
tados de las observaciones que se efectuasen, ya que el conocimiento exacto de la forma
de la Tierra, el desarrollo de las técnicas astronómicas de fijación de las longitudes y el
estudio de los últimos avances cartográficos eran cuestiones claves para la naútica, para
el aprovechamiento del espacio y para la fijación de fronteras.
Por eso no creemos que sea casual que entre las diversas medidas propuestas por
el Consejo el seis de mayo de 1734, el rey aprobase la que procedía nada menos que del
cosmógrafo Carlos de la Reguera —y que apoyó el fiscal—, aceptándose en consecuen
cia "que asistan con . . . [los académicos franceses] a todas las observaciones que hicie
ren, uno o dos sujetos [españoles] inteligentes en la matemática y astronomía, a elección
de V.M., y apunten éstos aparte todas las [observaciones] que se fueren ejecutando"2.
Nosotros creemos que cuando el Consejo elevó esta propuesta, ya se tenía calibrada su
viabilidad e incluso pensadas las personas que debían encargarse de tal misión, pero sin
embargo algo falló, porque no se nombró a nadie; la causa pudo estar en que los matemá
ticos y astrónomos inicialmente seleccionados se echaron para atrás bien porque pensa
ron que sus conocimientos no estaban a la altura de los de los franceses, bien porque

2 Según se desprende de la carpetilla en la que Reguera remite su informe a Miguel de Villanueva, la


función de estos "inteligentes" no sólo era científica, pues también deberían celar para que los franceses no
comerciasen ilícitamente y "asegurarse de otros recelos que pudiesen fundar las noticias adquiridas de los puer
tos, fortalezas y demás disposiciones de aquellos países", campos estos en los que los franceses ya habían dado
seguridades en su petición a Felipe V.

143
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

creyeron excesivas las dificultades materiales del proyecto. Ante la situación creada,
Patiño maniobró rápidamente haciendo que el cinco de julio de 1734, al mismo tiempo
que se pedía al embajador francés el nombre de los expedicionarios galos para darles la
necesaria autorización, el Consejo decidiese elevar al rey una nueva consulta —que se
fecharía el 12— por la que los científicos españoles se transformaron en guardiamarinas
con el pretexto de que "en ninguna clase se hallarán [individuos] más a propósito" para
tal misión, argumentándose también que como por su relación con ese cuerpo "nadie
puede estar más instruído que el señor Don José Patiño, ministro de Marina, es de pare
cer [el Consejo], le mande S.M. [que] le proponga dos guardiamarinas de las calidades
que se requieren" para "hacer las observaciones y mapas para perfeccionar la navegación
al Perú" (AGI, Indiferente General 333).
A pesar de lo entonces dicho, el giro dado en la calidad de los expedicionarios
nacionales no se reflejó en la cédula del 14 de agosto de 1734, donde se autorizaba la
empresa y el paso de los expedicionarios, pues en ella sólo ordenaba el rey que "se des
tinen uno o dos sujetos españoles inteligentes en la matemática y astronomía ... para que
asistan con los mencionados [académicos] a todas las observaciones que hicieren y apun
ten las que fueren ejecutando"3; pero además de este hecho debemos señalar la circuns
tancia de que tampoco se escribió en ella el nombre de los expedicionarios españoles,
aunque sí el de los astrónomos y matemáticos y el de de los botánicos y geómetras fran
ceses —bien que con diversos fallos—, señalándose además la ida de mecánicos para
componer los instrumentos y de criados, todos éstos innominados. Pero no sólo no se
hace entonces pública la calidad y los nombres de los españoles que debían ir al reino
de Quito, sino que tendremos que esperar hasta el tres de enero de 1735 para saber su
identidad. ¿A qué puede deberse la dilación? Creemos que el deseo de que esos puestos
fuesen cubiertos por científicos tuvo éxito en algún momento, anulándose en consecuencia
una primera elección de guardiamarinas —que no sabemos cómo se realizó—, en con
creto la efectuada en fecha que no podemos precisar en las personas de Jorge Juan y de
Juan García del Postigo; sin embargo, las esperanzas puestas en los matemáticos y astró
nomos seleccionados tampoco se concretaron entonces, por lo que hubo que realizar una
segunda elección de guardimarinas —en este caso definitiva—, que recayó en Jorge Juan
Santacilia y en Antonio de Ulloa de la Torre-Giral, al tener ya otro destino Juan García
del Postigo.
La ida de Ulloa a Quito se había debido, por tanto, a una serie de circunstancias
muy singulares.

3 En esta real cédula no sólo se autorizaba el paso de los expedicionarios, sino que se declaraba la
finalidad de la empresa y las condiciones a las que debían ajusfar su actuación; su texto difería muy poco de
lo pedido y ofertado por los franceses si exceptuamos esa incorporación del o de los acompañantes españoles
cuya elección se reservaba el Rey; al respecto debemos señalar que en la primera redacción de este documen
to no se incluyó esa referencia, ya que aparece en el margen de la minuta.

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L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

La imprecisa función de Juan y Ulloa en la cédula de agosto de 1734:


el «pleito de las pirámides de Quito»

Al redactarse la real cédula de 14 de agosto de 1734, nunca se pensó en la tras


cendencia que tendría la frase de que con los académicos franceses pasarían "sujetos
españoles inteligentes en la matemática y astronomía ... para que asistan con los men
cionados [académicos] a todas las observaciones que hicieren", ya que en ella estuvo el
caballo de batalla de la inscripción que debía colocarse en las pirámides de Yaruquí, con
cuya erección se conmemoraba la medición de la base sobre la que se fundamentó la
observación geométrica. El texto que propugnaba La Condamine y Bouguer —Godin
prefirió apartarse del mismo— no fue aceptado por Juan y Ulloa, quienes querían intro
ducir unas variaciones para dar realce a la figura de Felipe V y, sobre todo, para equi
pararse ellos con los científicos franceses, para lo cual no sólo no dudaron en tildarse de
astrónomos, de matemáticos e incluso de académicos, sino que llegaron a modificar el
texto de las reales órdenes.
En Quito el problema se solventó en el «real acuerdo» de 19 de julio de 1742, donde
se emitió un fallo condicionado a la aprobación del Consejo de Indias; en él se ordena
ba que sobre la flor de lis propuesta por los galos como remate de las pirámides se colo
case la corona real española, y que en la inscripción se incluyese "el nombre de los dos
españoles guardas marinas, debajo del título con que vinieron enviados para asistir a todas
las operaciones de dichos académicos franceses", decisión ésta que que no fue del agra
do de Juan y Ulloa por no figurar como académicos sino como "assistentibis ex manda
to Reg. Cath." (AGI, Quito 374). Pero el conflicto no terminó ahí, pues en 1746, cuando
La Condamine intentó que el Consejo de Indias confirmase lo resuelto en Quito, se con
sultó el tema nada menos que con Jorge Juan y Antonio de Ulloa, o al menos con este
último, quien por supuesto informó negativemente —y no verídicamente por cierto— lo
resuelto en Quito en 1742, y en consecuencia el 25 de agosto de 1746 se mandaba al
virrey de Santa Fé, don Sebastián de Eslava, que "se derriben y demuelan" las pirámi
des erigidas; sin embargo el 17 de octubre de ese mismo año —posiblemente a instan
cias de Jorge Juan— se modificó la orden en el sentido de que sólo se retirasen las
"referidas inscripciones y armas" a la espera del texto que se remitiera de España, el cual
fue enviado el cinco de marzo de 1747.
Como era de esperar, en esa inscripción triunfaban las tesis de los dos marinos, y
fue publicada por Ulloa —quien prácticamente silencia el conflicto 4— en la Relación
(2.* parte, párrafo 433); el marino daba así cumplimiento al requerimiento hecho por el
padre Andrés Marcos Burriel el 22 de septiembre de 1747 para que en esa obra se res-

4 En la Relación, Ulloa traía muy de pasada la cuestión, pues al hablar de la inscripción dice que "en
esto no dejaban de ofrecerse algunas dificultades" que no pudieron solventarse, dejando la solución en "sus
penso hasta que en España se dispusiese lo que fuese de real agrado" (parte 1.*, párrafo 433).

145
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

pondiese a las alusiones hechas por La Condamine en sus dos libros de 1745. Pero la
controversia no terminó ahí, pues en 1751 fue retomada por La Condamine en su Journal,
donde dedicó muchos párrafos al pleito tenido en Quito y a lo obrado desde Madrid, no
quedando en muy buena posición los dos marinos españoles; la polémica sobre el tema
parecía nuevamente abierta, e incluso se preparó en España la correspondiente respues
ta, como muestran los manuscritos 7406 y 8428 de la Biblioteca Nacional de España,
pero no llegó a producirse la confrontación al no retomarla ni Juan ni Ulloa.

Las misiones de los dos marinos según instrucciones particulares

Las instrucciones particulares de los dos guardiamarinas fueron firmadas por José
Patiño en Aranjuez el 22 de abril de 1735, encargándoseles no sólo misiones de astró
nomos y matemáticos, sino también de botánicos, geógrafos, antropólogos e ingenieros,
y, por supuesto, de marinos; así se les ordenaba que asistieran con los académicos "a
todas las observaciones y mapas que hicieren" (punto 1 .°), y apuntasen "aparte todas las
que fueren ejecutando" (punto 2°); que levantasen los planos de las ciudades5 y fuertes,
con sus fortificaciones, y se informasen de los límites y pueblos de los ámbitos recorri
dos, así como de sus habitantes indígenas (punto 4.°); que observasen "con todo cuida
do la latitud de las ciudades, puertos, bahías o ensenadas donde pararen o estuvieren,
vientos que reinaren en ellas y en qué tiempo del año, como también la facilidad o difi
cultad que tuviesen los bajeles en sus entradas y residencia, haciendo a este fin exactos
sondeos y las diversas inmersiones o emersiones del primer satélite de Júpiter para obte
ner la más cierta noticia de sus latitudes y longitudes, por ser de grande utilidad para la
geografía y nautica" (punto 5.°); que tomasen nota de todo lo averiguado con respecto a
las plantas estudiadas (punto 6.°), y que "de todas las observaciones que fueren practi
cando los expresados académicos, y de las que separadamente discurrieren [ellos que]
conviene hacer, . . . [diesen] cuenta al gobernador del distrito donde se hallaren . . . quedán
dose siempre con copia para unirla a su tiempo al general" (punto 7.°) (AGI, Lima 590,
fol. 68v y sigs).
Estos eran los únicos objetivos que tenían encomendados Jorge Juan y Antonio de
Ulloa, y sólo a ellos se refieren en la escasísima correspondencia cruzada con sus supe
riores de España y en sus obras preparadas para la imprenta; sin embargo no ocurre lo
mismo con las denominadas Noticias secretas, ya que el especial carácter de este texto
obligó al autor de su prólogo —seguramente Ulloa— a atribuirse funciones de avezados
visitadores, escribiendo algo tan falso como lo siguiente: que debían "adquirir con exac
titud y la más posible prolijidad y atención todo lo que pareciere digno de ella acerca del

5 Con respecto al espacio quiteño, se realizaron los planos de Quito y Guayaquil, si bien éste no se
publicó sin duda por razones estratégicas. El espacio navegado por el Pacífico se refleja en la lámina X de la
primera parte y en el mapa global del Mar del Sur, situado al final de la Relación Histórica.

146
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

gobierno, administración de justicia, costumbre y estado de aquellos reinos, con todo lo


tocante a su civil economía, militar y política".
La zona donde debían moverse los expedicionarios era —según se había escrito en
la real cédula de 14 de agosto de 1734— un espacio indeterminado entre el Pacífico y
el Atlántico, parte del cual era poco o nada conocido; por esta razón, a Jorge Juan y a
Antonio de Ulloa se les ordenaba que informasen no sólo de los límites y poblaciones
de esas provinicias, sino también "de la inclinación, industria y habilidad de sus natura
les [—es decir, de los indios españolizados—], y [de] la braveza o joviandad de los indios
irreductos, y facilidad o dificultad de su reducción" (punto 4.°), debiéndoles proporcio
nar los gobernadores y corregidores las "providencias, bagajes, escolta u otras preven
ciones indispensables y de seguridad" para sus movimientos (punto 9.°). ¿En quiénes
pensaba Patiño al hablar tanto de "gobernadores" y de "indios irreductos" como de la
necesidad de llevar "escolta y otras prevenciones para su seguridad"? ¿Pensaba sólo en
los indios de algunas zonas poco conocidas de la costa del reino de Quito como la de
Atacames? ¿o más bién en los de los gobiernos de Quijos y Macas, Jaen o, sobre todo,
Mainas? ¿Es que Patiño tenía in mente la posibilidad de que los expedicionarios pudie
sen descender a la selva amazónica y fijar astronómicamente al menos hasta dónde habían
penetrado los lusitanos para así introducir un nuevo elemento en el debate con Portugal
en relación con el contencioso de la Línea de Tordesillas?
Es posible que este fin existiese en la mente de Patiño, si bien nada se concretó al
repecto antes de la partida de los expedicionarios o del tres de noviembre de 1736, fecha
de su muerte, como tampoco lo hicieron después sus sucesores.

La entrada de los expedicionarios en el reino de Quito

Aunque Jorge Juan y Antonio de Ulloa no habían tenido relación alguna con el
virreinato del Perú, al que perteneció Quito hasta 1739, ni con sus gobernantes, sin embar
go los nuevos tenientes de navío —lo fueron desde el momento de su embarque— tuvie
ron la fortuna de hacer el viaje con el séquito del virrey electo del Perú don José Mendoza
Caamaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía, navegando Juan en el mismo barco que
él. A juzgar por el apoyo que el virrey les otorgó en el conflicto que mantuvieron con el
presidente quiteño José de Aráujo y por los encargos que aquel les hizo tras el estallido
de la guerra con Inglaterra", la impresión que los dos marinos dieron al máximo man
datario peruano y a sus acompañantes fue necesariamente muy positiva.
Tras una navegación sin contratiempos, Juan y Ulloa pisaban Cartagena de Indias
el día 9 de julio de 1735, a donde llegaban los franceses —que se habían retrasado con
siderablemente— el 15 de noviembre; a los 10 días la compañía científica partía hacia

6 A pesar de que Quito se integró en la Nueva Granada a partir de agosto de 1 739, siguió ligado Lima
durante la guerra desde el punto de vista de la defensa.

147
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

el reino de Quito por la vía tradicional, que consistía en cruzar el istmo de Panamá y
navegar el Pacífico, tocando en Manta —ya en el ámbito de Quito— el 10 de marzo de
1736. Los expedicionarios pretendían efectuar allí una serie de mediciones en el sentido
de los paralelos y además obtener un punto que les permitiera enlazarlas con las que efec
tuasen en la sierra andina en el sentido de los meridianos, pero las características del
terreno impidieron afrontar esa empresa, que sería definitivamente descartada por órde
nes emitidas por Francia en marzo de 1737. En Manta la expedición se rompió en dos,
pues mientras Charles Marie de La Condamine prefirió ir a Quito por la inusual vía del
semiabierto «Camino de Esmeraldas», que cartografió, Louis Godin y los dos marinos
españoles primero, y Pierre Bouguer después, lo hicieron por la ruta que partía de Guayaquil;
así, los expedicionarios alcanzaron Quito al menos divididos en tres grupos, entrando en
la ciudad entre el 29 de mayo y el 10 de junio de 1736.
La llegada de la compañía científica al ámbito quiteño no sorprendió a sus autori
dades, ya que la Secretaría de Marina e Indias lo había comunicado y había remitido con
suficiente antelación la real cédula de 14 de agosto de 1734, la cual fue obedecida pun
tualmente por el presidente Dionisio de Alcedo y por los corregidores de los ámbitos por
donde hicieron tránsito. Como Ies había sucedido en los otros puntos tocados anterior
mente, las autoridades de Quito y sus vecinos acogieron cordialmente a los expedicio
narios, hecho del que se hacen lenguas tanto españoles como franceses, escribiendo Ulloa
que el presidente Dionisio de Alcedo y Herrera "nos tenía dispuesto alojamiento en el
palacio de la Audiencia y [nos] cortejó con grande esplendidez los primeros tres días; en
ellos fuimos favorecidos con visitas así del obispo, oidores, canónigos y regidores de
aquella ciudad, como de toda su nobleza y personas de distinción" (Relación, 1.* parte,
párrafo 523).
Pero la cordialidad no estaba reñida con el cumplimiento de lo estipulado en las
órdenes reales, por lo que el presidente Dionisio de Alcedo no dudó en registrar los equi
pajes de los franceses y recordarles que sus trabajos "no habían de exceder de las obser
vaciones puramente astronómicas ... [ni] apartarse del concurso de los dos oficiales
españoles" (Alcedo al rey, Madrid 18 de noviembre de 1740. AGI, Quito 134), reconvi
niendo particularmente a La Condamine por el itinerario elegido y las labores efectua
das en su viaje desde la costa. Dada la actitud de Alcedo, no puede resultar extraño que
Juan y Ulloa también fuesen llamados al orden por haber permitido que los franceses
anduviesen sueltos y no en su compañía, como tenían mandado, orden que cumplirían
desde entonces hasta octubre de 1739, cuando se completó la medición geométrica inicial.
No es este el lugar para estudiar las labores de la medición astronómica y geomé
trica, que se desarrollaron en el amplio espacio del callejón interandio que Ulloa repro
duce en la lámina XXI, y cuya finalidad no fue comprendida por buena parte de los
habitantes del espacio quiteño, como narra Ulloa en la Relación (1.* parte, párrafo 555 y
sigs). A diferencia de lo que ocurre con La Condamine (Lafuente y Mazuecos, 1987
p. 122 y sigs), muy poco sabemos de las amistades hechas por los dos marinos españo

las
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

les en su estancia en aquel ámbito, debiéndonos conformar con los nombres de Juan José
de Loza y Acuña, cura de Loja (Relación, 1 .* parte, párrafo 855), el jesuita José de Eslava
(Noticias, sesión 6.°, párrafo 26) y el innominado cura de Mira (Noticias, sesión 7* párra
fo 22), nombres a los que debemos añadir el de Juan de Valparda, fiscal de la Audiencia
y una de las cabezas del bando «chapetón».

La opinión de Ulloa sobre los habitantes del ámbito quiteño

Tanto en la Relación Histórica como en las Noticias secretas trata Ulloa del con
cepto que le merecen los habitantes de Quito; el tema no lo desarrolla globalmente, pues
mientras en esta obra dedica al asunto diversos párrafos de varias sesiones, en la Relación
trata de cada uno de los grupos al referirse a los habitantes de las ciudades y espacios
que describe, a excepción de los indios, quizá porque inicialmente pensó dedicarles apén
dice especial. Como hombre de la élite de su tiempo, el sevillano no se cuestionó en
momento alguno la licitud de una articulación social fundamentada en la pigmentación
de la piel, y por ello adscribe globalmente la nobleza y las virtudes a los blancos y la
bastedad y los vicios a las castas, dejando en el más profundo abismo a los indios rura
les en la Relación Histórica, aunque no en las Noticias.
Al grupo blanco no le considera Ulloa como un todo uniforme en ninguno de los
dos textos, ya que lo subdivide en dos segmentos, uno es el formado por los europeos y
las gentes de origen español que no se han entremezclado con las de otras sangres, y el
otro es el constituído por los que podríamos denominar «blancos aparentes», gentes de
sangre mezclada que "desde la segunda o tercera generación, que ya son blancos, se repu
tan por españoles" (Relación, 1.* parte, párrafo 645), y que aunque presumen de noble
za "a cortos pasos que se den se encuentran tales tropiezos que es rara la familia donde
falte mezcla de sangre y otros obstáculos no menores" (Noticias, sesión 9.* párrafo 7);
por ello, la calidad de los españoles se limita a "no ser negros, pardos ni tostados"
(Relación, 1.* parte párrafo 650). A este negativo condicionante de la escasa limpieza de
sangre de muchas familias locales, Ulloa une el hecho de la mala educación que las
madres dan a sus hijos, a quienes disimulan los vicios "en que la juventud se menosca
ba y [por ello] las buenes costumbres pierden su debido lugar en el asiento de la razón"
(Relación, 1 .* parte párrafo 66 1 ) 7, circunstancia a la que se une la entrega de los varo
nes, "desde una edad muy corta, a la sensualidad", menoscabándose su salud a partir de
los 30 años de edad (Relación, 1.* parte párrafo 662).
Según expresa Ulloa en la primera parte de la Relación, estas circunstancias no
impiden que los españoles quiteños sean "sutiles de ingenio y propios para el estudio

7 En las Noticias se habla de "los vicios con que allá despiertan los entendimientos de todos" (sesión
7.' párrafo 33).

149
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

porque poséen clara comprensión y con poco trabajo se hacen dueños de lo que se les
enseña", pero esa disposición no llega a buen término por falta de maestros y de comu
nicación con gentes de peso (párrafo 660). Aunque Ulloa no lo señala en esta ocasión,
ese condicionante quizá se vea reforzado por el tipo de lengua que hablan los locales,
incluso las personas más cultas: una mezcla de quechua y castellano, a lo que hay que
sumar "la impropiedad de trocar los términos, que en muchos es necesaria interpretación
a quien no está hecho a su inteligencia" (párrafo 670).
El concepto que tiene Ulloa sobre las castas es ciertamente muy pobre, indicando
que su situación se debe a "la falta de ocupaciones en que estar decentemente ejercita
dos, [a] la flojedad y pereza connatural a sus genios y [a] la ninguna educación con que
se cria la gente vulgar" (Relación, 1.* parte párrafo 663). Su utilidad está en su remisión
a España para nutrir las filas del ejército, pudiendo retornar algunos a América a espa
cios distintos a los de su origen (Noticias, sesión 1.* párrafo 66 y 97 y sigs.); también
plantea la posibilidad de transformar a los vagos y delincuentes en pobladores forzosos
de los distintos gobiernos del ámbito quiteño, tanto el costero de Atacames como los
selváticos, a donde también se remitirían las mujeres de vida licenciosa (Noticias, sesión
1 .* párrafo 64, y sesión 8.* párrafo 78 y sigs. y 98).
Si el concepto de Ulloa sobre los criollos y castas es bastante negativo pero uni
forme en los dos textos manejados, en el relativo a los indios se producen importantes
diferencias entre ambos, seguramente porque el de las Noticias no es de su mano. En la
primera parte de la Relación, Ulloa divide a los componentes de este grupo en dos par
tes: la de los indios urbanos y la de los rurales. Si los primeros son individuos "ejercita
dos en los oficios mecánicos y hablan la lengua castellana, son mucho más advertidos ...;
sus costumbres menos parecidas a las de la gentilidad, son expertos, capaces y no tan
poseídos de errores" (párrafo 957), los segundos son diametralmente distintos, ya que
son ignorantes, rústicos y poco apartados de una inculta barbarie (párrafo 930); estan cer
canos a los brutos, son insensibles, lentos, faltos de luces, perezosos —sólo trabajan las
mujeres—, supersticiosos, malos cristianos, aficionados a las fiestas y a la bebida, con
el resultado de caer en relaciones sexuales en las que no se respetan ni entronques ni
parentescos, etc. etc. Su única virtud es que tienen "grande agilidad y comprensión ... a
toda suerte de obras de mano (párrafo 934) y que son ajenos al vicio del juego (párrafo
94 1 ). Esta situación de los indios rurales podría corregirse si fuesen capaces de relacio
narse con gentes más desarrolladas, para lo cual era necesario que aprendiesen el caste
llano y se expresasen en él, "logrando por su medio el comercio racional con los españoles",
bien en sus pueblos con los pasajeros, bien en las ciudades con sus habitantes y con las
autoridades (párrafos 957 y 958).
Todo lo dicho de los indios rurales se corrige en las Noticias Secretas, ya que si
bien se escribe que su naturaleza y talento "les hacen acrehedores a que se reputen en
todo tiempo por menores" (sesión 7.* párrafo 8.°), se valora su pasado prehispánico y se
reconoce que "sin otro delito que el de la simplicidad ni más motivo que el de una igno

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L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

rante sencillez, de señores han venido a ser esclavos" (sesión 4.* párrafo 1 .°) de corregi
dores, curas y demás gentes. Sus supuestos vicios y poca cristiandad se deben al interés
de los curas por celebrar fiestas, a la escasa doctrina que reciben y a los ejemplos de
embriaguez y deshonestidad que ven en ellos (sesión 5.* párrafo 7, 33 y 34); su falta de
deseo de trabajar para otros —que no para ellos— proviene "del trato que reciben de los
españoles, que no es mucho que todo lo hagan de mala gana" y también de que es "igual
el ingreso que resulta a [su] favor ... trabajando o dejándolo de hacer" (sesión 6.*, párra
fo 30 y 3 1 ). Ciertamente son rústicos y cortos de talento, pero eso se debe a la falta de
educación con la que crecen, ya que si la recibieran nada impediría que los indios fue
sen fiscales protectores de los naturales o sacerdotes, puestos que Ulloa propone que ocu
pen los hijos de los caciques (sesión 7.*, párrafo 18, 29 y sigs., 36 y sigs.).

Las circunstancias económicas del espacio quiteño entre 1736 y 1744

La situación del espacio quiteño era paralela al de la propia capital, cuya riqueza,
a decir de Ulloa "no es considerable, pero tampoco se puede reputar por ciudad pobre.
En otros tiempos fue más opulenta de caudales, según muchas noticias que se conservan
de las memorias antiguas, pero ya al presente son muy raros los que hay y no pueden
hacer gran eco" (Relación, 1.* parte, párrafo 672). Si desde el punto de vista económico
Quito nunca había sido uno de los espacios más sobresalientes al carecer de minas impor
tantes, en estos momentos tampoco estaba en su período más boyante, ya que no sólo no
crecía la exportación del cacao al tener muy condicionada su entrada en la Nueva España,
sino que la producción de textiles estaba en franco retroceso ante la contracción sufrida
por el mercado peruano a causa del descenso de la minería y de la entrada de tejidos
europeos a través del Cabo de Hornos y de la Colonia del Sacramento. Ciertamente el
papel que jugaba la producción textil en la economía qu-teña de la sierra era fundamental*,
pues no podemos olvidar que ésta no sólo permitía sacar rendimiento a un producto pecua
rio transformándolo en paños y bayetas fáciles de transportar y que no recibían mermas
o deterioros, sino que su comercialización en los mercados sureños y de la Nueva Granada
aportaba bienes y moneda a Quito, corrigiéndose así su carencia.
Por otra parte, la producción agrícola del momento se encontraba lastrada por la
repetición de años de sequía y por las consecuencias del descenso demográfico, a fines
del XVII, de los indígenes, su principal mano de obra; estas circunstancias hacían que el
negocio más boyante en esos momentos fuese el de servir de puente entre Cartagena y
Lima, pues apoyándose en la legislación dada por Madrid, los comerciantes quiteños
adquirían en Cartagena mercancías legales y de contrabando no sólo para abastecerse
—que era lo que se había autorizado—, sino para internarlas fraudulentamente hasta

8 Algo dice Ulloa al respecto en la Relación. I .' parte, párrafos 709 y 7 1 5. Curiosamente en el párrafo
964 habla de la mita de obrajes como si aún existiera, lo que también sucede en Noticias, sesión 6.* párrafo 2.

151
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Lima. Esta actividad comercial tuvo un gran incremento cuando llegaron a Cartagena los
registros convoyados por López Pintado en 1737, y parece que aún creció más cuando
en agosto de 1740 pasaron a Quito los comerciantes limeños y el tesoro destinado a la
fallida feria de Portobelo de 1739; aunque el virrey de Santa Fé, Sebastián de Eslava,
intentó cerrar esa puerta en noviembre de 1740, las circunstancias de la guerra con
Inglaterra impidieron que la medida tuviese la efectividad deseada, por lo que refirién
dose a 1741 La Condamine pudo escribir que era "como si estas dos ciudades no hubie
sen estado separadas por 400 leguas de pésimos caminos" (Journal du voyage, 1751
p. 138).
Si bien de estos puntos trata Ulloa en diversos lugares de la Relación y sobre todo
de las Noticias (vid. sesión 3.*, párrafos 2 y sigs. y 10.', párrafo 37), creemos que lo más
interesante sobre este tema es el concepto que vierte en la Relación sobre la riqueza mine
ra y su papel en la economía. Su tesis es que el reino de Quito es una región privilegia
da, ya que "en frutos es la más pingüe de todo el Perú; en gentío la más poblada, así de
indios como de españoles; en ganados la más abastecida; en fábricas la más laboriosa, y
en minas si no la más pródiga, no menos rica que cualquiera de las otras a donde la natu
raleza ha derramado todo el esmero de sus favores. [Pero] parece que la suerte ... negó
a ésta el genial concurso de las gentes para que a un tiempo no se aprovechasen de todos
los beneficios que ofrece su pais", pues al no ocuparse sus habitantes de la minería, Quito
no podía prosperar (párrafos 1019 y 1020).
La causa de este abandono de la actividad minera* la achaca Ulloa a "la mucha
abundancia de mantenimientos que hay en aquel pais y el poco valor de ellos, con que
satisfechos sus moradores teniendo con menos fatiga lo preciso para la vida, no se apre
suran a querer desentrañarlas riquezas que estan depositadas en los suelos de la Tierra".
A esta causa debe sumarse la falta de dinero para poner en explotación las minas y el
concepto que se tenía del que pretendía dedicarse a la minería, que era conceptuado como
"hombre fanático que busca su perdición" (párrafo 1033). Quito lo tenía todo, sólo fal
taba empuje y empresa.

Las circunstancias sociopolíticas de Quito

El ámbito quiteño al que había llegado la misión científica perteneció a la jurisdi-


ción del virreinato del Perú hasta el 20 de agosto de 1739, cuando se decidió que pasa
se a formar parte del de la Nueva Granada; ciertamente la medida tuvo un profundísimo
significado para Quito por el desplazamiento del centro de poder de Lima a Santa Fé,
con el consiguiente vuelco en los lazos de relaciones y de dependencias, habitualmente
más personificados que institucionalizados. Aunque Ulloa recoge este cambio de ads-

9 Recordemos que los expedicionarios eran vistos como cateadores mineros, según narra Ulloa en la
1.* parte párrafos 555 y 557.

152
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

cripción en la Relación Histórica —no así en las Noticias—, sin embargo caló poco en
su mente, ya que siguió considerando a las gentes y a los espacios de Quito como per
tenecientes al Perú y no a la Nueva Granada.
A la llegada de los expedicionarios, el ámbito quiteño vivía el último año de gobier
no de Dionisio de Alcedo y Herrera, ya que a finales de diciembre de ese año de 1736
tomaba posesión de la presidencia, gobenación y capitanía general el limeño José de
Aráujo y Río, quien había accedido al puesto no tanto por unos supuestos méritos como
por el donativo de 20.000 pesos. El nuevo mandatario era, pues, uno de los muchos ame
ricanos que habían aprovechado las urgencias monetarias del estado para obtener un cargo
tan importante como el suyo, situación contra la que clamaban muchas voces particula
res —como el mismo Ulloa, que le espetó directamente que su bastón de capitán gene
ral le había costado 20.000 pesos— y colegiadas, como el mismo Consejo de Indias; sin
embargo tal política no pudo cambiarse a corto plazo, porque la situación monetaria que
la condicionaba no sólo no mejoró, sino que empeoró al estallar le guerra con Inglaterra
en 1739, resultando imposible profesionalizar la administración 10.
A la entrada de los expedicionarios Quito vivía aún las tensiones nacidas en la elec
ción de alcaldes de 1736, que había estado condicionadas por la virulenta pugna que el
año anterior había sufrido la ciudad a raiz de las medidas tomadas por el visitador de la
Compañía de Jesús padre Andrés de Zárate, quien con el apoyo del presidente Alcedo,
había dado posesión a unos padres y desterrado y expulsado a otros —varios de ellos
quiteños— intentando restituir una legalidad alterada por rivalidades locales. Este asun
to interno de la Compañía, así como el del conflicto en el cabildo, podríamos calificar
los de episódicos si en realidad no fuesen una muestra de la pugna por el poder local,
que se vería acrecentado por el relevo del presidente.
Las siempre complejas luchas por el poder las solemos simplificar en el choque de
dos bandos que se personalizan en razón de dos supuestos orígenes: el de los «criollos»
y el de los «europeos», convirtiendo algunos investigadores esta rivalidad en algo pró
ximo a una lucha política de liberación nacional, cuando la realidad es muy otra, ya que
las dos fuerzas estan constituídas por individuos de ambas procedencias y en el juego no
entra ninguna apetencia independentista, sino de control del poder, apoyándose general
mente un bando en los mandatarios " —habitualmente europeos—, y el otro en la fuer
za de los locales. Posiblemente la vida política de Quito hubiera sesteado nuevamente a
partir de 1736 si el presidente entrante hubiera sido de la cuerda del saliente, pero no

10 Como ejemplo de ello podemos señalar que el sucesor de Aráujo debía haber sido el peruano
Francisco Miguel Goyeneche, que también había comprado el puesto; sin embargo prefirió ejercer su derecho
al traspaso en favor del quiteño Pedro Javier Sánchez de Orellana, marqués de Solanda, quien lo pasó a su pri
mogénito Fernando Félix de Orellana, de Latacunga, mediando un donativo adicional de 1 .000 pesos.
1 1 Ulloa escribe en las Noticias que los del bando europeo tienen "a su favor la confianza y estima
ción de los gobernadores y ministros porque sus acciones y conducta se hacen acrehedoras de ello" (sesión 9.*,
párrafo 9°).

153
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

ocurrió así, ya que el limeño José de Aráujo y Río apoyó al bando «criollo», que en ese
momento no controlaba el poder.
Sobre el enfrentamiento entre criollos y europeos trata por extenso Ulloa en la sesión
novena de las Noticias Secretas, quien ve como última causa "la demasiada vanidad, pre
sunción y soberanía que reina en los criollos y el mísero y desdichado estado en que lle
gan regularmente los europeos", quienes se hacen dueños de la situación por la falta de
iniciativa y vicios de los criollos (sesión 9.*, párrafos 6." y 9.°). Aunque no cita a Aráujo
ni a la situación quiteña, Ulloa se ocupa indirectamente de ella cuando desestima a los
criollos como cabezas del gobierno porque "no han gobernado [antes] ni menos sabido
bien obedecer", con lo que no es extraño que se conviertan en "caudillos de las parcia
lidades los gobernadores y protectores de ellas los ministros" (sesión 9.*, párrafos 29
y 30), hecho que no debía tolerarse.

El choque de Ulloa y Juan con José de Aráujo en enero de 1737

Con la entrada de Aráujo en Quito el conflicto entre los dos bandos estalló viru
lentamente, viéndose involucrados en el mismo Antonio de Ulloa y Jorge Juan, contra
rios al nuevo presidente. En la Relación Histórica escribe Ulloa que el 19 de enero de
1737 Charles Marie de La Condamine viajó a Lima para solucionar los problemas de
liquidez que tenían los expedicionarios franceses, y que "Don Jorge Juan le siguió con
motivo de ocurrir al virrey para terminar algunas diferencias que se habían suscitado con
el nuevo presidente" (1.* parte, párrafo 538). Bajo esa vaguedad se esconden unos hechos
que algunos han querido ver como una nimiedad, reduciéndolos a la desmesurada reac
ción de un presidente de Audiencia al que Ulloa primero y Juan después negaron el tra
tamiento de «señoría», que en puridad no le correspondía; sin embargo, lo que en realidad
se oculta bajo esa mención de "algunas diferencias" es un delito de desacato y de deso
bediencia al gobernador, presidente de la Audiencia y capitán general 12, y de resistencia
armada a los ministros de justicia13, produciéndoles heridas con arma blanca, hechos que
estuvieron a punto de costarles muy caros.
La causa del suceso debemos verlo en el virulento enfrentamiento que en los ini
cios de 1737 había en Quito entre el grupo que apoyaba al nuevo presidente y el que
había respaldado al saliente, que encabezaba un buen amigo de los dos marinos, el fis
cal de la Audiencia Juan de Valparda, un vizcaíno que al poco casaría con la hija del
relevado Alcedo. El enfrentamiento verbal entre Ulloa —a quien después apoyaría Juan—

12 Ulloa niega esta condición a Aráujo en la Relación, pues al hablar de la Audiencia dice que "es
compuesta de un presidente, a cuyo empleo corresponde también el de gobernador de la provincia" (1.* parte,
párrafo 358)
13 Ulloa ataca la resistencia que otros hacen a la justicia en las Noticias, sesión 9.* párrafo 46. sin
aplicarse él el cuento.

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L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

y Aráujo continuó con su resitencia a la justicia y terminó con los dos marinos refugia
dos en el Colegio de la Compañía de Jesús, de donde saldría secretamente Juan para pedir
la mediación del virrey limeño, quien ordenó su libertad para no condenar al fracaso las
labores de la medición del grado, pues las ódenes reales estipulaban que los académicos
franceses debían ir acompañados por los dos marinos, argumento éste que desde un prin
cipio había esgrimido el fiscal de la Audiencia.
Pero el suceso no quedó restringido al virreinato del Perú, ya que el 24 de marzo
de 1738 el Consejo de Indias se ocupaba del asunto, ordenando el rey la apertura de una
investigación y la restitución del presidente en su honor, y si bien no ordenó el retorno
de los dos marinos —como propuso el Consejo— si pidió que a su vuelta "me acuerde
el Consejo este suceso para que se proceda contra ellos y se les imponga la pena pro
porcionada al delito cometido" (AGI, Quito 104). Pero si esto fue lo decidido por el rey
en 1738, en 1742, al ser nuevamente consultado por el Consejo sobre el tema por no
haber actuado la persona nombrada para realizar la investigación, respondió algo radi
calmente distinto a lo ya visto, pues dijo: "No hallo que merezca tratarse tan seriamen
te este negocio atendidas las circunstancias de estos oficiales, y podrá suspenderse esta
providencia y conmutarla en escribir al presidente que en adelante se informe de los suje
tos que trate, para que guardándoles lo que es debido no exponga su representación a un
desaire" (AGI, Quito 134).
¿Qué había ocurrido para que la situación diese tal vuelco? Desde luego no parece
que se debiera sólo a las noticias llegadas sobre el proceder de Aráujo y a la orden de
pesquisa dada contra él, sino a una intervención directa de alguien de peso —que no
sabemos quién fue— en favor de Juan y de Ulloa, que hizo valer "las circunstancias de
estos oficiales".

La pesquisa contra el presidente José de Aráujo

La toma de posesión del presidente Aráujo coincidió prácticamente con el estalli


do de las hostilidades entre los dos bandos que pugnaban por el poder, y mientras el
nuevo presidente perseguía y anulaba a quienes antes lo habían detentado, éstos remitían
a Lima y Madrid un impresionante número de graves denuncias que hicieron que en
diciembre de 1738 el rey ordenara abrir una pesquisa contra Aráujo. Sin embargo ésta
no pudo realizarse, porque el oidor que debía llevarla a efecto había profesado —sin auto
rización— en la orden franciscana, abandonando su puesto en la Audiencia. Aunque tarde,
el Consejo reaccionó y el 18 de febrero de 1741 elevaba consulta al rey, quien nombró
juez pesquisidor a Manuel Rubio de Arévalo, oidor de Santa Fé y antiguo oidor de Quito
que a la sazón actuaba de visitador de sus Cajas Reales. El 29 de mayo de 1743 don
Manuel iniciaba la pesquisa y en consecuencia deponía a Aráujo y ocupaba él el cargo,
dando un vuelco la articulación del poder al ser Rubio de Arévalo una persona contraria
a quienes habían apoyado al presidente depuesto.

155
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Pero la situación no se mantuvo así mucho tiempo, porque la complejidad de la


pesquisa unida a la opacidad y lentitud del juez, hicieron que la causa se alargase consi
derablemente y que el 15 de marzo de 1745 —ya ausentes Juan y Ulloa— ocupase la
presidencia una de las cabezas del bando «criollo» que había apoyado a Aráujo, don
Fernando Félix de Orellana, natural de Latacunga. Pero no fue éste el único aconteci
miento de 1745 relacionado con estas pugnas por el poder, ya que a finales de junio aban
donaba Quito el pesquisado Aráujo al no haberse dado sentencia a los tres meses de la
finalización de su proceso14; el huido buscó refugio en Lima, donde contaba con importán-
tisimos apoyos y desde allí emprendió viaje a Madrid a pedir justicia, llegando a la corte
antes del 14 de noviembre de 1746, cuando Juan y Ulloa acababan de iniciar sus tareas
literarias. Aunque el 15 de abril de 1747 el Consejo fallaba en contra del pesquisado, el
nueve de julio de ese mismo año se le declaraba libre, buen ministro, íntegro, celoso y
observante de las leyes, órdenes y reales cédulas, condenando a sus acusadores y a su
juez pesquisidor a graves penas.

El reflejo de la presidencia de Aráujo en las obras de Ulloa

Como ya hemos señalado anteriormente, Juan y Ulloa se alinearon con el grupo


contrario al presidente Aráujo, por lo que hubiera sido presumible que en sus obras
hubieran arremetido frontalmente contra él y sus procedimientos; sin embargo nada de
esto ocurre ni en la Relación Histórica ni —lo que es más extraño— en las Noticias
Secretas, al menos explícitamente, porque en las Noticias, su nombre sí figura entre
líneas, de la misma forma que sus procedimientos y acciones se cubren con identidades
o localizaciones falsas. Así, el medio por el que Aráujo había conseguido su empleo, se
toca en la sesión cuarta párrafos 47 y 48, y aunque Juan y Ulloa se refieren a ello a
través de la cortina de humo de la provisión de los corregimientos, tratan el asunto de
una forma tal que la generalización es evidente, como lo es también su condena. En la
sesión novena párrafo 29 se quejan de que los nombramientos "de gobernadores, presi
dentes, oidores y aún de virreyes" recaigan en sujetos sin experiencia en puestos de
gobierno o justicia, caso en el que estaba comprendido Aráujo, quien además era crio
llo, y por lo tanto, sujeto a parcialidades, aspecto que desarrollan en el párrafo 30; aun
que aquí no citan ningún nombre, al leer el texto el de Aráujo revolotea claramente por
entre líneas, y casi se posa en el 33 cuando tras un claro "tenemos experimentado" que
nos sitúa en Quito, dicen que no hay "cosa que más acalore las parcialidades que el ser
las dos cabezas, seglar y eclesiástica, de una de aquellas provincias, ambas criollas", ya
que debemos recordar que el obispo de Quito, Andrés Paredes de Armendáriz, era limeño
y Aráujo también.

14 La sentencia, por cierto condenatoria, la dio Rubio de Arévalo el cuatro de marzo de 1746.

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L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

A estos ataques directos a Aráujo debemos unir otros relacionados con sus accio
nes, como la referencia que se hace a que la prohibición del aguardiente de caña sólo
vale para "dar a los gobernadores nuevos motivos de ingreso" (sesión 7*, párrafo 46), o
la referencia al vicio del juego (Relación, 1 .* parte párrafo 667), ya que esas fueron algu
nas de las acusaciones vertidas contra él. Lo mismo sucede cuando se habla del comer
cio con bienes procedentes del «galeón de Manila», en el que estuvo involucrado el
presidente (sesión 3.* párrafo 14 y sigs.) o de las mercancías que se introducen a medio
día ante el virrey, ya que si cambiamos a éste por el presidente Alcedo y a Lima por
Quito, nos encontramos ante otra de las acusaciones vertidas contra Aráujo (sesión 3.*
párrafo 22).
¿Por qué disimula Ulloa el protagonismo de Aráujo en estos episodios? Sin duda
por los apoyos con los que contaba el pesquisado presidente en el Consejo de Indias,
cuya entidad se confirmó cuando este organismo le absolvió de los graves cargos que
se le habían hecho, lo cual ocurría cuando en 1747 Ulloa estaba escribiendo la Relación
Histórica y las Noticias Secretas. A este hecho también hace una soterrada mención
el sevillano, quien dice que los corregidores —léase Aráujo— "una vez condenados
por los tribunales de allá, no deberían ser rehabilitados ni absueltos por el Consejo
de las Indias, mediante que si no se ejecutaba así, lo que sucedería es que los que
allá fuesen condenados ocurrirían después al Consejo y desfigurando los delitos con
siniestras informaciones, como lo hacen ahora muchos, serían absueltos y proveídos
en los mismos o en otros ", que es lo peor que se puede practicar, porque irritados
contra los indios [—léase «europeos»—], aunque no lo dan a entender acá, van dis
puestos a desquitarse de la acusación, de los gastos que se les ocasionan para pur
garse de ella, del pesar y sobresaltos que les ha caudsado y, finalmente, van prevenidos
contra ellos para vengarse enteramente a fuerza de extorsiones, de maltrato y de
tiranías" (Noticias, sesión cuarta párrafo 55). Evidentemente Ulloa no podía hablar
más claro.

Las circunstancias externas del espacio quiteño entre 1736 y 1744

En estos momentos —como en otros— Quito padecía fuertes tensiones en sus terri
torios amazónicos limítrofes con Portugal, ya que el estado de guerra entre 1735 y 1737
no presagiaba nada positivo; por esta razón a nadie extrañó la entrada portuguesa de 1736
en San Ignacio de los Pebas, que sólo provocó la reactivación del temor a un nuevo retro
ceso territorial en ese ámbito ("Resumen Histórico", párrafo 224 y Noticias, sesión 8.*,
párrafo 57). Pero este conflicto sordo y constante que vivía Quito en estos momentos vio
apagada su importancia por otro que tomó cuerpo en noviembre de 1739: el de la gue-

15 José de Aráujo y Río fue nombrado gobernador de Guatemala por el tiempo que le restaba cum
plir al haber sido suspendido de la presidencia de Quito.

157
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

rra con Inglaterra que se venía barruntando desde hacía tiempo y se había convertido
en irremediable tras el incumplimiento inglés de lo pactado en El Pardo el cuatro de enero
de 1739.
A diferencia de lo que había ocurrido en anteriores ocasiones, dadas las causas de
la guerra, ésta afectó muy directamente al espacio sudamericano, sufriendo el primer
golpe la Nueva Granada al ser tomado y destruído Portobelo en diciembre de 1739 y
Chagres a primeros de abril de 1740, con lo que el camino hacia Panamá y el Pacífico
quedaba abierto. Si el poseer Panamá era una de las constantes en la estrategia de Inglaterra,
en esta ocasión ese aliciente se veía acrecentado por estar allí detenidos los caudales
—más de once millones de pesos— que los comerciantes limeños habían transportado
para adquirir en Portobelo las mercancías que en marzo de 1737 habían llegado a Cartagena
convoyadas por Blas de Lezo, caudales que ante el peligro de un ataque inglés se reem
barcaron el 15 de mayo de 1740 hacia Guayaquil " con el fin de internarlos hasta Quito,
a donde llegaban el 9 de agosto de 1740 en espera de que se decidiese dónde realizar la
feria, que finalmente no se efectuó, retirándose de allí los caudales poco a poco.
Ciertamente éste pudo haber sido el único efecto de la guerra en el reino de Quito,
que como la inmensa mayoría de los ámbitos del Pacífico —y buena parte de los del
Atlántico y Caribe— vivían prácticamente sin defensas costeras y sin armas, pues la sie
rra se sentía muy segura por su lejanía del mar y la costa confiaba en que ninguna flota
contraria intentase penetrar en el Pacífico por la dificultad de rehacerse tras doblar el
Cabo de Hornos y ser acosada por naves propias. Sin embargo la situación fue distinta
en esta guerra de 1739 a 1748, ya que los ingleses no sólo habían destruído las defensas
caribeñas del istmo de Panamá y podían llegar a tomar su capital —como intentaron en
abril de 1742—, sino que tenían planeado penetrar con buques de guerra en el Mar del
Sur y hacerse en él con alguna base, para lo cual en 1740 despacharon al almirante George
Anson con seis navíos y un pingüe.
Por supuesto ni Lima ni Madrid permanecieron inactivas ante la noticia, y si ésta
remitió cinco barcos de guerra al mando del jefe de escuadra José Pizarra con armas y
quinientos hombres para reforzar las plazas del Pacífico, Lima intentó parchear los inmen
sos fallos defensivos que tenía el Mar del Sur; con tal fin reclutó hombres, remozó las
defensas estáticas y, ante la estancia de la armada del Mar del Sur en Panamá, desplazó
mercantes armados en la embocadura de Hornos para atacar a los barcos enemigos que
doblasen el cabo. Pero los hechos jugaron en contra de los intereses españoles, pues a
comienzos de 1741 no pudo penetrar la escuadra de Pizarra pero sí la de Anson, aunque
tan maltrecha que le era absolutamente imposible apoderarse y mantenerse en alguna de

16 De ella se ocupan Juan y Ulloa en diversas partes, haciendo una visión de conjunto en el "Resumen
Histórico", párrafo 235 y sigs.
17 Les acompañó el «vómito prieto», que afloró en Guayaquil a su llegada (Relación. I .' parte, párra
fo 415).

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L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

las ciudades que podían haber tomado; sin embargo sí que capturaron diversos barcos e
incluso saquearon la ciudad de Paita el 24 de noviembre de 1741, temiendo los españo
les que lo mismo sucediera con Guayaquil o Panamá, si bien los ingleses prefirieron nave
gar hacia Acapulco con el fin de hacerse con el «galeón de Manila», lo que no consiguieron
en esas aguas.
Si George Anson había conseguido penetrar en el Pacífico, no era descartable que
en ese mismo verano del hemisferio sur, o en el de los siguientes años, otros barcos ingle
ses lo lograsen, razón por la que Lima buscó cerrar el extremo meridional del Pacífico
desplazando a sus aguas mercantes armados a la espera de que pudiesen penetrar los
buques de guerra enviados desde España, lo que finalmente consiguió la fragata Esperanza
en diciembre de 1742. Pero no era ese el único riesgo que vivía el Mar del Sur, ya que
también se temía que los ingleses intentasen hacerse con Panamá desplazando tropas a
través del desguarnecido istmo centroamericano, por lo que había que reforzar la defen
sa de la ciudad ante la imposibilidad de hacerlo con la del istmo; con ese fin principal,
y el secundario de perseguir a Anson, en febrero de 1742 Lima remitió a Panamá una
reforzada armada del Mar del Sur, que al menos sirvió de elemento disuasorio cuando
los ingleses desembarcaron en Portobelo en abril de ese año con la esperanza —no con
sumada— de tomar la capital del istmo.
El peligro que el Mar del Sur había corrido en los años de 1741 y 1742 disminuyó
considerablemente en los años sucesivos, aunque la tensión se mantuvo y las defensas
costeras y navales intentaron preparadas para cualquier eventualidad.

Las misiones de Juan y Ulloa relacionadas con la guerra con Inglaterra

La defensa de El Callao en 1740 y 1741

El encargo recibido por Juan y Ulloa de realizar la observación del grado terrestre
se vio supeditado en dos ocasiones por su profesión de marinos de guerra, al ser reque
ridos para colaborar en la defensa de un Pacífico atacado por las armas inglesas, tema
éste al que se dedica un buen número de párrafos en la Relación Histórica y en las Noticias
Secretas. La primera colaboración de los dos marinos se inició el 24 de julio de 1740,
cuando, dada la ausencia de la armada del Mar del Sur de El Callao", el virrey Villagarcía
requirió su presencia para que revisasen las defensas de la plaza y se encargasen del
manejo de las galeotas que allí se construían para impedir el desembarco de las costas
próximas. La misiva sorprendió a los dos tenientes de navío en Cuenca, donde habían
iniciado la medición astronómica, permaneciendo fuera de Quito entre el 21 de octubre
de 1740 y el cinco de septiembre de 1741.

18 Según escribiría Charles Maríe de La Condamine, por entonces en Lima "los oficiales de marina
eran más escasos que los astrónomos en Quito" (Journal du voyage 1751, pag. 105).

