La Ficción Territorial Boliviana
La Ficción Territorial Boliviana
La Ficción Territorial Boliviana
Tierra de mujeres
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Giovanna Rivero nació en 1972. Es escritora, comunicadora social y periodista
graduada de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra. Sus cuentos han sido
incluidos en Antología del cuento femenino boliviano, Existencias Insurrectas, The Fat
Man From La Paz, Una revelación desde la escritura, Voces de las dos orillas y El
futuro no es nuestro. Ha publicado los libros Nombrando el eco, Las bestias (Premio
Municipal de Literatura de Santa Cruz, 1996), La dueña de nuestros sueños, Sentir lo
oscuro, y la novela Las Camaleonas. En 1994 recibió la medalla de oro con la insignia
del Escudo de la Provincia Obispo Santistevan por su aporte a las letras bolivianas.
Actualmente dicta cátedra en Semiología Aplicada y Periodismo en la Universidad
Privada de Santa Cruz de la Sierra. Su último libro es Niñas y Detectives y salió en
España por Bartleby Editores.
La ficción territorial se construye en este relato como una disputa entre la mujer blanca
y la chola. El imaginario femenino gobierna la ficción poniendo en clave paródica los
dispositivos culturales que rigen la construcción de esos territorios. La violencia
domina tanto el universo cerrado de un territorio imaginado como propio como las
instancias de contacto e intercambio de diferente naturaleza.
El cuento narra asì la experiencia de una joven médica en un campamento andino cuya
tarea profesional consiste en llevar acabo un tratamiento contra las enfermedades que
azotan a la población indígena, especialmente el cáncer de piel. Sin embargo, desde los
primeros párrafos advertimos que el verdadero móvil de la protagonista es consumar no
un acto regido por la lógica cientificista sino otro, dislocado, regido por el mito, y
entendido como ofrenda: la ofrenda de su cuerpo blanco, de su vida, al líder amado,
mestizo, indio, cholo. La figura del líder fucniona como Una especie de semidios que
articula tanto el mito político como cultural . y Se trata una empresa tan personal como
como pública,: consumar el acto de amor entre dos territorios. Un acto además que se
proyectarse en la ficción reproductiva de un hijo con el Jefito, con Evo Morales
Desde la escena inicial del relato, El cuerpo se diseña como una metonimia del
territorio andino
“me quedo mirando cómo escurre el hilo finito de sangre por mi rodilla puntiaguda. El
cadáver del mosquito parece un lunar cancerígeno, a un costado donde el hueso forma
una suave hondonada, protegiendo el líquido que permite caminar”. Sus accidentes,
cicatrices y recorridos corporales replican la huella de la historia en los territorios
geoculturales. Una de sus marcas ostensibles es precisamente el registro de la violencia
como la que narra alli desde un lugar casi aséptico la muerte de un mosquito en
comparación con el acto de apretar la aorta de un bebé y arroljarlo luego al pastizal.
Naturalizando la escena de violencia como parte de la cadena animal: “ya vendrá una
graciosa lagartija a morfarse la presa, nada de otro mundo. Chupo la sangre…” (147).
Desde ese lugar se diseminan las imágenes espaciales que recorre el relato: no
solamente la violencia del espacio marcando los cuerpos, también la enfermedad, la
lucha por la supervivencia y las tensiones entre el mito y la ciencia, entre vida y
muerte. El territorio andino configura el lugar de la asfixia y la oscuridad, de la
violencia natural que produce muerte: el sol destroza la piel, produce los cráteres , el
cáncer. La mirada oscura a la se alude en el epígrafe no solamente refiere a la cuetsion
d e la raza también a la oscuridad del encierro “ no es una mirada “de horizonte”, sino más
bien el registro de un paisaje constantemente interrumpido”
“No teníamos la menor idea de hasta donde llegaba el imperio”. Mi hermano menor, Séptimo,
lo había intentado dos veces, pobrecito, primero por la vía de los bosque tupidos de la
Amazonia, donde estuvo escondido tres años, dando de beber y de comer de su propia carne a
los mosquitos patógenos…” 155
Séptimo volvió pensando que el Imperio tenia bordes amebianos, pues cuando creías que
habías cruzado sus límites siempre aparecía alguien ( originario o no, era lo de menos) que no
estaba dispuesto a dejarte ir” .. redes de pesca”… estafa
Lo peculiar del texto es que rompe con la lógica colonizadora de la relación victima-victimario
porque los diseños territoiales del universo occidental europeo y del espacio andino se
configuran como diseños igualmente imperiales y de este modo el apetito de dominación se
complejiza, se deslocaliza y relocaliza en diferentes disputas espaciales . Por un lado, los
cuerpos territorializados acusan la marca de los quinientos años de colonización y por otro,
acusan también la conciencia de los bordes amebianos, difusos de un inconmensurable
espacio utópico . La enfermedad de los cuerpos indios corroídos por la violencia natural, se
empareja de este modo a la impotencia, esterilidad, el estrés y finalmente el suicidio del
cuerpo blanco , como un proceso a través del cual se organiza la factura corporal sujetada a la
economía de a cultura neocolonial. Ambos territorios se alian de manera perversa en el
diseño imperial.
