Lectura Sobre Mediación

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10.22235/rd.v1i15.

1382
Doctrina
La Mediación.
¿Una respuesta al nuevo paradigma del Derecho?
Mediation.
An answer to the new paradigm of Law?

Catarina Rodrigues1

1
Universidad de Santiago de Compostela

Correspndencia: catarinarod@hotmail.com

Resumen

Nos proponemos reflexionar sobre el papel de la mediación ante los cambios de


la sociedad de nuestros días. El tema ofrece a nuestro juicio particular
importancia, por cuanto nos lleva a postular la necesidad de que el Derecho y la
Justicia se adapten a las continuas transformaciones sociales ofreciendo una
forma innovadora de abordar los inevitables conflictos jurídicos. Creemos que la
mediación, pese a las dificultades de implementación a las que se enfrenta,
conseguirá asentarse poco a poco convirtiéndose en una forma de hacer justicia
que permita, no sólo una mayor proximidad entre el Estado y sus ciudadanos,
sino también una nueva forma de hacer Derecho, un nuevo paradigma en el que
los ciudadanos se sientan verdaderamente integrados.

Palabras clave: Nuevo paradigma, nuevo derecho, mediación, justicia.

Abstract

We propose to reflect on the role of the mediation towards the changes of the
society of our days. The subject offers particular importance in our opinion, given
that it leads us to postulating the need that the Law and the Justice adapt
themselves to the continuous social transformations offering an innovative way
of undertaking the inevitable juridical conflicts. We believe that the mediation,
despite the difficulties of implementation which it faces, will manage to settle
little by little turning into the way of doing justice that allows, not only one major
proximity between the State and its citizens, but also a new way of making Law
a new paradigm in which the citizens feel truly integrated.

Keywords: new paradigm, new law, mediation, justice.

Sumario: 1- Introducción. 2- El fracaso del Derecho. 3- El nuevo paradigma. La


Mediación. 4- Conclusiones. 5- Bibliografía.

Recibido: 23/1/2017.

Revisado: 24/3/2017.

Aceptado: 07/4/2017.

1. INTRODUCCIÓN

Estamos en un momento de cambio en la historia de la sociedad occidental. Las


estructuras sociales, políticas e incluso el mismo concepto de Estado están
siendo profundamente puestas en causa, así como también los dogmas y
principios que le son inherentes. Al nivel personal, en cada ser humano existe
una estructura rígida, que tiene la intención de proteger aquello que configura su
esencia, su ser íntimo, y que se sitúa al nivel del inconsciente, de la persona que
indefectiblemente se refleja hacia el exterior.

Efectivamente, el ser humano aún se rige por instintos que forman parte
importante de aquello que se trasluce hacia el exterior, en muchos casos con una
fuerza que ni él mismo percibe.

Esta situación genera grandes y nuevos desafíos. El mayor de ellos se sitúa quizá
en la necesidad de desestructurar la ilusión de lo que debemos ser, pues
frecuentemente nos encontramos sujetos dentro de una prisión interna que
nosotros mismos creamos sin darnos cuenta.

La situación real se hace por momentos insostenible. La actualidad pide a cada


uno de nosotros que cree una nueva forma de ser y de vivir en el mundo. Una
nueva manera en la que las estructuras que alimentamos, a todos los niveles,
sean derrumbadas conduciendo a un renacimiento pautado por nuevas ideas e
ideales.

En esta perspectiva, el derecho y la justicia están directamente implicados.


Ambos conceptos, traducidos en principios, valores e ideales, tendrán que
avanzar aportando nuevas respuestas capaces de atender a estas nuevas
realidades.

El derecho y la justicia tendrán que descender de su pedestal y adoptar una


visión más humanista, conscientes de que para poder responder a los nuevos
desafíos que la sociedad occidental actual presenta es imprescindible romper
viejos esquemas e indagar nuevas soluciones.

