Responsabilidad Civil y Penal

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RESPONSABILIDAD CIVIL Y

RESPONSABILIDAD PENAL
DE: DELITO DE APROPIACION ILICITA
Miguel Pizarro Guerrero
Jurista Editores E.I.R.L.
Lima. 2006

En la ejecutoria superior del Expediente N° 3429-98 se


señala que "si bien es cierto los procesados reconocen
haber recibido la referida alfombra por parte de la
agraviada para efectuar servicio de lavado, no es menos
cierto que en autos no obra la respectiva prueba de cargo
que acredite la actitud dolosa por parte de éstos de
disponer de dicho objeto material de forma diferente de
la prevista; es decir, no se ha determinado por parte de
los procesados el ánimo rei sibi habendi, más bien, existe
en autos la respectiva prueba de cargo que acredita no
sólo la disposición de éstos para entregar a la agraviada
un bien de semejante características al reclamado,
conforme se puede apreciar de sus respectivas
instructivas, así como de la carta Notarial obran te a fajas
treintisiete, sino que también se advierte que dichos
procesados han entregado al hijo de la agraviada una
Alfombra tipo Persa, conforme se advierte de la copia de
la Guia de Remisión de fajas doce, hecho que no ha sido
desvirtuado por la agraviada; evidenciándose más bien,
que el conflicto de intereses surge al discutirse la calidad
de la alfombra entregada; circunstancia que en todo caso
escapa del amparo de la instancia penal; pues, si se tiene
en cuenta la naturaleza subsidiaria y fragmentaria del
Derecho Penal dicha controversia es susceptible de ser
solucionada en otros medios menos gravosos de control
social como es la via civil" ; y, al no existir
responsabilidad penal en los procesados por el delito que
se les imputa, corresponde absolverlos."

