3 Control de Lectura (Ventaja Absoluta)
3 Control de Lectura (Ventaja Absoluta)
3 Control de Lectura (Ventaja Absoluta)
GRUPO: 5EM2
INTRODUCCIÓN
VENTAJA ABSOLUTA
FUNDAMENTOS
FUNDADORES
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
No hay una sola nación que pueda considerarse autosuficiente así misma y que no
necesite del concurso y apoyo de los demás países, aun las naciones más ricas necesitan
recursos de los cuales carecen y que por medio de las negociaciones y acuerdos
mundiales suplen sus necesidades y carencias en otras zonas.
Las condiciones climatológicas propias de cada nación la hacen intercambiar con zonas
donde producen bienes necesarios para la supervivencia y desarrollo de áreas vitales
entre naciones. El desarrollo del comercio internacional hace que los países prosperen, al
aprovechar sus activos producen mejor, y luego intercambian con otros países lo que a su
vez ellos producen mejor.
En su conocido libro de 1776, La riqueza de las naciones, Adam Smith atacó la premisa
mercantilista de que el comercio es un juego de suma cero. En éste afirmaba que los
países tienen una capacidad variable de producir bienes. En su época, los ingleses, en
virtud de sus mejores procesos de manufactura, eran los fabricantes de textiles más
eficientes del mundo. Debido a la combinación de un clima favorable, buenos suelos y
conocimientos acumulados, los franceses tenían la mejor industria vitivinícola. Los ingleses
poseían una ventaja absoluta en la producción de textiles, mientras que los franceses la
tenían en la elaboración de vino. Así, un país tiene una ventaja absoluta en la producción
de un bien cuando es más eficiente que cualquier otro.
De acuerdo con Smith, los países deben especializarse en la producción de bienes para
los cuales tienen una ventaja absoluta y luego cambiarlos por los productos que fabrican
otros países. En la época de Smith, esto significaba que Inglaterra debía especializarse en
la producción de textiles, y Francia, en la de vino. Inglaterra podría tener todo el vino que
necesitara luego de vender su textil esa Francia a cambio de vino. Del mismo modo,
Francia tendría todos los textiles que le hicieran falta si vendía vino a Inglaterra y
compraba a cambio los textiles. En consecuencia, el argumento básico de Smith es que un
país nunca debe producir bienes que puede comprar a menor precio en otros países.
Smith demostró que los dos países, al especializarse en la producción de bienes en los
que cada uno tenga una ventaja absoluta, se benefician del comercio.
Consideremos los efectos del comercio entre otros dos países, Ghana y Corea del Sur. La
elaboración de cualquier bien (producción) necesita recursos (insumos), como tierra, mano
de obra y capital. Supongamos que Ghana y Corea del Sur tienen los mismos recursos, los
cuales pueden destinarse a la producción de arroz o de cacao. Supongamos también que
en cada país se cuenta con 200 unidades de cada recurso. Imaginemos que Ghana
necesita 10 recursos para producir una tonelada de cacao y 20 recursos para producir una
tonelada de arroz. De esta manera, Ghana podría producir 20
toneladas de cacao y nada de arroz,
Ahora pensemos en una situación en la cual los países no comercien entre sí. Cada uno
dedícala mitad de sus recursos a la producción de arroz y la otra mitad a la de cacao. Del
mismo modo, cada país debe consumir lo que produce. Ghana produciría 10 toneladas de
cacao y cinco toneladas de arroz, en tanto que Corea del Sur, 10 toneladas de arroz y 2.5
toneladas de cacao. Sin intercambio, la producción conjunta de los dos países sería de
12.5 toneladas de cacao (10 toneladas de Ghana más 2.5 toneladas de Corea del Sur) y
15 toneladas de arroz (cinco toneladas de Ghana y 10 toneladas de Corea del Sur). Si
cada país se especializara en producir el bien en el que tiene una ventaja absoluta y luego
lo intercambiara con el otro por el bien que le falta, Ghana produciría 20 toneladas de
cacao y Corea del Sur 20 toneladas de arroz. De esta manera, mediante la
especialización, se incrementaría la producción de ambos bienes. La producción de cacao
aumentaría de 12.5 toneladas a 20, en tanto que la producción
de arroz aumentaría de 15 a 20 toneladas.
Al comerciar e intercambiar una tonelada de cacao por una tonelada de arroz, los
productores de ambos países podrían consumir más cacao y más arroz. Imaginemos que
Ghana y Corea del Sur intercambian cacao y arroz en proporción de uno a uno; es decir, el
precio de una tonelada de cacao es igual al precio de una tonelada de arroz. Si Ghana
decidiera exportar seis toneladas de cacao a Corea del Sur e importar seis toneladas de
arroz, su consumo final sería de 14 toneladas de cacao y seis de arroz. Esto es, cuatro
toneladas más de cacao de lo que habría consumido antes de la especialización y el
comercio y una tonelada más de arroz. Del mismo modo, el consumo final de Corea del
Sur después del intercambio sería de seis toneladas de cacao y 14 toneladas de arroz, lo
que significa toneladas más de cacao de lo que habría consumido antes de la
especialización y el comercio, y cuatro toneladas más de arroz. Así, como resultado de la
especialización y del comercio, se habría incrementado la producción de cacao y arroz, y
los compradores de los dos países podrían consumir más. Vemos de esta manera que el
comercio es un juego de suma positiva: produce ganancias netas para los participantes.
