Me Ves - Wendy Higgins
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PROLOGO
CAPÍTULO UNO
CAPITULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPITULO QUINCE
CAPITULO DIECISEIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPITULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPITULO VEINTIDOS
CAPÍTULO VEINTITRES
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Copyright © 2014 Wendy Higgins, Edición de Espanol © 2016
Todos los derechos son reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.
Ninguna parte de este libro puede ser utilizado o reproducido en cualquier forma o por
cualquier medio electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, ni por
ningún sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso
previo y por escrito del autor, salvo en los casos permitidos por la ley.
Publicado por
Wendy Higgins
© George Mayer
Los personajes y los acontecimientos retratados en este libro son ficticios. Cualquier
similitud con personas reales, vivas o muertas es pura coincidencia y no es la intención
del autor.
Nota al lector: Por favor, en ningún caso, cambie el formato de archivo de este
libro y publicarlo en línea. Eso es piratería (robar) y me rompería el corazón.
Gracias por su consideración.
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DEDICACIÓN
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PALABRAS IRLANDESES
Lad = Chico
Lass/Lassie = Chica/niña
Aye = Sí
Nay = No
Hallo = Hola
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PROLOGO
Cecelia Mason nunca había estado tan asustada. Su bebé, Robyn, estaba
profundamente dormida en el portador de bebé contra su pecho. Leon apretó la mano
de Cecelia mientras entraban al reino de las Hadas a través de un pequeño portal en el
campo Irlandés. No habían querido traer a Robyn a al reino de los Hadas, pero no
podían dejarla en los Estados Unidos de America.
Cecelia cerró su chaqueta sobre el bulto de tela. Toda una vida de servicio a las
impredecibles Hadas les había enseñado a no mostrar emoción o llamar la atención
sobre ellos mismos. Se vistieron con sus ropas más sencillas. Cecelia fue sin maquillaje
y se había amarrado su ondulado cabello color marrón en forma de moño. La pareja,
humana excepto por la magia incrustada en su sangre, se encogió al pasar a través de
la espesa barrera de la atmósfera entre reinos.
Un guardia del portal reconoció las firmas Dightheach de los “ayudantes”
humanos y los condujo a través del laberinto cubierto de enredaderas hacia lo más
claro. La luz suave sobre sus cabezas venía del cielo como remolinos de colores
pasteles y la música sonaba al igual que campanillas. Cecelia, desconfiada de la
atracción magnética de esta tierra, se preparó para una avalancha de delicias
sensoriales de Hadas.
Ellos fueron conducidos a una tienda de campaña de finos linos forrados con flores
que se enrollaban alrededor de una a otra en un deslumbrante despliegue de colores.
Recostada en una cama de pétalos estaba una Hada femenina con su cabello brillante
como la canela, ojos de color amarillo vivo como las flores de la manzanilla. Cecelia
reconoció a la mujer Hada como Martineth, la cónyuge alfa, quien dirigía las regiones
del sur de Hadas para el Rey del Verano. A sus pies, un hombre guapo humano con
ojos perdidos y fanaticos, besaba su piel de manera generosa.
Los Masons estaban cuidadosos de no mostrar su terror al ver a Martineth. Un
poco de sudor corría a través de sus frentes, y la humedad de las palmas de manos no
ayudaba mucho. Se quedaron muy quietos mientras los ojos amarillos de Martineth
viajaron sobre ellos como conejillos de Indias en una tienda de mascotas, posiblemente
una fuente de diversión.
Cecelia, como madre feróz, cruzó los brazos sobre su pecho para abrazar a Robyn
más cerca.
“Déjame.” La voz de Martineth era indiferente, cuando despidió al hombre que
estaba en sus pies. Él hizo un sonido patético y besó el tobillo. Ella trató de liberar sus
piernas dándole un manotazo como a una polilla, pero él murmuró y se aferró a ella,
desesperadamente. “Agarralo,” ella ordenó al guardia.
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El guardia de la Hada levantó al hombre de un tirón y los dejó solos. Leon
mantuvo la cara recta evitando la mirada de la cónyuge del Rey mientras entregaba un
informe del año pasado de su región en los EE.UU. reportando de once Hadas que
habían entrado ilegalmente al reino terrenal y las veintitrés memorias de humanos que
fueron alteradas, por Leon como resultado. El reporte fue rápido y mejor de lo que se
esperaba. Para alivio de Cecelia, los negocios habian aburrido a Martineth; ella dió un
amplio bostezo y se trasladó a despedirlos.
En ese momento, un pequeño quejido salió del portador de bebé debajo de la
chaqueta de Cecelia.
Cecelia dio la vuelta para marcharse. Una vez más, la bebé Robyn hizo un ruido.
Esta vez un quejido que se elevó a un grito leve.
Leon se aclaró la garganta mientras su mujer se alistaba para salir. “Buen día, mi
Señora,” le dijo a Martineth, cuya cabeza se inclinaba hacia el lado con curiosidad.
“Espera.” Su voz se escuchó como una campana.
La pareja volteó la cabeza, con mucha inocencia y nerviosismo.
La voz de Martineth se acentuaba lentamente. “¿Qué fue ese sonido?”
“¿Lo siento?” respondió Leon.
Robyn tomó el momento inoportuno para vocalizar y sus padres se sintieron
derrotados, cruzando miradas de horror. Los ojos de Martineth estaban muy abiertos
mientras miraba el bulto moviéndose contra el pecho de Cecelia.
“¿Qué has traído a nuestra tierra?”
“Es sólo nuestra hija,” Cecelia explicó en un tono casual. “Probablemente necesita
ser cambiada. Un trabajo sucio. No la molestaremos más, mi Señora.”
Se dieron la vuelta otra vez, sólo para ser detenidos una vez más por el chasquido
claro de la voz de Martineth.
“Nunca he visto a un ser humano recién nacido. Muéstramelo.”
La Hada se había sentado, los pétalos sueltos empezaron a flotar entre las capas de
su vestido. Su mirada curiosa y su tono ansioso hicieron a temblar en su interior, a
Cecelia. Con movimientos lentos, Cecelia abrió su chaqueta y desabrochó el portador
de bebé de su hombro. Con mucha gracia, la cónyuge del Rey se puso de pie y se
deslizó hacia adelante. Robyn, sólo semanas de nacida, entrecerró los ojos y se
tranquilizó cuando la luz agradable se apoderó de ella. Cecelia tenía un ferviente deseo
repentino de que su bebé Robyn fuera calva y de aspecto gracioso como otros tantos
bebés preciosos que había visto. En cambio, la Señora admiró de muy cerca, su pelo
castaño onduloso, sus mejillas rosadas y redondeadas y su boquita dulcemente
fruncida. Sus ojos color marrón y sus pestañas negras parpadearon a la Hada. Qué
belleza.
Los ojos brillantes de Martineth se llenaron de asombro. “Es tan pequeña,” se
maravilló. “Toda su piel parece ser muy suave.”
Cecelia dió pasos hacia atrás, una intuición animal de advertencia le vino a su
mente. La mujer Hada levantó su delgada mano, delgada y perfecta hacia la mejilla del
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bebé, Cecelia quitó la bebé y casi gritó, “¡No—no la toques!”
La temperatura alrededor de ellos subió mientras los ojos de la Hada brillaban
como el fuego. Su mano se congeló en el aire.
“Mi Señora,” Leon interrumpió. “Nuestro médico humano nos dijo que no
permitiera que nadie la tocara mientras ella sea tan pequeña. Los bebés son demasiado
frágiles. Por favor, perdone a mi esposa. Su cuerpo y su mente todavía están en
transición del postparto.”
Su actitud era tranquila, pero su esposa reconoció el pánico disimulado detrás de
sus ojos. Ella luchó por mantener la compostura cuando lo único que quería hacer era
salir corriendo.
“Lo siento mucho, mi Señora.” Cecelia se disculpó. “Sé que el toque de una Hada
altera la mente de un ser humano. No sabemos cómo afectaría a un recién nacido. No
me gustaría que ella perdiera la capacidad de estar al servicio del Rey de Verano algún
día.”
Martineth miraba a Cecelia, sus ojos brotaban destellos como un remolino de sol y
calor.
“Asumo que han reportado el nacimiento de esta bebé?” La Hada desafió.
“Por supuesto, mi Señora Martineth,” dijo Leon con respeto.
Por no informar del nacimiento de un bebé en Dightheach significaría la muerte de
sus padres. Se les espera servir a todas las personas con sangre mágica.
Después de otra larga mirada a Cecelia y una mirada más codiciosa a la niña, la
Señora tocó su afilada barbilla. Una expresión ominosa cruzó su rostro, como si
tramara una idea.
“Puedo ver por qué están apegados a la bebé.” La cónyuge del Rey miró de reojo
a la pareja, acercándose, y dando un lento círculo alrededor de ellos, su cabello
brilloso cayendo en ondas por su espalda.
“Es una cosa bella.” Martineth se detuvo frente a Cecelia y miró hacia abajo al
bebé. “Las cosas bellas tienen una manera de desaparecer en la noche.”
La amenaza asaltó la mente de Cecelia y comprendió rápidamente. Sus rodillas
amenazaron con doblarse, y entonces Leon habló con cuidado y endurecimiento.
“¿Qué es lo que desea de nosotros, mi Señora?”
La cónyuge se rió entre dientes. “Tengo en mente un compañero para el futuro de
la pequeña, una unión que complacerá al Rey enormemente.”
Una sonrisa maliciosa y orgullosa se decifraba en los ojos ardientes de la Hada,
una carga de temor se instaló en los hombros de Cecelia por el futuro de su hija. Un
futuro que ya estaba establecido y sellado.
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CAPÍTULO UNO
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Nos sentamos en el sofá frente a ellos.
“Estuvo bien,” le dije, tratando de ocultar mi tristeza.
Nos rodeaba la tensión. Todos estábamos probablemente pensando lo mismo: esta
es nuestra última noche conmigo en casa. Que raro. No quería pensar en ello. Mamá
se aclaró la garganta, apaciguando la tensión.
“¿Les dijiste adiós a todas tus amistades?” Ella había estado lejos de Irlanda, su
tierra natal, por veinte años, pero su voz todavía tenía una suave cadencia y
entonación que yo siempre había envidiado.
“Sí,” le dije.
Cassidy abrió su boca muy grande, bostezando en voz alta sin molestarse en
cubrirse. El bostezo fue contagioso porque entonces yo bostecé, y después Mamá
replicó.
“Mira ha mis niñas cansadas. Debemos irnos a dormir,” dijo Papá. “Mañana será
un gran día. Afortunadamente podemos dormir en el avión, ¿eh?”
Nerviosidad me amarró como una cuerda.
“Espero que ya hayan terminado de empacar,” dijo Mamá.
“El mío esta más o menos hecho,” le dije. “Sólo tengo que bajarlo.”
“El mío esta casi hecho,” dijo Cass, bostezando de nuevo.
Mamá negó con la cabeza y se centró en mí. “¿Cómo estás tú, Robyn? ¿Estás lista
para esto?”
Le di una sonrisa tranquilizadora, a pesar de la sensación de afixia. “Estoy bien.
Lista para ver lo que Irlanda tiene reservado para mí.”
“Bueno, ven aquí.” Papá se puso de pie, alto e imponente, abrió los brazos. Los
cuatro bien apiñados nos dimos un abrazo de grupo. Mamá ya era más baja que yo,
por lo que se sintió extraño ser la más alta de las mujeres en medio del abrazo. Había
crecido.
Nos dijimos buenas noches, y luego me encaminé escaleras arriba. Me quedé en
mi cuarto sintiendo una ola de nostalgia. Esta habitación tiene tantos recuerdos.
¿Regresariá de nuevo para ver las filas de trofeos en la estantería? Todos mis trofeos,
desde mis juegos de niña hasta la competencia Estatal de Fútbol y el trofeo de Fútbol
de este año, “Girls Varsity Soccer MVP.” Dos murales grandes fueron llenos de fotos,
talones de boletos para películas, bailes escolares y eventos deportivos, incluso algunos
fragmentos de periódicos sobre mis equipos.
Fui a mi vestidor y saqué una caja familiar de almacenamiento. Coloqué la caja al
lado de mi equipaje a los pies de mi cama, me senté con las piernas cruzadas en la
alfombra y la abrí.
Dentro había diez años de recuerdos recogidos para darle a McKale cuando llegara
el momento de nuestro compromiso.
El misterioso McKale. Mi “prometido.” En palabra elegante mi “comprometido.”
McKale era de otra familia de la magia antigua. Mamá me explicó que su gente
sólo había sido capaz de producir hijos varones por muchos años. Me dijeron que
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necesitaban una chica mágica especial para unirse a uno de sus muchachos mágicos
especiales para garantizar la continuación de la linea de sangre de su familia. Me
sonaba extraordinario como desde niña había sido escojida como si yo fuera una
princesa-especial, escogida.
Tomó algunos años para darme cuenta que la finalidad de la unión era tener bebés.
Mis amigos en la escuela se hubieran horrorizado. Todos pensaban que iba a la
universidad en el extranjero. El término “matrimonio pre-establecido” era algo de los
viejos tiempos, o algo que otras sociedades hacían. Debería haber estado aterrorizada
o indignada, pero la forma en la cual Mamá me presentó mi futuro hace once años
atras me hizo sentir importante y útil. Relaciones arregladas eran comunes entre
Dightheach. Normal.
Una noche me contó todo lo relacionado con McKale, Mamá me dijo que su clan
valoraba los regalos. A los seis años de edad, recuerdo que pensé que era extraño que
su familia se llamara un “clan,” pero contenta que les gustaran los regalos.
Recorrí mis dedos sobre el juego de remos y bola que me habían dado en mi fiesta
de cumpleaños cuando yo tenía siete años. Yo nunca pude trabajar el juguete estúpido,
pero tal vez McKale pueda. Ese había sido el primer regalo. Mi favorito era la bola de
fútbol. Le sonreía al color blanco y negro brillante, recordando cuando Papá consiguió
entradas para la Copa del Mundo.
Un golpe suave en la puerta se oyó mientras envolvía la cinta alrededor de la tapa.
“Entra,” respondí. Mi familia sabía de la caja de regalos, pero aún así era
vergonzoso, esta relación imaginaria que tenía con un extraño. Por fortuna no sería un
desconocido durante mucho más tiempo, ¿verdad?
De antemano me estremecí.
Cassidy entró y se acomodó en la cama mientras yo movía mis cosas junto a la
puerta del cuarto y me ponía mi pijama.
“¿Cuántas horas de grabacion piensas que tienes?” Desde su posición en la cama
Cass inclinó la cabeza hacia la cámara de video en la mesita de noche que usaba para
grabar mensajes para McKale en los últimos cuatro años.
“No lo sé. Una gran cantidad,” le dije.
“Mm…” Cassidy se mordió los labios. Ella estaba inusualmente tranquila mientras
se acostaba allí. Me senté y estiré las piernas a su lado.
“¿Estás bien?” le pregunté.
“No quiero que te vayas.”
La banda invisible alrededor de mi pecho tiró con más fuerza. “Ustedes vendran,
también. Nosotras vamos a pasar todo el verano juntas antes que regresen a casa.”
“No, realmente. Quiero decir, yo estaré allí, pero tú vas a estar ocupada
conociéndo a él.” Su tono celoso me sorprendió. Ella siempre había tomado mi
compromiso con calma. Empecé a trenzar su pelo castaño y sedoso en sus sienes.
“Me comprometo a hacer tiempo para ti, Chicadee.” Me pregunté si alguna vez
ella iba a olvidar este apodo de la infancia. Esperaba que no.
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“Se va sentir extraño el próximo año en la escuela sin ti.”
“Lo se.”
Para Cassidy sería su último año. Era una gran escuela de secundaria y ambas
habíamos estado activas en deportes y clubes. Cass fue la presidenta de la clase junior,
el año pasado. Pero comprendia, que ninguna cantidad de amigos o actividades podría
reemplazar lo que compartimos juntas. Ni tampoco lo podría hacer un hombre.
Ella apartó su cara y susurró en voz baja, “Por favor no te olvides de mí.”
“Oye.” Dije con voz ahogada y jalé su cara hacia mi. Me dolió cuando sus ojos se
llenaron de lágrimas. No podía recordar la última vez que había llorado.
“Si vuelves a decir algo así, voy a darte una patada,” le dije. Ella sollozó y me dió
una pequeña sonrisa. “Lo digo en serio, Cass. No hay ningún hombre y ninguna
distancia que jamás podría hacer que me olvide de tí, o dejar de necesitarte. Tenga lo
que tenga que hacer siempre voy a seguir en contacto. Y no te olvides de hablar con
Mamá y Papá acerca de estudiar en el extranjero el próximo año.”
Esa idea siempre nos animó. Todavía había un velo de misterio sobre el clan de
McKale y como sería todo allá. Mamá relataba todo como que no había tecnología. Ni
siquiera pude mandarle cartas por los años porque el correo no les llega. Si Cass
pudiera estudiar en el extranjero en Irlanda hiciera cualquier situación más tolerable
para mí.
“Me gustaría que él viniera aquí,” ella dijo.
“Sí. Yo también.”
Cassidy se secó los ojos. Ella acercó su cabeza más cerca de mi pierna y yo seguí
trenzando su pelo.
“Y si él no es un buen tipo…Si él no te aprecia—”
“No pienses así. Todo va a estar bien.”
A menudo me había estado llenando de gratitud que este era mi destino y no el de
ella. Cassidy tenía un espíritu libre e impulsivo, no sabría como manejar algo como
esto.
Su cabello liso se deslizó a través de mis dedos y cerró los ojos. La idea de que mi
siutacion le estuviera causando malestia me rompía el corazón.
“Me gustaría poder quedarme aquí contigo más tiempo,” le dije.
“No, no,” dijo Cass sin abrir los ojos. Su voz era todavía suave. “Tu quieres ir a
estar con él.”
Sus palabras me estremecieron. En parte porque ella tenía razón, yo estaba
emocionada de ir a conocer el muchacho mágico que habían elegido para mí. Pero eso
no significaba que quería dejar a mi familia.
“Ansio conocerlo,” admití. “Pero no quiero estar sin tí.” Mi interior se estremecía
sólo de pensarlo. Ella se veía tan joven con su cabeza en mi regazo. Tuve que
recordar a mí misma que ella era una chica independiente que siempre tuvo lo que
quería y había besado a más chicos que yo. Me incliné sobre su cara y tomé sus
suaves mejillas con las palmas de mis manos. Abrió sus ojos. “Sabes que eres mi
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corazón, Cass. Nadie podría tomar tu lugar.”
Se incorporó y me abrazó por el cuello. Tragué saliva para parar mis emociones.
“Ahora sal de aquí,” le dije. “Antes de que me hagas llorar o algo más.”
“Ssss, no mientas.” Antes de salirse de la cama ella me sonrió, se veía cansada.
“Oye, ¿qué pasa si McKale es bizco?” preguntó Cass, caminando de espaldas
hacia la puerta. Su estado de ánimo parecía más calmado ahora, pero yo no podía
olvidar los celos que había revelado.
“¿No hay cirugía para corregir eso?”
Ella encogió los hombros, casi en la puerta. “¿Y si él tiene los dientes torcidos?”
“Frenos para sus dientes.”
“¿Y si se niega a ponerse los frenos?”
Gemí y le tiré una pequeña almohada. “Anda a finalizar de empacar, mensa.”
Ella golpeó su pecho y me enseñó el signo de paz antes de salir.
Me dejé caer de nuevo en las mantas, sintiéndome incómoda con toda esta
emoción. Todo esto iba a ser más difícil si Cassidy hacía un alboroto. Me aseguraré de
darle mucha atención en Irlanda.
Apagué la luz y puse mi alarma para despertarme bien tempranito en la mañana.
Nosotras sólo estaríamos durmiendo un par de horas, por lo cuál estaríamos
funcionando con pura adrenalina mañana. Me metí debajo de las sábanas y me
acurruqué adentro, cosa que había hecho todas las noches desde que tenía seis años.
Me imaginaba a McKale. El hombre cuya vida fue atada a la mía.
¿Qué iba a ver en mí cuando me mirara?
Por los años me resigné a muchas cosas malas “en caso pasara.” Cassidy le
gustaba decirme cosas para divertirme. ¿Y si él tiene una nariz grande? ¿Y si él tiene
mal aliento? ¿Y si él tiene un peinado feo y si no le gusta afeitarse?
Pero en todas nuestras imaginaciones había una cosa que nunca me importó
imaginar. Era vanidoso y estúpido, teniendo en cuenta que me obligué a imaginar todo
tipo de escenarios horribles, y sin embargo, esto era lo que más me molestaba.
Cassidy y yo nos parecíamos muchísimo: teníamos cuerpos atléticos, amplias
curvas, con cabellos a los hombros de color castaño y ojos redondos color marrón.
Ella, como nuestra madre, era más alta que el promedio. Y de cinco pies y once
pulgadas, yo era dos pulgadas más alta que ellas.
De todas las cosas que verdaderamente me aterraban y que me preocupaban, yo
tenía un deseo egoísta. Por favor…no dejes que McKale sea demasiado más bajo que
yo.
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CAPITULO DOS
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pero nunca se había tomado su bebida tan rápido. Yo le señalé con mis ojos a Cassidy
quien se encogió de hombros. Mientras Mamá se tomaba su segunda copa, nos
susurró para decirnos que pretendiéramos estar durmiendo. Las tres nos acurrucamos
en posiciones cómodas con los ojos cerrados, y sentí un hormigueo estático familiar
por mi piel mientras nuestra madre nos cubría con su encanto. Ahora cualquiera
persona que nos mirara vería tres personas tomando la siesta mientras tendríamos
nuestro negocio debajo de la burbuja protectora de la magia.
“Está bien, Mamá. Ya sabes lo que pienso de sorpresas. ¿Qué está pasando?” Mi
cerebro necesitaba el tiempo necesario para procesar las cosas. Tomó otro trago de
vino.
“Tu sabes que el clan de McKale es de raíces antiguas.” Se aclaró la garganta y
procedió a moverse y a tartamudear. “Mucho más antiguas que la nuestra. Pero hay
algunas cosas que aún no sabes acerca de ellos.”
¡Oh, no! Que pánico.
“¿Qué cosas?” Las palmas de mis manos empezaron a sudar mientras ella jugaba
con las suyas.
“Hace siglos, la gente de McKale fueron especialmente elegidas para recibir la
magia debido a sus talentos en zapatería, o, habilidades en hacer zapatos. Tú sabes
que a los Hadas les encanta bailar, a veces durante semanas sin fín. Así que,
naturalmente, necesitan muchos zapatos nuevos a menudo, y ellos son muchos. Hace
mucho tiempo, un duendesillo trajo este clan irlandés de zapateros humanos a la
atención de los Hadas, entonces ofrecieron bendecir el clan con la magia, siempre y
cuando centraban su comercio exclusivamente en proveer los zapatos para el reino de
los Hadas.”
Cass se inclinó, y preguntó, “¿McKale es un zapatero de los Hadas?”
Mamá asintió, pero sus ojos estaban bien abiertos.
Fragmentos de folclore hacían un remolino en mi mente, pero una fuerte sensacion
de negación se apoderó dentro de mí. No podía ser la misma historia que me estaba
imaginando.
“¿Quiénes son ellos?” le pregunté.
“Eh?” Mamá miró su vaso estaba casi vacío. “¿Dónde está la azafata?”
“Mamá…” Mi corazón latía con fuerza y elegí mis palabras cuidadosamente.
“¿Qué es llamado el clan de McKale?”
Ella no me miraba. El espacio de la cabina parecía acercarse a mí. Después de un
largo silencio al fín contestó con una voz quebrada. “Son los Leprechaun, los
Duendes.”
“Eso no es gracioso,” le dije. Mamá miraba hacia abajo. Ella no se rió ni tampoco
dijo “Te pillé!”
Sentí una terrible sensacion de asfixia. Cassidy respiraba con dificultad a mi lado,
tiré el cinturón de seguridad, salté de mi asiento con mis manos en mi pelo, rompiendo
la burbuja mágica con un chasquido fuerte que sólo los cuatro de nosotros podíamos
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oír. Papá se incorporó dejando caer la revista y mirando a su alrededor con una
expresión muy seria. Cuando estuvo seguro que nadie se daba cuenta, él me dió una
mirada severa que me asustó.
Mamá me agarró del brazo y me bajó hasta el borde de mi asiento. No podía
mirarla todavía. Mi corazón estaba palpitando muy fuerte y yo apenas podía respirar
mientras luchaba poder superar esta emoción.
“¡¿Leprechauns?!” dije fuertemente. Esa palabra supo mal en mi boca, como si
estuviera esperando un sorbo de agua y me dieron jugo de limón en su lugar.
Cass se inclinó sobre mí. “Tal como, ¿los enanos?”
“Sh,” dijo Mamá, mirando a su alrededor para asegurarse de que la gente en la
delantera no habían oído. Luego se mordió los labios mientras me dirigía una rápida
mirada, una mirada llena de culpa. Me quedé con la boca abierta.
¡No me iré a casar con un Leprechaun! ¿Quién había pensado que esto estaba
bien? Se me atravezó un sentimiento de traición, el peor sentimiento que jamás
hubiera experimentado.
“Rápido, pretendan dormir de nuevo,” Mamá ordenó. Puse mi codo en el
antebrazo de mi silla y apoyé mi cabeza contra mi mano, cerrando los ojos. Cuando
sentí el encanto de la magia, no podía levantar mi cabeza, la sentía pesada. Toda mi
vida fui positiva sin importar que pasara, si permitía que la negatividad invadiera mi
vida sería como una mala hierba. Todos mis temores y dudas fueron descargados al
igual que un relámpago, incendiados por el secreto de Mamá y Papá. Apoyé mi cara
en mis manos y me puse a llorar.
Cassidy contuvo el respiro, su voz se le hizo gorgoritos. “Oh, Dios mío…¿Robyn?
¡Mamá, la haz hecho llorar!”
Ambas me frotaban la espalda y alisaban mi pelo mientras yo sollozaba de manera
descontrolada era desmoralizante y humillante. Yo quería parar, pero mi cuerpo no
cooperaba.
“Calladita, querida. Por favor, no llores,” Mamá susurró. “He oído que es el
muchacho más alto del clan.”
Oh, no ella no lo dijo.
Miré hacia arriba con mis ojos hinchados, y confusa, “¿Entonces él tiene cuatro
pies de altura en vez de tres?” Cassidy tuvo el valor de reirse.
“A lo mejor va a ser el hombre-pequeñito más divertido y más dulce del clan,”
brillantemente dijo Cass. Sacudí mi cabeza en mis manos y mi pecho empezó otra
ronda de llanto incontrolable.
“No digas hombre—pequeñito!” Mamá le murmuró a Cassidy. A mí, ella me
susurró, “Ya, ya, mi amor.”
“Mierda,” Cassidy se quejó. “Esto es terrible.”
“Cuida tu boca,” Mamá la regañó. “Sabes que odio esa palabra.”
“Si alguna vez se justifica el uso de 'mierda,' es ahora, Mamá.”
“¡Hay! ¡Por el amor del santo, intenta filtrar las cosas que salen de tu boca!”
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Perdida en mi propia angustia, apenas registraba las disputas entre ellas.
Siempre me sentí como una mujer amazónica, tan grande como los chicos de la
escuela, e incluso era más alta que muchos de ellos. Al lado de McKale yo estaba
segura de ser una gigante absoluta. ¿Cómo podrían Mamá y Papá estár de acuerdo
con esto? Quiero decir, yo sabía que era importante mantener las líneas de sangre
mágicas vivas, para que los secretos de los Hadas pudieran mantenerse entre menos
familias posibles alrededor del mundo. Pero todavía, tenía que haber atracción física
entre dos personas si iban a unir sus vidas y tratar de tener hijos, ¿no? Todo esto
estaba mal e injusto.
Imposible.
Respiré profundamente, limpié mi garganta, y me senté con los hombros altos. Mi
carácter práctico me hizo levantar mi cabeza. Era tiempo de dejar de llorar y obtener
respuestas. Me limpié la cara y miré a Mamá. Mi voz sonaba espesa.
“Deberías haberme dicho esto antes. Necesitba más tiempo que un día para poder
procesar algo tan enorme.”
Yo quería seguir hablando, y decirle todo lo que pensaba y hacer que ella sientiera
la traición que yo estaba experimentando, pero ella se veía miserable.
“Sí,” Cassidy intervino, me interrumpió con indignación. “Esto no es correcto.
Esto es un detalle muy importante. Quiero preguntar ¿que tan pequeños son?
¿Estamos hablando de tan chiquitos 'que se pueden sentar en tus piernas' o tan
chiquitos ‘que se pueden sentar en tus hombros'? Porque si él es un pie de alto,
entonces no se como los esperan que lo hagan.”
¡Dios! Imágenes de Ken, el compañero de la muñeca Barbie, me vino a la mente.
“No, no, no es así.” Mamá apretó su frente con la mano como lo hace cuando
tiene migraña. Algo no estaba bien.
“¿Por qué no me lo dijiste?” Grité con frustración.
Papá se aclaró la garganta y estrujó la revista, haciendo que los tres de nosotros
voltearamos a él.
“O tú, Papá!” Yo quería llorar de nuevo. “¿Cómo podieron ocultarme esto? ¡¿Por
qué emparejarme con un maldito Leprechaun?!”
Papá habló sin apartar la vista de la revista, manteniendo su voz baja para que los
pasajeros en la fila de adelante no pudieran oírlo ya que el no estaba en nuestra
burbuja mágica. “Chicas, no sean tan duras con su madre. Tal vez no tuvimos mucha
opción en ese asunto. Los Hadas pueden ser muy…convincentes.” Él miró
directamente a Mamá. “Les tienes que contar, Cecelia.”
Cassidy y yo nos volteamos a Mamá, quien asintió antes de tomarse el resto del
vino. Sus labios se tiñeron de un color carmesí claro. Ella se apartó parte de su cabello
de la cara y noté que parte de su pelo estaba canoso. Aquello era nuevo.
“El clan de los Leprechaun es en mayoría compuesto por enanos, o gente-
pequeñas.”
“¿Enanos?” preguntó Cassidy.
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“Bueno, sí, pero esa palabra no es políticamente correcta y algunos la consideran
despectiva,” dijo Mamá. “De todos modos, con el fín de mantener vivas las líneas de
sangre, las Hadas reunieron a un clan de mujeres enanas en un pueblo cercano y les
regaló la magia a cambio de un acuerdo para emparejarse con los hombres Chaun.
Después de todos estos años, por alguna razón, los clanes no están reproduciendo
exitosamente. Han habido muchos abortos involuntarios y muertes de recién nacidos o
chicas que mueren jóvenes con defectos internos. Algunos dicen que los dos clanes
han agotado la variedad en las líneas de sangre y hay temor de incesto accidentalmente
—”
“Ick!” Cassidy interrumpió. Mamá la ignoró y continuó.
“Han mantenido registros minuciosos de las líneas de la familia, pero ha llegado
hasta el punto que muchos de ellos están relacionados como primos segundos y tal.”
“Por lo tanto, no podrían los Hadas, todospoderosos, encontrar otras mujeres
enanas en el mundo para ellos?” le pregunté. “¿Por qué eligieron a un ser humano?”
Mamá suspiró y miró a Papá quien le dió una señal de estimulo y eso le dió aliento
a seguir.
“Hace cincuenta años, cuando nació McKale.”
Cassidy dió un manotazo en el brazero de su silla. “¿McKale tiene cincuenta años?
¿Es en serio?”
“Cassidy Renee, si me interrumpes una vez más te sentaré al lado de tu papá lejos
de esta conversación.” Cass refunfuñó, pero se calló. Mamá me miró. “He hecho un
montón de búsqueda de información a través de los años. Cincuenta es una edad
joven para ellos. Lo que pasa es que la magia permite al Dightheach vivir más que de
lo costumbre. Sin embargo, el promedio de vida de un Leprechaun es mil años porque
la magia está tan arraigada en su ADN.”
¿Mil? Vaya. Mamá y Papá estarían en mediana edad por lo mucho, mucho tiempo
antes de que finalmente aparecieran “viejos.” Ellos probablemente vivirían entre tres y
cuatrocientos años, lo que significaba que Cass y yo también. Familias mágicas tenían
que moverse y cambiar de identidad para mantener la fachada periódicamente.
“Cuando McKale nació había mucho de que hablar entre la gente mágica de todo
el mundo. Supuestamente era el Chaun más saludable que había nacido en siglos.
Algunos dicen que él fue dotado cuando nació por un Hada de la noche. Algunos dicen
que nació sin enanismo, por lo que la genética que obstaculizaban los otros bebés no le
afectó.” Una mirada de esperanza debe de haber aparecido en mi cara porque Mamá
me lanzó una mirada cautelosa. “Solo son rumores, querida. No quiero darte falsas
esperanzas.” Ella parecía dudosa y mis esperanzas se esfumaron otra vez.
“El hecho es que los Chaun y los Hadas ambos acordaron que McKale era su
mejor oportunidad de fortalecer de nuevo las líneas de sangre de los clanes, y que
querían una mujer mágica cuyas líneas de sangre nunca se había cruzado con un
Chaun. Tu papá y yo estábamos en Irlanda hace diecisiete años en la entrega del
último reporte a los Hadas cuando pasó todo esto de lo que estamos hablando. Yo sólo
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te había dado a luz tres semanas antes, Robyn. Tu estabas atada a mi pecho en un
portador de bebé.” Sus ojos se oscurecieron. “Una mujer Hada te vió y te reclamó.”
“¿Qué quieres decir?” Me dió escalofrio y me froté los brazos.
“¿La reclamaron?” preguntó Cassidy. “Eso es espeluznante. ¿No podías decirle
que no?”
La barbilla de Mamá temblaba. “Leon, me podrías pedir otra bebida, mi amor?”
Papá asintió y apretó el botón de llamada. Un minuto después, la bebida fue
entregada. Cuando la azafata volvió a su pasillo, Papá nos pasó la bebida, hasta que
llegó con Mamá. Nunca la había visto beber como hoy. Ella se tomó la mitad del vaso
antes de continuar.
“Nosotros tratamos. Los Hadas no están acostumbrados a que se le niegue nada y
se ofenden fácilmente. Ellos ven a los humanos como dispensables, inclusive mágicos
como nosotros. Digamos que la Hada hizo un comentario acerca de que podrías
desaparecer en la noche.”
“¡Ella los amenazó!” Mi ira cambió inmediatamente de objetivo, de Mamá y Papá
a la Hada.
“Sí. Supe en ese momento que ellos te tendrían de una manera u otra. O nos
poníamos de acuerdo para que se diera la union con el chico Leprechaun cuando
llegara el tiempo, o te robarían como un juguete. Si eso hubiera sucedido te
hubiéramos perdido para siempre.”
“¡No pueden hacer eso!” Los ojos de Cassidy ardían de indignación.
Pero ellos podían hacerlo, y todos lo sabíamos.
Yo sólo había oído cosas malas acerca de esa clase de criaturas. Todo lo que
hacían era por su propio bien. Los seres humanos que les ayudaron, como Mamá y
Papá, lo hicieron sólo como un favor a la humanidad. Ellos mantenían a salvo a los
humanos de las criaturas que no pensaban mucho de ellos. Mamá me puso una mano
en mi antebrazo.
“Como niña tomaste la noticia de tu unión muy bien. Me preocupaba decirte
acerca de los Leprechaun. Y cuando llegaste a una edad mayor, sabía que ibas a
enojarte al pensar en todas esas cuestiones del físico. Yo quería que tu fueses feliz por
el mayor tiempo posible, pero dejé pasar demasiado tiempo.”
Hubiera deseado desesperadamente que ella me hubiera dicho todo al mismo
tiempo, cuando me dijo lo demás. Quizás me hubiera hecho a la idea. O tal vez no. Mi
madre con sus ojos color marrón me miraba como implorando.
“Bueno,” le dije. “Tú me salvaste de ser tomada. Eso es…algo.”
Tomó mi mano y ambas las apretujamos.
“¿Y si no funciona?” le susurré.
Mamá no quiso mirarme a los ojos. Miré a Papá y él me devolvió la mirada, no me
dió ninguna señal de falsa motivación.
“Estamos a merced de los Hadas,” dijo, manteniendo su voz baja.
“En otras palabras,” dije, ahora ya tengo todos los hechos claros, “ellos nos
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podrían matar si yo no me quiero enlazar con él.”
“O nos mantendrían en el reino de los Hadas,” dijo Papá.
Mamá cerró los ojos y se estremeció con repugnancia. Yo compartí una triste
mirada con mi hermana.
“Va a funcionar,” dijo Papá.
Me preguntaba cómo podía sonar tan seguro. Una pausa larga y silenciosa
mientras absorviamos la información y escuchabamos el zumbido de los motores del
avión.
“Así que, ¿como va a ser alli?” preguntó Cassidy.
“Tu papá y yo nunca hemos estado en esa tierra, pero sabemos de algunas
personas que si lo han hecho. La aldea está protegida por magia haciendo que los
humanos que traten de entrar se desorienten y se retiren. Los Leprechaun tienen otro
trabajo además de hacer zapatos. Ellos también le dan mantenimiento a uno de los
portales del reino de los Hadas. Sus tierras son muy amplias, y ellos están rodeados
por tierras de cultivos por largas millas. La cúpula de la magia también puede
mantener a la aldea inadvertida de cualquiera que la sobrevuele.”
“¿Nos están esperando?” le pregunté.
“Supongo que si. Prometimos a la Hada que te traeríamos a la tierra de los
Leprechaun cuando tuvieras diecisiete años y hayas completado tu educación.”
“¿Qué tan lejos le queda la ciudad más cercana?” La voz de Cassidy sonaba
temerosa.
“Por lo menos a una hora en coche, o tal vez dos.”
“Vaya,” dijo Cass. “Una granja gigante sin tipos altos. Suena…divertido.”
“Oh, he oído que los Leprechaun saben cómo pasar un buen momento,” Mamá
nos aseguró. “Ellos hacen grandes fiestas con música y baile.”
Lancé un vistazo a Cass, y casi resoplé viendo la mirada divertida en su rostro. La
idea de que los Leprechaun tienen fiesta muy divertida no iba a ser el mismo tipo de
música y bailes que nosotros disfrutamos.
“Y ellos tienen un clan de Duendes primos llamado Clurichaun que viven cerca de
sus tierras. Entiendo que hay algunos que son de tamaño medio entre ellos.” Cass
movió sus cejas mientras Mamá continuaba, pronunciando las palabras. “Los
Clurichaun perdieron el sabor con los Hadas, perdón, ellos perdieron el favor con los
Hadas hace unos siglos. No estoy segura de lo que pasó allí, pero ellos fueron
maldecidos con la infertilidad. Lo que queda de ellos serán los últimos de ellos.”
“Eso es tonto,” le dije. “Deben haber hecho algo muy malo.”
“Tal vez eso es lo que voy a hacer por diversión,” Cass expresó.
“¿Qué?” le pregunté. “¿Quieres ser maldecida por los Hadas?”
“No. Voy a conseguir la verdad sobre todos los chismes del clan. No tengo
esperanza alguna de ver chicos guapos, así que tengo que tener mi mente ocupada.”
“Ya veo.” Estábamos semi-bromeando y yo sabía que Cass estaba tratando de
dejar de pensar en las peores cosas, pero aún el aire seguía espeso e incómodo.
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“Soy muy buena en entrometerme,” agregó Cass.
“Por supuesto que sí.” Mamá se terminó su tercera copa de vino. “Estoy hecha
leña. Creo que voy acurrucarme al lado de tu papá.”
“Haz eso, borracha,” dijo Cassidy. Mamá se inclinó sobre mí y pellizcó el muslo
de mi hermana, haciéndola gritar y saltar. Entonces Mamá me dió una palmadita en la
mejilla, me abrigaba con el amor de sus ojos cuando ella susurró, “Lo siento, mi dulce
niña.”
Con el corazón encogido, asentí.
Mirando a su alrededor para asegurarse de que estábamos a salvo, ella rompió la
burbuja protectora de magia y se puso de pie, tambaleándose en su camino a través de
la fila para sentarse al lado de Papá. Quien divertido la observó, y le extendió una
mano para sostenerla hasta que ella se acurrucó en el asiento a su lado. El pasó un
brazo sobre ella y me miró con una pregunta en sus ojos. Casi podía oír su voz que
me preguntaba si me encontraba bien. Aprobé con un pequeño movimiento de cabeza;
no me gustaría darle la mínima preocupación. Su media sonrisa mostró que apreciaba
mi poderoso acto, aunque yo sabía que el podía ver a través de mi. Papá sostuvo la
revista de nuevo acariciándole el pelo a Mamá.
Cassidy miraba a Mamá y Papá acaramelados.
Me pregunté si alguna vez sería capáz de tener ese tipo de adoración con alguien.
Yo no estaba en condiciones de tener esos sueños y esperanzas, especialmente ahora.
Todos mis nociones románticas habían volado por la ventana y habían aterrizados en
algún lugar del Océano Atlántico, hundiéndose con fuerza, probablemente, estarían en
una deriva del continente por ahora.
No quiería sentirme enojada o engañada o embaucada, pero lo sentía. Pasé el resto
del largo vuelo de luto por la pérdida del chico que me permití tontamente imaginar
durante años y años. Habíamos arrivado a Irlanda y ya le había dicho adiós a mis
sueños, y lo había dejado ir. Ya era hora de seguir adelante y enfrentar la realidad. La
vida era demasiado corta para ahogarme en el sentimentalismo.
Demasiado corta. Uf.
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CAPÍTULO TRES
23
más que ahora. Por primera vez en mi vida, yo quería quejarme de mis
preocupaciones, quería gritarle a Papá que diéramos la vuelta. ¿Cómo podía sentarse
allí mirandose tranquilo mientras me conducía a mi muerte inminente?
Como si sintiera que lo estaba injuiciando silenciosamente, sin apartar los ojos de
la carretera, me alcanzó y puso su mano suavemente sobre mi brazo.
“Todo saldrá bien,” el dijo.
Mamá sorbió. Sobre mi, Cassidy deslizaba sus dedos por sus mejillas.
Mucha tristesa dentro del coche. Cerré y apreté mis ojos.
“Um, ¿qué tal una película?” preguntó Cass, con voz llena de emoción. Ella luchó
para sacar su computadora portátil de su bolso ubicado en un espacio pequeño a sus
pies, rebotando mi cabeza en el proceso. Después de muchos gruñidos y el susurro de
su palabra favorita varia veces, finalmente la sacó. Al final logramos colocarla en un
espacio pequeño entre los brazos de Mamá y Papá. Mi mente no estaba en la película,
y entre miradas a los ojos vidriosos de Cass me decía que la de ella tampoco. Pero
llenó el silencio y pasó el tiempo.
Después de una hora me senté y miré a mi alrededor.
“En serio estamos en el medio de la nada,” dijo Cassidy. “¿Sabes a dónde vamos,
Papá?”
“Por supuesto,” dijo, mostrando su cabeza con un dedo. “Yo tengo todo aquí. Uno
de los Dightheach que había venido me dió la dirección.”
Colinas de hierba y flores silvestres se extendían a toda dirección, con parches
ocasionales de bosques y matorrales. Después de haber crecido en todo el ajetreo de
Washington D.C., me daban un poco de miedo los lugares tan serenos e incluso rurales
y remotos. Anteriormente habíamos viajado por carretera, pero cada vez que
pasabamos por las tierras de cultivo habíamos podido ver granjas con sus graneros. En
este viaje, manejamos muchas millas sin signos de viviendas o de vida. Por lo menos
había dejado de llover.
Cuando pasamos a través de una colina muy grande y doblamos en la curva, un
arco iris gigante apareció, brillando en el cielo por encima de los campos de hierba
verde. Estaba tensa.
Cassidy señaló. “¡Oye, sólo tienes que seguir ese arco iris y nos llevará
directamente a ellos!”
Mamá y Papá se quisieron reir, pero sus rostros se pusieron serios rápidamente
cuando yo no participé en su alegría.
“¿Dónde estamos, exactamente?” Le pregunté, tratando de no sonar demasiado
gruñona.
“El Condado de Leitrim,” contestó Papá.
“¿Cuánto tiempo más?” Cassidy se retorcía en el asiento estrecho. “Tengo mi
trasero dormido.”
“Sentadita, Chicadee. No será mucho más tiempo.” Papá siempre era tan
tranquilo. Pude ver sus rodillas apiñadas debajo del volante, pero él nunca se quejó.
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Treinta minutos más tarde Mamá nos señaló una roca gigante en frente de un
grupo de árboles frondosos. Papá desaceleró y dobló inmediatamente después de la
piedra a un pequeño camino de tierra que cortaba a través de los árboles.
“Ya estamos llegando a la barrera mágica,” Mamá advirtió.
Efectivamente, el velo brilloso de la entrada se estaba revelando, me agarré con
fuerzas mientras que el coche se deslizaba y se tambaleaba por él. Una presión
estrujaba mi cabeza y sentía mi piel ardiendo. Sentí miedo y por un momento no
podía ni siquiera respirar. Cuando pasamos la incomodidad todos respiramos
profundamente.
El coche se caminó lentamente hacia adelante por un túnel de árboles frondosos y
estaba oscureciendo como una sombra que se avalanchaba a nuestro alrededor.
Comenzaba anochecer. Papá tuvo que encender las luces delanteras.
“No puedo creer que estemos aquí,” susurré. Una inmensa tranquilad invadio el
carro y todo alrededor. Cassidy me tomó la mano. Mamá me lanzó una mirada
dándome valor, pero sus ojos estaban teñidos de preocupación.
Nunca había estado tan nerviosa en toda mi vida. Estoy bastante segura de que
incluso la parte de atrás de mis rodillas estaban sudando, yo ni siquiera sabía que eso
era posible.
Después de cinco minutos zigzagueando a través de los árboles, salimos afuera en
un espacio de hierbas abierto. Cassidy y yo nos inclinamos hacia delante con la cabeza
en el centro para ver. Parecía haber un caminito en la hierba, pero ahora estábamos
básicamente sin pista. Tenía la esperanza de que él coche podría pasar sobre los
pequenos boches. Habíamos llegado hasta una colina grande, y cuando llegamos a la
parte superior mi hermana y yo nos quedamos sin aliento. Mamá incluso extendió la
mano y agarró la mano de Papá cuando se detuvo el carro.
El sol se empezaba a ocultar, en el valle se veía un pueblo de aspecto medieval:
una vivienda grande de un solo piso con un techo de madera con campanario rodeado
de muchas otras estructuras más pequeñas, como chozas de paja. Los rumores habían
sido ciertos. Este lugar definitivamente no era moderno. ¡Incluso había un pozo de
agua!
Cassidy se quedó con la boca abierta. “Mierda. Estamos en la Comarca.”
“Cuidado con lo que dices,” Mamá expresó automáticamente.
En el otro lado de la aldea podía distinguir un campo abierto exactamente antes de
que comenzara otro bosque. Luces parpadeaban a través de las hojas y alrededor de
las chozas, como pequeñas fogatas.
“Escuchen,” dijo Papá.
Bajamos nuestras ventanas y se escucharon sonidos extravagantes decifrando:
notas musicales, voces y risas, aplausos en un tono festivo. Al escuchar esas voces
felices me calmé un poco. Los dedos de Cassidy se movían entre los mios. Nuestras
palmas estaban húmedas, pero ninguna de las dos se soltaba. Mamá se volvió hacia
mí.
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“¿Estás lista, amor?”
“No.” Me reí con voz temblorosa. Me tomó hasta la última gota de mis fuerzas de
voluntad para decir, “Pero voy a estar bien. Vamos.”
Papá agarro el volante otra vez y se deslizó por la colina. Lo estacionó a un lado
cerca del pueblo, en lugar de dar la vuelta y conducir hasta la fiesta, cosa que me
alegró. No me gustaría asustarlos, en caso ellos nunca habían visto un aparato
vehicular loco. Seguramente que habían visto coches con los visitantes anteriores,
¿verdad? Después de lo que ya había visto de esta aldea me tuve que preguntar.
“Te ves un poquito desaliñada,” Cassidy me dijo. “¿Quieres cepillarte el pelo o
arreglarte un poco?”
Me acaricié mis desarregladas ondas negando con la cabeza. ¿Cuál era el punto?
Cass se encogió de hombros y se aplicó un poco de brillo de labios. En el último
segundo agarré su brillo de labios y me puse un poco, las manos me temblaban.
Salimos del carro y gemimos, nos estiramos y nos chasqueamos. Traté de suavizar
con mis manos mi blusa de lino blanco que estaba arrugada, pero no sirvió de nada.
Por lo menos mi falda color caqui sobrevivió al viaje en coche. Suspiré y traté de
relajarme mientras Cassidy peinaba mi cabello con sus dedos, alizándolo un poco.
Luego Mamá y Papá se acercaron y simultáneamente me besaron, Papá en mis sienes
y Mamá en la mejilla. Ellos lideraban el camino hacia la aldea, de la mano, mientras
que Cass y yo los seguíamos muy de cerca, agarradas del brazo.