Para ello el derecho tendrá que crear espacios simbólicos y símbolos de justicia
que sean conformes con las nuevas realidades patentes y latentes. Y la Justicia
deberá adaptarse a los nuevos desafíos que la sociedad le impone.

No es posible aplazar mucho más tiempo esta situación porque asistimos a un


descrédito del Estado. En efecto, esta institución es cada vez más menos
respetada, hasta el punto de ser frecuentemente puesta en causa. Espejo de eso
mismo, son las respuestas populares a políticas opresivas y distantes del pueblo,
ilusorias y muchas veces anti sistema que se contentan con poner de manifiesto
lo que falta sin aportar soluciones para corregirlo. Esta situación está generando
cada día movimientos que alteran la percepción del modo como se entiende y se
vive el sentimiento de justicia.

Así las cosas, es urgente como queda dicho replantear el orden social, así como
la sustentabilidad del mismo, pues una sociedad puede sobrevivir con distintos
tipos de orden pero no sin ninguno.

Esta es la realidad de la que, partimos. Queremos ponerla de manifiesto en su


esencia como inicio de una breve reflexión acerca del papel de la mediación en el
contexto de cambio de paradigma. Queremos en suma probar un nuevo
paradigma para ver si de algún modo sin destruir el anterior puede adaptarse
mejor a las nuevas circunstancias coadyuvando a la plena realización de la
justicia.

No se trata de destruir sino de crear. No se trata de excluir sino de adaptar y


trabajar de forma conjunta para ofrecer a la sociedad respuestas que mitiguen la
sensación de abandono de sus derechos. Estamos en un momento de cambio y
nosotros concebimos ese cambio no como ruptura sino como nueva
construcción. Una nueva construcción que impone replantearse conceptos,
actitudes y valores. Una nueva concepción que posiblemente llevará a un nuevo
paradigma del cual esta muestra que hoy ofrecemos, la mediación puede formar
parte.

2. EL FRACASO DEL DERECHO

La mediación tiene su razón de ser en la necesidad de ordenar el conflicto cara a


la pacificación de la situación de base que enfrenta a las partes1. Busca por tanto

Paulino Ortuño Muñoz, “La mediación como medio de solución de conflictos”, en


1

Mediación familiar, coords. Esther Pillado y Francisca Fariña (Valencia, Tirant lo


una cultura de paz en justicia2. El conflicto tiene normalmente varios orígenes
que giran en muchas ocasiones entorno a la percepción de la verdad que tiene
cada una de las partes enfrentadas. Y es que a veces la verdad se oculta, otras
veces se disimula y no pocas, simplemente aparece en forma de mentira. Por
otro lado cada parte suele tener una visión diferente de la realidad es
pecialmente cuando se discute sobre un derecho o una prerrogativa. Cuando
varias personas quieren un bien escaso suele surgir la disconformidad y el
conflicto.

Producido el conflicto entra en la escena del teatro de la sociedad la justicia que


tiene su propio espacio, y algunos sub-espacios. En efecto los tribunales,
juzgados de paz, son los más habituales pero a su lado cobran cada vez más
fuerza otros espacios alternativos como los centros de mediación y arbitraje, y
otros diferentes medios informales de resolución de litigios. La finalidad de todos
ellos es la misma y se traduce en la búsqueda o el restablecimiento de la
justicia. Justicia que ha sido dañada o contravenida y debe ser recuperada
porque el ser humano necesita vivir en su compañía.3

Tradicionalmente el orden jurídico occidental se asienta en el contrato social


donde la organización social y el ejercicio del poder presentan tres partes
diferenciadas. Bajo esta perspectiva surge la configuración de Estado-Nación
sometido a un pacto constitucional y a un ordenamiento jurídico. Es
precisamente dentro de este contexto donde podemos hablar del Estado de
derecho y consecuentemente de la importancia que los tribunales ejercen en la
sociedad occidental actual.

