Titeres-Origen Historia y Misterio
Titeres-Origen Historia y Misterio
Titeres-Origen Historia y Misterio
Vamos a correr el telón y asomarnos por unos instantes al mundo de los títeres, a
ese maravilloso y complicado mundo, tan antiguo como la misma humanidad. Los
títeres vienen de muy lejos. Es perderse en el misterio pretender buscar su origen.
Nacieron con la imaginación, y pertenecen a todos los tiempos y a todos los lugares de
la tierra. Charles Nodier —quien fue un ferviente admirador de los títeres— se ha
ocupado de ellos en varios artículos. Acerca de su origen escribió en la Revue de Paris:
"Al no poder fijarse la época precisa de su nacimiento, puede decirse que el títere más
antiguo es la primera muñeca puesta en las manos de un niño, y que el primer drama
nace del monólogo, mejor dicho del diálogo que sostiene el niño y su muñeco. Yo
quisiera —continúa—poder dar a los comediantes un origen más ilustre, pero está
perfectamente demostrado que descienden en línea recta de los títeres y confesaremos
que, varios entre ellos, los que más admiramos en los grandes teatros, han conservado
un aire de familia"
En Egipto se han encontrado estatuas con resortes que usaban en las ceremonias
religiosas y entre los juguetes destinados a los niños. En Marionnettes et Guignols,
Ernest Maidron asegura que estos muñecos eran animados por movimientos de cabeza y
de brazos. También se halló en Egipto, en la tumba de una bailarina de nombre Jelmis,
al lado de la momia, un barco pequeño tripulado por varias figuras de marfil. Una de
ellas, articulada, podía ponerse en movimiento mediante unos hilos. En el centro de este
barco, había una casita con puertas de marfil, que al abrirse dejaba ver toda la escena de
un teatro de títeres. Quizás esta bailarina ofrecía con sus muñecos representaciones por
Los chinos conocen a los títeres desde tiempos remotos. Hacen su aparición en
los ritos religiosos y en las calles, entre las gentes del pueblo. De China —según las
crónicas—, los llevan los músicos andariegos al Japón, atravesando Corea. Allí llegaron
a una perfección extraordinaria. Están modelados en madera y mueven las cejas, los
ojos, la boca y articulan los dedos de las manos. Algunos son muy grandes y de un
mecanismo tan complicado que para manejar una sola marioneta hacen falta tres
titiriteros.
Hay quien afirma que en la India existían los títeres varios siglos antes de Cristo.
En la literatura hindú, en cuentos, leyendas y libros sagrados, hallamos referencias a
estos remotos personajes movidos por la mano del hombre. En el Mahabarata —donde
la historia está mezclada con la mitología— nos encontramos con este pasaje: "Cuando
el hijo del poderoso Arjun salió al frente de una expedición guerrera, su novia, la
princesa Uttara, le pidió al despedirse que le trajera lindas y transparentes telas de
colores para vestir a sus títeres." Y dice un viejo relato hindú: "Parvati, la mujer del
Taller: Construcción y manipulación de objetos Página 2
Dios Shiva, hizo un hermoso títere que escondía a los ojos de su esposo para que éste no
lo viera y se enamorara. Llevó la muñeca a la montaña, y todos los días iba a visitarla y
a adorarla. Pero el Dios Shiva, una vez, la descubrió mientras buscaba una flor. Se
enamoró del títere, le dio vida y huyeron juntos".
En los escritores antiguos hay referencias a los títeres hieráticos. Los citan Herodoto y
Luciano. Es conocida la Venus de madera, atribuida a Dédalos, que se movía por medio
de mercurio. También se movía y predecía el futuro la estatua de Júpiter Ammon.
Ochenta sacerdotes, en las procesiones, la cargaban sobre sus hombros y ella, con
movimientos de cabeza, les indicaba el camino. Charles Magnin y Ernest Maidron, en
los libros ya citados, nos dan detalles sobre estas curiosas imágenes y del conocimiento
que se tenía entonces sobre las propiedades del imán sobre el hierro. Los títeres
hieráticos —anota Vesely— tomaron parte original en los misterios religiosos, cuando
el hombre no se animaba a representar a sus dioses.
