Para Leer Damian Z Rejas
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La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017
Resumen
* Doctor (c.) y master en historia de América Latina (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla), master
en ciencias sociales (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Buenos Aires) y sociólogo (Uni-
versidad Mayor de San Simón, Cochabamba). Es autor, entre otros libros, de Bandidos y policías. La
cuadrilla de Punata: una organización político-criminal en Cochabamba, 1890-1898.
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Abstract
The purpose of this research is to explore the public presence of the cho-
las in the city of Cochabamba (Bolivia), and the representations that from di-
fferent fields aroused from 1880 to 1946, in order to examine afterwards the
connection between this urban, feminine and popular presence, with the develo-
pment of peasant and popular markets in the city. The search outline and itine-
rary including the emergence of these markets, some festivities, the aesthetic of
cholos as shown in photography, the economy of chicha and, finally, the different
interpretations of the Heroínas de la Coronilla narratives, which ended up in
Mother’s day celebration and in the establishment of the cholas as the symbolic
mothers of the nation. Our main postulate is that the longed modernity arrived,
ironically, promoted by popular masses, which were prominently shaped by a
feminine influence.
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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
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mente y evadir las cargas fiscales; de hoy giren en torno a él atributos como la
modo que “lo cholo” fue constituyén- picardía, la predisposición a los via-jes,
dose en una condición ambivalente o a las fiestas, a los negocios y a la
en una fase de pasaje entre los indios “politiquería”, o la habilidad para vin-
y los mestizos. cularse con cualquier grupo o institu-
Mucho después, despojado de ción para sacar alguna ventaja3.
su carga peyorativa y estigmatizante, el Por otro lado, es pertinente
vocablo cholo fue reivindicado en advertir que durante mucho tiempo las
distintos momentos de la época re- palabras “mestizo” y “cholo” eran
publicana por sectores populares, ar- usadas indistintamente y como sinóni-
tesanales y del comercio minorista, mas, pero ambas fueron disociándose
especialmente en La Paz, pese a que en lentamente durante la primera mitad del
otros ámbitos y circunstancias era siglo XX, al punto que la prime-ra
considerado un insulto. En síntesis, terminó designando a la gente que se
podría decirse, por ahora, que el cholo encontraba más cerca de lo criollo, en
es un andino experto en las dinámicas tanto que la segunda se quedó más
urbanas que no está completamente vinculada con lo popular. En todo caso
desligado de lo indígena-rural, posi- lo cholo no se ha constituido como una
ción liminar e inclasificable por la que auto-identificación sólida, salvo en el
históricamente se le consideró un pe- caso de las mujeres, y éste es un tema
ligro social. Debido a ello durante la casi aparte porque en Bolivia la cultura
primera mitad del siglo XX se fueron chola es en buena medida un acervo
creando diversos discursos letrados y femenino. Tal como afirma Rossana
estereotipos sobre la población chola a Barragán, las cholas conser-van una
la que se calificaba como borracha, vestimenta que las diferencia de las
arribista y revoltosa. En el caso del mujeres de otros estratos socia-les, y la
campesinado cochabambino, sujeto auto-identificación consciente que
como ningún otro a un intenso proceso implica el uso de la pollera4 mar-
de cholificación2, es notable que hasta
ra. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perú.
Lima: Mosca Azul, 1980, p. 63.
2Expresión utilizada por el sociólogo peruano
Aníbal Quijano quien define la cholificación como 3Albó, Xavier, “¿Por qué el campesino qhochala
un proceso desarrollado desde la colonia, mediante es distinto?”, Cuarto Intermedio, no. 2, 1987, p.
el cual se da un paulatino desprendi-miento de 44.
