Cantus Firmus
Cantus Firmus
Cantus Firmus
Cantus Firmus
● Comenzar y terminar en unísono, octava o quinta, a menos que la voz añadida sea
inferior, en cuyo caso se comienza y termina solamente en unísono u octava.
● No utilizar unísono excepto al principio o al final.
● Evitar las quintas u octavas paralelas entre dos voces cualesquiera y evitar las
quintas u octavas paralelas «ocultas». Es decir, se mueve por movimiento contrario
hacia una quinta u octava perfectas, a menos que una parte (a veces limitada a las
voces superiores) se mueva por grados conjuntos.
● No moverse en cuartas paralelas. (En la práctica, Palestrina y otros con frecuencia
se permiten progresiones de este tipo, especialmente si no involucran a la más baja
de las voces).
● No moverse en terceras o sextas paralelas durante mucho tiempo.
● Tratar de mantener dos voces adyacentes dentro de una distancia de décima entre
ellas, a menos que pueda crearse una línea melódica excepcionalmente agradable
moviéndose fuera de ese rango.
● Evitar que las dos partes se muevan en la misma dirección por el salto.
● Tratar de introducir tanto movimiento contrario como sea posible.
● Evitar los intervalos disonantes entre dos voces cualquiera: las segundas mayores y
menores, las séptimas menores, cualquier intervalo aumentado o disminuido así
como las cuartas perfectas (en muchos contextos).
Durante este período la música religiosa tuvo una creciente difusión, debida a la exitosa
novedad de la impresión musical, que permitió la expansión de un estilo internacional
común en toda Europa (e incluso en las colonias españolas en América). Las formas
religiosas más importantes durante el Renacimiento fueron la misa y el motete.
La misa cubría el ciclo del ordinario (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus-Benedictus y Agnus Dei)
y se le solía dotar de unidad al basarse en material preexistente. Para ello se seguían dos
procedimientos de composición principales:
● Misa de cantus firmus: el autor toma una melodía preexistente, bien procedente del
canto llano o bien de alguna canción profana, o incluso popular, y la sitúa en una de
las voces, habitualmente la llamada Tenor. Las otras voces son creadas ex novo,
completando una textura generalmente a cuatro voces, y son llamadas Cantus o
Superius, Contratenor Altus (luego Altus) y Contratenor Bassus (luego Bassus). De
estas denominaciones proceden los nombres actuales de las voces según sus
tesituras. La misa de cantus firmus es típica del siglo XV; ejemplos de ella son las
innumerables basadas en la canción L'homme armé, tales como las de Dufay,
Busnois, Ockeghem, Guerrero, Morales, Palestrina...
El motete renacentista era una pieza polifónica de texto sacro y en latín. Deudor en un
principio del motete medieval, del cual procedía, pronto asumió una continua textura
imitativa de voces de igual importancia (en número cada vez mayor: cuatro en el siglo XV,
cinco o seis a finales del XVI), con frases musicales imbricadas y nuevos motivos para cada
frase textual. En el motete el autor generalmente creaba material puramente original, sin
tomar préstamos ajenos como en la misa. En el siglo XVI se desarrollan amplios motetes
bipartitos y, en la escuela veneciana, los policorales, para ocho o incluso doce voces.
Ejemplos sobresalientes de motete renacentista son el Ave María de Josquin o el
Lamentabatur Jacob de Morales.
Un gran número de impresos y cancioneros manuscritos nos han hecho llegar el amplísimo
repertorio polifónico profano renacentista. Aquí sí es posible reconocer formas peculiares de
cada país:
Hacia el final del período aparecen los primeros antecedentes dramáticos de la ópera tales
como la monodia, la comedia madrigal y el intermedio.
De modo paralelo a la extensión del rango vocal de la polifonía, los instrumentos ampliaron
su tesitura creándose familias completas de cada modelo; cada tamaño era nombrado con
el nombre de la voz equivalente: así, por ejemplo, se crean flautas de pico soprano, alto,
tenor y bajos de varias tallas, y un proceso semejante siguen instrumentos de cuerda como
las violas da gamba, de metal como los sacabuches o de madera como las chirimías.
Los instrumentos participaban junto con las voces en la ejecución de la música polifónica;
por ejemplo, está perfectamente documentada la presencia regular de ministriles (flautas,
cornettos, sacabuches, chirimías y bajones) en las catedrales ibéricas del siglo XVI.
Además, mucha música polifónica se ejecutaba de forma puramente instrumental, fuera en
conjuntos homogéneos (llamados consorts), en grupos que combinaban instrumentos de
diversas familias o sobre instrumentos propiamente polifónicos, como el órgano, el virginal,
el arpa, el laúd o, en España, la vihuela.
La familia de las violas da gamba (de la viola soprano al violone) fue uno de los medios
principales de la música doméstica. Con trastes y seis cuerdas afinadas por cuartas, con
una tercera entre las centrales, se reunían en consorts, sobre todo entre los amateurs
ingleses, y también fueron usadas como instrumento solista para glosar e improvisar, como
muestran los tratados de Ortiz y Ganassi.
La familia de los violines fue creada en el siglo XVI como alternativa a las violas. Poseían un
sonido más potente y penetrante pero eran tenidos por instrumentos más vulgares, y solían
usarse para acompañar las danzas. Andrea Amati estableció entonces la forma del violín
actual.
Los laúdes, de cuerda pulsada, forma de media pera, cuerdas dobles y afinados como las
violas da gamba, se usaban como instrumento solista. Solían interpretar reducciones de
polifonía en tablatura para uso casero (a la manera de las reducciones para piano de
sinfonías en el siglo XIX); en España se utilizaba la vihuela de mano, muy similar pero con
forma de guitarra. El arpa, por otra parte, fue particularmente importante también en
España, donde ya Hernando de Cabezón le dedica obras en tablatura.
En el clave y su versión pequeña (virginal o espineta) las cuerdas son pulsadas por púas
accionadas desde un teclado. Solían usarse también en las casas de la nobleza y la
burguesía. Además de polifonía, su repertorio incluía disminuciones y variaciones, como
muestra el Fitzwilliam Virginal Book inglés.
En el clavicordio las cuerdas eran golpeadas por unos macillos o tangentes (que se
quedaban pisándolas). El mecanismo era pues un tanto similar al del piano actual, pero su
sonido era muy débil, apenas audible en una sala pequeña.
● Bajón: predecesor del fagot, solía tocar la línea del bajo junto a la capilla vocal para
mantener la afinación.
Cada familia instrumental fue utilizada para funciones sociales específicas: así, los de
cuerda pulsada y frotada se utilizaban en el ámbito doméstico (tocados por músicos
profesionales para la aristocracia o directamente por aficionados burgueses), los de viento
madera en bandas, habituales en la iglesia y en actos civiles, y los de viento metal
quedaban reservados para actos sociales de la nobleza. Tocar un instrumento pasó de ser
una tarea propia de menesterosos a ser vista como refinado entretenimiento de nobles,
recomendado incluso por Maquiavelo en El Príncipe.
Conclusión
La música medieval jugó un papel importante vigente en esta época, pues las personas
sentían que seguía guardando un significado, así que la continuaron usando para las
celebraciones religiosas católicas.