Ahora bien, sin negar esta trascendencia es conveniente ponerla en su lugar. La


arquitectura judicial tiene una intención subyacente. Intención que pasa
necesariamente por la imagen que ella quiere transmitir. Pues, más allá del gran
simbolismo de la justicia y de la visión social que la misma quiere trasladar y que
se traduce en una visión de grandiosidad de la institución, lo cierto es que todo
el edificio judicial que justifica la justicia toma su fuerza de la propia sociedad. La
justicia se alimenta de la sociedad porque sirve a los seres humanos. Esta
realidad la Institución trae aparejada como cualquier otro tópico jurídico algunas
ventajas y no pocos inconvenientes. La gran ventaja es ese ropaje que inviste la
función judicial de la grandiosidad descrita que de alguna manera protege la idea
de justicia. Pero al mismo tiempo, la propia ampulosidad del sistema hace que
éste se desgaste y sea poco operativo conduciendo a grandes disfunciones como
la demora, la falta de claridad, la complejidad etc., que dificultan, de muchas
formas distintas, la realización de la justicia, y la aplicación del derecho, dando
base incluso a una cierta desconfianza del pueblo4 De esta idea surge la
necesidad de la mediación que se presenta como la hermana pequeña de la

Blanch, 2015), 15-35.


2
Milagros Otero Parga, “La ética del mediador familiar”, en Mediación familiar…,
133-166.
3
Emiliano Carretero Morales, “La necesidad de cambios en los modelos de
solución de conflictos”, en Mediación y resolución de conflictos. Técnicas y
ámbitos, Helena Soleto (dir.) (Madrid, Tecnos, 2011), 56-72.
4
Milagros Otero Parga - Francisco Puy Muñoz, Una Concepción Prudencial del
Derecho (Madrid, Tecnos, 2013), 251-272.
justica de los tribunales, y que precisamente por ser menor no precisa de todo el
aparato judicial ni de la magnitud de sus manifestaciones. Ese es el motivo
fundamental por el que pasa más desapercibida y puede llegar mejor a la
finalidad que persigue que no es otra que la de hacer justicia en el caso
concreto5.

Por otro lado esta hermana menor no quiere separarse de su otra hermana de la
que de alguna manera se nutre y en la que confía. Por eso no deben surgir
miedos ni sutilezas entre ellas sino afán real de espíritu colaborador.

Así las cosas, la mediación no se opone a los tribunales ni quiere privarles de su


lugar como institución garante de la justicia. Solo quiere situarse a su lado para
ayudarlos en su función, liberándolos de muchos de los casos que nunca
deberían haber llegado a ellos6. Sin embargo su implantación encuentra aún
inconvenientes. El velo que aún subyace a la figura de la mediación no
permitiendo a sus destinatarios obtener partido de sus potencialidades y ése es
sin duda uno de los obstáculos en la implementación de la misma en los
sistemas judiciales occidentales.

Y sin embargo, la dificultad de acceso a la justicia, el sentimiento de vacío, la


sensación de inadecuación, impunidad e injusticia a la que cada vez asistimos
con más asiduidad en nuestros días puede llevar a respuestas violentas por parte
de la sociedad. Respuestas de autotutela que deben ser evitadas, pues una
sociedad en la que sus miembros tienen que tomar la “justicia por su mano”
técnicamente ha fracasado convirtiéndose probablemente en un Estado Fallido.

Y es que la visión de la justicia se presenta cada vez más distante de los


destinatarios de la misma dentro del ideario occidental. La burocracia y
protocolos, la complejidad creciente de los procedimientos y legislación, así como
el incremento del coste real y emocional de los ciudadanos de cara a un proceso
judicial, ha llevado a que en el imaginario social, la justicia sea un deseo
imposible de cumplir.7

Esa situación debe cambiar y es urgente que cambie, porque los individuos no
pueden esperar más. No debe seguir creciendo la desconfianza en el sistema
porque si eso ocurre será muy difícil recuperar el e stado de derecho. Estamos
ante un camino de ida pero quien sabe si será fácil recorrerlo de vuelta.

