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Convergencia
Letra: Bienvenido Julián Gutiérrez
Música: Marcelino Guerra
1
Capítulo XIII del libro en proceso Los contrapuntos de la música cubana.
2
Stevenson, Víctor; The music makers; Time-Life Special Edition, Nueva
York, 1979, p. 77.
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C r i s t ó b a l D í a z Aya l a
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Moliner, María; Diccionario de uso del español, Editorial Gredos, Madrid, 1982, p. 643.
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Ibídem, p. 353.
248 5
Ibídem, pp. 216 y 1004.
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Música clásica y música barroca
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Ver obra citada de Pablo Hernández Balaguer, Los villancicos, etc.: el personal que aparece en las
partituras.
7
Díaz Ayala, Cristóbal; Música Cubana, etc., p. 52.
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C r i s t ó b a l D í a z Aya l a
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Ver Díaz Ayala, Cristóbal; Discografía 1925-1960, bajo «Trío Matamoros». Afortunadamente está
250 regrabado en el Arlequín hqcd 23.
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Música clásica y música barroca
Sexteto Goodman (personal vario). La orquesta de Artie Shaw tenía Los Gra-
mercy Five, y la de Woody Herman, un octeto, los Woodchoppers. Estos
pequeños grupos creaban un contraste con la orquesta grande, servían ade-
más para usar los solistas importantes de las respectivas orquestas o probar
sonidos nuevos (el vibráfono de Hampton, en la de Goodman, o un clavicor-
dio, tocado por Johnny Guarnieri, en el grupo de Artie Shaw). Y estos eran
momentos de música clásica, representando la big band la orquesta barroca.
Sólo conocemos dos casos parecidos en la música cubana. Uno surgido de
casualidad, o por las exigencias del público. La Orquesta Aragón estaba de
gira por Japón en 1970. Los empresarios nipones le pidieron que en los des-
cansos de la orquesta, algunos músicos debían seguir tocando, en un formato
más pequeño. Era, al parecer, una costumbre nipona. Los aragones accedie-
ron y Richard Egües, el flautista, Pepe Palma, el pianista, y el bajo, el güiro y
bongó, se quedaban tocando en los intermedios. Tan interesante fue el soni-
do obtenido, que en un álbum que hicieron allí para la rca Victor de Japón,
incluyeron algunos números interpretados de esa manera. Se trata de boleros
y sones9. Es, por supuesto, una forma clásica y, como en todos estos casos en
que se acude a un formato pequeño, se logra hacer una síntesis de un género
determinado, como la hizo el Trío Matamoros con el son, y el propio trío, y
los pianistas danzoneros como Romeu, con el danzón.
El otro caso sí es más parecido a los pequeños combos nacidos en las gran-
des orquestas de la época del swing. Es lo que hace el pianista Chucho Valdés,
director de la orquesta Irakere, quien periódicamente hace grabaciones fuera
del contexto de su orquesta, con pequeños grupos que en pocas ocasiones
incluyen músicos de la propia orquesta. La razón es funcional. Irakere ha
tenido cada vez más que cultivar el repertorio de música bailable, no jazzísti-
ca. Como bien señala Leonardo Acosta, ha sido siempre una orquesta con dos
repertorios: uno más bien de consumo doméstico, para bailadores, y otro de
piezas con contenido de jazz afrocubano, que es la cara de la orquesta que
gusta más en el extranjero. Y Valdés es un genio musical que gusta, como
todos los grandes músicos cubanos, de estar experimentando e innovando
con nuevos músicos y nuevas ideas, como hace D’Rivera. Por supuesto, esos
grupos son también momentos clásicos, apolíneos.
También el género bolero se ha movido fluidamente dentro de este bino-
mio. El bolero empieza siendo acompañado de guitarra, a una o dos voces;
pronto se le agrega otra guitarra, y tenemos los primeros tríos que son, en
relación con el trovador solitario, un momento barroco. Cuando el bolero,
fusionado con el son, se convierte en bolero son y se hace bailable, tiene lugar
el momento barroco dentro del sexteto, con el trío quedando de antecedente
clásico. Pero pronto los papeles se vuelven a invertir: Antonio Machín experi-
menta con la fórmula del cuarteto, con tres, guitarra, trompeta y cantante: el
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El lp tm-1005 contiene seis de esas interpretaciones. Colección Fundación Musicalia, donada a
la Florida International Universtity.
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C r i s t ó b a l D í a z Aya l a
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Ver Díaz Ayala, Cristóbal; Discografía 1925-1960, bajo «Utrera, Adolfo».
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Op. cit., bajo «Domínguez, Frank».
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Recordamos dos casos interesantes de este tipo. René Cabel, tenor de poderosa voz que grabó
siempre con acompañamiento orquestal, lo hizo en una ocasión con el acompañamiento del Trío
Taicuba (lp Gema 1141). Al tener más flexibilidad en los tiempos, pudiendo cantar casi a piacere,
pudo usar a plenitud su hermosa voz. Esto fue grabado a fines de la década de los 50. En la déca-
da de los 70, otra voz grande, la de Roberto Ledesma, se hizo acompañar por la guitarra de Pablo
Cano (lp Gema 3095), con resultados parecidos. Quizás no sea casualidad que el productor de
ambos discos fuera Guillermo Álvarez Guedes (Ver Díaz Ayala, Cristóbal; Discografía 1925-1960,
252 bajo «Cabel, René» y «Ledesma, Roberto»).
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Música clásica y música barroca
de acuerdo con la forma en que usen sus recursos vocales. Xiomara Alfaro,
que aportó a lo popular su preparación musical en el canto, es obviamente
una cantante barroca, como lo es Olga Guillot por la forma en que sabe usar
los matices de su voz para crear los efectos deseados con una canción determi-
nada. Y voces como la de René Cabel y Fernando Albuerne, pudiéramos con-
siderarlas clásicas, en la forma más sencilla de proyectar lo cantado13.
Hasta un solo instrumento se puede usar en forma clásica o barroca.
Cuando Everardo Ordaz inicia el estilo de piano cocktail cubano, o sea, una
forma sencilla de interpretar la música popular, especialmente boleros a
piano solo, crea un momento clásico. Si se compara este sencillo estilo, como
lo era también el de Romeu con los danzones, con los complicados arabescos
de pianistas que van de Anselmo Sacasas en sus solos con la Casino de la
Playa, a Bebo Valdés y su hijo Chucho, Lily Martínez, en fin, a toda la pléyade
de nuevos y excelentes pianistas cubanos, se hace patente la diferencia entre
los dos momentos, y las virtudes de todos.
En definitiva, se trata de hacer la música de la mejor forma posible, de la
forma más atrayente para el público, en un momento determinado. Ambos
momentos llenan necesidades anímicas diferentes y lo hacen eficientemente.
13
Díaz Ayala, Cristóbal; Discografía 1925-1960. Buscar todos los mencionados bajo sus respectivos
apellidos. 253
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