No quiero ir. No quiero hacer esto. Por favor, no me hagan hacerlo.
Mi cuerpo adquirió una mente propia, mientras caminaba: pies torpes, ritmo
cardíaco oscilante, rodillas temblorosas. Probablemente habría caído al suelo como
una actriz pusilánime si no tuviera un asimiento tan apretado en el brazo de Cassidy.
No podía esperar para conocer a McKale y acabar de una vez para que mi cuerpo
pudiera volver a la normalidad. Estar débil no me convenía.
Al doblar la esquina, los cuatro de nosotros nos detuvimos. El cielo se había
oscurecido, cuatro fogatas gigantes en cada esquina daba una claridad expansiva. La
parte posterior del campo plano se alineaba con los bosques, y en los otros dos lados
había filas altas de hierbas con flores. Al menos un centenar de pequeñas personas se
habían reunido, tanto hombres como mujeres. Había largas filas de mesas de madera
con bancos a lo largo de los bordes de los campos de pastos donde las personas
comían, bebían y conversaban. En el centro estaba la música y el baile.
Mi primer pensamiento fue que me había equivocado. Los Leprechaun
definitivamente sabían cómo organizar una fiesta. El ambiente era festivo y animado.
Me mordí los labios para no reirme de sus trajes. No llevaban sombreros de copa
verde ni zapatos de hebilla, pero algunos de los hombres mayores tenían unos
pequeños trajes grises con chalecos, de esos con colas que cuelgan en la parte
posterior. Otros llevaban camisas de túnica con pantalones simples, como batas de
hospital silvestres, sólo en colores naturales como crema, marrón y verde bosque. Casi
todo el mundo estaba descalzo. Algunos de los hombres llevaban gorritos que se
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parecían a las boinas. Las mujeres llevaban vestidos de campesinos sencillos con su
cabello recogido hacia arriba.
Todo el mundo parecía tan feliz. Quería sentirme feliz, también. No estar
desesperada.
Dos hombres barbudos y de traje, que estaban sentados en el extremo de una
mesa nos vieron y se levantaron, y corriendo hacia nosotros. Fueron directamente a
Papá, mirando hacia arriba y estrechando su mano con exuberancia.
“¡Usted debe ser el señor Mason!” Dijo el hombrecillo mayor con una barba larga
y blanca. Llevaba una gorra de color carbón que le combinaba, que se quitó para
revelar una calva brillante en la coronilla con mechones de pelo gris esponjoso por los
lados.
“Sí, señor,” dijo Papá. “Ese soy yo. Llámame Leon, por favor. Esta es mi esposa,
Cecelia.”
“¡Gusto en tenerlos aquí! Soy Brogan, el padre de McKale, yo soy.” Él se inclinó
hacia mi madre y ella inclinó la cabeza hacia él a cambio. Luego miró hacia Cassidy y
a mí.
“Esta es Cassidy, nuestra hija menor,” Mamá la introdujo. “Y esta…es Robyn.”
Brogan le asintió a Cassidy y luego se acercó para pararse frente a mí. Él se inclinó
y me solté del brazo de Cass para ambos hacer las reverencias respectivas, cosa que
me hizo sentír absurda. Se enderezó y sonrió grandemente, arrugando toda la cara y
provocando una sonrisa mía. Me sentí como si tuviera que ponerme de cuclillas para
hablar con él a causa de la diferencia de estatura, pero me quedé recta por miedo de
aparecer condescendiente.
“Tienes una cara muy bonita, Robyn, lo puedo asegurar,” dijo.
“Gracias, señor Brogan.”
Él dió una fuerte carcajada. “Nomás Brogan, se me hace bien.” Supongo que has
estado esperando por conocer a mi McKale, ¿aye, lass?”
¡No! todavía no.
Esperé por tantos años que este momento llegara, y ahora lo único que quería era
más tiempo.
Brogan hizo un guiño hacia mí. ¿Por qué, se veía tan feliz? ¿ No podía ver que
este no era un buen enlace? ¿No le molestaba que su pobre hijo estuviera siendo
obligado a casarse con una mujer gigante? Me mordí el labio mientras él miraba a la
multitud. Él señaló hacia el centro.
“Ahí está, ahí atrás tocando el violín. Tan pronto como termina esta canción voy a
llamarlo Él es nuestro mejor violinista, lo es.” Brogan me sonrió con orgullo y seguí su
mirada hacia su hijo. Mi rostro tenía una expresión neutral que yo había practicado a
la perfección. Yo no quería revelar el hecho de que mi corazón corría como bala o que
mi interior era casi un licuado.
Me había pasado la vida soñando de él. Y ahora me había pasado cada momento
del último día tratando de sacarlo de mis sueños. Por mucho que me enorgullecía de
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mi control emocional, todo se caía a la cuneta mientras miraba a través de las olas de
la guente pequeña bailando, buscando el sonido del violín, y encontrando al que lo
hacía y que estaba sentado en el tronco de árbol.
Coloqué mi mano sobre mi corazón, que latía rápidamente en mi garganta mientras
lo miraba fijamente. Sentado en el tronco con sus piernas largas extendidas ante él,
con los tobillos cruzados, había un chico de pelo rojo tocando su violín con todo su
corazón—un hombre de tamaño promedio entre las gentes pequeñas.
Creo que hice un sonido chirriante realmente extraño, pero no podía estar segura.
Tenía los ojos cerrados. Su muñeca se movía hacia adelante y hacia atrás sobre un
pulido violín pulido a alta velocidad, resonando con puras notas de sol en la oscuridad.
Me recordaría cada detalle de esos pocos segundos por el resto de mis días. Esperaba
sentir emoción cuando pondría los ojos en él. Pero yo no había esperado que la
emoción fuera tan intensa que me afectara físicamente. La sangre corrió por mis venas
a una velocidad alarmante. Mi mente se arremolinaba y juro que me incliné hacia un
lado, desbalanceada y sin poder llenar completamente mis pulmones.
Cassidy era la reina del drama, no yo. Estar tan fuera de control era desorientante.
“¡Diosmío, Diosmío, Diosmío!” Cassidy gritaba y daba saltitos y aplausos de
emoción cuando lo vió. Mamá la agarró por la muñeca y le rogó de no hacer una
escena. Mi familia me miró y mis ojos me ardían.
Miré otra vez hacia McKale. Su padre había tenido razón para presumir; él tocaba
el violín bellosamente. Yo nunca había conocido a nadie que tocara violín. Me
encantaron las ráfagas de sonido metálico, especialmente cuando se combina con la
aguda flauta de madera del niño Leprechaun junto a él. Era una melodía animada que
tenía a todos levantando sus talones, aplaudiendo, y girando el uno al otro.
Brogan se voltió hacia mí y vió mi expresión.
“No está mal, ¿eh?” preguntó. Yo sonreí y asentí con la cabeza. Tenía miedo de
abrír la boca y que me saliera un chillido estúpido como a Cassidy. Miré y la ví
limpiandose lágrimas que corrían por su cara. Oh, Dios, deseaba que ella no hiciera
eso. Cuando ella me miró dio un gran sollozo de risa y se acercó a abrazarme. Yo era
como un paquete de emoción firmemente enrollado que tuve que cerrar mi mandíbula
y tragar saliva. Nos detuvimos a medida que la canción terminó, y mi corazón empezó
a golpear de nuevo en mi pecho.
La multitud aplaudió y Brogan gritó el nombre de McKale, agitando los brazos
hacia él. Yo contuve la respiración cuando McKale bajó su instrumento y miró hacia la
multitud, en busca de la persona que lo llamaba. Tan pronto como él lo vió, Brogan
señaló hacia mí. Cassidy se acercó más a Mamá y Papá, dejándome como el faro
solitario para el interés de McKale. Sus ojos se movieron lentamente de su padre…
hacia mí, y quedaron atrapados aquí.
Más tarde, le preguntaría a Cassidy cuánto tiempo nos quedamos así, sólo
mirándonos el uno al otro a través del campo, y ella juró que fueron sólo unos pocos
segundos. Para mí había sido mucho más que eso, había sido una eternidad. Yo
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compuse mi cara a una inexpresiva y él pareció hacer lo mismo.
Se puso de pie, y mientras se dirigía hacia mí en pasos largos y elegantes, un
silencio cayó sobre la fiesta. Sobrepasaba a las otras personas, caminando con
propósito. Cuanto más se acercaba, más evidente se hizo que él era magníficamente,
benditamente, alto. Apreté los labios, conteniendo una chistosa sonrisa que estaba
fuertemente tratando de aparecer.
McKale llevaba una túnica de color verde oscuro, con pantalones de color marrón
que le llegaban a la mitad de la pantorrilla, y sus pies descalzos agitaban a través de la
hierba. Su cabello rojo oscuro colgaba en ondas sobre la cabeza. Tenía las patillas que
se convirtían a una barba fina corriendo perfectamente a lo largo de la mandíbula
apuntando ligeramente a su barbilla. Su naríz era recta y estrecha y cuando se detuvo
frente a mí pude ver sus ojos color avellana. No podía apartar la mirada de él.
“Esta es Robyn, hijo,” dijo Brogan.
Él no necesitaba presentarnos porque habíamos tenido nuestros ojos el uno en el
otro desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. McKale inclinó la
cabeza hacia mí. Su expresión no había cambiado, pero sus ojos buscaban mi cara con
un agradable placer, y curiosidad timida.
“Este es su padre, Leon,” Brogan continuó, la introducción de mi familia. “Su
madre, Cecelia. Y su hija menor, Cassidy.” McKale dió una pequeña inclinación de
cabeza en saludo a cada uno de ellos antes de volver a mirarme a la cara, dando un
paso más cerca. Me llegó un tufillo de algo dulce en ese momento, pero no pude
ubicar cual era el olor. Era un olor natural aromático de algún tipo, lejanamente
familiar.
“Mucho gusto de conocerte, Robyn.” Habló con una voz de tenor suave.
Abrí la boca para decir algo increíblemente inteligente, pero lo que salió fue una
corta ráfaga de risa alegre. La sonrisa que había tratado de contener se extendió a
través de mi cara.
Mi risa pareció tomarlo por sorpresa. Traté de borrar mi sonrisa.
“Lo siento,” le dije. “Es sólo que…eres tan…alto.”
La gente pequeña que estaba a nuestro alrededor se quedó sin aliento. Un rubor
caliente inundó mis mejillas ante la estupidez de mi observación, y la cara de McKale
palideció.
“Aye. Eso sí soy.” Se aclaró la garganta, mirando a otro lado. Un silencio
incómodo cayó, yo sabía que había metido la pata, aunque no podía entender por qué.
Claro, que había dicho algo relamido, pero él actuó como si lo hubiera insultado o tal
vez yo había insultado a su pueblo. Me sentí terrible.
La música todavía se escuchaba, pero los aislados miembros del clan comenzaban
a reunirse alrededor de nosotros. Abrí la boca, sin estar segura de cómo solucionar
este momento, pero McKale se me adelantó.
“Es mejor que regrese.” Hizo un gesto a los músicos que habían comenzado una
nueva canción sin él. “Te deseo buenas noches.” Me dió una última mirada de excusa,
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como si hubiera sido avergonzado, luego se volvió y se inclinó hacia mi familia y
caminó rápidamente lejos de nosotros. Yo me quedé con la boca abierta mientras
miraba trás de él.
Brogan se acercó, suavizando su barba hacia abajo varias veces.
“Me temo que encontraste el punto sensible del lad.”
“¿Qué quieres decir?” le pregunté.
“Es un poco sensible sobre su estatura, es todo.”
Mi hermana y yo compartimos una mirada sorprendida.
“Yo no lo dije en el mal sentido,” le dije a Brogan. “Quiero decir, ¡mira que alta
soy yo!”
Él arqueó una ceja como si no fuera algo exactamente para ser orgullosos. Fruncí
mi ceño.
“Los hombres Chaun somos orgullosos de ser pequeños de estatura. Me temo que
para él ha sido difícil de aceptarse. Perdonad al lad, por favor.” La gente de la multitud
nos miraba. Brogan se apartó para espantarlos, diciendoles que tendrían la oportunidad
de conocer a los invitados después de que nos acomodáramos.
“Caray,” Cassidy me susurró. “Él se puso extraño al ser llamado alto? Eso es un
poco… triste. Tal vez él es como Rudolph o algo así. Apuesto a que él no puede
participar en ningún juego de los Leprechaun.”
Ella comenzó a reírse de su propia broma, pero Mamá le dió un codazo en las
costillas.
“No puedo creer que yo haya dicho eso,” murmuré, sin dejar de mirar a la
multitud. Ni siquiera podía detectar donde se había ido Brogan. Les dí una mirada
suplicante a Mamá y Papá.
“Todo se arreglará.” Papá me dió unas palmaditas en el hombro. Mamá asintió,
pero su rostro parecía angustiado por lo rápido que se había agriado nuestra primera
reunión.
“Podrías haber tenido un poco más de tacto al respecto,” dijo Cassidy.
“Creo que es tímido.” No podía dejar de defenderlo, a pesar de que todavía estaba
temblando con relación a nuestro corto encuentro. Nadie podía entender lo estresante
que había sido la primera reunión entre McKale y yo.
De repente un laberinto de ruidos extraños venía del campo a nuestra derecha.
Sonaba como que muchos pies pisaban una silbante hierba. Y algo más…¿balidos?
Uno de los Leprechaun gritó algo y la multitud se abalanzó para conseguir una mirada
al campo. Los músicos comenzaron a tocar más rápido y más fuerte, dandose miradas
cómplices y divertidas.
“¿Qué está pasando?” pregunté.
“No tengo ni idea,” dijo Mamá, manteniendo los ojos cautelosos sobre el campo.
Una oveja blanca y gorda corría por las hierbas altas con algo atado en su lomo.
Otra oveja siguió detrás. Después de un par de compases llegó todo un rebaño de
ovejas dispersadas a travéz del campo, todas con unas cosas pequeñas y extrañas
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atadas por arriba. Una gran carcajada se levantó de la mayoría de la gente, mientras
que los hombres mayores barbudos del clan negaron con la cabeza y golpearon sus
puños, con caras rojas.
“¿Qué está pasando?” Papá murmuró. El tomó una postura de protección
colocándose frente a nosotras haciendo señas a dar un paso atrás. Dimos unos pasos
hacia atrás y nos respaldamos contra el muro del edificio justo cuando el rebaño de
ovejas llegó pisando fuertemente frente de nosotros en el campo.
Una de las cosas pequeñas saltó rodando del lomo de la oveja y se dirigió a
nosotras. Mis ojos desorbitados trataban de comprender lo que veían. Cassidy gritó,
bailando en sus puntillas como si fuera una serpiente. Papá echó la cabeza hacia atrás
con una risa.
“¿Es un…era un…?” pregunté tartamudeando. No puede ser. Se movía
exactamente como un hombre—de un pie de altura.
“No lo puedo creer,” dijo Mamá. “Son los Clurichaun haciendo una gran entrada,
al igual que lo hicieron en los cuentos de anteaño.”
“¡Pensé que habías dicho que algunos de ellos eran de tamaño normal!” le dije.
Por todas partes miramos a los hombres en miniatura que estaban saltando del
costal de las ovejas, deslizándose en las mesas y mojando sus cabezas en las tazas de
las personas o bailando una giga. Una vez que Cassidy y yo nos deshicimos de nuestra
confusión inicial nos reímos ante el espectáculo. Algunos se subieron y se sentaron en
los hombros y las cabezas de algunos Leprechaun. Cassidy señaló que había visto a
uno sentado en el hombro de una mujer y que se había deslizado hacia abajo en su
escote, hasta ser sacado y lanzado por el amigo ceñudo de la mujer.
Los Leprechaun espantaron las ovejas fuera del campo, tratando de conducirlas en
la dirección por la que habían venido. Cassidy me dió un codazo.
“¡McKale te está mirando!” Ella habló entre labios.
Vi que estaba sentado en uno de los bancos largos al lado lejano, apoyándose con
los codos en la mesa de atrás. Un pequeño Clurichaun de pelo oscuro se montó y se
sentó sobre su hombro. McKale bajó rápidamente los ojos cuando nos vió mirándolo.
Sin dudarlo, me volteé hacia Mamá y Papá. “Me dare la vuelta,” les dije.
Ellos asintieron con la cabeza cuando vieron a McKale. Empecé a caminar en su
dirección antes de que pudiera perder el valor. Cassidy me alcanzó y caminó a mi
lado. McKale me miró una vez más y abrió los ojos como platos, pero miró hacia
abajo de nuevo. Creo que el hombrecillo le estaba preguntando algo ya que meneaba
la cabeza como si estuviera contestando con movimientos de cabeza. McKale tenía
algo en su boca, como un gran palillo.
Me intercalé entre la multitud y me detuve, al frente de sus pies. Por un momento
se quedó mirando mis piernas tímidamente levantando sus ojos verde-marrón hacia
mí.
“Siento mucho haberte hablado de tu altura,” le dije, como para romper el silencio.
“Para ser honesta, me refería a ella como un cumplido. Me alegro de que estés más
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alto que yo. Realmente me alegro.” Está bien, no digas nada ahora, Robyn. Yo
chasquié mis dedos por atrás de mi espalda.
Su rostro se suavizó y parecía avergonzado, seduciéndome con sus ojos. Me
distraía un poco el hombrecillo en su hombro que no había dejado de moverse,
tratando de llamarme la atención. Por el momento yo podría haber jurado que estaba
fingiendo hacer algo malo a la oreja de McKale. Risitas de Cassidy lo confirmó.
McKale tiró la cabeza hacia un lado y las cejas rojas se juntaron. Sacó el palillo de su
boca.
“Deja de hacer eso, cabrón descarado.”
El hombrecillo hizo un gesto hacia nosotras dos, luego se señaló a si mismo.
McKale suspiró y tiró el palillo en la hierba.
“El quiere conocerlas.”
“Oh,” dije, un poco en cuclillas para verlo mejor. Al estar tan cerca de la cara de
McKale, cogí el olor sabroso de nuevo y reconocí esa esencia. Regaliz.
El Clurichaun no parecía ser más viejo que McKale, con una cabeza llena de
cabellos rizados color castaño. Le sonreí y le dije, “Soy Robyn.”
Extendió el brazo y puse mi dedo en su mano, que sacudió de arriba hacia abajo, y
luego amablemente besó mi dedo. Le oí gritar con una voz chillona.
“¡Mi nombre es Rock! ¡Eres muy bonita, Robyn-lass!”
“Vaya,” me reí. “Gracias…Rock.” Me aparté a un lado. Cassidy me lanzó una
mirada nerviosa. Ella se inclinó, poniendo sus manos en sus rodillas y examinó a Rock
con asombro.
“Cassidy es mi nombre. Soy la hermana de Robyn.”
Él le indicó que se acercara, utilizando todo su brazo para el gesto. Ella se inclinó
hacia él, él le indicó que más cerca.
“Cuidado,” McKale advirtió.
“Él no va a morder, ¿verdad?” le pregunté.
“Algo parecido a eso,” contestó con una pícara sonrisa.
Cuando Cassidy se acercó lo suficiente, Rock le agarró las mejillas con las palmas
extendidas y las atrajo hacia él, presionando toda su cara en sus labios. Yo nunca
había visto antes los ojos de Cass tan grandes. Me tragué una carcajada, y para mi
sorpresa, Cassidy no trató de ponerse de pie o alejarse. Esperó a que Rock la soltara y
luego ella le devolvió una bonita sonrisa. Él pretendió agarrar su corazón y se tiró del
hombro de McKale a la mesa, como loco de amor. Cass se rió como si fuera la cosa
más divertida que jamás había visto en su vida. Ella tenía la risa más dulce y
burbujeante. Desafortunadamente yo había heredado la carcajada extraña y silenciosa
de mi madre.
McKale se rascó la mejilla. “Siento mucho lo que pasó. Él siempre ha sido
atrevido.”
“Él es tan lindo,” dijo Cassidy. Se sentó en el banco y Rock se acercó a ella,
poniendo los codos sobre los hombros de ella y la cabeza apoyada en sus manos para
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poder mirarla, deslumbrado.
“No lo animes. Mejor que me creas. No vas a pensar que es tan lindo cuando se
haga grande.”
“¡Es sierto!” gritó Rock. “¡Incluso más lindo!”
“¿Quiere decir que no se quedará de este tamaño?” le pregunté.
“Nay. Todo Chaun puede encogerse y crecer.”
“¿Incluso tú?” Cassidy parecía tan sorprendida como yo me sentía. McKale asintió
como si no fuera la gran cosa. Apunté a Rock.
“¿Quieres decir que puedes ser tan pequeño como él también?”
“Bueno, supongo que un poco más grande ya que soy mucho más grande que él
en realidad, pero aye.”
Me tomó un segundo comprender todas sus palabras tan acentuadas.
Me senté al otro lado de McKale. Sentí que lo estaba poniendo nervioso o algo
más. Solo me miraba a los ojos no más de un breve segundo, y luego encontraba
excusas para mirar a otros lados. Siguía frotándose las manos en los pantalones y
cruzando los brazos, y descruzandolos. Quería tomar su mano o tocarle de alguna
manera para tranquilizarlo, pero era demasiado pronto para eso. Así que en vez de
eso, subí y me senté en la mesa, apoyando los pies en el banco donde McKale estaba
sentado.
Él miró hacia abajo a mis pies, examinándolos por largo tiempo que empecé a
sentirme cohibida por lo grandes que eran. Al menos mis sandalias marrones eran
nuevas y lindas, decoradas con flores de color crema a lo largo de las correas. Él me
sorprendió al recorrer su dedo a través de mi uña del dedo gordo, luego mirandose su
dedo.
“¿Cómo haces eso?” preguntó, sonando fascinado. “¿Qué sea de color rojo?”
“Oh, bueno, se llama esmalte de uñas. Es un tipo de pintura especial. Te puedo
mostrar más adelante, si lo deseas.” Él asintió y miró de nuevo hacia abajo a mis pies
mientras yo contemplaba su cabeza llena de cabellos rojos. Yo siempre lo había
imaginado castaño como yo, pero me gustaba asi mejor. Sólo un hombre tendría la
suerte de tener este tipo de variaciones de color natural: tonos rojos con matices de
nuez moscada. Los colores del otoño. El mundo era tan injusto.
Cassidy y Rock nos observaban. Rock le dijo algo que la hizo reprimir una risa,
pero yo no pude averiguar lo que era.
“¿Puedo?” Con ojos implorantes McKale miraba arriba hacia mi y me di cuenta
que señalaba a mi zapato.
“Claro, que sí.” Me lo quité y se lo dí, él lo agarró dándole vueltas y vueltas para
verlo de todos los ángulos.
“¿No habías visto sandalias antes?” preguntó Cassidy. McKale negó con la cabeza,
tocando la correa. Entonces la colocó sobre su mano abierta hasta la muñeca
pareciendo tomar medidas. Me preocupaba que se burlara que eran demasiado
grandes, pero él no mostró ninguna reacción. Él pasó un dedo por la impresión que mi
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pie había hecho en la suela blanda, y empecé a sentir un hormigueo por la indirecta
atención. Moví mis dedos de los pies con aire ausente.
“¡Adelante entonces, compañero!” Gritó Rock. “¡Sabes que quieres besar la
sandalia!”
Me sonrojesí y McKale palideció, deslizando la sandalia de nuevo en mi pie y
cruzando los brazos.
“Idiota,” murmuró hacia su minúsculo compañero. Rock no se dejó intimidar con
el insulto.
Después de eso, mantenimos nuestra atención en Cass y Rock que eran un par de
tontos. Él tuvo que gritar para hacerse oir por encima de las carcajadas y la música
que nos rodeaba.
“Así que tú puedes hacerte grande, ¿como nosotros?” Cassidy le preguntó a su
pequeño admirador. Él asintió. “¿Puedes hacerlo ahora?”
“¡Sólo por otro beso!”
Cassidy se echó a reír, con un brillo en los ojos. “Mis labios son demasiado
grandes. Casi te sofoqué la última vez.”
“¡Bésame cuando esté grande!”
“Mis padres están ahí de pie.” Pero cuando miramos, ya no estaban. “¿Eh? ¿A
dónde fueron?” Cassidy y yo nos levantamos y buscamos con la mirada. No estaban
en ninguna parte de la multitud. Una breve ráfaga de magia nos golpeó en la espalda y
nos dimos la vuelta. Allí, en la parte superior de la mesa estaba Rock, sentado de un
tamaño normal con sus piernas ágiles cruzadas. Cass dejó escapar un pequeño grito de
sorpresa.
“Damas,” dijo, inclinando la cabeza rizada y destellando una linda sonrisa.
Miré a McKale y lo atrapé estudiando mi cara otra vez. Le dí una pequeña sonrisa.
Para mi sorpresa, me devolvió una a cambio antes de mirar a otro lado. Era la primera
vez que había sonreído y recibí un zumbido de calor por todo mi cuerpo.
Rock se bajó ágilmente de la mesa, al lado de McKale. El Clurichaun ahora era de
mi altura, no podía dejar de notar. Rock se inclinó hacia mí primero antes de voltear
hacia mi hermana. Tomó la mano de Cassidy y le besó los dedos. Sin duda, un
encantador. Luego, sin preguntarle, se inclinó y la besó en los labios. Ella no se apartó.
En vez se puso de puntillas. Afortunadamente el beso terminó antes que empezara a
sentir vergüenza, pero dejó a Cassidy con una mirada soñadora en su cara.
Sus sueños se hicieron añicos rápidamente cuando Brogan se abrió paso entre la
multitud, tirando los brazos hacia Rock, quien se hechó hacia atrás. La llegada de
Brogan seguía, dejando caer golpes por todos lados que podia alcanzar al Clurichaun.
Rock puso las manos en sus entrepiernas, riendose mientras le rogaba a Brogan que lo
tomara con calma. McKale sacudió la cabeza y se reío entre dientes mientras su amigo
se pasó sobre la mesa, escapandose de la ira de Brogan.
“¿De qué estás hablando, viejo?” preguntó Rock, extendiendo sus brazos en gesto
de pregunta desde el otro lado de la mesa. Tenía una expresión burlona y dolorona en
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su rostro liso, subrayado con diversión. El padre de McKale tenía rojas las mejillas y
sus puñitos apretados.
“Nuestros invitados apenas tienen una hora aquí ¿y ya haz hecho avances con la
más joven? ¡No va hacer así! Mantén tus malditas manos en tí y no causes problemas
entre nosotros. ¿Oiste?”
“Aye, clarito como cristal. Voy a ser un buen lad. Lo prometo.”
Brogan dió una profunda carcajada. “Tú no sabes cómo portarte bien. Junta tu
clan problemático y déjanos. ¡Váyanse!”
“Muy bien,” dijo Rock encojiéndose los hombros. Brogan lo miró con
desconfianza y puso los puños en sus caderas.
“Es mejor que nos vayamos. Buenas noches a todos.” Rock se inclinó ante
nosotros y puso dos dedos entre sus labios, arrancando un silbido ensordecedor. Hizo
un movimiento con el brazo, y los pequeños Clurichaun llegaron corriendo de diversos
lugares. Todos se quedaron pequeños con excepcion de Rock. Todos se le subieron,
algunos a los hombros y otros se balanceaban agarrados de su túnica. Dió un guiño
furtivo a Cass antes de desaparecer hacia el campo con los demás. Una vez satisfecho,
Brogan se volvió hacia nosotras.
“Por favor, perdonen su indiscreción. Sus maneras no son las de nuestros. Se esta
haciendo tarde y ambas se ven cansadas del viaje. Les mostré a sus padres sus
habitaciones, y les mostraré a ustedes las suyas también. Vamos a tener más fiestas
mañana. Todo el mundo esta loco por conocerlas.”
“Gracias,” le dije.
McKale se puso de pie, frotándose las palmas de sus manos sobre sus pantalones
de nuevo.
“Buenas noches, McKale,” dije.
“Buenas noches, entonces, Robyn.” Me miraba la cara.
Me gustó cuando realmente me miró, como si él no me quisiera mirar, pero sus
ojos lo delataron en contra de su voluntad. Cuando se dió cuenta él apartó la mirada y
se rascó la mejilla con timidez.
Cuando Cassidy y yo seguíamos a Brogan, los del clan se volteaban hacia
nosotras. Me dí cuenta, en ese momento, de que nadie se había acercado a nosotras
mientras estábamos sentadas con McKale, por respeto. Les sonreí y asentí a la gente a
nuestro paso, emocionada por encontrar nuestra habitación y volver mañana para
conocerlos.
Miré hacia atrás y ví un chico tímido que estaba mirando al suelo, sumido en sus
pensamientos. A muchas chicas no les gusta este tipo de chicos silenciosos. Incluso
Cassidy, que era una chica inteligente en muchas diferentes maneras, a menudo perdía
la prueba de la inteligencia cuando se trataba de chicos. La mayoría de las chicas que
conocía buscaban chicos como Rock: los chicos “malos,” confidentes y extrovertidos.
Pero había algo que me gustaba de la actitud tranquila e introvertida de McKale.
Tenía muchas ganas que suavemente carcar su caparazón y ver que se escondía
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adentro. Teníamos que ganarnos la confianza antes de poder unirnos. Le dí la
bienvenida al reto.
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CAPÍTULO CUATRO
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“¿Qué piensas de McKale?” ella preguntó. “¿No crees que es demasiado callado?”
Me encogí de hombros. “Ni siquiera nos conocemos todavía. Lo prefiero tranquilo
a alguien que paresca una bala perdida, sin querer ofender.”
Ella dejó caer la cabeza hacia atrás, sin ofenderse. “Ah, Rock. Qué linda sorpresa.
Me gusta Irlanda.”
Ahora que estábamos en calma revisé nuestra habitación, que estaba iluminada por
una lámpara de gas, como una linterna. La habitación era más pequeña que la mía en
casa. Nuestro equipaje estaba junto a la puerta, incluyendo la caja de almacenaje para
McKale.
Había dos camas pequeñas y bajas. Me agaché junto a ellas. No tenían colchones,
exactamente. Parecían almohadas gigantes, suaves y encajonadas con lados de
madera. Tenía la esperanza de que no estuvieran llenas de paja y piojos como las
camas de la Edad Media de cuales había leído acerca. Presioné en uno de los
colchones improvisados y me sorprendió gratamente al sentir que estaba lleno de
plumas suaves. Levantandolo, miré que debajo había una capa de lana de oveja
gruesa. Cassidy se dejó caer sobre la cama y se hundió en ella.
“Oh. Mi. Cielo,” ella gimió. “No es muy fácil moverse, pero realmente no lo
necesitamos.” Ella intentó y no pudo incorporarse, era succionada con suavidad.
“¡Ayúdame!” Ella agitó sus brazos, riéndose. Agarré sus manos y la saqué de la cama.
Seguido miramos el baño, que se separaba de la zona del dormitorio con una
cortina colgante.
“Oh,” dijo Cassidy.
Oh. Lo explicaba todo. No hay sistema de agua de tubería. Una tina de madera
ovalada estaba asentada contra la pared con una cubeta de madera por arriba.
Tendríamos que arrodillarnos o sentarnos en la tina y tirar de una palanca para liberar
la corriente de agua. Al lado de la tina otra cubeta de madera, que parecia que era para
hacer del baño en cuclillas. Tenía una tapa junto a ella. Y también había una vasija
levantada llena de agua fresca.
Cassidy frunció el ceño. “Caray, los Leprechaun realmente necesitan ponerse al
día.”
“Esto es mucho peor que acampar.” No tenía muchas ganas de hacer este ajuste.
“Hablan divertido aquí,” dijo ella. “Suenan diferente de los irlandeses que
conocimos.”
“Sí,” estuve de acuerdo. “Suenan un par de siglos atrás.”
“Supongo que eso es lo que pasa cuando se vive en el fín del mundo sin
plomería.”
“Vente.” Yo la saqué de la zona de baño. “Vamos a la cama.”
Me puse el pijama y sentí mariposas al pensar en McKale.
“¿Crees que Rock vendrá mañana de nuevo?” preguntó Cassidy, deslizándose a su
cama.
“No lo sé. No vendría, si yo fuera él. Brogan se veía muy enojado.”
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Ella frunció la nariz con la decepción mientras yo jugaba con la lámpara hasta que
me di cuenta como apagarla. Cass no había exagerado sobre la cama. La suavidad
había dragado de mis músculos la ansiedad del día y me arrulló, contenta. Por primera
vez en once años ya tenía una cara real que ponerle a mis sueños, mientras dormía. Y
me gustaba.
Cuando me desperté, la luz suave a través de la ventana me dijo que era temprano.
Me costó salir de la cama comoda y me preparé tan silenciosamente como pude.
Cassidy seguía durmiendo cuando me deslice por la puerta en mis pantalones cortos y
sandalias.
El sol todavía sólo se asomaba entre los árboles. Unas cuantas personas un poco
afanadas iban pasado, asintiendo con la cabeza hacia mí con curiosidad y diciendo:
“Buenos días, señorita,” mientras se dedicaban a su trabajo. Un par de chicos miraron
fijamente con ojos grandes a mis piernas desnudas, haciéndome sentir como una jirafa
o algo así.
“Disculpe,” le dije a una chica con una cesta llena de huevos. “¿Puede usted
decirme donde podría encontrar a McKale?”
“Aye,” dijo ella. “Está en la Casa del Zapato. Pero todavía es temprano para
ellos.”
Ella apuntó en la dirección del edificio más grande y siguió su camino, la Casa del
Zapato era una estructura extraña, algo así como un establo con grandes aberturas en
los extremos, pero más agradable, como una sala de reuniones con un techo de
campanario. Tuve que taparme la naríz cuando me asomé a la puerta. Olía
brutalmente, algo putrefacto con matices florales. Esto debe ser donde hacen los
curtidos de cuero.
No había nadie en el interior todavía. En un extremo había un barril gigante de
madera con una manivela, y dispersos a través de la habitación había estaciones para
diferentes etapas del proceso de curtido y fabricación del calzado. Bastidores de pieles
de animales blandos y frescos se alineaban en las paredes.
“¡Oh!” dijo una voz detrás de mí.
Me giré para enfrentar un hombrecillo sorprendido, con un poco de pan rallado en
la barba. “Hola,” le dije.
“Erm…hallo. Mis disculpas, señorita. No estoy acostumbrado, no es usual que las
mujeres vengan a la Casa del Zapato.”
La sonrisa se me cayó de la cara y rápidamente salí de la entrada, de nuevo a la
luz del sol.
“Lo siento,” le dije. “Yo no lo sabía.” Trate de no sentirme ofendida, pero ¡Caray!
Alguien se acercaba y mis entrañas saltaron, al ver a McKale, con su pelo rojo
oscuro que colgaba todavía húmedo sobre su rostro. Él parpadeó varias veces.
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“Aye, Mac, no te estás portando como un viejo supersticioso, ¿eh?” le preguntó
McKale.
Las mejillas del hombre se enrojecieron. “Ciertamente no. Como ya dije,
simplemente no estoy acostumbrado a ver una mujer aquí, eso es todo.” Mac jadeo y
me hizo un gesto cortes antes de desaparecer dentro la Casa del Zapato.
Cuando miré hacia McKale él estaba mirando mis piernas. En el buen sentido, no
en forma de ver a una jirafa. Cual me dió una sensación muy agradable.
“Lo siento,” le dije, haciendo que sus ojos saltaran hacia los míos. “No sabía que
no debía venir aquí. Tenía curiosidad por saber dónde trabajabas.”
Se encogió de hombros. “No es una regla, sólo son costumbres y tradiciónes,
supongo. ¿Quieres mirar adentro?”
“Oh, no. No lo sé.” Me recojí el pelo hacia atrás en mi cola de caballo, nerviosa y
avergonzada por hacer el ridículo. “No quiero meterte en problemas. O hacer que la
Casa del Zapato sea maldita por mis niñerías.”
Mantuvo una expresión cortes, mientras sus ojos claros color avellana estudiaban
mi cara. Tenía la esperanza de que entendiera que estaba bromeando.
“No te pareces a la mala suerte para mí,” dijo con una voz suave. “Ven. Vamos
adentro.”
Me mordí el labio y lo seguí al interior del edificio abierto hasta el otro lado, un
gigantesco barril en su lado. Junto a él había una escalera. Sin pensarlo me tapé la
nariz contra el olor extraño que impregnaba la zona, no podrido exactamente, pero
definitivamente desagradable. Cuando McKale volteó dejé caer mi mano.
“¿Huele mal?” preguntó.
“Un poco,” admití.
Una pequeña sonrisa trazó su boca. “Debes de oler la casa principal donde hacen
el curtido del cuero. En el otro lado de la propiedad. Ahí es donde hacen la matanza y
el desollado y el empapado—” Se quedó callado cuando vió la mueca en mi cara.
“Aye. Mis disculpas. Aquí extraemos los aceites esenciales de pétalos de flores usando
vapor para hacer el licor para el curtido.” Señaló unos barriles y artefactos alrededor
del lugar. Luego pasó a explicar el proceso con palabras como “afinar, secar,
acondicionar y pulir” pero yo me perdí con todo eso.
“Ustedes matan…vacas?”
“Venado,” dijo. “Y nada se pierde.”
Yo no era vegetariana, pero la idea de todo lo que se refiere a “carne fresca”
seguía siendo inquietante.
Hombrecillos empezaban a llegar. Algunos se quedaron con la boca abierta, y otros
se daban codazos entre ellos cuando vieron a McKale y a mí. Le dí a McKale una
mirada preocupada, y el inclinó la cabeza hacia el barril para que lo siguiera. En el otro
lado estábamos fuera de la vista de los hombres. McKale me llevó hacia adelante y se
paró detrás de mí, señalando las partes del lugar. En la parte de arriba estaba la
apertura. Ambos la podíamos alcanzar, pero los hombrecillos tendrían que utilizar la
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escalera.
“La piel se humedece con el licor para curtir y le damos vuelta a la manivela…
tratale.”
No pude conseguir moverla al principio, así que tiré mi peso contra ella para cojer
impulso. Una vez que se puso en marcha fue bastante divertido. Me entusiasmé un
poco hasta que me preguntaba que estaría pensando McKale. Repentinamente me
puse consiente de su presencia detrás de mí. Sentí que mi cola de caballo se levantaba
y paré lo que hacía. Hice un leve giro de mi cabeza y atrapé a McKale dejando caer
mi pelo de su mano. Él había estado oliendo mi cabello. Y ahora tenía una expresión
como un niño que había sido atrapado con las manos en la masa.
Deberia haber sido repugnante, pero el pequeño gesto de intimidad hizo que me
diera escalofríos de los buenos.
Se alejó un poco, con sus pómulos rosados. “A…tu pelo…¿cómo es que huele tan
bien?”
Tuve que sonreír. “Con una cosa llamada champú. Es jabón líquido y es
perfumado.”
“Ah.” Él se veía confundido.
Recordé la barra de jabón en el baño había sido sin perfume, pero supuse que
sabían cómo hacer jabón perfumado si hubieran querido. Un hombrecillo dió la vuelta
en la esquina y jadeó en voz alta. Saltó hacia atrás y gritó algo en gaélico cuando me
vió, y luego se deslizó lejos. Las cejas de McKale se arquearon.
“Debo irme,” le dije.
“Te mostraré la salida.”
Me llevó a la dirección opuesta de donde entré, y nos detuvimos en la puerta. Mi
corazón dió un bombardeo nervioso ya que nos mirábamos de cerca. Él me mantuvo
la mirada y se rascó la mejilla.
“¿Robyn?”
Oh …la forma en que dijo mi nombre…
“¿Sí?”
No respondió. Bajó la mirada y vagaba por el suelo como si estuviera luchando por
palabras. Y luego, con una ráfaga de aire hacia adelante, dijo, “Debes saber…una
unión forzada no es el modo de nuestra gente.”
¿Bueno…? Pensamientos se cruzaron por mi mente. “No es la forma habitual de
mi gente tampoco,” le dije. “Por lo menos no la parte forzada.”
A los chicos y chicas mágicos generalmente se les da la oportunidad de llegar a
conocerse unos a otros, a partir de la infancia, antes de que cualquier tipo de acuerdo
se hiciera por parte de sus padres. Lo que teníamos era diferente. Me pregunté si él
tenía alguna idea de que había sido una trampa por parte de una Hada.
Quería aclararle que no era una aficionada de nuestra situación exacta, pero las
palabras no salían. Todavía éramos extraños y yo aún no lo conocía.
Finalmente me miró de nuevo, con una súplica en sus ojos claros. Pánico
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repentino golpeó mi pecho. ¿Quería salir del arreglo? Si McKale no quería seguir
adelante con la unión, ¿Iría la Hada detras de mi familia? Estaba dispuesta a hacer
cualquier cosa a mi alcance para poder mantenerlos a salvo, pero si él se negaba, ¿qué
podía hacer? Necesitaba saber a lo que nos enfrentábamos.
“Mira, McKale, entiendo cómo te sientes, pero una Hada estableció nuestro enlace
cuando era una bebé. No es algo de que nos podamos salir fácilmente.”
Frunció sus labios y agachó la cabeza. Se rascó la mejilla otra vez. Todo estaba
saliendo mal.
“No estoy diciendo que no quiero—quiero decir, no en este mismo segundo, pero
si no quieres, entonces. Caramba.” Negué con la cabeza. “Lo que estoy diciendo no
tiene sentido.”
“¿Te están obligando?” preguntó. “La Hada?”
Exhalé. “Sí.”
Y ahora se veía triste, o herido, o tal vez preocupado. La presión entre nosotros
era horrible. Nunca me hubiera dejado imaginar que iba ser igual de natural y fácil que
había sido para Mamá y Papá cuando se juntaron. Se habían visto obligados a
cumplir, pero tenían otras opciones si no se hubiera gustado uno al otro. Era absurdo
no tener otras opciónes. ¿Pero era yo realmente tan mala que él quisiera dejarlo todo
antes de llegar a conocerme? O tal vez que estábamos teniendo problemas de
comunicación. Me temblaban las manos, así que crucé mis brazos.
“¡McKale!” alguien llamó desde el interior de la Casa del Zapato.
“Tengo que irme,” susurró. Sus ojos se encontraron con los míos, al mismo
tiempo que el sol caliente de la mañana se desplazó a través de los árboles.
Yo tenía mucho que decir, pero lo único que salió fue: “¿Te veré esta noche?”
“Aye.” Él me dió una mirada de disculpa antes de agacharse y desaparecer por las
puertas abiertas.
Pasé el resto del día oprimiendo una paranoia que quería crecer. Debajo había una
semilla de odio por la Hada. Tal emoción era inútil y sólo causaba amargura, y sin
embargo, ya le había salido raices.
“Tal vez fue un malentendido,” dijo Cassidy en el almuerzo, aunque ella no
parecía segura. “Ustedes lo resolverán cuando platiquen esta noche.”
“Sí, tal vez.” Mordí mi rollo de pan. “Sólo nos tenemos que llegar a conocer uno
al otro. ¿Correcto?”
“Mm-hm.” Cassidy miró a través del campo donde McKale caminaba con la
cabeza agachada.
Yo sabía que ella estaba pensando lo peor. Que él no me quería. Y eso dolía más
de lo que quería admitir.
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CAPÍTULO CINCO
La fiesta estaba en su apogeo cuando llegamos esa noche. Mis ojos hicieron un análisis
rápido de alrededor hasta encontrar a McKale entre los músicos. Cuando entramos a
la reunión, la gente comenzó a acercarse y a presentarse. Había conocido a algunas
personas ese día, pero la mayoría habían estado ocupados trabajando.
Me quedé junto a mi familia, dando la mano o abrazando a todos tantos
masculinos como femeninas que subía corriendo a saludarnos. Brogan estaba cerca,
recibiendo palmadas en la espalda y calurosos apretones de mano y felicitaciones de
los hombres. Nunca sería capaz de recordar todos los nombres por el momento, pero
eran tan amables que mi rostro me dolía de tanto sonreír hasta que terminamos.
Encontramos un lugar desocupado en una mesa cerca de los músicos y nos
sentamos, mirando a McKale con su violín y la gente bailando. Se tocaron otros
instrumentos irlandeses: flautas de madera, silbatos de estaño, e incluso una pequeña
arpa. McKale me daba unas miradas entre canciones y la sostenía durante un tiempo
dándome una sonrisa tímida, sentía una quemazón y una confusión por dentro.Tal vez
había hecho una gran cosa de nuestra conversación esta mañana. Tal vez él sólo me
había estado dando una salida en caso de que la quería. Cass vió el intercambio y me
golpeó el tobillo con el suyo.
Frente a nosotros, Papá tomó un sorbo de su taza de madera y golpeó con una
mano la mesa, sacudiendo la cabeza antes de soltar un “¡Vaya!” Se inclinó sobre la
mesa y susurró: “¡Chicas, no beban el aguardiente casero!” Y luego se tomó otro
trago.
“Te crecerá pelo en el pecho,” dijo Mamá, palmeando los músculos en el brazo de
Papá.
“Uf,” Cassidy hizo un gesto.
Dos pequeños hombres con barbas rubias cortas se acercaron a Cassidy y a mí,
pidiendonos bailar. Nos miramos una a la otra, con indecisión.
“Realmente no sé cómo…” balbuceó Cassidy.
“¡Ay, no se preocupe, lass!” dijo el más cercano a ella. “Le enseñaremos a
vosotras los pasos.”
“Claro, ¿por qué no?,” le dije. Muy probablemente haríamos el ridículo, pero
íbamos a pasar el verano con esta gente y teníamos que hacer un esfuerzo. Mejor
aparentar tontas que presuntuosas. Los hombrecillos extendieron sus pequeñas manos
y nosotras nos dejamos guiar a la “pista de baile,” que era esencialmente un círculo de
hierba estampada.
Nos alineamos con los demás y tomamos sus manos. Miré por encima a los
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músicos y McKale me dió un gesto leve de aprobación mientras levantaba el violín
bajo la barbilla.
La danza nos obligó a saltar hacia un lado y luego saltar al otro lado. Se suponía
que nuestra pareja nos giraba a su alrededor, era divertido porque tuvimos que
agacharnos y girar alrededor. Al final, le agarramos la onda y nos estábamos riendo y
sin aliento. La canción terminó y todo el mundo aplaudió. Me tomó un momento
darme cuenta de que nos estaban aplaudiendo a Cassidy y a mí. Cuando miré a
McKale él estaba medio sonreído, el violín descansaba sobre su rodilla.
Cassidy y yo les sonreímos a la gente y entre sí, pero negamos un segundo baile
porque teníamos sed. Ella y yo nos dirigimos a la esquina del campo, donde un
hombrecillo estaba parado en un taburete sacando bebidas de los barriles con una
rugiente fogata de atrás de él.
“¡Buen baile!” Dijo cuando nos acercamos. “¿Qué quereis beber? Tenemos
cerveza inglesa, aguamiel, y aguardiente.”
Aguardiente sonaba mala. Tenía que ser el aguardiente casero que Papá nos
advirtió.
“¿Qué es aguamiel?” preguntó Cassidy.
“Miel fermentada,” dijo. “Aprenderás todo sobre esto cuando leas el libro Beowulf
el próximo año.”
No se veía emocionada.
“Refrescante después de un buen baile, lo es.” Llenó dos copas de madera y nos
las entregó. Le dimos las gracias y probamos el aguamiel. Tenía un amargor ligero del
alcohol y un dulcesito suave al final. Yo esperaba una bebida gaseosa, pero era plana.
En conjunto no sabía mal. Él sonrió a nuestra aprobación y volvió a llenar nuestras
tazas antes de que nos fuéramos.
En nuestro camino de regreso a la mesa me pregunté qué hora era. Yo siempre
había usado mi teléfono, pero no lo llevaba conmigo. No tenía sentido cuando no
había señal, ni electricidad para cargarlo.
La luna creciente se elevaba en lo más alto del cielo, y parecía que había un millón
de estrellas más de las que había en casa. No podía contener el sueño, especialmente
después de mi primera copa de aguamiel.
Yo no era la única que estaba cansada y aún sentía el cambio de horas. No
habíamos estado allí mucho tiempo cuando Mamá y Papá se retiraron por la noche.
Supongo que el aguardiente le hizo efecto a Papá.
Cass y yo nos quedamos paradas un rato aplaudiendo con la música. Estaba
admirando los movimientos rápidos de McKale, de su arco a través del instrumento
hasta que alguien por detrás nos golpeó los hombros.
“¿Me pueden ocultar de Brogan, por fa…?” preguntó Rock en estatura completa.
“¡Hola!” La cara de Cassidy se iluminó y rebotó sobre sus talones.
“Hallo de nuevo, magnífica.”
Y ella se hacía papilla. En honor a la verdad no podía culparla. Había algo
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divertido acerca de ese ser travieso. Los tres nos quedamos allí bromeando en el borde
del campo abierto.
“Así que, ¿cuál es tu verdadero nombre?” le pregunté. “No puede ser Rock.”