Como se aprecia en el razonamiento de los magistrados


peruanos sobre el deslinde de las relaciones civiles y
penales, ellos utilizan el principio de Intervención Penal
Mínima como un criterio general para delimitar las
responsabilidades civiles y penales, refiriéndose a la
naturaleza subsidiaria y fragmentaria del derecho penal;
sin considerar que dicha naturaleza de subsidiariedad y
fragmentariedad constituyen principios que integran a su
vez el de Intervención Penal Mínima, de Última Ratio, que
posee el derecho penal.
Recuérdese que además de las causas de atipicidad, que
se presentan cuando un comportamiento y su resultado
no es subsumible en un tipo penal, también hay casos en
los que formalmente dicho comportamiento si encaja en
la descripción tipica, debido a que materialmente se
afectó al bien juridico protegido, pero cabe puntualizar
que esta afectación no es lo suficientemente grave para
considerarse juridico-penalmente relevante, conforme lo
indica al carácter fragmentario y de ultima ratio del
derecho penal.
Este criterio nos resulta de gran utilidad para discriminar
qué casos se deberán quedar en la esfera civil, tanto por
no ser típicos como por no afectar gravemente los bienes
juridicos, y cuáles casos no. La utilización por parte de un
sector de la judicatura penal peruana de estos criterios
resulta positiva, no obstante, no lo es cuando se las
utiliza en forma desordenada o como análisis derivado,
como que en el delito de apropiación ilicita se aplican
tales principios porque se advierte la presencia de un
"incumplimiento contractual".
El negar la posibilidad de una causa penal y aplicar tales
principios, por la constatación simple de la presencia de
la referida relación contractual resulta equívoco, pues en
todos los casos o en su mayoría los delitos de apropiación
ilícita traerán consigo dicha situación. Entonces, para que
un caso se mantenga en la esfera del ordenamiento civil,
y no necesite la imposición de una pena, sólo deberá
incumplirse con una obligación contractual y no
acontecer algo adicional que le otorgue ese contenido
penal. La presencia de ese "plus" o agregado que
convierte un hecho civil en un ilícito penal debe ser
entendida correctamente, porque sino es así se corre el
peligro de utilizar el principio de Mínima Intervención
Penal como un mero fraseo que pretende otorgarle
legitimidad a las decisiones judiciales.
De ahí que cuando aparezca una relación contractual no
se puede decir automáticamente y sin mayor análisis que
no es justiciable penalmente O que no es un delito y,
sobre la base de este razonamiento, caer en el facilismo
de indicar que se trata de un asunto que debe resolverse
en la esfera civil.
Debe tenerse en cuenta que lo que separa ambas
responsabilidades son sus finalidades distintas: en el
proceso penal la finalidad es la imposición de una pena,
en donde la reparación civil es sólo una consecuencia
jurídica del delito; mientras que en el proceso civil se
busca resarcir un daño, causado por el incumplimiento de
una obligación contractual.
El principio de Mínima Intervención obliga a que el
Derecho penal imponga la pena solo cuando sea
estrictamente necesaria; conforme Silva Sánchez esta
posición respecto a la pena tiene dos grandes
manifestaciones, "una externa: debe prescindirse de la
conminación y sanción penal siempre que, en el caso de
que se trate, quepa esperar similares (o superiores)
efectos preventivos de la intervención de medios menos
lesivos, como por ejemplo medidas estatales de polltica
social, sanciones propias del Derecho civil del Derecho
administrativo o incluso medios no jurídicos del control
social (soluciones privadas o sociales del conflicto). Es a
esta manifestación a la que en muchos casos se alude con
la denominación del "carácter subsidiario" del Derecho
penal (también "ultima ratio" o "extrema ratio". La otra
manifestación es interna: debe prescindirse de una
determinada sanción penal siempre que quepa esperar
similares efectos preventivos de otra sanción (o
consecuencia juridiea no sancionatoria) penal menos
gravosa."38
Por lo mismo, no es correcto entender este principio
penal como el símil de una escalera, donde para resolver
los conflictos sociales se ascendería primero a la
conciliación extrajudicial, si ésta fracasa se recurriría al
ordenamiento civil o administrativo, y finalmente, si todo
fracasa, al Derecho penal. El principio de Mínima
Intervención no funciona de esa forma, entre otras
razones, porque simultáneamente se puede demandar
civilmente y denunciar penalmente el mismo hecho. Lo
que indica este principio es que ante un conflicto social
puede resultar innecesaria la imposición de una pena,
siendo suficiente para la solución del conflicto el
ordenamiento civil, de ahí el nombre de "Última ratio" del
Derecho penal.
Como se puede observar en la siguiente ejecutoria del
Expediente N° 535-02, los magistrados entendieron este
principio en forma equivocada, pues como hemos
indicado este principio no pretende excluir la
intervención del Derecho penal por la presencia de un
incumplimiento contractual. El ejemplo lo tenemos en la
protección del derecho que poseen los acreedores a la
satisfacción de sus créditos, su mero incumplimiento no
es penalmente realizable. Pero cuando la conducta del
deudor traspasa los límites de la libertad contractual y de
su poder de disposición, sustrayéndose a las
consecuencias de su incumplimiento, ocultando sus
bienes y eludiendo así su responsabilidad patrimonial, no
son suficientes ya los remedios del Derecho civip9 ,
convirtiendo este derecho en un bien jurídico
específicamente protegido por el Derecho penal.