5
Milagros Otero Parga, “Ventajas e Inconvenientes de la Mediación”, en
Mediación y solución de conflictos, Helena Soleto - Milagros Otero (coords.)
(Madrid, Tecnos, 2007), 144-157.
6
Fernando Martín Diz, “Desafíos y propuestas sobre la mediación como
complemento al proceso judicial”,Revista da Faculdade de Direito da
Universidade do Porto, Vol 9 (2012), 81-108.
7
Francisco Puy Muñoz, “Sobre demora y puntualidad judicial”. Discurso leído el
16 de febrero de 2001 en la solemne sesión de ingreso como académico de
número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación (A Coruña,
Imprenta provincial, 2001).
3. EL NUEVO PARADIGMA. LA MEDIACIÓN

En esta disyuntiva, la mediación se presenta, no sólo como un proceso de


armonía a través del conflicto sino también como el medio de establecer puentes
entre el Estado y los ciudadanos. Puentes que trasladen efectividad y confianza.
Puentes que unan y no separen. Puentes que en suma posibiliten la realización
de la justicia.

El conflicto es el espejo de las diferencias. Diferencias que alejan a quienes las


padecen, y los alejan de la verdad. No debemos olvidar que muchas veces está
oculta en las emociones de aquellos que esgrimen e insisten el considerar que
solo ellos tienen razón. Esa realidad está en verdad muchas veces escondida en
la intimidad del ser, y por eso es difícil de encontrar, de analizar y sobre todo de
solucionar.

Tradicionalmente el conflicto se ha considerado cómo algo negativo. Sin embargo


debemos esforzarnos en vislumbrarlo a través de una lente diversa donde algo
de positivo sale a la luz. .El estado de crisis y tensión, antagonismo y diferencia
en el que los implicados se encuentran permite aún en el torbellino del conflicto,
que los propios afectados puedan evolucionar como fruto de un crecimiento
personal a medida que caminan en el sentido de la resolución del conflicto8.
Ganan así los afectados nuevas herramientas para encarar la situación que los
llevó al conflicto y es así que el conflicto se reviste de nota positiva cuando esta
misma herramienta es alcanzada.

Este mismo conflicto, cuando resulta dirimido y ultrapasado, y cuando la


estabilidad, armonía y paz dejan de ser una posibilidad y pasan a ser reales deja
de revestir un carácter subjetivo para pasar a tener un carácter objetivo por la
distancia que fue conseguida entre el conflicto y la causa del conflicto por parte
de los afectados. Y es en ese momento cuando es posible tener alguna opción de
solucionarlo.

Es indiscutible que con la mediación hay una efectiva búsqueda del equilibrio
entre los intereses de la víctima y también de la propia comunidad.
Paralelamente y de forma simultánea existe la necesidad de proceder a la
reinserción de aquellos que infringen las normas instituidas y vigentes.

La participación voluntaria de las partes en igualdad de circunstancias dentro del


proceso de mediación, y la existencia de un diálogo orientado por la figura del
mediador imparcial, neutro, honesto y equidistante,9 así como la solución del
conflicto de intereses de las partes con base en el equilibrio, confidencialidad y
justicia pasan, con la mediación, a ser una realidad.10

8
Vanesa Leiva Barrocal, Manual de Mediación: gestión y resolución de conflictos,
proceso de mediación (Murcia, Diego Marín Librero, 2016), 39-40.
9
Leiva Barrocal, Manual de Mediación…, 82-88.
10
Valentín Cortés Domínguez y Víctor Moreno Catena, Derecho Procesal Civil:
Parte Especial (Valencia, Tirant Lo Blanch, 2013), 359-367.
Sucede que, con la mediación, se produce el nacimiento de un espacio de
diálogo entre las partes donde estas tienen la posibilidad, de hecho, de exponer
las causas del conflicto y de dirimir el mismo asumiendo y originando un
compromiso con las consecuencias que le son inherentes.