Fue el economista clásico inglés D. Ricardo (1772-1823) quien demostró que no sólo en el
caso de que aparezca ventaja absoluta existirá especialización y comercio internacional
entre dos países. Podrá ocurrir que uno de ellos no posea ventaja absoluta en la
producción de ningún bien, es decir, que necesite más de todos los factores para producir
todos y cada uno de los bienes y servicios. A pesar de ello,
sucederá que la cantidad necesaria de factores para producir
una unidad de algún bien, en proporción a la necesaria para
producir una unidad de algún otro, será menor que la
correspondiente al país que posee ventaja absoluta. En este caso decimos que el país en
el que tal cosa suceda tiene “ventaja comparativa o relativa” en la producción de aquel
bien.
Según D. Ricardo “en un sistema de comercio absolutamente libre, cada país invertirá
naturalmente su capital y su trabajo en los empleos más beneficiosos. Esta persecución
del provecho individual está admirablemente relacionada con el bienestar universal.
Distribuye el trabajo en la forma más efectiva y económica posible al estimular la industria,
recompensar el ingenio y al hacer más eficaz el empleo de las aptitudes peculiares con
que lo ha dotado la naturaleza; al incrementar la masa general de la producción, difunde el
beneficio por todas las naciones uniéndolas con un mismo lazo de interés e intercambio
común. Es este principio el que determina que el vino se produzca en Francia y Portugal,
que los cereales se cultiven en América y en Polonia, y que Inglaterra produzca artículos
de ferretería y otros” (David Ricardo, Principios de Economía Política y Tributación, 1817).
Su discípulo David Ricardo dio un paso más: demostró que todos los países se pueden
beneficiar especializándose cada uno en la producción de bienes aunque no tengan
ventaja absoluta en ellos; es suficiente que tengan ventaja
comparativa, es decir, que sean capaces de producirlo a un
precio menor.
El cuadro o tabla siguiente nos ilustrará sobre los anteriores conceptos.
Nº de obreros 10 10
A causa de las evidencias observadas en los patrones del comercio mundial, esta teoría se
considera superada por la Teoría de la Ventaja Comparativa de David Ricardo, según la
cual, los países tenderán a exportar aquellos bienes en los que presentan internamente
mayor productividad relativa, superando la errónea idea de que un país sólo puede ser
competitivo si supera a la productividad de otros países (que es la base de la Teoría de la
Ventaja Absoluta). No basta con que un país presente una alta productividad en una
industria comparada con el extranjero, debe presentar alta productividad al compararla con
la productividad relativa de otros sectores internos. En otras palabras, un país 1 tiene
ventaja comparativa produciendo un bien, si el coste de producir dicho bien en relación con
el coste que le supone producir otros bienes es más bajo en 1 que el coste de producirlo
en 2, en relación a otros bienes producidos en 2.
Este demostrado que la ventaja absoluta no es necesaria para que el comercio sea 100%
rentable, existen varias razones que sustentan este supuesto. Algunas de ellas se refieren
a que cada país debería ser capaz de producir un bien o servicio, no caer en prácticas que
afecten a los exportadores para tener una ventaja absoluta sobre los extranjeros.
Siguiendo la teoría de Adam Smith, todos los países ganarían en el comercio y se lograría
una eficiencia mayor a nivel internacional, pero no todo tiene puntos positivos, uno de ellos
es el valor que toma una mercancía determinada por la mano de obra necesaria para su
producción. Si el producto de una determinada producción pudiera venderse a un precio
mayor al valor del trabajo que contiene esta mano de obra, tendría que ser abandonada y
empleada en otra actividad.
En términos generales si bien una teoría que explica el valor trabajo resulta ser un
instrumento valioso que nos explica el comercio interno de un país, no lo es en el ámbito
contemporáneo cuando se requiere explicar el comercio entre naciones, y esto se debe a
la carencia o al menor grado de movilidad de los factores productivos a nivel internacional,
debido a que, si un país tiene ventaja absoluta en la producción de varios bienes, este país
los produciría todos y el otro ninguno. Este es uno de los puntos fundamentales que David
Ricardo en 1817 trató de mejorar con su teoría de la ventaja comparativa que en resumen
se refiere a la comprensión de las personas al elegir la producción de bienes y servicios
para mejorar su bienestar.
BIBLIOGRAFÍA
* Torres Gaytán Ricardo. Teoría del comercio internacional. Edit. siglo XXI, México
1972