"Se le imputa a los denunciados que mediante engaño


haber recibido sumas de dinero por concepto de arreglar
una refrigeradora de la supuesta agraviada, sin cumplir
con lo ofrecido habiéndose apoderado el denunciado del
condensador de la refrigeradora, el cual no ha devuelto;
en el caso de autos, la conducta incriminada en a los
denunciados no constituye delito, toda vez que no se
presentan los elementos objetivos de los ilicitos
descritos, esto es en el caso de Estafa, los medios
comisivos (engaño, astucia, ardid u otra forma
fraudulenta) así como al delito de apropiación ilicita, no
se evidencia el ánimo de apropiación por parte del
denunciado, advirtiéndose de otro lado, el
incumplimiento de una contraprestación por parte de los
denunciados, resultando evidente la naturaleza civil del
conflicto, por lo que siendo así, su solución debe darse en
vía distinta, tanto más si el Derecho Penal constituye el
último recurso del que dispone el Estado al no existir
otros medios más eficaces, parar proteger los intereses
de los miembros de su comunidad."
El principio de Mínima Intervención Penal contiene
asimismo al principio de fragmentariedad en la
protección de los bienes jurídicos, por el que es de
apreciarse la medida del ataque al bien jurídico, pudiendo
ocurrir que una conducta afecte de forma tan nimia dicho
bien que no merezca ni necesite una pena, y por lo tanto
la intervención del derecho penal resulte superflua, "no
todo ataque contra un "bien jurídico-penal" describe un
injusto penal ni, por tanto, provoca la incriminación
abstracta de la conducta que lo materializa. A la hora de
criminalizar una conducta es preciso tener en cuenta
tanto el carácter de bien jurídico-penal de la realidad
contra la que se dirige como las modalidades de ataque
que aquella muestra. Hay, pues ataques contra bienes
jurídico-penales que no dan lugar a la punibilidad de la
conducta correspondiente. A ello se refiere el principio de
fragmentariedad en la protección de los bienes jurídico-
penales, según el cual sólo pueden constituir hechos
penalmente relevantes las modalidades de ataque más
graves contra tales bienes jurídico-penales. También en
este principio inciden consideraciones de
proporcionalidad y de utilidad."40 Careciendo de sentido
proteger al bien ju~ídico penal de todo ataque, en donde
afectaciones ínfimas al bien jurídico penal, no deben
sancionarse con una pena.
Resultando la aplicación de este principio en una especie
de criterio de discriminación, por el cual se "reclama que
la incriminación de una conducta sea medio
imprescindible de protección de bienes jurídicos y
comporta la intervención mínima posible sobre los
derechos de la persona para alcanzar tal fin, lo que
conocemos respectivamente, como principio de
protección de bienes jurídicos y principio de intervención
mínima."41
De ahí la vinculación de este principio con la finalidad de
las penas, produciendo lo que se conoce como carácter
subsidiario o secundario del derecho penal. "En relación a
la función que el Derecho penal desarrolla a través de sus
sanciones ha de afirmarse su carácter subsidiario o
secundario. Que esto sea así aparece como una directa
consecuencia de la función que cumple la pena en el
marco de la totalidad de la política social del Estado. La
unánime afirmación de que el Derecho penal constituye la
última ratio entre los instrumentos del Estado para
garantizar la pervivencia de la sociedad debería implicar,
como lógica consecuencia, que el Derecho penal esté
subordinado a la insuficiencia de los otros medios menos
gravosos para el individuo de que dispone el Estado en la
sociedad."42
Evidentemente, no siempre resulta sencillo determinar
cuándo nos encontramos ante una situación de
incumplimiento contractual patrimonial donde ya no es
suficiente recurrir a la vía civil y, por tanto, debe hacerse
uso de la vía penal. Hormazabal señala que se debe
"tener presente la especial naturaleza del derecho penal
prescindiendo de categorías que son propias del derecho
privado."43 Ha de considerarse que el Derecho penal es
aplicable solo bajo condiciones de absoluta necesidad,
pues no sólo exige que una conducta se justifique como
generado de real peligrosidad social, a tal punto que exija
su punibilidad por parte del Estado, sino que ya
preestablecidas por el legislador, concuerden con las
conductas previstas en el tipo penal, sin exceder los