grandes sectores del campesinado indígena que van 4 Falda de origen español que, fruncida en la
adoptando un nuevo estilo de vida integrado por cintura, produce pliegues pudiendo ser corta o
elementos occidentales y ele-mentos indios, estilo larga. El nombre procede de un cesto de mim-bre
de vida que se diferencia de las dos culturas sin o red, angosto de arriba y ancho de abajo, que
perder por eso vinculación con ellas. Quijano, servía para transportar y guardar pollos en
Aníbal. Dominación y cultu- España. Con el tiempo la pollera se ha converti-
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ca una pauta de elección que es una vocablo cholo porque ilustra la per-
cuestión de género porque no hay ves- vivencia de la terminología colonial
timenta chola específica para los varo- de castas todavía vigente en la época
nes. Además la chola no es una sola y republicana, y porque su uso muestra
existen variaciones importantes que elocuentemente los miedos, las obse-
permiten distinguir, por discretos arti- siones y las contradictorias necesida-
ficios de la vestimenta, o por el grado de des políticas de una sociedad racista y
dominio del castellano, a la chola elitista frente al heterogéneo mundo
pueblerina recientemente migrada a la plebeyo y mestizo en continuo ascen-
ciudad, de aquella que, integrada ple- so social.
namente a la dinámica urbana, posee Son muchos los aspectos que
una tienda o un puesto de venta conso- podrían analizarse considerando la he-
lidado en los mercados5. Por su lado, terogénea plebe chola desde una pers-
Paredes Candia y Canavesi escriben pectiva histórica, por ejemplo, el fenó-
sobre la “chola decente”, la “chola meno del “esbirrismo político” ―esto
mediana” y la “chola india”, distintas es la violencia política manejada por
por factores económicos y posiciones redes clientelares― o el surgimien-to
sociales6, aparte de que también hay que del sindicalismo y del movimiento
considerar que las cholas entre sí son obrero. Sin embargo, en esta ocasión
disímiles culturalmente en cuanto a voy a concentrarme en otras dimensio-
detalles de la ropa o el idioma, según nes, más específicamente en la crea-
sean de La Paz, Cochabamba, Tarija, ción de una cultura popular mestiza
Potosí o Sucre. urbana, signada en gran medida por las
Plenamente consciente de su mujeres, y su papel en la redefini-ción
origen colonial, de su resabio despec- de la identidad nacional iniciada en los
tivo y de su complejidad, asumo el años veinte del siglo XX. En otros
términos, me interesa indagar los modos
en que se establecían frágiles y
do en el símbolo más representativo de la cultura
chola. Barragán, Rossana, “Entre polleras, lliq-llas conflictivas relaciones entre los secto-
y ñañacas. Los mestizos y la emergencia de la res populares y las élites letradas, y el
tercera república», en Arze, Silvia y Escobari, papel que las mujeres tuvieron en esos
Laura, comp., Etnicidad, economía y simbolismo en
vínculos. La idea es comprender cómo
los Andes, La Paz: Hisbol/Ifea. 1992a, 90.
heterogéneos grupos de trabajadores de
5 Baby-Collin, Virginie. “Usos de la indianidad
en La Paz: formas de mestizaje en la ciudad”, D’ orígenes rurales, con una fuerte pre-
Orbigny, no. 0, 2004, 24. sencia femenina, se insertaron activa-
6 Paredes Candia, Antonio. La chola boliviana, mente en los intersticios y en el propio
La Paz: Isla. 1992; Canavesi, Marie Lissette, El centro del espacio urbano cochabam-
traje de la chola paceña, La Paz: Los Amigos
bino. Estos grupos, atravesados por
del Libro. 1987.
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daban parcelas en las haciendas a cambio de tra- to, Sociedad oligárquica, chicha y cultura popu-
bajo y especie. lar, 58.
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como puede suponerse, este hecho trando en el suelo, sentadas sobre sus
empezó a provocar el pasmo de las eli- mórbidos y abultados glúteos q’ besan
tes de la Cochabamba finisecular que con voluptuosidad inaudita a las frías e
insensibles baldosas. Una linda cholita
demandaban “modernidad” y “civili-
está oprimiendo con sus miembros
zación”. En 1895 el periódico El Co- turgentes a un desdeñoso canto18
mercio describió así uno de estos mer- rodado. El indio y el jumento están
cados, probablemente “la carbonería”: confundidos en una tropa única e
indivisible. La “llantucha” victo-riosa,
¡Qué oscuros y ahumados sus está luciendo su triunfo contra la
depósitos! ¡Cuán vacilantes sus can- civilización moderna y amenaza
sados techos! ¡Sus verduleras son to- sobrevivir a nuestro espirante siglo.