159
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

La defensa de Guayaquil en diciembre de 1741 y enero de 1742

En el mismo mes en el que Juan y Ulloa retornaban a Quito a retomar sus trabajos
científicos, el vicealmirante Anson iniciaba sus operaciones en el Mar del Sur, que cul
minarían con la toma de Paita el 24 de noviembre de 1741. La noticia llegó a Guayaquil
el día 29, preparándose de inmediato la casi indefensa ciudad para hacer frente a un posi
ble ataque enemigo también reaccionó Quito, quien el día nueve de diciembre decidía
aprontar armas y dineros y movilizar hombres20 para acudir en su ayuda, resolviendo que
Jorge Juan y Antonio de Ulloa se hicieran cargo de la conducción a Guayaquil de las
milicias levantadas en su apoyo. Sin embargo lo decidido no fue del agrado de los dos
marinos, quienes escribían el día 1 1 al presidente Aráujo rechazando el encargo a no ser
que también fuesen nombrados comandantes de la defensa de Guayaquil, porque de no
ser así, una vez llegados a la ciudad con las tropas, habrían de quedar bajo el mando de
su corregidor y por ello "estar a las resoluciones de un hombre nada versado en la mili
cia, menos práctico en las noticias de las fortificaciones y defensa de los lugares que se
guarnecen, sin el menor crédito ni experiencia en las funciones de la guerra, y última
mente sin práctica ni conducta para el mando".
Pero la Junta de Guerra no sólo no accedió a lo solicitado por Juan y Ulloa, sino
que el Real Acuerdo del dia 1 2 de diciembre empeoró su situación al nombrarles segun
dos comandantes y dar el mando de la gente remitida a Guayaquil al capitán de fragata
Juan Miguel de Vera, decisión rechazada de plano por Juan, y posiblemente por Ulloa,
quienes intentaron paliar su desobediencia con la promesa —según se dice en el escrito
de Juan— de "ocurrir cuanto antes a dicha ciudad sin más cargo que el que estimula el
deseo del servicio de S.M."21. Y hacia Guayaquil partieron los dos marinos casi de inme
diato, llegando el día 24, cuando ya se sabía que había pasado el peligro al navegar Anson
hacia Nueva España para intentar hacerse con el «galeón de Manila».
Ausentes de Guayaquil tanto el capitán general como el comandante de la conduc
ción de las tropas —que tenía a su cargo las milicias de Cuenca—, Juan y Ulloa pudie
ron demostrar su profesionalidad con el apoyo del corregidor de la ciudad, pues fueron
ellos y no éste quien llevó la voz cantante y la iniciativa en los tema de defensa. De lo

19 Del estado de las defensas de Guayaquil antes de la guerra se ocupó Dionisio de Alcedo en los
capítulos XIV y XV de su Compendio Histórico ... de Guayaquil (1741); el 23 de julio de 1740, con motivo
de su ida a la ciudad para dirigir el traslado a Quito del tesoro llegado de Panamá, el presidente Aráujo ins
peccionó las defensas de la ciudad (AGI, Quito 134), dando una serie de datos que no concuerdan con los ofre
cidos por Ulloa en las Noticias, sesión 1.* párrafos 54 y 55 y 2.* párrafos 2° y 3.°.
20 De la remisión de hombres, de la búsqueda de armas y de la requisa de mulas se dan datos en la
sesión segunda y séptima de las Noticias Secretas, muchos de los cuales no concuerdan con los remitidos por
Aráujo el 25 de enero de 1742 (AGI, Quito 134).
21 En la Relación (2.* parte, párrafo 438) se titulan "comandantes de tropa", indicándose - como en
las Noticias Secretas, sesión I.*, párrafo 56- que en Guayaquil organizarían la defensa. En ambos textos se
silencia el conflicto recogido en la documentación.

160
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

entonces efectuado nada concreto se dice en las memorias elevadas a su regreso a España,
si bien en las Noticias Secretas se escribe que propusieron cegar el brazo del Santay y
el Estero Salado, así como fabricar dos galeotas para cerrar el paso a las naves enemi
gas —que sería lo único que se ejecutó— (sesión 1.*, párrafo 56 y sigs.) y formar baterías
flotantes (punto 1 .° párrafo 48). De estas misiones defensivas se ocupó más Juan que
Ulloa, ya que una vez que había pasado el peligro la Junta de Guerra de Guayaquil auto
rizó que el sevillano viajase a Quito para finalizar la medición.

El segundo llamamiento del virrey

Como él mismo narra en la Relación Histórica, Ulloa partió hacia Quito el cinco
de enero de 1742, uno de los peores momentos para efectuar el viaje, por lo que sufrió
algunos percances, de los que el más llamativo fue el arrastre por las aguas de dos mulas
que transportaban su ropa. El mismo día de su llegada a Quito, es decir, el 19 de enero
de 1742, supo que el virrey de Lima había reclamado su presencia y la de Jorge Juan
para fortalecer la defensa del Mar del Sur, y así volvió a tomar el camino de Guayaquil
el día 22. Si embarcar hacia Lima parecía lo más fácil, sin embargo no ocurrió así, pues
según narra Miguel Sanz, "entre salir a cumplir esta orden del virrey o permanecer en
Guayaquil se hallaron ambos compañeros muy embarazados antes y aún después de
embarcados. Por una parte instaba la orden, al paso que por otra los reconvenía con su
defensa toda la ciudad, hasta pasar a bordo formada en cabildo a suplicar por lo menos
la quedada de Don Jorge Juan, sin cuya dirección, en el caso de ataque, suponían como
forzosa la pérdida de la plaza, consideración que tuvo ya reducido a don Jorge Juan, y
se habría quedado si don Antonio de Ulloa no le hubiera hecho igual cargo con la pre
cisa orden del virrey, y así se estimó como más urgente la salida" (Sanz, 1774 s.p.).
Juan y Ulloa habían sido llamados por el virrey para embarcarse en la armada del
Mar del Sur, si bien cuando llegaron ésta ya había partido hacia Panamá en persecución
de Anson y para proteger la ciudad. Por esta causa los dos marinos permanecieron en El
Callao efectuado labores relacionadas con su defensa hasta que el 4 de diciembre salían
capitaneando dos mercantes armados con rumbo al extremo sur del Pacífico, donde en
enero de 1743 se unirían a la fragata Esperanza, que había conseguido doblar el cabo de
Hornos. Se iniciaba así una navegación conjunta bajo el mando del jefe de escuadra José
Pizarro —que había alcanzado la costa del Pacífico a pie—, en la cual Ulloa protagonizó
un desagradable suceso, ya que pretextó la existencia de una fuerte tormenta para incum
plir las órdenes de llegar a Valdivia y dejar allí hombres, armas y pertrechos (Ulloa a
José del Campillo, Valparaiso 9 de abril de 1743, AGI Chile 433). Las justificaciones
dadas por Ulloa fueron rechazadas por el entonces presidente de Chile José Manso de
Velasco, ordenando Madrid el nueve de febrero de 1745 "que inmediatamente que reci
ba ésta forme consejo de guerra compuesto de V.E., del jefe de escuadra don José Pizarro
y sus oficiales" para averiguar el caso. Sin embargo no parece que la orden tuviese tras

161
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

cendencia ni en Perú ni en España, allí por la ausencia de Ulloa y aquí bien porque el
caso no se relacionó con él o bien porque se tapó el asunto.
La presencia de la fragata Esperanza y la del comandante general del Mar del Sur,
José Pizarro, y los oficiales y marinos que llegaron al Pacífico vía terrestre desde el Río
de La Plata, no significó el retorno inmediato a Quito de Jorge Juan y de Antonio de
Ulloa, quienes debieron permanecer en El Callao cumpliendo labores relacionadas con
su defensa hasta noviembre de 1743 en el caso de Juan y diciembre del mismo año en
el de Ulloa.

La salida de Quito, el retorno a Europa y la llegada a España

A comienzo de 1744, cuando Juan y Ulloa retornaban a Quito, los académicos fran
ceses Bouguer y La Condamine estaban por entonces ya lejos de aquel espacio, pues el
primero había partido hacia Cartagena por vía terrestre el 20 de febrero de 1743, y el
segundo hacia el Amazonas el 1 1 de mayo de ese mismo año, río que navegó en com
pañía de Pedro Vicente Maldonado22. A los dos expedicionarios españoles —y a Godin—
les quedaba terminar parte de la medición geométrica y de la observación astronómica,
tareas que comenzaron en febrero y terminaron el 21 de mayo, momento a partir del cual
podían iniciar el regreso a España. La ruta elegida al efecto por los dos marinos —Godin
quedaría en Lima para hacerse cargo de la cátedra de matemáticas de San Marcos— era
la más segura y rápida que podían utilizar: embarcarse en El Callao en navíos de regis
tro franceses —neutrales hasta el 27 de abril— que sabían que a comienzos del verano
sureño partirían hacia España doblando Hornos.
A diferencia con la pormenorizada relación que de su entrada en Quito hace Ulloa
en la Relación Histórica, de la salida da tan pocos datos que no sabemos ni la fecha con
creta en la que los dos marinos abandonaron la ciudad ni si hicieron el viaje hasta Guayaquil
juntos o separados, ya que el sevillano sólo nos dice que "sin detenernos en Quito más
tiempo que el necesario para prevenirnos, nos pusimos en camino para volver a Lima, lo
cual practiqué yo con alguna más anticipación porque nuevos encargos del virrey detu
vieron en Guayaquil a don Jorge Juan algunos días" (2.* parte párrafo 618). ¿Qué encar
gos fueron esos que sólo se le hicieron a Juan? En su carta al Marqués de la Ensenada
desde Brest en 31 de octubre de 1745, Juan aclara la cuestión al decir que al llegar a
Guayaquil "encontré ... orden del señor virrey para que me detuviese e hiciese un esta
do del costo que tuviera en aquel puerto la fábrica de un navío de 60 cañones, y aunque
me fueron necesarios algunos días para el cumplimiento de ella, llegué a tiempo al Callao
para embarcarme" (AGI, Lima 508), hecho que confirma Villagarcía en su escrito al rey
de 29 de agosto de 1744 (AGI, Lima 1468).

22 Al viaje dedicó el francés su Extracto y la Relatitm abregée, ambos de 1745, dando algunas noti
cias complementarias en Journal (1751); el padre Burriel escribe en sus «Reparos a la Relación Histórica» que
tenía la esperanza de que Maldonado escribiera también un relato del viaje (AGS, Marina 712)

162
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

Si a la ida a América los dos marinos navegaron en distintas naves, a la vuelta hicie
ron lo mismo, pues el 22 de octubre de 1744 Juan embarcó en el Lys y Ulloa en la
Deliberanza. Pero a diferencia de lo que había ocurrido en la navegación de ida, la de
retorno fue más complicada pues si Jorge Juan llegó a España en enero de 1746 vía Brest,
donde había desembarcado el 31 de octubre de 1745, Ulloa entraba en Madrid el 25 de
julio de 1746, dieciséis días después del fallecimiento de Felipe V, vía Londres, a donde
había llegado a fines de diciembre de 1745 tras haber sido apresado por los ingleses en
Louisbourg.
Poco interés hubo en la Secretaría de Marina e Indias por Jorge Juan, quien hubie
ra pasado a Malta de no haber mediado el jefe de escuadra José Pizarro, bajo cuyas órde
nes había servido en el Pacífico; las gestiones de éste y las de Ulloa y sus valedores ante
Don Cenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, Secretario de Marina e Indias,
hicieron que en julio de 1746 los dos marinos comenzaran a obtener el fruto de lo que
ellos llamaron "su peregrinación", iniciando la subida de una larga escalera cuyos pri
meros peldaños fueron el olvido de los errores cometidos en Quito y Chile, y el encar
go de que escribieran los resultados científicos y los acontecimientos de su viaje para
gloria de la nación, recibiendo el premio del ascenso a capitanes de fragata; sin embar
go también tuvieron que pagar un precio, que fue más considerable en Ulloa que en Juan:
el de prestar su nombre tanto para avalar las tesis de un determinado grupo de presión
en las denominadas Noticias Secretas como para defender la posición española en su con
flicto con Portugal en relación con el meridiano de Tordesillas.

Los textos escritos por Juan y Ulloa

Mientras Juan llegó a Madrid con todos los escritos y memorias elaborados en su
estancia americana, Ulloa tuvo que arrojar al mar los documentos comprometedores, sal
vando sólo los de carácter científico y diversos datos de la minería de Quito. Pero ¿qué
escritos referentes a este espacio tenían los dos marinos? En la memoria elevada al Marqués
de la Ensenada por Jorge Juan, y dejando aparte todo aquello relativo a la medición, éste
sólo enumera escritos relacionados con la fijación de latitudes y longitudes; levantamiento
de las costas, ríos y ciudades; averiguación de vientos y variaciones de las agujas y estu
dios botánicos, a lo cual acompaña "un diario individual de las cosas más reparables
[—es decir, «sobresalientes»—] que he notado; en él se ven las descripciones de las ciu
dades, lugares y provincias [transitadas], las costumbres de sus moradores, las utilidades
de sus comercio" y noticias sobre las defensas, construcción naval y gobierno de la deno
minada «armada del Mar del Sur» (AGS, Marina 712, fol. 108). Por su parte, Ulloa con
servaba las relaciones de las navegaciones hechas; observaciones de latitudes y longitudes;
descripciones y datos históricos de las zonas por donde hicieron tránsito, y "noticias de
[las] minas de oro, plata, piedra y otros metales que hay en la provincia de Quito, las que

163
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

se trabajan y las que están abandonadas, con la causal de ello" (AGS, Marina 712, fol. 107).
Estos son, pues, los mimbres propios con los que contaban los dos marinos para hablar
del espacio quiteño en las publicaciones que al poco les encargaría Ensenada.
Ciertamente no se le escapó a Somodevilla las favorables consecuencias que tendría
para España que autores nacionales publicaran la medición del grado y el relato del viaje
en el que ésta estaba inmersa, por lo que en fecha indeterminada, pero antes del 26 de
agosto de 1746, informaba al rey —quien lo aprobaba— de la conveniencia de que "se
imprima y de al público esta obra, que compondrá dos tomos". Aunque la obra en su
conjunto fue firmada por los dos marinos, no fue un libro conjunto, ya que el primer
tomo fue realizado por Jorge Juan y se imprimió en julio de 1747 con el título de
Observaciones astronómicas y físicas, y el segundo: la Relación histórica del viaje a la
América Meridional, fue escrito por Antonio de Ulloa y, debido a la cantidad de mate
rial acumulado, se publicó en dos partes de dos volúmenes cada una, imprimiéndose la
primera en abril de 1748 y la segunda un año despues.
Pero estas dos obras no fueron las únicas que entonces escribieron los dos marinos,
ya que a ellas hemos de sumar dos más, de un carácter muy distinto. La primera es el
Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú, dividi
da en dos partes, una de gobierno y otra de marina; son las denominadas Noticias secre
tas, que se escribieron entre 1747 y 1748 sin ánimo alguno de dar su texto al público, ya
que teóricamente eran un informe personal y confidencial sobre los males existentes en
el ámbito recorrido por Juan y Ulloa. La segunda es la Disertación histórica y geográ
fica sobre el meridiano de demarcación, que se inició a partir del 17 de noviembre de 1747
y se publicó antes del 24 de febrero de 1749.
Las dos obras más relacionadas entre sí son la Relación Histórica y las Noticias
secretas, ya que existen algunos paralelismos y se remite —generalmente de forma inco
rrecta— de ésta a aquélla. Evidentemente no es este el lugar de ocuparnos de sus carac
terísticas, y menos cuando contamos con dos trabajos de entidad sobre las mismas (Vid.
Merino Navarro y Rodríguez San Vicente 1978 y Ramos Gómez 1986), si bien debemos
señalar que si Antonio de Ulloa es el autor de la Relación, también es el responsable de
las once primeras sesiones de la parte de gobierno de las Noticias23, y que si en aquélla
Ulloa no tiene empacho en declarar que parte de lo escrito procede de informes recibi
dos de diversas manos, en las Noticias oculta tal circunstancia; la razón de ello creemos
que se debe al interés por hacer pasar este texto —especialmente la parte de «gobier
no»— por un informe propio y neutral que ayudase a introducir una serie de reformas
en América, objetivo que no se consiguió bien porque se sabía la escasa competencia de
Juan y Ulloa en los temas que se plasmaban en las Noticias, bien porque trascendió que

23 Mientras Juan no reclamó en ningún momento la autoría de las Noticias, Ulloa sí lo hizo en carta
a Julián de Amaga desde Huancavelica, fechada el 15 de agosto de 1762; en otra a Juan Bautista Muñoz en
1785, y en una solicitud a la Secretaría de Marina en 1787.

164
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

éstas eran un montaje de una de las corrientes que entonces pugnaban por el poder en el
Consejo de Indias.

Una obra singular: la Disertación histórica ... sobre el Meridiano de Demarcación

Como hemos señalado en el apartado cuarto, es posible que José Patiño hubiese
pensado en la posibilidad de que los miembros de la expedición científica que se auto
rizaba descendiesen al Amazonas y, una vez allí, fijasen astronómicamente los confines
reales del espacio español, con lo que España podría introducir un nuevo elemento en el
contencioso que mantenía con Portugal en relación con el «meridiano de Tordesillas»;
sin embargo nada se dice al respecto en las instrucciones dadas a Juan y Ulloa, ni en
órdenes cursadas a América en vida de Patiño o mientras ejercieron el cargo sus suce
sores24, por lo que si tal idea existió, nunca se puso en práctica.
Por esta razón ninguno de los dos marinos se interesó en América por los límites
con Portugal —como demuestran los escritos presentados por ellos a Ensenada—, sien
do sin duda falsa la afirmación que hace Ulloa en la Disertación de que en 1740, cuan
do estaban en la ecuatoriana Cuenca "concluyendo nuestros encargos, escribió Don Antonio
de Ulloa al Virrey de Santa Fé ... pidiéndole su beneplácito para restituirse a estos rei
nos por el río de las Amazonas" (p. 69) con el fin de "conocer con evidencia hasta dónde
podían llegar los dominios de Portugal según el contrato solemne de Tordesillas" (p. 68).
Si así hubiera sido, ¿por qué ese supuesto interés por los límites entre España y Portugal
no se concreto en 1744 cuando sí emprendió Ulloa el retorno a España, pero por Hornos?
¿por qué no abordó el tema en la Relación Histórica publicada en 1748 y 1749, donde
la única mención que se hace al tema es decir que el gobierno de Mainas finaliza en la
línea de Tordesillas (1.* parte párrafos 868 y 718)? ¿es que debemos dar como cierta la
explicación que se da en la Disertación de que si en aquella obra hubieran tratado de
ello, habrían interrumpido "con una larga disgresión el principal hilo de la Historia", por
lo que reservaron "para esta Disertación el aclarar los países que corre y por dónde los
corta este Meridiano, como también el definir cuales son sus fundamentos" (p. 5 y 6)?
Ciertamente estamos sólo ante un intento de justificar el súbito interés que en 1749 sin
tieron Juan y Ulloa por la «Línea de Tordesillas».
Para nosotros es evidente que la preocupación de los dos marinos por esa demar
cación se debió a la presión ejercida sobre ellos por Don José de Abreu, Marqués de la
Regalía, quien el 19 de noviembre de 1747 respondía a unas cuestiones planteadas por
Ulloa sobre el texto de la Relación Histórica, añadiendo un jugoso párrafo en el que indi
rectamente se refiere a anteriores conversaciones: "Supongo que estamos de acuerdo en
que se ha de trabajar la pertenencia del Marañón bajo del título de Dissertación Geográfica

24 Desde el 3 de noviembre de 1736, fecha de la muerte de Patiño, le sucedieron en la Secretaría de


Marina e Indias el Marqués de Torrenueva, Don José de la Quintana, Don José del Campillo y, desde 1743, el
Marqués de la Ensenada.

165
11 CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

o Topográfica, como dicen los cosmógrafos, y que en ella se ha de empezar diciendo en


dónde nace aquel río, por qué provincias hace su curso, en dónde descarga al mar, quién
fue el primero que le descubrió y de qué ha procedido llamarle unos Marañón y otros
Amazonas y otros Orellana. Esta Dissertación, bien trabajada y con convencimiento de
los cómputos de los geógrafos del año de 1681, junta a las observaciones de usted y su
compañero, que no desmentirán los académicos franceses, hará un gran honor a sus auto
res, un singular servicio al Estado y desterrará los errores padecidos hasta ahora; en fin,
de su distribución y método hablaremos" (AGS, Marina 712, fol. 151).
Evidentemente estamos ante el origen de lo que será la Disertación histórica y
geográfica sobre el Meridiano de Demarcación, de cuyo boceto creemos que deben des
tacarse dos hechos: que el eje central era "la pertenencia del Marañón" y que el argu
mento base eran "los cómputos de los geógrafos del año de 1681" y "las observaciones
de usted y su compañero, que no desmentirán los académicos franceses". Salvando la
anécdota del error de Regalía sobre las supuestas observaciones efectuadas por Juan y
Ulloa, que pudo ser subsanado al haber realizado La Condamine las mediciones corres
pondientes, la realidad es que estamos ante un libro sugerido por un miembro del Consejo
de Indias que venía leyendo los textos que los dos marinos habían preparado a solicitud
de la Secretaría de Marina e Indias para ser editados para mayor gloria de sus autores y,
sobre todo, de la nación que había apoyado su labor científica en América25; un miem
bro del Consejo que también sabía que Juan y Ulloa ya habían prestado su nombre para
avalar las tesis políticas de un determinado grupo —quiza el suyo—, escribiendo las
denominadas Noticias Secretas de América.
Poco tardó Regalía o alguien próximo a él, en encargar en firme la Disertación,
que si en 1748 debía estar ya escrita26, sin embargo no se imprimió hasta 1749, firmán
dola ya los dos marinos como "capitanes de navío", empleo al que habían ascendido el
27 de octubre de 1748 más por sus méritos literarios que por los navales. Como ocurre
con las otras obras escritas por Juan y Ulloa en los años 40, la Disertación está firmada
por ambos en conjunto, si bien en un lugar se escapa una referencia unipersonal 27 que
no sabemos a quien atribuir, aunque nos inclinamos más por Ulloa que por Juan; esta
referencia está situada en el único capítulo que creemos salió de su mano, y que es el
correspondiente al cálculo de la Línea de Tordesillas, pues el resto del texto debe pro
ceder de alguno de los muchos informes que se elaboraron sobre los descubrimientos

25 Muestra de esta vertiente es la frase que el P. Andrés Marcos Burriel escribe en su informe a la
primera parte de la Relación Histórica, donde declara que "no dudo que [esta obra], junto con la otra de
Observaciones Astronómicas y Físicas ... ha de llenar toda la expectación de la Europa con increíble gloria de
la Nación, de S.M., del Ministerio [de Marina e Indias] y de sus autores" (29 de junio de 1747, AGS 712,
fol. 127).
26 En un tardío escrito de Grimaldi a Amaga, fechado en San Lorenzo el Real el 15 de octubre de
1775, se dice que en "1748 compusieron [dicha obra] de orden expresa del Rey" (AHN, Estado 456).
27 Se dice que "habiendo, pues, este académico hecho las observaciones necesarias para la conclu
sión de este asunto, empezaré a hacer uso de ellas" (pág. 70).

166
L. J. RAMOS GOMEZ - EL SEVILLANO ANTONIO DE ULLOA Y EL REINO DE QUITO

españoles y portugueses y sobre las vicisitudes de las anteriores negociaciones del Tratado,
no siendo por tanto extraño que a lo largo de las páginas aparezcan datos restringidos o
de difícil acceso para un escritor sin apoyo institucional.
De la Disertación histórica y geográfica sobre el Meridiano de Demarcación se
imprimieron, "de orden del Rey Nuestro Señor", 250 o 300 ejemplares y su fin fue —como
ya señalamos— el de apoyar las reivindicaciones españolas sobre el espacio situado al
oeste de la «Línea de Tordesillas». Aunque siempre se ha pensado que esta publicación
jugó un destacado papel en las negociaciones entre España y Portugal, sin embargo no
fue así, pues los ejemplares fueron encajonados a causa de la tesis defendida en ellos,
almacenámdose en las dependencias de la Secretaría de Despacho de Marina e Indias
hasta 1775, cuando la postura española coincidió con la línea expuesta en la obra.
Efectivamente, en octubre de 1775 se decidió utilizar la Disertación como arma en las
negociaciones con Portugal, o por decirlo con palabras del Marqués de Grimaldi, Secretario
de Estado, a Julián de Arriaga, Secretario de Indias, los ejemplares se habían mandado
guardar en 1749 "hasta que llegase el caso de poder hacer uso de ellos, ... caso [que] ha
llegado ya" (San Lorenzo el Real a 15 de octubre de 1775, AHN, Estado 4546).
¿Quién se había acordado de que existía esta obra? Sin duda, Antonio de Ulloa,
quien en 1777 desenterraba otro manuscrito que hasta entonces había pasado sin pena ni
gloria: el de las Noticias Secretas, que al poco pararía en las manos del visitador del Perú
José Antonio de Areche.

* * *

Así, en los años setenta del siglo XVIII, y a través de estas publicaciones hasta
entonces olvidadas, Antonio de Ulloa retornaba a Quito tras treinta años de ausencia.

167
EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA
EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

Miguel Molina Martínez


Universidad de Granada

rente al éxito obtenido por Antonio de Ulloa en expediciones como la lle-


T r vada a cabo para la medición del grado terrestre o al indudable prestigio
fJJ que adornó su perfil biográfico, las empresas desempeñadas en América
como gobernador de Huancavelica y Luisiana presentan un panorama bastante más deso
lador. Su reconocida aureola de científico apenas fue suficiente para afrontar la pro
blemática realidad de un centro minero en franca decadencia y dominado por fuertes
intereses locales; tampoco sirvió de mucho para gobernar un territorio recién incorpora
do a la Corona española, con una economía deficitaria y la oposición de los pobladores
franceses. De alguna forma, ambas misiones ensombrecen una trayectoria marcada por
el éxito, pero, pese a lo cual, no fueron óbice para que nuestro hombre siguiera gozan
do de la confianza del monarca. El que fuera designado para otras misiones posteriores
y los ascensos en su carrera demuestran que sus apoyos en la Corte eran muy sólidos.
Desempeñó Ulloa las gobernaciones de Huancavelica y Luisiana prácticamente una
a continuación de la otra, ya que abandonó las tierras peruanas a finales de 1764 y en
1765 era nombrado para el nuevo destino. De hecho durante ese intervalo de tiempo per
maneció en tierras caribeñas y no regresó a España hasta 1769, una vez concluida su
labor en esta última región 1.

1 Resulta llamativa la escasa atención que los investigadores han prestado a estos dos momentos, más
aún teniendo en cuenta la profusa bibliografía existente sobre otros ámbitos de su actuación. Por lo que se refie
re a su labor en Huancavelica, hay que remitirse al comienzo de los años 40 cuando Arthur Whitaker (The
Huancavelica mercury mine. A contribution to the History of the Bomban Renaissance in the spanish Empire.
Connecticut, 1941) presentaba en apenas 20 páginas una apretada visión de la misma. Los trabajos de Vicente
Rodríguez Casado por esas mismas fechas se centraban en aspectos muy puntuales. Tal ocurre con su engaño
so título de "Huancavelica en el siglo XVIII", Revista de Indias, Madrid, 1941; Primeros años de dominación
española en La Luisiana, Madrid, 1942 y las páginas que le dedica en el estudio preliminar de la Memoria de
Gobierno del virrey Amat, Sevilla, 1947. Desde entonces hasta nuestra monografía (Antonio de Ulloa en
Huancavelica, 1758-1764. Granada, en prensa) prácticamente nada se ha publicado.
Con respecto al gobierno en Luisiana, sigue vigente la ya citada obra de Rodríguez Casado: Primeros
años de dominación..., a la que habría que añadir el denso estudio de Moore, John P.: Revolt in Louisiana. The
Spanish oceupation, 1766-1770, Baton Rouge, 1976. Con anterioridad este mismo autor había esbozado el tema
en "Antonio de Ulloa: Profile of the first Spanish Governor of Louisiana". Louisiana History, VIII, 1967,
págs. 189-218.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 169-183 169


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

El gobierno de Huancavelica

Antonio de Ulloa fue nombrado gobernador de Huancavelica y superintendente de


sus minas mediante real decreto de 11 de agosto de 1757. El ministro Arriaga que lo
recomendó ponderaba sus conocimientos en minería, así como su honestidad y voluntad
de servicio. Su nombramiento apoya la idea de que la Corona buscó una solución técni
ca a los problemas de aquel mineral, en consonancia con su sensibilidad hacia los aspec
tos innovadores y modernizadores de los sectores productivos. La presencia de Ulloa al
frente de aquel mineral confirma lo que ya señalaran Lafuente y Peset acerca del nuevo
papel que los borbones asignaron al científico dentro de la administración del Estado2.
Desde el punto de vista de la Corona el régimen imperante en Huancavelica era positi
vo y el problema radicaba en las personas encargadas de dirigirlo. Esto es, que la pro
ducción se relanzaría con un hombre honesto y de profundos conocimientos técnicos. La
experiencia demostró luego lo erróneo de tal planteamiento. El accidentado gobierno de
Ulloa puso de manifiesto, entre otras cosas, que ni la honestidad, ni la ciencia eran argu
mentos seguros para abordar el estado decadente de aquellas minas.
Desde que tomara posesión el 4 de noviembre de 1758 pudo advertir que su celo
en el cumplimiento de la misión para la que había sido designado o que sus planes de
modernización suscitaban recelos, cuando no oposición, entre los miembros del Gremio,
los oficiales reales, los eclesiásticos. Asimismo las autoridades limeñas —Audiencia y
virrey— desconfiaron de aquel funcionario que reclamaba para sí la exclusiva compe
tencia de los asuntos de la mina y censuraba cualquier injerencia en ella del Superior
Gobierno. Ulloa, como ningún otro, se rebeló ante la posibilidad de quedar maniatado en
su labor por los grupos de presión locales o limeños e hizo de su independencia una cru
zada ante la que terminó claudicando para pedir al rey que le relevara del cargo.
Su designación por parte del monarca implicaba, además de la vertiente científica,
una importante novedad. En las centurias anteriores era competencia del virrey dicho
nombramiento y desde 1607 se recomendaba que recayera en la persona de un oidor de
la Audiencia. Felipe V rompió esa tradición con objeto de que fuese la Corona la que
directamente asumiera la administración y control de la mina. El nombramiento de Jerónimo
de Sola, miembro del Consejo, en 1735 fue el primer acto. La resistencia del virrey y
Audiencia a tal cambio siempre fue fuerte, de modo que, cuando el gobernador Gaspar
de la Cerda falleció en Huancavelica, el virrey conde de Superunda tomó la iniciativa y
nombró en 1754 para el gobierno interino a Pablo de la Vega, oidor de Chuquisaca. El
plan de Superunda era volver al viejo sistema y recuperar la gestión del mineral. Así las
cosas, cuatro años después llegó Ulloa con un nombramiento real que ponía fin a la inte
rinidad de Vega. La polémica volvió a cobrar nuevos bríos.

2 Lafuente, Antonio y Peset. José Luis: "Militarización de las actividades científicas en la España ilus
trada (1726-1754)", en La ciencia moderna y el Nueva Mundo. Madrid, 1985. pág. 139.

170
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

Nuestro gobernador desconocía la compleja realidad de Huancavelica, la fuerza del


Gremio y la gran influencia de su clero; ello le arrastró a enfrentamientos continuos y a
pleitos que desviaron su atención del problema principal. Su carácter autoritario y la con
tumaz defensa de las facultades inherentes a su cargo, unido a un estricto concepto de
moralidad, lejos de facilitar la armonía en el mineral, agitaron aún más los ánimos y
desencadenaron posturas irreconciliables. De este modo, tras la llegada de nuestro gober
nador, las relaciones con el Gremio no pudieron seguir sustentándose sobre las mismas
bases que durante la época anterior. La permisividad de Pablo de la Vega, la corrupción
casi institucionalizada o la explotación irracional de la mina eran hechos que Ulloa no
estaba dispuesto a consentir. Por su parte, el Gremio, acostumbrado ya a desenvolverse
con entera libertad o en connivencia con los gobernadores, encaminó sus actuaciones a
boicotear la nueva política y tratar por todos los medios que abandonara Huancavelica.
Este enfrentamiento viene corroborado por los hechos que se sucedieron a lo largo
de su mandato y por el tono de las manifestaciones de una y otra parte. En opinión de
Ulloa, los mineros estaban dominados por la soberbia, no cumplían con sus obligacio
nes, ni había medio de forzarlos a ello; incurrían en cuantas "picardías son imaginables
y propenden a la mentira y a la trampa". Su mandato lo define como "una batalla entre
el gobernador y el Gremio" o como "una conspiración de los mineros contra el que los
dirige". Ante tal situación reconoce "no poderse hermanar haber de celar la conservación
de la mina, como alhaja que pertenece a S.M., y cuidar de los caudales del Erario, com
placiendo al mismo tiempo a los mineros". La verdadera naturaleza del problema la des
cribe con claridad meridiana cuando afirma: "Estas mismas propiedades que me dominan
han sido el origen de los mayores desabrimientos, porque ellos [los mineros] hubieran
querido un hombre interesado que, admitiendo obsequios, los dejase cometer destrozos
en la mina y les franquease caudales a su contemplación; un gobernador que vendiese la
justicia para lograr sus intentos, no que los administrase con buena conciencia, un suje
to a quien tener debajo de su dominio"5. Por el contrario, el Gremio consideró a Ulloa
como el responsable de sus desgracias y de la ruina de la mina y le acusó de actuar de
forma arbitraria y autoritaria, así como de enriquecerse de forma ilícita. Aspectos todos
éstos que serían presentados como cargos contra él por el fiscal de la audiencia de Lima4.
Uno de los grandes retos que asumió Ulloa al hacerse cargo de la dirección de
Huancavelica fue la modernización de sus labores y la explotación más racional de las
mismas. En consecuencia sus primeras actuaciones tuvieron como objeto el conocimiento
directo de la estructura de la mina y de los sistemas de trabajo. Para ello, a diferencia de
otros gobernadores, practicó inspecciones periódicas en su interior que le permitieron
comprobar el grado de deterioro en que se encontraba y, al mismo tiempo, le conven-

3 Tal es el tono pesimista que domina buena parte de su Relación de Gobierno. Un ejemplar de la
misma puede consultarse en el Archivo General de Indias (AGI), Lima, 777.
4 La línea argumentaI de estas críticas puede seguirse a través de los informes y representaciones del
fiscal Diego Holgado, entre 1763 y 1765. AGI, Lima, 775, 824, 842 y 846 A.

171
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

cieron de la necesidad de actuar con prontitud para impedir males mayores. Sus des
cripciones son alarmantes cuando se refiere a la disposición laberíntica de las calles, a la
inclinación de los techos, a la delgadez de los estribos y de los frontones. Otro tanto cabe
decir del problema del agua y de las continuas inundaciones ya que la mina, decía, "esta
ba como una criba, no habiendo parte de ella por donde no hubiera copioso número de
goteras"3. En suma, la situación que detectó revestía extrema gravedad y las soluciones
que puso en práctica muestran al Ulloa científico y profundo conocedor de los proble
mas mineros. Enseñó a los operarios el modo correcto de realizar las mezclas, las pro
porciones adecuadas de cal y arena y los inició en el uso de la plomada y el nivel. Dio
órdenes precisas para que las galerías tuvieran la anchura y altura requeridas y que no se
abandonasen en ellas, para no obstruirlas, los desmontes. Habilitó socavones que desde
antiguo permanecían inservibles y construyó, en un verdadero alarde técnico, otro nuevo
con suelo empedrado y paredes y techos totalmente recubiertos de sólida mampostería.
Del mismo modo modificó la estructura del brocal de la mina y la de otras puertas, guia
do siempre de criterios de eficacia y racionalidad \
Lo sorprendente es que en el momento de la entrega de la mina a su sucesor, Carlos
Beranguer, éste considerara su gestión como muy negativa afirmando que su estructura
adolecía de graves defectos y que estaba expuesta a una ruina inminente7. Ante ello, la
pregunta resulta inevitable. ¿El gobierno de Ulloa contribuyó a sostener la mina o, por
el contrario, acentuó su deterioro?. Nos parece improbable que un hombre de su talla
científica cometiera los errores que se le imputaron y pusiera en práctica medidas diri
gidas al desmantelamiento del mineral. Por otro lado, sin embargo, no debe pasar desa
percibida la insistencia con- que el Gremio, jueces y otros funcionarios denunciaron sus
excesos. Que Ulloa fracasó en su intento de erradicar todos los problemas de Huancavelica
resulta obvio. No lo es tanto la afirmación de que fue el autor de su ruina. Su indudable
preocupación, no sólo por consolidar y mantener la estructura de la mina, sino también
por crear mejores condiciones de trabajo arroja serias dudas sobre la veracidad de sus
críticos. Su decidida y enérgica actuación en el proceso incoado contra los veedores, a
los que consideró como los verdaderos causantes de aquel deterioro, corrobora su polí
tica de lucha contra el fraude y defensa del mineral. La evidencia que tuvo Ulloa de que
la ruina de aquel centro y la actuación irregular de los veedores guardaban una estrecha
relación marcó la historia de Huancavelica entre 1759 y 1764. Dos desafíos tenía ante
sí: el fin de la corrupción y la modernización tecnológica. Sin el primero las garantías
de éxito del segundo eran muy escasas. El clima de hostilidad reinante durante todo su
mandato, provocado por la severa política impuesta y el rechazo a ella de grupos intere-

5 Tales impresiones se encuentran bien descritas en el punto 1 ,° de su Relación de gobierno, cit.


6 Ya tuvimos oportunidad de adelantar algunas de esas actuaciones en nuestro trabajo "Técnica y labo
reo en Huancavelica a mediados del siglo XVIII", en Europa e Iberoamérica: Cinco siglos de intercambios.
Sevilla, 1992. Vol. II, pags.395-405.
7 Carta de Carlos Beranguer a Amat. Huancavelica, 24 de noviembre de 1764. AGI, Lima, 1327.

172
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

sados, puede arrojar cierta luz sobre el hecho de que Ulloa terminara siendo víctima del
propio régimen que pretendía corregir, que pasara de juez a encausado. Su formación
científica de nada le había servido para afrontar aquella situación. Lo cual indudable
mente le afectó sobremanera, consciente de que aquella misión ya representaba una tacha
en su hoja de servicios. Así lo reconoce, cuando escribe: "Si hay monstruosidades en el
gobierno de los hombres, está verificado más que en ninguna otra sociedad, en la de los
mineros de Huancavelica; y si hay pena simulada que imponerle a un hombre bajo del
título aparente de ocupación honorífica, lo es el gobernar este gremio; no cabe en nin
guna ponderación explicar lo que padece el que se encarga de semejante negocio" *.
La mano de obra empleada en la mina era reclutada desde el siglo XVI bajo el régi
men mitayo. Su descenso en el siglo XVII era ya notorio, como lo revela el hecho de
que el asiento firmado entre el Duque de la Palata y el Gremio en 1683 se fijara un cupo
de sólo 620 indios. La misma cantidad figuraba en el nuevo asiento de Jerónimo de Sola,
aunque el número real de mitayos en Huancavelica no pasaba de 366. En tiempos de
Ulloa esa cifra se había reducido a 356, después de que fracasaran sus esfuerzos para que
se completase el cupo. Esta disminución no sólo obedecía a la crisis demográfica, sino
particularmente a la actitud de los corregidores de retener a los indios y conmutar su ser
vicio por dinero*. De esta forma el trabajo en la mina se realizó cada vez más por indios
alquilados. Desde mediados del siglo XVIII, diez de las trece provincias obligadas por
el virrey Toledo a mitar en Huancavelica enviaban, en sustitución de indios, una com
pensación económica. Unicamente Angaraes, Cotabamba y Chumbivilcas seguían con
tribuyendo con su cuota de mitayos.
Ulloa fue un vehemente defensor del sistema mitayo e hizo ver a la Corona la opor
tunidad de su mantenimiento. Sus argumentos partían del concepto mismo peyorativo
que tenía del indio y que ya tenía formado en el momento de arribar a Huancavelica.
Además era determinante la mejora de las condiciones de trabajo por su incidencia en la
disminución de la mortalidad. Tesis ya barajada antes por Jerónimo de Sola al sostener
que los peligros de azogamiento habían desaparecido, merced a los nuevos sistemas de
ventilación y al empleo de barrenos 10. En opinión de Ulloa, con los mitayos "no se expe
rimentan estragos, ni muertes en la mina, ni en los asientos de fundir a donde sirven. Con
ellos no se usa de ningún rigor, violencia, ni opresión"". En cuanto al trato que reciben,
asegura: "No se les castiga en ninguna manera, pues aunque solían azotarlos cuando pere
ceaban en el trabajo, yo prohibí esta práctica disponiendo que en su lugar los enviasen
presos a la cárcel. Allí la falta de jornal por dos o tres días y, sobre todo, la del aguar-

8 Ulloa, Antonio de: Relación de gobierno, punto 2°, introducción.


9 El problema ya lo detectó Brown, Kcndall: "La crisis financiera peruana al comienzo del siglo
XVIII. La minería de plata y la mina de azogues de Huancavelica". Revista de Indias. Madrid, 1988. XLVIII,
182-183, pág. 346.
10 Sola, Jerónimo de: Relación e informe... Lima. 1748, pags. 18-19. AGI. Lima, 1326.
1 1 Carta de Ulloa al virrey. Huancavelica, 9 de enero de 1762. AGI, Lima, 842.

17?
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

diente, es más castigo que los azotes" 12. Niega reiteradamente que la mina sea ese lugar
de muerte que otros quieren ver. Al virrey le insiste que durante los tres años que lleva
de gobierno sólo han perecido en la mina 4 o 5 indios, ninguno por enfermedad, sino
"despeñados por los cerros o de la embriaguez a la cual son muy propensos" ". Si algu
no caía enfermo por azogamiento proponía como remedio "irse a algún paraje donde el
temperamento sea caliente y usar de la chicha y de otras bebidas que acostumbran los
indios, lo cual les mueve a sudar. Así quedan sanos al cabo de 2 o 3 meses" 14. La mita,
en fin, no era perjudicial para el indio, ni causaba mayores estragos; al contrario, tenía
efectos positivos y constituía un medio eficaz para contener sus vicios; en su defensa
llegó sorprendentemente a afirmar que "el inmoderado uso del aguardiente destruye más
indios en un año que las minas en 50, aún entrando en éstos los extraordinarios acci
dentes de derrumbes que pueden sobrevenir"
La postura de Ulloa refleja que, como gobernador de Huancavelica, tenía especial
interés en restar importancia al espinoso tema del régimen laboral en la mina. Parecen
poco creíbles sus afirmaciones sobre la inexistencia de muertes por azogamiento o las
recogidas más arriba. No cabe duda de que el índice de mortalidad disminuyó con rela
ción a épocas anteriores y que los mineros se preocupaban más por una mano de obra
escasa y cara. Pero ello no significa negar la evidencia de un tipo de trabajo calificado
por el propio Ulloa como de gran riesgo y realizado en parajes que amenazaban cons
tante ruina.
Como se ha dicho uno de los objetivos básicos de la administración Ulloa era el
relanzamiento de la producción, en progresivo descenso tras los años de bonanza de la
época de Jerónimo de Sola. La presencia de nuestro gobernador tuvo, en este sentido, un
efecto verdaderamente favorable. Las cantidades de azogue ingresadas en la caja real
entre 1759 y 1763, aunque difieren de una fuente a otra, en su conjunto representan un
incremento con respecto a períodos anteriores. El cuadro l desglosa la producción anual,
según los datos de Ulloa Estos índices no fueron rebasados durante el resto de la cen
turia.
Esta reactivación, que coincidió con un momento en que la ley del mineral había
descendido, fue posible, entre otros factores, a una hábil política de ayudas económicas
al Gremio y a la lucha por el control del azogue y la persecución del fraude. Ulloa no
escatimó recursos para incentivar la producción y procuró en concepto de socorros ordi
narios la cantidad de 1 .473.062 pesos y hasta 440.725 pesos por la vía extraordinaria.

1 2 Ibídem.
1 3 Ibídem.
14 Ulloa, Antonio de: Relación de gobierno, punto 1°, núm. 83.
15 Ulloa, Antonio de: Noticias americanas. (Edición de Miguel Molina Martínez). Granada, 1992,
entretenimiento XVIII, punto 27.
16 Estado general del ramo de azogues. Huancavelica, 28 de noviembre de 1763. AGI, Lima, 1327.

174
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUIS1ANA

CUADRO 1

1759 6.706 qq. 58 lib. 14 onz.

1760 7.917 31

1761 6.532 84 8

1762 5.515 46

1763 5.777 91

Así mismo adoptó serias medidas para atajar el contrabando y las pérdidas fraudulentas
de azogue en su distribución, prácticas muy extendidas en el momento de hacerse cargo
de la dirección de la mina.
De los 32.450 quintales de azogue ingresados en los almacenes de Huancavelica
entre 1759 y 1763, fueron distribuidos a las diferentes cajas del virreinato un total de
31.343 quintales. De ellos, Potosí recibió entre el 20 y el 40%; le seguía el mineral de
Oruro y a mayor distancia Pasco.
El gobierno civil y político de la ciudad de Huancavelica era otra de las vertientes
inherentes al cargo que desempeñó Ulloa. Se trata de una faceta poco conocida que tuvo
sus principales manifestaciones en la administración de justicia, en la tensas relaciones
con los eclesiásticos de la villa y en la política urbanística. Las directrices que guiaron
su actuación judicial pueden resumirse en las siguientes: trato equitativo a todas las par
tes, persecución sistemática de los delitos y castigo a los infractores. En todo momento
defendió el principio de la obediencia debida y respeto al superior; nunca se inhibió ante
los problemas, sino que, por el contrario, actuó de forma expeditiva y sin privilegios.
Persuadido de ello, pensaba que debía intervenir de manera que "no se postergue nada
de un día para otro; y que el pobre y el miserable sea tan atendido en sus demandas como
el que hace la primera figura; porque cuando se miran con disparidad los derechos entre
las partes, se levanta al punto el orgullo en los unos, y crece el abatimiento en los otros"".
Sus críticos, en cambio, le acusaron de gobernar bajo el temor y la coacción. El robo, el
concubinato y el juego fueron delitos que persiguió con insistencia imponiendo severas
penas a los infractores, pero, debido a su fuerte arraigo, no pudo acabar con ellos. Para
él resultó una verdadera tortura la administración de justicia por el cúmulo de obstácu
los que hubo de afrontar. Los procesos se enmarañaban de tal forma en la villa, que ine
vitablemente terminaban en Lima donde las decisiones de Ulloa eran refutadas y anuladas.
¿Cómo es posible —se preguntaba— mantener el orden y el respeto en la villa, si no se

17 Carta de Ulloa a Amaga. Huancavelica, 15 de mar¿o de 1762. AGI, Lima 842.

175
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

protege a los jueces de ella y, al contrario, se les desaíra? ¿Con qué fuerza se pueden
poner castigos, si al primer paso se vuelve en contra el Real Acuerdo" 1*. La certidumbre
de que la Audiencia de Lima actuaba para obstaculizar su labor le acompañó siempre y
alimentó su desánimo acerca del estado de la justicia en aquel territorio.
Las relaciones con los eclesiásticos fueron desde el principio muy dificiles. El hecho
de que éstos se alinearan junto al grupo opositor distanció aún más las posiciones. Ulloa
defendió sin desmayo las tesis regalistas y el comportamiento ético, mientras que los reli
giosos trataron de mantener los privilegios e influencia adquiridos a lo largo de los gobier
nos anteriores. Los curas de algunas parroquias, protegidos por el fuero eclesiástico,
actuaron en defensa del viejo orden, del cual se beneficiaban. La confusa delimitación
de jurisdicciones propició frecuentes contenciosos por injerencias mutuas. Los enfrenta-
mientos con los titulares de las parroquias de San Sebastián, San Antonio y Santa Bárbara
alcanzaron proporciones insospechadas. Intrigas para que Ulloa abandonara el mineral,
censuras contra él desde el púlpito, amenazas de excomunión, etc. son indicadores elo
cuentes de lo tenso de aquellas relaciones. Ulloa, en este sentido, apenas pudo lograr que
el clero se circunscribiera a las estrictas funciones religiosas y reconociera su subordi
nación al monarca y a sus disposiciones. Le molestó sobremanera su actitud de superio
ridad y la pasividad con que las autoridades limeñas contemplaban su proceder. De hecho,
cuando solicitó el relevo del cargo, uno de los motivos esgrimidos fue su impotencia para
poner fin a los abusos de los eclesiásticos.
Más éxito tuvo su política urbanística. El empedrado de las calles, la remodelación
de edificios públicos —el hospital San Juan de Dios, el puente que unía los barrios de
San Cristóbal y la Ascensión—, la fabrica de otros nuevos —la cárcel, el convento de
San Francisco— o la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias —canalización del
agua para beber— avalan un proyecto que superó el de sus antecesores ". Por la natura
leza de estas obras, la orientación social de las mismas y la tecnología puesta a su ser
vicio este gobierno logró avances significativos que lo distinguen de otros períodos. Pese
a ello, no faltaron las críticas que restaron importancia a tales empresas y denunciaron
que para su realización se hubiera abusado de la mano de obra indígena.
Las peticiones de relevo al frente de la mina fueron por fin atendidas en 1764. Para
entonces la situación de Ulloa era insostenible. Con la notoria oposición del virrey Amat,
de algunos oidores de la Audiencia de Lima y de amplios sectores de Huancavelica nues
tro gobernador difícilmente alcanzaba a defenderse de los cargos que se acumulaban con
tra él. El pesimismo y la desconfianza en el correcto funcionamiento de las instituciones
inundan la correspondencia de esa época. Es consciente de que su gobierno ha fracasa
do y de que carece de fuerzas y medios precisos para salvar ya la mina. Hizo partícipe

18 Carta de Ulloa a Amat. Huancavelica, 8 de octubre de 1761. AGI, Lima, 842.


19 Fistos aspectos pueden verse con más detalle en Molina Martínez, Miguel: "Obras públicas y fes
tividades en Huancavelica durante el gobierno de Antonio de Ulloa". en El Reino de Granada y el Nueva
Mundo. Granada, 1994, T. III, págs. 363-375.

176
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

de su desánimo a Arriaga, que tanto había defendido su nombramiento, y le confesaba:


"Yo he venido a perder lo que no debía esperar ni merecerlo por ningún título, pues
mucho antes de venir aquí tenía acreditada mi conducta en cuantos cargos y destinos
merecí a la Real Confianza, sin que en 28 años de servicios que contaba cuando fui nom
brado, hubiese dado motivo para que se desaprobase mi proceder, ni la más leve nota
sobre el modo de manejarme" ™.
Su salida de Lima encontró toda clase de obstáculos. Sus bienes fueron embarga
dos en previsión del dictamen de los tribunales sobre los cargos que se le imputaban; se
le requirió para que devolviese documentos de la caja real y se le obligó a que nombra
ra un apoderado. Además su sucesor, Carlos Beranguer, se negó a recibir la mina en los
términos que señalaba Ulloa y no se responsabilizaba de los derrumbes que pudieran ocu
rrir. Ya en Panamá, radicalizó sus opiniones y afirmó sobre la mina que estaba en manos
de un gobernador que sólo pensaba en enriquecerse y que se había rodeado de "sujetos
criminosos, delincuentes y de lo más despreciable de aquel vecindario". Y concluía: "Lo
que yo procuré contener por ser contra las intenciones de S.M. y contra su real servicio,
es lo que al presente priva a cara descubierta y sin ningún embozo ni simulación"21.

El gobierno en Luisiana

La firma del tratado de Fontainebleau supuso para Francia el fin de sus pretensio
nes en América. España, vinculada a ella mediante el Tercer Pacto de Familia, vio tam
bién seriamente amenazados sus intereses. La pérdida de Florida en beneficio de Inglaterra
tuvo repercusiones notables desde el punto defensivo y estratégico del Imperio, a pesar
de la sorprendente cesión del territorio occidental de Luisiana por parte francesa. El con-
flictivo gobierno de esta colonia y el coste económico de su mantenimiento hicieron dudar
a muchos sobre las ventajas de su ocupación. Por fin Carlos III aceptó la cesión. La nueva
empresa que se le encargaría a Ulloa en las posesiones recién adquiridas se presentaba
llena de dificultades y problemas, tal como los sucesos posteriores terminaron demos
trando.
Se encontraba Ulloa en La Habana cuando recibió la noticia de su designación para
el gobierno de Luisiana. A propuesta del marqués de Grimaldi, secretario de Estado, el
monarca se había inclinado por él atendiendo a su "inteligencia, celo y conducta"22.
Zanjaba de este modo Carlos III la incertidumbre planteada acerca de la conveniencia de
aceptar o no la posesión de la colonia francesa. En la determinación real acabó prevale
ciendo el carácter estratégico de aquel territorio, antes que el coste económico de la ope-

20 Carta de Ulloa a Arriaga. Huancavelica, 20 de agosto de 1763. AGI, Lima, 842.


21 Carta de Ulloa a Amat. Panamá, 5 de diciembre de 1764. AGI, Lima. 843.
22 Real Cédula. Aranjuez, I de mayo de 1765. AGI, Santo Domingo, 2542.