límites de lo tipificado.
En el caso del delito de estudio, caben tantas situaciones
que podría afirmarse que se constituye en un numems
apertus por las modalidades que emplea, "en cuanto es
difícil determinar los perfiles de cuando estamos ante un
asunto penal o, por el contrario, cuándo su vía de
solución es la civil, mercantil o administrativa, con
demasiada frecuencia se utiliza la vía penal cuando la
solución está en el derecho privado."44
En palabras de Bajo Fernández, "el parecido que van a
tener muchos supuestos de apropiación indebida con el
simple incumplimiento de obligaciones, sobre todo
cuando se trata de dinero, complica la cuestión."45 Vives
Antón sostiene que "las actuales tipologías no efectúan
una delimitación adecuada entre el delito y el ilícito civil:
como más adelante se vera, el delito de apropiación
indebida se transforma, a veces, en la práctica, en
instrumento de una inconstitucional prisión por
deudas."46
Cobo del Rosal explica que "al aplicar la apropiación
indebida a la tutela de derechos de crédito, castigando á
quien no devuelve el dinero que recibió, se la acerca
peligrosamente a la simple sanción del incumplimiento de
obligaciones y al impago de deudas, aproximándola a la
inadmisible prisión por deudas, dado que al final el delito
acaba aplicándose únicamente a los insolventes."47
Sobre esta línea Muñoz Conde considera que se deberá
recurrir al Derecho penal solamente en el caso de que el
derecho de crédito, en su vertiente de derecho a la
satisfacción, se vea notablemente perjudicad048; sin
embargo, la delimitación de aquel notable perjuicio no
está claramente precisada.
Como ejemplo tenemos la situación de hasta dónde se
debe proteger la posesión del bien mueble, la solución
que ha recogido la dogmática jurídico-penal ha sido
recurrir a un criterio normativo, mediante el cual se
distingue la conceptualización de la posesión como
institución jurídico-penal distinta a la concepción que se
maneja de éste en otros ámbitos del Derecho, como es el
caso del derecho civil.
Aunque este criterio ha sido fuertemente criticado en
España, por resultar una salida rápida a la problemática
del caso, finalmente ha conseguido la aprobación de la
doctrina e, incluso, de los tribunales españoles. Bajo
Fernández señala que "el criterio normativo que quiere
encontrar la distinción en el concepto civil de posesión,
puede considerarse como Doctrina mayoritaria que fue
seguida también de forma mayoritaria por la
Jurisprudencia", y continúa reconociendo que este
criterio normativo "está de algún modo vinculado al
concepto de posesión, pero resulta obligado por el propio
texto legal. La diferencia está en que no es el concepto
civil de posesión el criterio diferenciador, sino la relación
jurídica existente entre el autor y la cosa en los términos
exactos en que la describe en el artículo 535."49 Este
autor aclara que con establecer un criterio normativo
para dar solución al problema "no se pretende haber
encontrado una fórmula mágica de distinción, pero sí ser
fieles a la descripción normativa y ofrecer un instrumento
legalmente aceptable y practicable." De esta manera, el
construir un concepto de posesión propio al ámbito penal
exige, además del intento, un adecuado empleo de las
instituciones jurídicas conocidas, instituyendo una figura
autónoma lo suficientemente sólida como para
sostenerse y, a la vez, diferenciarse en el frente a otras
ramas jurídicas en ámbito del Derecho.
En el mismo planteamiento Rodríguez Devesa, siguiendo
a Binding, entiende la posesión penal como "un poder de
señorío sobre la cosa acompañado de un acto de voluntad
de ejercitar un poder fáctico sobre la misma, impidiendo
la actuación de otras voluntades de señorío."so La
posesión es comprendida, entonces, como una facultad
material de acceder a un bien, pero siempre como un
derecho de menor jerarquía jurídica frente a la
propiedad; es por ello que, respecto al mutuo hipotecario,
"se desprende que no puede castigarse por apropiación
indebida el hecho de que el prestatario no devuelva la
cosa fungibles1 objeto del préstamo o mutuo, pues este
contrato transmite la propiedad y no la posesión de las
cosas prestadas."s2 De esta manera, al trasmitir el
derecho de propiedad, ya no existe facultad de reivindicar
el bien y por tanto desaparece una de la formas de
apropiación como negarse a devolver o entregar.