davía salvajes… la india estacionaria y Puf! Cochabamba, es un país con la
retrasada, ha encontrado aquí su último
baluarte para batirse contra el espíritu
de innovación y progreso del siglo Piedra alisada y redondeada utilizada para
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recova más mugrienta, más sucia y de los años veinte, acaso por falta de
nauseabunda que hay en el mundo.19 financiamiento o por la resistencia de
las y los comerciantes ante un even-
Llama la atención que el anó- tual desalojo y un posterior incremen-
nimo autor de esta descripción rezu- to de impuestos.
mante de desprecio, despliega a la vez La expansión mercantil popu-
una mirada lasciva sobre las qhateras, lar fue tan importante que en 1907 el
cuando menciona “mórbidos y abul- Círculo Comercial de Cochabamba
tados glúteos” y a una “linda cholita” calculó que el 75% del comercio de
oprimiendo un canto con sus “miem- maíz, harina, papas, chicha, hortalizas y
bros turgentes”. Este tipo de miradas otros productos hacia las provin-cias del
criollas que mezclaban desprecio y altiplano estaba en manos de “gente de
fascinación se hicieron comunes du- los pueblos y el campo”22. Todo este
rante la primera mitad del siglo XX y proceso de diversificación económica,
crearon estereotipos convirtiendo a la entre el mercado y la ar-tesanía, en
chola en un símbolo marcado por la combinación con la agri-cultura, explica
degeneración y la licencia sexual, que cómo y de dónde no pocos campesinos
luego adquirió más bien atributos ma- obtenían el dine-ro suficiente para
ternales según se verá después. comprar pequeñas porciones de tierra e
Retomando el tema del mer- independizarse de patrones y capataces,
cado central, al iniciarse el nuevo siglo lanzándose luego a la ciudad. Al
éste había crecido tanto que en 1901 el respecto, Oc-tavio Salamanca, agudo
Concejo Departamental plan-teó la observador de la realidad, terrateniente
construcción de uno nuevo en el mismo y ciuda-dano “notable”, puso en
sitio utilizando argumentos evidencia la importancia del trabajo
salubristas20. Siete años después la femenino en las actividades mercantiles
remodelación del mercado central no se populares, sugiriendo también que las
había realizado aún, lo cual ocasio-naba mujeres ejercían el oficio de arrieras:
gran ansiedad en los higienistas de la
ciudad21. Sin embargo, la recons- Recordará usted que los propietarios
trucción del mercado no se materiali-zó [de tierras], por lo menos una mitad
sino hasta mediados de la década son mestizos, o como les llamamos
“indios”. […] Mientras los hombres
trabajan en los sembradíos o alquilan
19 El Comercio, Cochabamba, 11 de mayo, 1895.
20Concejo Departamental de Cochabamba, Pro-
yecto para la construcción de un nuevo Mercado 22 Larson, Brooke. Colonialismo y transforma-
Público con los informes respectivos, Imprenta ción agraria en Bolivia. Cochabamba, 1550-
“El Heraldo”, Cochabamba, 1901, 4. 1900. La Paz: CERES/HISBOL, 1992. P. 378.
21 El Heraldo, Cochabamba, 20 de junio, 1908.
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sus brazos en las ciudades próximas, sina, aunque la ancestral bebida, según
las mujeres crían animales, hilan, el observador, podía arruinar “el fruto
tejen, hacen huiñapo23 y chicha, re- del negocio” de no mediar la admi-
venden frutos y hacen comercio con
nistración femenina de los recursos.
las minas, las ciudades del altiplano,
a las que llevan todos los productos Esto en realidad nos estaría hablando de
de estos valles. Son las mujeres las una sobrecarga de responsabilida-des
que hacen de cajeras y corren con los sobre las espaldas de las mujeres, hecho
gastos de la familia y del nego-cio; a que poco a poco fue creando la falsa
los hombres no suelen hacerles imagen de un supuesto “ma-triarcado
intervenir por la frecuencia con que cholo” cochabambino que se reproducía
licuan el fruto del negocio en las chi-
en cuentos populares y en otras
cherías. En estos ahorros se tiene la
explicación de la enorme subdivisión
manifestaciones folklóricas.