De generación en generación
En el siglo XVI, los músicos andariegos atraen la atención con una novedad en
materia de títeres que los franceses llaman marionnettes à la planchette. El músico,
después de congregar al público, mueve al compás de su instrumento dos figurillas
sostenidas por un hilo que sujeta a su pierna. De esta manera las hace danzar, mientras
suena alegremente la gaita, la pipa o el tambor. Shakespeare y Ben Jonson suelen
recordar con frecuencia a estos remotos personajes movidos por hilos. Milton se inspiró,
para crear su Paraíso perdido, mientras asistía a una función de marionetas que
representaban la Historia de Adán y Eva. Goethe fue también un enamorado de los
títeres. El Fausto le fue revelado por unos titiriteros de la feria de Francfort. Y Lord
Byron llegó a decir: el que no ama a los títeres no es digno de vivir.
El titiritero ambulante ruso del siglo XVII usaba una pollera muy ancha que le
servía de escenario. Al comenzar la representación levantaba la pollera y pasaba el
ruedo por un arco, se calzaba un muñeco en cada mano —eran siempre títeres de
guante— y realizaba el espectáculo. Lógicamente, sólo podían intervenir nada más que
dos personajes en escena. Más tarde, suprimieron el uso de la pollera por tres cortinas
extendidas sobre bastidores, livianas para el transporte y que se armaban muy
fácilmente.
Hay épocas en que los hombres parece que se hubieran olvidado de las
marionetas. Quedan los muñecos callados, inmóviles, dormidos. Apenas si alguien, muy
de tarde en tarde, los recuerda como algo lejano, perdido en el tiempo y la distancia. Y
un día, otra vez, vuelven a surgir. Despiertan del largo silencio. Las calles y las plazas
se pueblan de música y de voces titiritescas.
Podrecca con su teatro nos mostró un mundo de magia. Paseó por los cinco
continentes sus mil doscientos muñecos de madera, de una perfección extraordinaria.
Los piccoli de Prodecca. Color, técnica, música y poesía; sueño de sueños.
En España tenemos referencia de titiriteros a fines del siglo XII. Gerardo Riquier
de Narvana, en la Súplica al Rey de Castilla, Alfonso X (en 1274), nos da noticias de
títeres y titiriteros que recorren los caminos de la península.
En el Quijote hace Cervantes una descripción del titiritero que en el Siglo de Oro
viajaba en una carreta con su mono, su tablado y su trujamán. Y así lo presenta a Ginés
de Pasamonte, cuando llega a la venta a pedir posada: "Todo vestido de gamuza,
medias, gregüescos y jubón". Y más adelante agrega: "Olvidábame de decir cómo el tal
Maese Pedro traía cubierto el ojo izquierdo y casi medio carrillo con un parche de
tafetán verde". Después cuando Don Quijote pregunta quién era ese tal Maese Pedro, así
le responde el ventero: "Éste es un famoso titiritero que ha muchos días que anda por
esta Mancha de Aragón, enseñando un retablo de la libertad de Melisendra, dada por el
famoso Don Gaiferos, que es una de las mejores y más representadas historias que de
muchos años a esta parte en este reino se han visto. Trae asimismo consigo un mono de
la más rara habilidad que se vio entre monos (...) Se cree que el tal Maese Pedro está
riquísimo y es hombre galante (como dicen en Italia) y bon compaño, y dase la mejor
vida del mundo; habla más que seis y bebe más que doce, todo a costa de su lengua, de
su mono y de su retablo."
¿De dónde viene la palabra títere? Es muy vieja y muy usada en España;
Sebastián de Covarrubias, en el Tesoro de la Lengua Castellana, dice: "Ciertas
figurillas que suelen traer extranjeros en unos retablos que, mostrando tan solamente el
cuerpo de ellos, los gobiernan como si ellos mesmos se moviesen y los maestros que
están dentro, detrás de un repostero y de un castillo que tienen de madera, están
silbando con unos pitos que parece hablar las mismas figuras, y porque el pito suena ti-
ti, se llamaron títeres, y puede ser griego, del verbo tytise, que indica el gorjear de las
aves. Hay otra manera de títeres, que con ciertas ruedas como de reloj, tirándoles las
cuerdas van haciendo sobre una mesa ciertos movimientos que parecen personas
animadas, y el maestro los trae tan ajustados que en llegando al borde de la mesa dan la
vuelta, caminando hasta el lugar de done salieron. Algunos van tañendo un laúd,
moviendo la cabeza y meneando las niñas de los ojos, y todo esto lo hace con la ruedas
y la cuerdas." Y termina diciendo "que fue una invención de Joanelo, gran matemático y
segundo de Arquímedes; sin embargo hubo en los pasados siglos esa invención, como
lo atestigua Horacio en el libro II".