“Nay. Papá solía decir mi cabeza estaba llena de rocas e igual de dura.” Sonó su
cráneo para el efecto y Cassidy sonrió. “Mi verdadero nombre es Ronan, pero es
demasiado formal.”
Cuando Cass se rió, la miré fijamente. Ella levantó las manos y murmuró, “¿Qué?”
Antes de que pudiera responder, una fuerte explosión de magia pasó por el campo.
Mi piel se estremeció y casi perdí el equilibrio. Cassidy volvió a caer en el banco. La
música se detuvo y la gente corría gritando acerca de los Hada y el Portal.
Rock susurró algo a Cass en un tono burlón en voz baja y se fue.
Cassidy se apresuró a regresar a mi lado y me agarró las manos, muy asustadas
mientras mirábamos en dirección del campo donde los hombres Clurichaun habían
llegado la noche anterior. Observé con horror cuando un cuchillo invisible parecía
rasgar el aire y cortar hacia abajo a la tierra, la apertura de una hendidura oscura entre
nuestros mundos. Miré a McKale, pero él simplemente se quedó mirando el portal
como todo el mundo, su instrumento colgando de sus dedos mientras se levantaba.
“Pssst!” Una llamada sibilante procedía del bosquejunto a nosotras, a menos de
tres pies de distancia. Cassidy y yo miramos a ver a Rock sacar la cabeza rizada entre
un tronco de árbol y urgentemente le hizo un gesto a mi hermana hacia él. Ella hizo
caso omiso a mis esfuerzos de aferrarme a sus dedos, soltándose y corriendo hacia él.
“¡Ya vuelvo!” susurró.
Me quedé donde estaba y crucé mis brazos, enfriados hasta el hueso. Yo estaba
demasiada aterrada por la visión antinatural del portal y preocupada por lo que Rock
estuviera haciendo.
Un murmullo recorrió por la multitud y la gente bajó la cabeza en señal de saludo
reverente cuando cinco seres aparecieron a través del portal. No pude verlos por
completo, pero yo estaba asombrada. Se movían en nuestra dirección, dos criaturas
más pequeñas volaban alrededor de ellos.
El murmullo se detuvo a medida que se acercaban, y la tensión llenó el aire
circundante. Tuve la oportunidad de verlos ahora—eran cuatro masculinos y una
femenina, aunque los rostros no eran claros desde esta distancia. Las criaturas con alas
volaban delante de ellos y empezaron a revolotear alrededor sobre los Leprechaun,
arrebatándoles los sombreros y colocándolos en las cabezas de otros, incluso les
jalaban el pelo. Sus cuerpos verdes desnudos panzudos, carcajeaban en voces agudas
que lastimaban mis oídos. Oí a alguien cerca de mí susurrar, “duendecillos malditos.”
Todo el mundo parecía molesto, pero nadie habló en contra de la conducta de los
duendecillos.
Una pequeña mujer se acercó a mi lado, que parecía aterrorizada con ojos grandes
y las manos en sus mejillas.
“¿Pueden los Hadas simplemente ir y venir cuando le plazca?” le susurré.
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“Aye. No podemos detenerlos.”
Miré de nuevo hacia los Hadas, que había llegado al borde del campo, y sentía mi
abdómen apretado. Cada uno de los cuatro hombres tenían una cabellera larga y
brillante de colores metálicos que caía a sus hombros: plata, oro, bronce y cobre. Sus
pieles emitían extraños brillos anacarados. Sus cuerpos y rostros eran simétricos hasta
el punto de ser antinatural. Demasiado agudo. Demasiado perfecto. Al igual que una
muñeca animada de tamaño natural.
Fue la Hada menuda a su lado que robó mi atención. Su pequeño rostro ovalado
estaba hecho de rasgos delicados que rompería el corazón de cualquier chica por la
envidia. Yo estaba fascinada por sus ojos grandes en forma de almendras de color
azúl, y su boca en forma de una flor. Su pelo era increible: largo, pasaba sus caderas,
recto y grueso sin un solo pelo fuera de lugar. El color era como el oro blanco: tirando
a un rubio platino. Yo estaba completamente humillada por su belleza. Todos los
Chaun estaban de pie ahora.
Brogan avanzó entre la multitud e hizo una reverencia de cintura.
“Buenas tardes, señores y señoritas. Damos la bienvenida a vosotros. ¿A qué se
debe este placer?”
“Este va a ser un verano especial para los Leprechaun.” Fue el hombre de cabello
de color bronce el que habló. Su voz resonó con poder. “¿La prometida de su hijo ha
llegado por el mandato de la señora Martineth?”
Mi estómago se desplomó y por una fracción de segundo contemplé la idea de
esconderme por debajo de la mesa. No esperaba que los Hadas se presentaran. Yo no
quería su atención, y de repente anhelaba la presencia de Mamá y Papá. Todo el
campo estaba rígido. La música se había detenido y todo el mundo miraba a su
alrededor, con ojos grandes, inmóviles, los ojos pararon cuando me vieron. Miré a
McKale, que se mantuvo de pie. Sus ojos miraron hacia mi por un segundo, pánico
iluminandolos, y luego se volteó de nuevo hacia la Hada, embelesado. Miré hacia los
árboles y encontré los rostros de Cass y Rock que se asomaban desde las sombras,
observando.
“Ah, aye—ha llegado,” confirmó Brogan. “Es un momento especial, de hecho.
Esperamos que la unión sea muy pronto.”
“Muy bien. Traemos buenos deseos de nuestro reino, Brogan de los Leprechaun.”
“Oh, gracias a vosotros.” Brogan se inclinó de nuevo. “Estamos muy
agradecidos.”
“No devería haber música y baile en esta ocasión trascendental? Por favor, sigan
con las festividades.”
El hombre de pelo de color bronce chasqueó los dedos y los duendecillos volaron a
él. Miró hacia la Hada, como buscando su aprobación, pero sus ojos extraños estaban
ocupados explorando la gente Chaun. Brogan hizo la señal a los músicos que
intercambiaron miradas antes de levantar sus instrumentos. Todos excepto McKale,
que se había trasladado más al campo abierto lejos de los músicos, parecía atónito y
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deslumbrado. Había dejado su violín al lado del tronco. Los otros músicos
comenzaron una canción.
Observando a McKale, un nudo se me formó lentamente en el estómago. Seguí la
mirada de la Hada que lo estaba observando fijamente a cambio. El nudo se hizo más
grande y se enrrolló dentro de mí.
Los cuatro hombres Hada se dispersaron a medida que la música comenzaba, la
chica Hada comenzó a ir a la deriva sin problemas a través del campo, en linea directa
hacia mi prometido. Observé, congelada, cuando se acercó y se detuvo frente a él,
como a diez pies de distancia de mí.
“Ha sido demasiado tiempo, McKale del Chaun.” Su voz era una acaricia suave.
Él inclinó la cabeza y dijo, “De hecho, Khalistah.”
Le extendió una mano delicada y McKale vaciló. Cuando tomó sus dedos en la
palma de su mano, se estremeció y cerró los ojos, pero no era dolor lo que estaba
experimentando. Su expresión era de euforia. El nudo en mi estómago explotó como
un rayo caliente. Sirenas de advertencia sonaron en mi cabeza. Cada célula de mi
cuerpo quería desesperadamente alejarlo de ella. Esta dió una pequeña sonrisa de
satisfacción antes de soltarle su mano.
La chica Hada, Khalistah, miró más allá de él hacia donde aguardaba yo. Apreto
sus labios mientras sus ojos estudiaron cada detalle, desde mis chanclas hasta la parte
superior de mi cabeza, que seguramente tenía pelos perdidos y frizados.
“¿Esta es ella?”
McKale, que no parecía querer quitar su atención de la chica Hada, confirmó que
era yo con un movimiento de cabeza.
“Espera,” dijo, parpadeando cuando la chica Hada se acercó a mí. Se formó una
pequeña multitud, con rostros de preocupación.
Los ojos de Khalistah llegaron a la parte superior de mi cuerpo.
“No sabía que las mujeres humanas podian crecer tanto.” Hubo algunos gritos de
asombro de la multitud cuando Khalistah establecio el peor insulto para los estándares
de los Leprechaun. Estando allí, ya me sentía al igual que una mujer gigante, por lo
que su comentario fue innecesario. Ella continuó hablandole a McKale de mí, enfrente
de mí.
“¿Vas a unirte con ella?” preguntó de manera despectiva.
Miré a McKale, implorando, pero parecía aturdido. Él parpadeó de nuevo y tragó
saliva.
“Voy a cumplir con mi deber con el clan,” dijo en voz baja. La bilis subió por mi
garganta.
“Mmm,” Khalistah respiró.
No me agradaba para nada la chica Hada. Y él no era mi favorito en este minuto
tampoco.
Apreté mis dientes con fuerza. Visiones de violencia revoloteaba en mi cabeza,
tuve que acordarme que esta bruja Hada tenía el poder para maldecir a mi familia y a
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mí.
No me sentía bien.
“Disculpe,” le dije. Arqueando humildemente mi cabeza, me volví sobre mis
talones, y presioné mi camino a través de la multitud. Oí el tintineo de su risa detrás de
mí. Los espectadores miraban boquiabiertos cuando pasé, ganando velocidad mientras
me dirigía hacia nuestro bungalow. Contemplé la idea de ir a ver a Mamá y Papá, pero
decidí decirles todo por la mañana. En este momento lo que necesitaba era estar sola
para pensar.
Algo estaba pasando con mi prometido y la hermosa, y cruel Hada. Yo no quería ir
tan lejos como para decir que él sentía amor por ella. Parecía más como un
dislumbramiento. Mejor que él no sintiera amor por ella. Dislumbrado era bastante.
¿Podría ser ella la razón que nuestra relación había tomado el camino que tomó
esa mañana?
Acido quemó la parte posterior de mi garganta. ¿Cómo se supone que iba a
competir con eso?
Espera, ¿competir? ¡Yo no iba a competir por un chico¡ Iba en contra de mis
principios de moral. Si un hombre no me quería, que se pudra. Pero esto era diferente.
No podía resolver eso de la misma manera que un enamoramiento tonto en la escuela
secundaria. Las vidas de Mamá y Papá y Cass dependian de que McKale y yo nos
juntaramos. Si esa unión no se daba, a los Hadas no les importarían las razones.
Entré a mi bungalow y cerré la puerta un poco fuerte. Tiré mis chanclas por el
cuarto oscuro. Entonces me bajé mis pantalones cortos y me quité mi blusa, tirándolos
al suelo y caí en la cama blandita en calzones y camiseta. Me acurruqué y mi
sujetador se me clavó en mi costado, pero yo estaba demasiado encojida para
moverme. La bilis quiso regresar a mi estómago.
Me quería ir a casa.
Me arrepentí de dejar a Cassidy en los árboles con Rock, esperaba que viniera
pronto. Me sentía estúpida y fuera de lugar. Necesitaba a mi hermana.
El recuerdo de McKale besando la mano de la chica Hada resonaba en mi cabeza,
me sentía mal y algo más—algo amargo. Celos. Él parecía muy…abrumado o algo así.
Después de ver eso, me sentí preocupada de pensar qué más podría averiguar
sobre McKale. Tenía miedo de los posibles secretos de su pasado. Pero llegar a
conocerlo era el único modo de ganar esta batalla. Khalistah había tomado la primera
ronda, pero no me iría sin pelear.
Desafortunadamente, tuve la sensacion de que los Hadas no peleaban de manera
justa.
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CAPÍTULO SEIS
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pero se habían encontrado por primera vez en la adolescencia y se llegaron a conocer
uno al otro a través de cartas. Lo que comenzó como un deber se convirtió en una
alegría que ambos compartían.
“Este es un territorio peligroso, mis niñas,” dijo Mamá. “Dónde están involucradas
los Hadas, uno nunca puede ser demasiado cauteloso. Mañana vamos a sentarnos con
Brogan y McKale, y tener una discusión familiar. McKale es humano, no importa qué
tan antigua sea su sangre mágica. El toque de un Hada manipula la mente humana. Un
solo beso de ella podría hacer a McKale obsesionarse. Si un ser humano se da
completamente a un Hada, se da por perdido y vive nomás para esa Hada. Se
convierten en esclavos sin mente. Tenemos que averiguar de lo que estamos
tratando.”
Yo temblaba por dentro recordando cómo McKale reaccionó a un pequeño toque
de ella.
“No creo que él ha hecho algo con ella,” le dije. “No lo sé. Parecía bastante
normal hasta que ella apareció.”
“Sí, y luego no podía apartar los ojos de ella,” agregó Cassidy.
“Los Hadas pueden ser fascinantes,” dijo Mamá. “Pero no debemos sacar
conclusiones todavía. Esperemos que no hayan hecho nada más que compartir simples
toques, aunque esos son peligrosos.” Ella suspiró. “Son capaces de arruinar nuestras
vidas sin remordimiento, por lo cual no dirijan palabra alguna a los Hadas a menos que
estén respondiendo cortesmente. Tengan mucho cuidado. Especialmente tú, Cassidy.”
“Pero—”
“¡No hay peros que valgan!” La voz de Mamá retumbó con su rostro de fiera. “No
te metas con ellas, hija. Nunca. No importa si te hieren. Muérderte la lengua si es
necesario. ¿Comprendes?”
“Ok, de acuerdo, está bien, pero McKale necesita comportarse como debe porque
yo le diré lo que deberas pienso.”
“Yo me encargo de McKale,” le dije.
Cassidy se cruzó de brazos y me dió una mirada de “no te creo,” que ignoré.
“Vayanse a dormir, chicas. Nos preocuparemos de esto en la mañana.”
Se puso de pie y nos besó las cabezas, esperando que nos metaramos debajo de
las sábanas para apagar la llama y salir. Cass se movía en busca de una posición
confortable.
“¿Qué dijo Rock cuando estaban en el bosque juntos?” le susurré.
“ Él me estaba advirtiendo que no me le acerque a la Chica Hada.”
“¿Eso nada más? ¿Dijo algo acerca de esa Chica Hada y McKale?”
“No. Nada. Me dijo que se supone que su clan ni siquiera debe ser vistos por los
Hadas. Le pregunté qué hizo su clan tan malo y me dijo que los Clurichaun siempre
han querido tener demasiada diversión, y los Hadas son demasiado sensibles cuando
alguien rompe sus reglas.”
“A ver. Eso es probablemente cierto, pero estoy segura de que ha deber pasado
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mucho más que eso.”
“Sí.” Las dos nos quedamos en silencio por un rato hasta que ella preguntó, “¿No
crees que la Loca Chica Hada va a ser un problema, ¿verdad?”
Lo pensé, pero no quería admitirlo. “No sé qué pensar. Estoy tratando de no
preocuparme más hasta que hable con McKale mañana.”
“¿Cuándo le vas a dar todos sus regalos y cosas?”
Ah. La Caja.
“No lo sé. No puedo pensar en eso todavía. Vamos a dormir.”
No pasó mucho tiempo para que Cassidy se quedara dormida. Me quedé despierta
por un tiempo tratando de no pensar en la Loca Chica Hada. Me gustaba el nombre
que Cass le había puesto. La LCH. Era suficiente feo.
No importaba de que forma mirara la situación, algo muy inquietante estaba
pasando.
Pensé en la caja de regalos. En este punto sería completamente difícil e incómodo
entregárselos. No los podría apreciar todavía. Le daría los regalos a McKale, siempre
y cuando nos hallamos ganado la confianza uno al otro.
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“¿Hermosa?”
“Bueno, es eso, sí. Pero es más que eso.” Las palabras sonaban como si
estuvieran siendo sacadas en contra de su voluntad. No estaba agusto compartiendo,
pero esto era necesario. Teníamos que hablar.
“Vamos,” insistí.
Suspiró y tragó. “Cuando yo era chiquillo, soñaba con irme de casa. No entendía
por qué tenía que ser diferente. No sólo por mi altura, pero también de que estaba
obligado a alguien mientras los otros chicos estaban eligiendo chicas por su propia
voluntad. Sin tratar de ofender.” Él me miró. Me encogí de hombros y el continuó.
“Pero cuando Khalistah llegaba, me hacia olvidar todo.”
Traté de olvidar los celos y sentimientos heridos de que él no había tenido ganas de
conocerme. “Por lo tanto, ¿estás diciendo que ella te trataba bien?”
“A su manera. Cuando ella es buena, es real, no lo es por obligación.”
Eso dolió. En primer lugar, me costaba creer que algo de ella fuera “real,” pero yo
estaba más molesta por lo que hablaba de obligación.
“¿Crees que estoy siendo amable contigo por obligación?”
“No lo estoy seguro.”
“Bueno, esa no es la razón.”
“Robyn.” Él suspiró y dejó su instrumento, corriendo sus manos por su pelo. “No
tienes que mentir. Tú misma me dijiste que la Hada te hizo comprometerte conmigo.”
Me puse de rodillas en frente de él, necesitaba que me viera directamente y me
entendiera.
“Sólo me enteré de la participación de la Hada mientras viajaba aquí. Yo no lo
sabía antes, y yo crecí pensando en tí. He soñado por conocerte desde que tenía seis
años de edad—”
Le salió una risa burlona, cortándome y tomándome por sorpresa. Me senté sobre
los talones. “¿No me crees?”
Él negó con la cabeza al suelo. “Creo que quieres mantener a tu familia a salvo de
la Hada, y yo puedo respetar eso. No tienes que fingir.”
Él estaba muy hastiado. Eso partía mi corazón.
“McKale, fuiste tú el que mencionó acerca de cómo tu clan no suele forzar
enlaces. ¿Cómo creías que me hiba a sentir?” Él abrió la boca para decir algo, pero yo
seguí. “Mira. Es una pena que nos están forzando, y tal vez soy ingenua, pero quiero
hacer lo mejor de esto, ¿tú no?” Cuando él no respondió, le pregunté, “¿Quieres que
me vaya? ¿Que regrese a casa?”
“¿Te quieres ir tan pronto?” La mirada que me dió fue muy aspera, pero podía
sentir el dolor por debajo.
“No.” Esto es frustrante. “Pero yo estaba lista para irme anoche. No me sentía
muy a gusto.”
“¿El clan no los recibió abiertamente?”
“Me refería a tu bienvenida.”
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Bajó la mirada, mientras tocaba la suave madera de su violín.
“Perdóname,” susurró. “Yo…”
Antes de que pudiera terminar escuchamos a Brogan llamándolo. McKale suspiró
y ambos nos levantamos. Me limpié los escombros de mi trasero y seguí a McKale
hacia el campo. Brogan descruzó sus brazos y se suavisó cuando me miró.
“Unos buenos días a tí, Robyn-lass.”
“Buenos días, Brogan.”
“Tu padre ha pedido que tengamos una dicusion lo más temprano esta mañana.
Romperemos el ayuno al poco tiempo.”
¿Romper el ayuno? ¡Oh, Dios mío, desayuno! Otra cosa linda para hacer a Cass
feliz. La seriedad en el rostro de Brogan me impedió sonreír cuando se volteó y se
dirigió en la dirección de las cabañas con McKale y yo siguiéndolo. Antes de llegar allí,
mi familia salió. Cassidy ni siquiera se había molestado en cambiar su pijama para la
reunión familiar.
Brogan nos llevó al final de una fila de mesas bajo un toldo delgado . Una tensión
palpable como una banda rodeó al grupo. Brogan y McKale se sentaron juntos en un
lado de la mesa. Cuando me encaminé hacia el otro lado para estar con mi familia, me
llamó la atencion la mirada desagradable en el rostro de Papá, mientras me sentaba a
su lado. Oh, no.
McKale y su padre hacían una gran pareja. Brogan se sentó recto y alto y McKale
se sumió el la silla, como si él no quisiera verse mucho más alto que el hombre mayor.
Ambos apoyaron los antebrazos en la mesa y juntaron las manos de la misma manera
exacta. Brogan miró a su hijo.
“Los Masons están preocupados acerca de tu compromiso para la unión, y con
mucha razón. Anoche fue la primera vez que me percaté de la interacción entre vos y
la Señorita del Zapato. ¿Te haz arriesgado, hijo?”
¿La Señorita del Zapato? ¿Qué diablos quería decir eso? Y me retorcí un poco con
la pregunta acerca de ser “arriesgado.” ¡Qué asco!
“Mi compromiso con el clan nunca ha vacilado, padre.” La voz de McKale sonaba
tranquila y cuidadosa. “No puedo ignorar la Señorita del Zapato cuando me habla, o
negar tomar su mano cuando ella la ofrece. Vosotros sabemos que no podemos
despreciar su amabilidad.”
Una tos sarcástica vino de con Cassidy desde el otro extremo de la banca.
“McKale, querido.” Mamá se inclinó sobre la mesa y le dió unas palmaditas a sus
manos. Él alzó los ojos hacia ella con cortesía. “Todos queremos que esto funcione.
Tanto el padre de Robyn como yo, estamos mayormente preocupados que ustedes
dos sean felices. Eso significa que no puede haber ninguna otra…relación”—inserta
mi vergüenza aquí—“con esa Chica Hada, no importa cuán grande o pequeña lo sea.”
McKale asintió y bajó los ojos como humillado.
Brogan juntó las manos y sacó el pecho. “Ahora que hemos aclarado esto,
¿cuándo podemos esperar que la ceremonia de la unión se lleve a cabo? La amante del
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Rey de Verano tendrá que ser notificada.”
Vaya, no hay presión ni nada. McKale y yo compartimos una mirada avergonzada
antes de que ambos miráramos a la mesa de nuevo. Papá se aclaró la garganta a mi
lado.
“Robyn cumplirá sus dieciocho años en menos de un mes. Preferiríamos que
tuvieran, al menos, ese tiempo para llegar a conocerse uno al otro.”
La frente tensa de Brogan mostró preocupación de que el plazo era excesivo, pero
asintió de todos modos.
“Muy bien. Por favor, acepten mis disculpas por lo desagradable de la última
noche. Cuando el portal se abre de sorpresa no es de buen augurio. Por lo general
ocurre dos veces al año, una vez para ordenar los zapatos y la otra para la entrega de
las mercancías. No lo esperábamos hasta el fin del verano.”
“Las cosas pasan,” dijo Papá, y aunque las palabras eran agradables, su rostro
todavía estaba en modo aterrador. “Creo que vinieron a asegurar que tanto Cecelia
como yo honramos nuestro acuerdo. Estoy seguro que el resto del verano se
resolvera. ¿No es así, McKale?”
Oh, no. Las palabras de Papá significaban, pon-distancia-lejos-de-la-Hada-y-no-
lastimes-a-mi-hija.
Quería ir a esconderme. O mejor aún, reducirme en un Leprechaun mini-Robyn y
saltar a la espalda de una ovejas cercana que me podría llevar a lo lejos donde los
chicos no estaban obligados a unirse conmigo.
McKale se enderezó y se encontró con los ojos de Papá. “Aye, señor Mason.”
Brogan se levantó. “Bien, entonces. Me alegro de que todo esté arreglado. Creo
que huelo la preparación del desayuno. Vamos a visitar la cocina y después
comeramos al aire libre, esta esplendorosa mañana.”
Mamá y Papá le dieron las gracias y lo siguieron.
“Los alcanzo,” les dije. Cassidy se acercó más a mí, y McKale no se movió de su
lugar frente a nosotros.
“Bueno, eso estuvo raro,” Cassidy dijo cuando vió que los adultos no podrían
escuchar.
Miré a McKale, pero él estaba decidido a estudiar una ranura en la mesa de
madera, pasando el dedo pulgar sobre ella.
“¿Puedo preguntarte algo, McKale?” Cassidy habló, y siguió adelante sin esperar
que él respondiera. “¿Qué piensas de mi hermana hasta ahora?”
“¡Cass!” ¿Podría mi familia posiblemente humillarme más esta mañana?
“¿Qué?” Ella me miró antes de volver a McKale. “¿Así qué? ¿Qué piensas?”
Apreté los dientes.
“No creo que realmente importa lo que pensamos de uno a otro,” dijo.
“Incorrecto.” Ella se inclinó hacia delante. “No hay tiempo para ser negativo y
amargado. Puede que no le importe a tu clan o a los Hadas lo que ustedes dos piensan
el uno del otro, pero nosotros, los Masons, no somos un clan, somos una familia, y es
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importante para nosotros. Así que dime. ¿Cuál fue tu primer pensamiento cuando la
conociste?”
Mi respiración se hizo superficial. Tan incómoda como me sentía, yo quería oír su
respuesta. Además, tenía que pasar esta “prueba” con el fín de obtener la aprobación
de Cassidy, que significaba mucho para mí. ¿Contestaría?
Por favor, contesta.
Su nuez de la garganta se balanceaba mientras tragaba, y luego su mandíbula se
mecía lentamente, destacando la linea de su pelo rojo que corría a lo largo de sus
bordes. Otros hombres Chaun comenzaron a filtrarse hacia el campo, llevando sus
platos de comida. Sentí a Cassidy ponerse tensa a mi lado. Justo cuando estaba a
punto de decirle que lo olvidara , susurró McKale.
“Ella me recordó de la malvarosa.”
“¿Qué cosa?” preguntó Cassidy.
Sacudió la cabeza. “Nada. Olvidalo.”
Ella cruzó los brazos y lo miró. Un hombrecillo caminaba cerca y ella lo llamó.
“¿Disculpe, señor?” Ella le sonrió y le hizo señas. El rostro de McKale se congeló.
“¿Puede decirme que es la malvarosa?”
“Bueno, ciertamente, lass. Es una planta de flores que crece más alta que yo
mismo. Lo más grande que crece lo más que florece. Son robustas y bastante
impresionantes, de verdad. ¿Contesté su pregunta, señorita?”
Cassidy le dió una gran sonrisa. “Seguro que sí. Muchisimas gracias.” Él asintió y
se encaminó a su mesa. Con los brazos todavía cruzados, Cassidy enfrentó a McKale
y ladeó la cabeza.
“Podrías haberme dicho que pensabas que era bonita, pero me gustó lo de la
malvarosa aún más. Y en caso de que te estés preguntando, ella piensa que eres lindo,
también.”
Mátame, por favor.
Un tinte ligero colorió los pómulos de McKale y Cassidy me agarró el brazo.
“Vamos, Robyn. Estoy hambrienta.”
“Espera,” McKale nos llamó. Nosotras nos detuvimos. Él capturó mis ojos y mis
entrañas revoloteaban. “Robyn…por lo de anoche. Espero que aceptes mis disculpas.”
Su frente se frunció con un poco de estres por todo lo que estaba pasando. Llena
de una extraña mezcla de temor y esperanza, lo único que pude hacer fue asentir. Yo
estaba temblando al tratar de no mirar hacia atrás mientras nos alejábamos. Cassidy
golpeó mi cadera con la suya, y presioné mis labios.
“Mira, ¿no te alegras que pregunté? ¡Él piensa en ti como en una flor!” Ella se rió.
“No es una flor,” corregí. “Es una planta robusta.”
“Cubierta de flores hermosas! Ser robusta es bueno. Voy a cortarle un poco de
holgura por ahora. No me gustaría tener que avergonzarlo delante del clan.”
Le golpeé su cadera, esperando más que nada, que no hubiera necesidad de
confrontaciones embarazosas en absoluto, durante este verano ni nunca.
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CAPÍTULO SIETE
Hacía calor en la cocina, las mujeres se afanaban con delantales, cocinando en ollas
sobre fogones abiertos en chimeneas gigantes a lo largo de la pared.
Una chica guapa, joven con el pelo largo y dorado de cara redonda se acercó a
Cassidy y a mí, sonriendo.
“Buenos días, Robyn y Cassidy! Soy Leilah. Permítanme servirles sus platos.”
Medio minuto despues nos dió dos platos y le dimos las gracias, estómagos gruñían
al ver los huevos fritos, una rebanada de lo que ella llama tocino, aunque me parecía
jamón, y una pieza gruesa de pan con mermelada color violeta.
“Es un placer. Vuelvan pronto. Siempre hay mucha plática en la cocina para
cualquier persona que sepa oír.” Ella nos hizo un guiño, secándose las manos en el
delantal y pasó a servir al grupo de hombres que había entrado detrás de nosotras.
“Aquí todo el mundo guiña mucho los ojos,” Cassidy susurró mientras
caminábamos con nuestros platos de vuelta al campo abierto.
Pensé en la oferta de Leilah de volver y hablar. Probablemente podría aprender
mucho de las mujeres. Visitar la cocina encabezó mi lista de hoy.
Me sorprendió encontrar a McKale sentado en el extremo de una mesa larga frente
a Mamá y Papá, pareciendo intercambiar cortesias. Mis padres tenían platos de
comida, pero McKale no lo hizo. Yo audazmente me senté a su lado y el sonrió
cuando él me miró. El objetivo era llegar a conocerlo. No hay había tiempo que
perder.
“¿No vas a comer?” le pregunté.
“Aye, pero yo tengo el hábito de ir comiendo en camino a la Casa del Zapato.”
“¿La Casa del Zapato?” preguntó Mamá.
“Aja. Nuestra estructura más grande. La mayor parte de los hombres pasan sus
días trabajando en los zapatos. Mi trabajo es curtir el cuero. De hecho, será mejor
irme. Mi compañero se pone de mal humor cuando llego tarde.”
Se puso de pie e inclinó la cabeza a los cuatro de nosotros, demorándose más en
mí, antes de caminar en la dirección del gran edificio. Lo vi pasar, fijándome en sus
extremidades largas y su cuerpo delgado. Era difícil creer que tenía cincuenta años de
edad y su cuerpo todavía tenía que rellenarse un poquito más. Volví mi atención a mi
desayuno, que era tan delicioso como parecía.
“Bueno, él ciertamente puede ser cortés cuando quiere,” Mamá notó, bebiendo su
té caliente.
“¿En qué tipo de problemas se van a involucrar las chicas hoy?” preguntó Papá.
Cassidy y yo pensamos en ello.
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“Me gustaría conocer a algunas de las mujeres,” le dije. “Tal vez tome un paseo
por la zona o algo así.”
“Sí, tu madre y yo probablemente exploraremos la tierra, también. Puede que dé
una mirada alrededor de la fábrica de zapatos más tarde. A ver si puedo hacerme útil
mientras esté aquí.”
“Es la Casa del Zapato, Papá,” Cass le corrigió. “Usted tiene que usar la
jerigonza.”
“Ah, sí. La Casa del Zapato.”
“Y Robyn dice que ahí son anti-mujeres,” Cass le advirtió.
Nuestros padres me miraron, interesados.
“Sí, pasé por ahí ayer y parecían un poco asustados al ver a una chica en el
interior.”
Papá se rió. “Artimañas femeninas distraerían a los chicos en el trabajo.”
“No,” dijo Mamá. “Son supersticiones inofensivas, es todo. No te sientas
lastimada.”
Después del desayuno, Cassidy y yo fuimos a la cocina. Me sentí tímida cuando
llegamos allí. Siempre había sido muy intimidada por otras muchachas jóvenes,
siempre sentí que no era lo suficientemente femenina y no podía interpretar las
sutilezas pasivo-agresivas cuales muchas chicas lo hacían. Yo siempre me llevaba
mejor con los chicos. En general, eran más fáciles de entender, aunque McKale me
estaba dando un poco de problemas.
Seis mujeres encorvadas sobre los barriles chicos estaban fregando platos y
sartenes. Ellas tenían una línea de montaje de quehaceres. La mujer más vieja con una
cabeza llena de pelo corto, rizado y gris tendió una mano con jabón hacia nuestros
platos sin mirarnos.
“Podemos lavarlos,” le dije, sintiéndome mal.
“Och, pásamelos a mí.” Ella me los arrebató de la mano y comenzó a fregar con
celo.
Leilah y la otra muchacha se encontraban en la seccion de enjuagar, metiendo los
platos en agua limpia.
“Aquí.” Leilah inclinó la barbilla hacia una pila de toallas. “Pueden secar.”
Cassidy y yo agarramos las toallas, secando y apilando. Esas damas se movían tan
rápido que tratabamos de trabajar lo más rápido posible para mantenernos al día,
titubeé un poco que hizo reír a Leilah y a su amiga. Decidí que podría escribir una oda
a la genialidad de los lavaplatos eléctricos y plomería interior.
“Esta es mi amiga, Rachelle.” La amiga de Leilah tenía el pelo oscuro y rizado que
ella se amarraba hacia atrás en un moño.
“Viven juntas en la misma habitacion?” les pregunté, secándome la frente húmeda
con mi brazo.
“Aye. La mayoría de nosotras mujeres vivimos juntas, excepto las que actualmente
están en unión.”
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“¿Cuántos años tienes, Leilah? Lo siento, no tratamos de ser intrometidas. Sólo
tengo curiosidad.”
“De ningún modo. Tengo ciento-nueve años. Rachelle es la nena aquí de las
mujeres. Ella sólo tiene noventa y ocho.”
Terminamos con los platos y las cuatro de nosotras salimos de la cocina caliente.
Afuera estaba bien cálido, pero por lo menos hacía una brisa y había nubes
ocasionales.
Leilah y Rachelle nos llevaron a través del pueblo, por una parte que no había
visto todavía. Terminamos en una zona de la granja cercada con espacios
compartimentados para cabras, cerdos y pollos. Las chicas recogían alimentos de un
barril para alimentar a los animales. Yo miraba sus trabajos, observando cada detalle
con la esperanza de finalmente “hacer algo útil” como Papá había mencionado. Nos
llevaron a través de sus quehaceres de la mañana, sobre todo el cuidado de los
animales. Yo podría hacerme acargo de los animales de la granja más fácil que a otros
trabajos, como…limpiar los orinales. ¡Qué asco!
Cuando finalmente terminaron nos llevaron a una parcela de trébol suave donde
todas nos sentamos.
“¿Qué piensas de nuestro McKale?” preguntó Leilah.
Me dió gusto de que ella hubiera empezado ese tema primero.
“Me gusta,” le dije. “Nos acabamos de conocer, él es muy tímido y espero que eso
se le pase.”
“Vos no crees que él es demasiado…” la vocesita de Rachelle era linda y un poco
chillona. Señaló hacia arriba con su cabeza. Leilah le dió un codazo a su lado y le
frunció el ceño. Rachelle se agachó avergonzada.
“¿Demasiado alto?” pregunté. “Para mí, no. Yo prefiero a los hombres que sean
más altos que yo.”
“¿Oh?” preguntó Rachelle con hojos grandes, incrédula. “No me digas.”
“¿Qué nos pueden contar sobre él?” preguntó Cassidy. “Entre nosotras.” Ella
sonaba tranquila, pero sabía que se moría por información.
“Bueno, yo no soy nadie para hablar mal sobre el clan,” comenzó Leilah. “Pero
para McKale no ha sido nada fácil precisamente. Seguramente siente la presión de ser
la ‘última esperanza’ del clan. Vosotras podeis estar seguras de que los hombres
mayores no se lo dejan olvidar, tampoco. Pero al mismo tiempo, tienen cuidado de no
dejar que se le suba a la cabeza. Él tendría la bendición de los Hadas, pero entre los
Chaun, él es la exepción.”
“¿Porque él es alto?” le pregunté.
Ella asintió, mirando avergonzada de admitir que había tal prejuicio entre ellos. La
cuestión de altura me parecía estúpida, pero yo suponía que cada cultura tenía sus
prejuicios ridículos. No por eso era correcto.
“Si él no quiere ser alto, ¿no puede reducirse hasta el tamaño de todos los demás?”
preguntó Cassidy.
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“Och, nay. Sólo pueden ser de tamaño normal o pequeñitos.” Leilah sostuvo sus
manos cerca de doce pulgadas de distancia mostrando el tamaño. “Ningún otro
tamaño entre esa medida. Y a los Leprechaun no les gusta hacer cambios de tamaño
innecesario, como los Clurichaun que lo hacen por diversión.”
“No lo entiendo,” le dije. “¿Cuál es el punto de poder hacer el cambio? ¿Pueden
desaparecerse usando el encanto, también?”
“Aye…” Leilah se reclinó en sus manos de nuevo, cruzando sus cortas piernas
delante de sí misma. “Los Leprechaun fueron los primeros seres humanos en ser
dotados con la magia de los Hadas. Era un tipo de prueba. Los Hadas no querían
darles a los hombres demasiado poder al principio, pero querían que fueran capaces de
ocultarse fácilmente en los pastos y los bosques en caso de necesidad. Además de
hacer zapatos, también tenían la tarea del seguimiento de los Hadas que salian del
portal a mezclarse con los humanos. Los Hadas no pueden ser detenidas, pero los
seres humanos que tuvieran interacción con los Hadas tenían que ser limpiados.”
“¿Limpiados?” Cassidy y yo preguntamos a la misma vez, por lo que las chicas se
reían.
“Seguramente ¿han oído hablar de Rastreadores?” preguntó Rachelle. Negué con
la cabeza. “Bueno, pueden utilizar la magia para hacer que los seres humanos olviden
momentos. Ellos siguen a los Hadas y limpian los recuerdos de los seres humanos que
entran en contacto con ellos. Finalmente, los Hadas se aburren y regresan a su propio
reino. Sólo dos Rastreadores Leprechaun permanecen, y casi no hay trabajo para
ellos.”
Distraídamente arrancaba trozos de trébol y hierba mientras digeríamos la
información, que me fascinaba mucho. Durante años, Mamá y Papá nos decían, “Le
contaremos todo algún día, cuando sea el momento perfecto.” Ellos odiaban hablar de
los Hadas y de su reino.
“¿Saben algo acerca de McKale y la Loca Chica Hada?” preguntó Cassidy. “¿La
Señorita del Zapato?”
Mi estómago se encogió ante la mención. Leilah y Rachelle compartieron una
mueca.
“Ustedes nos pueden decir,” le dije.
“Todo es rumor, por supuesto.” Leilah bajó la voz. “Algunos dicen que la Señorita
del Zapato se ha escurrido al reino terrenal sola…para verlo.”
Una vez más se contrajo mi estómago, y me enrosqué un brazo alrededor de mi
cintura. “¿No se darían cuenta los demás si ella abriera el portal?”
“No necesariamente,” Rachelle crujió. “Ella podría sobornar al portero o abrir la
grieta más pequeña, que sólo puede ser sentida por las personas que estaban cerca en
el momento de la apertura. Si ella se cuela en la noche no habría nadie alrededor…”
Apreté los dientes solo en pensar de que ella pudiera entrar a la habitación de
McKale cada vez que tubiera el impulso, sin que nadie sospeche.
“Bueno, obviamente ellos no “lo han hecho” si no él tendría lavado el cerebro,”
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Cassidy murmuró. “¿No?”
“¿De veras, Cass?” Le lancé una mirada y Rachelle se cubrió la cara para ocultar
la expresión de escandalizada.
Leilah continuó imperturbable. “Si te refieres a lo que creo, definitivamente no lo
ha hecho con ella o se lo hubiera llevado con ella a su reino para siempre. Esa es la
única forma que los humanos son aceptados allá: como propiedad.”
“No entiendo por qué tiene que colarse,” dijo Cassidy. “¿Los Hadas no pueden
hacer lo que quieran, cuando quieran? ¿Por qué a ella le importa lo que los
Leprechaun piensan?”
“Oh, nay,” Rachelle contestó. “No es por ningún Chaun que se cuela. Son los
Hadas quienes no aceptan su interés prolongado con un ser humano. Ellos piensan de
nosotros como perros de trabajo. Ella sería rechazada por su propia gente, lo sería.”
La mujercita asintió con la cabeza vigorosamente, rizos rebotando sobre sus hombros
redondeados. “Y además, la Señora Martineth y el Rey del Verano no estarían felices
de saber que ella se había llevado 'la última esperanza' de los Chaun.”
Expresión de asco de Cassidy se reflejaba en la mía. Esto no augura nada bueno.
Yo ya no quería hablar de eso. Por suerte mi hermana me conocía tan bien. Se aclaró
la garganta.
“Bueno, no nos preocuparemos de ella en este momento. ¿Qué saben ustedes
acerca de los Clurichaun?”
“Los Clur Locos,” dijo Leilah con diversión, recogiendo una flor de trébol y
jugueteando con ella. Pasé las manos por los tréboles mientras Leilah contaba la
historia.
“Siempre han sido un grupo ruidoso que beben demasiado. Algunos dicen que es
porque son de estatura mediana y sin control. No quiero ofender.” Se detuvo para
mirar a Cassidy y a mí, pero simplemente nos encogimos de hombros. Ella sonrió,
aliviada. “Los Clur comparten esta tierra. Viven en el otro lado del bosque, y ellos
compartían responsabilidades de trabajo en la hechura de los zapatos. Con demasiada
frecuencia estaban detrás en los pedidos y los Leprechaun tenían que intervenir y
tomar el trabajo apuradamente. Además de eso, los Clur dejaron las tierras y no tenían
cuidado con los humanos. Especialmente con las mujeres. Con suerte, fueron
advertidos por los Hadas, y por general, no son del tipo de perder el tiempo en
advertencias.
“Hace cerca de 200 años uno de los Clur preñó la hija de un granjero cercano.
Ciertamente, no era la primera vez, pero los Chaun habían sido buenos en ocultar los
incidentes y las indiscreciones de sus parientes. ¡Vosotras sólo pueden imaginar la
sorpresa de los seres humanos cuando descubren que sus hijos pueden hacer magia!
Era un negocio terrible, intercambiando bebés. Es lo que estaba pasando cuando de
repente el portal se abrió un día antes y los Hadas descubrieron lo que había sucedido.
Fue la última gota que derramó el vaso. Los Hadas maldijeron sus líneas de sangre a la
extinción.”
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“¿Por qué nomás no les quitaron su magia?” preguntó Cassidy.
“La magia es demasiado profunda en ellos. Para sacarla requeriría mucha energía
magical por parte de los Hadas y esto haría al Clur perder la memoria, pero los Hadas
querían que ellos vivieran y sufrieran.”
No me parecía que estubieran sufriendo mucho. Pero a veces las apariencias
engañan. Era un poco triste pensar en ellos viendo a su familia morir uno a uno, con
nada más que la vergüenza .
Desplumabamos los tréboles por unos minutos hasta que Leilah habló.
“¿Todavía no han visto la cascada?”
“No, no hemos visto mucho,” le contesté.
Las chicas tuvieron que volver al trabajo, pero nos explicaron cómo llegar a la
cascada. Les dimos las gracias y compartimos una ronda de abrazos con nuestras
amigas nuevas antes de ir por caminos separados.
Caminamos tranquilamente por quince minutos cuesta arriba a través del borde del
bosque, pero Leilah había tenido razón. Un caminito de huellas frecuentes hizo fácil
encontrarla. Escuchamos los chorros del agua caer unos minutos antes de que la
viéramos.
Cuando llegamos a la hermosa vista, las dos estábamos sudando ligeramente por la
caminata y el aire caliente del verano. Abajo un poco más adelante había un pequeño
acantilado rocoso con la cascada.
“Vaya,” dije. Corrímos hasta el borde pantanoso del arroyo ancho. El agua clara
corría quebrándose sobre rocas lisas. Algunas partes parecían como un pie de
produndidad, mientras que otras partes oscurecidas, más cerca de la cascada, parecían
profundas. Me quité las chanclas y caminé en el agua poco profunda. Estaba más
caliente de lo que esperaba. Suspiré y heché mi cabeza hacia atrás, mirando hacia los
árboles de sombra que colgaban y respiré profundamente.
“¡Esto es increíble!” dijo Cassidy. “¡Vamos a caminar hasta la cascada e ir a
nadar!”
“Pues, mira, no trajimos trajes de baño,” le indiqué.
“Em, mira,” dijo ella, jalandose la camisa sobre su cabeza y liberandose de los
pantalones de pijama, poniendose de pie y sonriendo en su sujetador blanco y
calzones con lunares rosas. “¡Solo estamos nosotras! Todo el mundo está trabajando,
¡vamos!”
Miré alrededor de los árboles por un momento, y luego, como de costumbre, hice
lo que Cassidy deseaba. Me desnudé y apilé mi ropa prolijamente junto a la de ella, y
luego la persiguí mientras corría por la orilla del agua. Estábamos alegres y sin aliento
en el momento en que llegamos a la cascada. Tomadas de las manos, entramos por el
borde poco profundo y caminamos hasta que nos quedamos flotando en el agua al
menos siete u ocho pies de profundidad.
Como siempre, la idea de Cassidy era estimulante. Nos salpicamos una a la otra,
nadando por debajo del agua haciendo volteretas. Nadamos a las cataratas y dejamos
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que el chorro de agua corriera sobre nuestras cabezas, bromeando que debíamos venir
aquí para nuestras duchas de la mañana. Despues flotamos por las espaldas hasta que
el sol subió a lo alto en el cielo casi al mediodía.
“Probablemente deberíamos volver para que Mamá y Papá no se preocupen,” le
dije después de un largo tiempo.
Cassidy suspiró y se puso de acuerdo. Subimos a la orilla del arroyo y escurrimos
el agua de nuestro pelo. El sujetador de Cass estaba ligeramente acolchado, así que
ella se inclinó y lo apretó abrazandose a sí misma. El agua brotó de su escote y se rió
como boba.
Un crujido en los árboles nos inmovilizó. Me quedé mirando a nuestro alrededor
durante un minuto entero con mis brazos sobre mi pecho antes de sacudir la cabeza.
“El viento,” le dije, pero ahora yo estaba ansiosa por vestirme.
Caminamos de regreso a lo largo de la orilla hacia nuestra ropa, sacudiendo
nuestras extremidades y sintiendonos mucho más positivas sobre nuestra estancia aquí
ahora que ya habíamos encontrado este lugar.
Habíamos estado caminando por un tiempo antes de detenernos intercambiando
miradas confusas. Recorrí arriba y abajo del pantano, sobre la hierba verde brillante.
“¿Dónde está nuestra ropa?” le pregunté.
“No creo que estában tan lejos de la corriente,” respondió Cassidy. “Mira, el
camino esta por allá.” Empezamos a caminar hacia arriba. Nuestra ropa no estaba a la
vista. Un presentimiento me llenó.
“¿Acaso la pusimos más cerca a los árboles, tal vez allá arriba?” preguntó.
Negué con la cabeza. “No, era definitivamente aquí en la hierba.”
“¿Crees que un animal se la llevó?”
“¿Qué tipo de animal salvaje se llevaría toda nuestra ropa?”
“¿Uno inteligente y con talento?”
“Jaja,” le dije.
“Bueno, no podría haber sido una persona, porque nos hubieramos dado cuenta de
alguien caminando por aquí,” respondió Cass. “O algo grande, por lo menos.”
Las dos nos detenimos y nos miramos una a la otra, con los ojos bien abiertos.
Algo grande. Ay carajo.
“¡Los Clurichaun!” Las dos lo dijimos, al mismo tiempo, y Cassidy reclinó la
cabeza hacia atrás con la hilaridad a la posible broma.
“No es chistoso,” le dije, su risa era aún más fuerte. Miré mi sujetador satinado y
negro que hacía juego con mi calzón, que afortunadamente cubría todo mi trasero.
Pero me quedaban tan apretados que se veía cada contorno de mi cuerpo, y yo
realmente no quería ser vista así. Cassidy corrió mirando alrededor de los troncos de
los árboles.
“¡Salga, salga, de donde quiera que estén!” gritó.
“Vamos a separarnos,” sugerí. “Te vas arriba hacia las cataratas. Yo voy a mirar
alrededor por aquí abajo.” Ella estuvo de acuerdo y corrimos como si estuviéramos
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jugando a las escondidas.
Crucé los brazos sobre mi pecho y caminé entre los árboles, me detuve muy quieta
para escuchar cualquier movimiento. Después de un minuto oí el sonido débil de una
risita aguda. Giré mi cabeza hacia la derecha, de donde el sonido provenía. No vi
nada.
“Sé que estás ahí,” le dije, sintiéndome tonta. “Mejor que salgas.”
Transcurrió otro minuto y luego, como algo fugaz, un hombre de un pie de alto
salió corriendo de los árboles hacia la hierba. Salí corriendo detrás de él. No creo que
el esperaba la velocidad de mis largas zancadas porque él gruñó de sorpresa cuando lo
agarré por detrás con las manos a su alrededor trayéndolo hacia el suelo. Lo sostuve
bien apretado, con cuidado de no aplastarlo con mi cuerpo. Lo mantuve cerca de mi
cara mientras yacía boca abajo en el suelo, apoyándome en los codos. Él se movía
furiosamente como un gusano y reconocí los rizos castaños.
“¡Rock, pequeño idiota! ¿Dónde está nuestra ropa?”
“¡Ayyy! ¡Me estás apretando la vida de mis trozos y piezas!” exclamó.
Yo no afloje ningún poquito.
“Si no me dices donde esta mi ropa te voy a aplastar tus trozos y piezas pequeño.”
Un repentino estallido de magia, me pegó contra mi pecho y con violencia me hizo
separar mis manos. En un parpadeo, me encontré inestable, tumbada sobre el pecho
de Rock en grande, que se reclinó en la hierba con las manos detrás de la cabeza,
soltando una risita.
“¿Qué es lo que decias acerca de pequeño?” preguntó.