Sobre lo expuesto, "es precisamente el delito de


apropiación ilícita el límite extremo de la ley penal, más
allá corresponde a la esfera de las relaciones del Derecho
civil. Para evitar interpretaciones extensivas y, por lo
tanto, abusivas conviene connotar que con el delito de
apropiación ilícita solamente se ampara el contenido del
título por la que se detenta el derecho del acreedor a la
restitución o el derecho de satisfacción del crédito en el
patrimonio del deudor,,;s3 este delito nos obliga ha
establecer la frontera de lo penal con los ilícito s civiles.
No se presenta sólo en la presencia de un incumplimiento
contractual, sino cuando este incumplimiento contractual
deriva de una apropiación dolosa y con ánimo de lucro. Si
existen causas de atipicidad, causas de justificación, o no
sea necesaria la imposición de una pena, entonces, el
conflicto no deberá resolverse en el ámbito penal, sino en
el civil.
Es claro el reconocimiento por parte de algunos
magistrados -como los que expidieron las siguientes
resoluciones a citar- de cuándo nos encontramos ante
una responsabilidad de naturaleza civil o mero
incumplimiento de una obligación contractual, sin que
esta situación se torne penalmente justiciable.
oo Expediente N° 363-86. Lima, del 28 de setiembre de
1988 Enrique Laks y Clara Du Bois por los delitos de
apropiación llícita, estafa, defraudación y contra la fe
pública:
''A que del estudio de los actuados se establece, un
principio, que el incumplimiento de un contrato de crédito
normado por sus propias cláusulas y ceñido por el Manual
de Crédito de Fomento a las Exportaciones No
Tradicionales regulado por la Ley N° 22342, su
Reglamento Decreto Supremo N° 00l-79-ICTI obrante a
fajas ( ... ), prevé penalidades de carácter administrativo;
que asimismo, las empresas representadas por los
inculpados continúan en pleno proceso de liquidación,
que está siendo practicada de manera irrestricta por los
acreedores, según convenio entre los inculpados y el
Consorcio Gerencial (denunciantes); todo ello, evidencia
aún más la naturaleza civil de la conducta incriminada, de
otro lado, tampoco existe un comportamiento simulando
distinta calidad a la que poseían; tampoco se ha
adulterado ni confeccionado documentos y no se han
dado bienes en custodia u otros títulos que generen
obligación de devolver; por consiguiente, no existe
congruencia típica entre las figuras delictivas y el
comportamiento de los procesados, es decir, no se da
tipicidad delictiva en las conductas analizadas, hecho
corroborado por la pericia judicial".
oo Expediente N° 7612-97. Lima, 17 de marzo de 1998
Flor de Maria Garda Díaz contra Neil Ricardo Gutiérrez
Auqui, por delito de apropiación ilícita:
"Que en el presente caso si bien el recibo obrante a fajas
diez contiene que el dinero fue dado en calidad de
depósito, también lo es que al declarar la agraviada a
fajas treinta refiere que con el acusado le unía una
relación sentimental, decidiendo ambos instalar una
pastelería, para tal fin ella invirtió la suma de cinco mil
dólares americanos para alquilar el local ( ... ), indicando
además que no se llegó a concretizar dichos negocios y
como consecuencia de la ruptura de la relación
sentimental el acusado no le hizo entrega del dinero. Que
de los hechos descritos se infieren palmariamente que la
suma de dinero materia de controversia no fue dada en
calidad de depósito sino para ser invertido y de esta
manera la propia agraviada obtuviese también una
ganancia económica; resultando que los hechos que
originaron la denuncia tienen contenido civil por tener su
origen en un trato contractual y ( ... ) la presunta
agraviada refiere que el dinero estaba destinado para ser
invertido y no en calidad de depósito, que hubiese sido
presupuesto para configurar el delito de apropiación
ilícita, circunstancia ésta que debe dilucidarse en una vía
distinta a la penal."
En el caso jurisprudencial que sigue se pretende
determinar los límites del Derecho penal. Expediente N°
819-98, del 20 de mayo de 1998. Aurora Petronila Costa
Altamirano es denunciada por delito de apropiación ilícita
en perjuicio de Marciano BIas Munarría:
"Que, dicho delito se configura realmente cuando se
recibe la cosa y con abuso de confianza no se restituye,
es decir que lo que convierte en punible la obligación de
restituir es precisamente el abuso de confianza; que en el
caso materia de pronunciamiento si bien es cierto que los
hechos revisten los caracteres de la tipicidad objetiva y
subjetiva del ilícito investigado, también lo es que el
delito de apropiación ilícita está inmerso en determinadas
relaciones de carácter civil entre las personas (de
derechos y obligaciones), por lo que será una causa de
justificación jreC1lente el derecho de retención que le
otorga el ordenamiento civil, es decir que el depositario
puede retener la cosa depositada hasta el completo pago
de lo que se debe."
A nuestra consideración respecto de esta última
ejecutoria se evidencia que la Sala penal mantiene la
posición tradicional de sostener un tipo meramente
indiciario, y no un tipo global que incluya a las causas de
justificación como elementos negativos del tipo, por el
que, si un comportamiento está justificado será causa de
atipicidad, "bien porque excluyen ya directamente el
indicio de injusto y de entrada el carácter penalmente
relevante que supone la parte objetiva del tipo positivo,
por no ser realmente afectado o menoscabado el bien
jurídico, como ocurre con algunos casos de
consentimiento, o por considerarse social y jurídicamente
totalmente normal e irrelevante la afectación del bien
jurídico, como sucede en casos de adecuación social y
jurídica o de tratamiento quirúrgico correcto con
resultado positivo; o bien por excluir la parte subjetiva
del tipo por ausencia del dolo e imprudencia como en el
caso fortuito. Pero al mismo tiempo excluyen toda la
antijuricidad general, y no sólo la penal, pues la conducta
es conforme a Derecho con lo que también son causa de
justificación y no sólo de exclusión de la tipicidad penal."
54
Pues consideramos que sería un contrasentido si el
derecho civil le permitiera a una persona, en
determinadas circunstancias, ejercer el derecho de
retención y, a su vez, cuando una persona ejerza ese
derecho se considere típico su comportamiento. La
conducta del procesado, conforme del extracto, en
realidad nunca incurrió en un comportamiento típico,
pues poseía legitimidad en la retención del bien al ejercer
su derecho, además, de no mediar el ánimo de
apropiación, debido a que sólo lo retuvo en garantía de la
satisfacción de su crédito. Por lo tanto, resulta
contradictorio tratar de justificar -como lo hizo la Sala-
algo que no constituye delito, pues lo que debió señalarse
fue que el comportamiento devenia en atípico.