Old Vice —el viejo vicio— vivió varios años en los primitivos tablados ingleses.
Representaba al vicio bajo todas sus formas. En las postrimerías del siglo XV, otro
personaje vino a suplantarlo definitivamente. Llegó Punch, con su joroba abultada y su
larga nariz ganchuda. Aún continúa recibiendo aplausos. Siempre viste un traje a rayas
y usa un bonete en forma de cono. Se casó con Judy para no separarse jamás. Y a pesar
de las infidelidades, aparecen siempre juntos.
Punch vino al mundo con un carácter alegre y jovial. Con el correr de los días se
va transformando hasta llega a convertirse en un cínico cruel, un libertino de siete
suelas. El libro de Ernest Maidron, Las locuras del señor Punch —muy en boga en la
primera mitad del siglo XVIII—, muestra al personaje como un sujeto alegre, pero
violento y sanguinario: "¡Oídme un momento, nada más que un momento! Voy a
contaros una historia, la historia del señor Punch, que fue un vil tunante, sin fe y con
muchas muertes encima. Tenía una mujer y un niño, los dos de una belleza sin igual.
Punch no era hermoso. Tenía una nariz de elefante. Sobre su espalda se elevaba un cono
que se alzaba a la altura de su cabeza, pero dicen que esto no le impedía tener la voz tan
seductora como la de una sirena. Era cruel como un turco y, como tal, no podía
contentarse con una sola mujer. Es, en efecto, muy aburrido tener una sola mujer y, sin
embargo, la ley le prohibía tener dos y también veintidós... aunque él hubiera podido
contentarlas a todas. El malvado sedujo a una dama. Después, porque empezaba a
molestarle, mató a la mujer, al hijo de ambos y también a sus suegros. Y se echó a rodar
por el mundo. Visitó muchos países, y era tan seductor que sólo tres mujeres se negaron
a seguir sus locuras: una joven campesina, una piadosa abadesa y la tercera, yo no
puedo decir lo que era pero sí asegurar que era la más impura de las mujeres. En Italia
encontró las mujeres de la peor especie; en Francia comprobó que tenían la voz muy
alta; en Inglaterra, tímidas y recatadas al principio, se convertían luego en las más
amorosas del mundo; en España las halló orgullosas como infantas (aunque frágiles
como infantas); y en Alemania las encontró de hielo. No tenía ningún escrúpulo en
jugar con la vida de los hombres. Padres y hermanos pasaban por sus manos. Uno
tiembla de sólo pensar en el horrible reguero de sangre que ha vertido a sus pies.
Aunque él tenía una joroba sobre la espalda, las mujeres no podían resistirle. Se decía
que en su viaje había firmado un pacto con el diablo. Un día volvió a Inglaterra. La
policía lo detuvo y fue condenado a muerte. Pero esa vez engañó al verdugo y salió con
La conciencia de un pueblo
José Skupa sostuvo con los ingresos de su teatro de títeres un sanatorio para
niños convalecientes. En el año 1920 creó un muñeco hoy muy popular, no sólo en
Checoslovaquia sino también en toda Europa y Norteamérica. Se llama Spejbl y, desde
1926, le acompaña su hijo Hurvinek, otra creación de Skupa.
De nuevo vamos a correr el telón. Nos apartamos otra vez del maravilloso y
complicado mundo de los títeres. Ellos seguirán viviendo al lado del hombre, como su
sombra. Es el destino del títere. Nació con el hombre y morirá con él.
Fuente: https://www.imaginaria.com.ar/19/9/titeres.htm