El proceso de mediación se hace así una herramienta de responsabilidad y


compromiso entre los mediados en la cual sus razones, angustias y necesidades
son atendidas consiguiendo un refuerzo del sentimiento de justicia y una
aproximación de esta a los ciudadanos. La sustentación de la pacificación social11
puede resultar plenamente asegurada por la mediación, si ésta consigue cumplir
con la función de auxiliar al Estado y al derecho en esa su función.

Por eso defendemos su aplicación coadyuvante y no excluyente pues


entendemos que con el incremento de la aplicación de la mediación, y quizá, con
la obligatoriedad de la misma antes del inicio de cualquier proceso judicial,
solamente llegarían al Poder Judicial los conflictos que tuviesen la amplitud y
dimensión que verdaderamente necesitasen de su representación. La mediación
se ocuparía del resto teniendo así su eficacia garantizada. Se trata en suma de
sumar fuerzas y no de dividir las existentes.

Con la inclusión de la mediación como forma alternativa y complementaria a la


judicial de solución jurídica de conflictos sería posible paliar de alguna manera el
problema estructural que en la actualidad se observa en cuanto a la aplicación de
la justicia, evitando en gran medida algunos de los problemas que llamamos de
disfuncionalidad de la justicia.

Y es que en realidad, la disfuncionalidad de la justicia encuentra, ciertamente, en


la mediación la eficiencia y consolidación de la democracia que lentamente se ha
desvanecido en los sistemas tradicionales de administración de la justicia.

De este modo, con la consideración de la mediación al lado de los


procedimientos judiciales, la calidad de la justicia y la calidad de la democracia
podrían ser seguramente (re) encontradas con la aplicación potestativa u
obligatoria de la mediación ofreciendo de esta forma una mejora en la calidad de
vida comunitaria y una mayor vitalidad y confianza en la justicia.

Por lo dicho entendemos que el propio legislador debería ser el impulsor de este
mismo cambio, mejorando con ello el modelo pasado y hoy ya superado de leyes
y conceptos barrocos donde la forma rebasa el contenido. Con esta práctica el
Estado podría asumir un papel cada vez más próximo al ciudadano permitiéndole
el sentimiento de integración en el sistema en vez de la sensación de ser
manipulado por él.

La mediación con todas sus peculiaridades y especificidades no sólo trabaja el


conflicto sino que también es un medio de precaver y gestionar nuevas
diferencias. Esto es así, porque como ya referimos anteriormente lo que es
expuesto por las partes es el conflicto aparente por cuanto las emociones
esconden la verdad. Se precisa una gran habilidad del mediador para poder

Paulino Fajardo Martos, “Cooperar vs litigar. La filosofía de la cultura de la paz”,


11

en Mediación y resolución…, 47-55.


desenterrar muchas veces el verdadero origen del conflicto que en muchos casos
resulta oscuro e imposible de asumir incluso por las partes.

Al desarrollarse la mediación dentro de un sistema jurídico preexistente, con


carácter de complementariedad y de forma alternativa, cierto es que este
mecanismo tiene su lugar en el sistema y tiene una ancha escala y potencial de
utilización y aplicación por cuanto los procedimientos adoptados permiten una
transversalidad y aplicabilidad de la misma.

En efecto creemos que en una sociedad cada vez más plural y compleja la figura
de la mediación se ofrece como una puerta de entrada a los ciudadanos que
demandan acceso à la justicia no cabiéndole, todavía, sustituir el derecho
constitucional de acceso a la misma, ni tan poco que el Estado dimita de tal
función.