177
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

ración. Sin embargo, no había intención de alterar demasiado el modelo de gobierno


francés. De hecho, las instrucciones enviadas a Ulloa señalaban que se respetaran las
leyes y organismos propios de la etapa anterior y que no entraran en vigor los de los
dominios españoles. Hecho singular que colocó a Ulloa en una situación delicada y arries
gada. Lo cual en nada le desanimó y, dispuesto a afrontar las más duras contingencias
en tierras que desconocía y con apenas un centenar de hombres a su mando, aceptó de
buen grado el nuevo destino.
Entre marzo de 1766, fecha en que arribó a Nueva Orleans, y noviembre de 1768,
cuando hubo de abandonar violentamente el país, Antonio de Ulloa vivió otra penosa
experiencia que, en gran medida, recordaba la anterior como superintendente de azogues
en Huancavelica. La realidad que halló estaba dominada por influyentes personalidades
de la colonia, acostumbradas a manejarse con entera libertad; existían profundos intere
ses mercantiles representados por grupos de comerciantes afincados en Nueva Orleans
que se vieron amenazados por las nuevas directrices impuestas; junto a ello, la dualidad
político-institucional creada, unido a la precariedad económica, condicionaron un gobier
no para el que posiblemente Ulloa no era la persona más indicada. Por otro lado, la Corte
abordó aquellos asuntos con bastante tibieza y ambigüedad, dejando sin respuesta los
sucesivos llamamientos del nuevo gobernador y a la postre haciendo fracasar el período
inicial de su dominio en Luisiana. Como ocurriera en Huancavelica, los apoyos que tuvo
Ulloa fueron mínimos mientras que sus oponentes crecieron día a día.
Desde el momento de su arribo contó con la colaboración del comandante de la
tropa francesa, Charles Aubry, un hombre, sin embargo, mediocre y con escasa capaci
dad de mando y dotes diplomáticas. Por contra, el Consejo Superior —verdadero órga
no de gobierno de la administración colonial— escapaba totalmente a su control y pronto
se convirtió en una plataforma de oposición y crítica a la presencia española. Entre sus
máximos responsables se encontraban M. de la Fréniére, procurador general, y M. de
Foucault, comisario ordenador. Con ellos hacían causa común grupos de familias y comer
ciantes unidos por la defensa de sus privilegios e intereses económicos. De ninguno tuvo
Ulloa gran estima e incluso los acusó de malversación de fondos públicos y abuso de
autoridad. Serían éstos, aprovechando su influencia en dicho Consejo, los que dictaran
el decreto de su expulsión en 1768.
Un dato revelador de lo extraordinario de aquel gobierno lo constituye el hecho de
que Ulloa nunca llegara a tomar posesión oficial del territorio. Lo precario de la guarni
ción militar bajo sus órdenes y el rechazo de los habitantes demoraron una y otra vez
este acto. El documento de "toma de posesión" firmado entre Aubry y Ulloa en la Baliza
el 20 de enero de 1767 más bien parece un reparto de atribuciones, según el cual que
daba en manos de éste el gobierno civil y militar de la colonia hasta que llegasen las tro
pas españolas. Por otro lado, dicho documento parece que hace referencia sólo a la plaza
de Baliza y no al resto del territorio, por lo que más tarde no fue tomado en considera
ción por el Consejo Superior. Además la ley exigía una proclamación formal en Nueva

178
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

Orleáns, la cual nunca se llevó a cabo. El hecho de que Ulloa optara por realizar aque
lla "toma de posesión" fuera de Nueva Orlenas y sin el ceremonial propio de estos acon
tecimientos pone de relieve las diferencias que le separaban de los habitantes de la capital23.
El reparto de atribuciones pactado como solución para hacer frente a la realidad inme
diata no convenció a nadie. De hecho, Ulloa se vio obligado a depender de las tropas
francesas dirigidas por Aubry y en más de una ocasión se lamentó de no saber si la colo
nia que regía pertenecía a España o a Francia.
Las dificultades económicas de la colonia contribuyeron sobremanera al fracaso de
la administración Ulloa. El territorio había sido cedido en condiciones precarias, con una
agricultura maltrecha y una evidente falta de numerario. Los recelos de los pobladores
no tardaron en manifestarse a través de escritos y representaciones que dirigieron al pro
pio Ulloa. Entre otras cuestiones, le preguntaban si se mantendría el comercio con Francia
con la misma libertad que antes o si se establecería un comercio libre con los puertos de
la América española. Lo más significativo de estas representaciones era, sin embargo,
que los firmantes —mercaderes y negociantes— le exigían una respuesta rápida para, en
consecuencia, determinar qué estrategia seguir. Conociendo el carácter de Ulloa, seme
jante actitud no hizo sino crispar más aún los ánimos. Por consejo de Aubry, dejó pasar
el incidente y respondió en tono evasivo que "el Rey no había resuelto hasta entonces en
los asuntos de comercio, siendo preciso que para hacerlo se hallase informado de lo que
era en sí la colonia; de sus producciones y de los efectos que necesitaba de fuera" 2\
Los excesos cometidos por los mercaderes y la impunidad con que venían actuando
desde épocas anteriores encontraron freno en la política del gobierno español pero, al mismo
tiempo, alimentaron un sentimiento de rechazo. Tal ocurrió con la promulgación del decre
to de 6 de septiembre de 1766, que ponía fin a las pretensiones especulativas de aquéllos
después de haber provocado el encarecimiento de las mercancías extranjeras y la bajada de
precio de los productos del país. La medida desde luego fue muy criticada por el grupo de
oposición, quien trató de impedir que se llevara a efecto, alegando que había sido promul
gado sin conocimiento del Consejo Superior25. Las intenciones desestabilizadoras de cier
tos elementos de la colonia eran manifiestas y aprovecharon cualquier circunstancia adversa
para desprestigiar a Ulloa. A lo largo de 1767 la crisis económica se agravó. Productos
básicos de la exportación como las maderas, el índigo o el añil perdieron parte de sus mer
cados tradicionales. El gobernador español carecía de recursos para aliviar la situación y la
respuesta de España a sus demandas fue a todas luces insuficiente.

23 Véase Rodríguez Casado, Vicente: Primeros años de dominación..., pág. 108-1 10; Moore, John
P.: Revolt in Louisiana..., págs. 48-50.
24 Ulloa, Antonio de: "Noticia de los acaecimientos de la Luisiana". AGI, Santo Domingo, 2543. A
lo largo de las 95 hojas de este escrito Ulloa expone su punto de vista sobre la conspiración que le expulsó de
la colonia en 1768. Aunque propuso su impresión y publicación. finalmente no se aceptó.
25 Rodríguez Casado, Vicente: Primeros años de dominación.... págs. 120-121.

179
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

La asignación de un situado de 150.000 pesos apenas cubría una mínima parte de


las necesidades, a pesar de que para la Corona era una cantidad elevada, máxime tenien
do en cuenta que la zona no reportaba en contrapartida ninguna utilidad económica. Sólo
su condición estratégica justificaba aquel desembolso anual. La insistencia de Ulloa soli
citando mayor financiación permitió, no obstante, el aumento del situado en 50.000 pesos
hasta finales de 1767 y otros 100.000 a partir del año siguiente. En cualquier caso, se
trataba de un incremento más teórico que real, ya que la llegada de dichas cantidades
sufrió retrasos continuos. Tan precaria situación financiera afectó al propio gobernador
y a otros funcionarios reales quienes desde 1766 habían dejado de percibir íntegros sus
salarios26. Falto de recursos militares y económicos, la posición de Ulloa atravesó momen
tos comprometidos. La emisión de vales, lejos de atajar el problema, fomentó la espe
culación y dio nuevos motivos de queja a los miembros del Consejo.
La reiterada actitud antiespañola de éste convenció a Carlos III de la necesidad de
introducir cambios en la administración de la colonia. Entre ellos, el más importante pre
veía despojar a dicho Consejo de sus competencias judiciales en las causas civiles y cri
minales para ponerlas bajo la jurisdicción del gobernador español 27. Tal resolución, sin
embargo, establecía que sólo tendría vigencia una vez se produjera la toma oficial de
posesión. Debido a esta circunstancia, Ulloa que adivinaba las graves consecuencias que
sin duda provocaría su aplicación, la mantuvo en secreto y, como quiera que no llegó a
tomar posesión, dicha ordenanza nunca entró en vigor.
Otra medida ensayada por España para aliviar la situación de la colonia fue su inclu
sión, mediante un decreto de 23 de marzo de 1768, en el conjunto de territorios que se
beneficiaban de lo establecido en la Real Instrucción de 1765 sobre el nuevo sistema de
comercio. El mencionado decreto contemplaba la posibilidad de comerciar con la Luisiana
por cualquiera de los puertos habilitados que ya lo hacían con las islas de Barlovento,
así como la libertad para llevarlo a cabo en cualquier tiempo sin necesidad de acudir a
la Corte para obtener licencia; además quedaban suprimidos determinados gravámenes2*.
Tales medidas no agradaron a sus habitantes y levantaron airadas protestas que, una vez
más, fueron bien canalizadas por los componentes del Consejo. El peligro de una revuel
ta parecía inminente a medida que se hacía ver a la población que Ulloa y el gobierno
español eran los responsables de su ruina.
La redacción en octubre de 1768 de las denominadas "Representaciones", que
recogían un conjunto de quejas sobre la administración española, marcó el inicio del
movimiento de conjura que puso fin al gobierno de Ulloa. En ellas se tachaba a Ulloa de
usurpador, ya que sin haber tomado posesión gobernaba de forma dictatorial. Se le acu-

26 Ibídem, pág. 127.


27 Real Orden. Aranjuez, 22 de marzo de 1767. AGI, Santo Domingo, 2542.
28 Un análisis mas pormenorizado del decreto puede encontrarse en Rodríguez Casado, Vicente:
Primeros años de dominación ... pags. 131-135.

1X0
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

saba también de desprecio por lo francés y "desamor a los habitantes de la colonia" y le


llamaban protector de los esclavos negros. Rodríguez Casado se encargó de desmontar
todas las acusaciones negando la veracidad de las mismas y puso de manifiesto que tras
ellas subyacía el deseo de acabar con la presencia española y volver al sistema anterior
en el que comerciantes y mercaderes, con el beneplácito de las autoridades locales, venían
actuando a su antojo B.
La expulsión de Ulloa se decidió en la reunión del Consejo celebrada el 29 de octu
bre. La Fréniére no tuvo excesivos problemas para ganarse el voto de los restantes miem
bros. Unicamente Aubry expresó su rechazo y protestó por el modo en que se comportaban.
La noticia fue recibida con júbilo entre la población, con vítores al rey francés, a la
Luisiana libre del yugo español y al "buen vino de Bourdeaux"30. La suerte de Ulloa esta
ba ya echada y se le conminó para que abandonara el país en el plazo de tres días.
Consciente de su incapacidad para resistir por la fuerza, determinó fletar una embarca
ción con rapidez y zarpó a primeros de noviembre con dirección a La Habana. Comparada
con la revolución americana, esta revuelta tiene dos puntos en común. Uno se refiere a
la lucha contra las libertades económicas y otro al sentimiento de ruptura frente a una
potencia europea. Sin embargo, son muchas las diferencias que las separan, sobre todo,
por lo que concierne a sus objetivos últimos y a la participación popular. Como bien
señala Preston Moore, sus dirigentes representaban los intereses de un minoritario grupo
de la capital; en cuanto a su patriotismo y voluntad de independencia existen serias reser
vas ya que su posición como sector dominante estaba sujeta a la continuidad de la domi
nación francesa31. Por su parte Rodríguez Casado señala que la revuelta no se produjo
por la incompatibilidad personal de los colonos con Ulloa, ni siquiera por efecto del
patriotismo de aquéllos y menos por las arbitrariedades de éste. El móvil radica en "la
gran diferencia de criterio que existe entre España y los sublevados, lo que, en su opi
nión, significa la defensa del principio incuestionable de una autoridad determinada por
Dios frente a las tesis revolucionarias populares 32.
La suerte de la colonia, tras la salida de Ulloa, fue debatida en la Corte. Grimaldi,
que siempre había defendido su posesión, era partidario de recuperarla aún por la fuer
za; en cambio Miguel de Múzquiz se inclinaba por su abandono aduciendo razones de
índole económica. La mayoría de los ministros coincidía con el secretario de Estado, dada
la importancia estratégica de la zona y el río Misisipi. Consideraban asimismo —para
evitar la experiencia anterior— necesario el cambio de sistema de gobierno y que se

29 Ibídem, págs. 180-200.


30 La posibilidad de que el vino de Bourdeaux dejara de llegar a Luisiana como consecuencia de la
aplicación del referido decreto de 23 de marzo de 1768 fue una de los aspectos que levantó mayores suscep
tibilidades convirtiéndose en una cuestión de honra nacional. Tal es así que Moore, John P. titula "The good
vine of Bourdeaux" el capítulo VIII, dedicado a los últimos momentos de Ulloa en Luisiana, Op. cil, págs. 143-164.
31 Ibídem, pag. 214.
32 Rodríguez Casado, Vicente: Primeros años de dominación.... págs. 201-202.

181
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

expulse a todos los implicados en la revuelta. Por último, como apuntaba el Duque de
Alba, lo que "importa más que todo, a mi parecer, es que se vea en el mundo, y en
América especialmente, que el Rey sabe y puede reprimir cualquier intento contrario, al
respeto que se debe a la Majestad"". La decisión de Carlos III confirmó tales plantea
mientos. El nombramiento del teniente general Alejandro O'Reilly y su posterior entra
da triunfal en Nueva Orleans en julio de 1769 al frente de un poderoso ejército significó,
en efecto, la instauración del orden y el control real de la colonia por parte de España.
Los líderes revolucionarios fueron juzgados y el Consejo Superior suprimido. Se logró
ahora la estabilidad por la que tanto había luchado Ulloa.
Acerca del fracaso de la administración Ulloa en Luisiana se ha insistido en que
fue debido en gran parte a la tibieza y ambigüedad con que actuó la Corona en este tema.
Los escasos medios materiales —tropas y dinero— puestos a su disposición no se corres
pondían con la magnitud de la empresa. No se olvide el peligro inglés y la amenaza indí
gena, ni la precariedad económica del territorio. Además Ulloa recibió instrucciones para
alterar lo menos posible el modelo administrativo francés. La situación creada al existir
de hecho dos autoridades en nada contribuía al desarrollo de un gobierno firme. En este
sentido, puede afumarse que fue abandonado a su suerte o, en palabras de Caughey, el
fracaso fue el resultado de malentendidos".
Por otro lado, cabe preguntarse si esta designación recayó sobre la persona más
indicada teniendo en cuenta las características de aquella misión. De nuevo hay que rei
terar que nuestro sevillano, gran científico y marino, carecía de dotes para la labor de
gobierno. Su temperamento, su falta de tacto y habilidad para sortear las dificultades en
tierras desconocidas fueron un grave contratiempo. Resulta curioso comprobar cómo en
Huancavelica y Luisiana despertó similares actitudes de rechazo entre la población y pro
pició contra él movimientos que pretendían su expulsión. Su indeleble convicción del
principio de la autoridad debida al superior dio origen a agrias disputas con sus oponen
tes, sin que por ello renunciara un ápice a sus ideas. No es coincidencia que a propósito
de su gobierno en Luisiana escribiera, como lo hizo en Huancavelica, lo siguiente: "El
que gobierna debe dar las providencias que se hallen correspondientes para el buen orden
y para la responsabilidad que tiene, sin que en esta parte los subalternos y subditos ten
gan libertad para constituirse árbitros de juzgar de ellas"55.
Los dos años y medio que Ulloa permaneció en Luisiana fueron aprovechados para
recabar información acerca de las condiciones naturales —geografía, clima, fauna, flora,
habitantes, etc.— de aquel territorio. Su inquietud científica y afán de conocimiento no
sufrieron mella a pesar de los problemas políticos que atenazaban su gobierno. Desde el
primer momento viajó por diferentes regiones para examinar directamente los problemas

33 Ibídem, pág. 291.


34 Caughey, John W.: Bernardo de Cálvez in Luisiana, 1776-1783. Gretna, 1972. pág. 9.
35 Ulloa, Antonio de: "Noticia de los acaecimientos. . ."

182
M. MOLINA MARTINEZ - EL GOBIERNO DE ANTONIO DE ULLOA EN HUANCAVELICA Y LUISIANA

y peculiaridades de la colonia. Su expedición al norte y zonas fronterizas le previno sobre


la amenaza inglesa y le alarmó el estado de ruina de las guarniciones francesas, lo que
hacía necesarias cuantiosas inversiones para establecer una línea defensiva sólida. Sus
Noticias Americanas contienen abundantes datos sobre las tierras de Luisiana y el río
Misisipi (entretenimientos II y X); sobre el clima (entretenimiento IV), es sorprendente la
minuciosidad con que detalla las temperaturas, lo que aprovecha para plasmar sus teorías
y opiniones; en cuanto a las plantas, refiere con interés la existencia de la mandrágora en
la parte norte y que identifica con el ginseng. Sobre sus cualidades afirma: "Las princi
pales consisten en restablecer los espíritus vitales y vigorizar las fuerzas cuando se hallan
desfallecidas por alguna fatiga del cuerpo; y entre otras muchas que se le apropian, dicen
que prolonga la vida en los ancianos, y la renueva en los que padecen achaques. Sin embar
go de ser cara en donde se coge, por venderse a peso de plata, no lo es tanto como corres
ponde a las grandes virtudes que se refieren"36. En consecuencia propone que se recojan
plantas y se hagan con ellas experimentos útiles a la Medicina. No faltan alusiones a la
riqueza piscícola del Misisipi (entretenimiento IX), ni a las dolencias —"las lombrices, en
toda suerte de personas grandes y pequeñas, es enfermedad muy común en la Luisiana, y
de las diversas castas que hay de ellas se padecen las más, quando no sea de todas, sin
excluirse el Toenia o Solitario"— (entretenimiento XI). Sobre los indígenas y sus cos
tumbres (entretenimientos XVÜ-XIX) vierte las mismas ideas expuestas en otras obras,
reiterando la propensión al ocio y a la bebida que manifiestan y la desidia con que se com
portan.
Todo este caudal de información corrobora la profunda talla intelectual de Ulloa, por
encima de cualquier otra faceta, particularmente la de gobierno. El hecho es aún tnás sig
nificativo por cuanto revela que, a pesar de las graves tensiones que hubo de soportar su
administración en Huancavelica y Luisiana, su obsesión por el dato científico, su desve
lo por explicar fenómenos de todo tipo fueron cuestiones predilectas en sus reflexiones
cotidianas. Podríamos añadir que las únicas con las que se sentía feliz y satisfecho.

36 Ulloa, Antonio de: Noticias americanas..., entretenimiento VI, punto 27.

18.1
ANTONIO DE ULLOA, ASTRONOMO

Alberto Orte
Real Academia Hispanoamericana

1 intentar destacar la trayectoria científica de Antonio de Ulloa y dentro de


ella su personalidad como astrónomo, las primeras preguntas que nos hace
mos se refieren sin duda a su preparación básica para este cometido y a su
capacidad intelectual. Sobre tal capacidad no nos cabe a estas alturas la menor duda tras
haber sido glosada sobradamente a lo largo de esta conmemoración del Segundo Centenario
de su muerte y demostrada con los resultados de su actividad científica y el testimonio
de sus publicaciones y el de todas las consideraciones académicas a las que a lo largo de
su vida se hizo acreedor; capacidad que, por otro lado, había sido tempranamente reco
nocida a partir del propio hecho de su designación para formar parte de la comisión para
la medida del arco del meridiano en Perú a propuesta, como él mismo hará constar, "de
los Comandantes y Directores del Cuerpo y Academia de Cavalleros Reales Guardias
Marinas".
Lo que si necesita alguna explicación, y ello va a ocupar gran parte del contenido
de estas líneas, es la forma en la que Ulloa obtiene sucesivamente los conocimientos de
matemáticas, cosmografía, física y astronomía necesarios para la ejecución, junto con
Jorge Juan, de la magna experiencia geodésico-astronómica que a ambos les tocaría rea
lizar, cometido totalmente en la vanguardia de los conocimientos, prácticas e instrumen
tación astronómica del momento, exigente de un rigor metrológico, un manejo matemático
y unos criterios científicos al alcance, por entonces, tan sólo de las personalidades más
destacadas en estos saberes.
Examinado el apretado historial de servicios de Antonio de Ulloa en el corto inter
valo de años que media entre su embarque como aventurero en el Galeón "San Luis", al
cumplir los catorce años, y su salida desde Cádiz en mayo de 1735 para su larga comi
sión en la América Meridional, no nos es posible descubrir huecos de extensión sufi
ciente para que hubiese podido llevar a cabo en ellos estudios básicos ordenados. De ello
podemos concluir que la mayor parte de la formación inicial de nuestro marino debió de
tener lugar precisamente durante sus embarques, aprovechando los períodos menos acti
vos de sus servicios a bordo, así como también y más concretamente durante una de sus
estancias en Cádiz. Esta formación debería de ser por ello mismo bastante autodidacta,
aunque sometida a la orientación y también a la protección de su mentor y de sus ins
tructores de a bordo, interesados estos en el aprovechamiento de las aptitudes intelec-

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 185-196 185


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

tuales y navales que iban descubriendo en el aprendiz de marino que, para su profesio-
nalización, se les confiaba.
Es de suponer que los responsables de la educación de Ulloa entre los años de 1730
a 1733 le propusiesen, como una buena meta para la iniciación de su carrera naval, el
conocimiento previo de las asignaturas cursadas por entonces en la Academia de Guardias
Marinas. Estas eran las contenidas en el plan de estudios de la Instrucción de Patiño dic
tada con motivo de la puesta en marcha de la Real Compañía de Guardias Marinas en 1717.
El plan de Patiño introducía en la Marina, no sin muchas dificultades y reticencias, lo
que puede considerarse como un mínimo de conocimientos básicos, imprescindibles para
un posterior estudio racional de las materias teórico-prácticas relacionadas con la nave
gación, con la construcción naval y también con el arte de la guerra. La capacidad demos
trada en el acto de ingreso por los futuros cadetes para enfrentarse con éste plan, determinaría
la admisión de los mismos, y sus asignaturas constituirían, durante los primeros lustros
de su implantación, el único bagaje básico de los nuevos oficiales, aunque no de todos,
ya que algunos de ellos serían dispensados, por distintas causas, de alguna parte de estos
estudios.
Se dice que Antonio de Ulloa tuvo en su niñez de Sevilla una educación muy esme
rada no exenta de una preparación matemática. Con ella pudo muy bien aspirar a los
catorce años a su ingreso en la Academia si bien al encontrarse, como se sabe, con el
cupo cubierto se decidiría a iniciar la carrera cuanto antes embarcándose como aventu
rero, esto es, recomendado a los mandos de a bordo, sin paga y a sus propias expensas,
para aprender con la práctica y poder reducir de este modo las condiciones de embarco
exigidas a los guardias marinas. Lo hace en junio de 1730 en la Armada de Galeones
mandada por el Jefe de Escuadra Don Manuel López Pintado, Marqués de Torreblanca,
y permanece embarcado durante toda una campaña en ultramar, de la que regresa en sep
tiembre de 1732. Juzgamos que sería a partir de entonces y en el breve intervalo que
media entre esta fecha y la de su registro en la Academia de Cádiz como Guardia Marina,
en noviembre de 1733 —intervalo que por cierto coincide prácticamente con los dos
semestres escolares contemplados en los planes de Patiño—, cuando Ulloa atiende a su
preparación matemática con mayor intensidad y contando ya con una edad más adecua
da para el estudio de los programas que cuando su intento de 1730.
Al éxito de sus exámenes y a la excelente impresión causada en el tribunal de la
Academia contribuiría seguramente el buen entrenamiento naval adquirido por Ulloa bajo
la tutela de López Pintado y a la posible influencia del Almirante de la Escuadra, embar
cado en el Navío "San Fernando", Don Juan José Navarro, futuro Marqués de la Victoria,
matemático y defensor incansable del estudio de la ciencia para la formación de buenos
oficiales. Es muy posible que Ulloa demostrase durante las pruebas de ingreso el domi
nio por anticipado de los programas teóricos de los dos primeros semestres escolares,
dominio que muy bien había podido adquirir o perfeccionar durante el último intervalo
de su preparación, a la sombra de los profesores y con los textos seguidos en la propia

186
A. ORTE - ANTONIO DE ULLOA, ASTRONOMO

Academia. Resulta fundado suponer, a la vista de las fechas de su historial, que se le dis
pensa de la escolaridad correspondiente a estos estudios, ya que embarca enseguida de
Guardia Marina en el Navío "Santa Teresa", perteneciente a la Escuadra que va a Nápoles
con refuerzos para el infante Don Carlos y a cuyo regreso conocerá la noticia de su desig
nación para la comisión de los reinos del Perú.
Para hacernos una idea del nivel de los conocimientos que posee Ulloa en este
momento recordemos que los libros más usados por entonces en la Academia eran los
Elementos geométricos de Euclides del P. Jacobo Kresa y parte de los tratados del
Compendio Matemático del P. Tosca y, con un carácter más práctico, la Trigonometría
aplicada a la Navegación y el Compendio del arte de la Navegación, debidos ambos a
Cedillo, profesor experimentado del Colegio de San Telmo y encargado por entonces de
la enseñanza de las matemáticas en la Academia. Durante la formación de Ulloa en el
transcurso de su embarque como aventurero y más brevemente como Guardia Marina
debió de adquirir también buenos conocimientos de Cosmografía, un manejo práctico de
los escasos instrumentos de Navegación usados entonces a bordo y algún uso de los
empleados para los posicionamientos geográficos en tierra.
En unas condiciones de formación intelectual similares a las de Antonio de Ulloa,
aunque siguiendo las vicisitudes de sus propias campañas y embarques, se encontrará en
1734 el sub-brigadier del Cuerpo de Guardias Marinas Don Jorge Juan y Santacilia, con
la diferencia a favor de éste de la veteranía que le proporcionaba una carrera comenza
da cuatro años antes y unos estudios teóricos cursados quizás con algunos momentos de
mayor sosiego y regularidad y en los que llegaría incluso a adquirir fama de buen cono
cedor de las matemáticas. Igualados pues en cuanto a conocimientos básicos y persona
lidad naval y dotados de idéntica disciplina y espíritu de servicio, pasarán juntos a disponer
de una misma oportunidad para incorporarse a sus nuevos objetivos geodésico-astronó-
micos y a compartir la misma escuela y las mismas responsabilidades científicas. De aquí
que, al describir el proceso formativo que para ambos va a tener lugar durante la cam
paña, nos veamos obligados, salvo en algunos temas muy particulares, a tratar a los dos
oficiales conjuntamente.
Suponemos que durante el escaso tiempo hábil del que estos dispusieron —menos
de un año desde su designación hasta el momento de la partida— sólo podrían dedicar
se a la parte más elemental de lo que iba a ser su nuevo cometido. Si acaso, y muy some
ramente, al conocimiento de los conceptos y de las líneas generales de la campaña; ello
principalmente por su condición de recién llegados a la Ciencia y también porque, como
es sabido, algunas de tales líneas estaban aún por definir. En lo que si podrían instruir
se sin dificultad sería en la historia de las medidas geodésicas francesas y, dado el ambien
te de su formación, en los métodos astronómicos usuales para las determinaciones
geográficas, los cuales comprendían observaciones de ocultaciones de los satélites de
Júpiter, de eclipses de luna, observaciones de hora por alturas correspondientes y de lati
tudes por alturas meridianas de sol ó de estrellas. Seguramente podrían también dedi

187
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

carse al uso práctico de los instrumentos de sus futuras medidas: anteojos de paso, sec
tores cenitales, cuadrantes de uso astronómico y geodésico así como al manejo de los
péndulos. Sin criterios para la elección de instrumentos no intervendrían en su propio
equipamiento que, salvo el sector de 2,5 pies, les debía de ser facilitado eventualmente
por los académicos de París. Los oficiales españoles contarían con un buen asesoramiento
y gestión de los abundantes libros de ciencia que les podían ser necesarios para su for
mación ó su trabajo.
Podemos asegurar que en el momento de la partida, o incluso hasta que no tiene
lugar el encuentro en Cartagena de Indias con los expedicionarios de París, la mentali
dad de Juan y de Ulloa continuaba siendo estrictamente naval. El viaje se producía en
un momento en el que todavía no había podido darse el paso decisivo para la introduc
ción de la navegación astronómica; esta vendría muy poco después gracias a los progre
sos que en esos mismos años se estaban consiguiendo tanto en la astronomía como en la
instrumentación de a bordo —prácticamente inexistente por entonces— y sobre la que
gracias a la experiencia de la América Meridional ambos oficiales, andando el tiempo,
influirían muy decisivamente. Así, durante el viaje de ida, Ulloa y Juan, a bordo respec
tivamente de la fragata "Incendio" y del navío "Conquistador", van a hacer ambos paten
te su obsesión —común a muchos marinos de la época— de apurar a fondo los métodos
propios de la navegación de entonces. Las reflexiones de ambos, que Ulloa transcribe en
su "Relación Histórica ... " 1, sobre la calidad de las posiciones geográficas entonces exis
tentes, sobre los comportamientos de la aguja o el error de la corredera y de la ampolle
ta, sobre los efectos de la corriente...etc, son una muestra de esta preocupación. Pero
también intentan hacer lo que pueden en cuanto a la resolución del problema de las lon
gitudes, de acuerdo con el método propuesto por Halley, basado en el conocimiento de
las declinaciones magnéticas —o "variaciones de la aguja", según la terminología de
entonces—. Para ello ambos oficiales miden durante todo el viaje los valores de esta
magnitud los cuales, junto con la posición de estima, recopilan en forma de tablas para
su posible uso posterior. La confianza de Ulloa en este método como recurso aproxima
do para completar la situación del navegante la demuestra el hecho de que continuaría
aportando este tipo de datos durante todas las navegaciones de su vida, pese a la apari
ción en un momento dado del método astronómico de las distancias lunares. Desde nues
tra perspectiva actual añadiremos que el conocimiento de las isógonas, o líneas de igual
declinación magnética, continúa siendo hoy del mayor interés científico, pese a haber
sido desechadas estas líneas en su momento, como dato aproximado de ayuda a la na
vegación.
El primer contacto de nuestros oficiales con la astronomía geodésica lo tendrían en
Cartagena de Indias, donde mientras esperaban la llegada de los académicos franceses

I Juan, Jorge - Ulloa, Antonio de: Relación Histórica del viaje a la América Meridional hecho por
orden de S.M .- Madrid MDCCXLVI1I.

188
A. ORTE - ANTONIO DE ULLOA, ASTRONOMO

efectuaron el levantamiento hidrográfico de la bahía. Seguían por tanto afectos a sus obli
gaciones navales ya que estas prácticas venían siendo estimuladas entre sus oficiales por
la Corona, aunque ellos las enriquecerían en cantidad y en rigor científico con sus pro
pias aportaciones. Para el conocimiento de la latitud de Cartagena usarían un antiguo
anulo astronómico que había pertenecido al P. Feuillée, así como un péndulo que, ajus
tado mediante observaciones de alturas correspondientes, les serviría de referencia de la
hora de la meridiana. Para el cálculo definitivo de las observaciones aplicarían las fór
mulas y los métodos más recientes, conocidos por ellos durante el curso de la propia
expedición.
Ulloa y Juan cumplirán con su cometido geográfico formando equipo, para las pri
meras observaciones, con Godin y luego separadamente, durante el viaje que les llevaría
desde Cartagena hasta Quito, lugar donde establecerán la base de las operaciones geodé
sicas. Los posicionamientos, tan en consonancia con las necesidades territoriales y nava
les del momento, habrían de prolongarse a lo largo de toda la campaña. El tratamiento
global de los resultados, especialmente de los destinados a la obtención de las longitu
des, sería de una gran trascendencia para el futuro de la astronomía española, ya que es
a través de esta práctica que nuestros marinos se integran como profesionales en una acti
vidad, la astronomía de posición —posición de los astros y posición de los lugares geográ
ficos— que florecería en los observatorios que hoy denominamos navales o de primer
meridiano. La creación del Observatorio de Cádiz al regreso de los expedicionarios, la
orientación de los trabajos que allí habrían de realizarse, y las primeras relaciones de
Ulloa y de Juan con las Academias y las personalidades científicas de la época estarían
fundamentadas en este tipo de astronomía.
Pero el estudio y perfeccionamiento de Ulloa y de Juan en el campo de los cono
cimientos astronómicos desconocidos hasta entonces para ellos no tendrían lugar sino a
través de su integración en el seno de la "compañía" científica que habrían de formar con
los académicos de Paris. Si bien es verdad que la falta de unidad, la incomprensión y los
celos científicos que desde el primer instante se suscitan entre los académicos no hacían
favorable la creación de la atmósfera adecuada para el estudio y el trabajo en común,
nuestros oficiales, al saber mantenerse apartados de las disputas de sus compañeros, pudie
ron en cambio sacar de éstas el provecho que para sus formaciones respectivas podía
representar aquel continuado contraste de criterios. Como es sabido, este antagonismo de
caracteres y la posterior organización del trabajo geodésico, daría lugar a la diferencia
ción de la compañía en dos grupos, con lo que puede decirse que se establecieron tam
bién dos escuelas diferentes: la encabezada por Bouguer, a la que estuvo adscrito Ulloa,
y la correspondiente a Godin, en la que formó Jorge Juan. Ello produciría ciertas venta
jas a los españoles, los cuales se beneficiarían de ambas y tendrían ocasión de contras
tarlas desde la ponderación de sus puntos de vista. A ellas aportarían individualmente sus
propios criterios y especial izaciones los académicos y a veces, también, sus particulares
deficiencias y errores.

189
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Al enjuiciar separadamente a éstos bajo el punto de vista de los conocimientos que


pudieron transmitir a nuestros oficiales debemos de excluir deliberadamente a la Condamine,
ya que aunque su nombre haya quedado vinculado al de la expedición, sus méritos cientí
ficos eran en cambio muy discutibles. Es de suponer que este hecho no dejaría de ser
advertido desde el primer momento por los españoles, especialmente por Ulloa, quien
tendría mayores oportunidades de observarlo desde su condición de compañero de equi
po, durante el largo intervalo en el que tuvieron lugar las mediciones geodésicas.
Los méritos de Pierre Bouguer, a quien consideramos como el mejor dotado inte-
lectualmente de los tres, estaban en cambio perfectamente fundamentados. Procedente de
la Hidrografía —en la que incluso había destacado como enseñante a una edad muy tem
prana, y en la que comenzó a interesarse por los problemas astronómicos y por la nave
gación— había tocado también por entonces, como Ulloa, los temas relacionados con las
"variaciones de la aguja", recomendando métodos y cálculos muy precisos. Ganador en
cuatro ocasiones de los premios de la Academia, era un estudioso de los instrumentos de
su tiempo y un buen conocedor de la matemática, muy acostumbrado además al cálculo
analítico. Habituado al manejo conceptual de la física de las medidas y a las teorías de
sus correcciones, había llegado a ser un especialista avanzado en el estudio de la refrac
ción astronómica y estaba muy preparado para adaptar los métodos y los conceptos apren
didos en Europa a los imponderables y singularidades que pudiesen surgir en la campaña.
Luis Godin por su parte había sido, junto con Grandjean de Fouchy, alumno del
célebre José Nicolás Delisle, profesor del College de France y fundador de escuela en
Astronomía. Académico desde 1725, había trabajado durante algunos años en la
Connaissance des Temps por lo que lo debemos de considerar familiarizado con la
Astronomía Fundamental y con el cálculo de las efemérides. Su cultura astronómica se
había visto enriquecida con el encargo, de parte de la Academia, de poner al día la publi
cación de los Anales de la misma, que se hallaba retrasada. Al ser designado para la expe
dición al Perú —debida a su propia iniciativa— contaba ya con una vida académica muy
productiva. Había participado en la observación de diversos fenómenos astronómicos:
eclipses de sol y de luna, aurora boreal. ..etc, observaciones que siempre le sugerían algu
na propuesta para el progreso de la astronomía, bien en el campo instrumental o bien en
el de los métodos de observación; aunque debemos añadir que la mayor parte de ellas
no pasarían del ámbito puramente especulativo. Entre sus propuestas figuró la de un ins
trumento que debía de permitir un trazado progresivo, sobre el terreno, de un paralelo
terrestre, instrumento que según él facilitaría la medida angular del grado de paralelo.
La astronomía a realizar por la compañía, cuyas potencialidades iniciales en cuan
to a sus componentes humanos acabamos de conocer, consistía en la determinación de
la diferencia de latitud entre los extremos norte y sur de una cadena de triángulos pre
viamente establecida sobre el terreno y medida trigonometricamente. Las mediciones
astronómicas se basaban en la observación de las distancias cenitales de unas mismas
estrellas desde ambas posiciones extremas. En los observatorios fijos, con un instrumento

190
A. ORTE - ANTONIO DE ULLOA, ASTRONOMO

estable y bien estudiado tales medidas, relativamente simples, conducían tras un cálculo
breve al valor de la latitud del lugar; en cambio en las condiciones propias de la cam
paña, con un instrumento poco idóneo, alejados de Europa y carentes de algunos medios
y datos astronómicos, ellas resultarían de gran dificultad para los expedicionarios. El ins
trumento destinado inicialmente para estas observaciones era un sector cenital de Graham,
traído de Londres por Godin, de concepción muy elemental, pero cuyo estudio y utili
zación debía de hacerse muy cuidadosamente ya que de sus medidas dependía, en últi
ma instancia, la precisión a alcanzar en la determinación del arco de meridiano.
Aparte del estudio exhaustivo de su instrumento, los astrónomos del Perú deberían
de proveerse de los datos que son fundamentales para la preparación ó el tratamiento de
sus observaciones, es decir, de tablas con los elementos de los astros, efemérides elabo
radas, parámetros astronómicos en uso, fórmulas para las correcciones ...etc. Alguno de
estos elementos sin embargo, tendrían que ser obtenidos por ellos mismos a lo largo de
la campaña, haciendo sus propias experiencias, elaborando nuevas teorías o determinan
do con su modesto equipo muchos de los datos astronómicos que hasta entonces habían
estado reservados a los observatorios fijos.
Es en este ambiente y ante la responsabilidad de la medida más crítica de su misión
que recorren teórica y prácticamente todos los problemas de la Astronomía Fundamental
de entonces: observan la oblicuidad de la eclíptica, calculan sus variaciones así como los
valores de las precesiones en declinación de las estrellas de sus programas, determinan
las declinaciones, semidiámetros y paralajes del sol, calculan tablas de refracción de acuer
do con las fórmulas de Bouguer y estudian la aberración, cuyo descubrimiento por Bradley
era aún muy reciente. Siguen pues en definitiva —tomando los datos de sus propias medi
das— un detallado curso de Astronomía del que toda la compañía, incluidos Bouguer y
Godin, saldrían beneficiados.
Pese a la afición de Bouguer por el estudio teórico de los instrumentos de obser
vación o a la de Godin por proponer modificaciones o aparatos de su propia invención,
ni uno ni otro estarían al organizarse la expedición, lo suficientemente compenetrados
con los anteojos cenitales como para valorar de antemano las posibilidades reales del
adquirido en Londres, y ello porque no eran observadores asiduos de este tipo de ins
trumentos. Bastarían las primeras observaciones realizadas en Perú para que tanto los
académicos como los oficiales españoles detectaran en este instrumento, además de una
falta de estabilidad evidente, determinados defectos de fidelidad, cuyas causas, astronó
micas o instrumentales no llegarían de hecho a dilucidar. Ello daría lugar a que a partir
de entonces la Astronomía Instrumental pasase a ser la actividad prioritaria para la com
pañía, hasta el punto de que para poder finalizar con propiedad la campaña se viesen
obligados a diseñar y construir sus propios anteojos cenitales. Será en estos campos de
la mecánica, de la óptica aplicada y de la teoría del instrumento donde de nuevo hemos
de reconocer, al cabo del tiempo, la sagacidad del teórico Bouguer. Esta larga experien
cia instrumental, indispensable en todos los tiempos para la formación del astrónomo,

191
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

sería utilizada posteriormente por Juan para definir el futuro equipo del Observatorio de
Cádiz y para emitir sus informes sobre los instrumentos de a bordo, sextante y cronó
metro, antes de su adopción por nuestra marina.
La participación activa de Juan y de Ulloa a lo largo de la campaña había cubier
to todos sus aspectos metrológicos. Como es sabido, los grupos formados inicialmente
para las operaciones geodésicas, no se conservarían rigurosamente y los planes de las
medidas astronómicas y geodésicas tuvieron que adaptarse a las situaciones más diver
sas. Al finalizar los trabajos se contaba con la medida geodésica de dos arcos de meri
diano de distinta extensión cuya medida astronómica angular realizarían por separado
Bouguer y De la Condamine para el arco de menor extensión, y Juan, Ulloa y Godin para
el más amplio. Los instrumentos y los métodos empleados en estas observaciones serían
también distintos. El material de observación obtenido a lo largo de tan prolongada expe
riencia era muy abundante y debería de haber sido interpretado y tratado de común acuer
do, conjunta o separadamente, dentro de un espíritu de intercambio y de colaboración
por todos los miembros de la compañía. Sin embargo, al haberse fragmentado ésta y dis
persado sus componentes, la explotación de los resultados no quedaría en modo alguno
asegurada. Godin había optado por permanecer en Sudamérica y los otros académicos
Bouguer y la Condamine no llegarían a entenderse para rematar tan importante cometi
do. En cambio por parte española Ulloa y Juan contaban, además de con los resultados
de las medidas tomadas conjuntamente, con sus propios estudios, memorias, diarios de
campaña y cuadernos de campo; conocían todos los pormenores científicos y habían dis
cutido entre sí y con sus compañeros los conceptos y las medidas más críticas y con
trastado la mayor parte de éstas. Durante dos años (1746-1748) trabajarían ambos en la
publicación de la campaña aportando cuantos datos científicos pudiesen ser necesarios
para la comprensión y valoración de la misma, adelantándose a las publicaciones de
Bouguer y de La Condamine, las cuales aparecerían en 1 749 y 1 75 1 respectivamente. La
obra "Observaciones Astronómicas y Phísicas..."2 escrita por Juan, pero con el concur
so de los datos y la colaboración de Ulloa, sería el testimonio universal del buen hacer
astronómico de ambos marinos.
A Ulloa le correspondería escribir la Relación Histórica... del viaje, con los acae
cimientos y descripciones relacionados con distintas ciencias: Geografía, Historia, Ciencias
Naturales... etc. Por ello en sus libros apenas si aparecen las referencias astronómicas,
tan sólo una oportuna descripción del octante de reflexión, tomada de la comunicación
del propio Halley a la R.S. de Londres y algunas alusiones a los posicionamientos geográ
ficos o a determinados fenómenos curiosos, como un espectacular "globo de fuego" que
tendría la ocasión de observar en dos ocasiones. Bajo nuestro punto de vista debemos de
destacar la capacidad descriptiva y amenidad de los escritos de Ulloa, su curiosidad y

2 Juan, Jorge - Ulloa, Antonio de: Observaciones Astronómicas y Phísicas hechas de orden de S. Mag.
Madrid MDCCXLVIII.

192
A. ORTE - ANTONIO DE ULLOA, ASTRONOMO

penetración en la interpretación de la naturaleza y la fidelidad de sus observaciones, valo


res éstos que proporcionarían una gran categoría a sus comunicaciones y escritos.
Tras el impacto causado, durante la cautividad de Ulloa en las proximidades de
Londres, por los importantes datos y noticias científicas contenidos en sus papeles de
Perú, sería admitido a participar en las asambleas de la Real Sociedad de Londres y reci
bido poco después como miembro de la misma, lo que significaba en aquella época el
máximo reconocimiento a su personalidad de astrónomo. A los pocos años, y con moti
vo de su viaje por Europa en misión informativa, visitaría otras academias y observato
rios siendo nombrado también correspondiente de la Academia de Ciencias de Paris, de
la de Leipzig (1751) y poco después (1753) de la de Estocolmo.
La actividad astronómica de Antonio de Ulloa a partir de este viaje puede decirse
que es prácticamente nula. Trabajará sin embargo en favor de la astronomía en cuantas
ocasiones se le presentan pero lo hará a través de sus escritos, informes o instrucciones
unas veces con Juan y otras por separado, preferentemente en temas geográficos o hidrográ
ficos. Sólo será al cabo de los años y con motivo del eclipse total de sol de 1778, que se
reincorporará al antiguo ejercicio de la astronomía observacional con una última y defi
nitiva aportación al conocimiento astronómico de su época.
Antonio de Ulloa tuvo ocasión de observar este eclipse cuando efectuaba la travesía
Islas Terceras-Cádiz a bordo del navío "España", capitana de la flota de Nueva España
que navegaba bajo su mando5. Una serie de circunstancias fortuitas habían propiciado su
presencia en la zona de la totalidad de este fenómeno tan poco frecuente, del que pese a
su brevedad se confiaba que podría ayudar a resolver distintas cuestiones pendientes,
apenas entrevistas en ocasiones anteriores: corona solar, atmósfera lunar, perfil de la luna,
fenómenos luminosos en la superficie de ésta, correcciones a las tablas lunares en uso,
correcciones a las longitudes mundiales. ..etc, por citar tan sólo las más destacadas.
Ulloa desde su observatorio en la mar, haciendo uso de los instrumentos propios
de la derrota, principalmente de dos anteojos —de 2 y 2,5 pies— y de un reloj de a bordo,
participó y coordinó las observaciones en las que haría intervenir a algunos de sus ofi
ciales. Los resultados de esta observación los difundiría en dos memorias científicas lige
ramente distintas. La primera de ellas, en forma de Comunicación académica, la remitió,
al rendir viaje en Cádiz, a la Real Sociedad de Londres y Academias de Ciencias de
Paris4, Berlín y Estocolmo, y una Memoria algo más extensa dedicada a Carlos m5, la
cual sería publicada un año después (1779). La diferencia entre ambas versiones se encuen-

3 Véase: Solano, Francisco de: "La observación del eclipse total de sol de 24 de Junio de 1778, por
primera vez desde la mar, por Antonio de Ulloa" ARBOR, n° 437, Mayo 1982, págs. 21-37.
4 "Observation de l'eclipse de soleil totale avec demeure et couronne blanche annulaire" par Don
Antonio de Ulloa. Vid. nota 7.
5 El eclipse de sol con el anillo refractorio de sus rayos... Madrid: En la imprenta de Don Antonio
de Sancha MDCCLXXIX.

193
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

tra en la inclusión, en la última de ellas, de las reflexiones e hipótesis del autor en torno
a la naturaleza de los fenómenos observados, mientras que la versión académica, más
impersonal, la deja abierta a posibles interpretaciones. En ambos casos Ulloa confirma
sus cualidades de observador agudo y narrador prolijo, esta vez en el ámbito de la
Astronomía Descriptiva, única herramienta disponible con anterioridad a la llegada de la
fotografía para transmitir a los ambientes interesados los aspectos de estos fenómenos.
Aunque las descripciones contenidas en estas memorias pueden seguirse sin apoyo de
imagen alguna, se encontrarán en ellas, reproducidas gráficamente, las fases más ilus
trativas de la totalidad, perfectamente cotejables con las fotografías equivalentes obteni
das a mediados del siguiente siglo.
Ambas versiones de la observación fueron acogidas con gran interés en las dos
comunidades, nacional e internacional y servirían de base a nuevas comunicaciones en
el seno de las academias. Por parte de la de Ciencias de Paris, se mencionan los traba
jos publicados por este motivo por Le Monnier, quien en su calidad de Académico "corres
pondiente" de Ulloa, recabaría de éste algunos datos complementarios y publicaría y
comentaría las observaciones, junto con sus propias comunicaciones6.
Tanto Ulloa como Le Monnier interpretarán los datos obtenidos de la observación
de la corona solar —"corona resplandeciente" o "ánulo", en la terminología de Ulloa—
como confirmación de la existencia de una atmósfera lunar, algo más refractiva que la
de la Tierra. También se referirán a la posible naturaleza de un punto brillante —"antor
cha", "volcán", "caverna luminosa", "agujero" o "cortadura", según las posibles inter
pretaciones— observado por el Capitán de Fragata Joaquín de Aranda y por Ulloa mismo,
durante algo más de un minuto y cuarto, poco después del momento de la centralidad del
eclipse. Estos fenómenos luminosos sobre la superficie de la luna ya habían sido seña
lados por algunos observadores, principalmente en 1725 por Bianchini, y continuarían
siéndolo en lo sucesivo. De hecho, el interés de los astrónomos por estas raras aparicio
nes luminosas no cesaría hasta la llegada del hombre a la luna. También Louville duran
te un eclipse total de sol, el de 1715, había observado por primera vez un fenómeno de
idéntica apariencia al visto por Ulloa, aunque éste no era conocedor de tal precedente.
A falta de instrumenta] astronómico adecuado, Ulloa proporcionará estimaciones
de las medidas relacionadas con las circunstancias físicas del eclipse, dando las distan
cias en la esfera celeste en fracciones del diámetro solar, estimando el ángulo de posi
ción del punto luminoso y su magnitud estelar, y anotando las horas y los intervalos de
referencia a la fracción de minuto. En el aspecto geográfico, tomó cuantas precauciones
juzgó necesarias para poder recomponer su derrota con precisión. El día del eclipse obtu
vo la latitud de "El España" por meridiana de sol y se mantuvo en ella navegando rumbo
al Este, anotando cuidadosamente las distancias navegadas desde mediodía hasta el momen-

6 Memoires amcernant diverses questions d'Astranomie et de Phisyque. Lüs a l'Académie Royale des
Sciences, par M. Le Monnier, de la méme Académie. Paris, Imprimerie Royale MDCCLXXXI.

194
A. ORTE - ANTONIO DE ULLOA, ASTRONOMO

to de la observación y desde allí al Norte-Sur con el Cabo de San Vicente. La intención


de Ulloa era llegar a obtener diferencias en longitud por comparación de sus observa
ciones del eclipse con las que pudieran hacerse en otros lugares, en una época en la que
la Nueva Geografía, entonces en desarrollo, estaba reclamando toda clase de comproba
ciones globales. En relación con esto último añadiremos que el secular problema de la
rectificación de la longitud de México, incluida la de sus costas del Atlántico y del
Pacífico, empezaría a encajar con seguridad gracias precisamente a la observación que
de este mismo eclipse realizaron, en México capital, los astrónomos novohispanos Joaquín
Velázquez de León y Antonio de León y Gama, debiéndose a este último también una
de las mejores efemérides que de las circunstancias del mismo se conocen 7.
La observación a bordo de "El España" del eclipse de 1778 fue un verdadero éxito
astronómico que estuvo propiciado por una serie de circunstancias casuales, a las que
Ulloa supo extraer el máximo provecho científico. Los datos y descripciones proporcio
nados por éste vinieron a cubrir una necesidad científica en una época en la que los cono
cimientos físicos del sol y de la luna eran practicamente nulos, y las únicas ocasiones de
adquirirlos sólo se producían durante los breves minutos en los que la totalidad ó "deten
ción" del eclipse desvelaba su luminoso espectáculo. Las oportunidades de conseguir
estas observaciones desde una región determinada, al ser muy escasas, harían viajar a los
observadores hasta la zona de la totalidad. En el caso del eclipse de 1778, éste sería obser
vado desde la población de Salé, cercana a la actual Rabat, por el oficial de caballería
francés Mr. Dezoteur quien, a su regreso, coincidiría en Cádiz con Ulloa, recién llegado
éste a dicho puerto. El eclipse también había sido seguido en el Observatorio de Cádiz
por Tofiño, aunque con una magnitud ligeramente inferior a la de la totalidad.
La duración de la detención también le sería muy favorable a Ulloa —nada menos
que cuatro minutos— es decir, una de las mayores observadas en el siglo. Sus detalles
fueron seguidos a bordo por un total de tres observadores cualificados, por lo que los
datos transmitidos a las academias, de una gran riqueza y garantía científica, serían toma
dos en consideración, como hemos visto, en posteriores estudios e hipótesis. El interva
lo de la duración de la totalidad obtenido por Ulloa, ya era de por sí un dato inestimable
para la astronomía de la época, útil para el estudio de las periodicidades en el sistema
Sol-Tierra-Luna.
Aunque el propósito de aplicar los tiempos obtenidos en el eclipse —de muy esca
sa precisión— a la determinación de diferencias de longitud con el Cabo de San Vicente
no resultaba factible, escribe Ulloa un pequeño informe sobre este intento, el cual publi
cará unido a su célebre memoria El eclipse de sol con su anillo refractorio, ya citada. El
documento*, de escaso contenido científico, recopila todos los datos de observación así

7 Descripción Orthográphica Universal del Eclipse de Sol del día 24 de Junio de 1778. México 1778.
8 Comparación de las horas a que se observó este Eclipse en el mar. con las en que se observó en
Salé.