Si el mundo andino está dominado por la lógica del mito que negocia el sacrificio de los
cuerpos enfermos a la provisoria felicidad de la coca y a la trascendencia en la promesa de un
salvador-lider-, la ciencia organiza la economía afectiva de los cuerpos que provienen de la
ciudad y actualizan la memoria de la colonia. En medio de ambos regímenes de dominaciòn,
emerge el mapa de una Bolivia agónica, surcada por la violencia entre dos mundos que buscan
aniquilarse a través de procedimientos de extranjerización, burla y cancelación al tiempo que
actualiza el mapa de sus propias violencias íntimas de Cuerpos enfermos, cuerpos estériles,
cuerpos sacrificados o suicidados.
La joven científica espera una llegada “que pasa como un espíritu”, vale decir que nunca llega
o que no es más que el producto de una mente alterada por la violencia entre mundos. Lo
que ella experiementa como una ofrenda de su cuerpo blanco a la maternidad como rito
amoroso de unión de los pueblos, como una ofrenda también de su cuerpo blanco a la piel
oscura del líder, la ficción astilla y parodia haciendo de ese relato el producto de una deforme
mentira, el de su mente enferma que trastoca las categorías del mundo y convierte a una
escena de inseminación articifial en un rito sacrificual. Lo paródico de la escena además es
que se alteran las categorías de ese acto al poner a las cholas en el espacio de adminstradoras
del acto de inseminar. Entre el delirio, el caos y la somnolencia prodicida por la química, el
cuerpo joven como una pagina en blanco, como ofrenda-texto:
El cuerpo texto donde un imaginario Evo fertiliza una mosntruosidad y mutila el cuerpo
femenid¡no extrayendo los pezones y el utero, borrando cualquier posibilidad reproductiva.
“Lo que no me habían dicho /la Histórica Sorpresa diría séptimo)n es que antes de acabar El
debe arrancarme los pezones para clausurar la leche futura. Tiene aun el izquierdo en la boca
necrósica de caninos invenciblemente blancos cuando me debato entre defender el que
queda o poner el resto, todo, en mi absoluto y joven sacrificio” /166)
Sòlo la anomalía- el hijo sin nombre-e puede gestar el cuerpo blanco sujetado, enajenado,
engañado. EL HOMBRE NUEVO PAR LA NUEVA NACIÒN ESTÁ CANCELADO EN LA
MOSTRUOSIDAD DE CUATRO BRAZOS- uNA NUEVA EATROLOGÌA?- CON APARIENCIA DE NIÑO
QUE PRODUCE LA GESTACIÒN “como si la criatura estuviera tomando lentamente la forma de
un cangrejo esotérico o encarnando el símbolo de una nueva astrología” (161
“Lo miraré, decido, hasta que el agua se lleve todo, la imagen, la sombra, los pómulos. El en
cambio, no mira de frente a quien lo espera detrás de la pagina. Quinientos años y no se
acostumbra al ojo de la cámara. Ramon nunca ha podido creer que me guste su perfil. Me
recuerda una y otra vez la mítica cirugía “su desliz occidental” (154)
Pero también el registro de la alteridad y extranjería blanca ante los cuerpos situados de las
cholas:
“eres hibrida ¿no?, blanquita eres. Que taln lejos d etu casa? Has caminado mucho? De veras
quieres ser ofrenda?”
