Fundamentos de Economía - Clase 8
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SEMANA
MÓDULO 68
MÓDULO 6
FundamentosdeEconomía
TEORÍA DELVALOR
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Los temas de valor y precio fueron los primeros en llamar la atención de los filósofos
morales. El precio justo y la usura (o cobro de interés) eran los más importantes en la vida
cotidiana, por lo tanto no es sorprendente que hayan sido los primeros en ser abordados por
estos pensadores. A medida que se trataba de dar una respuesta más refinada a qué es el
"precio justo", los pensadores se vieron forzados a contestar las preguntas: ¿Qué es y cómo
se determina un precio? y ¿por qué el precio de un bien sube o baja?
De a poco la teoría económica fue creciendo hasta transformarse en una ciencia propia que
sólo daba respuesta a las relaciones de causa y efecto con independencia de los juicios
morales. Se puede decir que con The Wealth of Nations, de Adam Smith, esta separación fue
muy importante y en este sentido podemos decir que este filósofo fue el verdadero padre de
la economía política.
Desde muy antiguo los pensadores distinguían entre valor de uso y valor de cambio.
Podemos definir valor de uso de una mercancía como la satisfacción o placer que su
posesión da a una persona; y valor de cambio de una mercancía como la cantidad de otras
mercancías que se pueden obtener a cambio de ella. Por ejemplo, la fotografía de un hijo
puede tener un altísimo valor de uso para su madre y, sin embargo, ningún valor de cambio.
Aristóteles, como casi todos los filósofos griegos, se preocupaba por la manera de lograr una
sociedad justa; por lo tanto, trató tangencialmente los temas económicos cuando se
relacionaban con la justicia. Llegó a distinguir entre el valor de uso y de cambio aunque sin
mencionarlos expresamente de esa manera.
En San Agustín podemos leer “el deseo de comprar barato y vender caro es muy común a
todos los hombres [...]. Ciertamente es un vicio [...].” San Agustín, igual que Aristóteles, no
explicó cómo se establece el "verdadero" valor. ¿Lo establece el mercado o el gobierno?
En Santo Tomás de Aquino podemos leer algunas citas de las que se puede inferir que ligaba
el valor de las cosas al esfuerzo invertido en su obtención. En general en aquellos tiempos el
valor justo parecía tener un carácter objetivo, es decir ligado a la cosa.
Por su parte en los escolásticos sobre fines de la edad media, encontramos referencia al
tema de la escasez, la necesidad que se tenga del bien, el número de vendedores y
compradores además de las cualidades intrínsecas de la cosa.
Los clásicos
Con los economistas de la escuela clásica se puede decir que la ciencia económica empieza a
identificarse como una ciencia independiente de la moral y la política. Los clásicos
desarrollan, con todos sus errores, análisis con una gran carga analítica o teórica; los juicios
morales pasan a un segundo plano.
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Esta corriente desarrolla una teoría del valor de cambio o precio, basada en el costo de
producción y no en el trabajo.
Adam Smith (1723-1790) como todos los clásicos, continuó con la distinción entre valor de
uso y valor de cambio que había iniciado Aristóteles. Según su teoría para que una cosa
tenga valor de cambio, tiene que tener valor de uso. Si una cosa no es de ninguna utilidad no
puede tener valor de cambio. De ahí en adelante sólo se preocupa por explicar cómo se
determina el "valor de cambio", o sea el "precio" de las mercancías.
Smith expresaba “Nada es más útil que el agua: pero con ella no se puede comprar casi
nada, casi nada se puede cambiar por ella. Un diamante, por el contrario, tiene poco valor de
uso; pero a menudo se puede cambiar por una gran cantidad de otros bienes… Una cosa que
tiene muy poca utilidad tendrá un precio alto si la cantidad no es suficiente para satisfacer la
demanda; de esta manera se explica el alto precio de los diamantes. Los metales preciosos,
como el oro, que ciertamente no son tan útiles, tienen un precio mucho más alto, en parte
debido a este hecho. La abundancia, por el contrario, como la que provoca una oferta
superior a toda demanda posible, hace que el agua no tenga ningún precio y que otras cosas
tengan uno muy próximo a cero. La escasez, por el contrario, hace subir el precio
inmoderadamente…”
Muchas veces se atribuye a Smith una teoría de valor-trabajo. Sin embargo esto no es del
todo cierto. Tengamos en cuenta que una cuestión que desde siempre fue objetivos de
filósofos e intelectuales, ha sido la búsqueda de la última razón de todas las cosas, aquello
que está presente y forma parte de toda la realidad y que por lo tanto explica el origen de
todo. En el caso que nos ocupa, ese elemento podría ser justamente el trabajo.
En una sociedad antigua y muy básica, explica Smith, el valor de un producto estará
íntegramente dado por las horas de trabajo empleadas en su obtención. Por lo tanto lo que
una porción de alimento, o vestimenta tienen en común para poder cambiarse una por otra
y establecer la justa medida, será la cantidad de horas naturales de trabajo empleadas (se
hace referencia a horas naturales, como aquellas que razonablemente se requieren para la
obtención de un producto, de otro modo, si tal medida no existiera, valdría más el trabajo de
un holgazán que se demora más en hacerlo, detalle este al cual incluso Marx también haría
luego referencia nombrándolo trabajo social necesario).
Luego, en una sociedad más avanzada, aparecen otros determinantes del valor, que serán el
resto de los factores productivos empleados como la tierra, y el capital. Aún así, las horas de
trabajo siguen siendo la medida para el precio de intercambio.