“¡Oh! ¡Eres un pervertido!” Luché para soltarme de él, pero él me agarró por la
cintura, riéndose. Cuando lo empujé fuerte me agarró de mis muñecas.
Así es que este tipo gracioso quería luchar, ¿eh? No hay problema. Apliqué todos
mis conocimientos de atletismo y torsí mis brazos con fuerza hacia sus pulgares,
rompiendo su agarre con mis muñecas. Estábamos sentados en el suelo, rápidamente
traje mis piernas entre nosotros, dándole un golpe tipo kanguro en el pecho que lo
envió hacia atrás, metí de nuevo mis piernas debajo de mi cuerpo, ya lista me puse en
cuclillas. Rock seguía riendose entre tosidos mientras rodaba, agarrándose el pecho.
“Caramba, ¿que está pasando aquí?” La voz vino de entre los árboles.
Miré hacia arriba y vi un destello de pelo rojo. McKale miraba hacia los dos de
nosotros. Oh, no. Esto probablemente se veía mal.
Las pisadas suaves de Cassidy vinieron corriendo por la orilla. “¡Lo encontraste! Y
yo encontré esto.” Ella cargaba la ropa, casi sin aliento, pero feliz, y luego volteó hacia
donde yo estaba mirando. “Oh, hola, McKale.”
El murmuró algo incoherente y se cubrió los ojos para protegerse contra mi casi
desnudez.
“¡Rock nos robó la ropa cuando estábamos nadando!” Y le señalé el bribón
Clurichaun, que todavía estaba en el suelo, disfrutando de la vista. McKale bajó la
mano de los ojos y miró a su amigo fijamente.
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“Y no estás alegre de que lo hize, Kale, ¿mi amigo?” Rock asintió hacia mí.
Los ojos de McKale viajaron a los míos, y luego se deslizaron lentamente hacia
abajo, aterrizando con un abrupto fin en mis senos. Parecía un niño que acababa
accidentalmente de descubrir su regalo de Navidad. Yo le permití dos segundos más de
embobamiento antes de cruzar mis brazos y romper el hechizo. Quería sentirme
halagada, pero estaba demasiada enojada.
Con fuertes pisadas me dirigí hacia Cassidy y empecé a recojer mi ropa. Ella y
Rock se estaban haciendo ojitos tontos el uno al otro.
“Ponte tu ropa,” le dije a ella.
“¿Relájate? Es lo mismo que un traje de baño.” Ella ladeó la cadera en desafío y
Rock arqueó una ceja.
“Ahora,” le dije. Ella suspiró y a regañadientes comenzó a ponerse su ropa.
Sin mirar hacia a Cassidy y a Rock, me dirigí hacia donde McKale estaba de pie.
Él siguió en silencio a mi lado mientras yo caminaba a toda velocidad. Me tomó cinco
minutos para relajarme y empezar a caminar más lento.
“Siento mucho lo de Rock,” dijo McKale. “Es travieso, ese.”
“No tienes que disculparte por él. Es molesto, pero yo sé que es inofensivo.”
“Eh, por la mayor parte. Tu hermana debe prestar atención. Rock es como un
hermano para mí, pero es impredecible y egoísta.”
“Cass no presta atención muy bien a las advertencias. No cuando ella tiene su
mente puesta en algo.”
“Tal vez se van a disfrutar.”
Él me miró mientras caminábamos, y sentí su calor. Aparté la vista, sintiéndome
cohibida recordando cuando su mirada calentaba mi pecho. Caminamos en silencio
durante unos minutos.
“¿Tienes hermanos?” le pregunté. Él no respondió de inmediato.
“Nay. Soy el único hijo viviente de la union de mis padres.”
“Oh. Lo siento. ¿Qué hay de tu madre? ¿Está aquí?” Yo supe la respuesta el
momento que la pregunta salió de mi boca. Si ella estuviera aquí, obviamente, la
habría conocido.
“Ellos creen que algo se rasgó internamente durante mi nacimiento y que sangró
durante días antes que naciera. Yo era demasiado grande para ella.”
“Oh, McKale,” dije en voz baja. Una vez más su tamaño.
En un impulso, me acerqué y tomé su mano, entrelazando nuestros dedos. La
sensación debió tomarlo por sorpresa, porque sus pasos vacilaron un segundo. Por el
rabillo de mi ojo lo atrapé mirando hacia abajo a nuestras manos. Mi corazón latía
demasiado rápido. Yo nunca había sostenido la mano de un chico.
Me aclaré la garganta. “¿Estás en un descanso del trabajo en este momento?”
“Aye. Mi hora de almuerzo. Me encontré con Leilah y me dijo que las había
mandado a las cataratas.”
Caminamos en silencio, tomados de la mano el resto del camino hasta que el
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bosque espeso se abrió al brillante campo abierto y nos detuvimos.
“Tengo que volver a trabajar,” dijo. Lo sentí remolón, y me hizo sonreír
tímidamente. Vi que sus ojos exploraban mi cara y a la luz del sol los colores avellana
eran una mezcla de verde mar y caramelo claro.
Justo en ese momento un ruido desagradable quisquilloso sonaba detrás de
nosotros, seguido por el excesivo cacareo femenino. McKale y yo nos separamos,
dándonos la vuelta para ver a Cassidy y a Rock que se acercaba por el camino.
“¡Eso fue mezquino!” Cassidy le dió a Rock un empujón. Sus rizos negros
reboloteaban alrededor de su cara y él empezó a hacerle cosquillas en sus costillas.
Mientras continuaban, McKale y yo nos miramos el uno al otro nuevamente.
“Supongo que te veré esta noche,” le dije.
Inclinó la cabeza hacia mí y me derrití un poco cuando él respondió, “Hasta
entonces.”
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CAPÍTULO OCHO
Tomé una larga siesta en nuestra habitación mientras Cassidy buscaba a Mamá y Papá
y los llevaba a las cascadas. Me preguntaba si ellos habían tenido el placer de conocer
a Rock.
Lo dudaba.
Varias horas despues me salí de la suave cama, todavía aturdida. Había estado más
cansada de lo que pensaba. Ruidos de la gente hablando y caminando vinían de
afuera, por lo que debe haber sido cerca del final de la jornada laboral.
Me peiné y me lavé los dientes. Usar el baño improvisado no era la gran
experiencia más agradable de mi vida. Habian algunas cosas acerca de la vida del
pueblo que yo nunca creía que me acostumbraría.
Cuando salí de mi habitación escuché unos aplausos. Al caminar hacia el campo
encontré un partido de lo que parecía ser fútbol. ¡Genial! Miré a mi alrededor
buscando a McKale, pero no había salido del trabajo. Me dió alegría cuando encontré
a mi familia y estuve con ellos, viendo el partido. El balón era de buen diseño de cuero
marrón que había sido rellenada y cosida firmemente.
Una diferencia de la versión del juego de fútbol que conocía, aquí se permitía tocar
el balón si estaba en el aire con un golpe de mano para derribarla y mantenerla en
juego. Pero todavía se necesitaba usar los pies para controlar el balón, pasarlo y
patearlo hacia la portería, que consistía de dos pilares de roca. Me moría de ganas de
entrar a la acción, así que cuando los jugadores tomaron un descanzo para tomar
agua, Cassidy y yo nos acercamos al líder. Era joven, como McKale, con sólo un
poco de vello facial rubio.
“¿Disculpe, señor?”
Miró hacia arriba, secándose la frente con un paño.
“Robyn, ¿si? Mi nombre es Keefe. ¿Qué puedo hacer por vosotras?”
“Hola, Keefe. Um, ¿mi hermana y yo queremos saber si podríamos jugar?”
Sus cejas se levantaron con sorpresa y él no respondió.
“Quiero decir, a menos que piense que tenemos una aventaja injusta debido a
nuestra altura,” añadí.
Él se rió entre dientes, claramente divertido y más sorprendido. “Por favor, no se
ofenda, señorita, pero no es su altura lo que me preocupa. Me temo que vosotras
estan a la desventaja porque ustedes son…”
Hizo un gesto con las manos arriba y abajo de mí.
¿Eh? ¿Soy qué?
“Una lass!” él expuso. Lass. Muchacha.
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¡Qué rayos! Esa cosa de género era cosa de antaño. Cass plantó sus manos en las
caderas y me dió una mirada como diciendo, ¿Vas a dejar que se salga con la suya?
Mantuve mi rostro sereno, mientras calmaba a mi feminista interior enfurecida.
Ella, mi feminista interior, en realidad había sido de buen humor hasta ese momento.
Ahora lo único que quería era una oportunidad de hacerle comer esas palabras.
Cassidy y yo compartimos una sonrisa de complicidad.
“De dónde venimos las chicas juegan también,” le dije. “Muchas de las chicas son
tan buenas como los hombres.”
“O mejor,” añadió Cass.
Keefe claramente estaba tratando de contener una sonrisa condescendiente. Un
grupo pequeño de jugadores sudorosos se reunieron alrededor de nosotras.
“Sólo por diversión, dénnos una oportunidad, por favor,” le supliqué. “Nos
comprometemos a no estar molestas por el resultado. Podemos estar en diferentes
equipos para que sea más justo. Sólo tienen que hacernos una promesa.”
“¿Ah, aye?” preguntó Keefe, poniendo sus manos en las caderas. “¿Y cual es?”
“No nos lo hagan fácil porque somos mujeres.” Sonreí y todo el grupo de chicos
se empesaron a reír. Keefe agarró su cintura, al parecer le habían dado una puntada en
el costado.
“Muy bien, entonces, lasses. Si vosotras insisten.”
Cassidy y yo nos dímos las cinco, y nos quitamos nuestros zapatos ya que todos
los demás estaban jugando descalzos. Estaba segura que Keefe solamente estaba
dejándonos jugar porque no quería ofender a los huéspedes de Brogan y la prometida
de McKale, pero la razón no me importaba. Simplemente quería estirar mis músculos
y jugar algo que yo sabía que podía hacer y quizás ganar.
Ocupamos nuestros lugares, los equipos cara a cara se saludan entre si. Uno de los
chicos de la banda lateral silbó y salimos de carrera. Los jugadores corrían más lento
que yo, debido a sus cortas piernas, ellos jugaban muy brusco, se agarraraban y se
empujaban. Por seguro no habría árbitro lanzando banderas de tiro penal.
No pasó mucho tiempo para darme cuenta de que mi equipo no me iba a pasar el
balón, aunque estaba lista para recibir. Nadie se molestaba en cubrirme. Cassidy se
puso de pie en el otro extremo del campo de juego y levantó los brazos en señal de
frustración, tampoco le habían permitido jugar. Ibamos a tener que tomar este juego
con nuestras propias manos.
El equipo de Cassidy tenía una ofensiva fuerte del goleador llamado Mick que
pudo moverse a través de nuestros defensores con demasiada facilidad. No había
problema. Yo podía hacer ofensa o defensa. Yo estaba hacia atrás cerca de la meta, no
teníamos porteros, y cuando Mick se barrió a través de nuestra defensa, yo estaba allí.
Vi sus pies zigzaguear por un segundo buscandole sus pautas, y luego me le
acerqué y le robé el balón.
“¡Oye! ¡ Un momento!” Le oí gritar, y la gente mirando desde la barrera se rió.
Me volví hacia Mick.
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“¿Lo quieres de vuelta?” me burlé con una sonrisa. “Ven por él.”
Él vino hacia mí y lo engañé con una jugada que aparentemente iba hacia la
izquierda, zigzageando alrededor de él a la derecha. Entre gritos y aplausos, ahí estaba
yo haciendo mi camino por el otro equipo con demasiada facilidad. Ellos no jugaban
brusco conmigo como lo hacian con los otros. En lugar de rodar el balón lo pasé a mi
compañero que corría paralelo a mí en el otro lado del campo. Recibido en un ángulo
perfecto, él pateó un tiro limpio a la meta.
Puede ser que sea un cliché decir, ‘la multitud se volvió loca,’ pero lo hicieron.
Especialmente las mujeres. Ellas actuaban como si nunca hubieran tenido tanta
diversión. Corrí hasta el centro del campo, donde los jugadores estaban reunidos
“Ustedes me dejaron pasar con demasiada facilidad,” regañé al otro equipo.
“Porqué no me tratan como ustedes tratan a los otros. No van hacerme daño. Soy una
chica grande.”
Algunos sonrieron y se rieron, pero algunos todavía se veían incómodos. Cassidy
me dió un guiño excesivamente dramatizado que me hizo resoplar.
Su equipo comenzó esta vez, y para mi sorpresa, alguien realmente se lo pasó a
ella. En casa, ella y yo peleábamos por el balón todo el tiempo y casi le ganaba, pero
ella era más feróz cuando tenía audiencia. El hecho de que no había reglas, y las dos
éramos competitivas, no presagiaba nada bueno. Nos encontrábamos encerradas en
una batalla por el balón, que incluía aruñasos, codazos y maldiciones por parte de
Cassidy. También aruñazos en nuestras espinillas, con las uñas de los pies, y también
moretones. Por un momento tuve el balón y cuando me dí la vuelta para escurrirme
me tropezo, y empezamos de nuevo. El público aplaudía y en sincronía cantaba,
“¡Chi-cas Ma-son! ¡Chi-cas Ma-son!”
Distraída momentáneamente por los gritos, Cassidy perdió la atención, vaciló y le
quite el balón entre sus pies con mi talón. Lo pasé a uno de mis compañeros que
disparó un hermoso gol a larga distancia. Después de lanzar mis brazos hacia arriba y
aplaudir, me dejé caer en el suelo con Cass a mi lado, las dos riéndonos.
“¡Es necesario que te cortes las uñas de los pies!” me quejé.
“¡Tú eres la que hablas, Piegrande!” Nos golpeábamos entre sí por unos segundos
antes de levantarnos y reunirnos de nuevo con nuestros compañeros.
Después de otras cuantas rondas agotadoras, mi equipo ganó. Todo el mundo de
pie vitoreaba nuestros nombres y empezaron a darse un cinco cuando nos vieron
hacerlo primero; lo hacían por todas partes, incluyendo entre los espectadores. Mamá
y Papá fueron los porristas en la línea lateral.
Encontré a McKale mirandonos desde el extremo de una mesa donde se reclinaba
con una taza de madera en la mano. Era casi la única persona que no estaba de pie. Él
me miraba con una expresión que no pude discernir, pero quería averiguar. Una vez
que lo miré, todo lo demás se desvaneció y mis pies me llevaron a su lado. Me senté,
manteniendo un poco de distancia en caso de que apestara. Él tomó un sorbo de su
bebida.
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“Agua,” dijo. “¿Estás sedienta?” Yo sonreí. Me gustó que estuviera ofreciendo
compartir una taza.
“Por favor,” le dije. Me entregó la taza y cojí un sorbo, tratando de no beber todo.
“Vamos, terminátelo todo,” me dijo.
“Gracias.” Me lo tomé todo y dejé la taza boca abajo.
Él abrió la boca para hablar de nuevo, sólo que un chisporroteo caliente de la
magia nos invadió desde las inmediaciones de las altas hierbas. Un jadeo colectivo se
levantó, seguido de un silencio mientras todos mirábamos al campo. Toda el agua que
acababa de beber amenazó con volver a subir. McKale estaba quieto y pálido mientras
miraba al aire con aparente fascinación y temor.
Un minuto pasó y el portal no se abrió. Dos de los hombrecillos del juego corrieron
al campo para comprobalo. Nadie se movió ni habló hasta que los chicos negaron con
la cabeza y se encogieron de hombros, volviendo al campo abierto.
“¿Qué fue eso?” le susurré.
McKale se dió la vuelta, tieso. “Pasa algunas veces. Las falsas alarmas. Tal vez el
guardia del reino de las Hadas se acercó demasiado al portal.”
“Oh,” respiré. Mi ritmo cardíaco era demasiado rápido.
Nos sentamos en silencio incómodo y me pregunté si estaba pensando en Khalistah
igual que yo. Con la esperanza de que nunca volvería, a pesar de que ella había sido
tan ‘agradable’ con el durante su infancia.
McKale, más relajado ahora, señaló el lugar donde habíamos jugado y dijo, “Eres
muy buena.”
Mis nervios finalmente estaban estables tratando de confiar en que nadie estaba
saliendo de ese portal. “Gracias. Jugaba un juego similar en casa. ¿Alguna vez haz
jugado?”
“En ocasiones. Con los lads Clur.”
Ah. Quizás Cassidy había tenido razón con su analogía acerca de los ‘juegos de los
renos’.
“Debemos jugar alguna vez. Tú, Clur, Cass, y yo. Sería divertido.”
Un destello repentino iluminó sus ojos. “Aye, si deberas quieres. Ellos juegan
brusco.”
“Te sorprenderías con lo que podemos lidiar,” le dije.
Él no dijo nada durante un minuto, y me pregunté si él estaba pensando que no
quería un futuro con una compañera que luchaba por el balón como un varón. Yo
espero que no, porque yo no estaba dispuesta a cambiar esa parte de mí misma.
“Esta noche,” indicó.
Debía parecer confusa, porque aclaró.
“Después de la cena, si a tí todavía te gustaría jugar, podemos ir a la tierra de los
Clur.” El preguntó vacilante. Nervioso.
“Claro.” Traté de bajar el tono de mi sonrisa excesivamente ansiosa. “Eso sería
genial.”
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Cassidy va estar más que encantada.
McKale miró hacia abajo a sus pies y sonrió para sus adentros.
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CAPÍTULO NUEVE
Cassidy había traído de casa su balón de fútbol color rosa. Ella tiraba el balón de una
mano a la otra mientras McKale nos conducía por la parte baja del arroyo y a través
de una ronda de árboles. Cass me lanzo una mirada emocionada. Entrábamos en tierra
de los Clur.
Tan pronto salimos de los árboles podía oírlos. Caminamos por un campo abierto
que se inclinaba hacia abajo en el borde. Una casa de campo arruinada era apenas
visible a través de los árboles en la parte de abajo. Entonces los vi—a doce de ellos—
en la parte inferior de la colina, de rodillas mirando algo en la hierba y vítoreando.
“Las carreras de ranas,” dijo McKale.
A medida que nos acercábamos pude distinguir la barrera de rocas que bordeaba la
‘pista’ y una docena de ranas que saltaban adentro en todas direcciones. Rock empujó
su rana y uno de los otros chicos le dió un golpe atráz de la cabeza.
“¡Manos afuera, estás haciendo trampa, cabrón!”
Rock le hizo una mueca a su latente corredor verde y murmuró, “Bollocks.”
Cojones. Su ceño se volvió a una sonrisa gigante cuando levantó la vista y nos vió a
los tres parados allí.
Él levantó las manos hacia fuera y dijo, “¡Oy!”
Tan rápido, se olvidaron de las ranas y fuimos rodeados por los curiosos Clur.
Ocho de ellos estaban de tamaño completo y cuatro estaban pequeños. Ninguno de
ellos tenía barba, pero la mitad de ellos tenían pelo facial de algún tipo, de bien
peludos a solo tener un poco de pelo en la línea de la mandíbula como McKale pero
no bien cuidados. Ellos estaban asquerosos y sus ropas estaban gastadas, pero eran,
sin duda, guapos. Sólo un poco…salvaje. Y delgados.
Empujaron a McKale a un lado para poder vernos, a Cassady y a mí, de más
cerca. Rock puso su brazo alrededor del hombro de Cass, reclamandola. La sonrisa
juguetona de ella mostró que no le importaba. Su afirmación no detuvo a los otros
chicos, sin embargo, ellos fueron descarados en sus introducciones, empujándose unos
a otros para ponerse adelante y tomar nuestras manos, tocando nuestros brazos.
“Muy bien,” dijo McKale, forzando su camino de regreso a mi lado. “Dejen que
las lasses puedan respirar, por favor.”
Un chico con pelo marrón y mal cortado se acercó a mi cara, su boca cerca de la
mía, y me olió. Tuve que inclinarme a un lado para evitar un beso accidental. No me
sentía amenazada, él sólo se divertía, pero la atención estaba un poco abrumadora.
Físicamente no tenían límites.
Otros copiandole al de pelo marrón, se nos acercaron con sus caras y respiraron
72
profundamente. Un pequeño individuo apretó su naríz contra la cadera de Cass y olió
sus pantalones cortos, haciéndola reír. Luego recorrió la mano por la curva de su
trasero y Cass saltó gritando, “Oye, ¿qué haces?” Él salió corriendo, tratando de
arreglar su pelo que había sido revoloteado por otro Clur que parecía orgulloso de su
audacia.
Un chico de pelo oscuro se acercó por detrás de mí y me olió el pelo, su nariz me
hizo cosquillas en el cuello. “Ella huele muy rico.”
McKale le dió un empujón y dijo, “Especialmente si la comparamos a ustedes,
¿no?”
Se rieron, pero vi como McKale se acercó hasta mi lado, su brazo me calentaba.
“¿Vas a introducirnos?” le pregunté.
Él asintió y señaló al chico de pelo marrón que había estado cerca de mi cara “Este
es Ardan. Los gemelos traviesos son Carrig y Connall.” Se refirió a dos rubios con el
pelo tan rizado como el de Rock y los ojos azules brillantes. Saludaron como
sincronizados. “Los cuatro pequeños lads son Davin, Fancy Francis, Tyke, y Jax.”
Los pequeños individuos todos sonrieron y asintieron, con diferentes tonos de pelo
castaño. “Este es Blackie.” Blackie, el más alto de ellos, de la misma estatura que
McKale, moreno y de pelo negro que le llegaba a los hombros. Él fue el que me había
olido el pelo. Con un poco más de carne en sus huesos y un cepillo por el pelo, sería
suficientemente guapo para ser un problema mayor.
Despues McKale señaló a dos pelirrojos con rostros pecosos. “Estos son Finbar y
Fergus, los primos zanahoria.” Su pelo era mucho más naranja que el de McKale. “Y
el último Clur es Dashy. El más rápido de todos.”
Dashy, su altura era como de cinco pies y ocho pulgadas con pelo rubio rojizo,
avanzó como un rayo de energía y agarró mis manos para llevarlas a su boca besarlas.
“Gusto en conocerte.” Luego se trasladó a Cass e hizo lo mismo.
“Esta es Robyn,” dijo McKale, inclinándose hacia mí. “Y su hermana, Cassidy.”
“¡Ah!” dijo uno de los gemelos rubios, creo que Carrig. “La futura compañera de
cama de McKale! ¡Aquí, Aquí!”
Santo Cielo…
Carrig alzó sus manos al cielo y los otros chicos hicieron lo mismo, gritando,
“¡Ajúa!”
Cassidy se rió y se cubrió la boca mientras mi cara se puso roja. Su risa era lasciva
y carente de arrepentimiento.
McKale meneó su cabeza y se rascó la mejilla. “¿Necesitan ser tan tontos? Las
lasses han venido a jugar un juego de balón con ustedes.”
“¡Ooh! ¿Ese es el balón?” preguntó Dashy. “Es una bola extraña.” Todos ellos se
acercaron, compitiéndo por la mejor posición para conseguir una buena mirada al
balón color rosa de fútbol de Cass. Ella lo sostenía mientras todos curiosos lo
inspeccionaban.
Yo no podía evitar que me cayeran bien, Mamá siempre los llamaba ‘canallas y
73
sinverguenzas.’ Y me sentí mal al ver que no tenían ningún tipo de orientación, o la
presencia de las mujeres para hacerlos menos salvaje. Estar con ellos hizo que el
mundo se sintiera desequilibrado y quería balancearlo de nuevo.
Rock le arrebató el balón a Cass y se escurrió lejos, sonriendo sobre el hombro
cuando Cassidy gritó, “¡Oye!” y lo persiguió.
Jugar con los Clur no era nada parecido como jugar con los Chaun. Fue un
desastre. Un desastre jocoso. Se sentía bien no tener que portarme bien y poder jugar
duro.
En un momento en el juego Cassidy gritó, “¡El próximo par de manos que me
toquen los pechos o el trasero recibirá una paliza!” Los chicos eran tocones en todos
los sentidos. Se abordaban entre sí, subiendoles sus calzones o bajandoles los
pantalones de los demás. Hacían cualquier cosa para distraer y conseguir el balón.
Algunos de ellos incluso usaban su magia para reducir el tamaño a pequeño cuando
estaban a punto de ser abordados, y luego estallar de nuevo en plena forma después
que el atacante se caía de cara abajo. Este fue un escenario sin reglas, y todos
estábamos jadeando de alegría, luchando y vitoreando cuando se anotaba un gol.
Me gustó ver a McKale manejar el balón. Él tenía un gran control, que era muy
exitante para mí.
Era lo más que había visto a McKale sonreir . Había sido cuidadoso de no ser
tocón en la primera parte del juego, pero a medida que el tiempo pasaba y todo el
mundo empezó a dejarse llevar, él se hizo más audáz. Durante la elección de los
equipos, McKale y yo fuimos puestos en equipos contrarios. Me había decepcionado
al principio. Yo hubiera querido que trabajáramos juntos, pero resulta que la
competencia podría ser mucho mejor.
Cuando uno de los gemelos saltó sobre la espalda de Dashy, aproveché la
oportunidad para robarle el balón. Sólo lo tuve durante tres segundos antes de sentír
un brazo alrededor de mi cintura. En un parpadeo de ojos me tiraron al suelo siendo
ser aplastada bajo un cuerpo grande. McKale y yo estábamos respirando con dificultad
y sonriendo mientras él me miraba. Y luego dos pequeños individuos, Jax y Tyke, que
se habían disparado hacia adelante a toda velocidad, se tropezaron con nosotros y
todos nos quejamos. McKale se puso de pie y me tendió la mano. Él me levantó, pero
antes de que tuviéramos la oportunidad de limpiar la suciedad, el balón volaba a
nuestra dirección, arqueando a través del cielo.
McKale y yo saltamos al mismo tiempo, pero le agarre sus hombros para
levantarme más alto e hice un cabezazo perfecto, mandando el balón volando de mi
frente a la meta. El otro equipo se enfureció mientras que él mío vitoreaba. Cuando
caí puse mis brazos alrededor de McKale abrazandolo entusiasmadamente. Nos
quedamos abrazados, atrapados en el momento, pechos agitados con respiración
rápida, hasta que uno de los primos zanahoria me dió una nalgada y me dijo, “¡Él no
pertenece a tu equipo!”
Y en ese momento alguien le bajó los pantalones a McKale.
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Sus ojos se le hicieron grandes y me cubrí los míos con un grito de risa. Cuando
volví a mirar a McKale se había subido sus pantalones y estaba luchando con Blackie,
que se reía tan fuerte que apenas podía defenderse del pelliscón en la tetilla que
McKale le dió a través de su camisa. Blackie gritó y McKale se dejo caer en su
espalda para recuperar el aliento.
A nuestro alrededor los chicos se veían agotados mientras el sol bajaba detrás del
bosque. Cass vino a mi lado.
“Probablemente deberíamos volver,” le dije de mala gana.
Cass hiso un puchero sacando su labio inferior. Rock se colocó detrás de ella y
deslizó sus manos alrededor de su cintura. Se inclinó y apoyó la barbilla en su hombro.
“¿Vas a volver?” preguntó Blackie, sentándose y apoyando los codos en las
rodillas.
“Claro,” le dije.
“Mira lo sucio que estás.” Cassidy me señaló.
“¡Mira quien habla!” repliqué. Las dos estábamos sucias con hojas y hierba en
nuestro cabello.
“Aye, Cassie-lassie, tu necesitas una buena limpieza,” dijo Rock. Y con eso se
movió rápidamente hacia Cass y se la subió sobre el hombro. "¡Vamos al agua!”
“Uh-oh,” dije, mirando a Rock corriendo y Cassidy gritando de alegría. El resto de
los Clur se lanzaron, empujándose unos a otros mientras los seguían.
McKale y yo nos quedamos allí hasta que sus voces se apagaron.
“¿Son siempre tan salvajes?” le pregunté.
“Nay. Pueden ser mucho peor.”
Jaja. Juntos deambulábamos a través de los árboles hacia la cascada. Me sentí
cómoda a su lado. Había sido impresionante verlo relajarse y divertirse.
Llegamos al agua y me metí hasta las rodillas, inclinándome para salpicarme y
limpiarme el barro de mis brazos y piernas. Los otros estaban más abajo en la
corriente, gritando. McKale fue más lejos undiéndose en el agua con toda la ropa
puesta. Se limpió la cara cuando salió a flote, y se me acercó. Compartimos sonrisas
tímidas. Mi ritmo cardíaco jadeaba a medida que él se acercaba, pero en el último
segundo pareció ponerse nervioso, y viró hacia la orilla. Se sentó en el banco cubierto
de musgos, los brazos extendidos sobre las rodillas levantadas. Aparté mi mirada
decepcionada. ¿Qué esperaba? ¿Que me besara?
La sola idea hizo que mis mejillas se calentaran. Salí del agua fría hacia la orilla y
me senté a su lado. Fue lindo ver su pelo oscurecido por la humedad y como su ropa
se aferraba a él. Traté de no mirarlo, pero cuando miré hacia él, lo ví mirando mis
piernas. Se aclaró la garganta y miró hacia abajo entre las rodillas cuando se dió cuenta
que lo miraba.
Estaba anocheciendo y el cielo se estaba poniendo oscuro, y las sombras cayeron
alrededor de nosotros. Estábamos pensativos por un momento hasta que la inspiración
me llegó y mis nervios desaparecieron.
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“Entonces,” empecé. “De donde yo vengo tenemos esta cosa llamada ‘citas.’” Mi
voz tembló un poco. “Es cuando dos personas se gustan y están interesadas una a la
otra, por lo que pasan tiempo juntos para conocerce. ¿Te gustaría…hacer eso? Ir a
una cita conmigo, mañana por la noche, ¿tal vez?”
Me sentía nerviosa mientras el escuchaba , aún con esa expresión constante. Él no
dió ningún signo de sus pensamientos.
“Quiero decir, que no es tan serio como un acuerdo,” yo divagaba. “Podríamos
simplemente, como, ir a caminar juntos después de la comida. Cena. O como se
llame. O no tenemos que hacerlo si no quieres.” Oh, caray. Necesito callarme. Miré
hacia abajo a mis espinillas brutalizadas y los pies descalzos.
“Vos hablas tan rápido,” dijo.
Mi cara se calentaba y me sentí estúpida. “Lo lamento.”
“Nay, no me molesta. Me gusta cómo hablas.”
Mi cara se calentaba más y me alegré que se estuviera oscureciendo más. “Bien.”
“¿Cuál es la palabra que usaste? ¿Cita?”
Asentí, mordiéndome el labio.
“Creo es una buena idea,” dijo.
No pude evitar sonreír ante su respuesta
“En ese caso,” le dije. “Tengo algo que quiero darte en nuestra cita. Un regalo.”
Sus ojos se iluminaron, pero había algo en trasfondo, una especie de temor en su
emoción.
“No es nada grande. Mi mamá me dijo que tu clan valora los regalos,” le expliqué.
“Así que en cierto modo te traje algo.”
O un montón de cosas, pero él no necesitaba saber eso todavía.
“Aye. Los regalos son…” Se rascó la mejilla, buscando las palabras correctas. “No
damos o recibimos regalos a la ligera. Dar un regalo, no importa cuán pequeño, es
como dar un pedazo de tí mismo. Aceptar un regalo significa que uno acepta una parte
del otro. Es un honor.”
“Oh.” Sobre la base de esa explicación profunda, me decidí a tomarlo con calma.
Elegiría un regalo para mañana por la noche, esperando que lo acepte. Traer toda la
caja de regalos probablemente lo asustaría. Como si le estuviera entregando el título de
propiedad de mi alma o algo así.
“Bueno, ¿a dónde podemos ir?” le pregunté.
Pensó en ello. “Hay un lugar que me gusta ir para estar solo.” Otra vez me habló
en el tono tímido que me recordó que no estaba acostumbrado a compartir algo de sí
mismo. Me sentí de una forma muy especial. Traté de concentrarme en la direcciones.
“Si sigues el borde del bosque al este, llegarás a una colina con un solo árbol—” Se
rascó la barbilla. “Supongo que es mejor si caminamos juntos para que no te pierdas.”
“Podríamos encontrarnos en el borde del bosque,” sugerí.
“Aye. Eso servirá. Después de la cena, cuando caiga la noche y casi todo el mundo
se ha ido a descansar. La luna debe ser suficiente luz.”
76
“Suena perfecto. Es una cita.”
“Una cita,” repitió. Hizo hincapié sobre el sonido de la ‘t’ y solté una risita, lo que
lo hizo sonreír y moverse inseguramente. Le toqué su mano que estaba a mi lado en el
suelo, y alzó su dedo para coger mi meñique. Lo sostuvo por un momento y me dió
una mirada cálida. Mis rodillas se sentían inestables cuando nos levantamos y
empezamos a caminar río abajo hacia los demás.
Cassidy estaba sobre la espalda de Rock mientras nadaba. Los otros se lanzaban
unos a los otros jugando fuertemente. No tenía ni idea de dónde sacaban tanta
energía. Cuando uno de los chicos subió del agua tenía la ropa en la mano, la cual
chorreba agua, el la arrojó a la orilla. Los demás se rieron y siguieron su ejemplo.
“¿Eso es…?” comencé.
McKale asintió. “Los pantalones van para fuera.”
Esa era mi señal para salir de ahí. “Bueno, Cass. Vámonos. Está oscureciendo.” Y
los Clur se están desnudando.
Ella gimió como una niña pequeña, saliendo del agua hacia nosotros.
“Adiós a todos,” dijo, agitando su mano. “Fue un placer conocerlos.”
Un par de pantalones mojados cayeron a mis pies y todos rugieron con diversión.
“¿Podemos obtener un abrazo?” Blackie gritó, empezando a ponerse de pie.
Sostuve la palma de mi mano para bloquearlo y mantenerlo a raya. “Tal vez la
próxima vez. Ustedes simplemente quédense dónde están. Nos vemos más tarde.” Me
sonrió y alzó la mano diciendo adiós, algunos chicos lanzaron besos y otras tonterías.
“Hasta mañana, Cassie-lassie,” dijo Rock desde del agua. Le arrojó los pantalones
empapados a Cass, pero ella los esquivó con un chillido y lo saludó con dulzura.
“¡Hasta entonces!” Ella se giró y tomó mi mano, susurrando en voz baja, “¡Oh,
Dios mío, los Clur son tan lindos! Necesitamos, pues, ¡traer a todos nuestros amigos
aquí!”
Sonreí ante la idea, y seguí a McKale por el camino oscuro entre los árboles, feliz.
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CAPÍTULO DIEZ
No había nada como sentarse en una pequeña tina con un chorrito de agua para una
ducha. Tomó cerca de un millón de años lavarme el pelo.
“¿Vienes a cenar?” Cassidy hablaba a través de la cortina de tela.
“No lo creo,” le grité. “ Tengo una cita con McKale esta noche y tengo que estar
lista. ¿Puedes decirle a Mamá y a Papá por mí?”
“Oh-la-la, una cita. ¡Vaya! ¿Vas a comer algo? ¿Además de los deliciosos labios de
un Leprechaun llamado McKale?”
Me reí a través de un temblor nervioso. “No creo que vaya a tener tiempo para
comer.” Además, yo estaba medio corriendo en adrenalina.
“Bien. Bueno, quiero todos los detalles cuando regreses esta noche. Y no uses toda
el agua.”
“Sí, sí.”
Empujé la pequeña válvula para apagar la corriente de agua y escurrí mi pelo.
Entonces me acomodé hasta el borde de la tina, así podría afeitarme usando el agua
que ya estaba allí. Caray, esa agua se veía tan desagradable. ¿Cómo pude estar tan
sucia? Sobre todo, mis pies. Estaba una vez más agradecida de no ser la persona
encargada de las gestiones de limpieza.
Se sentía bien estar limpia y secarme con una toalla de mi maleta. No había mucho
que pudiera hacer con mi pelo que no sea cepillarlo y arreglarlo con un poco de gel.
No me molesté con maquillaje, excepto un poco de rubor a través de mis pómulos y
algo de brillo labial. Me puse mi falda color caqui y una camiseta sin mangas de color
morado con encaje rosa alrededor de los bordes. Me sentía muy femenina esta noche.
Después de colocarme mis chanclas abrí la puerta para asomarme. El sol
empezaba a ponerse con colores suaves, y la gente ya se filtraba lejos de la zona del
comedor. Cerrando la puerta, saqué la caja de McKale de la esquina de la habitación,
la abrí y saque la pelota de fútbol en color blanco y negro.
Un pequeño partido entre los dos sonaba divertido. Sonreí, mientras caminaba por
la habitación con la pelota en mi cadera. Estaba aburrida. No podía esperar más. Yo
quería llegar primero de todos modos.
Caminé un gran tramo alrededor del campo abierto para que nadie me viera,
pasando por el campo de hierba a través del cual habían llegado los Clur. También era
el hogar del Portal de los Hadas, lo que me dió un poco de miedo, a pesar de que eran
invisible. Corrí el resto del camino, hice buen tiempo hasta el borde del bosque sin que
nadie se diera cuenta. Entré al bosque y me senté contra un árbol lo suficientemente
lejos donde pudiera ver, pero que nadie me viera por la oscuridad.
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Mis piernas ardían como si estuvieran en fuego. Primero por las marcas que
Cassidy me había dado durante el juego, segundo por las rasguñadas de la hierba
mientras corría a través del campo. Sentí en el frente de las pantorrillas, una sensación
de hormigueo. El cosquilleó aumentó, pasando a mi pecho, y me quedé quieta.
Alguien estaba usando magia. Recorrí con mi vista el campo y todo a mi alrededor,
pero no vi nada. Tal vez uno de los Clurichaun estaba jugando por ahí, cambiando de
tamaño o algo así. Me sacudí el escalofrío.
Diez o quince minutos pasaron antes de que viera una figura alta pasando por los
pastos. Apreté mis labios y me senté con la espalda recta para verlo. Él no me percibía
por los árboles. Cuando llegó a la mitad del campo, otra sensación de magia me tocó.
McKale se detuvo y yo sabía que él lo había sentido, también.
Los siguientes segundos fueron como algo de película de terror-especialmente
hecha para mí. Algo fuerte soplaba a través del ambiente que me quemaba mi piel. A
diez pies de distancia de McKale un pequeño resplandor negro quebró el aire y
Khalistah, también conocida como la Loca Chica Hada, salió como una flor mística
floreciendo por el aire. Todo mi cuerpo se quedó inmóvil de miedo. McKale miró a
sus espaldas por encima de su hombro hacia el pueblo, buscándome o cualquier otro
testigo, que estuviera mirando. Pero cuando ella se deslizó hacia él, su pelo platinado
rosando la hierba detrás de ella, su vestido que fluía como una cubierta de libros de
cuentos, su preocupación parecía alejarse y él se veía perdido por ella.
Ella era impresionante, sí, y yo la odiaba con todas las fuerzas de mi ser. La LCH
enlazó su brazo frágil a través del fuerte brazo de éllo que lo hizo detenerse y respirar
profundo. Ella sonrió e hizo un gesto hacia el bosque. Los dos caminaron hacia los
árboles, como quince pies de distancia de mí. Yo estaba demasiada horrorizada para
moverme. Hablaban abiertamente, y podía oír desde donde yo estaba sentada.
“Tenía la esperanza de que pasaras esta noche, McKale de los Chaun. ¿Estás
dirigiéndote a tu árbol en la colina? ¿Quieres que te acompañe allí?”
“Eh, nay. Sólo…un paseo por la noche, pero debo regresar pronto. Ha sido un día
largo. Podemos hablar aquí por un momento si te gusta.”
“La vista de aquí me gusta mucho.” Su voz sedosa me revolvió el estómago.
Cuando ella se levantó y corrió su pequeña mano a lo largo de la cara de él, le oí
inhalar. Ella inclinó la cabeza de él hacia un lado para mirarlo. Él se inclinó hacia su
mano con un leve exclamor de su pecho.
Apreté mis dientes, sintiéndome mucho más que molesta. Estaba brava por
muchas razones. En primer lugar, el hecho de que ella tuvo que colarse al ‘barrio
marginal’ con el chico que su gente había elegido para mí. En segundo lugar, el hecho
de que estaba tan afectado por sus encantos. Y en tercer lugar, la crueldad de la
posibilidad de que yo tendría que sentarme aquí y verlo todo.
Ella retiró la mano de su rostro y él se estremeció antes de enderesarse alto de
nuevo, parpadeando como si se despertara de un sueño. Él lanzó una mirada hacia el
campo y luego a la Chica Hada.
79
“Khalistah,” dijo McKale con una voz suave. “Nosotros…no podemos hacer esto.
Es necesario que usted se de cuenta de que entre nosotros esto no puede funcionar.
Nunca ha sido nuestro destino. En especial ahora.”
“¿Por qué no? ¿Debido a tu prometida?” Su última palabra serpenteaba hacia
fuera como un látigo. “Usted nunca antes parecía molestarse por nuestras diferencias.
¿Su amor por ella ha crecido tan rápido?”
“Ella es amable.” Volteó la cara lejos de ella cuando lo dijo, pero ella tomó su
mejilla y la acercó poco a poco hacia ella, esto lo sorpredió. Él parecía derretirse al
estar cerca de ella.
“No te olvides de quien ha sido amable contigo toda tu vida.”
Ella le tocaba sus labios con sus dedos y tomó toda mi fuerza de voluntad para no
ponerme de pie y gritar—a fuerzas quítale las manos de encima. Las palabras de mi
madre acerca de la ira de una Hada sonaron a través de mí.
“Aye, vos habéis sido muy buena conmigo,” McKale susurró, y sus manos se
deslizaron alrededor de su cintura. “Pero mi…mi clan…” Sus manos comenzaron a
vagar arriba y abajo de los costados y cerró la brecha entre ellos. La LCH juntó sus
labios en señal de un beso. El rostro de McKale se acercó a sus mejillas y rozó sus
labios sobre su mandíbula. Él suspiró, olvidándose de lo que había estado diciendo.
Ella continuó la conversación, mientras que los labios de él tocaban la piel mágica de
ella.
“Podemos hacer que esto funcione, McKale de los Duedes.”
“Aye,” murmuró.
“Vamos a encontrar una manera de asegurar la supervivencia de su clan. No se
entregue a la humana todavía. Ella nunca podría comprenderte como lo hago yo. Ella
—”
Otra chispa de la magia zumbó por el aire. Khalistah se separó de McKale y miró
hacia el portal. Para mi el aire estaba complemente vacio.
“El guardián del portal envía advertencia. Debo regresar. Hasta entonces, por
favor, acepta este recuerdo.”
Sacó algo brillante de su corpiño, un talismán de oro en una cadena. McKale miró
la ofrenda, aturdido, sin hacer ningún movimiento para tomarlo.
“¿Mi amor?” ella dijo, sus palabras apuñalando mis entrañas.
“Espera, yo…” Él parpadeó rápidamente. “Es demasiado.”
¡No lo tomes! Rogaba en silencio.
Ella agarró su muñeca y dejó caer el regalo en su mano, curvando los dedos
alrededor del regalo. Cerré los ojos.
“Para que me recuerdes cuando no estemos juntos.”
Él asintió, casi imperceptiblemente, y luego ella se esfumó en hacia el campo,
desapareciendo en la nada.
McKale se apoyó contra un árbol, él parecía aturdido por un minuto, y luego
caminó hasta el borde del bosque y miró de nuevo hacia la aldea. ¿Buscándome?
80
Cuando él no vió nada, abrió la mano y se quedó mirando al regalo que había
aceptado. Se sentó con fuerza en el suelo, apoyando su cabeza en el árbol y cerrando
los ojos. No podía moverme, y me dolió ver como dejó caer su cabeza hacia adelante.
Apoyó los codos en las rodillas y se frotó las manos arriba y abajo de su cara, dejando
escapar un sonido de frustración.
Yo quería ir con él. Pero cuando llegara allí no estaba segura de si me gustaría
consolarlo o darle una patada en la cabeza. No podía olvidarme de las tiernas
imágenes en mi mente.
Yo no quería pasar toda la noche en la oscuridad del bosque. ¿Quién sabe cuánto
tiempo se quedaría sentado allí esperando por mí? Yo no estaba de buen humor
después de haber sido testigo de ese encuentro-sensual. Lo unico que quería ahora era
estar sola. Me puse de pie, rígida y recta, apretando la pelota contra mi estómago con
las dos manos sobre ella. Entonces salí de los árboles hacia el campo.
“¿Robyn?” McKale gritó, sonando inseguro y confuso. “Maldición.” Le oí
arrastrar sus pies, y caminé aún más rápido.
“¡Robyn, espera!”
Yo no quería mirar hacia atrás. Pero lo hice.
Estaba de pie, tenso, parecía herido cuando se dió cuenta de que debí haber visto
todo. Él comenzó a hacer su camino hacia mí, pero yo negué con la cabeza.
“No.” Mi voz era gruesa. “Por favor, McKale. No puedo hablar ahora.”
Se detuvo bruscamente, como si le hubiera pateado en el estómago. Mirando hacia
delante de nuevo, corrí el resto del camino de vuelta a mi habitación.
81
CAPÍTULO ONCE
82
Después de que ella le había llamado a la LCH todos los nombres malos que sabía,
y además algunos nombres creativos que había dicho sobre la marcha, me sentí un
poquito mejor.
“¿Por qué no le das ya los regalos y le muestras el video para que sepa cómo
deberas te sientes?”
Mis entrañas se paralizaron ante la idea de hacerme vulnerable de esa manera. Ella
me podría haber preguntado por qué no le bailaba una giga irlandesa sobre la mesa.
Claro, a él le podría gustar, pero aún podría pensar que yo era una tonta desesperada.
Cuando McKale explicó los sentimientos de su clan sobre la importancia de los
regalos, él realmente daba en el punto como yo sentía por esa caja. Dándole esos
regalos iba a ser como darle un pedazo de mí misma. Yo no iba a forzar mis dones
sobre él como la LCH había hecho con él esta noche. No podría soportarlo si no
estuviéramos los dos totalmente honrados en el dar y recibir de regalos del corazón.
“No puedo,” le dije. “No ahora.”
“Sí, tienes razón. Él no se lo merece después de besar al enemigo.”
“Él no puede evitarlo. Ella le hace perder la cabeza.”
“Entonces, ¿por qué estás enojada con él?”
“No lo sé.” Yo estaba temblando. “Supongo que sólo quiero que sea lo
suficientemente fuerte para que ella no le afecte, pero sé que no es justo. Nunca me
había sentido tan…tan…” Yo buscaba la palabra adecuada.
“¿Vulnerable? ¿Amenazada?”
“Sí…” Pero me sentía mucho más que esas dos palabras.
“¿Qué más?” preguntó. Ella masajeaba mi espalda y traté de relajarme.
“No lo sé. Sólo que, que estoy empezando a quererlo, ¿sabes?”
“¿Tienes miedo que te rompa tu corazón?”
“Quizás. Quiero decir, no creo que lo haría a propósito, pero si ella sigue viniendo
detrás de él…”
Ni siquiera nos habíamos besado, y viendo que tocaba a otra chica esta noche,
independientemente de las circunstancias, me ardía por dentro de dolor y de celos.
Además de eso, me daba miedo por mi familia. Me sentía impotente.
“Vamos a tomar las cosas día a día, ¿vale?” preguntó Cass.
Casi sonreí por su sabiduría, pero mi cara no estaba de acuerdo. En su lugar, le
susurré, “Está bien.”
Casi le pregunté a Cassidy qué estaba haciendo por fuera tan tarde, pero luego
decidí que no quería saber. Al menos esta noche no.
Ella me abrazó, con olor a barro fresco y a cosas del agua.
“Tú tienes la primera opción en la bañera mañana, Chicadee,” le dije.
“¿Estás diciendo que apesto?”
“A santo cielo.”
Se puso de pie y dejó caer sus pantalones cortos en el suelo junto a los míos y
luego se subió a la cama con la camiseta mal-oliente todavía puesta.
83
“Bueno,” dijo ella. “Buenas noches.”
Sonaba un poco triste, probablemente cansada y preocupada por mí. Le dije
buenas noches y apagé la lámpara.
Esa noche soñé que LCH seducía a McKale hacia el portal. Yo estaba corriendo a
través de la hierba alta, tratando de llegar a él, pero mis movimientos eran lentos.
Demasiado lentos. Él la siguió adentro, y el portal se quedo abierto, muy abierto. Los
dos estaban en la entrada oscura, se veía como mandíbulas listas para devorar. Podía
verlo, cayendo de rodillas a su servicio. Grité su nombre una y otra vez, pero no
apartó la mirada de ella. Ella, sin embargo, me miró directamente. Y sonrió.
84
dura para comer.” Con un cuchillo le cortó la capa exterior, entregándome el trozo de
raíz como un caramelo. Así que esto era lo que McKale a menudo mordisqueaba.
Cuando Papá se dió la vuelta lo tiré a lo lejos.
“Es maravilloso en el té,” dijo Mamá, que se arrimaba a mí lado.
“¿Cómo sabes todo esto?” le preguntó Cassidy a Papá.