193
M CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

como algunos comentarios que pueden servir para la valoración de los tiempos obteni
dos tanto en el observatorio flotante de "El España" como en el de Salé, los cuales pen
samos podrían ser de utilidad, junto a los procedentes de otros observatorios, para el
tratamiento global de las correcciones a las tablas lunares.
La Memoria (o memorias) de Ulloa sobre el eclipse de 1778, por los datos que con
tiene y las cuestiones que plantea, constituye un excelente punto de referencia para los
historiadores de la ciencia astronómica y de sus aplicaciones geodésicas y geográficas.
Escrita en uno de los momentos más evolutivos de la Astronomía y en los preliminares
de la Astrofísica, ella nos descubre los límites de la ciencia de entonces así como los de
las propias técnicas con las que se intentaba superarlos. También nos informa sobre la
permanente actualización de los conocimientos astronómicos de Ulloa, pese a las pocas
oportunidades que siempre tuvo para ejercitarlos. Las hipótesis que plantea como expli
cación de los fenómenos observados durante el eclipse son una muestra del estado de
estos conocimientos, en perfecta sintonía con la Astronomía de su época.
Con la observación del eclipse total en el océano, al mando de la Flota de la Nueva
España, cerraría nuestro Marino, su brillante historial de Astrónomo.

196
ANTONIO DE ULLOA EN LA EPOCA
DEL MARQUES DE LA ENSENADA:
DEL ESPIONAJE INDUSTRIAL
AL CANAL DE CASTILLA (1749-1754)

Juan Helguera Quuada


Universidad de Valladolid

orno es bien sabido, con la firma de la Paz de Aquisgrán en octubre de 1748,


España salió de una serie casi ininterrumpida de guerras dinásticas, que
desde comienzos del siglo XVIII habían venido absorbiendo la mayor parte
de los recursos financieros del Estado, y habían repercutido muy negativamente sobre la
economía nacional. Así lo reconocía el propio Rey Fernando VI, en el preámbulo de la
Ordenanza de Intendentes Corregidores1 de 1749, que constituye una de las primeras for
mulaciones, a nivel programático, de la nueva política económica del Reformismo Ilustrado.
A partir de entonces, el gobierno de Fernando VI, liberado de la pesada carga de los gas
tos militares, pudo dedicar una parte creciente de su presupuesto a la reconstrucción inte
rior y a la modernización económica del país. El principal artífice de la nueva política
reformista fue el Marqués de la Ensenada, el más influyente ministro de Fernando VI,
que desempeñó simultáneamente las Secretarias de Hacienda, Guerra, Marina e Indias2.
Bajo su impulso, como es bien sabido, se acometió el saneamiento de la Hacienda, y se
puso en marcha una profunda reforma fiscal, con el proyecto de la Unica Contribución;
se emprendió un ambicioso plan de mejora de las comunicaciones interiores, con la cons-

1 "Cuarenta y ocho años de sangrientas y continuadas guerras que han sufrido mis Reinos y vasallos;
la esterilidad y calamidades que han experimentado en tan largo tiempo, por la falta de cosechas, comercio y
manufacturas; las repetidas quintas y levas, que han sido inexcusables para contener el orgullo y obstinación
de sus enemigos, y conservar con mis Reales dominios el honor de la Corona, son las causas que han reduci
do a un deplorable estado su gobierno económico, la administración de la justicia, y la causa pública, porque
todo se ha confundido con el ruidoso estrépito de las armas."
Novísima Recopilación, tomo III, libro VII, título XI, ley XXIV, pag. 340.
2 Es verdaderamente sorprendente que todavía no se pueda disponer de un buen estudio global sobre
la vida y la obra del Marqués de la Ensenada. El voluminoso trabajo de Abad León, F.: El Marqués de la
Ensenada, su vida y su obra (Madrid. 1985), a pesar de su considerable extensión, no aporta novedades signi
ficativas, pues esta basado mayoritariamentc en fuentes secundarias. Por ello, hay que seguir recurriendo a la
obra clásica de Rodríguez Villa, A.: El Marqués de la Ensenada. Ensayo biográfico, (Madrid, 1878), que pese
a su antigüedad, continúa siendo de utilidad, especialmente por su rico apéndice documental.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 197-218 197


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

trucción de carreteras y canales; y se promovió la reindustrialización del país, con el


fomento de las manufacturas sustitutorias de importaciones.
Pero la política reformista de Ensenada no se limitó al ámbito económico o civil,
sino que se extendió también al ámbito militar. Paradójicamente, tras el advenimiento de
la paz, y con la puesta en práctica de una política exterior de neutralidad activa —de la
que, tanto el propio Monarca, como el Marqués de la Ensenada, eran fervorosos parti
darios—, no se escatimaron recursos para promover la expansión y modernización de las
industrias de guerra, especialmente, las de construcción naval. Pero semejante paradoja
sólo era aparente, pues Ensenada consideraba que España necesitaba disponer, a medio
plazo, de una Armada considerable, no sólo para hacerse respetar de las grandes poten
cias europeas, sino, sobre todo, para proteger el imperio colonial y el comercio ultrama
rino3. Con este propósito, Ensenada dio un gran impulso a la construcción naval en los
tres arsenales departamentales de El Ferrol, Cartagena y La Carraca (Cádiz), así como
en el astillero de Guarnizo (Santander), con el consiguiente incremento de la demanda
de piezas y municiones de artillería para armar los navíos, así como de jarcias y lonas
para el velamen de los mismos. Pero muy pronto se dio cuenta de que las técnicas de las
industrias militares españolas se habían quedado obsoletas con respecto a las de sus com
petidores europeos, puesto que las mismas urgencias de la guerra, y la necesidad de cubrir
la demanda a corto plazo, habían impedido la reorganización y la modernización tec
nológica de estas industrias. De hecho, las guerras en las que España se había visto impli
cada durante la primera mitad del siglo XVIII, se hicieron con barcos y cañones cuyos
procedimientos de fabricación no diferían sustancialmente de los que se habían emplea
do en el siglo anterior. En la construcción naval, fue la época de predominio de los que
Jorge Juan calificó despectivamente como "meros carpinteros de ribera" 4; mientras que
las técnicas de fundición y manejo de la Artillería, se caracterizaron por el empirismo
más rudimentario5. Para salir de esta situación de atraso, el Marqués de la Ensenada recu
rrió al procedimiento más expeditivo, y del que cabía esperar resultados más a corto

3 "No hay potencia en el mundo que necesite más las fuerzas marítimas que la de España, pues es
península, y tiene que guardar los vastísimos dominios de América que la pertenecen; y mientras la España no
tenga una Marina competente, no será considerada de Francia e Inglaterra, sus émulas más inmediatas. Consecuente
a esto, es que V.M. atienda, con preferencia a todo, el aumento y mejor régimen de las Armadas, para las cua
les hay en España cuantos materiales y pertrechos son menester. Yo no diré que V.M. pueda tener en pocos
años una Marina que compita con la de Inglaterra, porque aunque hubiere caudales para hacerla, no hay gente
para tripularla; pero si que es fácil tener el número de bajeles que baste para que, unidos con los de Francia
(si no abandona, que no hará, su Marina), se prive a los ingleses del dominio que han adquirido sobre el mar.
Aranjuez, 18 de junio de 1747. Representación dirigida por Ensenada a Fernanda VI en Rodríguez
Villa, A.: op. ci'/., págs. 62-63.
4 Citado en Merino Navarro. J.P.: La Armada española en el siglo XVIII, Madrid, 1981, pág. 346.
5 Gil Ossorio, F.: Organización de la Artillería española en el siglo XV///. /. La época de los artille
ros empíricos de las guerras de Felipe V, Madrid, 1981.

198
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA...

plazo: el espionaje industrial. Se trataba de enviar a algunos militares especialmente capa


ces a viajar por los principales paises europeos, con objeto de que visitasen los arsena
les y las fundiciones de artillería más importantes, para recabar información sobre los
procedimientos técnicos más recientes, y también —si era posible—, para contratar algu
nos técnicos extranjeros, con el fin de que introdujesen las nuevas técnicas en las indus
trias militares españolas, y se las enseñasen a la mano de obra autóctona6.
Para desempeñar estas primeras misiones de espionaje industrial, Ensenada recu
rrió a Jorge Juan y a Antonio de Ulloa, dos jóvenes oficiales de Marina que se habían
ganado un notable prestigio con su participación en la expedición de La Condamine para
medir un grado del meridiano en la zona ecuatorial de América. Tras su regreso de esta
expedición, a mediados de 1746, Antonio de Ulloa se dedicó casi exclusivamente a pre
parar la edición de la célebre Relación histórica del viaje a la América Meridional, que
había escrito conjuntamente con Jorge Juan7. Una vez ultimada ésta en 1749, los dos
marinos ya estaban disponibles para emprender las misiones de espionaje industrial que
Ensenada iba a encomendarles. El primero en partir fue Jorge Juan, quien marchó a
Inglaterra a comienzos de ese mismo año, mientras que Ulloa saldría a finales de ese
mismo año con destino a Francia. Es precisamente a partir de esa fecha, cuando nos
vamos a ocupar de la trayectoria de Antonio de Ulloa.
El objeto de esta ponencia es analizar una de las etapas menos conocidas de la vida
de Antonio de Ulloa, la que transcurrió entre 1749 y 1754, y estuvo marcada por su estre
cha colaboración con el equipo de gobierno del Marqués de la Ensenada, de quien fue
hombre de confianza y uno de sus principales asesores. Aunque, con posterioridad, Ulloa
llegaría a ocupar cargos oficiales mucho más relevantes —gobernador de las minas de
Huancavelica, en el Virreinato del Perú; gobernador de la Luisiana; jefe de la flota de
Nueva España, etc.—, posiblemente nunca estuvo más cerca del poder, ni disfrutó de
mayor influencia política, que durante el último sexenio del gobierno de Ensenada. Dos
fueron los principales asuntos de los que Ulloa se ocupó sucesivamente en este período:
la misión de espionaje industrial por diversos paises europeos; y la elaboración del pro
yecto, y la dirección de las obras de los Canales de Castilla. A su estudio vamos a dedi
car la parte más extensa de esta ponencia.

6 Un panorama general sobre la política de espionaje industrial promovida por el Marqués de la


Ensenada, se puede encontrar en Hclgucra Quijada, J.: "Las misiones de espionaje industrial en la época del
Marqués de la Ensenada, y su contribución al conocimiento de las nuevas técnicas metalúrgicas y artilleras, a
mediados del siglo XVIII", en Estudios sobre Historia de la Ciencia y de la Técnica: Actas del IV Congreso
de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, Valladolid, 1988, t. II, págs. 671-695.
7 Sobre el laborioso proceso de publicación de esta obra, véase la introducción de Merino Navarro, J.
P. y Rodríguez San Vicente, M. M.' a su más reciente reedición facsímil (Madrid, F.U.E., 1978), especial
mente, págs. XXVIII-LXVIII del t. 1°.

199
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Ulloa, espía industrial

Como ya hemos dicho, el viaje europeo de Ulloa se retrasó mas de medio año con
respecto al de Jorge Juan. Dicho retraso se debió, no solamente a que Ulloa tuvo que
quedarse en Madrid supervisando personalmente la publicación y distribución de la
Relación Histórica, sino también al hecho de que durante el verano de 1749 tuvo que
desempeñar algunos encargos complementarios de Ensenada en Cartagena y Barcelona.
La instrucción de Ensenada para el viaje europeo de Ulloa, está fechada a fines de
junio de 1749 *, y tiene una estructura muy similar a la que el mismo ministro dio a Jorge
Juan nueve meses antes para su viaje a Inglaterra *, si bien es bastante más extensa. Ambas
instrucciones comprenden dos partes bien diferenciadas. La primera, estaba dedicada a
trazar el itinerario del viaje, y a fijar sus principales objetivos; mientras que en la segun
da, se daban a los viajeros una serie de normas de actuación, con objeto de mantener en
secreto los verdaderos propósitos de su misión. Los objetivos comunes de ambas misio
nes, eran principalmente tres: obtener información sobre las industrias de construcción
naval; averiguar la política oficial y oficiosa que seguían los diversos paises con respec
to al comercio con el imperio colonial español; y finalmente, enterarse de las medidas
de política económica que se aplicaban en los diversos paises, para promover el desa
rrollo de sus manufacturas, especialmente, de aquellas que competían directamente con
las españolas en el mercado nacional y colonial. El itinerario europeo de Ulloa, aunque
debía transcurrir principalmente por tierras francesas, contemplaba también amplios reco
rridos por los Paises Bajos, así como por los del área escandinava, y concluiría provi
sionalmente en Londres, donde quedaría a la espera de nuevas instrucciones. Por lo que
se refiere a las pautas de comportamiento que debería observar Ulloa durante el viaje
para mantener en secreto los verdaderos objetivos de su misión, Ensenada le recomen-

8 Aranjuez, 28 de junio de 1749. "Instrucción reservada de lo que, de orden del Rey, ha de observar
el capitán de navío don Antonio de Ulloa, en los encargos del servicio de S. M. que se le hacen, y se expli
carán aquí; cuyo desempeño se fía a su inteligencia, prudencia y conducta". (A)rchivo (G)eneral de (Siman
cas, Secretaría de Marina, legajo 712, folios 555-561.
Según Merino Navarro, J. P. y Rodríguez San Vicente, M. M.* (Op. cit., pág. LXXVII), el contenido
concreto de dicha instrucción procede del trabajo preparatorio, que llevaron a cabo conjuntamente el propio
Ulloa y Alonso Pérez Delgado -funcionario de la Secretaría de Marina, y hombre de confianza de Ensenada-,
durante los meses de mayo y junio de 1749. Sin embargo, no se dispone de suficientes evidencias documen
tales para saber si Ensenada se limitó a firmar la mencionada instrucción, o si, como nos parece más probable,
participó personalmente en la redacción de la misma.
9 Como se puede apreciar, incluso el encabezamiento es idéntico: San Lorenzo el Real, 27 de octubre
de 1748. "Instrucción reservada de lo que, de orden del Rey. debe observar el capitán de navío don Jorge Juan,
en los encargos del servicio de S. M. que se le hacen, y se explican aquí; cuyo desempeño se fía a su inteli
gencia, prudencia y conducta". A.G.S., Marina, Icg. 13.
El texto íntegro de ambas instrucciones, fue publicado en el apéndice documental del excelente y pio
nero trabajo de Lafucnte A. y Pesct, J.L.: "Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan
y Antonio de Ulloa", Melange.s de la Casa Velúzquez, XVII (1981), págs 267-299.

2(X)
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA..

daba que redujese su correspondencia al mínimo, y que cuando no tuviese más remedio
que recurrir al correo, escribiese cartas cifradas, sirviéndose de la clave secreta que se le
suministraría para tal fin. Además, dando por supuesto que Ulloa no podría viajar de
incógnito, puesto que su participación en la expedición de La Condamine le había con
vertido en una personalidad célebre en los medios científicos europeos, se decidió que
utilizaría como cobertura de su misión, la supervisión del viaje de ampliación de estu
dios —en materias de Matemáticas, Náutica e Hidrografía— de tres jóvenes oficiales que
serían sus acompañantes: su propio hermano menor, Fernando de Ulloa, que era alférez
de infantería en el Regimiento de Castilla; y los guardiamarinas Alonso Pacheco y Solís,
y Salvador de Medina. Para hacer frente a los gastos del viaje, Ensenada les asignó una
dotación global de 12.000 reales mensuales, a partir de julio de 1749, además de sus res
pectivos sueldos, que seguirían percibiendo regularmente en el curso del mismo. Por otra
parte, con la misma fecha de la instrucción, el Ministro dirigió sendas órdenes a los emba
jadores de España en París y La Haya, para que hiciesen lo posible por facilitar a Ulloa
el desempeño de su misión 10.
Ulloa partió de Madrid hacia mediados de julio, pero antes de salir de España tuvo
que cumplimentar dos encargos preliminares que Ensenada había incluido en la instruc
ción, y que le mantuvieron ocupado hasta mediados de septiembre. En primer lugar, tuvo
que trasladarse a Cartagena, para tratar de resolver los problemas que planteaba el pro
yecto del nuevo Arsenal de la Marina, elaborado por el ingeniero Sebastián Feringan.
Posteriormente, marchó a Barcelona, donde debía inspeccionar las obras de remodela
ción del puerto, que por entonces se estaban llevando a cabo. Pero, además de desem
peñar tales encargos con su proverbial minuciosidad, Ulloa se tomó este recorrido por
las tierras de Levante, como un ensayo a pequeña escala del gran viaje europeo, y fue
recogiendo información sobre diversos asuntos de índole económica, que hizo llegar a
Ensenada, en forma de memorias, más o menos elaboradas, pero en las que siempre está
presente la preocupación, típicamente ilustrada, por el fomento de la riqueza y del bie
nestar material de los pueblos. Baste con citar, a título de ejemplo, sus memorias sobre
la industria domestica en Jumilla"; sobre un supuesto yacimiento de piedras preciosas,
que se había descubierto cerca de Cartagena12; y sobre los plantíos de moreras, y la indus
tria y el comercio de la seda en Valencia y su provincia ".
En Barcelona estaba previsto que se reunieran con Ulloa los tres jóvenes oficiales
que le iban a acompañar en su gira europea, pero hubo un cambio de última hora: Alonso
Pacheco fue sustituido por José de Azcarrati y Uztáriz, subbrigadier de Guardiamarinas.
No sabemos que motivó dicho cambio, pero ello no retrasó los últimos preparativos del

10 Aranjuez, 28 de junio de 1749. De Ensenada a Francisco Pignatelli y al Marqués del Puerto. A.G.S.,
Marina, leg. 712, fol. 802
1 1 Cartagena, 24 de julio de 1749. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 712. ff. 803-804.
12 Cartagena, 6 de agosto de 1749. De Ulloa a Ensenada, A.G.S., Marina, leg. 712. ff. 809-810.
13 Ibíd., ff. 815-820.

201
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

viaje, en que se ocuparon durante la primera quincena de septiembre. Entretanto, aun


tuvo tiempo el infatigable Ulloa para inspeccionar la Fundición de Artillería de bronce
de Barcelona, y para elaborar algunos informes sobre los procedimientos de afinación
del cobre de Coquimbo que allí se empleaba como materia prima; a partir de los cuales,
como veremos más adelante, surgiría la iniciativa de organizar una nueva misión de espio
naje industrial.
Como ya hemos dicho, Ulloa y sus acompañantes debieron emprender el viaje hacia
mediados de septiembre 1*. La primera etapa del viaje transcurrió por las tierras del Sur
de Francia, atravesando las regiones del Rosellón, Languedoc y Provenza, y se prolongó
durante la mayor parte del otoño de 1749. En principio, Ulloa tenía previsto marchar
directamente desde Barcelona a Toulouse, para abordar allí el Canal del Languedoc, y
bajar, siguiendo su curso, hasta Beziers, o hasta Agde. Posteriormente, marcharían a
Montpellier, y desde allí, a Marsella y Tolón, concluyendo esta primera etapa en Lyon ".
En términos generales, parece que se cumplieron tales previsiones, aunque no podemos
afirmarlo con exactitud, puesto que la primera carta de Ulloa que hemos encontrado está
fechada el 10 de noviembre, cuando los viajeros ya habían llegado a Marsella. No obs
tante, puede suplirse esa falta de información puntual, con la que se contiene en las memo
rias que Ulloa redactó posteriormente —cuando ya se encontraba en París— sobre los
asuntos que más llamaron su atención en su recorrido por el Sur de Francia. Estas nos
permiten deducir que su viaje por el Rosellón fue más detenido de lo que se había pre
visto inicialmente, puesto que pudo elaborar memorias individualizadas, de interés estraté-
gico-militar, sobre las principales plazas fuertes de aquella región, próximas a la frontera
pirenaica, como Bellegarde 16 y Perpignan ". Entraron en el Bajo Languedoc por la ciu
dad de Narbona —que también fue objeto de una memoria particular1*—, y desde allí se
dirigieron hacia Toulouse, para llegar a la cabecera del Canal del Languedoc, y descen
der por el mismo, recorriendo todo su curso, hasta su desembocadura en el Mediterráneo,
visitando a su paso las ciudades de Carcasona, Castelnaudary y Rebel.
A continuación, se dirigieron a Marsella, por Montpellier y Nimes, donde Ulloa se
estrenó como espía industrial, tratando —en vano— de convencer a un cierto Jean Dubois,
fabricante de medias, para que se estableciese en España ". En Marsella, el cónsul de

14 No antes del 17 de septiembre, puesto que en esa fecha Ulloa remitió a Ensenada un plano del
Puerto de Barcelona (A.G.S. Mapas, Planos y Dibujos, VIII-161), con el que dio cumplimiento al último encar
go del Ministro.
15 Barcelona, 30 de agosto de 1749. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 712, fol. 821.
16 París, 5 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Bellegarde: fortaleza en el condado del Rosellón,
frontera de España". Ibíd., fol. 605.
17 París, 5 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Perpiñán, plaza de armas y capital del condado de
Rosillón (sic)". Ibíd., fol. 606.
18 París, 20 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Narbona, ciudad del Bajo Languedoc". Ibíd.,
fol. 611.
19 Marsella, 10 de noviembre de 1749. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., fol. 823.

202
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA..

España en dicha ciudad entregó a Ulloa una carta de Ensenada, en la que le manifesta
ba su satisfacción por los informes que le había remitido sobre los procedimientos de afi
nación del cobre en la Fundición de Artillería de Barcelona, y le instaba a ampliar los
objetivos de su misión, recogiendo información sobre las técnicas de fundición de meta
les. Pero Ulloa no se consideraba competente para ocuparse de tales asuntos, y planteó
a Ensenada la posibilidad de organizar una nueva misión de espionaje industrial, especí
ficamente orientada a visitar las principales fundiciones europeas, proponiendo para desem
peñarla a Enrique Enriqui, un teniente de Artillería con el que había trabado contacto
durante su estancia en Barcelona20. El Ministro aprobó esta iniciativa21, y mandó a Ulloa
que redactase una instrucción para el mencionado oficial, que viajaría pronto a París, a
reunirse con él. De este modo, como derivación o complemento del viaje de Ulloa, se
puso en marcha una nueva misión de espionaje industrial; pero sus resultados no res
pondieron a las expectativas, como tendremos ocasión de constatar más adelante.
A mediados de noviembre, Ulloa consiguió, no sin haber despertado algunas sos
pechas 22, visitar el importante Arsenal de la Marina en Tolón, lo que constituía uno de
los principales objetivos militares de su misión, puesto que Ensenada pretendía tomarlo
como modelo para los arsenales que por entonces se estaban estableciendo en España.
En base a esta visita, Ulloa pudo redactar meses más tarde una extensa memoria23, y
levantar un plano detallado de las instalaciones de dicho Arsenal24, que fueron remitidos
inmediatamente por Ensenada a los ingenieros-directores de los Arsenales de El Ferrol
y Cartagena25.
En el ámbito civil, los logros más importantes del viaje de Ulloa por el Sur de
Francia, fueron sus informes sobre el Canal del Languedoc, y sobre las industrias pañe
ras de la ciudad de Carcasona. Como ya hemos dicho, Ulloa recorrió todo el curso de
dicho Canal —la más importante obra de ingeniería hidraúlica con que contaba Francia,
construido en la época de Luis XIV—, desde Toulouse al puerto artificial de Séte26, en
el Mediterráneo; y como fruto de dicho recorrido, redactó una detalladísima memoria27,

20 Marsella, 24 de noviembre de 1749. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 831-832.


21 Madrid, 29 de diciembre de 1749. De Ensenada a Ulloa. A.G.S., Marina, leg. 711, fol. 840.
22 Marsella, 20 de noviembre de 1749. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 316.
23 París, 20 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Arsenal, dársenas y bahía de Toulon : sus noti
cias". A.G.S. Marina, leg. 712, ff. 617 y ss.
24 Antonio de Ulloa: "Plano del Puerto Viejo y Nuevo, u Arsenales de Toulon". A.G.S., Mapas, Planos
y Dibujos: XX-5.
25 Madrid, 15 de abril de 1750. De Ensenada a Cosme Alvarez y Sebastián Feringan. A.G.S., Marina,
leg. 712, fol. 614.
26 París, 20 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Séte: puerto del Languedoc en el Mediterraneo".
Ibíd., ff. 609 y ss.
27 París, 18 de enero de 1751. Antonio de Ulloa: "Caminos acuátiles, o canales de tráfico en Francia".
Ibíd ff. 698 y ss.
A pesar de su título genérico, la mayor parte de esta memoria trata del Canal del Languedoc.

203
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

en la que no sólo se describían pormenorizadamente sus principales obras de ingeniería,


sino que, además, se recogían datos de gran interés sobre la organización del tráfico flu
vial, y sus condiciones de explotación. Sin duda, esta memoria influyó de forma deter
minante en el ánimo de Ensenada, para, tomando como modelo el Canal del Languedoc,
poner en marcha el proyecto de los Reales Canales de Castilla, en el que, como veremos
más adelante, el propio Ulloa tuvo una participación muy destacada, lo que le dio oca
sión de aplicar en la práctica los conocimientos de primera mano, que había obtenido en
su viaje por dicho Canal.
También reviste gran interés la información que recogió Ulloa sobre la industria
pañera de la ciudad de Carcasona2*, porque es una perfecta descripción de una típica ciu
dad-fábrica del siglo XVIII, cuyos productos competían con las manufacturas pañeras
españolas en los mercados mediterraneos, e incluso se embarcaban en Cádiz, para las
colonias americanas. Además, dicha memoria tiene un considerable valor tecnológico,
porque incluye la primera descripción que llegó a España del funcionamiento de un telar
con lanzadera volante; mecanismo que duplicaba la productividad del Usaje, y cuyo uso
había empezado a difundirse muy recientemente —desde 1747— en la industria textil de
ese país, por obra de su propio inventor, el técnico británico John Kay, que había sido
pensionado con ese objeto por el gobierno francés. Dicha memoria incluía un pequeño
dibujo explicativo de las piezas que componían el citado mecanismo.
Antes de abandonar la Provenza, Ulloa se interesó también por las técnicas de ela
boración del aceite de oliva en aquella región —especialmente en la ciudad de Aix—,
que era mucho más refinado que el que se producía en España, lo que atribuía a la forma
de efectuar la recolección de las aceitunas, y al modo de exprimirlas, despues de moli
das, sirviéndose de unas prensas especiales, cuyo diseño incluía en una memoria monográ
fica que dedicó posteriormente a este asunto w.
Desde Marsella, Ulloa y sus acompañantes se dirigieron a Lyon, remontando el
curso del Ródano, por Avignon, Orange y Valence. Allí se detuvieron algún tiempo, por
que Ulloa, en cumplimiento de la instrucción de Ensenada, tenía que informarse a fondo
de la situación productiva de aquel gran nucleo sedero, para saber hasta que punto se
había visto afectada por la prohibición española de exportar seda en bruto, para fomen
tar las manufacturas sederas valencianas. Con la información recogida entonces, Ulloa
elaboró posteriormente una memoria muy extensa30, en la que, además de describir minu
ciosamente la organización productiva de la industria sedera lionesa, ponía de manifies
to que se encontraba en un estado de franca espansión, de manera que apenas se había

28 París, 6 de abril de 1750. Amonio de Ulloa: "Ciudad de Carcasona: fábricas de paños que llaman
1andrinos, y lo correspondiente a ellas". Ibíd., ff. 631 y ss.
29 París, 6 de abril de 1750. Antonio de Ulloa: "Sobre el modo de hacer el aceite en Provenza". Ibíd.,
ff. 628 y ss.
30 París, 12 de febrero de 1751. Antonio de Ulloa: "Manufacturas de sedas llanas, con oro y plata de
Francia". Ibíd., ff. 707 y ss.

204
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUES DE ENSENADA. . .

resentido de la interrupción del suministro de materia prima por parte de España. Otro
asunto del que se ocupó Ulloa durante su estancia en Lyon, fue averiguar como estaban
organizadas la beneficencia social y la asistencia hospitalaria en aquella ciudad; pues sus
instituciones asistenciales eran consideradas modélicas en toda Europa, y Ensenada le
había ordenado en la instrucción que recogiese información sobre los sistemas que se
empleaban en otros paises para conseguir la reinserción social de los mendigos y vaga
bundos. Con la información obtenida, Ulloa elaboró sendas memorias, sobre el Hospicio 31
y el Hospital General de Lyon que remitió al Ministro algunos meses después.
Durante su estancia en Lyon, Ulloa se replanteó el itinerario del viaje, y decidió
desviarse hacia Ginebra -pese a que ello no estaba previsto en la instrucción de Ensenada-,
en vez de dirigirse hacia las costas occidentales de Francia, como había pensado en un
principio. Una vez llegados a Ginebra, una de las cosas que más llamaron la atención de
Ulloa, fue una máquina hidraúlica, que se empleaba para elevar las aguas del río, con
objeto de abastecer a la población. Más de un año después, Ulloa remitió a Ensenada una
maqueta de dicha máquina, por si era susceptible de ser aplicada en España, para los mis
mos fines33. En esa misma ciudad, Ulloa trabó contacto con un célebre fabricante de relo
jes y joyas, Jacques Francois De Luc, quien se mostró dispuesto a establecerse en España
para ejercer su oficio, si se le daban algunas garantías de protección oficial, pues, entre
otras cosas, era de religión protestante. Ulloa le animó a ello, y cuando llegó a París,
expuso el caso a Ensenada, recomendándole vivamente que dispensara su protección a
este personaje34. Pocos días después, Ulloa insistió nuevamente al Ministro sobre el mismo
asunto35, remitiéndole unos diseños de joyas dibujados por De Luc, para que pudiese
hacerse una idea de su habilidad, y solicitando un pasaporte, para que este artífice pudie
se viajar a España con las garantías de seguridad que requería el alto valor de las alha
jas que pensaba llevar consigo. Ensenada accedió a la petición de Ulloa, y le remitió el
pasaporte para que De Luc pudiese venir a España *. Así lo hizo éste en mayo de 1750,
pero no por mucho tiempo: en octubre de ese mismo año el propio Ensenada daba licen
cia a De Luc, para que se trasladase a Lisboa37; con lo que el primer intento de Ulloa de
captar a un técnico extranjero de alto nivel, acabó resultando un fiasco.
Pero hemos de volver atrás. El viaje a Ginebra, entrado ya el mes de diciembre,
obligó a Ulloa a anticipar su llegada a París, dejando para la primavera siguiente el reco-

31 París, 6 de abril de 1750. Antonio de Ulloa: "Hospital de la Caridad en Lyon: su descripción". Ibíd.,
ff. 625 y ss.
32 París, 6 de abril de 1750. Antonio de Ulloa: "Hotel de Dieu: Hospital para enfermos en Lyon".
Ibíd., ff. 627 y ss.
33 París, 9 de marzo de 1751. De Ulloa a Ensenada. Ibíd,
34 París, 14 de enero de 1750. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 244 y ss.
35 París, 23 de enero de 1750. De Ulloa a Ensenada. Ibíd,, ff. 247 y ss.
36 Madrid, 16 de febrero de 1750. De Ensenada a Ulloa. Ibíd,, fol 242.
37 Madrid, 10 de octubre de 1750. Minuta de orden de Ensenada. Ibíd., fol. 250.

205
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

rrido previsto por las costas occidentales de Francia, ante las dificultades que planteaba
el mal estado de los caminos en pleno invierno.
Ulloa llegó a París el 13 de enero de 1750, con la idea de permanecer allí todo el
invierno, ocupándose en redactar y remitir a Ensenada las memorias de su viaje por el
Sur de Francia, en tanto que los jóvenes oficiales que le acompañaban, se dedicarían a
completar sus estudios de Matemáticas. Pero la estancia en París resultó menos tranqui
la de lo que Ulloa se prometía. Al poco tiempo de su llegada, se vio obligado a informar
a Ensenada de que la indiscreción del padre de uno de los guardiamarinas que le acom
pañaban, había hecho posible que se divulgasen en la capital francesa, los verdaderos
objetivos de su misión™. En consecuencia, al haberse quedado sin la cobertura del "viaje
de estudios", Ulloa preveía que en el futuro les resultaría mucho más difícil obtener infor
mación. Pero esta dificultad no fue obstáculo para la infatigable curiosidad de Ulloa, pues
al tiempo que se dedicaba a elaborar la información ya recogida, se interesó por otros
muchos asuntos, de los que, sólo algunos estaban previstos en la instrucción de Ensenada.
Entre estos, habría que citar, sendas memorias sobre la organización de los Archivos de
la Marina3* y de los Ingenieros Militares de Francia", así como otra sobre las funciones
del Intendente General de las Manufacturas41, cargo de reciente creación, que por enton
ces ocupaba el célebre técnico Vaucanson. Siguiendo también las directrices de la ins
trucción, en la que se le ordenaba que tratase de contratar "a cualquier precio" a un buen
cartógrafo, para hacerlo venir a España, entró en negociaciones con el célebre dibujante
y grabador de mapas D'Heuland42, pero no pudo culminarlas satisfactoriamente, pues
cuando ya se habían aceptado sus elevadas exigencias económicas —un sueldo de 5.000
libras anuales—, inesperadamente éste se volvió atrás, pretextando que se le había prohi
bido oficialmente salir de París43. Mejor fortuna tuvieron las negociaciones de Ulloa con
el ingeniero hidraúlico Charles Lemaur44, a quien consiguió convencer para que viniese
a España, y con quien, años más tarde colaboraria —no sin que mediasen entre ambos
fuertes enfrentamientos, como veremos más adelante— en la gestación y puesta en mar
cha del proyecto de los Reales Canales de Castilla.
Pero el mayor éxito de Ulloa como espía industrial, durante su primera estancia en
París, fue, sin duda, el haber obtenido información de primera mano, sobre el nuevo méto-

38 París, 26 de enero de 1750. De Ulloa a Ensenada, lbíd., fol. 598.


39 París, 2 de febrero de 1750. Antonio de Ulloa: "Depósito de la Marina", lbíd.. ff. 665-666.
40 París, 8 de febrero de 1750. Antonio de Ulloa: "Depósito para la Geografía Militar, y de Planos de
Fortificación", lbíd., ff. 667 y ss.
41 París, 20 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Intendente General de las Manufacturas, Artes, y
Oficios", lbíd, ff. 626 y ss.
42 París, 16 de febrero de 1750. De Ulloa a Ensenada, lbíd., ff. 779 y ss.
43 París, 28 de septiembre de 1750. De Ulloa a Ensenada, lbíd., fol. 790.
44 Madrid, 13 de abril de 1750. De Ensenada a Ulloa. lbíd., fol. 787.

206
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA...

do de fundición de cañones en sólido, que apenas hacía una década había empezado a
implantarse en las fábricas de Artillería de Francia45. Consiguió visitar subrepticiamente
la Fundición de Artillería del Arsenal de París —cuyo acceso estaba prohibido a los
extranjeros—, y pudo presenciar el funcionamiento de las máquinas que allí se emplea
ban para barrenar el ánima de los cañones fundidos en sólido. Fruto de esa visita, fue la
elaboración de un plano y de una maqueta de una de dichas máquinas, que acompaña
dos de una memoria explicativa de su funcionamiento, se apresuró a remitir a Ensenada*.
Pero Ulloa tuvo mucha menos fortuna como instructor de espias industriales. Ya
hemos dicho que Ensenada había aprobado su propuesta de encomendar al teniente de
Artillería Enrique Enriqui, la misión de recorrer las principales fábricas de cañones de
Europa, para informarse de las nuevas técnicas de fundición. Enriqui llegó a París a fina
les de marzo de 1750, y Ulloa, en cumplimiento de las órdenes de Ensenada, redactó una
prolija Instrucción de 24 artículos47, en la que se fijaban los objetivos, el itinerario, y las
normas de seguridad que debería observar el nuevo espía, en el desempeño de su misión.
Pero, la misión de Enriqui resultó un completo fracaso —se le hizo regresar a España,
después de haber viajado durante más de un año por Francia, Holanda e Inglaterra, sin
haber conseguido ninguna información de interés —**; y buena parte de la responsabili
dad del mismo hay que atribuirsela al propio Ulloa, por haber respaldado con su presti
gio a un personaje tan incompetente.
A comienzos de la primavera de 1750, Ulloa empezó a preparar su aplazado viaje
por las costas occidentales de Francia. Como el principal objetivo de ese viaje era visi
tar los principales Arsenales y Puertos de la Marina francesa, y puesto que ya no tenía
sentido viajar de incógnito —ya que, como hemos dicho, se habían divulgado en la Corte
los verdaderos propósitos de su misión— Ulloa pidió al embajador de España en París,
Francisco Pignatelli, que le consiguiese una audiencia con el propio Ministro de Marina
francés, Mr. Rouillé. Este le recibió el 7 de abril, "con mucho agasajo"4*, y se ofreció a
darle todo tipo de recomendaciones, para que pudiese visitar las instalaciones de la Marina
de Guerra, sin ninguna dificultad. Con tan buenos auspicios, Ulloa se dispuso a empren
der el viaje, pero antes de partir, envió a España un primer lote de libros franceses —
ocupaban cuatro cajones—, para cuya adquisición, Ensenada había ordenado que se le

45 Sobre este nuevo método de fundición, véase: Helguera Quijada, i: "La invención del procedi
miento de fundición de artillería en sólido, y su recepción en España a mediados del siglo XVIII", en Actas
del I Congreso Internacional de Historia Militar, Zaragoza, 1986, t. I°, pags. 327-345.
46 París, 20 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Demostración de la máquina que sirve para abrir
el alma a los cañones de Artillería fundidos en macizo". A.G.S., Guerra Moderna, leg. 732.
47 París, 30 de marzo de 1750. Antonio de Ulloa: "Instrucción de lo que el Teniente de Artillería D.
Enrique Enriqui debe practicar en el viaje que ejecuta de orden de S.M. A.G.S., Marina, leg. 712, ff. 831
y ss.
48 Sobre la fallida misión de Enriqui, véase el estudio citado en la nota 6, especialmente, págs. 672-676.
49 París, 9 de abril de 1750. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 712, fol. 633.

207
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

girase una asignación extraordinaria de 30.000 reales50. Se trataba fundamentalmente de


atlas marítimos, y de colecciones de edictos y ordenanzas del gobierno francés; y Ulloa,
con la aprobación de Ensenada, tomó la precaución de remitírlos al Intendente de Marina
de Cádiz, "a fin de que por parte de la Inquisición, no sean detenidos"".
El viaje de Ulloa en solitario —mientras sus jóvenes acompañantes proseguían sus
estudios en París—, por las regiones de Normandía, Bretaña, Poitou, Anjou y Turena,
duró unos cuatro meses, desde mediados de abril, a mediados de agosto de 1750. y en el
curso del mismo visitó los puertos de Dieppe, El Havre, Saint-Malo, Brest, Lorient, Port-
Louis, Nantes, La Rochelle, y Rochefort. Durante todo ese viaje, no mantuvo corres
pondencia con Ensenada, pero a su regreso a París, fue redactando y remitiendo al Ministro
memorias monográficas sobre casi todos los puertos y arsenales mencionados ". Una de
las más valiosas, es la que trata de Lorient" —que era el puerto de la Compañía Francesa
de las Indias Orientales—, pues incluye datos muy interesantes sobre la organización del
comercio francés con Asia. También revisten gran interés las memorias sobre Nantes54
y Saint-Malo55: los puertos bretones que se habían especializado en el comercio trian
gular de esclavos negros con destino a América. Pero la más importante y extensa de
todas las memorias redactadas a raíz de este viaje, fue, sin duda, la que dedicó a la ciu
dad de Rouen56, estudiando con detenimiento sus actividades comerciales y manufactu
reras, especialmente por lo que se refería a sus importaciones de lana castellana, y a sus
exportaciones de paños y lienzos, que tenían en España uno de sus principales mercados.
Ulloa regresó a París el 18 de agosto de 1750, y en los meses siguientes, al igual
que había hecho durante su primera estancia en esta capital, al mismo tiempo que se dedi
caba a redactar las memorias de su último viaje, se interesó también por otros muchos
asuntos. Entre los más notables —acerca de los cuales redactó Ulloa informes monográ
ficos—, hay que destacar el que se refería a los inventos de nuevos relojes que había pre

50 Buen Retiro, 25 de marzo de 1750. De Ensenada al Tesorero General, Manuel Antonio de Horcasitas.
IbU., fol. 620.
51 París, 10 de abril de 1750. De Ulloa a Ensenada. Ibid., fol. 635.
52 La información recogida en dichas memorias la aprovecharía ampliamente el propio Ulloa, 20 años
después, para redactar su tratado sobre La Marina : Fuerzas navales de la Europa y Costas de Berbería, cuyo
manuscrito se conserva en el Archivo General de Simancas, y va a ser editado próximamente por el servicio
de publicaciones de la Universidad de Cádiz.
53 París, 20 de octubre de 1750. Antonio de Ulloa: "L'Orient: Puerto y Departamento único de la
Compañía de las Indias Orientales. Sus noticias y descripción". A.G.S., Marina, leg. 712, ff. 658 y ss.
54 París, 16 de diciembre de 1750. Antonio de Ulloa: "Nantes: Puerto de mar mercantil. Sus noticias,
las de la ciudad, comercio, y río". Ibíd., ff. 682 y ss.
55 París, 2 de Diciembre de 1750. Antonio de Ulloa: "Saint-Malo: Puerto de mar mercantil en la costa
de Bretaña. Sus noticias, las de su comercio, y ciudad". Ibíd., ff. 673 y ss.
56 París, 20 de noviembre de 1750. Antonio de Ulloa: "Rouen: Ciudad capital de la Normandía, y
puerto de mar mercantil. Sus noticias, y las correspondientes a su comercio". Ibíd., ff. 674 y ss.

208
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA..

sentado a la Academia de Ciencias de París un cierto Mr. Ribaz"; asi como una exten
sa memoria sobre la red de caminos terrestres de Francia5*, y sobre los sistemas que allí
se empleaban en su construcción y mantenimiento. Pero también tuvo tiempo de infor
mar a Ensenada acerca de algunos asuntos políticos, más o menos trascendentes, de la
Corte de Francia: sobre el establecimiento de nuevos impuestos y sus repercusiones5*;
sobre las negociaciones entre Inglaterra y Francia, para resolver cuestiones de límites en
el Canadá"1; sobre la muerte del Mariscal de Sajonia, jefe de los ejércitos franceses, y
sus posibles sustitutos61, etc. . Por otra parte, Ulloa tuvo que cumplimentar, sobre la mar
cha, nuevos encargos de Ensenada. El más importante de ellos fue la redacción de una
extensa memoria sobre la organización de los servicios de limpieza de París, para ver si
eran susceptibles de ser aplicados en la capital de España62. Además, durante su segun
da estancia en París, Ulloa continuó enviando a España grandes cantidades de libros de
las más diversas materias, aunque predominaban los de caracter técnico —minería, meta
lurgia, relojería, etc.—, marítimo, y militar63. Aparte de los libros, y como envío espe
cial, debido a su gran tamaño, Ulloa remitió un modelo a escala de un torno para hilar
seda, de nueva invención, que por las ventajas que ofrecía, se había difundido rápida
mente en los principales centros de la industria sedera francesa64.
A comienzos de 1751, habiendo concluido ya la redacción de la mayor parte de las
memorias que tenía pendientes, Ulloa empezó a preparar su próximo viaje, que transcu
rriría por Flandes y Holanda. Lo cierto es que ya desde el verano del año anterior, Ensenada
le venía apremiando para que emprendiese ese viaje cuanto antes, pues le había encar
gado que hiciese lo posible por reclutar a seis maestros holandeses, expertos en la fabri
cación de jarcias y lonas, que se necesitaban con urgencia en los Arsenales españoles65.
Pero Ulloa consiguió que el Ministro accediese a aplazar dicho viaje hasta la primavera
de 1751, argumentando que necesitaba permanecer en París para concluir la redacción

57 París, 19 de octubre de 1750. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 648-651.


58 París, 8 de enero de 1751. Antonio de Ulloa: "Caminos de Francia: Sus especies y diferencias;
método de construirlos y de mantenerlos en buen estado". Ibíd., ff. 764 y ss.
59 París, 21 de octubre, y 17 y 25 de noviembre de 1750. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 654, 669,
y 670.
60 París, octubre de 1750. De Ulloa a Alonso Pérez Delgado (en clave, transcrita). Ibíd., ff. 644 y ss.
61 París, 6 de diciembre de 1750. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., f. 679.
62 París, 6 de diciembre de 1750. Antonio de Ulloa: "Limpieza de París: Método que se observa para
ello, y el que parece más proporcionado que pudiera aplicarse en Madrid". Ibíd., ff. 777 y ss.
Acerca de esta memoria de Ulloa, véase: M*. G. SANZ y Merino Navarro, J.P.: "Saneamiento y lim
pieza de Madrid, siglo XVIII", en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XII (1976), pags. 119-132.
63 Una relación pormenorizada de los libros remitidos por Ulloa durante su estancia en París -y que,
por sí sola, merecería un estudio detallado, que aquí no podemos hacer-, se encuentra en A.G.S., Marina, leg.
712, ff. 756 y ss.
64 París, 15 de enero y 20 de febrero de 1751 . De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 692 y 708.
65 Madrid, 14 de agosto de 1750. De Ensenada a Ulloa. A.G.S., Marina, leg. 234.

209
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

de numerosos informes, y que sería muy penoso llevarlo a cabo en lo más crudo del
invierno66. En enero de 1751, Ulloa expuso a Ensenada sus planes para cubrir el resto
del itinerario previsto en la instrucción"7. Pensaba salir de París a comienzos de marzo,
y dirigirse por el Norte de Francia, para hacer, a continuación, un detenido recorrido por
las principales ciudades de Flandes, en el que pensaba invertir unos cuatro meses. Contaba
con entrar en Holanda a comienzos de julio, empleando todo el verano en visitar los puer
tos y arsenales más importantes. Finalmente, entre el otoño de 1751 y la primavera de
1752, pensaba recorrer Dinamarca, Suecia y Prusia, emprendiendo el viaje de regreso a
España en el verano de ese último año. Pero no entraba en las previsiones de Ensenada
que el viaje de Ulloa se prolongase durante tanto tiempo, por lo que le mandó que abre
viase al máximo su recorrido por Flandes y Holanda, limitándose unicamente a infor
marse de todo lo que se relacionase con canales, diques, y otras obras hidraúlicas, para
regresar desde allí directamente a España6*. No obstante, Ulloa hizo ver al Ministro que
sería una lástima cancelar la última etapa del viaje prevista en la instrucción, por la valio
sa información que se prometía obtener en los paises nórdicos, en relación con la cons
trucción naval, la minería y la metalurgia6*. Con tales argumentos consiguió convencer
a Ensenada, quien acabó accediendo a que Ulloa y sus acompañantes concluyesen su gira
europea recorriendo Dinamarca y Suecia, y pasasen al regreso por Prusia™.
Ulloa salió de París el 12 de marzo, en compañía de su hermano Fernando, mien
tras que los otros dos oficiales se quedaron allí hasta mediados del mes siguiente, para
asistir a un curso de Química que estaba impartiendo el abate Nollet, y marcharon des
pués directamente a Amsterdam, para reunirse nuevamente con él". La última informa
ción que remitió Ulloa, antes de cruzar la frontera, hacía referencia a su visita a la célebre
Manufactura Real de paños de Abbeville n. A partir de entonces, la correspondencia de
Ulloa se hizo mucho más escasa y espaciada, hasta el punto de que resulta muy difícil
reconstruir el itinerario concreto de su viaje. No volvemos a tener noticias suyas hasta
mediados de junio, desde La Haya, donde había llegado pocos días antes". Allí le esta
ba esperando una nueva orden de Ensenada, encargándole que tratase de reclutar a dos
expertos en trabajos hidraúlicos, para destinarlos a las obras de regadío que se había deci
dido efectuar en las vegas de Lorca y de Granada". No tenemos constancia de que Ulloa

66 París, 20 y 23 de agosto de 1750. De Ulloa a Ensenada. A.G.S. Marina. leg. 712, ff. 641 y 639.
67 París, 18 de enero de 1751 . De Ulloa a Ensenada. Ibíd., fol. 696.
68 Madrid, 5 de febrero de 1751 . De Ensenada a Ulloa. Ibíd,, fol. 703.
69 París, 24 de febrero de 1751. De Ulloa a Ensenada, 1bíd., ff. 727-728.
70 Madrid, 8 de marzo de 1751. De Ensenada a Ulloa. Ibíd., fol. 725.
71 París, 10 de marzo de 1751. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 716-717.
72 Lillc, 9 de abril de 1751. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., fol. 718.
73 La Haya, 15 de junio de 1751. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., fol. 724
74 Aranjuez, 26 de abril de 1751 . De Ensenada a Ulloa. Ibíd., fol. 723.

210
i. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA. .

llegase a cumplimentar este encargo. Tampoco debió ocuparse demasiado del recluta
miento de los maestros de jarcias y lonas que había pedido Ensenada, pues aunque este
asunto llegó a buen fin ", todo parece indicar que ello se debió más bien a los buenos
oficios del embajador español, Marqués del Puerto, que a las gestiones del propio Ulloa,
como éste mismo no dejo de reconocer expresamente76. Aparte de esto, la única infor
mación de interés que remitió Ulloa desde Holanda, hacía referencia a la Fábrica de
Artillería de La Haya, donde, al igual que en la de París, también consiguió introducir
se, pese a que estaba prohibida la entrada, tanto a los extranjeros, como a los propios
nacionales. Pudo constatar que también allí se había implantado el nuevo método de fun
dición en sólido, y que se empleaban unas máquinas muy similares, para barrenar el ánima
de los cañones77.
Ulloa salió de La Haya el 13 de agosto, para emprender la última etapa de su viaje.
Se dirigió hacia Hamburgo, atravesando la región de Westfalia, cuyo recorrido, según
propia confesión, le resultó especialmente penoso7*. Desde Hamburgo, se dirigió a
Copenhague, a donde llegó a finales de ese mismo mes. En la capital danesa, Ulloa fue
muy bien recibido por el Almirante Shom, quien no sólo le dio todo tipo de facilidades
para visitar los Arsenales de la Marina, sino que además, le acompañó personalmente7*.
Ulloa sacó una impresión muy positiva de la organización de la Armada danesa, como
dejaría constancia, años más tarde, en su obra sobre La Marina También tuvo ocasión
de visitar algunos de los Palacios Reales de Dinamarca, como Hirchholm, Friedensburg,
y Jagerburg, admirándose de la falta de protocolo y boato de aquella Corte, donde los
miembros de la Real Familia vivían con gran sencillez, casi como ciudadanos particula
res, y tenían un trato muy accesible con sus súbditos*1. Tampoco dejó Ulloa de recoger
información sobre la industria danesa, llamándole especialmente la atención el conside
rable auge que habían alcanzado las manufacturas textiles, gracias a una política de estí
mulos indirectos a la iniciativa privada, y a pesar de trabajaban con materias primas
importadas, la mayor parte de las cuales procedían de España.
Pero, durante su breve estancia en Copenhague, Ulloa también tuvo que ocuparse
de asuntos referentes a la Marina de España. Allí recibió una carta atrasada de Ensenada*2,
en la que le manifestaba su preocupación porque últimamente habían aparecido filtra
ciones de agua en los cimientos de los muelles del Arsenal de Cartagena —en cuyo diseño,
recordemos, había intervenido el propio Ulloa, poco antes de emprender su gira euro-

75 La Haya, 12 de agosto de 1751. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 234.


76 La Haya, 24 de junio de 1751. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 234.
77 La Haya, 15 de junio de 1751. De Ulloa a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 662.
78 Copenhague, 31 de agosto de 1751. De Ulloa a Alonso Pérez Delgado. A.G.S., Marina, leg. 376.
79 Copenhague, 7 de septiembre de 1751. De Ulloa a Pérez Delgado. A.G.S., Marina, leg. 376.
80 Vid. supra, nota 52.
81 Copenhague, 14 de septiembre de 1751. De Ulloa a Pérez Delgado. A.G.S., Marina, leg. 376.
82 Madrid, 26 de julio de 1751. De Ensenada a Ulloa. A.G.S., Marina, leg. 376.