Si por un lado el número de leyes ha ido aumentando y con ellas la dificultad


creciente de percepción de la justicia por parte de los ciudadanos, por otro lado
el número de procesos existentes refleja los excesos de un Estado paternalista.
Siendo la mediación un modelo de justicia que alienta la autonomización y
emancipación social, en una lógica más participativa, es perceptible que “se o
Estado não pode se abster da promoção da mediação como forma de acesso à
justiça, cabelhe, igualmente, zelar para que o desenvolvimento destas práticas
seja conforme as exigências de respeito e proteção de direitos dos cidadãos.”12
En tal sentido, es bueno enfatizar que independientemente de los modelos de
mediación que el Estado adopte, es cierto que, como nos dice Franco Conforti13
hay que adoptar por parte de los mediadores aquel que más se adecua a los
casos que están siendo relacionados por los mediados. En efecto, según este
autor “hoy en día la práctica profesional en los distintos ámbitos ha hecho que
estos profesionales no se suscriban a una escuela o modelo de forma definitiva,
sino que están manteniendo una actitud ecléctica y de permanente investigación
que les hace ajustar las distintas intervenciones a las particularidades de los
casos en los que están trabajando”14.

En este ámbito de ideas, la mediación será tanto más eficaz cuánto las personas
que administran la justicia dejen de alimentar las estructuras de administración
de la misma ya desgastas que dejaron de responder a las verdaderas
necesidades de los ciudadanos.

La mediación será eficaz cuando la administración de justicia muestre una


adecuada comprensión de las verdaderas razones de los conflictos asegurando la
proximidad del ciudadano, en vez de alimentar el elitismo y prepotencia que
frecuentemente le es latente.

La mediación en fin será eficaz cuando asistamos a una orientación de la justicia


por el principio del esencialismo legislativo. Es decir a una la administración de la

12
Camila Silva Nicácio, “Direito e Mediação de Conflitos: entre metamorfose da
regulação social e administração plural da justiça”, Meritum, Belo Horizonte, V. 6
N. 1 (2011), 51-99.
13
Franco Conforti, Tutela judicial efectiva y mediación de conflictos en España
(Madrid, Tecnos, 2016), 98-142.
14
Conforti, Tutela judicial efectiva…, 141.
justicia reducida a lo esencial en el nivel legislativo - evitando de esta forma la
amalgama de leyes inútiles, confusas y pervertidas - donde el establecimiento de
la verdad es el punto-llave, que asegura a la mediación por fin su indiscutible
eficacia.

A este propósito, compartimos la opinión de que la judicialización en exceso


implica constantes necesidades de reformas legislativas, lo que por sí sólo revela
la dispersión del Estado frente a otras áreas sociales de gobierno de igual
importancia como son la salud y la educación, por ejemplo.

Es en este último campo donde el Estado deberá apostar por una eficaz
aplicación de la mediación. La idea de punición15 todavía está muy presente en
nuestros idearios occidentales. Asumiéndola es preciso educar para que la
ciudadanía se asiente en los principios de la mediación pues supondría un paso
de gigante que permitiría mejorar la calidad de la convivencia entre pares
atenuando el comportamiento demasiado litigante al que asistimos en la
actualidad.

Será así porque la mediación permite la realización del deseo de proximidad


personal y social frente al sujeto procesal decisorio. Con ella, la búsqueda de
decisiones y soluciones se concilian con las necesidades de los sujetos
procesales.

Efectivamente, con la mediación las personas dejan de sentir que sus vidas son
tratadas como si de números y estadísticas se trataran, y sienten, al contrario,
que forman parte del proceso de resolución del conflicto que los llevó a recurrir
la figura de la mediación.

Además, con una educación para la mediación ciertamente se potenciará un


mayor acceso de los ciudadanos a la justicia pues no sólo acredita unos costes
muy inferiores tanto económicos como emocionales, sino que también asegura
mejor el derecho universal y humano a la justicia básico de todo Ser.