“McKale me ha estado enseñando.”
Alzé mi cabeza. “¿Deberas? ¿Cúando?”
Papá se sentó a mi lado en la hierba, sin importarle que estuviera mojada. “Hemos
tomado algunas caminatas juntos. Es un chico inteligente. Tiene un buen ojo para la
botánica.”
En cierto modo me calentó mi corazón oyendo que él había estado pasando el
tiempo con Papá. Aparté cualquier pensamiento agradable y me dije que no me
importaba.
“Creo que es una pena que él tenga que sentarse sólo en las comidas,” dijo Mamá.
“Nadie le presta atención.”
“Sí, es una pena,” Papá estuvo de acuerdo. “Creo que los malos hábitos se han
formado a lo largo de los años, y no ayuda que McKale sea introvertido. En algún
momento él cerró las puertas a las relaciones con los demás, por lo que es parte de su
culpa de no tener amigos.”
“Él tiene un amigo,” dijo Cass.
“¿Quién? ¿Ese chico Clurichaun?” preguntó Mamá.” Me imagino que no es lo
mismo que tener un amigo cercano de su propio clan, es lo que pienso. Los Clur no
comparten la misma ética de trabajo como los Chaun.”
“Los Clur tienen responsabilidades en su clan,” dijo Cassidy. “Quiero decir,
supongo que la tienen, porque de otra manera ¿cómo podrían vivir? ¿Lo sabes?”
“Hacer lo mínimo para sobrevivir es un poco diferente a tener una sociedad
productiva llena de buenos trabajadores,” Papá respondió. “Puede parecer sexista la
forma en que los Chaun tienen responsabilidades rígidas para los hombres y mujeres,
pero el papel de cada individuo es importante. Todos se benefician unos a otros con el
trabajo duro.”
Cassidy no contradijo ni dijo nada más.
“Sabes que puedes hablar con nosotros, Robyn.” Mamá se acercó y tomó mi
mano.
“Lo sé,” le dije. “Gracias.”
Pero por dentro yo estaba hecha un nudo de confusión. Quería que les gustara
McKale y tenía miedo, que si yo les decía lo que había pasado con la LCH, ellos se
iban a enojar de nuevo. Yo no quería incitar el ‘Modo Protector de Papa’ y no estaba
segura de cuanto nos teníamos que preocupar hasta este punto.
Finalmente, el cielo se oscureció y empezó a llover de nuevo, así que reunimos
nuestras cosas y comenzamos a caminar de regreso a la aldea. Mamá y Papá se
adelantaron, agarrados de las manos, balanceandolas. Ninguno de nosotros nos
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preocupamos por la llovisna . Nos habíamos acostumbrado a la lluvia.
“Buen trabajo, haciéndote la difícil con McKale,” Cassidy susurró mientras
caminábamos.
“Eso no es realmente lo que estoy tratando de hacer.”
“Bueno, está funcionando. Él sólo se te queda mirando cuando juegas fútbol y
cuando bailas en las fiestas.”
“Tal vez él me está mirando porque no puede creer que se comprometió con una
mujer de las Amazonas.”
“Oh, por favor.” Cassidy se rió. “Si tu ves vieras como él te mira, es como si no
supiera que hacer pudiera decidir si pegarle a algo o entregarse a ti.”
“Lo que sea.” Realmente no quería hacerme ilusiones.
“No es tu culpa que lo acosa la LCH.”
“Lo sé, pero…” Pero, ¿qué? “Tu no los viste juntos.”
“Su cuerpo tiene una auto-respuesta a la magia de ella, Robyn. Tu debes estar
acercándote más a él no estar empujándolo de ti.”
Refunfuñé. El hecho del asunto es que la LCH era un problema, y ella no se iba a
desaparecer. Yo no era capaz de detener mi instinto de conservación.
“¡Vamos a buscar a los chicos y pasar el rato con ellos esta noche!” Cassidy
saltaba un poco mientras caminaba a mi lado.
“No, Cass. Estoy cansada y está lloviendo. Sólo quiero ir a la cama.”
Ella exhaló dramáticamente y dejó caer sus brazos a sus lados. “¿Estás deprimida
o algo así?”
Yo me ericé. Yo no quería estar deprimida, pero tal vez lo estaba. Y en ese
momento la agresividad de Cassidy me hizo sentir injustificadamente molesta.
“Sinceramente estoy cansada,” le dije. “Me levanto temprano y trabajo todo el día,
mientras que algunas personas se quedan en cama porque se quedaron jugando toda la
noche.”
“Oye, yo ayudo a veces. Pero no me tienes que arrancar la cabeza, ¡caramba!
Estoy sorprendida por como tu estás actuando. Quiero decir, si tu te quieres dar por
vencida tan fácilmente, esa es tu decisión.”
“Yo no me doy por vencida. Pero tampoco me quiero involucrar en ningún
jueguito que McKale y la LCH esten jugando. Él ni siquiera ha tratado de hablar
conmigo. No espero que lo entiendas. Tu estás en una relación libre de presión con un
tipo que no tiene una Barbie de tamaño natural asesina que le diga que tiene que
mantenerse alejado de ti.”
Más adelante, Mamá se volteó para mirarnos y le sonreímos automáticamente,
bajando la voz.
“Bueno, si yo fuera tu, lucharía por él. Eso es todo lo que estoydiciendo.”
“¿Cómo se combate una Hada, Cass? ¡No se puede! Incluso si de alguna manera
hago que él realmente me quiera, ¡no puedo hacer que ella deje de quererlo a él!”
“Yo sólo estaba tratando de platicar, cielos. Cálmate y tómate un medicamento
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menstrual,” ella refunfuñó, acelerando sus pasos hasta que estuvo junto a Mamá y
Papá.
Suspiré y me crucé de brazos, caminando sola. Odiaba esos sentimientos feos y yo
sabía que lo estaba sacando a flote y más con la gente que amaba. Esta no era yo.
Algo tenía que cambiar. Y pronto.
En el décimo día después de la supuesta cita que no sucedió, yo sonreía para mis
adentros, mientras colocaba un huevo cálido y marrón en la cesta que colgaba de mi
brazo. Fue la primera mañana que no llovía, y eso me levantó el ánimo. Me preparaba
para meter mi mano en paja y encontrar otro, cuando vi algo grande que se movía al
otro lado de la empalizada, mucho más grande que un animal de la granja. Me puse de
pie bruscamente, golpeándome la cabeza con el techo del gallinero espantando a una
haciendola que empezara a cacarear y aletear sus alas.
“Ah. Lo siento,” le dije a la gallina. Entonces me agaché para soltar la cesta. A
través de las ranuras de la madera me percaté del perfil de McKale y mi estómago dió
vueltas. La gallina me miraba como diciendome ¿qué esperas? Respiré profundamente
y salí del gallinero para enfrentarlo.
Lo miré abiertamente, esperando que él viera que me alegraba por su visita. Estaba
increíblemente contenta de que él me hubiera venido a buscar.
Él se quedó allí moviendo sus pies, sus brazos detrás de su espalda. Sus patillas
sobresalían más que de costumbre, como si no hubiera tenido la molestia de
recortarlas. No me daba ninguna satisfacción saber que esta situación estaba afectando
su vida. Pero tal vez si él se hecha al abandono la LCH perdería interés por él. jaja.
“¿Estás camino al trabajo?” le pregunté.
“Aye,” susurró, la voz más ronca de lo habitual.
En un movimiento lento, sacó sus manos detrás de su espalda y extendió una
pequeña cesta tejida llena de fresas y zarzamoras. “Traje algo para ti, Robyn.”
Mi corazón balbuceo.
Con las palmas de sus manos él me ofreció las frutas. Extendí la mano y tomé su
ofrenda, abrazandolas suavemente contra mi pecho.
Yo nunca había visto alguna de estas frutas en la cocina. En su mayoría eran panes
y proteínas. Las frutas y verduras se recogían afuera y se comían, como aperitivos.
Noté la forma que la mano de McKale temblaba, también la mirada de expectación en
sus ojos mientras esperaba. Fue entonces que me di cuenta.
Este era un regalo.
“Gracias,” le susurré, sintiendo que todo lo que había endurecido dentro de mí se
había hablandado de nuevo, tan fácilmente. Mi culpa por evitarlo me mordía por
adentro y me sentía horrible por el muro que había construido entre los dos.
Un aire de alivio le salió de sus labios y puso sus manos en sus caderas, bajando la
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cabeza.
“Será mejor que siga en mi camino,” él dijo.
“Espera.” Di un paso adelante, pero no tenía ni idea que iba hacer o decir. ¿Qué
pasará ahora? Películas y libros siempre hacen parecer tan fácil abrirse y hablar con
alguien que te gusta. Pero en la vida real era tan, pero tan difícil.
“¿La has visto otra vez desde aquella noche?” De todas las preguntas que podría
haberle hecho, ésta era la que yo ni siquiera quería saber la respuesta. ¿Por qué estaba
torturándome a mí misma? Ya era suficiente malo que cada vez que me acostaba en la
cama por las noches me la imaginaba a ella saliendo a escondidas a través del portal y
entrando en su habitación.
McKale frunció su frente ante la pregunta y él vacilante miro mis ojos y contestó.
“Nay.”
“Sabes que no puedes tenernos a las dos,” le susurré, sintiéndome valiente.
Casi le decía que no se podía tener su pastel y también comerselo, pero
probablemente él no entendería el viejo adagio. Era una estupidez decirlo de todos
modos.
McKale parecía lo suficientemente tenso como para salir corriendo en cualquier
momento, pero necesitaba saber todo ahora, así que seguí hablando sin nada que
perder.
“Necesito que sepas, McKale, que quiero que esto funcione. Tu me gustas—”
“Robyn…” El tono de su voz sonaba a ‘No te creo,’ y eso me frustraba.
“¿Por qué es tan difícil que me creas?”
Miró hacia abajo, pasando una mano por la cara mientras yo le hacía preguntas.
“Cuando eras niño, ¿no te habías preguntado acerca de mí? ¿Acerca de cómo
sería? ¿Nunca te emocionabas pensado que todo podría ser tan bueno?”
Yo sabía que él estaba intranquilo, pero no me importaba. Abrió su boca y se
detuvo un segundo antes de decir, “Aye, lass, siempre me preguntaba. Y suponía que
tú tambien te sentías amedrentada tanto como yo sobre este arreglo. Ninguna mujer
había mostrado interés en mí hasta…”
Cerré los ojos y levanté mi mano como una señal de párale. “Hasta que ella.” Una
envidia familiar revolvió dentro de mí, pero seguí adelante. “Es posible que hayas
estado temiendo nuestro compromiso, pero eso no significa que yo también lo estuve.
Algún día voy a hacer que me creas. Te lo demostraré.”
“No tienes que demostrar nada. Ya superaste todas mis expectativas.”
“Sólo porque tienes bajas expectativas.”
Hizo una mueca.
Los quehaceres de la mañana no estaban completos, pero tenía que aprovechar
este momento, mientras me sentía valiente.
“Ven conmigo,” le dije. Sin soltar la cesta de frutillas en mi pecho, me dirigí hacia
mi cabaña con McKale, en silencio.
“Espera aquí,” le dije cuando llegé a mi habitación y él asintió. “Vuelvo
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enseguida.”
Cassidy se sentó aturdida en su cama.
“¿Qué haces?” preguntó.
Me agaché hacia la caja, la abrí y saqué la pelota de fútbol. Sentí una oleada de
emoción mezclada con nervios. Cassidy abrió enormemente sus ojos alegrándose.
“Se la vas a entregar?”
“Sip. Vístete y ven ayudame con los animales en un ratito. Te voy a contar todo.”
Ella cayó de espaldas sobre la cama, dando patadas y puñetazos al aire. “¡Sí! ¡Sí!
¡Por fin!”
Salí de la habitación sonriendo. Cuando vi a McKale apoyado en la pared de
nuestra cabaña fue mi turno sentirme tímida e incierta. Él miró la bola con curiosidad
mientras se paraba frente a mí.
“Supongo que no has oído hablar de la Copa del Mundo, ¿verdad?” Él negó con la
cabeza, entonces le expliqué brevemente como funcionaba. Mantuve su interés y
atención me dí cuenta lo mucho que lo había extrañado. De brazos cruzados
escuchaba mi explicación acerca del juego que habíamos asistido.
Mientras miraba hacia la pelota en mis manos, sus brazos descruzados cayeron a
sus lados. Me costaba respirar, estaba tan nerviosa. Cuando por fin me miró, tuve que
apretar los dientes para poder controlar la emoción. Él no estaba llorando, pero sus
ojos estaban definitivamente brillosos, y su rostro tenía una emoción de asombro e
incredulidad.
“Es para ti, McKale.” Le tendí la ofrenda, al igual que él lo había hecho conmigo.
Me concedió una adorable sonrisa juvenil.
“¿Seguro?”
“Sí. Ha sido tuya durante mucho tiempo. Y si la aceptas, quiero que la uses.
Diviértete con ella.”
Él extendió la mano y puso una mano en cada lado de la pelota, pero no la tomaba
todavía.
“Me siento honrado de aceptar este regalo de parte tuya, Robyn.” Sus ojos eran
brillantes y las paredes alrededor de mi corazón se hicieron pedacitos.
“Me siento honrada de que la aceptes.” Tragué saliva cuando el tomó el balón. “Y
tal vez ¿podramos jugar juntos?”
“Me encantaría,” dijo.
“Que tengas un buen día en el trabajo,” le susurré.
Junté las manos a mi espalda. Él me dió una pequeña reverencia y deambuló a la
distancia, mirando cada detalle de la pelota. Pero cuando llegó a la esquina se detuvo
para mirar hacia atrás. Me quedé quieta, sumergida en su mirada. Ese breve vistazo de
gratitud le dijo mucho a mi corazón. Pase lo que pase, yo no estaría evitándolo de
nuevo.
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CAPÍTULO DOCE
Horas antes de la cena, me senté en una esquina tranquila del campo abierto para
pintarme las uñas. Me recosté contra un árbol en el borde del bosque, admirando la
vista de la aldea. Fue interesante y dulce ver algunos de los hombres más jóvenes
ayudando a las mujeres hacer sus quehaceres, sobre todo el trabajo pesado. Usaban
carretas planas, parecidas a las carretillas, para mover las cubetas de basura a otra área
lejana donde ellos la conviertían en abono.
Oí risas en el bosque detrás de mí. Rock perseguía a Cass cerca del camino, y
cuando él la alcanzó, la sujetó al árbol y la besó con una pasión que me sorprendió.
Tuve que mirar hacia otro lado y mantener el grito cuando él comenzó el toqueteo.
Había estado tan preocupada por mi propio drama y la sobrecarga emocional que no
había tenido tiempo para preguntarme qué estaba pasando con esos dos.
Cassidy no tenía el mejor historial cuando se trataba de chicos. Ella no podía tener
una aventura romántica sin involucrarse emocionalmente. Rock representaba un
enorme dilema—demasiados factores interferían en el camino para ellos poder estar
juntos. La historia de él era uno de los factores más grandes. En segundo lugar era que
no había manera de tener una relación a larga distancia. Rock no tenía WIFI.
Cassidy irrumpió fuera del sendero, pasando justo delante de mí.
“Oye,” llamé. Ella giró, sin aliento y enrojecida, y sonrió cuando me vió.
“Oye.” Ella se acercó y se sentó a mi lado. “Ooh, ¿píntame las uñas?”
“Por supuesto. Te ves feliz.”
“Sí.” Ella puso su mano en mi rodilla soñando despierta, mientras que yo pintaba.
Esperé hasta que estaba en su segunda mano para hablar.
“Así que…¿qué esta pasando contigo y Rock?”
Ella se quedó en silencio mientras yo rodaba el esmalte de uñas dos veces por
encima de su uña del dedo meñique. Tenía miedo de mirar hacia arriba.
“Nunca he conocido a nadie como él. Ronan es increíble.”
Ronan. Sí, estaba enamorada.
“Increíble, ¿no?” Ahora la miré, un destello deslumbraba en sus ojos.
“¿Qué dirías si te dijera que estoy pensando…ya sabes…?”
¿Qué de qué? Me aclaré la garganta y luchaba por mantener la calma para poder
contestarle. Yo no quería que ella hiciera nada que luego lo lamentara.
“Yo digo que creo que es una muy mala idea.”
Su rostro se endureció. “¿Por qué?”
¿Deberas tenía que preguntar?
“Cass, ¿por qué entregar tu virginidad a un malandrín primo de los Leprechaun
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que tu probablemente nunca verás de nuevo?”
Me expresé más fuerte de lo que quería, como un golpe contra su opinión general,
y también al chico que a ella le gustaba. Ella retiró su mano lejos de mí.
“Oh, ¿yo dije que lo estaba pensando?” ella gritó. “Quise decir que ya lo hice.”
“¿Qué?” Salté de pie al frente de ella. “No. Estás mintiendo.”
Ella se encogió de hombros con indiferencia, dejando de pelear.
Necesitaba mantener la calma, pero mi voz se elevó a pesar de mis esfuerzos.
“¡¿Cuándo?!”
Ella apartó la mirada de mí. “La noche que fuimos a la cascada por primera vez.”
Oh, Dios mío. Ella hablaba en serio. Recordé aquella noche. “¿Cuando nos robó la
ropa? Eso fue, como, ¡nuestro segundo día aquí!”
“Sí, supongo que soy una chica fácil.” Sus ojos se llenaron de dolor.
“No, eso no es lo que quise decir, Cass. Sólo quería decir…eso fue hace mucho
tiempo. ¿Por qué no me lo dijiste?”
Reteniendo mi emoción, me senté frente a ella. Cassidy nunca había escondido
nada de mí. Yo sabía todos los detalles de lo que había hecho con todos sus novios
pasados. Nosotras nos contábamos todo.
“Porque yo sabía que ibas a reaccionar de esta manera.” Ella cruzó los brazos, y
luego los descruzó revisando sus uñas para ver si estaban todavía bien. “Y debido a
que estabas ocupada. Y triste. Yo no te quería hacerte más triste.”
Mientras yo había estado ahogandome en autocompasión acerca de la estúpida
LCH, mi hermanita había perdido su virginidad y no había tenido a nadie con quien
hablar.
“Me hubiera gustado que me lo hubieras dicho,” le susurré.
“Lo siento, Sissy.” Hermana.
Ella no me había llamado Sissy en años. Cassidy apretó sus ojos y se cubrió la
cara ya que toda la emoción que había mantenido oculta salió a flote.
“Oh, Cass.” Me senté y la la abrazé fuerte, dejando que se ladeara en mi hombro.
“Yo soy la que lo siente. Debí haber estado diponible para ti.”
Estaba bastante segura que Cassidy nunca había podido guardar nada en secreto
por dos semanas.
“He estado muy emocional todo este viaje,” ella indicó. “Lloro cada vez que estoy
sola. No sé lo que me pasa.”
Yo sí. En cierto modo, estaba perdiendo a su hermana mayor. Sólo teniamos un
par de meses más juntas. También estaba el hecho de que ella no podía ayudarme en
contra de la LCH. Las cosas no estaban saliendo como esperábamos. Y luego estaba
Rock: una divertida distracción que le ayudaba a escaparse de todos los problemas.
“Todo esto ha sido muy abrumador para las dos,” le dije. “Pero no importa lo que
pase, nunca sientas no que no puedes hablar conmigo. No importa que locas sean las
cosas.”
Ella se incorporó, asintiendo con la cabeza.
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“Aquí viene McKale,” susurró ella, secándose los ojos.
Seguí su mirada. El trabajo había terminado un poco antes de lo normal. Cassidy
se puso de pie.
“No tienes que irte,” le dije.
“Está bien. Iré a darme un baño.”
“ Muy bien. Nos vemos en la cena.”
Ella se alejó, dandole a McKale un saludo mientras pasaban en frente al otro.
Hubiera deseado tener un saludo más alegre para él cuando se sentó.
“¿Estás bien?” preguntó.
“No sé.” Me sentía que no podía hablar.
Las cosas habían sido más cómodas entre McKale y yo los últimos días, pero con
cada hora que pasaba me preguntaba si él había sido visitado de nuevo. El miedo
constantemente fastidiaba el fondo de mi conciencia. Odiaba eso. Y ahora había una
extraña sensación de pérdida que se había apoderado de mí por lo de Cass.
Necesitando mantener mis manos ocupadas, abrí el esmalte rojo y empecé
apintarme las uñas de los pies. Yo ya me había quitado el esmalte viejo. Sentía la
mirada de McKale.
“¿Ha venido a verte de nuevo?” Me obligué a preguntar.
Se me hizo un nudo en el estómago, y lo sentí ponerse rígido a mi lado.
“Nay,” respondió.
Seguí pintándome las uñas. “¿Me dirás si lo haces?”
“Si tu lo deseas.” Su voz se mantuvo tranquila y solemne.
“Sí.”
“Aye. Entonces lo haré.” Le di una breve inclinación de cabeza y traté de borrar el
tema de mi mente.
Un pie ya estaba listo. Sumergí de nuevo el cepillito en el pequeño frasquito y
McKale me detuvo, colocando su mano sobre la mía.
“¿Puedo tratar?” preguntó.
Lo dejé tomar el frasquito de esmalte. Él sumergió el cepillo varias veces. Cuando
se lo levantó a la nariz, hizo un tirón hacia atrás con la cabeza y tosió.
“Sí, el olor es muy fuerte. Debí haberte advertido que no lo olieras.”
Él parpadeó rápidamente sus ojos color avellana. Una vez que ya había recuperado
y que había terminado de examinar la botella, se acercó en posición frente a mí. Trate
de no sonreir y empujé mi pie más cerca de él. Justo cuando el cepillo estaba a punto
de tocar mi uña del dedo gordo del pie, él se detuvo.
“¿Y si lo hago mal?”
“Tengo esta cosa mágica llamada quita-esmalte para arreglar los errores.” Levanté
y mostré la botella de plástico.
McKale se veía aprensivo, pero decidió tomar mi palabra. Él se puso a trabajar, su
lengua se asomaba por la esquina de su boca mientras se concentraba. Era una de las
cosas más adorables que había visto. Tenía un ojo preciso para el pequeño detalle.
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Los dos miramos hacia abajo y admiramos el pie cuando ya había terminado. Levantó
el cepillo para ponerlo de nuevo en el frasco, y sus ojos se le hicieron grandes.
“¡Ah, bollocks! ¡Cayó sobre mí!” Los dos miramos hacia su tobillo, donde había
caido accidentalmente el cepillo. Él trató de limpiarlo, frotándose frenéticamente pero
se embarraba más. Me reí y cogí el quita-esmalte, empapando un algodón.
“Esto es muy fuerte, también,” le advertí. “Trata de no respirarlo.”
Corrí la bolita de algodón fresca sobre el interior de su tobillo, girando a su
alrededor hasta que el esmalte rojo había desaparecido. Él pasó un dedo por el lugar,
maravillado como si realmente fuera magia.
“¿McKale?” le dije.
“¿Eh?”
Me apenaba arruinar este momento bonito, pero ansiaba honestidad completa entre
nosotros.
“¿Qué va a pasar?” le pregunté. “Ella te dijo que te mantengas alejado de mí, y
estoy bastante segura de que no estaba bromeando.”
Él miraba mientras colocaba mis pies en la hierba con cuidado.
“Yo no estaba esperando una reacción así de ella,” dijo en voz baja. “Yo quería ser
firme cuando le dije que no hiba a funcionar, y luego ella puso sus manos sobre mí…y
mi mente…”
No me gustó la forma en que su voz se desvaneció cuando recordó su tacto.
“Sí, lo sé. Yo lo ví todo,” le recordé. “Estabas…deslumbrado.”
Frunció su frente por frustración de que yo no entendía.
“Aye, lass, pero no ayuda de nada si la trato de resistir. Un simple toque de la
Hada sodomiza la mente. Sólo el cuerpo puede reaccionar.”
Estupendo.
“¿La has besado?” le pregunté. Mi corazón dió una patada de celos ante la idea.
Vaciló. “Nay…no de forma adecuada.”
“¿Qué significa eso, no adecuadamente?” le pregunté.
Se puso tímido de nuevo. “Sólo un toque de labios, no como he visto en otros
besuquear.”
Solo besitos. Qué dulce. Quería matarla.
Alguien me llamaba de lejos. McKale y yo volteamos. Mamá estaba caminando
hacia nosotros, así que nos levantamos a su encuentro. Estaba preocupada, cruzaba
los brazos.
“Hola, McKale,” dijo antes de centrarse en mí. “¿Te peleaste con Cass?”
“¿Qué?…no. Quiero decir, hablamos, pero no fue una pelea.” No exactamente.
“Acabo de ir a buscarla para la cena y parece que ha estado llorando. No se que
hacer. Ella no quiere hablar conmigo. Tu no quieres hablar conmigo. ¿Qué está
pasando con ustedes chicas?”
Oh, santo cielo, ella estaba a punto de llorar. Sus ojos se humedecieron y descruzó
los brazos, recorriendo la mano por su pelo y luego golpeándolas contra los costados
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con un fuerte suspiro tembloroso. Miré a McKale, quien me miraba incomodo. Asentí
con la cabeza y le toqué el brazo, indicandole que él se podía ir.
Mamá sorbió y sacudió la cabeza. “Lo siento,” dijo ella. “No quise hacer que se
fuera.”
“Está bien, Mamá. Vamos, camina conmigo.”
Nos agarramos de la mano y caminamos hasta el borde del campo, lejos de donde
la multitud se reunía para la cena.
“¿Es ese chico, Rock?” me preguntó.
“En parte, y en parte yo. Tú conoces a Cass. Es difícil para ella estar encerrada
aquí, sabiendo que cuándo sea el momento de irse yo no voy a volver a casa.”
“Se le va a ser un tiempo muy duro sin ti.”
Miré a la tierra húmeda bajo la copa de los árboles donde caminamos. “Lo sé. Ella
probablemente los volverá locos a ti y a Papá.”
“No más de lo normal. Bueno, tal vez un poco más de lo normal, pero podemos
manejarlo.” Ella sonrió y se limpió el resto de lágrimas de los ojos con los dedos.
“¿Estás segura de que es lo único que pasa? Ella ha estado tan inquieta.”
Respondí con cuidado. “Ella se está madurando.”
La simple respuesta pareció calmarla. Caminamos en silencio unos momentos
hasta que se detuvo y me jaló del brazo para mirarnos cara a cara. “Dime lo que está
pasando contigo. ¿Por qué has estado tan triste? Parece que tu y McKale se llevan
bien. ¿Me equivoco?”
Abrí la boca, dispuesta a darle más falsedades genéricas. Cuando miré sus ojos
amorosos, lo que se me desplomó fue la verdad.
“La chica Hada regresó una vez más después de nuestra primera noche aquí. Ella
no va a mantener sus manos lejos de McKale y creo que ella está celosa de que parece
que yo le gusto a él.” El terror brilló en los ojos de Mamá y ella dejó de caminar. “No
sé, Mamá. Por favor, no le digas nada a Brogan. Por favor. Estamos tratando de
resolverlo. Mckale, está tratando de romper los lazos con ella, pero ya sabes. Es una
situación delicada.”
“Ay, santo cielo. Ten misericordia.” Cerró los ojos.
“No quiero que te pases despierta toda la noche preocupada,” le dije. “Estoy
segura de que todo va a estar bien. Hasta ahora no quiero involucrarme—no me le
acercaré a ella. McKale lo arreglará todo.”
Yo espero.
“¡Es mi deber preocuparme por ti, Robyn! Och, ¿has estado llevando tenido todo
esto por dentro de ti todo este tiempo? ¿Tienes alguna idea de lo que me aflige esto
cuanto me duele saber esto? Yo me Me voy a preocupar no importa lo que pase de
todos modos, por lo asi es que pido seas será mejor que seas abierta conmigo. Algunas
veces tienes que depender confiar de otros para obtener ayuda. No es sólo acerca de ti
nomás tiene que ver contigo y de McKale. Tambien con tu padre papá y yo, y
Brogan, también, todos tenemos que trabajar juntos. Si la chica Hada viene de nuevo,
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si hay otro altercado, no importa cuál que tan pequeña sea pequeño, venga ven con
nosotros. Inmediatamente. Júralo.”
Asentí. “Lo haré. Lo juro.” Me apretó la mano. Ella me dió un abrazo apretado,
murmurando algo en irlandés con su afecto maternal. Su acento era fluido desde que
habíamos llegado a Irlanda.
Nosotras dimos la vuelta para ir a cenar juntas, la carga sobre mi alma se sentía
mucho más ligera de haber confiado en alguien con quien yo confiaba. Cuando
llegamos a la mesa, Papá ya estaba allí, sentado con Cassidy y McKale. Mamá le dió a
Papá una mirada significativa y él asintió. Ellos hablarían más tarde.
Pasaron los días sin visitas o ‘altercados’ como Mamá los había llamado. McKale se
portaba muy dulce conmigo, y yo sentía una ráfaga cada vez que lo veía mirándome.
Traté de mantener a Cassidy ocupada y pasar el más tiempo con ella que podía.
Me sentía culpable por todo el tiempo que pasé nomás pensando en mis problemas y
quería recuperar el tiempo perdido. McKale nos mostró a mi hermana y a mí donde
podíamos encontrar frutillas silvestres. Pasamos tardes tragando fresas y zarzamoras
endulzadas por el sol hasta que nuestros dedos se tiñeron de color rojo oscuro y
violeta. Se le animó el corazón, pero con cada día que pasaba el mío se sentía pesado
solo en pensar que mi familia me iba a dejar y tambien preguntandome cuando la LCH
mostraría su rostro perfecto otra vez.
McKale y yo fuimos a la cascada con Cassidy y Rock una semana antes de mi
cumpleaños. El tiempo estaba caliente y lleno de niebla por la tarde. Extendí una
manta, pero McKale y yo terminamos explorando el bosque buscando diferentes
hongos comestibles mientras Cass y Rock nadaban. Los dos eran una pareja ruidosa,
gritando con risas y salpicando. Al menos en esta ocasión ella llevaba traje de baño.
Yo tenía el mío debajo de mi vestido, pero no tenía ganas de nadar.
Hicimos nuestro camino de regreso hacia la manta con puñados de hongos de
morel y ostra.
“Se los daremos a Leilah,” dijo McKale, sentado a mi lado. “Ella hace algo con
venado y mantequilla y hongos. ¡Es increíble!”
Crucé mis tobillos en frente de mí y le sonreí. Tal vez yo aprendería a cocinar
algunas cosas con la ayuda de Leilah. Hasta ahora había evitado la cocina tanto como
sea posible, intimidada por la falta de un horno de microondas y estufa fácil de usar.
Pero yo estaba empezando a sentirme lo suficientemente cómoda como para hacer
un intento.
Cassidy y Rock salieron de la corriente y se acercaron, sacudiendo el exceso de
agua antes de acostarse en la manta al lado de nosotros. Rock le hizo cosquillas por
detras de la rodilla y Cass se rió, curvándose hacia él hasta llegar a besarse. Se
abrazaron y rodaron, y me chocaron.
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“Ey, chicos, no creo que hay suficiente espacio en la manta para eso,” le dije,
mirando fijamente a la pila de hongos entre McKale y yo. Rock me miró con una
sonrisa perezosa, no se soltaba de mi hermana en lo más mínimo.
“Siempre hay espacio para besuquear. Tal vez ustedes dos deben intentarlo.”
Inclinó su cabeza para besarla de nuevo y mi cara enrojeció.
“Rock!” Cassidy lo reprendió, empujándolo un poco. “No los averguences.”
“Les vendría bien un empujoncito, es todo. McKale nunca ha sido besado de
adeveras.”
“Rock…” el tono de voz de McKale comunicaba advertencia. Me pregunté si
Rock sabía sobre el besito con LCH.
Cassidy levantó la cabeza y se volteó para mirar a McKale sentado en el borde de
la manta. “¿Nunca has besado a nadie? ¡Aah! ¡Eso es muy lindo!”
Me encogí y él se volteó y dirigió la mirada feroz hacia su amigo.
“No te preocupes, McKale,” dijo Cassidy. “Robyn tiene un poco de experiencia.
Ella te puede enseñar.”
Fruncí el ceño hacia ella. “No es genial.”
“¿Qué?” Ella encogió sus hombros y se echó a reír, así que le di un fuerte
empujón con el pie.
Rock exclamó, “¡Oh! Una lass con experiencia, ¿eh?” Sus cejas se alzaban hacia
mí.
Antes de que pudiera responder, McKale preguntó, “¿Has estado con otro tipo?”
Su voz grave nos hizo a todos callarnos y mirarlo a él. Sus ojos me miraban como una
llamarada y me enrojecí al oir su tono celoso.
“¿Qué? ¡No! Yo no he tenido…” Yo tartamudeaba. “Hubieron dos besos, pero no
tengo tanta experiencia. En todo caso, me gustaría poder borrarlos de mi memoria.”
Encogí mis piernas y me abraze las rodillas, negándome mirar hacia él ahora. Le
disparé una mirada a Cass.
Mi primer beso había sido durante un juego de “verdad o consecuencia” cuado
estaba en el séptimo grado. Lo hice porque yo no quería que todos los de la fiesta
pensaran que era cobarde. El segundo ocurrió el año pasado, y le hecho la culpa a
Cassidy por ese beso. Básicamente. Brad estaba enamorado de mí, y Cassidy me
convenció que lo dejara besarme. ¿Su razonamiento? Ella dijo que necesitaba la
práctica para que McKale no pensara que era un mala besadora.
Bueno, Brad no había sido exactamente la ‘buena práctica’ el usó su lengua
ansiosa como si fuera un luchador de lucha libre. Me estremecí pensando en ese
incidente asqueroso.
¿Y estaba McKale celoso? Quería decirle que no se preocupara, que ninguno de
los chicos me había ‘deslumbrado’ pero era demasiado humillante.
Cassidy se sentó a mi lado, extendiendo la mano y tocando mi hombro a modo de
disculpa. “Solo estábamos jugando.” La ignoré.
Ruido y voces sonaron desde el otro lado del arroyo. Dashy de los Clurichaun y
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uno de los primos zanahoria salieron de los árboles, uno de pelo rubio fresa y el otro
pelirrojo les sobresalía el pelo por todos lados como paja. Estaban tan delgados y
sucios como siempre. La cara de Dashy se iluminó cuando nos vió.
“¡Lasses Mason! ¿Cuándo van a volver a jugar un poco de balón otra vez?”
“Hola, Dashy,” le dije con una sonrisa. “Pronto.”
“Oy, ¡Rock!” exclamó el pelirrojo, sonando de mal humor. “¡Es tu turno para
cocinar y limpiar la cocina! ¡Te aprovechas de nosotros! ¡No vamos ahacerlo otra
vez!”
“Tenemos hambre,” dijo Dashy.
“Demonios,” Rock gruñó.
Me llamó la atención solo el pensar que Rock pudiera cocinar algo. Eran como un
grupo de huérfanos de la maleza. No pude evitar sentir preocupación por la salud y
bienestar de ellos andando por allí solos.
“¿Quieres un poco de ayuda?” le pregunté a Rock.
Su cabeza se volteó hacia mí, una mirada de pánico en su cara con sus ojos bien
abiertos. “Nay. No esta nada listo para tener visita. Volveré mañana.”
“Rock,” McKale lo llama. Cogió el montón de hongos y se los dió. La cara de
Rock se iluminó mientras jalaba su camisa delgada, haciendo un espacio para los
hongos.
“Lo aprecio mucho, Kale, mi amigo.”
Se puso de pie, aplastando sus rizos mojados con la mano que tenía libre. Con un
movimiento de mano se despidió dando una breve mirada hacia a Cassidy, cruzó la
corriente hacia donde estaban los otros muchachos Clur. De inmediato comenzaron a
golpearse el uno al otro, agarrandose sus orejas y gruñendo mientras desaparecían en
el bosque.
“¿Crees que estarán bien?” preguntó Cassidy. Ella y yo miramos a McKale.
“Aye, se las arreglan.”
McKale y yo nos sentamos muy cerca esa noche en la cena, al otro lado de la mesa de
con el resto de mi familia. Mamá nos dió una sonrisa calida a los dos, como
deseándonos ser fuertes, pase lo que pase.
“¿Habrá música y baile esta noche?” Papá le preguntó a McKale.
“Oh, yo creo que sí, señor Mason, aye.”
“¿Vas a enseñarles como se baila, Papá?” preguntó Cassidy.
“Bueno, he estado practicando.” Él sacó el pecho y Mamá se rió como una niña.
Uno pensaría que ya se hubieran cansado de uno a otro apartar de estar encerrado en
este pueblo, pero actuaban como si fuera la segunda luna de miel o algo así.
Después de la cena, Mamá y Papá se fueron a dar un paseo antes de que
comenzaran las fiestas. Los tres nos quedamos sentados en silencio. Cassidy se quedó
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mirando los campos.
“Me gustaría que pudiéramos ir a un baile de verdad.” Ella se quedó en el limbo
por un segundo, y luego sus ojos se aclararon y se puso de pie rápidamente. Sus ojos
brillaron y su sonrisa traviesa apareció. Oh, no. Cassidy tenía una idea. Ella hablando
en voz baja, se inclinó sobre la mesa hacia nosotros con una mirada entusiasta en sus
ojos.
“Vamos a salir de la aldea esta noche!”
“¿Qué?” le pregunté. “No podemos. Estás loca.”
Ella se inclinó sobre la mesa y me agarró la mano, tratando de conseguir que yo
compartiera su visión.
“¡Si podemos! ¡Oh, Dios mío! Voy a buscar a Rock, y los cuatro nos podemos
llevar el coche. Regresaremos antes de la mañana. ¡Nadie se dará cuenta!”
Sueños jugaban a través de su cara mientras ella rebotaba en el banco de madera.
Una astilla de su excitación se coló en mí, sentí un escalofrío, y volteé a ver a
McKale.
“No estoy seguro,” dijo, se veía tenso.
“¿Has salido de aquí alguna vez?” preguntó Cassidy. Él negó con la cabeza y a ella
se le hicieron los ojos grandes.
“¿Nunca? ¡Vamos, chicos! ¡Vamos a hacerlo! Va a ser muy divertido, se los
prometo.”
“¿A dónde vamos a ir?” le pregunté, teniendo que ser el abogado del diablo, a
pesar de que yo ya sabía, sin duda, que Cassidy ganaría. Su entusiasmo me había
infectado y podía sentir el bombeo a través de mis venas. “¿Qué pasa si nos
perdemos?”
“No hay exactamente muchos caminos para poder perdernos. Vamos a ir al pueblo
más cercano.”
“Está bien, pero, tal vez no tenemos que hacerlo por escondidas,” le dije.
“Podríamos simplemente pedirle permiso a Papá. Probablemente nos dejaría ir, y
hasta nos daría direcciones—”
“Ah, no! ¡De ninguna manera!” Cassidy negó con la cabeza. “¿Y si decide portarse
como sobre-protector y nos dice que no? O, si Papá está de acuerdo, pero quiere
decirle a Brogan, y él dice que no. No podemos correr el riesgo. Necesito salir de
aquí. Vamos, Robyn. ¿Por favor?”
Oh, no. La hermanita haciendo ojitos. Ella sabía que yo me estaba ablandando
porque ella estaba subiendo las cejas hacia arriba y abajo. Ella entonces me pellizcó la
pierna debajo de la mesa con sus dedos de los locos pies de monos y me reí, pateando
sus pies a la distancia y retorciendome en la banca. Un júbilo burbujeaba dentro de
mí, y le di la bienvenida a la presencia de la felicidad después de las semanas pasadas
llenas de tensión.
McKale y yo compartimos una sonrisa, y sentí una onda caliente por mi espina. La
idea de alejarnos del horrible portal se sentía gloriosa. Cassidy era amante de la
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diversión geniosa. De repente ni siquiera me importaba si nos poníamos en problemas.
Merecería la pena.
“Está bien.”
Cass dió un pequeño chillido y aplaudió.
“¿Se ha vuelto loca?” me preguntó McKale.
“Ella hace este tipo de cosa todo el tiempo,” le aseguré. “Curar el aburrimiento es
su especialidad.”
Cass nos miró con ojos de loca.
“¿Cómo será?” preguntó McKale. “¿Allá afuera?” Era casi imposible imaginar no
haber salido de esta tierra. Su timidez lo hacía parecer más joven, y él era tan lindo
que quería besarlo. La idea de besarlo me hizo dejar de respirar. Miré su boca. Su
labio inferior estaba más lleno que el superior; parecía suave y atractivo. Tuve que
parpadear y forzar mis ojos de nuevo hacia los de él. ¿Qué me había preguntado? Oh,
sí.
“Es muy diferente alla afuera, McKale. Mucho. Puede ser que sea raro al
principio, pero todo va a estar bien. Estaremos juntos.”
Él asintió, y esta vez fue su turno de mirar hacia mi boca. Yo contuve la
respiración y saboreé su interés absorbido. Cuando mis labios se sentían
repentinamente secos, pase levemente mi lengua sobre ellos y él se sacudió en su
asiento.
“Aah, miren a estos dos,” dijo Cassidy. Ella parpadeaba sus ojos hacia nosotros y
suspiraba, apoyando la barbilla sobre sus dedos entrelazados.
McKale se rascó la mejilla.
“Muy bien. Voy a buscar a Rock,” él dijo, poniéndose de pie. Mi hermana y yo lo
vimos pasar entre los árboles, luego nos sonreímos como un par de pervertidas
exaltadas.
Oh, si. Esta noche, nos llevaremos a McKale fuera este lugar. Apenas podía
esperar.
Toma eso, LCH.
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CAPÍTULO TRECE
Pensé que Cassidy iba a revelar nuestros planes toda la noche con su comportamiento
errático durante la fiesta de los Leprechaun. Ella con sus dedos nerviosos tocaba sobre
la mesa y se movía sin parar, mirando la puesta de sol y mirando con mala cara hacia
la fiesta. Nuestra familia nos sentamos juntos en una mesa mientras se escuchaba la
música y la gente bailaba.
“Te ves hiperactiva derrepentemente,” Mamá le dijo.
“Ella quiere bailar,” repliqué. “Pero…nadie la invita.” Le envié a Cass una mirada
de advertencia que esperaba que la hiciera calmar.
“Yo bailo contigo, Chicadee.” Papá se puso de pie y le estendió la mano, que ella
aceptó, y se veía agradecida de estar haciendo algo.
Mamá y yo los miramos por un ratito. Despues ella se levantó de su lado de la
mesa y se sentó cerca de mí. Ella pasó su mano por mi pelo, y luego acarició mi
mejilla con sus dedos—mirandome como si yo fuera una especie de milagro. No me
molestaba. Era una de esas cosas de Mamá que me encantaba, aunque ahora me hacía
sentir culpable por haber hecho nuestro plan de secreto de escape momentáneo.
“¿Necesitas más tiempo para la unión, Robyn? Porque le diré a Brogan, si ese es el
caso.”
Ah, así que eso es de lo que ella estaba pensando.
“No sé.” Me mordí el labio inferior. “¿Tal vez me puedes pregúntar de nuevo en
unos días?”
Ella sonrió. “Bueno. ¿Hay algo que quieras saber? ¿Acerca de lo que puedes
esperar…después de la unión?”
Mi cara se enrojeció y miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie estaba
escuchando. “Yo no lo creo, Mamá. Ya me has explicado todo.”
“Bueno, a ciencia cierta, sí, pero hay mucho más, mi amor.”
Había un montón de cosas que me preguntaba, pero no sabía cómo articularlas. En
este momento, la idea de la unión y el sexo y todo eso me hizo sentir como si
estuviera tomando la caída en una montaña rusa. Estaba demasiada nerviosa. No
estaba lista.
Ella colocó mi pelo detrás de mi oreja y sus ojos brillaban. “Yo siempre estaré aquí
si me necesitas. Tu papá y yo vendremos a visitarte cada año. Te lo prometo. Y estoy
segura que Cass no será capaz de mantenerse alejada también.”
Ahora ella me estaba haciedo sentir un poco sentimental. Odiaba pensar en estar
aquí sin mi familia. Especialmente mientras que las cosas no estaban cien por ciento
estables. ¿Pero las cosas serían estables algún día con el acecho de la LCH? ¿Seguirá
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interfiriendo incluso después de que estemos unidos? Un malestar de enojo se criaba
dentro de mí. Cada vez que empezaba a sentirme normal y feliz, yo la recordaba, y
todos los pensamientos alegres desaparecían.
Mamá me dió una palmadita en mi mejilla, y nos volteamos a mirar la fiesta juntas.
Mamá mantuvo los ojos sobre su hombre, y yo observé a McKale. Se sentó en el
tronco de nuevo, mientras que los otros músicos estaban de pie. Me parecía que no le
gustaba verse tan alto en medio de los otros Chaun si él lo podía evitar. Taconeó un
pie y movió el arco en alta-velocidad cuado la canción llegaba al punto culminante, el
volúmen subiendo para satisfacer las demandas de una multitud exuberante. Él me
alcanzócon la vista y me guiñó un ojo.
Fue el primer guiñido de McKale. Apoyé la barbilla contra la palma de mi mano y
sonreí dentro de mi mano.
Esta noche parecía ser extra larga, pero la luna ya estaba alta y la multitud
comenzó a diluirse. Mamá y Papá se despidieron, besándonos y encaminandose hacia
su habitación cogidos del brazo. Pronto la banda empezó a empacar. Cassidy y yo
fuimos hacia McKale.
“Vamonos a nuestras habitaciones para arreglarnos,” le dije. “Nosotras vamos y te
tocamos la puerta cuando es hora de irnos.” Él sonrió con la mitad de su boca, como
si todavía no estaba seguro, pero de todos modos de acuerdo. Nos fuimos por
caminos separados.
Cassidy y yo estábamos llenas de pura adrenalina. Corrimos a nuestra habitación,
despojándonos de la ropa tan silenciosamente como podiamos y nos pusimos lo mejor
que habíamos traído—pantalones negros y unas camisetas brillantes sin mangas.
Llevamos una pequeña bolsa con todo el dinero lo que pudimos meter, además de
brillo de labios y identificaciones. Cassidy había logrado meterse a la habitación de
Mamá y Papá durante la cena, para agarrar las llaves del coche. Hora de irnos.
Abriendo un poco la puerta, miramos a ver si había moros en la costa y de
puntillas salimos de nuestro bungalow, con nuestros zapatos de tacón en nuestras
manos. Caminamos hacia la habitación de McKale, porque por su puesto había estaba
acosando a mi compañero de unión para averiguar donde dormía. Y ni siquiera me
sientía mal por hacerlo. Al cabo, sería mi habitación futura, también. Puse una mano
en mi estómago, sentía palpitaciones.
Toqué en su puerta de madera, y la abrió, saliendo silenciosamente. Se detuvo y
tomó un tiempo para mirarme, prestando especial atención a los pantalones apretados.
Al principio, temí que él pensaba que yo me veía un poco extraña, pero su postura y
mirada apreciativa me aseguró lo contrario. Se estaba portando un poquito más audáz
hacia mí últimamente, y eso me gustaba.
Los tres compartimos expresiones rebeldes antes de salir como fantasma de los
bungalows, pasando al lado de la gran Casa del Zapato, y luego rodeamos la esquina.
Rock ya estaba allí, extendido sobre la tapa del coche. Cass corrió hacia él para darle
un abrazo, y él la alzó dándole una vuelta. Guardaron silencio, lo que me sorprendió.
101
Luego ella se subió al asiento del conductor, tal como lo habíamos planeado,
dejando la puerta entreabierta, para que nadie escuchara el clic. Ella puso el coche en
neutral mientras que los chicos y yo empujábamos. La colina inicial fue dura, a pesar
que el vehículo era compacto, pero estábamos bombardeando tanta adrenalina que no
nos hacía detener. Tardamos diez minutos a llegar a la colina y al borde del bosque
donde había un caminito. Era lo suficientemente lejos que nadie debería de escuchar el
arranque del motor, pero por si acaso, lo empujamos más cerca a los árboles antes de
subirnos.
Rock se sentó al frente con Cassidy. Estabe de acuerdo manejar de vuelta si ella
conducía de ida.
“Es muy raro conducir de este lado del coche,” Cassidy murmuró.
Mi corazón dió un salto cuando ella encendió el motor. Se oyó tan fuerte.
“¡Vamos!” le dije en voz baja desde el asiento trasero. Ella arrancó, levantando un
poco de tierra, y para cuando llegamos al peñasco, los cuatro nos estábamos riendo de
una forma exuberante.
“¡Vaya!” Rock exclamó. “¡Super genial!”
“No puedo creer que estemos haciendo esto,” dijo McKale, volviéndose para mirar
por el parabrisas trasero.
“¿Estás nervioso que nos cachen?” le pregunté en voz alta.
“Nay, no es eso. Simplemente que nunca he salido más lejos que el fin de la via
Arco Iris.”
“¿Via Arco Iris?” le pregunté. Cassidy rodeó al peñasco, que nos puso en el
camino principal.
