La Crítica Cinematográfica de Cube Bonifant, 1920-1942
La Crítica Cinematográfica de Cube Bonifant, 1920-1942
La Crítica Cinematográfica de Cube Bonifant, 1920-1942
1920-1942
Escrito por :Rocío del Consuelo Pérez Solano
Cube Bonifant nació en la ciudad de Sinaloa en 1904, fue una mujer que ejerció la crítica de
cine con un estilo muy particular en periódicos y revistas a inicios del siglo XX. Enemiga de su
propio sexo y de todos los sentimientos que acusan una honda feminidad, sus críticas cubren
el último periodo del cine mudo, dominado por Hollywood, y el tránsito hacia el filme sonoro
con los problemas que esto ocasionó. Además, examina el nacimiento de la industria del cine
mexicano.
El 10 de febrero de 1927, fue invitada por Carlos Noriega Hope[2] para plasmar su estilo
cáustico en la crítica cinematográfica, lo cual hizo con el seudónimo de Luz Alba. Semana a
semana salían a la luz sus textos en la sección El cine visto por una mujer, que en 1928
cambió a Opiniones de una cineasta de buena fe.[3] Con la difusión del cine sonoro, su
columna adoptó otro nombre: Visto y oído en la semana. En ese mismo año escribió sobre
estrellas mexicanas y extranjeras en la revista Rotográfico con el seudónimo de Aura Stella.
Sus publicaciones en el semanario Ilustrado y la revista Todo se prolongaron hasta 1940. El
modo peculiar de hacer crítica de cine la distinguió de otras cronistas de cine contemporáneas
como Adela Sequeyro, Cecilia del Villar y Elena Sánchez Valenzuela.
Como los yanquis son muy ignorantes, rara vez pueden tratar bien asuntos que se desarrollan
fuera de Estados Unidos. Los yanquis creen, por ejemplo (lo hemos visto en infinidad de
películas), que en la Argentina todos los hombres usan bigote, y hay muchos toreros y
manolas que pasean por las calles; que en el Brasil todos los hombres tienen las cejas muy
anchas; que en México todos los hombres visten de charro... Creen que los rusos
forzosamente llevan barbas; que los franceses parecen afeminados; que los alemanes son
todos pelones; que las españolas tienen que ser bailarinas, y otras cosas tan asombrosas
como éstas.[4]
A pesar de que jamás se consideró actriz, regresó a la actuación y apareció como extra en
Santa (Antonio Moreno, 1931) y La perla (Emilio Fernández, 1945). También trabajó para
Hollywood en Sofía (John Reinhardt, 1948) y La hija del oeste (Daughter of the West, Harold
Daniels, 1949).
Sus escritos son una pauta para tener el punto de vista de una mujer que, con su manera
singular de ejercer la crítica, aportó al cine testimonios importantes de cada película que vio,
desmenuzada en los aspectos de dirección, actuación, fotografía, vestuario y guión, lo que
Ángel Miquel llama una crítica objetiva.[7] Luego de trece años de labor se le calificó, en el
rubro de las mujeres en el periodismo mexicano, como “la humorista mejor lograda de nuestro
medio, serena, irónica, con una certeza definitiva para el comentario justo, mordaz, hiriente”.[8]
No es casualidad que Bonifant, con su inteligencia y gusto por el cine, se casara con el
nicaragüense Francisco Zamora,[9] con quien compartió tanto la afición de la crítica como el
amor al séptimo arte.
Murió en la Ciudad de México a los 89 años, el 16 de agosto de 1993. Participó en una de las
últimas luchas entre los que hacían crítica de cine con la convicción de que el cine era un arte,
enfrentada a los viejos cronistas de espectáculos, un tanto ajenos al fenómeno
cinematográfico.
Lupe Vélez y Dolores del Río fueron el blanco de sus críticas más agudas. Las comparó
incansablemente con otras actrices mexicanas que a su juicio las superaban. En su crítica de
la película Así es la vida (Such is Life, George Crone 1930) alabó a la actriz Delia Magaña,
quien actuó en un papel secundario y la comparó con Vélez:
Los actores de segunda categoría están bien, sobre todo Delia Magaña, quien resulta a pesar
de su insignificante papel, lo mejor de la cinta. Delia Magaña es la primera mexicana que no
ofende a la vista. No obstante que es fea, sabe ser agradable, porque tiene una gracia natural
de la cual carecen todas las demás (ojalá no vaya a creerse en adelante el eje del mundo,
como lo cree la Vélez).[10]
Sin embargo mostró simpatía y admiración por Andrea Palma, protagonista de La mujer del
puerto (The Woman of the Port, Arcady Boytler, 1934). Elogió su capacidad histriónica, pero
no dejó de hacer observaciones sobre la devoción que Palma le rindió a Marlene Dietrich, al
grado de crearse una imagen muy parecida a la de la diva alemana:
Por primera vez surge una verdadera actriz. Andrea Palma tiene figura y talento para el cine.
No se comprende por qué se empeña en imitar a Marlene Dietrich. Andrea Palma no necesita
hacerlo. Vale artísticamente mucho más que la Vélez y la Dolores del Río, que valen poco, e
infinitamente más que las actrices del cine nacional. ¿Para qué imitar a nadie?, tiene figura
interesante, es expresiva, de ademán fácil, habla bien. En una sola película se ha puesto en el
primer lugar de las actrices. ¿A qué pretender, entonces parecerse a Marlene dentro y fuera
del cine?[12]
Así como escribió críticas duras y directas sobre actrices, directores y guionistas, también
valoró las buenas actuaciones, direcciones y adaptaciones. Aunque fueron pocos los textos
favorables que publicó y nunca dejó de ser irónica. Cuando se estrenó en México la película
Sucedió una noche (It Happened One Night, Frank Capra, 1934), reconoció el buen
argumento y calificó a la comedia como fresca y natural. “Nada da idea de una adaptación
cinematográfica tan pulcra y de una dirección tan pulida, como este film”.[13]
Esta delicada mujercita aduna a la gracia y a la natural locuacidad, una agudeza de ingenio
que le permite hacer ironía de todo; tomar las cosas por el lado bueno y salpimentar con tino
de que en lo que comenta encuentra un lado propicio y fácil para hacer en él el instrumento de
su ingenio.[14]
Sus colegas le dedicaron elogios y ataques a la vez. Unos reconocieron su ingenio, cultura.
Otros rechazaron su estilo sarcástico y duro. En un artículo publicado por el cronista Pedro
Arena en el Universal Gráfico el 20 de octubre de 1936, adula a Bonifant pero critica el punto
de vista que tuvo de Allá en el Rancho Grande (Fernando de Fuentes, 1936):
CITAS Y NOTAS
[1] Cube Bonifant, “Sólo para mujeres”, “Consultas femeninas resueltas femeninamente” e
“Indiscreciones para usted”, en: El Universal Ilustrado, 1921-1927.
[2] Carlos Noriega Hope, fue cronista y director de El Universal Ilustrado a partir de 1920.
[5] En la cual invitó a actuar a otros cronistas de cine como Hipólito Seijas y Rafael Pérez
Taylor.
[7] Ángel Miquel Rendón, Por las pantallas de la ciudad de México, periodistas de cine mudo,
Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1995, pág. 213.
[9] Francisco Zamora fue uno de los primeros críticos de cine en México.
[15] Redes fue dirigida por Emilio Gómez Muriel y Fred Zinemann en 1936, con el subtítulo de
Pescadores. Carlos Navarro dirigió Janitzio en 1934.