Finalmente citamos la Resolución del Expediente N°


3821-21, por la que se "le imputa al denunciado César
Fernando Dolorier el haberse apropiado de la suma de
6000.00 dólares americanos que le fueron entregados por
la denunciante en calidad de depósito, siendo que no
obstante al requerimiento notarial que le cursara la
afectada para la devolución de dicha suma de dinero, el
procesado se ha apropiado ilícitamente de dicho monto ...
si bien es cierto que el documento legalizado acredita la
entrega y recepción del dinero en calidad de depósito,
también lo es que dicha suma de dinero estaba destinada
para su uso en una actividad comercial tendiente a la
generación de utilidades, conforme emerge de la
denuncia y de la declaración policial, entre las partes
existe una relación bilateral de naturaleza contractual
prevé el artículo 1829 del Código Civil, siendo que su
incumplimiento deberá ser exigido vía extrapenal."
Queremos reiterar nuestra posiclon: nos resulta un
simplismo remitir un caso a la vía extrapenal (se entiende
civil) por tener un origen contractual el conflicto, ya que,
como hemos ejemplificado, la naturaleza contractual del
conflicto no excluye la actuación del Derecho penal. El
criterio que ha de regir para discriminar entre los casos
civiles y penales, es el de detectar los en los que se
transluzca disposición sobre la cosa; así, como cuando el
agente detentar se niegue a la devolución del bien que
admite haber recibido bajo título jurídico, evidentemente
nos encontramos frente a un hecho que en sí mismo
constituirá un incumplimiento contractual, penalmente
atípico; sin embargo, en el momento en que suceda un
acto de disposición que revele la voluntad de apropiación
(ánimo doloso, representado materialmente en actos
concretos), este hecho se torna en un ilícito penal.
______________________________________________
______________
14 HRUSCHKA, Joachin. "La conducta de la víctima como clave para un
sistema de los delitos patrimoniales que llevan consigo sustracción". En:
&vista Pel1lana de Doctrina y Jlln'spmdmcias Penales, N° 2. Editora
Jurídica GRIJLEY. Lima 2001, Pág. 184.
ts MUÑOZ CONDE, Francisco. Derecho Penal- Parte especial. Editorial
TlRANT LO BLANCH, 130 edición. Valencia - España. Pág. 421.
16 SERRANO GOMEZ, Alfonso. Derecho penal -Parte especial. Editorial
DYKlNSON, 7° edición. Madrid, 2002. Pág. 416.
17 SAINZ-PARDO CASANOVA, José A. Op. Cit. Pág. 58.
18 SÁINZ-PARDO CASANOVA, josé A. Op. Cit. Pág. 59.
19 G ACET A J U RÍD 1 CA. Diálogo con la jurisprudmcia. Actualidad,
análisis y crítica jurisprudmcial 81 tomos, Colección completa de diálogo
con la jurisprudencia. FoLio INFOBASE.
20 PÉREZ DEL VALLE, Carlos. "El tipo subjetivo en la administración
desleal". En: Libro LA administración desleal. Editorial CONSEJO GENERAL
DEL PODER JUDICIAL. Madrid, 1999. Pág. 54.
21 BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y otros. Op. Cit. Pág. 406.
22 Ídem. Pág. 407.
23 MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. Pág. 422
24 COBO DEL ROSAL, Manuel. Op. Cit. Pág. 453.
25, BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y otros. Op. Cit. Pág. 410.