“Aye.” McKale señaló por encima del hombro hacia atrás. “El camino a través de
los árboles. Hace mucho tiempo los visitantes lo llamaron Via Arco Iris. Dicen que
cada vez que cruzaban a través del bosque se encontraban un arco iris sobre el
pueblo.”
Cassidy me lanzó una sonrisa por encima del hombro. McKale iba sentado detrás
de ella ya que ella había jalado su asiento para adelante y asi que él tenía más espacio
para sus piernas.
“No guardas una olla gigante llena de oro, por casualidad, ¿no?” pregunté.
“¿Oro?” McKale negó con la cabeza. “No tenemos ni uso para él. Joyas son
mucho más dignas. Lo único que nos guardamos es el portal.”
Su mención del portal me dió escalofríos. No podía esperar alejarme de esa cosa
por una noche.
“Entonces, ¿una olla gigante de joyas?” preguntó Cassidy. Me preguntaba si los
chicos se daban cuenta de lo que nos daba risa.
“¿Por qué preguntan de ollas o cosas brillantes?” preguntó Rock. Su brazo
descansaba en el respaldo del asiento de Cass.
“Hay un montón de viejos cuentos sobre los Leprechaun,” ella le dijo. “La gente
de todo el mundo ha oído hablar de ustedes.”
102
“¿En verdad?” preguntó McKale. “¿Qué tipos de cuentos?”
Cassidy y yo pasamos la primera media hora del viaje contándoles todas las
diferentes leyendas de Leprechaun. Rock se ofendió que los cuentos de los Clurichaun
no eran tan conocidos, y que los Chaun, en realidad, habían recibido parte del crédito
de la historia de los Clur.
Rock parecía a gusto y había asimilado nuestra salida como la aventura que era,
pero cuando estuvimos callados McKale estaba sentado rígido en su asiento mirando
por la ventana con aprensión. Puse una mano sobre su antebrazo calientito.
“¿Estás bien?” le susurré.
Se relajó con el toque de mi mano.
“Sí,” susurró. “Es extraño, todo esto.”
Antes de que pudiera responder, la voz excitada de Cassidy llenó el coche.
“Hazme un favor,” le dijo a Rock. “Di ‘Siempre me están tratando de robar mis
Lucky Charms’.”
¡Oh mi cielo santo!…fue de un comercial para el cereal de desayuno americano,
Lucky Charms, con una mascota Leprechaun.
Rock y McKale compartieron una mirada confusa y divertida. A continuación,
Rock se encogió de hombros y dijo la frase, con su acento irlandés.
Todos estábamos en silencio durante medio segundo hasta que yo solté un
ronquido. No me imaginaba cómo Cassidy lograba mantenerse en el camino, porque
ella estaba riendose histéricamente. Su forma de reír era tan contagiosa que incluso los
chicos empezaron a reírse.
“¿Qué fue tan chistoso?” McKale preguntó. “¿Estás bien, Robyn?” Traté de
asentir con la cabeza, porque hablar era imposible.
“¡Así es como ella se ríe!” dijo Cassidy. “¡El sonido no le sale sólo se queda sin
aliento!”
Yo estaba totalmente consciente de mi misma risa, pero algunas cosas simplemente
no se podían evitar. Y ahora que McKale sabía que yo estaba bien, empezó a reírse
también, y me dió unas palmaditas en la espalda.
Cuando finalmente comenzamos a calmarnos, Rock dijo de nuevo, la frase, con
una gran sonrisa, y Cassidy y yo volvimos a otra ronda de risa. Yo pensaba que me
iba a desmayar por la falta de aire. Y no ayudó en nada cuando Cass grito, “¡Es
mágicamente delicioso!” al igual que en el comercial. Su risa era fuerte y adorable. Yo
no hacía ningún ruido, excepto aspirar aire mientras me doblaba, golpear la puerta y
mover la cabeza.
Cassidy trató de explicarles acerca de los famosos comerciales de cereales, pero
ella no estaba haciendo mucho sentido a través de la risa. Además, la terminología los
confundió por completo. Televisión. Malvavisco.
“Olvídenlo,” dije, tratando de respirar de nuevo por última vez. “Les daremos una
caja de ese cereal algún día.”
Cassidy encendió el radio, la estática llenó la recepción. Después de unos minutos
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de tratar, encontró una estación de música popular. McKale se enderezó.
“¿Cómo haces eso? ¿De dónde viene?”
Le explicamos las señales de radio de la mejor manera que pudimos, y pasamos la
siguiente media hora mostrándoles los diferentes tipos de aparatos en el coche e
informándoles acerca de las diferentes tecnologías disponibles. A pesar de que hicieron
muchas preguntas, yo no creo que realmente creyeron que tales cosas eran posibles
‘magia de humanos.’ La ironía no pasó desapercibida para mí, dado que eran Duendes
mágicos en los que la mayoría de los humanos creía.
Mi cara y abdominales me estaban doliendo de tanto reír. Sin pensar, me encontré
con la mano de McKale descansando sobre su rodilla. Puse mi mano sobre la de él por
un segundo antes de quitarla. Él observó que mi mano se movía de nuevo a mi pierna
y me la agarró de nuevo, entrelazando nuestros dedos él me miraba. Una mezcla de
esperanza y emoción se apoderó de mi cuerpo.
Cass y Rock charlaban frente a nosotros. McKale se inclinó hacia a mí y su cálida
mejilla rozó la mía para susurrarme en el oído, “¿Es esta una cita, entonces?”
“Sí.” Hice un gesto hacia los dos en los asientos delanteros y le dije, “Es una cita
doble.”
Apreté su mano y sentí su pulgar que se movía sobre mi mano y la muñeca. Ese
pequeño movimiento hizo grandes cosas para mí. Me acurruqué más cerca a su lado,
una diferencia del viaje de mi familia a la aldea, esta vez yo estaba feliz de estar en un
coche compacto.
El viaje en coche al pueblo parecía infinitamente más rápido de lo que había
tomado para llegar a la tierra de los Chaun el primer día. Era muy tarde cuando nos
encontramos en la parte más concurrida de Sligo, pero mucha gente todavía andaba
por los alrededores. Pasamos junto a un bar con una banda tocando en directo, pero
no era lo que quería Cassidy. Encontró otro lugar y estacionó el coche y se colgó su
bolso atravesado en su hombro.
“Supongo que no hay ninguna tienda abierta, entonces quédense sentados y
esperen. Ya vuelvo,” nos dijo.
“No vayas a donde no te pueda ver,” le dije.
“Sí, Mamá.” Se salió y se acercó a tres hombres que estaban parados en la
esquina.
“¿Qué está haciedo?” preguntó McKale.
“Trabajando su magia,” respondí.
“Diablos, ¿miren lo que esos típos tienen puesto?” Rock señaló a los hombres que
hablaban con Cass. Vestidos de pantalones vaqueros con sandalias. Uno tenía una
camisa abotonada a cuadros y los otros llevaban camisa con cuello de polo. Se veían
completamente normales.
En cuestión de minutos los chicos se desprendieron de piezas de ropa y a ser
recompensados con risas y besos en sus mejillas de parte de Cassidy. Ella subió de
nuevo al coche, entró y lanzó una camisa y un par de zapatos a los dos chicos.
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“Lo siento ellos no quisieron partir de sus pantalones, pero esto es mejor que nada.
Tiene más estilo.”
Rock se quedó mirando la camisa de cuadros con horror. McKale tuvo suerte con
una de cuello polo de color azul marino.
“Me gustaría usar mi magia y convertirme en pequeño, así pudiera viajar en la
bolsa de tu blusa,” dijo Rock.
“No pasará,” le dije antes que Cassidy tuviera tiempo para considerarlo. “Esa
camisa está muy bien, lo prometo. Te quedará a la perfección. ¿A dónde vamos,
Cass?”
“Me dijeron que hay un club de baile en la siguiente esquina. ¡Vístanse y vamos!”
Ella aplaudió con las manos y los chicos se quitaron las camisas. Tenía planeado
no tomar ventaja de McKale cuando estuviera medio desnudo, pero accidentalmente
opté por mirar. Él había mirado mi pecho aquel día en la cascada, por lo que era justo
que yo mirara ahora.
La apariencia de McKale con ropa era engañosa. Me esperaba que fuera
demasiado delgado, pero él no lo era. Es decir, él era definitivamente delgado, pero
tenía una pequeña definición en torno a sus músculos, especialmente los brazos donde
se veía la marca de su trabajo con la manivela en la Casa de Zapatos. Y un pequeño
parche de pelo rojo en el centro de su pecho. Y—
“Míralo un poco más fijamente, ¿por qué no?” dijo Cassidy desde el asiento
delantero mientras me observaba.
“¿Qué…? ¡Cállate la boca!” Através del asiento, la alcancé y le dí un puñetazo en
el hombro, pero ella ya se reía. Se merecía un estrangulamiento. McKale se metió la
camisa por la cabeza y se despeinó. El collar andaba de un lugar a otro. Se lo enderecé
mientras él me dió una mirada que me estremeció hasta los pies.
“¡Vamos!” Cassidy gritó, saltando fuera del coche.
Salí, estirando mis piernas. Los muchachos metieron sus pies en las sandalias que
Cassidy les entregó. McKale hizo una mala cara y Rock gruñó.
“¡No puedes pensar que yo voy a poder caminar con algo entre mis dedos!”
“Te acostumbrarás a ellos.” La voz de Cass no tenía ningún rastro de simpatía,
aunque ella se alzó dándole un besito de piquito, cosa que detuvo momentáneamente
sus quejas. Ella se dirigió al club, y nosotros la siguíamos. Los chicos se miraban un
poco chistosos con los pantalones cruza ríos, pero estaban bien.
McKale miraba a su alrededor, la cabeza giraba de ida y vuelta con movimientos
rápidos para mirar cada extraño espectáculo. Él y Rock continuaban tratando de hacer
altos para examinar cosas como luces de neón y bocinas con altavoces generales que
filtraban la música directo a la calle. Nosotras los empujamos, con la promesa que
planearíamos muy pronto un viaje de día.
McKale y Rock ganaron unas cuantas miradas extrañas de la gente en la calle por
sus pantalones raros, así que los hicimos que usaran su encanto para cambiar sus
pantalones, y entramos al club sin ningún problema. Un reloj encima de la barra nos
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dijo que era la una en punto de la mañana. Más temprano de lo que pensaba. No
reconocí la canción que estaba a todo volumen pero, sin embargo, algunas cosas de la
vida se entienden universalmente. Como el rítmo de la música electrónica.
“¡Vamos a bailar!” Cassidy tomó la mano de Rock y trató de llevarlo, pero él se
plantó en ese lugar como una piedra. Ambos chicos miraban alrededor del salón a
oscuras con sus mandíbulas colgando en la fascinación.
“Vamos a conseguir una mesa y tomar una bebida en primer lugar,” sugerí.
Encontramos una mesa que la gente ya se estaba prepararando para irse y nos
acomodamos como si estuviéramos en nuestra casa, ordenando tres pintas y un
refresco para mí.
Me incliné cerca de McKale. “¿Estás bien?”
“Aye. Es sólo que…todo el mundo es tan…”
“¿Alto?” insinué. Él asintió, pareciendo casi asustado. Choque mi vaso con el de
él. “Salud.”
Él dejó escapar un gran suspiro para aliviar el estrés y levantó su copa a la mía.
Los cuatro chocamos las copas y bebimos juntos. Era fácil ser cautivado por la
atmósfera relajada de este club pequeño. Platicamos por un rato, hasta que Cassidy
comenzó a mirar con añoranza a la pista de baile, lleno de cuerpos girando.
“¿Ya están listos para bailar?” preguntó. Los chicos miraron a la pista de baile, y
luego el uno al otro. Ellos no se movieron.
“Eso no es un baile adecuado,” dijo McKale. “Ninguno de ellos está haciendo los
mismos pasos.”
“No hay ningún paso,” explicó Cass. “¡Eso es lo divertido de esto! Sólo hay que
mover el cuerpo al ritmo de la música.”
“¿Tu dices que no hay manera de estropearlo?” preguntó Rock.
Cass y yo nos encogimos los hombros. Habíamos visto, sin duda, unos bailes
terribles de ves en cuando. Pero eso era lo menor de nuestras preocupaciones esta
noche.
“¿Qué piensan de esto?” dijo. “Ustedes dos se toman otra bebida, se relájan, y
mientras observan a Robyn y a mi bailar. Y luego, si ustedes quieren acompañarnos,
pueden hacerlo. Sin presión.”
Estuvieron de acuerdo, y antes de que tuviera la oportunidad de tomar un sorbo
más de mi refresco, Cass me jalo de mi asiento y me arrastró a la pista de baile. El
momento en que nos encontramos en medio de los cuerpos en movimiento, nos
soltamos, con los brazos en el aire. Se sentía increíble.
Cuando la canción cambió a una más rápida y fuerte, Cass puso su cara junto a la
mía, y gritó para hacerse oír.
“¡McKale te ha estado observando todo el tiempo!” Traté de no sonreír. No miré
hacia él, tenía miedo de arruinar el momento tropezandome como cuando uno pierde
la concentración en una máquina corredora.
Después de unos minutos Cassidy le hizo una señal a Rock, enroscando el dedo
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para atraerlo. Se mordió el labio inferior y luego se volteó hacia mí, sin perder el
ritmo.
“¡Ya vienen!” dijo.
Mi corazón se aceleró. “¿Los dos?” pregunté.
Ella asintió, serena y despreocupada.
De repente, estaba nerviosa. McKale, mi dulce violinista, estaba haciendo un
esfuerzo a pesar de que estaba fuera de su zona de comodidad. ¿Y si termina odiando
la experiencia? ¿Y si era simplemente incómoda?
Mi pulso latía como un lanzamiento de cohetes cuando la cabeza rizada de Rock
se encontro con Cassidy, y ella se volteó hacia él, balanceándose. Y entonces sentí a
McKale detrás de mí, tímido. Lo empujaron, y su pecho me tocó la espalda. Volteé la
cabeza lo suficiente para mostrarle una sonrisa mientras agarraba sus manos y las
conducía a mis caderas. Su tacto era suave. Mantuve mis manos apretadas sobre las
suyas hasta que me agarró firmemente. Estaba tan nerviosa. Quería esta cercanía y no
quería meter la pata.
Más personas se unieron en la pista de baile que ya estaba muy llena, obligando a
todos a apretarse más. Ahora o nunca. Tiempo de ser valiente. Me recargué en él, en
cuanto comenzó una canción de hip-hop. Su reacción me sorprendió. Con la más
mínima vacilación, jaló mis caderas hasta que nuestros cuerpos se alinearon.
Mi respiración se puso irregular cuando mis brazos lo rodearon hacia atrás,
poniendo mis manos en sus caderas. Empecé a mover las mías al rítmo de la música,
lentamente al principio. Cuando nos movíamos bien coordinados, empezé a movernos
más profundo y rápido, hasta que los dos estábamos bailando. Realmente bailando.
Cassidy tomó un momento de su sesión de toqueteo con Rock para mirarnos y
exclamar de manera espectacular, “Oh, ¡mi Dios!” cuando nos vió. Sonreí.
Mi Leprechaun tenía ritmo. Y me gustó de una manera que me mareaba. Me
incliné contra él con fuerza , levantando los brazos al aire y moviendo mis caderas.
Podía sentir su aliento en mi pelo, mi oreja y mi cuello. Sus manos me tocaban, pero
no demasiado. Por mi cintura y caderas, y por mis muslos. Teniendo los brazos
todavía levantados, doblé mis codos y llevé mis manos detrás de su cabeza, deslizando
los dedos en su pelo. Él acarició mi cuello y yo estaba repentinamente ardiedo.
Polillas asesinas atacaran mi estómago cuando me di la vuelta, envolviendo mis
brazos alrededor de su cuello y ajustando mis curvas con las de él, sin dejar de bailar.
Sus manos encontraron la parte baja de mi espalda. Estaba a punto de preguntarle qué
pensaba del club cuando la mirada de sus ojos me hizo callar.
Observó mi boca, lentamente inclinandose hacia mí, y me olvidé de todo lo que
me rodeaba.
Oh, mi…el estaba a punto de…
El primer contacto de sus labios fue lento y tímido—la perfecta imágen de
McKale, el que había conocido mi primer día. Respirábamos uno contra el otro, con
los labios entreabiertos hasta que me atreví a dejar que mi lengua tocara la plenitud
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suave que había admirado la noche anterior. Esa acción fue como una cerilla cerca a
un petardo.
Moviéndose rápidamente, guiado por instinto masculino, una de sus manos se
quedo en la parte baja de mi espalda, presionando las caderas juntas, mientras que la
otra mano encontró el fondo de mi cuello y me jaló hacia él, fuerte, en un gesto de
posesión que me tenía gimiendo cuando abrió mi boca con la suya. A diferencia de mis
besos fallidos anteriores, esa era la combinación perfecta de labios y lengua y manos.
No había nada tímido al respecto. Estaba conociendo a McKale por primera vez. Este
era el McKale que quería llegar a conocer mucho mejor.
Me encantó la forma en que olía y sabía. A los ingredientes de la cerveza que
emergía por su bebida, pero algo más dulce debajo: la raíz de regaliz que le gustaba
masticar. Mientras nos besabamos, pasaba una mano sobre su mejilla, sintiendo
cuando su piel lisa se reunía con la línea áspera del cabello de su barba. Cada contorno
me sorprendía.
Trate de usar mi auto-control porque me encontraba prácticamente trepandomele
por más, pero no parecía importarle. De hecho, parecía igual de hambriento por mí.
Yo sabía que parte de mi desesperación provenía del hecho de que alguien muy
poderosa quería mantenernos separados, pero no permitiría que esos pensamientos
salieran a flote. Lo inhalé. Teníamos este momento, y no dejaría que nadie interfiriera.
Finalmente rompimos el beso, seguiendo con varios pequeños besos más lentos
hasta que estábamos listos para mirarnos uno al otro. Estaba medio sonriendo como si
no pudiera detenerse. Inclinandose a mi oído, dijo, “Me gusta tu forma de baile, lass.”
Me reí. Todavía con mis brazos alrededor de su cuello, lo jalé hacia abajo y puse
mis labios en su oreja.
“Me gustas tú, Kale.” No sé lo que me hizo acortarle su nombre, pero él no
parecía importarle.
Deslizó sus labios a mi oído de nuevo. “¿Oh, aye?”
Me mordí el labio inferior para contener una sonrisa gigante, y murmuré, “Sí.”
¡Estábamos coqueteando!
Comenzó una nueva canción. Electrónica de nuevo. McKale comenzó a moverse
en primer lugar, y era mi turno para acoplarme con él. Rock abrió el paso más cerca a
nuestro lado, y juntos los cuatro bailábamos. Cass encontró mi mano y la apretó.
Era una noche que superaba a todas las demás: La mejor idea que Cassidy había
tenido. Los chicos nos hicieron reír todo el tiempo. Especialmente Rock con su baile
exagerado mientras trataba de imitar cómo se movían otros hombres en el club.
Esta noche fue más que un simple acto de rebelión hacia el aburrimiento. Incluso
más que alejarse del portal. Se trataba de conseguir que McKale me viera—realmente
me viera, y para ver la posibilidad de lo que podríamos tener juntos. Yo quería que
tuviéramos algo que valiera la pena luchar.
Cassidy debe haber reconocido como giraban mis pensamientos con mi expresión,
porque ella negó con la cabeza hacia mí y chocó mi cadera.
108
“Esta noche no, Robyn,” gritó en mi oído. “¡Solo baila!”
Sí, pensé, encontrando a McKale detrás de mí una vez más. Esta noche solo
bailamos.
109
CAPÍTULO CATORCE
110
ahora estaba abiertamente comiéndome con su mirada con una exquisita curiosodad,
sin inmutarse por mi conjunto de ropas que era lo menos atractivo en la luz de la
mañana. Puse mi canasta en el poste de la cerca.
Avanzamos al mismo tiempo, sin parar hasta que nos estábamos besando de
nuevo, sus manos me envolvían por la cintura apretarme hacia él, mientras mis dedos
encontraron su cabello. Era tan apasionado como nuestro beso en la pista de baile,
sólo que esta vez podíamos oír nuestra respiración y nuestros sonidos de satisfacción.
Un gemido le salió de su garganta. Sabiendo que le cause ese placer en lo más
profundo de su ser, me dió un raro gusto de poder.
Un chasquido repentino por la senda me sorprendió y me alejé un poco de él. Él
mantuvo una mano en mi cintura, de manera protectora.
“Está bien,” susurró.
Leilah y Rachelle se situaron en la entrada de la ruta con sus delantales y gorros
con cestas en sus manos y sus rostros se quedaron estupefactados. McKale les levantó
una mano a ellas como saludo. Las chicas rompieron a risas al mismo tiempo y se
volvieron corriendo por el sendero distanciándose de nosotros. Solté una risa y
McKale sonrió.
“Será mejor que te deje trabajar. A menos que, o, tal vez, te debo ayudar porque
acabo de espantar tu ayuda.”
Sonreí por su oferta. Me gustó que estuviera dispuesto a poner en riesgo su tarjeta
de hombre por ayudarme, pero yo era perfectamente capaz de hacerlo por mi cuenta.
“No me llevará mucho tiempo, McKale,” le dije. “Ve a dormir un poco. Nos
vemos esta tarde, ¿verdad?”
Me atrajo hacia él de nuevo y puso sus labios suavemente contra la míos.
“Me encanta cuando me llamas Kale.”
Un estremecimiento se deslizó por mi espalda y suspiré. ¿Quién es este chico?
¿Fue él el que había estado escondido debajo de su caparazón todo este tiempo?
Porque me gustaba. Mucho. Me hizo sentir como una nueva y mejorada versión de
mí misma.
“Otra cita hoy, ¿sí?” dijo encima de mis labios. “Nosotros dos.”
“Bien,” le susurré. Otra linda sonrisa, y luego se alejaba, por el camino, caminaba
con la cabeza alta como jamás lo había visto. Yo no me atrevía a moverme hasta que
todo rastro de pelo rojo desapareció al entrar a la aldea.
Mamá vino a nuestra habitación y nos despertó con dos platos de comida al mediodía.
Tomamos los platos con movimientos lentos y culpables.
“Ustedes niñas debieron haberse quedado despiertas hasta muy tarde anoche.”
Estaba sentada con las piernas cruzadas sobre la alfombra tejida mientras Cassidy y yo
nos sentamos en nuestras camas. Asentimos con la cabeza mientras masticabamos la
111
comida.
“Entonces, ¿A dónde fueron durante seis horas exactamente con el coche?”
El bocado que acababa de tragarme se detuvo en mi esófago, y Cass se puso tan
verde como un duendecillo. Por un momento me pregunté si Mamá tenía el talento
suficiente para darnos a las dos la maniobra de Heimlich al mismo tiempo. Ella nos dió
una media sonrisa en nuestro momento de asfixia.
“Ustedes niñas saben que yo soy de sueño ligero cuando no estoy exhausta. Y he
estado en guardia con todo lo que ha sucedido en los últimos dias. Las hubiera dejado
ir si me hubieran preguntado, ya saben. Se hubieran ido más temprano y se hubieran
podido quedar más tiempo fuera.” Ella rotaba su mirada afilada a cada una de
nosotras. “Pero bueno. Qué lástima.”
Cassidy y yo nos miramos una a la otra.
“Mamá…” empecé. Como hermana mayor ‘madura y responsable,’ sentía el
aguijón de la culpa muy dentro de mí. Diciendo “lo siento” parecía tan insuficiente.
Ella nos liberó de nuestra miseria al encogerse de hombros, poniéndose de pie,
sacudiéndose su trasero y saliendose del cuarto.
“Mierda,” dijo Cass, con su boca llena de pan que aún tenía que tragar. Asentí con
la cabeza en acuerdo. Mamá trató de no demostrarlo, pero yo sabía que ella estaba
herida por que nosotras habíamos salido sin su consentimiento. Bajé mi tenedor al
plato, ya no tenía hambre.
No pude contener el sacarsmo. “Te lo dije que deberíamos haber pedido permiso.”
“Oh, cállate. Tuviste la mejor noche de tu vida, muy…¡bésame mi Duende! No
actúes como si te arrepentieras.”
Le golpeé la cabeza con su almohada de plumas y se quejó. “Me arrepiento de
lastimar a Mamá,” le aclaré. “Tenemos que ir a pedir disculpas.”
“Y rogarle que nos perdone,” agregó Cass, sonando de mal humor. Ella tiró la
almohada de nuevo a mi cama. “Al menos tu ya no puedes ser castigada. A lo mejor
yo no tendré vida propia para mi comienzo de mi último año.”
Nos levantamos de la cama lentamente y nos preparamos para enfrentar el día.
Cassidy me agarró del brazo.
“Por favor, dime que valió la pena,” dijo.
Miré sus bonitos ojos marrones. “Valió toda la pena,” admití.
Ella sonrió. “¿Es un buen besador?”
Me sentí avergonzada y traté de no sonreír, lo que la hizo picarme en el costado.
“¡Dime!” dijo, haciéndome cosquillas en la cintura.
“Está bien, ¡sí!” Me reí. “Oh, Dios mío. Nomás…sí.”
Ella se calmó y me observó con mucho amor. Yo comprendía todas sus
expresiones muy bien. Ella estaba feliz por mí, con una especie de orgullo. Pero era la
clase de orgullo mezclado con tristeza, como un padre cuya hija esta creciendo y se
prepara para dejarla ir.
“Vamos,” dije en voz baja, con miedo de llorar.
112
Cassidy y yo caminamos hasta el campo donde la gente comía y jugaba varios
juegos.
McKale estaba sentado con mis papás. Se puso pálido cuando nos vió.
“Ah, ¡chicas!” dijo Papá. “McKale simplemente nos estaba diciendo sobre el club
de baile.”
Oh. Mi estómago se hizo un nudo. McKale nos dió miradas de disculpa mientras
nos sentamos en nuestros lugares habituales, desplomándonos.
“Mamá y Papá,” les dije. “Siento mucho que nos llevamos el coche sin pedir
permiso.” Mi voz era sombría, pero las palabras aún sonaban tontas.
“Sí, lo sentimos.” Cassidy parecía como si hiba a llorar de nuevo. La niña tenía un
suministro interminable de lágrimas a su disposición.
“Si algo les hubiera pasado...” Mamá dejó que sus pensamientos se fueran
mientras cerró los ojos y sacudió la cabeza, imaginandose lo peor.
Bajamos la cara de vergüenza.
“Chicas, ustedes ya no son niñas. Estamos preparados para darle libertades si
actúan de forma responsable. Su madre y yo somos personas razonables, ¿no?”
Cass y yo le asentimos, apenas levantando la barbilla.
Papá exhaló un profundo suspiro y continuó. “Ya son bastante grandecitas para
que seamos capaces de hablar de las cosas. Vamos a olvidarnos de la anoche por el
momento y tratar de disfrutar el resto del verano. Podemos planear otro viaje fuera del
pueblo, antes de que nos vayamos, ¿de acuerdo?” Una vez más, asentimos. “Bueno.
¿Qué tienen planeado para hoy?”
Todos estábamos en silencio por un segundo, y entonces decidí compartir mi
entusiasmo.
“McKale y yo tenemos una cita hoy. En este momento, ¿si está bien?”
Mamá y Papá se animaron.
“Por supuesto,” Mamá arrulló, tomando la mano de Papá y sonriéndo. Vi como
los ojos de McKale tomaron la interacción cariñosa de mis papás entre sí.
“Sí. Creo que es hora para el video y la caja.”
Cassidy dejó de respirar y Mamá se puso la mano sobre el corazón.
“Oh, cariño, creo que es una idea maravillosa.”
“Gracias,” le dije, aliviada de que lo peor de la tensión ya había pasado. Miré de
nuevo a McKale, cuya cara mostraba ahora obvia confusión. “Probablemente voy a
necesitar tu ayuda para cargar algo,” le dije. “Pensé que podríamos ir a tu lugar
favorito hoy.”
“Em…aye, por supuesto.” Se puso de pie después de que yo lo había echo y nos
agarrámos de manos.
Cuando me di la vuelta para decirle adiós a mi familia, mi madre y mi hermana
tenían lágrimas en sus ojos, y juro que los ojos de Papá brillaban también. Ah, mi
familia. Dulces bebés llorones. Mi corazón se sentía pleno, y dije lo único que
importaba.
113
“Los quiero mucho.”
McKale me dió una mirada como diciendo ¿qué-diablos-esta-pasando? entonses
le agarré suavemente la mano y lo dirigí a mi habitación. Se quedó en la puerta como
un caballero. Se veía feliz cuando vió la pequeña cesta que me había dado con fresas
y zarsamoras sobre la mesa al lado de mi cama. Yo había empezado a recoger flores
para poner en ella cada mañana después de mis quehaceres.
“Así que, tengo una idea,” le dije. “Vamos a estar fuera durante mucho tiempo
hoy, si eso está bien. Probablemente después de la cena.”
“¿Una cita larga?” Parecía encantado usar esa palabra nueva. “Bueno, eso es
simplemente terrible.”
Me reí, encantada, porque él nunca antes había bromeado conmigo. Me agaché
para recoger mi mochila y la puse sobre mis hombros. Tenía mi computadora portátil
y un paquete de baterías de repuesto. Por si acaso, metí mi paraguas, también.
Despues me agaché y levanté la caja. No era pesada, pero era voluminosa. McKale
me la cogió de las manos, mirando hacia abajo al recipiente de plástico azul con
mucho interés.
“Ya lo verás,” le prometí. “Vamos.”
Nos detuvimos en la cocina y cogimos un paquete de pan, carne seca, y un frasco
de aguamiel. Y luego salimos, rodeamos al pueblo para hacer un amplio arco alrededor
del portal. Ninguno de los dos mencionamos al otro reino o a sus extraños ocupantes.
McKale me condujo a través de la hierba y maleza, parando una vez más para agarrar
una planta pequeña de regaliz de la tierra. Rodeamos el borde del bosque, que se
alineaba con flores altas y hermosas. McKale debió haberme visto admirarlas.
“Malva irlandes,” dijo, señalando con la cabeza hacia las flores y luego mirando al
frente mientras llevaba la caja con facilidad. Sus orejas parecían enrojecer. Miré de
nuevo a las flores que crecían a lo largo del borde de los bosques, y me quedé
sorprendida. ¿Él pensaba que me parecía as esas flores? Tenían tallos sólidos de
donde se disparaban de la tierra, creciendo hacia arriba en múltiples tallos con hojas de
color verde claro y grupos de flores preciosas. Había cientos de flores cubriendo esta
ruta, en suaves violetas y marrones. Viendolas me hizo sentir hermosa y fuerte.
“Aquí estamos,” susurró McKale. Llegamos a una colina con un árbol roble
encima. Disfruté la ligera quemadura en mis piernas mientras subíamos hasta la
sombra del roble denso. Olía a tierra, como musgo y hongos. McKale puso la caja
sobre la suave hierba y trébol mientras yo extendía una manta, haciendo un gesto para
que se sentara a mi lado. Todo mi cuerpo vibraba con anticipación.
“Voy a empezar por el principio,” expliqué, abrí la caja justo lo suficiente para
sacar el remo con la bola. Me temblaban las manos. “Este es un juguete. Y va mas o
menos asi.” Traté de mostrarle y él se rió entre dientes mientras fracasaba. Un
ejemplo perfecto de por qué no jugaba deportes de mano. Sostuve el juguete
diciendole que él intentara. Después de varios intentos fallidos, él lo logró, asi como yo
de siete años de edad lo sabía que él lo haría. Era tan lindo verlo concentrado con la
114
lengua asomanda de nuevo.
“¿Kale?”
“¿Mm?” Él continuó rebotando el balón en el remo, casi perdía el rítmo, pero lo
recuperó con una pequeña inclinación.
“Te conseguí eso cuando tenía siete años. ¿Me harías el honor de aceptar este
regalo?”
Lo bajó a su regazo. “¿Siete? Eras nomás una pequeña niña…”
Asentí. “Y yo me la pasaba pensando en ti.”
Se quedó inmóvil, y yo podía presentir pensamientos circulándole en su mente,
tratando de procesar la idea.
“Aye, Robyn. Sería un honor aceptar este regalo.”
“¡Yupi!” Me reí de mi propia exclamación femenina.
Y así comenzó la diversión. Uno por uno, saqué cada regalo en orden cronológica,
explicandole y pidiéndole que lo aceptara. Mi ser infantíl se alegraba con cada
aceptación, y mientras los regalos se amontonaban junto a él, algo se levantaba entre
nosotros, moviendonos más cerca uno al otro. Cuando llegamos al primer regalo de
cual platicaba en el video, acerqué la computadora portátil y vi los ojos de McKale
abrirse grandes.
Él quería apretar los botones y saber lo que había adentro, así que le di un breve
tutorial antes empezar el video. Mi cara de casi catorce años de edad, llenó la pantalla.
Se reía y señalaba. “Mira, ¡Eres tú, Robyn!”
Me reí, también, sobre todo con la vergüenza de ver mi flequillo mal cortado en el
video. Y, oh, no, ¿era eso una espinilla en mi barbilla? ¿Por qué no me puse algo de
maquillaje?
“Hace casi cuatro años,” le dije.
Lo vimos por varias horas, riéndonos a carcajadas sobre algunas de las tonterías,
especialmente de lo que decía Cassidy cuando de repente aparecia en el video. Ya me
había olvidado de una gran cantidad de eso. Pero la mejor parte del video fue observar
la reacción de McKale. Miraba fijamente, atento, inclinado hacia la pantalla. A veces
acentía con la cabeza en respuesta a lo que decía yo en el video, o decía algo en voz
baja. Él estaba inconciente a todo lo demás.
Fue durante esas horas de observación de video bajo el árbol, que me enamore de
McKale. Mientras él observaba mi transformación de una adolescente incómoda a una
mujer joven en la pantalla, yo lo vi cambiar de un joven hastiado a un hombre que
sabía que había sido deseado desde el principio.
Lo vi sanarse, y sabía que por finalmente había visto la verdad, finalmente me
había visto a mí.
Era el atardecer cuando el video terminó. Se sentó con las rodillas hacia arriba,
mirando a los regalos, comprensiblemente abrumado. Él negó con la cabeza y se pasó
las manos por el cabello.
“Yo no sé qué decir, Robyn. Yo…”
115
“Está bien. No tienes que decir nada.”
“Pero sí necesito.” Él extendió sus brazos sobre las cosas que nos rodeaban.
“Nunca lo pensé…Si hubiera tenido alguna idea…”
“Yo sé. Me hubiera gustado haberte podido escribir o algo. Y no esperaba que tu
hubieras hecho algo como esto.” Senalé a los regalos. “Sé que los enlaces son para las
líneas de sangre, pero es difícil pasar todos los días creciendo con papás como los mío
y no esperar ese tipo de felicidad.
Se volteó hacia mí, dónde estábamos sentados, poniéndonos más cerca con
nuestras piernas tocando.
Su voz era suave y vacilante. “¿Piensas que podrías encontrar esa felicidad
conmigo, Robyn?”
Sostuve sus ojos color avellana. Mis sentimientos por él habían crecido muchísimo
en los últimos días. Ahora lo quería a él Todavía teníamos un largo camino por
recorrer, y evidentes obstáculos que superar, pero yo estaba llena de esperanza.
“Creo que podría hacerlo,” le susurré. “Pero sólo funcionará si los dos lo
deseamos.”
Él no respondió, y se veía serio. En su siguiente respiro, McKale cruzó el espacio
entre nosotros, su boca caliente sobre la mía. Mantuvo los lados de mi cara entre sus
manos. Extendí mis manos y agarré sus antebrazos hasta que se alejó lo suficiente
para mirar mis ojos. Permanecimos sentados, estudiandonos y saboreando nuestras
perspectivas.
“He encontrado más felicidad desde que has llegado que lo que he tenido durante
toda mi vida. Por primera vez puedo considerar el futuro. Todavía no puedo creer mi
propia suerte.”
La suerte de un irlandés. Solté una carcajada de emoción, pero McKale me frunció
el ceño.
“¿Estás triste?” Él pasó sus manos por mis mejillas.
“No. Estoy feliz.” Mi barbilla temblaba mientras lo decía y me di cuenta de que
estaba llorando. Nunca había llorado lágrimas de felicidad en toda mi vida. Nunca
entendí cómo la alegría podría hacer llorar a alguien. No era natural, al igual que la
forma en que el sol brillaba a veces a través de las nubes, mientras que llovía. Parecia
que necesitaba un profundo y dichoso alivio, para poder por fin descargar mis
problemas con una respuesta llorosa. Y besos de trébol.
Unas goteras de lluvia comenzaron a caer a nuestro alrededor. Rápidamente
empacamos mi computadora portátil y regresamos todos los regalos a la caja. En lugar
de irnos de inmediato, abrimos el paraguas y nos sentamos debajo de él juntos,
comiendo. Y besándonos.
Ahora sabía por qué los románticos escuchaban canciones de amor y se
entusiasmaban sobre los cuentos con final feliz. Hubo euforia en tanta dulzura. Lo que
sentía me hacía ver el mundo de otra manera.
Fue después de la puesta del sol que recorríamos el largo camino alrededor del
116
portal de vuelta a la aldea. Disminuimos nuestro paso una vez que oímos la música a
la distancia y vimos las luces de las fogatas en el campo.
“¿Quieres bailar conmigo esta noche?” le pregunté.
Él respondió con una sonrisa tímida. “Aye.”
Una punzada de magia me sopló por el torso. McKale y yo nos detuvimos a medio
paso. Mis ojos recorrieron el campo oscuro con temor, mientras la niebla mojaba mi
cara y pelo. Mi corazón latía con tanta fuerza que estaba segura que McKale lo podía
oir. No podía ver nada por ahí. El portal seguía siendo invisible.
“No hay nada allí,” susurró, sin dejar de mirar hacia la oscuridad. “Tal vez alguien
se movió.” Pero él sonaba inseguro y su nuez de Adán caía y se levantaba como si
estuviera tragando. Me acerqué un poco más a él, deseando que no tuviera qué llevar
la caja, para poder tomarnos de las manos.
“Vamonos de aquí,” le susurré.
La punzada de la magia había sido un recuerdo desagradable de la chica del otro
reino, al acecho. Yo no me engañaba pensando que ella sería una buena perdedora
cuando se enterara lo de McKale y yo. Pero la pregunta era, ¿qué haría ella al
respecto? Miraba en dirección del portal mientras pasabamos, sintiendo con cada paso
que estábamos esquivando balas y saltando minas terrestres.
Tal vez era tiempo de buscar un trébol de cuatro hojas. O un campo entero de
ellos. Iba a necesitar toda la suerte que pudiera conseguir.
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CAPITULO QUINCE
Era extraño separarme de McKale y mirarlo llevándose la caja. La caja azul había sido
una parte constante de mi vida durante tanto tiempo, y ahora se iba a la casa donde
pertenecía.
Volví a mi habitación y me sorprendió ver a Cassidy en la cama. Ella se movió
cuando entré, rodando y empujando algo debajo de las sábanas.
“¿Todavía estás cansada?” le pregunté.
Ella asintió y se frotó los ojos. “¿Qué hora es?”
“Como si yo supiera.” Me reí. “¿Qué estabas mirando?”
Se incorporó y se encogió de hombros.
“Muéstrame.”
“No es nada,” insistió ella, sacando un pequeño elemento que reconocí como su
calendario de bolsillo. Solo mantengo un registro de las fechas. ¿Tú sabes que sólo
faltan seis días para tu cumpleaños?”
“Sí, lo sé.” Mi interior saltó con energía nerviosa cuando lo recordé. Me senté a su
lado y las dos nos reconstamos.
“¿Estás bien, Cass?”
“No lo sé.”
Tomé su mano mientras seguíamos mirando hacia las vigas del techo.
“¿Qué estás pensando?” pregunté.
“Un montón de cosas.”
“Por favor, no estés triste. Sobre todo por mí. Creo que todo va a estar bien.”
Ella despidió el tema y se aclaró la garganta. “¿Cómo te fue cuando le diste los
regalos?”
Me di la vuelta hacia ella, accurrucandome y sonriendo en su hombro.
“Fue increíble,” le susurré.
“¿En serio?” Podía oír la felicidad en su voz. “Finalmente.”
“Todo el mundo afuera esta bailando. ¿Vendrás conmigo?”
Ella se encogió de hombros y dijo, “supongo.”
“Me gustaría que Rock pudiera venir,” le susurré.
“¿De veras?”
“Sí. Él es divertido, y te hace feliz.” Me tocó la punta de la nariz. “Yo quiero que
seas feliz, aunque me preocupo. Ahora, vamos.”
Fue un esfuerzo levantarnos de la cama, nos preparamos, y nos peinamos de cola
de caballo. Caminamos a la zona abierta donde una lluvia ligera seguía cayendo,
encontrando a McKale sentado con Mamá y Papá. Se puso de pie cuando me vió, y
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su rostro se iluminó.
“Wow,” Cassidy susurró mientras nos acercamos a ellos. “Debió haber sido una
muy buena cita.”
Cuando llegamos a la mesa me acerqué para besar a McKale en la mejilla antes de
tomarle la mano. Mi familia parecía a punto de estallar en un aplauso. En vez, Papá se
levantó y anunció que nos iba a conseguir una ronda de aguamiel. Cassidy hizo una
mala cara, sacando la lengua.
“Estoy harta de eso. Mataría por una soda.”
“Lo siento, Chicadee. Te traeré un poco de agua.” Papá se fue con una sonrisa.
“¿Listo para bailar?” pregunté a McKale.
Él pateó un pequeño manojo de hierba. “No soy el mejor bailarín.”
“Vamos lo lograremos juntos. Ven.”
Tiré de su mano hacia el centro del baile. Ya iba la canción a medias y los
bailarines se tomaban de la mano en un círculo, moviéndose hacia atrás mientras
bajaban los brazos, y uniendose mientras levantaban las manos hacia el cielo. Cuando
entramos al círculo de bailarines, unos comenzaron a aplaudir, y pronto todos los
Chaun rompieron en aplausos. McKale me apretó la mano. Ellos nos estaban
celebrando, a nosotros.
Este era el primer baile de McKale y yo frente al clan de Chaun como pareja.
Nuestra verdadera primera aparición junta. Al ver sus expresiones de alivio y alegría
me hizo dar cuenta que habían estado preocupados de que McKale y yo no nos
llevabamos bien. Tanto dependía de nuestra unión. Al vernos agarrados de la mano
trajo esperanzas del clan a la superficie.
La emoción se hinchó dentro de mí cuando McKale y yo tomanos nuestro lugar
entre ellos. Cada persona que no estaba bailando nos circuló alrededor, aplaudiendo en
sincronía.
Brogan estaba con mi familia, e incluso a travéz de la distancia pude ver la luz del
fuego reflejándose en la humedad de sus ojos. Esta fue la confirmación de que todos
habían estado esperando, y yo estaba contenta de darles la confirmación. Tal vez
estaba segada, pero mientras entrelazaba mis manos con las de mi prometido y nos
movíamos en sintonía con la música, yo estaba segura de que este era el baile más
feliz jamás realizado. A pesar de su preocupación, él se movía con agilidad, lleno de
gracia. Y el modo que captaba mis ojos…no había manera de que alguien que nos
viera pudiera dudar de lo que había crecido entre nosotros dos. Sobre todo cuando el
baile terminó y él se inclinó para darme un beso, que fue recibido con una ronda de
silbatos del clan.
Leilah y Rachelle vinieron corriendo después, y nos abrazamos.
“¡Gloria sea!” Leilah susurró en mi oído. “¡Nunca he visto a nuestro McKale tan
seguro de sí mismo! Un muchacho verdaderamete afortunado.”
Brogan se subió encima de una mesa y gritó, “¡Bueno, Leprechauns! ¡Parece que
nosotros vamos a tener una unión!”
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La ovación de la gente me hizo sonrirle a McKale mientras sentía una sensación de
montaña rusa a través de mi cuerpo.
“¡Leon Mason!” gritó Brogan. “Como padre de la mujer de la unión, debes
designar la fecha.”
Papá me miró. Asentí con la cabeza, aunque la energía nerviosa picaba debajo de
mi piel.
“¡Seis días a partir de ahora!” Papá anunció en voz alta y clara.
“¡Será en seis días!” Brogan levantó su copa y también todo el clan las levantó con
él. “¡Salud, Salud!”
“¡Salud, Salud!” gritó todo el clan.
Oh, vaya. Oh, Dios mío. Oh, Mierda. Seis días.
Uno por uno, los hombrecillos y sus mujeres del pueblo se acercaron a nosotros,
para besarnos las manos y darnos un abrazo. En ese momento, me admití a mí misma
que había estado albergando sentimientos negativos leves hacia la mayoría de la
población de McKale. Me molestó la forma cómo McKale había sido tratado, y cómo
ellos parecían pensar en menor escala sobre las mujeres de muchas maneras. Pero con
cada bueno deseo recibido, emociones hirientes se arrojaron en el perdón, dejando los
frescos y nuevos sentimientos.
Mi familia fue la última en abrazarnos. Papá me apretó y me besó en la cabeza.
“Siempre serás mi niñita,” susurró. Pasé saliva y lo apreté a cambio.
Mamá y Cassidy lloraron. Sorprendente, lo sé. Pero entendí sus lágrimas de
felicidad ahora. Yo sabía que estaban repletas de amor dentro de sus corazones para
McKale y yo, y me hizo adorarlas más que nunca.
El consumo excesivo de bebidas por celebración siguió toda esa noche. Incluso
después cuando me dirigía a los bungalows con Cassidy, aún podíamos escuchar la
gente cantando y arrastrando palabras a la deriva por el sendero.
“Alguien está enamorado,” Cass bromeaba. “Dos personas, en realidad.”
Quise responderle que no se había dicho esa palabra que empieza con A, pero noté
que su voz sonaba rara. Su sonrisa parecía forzada, y sus palabras no tenían el tono
de diversión que era habitual. Se veia frágil. Entramos a nuestra habitación y cerramos
la puerta, encendiendo la lámpara de gas. Yo tenía que tratarla con ternura.
“¿Qué está pasando, Cass? Hábla conmigo.”
Ella pasó saliva y parpadeó. Su pelo estaba enmarañado por la lluvia de la noche.
Pero sabía que yo me veía igual de agradable.
“Estoy nomás cansada.” Ella contestó cambiándose sus ropas húmedas.
“Es algo más que eso.”
Ella no me respondió, eligiendo en lugar de meterse en la cama.
“No, estoy tan cansada en serio. Sólo me voy a dormir, y cuando me despierte,
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todo va a estar bien.”
Antes de que pudiera tratar de llegar al fondo de la cuestión, un zumbido extraño y
el ruido del aleteo se oyó afuera de nuestra puerta.
“¿Qué demonios es eso?” Cassidy se sentó en la cama con los ojos abiertos.
Miramos hacia la puerta.
Continuó, y las dos saltamos de la cama.
“Suena como un pájaro…o algo así,” dije. Un pájaro realmente grande. Abriendo
muy poquito la puerta, me asomé a la oscuridad con Cassidy mirando por encima de
mi hombro. Me tambaleé cuando oí el aleteo de nuevo, pero fue más lejos ahora.
Abrimos la puerta lo suficiente como para salir y mirar alrededor. Algo pequeño,
verde, y nebuloso desapareció entre los árboles oscuros. Un cacareo de tono agudo
sonó desde el bosque cercano. Me quedé congelada, pero Cassidy agarró mi muñeca y
me tiró de nuevo a la habitación, cerrando fuerte la puerta detrás de nosotras. Las dos
nos apoyamos en ella, respirando con dificultad.
“Eso fue uno de esos espeluznantes duendecillos, ¿verdad?” preguntó Cassidy.
“De ninguna manera.” Yo no tenía idea de porqué lo estaba negando cuando las
dos sabíamos que eso era exactamente lo que había sido.
“La Loca Chica Hada tiene un espía,” dijo ella.
Mi estómago se revolvió, amenazando con vomitar todo el aguamiel de adentro.
“La odio,” le susurré.
“Yo también. Vamos a patearle el trasero. Dos contra una.”
“No lo digas ni en broma,” dije, sintiendo náuseas.
“Le tienes miedo a ella.” Solo pensarlo le hizo sentir terror a Cassidy, y ella me
agarró la mano.
Nunca había admitido el miedo, pero no podía negarlo. Las dos sabíamos que la
LCH podía quitarme todo lo que yo amaba y magníficamente arruinar nuestras vidas
si a ella le daba la gana. Me alegré que Cass no dijera nada trivial cómo que todo
estará bien y no hay nada que temer.
“McKale te ama.”
Esas palabras acogedoras me hicieron cerrar los ojos. Yo quería que me amara. Mi
corazón definitivamente se dirigía en esa dirección, y yo no quería estar sola. “Tal
vez,” susurré.
“¿Él no lo ha dicho?”
“No.”
“Bueno, lo vi en su rostro esta noche. Estoy feliz por ti, Robyn. Tan feliz.”