211
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

pea—, y se temía que, a la larga, ello podía acabar provocando su derrumbamiento. Ulloa
se apresuró a tranquilizar a Ensenada -a través de una carta dirigida a Perez Delgado*3,
como ya venía siendo habitual, desde su partida de Holanda, por razones de seguridad-
asegurándole que la aparición de filtraciones era un fenómeno habitual en los muelles
construidos sobre pilotaje, y que ello no afectaba nada a la solidez de los mismos, como
había podido comprobar en los de Rochefort y Copenhague, que también habían sido
construidos con el mismo sistema. En todo caso, y para mayor seguridad, bastaría, a su
juicio, con dar una sólida cimentación a los almacenes y otros edificios que se constru
yesen sobre dichos muelles.
Ulloa partió de Copenhague el 15 de septiembre, con destino a Estocolmo, llevan
do consigo cartas de presentación del Barón de Fleming, enbajador sueco en aquella
Corte, para poder visitar el Arsenal de Karlskrona, que era el más importante de ese país.
Llegó a Estocolmo a finales de ese mismo mes, y allí se encontró en unas circunstancias
muy distintas de las que hasta entonces habían marcado el talante de su gira europea. El
caracter de su viaje había sido, si no secreto, sí meramente privado, aunque ocasional
mente hubiese contado con el apoyo, o las recomendaciones de altos funcionarios, civi
les o militares, de los diversos paises visitados. Pero en Suecia, los viajeros fueron recibidos
casi como representantes oficiales del Gobierno de España, y como tales, fueron recibi
dos en la Corte. El embajador español, Marqués de Grimaldi, les presentó a los Reyes
de Suecia, y díó testimonio a Ensenada de la excelente impresión que habían causado
"los talentos, luces, ciencia y conocimiento general en casi todas las materias" de Ulloa*4,
hasta el punto de que la propia Reina le había manifestado que lamentaba que no se que
dase allí todo el invierno, para poder disfrutar de su compañía. Pero el tener que llevar
un tren de vida cortesano, supuso para los viajeros españoles un incremento de los gas
tos, tan considerable como imprevisto, obligando a Ulloa a solicitar a Ensenada una asig
nación extraordinaria de fondos, para poder concluir el viaje sin pasar apuros económicos*5.
Al margen de los agasajos cortesanos, lo más interesante de su breve estancia en Suecia,
en relación con los objetivos de su misión, fue su visita al Arsenal de Karlskrona, de
cuyas instalaciones hizo una detallada descripción, 20 años después, en su obra sobre La
Marina**. Lo que más llamó la atención de Ulloa en dicho Arsenal, fue un gran dique
de carenar, en forma de esclusa, que estaba excavado en la roca viva. Años más tarde
—en 1755— dibujó un pequeño plano del mismo*7.

83 Copenhague, 10 de septiembre de 1751. De Ulloa a Pérez Delgado. A.G.S., Marina, leg. 376.
84 Estocolmo, I de octubre de 1751. Del Marqués de Grimaldi a Ensenada. A.G.S., Marina, leg. 712,
fol. 733.
85 Estocolmo, 29 de septiembre de 1751. De Ulloa a Ensenada. Ibíd., ff. 736 y ss. .
Ensenada accedió a esta petición, ordenando, con fecha de 31 de octubre de 1751, que se girase a Berlín,
a nombre de Ulloa, una letra de cambio por importe de 1.000 doblones de oro.
86 Vid. supra, nota 52.
87 Antonio de Ulloa: "Plano de la conformidad en que está la entrada de la inclusa (sic) de Karlskrona".
A.G.S., Mapas, Planos y Dibujos, VI-72

212
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA..

Desde Estocolmo, Ulloa y sus acompañantes se dirigieron a Berlín, a donde debie


ron llegar a comienzos del mes de noviembre. Allí se encontraron también con una exce
lente acogida, pues la Reina de Suecia había escrito a la Familia Real de Prusia, ponderando
los méritos de Ulloa. Se repitieron nuevamente los agasajos y las insistencias para que
prolongase su estancia en aquella capital, que Ulloa tuvo que declinar. El 18 de noviem
bre, Ulloa marchó a Potsdam, en compañía del célebre matemático Maupertuis —que por
aquel entonces era presidente de la Academia de Ciencias de Berlín—, para entrevistar
se con el Rey Federico U. Este no sólo les recibió en audiencia, sino que les invitó a
comer en privado, mostrándose muy interesado, según el testimonio del propio Ulloa**,
por sus noticias sobre el caracter y las costumbres de los indígenas de la América Meridional.
El 20 de noviembre, Ulloa y sus acompañantes emprendieron el viaje de regreso a
España. En una primera etapa, atravesaron toda la región de Sajonia, lo que les resultó
especialmente penoso, por el mal estado de los caminos, la lentitud de los carruajes, y la
incomodidad de las posadas m. Llegaron a Estrasburgo el 2 de Diciembre, y dos días des
pués partieron con dirección a París. En la capital francesa, a donde llegaron el 1 1 de
diciembre, viajando a marchas forzadas, en condiciones no menos penosas*0, le espera
ba a Ulloa una orden de Ensenada", en la que le encargaba que no dejase de visitar las
minas de azogue de la "Reina de Hungría" (sic), para informarse de los métodos que
empleaban en ellas para beneficiar este mineral, así como para prevenir que se derrum
basen las galerías, con el fin de tratar de aplicarlos en las minas de Almaden. También
le instaba el Ministro a que visitase algunas minas de plata, "para saber como se ejecu
ta la segregación del metal con el mayor beneficio'"", y poder aplicarlo, posteriormente,
a la explotación de las minas americanas. Un cambio de planes tan inesperado, cogió a
Ulloa —que ya sólo estaba pensando en regresar a España cuanto antes— completamente
a contrapié; por lo que se apresuró a escribir a Ensenada", haciéndole ver que no valdría
la pena efectuar el mencionado viaje, porque, en su opinión, las técnicas que se emple
aban en las minas de azogue y de plata de la Corona española, no tenían nada que envi
diar a las de Alemania o Austria. No obstante, Ulloa se mostraba dispuesto a hacer dicho
viaje, en el caso de que el Ministro persistiese en su idea, pero sólo después de haber
regresado a España. Sin esperar la respuesta de Ensenada, Ulloa salió de París el 26 de
diciembre, con dirección hacia la frontera española, y debió llegar a Madrid a comien-

88 Estrasburgo, 4 de diciembre de 1751. De Ulloa a Pérez Delgado. A.G.S., Marina, leg. 376.
89 En el documento citado en la nota anterior, Ulloa hace un vivo y pintoresco relato de las vicisitu
des de esa etapa del viaje.
90 París, 13 de diciembre de 1751. De Ulloa a Pérez Delgado. A.G.S., Marina, leg. 376.
91 San Lorenzo el Real, 31 de octubre de 1751. De Ensenada a Ulloa. A.G.S., Marina, leg. 712, fol. 740.
92 Ibídem.
93 París, 13 de diciembre de 1751. De Ulloa a Ensenada. Ibíd, ff. 772 y ss. .

213
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

zos de enero de 1752, dando por concluido su periplo europeo, que se había prolongado
durante más de dos años.

Antonio de Ulloa y el Canal de Castilla

A su regreso de la gira europea, y durante los tres últimos años del gobierno de
Ensenada, la actividad de Ulloa fue tan intensa como multiforme, hasta el punto de que
resulta muy difícil seguir el rastro documental que fue dejando a su paso, por su extre
ma dispersión: fundador y primer director del Real Gabinete de Historia Natural; comi
sionado en las minas de Almadén; encargado de diversas misiones de inspección en el
Astillero de Guarnizo, en la fábrica de anclas de Marrón, y en las fundiciones de Artillería
de Liérganes y La Cavada, etc. . Pero de todos estos múltiples encargos, el que le ocupó
de forma más intensa y continuada fue la elaboración y puesta en marcha del proyecto
de los Canales de Castilla*4.
El interés de Ulloa por los canales de navegación databa, al menos, de su viaje por
el Canal del Languedoc, en el otoño de 1749. Recordemos que, a raíz de dicho viaje,
redactó una memoria sobre los "caminos acuátiles" de Francia1", donde además de des
cribir con gran minuciosidad las obras hidraúlicas de dicho canal, ponderaba las venta
jas del transporte fluvial, sobre el terrestre. Esta memoria debió causar una fuerte impresión
en el ánimo de Ensenada, haciéndole concebir la idea de promover la construcción de
canales navegables en España. Ecos evidentes de la misma, pueden rastrearse en la céle
bre Representación que este Ministro dirigió a Fernando VI en 1751 *6. Además, también
sabemos que durante su primera estancia en París, Ulloa, por encargo de Ensenada*7, con
trató al ingeniero Charles Lemaur, experto en obras de caminos y canales, para emplear
sus conocimientos en España.
Lemaur debió llegar a España a mediados de 1750, y durante más de un año se le
destinó a inspeccionar diversas obras de regadío en Cataluña y Valencia. No fue sino

94 Para disponer de un marco general de referencia, sobre el desarrollo histórico a largo plazo de los
proyectos de estos canales, y sobre el dilatado proceso de su construcción y puesta en explotación, véase
Helguera Quijada, J.: "Aproximación a la historia del Canal de Castilla", en la obra colectiva El Canal de
Castilla, Valladolid, 1990, págs. 9-159.
95 Vid. supra, doc. cit. en la nota 27.
96 Rodríguez Villa, A.: op. cit., págs. 1 13-142. Véase, por ejemplo, este párrafo: "No hay en Europa
terreno más seco que el de España, y por consecuencia están expuestos sus naturales a padecer hambres por
sus malas cosechas (...) pues no se ha procurado que sus ríos sean navegables en lo posible, que haya canales
para regar y transportar, y que sus caminos sean cual deben y pueden ser. Conozco que para hacer los ríos
navegables y caminos, son menester muchos años y muchos tesoros; pero. Señor, lo que no se comienza no se
acaba, y si el gran Luis XIV prescribió reglas y ordenanzas que se siguen con tan feliz suceso, ¿por qué no se
podrán adoptar y practicar en España, siendo V.M. su Rey?".
97 Vid. supra, doc. cit. en la nota 44.

214
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUES DE ENSENADA..

hasta noviembre de 175 1 cuando recibió de Ensenada la orden de trasladarse al Norte de


Castilla, para trabajar en la elaboración de un proyecto de canales de navegación, cuyo
objetivo principal sería facilitar el transporte hacia Santander, de los productos agrarios
que se cosechaban en aquella zona. Pero se le mandó mantener en secreto el verdadero
objeto de este encargo, ocultándolo bajo el pretexto de estar haciendo un mapa topográ
fico. Por otra parte, Ensenada puso a Ulloa al tanto de ese proyecto en enero de 1752 —
es decir, nada más regresar de la gira europea—, y éste se mostró dispuesto a colaborar
activamente en su ejecución. En mayo de ese mismo año, el Ministro asumió oficial
mente el proyecto, al incluirlo en un plan de previsiones que presentó a Fernando VI"*.
Entretanto, Lemaur, al frente de un pequeño equipo de agrimensores, se dedicó a reco
rrer las provincias de Palencia y Valladolid, haciendo mediciones y nivelaciones, para
verificar sobre el terreno si dicho proyecto era realmente viable. En agosto de 1752, reci
bió una carta de Antonio de Ulloa, notificándole que Ensenada le había encargado que
supervisase sus trabajos, y le avisaba de su próxima llegada. Pero Ulloa, ocupado en otros
asuntos, no pudo venir de inmediato. Entonces, Lemaur tomó la iniciativa de elaborar un
proyecto global que contemplaba la construcción de dos canales: el de Castilla y el de
Campos, que no sólo servirían para la navegación, sino también para el regadío; y lo pre
sentó a Ensenada en noviembre de 1752. A comienzos de 1753, Ulloa pudo por fin ocu
parse de este asunto, y entre enero y abril de dicho año, recorrió, en compañía de Lemaur,
las provincias castellanas del Norte del Duero, examinando sobre el terreno los proyec
tos de éste. Una vez finalizado este recorrido, Ulloa volvió a Madrid, y durante los meses
de abril y mayo de 1753, basándose en sus propias observaciones, y en los proyectos par
ciales de Lemaur, se dedicó a trabajar en la elaboración del Proyecto General de los
Canales de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y de León, que mereció la
aprobación de Ensenada*". Este proyecto contemplaba la construcción de cuatro grandes
canales, enlazados entre sí: el Canal del Norte, que partiendo de las proximidades de
Reinosa —donde enlazaría con el nuevo camino carretero, construido por orden de
Ensenada, que llegaba hasta Santander—, cruzaría de Norte a Sur la provincia de Palencia,
hasta desembocar en el río Carrión, a la altura de Calahorra de Ribas. En ese mismo

98 Aranjuez, 18 de mayo de 1752. Marqués de la Ensenada: "Plano que se forma para fijar pruden-
cialmente las obligaciones de la Monarquía...". Reproducido en Rodríguez Villa, A.: Op. cit., págs. 94-100. En
el apartado de Otras obras (pág. 97), el Ministro dice textualmente: "Perfeccionar el camino que llaman de la
Montaña, y los exámenes de la posibilidad o imposibilidad de hacer canales en Castilla la Vieja, que se den la
mano con el referido camino. Si fuere posible esta empresa, y se facilitan fondos para ella, conseguirá S.M.
dar a sus reinos un tesoro inagotable, porque Castilla la Vieja dará salida, que no tiene, a sus abundantes fru
tos, que traerán sumas de dinero de reinos extraños; y cuando haya carestía en Andalucía y Murcia, como suele
suceder, las socorrerá, quedando en la Península los muchos millones de pesos que se llevan los ingleses y
otros, con los granos que traen a vender.".
99 Un plano y una descripción detallada del Proyecto General de Antonio de Ulloa, se puede encon
trar en las adiciones que insertó el ingeniero Miguel Sánchez Taramas, en la edición española de la obra de J.
MULLER, Tratado de Fortificación. Arte de construir los edificios militares y civiles, Barcelona, 1769, vol.
II, págs. 244-251, y lámina 22 A.

215
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

punto tendría su cabecera el Canal de Campos, que atravesaría la comarca que le daba
su nombre, por tierras de Palencia y Valladolid, hasta Medina de Rioseco. Este canal se
bifurcaría, cerca de Grijota, dando lugar al Canal del Sur, que pasando por las proximi
dades de la ciudad de Palencia, llegaría hasta la de Valladolid, donde desembocaría en
el río Pisuerga. Por último, el Canal de Segovia, partiendo de esa ciudad, llegaría hasta
las proximidades de Valladolid. El Proyecto General de Antonio de Ulloa, aunque nunca
llegó a hacerse realidad por completo, y pese a que sufrió posteriomente algunas modi
ficaciones parciales, fue un inexcusable marco de referencia para todos los ingenieros
que trabajaron en la construcción de los Canales de Castilla, hasta mediados del siglo XIX.
Pero Antonio de Ulloa no se limitó a elaborar el proyecto de estos canales, sino
que además tuvo una intervención muy destacada —aunque también mucho más discu
tible— en los comienzos de su puesta en práctica. Probablemente por iniciativa suya, se
tomó la decisión empezar la ejecución del proyecto, por el Canal de Campos, atendien
do a que era el de más corto recorrido, y el que presentaba menos dificultades orográfi-
cas en su trazado. A comienzos de junio de 1753, Ensenada ordenó a Lemaur que se
dedicase exclusivamente a diseñar el trazado detallado de los primeros tramos del Canal
de Campos, a partir de Calahorra de Ribas, pues se habia resuelto empezar de inmedia
to los trabajos de excavación. Así lo hizo este ingeniero, pero a finales de ese mismo mes
se presentó allí Antonio de Ulloa, como director general del proyecto, anunciándole que
a partir de entonces estaría a sus órdenes, y que, en la ejecución de las obras, debería
atenerse estrictamente a lo establecido en una instrucción que estaba terminando de redac
tar. La irrupción de Ulloa con semejantes atribuciones, dejó a Lemaur tan sorprendido
como indignado, pues hasta entonces sólo había recibido órdenes directas de Ensenada,
y había creido que las funciones de aquel se limitaban a supervisar sus trabajos, para
informar al Ministro. Lemaur no se resignó a asumir el papel subordinado de mero direc
tor técnico de las obras, de manera que, su actitud de resistencia, junto con el talante
autoritario y poco flexible de Ulloa, crearon un clima de malestar y enfrentamiento, que
se fue agudizando en los meses siguientes, y entorpeció considerablemente el desarrollo
de los trabajos 10°.
La primera decisión que tomó Ulloa, fue modificar el trazado del segundo tramo
del Canal de Campos, por estimar que tenía demasiadas curvas; y su pretensión de dar a
ese tramo "una perfección imaginaria" con un trazado completamente rectilíneo, que
no se adaptaba a las curvas de nivel, obligó a excavar un cerro por su parte más eleva
da, lo que ocasionó unos costos suplementarios de 140.000 reales. Este primer conflicto

100 Hay que advertir que la fuente principal para conocer los enfrentamientos entre Ulloa y Lemaur.
no es nada objetiva. Se trata de un extenso memorial autojustificatorio, escrito a raíz de su cese como director
técnico del Canal de Campos: Paredes de Nava, 22 de octubre de 1754. Carlos Lemaur: "Relación Histórica
del proyecto de los Canales de Castilla, y de la ejecución del de Campos hasta hoy" Servicio Histórico Militar,
leg. 3-3-12-14, ff. 85-129.
101 lbídem.

216
J. HELGUERA QUIJADA - ANTONIO DE ULLOA EN LA ÉPOCA DEL MARQUÉS DE ENSENADA...

entre el Ulloa y Lemaur, marcó una pauta, que se repetiría una y otra vez, en los meses
siguientes.
Las obras de excavación del Canal de Campos, se iniciaron oficialmente el 16 de
julio de 1753, aunque estos primeros trabajos, como reconocería Ulloa posteriormente102,
sólo sirvieron para hacerse una idea aproximada de lo que podrían suponer los costes de
la mano de obra. Entretanto, Ensenada aprobó oficialmente la instrucción redactada por
Ulloa, a la que debía ceñirse Lemaur en la ejecución de las obras iro. Dicha instrucción
fue muy importante, porque muchas de sus prescripciones, sobre aspectos técnicos, econó
micos y laborales, se mantuvieron vigentes en las obras de los Canales de Castilla hasta
comienzos del siglo XIX Pero, como no podía ser de otro modo, viniendo de Ulloa,
la instrucción era demasiado rígida y reglamentista, especialmente por lo que se refería
a la regulación de los aspectos laborales; y su aplicación en la práctica planteó muchos
problemas a Lemaur, a partir del otoño de 1753, cuando llegó a haber más de 1.500 obre
ros trabajando en las obras de excavación. Pero Ulloa no esperó a tratar de resolver esos
problemas, pues en septiembre de ese mismo año emprendió un nuevo viaje a París, que
le mantuvo ausente del Canal hasta finales de noviembre. Durante su ausencia, no sólo
se concluyó la excavación de los dos primeros tramos, sino que además se emprendió la
de un tercero, cuyo trazado había diseñado Lemaur, sin contar con la supervisión de
Ulloa. Ello dio lugar a un nuevo conflicto entre ambos, exigiendo Ulloa que, a partir de
entonces, no se emprendiese la excavación de los sucesivos tramos del Canal, sin su apro
bación previa y expresa. Pero Ulloa tuvo que ausentarse nuevamente en diciembre de
1753, para cumplimentar otros encargos de Ensenada, y ello le permitió a Lemaur diri
gir las obras con mayor libertad durante los meses siguientes. Sin embargo, en mayo de
1754, Ulloa regresó al escenario de los trabajos, para asumir personalmente la dirección
de los mismos, estableciendo allí su residencia, de forma permanente. Fue a partir de
entonces cuando más se agudizaron los conflictos entre ambos, pues Ulloa marginó sis
temáticamente a Lemaur en la toma de decisiones, asumiendo incluso la dirección téc
nica de las obras, lo que, según éste último m, puso al descubierto la incompetencia de
aquel en materia de ingeniería, y contribuyó a incrementar extraordinariamente los cos
tes. Además, Ulloa incurrió en la extravagancia de hacerse construir un serení —una
especie de yate—, en los astilleros que había establecido en el Canal, cuando todavía fal
taban mucos años para que éste se abriese a la navegación.

102 Vid. infra, doc. cit. en la nota 107.


103 Buen Retiro, 25 de agosto de 1753. Ensenada: "Instrucción de lo que el ingeniero ordinario D.
Carlos Lemaur deberá practicar en la ejecución del Canal de Campos, que se le encarga; y de la conducta que
ha de observar en sus operaciones, y demás cosas concernientes". Archivo del Canal de Castilla, caja 2, car
peta 6.
104 Un análisis detallado del contenido de dicha instrucción, se puede encontrar en la obra citada en
la nota 94 , págs. 35-38.
105 Doc. cit. en la nota 100.

217
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Entretanto, en julio de 1754, se produjo, como es bien sabido, el cese fulminante


del Marques de la Ensenada en todos sus cargos ministeriales, con lo que el proyecto de
los Canales de Castilla quedó privado del respaldo político de quien había sido su prin
cipal impulsor. Las consecuencias no se hicieron esperar, pues pocos días después el
nuevo Secretario de Hacienda, Conde de Valparaiso, dio orden de que se interrumpiesen
los trabajos de excavación, con el pretexto de tenerse que emprender las obras de can
tería y de habilitación para el regadío, en los tramos ya excavados. A partir de entonces,
el proyecto de los Canales de Castilla entró en una etapa de incertidumbre, aunque los
trabajos no llegaron a paralizarse por completo. En esta situación, los conflictos perso
nales entre Ulloa y Lemaur, lejos de atemperarse, se agravaron; hasta el punto de que el
ingeniero se decidió a denunciar la presunta incompetencia técnica del marino, ante el
Conde de Valparaiso. Pero, en esta ocasión, el enfrentamiento se zanjó de forma defini
tiva. A finales de 1754, Lemaur fue cesado como director facultativo del Canal, lo que
este ingeniero atribuyó a la negativa influencia de Ulloa"16. Pero Ulloa, por su parte, pre
sentó la dimisión al Ministro, en diciembre de ese mismo año, alegando problemas de
salud, así como su deseo de reincorporarse a la Marina. Con este motivo, Ulloa redactó
un extenso informe 107, en el que daba cuenta de los resultados de su gestión al frente del
Canal, y del desarrollo del proyecto; con el propósito, sin duda, de contrarrestar las denun
cias de Lemaur. Pero, aunque la dimisión de Ulloa fue aceptada, no debió hacerse efec
tiva de inmediato, pues en febrero de 1755 elaboró un dictamen sobre la continuación
del proyecto de los Canales de Castilla 10S, en el que se mostraba partidario de empren
der la construcción del Canal del Norte, y de no proseguir, al menos, de momento, la del
Canal de Campos. Su propuesta fue aprobada por el Conde de Valparaiso; y probable
mente llegó a intervenir personalmente en la redacción de las nuevas instrucciones que
se expidieron en marzo de ese mismo año, con motivo del nuevo cambio de planes. Con
ello concluyó su vinculación directa con el proyecto de los Canales de Castilla, a cuya
gestación y puesta en marcha había contribuido de forma tan decisiva. Pero mantuvo una
vinculación indirecta, de índole familiar, pues en marzo de 1756 su hermano menor
Fernando de Ulloa —que, como sabemos, le había acompañado en la gira europea— fue
nombrado ingeniero director de los Canales de Castilla, cargo que desempeñó durante 30
años, hasta su jubilación en 1786.

106 Ibídem.
107 Madrid, 24 de diciembre de 1754. Antonio de Ulloa : "Representación y memoria sobre el esta
do actual del Canal de Campos Servicio Histórico Militar, leg. 3.3.12.14, ff. 75-84.
108 Madrid, 1 3 de febrero de 1755. Antonio de Ulloa: "Dictamen sobre la continuación de los Canales
de Castilla, en que se exponen las razones que se ofrecen sobre esta determinación". Servicio Histórico Militar,
leg. 3.2.1.1, doc. 2°. ff. 1-8.

218
ANTONIO DE ULLOA, MARINO:
MAR DEL SUR (1741), FLOTA DE NUEVA ESPAÑA (1776),
CAMPAÑA DE AZORES (1779)

Francisco de Solano
Centro de Estudios Históricos. CSIC

a faceta marina del marino Antonio de Ulloa y de la Torre —que así siem
pre se firmó y fue nombrado hasta que historiadores contemporáneos le
unieran el segundo apellido de su madre—, ha sido la menos estudiada.
Bien es verdad que tan sólo en tres ocasiones de su extensa vida dirigió escuadras y
embarcaciones. Las tres las realizó con discreción marinera y en dos de ellas con sabia
dirección náutica: una, dirigiendo la Flota de Indias en la larga travesía trasatlántica y,
otra, participando en una difícil operación geoestratégica1. Pero como ninguna de las tres
ocasiones motivaron acciones de especial relieve, no fueron ni siquiera resaltadas en su
hoja de servicios. Sí lo fue, y negativamente, la tercera de estas empresas: fue cuestio
nada la dirección de Ulloa en la Campaña de Azores, siéndole incoado un consejo de
guerra del que su prestigio salió seriamente disminuido.
Aquellas acciones tuvieron lugar en escenarios y tiempos distintos: la primera, en
tiempos de paz y las otras dos lo fueron en diferentes períodos de dos guerras contra
Inglaterra. La primera, en 1740, teniendo Ulloa venticuatro años, dirigió un mercante rea
daptado en barco de guerra persiguiendo corsarios por las costas del Pacífico sur; y en
1779, con sesenta y tres años, mandaba una escuadra de seis navíos en misión impor
tante en las Azores. La dirección de la Flota de Nueva España en 1776, en tiempos de
paz, dirigiendo diecisiete embarcaciones fue, sin duda, su dirección mas lograda. Unica
de entre todos los convoyes que ha sido estudiada, monográfica y extensamente; por mi
mismo en 1979.2

1 Siglas utilizadas:
AGI Archivo General de Indias, Sevilla.
AGM Archivo General de Marina, Viso del Marqués.
AGS Archivo General de Simancas.
BNM Biblioteca Nacional, México.
BU Biblioteca Universitaria, Sevilla.
MN Museo Naval, Madrid.
2 Solano, Francisco de: Antonio de Ulloa y la Nueva España. México, Universidad Nacional Autónoma
de México, 1979, CLX+426 pags.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 219-239 219


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Esta parquedad de resultados parece justificar el interés de la historiografía por las


múltiples facetas científicas y directivas iniciadas, propiciadas, motivadas e impulsadas
por Ulloa, que concluyeron en resultados más elocuentes. De cualquier forma sus pri
meros biógrafos —Ximeno (1766) y Sempere (1786)—. atribuyeron a Ulloa, en algunos
casos3, méritos añadidos haciéndole descubridor de algunos hallazgos científicos, cuan
do en realidad su papel fue el de difusor en España de esos logros e investigaciones cientí
ficas realizadas en Europa por otros sabios. Biógrafos que, junto a otros, no consideraron
como meritorias sus actividades náuticas, destacando en sus estudios los éxitos científi
cos. Incluso de los tres historiadores mas señalados de la Historia Naval ninguno lo ha
destacado como marino: Martín Fernández de Navarrete en su Biblioteca Marítima
Española (Madrid 1851) confunde la campaña de las Azores con la Flota a Nueva España.
Cesáreo Fernández Duro se ocupa en su Armada Española (Madrid 1885) de la guerra
contra Inglaterra, a la que dedica varios capítulos. La Campaña de las Azores la titula
como "plan para detener el socorro de Inglaterra", pero no menciona en ellos sus resul
tados: las escuadras de Ulloa y de Lángara no detuvieron nada, por lo que al primero se
le sometió a un largo consejo de guerra. Por último Julio Guillén (Madrid 1936) escribe
que Antonio de Ulloa en la "deslucida campaña de 1780 no estuvo a la altura de su renom
bre científico, siendo un sabio quiso también ser un almirante y, como tal, no pasó de
mediano"4. Historiadores contemporáneos siguiendo estas pautas —y estando hasta 1979
casi inédito el viaje a México— tampoco resaltan sus actividades náuticas 5.
La biografía del marino quedaría incompleta si se evitara apuntar, aunque somera
mente, las tres únicas ocasiones en que operó como un oficial de marina. En donde aun
que no ganó batalla naval alguna —porque no se le presentó oportunidad— sí se comportó
con una pericia y una habilidad notables, resolviendo situaciones de peligro y salvando
a un navío de su hundimiento, después de los destrozos causados por dos temporales.
Hecho tan destacable como cualquier otra situación militar favorable. El propio Ulloa
estaba muy satisfecho de sus conocimientos náuticos y de sus habilidades marineras y
así lo fue destacando en bastantes ocasiones. Era, pues, un marino que gustaba de serlo
y nada mejor para demostrarlo que su participación en importantes operaciones en donde
tomaban parte numerosas embarcaciones: quince tenía la Flota de Nueva España en su
viaje de ida a Veracruz; seis la que formó el tornaviaje de 1 778 y cinco la escuadra que
fue a Azores para cortar la retirada de las naves inglesas, que la geoestrategia española
de la Ilustración estimaba pasarían por el archipiélago portugués: un puesto de alta res-

3 El segundo alababa a Antonio de Ulloa por "haber dado en España los primeros conocimientos de
la electricidad y magnetismo artificial, que adquirió en Londres; el haber hecho visible la circulación de la san
gre en las colas de los pescados y varios insectos, por medio del microscopio solar de reflexión, recientemen
te inventado en Inglaterra; el haber dado a conocer la platina". Sempere y Guarinos, Juan: Ensayo de una
Biblioteca Española de los mejores escritores del reynado de Carlos III. Madrid, tomo 6, pags.159-176
4 F. Guillén, Julio: Los tenientes de navío Jorge Juan Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre Guiral
y la medición del meridiano. Madrid 1936, pag. 240.
5 Merino, García-Baquero.

220
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

ponsabilidad, sólo entregado a los marinos experimentados. Pero las naves inglesas no
estaban en las Terceras de las islas Azores.

Participación de Ulloa en la defensa de la Mar del Sur, 1740

La primera guerra hispanoinglesa del siglo XVIII nace en 1739, cuando las inves
tigaciones geodésicas emprendidas por la Real Expedición Hispanofrancesa estaban a
punto de concluirse. La defensa del virreinato peruano fue acometida bajo la dirección
del virrey Marqués de Villamanrique, con los medios que tenía a su alcance. Se temía
que las costas del Pacífico fueran atacadas por una (o varias) escuadras inglesas, al mando
de George Anson, según había averiguado el espionaje español: se sabía saldrían de Gran
Bretaña por 1740 con intención de atacar puertos del Pacífico o, incluso, ocupar espa
cios, por lo que el virrey ordenó a Juan y a Ulloa que abandonaran sus investigaciones
y colaboraran en los preparativos de la defensa. Esta, fue doble: en tierra y en el mar, y
en tiempos diferentes. En Guayaquil y Lima, de diciembre de 1740 a abril de 1741, y
embarcados durante ocho meses de 1743.
Entre ambas comisiones, se verifica el rotundo fracaso de Vernon en sus intentos
de ocupación de Cartagena de Indias en marzo de 1 74 1 , y el ataque de Anson a Paita en
noviembre de 1743.
Con ánimo de rastrear la presencia de Anson en aguas del Pacífico peruano a los
dos tenientes de navío se les destina patrullar con sendas embarcaciones, entre Callao,
Valparaíso, isla de Juan Fernández y Talcahuano. Resultaba ésta la primera vez desde
que abandonaron los marinos Cádiz y la Academia de Guardiamarinas, en 1735, en que
iban a tomar parte en una acción naval. De esta vez no eran los viajes de estudio y de
prácticas que realizaron Juan y Ulloa como aventureros o como cadetes6, sino que deberían
demostrar sus conocimientos y habilidades náuticas gobernando un barco, aunque no un
navío de la Armada, sino en mercantes transformados con urgencia en barcos de guerra.
Lo ejecutaban desde el 24 de abril de 1742 al 6 de julio de 1743: ocho meses. Como nota
distintiva, Juan y Ulloa dirigían estas embarcaciones con rango de comandantes.
Fueron destinados a los barcos 'Belén' y 'Rosa', mercantes a los que se le había
adoptado alguna artillería. Durante los meses del verano austral (21 dic./21 mar.) verifi
caron un intenso y repetido rastreo del espacio comprendido entre el archipiélago Juan
Fernández, Concepción/Talcahuano y Valparaíso, para notificar sobre presencia de naves
enemigas. Pero no se halló rastro de éstas: las intencionalidades ocupacionales inglesas

6 Ulloa, como aventurero en la capitana de la Flota de Galeones que comandaba el amigo de su fami
lia Manuel López Pintado, en 1732. En 1734, cadete, embarcaba en el "Santa Teresa", que transportó tropas
desde Barcelona a Nápoles.

221
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

de tierra española del Pacífico —bien en Valdivia, bien en Panamá— no pudieron mate
rializarse durante este tiempo.
Estos viajes marítimos de vigilancia permitieron a Ulloa perfeccionar los levanta
mientos cartográficos que se les pedían a él y a Juan en sus instrucciones de 1735: así
elaboró los planos de Concepción, Valparaíso, isla de Juan Fernández, Chiloé y Valdivia:
único de los planos cuya publicación fue impedida por la Secretaría de Marina en la
Relación Histórica del Viage a la América Meridional. En ésta se incluyen, además, tres
láminas con siluetas y contornos de las costas, y noticias sobre yacimientos de conchas
y petrificaciones marinas, en Talcahuano, junto a Concepción, argumentando que los fósi
les y las petrificaciones representaban la prueba tangible para la fundamentación de una
historia científica de la tierra, no encontrando en sus hallazgos huellas de calcinación o
fuego. Estas descripciones de Ulloa representaron la contribución española en unos deba
tes científicos que apasionaban a media Europa, antes de llegarse a la geomorfología
moderna.

Comandante de la flota de la Nueva España (1776/1778)

La Flota de Nueva España de 1 776 posee sobre las demás que surcaron el Atlántico,
desde mediados el siglo XVI hasta, precisamente, 1776, dos rasgos que la singularizan:
que fue la última en montarse siguiendo este sistema de navegación y que su comandante
era un marino de tan gran prestigio científico y docente —profesor en la Academia de
Guardiamarinas durante varios años—, como tan poco experimentado en dirección de
escuadras y participación en encuentros bélicos. Por ello puede afirmarse que era un teó
rico y no un práctico en cuestiones del mar. Su elección como jefe de la Flota —que
reunía habitualmente hasta, casi, una veintena de embarcaciones—, supone una comple
ta confianza del Secretario de Indias y de Marina en sus dotes directivas y, sobre todo,
en sus habilidades marineras.
Era un encargo solamente reservado a marinos de gran relieve y mayor experien
cia marítima, capaces de eludir los ataques de naves contrarias y de mantener agrupadas
a las embarcaciones durante las largas jornadas de las dos travesías, a pesar de las muy
diferentes circunstancias atmosféricas que debían encontrar. Una conjunción variada de
embarcaciones, de muy diferentes tonelajes y velámenes, dificultaba las maniobras, ame
nazando con la dispersión, dejando con ello sin efecto la protección de los navíos de gue
rra, tanto en las ocasiones del viaje a Veracruz, como en el tornaviaje a Cádiz.
La Flota comandada por Ulloa resulta la decimoctava de las realizadas durante el
siglo XVIII al principal puerto del virreinato de la Nueva España. Las dirigidas a los
puertos del gran virreinato de la América Meridional —Portobelo, Cartagena— fueron
aún menos numerosas: se concluyeron en 1741, cuando la feria de Panamá dejó de cele
brarse en esta ciudad. En ambos casos, los marinos que las dirigieron se cuentan entre

222
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

los mas prestigiosos de la España Ilustrada. De aquellas 18 flotas novohispanas, doce de


ellas se verificaron durante el reinado de Felipe V, mandadas por Diego Fernández de
Santillana (flota de 1706), Andrés del Pez (1708), Andrés de Arriola (1711), Juan de
Ubilla (1712), Manuel López Pintado (1715 y 1736), Antonio Serrano (1717, 1722, 1725),
Marqués de Man (1729) y Rodrigo Torres (1732). Joaquín Manuel de Villena comandó
la flota de 1757, única que se montó durante el reinado de Fernando VI. Las cinco últi
mas flotas a Nueva España se realizaron durante los primeros quince años del reinado de
Carlos III, siendo sus comandantes Carlos Reggio (1760), Agustín de Idiáquez (1765),
el Marqués de Casa Tilly (1768), Luis de Córdoba (1772) y Antonio de Ulloa (1776).
En esta enumeración de comandantes de las flotas el nombre de Antonio de Ulloa
resulta de una manifiesta desigualdad con los restantes, con respecto a hechos de armas
y conducción de escuadras. Mientras los restantes comandantes habían participado en
crecidas acciones de guerra y en dirección de convoyes, Ulloa no podía presentar ni un
sólo ejemplo. Entonces, ¿por qué fue elegido?. Sus méritos se encontraban todos en hechos
científicos, en direcciones políticas y técnicas. Había sido teniente de la Compañía de
Guardiamarinas, profesor en la Academia (1756-1758, 1770-1776) y era autor de varias
publicaciones, unas en colaboración con Jorge Juan y otras en solitario: en 1 772 editaba
en Madrid —y a su costa— las Noticias Americanas. Entretenimientos Phísico-históri-
cos sobre la América Meridional y la Septentrional Oriental. Comparación general de los
territorios, climas y producciones en las tres especies: vegetales, animales y minerales.
Con relación particular de las Petrificaciones de Cuerpos Marinos, de los Indios natura
les de aquellos Paises, sus costumbres y usos; de las Antigüedades. Discurso sobre la
Lengua y sobre el modo en que pasaron los primeros Pobladores y había concluido una
obra, por 1771, que mantenía inédita, por no haber conseguido los permisos oportunos
para su publicación La Marina, fuerzas navales de la Europa y Costas de Berbería, con
noticia de los puertos en donde están los Departamentos y arsenales. Comprende las
principales noticias correspondientes a las Armadas marítimas. 7
Para 1776 el Secretario de Indias Julián de Arriaga —también marino— podía haber
escogido como comandante de la Flota a otros jefes experimentados, aproximadamente
de la misma edad que Antonio de Ulloa —que había cumplido los sesenta años—: Juan
de Lángara Arizmendi, Alfonso Alburquerque, Antonio Bardelo, Adrián Caudrón de
Cautin o Miguel Gastón, nuevos en la Carrera de Indias, o repetir con Tilly y Córdoba,
que habían dirigido las flotas de 1768 y 1772. O bien probar con marinos de promocio
nes mas jóvenes , pero ya diestros en allanar las dificultades que podía encontrarse la
flota: Juan de Araoz, Gabriel Aristizábal, José de Solano, Antonio Valdés, Juan de Soto
Aguilar o el propio Pedro González de Castejón, nombrado Secretario de Marina en ese
1776. Juan de Arriaga, sin embargo, había designado al sevillano Ulloa. A la muerte de
aquel (febrero 1776), el nuevo ministerio ofrecia cambios sensibles en la política ultra-

7 AGS, Marina, leg. 1774.

223
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

marina. Pero una de las primeras disposiciones recomendadas por José de Gálvez, nuevo
ministro de Indias, fue corroborar como comandante de Flota a Antonio de Ulloa. El Rey
razonaba su elección:

La cual Flota ha de ir y volver a vuestro cargo, esperando que en uno y otro viajes han de
experimentarse para su seguridad vuestras largas experiencias y el valor y reputación con
que todas ocasiones las habéis acreditado y observado *.

"Largas experiencias" poseía, en efecto, Ulloa, aunque científicas. El marino no


había tenido ocasión bélica, sin embargo, para demostrtar "valor y reputación", como
tampoco la tuvo Jorge Juan: la Flota y Armada de Indias fue excelente ocasión para que
Ulloa demostrase ambas virtudes.

Organización y desarrollo de la Flota de Nueva España, 1776/1778

No son frecuentes los estudios pormenorizados de las flotas de Indias. La historia


del tráfico marítimo —desde Chaunu a García Baquero— se interesa por resultados glo
bales de cada viaje ultramarino, bien sea realizado en flotas o en navíos sueltos, de aviso
o de registro. La microhistoria de esos viajes no se ha acometido, señalando apenas los
retrasos que sufrieron en sus salidas o llegadas y las incidencias que sucedieron en los
comercios de las ferias de Portobelo o de Jalapa; o bien, desde 1778, para calibrar las
consecuencias del Reglamento de Libre Comercio. Todos ellos venían regulados por pre
cisas instrucciones. Las de la Flota de 1776 fueron sancionadas el 15 de marzo, en El
Pardo. Su comandante debería atenerse a una normativa especificada a lo largo de quin
ce artículos, donde fijaba la salida para abril, y repetía los cuidados que debían tomarse
en cuanto a mercantes y navíos de guerra. Los primeros, eran quince; dos los de guerra.

Mercantes de la Flota de Nueva España


1 . Ntra. Señora de Begoña
2. Ntra. Señora del Carmen y San José, 'Portobeleña'
Fragata, 268 toneladas; fábrica, francesa
3. San Carlos
4. Ntra. Señora del Rosario
5. Ntra. Señora del Buen Consejo, 'Placeres'
Navío, 490 toneladas; fábrica, portuguesa
6. Ntra. Señora del Carmen

8 "Instrucciones que Don Antonio de Ulloa de la Torre, comandante de la Flota de Indias, deberá
observar en su viaje a Veracruz y en su tornaviaje a Cádiz. El Pardo, 15 marzo 1776". AGI, México 1986. Las
publica, íntegras. Solano [2], pags. CXVI1-CXX. La cita en pág. CXVII.

224
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

7. San Pablo
8. 'Dichoso'
9. Ntra. Señora del Buen Consejo
10. S. Francisco de Paula 'Matamoros'
Navío, 53 1 toneladas; fábrica, genovesa
11. Ntra. Señora del Carmen, 'La galga'
Fragata, 257 toneladas; fábrica, española
12. San Juan Evangelista
13. Ntra. Señora del Rosario
14. San Francisco de Paula y
15. Ntra. Señora del Carmen 'Pájaro'
Fragata, 316 toneladas; fábrica, francesa*
Estos mercantes eran, en general, embarcaciones bien construidas y modernas, fabri
cadas en astilleros de media Europa. Serían protegidos por los navíos de guerra 'España',
como capitana de la Flota —porque en ella embarcaba el comandante de ella— y el
'Dragón', que ejercía como almiranta. Ambos de 60 cañones cada uno y una dotación de
560 hombres por cada embarcación.

Armada que acompaña a la Flota


1. Santiago, alias 'El España'
maestre: Felipe de la Maza
2. Dragón
maestre: Antonio de Vicuña

Estos dos navíos habían sido reparados y acondicionados en el arsenal de La Carraca,


de la Isla de León, salidos de rada con toda garantía. El comandante prepara la travesía
conformando un folleto con las Señales, órdenes e Instrucciones para el gobierno de la
presente Flota, en donde insertaba las explicaciones al juego de banderas y gallardetes
que, desde la capitana, les iría trasmitiendo. Señales para permanecer unidas las embar
caciones, para frenar unas —quitando trapo— o para que aceleraran otras —aumentan
do velas. El primordial objetivo de la Flota era el de navegar unida, agrupada: tanto para
aprovechar los vientos bonancibles, como para rehuir los peligrosos (vendaval, tormen
ta, temporal, cordonazo, huracán) el comandante cursaba a los capitanes de los mercan
tes las órdenes oportunas —por medio de señales—. Estas órdenes eran tan varias y
complejas, que era necesario reducirlas al lenguaje abreviado de unos números: un juego
ingenioso de diez banderas, en la que cada una de ellas significaba un número —del 0

9 "Navíos y cargas de la Flota, 1776", AGI, México 2896. Los nombres de propietarios y caracterís
ticas de embarcaciones en García-Baquero, Antonio: Cádiz y el Atlántico, 1700-1770, Sevilla, CSIC, 1976,
tomo 2, pags. 1 1-37.

225
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

al 9— permitía conjugar las necesarias para dar la orden que el comandante deseaba
enviar a toda la flota o algún barco en particular. Un amplio dibujo denominado Plano
de señales para el gobierno de la Flota del mando del Jefe de Escuadra Don Antonio
de Ulloa, a tinta y colores, reúne los juegos de banderas: primero, destacando las "seña
les numeradas", con la clave de la correspondencia entre banderas y números. Y, des
pués, los juegos de señales que se emplearían en las diferentes circunstancias: de día
(fondeadas las embarcaciones o navegando), de noche, con o sin niebla y aquellas seña
les que serían necesarias en circunstancias comprometidas e, incluso, en caso de ser ata
cada la Flota:

Señales numerales
Señales para llamar la atención
Señales particulares, de día, estando fondeados
Señales de día, navegando
Señales de noche, fondeados
Señales en tiempo de niebla, navegando
Señales de combate 10

Estas señales son el complemento gráfico de aquel amplio folleto, de 60 pags y 5


láminas, plegables, donde también se explican de modo gráfico las posiciones que debería
tomar la Flota, acorde con circunstancias atmosféricas, climáticas o coyunturales. Los
mercantes en cada caso estaban protegidos por los navíos de guerra: la capitana, donde
se hallaba el comandante de la Flota, y la almiranta. Los grabados y el texto explicaban
las diferentes posiciones que deberían adoptarse en las varias vicisitudes que se producían
a lo largo de una navegación tan dilatada:

Posición en línea: denominada así cuando seguían todos los barcos el mismo rumbo
y bien cerrados, proa con popa, sobre la perpendicular del viento. Situación que
entrañaba una cierta dificultad, ya que llevando la Flota naves de muy diverso peso,
capacidad y velámen, las había lentas que obligaban a las mas veloces a navegar
al ritmo de las primeras. Con la almiranta en cabeza y la capitana en retaguardia.
Convoy de bolina: posición que se tomaba navegando a viento largo.
Línea de frente a popa era la posición de la Flota que seguía cuando se navegaba
ciñendo el viento, desahogadamente. En medio de la formación, la almiranta; atrás,
la capitana.

10 "Plano de señales pora el gobierno de la Flota del mando del Jefe de Escuadra Don Antonio de
Ulloa de la Torre. Año de 1776". AGS, Planos, mapas y dibujos. X-79.

226
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

Posición de convoy a popa, cuando el viento recibido lo era por esta parte del barco.
Los mercantes se colocaban en ángulo, abriendo la marcha el mas veloz, y con la
capitana cerrando posición

Este folleto Señales, órdenes e instrucciones para el gobierno de la presente Flota


—impreso en Cádiz, en 1776, en la imprenta que Manuel Espinosa de los Monteros tenía
en la calle de San Francisco— fue muy alabado por el virrey de Nueva España Antonio
M.* de Bucareli: "He visto, con gusto, las instrucciones de señales con que navegó la pre
sente Flota. Este es el modo de que las cosas salgan bien. Será papel que guardaré entre
los útiles"".

Viaje a Veracruz

Las diecisiete embarcaciones que componen la Flota de 1776 —quince mercantes,


dos navíos de guerra— salen de Cádiz el 8 de mayo de 1776, en tiempo favorable para
obtener los mejores vientos y corrientes, aunque era durante los veranos la época reco
mendada para iniciar las mejores travesías a América. Diez flotas de las que se monta
ron durante el Setecientos lo hicieron en esta época, mientras tres lo realizaron en primavera
y cinco en otoño/invierno. De cualquier forma, el tiempo de travesía resultó casi siem
pre el mismo, fuere cual fuere la ápoca de salida, aunque los records de lentitud se die
ron durante los inviernos de 1 735 y 1 757, en que se demoraron las flotas 1 1 5 y 1 22 días.
Los records de brevedad lo obtuvieron las flotas que salieron durante el verano: nueve
de las diez emplean 68 (flota de 1760) y los 88 días (flota de 1732), aunque la de 1711
tarda en recorrer las leguas que separaban Cádiz de Veracruz 95 días, tal como lo hicie
ron durante los inviernos. La Flota de Ulloa, en fin, empleaba 79 días en cubrir la larga
distancia Cádiz/Tenerife/Veracruz. Resultaba una flota numerosa, sólo aventajada por las
de 1729 (16 mercantes, 4 de guerra), 1732 (17 mercantes, 3 de guerra) y la de 1760 (18
mercantes, 2 de guerra) n.
Estos tiempos-travesía resultaban, en la época de la navegación a vela, de una extra
ordinaria importancia: y no se presentan como meras muestras frívolas del éxito o de la
mala fortuna de una flota. Las fechas extremas de la permanencia en alta mar explican
el límite de los aprovisionamientos que debían embarcarse: calculándose éstos no por las
fechas de los viajes que habían empleado unos escasos días en atravesar el Atlántico,
sino sobre el número de días de las travesías mas prolongadas: a fin de no carecer de ali
mentos y agua en situaciones de calma u otras circunstancias. Los 1 22 días (cuatro meses)

1 1 Carta de Bucareli a Ulloa, México 1 1 noviembre 1 776. En Correspondencia privada entre Antonio
Marta Bucareli, virrey de la Nueva España, y Antonio de Ulloa de la Torre, Jefe de la Flota de Indias
(1776-1778). En Solano [2], Apéndice 2, carta n.° 15, pág. 150.
12 Solano[2], págs. XXI-XXII.

227
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

de la Flota de 1757 ejemplarizan que Luis de Córdoba supo calcular esta regla funda
mental de la navegación a vela, teniendo reservas de agua y vituallas para todo ese tiem
po. A pesar de ello, la Flota de 1776 llevaba, entre los buques de guerra y los quince
mercantes, una carga de efectos que sumaban 8.176 toneladas, alcanzando un "total de
las contribuciones en reales y maravedises, 22.894.275" ".
La Flota de Ulloa empleó 79 días en verificar la travesía de Cádiz a Veracruz.
Solamente se detuvo en Tenerife, para aprovisionarse de agua y, se supone, que de fru
tas frescas. Las incidencias de la travesía las fue comentando el Comandante en dife
rentes lugares: en las cartas privadas que envió a su paisano y amigo el virrey Bucareli
y en sus textos náuticos comentando alguna incidencia marinera. Así, después de pade
cer "engolfados cuatro días de calma'"4 mandó Ulloa "en 22 de junio hacer pairo, desde
las doce de la noche a las cinco de la mañana" ". Se avistaba entonces la isla de Anguila,
de las Pequeñas Antillas, se tomó aguada en Puerto Rico —desde dónde se mandaron a
España noticias sobre la flota y su ritmo de marcha: 56 días empleados. Ventitrés días
después, tras haber padecido "cinco temporales desde que se descubrió la Anguila" se
avistaba Veracruz el 25 de julio.
La travesía se había realizado, según Ulloa, "sin el menor quebranto", concluyen
do felizmente la operación de atraque en Veracruz: puerto sin embarcadero, atracando
las embarcaciones entre la fortaleza de San Juan de Ulúa —levantada sobre un islote
frente a Veracruz— y la tierra firme. Incluso los muros del castillo servían como sopor
tes sobre los que asegurar los barcos. Para colmo, muy persistentes vientos del norte
entorpecían las operaciones de atraque y salida. El propio Ulloa define al puerto de
Veracruz

uno de los mas difíciles que haya para amarrarse con seguridad, a causa de los norte en la
estación que reinan estos vientos. Practícase ésto al abrigo de una muralla o cortina del cas
tillo de San Juan de Ulúa, en unos argollonos de bronce que, para este efecto, hay en la
misma muralla, y se dan hasta siete u ocho amarras de cable con igualdad. ..El modo de ama
rrarse es sumamente engorroso y costoso, por ser necesario forrar todos los cables con este
ras, mudarlos estos aforras con frecuencia y mantenerlos flotantes por medio de almohadas
de madera que se les ponen "

'El España', navío capitana de la Flota, echaba anclas junto al castillo de San Juan de
Ulúa, exactamente, a las 3,1/2 de la tarde del día en que se celebra la festividad de

1 3 Especificación de la carga de todos, y cada uno de los mercantes y de los navíos de guerra en AGI.
México 1986. La publica Solano [2], págs. CXXII-CXXIII.
14 Ulloa, Antonio de: Conservaciones de con sus tres hijos en servicio de la Marina, instructi
vas y curiosas, sobre las navegaciones y modo de hacerlas, del pilotaje y las maniobras; noticias de vientos,
mares, corrientes, pájaros y anfibios y de los fenómenos que se observan en los mares de la redondez de la
tierra. Madrid, 1795, pág. 17.
15 Ulloa a Bucareli, Veracruz 25 julio 1776. En Solano [2], carta n.° 2, pág. 126.
16 Conversaciones... [16], pág. 68.