territorial de los valles.24 En adición, una abigarrada
plebe cholificada había cercado la ciu-
Más allá de que este párrafo dad transformando el paisaje y acele-
sintetiza muy bien la diversificación rando el ritmo de la pequeña urbe en
económica del campesinado y que expansión. Mientras los sectores de
explica a su vez el origen del dinero para clase alta organizaron un mercado de
la compra de tierras por parte de colonos circulación y consumo de mercaderías
y ex-colonos, aquí puede ob-servarse la importadas, creando también bancos, la
crítica de un personaje de la elite cuando plebe construyó sus propios círculos
llamaba la atención sobre el hecho de comerciales en torno a las ferias, las
que las clases altas designaban como chicherías y los talleres artesanales, y
indios, entre comi-llas, a quienes en las fiestas que constituyen un indi-cador
realidad podrían ser considerados lateral de la irrupción popular como se
mestizos. También re-sulta interesante verá a continuación.
el relevante papel de las mujeres y el
lugar que ocupaba la chicha en la Fiestas y estética chola
pujante economía campe-
La floreciente actividad mer-
cantil chola en los mercados, las fe-rias
23 El huiñapo o huiñapu, es un tipo especial de y la arriería estaba conectada con el
harina de maíz obtenida mediante procedimien-
abultado calendario festivo popular
tos que implican el remojo, el secado y la mo-
lienda de los granos. Su fabricación se realiza ex- cochabambino. Al igual que sucedía con
clusivamente para la elaboración de chicha y es los mercados, también las fiestas y las
una alternativa al muku: pasta de maíz obtenida chicherías constituyeron espacios
mediante masticación.
plebeyos abiertos en los que la emer-
24 Salamanca, Octavio. El socialismo en Bolivia,
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el radio urbano31. Hasta cierto punto la en limpio que no hay uno en nuestro
festividad de San Andrés constituía un país que sea más aficionado a chicas i
espacio abierto en el que se encontra-ban cholas que él…!”34.
las clases altas y la plebe, contexto en el Damián Z. Rejas, reconocido
que las interacciones de la oligar-quía con político e intelectual cochabambino, re-
las cholas parecen haber sido lató cómo se realizaban las festividades
particularmente notorias. En tanto El de Todos Santos ― día de los muertos
Heraldo censuró los flirteos “descubier- ― a fines del siglo XIX en la zona Las
tos” entre jóvenes de elite y cholas en la Cuadras, al sudeste de la ciudad, donde
fiesta de San Andrés de 1896, su rival, el las interacciones entre jóvenes distin-
periódico El Comercio, los defendió guidos con cholas también pueden en-
parcialmente. Para El Heraldo la estre- treverse:
cha cercanía de jóvenes respetables y
cholas era “ofensiva a la sociedad edu- En toda esa región se organizaban
cada de Cochabamba”32, en tanto que para puestos de columpios al pie de los
“Ciro”, pseudónimo del cronista de El gigantescos árboles de molles, en
Comercio, no era tan escandalo-so “que número de 25 a 30, con un personal
los jóvenes echen un bailecito con las selecto de cholitas, esbeltas unas,
cholitas”, aunque al final adver-tía sobre rubias otras, rollizas, rozagantes y
frescas, bien ataviadas con joyas y
los peligros que podían aca-rrear tales
vestidos finos y de colores variados,
actos: “Cuántos jovencitos irreflexivos
acompañadas de jóvenes artesanos
habrán retrocedido de esas aventuras! decentemente vestidos35.