26, URE, Ernesto J. Op. Cit. Pág. 56.
r Existen hechos de apoderamiento de cosas muebles respecto a las cuales
el sujeto activo tiene una relación posesoria y que, sin embargo, son
calificados como hurtos. El cajero que se apodera del dinero de caja que
custodia o la chica del servicio doméstico que sustrae algunos objetos de
plata mientras esta limpiándolos, poseen indudablemente estas cosas,
aunque sea a titulo de meros servidores de posesión, y, sin embargo,
cometen hurto. De: MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. Pág. 421.
28 URE, Ernesto J. Op. Cit. Pág. 64.
'o BAJO FERNÁNDEZ, l\1iguel y otros. Op. Cit. Pág. 408.
31 BAJO FERNANDEZ. Op. Cit. Pág. 406. 32 URE, Ernesto J. Op. Cit. Pág. 59.
33 Op. Cit. Pág. 60.
34 URE, Ernesto, ZAVALA BAQUEIRO,jorge. Op. Cit. Pág. 216.
35 MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. Pág. 422.
36 NÚÑEZ CASTAÑO, Elena. La condllcta típica &1 delito de administración
dtsltal.- delimitación con la apropiación indebida. En "Tratado De Derecho
PenalDesafios Del Derecho Penal Contemporáneo". Normas Legales. 2004,
Trujillo- Perú. Pág. 394.
)7 GARCÍA CAYERO, Percy. Fraude en la administración de personas
jurídicas y delitos contra la confianza y la buena fe en los negocios.
PALESTRA Editores. Lima, 2005. Pág. 83.
El subrayado es nuestro, en razón del necesario énfasis en la cita.
38 SILVA SÁNCHEZ,jesús María. Aproximación al dmcho pmal
contemporáneo. Editorial BOSCH. Barcelona -España, 1992. Pág. 247.
39 MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. Pág. 422.
40 SILVA SÁNCHEZ,jesús María. Op. Cit. Pago 290.
41 BERDUGO GOMEZ DE LA TORRE, Ignacio y otros. uccionts de Derecho
penal. Parte general. 2° edición Editorial PRAXIS. Barcelona- España,
1999. Pág. SS.
42 BERDUGO GOMEZ DE LA TORRE, Ignacio Y otros. Op. Cit. Pág.12. 43
HORMAZABAL MALAREE, Hernán. "Una discutible interpretación extensiva
del delito de apropiación indebida". En: Revistajurídica de Cataltiña. N° 4.
Barcelona, 1988. Pág. 121.
44 SERRANO GOMEZ,Alfonso. Op. Cit. Pág. 415.
4, BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y otros. Op. Cit. pág. 415. 46 VIVES ANTÓN, T.
S. Op. Cit. Pág. 467.
47 COBO DEL ROSAL. Op. Cit. Pág. 453.
48 MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. Pág. 424.
49 BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y otros. Op. Cit. Pág. 408.
50 BAJO FERNANDEZ, mIGUEL Y OTROS. Op. Cit. Pág. 408.
51 Bienes fungibles: Son aquellos que son susceptibles de ser
reemplazados por otros de su misma especie y calidad, es el caso, por
ejemplo, de los alimentos, el combustible, etc.
52 MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. Pág. 424.
53 PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de derecho penal - parte upecial III de
acuerdo al nuevo código penaL EDICIONES JURíDICAS. Lima, 1994. Pág.
210.
54 LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel. "Causas de atipicidad y causas de
Justificación ". En: Libro Causas de justificación y de alipicidad e1I el
Derecho penal. Editorial ARANZADl. España, 1995. Pág. 35.

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