Del mismo modo se conseguirá una justicia más rápida, lo cual garantizará una
ganancia en la confianza y satisfacción en el sistema judicial y en el Estado,
dejando de lado el desencanto y desilusión del pasado.

Todas estas ventajas y algunas más unidas desde luego a algunos


inconvenientes que será preciso ir poco a poco venciendo, recomiendan a mi
juicio intentar la aplicación de esta nueva figura en la creencia de que es mucho
lo que puede lograr y poco el daño que hipotéticamente y en el peor de los casos
pudiera producir. Las sociedades que no se arriesgan nunca ganan y cuando está
comprometida la justicia no hay excusa para no intentarlo.

4. CONCLUSIONES

Michel Foucault, Vigiar e Punir: nascimento da prisão (Petrópolis, Vozes, 1999),


15

20ª Edição.
Tenemos conciencia de que la imagen de punición aún está muy viva en nuestra
sociedad occidental actual, sin embargo, también sabemos que, aunque
lentamente, asistimos a un claro cambio de paradigmas. Todo proceso de cambio
causa resistencia y oposición, sin embargo creemos que sin tensión de opuestos
no hay armonía y solamente cuando esa tensión sea resuelta encontraremos esa
armonía.

La urgencia de movilización de esfuerzos para ayudar a la comunidad y al


individuo como parte inherente a la misma podrá pasar por el efectivo
reconocimiento del papel fundamental de la mediación, y consecuentemente de
su asunción, por la administración de la justicia y por el Estado.

Llegados a este punto la mediación podrá presentarse como un nuevo derecho


que asiste a cada ciudadano configurándose así como intrínsecamente inherente
a cada uno de nosotros por cuanto se asienta en principios de bienestar social,
pacificación y democracia. Es en esta base de principios en la que la mediación
podrá ganar su fuerza de aplicabilidad, pues con ella y a través de ella la
democracia vestirá un nuevo traje más adecuado a la nueva modernidad.

Con la mediación, el acceso a la justicia, principio basilar y fundamental en una


sociedad democrática será garantizado a bajo costes y será percibido por las
partes en conflicto de forma más fácil como un medio de resolver sus
controversias. Por eso creemos que debemos encarar el cambio con confianza
entendiendo que la mediación podrá ser uno de los motores del mismo. El
camino no será fácil pero merece la pena que sea andado.

La mediación nos muestra que es posible restablecer no sólo la paz pública sino
también la reinserción social. La mediación nos dice que es posible transmutar el
conflicto intentando recuperar de él no sólo el crecimiento personal de los
envueltos en el mismo sino, también, y de igual forma, la sensación de ganancia
por parte de los contendientes. Sensación que sin duda es importante para
zanjar la diferencia sin que ésta vuelva a producirse.

Esto es así, porque las partes quedan en pie de igualdad y, no sólo salen del
proceso de mediación ganado ellos mismos, sino también ofreciendo más paz y
seguridad a la propia comunidad.

¿Si un proceso de pacificación puede ser más sencillo, célere y perceptible, por
un lado, y por otro menos oneroso, porqué complicar? Solamente hay que
establecer los medios necesarios para la aplicación eficaz de la mediación.

Como he dicho en el inicio de esta reflexión, estamos en un momento de cambio


en la historia de la sociedad occidental, hay que reflejar este cambio y
acompañarlo. Como diría Lavoisier, coincidiendo de alguna manera con la
filosofía de los antiguos griegos “nada se crea, nada se pierde, todo se
transforma”. ¡Abracemos el cambio, por lo tanto!

BIBLIOGRAFÍA
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de resolución de conflictos, Cizur Menor, Navarra, Aranzadi, 2014.

Para citar este artículo: Rodrigues, Catarina, La mediación ¿una respuesta al


nuevo paradigma del Derecho?, Revista de Derecho, 15 (I, 2017), ISSN 1510-
3714, ISSN On line 2393-6193: 243-256.

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