Otra vez con la voz triste, a pesar de sus dulces palabras. Algo estaba fuera de
lugar, pero tenía miedo de empujarla más esta noche. Ella probablemente cerraría el
pico y se pondría brava.
Puse mi cabeza en su hombro y ella apoyó su cabeza en la mía. Nos quedamos así
hasta que estábamos seguras de que el duendecillo no iba a regresar, y luego nos
metimos en nuestras camas. Cassidy no me había estado mintiendo acerca de estar
121
cansada. Se durmió inmediatamente.
Ni siquiera se despertó cuando una ráfaga de viento abrió la puerta. No la
habríamos cerrado bien. Salté de la cama con el corazón en la garganta, a tientas en la
oscuridad para encontrar la puerta oscilando. La cerré con fuerza y empujé mi maleta
pesada en frente de ella. No pude dormir bien, revolcandome toda la noche, con
miedo a los monstruos afuera, Cassidy dormió profundo, incluso roncó varias veces.
Tenía la esperanza de que ella estuviera bien. Mi mundo se sentía inestable cuando
Cass no estaba bien.
122
encaminaron a trabajar.
“Gracias,” les dije.
Llegué a la habitación de McKale y le toqué a su puerta. Él respondió después de
un minuto, sin camisa, con la mitad de su pelo alborotado. Él intentó aplanar el lío
rojiso cuando vió que era yo su visitante.
“¿Qué pasa?”
“¿Puedes venir conmigo?” susurré, deseando no sonar tan frenética. “No puedo
hablar de eso aquí.” Él asintió y dejó la puerta abierta mientras volaba alrededor de su
habitación, buscando una camisa y sacando un poco de agua para domar su cabello.
Esperé afuera de la puerta con los brazos cruzados.
Cassidy no podía estar embarazada. Ella ha de estar bajo mucho estrés con este
viaje: estar en un lugar extraño, sabiendo que pronto estaría sin su hermana,
involucrándose en un romance serio con alguien que había conocido hace un mes. Esa
cosa podría haber estresado su cuerpo. Pensaba las fechas de sus encuentros en mi
cabeza. Ella tendría haber concebido durante una de sus primeras citas si no fue el
primer día. ¿Cuáles eran las probabilidades?
McKale salió, cerrando la puerta, y caminamos de prisa a mi habitación, donde
esperaba Cassidy. Una vez que estábamos con la puerta cerrada, los tres nos paramos
muy de cerca, así que podíamos mantener nuestra voz baja. Cada uno de nosotros
cruzabamos los brazos sobre el pecho, que podría haber sido cómico en diferentes
circunstancias.
“Los Clur no pueden tener hijos, ¿verdad?” le pregunté.
“Eso es correcto.” Miró hacia las dos de nosotras con un pliegue en su frente,
luego su mirada se detuvo en Cassidy y su frente se alisó. “Ah.”
“Por favor, dime que no pueden embarazar a las mujeres,” le susurré.
McKale pausó, demasiado tiempo.
“Aye, pueden hacerlo.” Él sonaba respetuosamente apenado. “Pero no dura más
de uno cuantos meses.”
Cassidy gimió, cubriendo su boca, y un fuego de enojo rabió a través de mí.
“McKale,” le dije con los dientes apretados. “Por favor, encuentra a Rock y traerlo
aquí.”
Se pasó una mano por su pelo húmedo y asintió, mirando con dolor.
“¡Espera!” la mano de Cassidy se disparó y lo agarró del brazo cuando se disponía
a irse. “No se lo vas a decir, ¿verdad?”
Miró hacia ella con los ojos tristes. “Nay. Si lo hiciera, él no viniera.”
Ella lo vió salir con la boca abierta. “El de todos modos viniera.” Sonaba como una
niña.
“Cass—”
“¡No!” Ella se apartó cuando intenté tocarla y se fue a la cama, se sentó con las
rodillas arriba. “McKale está equivocado. No es así. Ronan me ama.”
Doble mis manos con los puños apretados. Mi hermana podría estar embarazada
123
de un bebé que no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir. Y tenía un pensamiento
terrible de que la única persona que Rock amaba era Rock.
Esperamos en silencio. Ella se quedó en la cama como en el limbo mientras yo
caminaba de aquí para alla. Pareció una eternidad hasta que los chicos llegaron. El
pelo de Rock lucía particularmente alborotado esta mañana y él tenía una expresión de
buen humor.
“¿Cuál es el secreto¿Están planeando otra gran aventura hoy, lasses?”
“Oh, es algo más grande, más serio,” dije.
“¡Robyn, para!” Cassidy saltó de la cama y fue hacia Rock. Él puso un brazo por
encima de su hombro y se quedaron mirando el uno al otro.
“Lo siento,” dijo ella. “Es solo que…”
Ella miró hacia abajo, no fue capaz de decirlo, y Rock absorbió el silencio.
Observó las caras serias, y perdió su sonrisa estúpida. Dejó caer la mano del hombro
de Cassidy. Él dió un paso hacia atrás y la barbilla de ella tembló, yo temblaba de
rabia.
“Och. Deberías haberle advertido,” McKale le dijo.
“Está bien,” dijo Cassidy. “No estoy enojada contigo, Ronan.” Ella se movió hacia
él, pero él se veía asustado.
“Yo pensé que tu sabías que era posible,” dijo, con los ojos como dardos hacia la
salida, que fue bloqueada tanto por McKale y yo.
“Bueno, pensaste mal.” Me esforcé mucho para no sonar tan fria. “Por lo tanto,
ahora es cuando tú la confortas y le dices que estarás ahí para ella.”
Cassidy me envió una mirada furiosa. Rock con una gran incertidumbre puso una
mano sobre el hombro de Cassidy. Ella se inclinó sobre él y comenzó a llorar en su
pecho, él puso sus brazos alrededor de ella, incómodo.
“Ay, mierda,” el dijo.
Cassidy se rió por el modo chistoso con que él había dicho esa palabra
disminuyendole las lágrimas, limpiandose sus ojos con el dorso de sus manos.
“¿Se lo vas a decir a tu gente?” preguntó, pareciendo aterrado ante la perspectiva.
“De ninguna manera. Si se lo dijera a Mamá ella se lo diría a Papá y él
probablemente te mataría.”
Su expresión de terror se expandió, y Cass hizo una pequeña risita. “No voy a
decirles, pero no soy buena guardando secretos. Tal vez se lo diga a mi mamá cuando
regresemos a casa.”
Rock no se veía asegurado. Era obvio que había tenido mala suerte con otros
papás en el pasado. Imagínate eso.
“Todo está bien,” ella le dijo. “Todo estará bien.”
¿Por qué estaba tratando de confortarlo a él? No estaba bien.
“Aye, Cassie-lassie.” Su sonrisa era nerviosa, pero ella le sonrió de vuelta de todos
modos. Me quedé sorprendida. Ella odiaba ser llamada Cassie. Una vez me persiguió
y me dió un calzón chino cuando la llamé así.
124
Al menos Rock parecía estar haciendo un esfuerzo ahora, a pesar de que parecía
poco acostumbrado a hacerlo.
“Um, Robyn y McKale tendrán su ceremonia de unión en cinco días,” ella le dijo.
“¿En verdad?” Sonrió, pero su sonrisa no era tan grande como de costumbre.
“Tal vez hablaré con mi padre haber si puede hacer una excepción y permita que
los Clur puedan asistir,” dijo McKale.
“Aye, si puedes conseguir que el viejo terco esté de acuerdo, voy a estar allí.”
“Bien.” McKale se aclaró la garganta. “Bueno, deberiamos sacarte de aquí antes
de que alguien te viera.”
La tensión todavía se sentía en el aire cuando los chicos se prepararon para partir.
Cassidy besó a Rock, y él salió por la puerta, fuera de la vista, más rápido que un
duendecillo.
McKale miraba a mi hermana, parada a su lado rozándose sus brazos. “Cass, si
quieres puedo hablar con una de las mujeres del pueblo para que hable con contigo.
Hay varias en el pueblo que te pueden avisar de lo que te espera. Ellas son discretas.”
Ella tragó y sacudió la cabeza. Mi corazón se apretó en pensar lo que pronto
estaría atravesando.
“No, gracias,” susurró. “Voy a tomar un baño ahora.”
Ella nos dejó, y yo tomé la mano de McKale, llevándolo fuera de la puerta del
bungalow.
“Gracias,” le dije.
Él asintió. No le solté la mano. De hecho, se la apreté fuerte cuando empezó a
salir.
“Espera, Kale.” Mi estómago se revolvió al pensar en la noche anterior. “Nadie
vino a visitarte anoche, ¿verdad?” Él no tuvo que preguntar a quién me refería.
“Nay. ¿Por qué? ¿Qué pasa?”
“Anoche huvo un duendecillo afuera de nuestra habitación.”
Su mandíbula se tensó y él se quedó mirando hacia los árboles. “Cuando venga de
nuevo, voy a hablar con ella, y seguramente ella va a entrar en razón.”
Yo no creía eso. Odiaba la idea de que ellos hablaran, ¿pero que más podía hacer?
Él se inclinó y besó mis labios, brevemente. Pero mantuvo su cara frente a la mía y yo
admiré sus ojos claros.
“Cinco días para nuestra unión.” Él habló en un susurro ronco.
Me estremecí y extendí la mano para agarrar el marco de la puerta. La forma en
que lo dijo sonaba como una promesa sexy más que una mera declaración. Una
excitación ansiosa resonaba dentro de mí.
“Cinco días,” repetí.
En el momento en que él se alejó de mí, mi felicidad se evaporó al entrar a mi
habitación y acordarme de la angustia innecesaria que ahora teníamos que tratar.
Andaba de un lado a otro con los brazos cruzados por el cuarto pequeño. Yo sabía
que debería haber hecho pedazos a Rock cuando tuve la oportunidad.
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Estaba tan absorbida en mis pensamientos oscuros sobre la situación difícil de mi
hermanita que no me di cuenta que una criatura verde rondaba por debajo de la mesita
de noche hasta que esa cosa loca me saludó, sonriendo maliciosamente. Me tropecé
con una maleta, reprimiendo un grito. El duendecillo voló en el aire, riéndose con esa
carcajada aguda desconcertante mientras corrí a la puerta y la abrí.
“¿Robyn?” Cassidy llamó desde el baño.
“¡Un segundo!” Pude decir mientras la cosa volaba hacia la puerta, dándome una
patada en la cabeza a su salida. Ow. Habría dado cualquier cosa por una lata
fumigante en este momento. Cerré la puerta y me senté frente a ella, apoyando la
cabeza hacia atrás.
Era un espía. Tenía que ser. Sin duda, el duendecillo iba a ir directamente a su
dueña para decirle todo lo que había oido aquí esta mañana. ¡Maldición! ¿Cuánto
tiempo había estado en nuestra habitación y cómo entró? Y entonces me acordé
cuando la puerta se abrió durante la noche. Pequeño bastardo astuto. Se había
quedado quieto y en silencio todo el tiempo, oculto. La LCH estaría orgullosa de su
pequeña mascota. Le di una patada a la maleta dura.
“¿Qué está pasando?” gritó Cassidy, molesta ahora.
“Oh nada. Acabo de encontrar nuestro pequeño amigo duendecillo loco en la
habitación.”
Sonidos frenéticos de agua vinieron de la bañera. “Oh, mi Dios, nooo!”
“No te preocupes, se ha ido ahora.”
Ella se calmó. “¿Estás segura? Ven aquí.”
Me puse de pie y fui hacia ella, tirando de la cortina, me senté sobre un banco
junto a la bañera. Ella estaba sentada con una toalla sobre el pecho, y sus rodillas
alzadas sobre el agua turbia.
Le platiqué lo que había pasado y Cassidy procedió una vez más a llamarla a la
LCH por todas las malas palábras que sabía. Ella sabía que me daba una gran alegría
cuando ella hacía eso.
Cassidy terminó su diatriba, diciendo, “Ella tiene que conseguir su propia vida y
dejarte en paz.”
Las dos estábamos reflexionando durante algunos minutos hasta que ella rompió el
silencio.
“Tu sabes, McKale es muy buena persona.”
“¿Sí?” Sonreí. “Él necesitaba un empujoncito, supongo.”
“Me alegro que sea buena gente contigo. Deseo…”
“Lo sé, Cass.” Ella deseaba un montón de cosas, y yo también, nosotras nos
estiramos hasta poder agarrarnos de las manos y las recargamos en el borde de la
bañera. Ella apoyó la mejilla sobre sus rodillas.
“Tengo miedo.” Su voz dio un tirón y una lágrima calló, deslizándose por su
pierna.
“Dulce niña,” susurré mientras mi corazón se rompía.”Estoy aquí. Voy a hacer
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todo lo que pueda.”
“Sigo pensando,” dijo. “Los Clur generalmente embarazan a humanos, ¿verdad?
Pero yo tengo sangre mágica. ¿Y si eso, sabes, lo hace diferente? Tal vez va a
cancelar la maldición y no voy a perder el bebé.”
La miré fijamente. No creía que la sangre mágica que ella tiene de alguna manera
pueda revertir la maldición contra el clan de Rock. Contemplando tales pensamientos
sólo lo haría más difícil. Además, la idea de Cassidy como madre adolescente era
aterradora.
“No te hagas ilusiones, Chicadee, ¿de acuerdo?”
Ella asintió y cerró los ojos, presionando más lágrimas hacia fuera. “Te quiero,
Robyn.”
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CAPITULO DIECISEIS
Brogan declaró toda esta semana de fiesta en el pueblo, hasta la Casa del Zapato se
cerró. Debido a las fiestas y el constante ajetreo de los hombres, las mujeres
irónicamente trabajaron más duro. No parecía que les importara, viendo cómo todos
sus hombres estaban de buen humor. Había una abundancia de guiños, y no trasero
femenino estaba a salvo de un ataque de pellizcos, incluyéndo el mio. Hacia el final del
primer día, yo estaba segura de que habían echo una apuesta para ver cúal
hombrecillo podría hacerme gritar más fuerte.
No lo hacían como falta de respeto. Incluso McKale pensaba que era divertido.
Creo que le gustaba como cada pellizco causaba que mi cara enrojesiera. No sabía
cómo reaccionarle a las atenciones de los hombrecillos alegres.
“Si alguien de donde vine me hubiera pellizcado el trasero hubiera recibido una
manotada,” le expliqué a McKale.
“Bueno, tus nalgas están muy cerca de sus caras. Los muchachos no pueden
detenerse a sí mismos.”
“Ja, ja,” dije con cara seria.
A pesar de las festividades de los aldeanos, no podía compartir en su alegría.
Mi estado de ánimo fue aun más afectado por varias punzadas de magia en el aire
durante todo el día, aunque nadie en el pueblo parecía darse cuenta o que le
importara. Tal vez estaban acostumbrados a eso, pero creo que yo nunca lo estaría.
El ajetreo que nos rodeaba ayudo a ocupar mi mente durante largos períodos.
Aunque Mamá y Papá y hermana aceptaron participar en algunos juegos, yo ayudé en
la cocina. Las mujeres me enseñaron a hacer pasteles de frutillas silvestres. Por más
que ellas amaban a sus hombres, golpean cualquier mano que trataba de agarrar
comida antes que estubiera lista para servir.
Con el rabillo del ojo vi una cabeza con pelo color marrón asomandose por del
marco de la puerta. Era Cassidy, que desesperadamente me hacía señas con la mano.
Ella me agarró por la muñeca y me llevó a la vuelta de la esquina donde estábamos
solas.
“¡Me vino el periodo!” dijo, sonriendo. Ella me echó los brazos al cuello y yo la
abracé por la cintura. Mis pulmones soltaron la más grande y feliz exhalación el
mundo. Ah, ¡Dulce alivio! Al fin, algo salió bien.
Sin soltarme, dijo Cass, “Siento mucho haberte dicho lo de mi retraso. He estado
tan fuera de control, pero no debería haberte preocupado. Este es tu momento y tienes
mucho que hacer.”
Me abrazó con mucha fuerza. “No, al contrario, estoy contenta de que me hayas
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contado. Por favor, nunca sientas que no puedes hablar conmigo. Puede ser que. . .me
asuste un poco porque me preocupo, pero te amo de todos modos.”
Nos soltamos una a otra y Cass bajó sus ojos.
“Voy a encontrar a Rock esta noche y le diré,” dijo.
Quería decirle que se mantenga lejos de él, pero hubieran sido palabras inútiles.
Así que en lugar de eso sin convicción dije, “Está bien, sólo…ten cuidado.”
“Lo haré.” Con una gran ligereza recién descubierta ella se alejó, volviendo a las
festividades. Negué con la cabeza y volví a la cocina. Desearía poder inyectarle una
dosis de precaución en las venas a esa chica.
Cuando el último estante de postres se estaba enfriando, las mujeres se miraron
una a la otra mientras se quitaban los delantales.
Leilah me sonrió. “Tenemos algo para ti, Robyn.”
“¿En serio?” Mi boca se elevó a cambio, preguntándome que sería lo que habían
hecho.
“Aye, lo hicimos. Todas nosotras. Traeré a tu hermana y a tu madre. Y despues te
mostraremos.”
Me lavé el jugo de las frutillas de las manos y con unas palmaditas me sacudí la
harina de mi blusa hasta que Leilah volvió con Cassidy y Mamá, las dos sonriendo.
Entonces, ellas también sabían. Vaya. El grupo de mujeres me llevó hacia las cabañas
del sexo femenino. Otras mujeres nos vieron ir, y se unieron a lo largo del camino.
Leilah y Rachelle entraron en una de las habitaciones y volvieron a salir, con caucion
llevaban una franja larga de seda color lavanda a través de sus brazos. Aspiré una
bocanada de aire y agarré la mano de Mamá.
Las mujeres del pueblo le llamaron a Cassidy, quien tomó el vestido y lo sostuvo
en alto para yo lo viera.
“Les prestamos tu vestido de verano para mediciones,” dijo Mamá. “Es un vestido
para la unión.”
El vestido no era nada como yo lo hubiera elegido para mí, y sin embargo, era
perfecto. Examiné cada detalle. El cuello era redondo y de gran profundidad, que se
unía a lo largo de los hombros con mangas delicadas y cortas. Con cintura de corte
imperial que fluía hasta el suelo. Mi parte favorita fue el color. Estaba teñido en la
parte superior de color lavanda, y poco a poco se iba oscureciendo hacia abajo,
convirtiéndose en un color morado oscuro en la parte inferior. Los colores me
recordaron a la Malva irlandes. Lo unico que quería era que McKale me viera en este
vestido.
“¿Ustedes hicieron esto?” pregunté, con un nudo en la garganta al mirar en torno a
los veinte o más rostros expectantes.
“Aye. Esperamos que no te importe que no sea completamente tradicional,”
explicó Leilah, pareciendo preocupada. “Habitualmente las mangas son más largas,
pero nos inspiramos en el estilo de algunas piezas que ustedes dos usan a menudo.”
“Me encanta,” dije, Me acerqué a tocar la tela. Era tan suave como parecía. Lo
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tomé en mis manos y me lo puse enfrente de mí amoldándolo en mi cuerpo. Hubo
murmullos y gestos afirmativos. Mamá y Cass se acercaron para conseguir una buena
vista.
“Ah, el color es impecable, como les había dicho a ustedes muchachas,” presumió
la mujer de más edad, la que me había hecho el delantal. Me agaché y le besé su
mejilla. Antes de que pudiera enderezarme de nuevo me agarró la cara y me besó una
de mis mejillas, y luego la otra.
“Dios te bendiga hija,” dijo.
Entregándole el vestido de nuevo a una llorosa Cassidy, di la vuelta y le di gracias a
cada mujer, dando abrazos y recibiendo besos, terminando con Mamá, entonces mi
hermana, que optó por darme un abrazo de oso. Las mujeres aplaudían asi como Cass
y yo nos meceabamos hacia adelante y atras, riéndonos. Me alegraba saber que esto
les ayudaba a Cassidy y a Mamá tanto como me ayudaba a mí, sabiendo que yo había
sido aceptada por las mujeres del clan. Era una cosa por la que ya no nos
neceitabamos preocupar para cuando llegara el momento de dejarme.
A principios del anochecer nos llevamos mi vestido precioso a mi habitación y nos
dirigíamos al campo. Nuestro grupo grande de hembras hizo una gran entrada.
Parecíamos artistas famosas en la forma que los hombres chiflaban y vitoreaban
mientras bajábamos hacia la fiesta. Algunas de las mujeres hacían reverencia o giraban
y todas nos reímos, era una sensación punzante.
McKale se me acercó, con su violín en la mano.
“Me gustaría tocar un par de canciones, si no te molesta.”
Buen Dios, ¿estaba el chico pidiéndome permiso? Me extendí y le di un beso, sin
soltar sus labios hasta que oí la gente vitoreando de nuevo.
“Por supuesto que no me molesta. Me encanta oírte tocar. Me sentaré cerca de ti.”
Él me dió una sonrisa tímida ante el cumplido y tomó mi mano, me encaminó
hacia la mesa más cercana de los músicos. Mi familia me siguió sentandose conmigo.
Aplaudimos al tiempo cuando comenzó la música, y aunque todo parecía estar bien en
la superficie no podía disfrutarlo totalmente. Cuanto más me acercaba a McKale, y
más se acercaba la fecha para nuestra unión, más sentía la amenaza inminente de la
LCH.
La primera canción terminó, y un murmullo recorrió por la multitud. Me senté más
recta, en estado de alerta. Sentí que mi familia hacía lo mismo. Voces agotadoras
sonaban desde abajo en el campo. Me paré a ver, mi corazón latía a toda velocidad. El
movimiento me llamó la atención cuando una fila de hombres salió de los árboles,
todos en línea con los brazos situados en torno a los hombros del otro. Eran los chicos
Clurichaun, cantando en voz arrastrada, tropezandose y zigzageando a través de la
hierba—eran ocho muchachos de tamaño regular y cuatro hombrecillos andando en
siga. Parecían demasiado jóvenes. Yo no creí que los Clur vivían de una manera que
les permitía llegar a edades avanzadas.
McKale había obtenido un permiso especial para que pudieran asistir a la
130
ceremonia de unión, pero Brogan no se veía nada feliz por verlos tan pronto. Él cruzó
los brazos sobre su barba y sacudió la cabeza, murmurando algo acerca de cómo los
iba a sacar a patadas si no se portaban bien. Brogan en seguido ordenó a los músicos
que agarraran sus instrumentos. Una canción comenzó con prontitud.
Miré a Cassidy que estaba estirando el cuello buscando a Rock. McKale me
observaba, con el violín en la barbilla. Sus manos se movían sobre las cuerdas, pero
sus ojos me cuestionaban si todo estaba bien. Asentí.
Los chicos Clur llegaron al campo y se separaron el uno del otro. Debieron haber
estado soportandose el uno del otro, por que cuando se soltaron todos se calleron
despatarrados, rodando, patas arriba. Las mujeres chasqueaban con sus lenguas o se
reían. Algunos de los Chaun jovenes se rieron y fueron a saludar a los Clur,
ayudándolos a ponerse en pie, mientras que los hombrecillos mayores gruñian con
desaprobación.
Los ojos de Cassidy brillaban. Yo sabía que se estaba muriendo por darle la buena
noticia a Rock. “Voy a ir a saludarlo,” Cassidy les dijo a Mamá y Papá. Mamá frunció
los labios.
“No creo que sea una buena idea,” Papá le dijo.
Yo sabía que ella iba a ir, de todas maneras, y no quería una escena.
“Voy a ir con ella,” les dije, tomandole su mano. “Regresamos pronto.”
Papá miró en dirección hacia Rock, y pude ver por qué.
Rock apenas podía estar de pie. Sus tobillos se le doblaban bajo su peso. Cassidy y
yo estábamos de pie y nos acercamos más, viendo como Keefe, el chico del fútbol,
saludaba a Rock, retirandole la mano y soplandose en frente de la nariz.
“Ay, ¡Rock! ¡Hueles a la esposa del granjero Teague, de verdad! ¿Estaba ella
hirviendo otra cantidad de su perfume de rosas que mata?”
Espero que esté bromeando.
Empezaron las carcajadas, y Rock medio sonrió. Otros chicos se inclinaron a
olerlo y hacerle muecas. Los pasos de Cassidy titubearon y su mano húmeda se apretó
en la mía. Sentía que sus ojos se desvíaban hacia mí, pero yo no podía quitar los míos
fuera de Rock. Estábamos cerca de ellos ahora. Recé que los chicos sólo estubieran
bromeando. Pero cuando llegamos hasta la orilla del grupo, un fuerte perfume de
flores inconfundible perfumaba el aire.
Mi presión arterial se elevó.
“Condenado loco,” uno de los Duesdes jovenes dijo, le pegó a Rock en el brazo,
casi derribándolo. “Tú nunca aprendes.”
Rock nos miró a Cassidy y a mí con ojos cansados, semicerrados. “¡Cassie-
lassiiieeee!” Pasó a través de los otros chicos y la cubrió con sus brazos,
empujándome a mí al lado.
“Ronan, detente,” dijo Cass, moviéndose fuera de su alcance y mirándolo con ojos
muy abiertos. Sus siguientes palabras fueron dichas en un susurro peligroso que sólo
los tres de nosotros podíamos oír. “¿Acabas de dormir con una mujer? ¿La esposa de
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otro?” Sus ojos le pedían que lo negara. Él podía haber darle de comer una mentira en
ese momento, y ella se la hubiera comido.
“Dile la verdad,” le advertí. Apestaba; no se podía negar eso.
Rock me miró a través de una mata de rizos largos. Se veía un poco más alto en
ese momento y parecía tan serio como jamás lo había visto. Tenía un mensaje para mí
en sus ojos. No me gustaba, pero lo entendía. Rock estaba a punto de romper los
lazos con mi hermana. Miró de nuevo a Cassidy, que se había envuelto en sus propios
brazos.
Antes que Rock pudiera decirle algo, Blackie se acercó a él y le dió una palmada
en la espalda, dándonos un guiño con sonrisa diabólica.
“El viejo Teague ya debería saber, que no era bueno dejar a su novia por tanto
tiempo, cuando va a sus negocios, ¿eh? ¡Alguien tiene que ocuparse de los asuntos en
casa!” Golpeó la espalda de Rock de nuevo, y se fue corriendo y nos dejó digiriendo
sus palabras.
Cassidy cerró los ojos y apretó los dedos contra sus labios rosas.
“No,” susurró a través de sus dedos. “Dime que no es verdad.”
“Cassie…” dijo Rock, inclinándose hacia un lado y luego enderezándose.
El remordimiento en su tono era evidente, pero no fue suficiente.
“No me llames así,” replicó. “No puedo creer que me hiciste esto. ¡Yo te amo!”
Sus palabras parecieron sacarle el aire de los pulmones. Los ojos tristes de Rock se
veían atormentados mientras daba un paso hacia atrás, distanciándose.
“Este no es lugar para gente como tú, Cassie.” Todavía utilizaba su apodo,
desafiante. “Y yo no voy a estar atado a una lass. Nunca.”
“¿Por qué haces esto?” Ella respiró estremeciéndose y sus ojos se llenaron de
lágrimas. Le vi la expresion de su cara volverse dura y sus palabras maliciosas. “No
me importa. Sólo he venido hasta aquí para decirte que no estoy embarazada. No era
que te importaba. No era que estabas preocupado por mí. No puedo creer que haya
sido tan estúpida.”
Ella trató de irse, pero él la agarró del brazo.
“Yo nunca quise lastimarte,” le dijo.
“¿Entonces por qué lo hiciste?” susurró.
Más allá del hombro de Rock vi un cambio en la multitud cuando la gente se
separaba fuera del camino de alguien. Alguien grande.
“Véte,” le dije a Rock. “Viene nuestro papá. ¡Tienes que irte de aquí, ahora
mismo!”
Cassidy y Rock miraron para ver si estaba diciendo la verdad. Mis padres y
Brogan venían directo hacia nosotros.
Rock le dió a Cass una última mirada rompe-corazón disculpándose antes de dar
tres pasos hacia atrás. Los Clur debieron haber mantenido un ojo hacia Rock, porque
todos lo siguieron sobre la hierba, empujándose unos a otros mientras apresuraban la
distancia. Habían venido con un propósito, y lo habían cumplido.
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Cassidy lloraba lágrimas silenciosas ahora, con una mano sobre su boca. Busqué a
Mamá y Papá. Los ojos de Papá estaban en el campo, donde Rock había
desaparecido. Los ojos de Mamá, por supuesto, estaban en Cassidy, sin duda,
leyéndole la angustia en sus ojos. Ella comenzó a moverse a través de la multitud
hacia nosotros con Papá detrás de ella. Mamá llevaba la misma expresión feroz que
tuvo cuando nos encontró viendo la película de Cenicienta cuando éramos niñas, ella
odiaba todo lo que representaba a las Hadas en una forma positiva, ficción o no.
A medida que se acercaban, Papá escudriñó la cara de Cassidy llena de lágrimas.
Se detuvo, vacilando sólo un momento antes de dirigirse hacia el campo, lento al
principio, luegoa toda velocidad. Las tres de nosotras lo observamos, asombradas.
Nunca lo habíamos visto moverse tan rápido.
“¡Leon!” gritó Mamá. Las tres corrimos tras él, y los demás siguieron.
Papá encontro a los muchachos justo antes de llegar a los árboles. Él le agarró la
camisa de Rock por detrás y le dió la vuelta, jalándolo para que estuvieran cara a cara.
Los brazos de Papá se flexionaban con furia contenida. Yo no sabía que sus músculos
eran tan grandes.
“¡Papá, por favor!” exclamó Cassidy.
Le dió al Clur una fuerte sacudida. “¿Qué le hiciste a mi hija?”
La boca de Rock se le quedó abierta, pero su voz no le salío.
Intervine, con miedo por Rock. “Ellos acaban de terminar, Papá…cortaron las
relaciones.”
Papá, manteniendo un estrecho control sobre el muchacho, miró hacia Cassidy que
asintió. Mamá puso una mano sobre su hombro. “Déjalo ir, amor.”
Él le gruñó a Rock, jalándolo para que su rostro estuviera un poco más de cerca y
le susurró entre dientes. “No te le vuelvas a acercar. ¿Me escuchas? No vengas por
aquí otra vez hasta que termine el verano y estemos a medio mundo de distancia.”
“¡Papi!” Cassidy lloró.
Rock trago saliva y asintió, con voz ronca dijo, “Aye, señor. No la voy a molestar
otra vez.”
“Bueno.” Papá lo empujó.
Brogan estaba junto a él ahora, con el ceño fruncido hacia los Clurichaun que
corrían hacia los árboles. Un gran grupo de aldeanos se situaron detrás de nosotras,
observando. McKale vino a mi lado y tomó mi mano.
Todos miramos a Cassidy. Ella dejó escapar un sonido ahogadoy dio vuelta,
abriéndose paso entre la multitud, corriendo otra vez a la aldea.
Papá exhalo y se frotó la cara. “Lo siento mucho por esto, Brogan.”
“Esta bien, señor. No puedo culpar a usted de ir tras el desgraciado. Nos
aseguraremos que no regrese.”
“Gracias.”
Brogan le dió una fuerte mirada a McKale. “Les retiro a ellos la invitación para la
ceremonia de unión. ¿Entiendes?”
133
“Aye, Padre.”
Caminamos de regreso hasta el campo en silencio, y McKale nunca me soltó la
mano. La gente se dispersó por el campo, susurrando entre sí.
“Creo que me voy a la cama temprano,” dijo Papá.
“Pronto estaré contigo,” dijo Mamá. “Primero voy a ver a Cass.”
Él asintió. “Dile…dile que la amo y lo siento. No quería perder los estribos, pero
creo que hay algo que no dicen. Cosas que no quiero ni saber.”
Se me cayó la mirada al suelo cuando Papá se alejó. Mi corazón dió un salto
cuando Mamá se volteó hacia McKale y yo.
“Robyn, ¿qué han estado haciendo tu hermana y ese chico?”
McKale apartó la mirada. Tragué saliva y susurre, “Yo…” deje caer mis ojos de
nuevo.
Se apretó los dedos en las sienes, pareciendo aún más angustiada de lo que había
estado cuando ella me dió la noticia sobre el patrimonio de McKale. “No importa. No
necesito oírlo.”
“Oh, Cassidy Renee,” ella susurró al aire. Sus ojos se humedecieron. “¿Por qué
tienes que aprender todo de la manera más difícil?”
Le apreté la mano McKale y la solté. “Te puedes ir. Nos vemos en la mañana.”
Él se retiró.
Entré a mi habitación con mi madre a mi lado. El estrés resonaba de ella. Los
sollozos de Cassidy eran audibles mucho antes que llegaramos allí. Yo tenía miedo de
lo que Mamá pensaría hacer. ¿Iba a gritarle y sermonearla? ¿Iba a decirle que era una
chica estúpida y lo decepcionada que estaba de ella?
Nop. Mis padres estaban llenos de sorpresas esta noche. Mamá subió directamente
a la cama de mi hermana y se enroscó alrededor de Cassidy que estaba hecha bola.
Ella le susurraba y le alisaba el pelo de su cara. Lo siguió haciendo hasta que Cass se
calmó, pero continuó hipeando tratando de recupera su aliento. Yo me metí en mi
propia cama, pero no podía relajarme durante mucho tiempo. Mamá no regresó a su
habitación hasta que Cassidy se quedó bien dormida.
134
que él es sólo un gran bribón, egoísta.”
“No lo creo,” dijo en voz baja. “Estaba borracho anoche. Necesito hablar con él
sobrio.”
Lo malo de los románticos es que siempre se meten en asuntos que les puede
romper el corazón. Me hubiera gustado que ella mejor hubiera guardado mejor su
corazón, pero era difícil criticar su confianza, y su modo amorozo.
“Le mandaré un mensaje con McKale, ¿de acuerdo? Después de lo que pasó la
última noche, creo que no sería bueno que vayas trás él.”
Ella se mordió el labio. “Bueno. Pero tu tienes que averiguar a través de McKale
exactamente lo que dijo Rock y me lo dices.”
Respiré profundamente. “Bien.”
Ella sonrió y saltó, buscando a través de su maleta por su ropa para vestirse, como
si ayer no hubiera sido el peor día de su vida—como si Papá no se hubiera puesto
bravo hacia el hombre que ella amaba.
“Mamá estaba muy preocupada por ti anoche,” le dije.
“Oh…sí.” Eso la deprimió un poco. “¿Crees que estoy en problemas?”
“No. Creo que ahora Mamá está estresada tanto por ti y por mí.”
“Voy a hablar con ella.” Ella se mordió el labio. “Pero a lo mejor ¿te puedo ayudar
con los animales primero?”
Admiré su técnica de aplazamiento. “Por supuesto.”
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CAPÍTULO DIECISIETE
136
naturales, pero sentía desmayarme.
“Nunca he visto esa clase de material. ¿Puedo?”
Asentí y él extendió la mano, sintiendo el borde de la tapa del tankini a medio
cuerpo. Sus dedos rozaron mi estómago y un calor me enrizó la piel de nuevo. Utilizó
las dos manos ahora, tirando de la tela para ver cómo se estiraba. Pude ver un
zapatero en él, fascinado por esta creación y preguntandose cómo podría ser utilizado
esto en los pies de los Hada.
Cuando terminó el examen de mi traje, le tendí mi mano y el la tomó. Juntos nos
metimos en el agua cerca de las cataratas. Estaba más fría de lo que recordaba,
probablemente por la reciente lluvia. Silbando entré en puntillas. McKale me soltó la
mano y se lanzó directamente en las profundidades del agua, apareciendo al centro
con una sonrisa gigante. Sacudió su cabeza mojada, lanzando agua por todos lados.
Cuando él me indicó que lo acompañe, dejé que el agua me diera al pecho.¡Muy
Fría! Yo no iba a bucear como él lo había hecho. Después de unos pasos el agua se
hizo demasiado profunda y tuve que nadar el resto del camino. El tomó mis manos y
me llevó hacia él. Cerca. Cuando sus labios cubrieron los míos y su lengua tierna
buscó la mía, se me olvidó patalear para mantenerme a flote. Envolvió su brazo
alrededor de mi cintura y me llevó a un lugar donde podíamos tocar fondo.
Entonces él me besó quitándome mi aliento.
Mis manos se deslizaron sobre su cuerpo en el agua fresca. Me encantó la dureza
de la masa muscular bajo la piel. Pasé las manos sobre su pecho y alrededor de su
espalda, sintiendo desde la línea de su pantalón hasta sus hombros. A diferencia de mí,
mantuvo sus manos en un solo lugar, alrededor de mi espalda. Pero él suspiraba de
placer ante mi toque y me besaba con más fuerza. El agua ya no se sentía tan fría.
La boca de McKale dejó la mía y me atrajo hacia su pecho para abrazarme. Su
mejilla frotaba a un lado de mi cabeza.
“No puedo tener lo suficiente de ti, Robyn. No sabía que se podía sentir de esta
manera.”
Me hice hacia atrás lo suficiente para mirarlo. “Estoy llena de sorpresas.”
Se rió entre dientes. “Cuidado. Que no eres la única que puede dar sorpresas.”
Levanté una ceja, preguntándome a qué se refería, pero lo debe de haber tomado
como un reto porque él dió un salto y me sumergió bajo el agua. Salí tragando aire,
limpiandome agua de mis ojos.
“¡No fue lindo!” Me eché hacia él y forcejeabamos, riéndonos con alegría súbita.
Esto fue una agradable liberación después de las últimas veinticuatro horas.
“¡No es adecuado que una chica juegue tan duro!” Se reía mientras yo me
esforzaba por salirme fuera de su control.
“Esta soy yo. Lo tomas o lo dejas.” Ahora estábamos cerca de la orilla. Lo jalé de
la rodilla hacia adelante con mi talón de modo que perdió el equilibrio. Al caer hacia
adelante me agarró de la cintura y me dio la vuelta para que cayera encima de él. Me
agarró mis muñecas y me atrajo hacia él. Nuestros cuerpos estaban en la tierra, pero
137
nuestras piernas aún estaban en el agua.
“Yo ganaré, lo haré.”
McKale levantó la cabeza para tratar de besarme, pero lo esquivé a un lado. En
lugar de eso lo besé en la mejilla antes de seguir adelante para mordisquiarle el lóbulo
de la oreja. Se tensó debajo de mí y pude sentir todo. En vez de ponerme nerviosa, su
aparente excitación me estimuló. Le besé su cuello y él contuvo la respiración. Mi
boca estaba caliente en comparación con su piel fresca. Él contuvo el aire cuando le
pasé la lengua por encima del hombro ligeramente pecoso, hasta la clavícula. Nunca
había hecho algo así, y la forma en que él reaccionó me hizo tener otra deliciosa
oleada de poder como cuando nos besamos junto al gallinero.
“Aye, probablemente me volverás loco.”
“Simplemente venganza por haberme atormentado durante mi primer mes aquí,”
dije contra su pecho.
Sólo lo dije de broma, pero se sentó y me jaló hacia él, me ajustó a su lado
tomando mi cara en su palma.
“Robyn.” Sus ojos le suplicaban a los míos. “Tu no mereciste haber sido tratada
de ese modo. Me porté como un niño tonto y no sabía cómo actuar. Por un tiempo
pensé que tu habías perdido la esperanza en mí.”
“No.” Negué con la cabeza. “Estaba triste y asustada, y quizás un poco terca, pero
nunca me di por vencida.”
“¿Me perdonas?”
“Ya lo hice. Siento mucho haber estado molesta contigo y no haberte hablado.”
Tanto tiempo perdido que nos hubiéramos podido estar conociendo el uno al otro.
“No tienes que disculparte de mí, por nada.”
Él me acostó sobre el musgo, una rodilla entre mis piernas y una mano en mi
cintura. McKale me dió un beso con una dulce ternura que sentí que me hacía
pedacitos. Mi cuerpo estaba impaciente por más de su toque, pero él siguía
comportándose como un caballero. Me retorcí para acercarme más, arqueando la
espalda, necesitando más.
“Creo que ya estoy lista para unirme contigo, como, en este momento.” Las
palabras se derramaron con abandono, estimuladas por mi cuerpo hambriento. “No es
una broma.”
Se rió a carcajadas de mi admisión y yo saboreé el sonido que hacía.
Más palabras salieron a flote y las dejé caer con valentía. “Me estoy enamorando
de tí, Kale.” Mi corazón latía con fuerza mientras lo observaba ponerse serio. “¿Me
crees?”
“Aye,” susurró y tocó mis labios con los suyos. “Te creo, Bláth mo chroí.”
“¿Qué?” pregunté.
“Es un lenguaje antiguo. Gaélico.”
“¿Qué significa eso?”
Me envolvió con susojos. “Flor de mi corazón.”
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En ese hermoso segundo, cuando se inclinó para sellar sus palabras con un beso,
una picazón ardiente recorrió por mi piel. Se sintió como un encanto mágico, pero esto
era mucho más fuerte que lo que yo podía crear con mi sangre mágica. Se sentía
espeso y artificial sobre mí.
Los ojos de McKale se le hicieron grandes y él se apartó de mí. “Khalis—!” Antes
de que él pudiera terminar de decir su nombre, otra explosión de magia me golpeó y
McKale se había ido.
Pero realmente no. Aún sentía un poco de peso sobre mí.
“¡Oh!” Mini-McKale estaba extendido a través de mi vientre. “¿Estás bien?” le
pregunté, sin saber si debería tratar de agarrarlo o algo así. Mi voz sonaba extraña en
mis oídos y él se veía asustado de mí. Cuando miré hacia mi cuerpo casi me
vomitaba. Me parecía a ella, con su piel pálida envuelta en seda blanca. McKale se
bajó de mí deslizandose por mi cintura y corriendo a unos pies de distancia.
Una risita sonó detrás de nosotros y me incorporé rápidamente, volteando mi torso
para verla.
“McKale se hace pequeño cuando está sorprendido. Pero tú no lo sabías eso,
¿verdad, Robyn Mason? Casi ni lo conoces.” Khalistah sonrió amablemente desde la
orilla de los árboles donde brillaba. Su pelo de oro blanco descansaba sobre sus
caderas delgadas, brillando en la penumbra. Un duendecillo verde se posaba sobre su
hombro, con su cara gorda como un perro Pug, pero nada lindo.
Ella se acercó y me puse de pie para hacerle frente. El encanto se sentía muy
extraño, no podía ver mi propia piel. Esto era un espectáculo de poder, y ella tenía la
sartén por el mango. Ella me había robado mi identidad e individualidad,
convirtiéndome en ella.
Khalistah me miró de arriba abajo, divertida. “Pensé que McKale encontraría su
tiempo juntosmás agradable si tú te vieras de esta manera.”
Reprimí replicar lo obvio de que él se había estado pasando el tiempo muy bien
conmigo. Planté mis pies a un pie de distancia y enderecé mis hombros, sin
acobardarme, a pesar de que yo me sentía petrificada por adentro.
Debí haberme visto muy agresiva porque el duendecillo estúpido vino volando
hacia mí y agarró un puñado de mi pelo. Él hizo unos ladridos que sonaban como una
ardilla, mientras yo gritaba tratando de darle manotazos para que me suelte. Mi cabeza
me ardía. Khalistah dió uno aplausos y él voló de regreso a su hombro. Él sacudía sus
manos tratando de eliminar mis pelos sueltos enredados en sus dedos. Me froté el
lugar donde me había arrancado los pelos.
Khalistah chasqueó la lengua y suspiró. “Los duendecillos son tan pequeños y
brutos, ¿no? Totalmente maleducados.”
Otra ráfaga de magia más pequeña me hizo estremecer, pero fue sólo McKale. Se
puso de pie, de tamaño normal ahora, a una distancia de las dos, creando un triángulo.
Sus pantalones oscuros colgaban bajo el peso del agua, revelando un rastro de pelo
rojo entre la línea V de sus caderas, en dirección hacia abajo. No fuí la única que lo
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notó.
“Mmm.” La LCH miraba a McKale de arriba hacia abajo con sus dedos
revoloteando sobre su garganta.
Nadie iba a Mmmm a mi hombre, más que yo. Ella necesitaba guardar esos ojos
glaciales y dejar de admirarlo.
“Por favor, ¿me puedes quitar este encanto?” le pregunté con los dientes
apretados.
Poco a poco volteó sus ojos hacia mí. “He visto la forma en que me miras. Con
admiración. Apreciando esta especie de belleza que los seres humanos sólo lo pueden
obtener en sueños. Pero si tu orgullo es tan enorme que prefieres el aspecto menos
atractivo, entonces que así sea.” Ella hizo un gesto con el dedo y el encanto
desapareció. Me sentía más ligera.
“Khalistah,” dijo McKale. Traté de ignorar la forma en que su voz se suavizó y sus
ojos aún tenían una pequeña cantidad de admiración mientras la miraba. “Me gustó
que hayas venido. Me gustaría hablar con usted.”
“¿Cuánto tiempo ibas a esperar para hablar conmigo? ¿Momentos antes del
ridiculo de tu unión, o después?”
“Yo…yo iba…”
Ella se deslizó hacia él y le apretó un dedo a sus labios. Él se encogió y luego se
estremeció.
Tomó toda mi fuerza de voluntad para no arrebatarle ese dedo y quebrarselo.
“No estoy enojada contigo, mi precioso. No eres el culpable. Sé que ella te ha
perseguido con un atrevimiento persistente.”
Hay. Por favor.
Él parpadeó y me miró. Crucé los brazos sobre mi pecho y él retiró su cara de su
toque. Creo que reconoció a tiempo ya que se estaba convirtiéndo en un manojo de
trapos como siempre lo ha hecho en su presencia.
“Me gustaría hablar con usted a solas, Khalistah. Por favor, permita que Robyn
vuelva al pueblo.”
“Yo creo que no. Yo sé lo que me quieres decir. No eres más que un hombre que
ha sido descarriado de la única cosa que siempre has deseado. ¿Ella sabe lo que
sientes por mí?”
McKale frunció su frente y sus ojos se desviaron hacia mí. La LCH nunca me
miró mientras se movía hacia él y comenzaba acariciar su rostro como lo había hecho
en el bosque aquella noche. Esta vez ella incluso puso sus manos sobre su pecho
desnudo, donde mis propias manos habían estado minutos antes. La respiración de él
era desigual, pero le tenía que dar crédito porque se quedó muy quieto y se veía como
que no le afectaba, él dejó que ella lo tocara por ese breve momento antes de cerrar
sus ojos dando un paso atrás.
Yo, por lo contrario, tenía dificultades reteniendo mi ira. McKale pasó sus manos
por su pelo con fuerza mientras un escalofrío atravesaba su cuerpo. Empezó a
140
caminar con las manos detrás de la cabeza, dejando más espacio entre Khalistah y él
mismo. La LCH se mantuvo firme y tranquila, habladole a él llena de confianza.
“¿Sabe ella sobre los años cuando tu anhelabas mi presencia y me seguías a mis
talones con devoción infantil? Nunca había conocido a un ser como tú. Con valor
suficiente para buscarme, sin embargo, demasiado tímido para tocarme. Un cambio
refrescante comparado con la soberbia de los hombres Hadas. Hoy estoy aquí para
decirte que tus años de dedicación han dado sus frutos, McKale de los Leprechaun.”
“Khalistah.” Él cerró los ojos para admarse de valor antes de enfrentarse a ella de
nuevo. “Yo no era más que un niño. Fui imprudente al buscarte como lo hice. Siempre
estaré agradecido por los años de bondad, pero mi futuro es aquí, en el pueblo con mi
clan, unido a Robyn.”
Sus ojos brillaron con ira antes de suavisarse de nuevo.
“¿Me descartas tan fácilmente? ¿Tu primer amor?”
Casi me atraganté al oír su voz de canturreo.
“Lo que teníamos no era amor.” McKale dijo con extrema delicadeza pero se
congeló mientras esperaba su respuesta a esas palabras fuertes. La LCH parpadeó dos
veces, la única señal de que su compostura no era sólida.
“Sé de esta noción de amor que los seres humanos búscan y abusan. Es fácil
hablar de lealtad de por vida cuando sus vidas son tan amargamente cortas. Si tu
fueras Hada te aburrirías de Robyn y vendrías arrastrándote a mí en menos de mil
años humanos.”A pesar de que parecía imperturbable, tuve una mala sensación de que
ella estaba a punto de lanzar un gran berrinche.
“Pero no soy Hada,” dijo McKale. “Y yo no puedo pretender serlo. Ninguno de
nuestra gente aceptaría una unión entre nosotros. ¿Que van a decir tus amigos en tu
corte? ¿Y tu padre? El Rey de Verano no aceptará eso.”
¿El Rey del Verano? ¿Disculpe? ¡Santo cielo! ¿La LCH era una maldita Princesa?
Me tapé la boca, con miedo de vomitarme con el peso de esta situacion que crecía
alrededor de mí, cada vez más oscura como el cielo de la tarde.
La LCH agitó una mano, despidiendo sus palabras. “Los Hadas toman cónyugues
humanos todo el tiempo—”
Él dió uns pasos atrás, uno pequeño a la vez. “Pero no a propósito de amor,
Khalistah.”