Cuántos sinsabores se han evitado en las
intimidades del hogar”.33 Según Ciro, no Cada comparsa tenía su or-
había que ocultar “nues-tras costumbres”, questa compuesta de armonios, guita-
sino más bien hacer-las públicas “con el
rras y bandurrias unas, otras de acor-
fin de corregirlas y extirparlas”. Por su
deones, charangos y flautas; disponían
lado el anónimo cronista de El Heraldo
al mismo tiempo de un menú criollo
concluyó: “Ciro, qua a no dudar es muy
amigo de las cho-litas, ha creído q’ bien combinado en mesas largas […].
nuestros jóvenes son tan amigos de ellas La fiesta no estaba reservada para la
como lo es él: pero gente del pueblo, estaba abierta para
¡qué chasco sufrirá el pobre Ciro al ver todos, jóvenes distinguidos de la so-
ciedad, ocupaban también el columpio
31 Quispe, Alber, “Prácticas y creencias
religiosas en la fiesta colonial de San Andrés”,
Yachay, no. 46, 2008, pp.121-122. 34El Heraldo, Cochabamba, 4 de diciembre,
1896.
32 El Heraldo, Cochabamba, 4 de diciembre,
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58Paredes Candia, Antonio. La chola boliviana. bajos gratuitos por parte de patrones y terrate-
La Paz: Isla, 1992. P.225. nientes.
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mación de Cochabamba en el siglo XIX Op. Cit; Sociedad oligárquica… pp. 8, 142,
143.
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más que subvertir las diferencias, tal vez las cholas cochabambinas aprovecha-
simplemente las enmascaraban71. Es ron esto y también se apoderaron de
más, en mis indagaciones archivísticas, las Heroínas, tomando a la vez calles
leyendo decenas de expedientes judicia- y mercados, haciendo respetar su im-
les, he hallado que la chichería era un portante presencia urbana asociada a
espacio sumamente violento, de modo su función de qhateras. Protagonistas
que la perspectiva romántica de Rodrí- de procesos mal conocidos, discrimi-
guez Ostria y Solares debe ser puesta en nadas y a la vez exaltadas, las cholas
cuestión con nuevas investigaciones es- se convirtieron en símbolos de licen-
pecíficas a fin de balancear un poco los cia sexual, de maternidad, trabajo y
análisis.
patriotismo, mas también de lucha y
Por otro lado, se ha hecho
de rebeldía.
evidente el crucial papel que las mu-
En otros términos, el resultado
jeres desempeñaron en los procesos
de los procesos de articulación entre
descritos, los cuales implicaron en
las elites y la plebe fue la construc-
última instancia una contradictoria
ción de una modernidad propia, con
articulación de sectores plebeyos con
rasgos locales y mestizos, y aunque tal
las elites criollas. En efecto, el rol de las
modernidad finalmente tuvo un
cholas en la economía popular era
potencial emancipatorio débil para los
fundamental, ya fuera en los mercados o
sectores populares, llegó a ser distinta
en las chicherías, y su presencia en el
de aquella que la aristocracia euro-
ámbito urbano se constituyó en un
peizante cochabambina proyectaba a
elemento distintivo de la ciudad. A pe-
principios del siglo XX.
sar del racismo y de la discriminación,
las cholas fueron representadas como
objetos de deseo por parte de la socie-
dad criolla, pero luego, desde la déca-da
de los años veinte, se convirtieron en
una metáfora de la maternidad y de la
nación mediante la narrativa de las
“Heroínas de la Coronilla”. Los nacio-
nalistas de elite se apropiaron de las
Heroínas, las domesticaron y las con-
virtieron en emblemas maternales y
patrióticos de abnegación difundidos a
través de rituales cívicos. No obstante,
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IMÁGENES
Imagen 1. Llantuchas en la plaza principal de Cochabamba a principios del siglo XX. Fuente: Opinión,
(Suplemento especial “Bicentenario de Cochabamba”), 14 de septiembre, 2010.
Imagen 2. Jóvenes de elite disfrazadas de cholas en el carnaval, hacia 1918. Fuente: Torrico Zamudio, Ro-
dolfo. Cochabamba. Memoria fotográfica, 1908-1928.
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Imagen 3. Chola en un mercado cochabambino, hacia 1905. Fuente: Robinson Wright, María. El camino
central de Sur-América.
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