228
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

Santiago, patrón de España: bien signiticativo para el Comandante cerrar una tan difícil
travesía en día tan señalado.

Descarga. Feria de Jalapa, reparaciones e investigaciones hidrográficas

Las obligaciones del comandante de la Flota, en tierra, bien en el puerto final de


su destino o en alguno intermedio, se dirigían de modo exclusivo al cuidado de los navíos
de su mando: desde asegurarse del estado de su navegabilidad hasta el avituallamiento.
En Veracruz, las primeras diligencias fueron las operaciones de descarga de los efectos
llevados por la Flota, que tuvieron ocupados a marinos, marineros y comerciantes hasta
el 3 de octubre de 1776. Concluida la descarga el comandante se dedicó a dirigir las repa
raciones de los numerosos y frecuentes daños sufridos en los navíos de guerra, después
de una travesía tan prolongada. Para atender a estas reparaciones se precisaban materia
les, sobre todo maderas, que eran cuidadas por los propios carpinteros que llevaba la
Flota, además de los locales. Pero Veracruz carecía de astillero del Estado, los existen
tes estaban en manos de particulares que satisfacían los pedidos de la navegación de cabo
taje, pero siempre incapaces de atender todas las demandas de los navíos de alto porte. "
En 15 de octubre de 1777 Ulloa se confía a su amigo el virrey sobre las carencias de
Veracruz: "Este puerto está desprovisto de todo: no hay maestranza para poner toda la
que convendría"1*. Y unas semanas mas tarde le explica al Secretario de Marina los gra
ves defectos que ha encontrado en 'El Dragón'. Sobre todo en las costuras de los cascos,
descuadernados a causa de los fuertes embates del oleaje: para remediarlo se rellenaban
las rendijas entre los tablones con estopas bien apretadas, cubriéndose con brea caliente

Hallábase concluida la recorrida de los dos navíos Capitana y Almiranta de Flota, a no haber
se descubierto en el navío 'El Dragón' que sus costuras —de los cosederos para abajo—
ponen el propio defecto que se había notado en la parte de obras muertas. Y consiste en
hallarse faltas de estopa y reconocerse podridas en algunas partes. Este defecto se había visto
ser mas notable en las costuras de cabezas y batideros de roda y codaste, que en el resto ".

17 Para remediarlo José de Gálvez indicaba al virrey de Nueva España la conveniencia de la forma
ción de un astillero en la costa veracruzana. que ya se había intentado en varias ocasiones de finales del XVII
y primeras décadas del XVIII. La presencia de Ulloa fue aprovechada por Bucareli para que dirigiera una comi
sión —compuesta por Miguel Corral, ingeniero, y Joaquín Aranda, piloto de la Flota— que estudiaran la
zona,para escoger el lugar mas idóneo donde localizar el astillero estatal. Excepcionalmentc le fue concedido
al comandante de la flota permiso para abandonar Veracruz: Ulloa fue a Ciudad de México para tratar, con el
virrey y los expertos, el Proyecto Astillero de Tlacotalpan. Se trata ampliamente de este tema en Solano [2],
págs. XL-XLV.
18 Ulloa a Bucareli, 15 octubre 1777. En Solano [2], carta n.° 100, pág. 288.
19 Ulloa a José de Gálvez, Veracruz 31 octubre 1777. En Solano [2], pág. CXXXI1I.
Como explicación al texto: "cosedero" se dice de los tablones del forro exterior de un buque; "cabe
zas", cada uno cualquiera de los dos extremos de los tablones; "roda", madero curvo que forma la proa; "codas
te", la pieza recta y vertical que termina la nave por la parte de popa y forma con la quilla un ángulo mas o
menos obtuso. O'Scanlan, Timoteo: Diccionario marítimo español. Madrid, 1831.
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Estas operaciones de reparación se verificaron a la vez que Ulloa atiende al perfeccio


namiento de los conocimientos cartográficos e hidrográficos de Veracruz y de sus cos
tas aledañas. Los resultados fueron sorprendentes: se levantaron catorce mapas y planos
(generales y parciales), realizados por Sebastián Canel, teniente de fragata y primer pilo
to de 'El Dragón', dos pilotines de la Armada (Damián Fernández Teixeira y José Moreno)
y dos meritorios de la Real Escuela de Navegación (Ignacio Pazos y Antonio Cánovas
Fajardo), actuando como dibujante el sargento de Marina José Ortiz. Esta colección repre
senta una sensible aportación del comandante de Flota20: nada especial, por otro lado, ya
que estas tareas se le exigían en sus instrucciones; pero igualmente fue ordenado a los
comandantes de las anteriores flotas, que dejaron de hacerlo por negligencia o por dedi
cación a otras urgencias. Pero resulta un dato importante a la hora de definir la persona
lidad y la profesional idad de las figuras protagonistas.

Tornaviaje

El regreso de la Flota de Nueva España de 1776 se comenzó el 16 de enero de 1778.


Primero, desde Veracruz a La Habana, quedaba reducida a los dos navíos de guerra: 'El
España' y 'El Dragón', que habían protegido a los mercantes en el viaje de ida.
Teoricamente, pues, no era una flota, porque ésta por definición califica la "reunión, con
serva o convoy de varios buques mercantes que se dirigen a punto determinado, condu
ciendo frutos u otros efectos"21. Las amenazas de guerra con Inglaterra —que contenía
la insurgencia de sus Trece Colonias norteamericanas, desde 1776— justificaron que la
Armada no recogiera a mercantes, a fin de evitar la incorporación de embarcaciones de
"poco andar y menos barlovento ... pues no sólo retrasan el viaje, sino que lo pueden
poner en contingencia en que se hallan"22. El Comandante argumentaba, además, que "la
diferencia que hay entre los viajes viniendo [de España] a los del regreso, pues en estos
últimos es mas importante aprovechar los buenos tiempos".
La Administración apremiaba que el regreso a Cádiz se verificase con celeridad,
evitando los tiempos muertos. Un bando del virrey en mayo de 1777 advertía que los
registros de mercancías para la exportación a Cádiz se cerrarían el 1 de octubre y el Rey
lo aprobaba, meses después, según el desfase que provocaban las largas travesías en cual
quier correspondencia. Así que forzado por estos condicionantes, se establecía la salida
para enero de 1778. Además la Secretaría de Indias facilitaba a Ulloa una orden poco
frecuente: la Armada seguiría una derrota inusual en el tráfico de este comercio. No se
acercaría a Azores, sino que después de remontar el Canal de Bahamas se acercaría a
Canarias y "dar fondo en el puerto de Santa Cruz de Tenerife u otro de Canarias, por

20 Estos catorce mapas y planos se hallan casi todos ellos en España: repartidos entre el MN y la BN.
Uno, en la BNM. Se describen pormenorizadamente todos, y cada uno de ellos, en Solano [2], pags. LXX-LXXV.
21 O'Scanlan [21], pág. 278.
22 Ulloa a Galvcz, México 27 de agosto 1777. AGI, México 2987. En Solano [2], pág. CXXIX.

230
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

haber sabido que hay novedad de guerra en Europa. Quiere el Rey que, en este caso, pida
VS cuántos auxilios necesite, para desembarcar y poner tierra adentro, en paraje seguro,
el tesoro de la Flota"23.
El volumen del dinero del Estado y el que los particulares mexicanos enviaban para
pago de sus importaciones era realmente crecido: cerca de veintidós millones de pesos,
de lo que Bucareli y Ulloa se enorgullecen de haber conseguido. El virrey, por haber
aplicado una correcta política económica, activando la labor acuñadora de la Casa de
Moneda, saneando la hacienda del virreinato y propiciando diversas actividades, agili
zando el comercio, que se traducían en provechosas importaciones. Antonio de Ulloa,
por su lado, se sentía satisfecho por transportar un tan crecido "registro de plata, oro,
cobre, grana y otros productos" que alcanzaba tamaña cantidad: exactamente 21.960.002
pesos
En La Habana a la Flota se unen otros dos navíos, el 'San Lorenzo' y el 'Santo
Angel', que reciben cada uno parte de aquellos caudales, a fin de diversificar la carga,
como precaución en casos de peligros (ataques o accidentes). Y dirigiendo la navegación
de los cuatro navíos, la Flota de la Nueva España, última de Indias, entraba en Cádiz el
29 de junio de 1778, después de 178 días de navegación. Había salido el 16 de enero de
ese año, llegando a La Habana el 13 de febrero. En La Habana permanece un mes, salien
do el 1 de marzo para, siguiendo una derrota infrecuente, llegar a Santa Cruz de Tenerife
el 20 de mayo. Y en Cádiz, el 29 de junio. Se concluía así la peripecia de la Flota de la
Nueva España, última que se llevó a cabo en el sistema de navegación ultramarina, segui
do sobre el monopolio de un tráfico marcado sobre unos puertos únicos. El nombre de
Ulloa como último comandante de este sistema de navegación agrupada se destaca con
la dirección de una doble travesía, que concluía en la Bahía de Cádiz "felicísimamente,
sin haber experimentado avería, ni quebranto en este largo viaje"25. Ultimo viaje y record
de lentitud en la travesía: 178 días, ¡¡mas de seis meses!!

La desafortunada campaña de las Azores


La guerra de Antonio de Ulloa, 1779/1783

La Campaña de 1779 de las islas Terceras, en Azores, no aparece reseñada en nin


guna historia naval. Pero representó, en su día, parte de una brillante maniobra estraté-

23 Gálvez a Ulloa, La Granja 2 septiembre 1777. AGI, México 2987.


24 "Estado que manifiesta el Registro de plata, oro, cobre, grana y otros productos que han sacado del
puerto de Veracruz los dos navíos de guerra 'España' y 'Dragón', capitana y almiranta de Flota, del mando
del Sr. Jefe de Escuadra Don Antonio de Ulloa", AGI, México 2987.
Estas cifras deben ser corregidas en las indicadas por otros historiadores: José Joaquín del REAL apun
ta un millón de pesos en 1959 ("Las Ferias de Jalapa", Anuario de Estudios Americanos. Sevilla, XII, pags.
167-310). Referencia que toma Vázquez de Prada, Valentín, en 1968 ("las rutas comerciales entre España y
América en el siglo XVIII". Anuario de Estudios Americanos. Sevilla, XXV, págs. 197-241).
25 Ulloa a Bucareli, Cádiz 17 de julio de 1778. En Solano [2], carta n.° ????????

231
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

gica, que pretendía causar a Inglaterra —junto a acciones atrevidas y ambiciosas— muy
serias derrotas en sus fuerzas navales. En ella tomaba parte Antonio de Ulloa, al mando
de una de las dos escuadras que se desplazaron a aquel archipiélago portugués. Como la
campaña no tuvo resultados positivos, el olvido fue el resultado mas rápido. Sin embar
go para Antonio de Ulloa, teniente general de la Armada, fue la mas negativa de sus
actuaciones: porque fue cuestionado su mando, causa por la que los aliados francoes-
pañoles no lograron la derrota de Gran Bretaña. A los tres meses de empezada la con
tienda, Ulloa fue sometido a un largo proceso, que concluyó casi a la par que la guerra.
Proceso técnico en el que fueron analizadas las directrices náuticas dadas por Ulloa duran
te toda la mencionada campaña: era juzgado, pues, el Ulloa marino, que tuvo una nota
ble trascendencia, contribuyendo a deteriorar el nombre y la imagen del científico26. Fue
entonces cuando éste juzgó indispensable escribir un informe sobre su actución en las
islas Azores "para inteligencia de mi posteridad", al que puso este significativo título:
Justa vindicación de mi honor y noticia circunstanciada de mi conducta para inteligen
cia de mi posteridad, explicando con los documentos originales, la que observé en la
Campaña que hice a las Islas Terceras, en el año de 1 779
Resulta éste un texto de capital importancia, no sólo porque señala con gran lujo
de detalles la participación del científico Ulloa en la única guerra en la que tomó parte
de forma activa, sino por la doble autodefensa que hizo: primero en el consejo de gue
rra mencionado; después, ya absuelto, para devolver a su buen nombre la fama que querían
despojarle.

La tercera guerra francoespañola contra Inglaterra del siglo XVIII

A los veinte años de comenzarse la Guerra de los Siete Años (1756/1763) se da


inicio al conflicto angloamericano que durará, igualmente, siete años y que enfrentará a
los mismos contendientes: aunque la incorporación a la lucha abierta no se produzca de
forma simultánea, participando primero Francia (1778) que España (1779). Iniciadas las
tensiones coloniales en 1776, los reyes Borbones de Francia y España estimaron como
coyuntura favorable incorporarse a la guerra, con el propósito de recuperar las pérdidas

26 El propio Ulloa procedió a defenderse en un largo texto: Justa vindicación de mi honor y noticia
cicunstanciada de mi conducta... en la Campaña que hice a las Islas Terceras en el año de 1779. En BU, Ms.
311-177, 173 fols.
Los datos y referencias utilizados en esta parte proceden de esta fuente, salvo indicación en contrarío.
27 Este texto fue calificado como impreso por Méndez Bejarano, Mario, en 1916 (Bio-bibliogrqfía de
Ultramar o papeletas bibliográficas de escritores nacidos en la provincia de Sevilla que han tratado de las
tierras de Ultramar. Sevilla, III, pág. 38) y ha desorientado a los estudiosos que lo han buscado infructuosa
mente desde entonces. Y como folleto fue nuevamente notificado por Guillén Tatoen 1936 [4,] pág. 253.
Igualmente por Solano en su Estudio Bibliográfico de Antonio de Ulloa [2], pág. LXXXVII1: hasta su reloca
lización en Sevilla.

232
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

territoriales que Inglaterra les había infringido en las dos guerras precedentes —en
1739/1748 y en 1756/1763—, sancionadas en los tratados de paz consiguientes de Aquisgrán
(1748) y de París (1763).
Cuando se incorporaron España y Francia la guerra se encontraba bastante avan
zada. Los políticos estudiaron la entrada de España con cuidado extremo, sabiendo que
los apoyos a unas reivindicaciones independendistas —como las de los colonos ingleses
de América— no era una feliz iniciativa, pero juzgaron que geoestratégicamente la gue
rra resultaba muy oportuna en la que, teóricamente, podían recuperarse los espacios que
se habían perdido en la península (Gibraltar, Menorca) y en América (Belice, Roatán y
las otras islas de Honduras, las Floridas e, incluso, Jamaica). Las bazas hispanofrance
sas suponían, pues, como una revancha al papel protagonista inglés en las guerras ante
riores y, sobre todo, el que ocupaba en el comercio intercontinental.
La colaboración hispanofrancesa en esta guerra contra Gran Bretaña se distingue
por la ambición de sus planes de conquista. Los aliados planean, para ello dos amplios
proyectos: uno en Europa, en Inglaterra, Gibraltar y Menorca; el segundo, en América.
Ambos proyectos tienen tiempos y resultados diferentes: en 1779 y 1780 en las costas
del Canal de la Mancha, Azores y Gibraltar las escuadras y los ejércitos aliados no alcan
zan los éxitos deseados; mientras en 1781/1783 se logran en Mallorca y casi todos los
objetivos proyectados en América.
Pero no es ocasión, ni propósito, describir las vicisitudes de esta contienda. Pero sí
los preparativos para la invasión de Inglaterra, que se verificaría sobre dos ámbitos:el
Canal de la Mancha, donde escuadras francoespañolas llevarían ejércitos franceses a
Inglaterra; y el archipiélago portugués de Azores, lugar de la reunión de convoyes pro
venientes de Hispanoamérica y de Filipinas, pero también lugar de arribada de convoyes
y escuadras inglesas, a donde fueron enviadas dos escuadras españolas: una; la manda
ba Ulloa; Lángara, la segunda.

Estrategia y preparativos bélicos en dos actos:


la invasión de Inglaterra y la Campaña de las Terceras (Azores)

La participación en la guerra, las actuaciones y los escenarios de los enfrentamientos


fueron detenidamente estudiados por los políticos y los estrategas de los Consejos y de
las secretarías de Castilla, Indias y Marina. La coordinación con Francia fue, asimismo,
estrecha: confiando en que la colaboración de fuerzas conjuntas (militares y navales)
duplicaría la efectividad, en un momento en que Gran Bretaña se hallaba ocupada en apa
gar los fuegos independistas de sus colonias del Este de América del Norte. Para dar fuer
za jurídica a la alianza francoespañola se suscribe un tratado secreto (12 abril 1779), por
el que se ratificaba el III Pacto de Familia de 1761.

233
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

El primer (y mas importante) capítulo de la guerra resultaba la invasión de Inglaterra,


que se procedería con las ayudas de las armadas de Francia y España, aunque con tro
pas exclusivamente francesas. El proyecto se hallaba muy elaborado —practicamente
desde mediados 1778—, viniendo la ayuda española a perfeccionarlo. Se pretendía colo
car en Inglaterra a un importante contingente de tropas, mientras la armada se ocupaba
de alejar cualquier contingencia. Además, se estimaba que para esas fechas Inglaterra,
con sus barcos repartidos en Ultramar, apenas disponía en la isla de unos 30 navíos aptos,
mientras la armada conjunta francoespañola sobrepasaba el centenar de buques, entre
navíos de línea y fragatas. Este volumen representaba una extraordinaria fuerza operati
va, que daba confianza y seguridad en los propósitos de los aliados.
La reunión de las armadas aliadas se procedería en el noreste de Galicia, en las islas
Sisargas, estando las escuadras francesas al mando del teniente general conde de Oervilliers.
La armada española, por su lado, se componia de cuatro escuadras, al mando del tenien
te general Luis de Córdoba. La siguiente acción de la "armada combinada" era recoger,
en Dunkerque, Brest y Havre, a unos 40.000 franceses, transportarlos y desembarcarlos
en Inglaterra.
Como medida precautoria para impedir que escuadras inglesas, situadas lejos de la
isla, vinieran a socorrerla durante las operaciones de invasión, dificultando la acción de
los navíos hispanofranceses, se enviarían escuadras a Azores: con la misión tanto de pro
teger a los mercantes españoles que regresaban de las Indias a España, como operar "al
corso para batir a los enemigos en aquellos mares". Antonio de Ulloa fue escogido y
nombrado por el Rey —y notificado a través de la Secretaría de Marina— para hacerse
cargo de esta comisión en las Islas Terceras, al frente de una escuadra de seis navíos y
dos fragatas. Se le premiaban, así, los magníficos resultados conseguidos comandando la
Flota de la Nueva España. La primera comisión, además, después de su ascenso a tenien
te general de la Armada.
La ruptura de relaciones se notifica el 21 de junio de 1779. La armada española
sale de la bahía de Cadiz al dia siguiente: Córdoba y las cuatro escuadras, al mando de
Andrés Cantin y Miguel Gascón. Con ella sale la cuarta escuadra, mandada por Ulloa,
que navega unida hasta las islas gallegas de Sisarga, de donde Ulloa se aparta para su
destino azoriano.

El desarrollo de la guerra fue desigual, con un resultado bastante negativo durante


los primeros dos años (1779, 1780), lo mas opuesto a las esperanzas y expectativas que
habían deseado los aliados hispanofranceses. Gran Bretaña, con una intensa guerra colo
nial en América del Norte, y los frentes abiertos provocados con su guerra contra España

234
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

y Francia, lograba repeler cuantas agresiones inventaban sus enemigos e, incluso, salir
victoriosa en algunos lances.
Lo mas notable, el fracaso de la proyectada invasión a Inglaterra: operación no muy
conocida, porque los franceses se preocuparon en silenciarla y los españoles procuraron
olvidarla, con excusas del fracaso en la peligrosidad de los vientos. La invasión, calcu
lada por los estrategas galos, se verificó durante los meses de julio y agosto de 1779: el
embarco de las tropas francesas se realizó con lentitud y torpeza, gastando un tiempo que
luego fue justificado como culpable. Y así el intento de desembarco en Plymouth se des
vaneció por completo, gracias no a la habilidad de las escuadras inglesas, sino a los vien
tos adversos que desbarataron a la "armada combinada" francoespañola, que regresó a
sus bases gaditanas, menos la escuadra de Miguel Gastón, que quedó en Brest.
La Campaña de las islas Terceras de Azores, por su lado, fue una operación menor,
aunque significativa. Fue acometida por dos escuadras, que salieron de Cádiz en fechas
distintas y con derrotas diferentes: una, al mando de Antonio de Ulloa, salió de Cádiz el
21 de junio de 1779 siguiendo hasta las islas Sisargas, junto a la armada de Luis de
Córdoba; y desde Galicia siguió en derechura hasta Azores; otra, al mando del brigadier
Juan de Lángara, hijo de otro ilustre marino de igual nombre, salió de Cádiz a finales de
junio, dirigiéndose directamente al archipiélago portugués. Llevaban ambos jefes el encar
go de proteger a las naves españolas de las amenazas corsarias, que operaban en las pro
ximidades de las Azores: derrota inevitable de la navegación a vela hacia España, por las
islas de Cuervo y Flores, las mas occidentales de Azores.
No obstante, la expedición de Ulloa, lo mismo que la de Lángara, sólo encontra
ron dificultades. Dos fortísimos temporales desarbolaron a numerosos barcos de los diez
navíos y cuatro fragatas que sumaban ambas escuadras, dejando muy averiado y en pési
mas condiciones de navegabilidad a 'El Gallardo', que Ulloa logró, con su habilidad, sos
tenerlo y reintegrarlo a Cádiz, mientras Lángara no pudo hacer lo mismo con su navío
insignia, que tuvo que abandonar. Pero resultaron dos expediciones infructuosas, además,
porque apenas pudieron proteger a las embarcaciones españolas y no se encontró escua
dra inglesa a la que abatir. Toda clase de explicaciones dio Ulloa al Rey y a su minis
tro, pero éste no quedó convencido de ellas: no había atendido a las embarcaciones
mercantes —y hasta unas ventitantas habían sido apresadas por los ingleses— y había
cometido errores culpables en una tan alta autoridad, por lo que se le separaba del ser
vicio en octubre de 1779, confinándole en su domicilio de la Isla de León. Siguiéndosele
varios procesos por la Junta de Departamento y luego diversos consejos de guerras por
un tribunal presidido por el capitán general.
La fama y la gloria del científico Antonio de Ulloa, también como marino, estu
vieron en entredicho hasta 1783 en que, finalmente, fue absuelto y confirmada la sen
tencia por Carlos III en marzo de 1783. Pero no acabó por ello la guerra del propio Ulloa,
decidido a vindicar su honor.

235

i II
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Canal de la Mancha/Azores,
los dos escenarios de la primera parte de la guerra

La primera parte de la guerra contra Inglaterra es exclusivamente naval. Tenía —


siendo el objetivo la invasión de Inglaterra— como objetivo principal el Canal de la
Mancha. La escuadra española quedaba conformada por diversas secciones o divisiones,
con diez navíos cada una, comandada cada una de ellas por un prestigioso teniente gene
ral. La primera quedaba bajo el mando de Luis de Córdoba, que asimismo lo tenía sobre
toda la escuadra; siendo su buque insignia la 'Santísima Trinidad' el navío emblemático
de la armada española, con 120 cañones y una dotación de 900 hombres. La segunda
división quedaba dirigida por Antonio de Ulloa, desde 'El Fénix' (80 cañones, 600 hom
bres); la tercera, por Miguel Gastón, desde 'El Rayo' (80 cañones, 600 hombres) y la
cuarta por Adrián Caudron de Cantin en 'El Monarca' (igual cantidad de artillería y dota
ción)2*. Las cuatro divisiones salieron juntas desde Cádiz, hasta las Sisargas, junto al cabo
Finisterre, en Galicia, donde se reunirían con la escuadra francesa, al mando del conde
de Oervilliers. Desde donde procederían hacia el Canal de la Mancha.
La escuadra de Ulloa, por su lado, protagonizaría el segundo acto: allegándose a
las islas Terceras —las centrales de las nueve que confirman el archipiélago portugués
de Azores. El propósito de esta decisión, tan alejado del Canal de la Mancha, era colo
car un punto de fuerza en el espacio geográfico mas sensible del tráfico marítimo español;
aunque también inglés. En efecto, por el paralelo 40° y en las islas mas occidentales de
Azores se producía la llegada de los barcos que hacían el comercio ultramarino español.
Pero naves inglesas operaban en aquella recalada, del tráfico con las Antillas inglesas y
Guayana, asi como la India. El archipiélago resultaba, pues, doble punto de encuentro de
los mercantes españoles y de los ingleses, lo mismo que de barcos de guerra al acecho
de la presa enemiga. Una zona peligrosa, en fin.
La división de Ulloa constaba de cuatro navíos y dos fragatas. Entre los primeros,
'El Fénix' (su comandante, el capitán de navío Francisco Melgarejo), 'El Gallardo' (70
cañones, comandante el capitán de navío Alberto Olaondo), 'El Diligente' (70 cañones,
Antonio Albornoz) mientras el Marqués de Medina era el comandante del 'San Julián'
(70 cañones). Las fragatas 'Santa M.* Magdalena' y 'Santa Mónica' —cada una con 28
cañones— llevaban como comandantes, respectivamente, a los capitanes de fragata Manuel
Núñez Gaona y Pedro Leiva. Esta escuadra, en fin, se componía de una dotación de unos
3.000 hombres, y una artillería de 350 cañones.

Campaña de las Azores: desarrollo y resultados

La comisión de Ulloa a las Azores empieza, practicamente, el mismo dia en que el


teniente general Córdoba le entrega las instrucciones a que debía atenerse, es decir, el 23

28 Estudia porinenorizadainentc los preparativos y vicisitudes de la guerra. Fernández Duro, Cesáreo:


Armada Española. Madrid 1973, VII, caps. XI-XV1II. págs. 208-344.

236
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

de julio de 1779, cuando ya la escuadra llevaba un mes de navegación, lo que había mer
mado en un 25% las reservas alimenticias y en un 20% las de agua. Las Instrucciones pre
cisaban su destino: Antonio de Ulloa debía dirigirse desde las islas Sisargas a las de Cuervo
y Flores, las mas occidentales de las Azores, con el objetivo concreto de que "proteja nues
tro comercio e intercepte el de los ingleses, atacando y batiendo sus embarcaciones de
guerra y mercantes". Con estas órdenes las seis embarcaciones de la escuadra se dirigen
desde el noroeste español hacia el archipiélago portugués, cubriendo esta distancia en "un
mes y dos días": treinta y dos dias de navegación, viaje ciertamente "muy dilatado", en
el que padecieron el primer temporal, el 15 de agosto. Ese dia comenzó con un

viento noroeste favorable para el rumbo, pero tomó tanta fuerza y levantó mares tan grue
sas, que no pudiendo aguantarlo la fragata 'Santa Mónica' se separa de la escuadra

sufriendo los navíos las consecuencias: 'El Fénix' rompió las vergas mayores, 'El Diligente'
las de gavia y el 'San Julián' el trinquete. Es éste uno de los cargos en los juicios: la
separación de una fragata, que no vuelve a juntarse con la escuadra: culpando al jefe de
ella de torpeza en las instrucciones que dio a sus comandantes.
El 23 de agosto se avista la isla Tercera y desde el 26 de agosto al 1 de septiem
bre la escuadra —reducida a cinco barcos —"corre el paralelo entre los 39.1/2° y los
40.1/2° por la parte Este de la isla Cuervo": tal como se le había ordenado. Aunque tal
vez estos únicos cinco dias sean muy escasos, Ulloa y sus comandantes intentan cumplir
su misión, para la que el comandante fue verificando unas muy precisas normas para
casos especiales, que fue notificando, sucesivamente, a los barcos de su escuadra:

— así, el 1 de agosto señalaba los puntos de reunión en caso de separación de las


embarcaciones N,
— el 17 de agosto apuntaba lo que debía realizarse en caso de accidente grave: el
buque afectado se reintegraría a España, si podía, o a Angra (Terceira), aunque
su puerto era muy "desabrigado".
— el 22 del mismo mes fijaba los parajes de reunión para el crucero y las actitu
des que deberían ejecutarse en los encuentros con otros buques Jn,
— el 8 de septiembre Ulloa precisa la fecha del tornaviaje: el 20 de septiembre,
adelantando diez dias la fecha marcada por el ministerio. Fue ésta una decisión
obligada por los muy serios contratiempos que se habían sufrido —temporales,

29 Para "Los puntos de reunión en caso de separación de los barcos de la escuadra" Ulloa establece
soluciones según los casos: si la separación es producida por algún accidente grave, el primer paraje de reu
nión sería la parte Norte de la isla Terceira, y el barco separado se detendrá allí bordeando durante venticua-
tro horas. Si en este tiempo no le descubre la escuadra, seguirá hasta los 39.1/2°. entre las islas de Cuervo y
Flores, a una distancia de unas ocho leguas, al oeste.
30 "Si se avistase una embarcación, irá [el comandante] en su seguimiento hasta reconocerla. Si es
enemiga y con fueras superiores, la evitará: si las fuerzas fueren iguales o inferiores procurará batirla y apre
sarla", en Justa vindicación, [26|, fols. 73-74.

237
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

notable disminución de aguada y pan; escorbuto en un importante número de la


tripulación, y muy serios daños en 'El Gallardo', por lo que el crucero no podía
mantenerse hasta el 1 de octubre. La derrota sería desde los 39°45' hasta los 40°
15' de latitud, lugar por donde operaba el crucero de la escuadra, hacia el Cabo
da Rocha, en Portugal —el punto mas occidental de Europa, "donde a terra
acaba e o mar comeca" en palabras de Camóes—, haciendo el corso en ese
tránsito.
Los resultados de las expediciones a Azores —las escuadras de Ulloa y de Lángara
Huarte— fueron escasos. Practicamente nulos desde el punto de vista militar, lo mismo
que la ambiciosa operación de la invasión de Inglaterra. Pero inutilizadas estas primeras
bazas, se pasaron con rapidez a las siguientes: el sitio y cerco de Gibraltar, por mar y
tierra. En donde ya Antonio de Ulloa no tomó parte: órdenes fulminantes le obligaban a
ir a la Isla de León, para someterse a una serie de procesos y consejos de guerra.

Los consejos de guerra y la vindicación del honor de Ulloa

Los procesos y consejos de guerra de 1779/1782 no fueron los únicos a que fue
sometido Antonio de Ulloa, aunque sí los mas graves para él mismo. Por casi todos los
lugares por donde fue pasando, dejó un rastro procesal que no ha sido lo suficientemen
te estudiado: en 1736, junto a Jorge Juan fue acusado por el Presidente de la Audiencia
de Quito, por desacato; en 1741 fue acusado por el Capitán General del Reino de Chile
por abandono de órdenes recibidas; en 1752 y 1753 por los ingenieros y trabajadores del
Canal de Castilla; en Huancavelica y en Lima, durante su tiempo como superintendente
de aquella mina; en 1766 en Nueva Orleans, por los franceses que no deseaban ser sub
ditos del Rey de España. Pero en 1779 los procesos a su actuación como marino le pare
cen injustos e injustificados. Para el teniente general Antonio de Ulloa el consejo de
guerra significaba, sencillamente, un "feo borrón" en su admirable hoja de servicios. Los
juicios resultaban "un ruidoso proceso", "notorio desaire", "sensible bochorno", "sinies
tro juicio" que le producían, personalmente, "mortificaciones" y "abatimiento". Porque
los procesos resultaron

gravísimo detrimento contra el honor, concepto y estimación del suplicante, y pide de la Real
Piedad el medio para indemnizarse de cuántos cargos, imputaciones y sospechas, aunque
sean leves, se hayan formado contra su conducta "

La navegación de la escuadra alcanzó cien dias: pero los protagonistas del Consejo
de Guerra fueron estas jornadas empleadas desde Sisargas a Cuervo, y desde ésta isla a
Cádiz. Hasta ventiseis cargos se le hicieron a Ulloa, especificados en el Interrogatorio

31 Representación de Antonio de Ulloa al Rey, Isla de León, 14 de enero 1780. En Justa vindicación
[26], fol. 138.

238
F. SOLANO - ANTONIO DE ULLOA, MARINO

que se le pasó durante el primer y siguientes procesos. A todos ellos contestó oportuna
y precisamente el marino, con largas explicaciones técnicas. En todos los procesos fue
declarado absuelto, pero el Rey no confirmó las sentencias, por lo que abrieron nuevas
diligencias procesales.
En total los procesos fueron cinco, sustanciados los tres primeros por Juntas y en
Consejo de Guerra los dos últimos. Las juntas operaron como reuniones de las mas altas
autoridades del Departamento, teniendo caracter reservado y secreto, sin la presencia del
encausado, ni defensor. Tenían, pues, un carácter de información indagatoria, comuni
cando finalmente sus resoluciones al Rey y al secretario de Marina. La primera junta se
reunió un dia a la semana, a partir de noviembre de 1779. En junio de 1781 comenzó el
Consejo de Guerra: el culpado se defendió a si mismo. Pidió, por ello, estar presente,
"según se permite por las Ordenanzas Generales de la Armada, para que expongan el
derecho de las partes". Así se refleja, en efecto, en la ordenanza I.V.IO, pero el Consejo
no lo juzgó conveniente, por lo que Ulloa pasó al Mayor General Moreno la Exposición
que el Teniente General de la Real Armada Don Antonio de Ulloa de la Torre hace al
Consejo de Guertra sobre los puntos del Interrogatorio en que ha declarado ante el
Mayor General de la Armada D. Buenavntura Moreno y sirve de defensa. 32
En febrero de 1 782 el Consejo Supremo de Guerra que juzgaba la actuación de
Antonio de Ulloa libre de todo cargo en la Campaña de las Azores. El 1 1 de marzo , el
ministro de Marina Pedro González de Castejón, le comunicaba que el Rey se confor
maba con el dictámen del Consejo de Guerra y le declaraba absuelto. El marino, en su
Justa vindicación, encontraba unas frases demasiado escuetas para compensar

la satisfacción de los desaires y del descrédito en que, injustamente, se intentó poner a mi


conducta.

Para corregir los malos efectos de este juicio, el propio Ulloa cuidó de que "la pos
teridad", por la que batalla todo caballero y también un científico, supiera de las insidias
que se le habían montado, escribió una enérgica descripción de lo sucedido, en la que
incluyó todo el aparato documental que acarreó la Campaña a las azores y los juicios.
Antonio de Ulloa tuvo, además, un cuidado extremo con este manuscrito —que deno
mina Justa Vindicación—. Para evitar que se perdiera o se olvidara en un archivo pri
vado el marino lo cedió a la Biblioteca de San Acacio, de Sevilla, para que en ella se
custodiara, dando fe de la rectitud de sus actos. Y así ha sido: pasando los fondos de la
vieja biblioteca del convento agustino —donde era fraile su hermano Cenón— a la
Biblioteca de la Universidad de Sevilla, la Justa Vindicación se encuentra allí ubicada,
sirviendo eficazmente para la definición de esta parte de la vida —no muy conocida—
de Antonio de Ulloa de la Torre: que se ofrece, publicamente, aquí por vez primera."

32 Ulloa, ídem, fol. 23.


33 Se trata mas ampliamente en el Capítulo VIH de mi obra El científico Antonio de Ulloa: Biografía
de un marino. En prensa.

239
ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

Antonio Orozco Acuavtva


Real Academia Hispanoamericana

a Real Academia Sevillana de Ciencias, de la hermana ciudad hispalense,


ha tenido la oportuna idea de organizar un Homenaje peripatético en memo
ria de don Antonio de Ulloa. Tanto en Sevilla, donde hemos asistido a
importantísimas conferencias y al descubrimiento de una lápida en su casa natal, así como
en la ciudad de San Fernando, donde tras largos años al servicio de la Marina se encuen
tra enterrado Ulloa, como hoy en esta capital, donde guardamos el grato recuerdo de sus
años juveniles en la Real Academia de Caballeros Guardias Marinas y de las sucesivas
ocasiones que estuvo en esta ciudad con motivos de sus embarques y expediciones; en
todos estos actos se ha tratado con altura científica e historiográfica la figura del eximio
navegante.
Hemos, por lo tanto, de aplaudir la iniciativa de nuestra compañera Academia sevi
llana, así como el respaldo que ha encontrado en la vieja Universidad Hispalense, como
también hemos de manifestar nuestro agrado por participar corporativamente en estos
actos, respaldados igualmente por nuestra joven Universidad gaditana.
Para la Real Academia Hispano Americana, como para Cádiz, don Antonio de Ulloa
es personalidad admirada y recordada. Su nombre figura junto al de Jorge Juan en varias
lápidas que orlan las calles de Cádiz, en testimonio del aprecio que esta ciudad siempre
sintió por tan destacados marinos.
En el día de hoy hemos tenido la oportunidad de participar en estos actos conme
morativos, tanto en el Real Instituto y Observatorio de Marina en San Fernando, donde
nuestro Vicedirector Primero, el Contralmirante don Alberto Orte Lledó, que fue Director
de dicho Observatorio, nos habló de "Antonio Ulloa, astrónomo". Ahora mismo, nues
tro Académico Correspondiente el Ilmo. Sr. D. Francisco de Solano y Pérez Lila ha pues
to realmente el broche de oro a estas exposiciones orales, porque no en vano es actualmente
el mejor biógrafo de Antonio de Ulloa, y a él tenemos que referirnos inevitablemente
todos los que nos aproximamos a este tema.
Mi participación, por lo tanto, sólo está justificada por la delicadeza de los organi
zadores en relación al protocolo académico. Muchas gracias, pues, en nombre de la
Corporación que represento.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 241-255 241


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Ulloa, viajero ilustrado

Que Antonio de Ulloa fue un ejemplo paradigmático del hombre de la Ilustración,


abierto a todos los conocimientos de su época, no es una novedad. Ya nos lo han referi
do sus biógrafos y así nos lo narra el viajero Joseph Townsend 1 que le estima "un ver
dadero filósofo, ingenioso e instruido, vivo en su conversación, libre y llano en sus
maneras".
Cuando Townsend ingresa en su habitación se sorprende: "Ese grande hombre es
de una pequeña estatura, extremadamente delgado e inclinado por los años; le encontré
vestido como un campesino y rodeado de sus numerosos hijos, el más joven de los cua
les, de dos años de edad, jugaba sobre sus rodillas". Y continúa el viajero: "Veíanse allí
confusamente dispersados las sillas, las mesas, los baúles, las cajas, los libros, los pape
les, una cama, una prensa, sombrillas, trajes, herramientas de carpintero, instrumentos de
matemáticas, un barómetro, un péndulo, armas, cuadros, espejos, fósiles, minerales, con
chas, una caldera, lebrillos, jarros rotos, antigüedades americanas, dinero y una curiosa
momia de las islas Canarias...".
Así habría de ser un hombre del siglo XVIII, perteneciente a esa clase media o
"mediana", como la llama Maravall 2, de magistrados, funcionarios civiles o militares o
educadores, imbuidos todos de un afán enciclopédico de saber y animados por una curio
sidad sin límites. Por eso fueron todos unos impenitentes viajeros.
No vamos a hacer ahora una serie de "vidas paralelas" de viajeros de la Ilustración,
pero sólo refiriéndonos a nuestro ámbito más cercano recordemos a los gaditanos Marqués
de Ureña y Pedro Alonso O' Crouley "el Anticuario".
Don Gaspar de Molina y Zaldivar, III Marqués de Ureña —cuya figura conviene
recordar porque no en vano fue el arquitecto del Observatorio Astronómico que esta
mañana nos alojaba—, fue un erudito que abarcó las más diversas materias y nos dejó
un interesante cuan voluminoso Viaje Europeo, que fue objeto de una cuidadosa edición
por nuestra malograda compañera de la Academia de Bellas Artes, doña María Pemán
Medina3.
El otro contemporáneo de Ulloa citado es el comerciante gaditano Pedro Alonso
O'Crouley, conocido como "El Anticuario" por sus celebradas colecciones numismáti
cas y pinacoteca, y fue estudiado por nuestro compañero de corporación el P. Antón

1 Townsend, José: "Viage a España hecho en los años 1786 y 1787". En Viajes de extranjeros por
España y Portugal. Madrid. Aguilar. 1962. t. III, pág. 1.564.
2 Maravall, J. A.: "Mentalidad burguesa e idea de la Historia en el siglo XVIII", Revista de Occidente,
1972, 107, pags. 250-286.
3 Pemán Medina, María: El Viaje Europeo del Marqués de Ureña (1787-1788) Unicaja. Cádiz,I992,
pág. 46 y ss.

242
A. OROZCO ACUAVIVA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

Solé4. Fue autor durante su estancia en México de una interesante Idea compendiosa del
reyno de Nueva España, cuya única edición, para bochorno nuestro, es una traducción
inglesa5. Precisamente Antonio de Ulloa también dejó una Descripción de la Nueva
España, que permaneció inédita hasta que tuvo la fortuna de ser editada, en castellano,
en 1979 por Francisco de Solano en la Universidad Nacional Autónoma de México.
En todos los textos de Antonio de Ulloa se pone de evidencia el interés por los
temas históricos, que gusta de investigar, lo cual es también una singularidad de los via
jeros ilustrados, que concuerda no sólo con sus nuevos presupuestos intelectuales, sino
también políticos. Adviértase que todos estos viajeros que abordan los temas históricos
están preocupados por el conocimiento histórico porque están animados por un deseo de
reforma —no de cambio brusco del país—, y la historia es para ellos un instrumento crí
tico; y por lo tanto frente a las historias dinásticas, militares o eclesiásticas, redactadas
hasta entonces, se interesan ahora por historias particulares, como vemos, entre otros, en
Mayans, Moratín, Macanaz, Jovellanos o Campomanes6.
Tanto en la Relación Histórica del Viaje a la América Meridional7, como ahora en
sus Noticias Americanas*, la visión historiográfica de aquellos países y culturas está tam
bién permanentemente presente en la obra de Ulloa.

El sentido pedagógico en Ulloa

Una imagen de la curiosidad inagotable de este hombre ilustrado es la que nos pre
senta él mismo, poco antes de su muerte, cuando redacta en Cádiz su testamento de fecha
19 de agosto de 1794".

4 Para su biografía cf.: Antón Solé, Pablo (1965): "El anticuario gaditano Pedro Alonso O'Crouley",
Archivo Hispalense, (2.* ép.), págs. 136.
5 Description of the Kingdom of New Spain by Sr. Dn. Pedro Alonso O'Crouley. 1774. Translated
and cdited by Sean Galvin. Pub. by Alien Figgis. Dublín,l972.
6 Cf. Carreras Panchón, Antonio: Joaquín de Villalba (1752-1807) y los orígenes de la historiografía
médica española. Málaga, 1984. Universidad de Málaga, pág. 100.
7 Se ha seguido la edición facsímil de la Fundación Universitaria Española. Madrid, 1978. 2 vols.
8 Ulloa, Antonio: Noticias americanas: entretenimientos phisico-históricos, sobre la América Meridional,
y la Septentrional Oriental. Comparación general de los territorios, climas y producciones en las tres espe
cies vegetales, animales y minerales: con relación particular de las petrificaciones de Cuerpos marinos de los
indios naturales de aquellos países, sus costumbres, y uso: de las antigüedades: discurso sobre la lengua, y
sobre el modo en que pasaron los primeros pobladores. Madrid. Imprenta de don Manuel de Mena. 1772. (El
ejemplar manejado de la Biblioteca de la Facultad de Medicina de Cádiz tiene dedicatoria autógrafa de Ulloa
a "Dn. Jph Raba como compañero de su hijo, Antonio de Ulloa, en el viaje alrededor del mundo en la fraga
ta Astrea, concluido felizmente el 17 de mayo 1784".)
9 Arch. Hist. Cádiz. Sig. 120 ff. 92-184.

243
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Tiene entonces 78 años de edad y morirá un año más tarde, en julio de 1795, dejan
do siete hijos vivos10, la mayor de 18 años y la más pequeña de año y medio. Por eso, y
siguiendo las nuevas concepciones que resaltan la importancia del niño, "el niño como
el hombre de mañana", derivadas de las doctrinas filosóficas de Rousseau y las pedagó
gicas de Pestalozzi, que en España se extiende preferentemente por esas fechas precisa
mente por Cádiz", Ulloa va a dejar una cláusula testamentaria totalmente significativa,
en la misma línea que en aquellos momentos está redactando en sus Conversaciones con
sus tres hijos varones, que se publicará en Madrid al año siguiente 12.
El testamento de Ulloa dice así:
Entre las cosas principales a que mi mujer y albacea deben cuidar es la buena crianza,
educación, instrucción de los hijos, porque sin esto no son útiles ni la calidad ni las rique
zas: los buenos modales, las costumbres sanas y los conocimientos generales y particu
lares de las cosas del mundo son los modos por donde los sujetos se hacen recomendables
y dignos de aprecio de las gentes; mediante esto serán apreciados y distinguidos en las
carreras que se hallaren empleados; el mérito de la sabiduría es el verdadero que siem
pre subsiste sin disminución porque es el que proporciona las luces necesarias para la
ciencia.
Es muy escrupuloso Ulloa al elegir las materias científicas que deberán estudiar sus
hijos varones, al especificar:
Los tres hijos, Ventura, Antonio y Xavier se hallan al presente adelantados en la Latinidad,
empezando a traducir con principios de la Lengua francesa y de la Aritmética. Luego que
concluyan la Latinidad deberán empezar el estudio de las Matemáticas, sin dejar el francés,
y seguir con la lengua Inglesa; la Física, el Cálculo y la Química. La Historia Antigua y
Moderna, el dibujo, el baile y algo de Música, siendo todo útil y conveniente que lo sepan
y en llegando a cumplir los 14 años que ya se hallaran imbuidos en estas cosas se les deberá
colocar en la Compañía de Guardias Marinas por ser la más propia y en la que tienen más
ocasión de distinguirse y de sobresalir a correspondencia de las luces que adquieran y de la
aplicación que tengan. Lo mismo se ha de procurar hacer con los dos menores, Martín y
Pepe.
Se aprecia en estos consejos como Ulloa se encuentra en la misma línea pedagógi
ca que en España han iniciado el valenciano Gregorio Mayans y en Sevilla el Asistente,

1 0 "Da. Josefa María de edad de i 7 años. D. Buenaventura de 1 2, D. Antonio de 9 y meses, D. Francisco


Xavier de 8, D. Martín Joseph de 6, D. Jose María de 3 y Da. María del Carmen Concepción de 6 meses"
(Arch. Hist. Cádiz. Sig 120)
1 1 Cfr. Orozco Acuaviva, Antonio: Historia médico-social del niño en Andalucía Occidental y
Extremadura. Sevilla, 1990, pág. 63.
12 Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en Servicio de la Marina, instructivas y curiosas, sobre
las navegaciones y mode de hacerlas, el pilotage y la maniobra: noticias de vientos, mares, corrientes, pajea
ros, pescados y anfibios; y de losfenómenos que se observan en los mares en la redondez del Globo. En Madrid,
en la Imprenta de Sancha. Año de 1795.

244
A. OROZCO ACUAVIVA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

el peruano Pablo de Olavide, cuyo Plan de Estudios para la Universidad de Sevilla estu
dió Aguilar Piñal ". Yo mismo abordé el antagonismo, frente a la retrógrada Universidad
de la época, de los novedosos planes de estudios del Real Colegio de Cirugía 14, en los
que precisamente había influido Ulloa, según su propio testimonio, con el amparo, sin
duda, del marqués de la Ensenada.

Noticias sanitarias en Antonio de Ulloa

Como historiador médico ya hice en otras ocasiones una aproximación a las "noti
cias médicas americanas" recogidas por Juan y Ulloa tanto en su Relación Histórica como
en las Noticias Secretas de América y en las Noticias Americanas de Ulloa ", donde se
citan datos interesantísimos sobre farmacología y bromatología americana "\ así como
sobre enfermedades y los hospitales de la América que visitaron, y que realmente son
aportaciones personales de Antonio de Ulloa, porque ya lo señalan en el Prólogo de la
Relación al decir: "todo lo perteneciente a la Historia y sucesos del viaje" se debe a la
pluma de Ulloa ", mientras que de los temas astronómicos se ocupó Jorge Juan.
En estas obras nos refiere sobre la farmacología americana noticias sobre la corte
za de la quina y sobre la semilla de quinoa o quinua, específico para los abscesos o apos
temas, así como trata del bálsamo de Tolú y del bejuco o habilla de Cartaxena, como
"antiveneno eficaz contra las picaduras de víboras", la canchalagua que es febrífuga y
diaforética y la calaguala, útil para los apostemas y que el propio Ulloa hubo de utilizar
cuando dice en la Relación Histórica: "El día 14, continuando mi viaje llegué a la ciu
dad de Piura siéndome forzoso detenerme allí algún tiempo, así como para que pudiese

13 Cf. Aguilar Piñal, Francisco: Estudio preliminar a Plan de estudios para la Universidad de Sevilla
por Pablo de Olavide. Barcelona, 1969. Ed. Cultura Popular. Para la biografia de Olavide sigue siendo impres
cindible: Defourneaux, Marcelin: Pablo de Olavide. el afrancesado. México. Ed. Renacimiento. 1965. Respecto
a Gregorio Mayans y Sisear vid.: Peset, Vicente: Gregori Mayans i la cultura de la ¡Ilustracio. Documents de
Cultura. Barcelona-Valencia. 1975.
14 Orozco Acuaviva, Antonio: El modelo de enseñanza en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz en el
siglo XVIII. "Gades", 18 (1988), págs. 87-108.
1 5 Orozco Acuaviva, Antonio: Noticias médicas en las "Noticias Secretas de América ", de Jorge Juan
y Antonio de Ulloa. "Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana. 26-27 mayo
1986". Cádiz, 1986. Serv. Publ. Univ. Cádiz, págs. 77-91. Idem: Aspectos médicos en los viajes a América de
Jorge Juan y Antonio de Ulloa. En "Ciencia, Medicina y Sociedad en la España Ilustrada". Valladolid, 1990.
ICE. págs. 39-60.
16 Sobre este aspecto vid.: Orozco Acuaviva, Antonio (1993): El tema alimenticio en la Expedición
de Jorge Juan y Antonio de Ulloa a la América Meridional. En "Actas de las I Jornadas Nacionales de Historia
Militar. (19-22 de febrero, 1991)". Sevilla, Cátedra General Castaños, págs. 275-282.
17 Esta idea que ya expusimos en 1986 (op.cit. n. 6) es compartida por Andrés Saumell (1990) en su
edición de "Antonio de Ulloa: Viaje a la América Meridional. Madrid. Historia 16. Crónicas de América,
59 a, b.