O sea, Smith distingue entre determinantes del valor y medida del valor. Y se concentra
además sólo en el valor de cambio o precio. Entonces, concluye que el valor está
determinado por los costos, y eso incluye la retribución al trabajo, los titulares de la tierra y
los titulares del capital.
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Al cambiar la manufactura terminada sea por dinero, por trabajo, o por otros bienes, por
encima de lo que puede ser suficiente para pagar el precio de los materiales y el salario de los
trabajadores, algo debe quedar de ganancia para quien se tomó el trabajo de arriesgar su
capital en esta aventura. Por lo tanto, el valor que los trabajadores agregan a los materiales
se resuelve, en este caso, en dos partes, de las cuales una paga sus salarios y la otra la
ganancia de su empleador sobre el total de capital y salarios que adelantó. (A. Smith)
Luego, distingue entre el precio natural (largo plazo) y el de mercado (corto plazo). Puesto
que en el corto plazo, del juego de oferta y demanda puede resultar que el precio se ubique
por encima o por debajo de aquel valor (precio natural que paga las retribuciones naturales
a cada factor). Allí pueden influir muchas variables que pueden dar lugar a la escasez o no
del bien, lo que hace subir o bajar su precio, pero en el largo plazo tiende a equilibrarse en el
precio que Smith denomina natural.
Una característica común a todos los clásicos era que para ellos las leyes económicas no eran
un producto del invento humano. Eran leyes puestas en el mundo por un ser superior y los
hombres tenían que descubrirlas como descubren las leyes de la física, la química o la
astronomía. Salvo John S. Mill, para quien si bien las leyes de la producción eran naturales,
sobre las leyes de distribución reconocía una determinación humana.
Los marginalistas
Se trata de una escuela posterior a los clásicos, que realiza un aporte interesante en cuanto
al concepto de utilidad marginal. Concretamente sostienen que el valor viene determinado
por la utilidad marginal por el lado de la demanda y los costos marginales por el lado de la
oferta.
En apretada síntesis, se entiende que el valor depende de la utilidad que las personas le dan
a la mercancía. De tal forma que la primera dosis del bien confiere una utilidad diferente de
la segunda y así sucesivamente. Por ejemplo, el primer vaso de una bebida nos confiere una
gran satisfacción y utilidad, en cambio la segunda nos ofrece una utilidad menor, y así en
adelante. Siendo utilidad marginal, la que nos brinda la última dosis incorporada. Se
entiende así, que a medida que incorporamos más dosis o cantidades del bien, menor es la
utilidad y por lo tanto la demanda del mismo’
Por su parte la oferta viene determinada por el costo marginal. No obstante la escuela
austriaca no considera este aspecto como determinante, ya que considera que es el precio
del producto y por lo tanto la demanda, lo que le da valor al costo, vale decir, el arriendo de
tierras es caro porque los productos del campo tienen buen precio y no a la inversa.
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Karl Marx, retoma el énfasis sobre el trabajo que veíamos en los clásicos pero mientras
aquellos lo tomaban como medida del valor, para Marx el trabajo era objeto de un amplio
desarrollo intelectual normativo.
Entre el “precio de la fuerza de trabajo” (lo que paga el capitalista de salario) y el valor de
producto de aquel trabajo, existe una diferencia que se la queda el capitalista. Por lo tanto la
ganancia es vista bajo este enfoque como un robo. Esta diferencia es lo que define como
plus valía.
Su teoría no está libre de críticas, incluso alguna contradicción por el mismo advertida y que
prometió resolver en trabajos posteriores. Tal es el caso de la idea de que, si la plusvalía es el
resultado de quitar al trabajo parte de su producto, entonces, cuanto mayor cantidad de
mano de obra empleada, mayor sería la plusvalía o beneficio que se llevaría el capitalista. Sin
embargo, el mismo Marx decía que la realidad mostraba que las mayores tasas de beneficios
se daban en los emprendimientos más mecanizados.
Pero oficiemos por un momento de “abogados del diablo”. Podríamos decir que toda la
construcción del pensamiento de Marx mantiene su consistencia en la medida que
asumimos como válido su supuesto fundamental, y es que el factor “capital” en los términos
clásicos, resulta “estéril”. La pregunta entonces sería: podemos considerar de tal forma al
factor “capital? Cómo juega el aporte Say en torno a la cuestión del factor “capital” y del
factor “empresario”? O bien, para complicar más el asunto, introduzcamos la figura del
factor “tecnoestructura” J. K. Galbraith.
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De cualquier modo y más allá de las críticas de las que son susceptibles todas las teorías
expuestas, cada una de ellas fue realizando algún aporte que sirvió para entender mejor la
realidad económica. Los clásicos hicieron interesantes aportes en torno a lo que
consideraron como determinantes del valor, esto es lo que hoy conocemos como factores
productivos (tierra, trabajo y capital). J. B. Say por su parte incorporó la idea del empresario
y mucho tiempo después Galbraith el de tecnoestructura. Los marginalistas perfeccionaron
la idea del componente subjetivo del valor y Marx con su concepto de plusvalía abriría la
puerta que mostraría la fuerte contradicción del sistema imperante y sus consecuencias, las
que se verían con claridad en la primer gran crisis económica de los años treinta. Ello sin
dejar de lado las cuestiones semánticas y el alcance de términos como valor, precio, valor de
uso, de cambio y utilidad, que han generado no pocos desencuentros y confusiones.
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LECTURAS RECOMENDADAS
Rubin Isaak Illich. (1974) Ensayos sobre la teoría marxista del valor. Editorial Pasado y
presente. Buenos Aires.
ACTIVIDAD EN EL FORO DE LA CLASE