O en la burla a través de la cual las mujeres leen la ofrenda como un acto desesperado frente
al fracaso de la Historia (con maypusculas)
Oh El- sonríe la chola como pensando pobre estúpida imilla blanca ¿Acaso pretendias que El se
entregara? El no es para los restos desesperados de tu raza” 164
“Mientras el contacto con el agua tibia me relaja, hojeo el librrito d ela DOctria. Veo al evo
antes de ser amauta y de ser jefe y de convertirse ene ste héroe cuya sangre s¡ deseo poseer2
160
También el cuerpo oscuro de Evo frente al apetito blanco aparece como el registro colectivo,
histórico y político de del devenir colonial:
“Me imagino acostada a su lado” soy joven y fértil. Soy una verdadera creyente. Dicen que
ninguna ofrenda se quedó más de dos noches. Mi mano reposando sobre su vientre moreno,
el pene cumplidos durmiendo una merecida siesta” (pone rtoda la cita.. quinientos años, grasa
del pelo DEA)
Si ponemos en diàlogo este relato con el conjunto de la antología podemos advertir el regsitro
de ese gesto parór¡dico frente a la matriz territorial que rigió la contrucciòn del proyecto
latinoamerivanismta de mitad de siglo XX.
El prólogo a la Antología, “Relatos y geopolítica” -escrito por los editores Juan
Terranova y Enzo Maqueira-, traza una zona de diálogo entre tres nociones: escritura,
política y territorio. Lejos de la pulsión mitificadora de otras ficciones, y pese a la
noción de representatividad que supone la forja de una antología y la idea de
cartógrafo que implica organizarla en torno al tópico de la región, estos relatos
proporcionan una clave dislocada de esa lógica. Imaginan una región sesgada por la
experiencia subjetiva, desprovista de vocación representativa y desagregada de
contenidos teleológicos y sociológicos. Esa zona menor y precaria se concibe en
términos de “épica de la intimidad, guerra de un solo hombre”. Ello equivale a afirmar
que se trata de otra ficción espacial, o giro territorial que lleva implícita la
operación de reconstrucción de la conciencia geográfica a partir de diferentes
procesos de individuación y desindividuación. En este sentido, leídos en red,
proporcionan, en tanto forma (estética), otra modulación de la experiencia de la
territorialidad en el contexto de las culturas contemporáneas.
Por otra parte, el espacio de repolitización que propone este texto, anacrónico o
desfasado pocos años más tarde, permite percibir, no solamente los restos de otra
pulsión utópica sino también los drásticos cambios de rumbo de la política regional.
“Del mismo modo hay países que viven realidades escindidas de la coyuntura: es
el caso de México, con una política supeditada al poder creciente del
narcotráfico; o de Puerto Rico cuya soberanía se encuentra en disputa más allá
de lo cultural o económico. También está el caso de Cuba que afronta cierta
apertura de un sistema que, al mismo tiempo que se abre al mundo, ya no parece
tan ajeno al contexto histórico (11)
Este escenario que la antología imagina como situación inédita respecto de cierta
institucionalización regional de palabras que “parecían anacrónicas, y disposición de
muchos países de liberarse de ataduras de los modelos de dominación” difícilmente hoy
permitiría funcionar como marco de lectura territorial. Los procesos que se describen-
crecimiento económico, de unidad frente cuestiones económicas, políticas, ideológicas,
2
“Este lugar ambivalente en el que afirmamos, alternativamente, que no somos animales pero tampoco
nos comportamos como hombres del pasado, diseña una nueva condición que el psicoanálisis llamaría
extimidad, un lugar simultáneamente externo-interno, metido en la cueva de lo propio pero abierto
asimismo a la indefensión de la vida. En ese sitio-guión ni plenamente mimético, no totalmente mágico,
sino ético, se esboza un más allá del sujeto y un más allá de lo moderno” (Antelo, 2008: 30)
en definitiva el “nuevo impulso al viejo anhelo de hermandad latinoamericana”- no
parece configurar- apenas un lustro más tarde- la experiencia geopolítica dominante.
Antes bien, diríamos que América Latina observa con preocupación la derrota o
debilitamiento de aquellos proyectos todavía posibles a inicios de los años dos mil.
Porque como señala el texto “La guagua cangrejo es eso, el miedo, la esclavitud, la deserción”
(164)