245
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

incorporarse D. Jorge Juan, como para curarme y convalecer de mi caída, experimen


tando entonces la eficaz virtud de la Calaguala, en el pronto efecto con que obra, tan
recomendable y digno de que en Europa haya merecido el alto concepto en que está"...
Claro que Europa no es España, pues posteriormente en las Noticias Secretas, al hablar
de la Calaguala dice: "sólo el faltar en España conocimiento de ella y carecer de las noti
cias de su uso para la medicina puede ser causa de no tener la estimación que le corres
ponde".
En referencia a la patología que observan hay que destacar las terribles epidemias
de viruelas, especialmente entre los indios, "de la cual escapan muy pocos cuando les
dan". Por el contrario, entre los europeos, la enfermedad más común es la chapetonada.
Dice Ulloa, "son tan peligrosas que se experimenta mucha mortandad y destruyen una
gran parte de la gente que va en las Armadas". Respecto a las enfermedades parasitarias
habla de la peligrosa Nigua y de la culebrilla. También describe el famoso pasmo y el
mal del bicho y la amaurosis por cataratas y otras oftalmías.
Los hospitales coloniales fueron objeto de su atención y crítica, especialmente los
de los Hermanos de San Juan de Dios, destacando la labor de los Betlemitas. Sorprende
su propuesta de que todos los hospitales fuesen administrados por la Compañía de Jesús,
precisamente pocos años antes de que fueran expulsados.
Un aspecto antropológico importante es el aportado por Ulloa al referirse a los hábi
tos alimenticios en los pueblos que va visitando. Así nos habla de las frutas de aguaca
te, guaba, chirimoyas, papaya, etc. y las bebidas que con ellas se preparan. Igualmente
de los tubérculos, como la oca, papa, camote y sus guisos. Las diferencias de carnes y
pescados y mariscos, y de la variedad de preparaciones de pan y harinas como el caza
be, la cacha o la machca. Referente a las bebidas se extiende en el uso de la chicha, el
conocido chocolate y el mate.
En su obra postuma Descripción de Nueva España también nos informará Ulloa
sobre sus características alimenticias y culinarias cuando comenta que las carnes que sir
ven de alimento "son insípidas al gusto y de poquísima sustancia en los (países) en los
que el aire es sutil, sin embargo de ser los animales bien nutridos con pastos abundantes".
También atribuye a la cualidad del aire "la particularidad de no ocasionar perjui
cio a la salud con que usan el picante, siendo tal que entre el común sirve de alimento.
Este es compuesto del pimiento que llaman chile, nombre genérico, así como en el Perú
le dan el de agí. Para usarlo lo remojan y lo muelen en piedra, preparándolo con sal y
aceite. En este ingrediente, que llaman cremole, mojan la tortilla de maíz y sin otra cosa
Ies nutre y alimenta como si usasen de comidas más sustanciosas".
En Veracruz cuenta que "entre las cosas de que más se usa para el alimento son el
chocolate y los frijoles. El primero lo preparan con mucha azúcar, no gustándole cuan
do no sobresale bien el dulce, y le sirve para desayuno y para después de la siesta. Los

246
A. OROZCO ACUAVIVA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

frijoles les sirve de cena. Y para que aquél sea más acomodado en el precio suprimen en
su composición la canela, que por ser uno de los géneros que se llevan a España es algo
costoso. El que acostumbra la gente pobre es un agua tinturada, sólo para ellos soporta
ble, llamándole chorote.
En Acatepeque empiezan las haciendas de maguey, de cuyo jugo se hace el pul
que. La planta es "de la misma especie de las que llaman pitas en los reinos de Andalucía
en España". Se siembran en tierra llana y "tardan más o menos años en llegar a punto
de madurez, y luego que empiezan a hincharse las pencas que forman el cogollo para
brotar el vástago —que en España le dan en unas partes el nombre de "pitón" y en otras
el de "pitaco"—, siendo el que tiene en ambas Américas el mismo de la planta, esto es
maguey. Hallándose en esta disposición le cortan el cogollo sin tocar las pencas que lo
rodean y en la concavidad que forma el corte refluje el jugo de la planta que había de
ser nutrimento del maguey. Este lo recogen diariamente en unos calabazos y lo llevan a
bodegas que tienen para el intento, donde lo ponen en vasijas grandes. Allí fermenta y
con esto queda hecho el pulque, que después se conduce en odres o pellejos a las ciu
dades y otras poblaciones para el consumo".
En México capital afirma que "chile, pulque y cigarrillos son las tres cosas esen
ciales, sin las cuales parece que no puede pasarse aquel país. Entre los "manjares parti
culares" refiere que "no será extraño el decirse que en la plaza pública hay puestos en
donde se venden mosquitos, cuya mercancía se encuentra a toda hora y sirven para man
tener los pájaros cantores, que son los sinsontes, las calandrias y otros que viven de estos
insectos. Pero lo será algo más que en los puestos de las indias se encuentre el aguan-
che que son los huevos de los mosquitos. Estos sirven para sazonar los manjares más
delicados y para realzar el gusto de las tortillas de huevos comunes. Las criollas lo encuen
tran exquisito, porque comunica un gusto algo mariscoso. Son proporcionados al anima-
lillo que los produce: examinados a simple vista no se distinguen ellos más que como
una tierrecilla blanquecina, pero mirada con vidrio de aumento se descubren perfecta
mente los huevecillos blancos y, en la figura, semejantes a los de las gallinas... Esta cose
cha la hacen los indios y los muchachos en las orillas de la laguna y de los canales,
descubriendo los parajes en donde tienen los nidos. Los mosquitos son figura y tamaño
de los que, comúnmente, se llaman zancudos.".
Dice que "acostúmbrase mucho ir de noche a los portales de la plaza, donde están
los mercaderes, a comer pato con chile, compuesto por aquellas mujeres que tienen esto
por comercio. Y esto está tan en uso que es común y bastante frecuente en toda suerte
de personas".
Ahora, y siguiendo su última obra impresa, vamos a resaltar otra nueva aportación
de Ulloa al tema médico, que es referente a la medicina naval, cuando en sus recomen
daciones a sus hijos marinos aborda el entonces grave problema del escorbuto.

247
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

El escorbuto en las Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos

Su última obra, Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en Servicio de la Marina,
instructivas y curiosas, sobre las navegaciones y modo de hacerlas, el pilotage y la manio
bra: noticias de vientos, mares, corrientes, paxaros, pescados y anfibios; y de los fenó
menos que se observan en los mares en la redondez del Globo (Madrid, 1795) es una
muestra más, no sólo de su afán pedagógico paternal, que hemos señalado, sino de la
diversidad de sus saberes, aunque en esta ocasión se refieren a un tema referente a su
profesión de marino. Así, en el referido librito, a través de quince "conversaciones" se
tratan respectivamente los temas de los instrumentos de navegación; el pilotaje; sobre los
pájaros, pescados, aguas malas, color de las aguas y mutaciones atmosféricas como ayu
das a la navegación; la maniobra; el manejo de las velas; los vientos estacionarios; la
navegación en mares tormentosos; las velas en mares tormentosos; el marear las velas;
las entradas de aguas e incendios; la navegación en compañía; la navegación al corso;
las mangas y, finalmente, el escorbuto.
Respecto al tema del escorbuto, sobre el que me he ocupado en otras ocasiones 1*,
por ser un problema clínico permanente en la enseñanza del Real Colegio de Cirugía de
Cádiz, es preciso hacer una mención especial a esta publicación de Ulloa porque es el
primer antecedente escrito de un tratamiento correcto del escorbuto, aunque Ulloa estu
viese tan equivocado como todos sus contemporáneos sobre el verdadero origen de esta
enfermedad.
El tema merece un trabajo aparte, pero aquí sólo vamos a apuntar dos datos que es
preciso destacar. En primer lugar la información bibliográfica que Ulloa se había pro
porcionado sobre las enfermedades náuticas, aportando información personal sobre la
autoría del anónimo portugués Tratado da saude dos Povos, impresa en París en 1757
ejemplar que había comprado en Lisboa en la librería de Bonardel o de Du Baux y que
recomienda a sus hijos como una novedad, lo cual es una prueba de su curiosidad cientí
fica en temas que le era ajeno, como la medicina.

18 Orozco Acuaviva. Antonio: "Historia de una enfermedad de los navegantes: el escorbuto. A propó
sito de dos "observaciones" clínicas manuscritas de Josep de Bejar (1776) y de Diego Terrero y Manuel Padilla
(1792)". An. Rea. Ac. Med. y Cir. Cádiz, XV (1979), págs. 7-27. Idem: "Pedro María González y el 'Tratado
de las Enfermedades de la gente de mar"* Actas XXVII Congr. Intem. Hist. de la Med. Barcelona. 1981. I,
págs. 394-400. Idem: "La alteración de los alimentos en la Expedición de Malaspina". /// Congr. Nac. RR. AA.
Med. Cádiz, 1985, págs. 1 16-126.; Idem: "Los cirujanos navales y la Expedición Malaspina." La Expedición
Malaspina (1789-1794). Bicentenario de la Salida de Cádiz. Real Acad. Hispanoam. Cádiz. 1991, págs. 1 13-127;
Orozco Acuaviva, A. y Cabrera Afonso, J.R.: "Avisos a los navegantes sobre la conservación de su salud (c.
1794) de Pedro María González (1764-1838)" en Palau y Orozco: Malaspina' 92. 1 Jornadas Internacionales.
Cádiz. Real Academia Hispano-Americana. 1994, págs. 89-1 14.
1 9 Esta obra: Tratado de la conservación de la salud de los pueblos, con un apéndice del terremoto
de Lisboa, fue traducida al castellano por don Benito Bails (Madrid, Impr. Vda. de Ibarra, 1798)

248
A. OROZCO ACUAVIVA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

Siguiendo la doctrina médica de la época, todos creían que el escorbuto era una
enfermedad de "climas fríos" y que se producía por "la atmósfera viciada de los navíos".
Esto mismo creía también Ulloa, tomándolo de Antonio Ribeira Sánchez, el autor del
libro, y creyendo confirmarlo con su propia experiencia en el navío San Rafael a los
mares del Sur en 1758, al decir que en él los primeros que enfermaron de escorbuto fue
ron los pasajeros que se alojaban en espacios cerrados, como un matrimonio con un hijo
pequeño, que contrajeron la enfermedad, según dice, por haber estado "juntos respiran
do los vapores y el aliento los sanos de los enfermos".
Esta teoría mefítica no es de extrañar, pues se mantuvo respecto al escorbuto nada
menos que hasta 190720 en que Holst y Frólich demostraron experimentalmente la exclu
siva condición carencial alimenticia de la enfermedad. Lo cual no obsta, para que empí
ricamente todos los navegantes desde el siglo XVI hubiesen comprobado que el escorbuto
solo se producía en las "largas navegaciones" y se aliviaba o curaba tomando alimentos
frescos, especialmente verduras y frutas. Zulueta21 ha llamado la atención sobre los pre
cedentes españoles sobre el uso del limón contra el escorbuto, aunque este conocimien
to se generalizó realmente con Lind en 175322, y su práctica en la Armada británica, como
es sabido, con Blane en 1789 23. Pero la técnica de conservación mediante cocción del
limón para hacerlo jarabe, le privaba precisamente de su riqueza antiescorbútica.24 Por
eso algunos navegantes usaban, como Malaspina, el sauerkraut o coles agrias, la malta
y otras substancias.
Es el citado portugués Antonio Ribeiro Sánchez quien en su libro preconiza el uso
del zumo de limón puro, y Ulloa lo utiliza en dicha travesía del San Rafael haciéndolo
administrar todas las mañanas a la tripulación durante los dos meses que tardaron en lle
gar a puerto... Aunque el propio Ulloa dice que fue "uno de los pocos que se libertaron
de este terrible mal", declaraba que su salud personal se mantuvo "por la precaución de
rociar de vinagre y perfumar el camarote todos los días a la mañana y noche", siguien
do la vigente teoría mefítica. Es decir, nadie relacionaba la causa del escorbuto con las
terapéuticas que se empleaban, incluido el uso de cítricos. Pero esta es la primera vez
que en la literatura se encuentra el uso de zumo de limón puro como terapéutica especí
fica del escorbuto, aunque otros autores lo habían utilizado mezclándolo con diversas

20 El descubrimiento por estos autores de que la enfermedad podía producirse en cobayos permitió
aceptarla como una deficiencia dietética (Holst, A. y Fr'lich, T: "Experimental studies relating to ship-beri-beri
and scurvy. II. on the etiology of scurvy. J. Hyg. (Lond): 7, 1907, 634-671). Cf. Sauberlich, Howerde E.: "Acido
ascórbico" en Conocimientos actuales sobre nutrición. ILSI, Washington. Organización Panamericana de la
Salud. 1991. págs.. 152-162.
21 Zulueta, Julián de: "Contribución española a la prevención y curación del escorbuto en la mar".
Rev. General de Marina, 199 (agosto 1980), págs. 157-166.
22 Lind, James: A treatise of the scurvy. Sands, Murphy and Cochran. Edinburgh.1753.
23 Blane. Gilbcrt.: Observations on the diseases of seamen. J. Cooper. London. 1789.
24 Lund. C.C. y Crandon, J. H.: "Human experimental scurvy and the relation of vitamin C deficienty
to postoperative pneumonía and to wound healing". JAMA, 1941, págs. 1 16-163.

249
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

substancias o transformándolo en jarabe, como se ha indicado, y por lo tanto perdida su


riqueza vitamínica.

Medicina y Sanidad en la Descripción de la Nueva España de Ulloa

Como ya se ha indicado ha sido don Francisco de Solano quien en México en 1979


editó por primera vez el manuscrito inédito de Antonio de Ulloa sobre la Descripción
geográfica-física de una parte de la Nueva España, que recoge sus experiencias en los
años 1776 a 1778 en que vivió en aquellas tierras. Como señala su biógrafo no sólo le
mueve a escribir el mismo los intereses que le son encomendados por la geoestrategia
nacional, sino también sus propias curiosidades geográficas, socioeconómicas y antro
pológicas del país".
Este estudio se encuentra en la misma línea ideológica que mantienen por esas mis
mas fechas las Reales Academias de Medicina, que incluyen entre sus misiones el estu
dio de las llamadas "topografías médicas" de sus lugares. Estos estudios que se habían
iniciado en el XVIII no volvieron a retomarse hasta que fueron unificadas estas tareas
por el Reglamento de las Reales Academias de Medicina y Cirugía de 1831.
En Cádiz, por ejemplo, existía en 1785 la Real Sociedad Médica Gaditana de San
Rafael, con sede en el Hospital de la Misericordia, y entre cuyas dedicaciones se encon
traba "la descripción geográfica de la ciudad de Cádiz" y la publicación de "un arte analy-
tico con la que fácilmente se conozcan todas las aguas minerales de España, para lo que
esperamos nos comuniquen sus observaciones y experiencias los Médicos Cirujanos o
Boticarios de los Pueblos en que haya aguas minerales..."26. Como se ha señalado, las
circunstancias políticas y bélicas no hicieron posible el desarrollo de estas actividades en
Cádiz hasta la creación en 1815 de la Sociedad Médico-Quirúrgica, que a su vez sufrió
la represión fernandina. Por ello hasta el Reglamento de 1831, unificando y otorgándole
el título de Reales a todas las antiguas Academias de Medicina y Cirugía del reino, no
vuelven a retomarse estos estudios topográfico-médicos.
Para la realización de este ambicioso proyecto elabora Ulloa un Cuestionario para
la formación del completo conocimiento de la Geografía, Física, Antigüedades, Mineralogía
y Metalurgia de este Reino de Nueva España e Instrucción sobre el modo de formarlas.
Firmado en Veracruz el 22 de enero de 1777. Los 58 puntos que contiene este Cuestionario
nos informa de lo vasto que eran los intereses científicos del ilustre marino.

25 Solano, Francisco de: Antonio de Ulloa y la Nueva España. Univ. Nac. Autónoma de México, 1987.
(2a. ed.) pág. V.
26 Cf: Orozco Acuaviva, A,: "Topografias médicas andaluzas en la Real Academia de Medicina y
Cirugía de Cádiz". /// Con¡>r. Academias de Andalucía. Cádiz, 6-8 Octubre 1983. Cádiz. 1986, págs. 201-208.

250
A. OROZCO ACUAVIVA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

Aparte de su contenido Geográfico y Físico, así como de Mineralogía y Metalurgia,


materias de las que se ocupó Ulloa en diversas ocasiones, y por lo tanto bien conocidas
por sus biógrafos, especial interés tiene para nosotros sus noticias referentes a la Historia
Natural, a las Antigüedades y a las Petrificaciones y Testáceos.
De las diez preguntas que hace sobre Historia Natural tienen especial interés biomé-
dico las cuatro siguientes. La 3.*: "De las Hierbas, Raíces, y Semillas medicinales, como
las que son venenosas; los usos de aquellas según la experiencia que se tenga". La 6.*:
"De los Reptiles, y de las Sabandijas, con explicación de su abundancia; de los que son
ponzoñosos, y de los que tienen alguna propiedad particular. La 8*: "De las Aguas calien
tes, de las saladas, bituminosas y de las útiles para los baños en ciertas enfermedades,
explicando el grado de calor de las unas y el de amargura o gusto bituminoso o salado
en las otras" y la pregunta 10.*: "De los vapores nocivos que suelen exalar las tierras".
Desgraciadamente, como es sabido, no llegó a manos de Ulloa la gran cantidad de
información que el Cuestionario debió de producir, por lo que no pudo darnos una infor
mación extensa sobre estos temas.
Las nueve preguntas sobre las Antigüedades no tienen desperdicio para cualquier
historiador o antropólogo, tanto las referentes a las ruinas de edificios, vasijas, herra
mientas, armas, ídolos, adornos y enterramientos como sobre los tejidos, porque incluso
pide que "se dará noticia de los trages modernos que usan los Indios, así hombres, como
mugeres, y la materia de que son hechos".
Sobre las "Petrificaciones y Testáceos" solicita noticias de los "cuerpos petrifica
dos", particularmente "en las Canteras, donde se encuentran pescados estampados en las
mismas piedras, conchas esculpidas en ellas, corales y otras piezas, que se conoce haber
sido en su primitivo ser vegetales del agua, o animales Testáceos". Obviamente este
campo es de un extraordinario interés científico-natural actual.
En el texto de la Descripción geográfica-física encontramos también noticias sani
tarias sobre Veracruz, ciudad que dice que no es propensa a la epidemia del vómito prie
to (fiebre amarilla) desde que "de pocos años a esta parte están empedradas las calles".
De su hospital informa que "es pobrísimo: curánse en él los enfermos de los navíos
marchantes mediante una limosna... Allí está igualmente el que llaman Hospital Real,
que es para la tropa de guarnición de la ciudad y del castillo de San Juan de Ulúa. Estos
están mejor asistidos mediante lo que se contribuye por cada enfermo". "El Hospital para
la Marina está en una casa particular que se arrienda para este fin, cuidando de él un vee
dor, con algunos otros individuos que sirven de practicantes. Cuando el número de los
enfermos no es crecido no están mal, pero si aumenta es preciso valerse de alguna otra
casa inmediata".
Atribuye a los vapores que exhalan las lagunas de las proximidades a Veracruz el
producirse "un temperamento de gran mortandad por vómito prieto", pero habiéndose

251
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

desestancado dichas lagunas y empedradas las calles, empezó a cesar la epidemia.


Igualmente sucedió con las epidemias de tercianas.
Al estudiar los vientos señala como el más perjudicial en aquel lugar es el de sures
te y sur, porque provoca "pasmos mortales".
En el pueblo de Xalapa, "en donde se celebra la mejor feria que se conoce en el
mundo", dice que hay un "Hospital muy corto, por no tener fundación, administrado por
los religiosos de San Hipólito". Aunque su temperamento asegura que es mejor que el
de Veracruz, "es propenso a tercianas".
Otra nota de interés médico la proporciona al hablarnos de los "baños de estufa" o
temascal de los indios, que consiste en "una chocita, o cuarto pequeño hecho de adobes,
en figura circular. En medio de su suelo hay una piedra grande, que sirve como de solería,
en uno de los lados está un hornillo, cuyo fogaril corresponde debajo de la piedra. Poniendo
fuego en éste se calienta la piedra, apercibe aquel calor con lo cual empieza el indio a
sudar abundantemente. Y cuando le parece ser suficiente, sale abrigándose bien y se entra
en el jacal, que está inmediato, donde seca el sudor y se viste. Acostumbran usar este
baño los sábados, por modo de descanso de la fatiga que han tenido en el discurso de la
semana. También cuando tienen alguna ligera indisposición para curarse de ella, y des
pués de salidos de enfermedad mayor, conociendo que con ello consiguen dos cosas: la
una, convalecen más prontamente; y la otra, limpiarse de los aceites y otras unturas que
se aplican para curarse... y, en efecto, por semejante método y sin otro auxilio consi
guen la salud", llamando la atención en la semejanza que tienen estos baños con los de
los lapones y extrañándose que teniendo tantas cosas en común los indios de la América
septentrional con los de la Meridional, "que parecen unos mismos", no se vea en éstos
el uso de este baño.
Al hablar del pueblo de Acatepeque describe la manera de hacer pulque con el
"maguey", bebida que aunque "desagradable y fastidiosa", "se le atribuye la propiedad
de ser benéfica contra las disenterías".
En Guanajuato habla del "Hospital de Betlemitas para curación de enfermos, aun
que reducido sólo a doce camas, que para una población tan crecida es cortosísimo. Bien
que los dueños de minas cuidan de la curación de aquellas gentes que ocupan en sus tra
bajos y esto es en los mismos parajes en donde están las minas. El establecimiento del
Hospital no es antiguo, como lo manifiesta el no tener concluida la iglesia".
Refiriéndose a la capital, México, es escueto en la descripción de sus hospitales:
"Hay un hospital de San Juan de Dios para curaciones de hombres y mujeres. Otro de la
Orden Tercera para los hermanos y hermanas determinadamente. Un convento-hospital
de San Hipólito para inocentes, administrado por religiosos de la misma Orden. Un hos
picio donde se recogen mendigos de ambos sexos con separación".
Al tratar del "Temperamento y aire de México" señala aquel territorio como "pro
penso a plagas grandísimas de mosquitos que se engendran en las mismas humedades

252
A. OROZCO ACUAVIVA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

del terreno" por los pantanos y aguas estancadas de los canales. Lo cual puede contri
buir al "mal general que padece aquella capital, más que en otra ciudad alguna del reino,
y es diarreas que se hacen habituales, sin causa particular a que atribuirlas, cuya cura
ción es difícil y se hace temibles, porque llegan a terminar con ellas la vida"... "El único
modo de curarlo que se ha encontrado es el uso del chile , cuyo nombre dan al pimien
to, tomando por toda bebida el pulque y apartándose a territorio donde no se respiren los
vapores de aquellas tierras enguacharnadas".
"Es también propensa aquella ciudad a pleuresías, que se experimentan en la esta
ción de invierno. Y no es extraño, por concurrir entonces con la sequedad natural del aire
la frialdad de los hielos".
Y, finalmente, una noticia de interés odontológico: "Los vapores y el territorio que
no hacen mella, como se ha dicho, en el hierro la hacen en las gentes, debiéndose atri
buir a ello las continuas fluxiones que se padecen. De donde resulta que las dentaduras
no les hagan favor, siendo por lo general defectuosas, que es muy sensible y separable
el sexo. No es extraño ver allí hombres y mujeres en los parajes públicos envueltas las
caras en pañuelos por causa de esta incomodidad: siendo tan general que se hace moda
y puede reputarse como una parte del traje ordinario del país".

La obra científica de Ulloa según su propio relato

En la redacción del ya citado testamento gaditano de agosto de 1794, Ulloa incor


pora un texto muy expresivo de su labor científica, señalando:

Para que sirva de ejemplo a mis hijos y posteridad, más que por vanidad propia, diré en resu
men las cosas a que he contribuido en la Monarquía para que se establezcan y perfeccionen,
debiéndose a mis noticias, influjos y cuidados los fundamentos de los adelantamientos a que
han llegado hasta el presente.

Y nos realiza una interesante revisión de su obra científica en las siguientes pa


labras:.

Lo primero fue la medida de los grados terrestres con todo lo que de estas operaciones se
siguió para la perfección, de la Geografía, Navegación y Física Terrestres.
La navegación de los Mares del Sur y paso por el Cabo de Hornos, habiendo dado las ins
trucciones correspondientes para hacerlo con Escuadras.
La disposición para los Arsenales de Marina, habiendo dispuesto el proyecto del de Cartagena
de acuerdo con don Sebastián Fcringan, ingeniero en Jefe en el año de 1749 que se aprobó
por el Rey el Sr. D. Fernando Sexto, y se ejecutó en consecuencia.
La perfección de Jarcias y Lonas proporcionando de Holanda maestros hábiles para ello en
1750 con otras varias cosas para aligerar y facilitar las maniobras de los navíos.

253
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

El Proyecto y ejecución de los Canales de Navegación y de Riego en Castilla la Vieja y en


León en 1 752.
La Geografía de la Península de España en el mismo año.
La habilitación de la importante mina de azogue del Almadén, hallándose totalmente perdi
da la antigua en el propio año y siguiente.
El primer entable del estudio de la Metalurgia teórica y práctica con hábiles sugetos en la
facultad.
El estudio de la Cirugía para el servicio de la Armada y habilitación de sugetos hábiles bien
instruidos en este arte en 1751.
La enseñanza y habilitación de Relojeros que se enviaron a Ginebra a aprender este arte.
La de grabadores geógrafos en figuras, países y en piedras que se sometieron a París para
su enseñanza.
La reforma y perfección de la Imprenta en todas sus partes, que son: papel, tinta y tipos,
siendo la primera obra que se imprimió después de perfeccionada la de mi Viaje y Observación
en el Reino del Perú en 1748 con estampas finas.
La de encuademaciones de libros de todos modos.
La del establecimiento del Gabinete Real de Historia Natural habiéndolo principiado en 1752.
La de la fabricación de paños con particularidad en Escaray y en Navarra y la de Segovia.
Las primeras reglas, disposiciones y providencias para el Gobierno de las Provincias de la
Louisiana y el acrecentamiento de su población hasta el término de la conspiración que hubo
allí.
Desde 1766 hasta 1768 la exploración, reconocimiento y examen de los países en el reino
de Nueva España y costa contiguas al puerto de Veracruz por el Norte, por el Sur desde los
puertos y costas del Río de Albarado y Tacoltapa hasta el mar del Sur y desde el mismo río
Albarado hasta el puerto de Tampico con examen de sus montes y maderas en el año 1778,
y a este respecto otras varias cosas no de tanta consideración.

Todas estas actividades de Antonio de Ulloa ya nos eran más o menos conocidas
tanto por sus primeros biógrafos como por los estudios más recientes, pero hay entre ellas
una ausencia que nos llama la atención y es lo referente al descubrimiento de "la plati
na". La aportación de Ulloa a este tema ya fue tratada en 1912 por Manjarres" y por
Tejado en 1949 M, y últimamente revisada en la tesis doctoral de Paredes en 1994", el
cual transcribe la petición que eleva Ulloa a S.M. el 22 de diciembre de 1789 solicitan-

27 Manjarres Pérez de Junguitu, Ramón de: "D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa. La medición del
arco terrestre. La historia del platino. Rev. de Arch. Biblia!, y Museos, 27 (1912), II, pdgs. 290-333 y 28 (1913),
I, págs. 58-91.
28 Tejado Fernández, Manuel: "Un informe de Ulloa sobre la explotación del platino", Saitibi (Valencia).
VII (1949), págs. 31-32, 51-76.
29 Paredes Salido, Fernando: Antonio de Ulloa, oficial de Marina, descubridor del platino y prota
gonista significado de la ciencia española en el siglo XVIII. Tesis Doctoral. Universidad de Cádiz, 1994 (ejem
plar mecanografiado)

254
A. OROZCO ACUAV1VA - ANTONIO DE ULLOA, UN ILUSTRADO CURIOSO

do la merced que las Leyes de Castilla previenen a los que descubren nuevas minas de
metales preciosos, "por haber sido —son sus palabras— el primero que trajo a España y
dio noticia del Metal de Platina en el año 47". Por ello solicita "una renta fija" para él y
su posteridad, y "algún distintivo honorífico, que perpetúe esta honrosa memoria"...
Nada de esto se le concedió. Paredes también transcribe en su trabajo los oficios
en que se le informa a Ulloa que S.M. "aprecia" su escrito y trabajos, pero considera que
su descubrimiento no corresponde "a los descubridores de Minas".
Quizá, por ésta razón, Ulloa siempre respetuoso con las decisiones de su monarca,
ni tan siquiera en su testamento quizo dejar "para ejemplo de sus hijos y posteridad"
mención de una de sus aportaciones más importantes en el devenir histórico: el descu
brimiento del platino.
Pero hay que recordar que desgraciadamente esto no fue una excepción, sino el tris
te sino que, uno tras otro, nos van presentando muchos de los ilustrados, abiertos a todas
las curiosidades, como el propio Antonio de Ulloa, como Gaspar Melchor de Jovellanos,
como Alejandro Malaspina, como Zenón de Somodevilla, como Antonio Gimbernat....
como tantos y tantos cuyos esfuerzos se premiaron con el calabozo, el destierro o el opro
bio, o con un simple "se aprecian sus servicios". Esa es la cara oscura de la España de
las luces; tal como nos la dejó plasmada, ¡cómo no! otro amargado, don Francisco de
Goya y Lucientes, en su tétrica pintura de Saturno devorando a sus hijos, fiel reflejo de
la propia España que él vivió.
Don Antonio de Ulloa murió, al parecer, de una pulmonía y su cuerpo se perdió en
una bóveda sepulcral ignota. Pero su nombre será siempre recordado como una de las
mentes más sagaces y abiertas de nuestro siglo ilustrado.
Hoy, Cádiz, su Universidad y su Real Academia Hispano Americana, se congratu
lan de que su memoria sea homenajeada. Loor y Gloria a don Antonio de Ulloa y de la
Torre-Guiral.

255
ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMERICA:
ANTONIO DE ULLOA, UN HOMBRE DE SU TIEMPO.
SUS ESCRITOS Y PUBLICACIONES

Antonio Gutiérrez Escudero


Escuela de Estudios Hispano Americanos. CSIC

"No creáis que existe ninguna cosa más honrosa para


nosotros o para la época que nos precedió que la
invención de la imprenta y el descubrimiento del
Nuevo Mundo; dos cosas de las que siempre pensé
que podían ser comparadas no sólo a la Antigüedad,
sino a la inmortalidad".

Louis Le Roy (1579)


a singularidad del Nuevo Mundo despertó desde el primer instante la aten
ción de científicos españoles y extranjeros1; recordemos al respecto que de
mediados del siglo XVI datan las primeras peticiones reales de informes
sobre las tierras halladas, costumbres de sus habitantes, descripciones geográficas de los
territorios, plantas y animales conocidos, etc2. Este interés investigador cobró una espe
cial fuerza a partir del siglo XVIII, cuando el gobierno hispano favoreció el envío de
expediciones con el fin de un mejor conocimiento de las tierras americanas y un más
óptimo aprovechamiento de sus recursos naturales3. En este sentido, especialistas en la
flora y la fauna o técnicos en explotaciones mineras visitaron Hispanoamérica, al mismo
tiempo que se enviaron misiones como la de la vacuna contra la viruela que trató de
extender entre la población indiana los beneficios de esta práctica terapéutica, por citar
tan sólo un par de ejemplos al respecto.

1 Una buena muestra de ello es la obra del médico sevillano Nicolás Monardes: Historia medicinal
de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales (1574). Sevilla, 1988, o la del también galeno Francisco
Hernández: Historia de las plantas de Nueva España. México, 1942-43, 2 vols.
2 Véase Solano, Francisco de (ed): Cuestionarios para la formación de las relaciones geográficas de
Indias, siglos XVI-XIX. Madrid, 1988. Más en concreto Acuña, René (ed.): Relaciones geográficas del siglo
XVI. México. México, 1985-86 y Ponce Leiva, Pilar: Relaciones histórico-geográficas de la Audiencia de Quito
(siglos XVI-XIX). Madrid, 1991, tomo I.
3 La bibliografía al respecto es abundantísima. Como ejemplo pueden verse las Actas de las II Jornadas
sobre "España y las expediciones científicas en América y Filipinas". Madrid, 1985 y San Pío, M.' Pilar:
Expediciones científicas españolas del siglo XVIII: el paso del noroeste. Madrid, 1992.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 257-270 257


II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Antonio de Ulloa, científico universal

Con toda razón Alexander von Humboldt afirmaba que la corona española fue, de
todas las europeas con posesiones ultramarinas, la que más dinero había invertido en el
estudio de la naturaleza americana4. Hispanoamérica fue recorrida, durante el Siglo de
las Luces, de uno a otro confín por una magnífica pléyade de científicos que estudiaron
su flora, fauna, minería, geografía, etc. Nombres tales como Martín Sessé, José Mociño,
José Celestino Mutis, Alejandro Malaspina, Féliz de Azara, Hipólito Ruiz, José Pavón,
Peter Loefling (discípulo de Linneo), Vicente Cervantes, Francisco Javier Balmis y tan
tos otros, contribuyeron a un mejor conocimiento de la realidad americana y a la redac
ción, en su caso, de tratados fundamentales para el estudio científico del continente5.
Dentro de este grupo desempeñó un papel destacado y brilla con luz propia Antonio
de Ulloa y de la Torre-Gu¡ral\ nacido en Sevilla el año de 1716 y fallecido en la isla de
León (Cádiz) en 1795. La trayectoria vital de Ulloa estuvo ligada a esos dos fenómenos
universales que el autor francés Le Roy nos recuerda al principio de este trabajo7. En el
Nuevo Mundo se forjó su personalidad pues contaba tan sólo con 19 años cuando se le
designaba para una misión del más alto nivel técnico en compañía de un grupo de sabios
franceses que le superaba ampliamente en edad y conocimientos —a cuya altura inte
lectual tuvo que ponerse de inmediato—, ejerció importantes tareas de gobierno y desa
rrolló gran parte de su trabajo como marino y científico de reconocido prestigio internacional.
En distintas etapas y con diferentes misiones, Ulloa pasaría más de veinte años en suelo
hispanoamericano, es decir más de una cuarta parte de su dilatada existencia.
En cuanto a la imprenta, Ulloa "fue de los primeros que contribuyeron a perfec
cionar la impresión y encuademación, en todas sus partes, haciendo venir de los países
en donde se hallaban más adelantadas estas artes, las noticias necesarias; y conforme a
ellas se fabricó el papel en Capellades, se dispusieron los tipos de metal más conve
nientes, que el que se usaba; se adquirieron matrices para fundirlos, y se perfeccionó la
tinta, para que fuese más permanente. Todo lo cual se ensayó en su Viaje, que es la pri
mera obra que se ha impreso con estas circunstancias, y como la época de las buenas

4 Añadía Humboldt que "tres expediciones botánicas, a saber las del Perú, Nueva Granada y Nueva
España.. .han costado al Estado cerca de 400.000 pesos". Humboldt, Alexander von: Ensayo politico sobre el
reino de la Nueva España. México, 1941, tomo II, págs. 123-124.
5 Prácticamente todas las expediciones han merecido estudios modernos, congresos específicos y expo
siciones monográficas, cuya enumeración sería casi interminable. Como muestras citemos a González Claverán,
Virginia: La expedición científica de Malaspina en Nueva España (1789-1794). México, 1988 y Steele, Arthur
R.: Flores para el rey: la expedición de Ruiz y Pavón y la Flora de Perú, 1777-1788. Barcelona, 1982.
6 Sobre sus orígenes familiares véase Becrman, Eric: "Ascendencia de Antonio de Ulloa y su esposa
Francisca Remírez de Larcdo". Archivo Hispalense, Sevilla. 1982. n..° 200, págs. 35-49.
7 La valoración de Le Roy seguía vigente en 1775 cuando Adam Smith afirmaba que "el descubri
miento de América y el del paso a las Indias orientales por el cabo de Buena Esperanza, son los dos sucesos
más grandes e importantes que se registran en la historia del mundo. Sus consecuencias han sido ya muy con
siderables; pero es todavía un período muy corto el de los dos o tres siglos transcurridos para haberse experi
mentado y advertido todas ellas". Smith, Adam: La riqueza de las naciones. Barcelona, 1983, tomo II, pág. 403.

258
A. GUTIÉRREZ - ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

impresiones en España". Quien así se manifiesta es su coetáneo Juan Sempere, que quizás
debió conocerle*. Además de por lo reseñado, también Julio Guillén destaca la relación
de Ulloa con el desarrollo de la imprenta, pues "Quito tuvo su primera imprenta estan
do él allf en 1741*.
Si estas circunstancias no bastaran por sí mismas para otorgar a Ulloa un destacado
papel en el panorama de la investigación española, Sempere le otorga "el haber dado en
España los primeros conocimientos de la electricidad y magnetismo artificial, que adqui
rió en Londres. El haber hecho visible la circulación de la sangre en las colas de los pes
cados y varios insectos por medio del microscopio solar de reflexión, recientemente
inventado en Inglaterra. El haber dado a conocer la platina y sus propiedades. El haber
descubiertos reliquias evidentes del Diluvio Universal sobre las altas cordilleras de los
Andes del Perú, en infinidad de conchas marinas petrificadas, de diferentes especies. Y
las primeras noticias de los árboles de la canela de la Provincia de Quixos, y de la resina
elástica del caucho, que se coge de los árboles que tienen el mismo nombre" 10. Y no
menor es su contribución a la difusión de las ciencias mediante la redacción de tratados
altamente especializados". Sus escritos fueron dados a la imprenta de inmediato, muy rápi
damente conocieron diversas reimpresiones y la traducción a diferentes idiomas (alemán,
francés e inglés, principalmente), si bien como era de rigor en la época tuvieron que supe
rar los controles de la censura, hecho determinante para que alguno de sus manuscritos
no se encuentren hoy en letra impresa pese al interés de Ulloa por su publicación12.
Ulloa es autor de cerca de 40 obras de muy distinta índole —cuya relación figura
al final de este trabajo—, en las que recoge sus aportaciones eruditas y experiencias de
una vida tan fértil en contenido. Prácticamente la mitad de esta producción escrita se
refiere o está relacionada con Hispanoamérica, circunstancia que de nuevo nos reitera la
vinculación tan estrecha entre Ulloa y el Nuevo Mundo. Fósiles, animales, minerales,
plantas, rutas, caminos, climatología, accidentes geográficos, vientos, corrientes, fenó
menos atmosféricos y celestiales, costumbres nativas y vida cotidiana, prácticas de gobier
no, formas compulsivas de trabajo, mejoras para el progreso económico, etc., transitan a

8 Sempere y Guarinos. Juan: Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reina
do de Carlos III (1789). Madrid, 1969, tomo VI, págs. 174-175.
9 Guillén Tato, Julio: Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la
Torre-Guiral y la medición del meridiano. Madrid, 1973, pág. 173.
10 Sempere y Guarinos: Ensayo de una biblioteca, pág. 174.
11 Se ha dicho que "le guiaba también un móvil didáctico, un afán de difundir la cultura tan en boga
entre los reformistas del XVIII. ..El libro jugaba un papel decisivo en el desarrollo cultural y Ulloa era cons
ciente de ello". Véase el estudio preliminar redactado por Miguel Molina Martínez para la obra de A. de Ulloa:
Noticias americanas. Granada, 1992, págs. XXV-XXVII.
1 2 Este fue el caso de La Marina. Fuerzas navales de la Europa y costa de Berbería: con noticias de
los puertos en donde están los Departamento y Arsenales (1755) y Neptuno instructivo o ciencia práctica en
la mar (1755). Véase Aguilar Piñal, F.: Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII. Madrid, 1995,
tomo VIII, págs. 211-221.

259
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

lo largo de las miles de páginas escritas por Ulloa, componiendo un insuperable panora
ma sobre las tierras ultramarinas.
Ulloa además gestionó la venida a España de los ingenieros hermanos Le Maur,
por su consejo se contrató al naturalista irlandés Bowles con objeto de que estudiara las
riquezas naturales del país, dictó instrucciones para levantar el mapa de la Península13,
informó acerca de la organización de hospitales y asilos de vagabundos, promovió el arte
de grabar en piedra, la relojería y la cirugía, etc. Nada parece escapar a la curiosidad de
este hombre, genuino representante de una época interesantísima y de un peculiar fenó
meno, el de La Ilustración, alguna de cuyas características más apropiadas a nuestros
fines analizaremos a continuación.

El hombre ilustrado: Antonio de Ulloa como modelo

A fines del siglo XVII, en determinados círculos influyentes hispanos dominaba un


sentimiento general respecto de la necesidad de una renovación sustancial en la formas
políticas, que la proximidad de la nueva centuria y la posibilidad de un cambio de dinastía
hacían cada día más evidente. Ya en 1689 el embajador francés en Madrid, Rébenac,
abogaba por una transformación drástica si se quería evitar la ruina total. Y el marqués
de Villena, al poco tiempo del fallecimiento de Carlos II, planteaba a Luis XIV una situa
ción sombría de España a consecuencia del gobierno de los últimos Habsburgos: la jus
ticia estaba abandonada; la política, despreciada; los recursos, vendidos; la religión,
falseada; la nobleza, desmoralizada; el pueblo, oprimido; el poder, decaído; el amor y el
respeto por la Corona, perdidos14.
Otro tanto podría afirmarse de la actividad científica, de la que se ha dicho muy
gráficamente que por esta misma época "se despereza tras largos años de marginalidad,
indiferencia y aislamiento" y que accederá al nuevo siglo con una serie de carencias nota
bles". Con todas las reservas posibles, podemos decir que la disputa por la sucesión a la
Corona hispana entre el archiduque Carlos, un Austria, y Felipe de Anjou (futuro Felipe V),
un Borbón, se presentaba ante determinados estamentos peninsulares más bien como un
símbolo claro de elección: continuismo o innovación, respectivamente"*.
La entronización de los Borbones en España generará unas profundas transforma
ciones que se extienden a todos los ámbitos peninsulares, con repercusiones decisivas en

13 Véase Capel, Horacio: "Geografía y cartografía", en M. Selles. J.L. Peset y A. Lafuente (comp.):
Carlos III y la ciencia de la Ilustración. Madrid. 1988, págs. 99-126.
14 Apud. Avilés Fernandez, Miguel y otros: La instauración borbónica. Madrid, 1984, págs. 51-52.
Las opiniones podían ser, en parte, interesadas dadas las intrigas entre los partidarios de los distintos príncipes
extranjeros candidatos a ocupar la corona española Véase Kamen, Henry: La España de Carlos II. Barcelona, 1981.
15 Lafuente, Antonio y J.L. Peset: "Las actividades e instituciones científicas en la España Ilustrada",
en M. Selles, J.L. Peset y A.Lafuente (comp ): Carlos III. pág. 31 y ss.
16 Lógicamente ignoramos qué hubiera sucedido de haber reinado el archiduque Carlos. Un buen estu
dio sobre la España austracista durante los primeros años del siglo XVIII es el de León Sanz, Virginia: Entre
Ausirias y Borbones. El Archiduque Carlos y la monarquía de España. 1700-1704. Madrid. 1993.

260
A. GUTIÉRREZ - ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

los dominios hispanoamericanos". Incluso durante la propia Guerra de Sucesión españo


la se asiste a la paulatina implantación de una serie de reformas de diversa índole cuyo
objetivo principal es colocar a España en idénticos niveles que el resto de naciones euro
peas, ello además unido al deseo de hacer operativa la administración española y dotar
de eficacia a las distintas instituciones de gobierno".
Sería injusto pensar, sin embargo, que este conjunto de modificaciones económi
cas, administrativas, científicas, etc. son aportadas única y exclusivamente por los fran
ceses que acompañan y asesoran a Felipe V bajo la supervisión de Luis XIV. Desde luego
no podemos negar esta influencia, que en algunos casos resultó importantísima, tal como
sucedió con Amelot y Orry respecto del ejército, la administración y la hacienda" o con
los cirujanos extranjeros en cuanto a la renovación de la estructura sanitaria española20.
Pero si razonásemos así parecería que en la Península no hubiera existido —al igual que
en un buen número de monarquías de Europa— un ambiente favorable y dispuesto a
poner en marcha un verdadero repertorio reformista21. A este respecto son esclarecedo-
ras las afirmaciones de Demetrio Ramos respecto a que "ni las reformas fueron exclusi
vas del siglo XVIII, ni la tendencia ilustrada se agota en sus fronteras cronológicas"22.
Del mismo modo resulta arriesgado creer que a partir de 1701 "surgen de súbito en
el país hombres cultos, anhelosos del bien común", cualificados para desempeñar las más
altas tareas de gobierno23, como si no hubieran existido con anterioridad o no hubieran
aparecido en la escena política hispana sin la instauración borbónica. Sí podríamos aven
turar que el cambio dinástico actuó de precipitador, a manera de un proceso químico, en
el ánimo de un buen número de españoles deseosos de dar por cerrada una larga etapa
de vicisitudes en la historia de España e iniciar con renovados bríos una nueva centuria
que permitiera la puesta en práctica del ideario europeo ilustrado que comenzaba a desa
rrollarse24.

17 Véanse Ramos Pérez. Demetrio: "La época de la nueva monarquía" y Navarro García, Luis: "La
política indiana", ambos en América en el siglo XVIII. Los primeros Borbones. Tomo XI- 1 de la Historia General
de España y América, Ediciones Rialp, Madrid, 1983, págs. XI-XLI y 3-64, respectivamente.
18 Este es el motivo de la creación de las Intendencia en España, por citar un sólo ejemplo. Véase
Navarro García, Luis: Las reformas borbónicas en América. El Plan de Intendencias y su aplicación. Sevilla,
1995, págs. 19 y ss.
19 A Orry se atribuye la propuesta de creación de las intendencia en España, por ejemplo. Kamen,
Henry: "El establecimiento de los intendentes en la administración española". Hispania, Madrid, 1964, n.° 95,
págs. 368-395.
20 Lafuente, A. y J.L. Peset: "Las actividades", págs. 34 y 41.
21 Un planteamiento contrario al difundido tópico del afranccsamiento de España con la llegada del
primer Borbón podemos encontrarlo en Voltcs, Pedro: Felipe V, fundador de la España contemporánea. Madrid,
1991 (en especial véase el capítulo 10).
22 Ramos, Demetrio: "La época de la nueva monarquía", pág. XI.
23 Véase Voltes, Pedro: Dos mil años de economía española. Barcelona, 1988, pág. 108.
24 Sobre este particular pueden consultarse las obras de Hazard, Paul: La crisis de la conciencia euro
pea, 1680-1715. Madrid, 1952 y El pensamiento europeo en el siglo XVIII. Madrid, 1985; Sánchez-Blanco
Parody, Francisco: Europa y el pensamiento español del siglo XVIII. Madrid, 199 1 ; y Díaz, Furio: Europa, de
la ilustración a la revolución. Madrid, 1994.

261
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Pese al interés que hubieran podido tener los Borbones por llevar a cabo sus pla
nes reformistas25, nada hubiesen logrado de no contar con una serie de colaboradores que
secundaron sus ideas o que fueron los promotores de otras nuevas igualmente positivas26.
En palabras referidas a Carlos III, pero que podríamos aplicar a los dos reyes que le pre
cedieron, Navarro García afirma que "la gloria de su reinado, las empresas acometidas,
los éxitos cosechados, no es la obra de un solo hombre. Destacadas personalidades, polí
ticos de amplia visión, eficaces burócratas, contribuyeron de manera poco común a for
mular una nueva política y a ponerla en vigor, venciendo en ocasiones serias resistencias"27.
La influencia de los extranjeros fue dejando paso de forma paulatina pero inexora
ble a una nueva etapa de grandes ministros españoles, que iniciada con José Patiño con
tinuó con el marqués de la Ensenada y alcanzó su culmen en tiempos de Carlos III con
Floridablanca, Campomanes y José de Gálvez, entre otros. Estas importantes figuras del
reformismo ilustrado, junto con una pléyade de altos funcionarios, colaboraron a que
España alcanzara un elevado prestigio europeo, que no se limitó sólo al terreno político.
En efecto. Aparte de las instituciones científicas que surgen en este siglo (Academias
de Medicina, Colegios de Cirugía, Escuelas de Matemáticas y Jurisprudencia, Observatorios
astronómicos, etc.) y cuya enumeración pormenorizada sería prolija2*, intelectuales e inves
tigadores hispanos, al amparo del ambiente favorable de la época, contribuyeron al pro
greso de las ciencias2*. Los médicos y cirujanos Pedro Virgili, Antonio de Gimbernat y
Andrés Piquer; los naturalistas José Celestino Mutis, Féliz de Azara e Hipólito Ruiz; el
botánico Casimiro Gómez Ortega; el farmacólogo Francisco Carbonell; los geógrafos
Isidoro de Antillón y Jorge Juan, este además eminente matemático; Fausto de Elhúyar,
químico; etc., son algunos nombres de gran relieve universal30.
Creemos que en Antonio de Ulloa concurren las dos características expuestas hasta
ahora, es decir una positiva participación en el desarrollo de la política gubernamental y
un excelente nivel científico. Por el primero de los supuestos, sus servicios a la Corona
le llevaron desde integrarse, junto con Jorge Juan, en la expedición geodésica hispa-

25 Suelen admitirse dos etapas en el reformismo borbónico, una inicial de cambios moderados (rei
nados de Felipe V y Fernando VI) y otra posterior de acción mucho más intensa y ambiciosa (reinado de Carlos
111). Véase Navarro García, Luis: Hispanoamérica en el siglo XVIII. Sevilla, 1991, pág. 53 y "Carlos III y
América", en La América española en la época de Carlos III. Sevilla, 1986, págs. 9-15.
26 Luis Navarro considera que en la formulación y aplicación de la política indiana durante el siglo
XVIII intervienen cuatro polos principales: el rey, el gobierno, el Consejo de Indias y el Consulado. Los dos
primeros representan la actitud innovadora, frente a los dos últimos que, por mentalidad e intereses, adoptarían
una postura conservadora. Navarro García: "La política indiana", pág. 63.
27 Navarro García: "Carlos III y América", pág. 10.
28 Una buena relación de las mismas en Lafuente, A. y J.L. Peset: "Las actividades", págs. 31 y ss.
29 En términos generales pueden verse las obras de Peset, José Luis (coord.): Ciencia, vida y espacio
en Iberoamérica. Madrid, 1989, 3 vols. y La ciencia moderna y el Nuevo Mundo. Madrid, 1985, y también
Peset, J. L. y Lafuente, A.: "Ciencia e historia de la ciencia en la España ilustrada". Boletín de la Real Academia
de la Historia, Madrid, 1981, núm. 178, págs. 267-300.
30 Ibídem. Capel, Horacio: Geografía y matemáticas en la España del siglo XVIII. Barcelona, 1981.

262
A. GUTIÉRREZ - ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

no-francesa para la medición del grado terrestre31 y que le mantuvo en América por espa
cio de diez años (1735-1745), a viajar por diversos estados europeos comisionado por
Fernando VI (1749-1752)32, a fundador y director de la Real Casa de Geografía y Gabinete
de Historia Natural (1752-1755), a gobernador y superintendente de la mina de azogue
peruana de Huancavelica ( 1 757- 1 764)33, a gobernador de Luisiana (1766-1768)54, y a
comandante de la última flota de Indias que zarpó de Cádiz en 1776 con destino a Nueva
España", entre otras actividades oficiales.
Y otro tanto podríamos decir de su reconocida categoría científica. En virtud de ella
en 1746 ya era nombrado socio de la Roy al Society of London, durante el tiempo que
permaneció en Inglaterra tras ser capturado cuando retornaba a España una vez conclui
da la misión geodésica. Fue además miembro de las Academias de Ciencias de París, de
Copenhague y de Estocolmo; perteneció al Instituto de Bolonia, al Instituto de las Ciencias
y Bellas Letras de Berlín y a la Sociedad de Leipzig, de entre las instituciones europe
as. En España, aparte de desempeñar el puesto de Director General de la Armada, fundó
la Real Fábrica de paños de Segovia36 y fue correspondiente de la Academia de Nobles
Artes de Madrid y de las Sociedades Patrióticas de Sevilla y Vizcaya37.

31 Véase Lafuente, Antonio y A. Mazuecos: Los caballeros del punto fijo. Ciencia, política y aven
tura en la expedición geodésica hispano-francesa al virreinato del Perú en el siglo XVIII. Madrid, 1987. El
propio A. Lafuente tiene varios trabajos sobre el particular, tal como "Una ciencia para el Estado: la expedi
ción geodésica hispano-francesa al virreinato del Perú (1735-1743). Revista de Indias, XLI1I, Madrid, 1983,
págs. 549-629.
32 Ulloa tenía órdenes para viajar por Francia, Suiza, Flandes, Holanda, estados alemanes, Rusia y los
países del Báltico. De este periplo, en compañía de su hermano Fernando y dos guardiamarinas, es fruto su
manuscrito Viaje a varias cortes europeas y otras ciudades, con varios encargos del Real Servicio ( 1 753), que
se encuentra en el Archivo General de Marina en El Viso del Marqués. Véase también Lafuente, A. y J.L.
Peset: "Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1748-1751)".
Melanges de la Casa de Velázquez, XVII, Madrid 1981, págs. 233-266.
33 De esta etapa redactó una Relación de gobierno, con ejemplares en el Archivo General de Indias
y en la Biblioteca del Palacio Real. Véanse Whitaker, Arthur P.: The Huancavelica mercury mine. Cambridge,
1944 y Rodríguez Casado, Vicente: "Huancavelica en el siglo XVIII". Revista de Indias, III, Madrid, 1941,
págs. 82-93. Más extensamente en Miguel Molina Martínez: Antonio de Ulloa en Huancavelica, 1758-1764.
Granada, 1995.
34 Véase Rodríguez Casado, Vicente: Primeros años de la dominación española en Luisiana.
Madrid, 1942.
35 De esta emisión procede su Descripción geográfico-física de una parte de Nueva España ( 1 777- 1 778),
editada por Solano, Francisco de: Antonio de Ulloa y la Nueva España. México, 1987.
36 A este respecto Sempere afirma que Ulloa "dio a conocer en Espada la utilidad de las lanas que
llaman churras o churlas, que son muy semejantes a las de Cantorbery [sic] en Inglaterra, cuya mezcla con las
merinas consiste el principal secreto para la fábrica de paños finos. Y para darlo a conocer más bien estable
ció en Segovia, bajo el cuidado de un fabricante, una de cuenta del rey, en que se tejieron tan finos, como los
mejores que vienen de fuera del reino". Sempere y Guarino: Ensayo de una biblioteca, vol. VI, págs. 175-176.
37 Su trayectoria vital puede encontrarse en Sempere y Guarinos, Juan: Ensayo de una biblioteca, vol
VI, págs. 158-176 y Hoyos, Francisco: Biografía del teniente general de la Real Marina don Antonio de Ulloa.
Madrid, 1848. Una buena síntesis se contiene en el estudio preliminar redactado por Miguel Molina Martínez
para la reedición de la obra de A. de Ulloa: Noticias americanas. Granada, 1992, págs. XI-XXV. Igualmente
Francisco de Solano tiene ultimada una obra titulada El científico Antonio de Ulloa: biografía de un marino.

263
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Antonio de Ulloa y el proyectismo ilustrado

Es José Muñoz Pérez quien con un estudio acerca del proyectismo en el siglo XVHP*
nos aporta detalles muy adecuados para el propósito de este trabajo y enlazan con algu
nas de las ideas que tratamos de exponer. En síntesis, este autor centra su investigación
"de forma casi exclusiva sobre nuestros grandes escritores del momento" y defiende que
el proyecto "es un producto típico de nuestra España del XVIII", fomentado en algunos
casos por los propios monarcas y sus gabinetes. Así, el proyecto pretendería subsanar un
aspecto concreto de cualquiera de las ramas de la administración, la sociedad o la eco
nomía3*.
Añade, además, Muñoz Pérez que esta tendencia al proyectismo durante el XVIII
"sobrepasa su condición de género, para ser más bien una actitud mental, ligada como
pocas al alma de una época. ..es, sobre todo, una forma de ver, plantear y resolver los
problemas, que es consustancial con el siglo", cuyo fundamento más significativo podría
encontrarse en el intento de difundir "las reformas emprendidas en el ambiente general
del país, la preparación de una educación técnica, cuya falta se notaba y, por último, la
posibilidad de contar con una serie de datos reales"*1. Son esa actitud mental y ese ambien
te, como decíamos al principio, los que pueden explicar todas las transformaciones que
se suceden con la entronización borbónica.
Sentadas estas premisas, no caben dudas acerca del compromiso de Antonio de
Ulloa con el tiempo en que le tocó vivir y su sentido de la responsabilidad. Como ya diji
mos su prolífica pluma nos ha legado cerca de 40 obras, redactadas en solitario o junto
con su compañero Jorge Juan, amén de una correspondencia epistolar verdaderamente
ingente41. No falta en estos escritos el "género proyecto", tan del gusto de la época como
acabamos de exponer, cuyas tres preocupaciones principales son la utilidad al real ser
vicio, el entronque con las pautas generales de la política gubernamental y la pretensión
de remediar una situación determinada cuya pervivencia se considera perjudicial.
Sin ánimo de exhaustividad, dentro de los temas que habitualmente suelen abordar
los proyectos nos encontramos con aquellos encaminados a un provecho público y a la
búsqueda de una mejora en la salubridad de la población. De este modo podemos con-

38 Muñoz Pérez, José: "Los proyectos sobre España e Indias en el siglo XVIII: el proyectismo como
género". Revista de Estudios Políticos, Madrid, vol. LIV, n..° 81 (mayo-junio de 1955), págs. 169-195.
39 Los antecedentes mis cercanos del proyecto habría que buscarlos en el llamado arbitrismo del siglo
anterior. Ibídem, págs. 170-171 y 182.
40 Esta actitud hace "que los dictámenes y representaciones de los fiscales y burócratas rebasen en
ocasiones sus límites de trámite, y no sólo informen, sino que propongan medios". Ibídem, págs. 173, 174 y
189. Los subrayados son nuestros.
41 Aparte de misivas para distintas personalidades, nada menos que 150 cartas de correspondencia
privada entre el virrey Bucareli y Ulloa, del 25 de julio de 1776 al 27 de marzo de 1779, recoge Francisco de
Solano en Antonio de Ulloa y 1a Nueva España. México, 1983. También su viaje por Europa generó una copio
sa correspondencia. Guillén: Los tenientes de navío, pág. 201.

264
A. GUTIÉRREZ - ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

siderar tres escritos de Ulloa: Informe acerca del temperamento de la ciudad de San
Fernando de Henares (1749), Limpieza de París. Método que se observa para ello y el
que parece más proporcionado que pudiera aplicarse en Madrid ( 1 750) y Proyecto para
la limpieza de las calles de Madrid (1751).
Pero Ulloa, además, no se limitó sólo al terreno teórico, sino que "estableció el pro
yecto importante del canal de navegación y riego de Castilla La Vieja, dirigiéndolo hasta
dejar construido, navegable y útil un espacio de más de cinco leguas", desde el río Camón
hacia tierra de Campos42. Así mismo intervino en los trabajos para el encauzamiento
mediante murallones de las aguas del Guadalquivir a su paso por Sevilla a fin evitar los
desastres de su desbordamiento, tal como había sucedido en los primeros meses de 1752.
Incluso dentro del grupo anterior podría considerarse sus Noticias de la costa del
Grau de Valencia y reflexiones sobre la laguna de Albufera y las Reflexiones sobre la
playa de Vinaroz (1751). Por su parte, los Proyectos sobre formación del principal puer
to y arsenal de Cartagena (1756) recogen otra de sus principales preocupaciones tal como
fue todo lo relacionado con las instalaciones portuarias y la construcción naval, precisa
mente una de las inquietudes más esenciales de los distintos Ministros de Marina hispa
nos y dirigida tanto al incremento del comercio con las colonias ultramarinas43 como a
la formación de una óptima armada de guerra44. Y en cuanto al fomento de los recursos
económicos es buena muestra su Informe a S.M. Carlos Il1 sobre las inteligencias que
se hacen con el azogue en perjuicio de las labores de las minas de plata del Perú (1763).
Podemos añadir, en resumen, que el ambiente propicio de la época, una renovada
actitud mental, las nuevas corrientes de pensamiento y la disposición positiva de una
notable materia prima humana contribuyó a la culminación de un proceso de reformas
de toda índole (políticas, administrativas, económicas, militares, etc.), iniciadas desde
principios del siglo XVIII y encaminadas a devolver a España el prestigio de gran poten
cia perdido durante la centuria precedente. Al menos para ofrecer un punto de vista dis
tinto es justo decir, aunque sea un análisis que correspondería hacerlo en otro estudio,
que la historiografía anglosajona arguye que de 1759 \ 1788 es un período de mejoras
pasajeras que oculta —la clásica calma que antecede a la tempestad— una decadencia
inevitable e imparable que tiene su apogeo en la invasión de tierras hispanas por las tro
pas napoleónicas y la posterior independencia de los territorios ultramarinos45.

42 Sempere y Guarinos: Ensayo de una biblioteca, vol. VI, pág. 175. Véase también El Canal de
Castilla. Valladolid, 1990.
43 Dentro de este ideario proyectista pueden considerarse las palabras de Sempere cuando manifies
ta que Ulloa "dio instrucciones y noticias para facilitar el comercio de frutos de España con los puertos de
Indias, cuya dirección se encargó en Santander a D. Juan de Isla, teniendo como objeto el fomento de la
Agricultura en Castilla la Vieja, Montarlas y sus confínes, en donde por falta de extracción estaban sus habi
tantes en la mayor infelicidad, sobrándoles los frutos propios y careciendo de los que no se crían en su país".
Ibidem, vol. VI, pág. 176.
44 Véase Merino Navarro, José P.: La Armada españolas en el siglo XVIII. Madrid, 1981.
45 Céspedes del Castillo, Guillermo: "La expansión territorial de la América española en la época de
Carlos III", en La América española en la época de Carlos III. Sevilla, 1986, págs. 28 y 29.

265
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

Los escritos y las obras impresas de Antonio de Ulloa

Posiblemente las obras que mayor resonancia tuvieron en su momento y las que
mayor difusión han logrado con posterioridad han sido las cuatro firmadas conjuntamente
por Antonio de Ulloa y Jorge Juan con los resultados del viaje al Nuevo Mundo empren
dido en 1735, aun cuando en algún caso su redacción se deba a uno solo de ellos; son
estas a saber: Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del
Perú. Su gobierno, régimen particular de aquellos habitadores y abusos que se han come
tido en uno y otro (1747)46, Relación histórica del viaje a la América meridional (1748),
Observaciones astronómicas y Físicas ( 1 748), Disertación histórica y geográfica sobre
el meridiano de demarcación ( 1 749).
Casi todos los estudios actuales que se han realizado sobre la figura de Antonio de
Ulloa y de su compañero Jorge Juan recogen de una manera más o menos pormenoriza
da su producción literaria, ello nos exime de adentrarnos en una serie de datos eruditos
que sólo harían redundar en los aspectos expuestos en cualquiera de los trabajos reseña
dos en este mismo artículo. De todas las monografías analizadas consideramos que las
dos donde más exhaustivamente se contienen todos los escritos de Ulloa son las de
Francisco Aguilar Piñal: Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII (Madrid, 1995,
vol. VIII) y Francisco de Solano: Antonio de Ulloa y la Nueva España (México, 1987)".
Mientras que Aguilar Piñal estructura su exposición en cuatro apartados básicos
(correspondencia, manuscritos, impresos y traducciones), Solano establece cinco divi
siones (impresos; manuscritos; impresos en colaboración; manuscritos en colaboración y
reediciones y traducciones)4*. En ambos podemos encontrar las referencias precisas a los
Archivos y Bibliotecas donde se encuentran depositados los originales de Ulloa, que se
completan en algunos casos con las secciones y signaturas correspondientes, números de
páginas de los documentos, copias existentes, etc4*. También se incorporan determinados
planos levantados o delineados por el ilustre marino sevillano.
Básicamente tanto Aguilar Piñal como Solano relacionan las mismas obras atribui
das a Ulloa, si bien hemos detectado ciertas diferencias. Así, Aguilar recoge los siguien
tes escritos que Solano no reseña: Extracto del informe que dio acerca del temperamento
de la ciudad de San Fernando de Henares (1749), Limpieza de París. Método que se
observa para ello y el que parece más proporcionado que pudiera aplicarse en Madrid
(1750), Modo de hacer el aceite en Provenza (1750) y Relación circunstanciada del

46 Esta obra es más conocida por el engañoso título de "Noticias secretas de América". El mejor estu
dio que se ha realizado sobre ella es el de Ramos Gómez, Luis J.: Epoca, génesis y texto de las "Noticias secre
tas de América", de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Madrid, 1985, 2 vols.
47 Véase también Merino Navarro, José P.: "Bibliografía de los marinos científicos del siglo XV1I1:
Jorge Juan y Antonio de Ulloa", en II Jornadas de Bibliografía. Madrid, 1977.
48 Aguilar Piñal suele extractar los largos títulos de las obras, tan del gusto de la época, mientras
Solano los expone en toda su extensión.
49 Aguilar Piñal incluye archivos y bibliotecas tanto españolas como extranjeras.

266
A. GUTIÉRREZ - ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

gobierno y superintendencia de la Real Mina de Azogues de la villa de Huancavelica,


desde el 4 de noviembre de 1758 hasta el 11 de mayo de 1763 (ejemplar del Archivo
General de Indias).
Por su parte Solano refleja los siguientes textos que Aguilar no incluye: Justa vin
dicación de mi honor y noticia circunstanciada para inteligencia de mi posteridad (1782)50,
Dictamen sobre la cuadratura del círculo, que pretende haber hallado Mr. Faure (1747),
Proyecto para la limpieza de las calles de Madrid (1751)", Noticias de la costa del Grao
de Valencia y reflexiones sobre la laguna de Albufera (1751), Reflexiones sobre la playa
de Vinaroz ( 1 75 1 ) y Registro hidrográfico de ambas Américas, septentrional y meridio
nal, por las costas de los mares norte y sur {Mil).
Según todo lo que llevamos expuesto, Antonio de Ulloa sería autor de las obras
impresas o manuscritas que a continuación se relacionan. Con la grafía actualizada, algu
nos de los extensos títulos tan a la moda, han sido extractados en aras de la brevedad;
asímismo, cuando no fueron impresos en su época o no se ha llevado a cabo una edición
en nuestros días, señalamos el archivo o biblioteca donde se encuentra el documento.
Esta es la relación:

— Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú, su
gobierno, régimen particular de aquellos habitadores y abusos que se han introdu
cido en uno y otro. 1747".
— Dictamen sobre la cuadratura del círculo que pretende haber hallado Mr. Faure,
1747".
— Relación histórica del viaje a la América Meridional hecho de orden de S.M. para
medir algunos grados del meridiano terrestre. Impreso en Madrid, 174854.
— Observaciones astronómicas y físicas hechas de orden de S. Mag. en los Reinos del
Perú, de las cuales se deduce la figura y magnitud de la Tierra y se aplica a la nave
gación. Impreso en Madrid, 1748".

50 Aguilar, sin embargo, incluye una Copia que mandó sacar, autorizada con su firma, de los docu
mentos que se presentaron en la causa seguida de averiguación de su conducta durante la campaña de las
Tercera (1782, ejemplar en la Biblioteca Universitaria de Sevilla), que debe estar relacionada con ésta.
51 Sin duda está relacionado con Limpieza de París, que Aguilar sí cita.
52 Conocida como "Noticias secretas de América" por el titulo dado a la edición realizada en Londres
en 1826 por David Barry. Ulloa escribió las primeras once sesiones y Jorge Juan el resto. Una edición más
reciente de las mismas (Madrid, 1991, Crónicas de América, n.° 63 de Historia 16) ha sido realizada por Luis
J. Ramos Gómez.
53 Parece que el original se encontraba en el Archivo de Alcalá de Henares. Solano: Antonio de Ulloa,
pág. XC.
54 Firmada junto con Jorge Juan, fue en esta ocasión Ulloa quien se encargó de su redacción por com
pleto. Hay edición de José P. Merino Navarro y Miguel M. Rodríguez San Vicente (Madrid, 1978) y otra más
reciente de Andrés Saumell Lladó (Madrid, 1990, Crónicas de América 59a y 59b de Historia 16).
55 Aunque figura como obra conjunta de Ulloa y Juan, fue este último quien la redactó.

267
II CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

— Historia de las Pirámides de Quito, 1748. [Biblioteca Nacional de Madrid].


— Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de demarcación entre los domi
nios de España y Portugal, y los parajes por donde pasa en la América Meridional.
Impreso en Madrid, 1 74956.
— General aviso y noticia de la obra de "Observaciones" y de la "Historia del viaje a
los reinos del Perú", que se imprimió el pasado año de 1748. Impreso en Madrid,
1749.
— Informe acerca del temperamento de la ciudad de San Fernando, 1749. [Academia
de la Historia, Madrid]
— Extracto del Informe que dio acerca del temperamento de la ciudad de San Fernando
de Henares. Año 1749. [Academia de la Historia]
— Limpieza de París. Método que se observa para ello; y el que parece más propor
cionado que pudiera aplicarse en Madrid (1750). [Archivo General de Marina, Viso
del Marqués]
— Modo de hacer el aceite en Provenza. (París, 6-IV-1750). [Fundación Universitaria
Española, Madrid] 57
— Proyecto para la limpieza de las calles de Madrid, 1751. [Archivo General de
Marina] *
— Noticias de la costa del Grao de Valencia y reflexiones sobre la laguna de Albufera,
1751. [Museo Naval, Madrid]
— Reflexiones sobre la playa de Vinaroz, 1751. [Museo Naval, Madrid]
— Tratado físico e historia de la aurora boreal [1752]5*.
— Descripción de la situación de los puertos, ensenadas, caletas y sondas de Cartagena,
Portobelo, Panamá, Guayaquil, Paita, Callao... situados en la América Meridional
(s.a.)m. [Museo Naval]

56 Con motivo del I Coloquio luso-español de Historia de Ultramar ("El Tratado de Tordesillas y su
proyección"), celebrado en Valladolid en 1972, se editó un facsímil de esta obra en Madrid, 1973. Véase Ramos
Gótnes, Luis J.: "Jorge Juan y Antonio de Ulloa y el meridiano de Tordesillas: La Disertación Histórica y
Geográfica (1747 -1776), en El Tratado de Tordesillas y su época. Valladolid, 1995, vol. III. págs. 1.561-1.592.
57 Tanto este escrito como el anterior, citados por Aguilar Piñal, F.: Bibliografía de autores españo
les, tomo VIII, pág. 212, son dos de las muchas memorias que Ulloa remitió a Ensenada durante su viaje por
distintas cortes europeas, y que pueden encontrarse en el Archivo General de Simancas.
58 Véase: Sanz, M.* G. y Merino Navarro, J.P.:"Saneamiento y limpieza de Madrid, siglo XVIII",
Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XII (1976), págs. 1 19-132.
59 Esta obra es citada por Méndez Bejarano: Diccionario de escritores sevillanos. Sevilla, 1925, quien
dice que la escribió en Rouen (durante su periplo europeo), carteándose con el académico Maizan, apud Guillén:
Los tenientes de navío, pág. 253.
60 Guillén otorga esta obra a Jorge Juan. Guillén: Los tenientes de navío, pág. 25 1 . En el mismo sen
tido Ramos Gómez: Noticias secretas, pág. 95. Solano la considera una copia del Discurso y reflexiones polí
ticas sobre el Estado presente de los reinos del Perú, "que sólo recoge las noticias y experiencias dela obra
general relativas a navegación y características de puertos". Solano: Antonio de Ulloa, págs. XCVIII-XCIX.

268
A. GUTIÉRREZ - ENTRE ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA

— Viaje a varias Cortes europeas y otras ciudades, con varios encargos del Real Servicio,
1753. [Archivo General de Marina]
— La Marina. Fuerzas navales de la Europa y costas de Berbería con noticia de los
puertos en donde están los Departamentos y Arsenales, 1755. [Archivo Histórico
Nacional, Madrid] 61
— Proyectos sobre formación del principal puerto y arsenal de Cartagena, 175662.
[Archivo General de Simancas]
— Relación circunstanciada del Gobierno y Superintendencia de la Real Mina de
Azogues de la villa de Huancavelica, desde el 4 de noviembre de 1758 hasta el 1 1
de mayo de 1763. [Archivo General de Indias, Sevilla]63
— Relación de Gobierno en la villa de Huancavelica y de la provincia de los Angaraes
(1758-1765). [Biblioteca del Palacio Real, Madrid]
— Informe a S.M. Carlos III sobre las inteligencias que se hacen con el azogue en per
juicio de las labores de las minas de plata del Perú, 1763". [Biblioteca del Palacio
Real, Madrid]
— Representación a S.M. sobre impuestos, alcabalas y minas de plata en Perú. (Isla
de León, 1 4-9- 1 77 1 )"5. [Biblioteca Nacional]
— Noticias americanas: Entretenimientos fisico-históricos sobre la América Meridional
y la Septentrional. Comparación general de los territorios, climas y producciones
de las tres especies, vegetales, animales y minerales. Con relación particular de las
petrificaciones de cuerpos marinos. De los indios naturales de aquellos países, sus
costumbres y usos. De las antigüedades. Discurso sobre la lengua y sobre el modo
en que pasaron los primeros pobladores. Impreso en Madrid, 1772.66
— Observaciones astronómicas y físicas hechas de orden de S.M. en los reinos del
Perú. Impreso en Madrid, 1 773"7.
— Señales, órdenes e instrucciones para el gobierno de la presente flota. Impreso en
Cádiz, 1776.

61 En el Archivo General de Simancas existe otro manuscrito fechado en 1771. Véase la edición del
mismo preparada por Juan Helguera Quijada (Cádiz, 1995).
62 Guillén cita "Proyectos que antecedieron a la formación del principal del puerto y arsenal de
Cartagena, aprobado en 27 de septiembre de 1749". Guillén: Los tenientes de navío, pág. 202.
63 Véase Molina Martínez: Antonio de Ulloa en Huancavelica, 1758-1764. Granada, 1995.
64 Guillén recoge un Informe a Carlos III sobre azogues, plata, y sus diezmos en Perú y Nueva España.
Guillén: Los tenientes de navío, pág. 238.
65 Así la titula Aguilar Piñal. Solano recoge dos obras que pueden estar relacionadas con esta.
Representación a S.M. Carlos 111 sobre las pérdidas que resultan en el ramo de los tributos de los indios, que
es cuantioso y Representación a S.M. Carlos III sobre las pérdidas que S.M. tiene en el ramo de las alcaba
las. De igual modo en Guillén: Los tenientes de navío, pág. 238.
66 Hay sendas ediciones de Luis Aznar (publicada en Buenos Aires, 1944), y Miguel Molina Martínez
(publicada en Granada, 1992).
67 Fue una nueva edición de la 1748, pero corregida y aumentada. Existe un facsímil de esta obra,
editada en Madrid, 1978, con introducción de José P. Merino Navarro y Miguel. M. Rodríguez San Vicente.

269
11 CENTENARIO DE DON ANTONIO DE ULLOA

— Cuestionario para la formación del completo conocimiento de la geografía física,


antigüedades, mineralogía y metalurgia de este reino de Nueva España e instruc
ción sobre el modo de formarlas. Veracruz, 22 de enero de 1 777. Impreso en la ciu
dad de México, 17776*.
— Descripción geográfico-física de una parte de la Nueva España, 1778w.
— El eclipse de Sol con el Anillo Refractario de sus Rayos, la luz de este astro, vista
del través del Cuerpo de la Luna, o Antorcha Solar en su disco, observado en el
Océano en el Navío El España, Capitana de la Flota de Nueva España. Impreso en
Madrid, 1779.™
— Cargos y descargos sobre ocurrencias durante su mando de una escuadra de cuatro
buques en la guerra contra Inglaterra. 1780. [Museo Naval]
— Copia que mandó sacar, autorizada con su firma, de los documentos que se pre
sentaron en la causa seguida de averiguación de su conducta durante la campaña
de las Terceras, 1782. [Biblioteca Universitaria, Sevilla]
— Justa vindicación de mi honor y notación circunstanciada de mi conducta para inte
ligencia de mi posteridad, explicando con los documentos originales la que observé
en la campaña que hice a las Islas Terceras, en el año de 1779. Documento fecha
do en 1782."
— Táctica naval, 1786. [Museo Naval]
— Juicio sobre el metal platino, y el modo más económico de explotarlo en el Virreinato
de Santa Fe, 1788. [Biblioteca del Palacio Real]
— Registro hidrográfico de ambas Américas, septentrional y meridional, por las cos
tas de los mares norte y sur, 178?72.
— Neptuno instructivo o ciencia práctica en la mar, 1791. [Archivo Histórico Nacional
y Archivo General de Marina]
— Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos, en servicio de la Marina, instructivas
y curiosas, sobre las navegaciones y modo de hacerlas, el pilotage y la maniobra.
Noticia de vientos, mares, corrientes, pájaros, pescados y anfibios; y de los fenó
menos que se observan en los mares en la redondez del Globo. Impreso en Madrid,
1795.

68 Se contiene en Solano: Antonio de Ulloa, págs. CXLIV-CL. Relacionado con esto Guillén cita un
"Interrogatorio a los gobernadores de Nueva España sobre Geografía, Historia Natural, Antigüedades y Botánica",
de 15 de enero de 1777. Guillén: Los tenientes de navío, pág. 239.
69 Editada por Francisco de Solano en Antonio de Ulloa y la Nueva España, págs. 1-119.
70 Véase Solano, F. de: "La observación del eclipse total de sol de 24 de junio de 1778, por primera
vez desde la mar, por Antonio de Ulloa", Arbor, Madrid, mayo, 1982, núm. 437, págs. 21-37.
7 1 Este escrito y los dos anteriores están, evidentemente, relacionados entre sí. Respecto de esta misión
bélica, véase el libro de Pablo E. Pércz-Mallaina: Antonio de Ulloa y la campaña de las Terceras. Sevilla,
1995.
72 Así lo cita Solano: Antonio de Ulloa, pág. XCII1. Guillén, sin embargo, lo atribuye a Alsedo. Guillén:
Los tenientes de navio, pág. 182.

270
ANTONIO DOMINGUEZ ORTIZ

Nace en Sevilla, 1909. Ejerce la docencia en varios centros de Enseñanza Media y


Superior hasta su jubilación en 1979.
Miembro de la Real Academia de la Historia. Correspondiente a la British Academy,
Sevillana de Buenas Letras y otras varias.
Doctor "Honoris Causa" por las universidades de Granada, Madrid (Complutense),
Barcelona (Central), Córdoba, Sevilla, Cádiz y Burdeos.
Medalla de Oro de las ciudades de Sevilla y Granada.
Premio PRINCIPE DE ASTURIAS de Ciencias Sociales (1982).
Premio RAMON MENENDEZ PIDAL de Investigación Humanista (1986).
Autor de más de veinte volúmenes y 400 trabajos menores sobre diversos temas de
Historia Moderna de España y América, entre los que se encuentran: La Sociedad Española
en el siglo XVII; Sociedad y Estado en el siglo XVIII español; Carlos III y la España de
la Ilustración; Política Fiscal y cambio social: Los judeoconversos en España y América;
Orto y ocaso de Sevilla, 1946. (Varias reediciones); Sevilla en el siglo XVII. Tomo V de
la Historia de Sevilla, editada por la Universidad Hispalense.

JOSE MARIA LOPEZ PINERO

Nacido en Mula (Murcia) el 14 de junio de 1933.


Estudió Medicina en la Universidad de Valencia, obteniendo los títulos de Licenciado
(1957) y de Doctor, con Premio Extraordinario (1960).
Se formó como especialista en Historia de la Medicina en las Universidades de
Munich y Bonn (Alemania) y en la de Zurich (Suiza).
Tras ser Profesor Encargado de Curso y Profesor Adjunto, desde 1969 es Catedrático
de Historia de la Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia.
Miembro fundador de la Sociedad Española de Historia de la Medicina (de la que
ha sido Presidente) y numerario de la International Academy of the History of Medicine
(de la que ha sido Secretario General), de la Gessellchaft für Wissenschaftsgeschichte,
de la Societé Internationale pour l'Histoire de la Médecine, así como de otras sociedades
científicas relacionadas con su especialidad de ocho países.

// Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 271-279 271


Es académico numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía, de Valencia,
socio de honor de la Académie Internationale d'Histoire des Sciences, "fellow" de la
Interamerican Medical and Health Association, académico correspondiente de la Real
Academia de la Historia, de Madrid y de la Academia Nacional de Historia y Geografía,
de México.
Entre las condecoraciones y premios recibidos destacan la Encomienda con placa
de Alfonso X Sabio, la Gran Cruz de Sanidad, el Premio "Alberto Sols" de Investigación
Médica y la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana.
Ha publicado, solo o en colaboración, 82 libros y más de trescientos capítulos de
libro y artículos en revistas nacionales y extranjeras. Entre los primeros figuran: Medicina
y sociedad en la España del siglo XIX (1964); Neurosis y psicoterapia. Un estudio histó
rico (1970); John Hughlings Kacjson. Evolucionismo y neurología (1973); Ciencia y téc
nica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII (1979); Diccionario histórico de
la ciencia moderna en España (2 vols., 1983); Historical Origins of the Concept of
Neurosis (1983); Cajal (1985); Los orígenes en España de los estudios sobre la salud
pública (1989); Historia de la medicina valenciana (3 vols. 1988-1992); España. Ciencia
(1991), Medicinas, drogas y alimentos vegetales del Nuevo Mundo. Textos e imágenes
españolas que los introdujeron en Europa (1992); La ciencia en la España del siglo XIX
(1992); Bibliographia Medica Hispanica, 1475-1950 (8 vols., 1987-1995); Nuevos mate
riales y noticias sobre la "Historia de las plantas de Nueva España", de Francisco
Hernández (1994) y História de la ciencia al País Valenciá (1995).
Es fundador y director de la serie monográfica Cuadernos Valencianos de Historia
de la Medicina y de la Ciencia (de la que se han publicado 48 volúmenes a partir de
1962), así como de las colecciones Hispaniae Scientia, Clásicos Españoles de la Salud
Pública y Ciencia.
Es miembro del consejo de redacción o del comité de expertos de las revistas Asclepio
(Madrid), Medicina Clínica (Barcelona), Enseñanza de las Ciencias (Barcelona), Anales
Españoles de Morfología (Valencia), Nuncius (Florencia) y History of Psychiatry
(Cambridge).

FRANCISCO AGUILAR PIÑAL

Sevillano. Doctor en Filosofía y Letras (Filología Románica). Profesor de Investigación


del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Académico Preeminente de la Real
Academia Sevillana de Buenas Letras. Correspondiente de las Academias de Córdoba,
Ecija y Cádiz. Miembro de la Sociedad Española de Estudios del siglo XVIII.
Correspondiente de la Hispanic Society of América. Ha obtenido en dos ocasiones el
Premio "Archivo Hispalense" y el Premio "Ciudad de Sevilla", además del primer Premio
de Humanidades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, por sus estudios
de temas sevillanos. Es autor de medio centenar de libros de investigación y de cerca de
doscientos artículos sobre el siglo XVIII español.. Su obra más conocida, de la que ya

272
se han publicado ocho volúmenes, es la Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII
(1981-1995).
En relación con Sevilla, cabe destacar los siguientes títulos: La Real Academia
Sevillana de Buenas Letras en el siglo XVIII (1966); La Sevilla de Olavide (1966) Reedición
en 1995); Cartelera prerromántica sevillana (1968); La Universidad de Sevilla en el siglo
XVIII (1969); Impresos sevillanos del siglo XVIII (1974); Sevilla y el Teatro en el siglo
XVIII (1974); Historia de Sevilla, siglo XVIII (3.* ed., 1989); Temas sevillanos (Primera
y segunda serie, 1972, 1988); La Historia de la Universidad de Sevilla (1991).
Ha organizado varios congresos y dirigido un equipo de investigación sobre el siglo
XVIII, cuyo resultado es un volumen colectivo sobre la Historia literaria de España.
Siglo XVIII, actualmente en prensa. Colabora habitualmente en las revistas Archivo
Hispalense, Insula, Revista de Literatura, anales Cervantinos, Boletín del Centro de
Estudios del siglo XVIII, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Cuadernos
Hispanoamericanos y Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

ROBERTO MORENO GARCIA

Se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad Autónoma de Madrid en 1978,


dedicándose a la docencia superior como profesor en la Universidad Politécnica de Madrid
desde la terminación de la carrera. A partir de 1980 ejerció también una actividad pro
fesional en la química y la metalurgia de los metales preciosos, vinculándose a la prin
cipal refinería de estos metales existentes en España (Sociedad Española de Metales
Preciosos). Inicialmente como jefe del laboratorio, posteriormente como jefe del sector
metalúrgico, jefe del sector químico, adjunto a la dirección técnica de la fábrica y por
último, como asesor técnico de la Dirección General de esta multinacional. Realizó su
tesis doctoral en la química analítica de estos metales.
Su gran vocación docente le hace retornar a la Universidad con una dedicación
exclusiva como Profesor Titular de la Universidad Politécnica de Madrid y una activi
dad investigadora centrada en los estudios de Historia de la Ciencia y la Tecnología, sus
trabajos de investigación en la química y metalurgia de los metales nobles, tanto en el
aspecto histórico como de la química actual han sido publicados en prestigiosas revistas
internacionales.
Otra de sus especialidades es la mecánica y la instrumentación científica y su rela
ción con la Historia de la Ciencia. En esta línea de trabajo es investigador responsable
de un proyecto encargado por la Presidencia del CSIC relativo a la recuperación del mate
rial científico-histórico de la Institución, habiendo restaurado, catalogado y documenta
do este tipo de material en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y en el antiguo
Instituto de Optica "Daza de Valdés". En la actualidad lleva a cabo este trabajo en el
Instituto "Rocasolano" y en el 'Torres Quevedo".

273
MIGUEL ANGEL PUIG-SAMPER MULERO

Miguel Angel Puig-Samper Mulero (Madrid, 1955) es Investigador Científico del


CSIC y Jefe del Departamento de Historia de la Ciencia del Centro de Estudios Históricos
del mismo organismo en Madrid. Es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad
Complutense de Madrid. Con anterioridad a su destino actual fue Jefe de la Unidad
Estructural de Investigación de Historia y Documentación del Real Jardín Botánico de
Madrid, así como Redactor Jefe de la revista de dicha institución, los Anales del Jardín
Botánico de Madrid. Es miembro de varias sociedades científicas y forma parte de la
junta directiva, Consejo Latinoamericano, de la Sociedad Latinoamericana de Historia de
las Ciencias y la Tecnología. Asimismo forma parte del Consejo de redacción de la revis
ta de historia de la ciencia Asclepio del CSIC y dirige la colección "Theatrum Naturae",
dedicada a la historia de la historia natural, de la Editorial Doce Calles de Aranjuez.
Como investigador ha participado en numerosos proyectos ligados al CSIC y en
varios convenios internacionales. Ha sido además investigador principal del proyecto
financiado por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica, "El Real Jardín
Botánico y las expediciones científicas a América" y de otro proyecto titulado "Instituciones
científicas madrileñas en la Ilustración" financiada por la Comunidad de Madrid. Entre
sus publicaciones pueden destacarse La Antropología española en el siglo XIX (Madrid,
CSIC, 1983), Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo (Madrid, CSIC,
1988), Las expediciones científicas en el siglo XVIII (Madrid, Akal, 1991), La obra cientí
fica de Pehr Lófling en la expedición al Orinoco (Caracas, Lagoven, 1992), Pacífico
Inédito (Barcelona, Lunwerg, 1992) y Darvinismo y antropología en el siglo XIX (Madrid,
Akal, 1994).

ANTONIO LAFUENTE

Antonio Lafuente (Granada, 1953) es licenciado en Ciencias Físicas por la U


Universidad de Barcelona y Doctor en Ciencias por la Universidad de Granada. Realizó
el doctorado en Madrid bajo la dirección de José Luis Peset Reig (CSIC) y en París con
René Taton (Centre Alexandre Koyre, CNRS). Es Profesor Titular de la Universidad
Complutense de Madrid (área de Historia de las Ciencias) desde 1984. En 1987 obtuvo
la plaza de Investigador Científico del CSIC y fue Visiting Scholar en la Universidad de
California (Berkeley) durante 1989-90. Entre 1991 y 1992 fue Director Científico del
Pabellón de los Descubrimientos de EXPO'92. Desde 1985 es editor asociado de Quipu.
Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología (México).
Entre sus publicaciones destacan los libros La geometrización de la Tierra (Madrid,
CSIC: Cuadernos Galileo, 1984), Los caballeros del puntofijo (Barcelona, El Serbal/CSIC,
1987), El Observatorio de Cádiz (1 753-1 831) (Madrid, Ministerio de Defensa, 1988),
Ciencia colonial en América (Madrid, Alianza Editorial, 1992) y Mundialización de la
ciencia y cultura nacional (Aranjuez, El Serbal/UAM, 1994). En la actualidad trabaja en

274
el Departamento de Historia de la Ciencia del Centro de Estudios Históricos del CSIC
(el. Duque de Medinaceli, 6; 28014 Madrid).

LUIS J. RAMOS GOMEZ

Luis J. Ramos Gómez, nacido en Madrid el 30-03-1995.


Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona en 1968; Doctor
en Historia por la Universidad Complutense en 1973.
Su carrera docente se ha desarrollado en la Universidad Complutense, habiendo
sido: profesor Ayudante o Encargado de Curso entre 1969 y 1976; profesor Adjunto o
Titular de Historia de América entre 1976 y 1986 y Catedrático de Historia de América
desde 1986.
Sus principales líneas de investigación son: América prehispánica en general,
con especial dedicación al área Andina, con títulos como: Cerámica Nazca. Seminario
Americanista de la Universidad de Valladolid. Valladolid, 1980. (Con Concepción Blasco
Bosqued); Los tejidos prehispánicos del Area Central Andina en el Museo de América.
Ministerio de Cultura. Madrid, 1980. (Con Concepción Blasco Bosqued); Catálogo de
la cerámica nazca del Museo de América. Vol. I. Ministerio de Cultura. Madrid, 1986.
(Con Concepción Blasco Bosqued); Catálogo de la cerámica nazca del Museo de América.
Vol. n. Ministerio de Cultura. Madrid, 1991 (Con Concepción Blasco Bosqued). Expedición
de Jorge Juan y Antonio de Ulloa a la medición del grado: Epoca, génesis y texto
de las "Noticias Secretas de América". Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Madrid, 1985. (2 vols); "Jorge Juan y Antonio de Ulloa y el "Meridiano de Tordesillas".
En El Tratado de Tordesillas y su época, vol. III. Valladolid, 1995. Inicio de la colo
nización española de América: Cristóbal Colón y los indios taínos (de octubre de 1492
a diciembre de 1494). "Cuadernos Colombinos" n.° XVIII, Casa Museo de Colón y
Seminario Americanista de la Universidad de Valladolid. Valladolid.

MIGUEL MOLINA MARTINEZ

Miguel Molina Martínez (Torres, Jaén, 1952). Doctor y Catedrático de Historia de


América en la Universidad de Granada.
Director del Grupo de Investigación Andalucía y América Latina: Población, trans
ferencias tecnológicas, historiografía y toponimia.
Líneas de trabajo prioritarias: a) Minería colonial andina y b) Relaciones Andalucía
Oriental y América. Sus publicaciones realizadas son: El Real Tribunal de Minería de
Lima. Sevilla, 1986; Jaén y el mundo hispanoamericano. Jaén, 1987; El accitano Pedro
de Mendoza, primer fundador de Buenos Aires. Guadix, 1988 (En colaboración con
Francisco J. Fernández Segura); Las capitulaciones de Santa Fe. (Estudio preliminar).

275
Edición de la Diputación de Granada. Granada, 1989; Economía indiana en la segunda
mitad del siglo XVIII, en Historia General de España y América. Madrid, 1989. (En cola
boración con Ramón M.° Serrera Contreras); La leyenda negra. Madrid, 1991; Antonio
de Ulloa: Noticias Americanas. (Estudio preliminar). Universidad de Granada, 1992; El
gobierno de Antonio de Ulloa en Huancavelica (1758-1764). Universidad de Granada,
1995.
Autor de medio centenar de trabajos relacionados con la especialidad, publicados
en revistas nacionales y extranjeras, así como en Actas de Congresos.
Miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia.
Primer Premio "V Centenario del Descubrimiento de América", de la Diputación
de Sevilla, 1985.

ALBERTO ORTE LLEDO

Pertenece a la Armada desde 1937, habiendo hecho su carrera en la Escuela Naval


Militar de San Fernando (1939-1943).
Realizó estudios de Matemáticas, Física y Astronomía en el Instituto y Observatorio
de Marina, especializándose en el campo de la medida del tiempo (Observatorio de París
y Bureau Internacional de la Hora). Larga actividad docente y científica en el Observatorio
de San Fernando en temas relacionados con la Astrometría, Rotación de la Tierra y Medida
del Tiempo. Director del Observatorio entre 1977 y 1985.
Durante 35 años formó parte, dentro del Bureau Internacional de Pesas y Medidas
del Comité Consultivo para la Definición del Segundo. Miembro de las Comisiones de
"Efemérides" y "Rotación de la Tierra" de la Unión Astronómica Internacional y
ex-Presidente de la Comisión de la Hora. Perteneció durante seis años al Comité Directivo
del Bureau Internacional de la Hora.
Académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
Naturales, numerario de la de San Romualdo de San Fernando y Vice-Director de la Real
Academia Hispano-Americana.
Contralmirante en la situación de Reserva, colabora actualmente en cursos y tra
bajos relacionados con los campos de su especialidad así como en temas histórico-nava-
les y en determinadas parcelas de la Historia de las Ciencias.

JUAN HELGUERA QUIJADA

Juan Helguera Quijada (Palencia, 1950). Doctor en Historia por la Universidad de


Valladolid. Ha sido profesor de Historia Moderna, y en la actualidad es Profesor Titular
de Historia e Instituciones Económicas en la Facultad de Ciencias Económicas de dicha

276
Universidad. Sus campos de investigación preferentes son la industria y las obras públi
cas en el siglo XVIII. Sobre estas materias ha publicado numerosos artículos, ponencias
y comunicaciones a congresos, así como lo libros La industria metalúrgica experimen
tal en el siglo XVI11 (Valladolid, 1984); El Canal de Castilla (Valladolid, 1988); y Juan
de Homar: El Canal de Castilla. Cartografía de un proyecto ilustrado (Madrid, 1992).
Ultimamente, ha preparado la edición del tratado manuscrito de Antonio de Ulloa: La
Marina. Fuerzas navales de la Europa y Costas de Berbería (Cádiz, 1995).

FRANCISCO DE SOLANO PEREZ-LILA

Doctor en Historia. Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones


Científicas en el Centro de Estudios Históricos (Departamento de Historia de América,
Madrid). Director de REVISTA DE INDIAS.
Ha sido Profesor de la Universidad Complutense (Madrid, 1968 a 1982) y Profesor
Visitante en las Universidades de Lisboa, El Colegio de México (1976, 1980, 1990),
Universidad Nacional Autónoma de México (1981, 1985), Iberoamericana de México
(1977), San Marcos de Lima (1979), Caracas (1975 a 1977), Instituto Riva-Agüero de
Lima (1978), Católica de Chile (1982, 1988, 1991, 1995), de Chile (1992, 1993), de la
Frontera, Temuco (1993), de Santiago de Chile (1991, 1994), Estadual de Sao Paulo
(1991), Instituto Mora de México (1994).

Ha publicado cerca de doscientas obras de su especialidad, entre ellas: Estudios


sobre la ciudad iberoamericana, Madrid, 1983; Antonio de Ulloa y la Nueva España,
México, 1987; Proceso histórico al conquistador, Madrid, 1988; Ciudades hispanoame
ricanas y pueblos de indios, Madrid, 1990; Política lingüística en Hispanoamérica,
1492-1821, Madrid, 1991; Relaciones Económicas del Reino de Chile, 1780, Madrid,
1994; Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, (1535-1821), Madrid,
1994; Relaciones Geográficas del Reino Chile, 1756, Santiago, 1995.
Es académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de otras aso
ciaciones científicas de Argentina, Costa Rica, España, Estados Unidos, Guatemala,
Francia, México, Perú, Portugal y Venezuela.
Premio Nacional de Literatura y Premio "Menéndez Pelayo" de Investigación
Histórica, por su obra Los Mayas del siglo XVI1I (1975). Premio "Virgen del Carmen"
por su obra El científico Antonio de Ulloa: Biografía de un marino (1995).

ANTONIO OROZCO ACUAVIVA

Antonio Orozco Acuaviva (Cádiz, 1934), Doctor en Medicina y Cirugía, Catedrático


de Historia de la Medicina en la Universidad de Cádiz, Director de la Real Academia

277
Hispano Americana, Presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz,
Académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz, Académico
Correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina, Academia de Ciencias de
Córdoba, Academia de San Dionisio de Jerez, Academia de San Romualdo de San
Fernando, Academia Sanmartiniana de Buenos Aires, del Instituto de Historia de la
Universidad Católica de Rosario (Argentina), Honorario de la Sociedad Argentina de
Historia de la Medicina, del Instituto Nacional Belgraniano (Buenos Aires), Presidente
de la Sociedad de Historia de la Medicina Hispanoamericana, ex-Presidente del Ateneo
de Cádiz, Fundador de la Sociedad Española de Historia de la Medicina, etc.
Entre sus publicaciones Orígenes de la Academia de Nobles Artes de Cádiz y artis
tas de su tiempo. Cádiz, 1973; Historia Medieval de Cádiz y su Provincia a través de
sus Castillos (en colab. con P. Antón Solé) Cádiz, 1976; La gaditana Frasquita Larrea,
primera romántica española. Jerez, 1977; Médicos escritores gaditanos (Premio Soc.
Esp. de Méd. Escritores), Cádiz, 1978; Bibliografía Médico-Científica Gaditana. Cádiz,
1981; Historia médico-social del niño en Andalucía Occidental y Extremadura. Sevilla,
1990; La Expedición Malaspina (1789-1794). Bicentenario de la Salida de Cádiz. Real
Academia Hispanoamericana. Cádiz, 1991; Malaspina'92. Jornadas Internacionales. Real
Academia Hispanoamericana. Cádiz, 1994, y un centenar de artículos en publicaciones
especializadas y culturales.

ANTONIO GUTIERREZ ESCUDERO

Sevillano. Premio extraordinario de Licenciatura (1979) y Doctor en Historia de


América (1983) por la Universidad de Sevilla, en cuyo Departamento de Historia de
América fue profesor de 1979 a 1983. Ha sido también Profesor Titular de Historia de
América en el Departamento de Historia II de la Universidad de Alcalá de Henares de
1983 a 1989. Desde 1990 es Investigador del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas con destino en la Escuela de Estudios Hispano Americanos, de Sevilla.
Ha desempeñado distintos cargos académicos y profesionales, tales como Decano
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares (1986-1989),
Director de la Unidad Estructural de Investigación "Economía y Sociedad en la América
Moderna" (EEHA, CSIC) y Jefe de Equipo del Grupo de Investigación "Andalucía y
América: relaciones, influencias e intercambios" (Plan Andaluz de Investigación, Junta
de Andalucía). En la actualidad es Jefe del Departamento de "Historia de América" de
la EEHA, CSIC, y Vicepresidente de la Asociación Española de Americanistas.
Ha sido Secretario de Redacción de la Revista "Historiografía y Bibliografía
Americanistas" (CSIC), de 1977 a 1983, y co-fundador y Redactor-Jefe de la Revista
"Estudios de Historia Social y Económica de América" (U. de Alcalá de Henares). Es
miembro del Consejo de Redacción del "Anuario de Estudios Americanos" (EEHA, CSIC).

27S
En 1984 recibió el Premio V Centenario del Descubrimiento de América de la
Diputación Provincial de Sevilla por su trabajo "Santo Domingo durante el reinado de
Felipe V, 1700-1746. Población y actividades económicas". Aparte de monografias sobre
Pedro de Alvarado , Francisco Solano López (1989) y Los reversos de las monedas del
Quinto Centenario. Series I, II y III (1989, 1991 y 1992) su investigación se ha centra
do en el estudio de la historia de las Antillas de los siglos XVI al XIX, con trabajos sobre
"Tres fuentes españolas sobre Saint Domingue, 1699-1776" (1980), Población y eco
nomía en Santo Domingo, 1700-1746 (1985), "Holanda en Norteamérica y el Caribe",
"Colonización inglesa y francesa en el Caribe, siglo XVffl", "Las colonias no ibéricas
en el Caribe" (1991). Otros temas abordados han sido "La primitiva organización india
na (Administración, emigración, economía, Iglesia, Cultura), 1492-1550" (1990) y la his
toria de los descubrimientos, con "Descubrimiento, conquista y colonización del Río de
la Plata, 1500-1556" (1987); América: Descubrimiento de un Mundo Nuevo (1990) y
"Descubrimientos y colonización francesa y holandesa en América, siglo XVI" (1991);
Es también autor de diversos artículos sobre la emigración canaria a Santo Domingo,
entre ellos: "Inmigración canaria a América: avatares de los isleños en Santo Domingo,
1684-1764" (1984); "Colonos, familias pobladoras y fundación de ciudades en la Española,
1684-1768" (1994) y "Nuevas consideraciones sobre la inmigración canaria a Santo
Domingo en el siglo XVIII" (1994). Así mismo ha estudiado diferentes aspectos econó
micos de Santo Domingo: "La propiedad de la tierra en Santo Domingo: del latifundio
al terreno comunero" (1984); "Contrabando en el Caribe: comercio ilícito entre france
ses y españoles en Santo Domingo" (1985); "Las primeras obras públicas en el Nuevo
Mundo y su financiación: Santo Domingo, 1492-1572" (1992) y "Diferencias entre agri
cultores y ganaderos en Santo Domingo, siglo XVffl" (1993).

279
Acabóse
de imprimir este volumen
la Víspera de la Festividad
de Ntra. Sra. del Rosario
en la Escuela de Estudios
Hispanoamericanos
de Sevilla
PROGRAMA

Lunes, 23 de octubre. Sevilla

19.00 h Placa en la casa donde nació


Excma. Sra. Alcaldesa del Ayuntamiento de Sevilla

Escuela de Estudios Hispanoamericanos


19.30 h Antonio de Ulloa y Sevilla
Francisco Aguilar Piñal, Instituto de Filologfa-CSIC-Madrid
20.30 h Presentación de la exposición bibliográfica
Antonio Gutiérrez.Escuela de Estudios Hispanoamericanos-CSIC-Sevilla
Pedro González García, Archivo General de Indias-Sevilla

Martes, 24 de octubre. Sevilla

Hospital de los Venerables

Mañana

10.00 h Antonio de Ulloa y la ciencia de su época


Manuel Sellés, Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia-UNED
10.45 h Ulloa, descubridor del platino
Roberto Moreno, Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes
Universidad Politécnica de Madrid
1 1 .30 h Café
12.00 h Ulloa, naturalista
Miguel A. Puig-Samper, Centro de Estudios Históricos-CSIC-Madrid
13.30 h Exposición documental. Archivo General de Indias

Paraninfo de ¡a Universidad

Tarde

1 7.00 h Retórica y experimentación en la polémica sobre la figura de la Tierra


Antonio Lafuente, Centro de Estudios Históricos-CSIC-Madrid
17.45 h El sevillano Antonio de Ulloa y el reino de Quito
Luis J. Ramos, Facultad de Geografía e Historia-Universidad Complutense
18.30 h Café
1 9.00 h El gobierno de Ulloa en Huancavelica y Luisiana
Miguel Molina, Facultad de Geografía e Historia-Universidad de Granada
19.45 h Presentación del libro de don Antonio de Ulloa "La campaña de las
Terceras"
Pablo E. Pérez-Mallaina, Facultad de Geografía e Historia-Universidad de Sevilla

Miércoles, 25 de octubre. San Fernando-Cádiz

Panteón de Marinos Ilustres

Mañana

10.00 h Homenaje a Don Antonio de Ulloa

Real Instituto y Observatorio de la Marina

1 1 .00 h Visita, exposición bibliográfica y aparatos de la época


12.00 h Ulloa, astrónomo
Alberto Orte Lledó, Real Academia Hispanoamericana-Cádiz
12.45 h Antonio de Ulloa en la época del Marqués de la Ensenada. Del espionaje
industrial al Canal de Castilla (1749-1754)
Juan Helguera Quijada, Facultad de Ciencias Económicas-Universidad de Valladolid
13.00 h Presentación del libro de Don Antonio de Ulloa
"La marina. Fuerzas navales y costas de Berbería"

Salón Regio de la Exema. Diputación de Cádiz


Tarde

18.00 h Ulloa, marino


Francisco de Solano, Centro de Estudios Históricos-CSIC-Madrid
18.45 h Antonio de Ulloa, un ilustrado curioso
Antonio Orozco, Facultad de Medicina-Real Academia Hispanoamericana-Cádiz
19.30 h Presentación de las Actas
Javier Benjumea Puigcerver, Antonio Domínguez Ortiz,
José María López Piñero, Consuelo Varela y Manuel Losada
20.00 h Clausura
Excmo. Sr. Rector de la Universidad de Cádiz
3 9015 04130 6708

51 504flfi
12/97 VW~¡t
12/97 Q2-€13-0j sec f
UNIVERSITY OF MICHIGAN

3 9015 04130 6708

51 ^5 m
12/97 Q2-013-01 gk
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