Uff, cada vez que él pronunciaba su nombre tan bonito sentía como un puñetazo
en mi estómago ya ulcerado. Se encaminaba hacia él, muy segura. A medida que él
bajaba la cabeza vi como sus ojos se movían de un lado a otro, en busca de la mejor
ruta de escape.
“No hay necesidad de que alguien de los Hadas sepan lo que hay realmente entre
nosotros. Ellos te verán como un cónyuge y nada más. Será nuestro secreto.”
“¡Esa no es forma de vivir!” Su voz se elevó. “¿Y qué de mi gente? ¿Las líneas de
sangre de mi clan? La unión fue ordenada por la propia cónyuge de tu padre.”
“Todavía puede ser. Tengo un plan que complacería a todos.”
141
Oh, no. Ella le sonrió, pasando sus dedos por los hombros de el a lo largo de sus
brazos hasta que sus dedos estaban juntos. Él la dejó sostener sus dedos por un
segundo antes de alejarse de ella suspirando con las manos detrás de la cabeza de
nuevo. Una sonrisa permaneció en los labios de ella, pero no había emoción en ella.
“No tengas miedo, McKale.”
“No voy a ir a al reino de los Hadas.” Sus palabras fueron firmes.
Ella perdió su sonrisa. “Oh, pero lo harás.”
Mi estómago se retorció y tuve que tragar. Nunca antes había sentido un miedo
extremo como lo sentí mientras esperaba oír su gran esquema para nuestras vidas.
“En tres días vas a unirte con Robyn como está previsto, pero cuando se haga
noche, me acompañarás a tierra l reino de los Hadas. Todo el mundo debe saber que
tú lo haces por tu propia voluntad. Una vez que ya estemos en mi tierra , se te
borrarán todos los pensamientos de ella.” Ella me miró antes de volver a McKale. “Tú
vas a vivir la vida que otros hombres sólo pueden soñar; todo placer acumulado sobre
placer será tuyo, nuestro. Una vez al mes te permitiré que salgas de nuestro reino de
los Hadas para que vayas con tu compañera de unión cuando ella esté fértil. Ella será
encantada para que se vea igual yo, porque esa es la única manera que la tendrás. De
esta manera, tendrás hijos con ella. Y todo estará bien con tu clan.”
El rostro de él se había echo color verde pálido similar a la del musgo debajo de
sus pies. Yo estaba luchando mucho para mantenerme en pie mientras me envolvía
con un brazo alrededor de mis costillas.
“Pero él tiene la capacidad de ver a través del encanto.” Esas fueron las primeras
palabras que yo había expresado en todo este tiempo, y ella volteó la cabeza hacia mí.
Una sonrisa maliciosa creció en su rostro exquisito.
“Una vez que McKale se entrege a mí, sus habilidades mágicas se disiparán. Él ya
no las necesitará.”
En otras palabras, él será convertido a un zombi sin mente para cumplirle sus
órdenes. Su cerebro no sería capaz de procesar absolutamente nada aparte de la
obsesión con ella.
“Khalistah…” en tono de disculpa McKale se preparaba para sus siguientes
palabras. “Nunca he querido herirte o molestarte de ninguna manera. Por favor, me
tienes que creer. Pero no puedo ir con usted a la tierra de los Hadas. Quiero otras
cosas más que el simple…placer de la vida. Quiero ser un padre para mís hijos y
trabajar como cualquier hombre. No estoy de acuerdo con este plan.”
La LCH dejó escapar una risa de incredulidad y se tapó la boca, sorprendida por
su propio estallido. El duendecillo, que había estado lamiéndose a sí mismo, levantó la
cabeza para cacarear también.
“No creo que hablas en serio, McKale. Tu mente está nublada por la intimidad
física que han compartido los dos. Esa fue su intención. Pero esa sensación es
temporal y pasará. Simplemente estoy apresurando el proceso para ayudarte, así que
no me nieges nuevamente. Deseo lo mejor para ti. Puedo asegurarte que vas a
142
disfrutar mucho más de una vida conmigo que de una vida con ella. No habrá más
discusión.”
“Aye, es cierto. No discutaremos más, Khalistah. Con el debido respeto, escojo a
Robyn. Es hora que regreses a tu tierra, mientras todo esto pasa. Estoy seguro que vas
a encontrar otro hombre mucho más interesante que yo.”
Khalistah miró hacia mí con tanta rapidez que el duendecillo chilló, volando de su
hombro a una rama de un árbol cercano.
“¿Qué le has hecho a él?” Sus ojos azul glacial se veian terribles en su cólera,
revolviéndose como plata hirviendo. “¡Tú has envenenado su mente en mi contra!”
¡Qué atención tan maligna¡ Esta chica estaba completamente loca.
“Khalistah, nay,” dijo McKale.
Ella ignoró su intento de ganarle su atención y vino directamente hacia mí, como
una pequeña fuerza de la naturaleza. Me maldije por dar un paso atrás en lugar de
quedarme en mi sitio, pero ¡Ay!, tenía miedo. En su furia, su voz se mantuvo
uniforme y dulce.
“Con tus triviales y malignos celos de humanos has arruinado lo mejor en mi vida
y lo has puesto en contra mí. Me has herido, y ahora te va a doler a ti también. Voy a
tomar la única cosa que más aprecias.” Ella hizo una pausa para el efecto dramático.
“Cassidy es su nombre, ¿verdad? Ella será un juguete para los hombres Hadas. Ya
sabemos que ella disfruta—”
“¡No!” grité. Ella se había atrevido mucho. “¡Nunca dejaré que te la lleves!
¡Nunca!” Mis manos se hicieron puños y yo estaba a punto de declarar guerra, Hada,
Princesa o lo que fuese.
Sonrió a mi explosión. Le había demostrado que ella había elegido correctamente
la peor manera de castigarme. McKale se acercó, como pescando con caña en el
medio de nosotras, frente a la LCH.
“No hagas esto, Khalistah. Te lo ruego.”
Ella tenía la expresión obstinada de una mujer consentida. “Ella se robó algo mio.
Sólo es justicia.”
“Estoy sorprendido por ti, Princesa. ¡No tenía ni idea que podias ser tan cruel.”
“La crueldad es cuando no se ofrece una opción. No voy a ser cruel contigo,
McKale. Tienes una opción. ¿Vendrás? ¿O vas a dejar que Cassidy vaya en tu lugar?”
McKale y yo nos miramos con horror de la determinación en sus ojos. De
cualquier manera ella iba a ganar. Ella o iba a tener a McKale, o la satisfacción de
hacerme sufrir secuestrando a mi hermana. Y no tenía ninguna duda de que ella iba
hacer que esto sucediera. Podía llevarse a los dos si quería, y yo sería incapaz de
detenerla. Lo que nosotros necesitabamos en ese momento era tiempo.
McKale parecía preparado a discutir. Él, evidentemente, todavía creía que había
algo de bondad oculta en ella y iba a tratar de convenserla. Pero disputas la iban a
hacer más loca. Necesitábamos que ella pensara que había ganado para que
pudiéramos tener tiempo para encontrar que hacer.
143
“McKale,” le dije. “Por favor…”
Los dos pares de ojos estaban sobre mí. La boca de McKale estaba abierta para el
argumento que ya había preparado para dar. Él cerró la boca y parpadeó para
dehacerse del dolor en su rostro antes de voltearse hacia ella y asintiendo con la
cabeza.
“Voy a ir con usted después de la unión,” le dijo a la LCH. “Llévame.”
Mi interior dió un tambaleo.
Ella extendió la mano y acarició la línea de su mandíbula. “Algún día me darás las
gracias por esto, McKale. Ves lo rápido que ella eligió a otro sobre ti.”
Eso no era lo que yo quería decir en absoluto, pero él se puso rígido. ¡Él no podía
creer que yo dejaría a cualquiera de ellos que se los lleven los Hada! Ah, Dios mío—
¿y si no podemos encontrar una manera de solucionar este problema? ¿Y si realmente
pasa? Con lágrimas ardientes me envolví con los brazos alrededor de mi cintura.
Por el rabillo del ojo vi un movimiento ligero a la distancia. LCH estaba demasiado
enfocada en McKale que no notó rizos castaños que se asomaba sigilosamente detrás
de los árboles.
Rock.
No se le veía ninguna seña de alegría en el Clurichaun cuando sus ojos se
encontraron con los míos. Compartimos un momento de pánico silencioso.
“Sella tu promesa conmigo con un beso,” le dijo Khalistah a McKale. Mi atención
se rompió de nuevo hacia ellos. No. ¡No la beses!
McKale vaciló mientras ella esperaba, paciente.
“Por favor, deja que Robyn nos deje ahora,” pidió.
“Ella se queda. Yo estuve obligada a presenciar a los dos de ustedes hacer esto.
Ahora ella tendrá que hacer lo mismo.”
Me iba a vomitar.
McKale se inclinó y le dió un besito en los labios. Ella apenas tuvo tiempo de
cerrar sus ojos cuando él apartó la cabeza con el más pequeño gemido.
“Besame igual como la besaste a ella,” ella exigió.
Cerré los ojos. No había manera de que yo pudiera quedarme a ver esto.
Dispuesta a correr el riesgo de un ataque mágico, corrí rapidícimo hacia el camino.
Las alas del duendecillo detrás de mí, chillando de risa, pero la criatura no me siguió
por mucho tiempo. Cuando llegué a la orilla del bosque mi estómago vacío
convulsionó y me incliné a vomitar, lágrimas saladas rodaban por mis labios.
Fogatas parpadeaban en el campo, y la música sonaba. Los Chaun continuaban sus
celebraciones de una unión que había sido maldecida y condenada a la miseria. Me
limpié la boca con el dorso de la mano corriendo por el campo, directo a las únicas
personas que podrían ser capaces de ayudarme: a la gente que sabía que siempre
podía recurrir. Mi familia.
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CAPITULO DIECIOCHO
145
Cuando llegamos a la habitación de Mamá y Papá inhale un gran aliento antes de
decirles todo lo relacionado con el encuentro con la LCH. Cassidy tomó mi mano todo
el tiempo. Fue terapéutico desahogarme de todo, pero también hizo la pesadilla más
real. Cuando terminé, cada cara en la habitación parecía estar lista para vomitar, como
yo lo había hecho. Por primera vez, incluso Cassidy se quedó sin habla. Mamá se la
acercó, envolviéndola con brazos protectivos a su alrededor, pero Cass mantuvo sus
dedos enlazados con los míos y no los soltaba.
“¿Cuál es el plan?” preguntó Mamá.
“Por favor,” le rogué. “¿Puede alguien encontrar a McKale y alejarlo de ella?”
“Aye. Voy a enviar un puñado de lads para hacerlo salir. Volveré pronto.”
“¡Espera!” dije. “¡Rock estaba allí! Él estaba mirando detrás de un árbol. Él sabrá
lo que sucedió después de que me fuí.”
Cassidy dió un pequeño chillido de preocupación y Brogan asintió.
Él se salió corriendo de la habitación y mi familia se me acercó, hombro con
hombro.
“¿Qué podemos hacer?” preguntó Cassidy. Su voz era casi frenética. “¡No quiero
ir a al reino de los Hadas, pero no quiero que McKale vaya tampoco!”
“No vamos a dejar que eso suceda,” dijo Papá. “Necesitaremos un juego de poder
de nuestra parte, algo que la tomará por sorpresa. ¿Cuáles son sus debilidades? ¿Hay
algo que ella teme?”
Cassidy se rió secamente. “¡Si yo fuera ella tendría miedo de su Papá!”
Lo dijo como una broma, pero los tres de nosotros intercambiamos miradas
pensativas.
“Ella se ha estado escabullendo por el portal contra los deseos de su padre,” dijo
Mamá.
Me encogí de hombros. “Pero no estamos seguros si a él le importa lo que hace. Él
no quiere que las Hadas salgan cuando lo deseen, pero tal vez hace una excepción con
su pequeña Princesa.”
La conversación con la LCH pasó por mi mente otra vez, especialmente lo que la
LCH había dicho sobre su gente.
“Ella quiere que se vea como que McKale ha elegido ir por su cuenta.” Estaba
pensando en voz alta. Papá tenía los brazos cruzados, balanceándose sobre sus talones
mientras yo divagaba. “Por que tiene miedo de lo que los otros Hadas piensen de ella
si se dan cuenta de que ella ha desarrollado sentimientos por un ser humano. Ella dijo
que tiene que parecerse como que él es sólo un cónyugue.”
“¿Así que derrumbaremos su fachada?” preguntó Mamá.
Todos asentimos. Pero ¿cómo podríamos demostrarle a su gente que ella quiere a
McKale?
Un golpe rápido sonó en la puerta, y Brogan entró, jadeando por el esfuerzo.
“Aún no hay señas de ellos, pero los chicos están buscando.”
“Brogan,” dijo Papá. “¿Tienes los medios para contactar a los de la tierra de los
146
Hadas? ¿Para conseguir que abran el portal?”
Brogan abrió la boca y se detuvo, inseguro, hasta que hizo que mi papá jurara que
la información nunca iba a salir de esa habitación. Brogan sacó una cuerda delgada del
alrededor de su cuello. Lo que colgaba en ella era un tubo de oro del tamaño de mi
pulgar. Era un silbato. Todos nos inclinamos para mirarlo. Había una escritura
indescifrable y un símbolo.
“Oye, ¿eso es…?” Cass señaló la imagen, arrugando la frente, inclinándose aún
más.
“Tienes que estar bromeando,” dijo Papá.
“¡Es un dibujo de una olla de oro!” Sonreí.
“Aye,” Brogan lo metió de nuevo en su camisa. “Nunca he estado seguro de su
significado, excepto que los Hadas creen que su reino es el maximo tesoro. No hay
nadie que haya visto este collar, excepto los trabajadores que me lo pasaron a mí.”
“¿Cómo funciona?” le preguntó Papá.
“No tiene ningún sonido para el oído humano, pero el Hada que cuida el portal lo
puede escuchar y abre el portal para recibir el mensaje. Esto rara vez se utiliza.”
“Lo creo.” Papá se frotó su mejilla grande y cuadrada y me miró. “Robyn.
¿Trajiste todas tus cosas de video? ¿La cámara y la computadora portátil?”
“Sí…” ¿Qué está pensando? Se aclaró la garganta y comenzó a delegar
responsabilidades.
“Brogan, voy a necesitar que pases un mensaje al Rey del Verano a través del
guardian del portal. Dile que la tan esperada unión se llevará a cabo dos tardes a partir
de hoy y que sería un honor tener al Rey y su Corte presentes para el evento.”
Brogan asintió.
“¿Qué pasa si no vienen?” preguntó Cassidy.
“Vamos a tratar de mantener la esperanza, amor,” Mamá le dijo.
“Cass.” Papá la miró fijamente. “Tú y yo vamos a salir del pueblo esta noche—”
“Pero—”
“Regresaremos a tiempo para la unión. Tenemos que hacerlo rapido. Hay algo de
electrónica que necesito conseguir y voy a necesitar tu ayuda. Además, yo prefiero
tenerte conmigo, lejos de aquí, a pesar de todo.”
Ella me miró. “No quiero dejar a Robyn.”
“Todo estará bien.” Le apreté su mano.
“Bien, escuchen.” La voz de Papá sonaba como un comandante militar y nuestras
posturas se enderezaron. “No tenemos mucho tiempo, así que este es el plan.”
Me acosté en la cama al lado de Mamá sin poder dormir. En el momento en que Papá
y Cassidy se fueron, McKale y Rock todavía no habían sido encontrados. Keefe fue
testigo del regreso de la LCH a su propio reino, gracias a Dios. Pero me dolía saber
147
que McKale estaba por sabe donde sintendo…lo sea que él estaba sintiendo. ¿Pensaría
él que lo dejaría ir tan fácilmente, como dijo la LCH? ¿Habría podido ella influirlo una
vez que ya no estaba en su presencia? Y lo peor de todo, ¿la besó? ¿O peor?
No podía soportar la idea. Me di la vuelta y apreté mi cara fuerte en mi almohada
hasta que pude sentir plumas diminutas que sobresalían a través de la tela, picando mi
cara. No me importaba cuanto me picaban. Nada podría lastimarme más que pensar
en McKale perdiéndose con el toque de la LCH.
Me preguntaba si Rock se había podido quedar en silencio todo el tiempo, o si algo
podría haber ocurrido para que él interfiriera. Él era imprudente, pero no quería que
fuera lastimado.
Al oir un toquido a la puerta, Mamá y yo nos volteamos.
“Ahí voy,” ella exclamó. Nos ayudamos a parar y fuimos a la puerta. Brogan y
Keefe estaban allí juntos.
“Encontramos a McKale,” dijo Brogan. “Él y Rock se dirigieron a la tierra de los
Clurichaun. Estan bien y seguros, por ahora.”
Dejé escapar una ruidosa respiración.
“Aye, bien si no cuentas el duendecillo estupido que lo sigue,” aclaró Keefe.
Eso me puso la piel de gallina.
“Al parecer, la Señorita del Zapato dejo su mascota atrás para que le hechara un
ojo,” explicó Brogan. Se oía cansado. Mamá debe haberlo notado, también.
“Gracias, Brogan. Y Keefe. Por favor, denles las gracias a todos los lads de parte
de nosotros. Me alegro saber que McKale esté bien. Vamos todos a descansar un poco
para que podamos hacer todo lo que se necesita hacer mañana.”
Brogan se acarició la barba y asintió. “Envié un mensaje a McKale para que se
quede allí hasta mañana en la noche para que el duendecillo maldito no pueda ver lo
que hagamos por aquí.”
“Buena idea,” dijo Mamá.
La tristeza era un gran peso dentro de mí. ¿No lo iba a poder ver en lo absoluto
mañana? Mamá pasó la mano por mi espalda y les dió las buenas noches a los
hombres a medida que se iban.
Subimos de nuevo a la cama de ella y de Papá, preparadas para una noche larga e
intranquila.
Tomé tiempo extra haciendo mis quehaceres de la mañana. Los animales tuvieron un
efecto calmante. Las gallinas picoteaban su alimento y las cabras lambían mis manos
sin ninguna idea de que este día era diferente de otros días.
Después fui al campo y fingí tomar el desayuno. Me di cuenta que Mamá sólo
tomó unos bocados también. Lo que había pasado anoche, rápidamente corrió a través
del clan. Ellos no sabían todos los detalles, pero sabían que había una amenaza en
148
cuestión. Desapareció la alegría de ayer. La gente me hacía gestos respetuosos al pasar
como seña de que nos apoyaban y yo les devolvía el gesto.
Mamá y yo pasamos la primera parte del día caminando de aquí para allá,
acompañadas de susurros y murmullos entre el clan. Seguía mirando hacia al sol,
mirando a que se puciera alto en el cielo. Papá y Cassidy se suponía que iban a
regresar a mediodía .
Leilah se me acercó en medio del campo con una taza de té caliente con miel. La
tomé y le di las gracias.
“¿Es cierto entonces?” preguntó. “¿Acerca de la Señorita del Zapato reclamando tu
McKale para ella?”
Sus palabras me golpearon el estómago, pero asentí. “Es verdad.”
“¡Och! La descarada. ¿Díme si necesitas algo de mí, mi amor?”
“Sí, Leilah. Gracias.” Me incliné y compartimos un abrazo antes de que ella me
dejara medio del campo con las manos alrededor de la taza de cerámica. Seguí viendo
la línea de árboles, medio esperando a McKale que viniera caminando a través de
ellos.
Casi terminaba con mi té cuando oí el ruido de un motor sobre las colinas. Todo el
mundo en el campo se acalló a escuchar. Puse mi taza sobre la mesa. Mamá vino
corriendo desde las cabañas. Me agarró de la mano y salimos hacia el lado de la aldea,
con todos los demás siguiéndonos. Excitación recorrió el clan cuando vieron una
camioneta llegar a toda velocidad por la colina.
“¡Mantengan la calma!” Brogan les recordó cuando las voces aumentaron
demasiado. Todo el mundo se calló.
Sí, necesitabamos estar tranquilos hoy para no llamar la atención del duendecillo
en el otro lado del bosque.
Papá y Cassidy saltaron del carro, viniendo primero a darnos abrazos a Mamá y a
mí. Los cuatro de nosotros fuimos a la vuelta de la camioneta donde Papá abrió para
revelar una mezcolanza de equipos electrónicos de toda clase, desde un generador y
proyector a una pantalla blanca, gigante y desplegable. Los miembros del clan se
empujaban para obtener la mejor vista de los objetos extraños.
“¿Qué es todo eso?” preguntó uno de ellos.
Papá sonrió y respondió lo suficientemente alto para que todos pudieran escuchar.
“Esto es lo que me gusta llamarle magia humana. Tecnología.”
Una línea de ayudantes se juntó y cargando los artículos pesados en grupo. Todo
se llevó a la parte más atras del campo, donde Papá calculó que sería el mejor ángulo
para la pantalla de cine, según donde estaría el sol. al momento de la unión. Se puso a
prueba el equipo antes de la puesta del sol. Cuando Papá dió una muestra de la
tecnología, provocando jadeos de placer y charla alegre, Brogan tuvo que recordarles
a todos que se tranquilizen de nuevo.
Todo se estaba arreglando muy bien. Teníamos la tecnología. Ahora necesitamos
cuatro componentes principales para hacer que esto fuera un éxito: McKale, la LCH,
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el Rey del Verano, y otros testigos de del reino de los Hadas. Por favor, que ellos
vengan. Brogan les dió la invitación oficial anoche. Sólo podíamos esperar que
aceptaran. Y si no lo hacían, Papá hizo una alusión a la idea de entrar al reino de los
Hadas para hablar con el propio Rey de Verano. No me gustaba la idea. A ninguno nos
gustaba.
Trabajadores humanos solo entraban a la tierra de los Hadas, cuando eran
llamados con el propósito de dar sus informes. Ellos no buscan a los Hadas. Los seres
humanos que entraban al reino de los Hadas por su propia voluntad, no se les
garantizaba el paso de regreso al reino terrenal.
McKale volvería esta noche y se le informaría su parte. Cuando pregunté cómo
íbamos a poder hablar con McKale con el duendecillo allí, Brogan me aseguró que los
Leprechaun habían peleado varias veces con duendecillos en el pasado. Dijo que ellos
sabían cómo tratar con el desgraciado.
Trabajadores de la cocina sacaron bandejas de sándwiches de queso con pepinillos
y jarras de cerveza. Empezó a oscurecer cuando todos nos sentamos a comer. Cassidy
me agarró de la mano la mayor parte de la comida, y nos sentamos con nuestras
caderas juntas. Miré hacia el equipo, que había sido cubierto con lonas impermeables
en caso de que lloviera durante la noche. Mis ojos se dirigieron a la línea de árboles.
No había nada más que árboles. Me tomé un trago largo de cerveza para ablandar el
pan que se me había alojado en la garganta seca. La mitad de un sándwich era todo lo
que podía comer.
“¿Camina conmigo?” dijo una voz por encima de mí.
Levanté la vista hacia el hermoso rostro de mi papá y le di un vistazo a Cassidy.
“Estaré bien,” ella me dijo. Mamá se inclinó desde el otro lado de Cassidy y me
sonrió, acariciando la pierna de mi hermana. Ella no dejaría a Cass fuera de su vista.
Me puse de pie y tomé el brazo de Papá, dejando que me llevara lejos de todo el
mundo.
Cuando estábamos fuera del alcance del oído, él me acarició la mano.
“Vas a cumplir…dieciocho mañana, ¿eh?”
“Sí.” Pensé en decir algo alegre, pero no me salía.
Terminamos por las granjas de animales. Me senté y me apoyé en un poste de la
cerca, riéndome cuando una de las cabras jóvenes sacó la cabeza y me acarició el
cuello.
“¡Ay, no!”, le dije, jalándola.
“Les gustas.” Papá se puso en cuclillas frente a mí admirando la manada de cabras
que estaban a mi espalda.
“Sólo porque las alimento.”
Él sonrió y observó a los animales hasta que el estado de ánimo entre nosotros se
puso serio de nuevo.
“Hay cosas que había planeado decirte cuando cumplieras los dieciocho años,
incluso antes de todo lo que sucedió. Ya sabes, aunque no lo sientas, les estás
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haciendo un favor a los Hadas uniendote con McKale mañana. Pero después de los
años fértiles que te esperan vas a tener que trabajar para ellos de otras maneras.”
“¿Cómo qué?” Mi corazón dió un portazo. “¿Finalmente me vas a decir lo que
haces?”
Sonrió ante mi tono imperturbable. “Ese era el plan. No es nada tan misterioso
como lo piensas. Sólo soy un rastreador. ¿Sabes qué es eso?”
“Ah.” Me recosté contra el poste, mirando a la mandíbula gruesa de mi papá
viendolo un poco diferente. Traté de recordar todo lo que Leilah había mencionado
acerca de los Rastreadores.
“¿Puedes hacer que las personas olviden cuando conocen a un Hada?”
Se sentó a mi lado, apoyándose en el siguiente poste de la cerca.
“Cuando un Hada entra a nuestro reino, sigo su magia. Ellos dejan rastros con sus
encantos o cuando se cuelan de un lugar a otro. Puedo sentir un camino de quemadura
en el aire, y lo sigo. Nunca pueden irse demasiado lejos. Por lo general los encuentro.
No puedo detenerlos o acercarme a ellos, pero a veces se dirigen a mí y yo respondo.
Si no, sólo hay que visitar a las personas que han tenido contacto con ellos. Y sí, hago
que olviden todo.”
Eso me dió un escalofrío. “¿Como lo haces? ¿Te metes en sus cabezas de alguna
manera?”
“No, no puedo invadir la mente de nadie. Los cubro en magia y uso la frase en
gaélico, “Ar oscailt intinn,” que se puede traducir a algo como “abre tu mente.” Es
más como un hipnotismo. Y entonces les digo precisamente lo que quiero que olviden.
Es importante ser exacto para no tomar demasiado ni dejar nada atrás. Cuando retiro
la magia, la memoria se ha ido. Sin dolor.”
“Vaya.” Yo no sabía qué decir. Era extrano pensar de mi papá haciendo eso.
“¿Trabaja en los Estados Unidos?”
Siempre había viajado mucho. A veces se iba por meses. Pero no tenía mucho
sentido que él viviera en los Estados Unidos y trabajara en Irlanda.
“Trabajo en los Estados Unidos, normalmente. Hay un portal alla.”
“¿Dónde? ¿En Washington D.C.?” La idea me hizo sentir la violación.
“No, no. Es en Vermont, en la frontera con Canadá.”
“Oh. Bueno, al menos no es demasiado cerca. Por lo tanto, ¿qué hace Mamá?”
“Ella es una recolectora de información. Ella nos informa cuando encuentra
informes extraños. Nosotros investigamos todo lo que pudiera estar relacionado con
los Hadas. Hay docenas de nosotros en las oficinas de los Estados Unidos, incluyendo
a tu mamá y yo.”
Yo torcía la hierba entre los dedos, tratando de procesarlo.
“¿Tú trabajas para el CIA, entonces?”
“No. Para el Army. Es una división paranormal que nadie sabe de eso. Excepto,
por supuesto, los de la élite militar. Y nosotros.” Sonrió. “¿Estás asustada?”
“Un poquito,” admití. “¿Tu vudú de magia funciona con los Hadas? ¿Podemos
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hacerlos olvidar?”
“No. La magia de los Hadas sólo puede afectar a un Hada si uno de ellos se pone
en contra otro. Nuestra magia es demasiado débil.”
“¡Caray!” Sería bueno si pudiéramos hacerle olvidar a la LCH que quería a
McKale.
“Robyn.” Me tocó la barbilla para que lo mire. “Todo va a funcionar bien mañana,
estoy seguro de ello. Pero…en la remota posibilidad de que las cosas no salgan como
lo pensamos, Mamá y yo estamos dispuestos a empacar todo y sacarte de aquí.
Vamos a tener que vivir a la carrera, tratando de evadir los Hadas, y no vamos a ser
capaces de utilizar más nuestra magia, ya que pueden encontrarnos por la misma. Pero
—”
“No, Papá.” Me acerqué a él y lo dejé que me envolviera en un gran abrazo.
“Gracias, pero yo me quedo aquí no importa qué. No porque los Hadas lo están
exigiendo, pero para McKale y su clan.”
Había pensado mucho en esto la noche anterior que estuve en vela. Aunque si
McKale fuera obligado a vivir con la LCH, yo me quedaría aqui por él. La idea de
mirar a sus ojos muertos y escuchar que me llame por el nombre de ella era
repugnante, pero no lo podía dejar—no si había la más mínima posibilidad de que
podría romper ese trance. Supongo que llegó el momento de aceptar que yo también
era una romántica sin remedio igual que mi hermana. Apreté mis brazos alrededor de
la cintura de Papá, con ganas de hacer que todos los pensamientos aterradores
desaparecieran.
Papá me sostuvo y me besó en la cabeza. “Veremos cómo sale todo. Lo que te
digo es, que si tú quieres salir, podemos hacer que suceda.”
“Gracias,” le susurré contra su hombro.
A cambio, él murmuró, “No tienes idea de lo orgulloso que me haces, Robyn.”
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CAPÍTULO DIECINUEVE
153
Yo estaba preparada para su ataque esta vez, por lo que cuando se lanzó le di un
manotazo, mi mano dió con su vientre blando. Pero sólo por un segundo, desapareció
con un puf y reapareció a mi otro lado, dando un tirón a mi oreja con sus garras. El
clan estubo encima de él antes de que yo tuviera la oportunidad de sentir el dolor de
sus arañazos. Fue demasiado para el duendecillo desprevenido. Intentó colarse a la
distancia, sólo para ser capturado a puñetazos, patadas, y golpes por todas las
personas por dondequiera que volvía aparecer. Leprechaun aclamarón de urgencia,
acerca de los “guantes y la jaula,” mientras que las mujercitas gritaban y saltaban fuera
del camino.
Un hombre con barba corrío con unos guantes raros que parecían estar tejidos con
un metal fino. Me tomó un momento en darme cuenta que era Brogan sin sombrero.
Él lucía temible en ese estado, y se movía más rápido de lo que pensé que fuera
posible. Detrás de él corrían dos de los Chaun que sostenía una pequeña jaula de
hierro. Uno de los chicos golpeó al duendecillo duro por detrás con el puño, y lo
aturdió. El duendecillo dejó escapar un gruñido horrible cuando Brogan lo atrapó en el
aire con los guantes. Brogan arrojó a la criatura en la jaula y alguien cerró la puerta, de
manera segura. Todos aclamamos alegre. Cassidy y yo chocamos nuestras manos,
riéndonos. Mamá y Papá nos abrazaron.
Brogan se acercó, casi sin aliento. Se quitó los guantes y nos los mostró para
nuestra inspección.
“Hierro,” dijo. “Hace que esas malignas criaturas se sientan mal y les agota la
magia en su piel.”
Brogan asintió mirando hacia la jaula donde el duendecillo estaba acurrucado,
temblando y gruñendo en el centro. “Por la mañana, regresaremos a este imbécil a su
gente.” Con eso, alguien se lo llevó lejos.
Cassidy me dió un codazo y asintió hacia un lado con sus ojos grandes.
Seguí su mirada fija y encontré a McKale que estaba de pie en su puerta
observándome, inseguro.
“¡Kale!” Corrí, chocando con la gente y empujando a McKale para atrás cuando
arrojé mis brazos alrededor de su cuello. Él estaba hecho un desastre por su tiempo
con los Clurichaun.
“Robyn,” susurró en mi pelo. Sus brazos se apretaron alrededor de mí.
“No fue mi intención que tú te fueras con ella,” le dije.
“Lo sé. Lo sabía entonces, pero no podía dejar que ella de ninguna manera se
llevara a tu hermana.”
Me hice hacia atrás lo suficiente para mirarlo. “Gracias. Tú nos diste un tiempo.”
Él me tomó la cara entre sus manos y la examinó con una urgencia tierna. Sus ojos
me dijeron que no le había dado a Khalistah el tipo de beso que ella deseaba. Si lo
hubiera hecho, él todavía estaría aturdido e incapaz de concentrarse en mí de esta
manera.
Alguien se aclaró la garganta, recordándonos a McKale y a mí de que teníamos a
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un monton de gente preocupada. Nos separamos y optamos de agarrarnos de la mano
mientras Brogan daba un paso adelante.
“Encontramos a McKale regresando a la aldea,” me explicó. “Se había liberado del
duendecillo maldito por un tiempo cuando él se fue trás un gusano, aprovechamos
para contarle el plan a McKale.”
El pulgar de McKale acarició la parte superior de mi mano. “Iba en camino a verte
cuando el duendecillo maldito regresó y me tuve que ir a mi propia habitación para
estar fuera de peligro.”
Todos estábamos en silencio.
“Keefe,” dijo Brogan, pasándose una mano por su barba.
El joven se acercó y se quitó la boina de su cabeza.
“Quiero a alguien esté vigilando el portal toda la noche. Ustedes lads pueden tomar
turnos. Diles que mantengan el cuerno a la mano y que lo hagan sonar si el portal se
abre.”
“Aye, por su puesto, Brogan.” Keefe le dió una reverencia pequeña y salió a
cumplir con su deber.
“Brogan, señor, si me permite…” Leilah se acercó y le hizo una reverencia tímida.
“Aye, ¿lass?”
“Esto no es tradición, lo sé, pero…” Incluso en la oscuridad de la noche yo podía
sentir el rubor de la vergüenza en su cara. Se quedó mirando al suelo y Brogan la instó
a continuar.
Leilah levantó la cabeza y le preguntó, “¿Podrían McKale y Robyn enlazarse esta
misma noche? La ceremonia oficial de mañana todavía puede hacerse como
espectáculo.”
Murmullos se elevaron alrededor de nosotros.
McKale y yo nos miramos uno al otro. Brogan se pasó una mano por su barba,
inseguro.
Mamá dió un paso adelante. “Es una buena idea. Si asi lo quieren, tienen mi
permiso para unirse. Dejémos que tengan esta noche.”
No tuvo que decir ‘por si acaso,’ porque todos estábamos pensando en eso. La
idea de lo que podía ocurrir mañana en caso que nuestro plan fracasara hizo que mi
estómago revoloteara. Esta podría ser nuestra última noche juntos: nuestra única
noche. Brogan miró a Papá, que asintió. Miré a McKale y un nerviosismo se apoderó
de mí.
“¿Aye?” me susurró.
“Sí,” le susurré.
Me dió una media sonrisa y asintió antes de voltear hacia Brogan.
“Deseamos unirnos esta noche, Padre.”
“Aye. Bueno.” Brogan le hizo una señal a Leilah. “Preparen todo para el enlace.
McKale, arregla tu habitación, hijo. No está digno para una lass en ese estado de
desastre.”
155
Mis mejillas se encendieron. Todos aplaudieron cuando Leilah corrió y un grupo
de mujeres de mayor edad descendieron sobre la habitación de McKale, pasando junto
a él muy animadas, cacareando por el desorden. Él les dió un encogimiento de
hombros y una sonrisa tímida mientras la mujer más vieja le dió un manotazo a su
trasero, lo metió y cerró la puerta.
De repente pensé en voz alta, “¿Y mi vestido?” Yo estaba vestida de camiseta de
algodón y pantalones cortos. ¡Ni siquiera llevaba un sujetador! Me crucé los brazos.
“Usarás el vestido mañana para la falsa unión,” dijo Cassidy. “No lo necesitarás
esta noche.” Ella clavó un codo en mis costillas y me encontré con sus ojos brillantes.
¡Ah, Dios mío; creo que me voy a desmayar! Ni siquiera podía mirar a Mamá y
Papá, aún que sabía que no habían oído el comentario de Cass.
Cass se rió y me pasó un brazo por la cintura. “Vas a estar bien,” susurró.
Leilah volvió con un cesto lleno de tiras de seda de colores. Presioné mi mano libre
sobre mi estómago nervioso mientras las mujeres comenzaron a desenredar el
material.
Mamá se deslizó a mi lado. “¿Estás de acuerdo con esto?”
Asentí. Papá se aclaró la garganta detrás de nosotros.
“No hay nada como una boda improvisada,” dijo en voz baja. Me volteé a verlo
frotándose el cuello.
Mamá envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Papá y apoyó la cabeza en su
pecho. “Nuestras bebés están creciendo, Leon.” Los dos me miraron, con los ojos
llenos de sentimiento, y Cass me apretó la mano.
Las cosas se pusieron un poco locas cuando McKale y las mujeres salieron de su
cabaña. No tomé mucho tiempo para darme cuenta de que deveras íbamos a ser
“unidos” on las tiras de tela. McKale y yo fuimos empujados por manos excitadas al
medio del grupo donde se había hecho una abertura pequeña. Mamá y Cassidy nos
siguieron mientras Papá se quedó atrás con los otros hombres. Un violinista y flautista
habían recuperado sus instrumentos y empezaron a tocar música suave y dulce.
Baladas románticas.
No hubo un gran anuncio. No había trajes de fiesta ni flores. Sólo McKale y yo en
pijama con el pelo desordenado. Nos acomodaron uno frente al otro. Dirigidas por
Leilah, mi madre y mi hermana tomaron una tira larga de tela morada y la amarraron
alrededor de nuestras cinturas, forzando a nuestros abdómenes que se juntaran, con
un nudo bien apretado. Me reí de la cara melancólica de McKale cuando la mujer más
vieja insistió, “Más apretado” Siempre había pensado que el término “unión” era
metafórico.
Una a una, las mujeres del clan se acercaron a participar. Tira trás tira fue
amarrada alrededor de nosotros, desde nuestras caderas hasta nuestros pechos,
apretandonos juntos. Sabiendo lo que esto simbolizaba, no era difícil sentirme
avergonzada. Pero ese sentimiento se me fue cuando miré a mi prometido. Mi Kale,
que había resultado ser aún más de lo que yo esperaba. Sus ojos brillaban de felicidad
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en la luz de la luna.
Cuando llegó el turno de los padres, Mamá agitó la mano llamando a Papá, que
siguió el ejemplo de Brogan. Papá se aclaró la garganta varias veces, evidentemente,
no a gusto con la momificación matrimonial de su hija, pero él siguió la corriente.
Tanto Papá y Brogan tenían dos tiras de tela blanca. Brogan se inclinó y movió
nuestros pies para que nuestros tobillos estuvieran de lado a lado. Hubo un momento
en el que pensé que nos íbamos a caer, pero cada vez que nos inclinabamos la
multitud nos enderezaba, diciendo “¡Ay!” en armonía y con alegría. Papá y Brogan
nos amarraron los tobillos, y luego se levantaron y nos amarraron las muñecas. Vi el
rostro sereno de McKale todo el tiempo. Cuando terminaron presioné mi mejilla con la
de McKale tratando de calmar mi respiración. Mamá y Papá dieron un paso atrás.
Cassidy se puso a mi vista y me hizo un guiño.
La canción terminó y el área se calmó con anticipación.
Brogan habló en voz alta. “¡Nos hemos reunido en esta víspera para enlazar las
vidas y los cuerpos de McKale de los Leprechaun con Robyn de los Masons!”
“¡Hurra, Hurra!” gritó la multitud. Las reverencias y emociones en el aire me
daban escalofríos.
“Les deseamos bendiciones y mucha fertilidad,” dijo Brogan.
“¡Hurra, Hurra!”
Luego Brogan dijo algo hermoso en gaélico y la gente respondió a la misma.
Parecía algo mágico y sentí otro escalofrío sobre mi piel.
“Nos están dando la versión corta,” McKale susurró en mi oído.
Los Leprechaun y las mujeres corearon fraces en gaélico, y fue producio un tipo
de sonido que cautivaba pero probablemente estaba destinado a poner mis ovarios en
acción o algo así. Y luego un silencio profundo.
“Agárrate,” susurró McKale.
“¡Para la habitación!” Gritó Brogan, alzando su puño pequeño y redondo en el
aire.
“Para la habitación!”
Grité con sorpresa y una sensación de caída, cuando nos levantaron, nos pucieron
de lado y fuimos llevados por docenas de manos al cuarto de McKale entre gritos y
aplausos. Los dos nos estábamos riéndo, ya que nos rodaron sobre su cama y se
inclinaron antes de salir. Nos quedamos allí en una maraña literal, yo quedando encima
de él, escuchando los cantos felices haciendose más y más silenciosos hasta que todos
se habían ido.
“Pues, vaya,” dije. “¿Y ahora qué?” Mi pulso se agitaba violentamente.
Habían envuelto nuestros torsos y piernas, pero dejaron nuestros brazos libres,
excepto las muñecas. Cortó mi respiración cuando McKale trajo una de nuestras
muñecas a su boca. La lámpara de gas en su habitación estaba iluminando con luz
baja, y vi con asombro mientras el mordía el final de la tira con los dientes y tiró de
ella hasta que nuestras manos estaban libres. Hizo lo mismo con las otras muñecas. Ya
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sueltas, capturó mis dos muñecas y me las besó.
Suspiré, demaseado conmovida y nerviosa para decir algo.
“Gracias por venir a mí esta noche, lass,” dijo en voz baja.
“¿Cómo no iba a hacerlo? La canción que tocabas…¡Golpearon al duendecillo por
mí! ¿Viste eso?” Es cierto, me sentía un poco nerviosa, y yo creo que McKale podía
notarlo porque él se rió y me miró como si fuera gracioso.
“¿Cómo lo hiciste?” pregunté. Tenía que saber, antes de seguir, lo que pasó anoche
con la LCH. “¿Cómo te escaparte sin besarla?”
Las cejas de McKale se fruncieron y se quedó callado un momento. “No me
escape de nada, amor. Yo no deseo recordar un solo momento de ella, tú debes
saberlo. Espero que me puedas perdonar.”
“¿La besaste?” Él asintió una vez. Sus ojos se veían tensos. “¿Realmente la
besaste?” Otro asentimiento.
Los celos me llenaron de coraje, pero no me sentía enojada con McKale. Yo se
que él tuvo que hacer lo que tenía que hacer para conseguir que la LCH se lo creyera
y volviera al portal. Pero la idea de su boca sobre la de ella…metí mi cara en su
cuello, temblando. “¿Cómo está tu mente tan clara después de eso?”
“Fue extraño,” el susurró. “Yo sólo pensé en ti. Te mantuve en mi mente todo el
tiempo, notando lo frágil que ella era a comparación a ti. Me imaginaba a ti robandoles
la bola de los lads, y luchando conmigo en el agua. A medida que su magia me vencía,
el enfoque de mi pasión no era ella. Fue difícil, no estoy mintiendo. Y yo no era
completamente yo mismo cuando me encontré en la tierra de los Clur.”
Asombrada, levanté la cabeza y lo miré. “¿Crees que el plan va a funcionar
mañana?”
Su rostro se vió solemne. “Necesita. No pensemos mas en eso esta noche.” Me
besó con ternura y dejé mis temores a un lado. Tendremos esta noche, si nada más.
Juntos desamarramos cada nudo a nuestro lado, haciendo una pila ordenada de
tiras de tela en el suelo junto a su cama. En el momento en que desamarró la última
tira de nuestros muslos mi corazón latía rápidamente. Los dos estábamos sentados.
Casi hice el movimiento para deamarrarnos los tobillos, pero esperé, recordando que él
había tomado la iniciativa con nuestras muñecas como si fuera su trabajo.
Efectivamente, se inclinó por la cintura, deshaciendo las últimas dos fijaciones con
ternura.
Dejó caer las tiras de tela en el suelo y se vino directamente hacia mí, poco a poco,
sin dudarlo.
“Kale,” respiré.
“Aye.” Él me estaba acostando de espalda y yo estaba respirando demasiado
rápido.
“Si yo hubiera sabido que nos íbamos a unir esta noche me habría arreglado para
ti.” Y me hubiera afeitado, y puesto la ropa interior que había elegido con la esperanza
de una noche de unión felíz. Pero McKale nomás se rió y se quitó de la camisa por la
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cabeza, tirándola a la esquina. Tragué.
“Puedes estar segura, Robyn, no voy a tener ninguna queja.”
Y entonces él me dió un beso sin ningun remordimiento, como un hombre reclama
lo que es suyo. Una analogía bárbara, tal vez, pero en mi estado de nerviosidad, se
sentía buenisimo ser reclamanda. Tenia mis manos sobre todo su cuerpo. Bueno, no
todo todavía, pero toda su piel que estaba desnuda. Me encantó la forma en que los
músculos de sus brazos se flexionaban mientras se sostenía a si mismo por encima de
mí.
“Eres muy caliente” le susurré en sus labios.
Se hizo hacia atrás, “¿Tienes calor?”
Me reí y lo abracé. “Es sólo una forma de hablar. Quiero decir que eres
realmente…muy atractivo. Sexy. Ven aquí.”
Me besó de nuevo, pero esta vez su mano llegó a la orilla de mi camiseta. Su
toque, a diferencia de sus besos, era tentativo. Mi interior se agitaba mientras su mano
avanzaba hacia arriba, acariciando mi estómago y mi cintura. Estaba increíblemente
nerviosa se saber lo que pensaba.
“Tu piel es tan suave,” dijo. Me besó de nuevo y movió su mano un poco más
arriba. “¿Esto está bien contigo?”
“Sí. Se siente rico cuando me tocas.” Fue extraño escucharme a mi misma decir
eso, pero el triste recuerdo de que podríamos tener sólo esta noche me hizo soltarme.
No teniamos ningún momento para ser tímidos. Quería mostrarle lo que sentía.
Cuando su pulgar rozó la parte inferior de mi pecho, me puse en marcha.
Me moví y jalé mi camiseta sobre mi cabeza, tirándola a un lado y apoyándome en
los codos, como si le presentaba un regalo. Vi como su expresión cambió totalmente
de asombro de un niño a la de hambre de un hombre. Un sonido de triunfo salió de mi
garganta cuando me precionó hacia atrás con un beso profundo, y la exploración del
uno al otro comenzó. Nos tomamos nuestro tiempo aprendiendonos la piel de cada
uno, los puntos sensibles, saboreando cada respuesta placentera que nuestros toques
producían. Nos negamos a la prisa, sin preocuparnos por no dormir en toda la noche.
Y no lo hicimos.
Cuando el sol subió en el amplio cielo de Irlanda, un crujido de la magia se sintió
en el aire y un cuerno sonó. Saltamos de la cama, tropezandonos mientras
buscabamos la ropa, riéndonos. Sí, nos reíamos. El sonido del cuerno debería
habernos asustado, pero todavía estábamos eufóricos en nuestro auto-descubrimiento
recién: aún no estabámos dispuestos a dejar a un lado esa exquisita sensación. Con un
beso de despedida corrí hacia la puerta, sólo para ser suavemente tirada hacia atrás.
Me tomó de la barbilla, para no poder mirar para ningún lado, solo a sus ojos.
“Te amo, Robyn de los Leprechaun.”
Fue la primera vez que lo dijo. Se humedecieron mis ojos.
“Te amo, también, Kale de los Chaun.”
Sonrió y me dejó ir.
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Corrí lo más lejos de su bungalow lo más rápido que pude. El aire de la mañana se
sentía tan fresco como siempre, durante mi carrera loca hacia mi habitación.
De forma prospectiva era el día más terrible de mi vida, y sin embargo, nunca
había estado tan feliz.
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CAPÍTULO VEINTE
El cuerno resultó ser una falsa alarma. Fue sólo el guardia entregando el mensaje que
el Rey del Verano, de hecho, estaba honrado en asistir a la ceremonia de unión de esta
tarde con varios de sus oficiales de la corte. Esa noticia, alegró el estado de ánimo del
clan. Los hornos se empezaron a calentar, cocinando montones de pasteles deliciosos
y manjares exquisitos. Flores silvestres fueron tejidas y esparcidas a lo largo de las
mesas. En lo alto, linternas colgantes con velas fueron esparcidas en el perímetro del
campo, transformándolo en una preciosa área de recepción.
Yo estaba alisando una tela grande y redonda de algodón en el medio del campo
con Leilah, Cassidy, y Rachelle cuando oí a McKale susurrar mi nombre desde el
bosque. Me levanté a mis rodillas y miré hacia el sonido, viéndolo entre los árboles.
Miré a mi alrededor, y sólo mi hermana y dos amigas parecían haberse dado cuenta.
Las chicas se rieron cuando me levanté y corrí hacia él, manteniendo una sonrisa en
mi cara.
Me agarró la mano y me llevó a la sombra de los árboles antes de jalar mi cara
hacia la suya para un beso.
“Te he extrañado, bláth mo chroí.”
Flor de mi corazón. Sólo habían pasado cinco horas desde que estabámos
acurrucados juntos y calientitos, pero yo lo habia extrañado también.
Dejé que él me encaminara hacia trás contra un árbol. Saboreé la sensación de su
cuerpo y el sabor de regaliz en su boca. Quería quedarme allí todo el día y olvidarme
de lo que nos esperaba.
Nos separamos con reticencia ante el sonido de Cassidy llamándonos desde la
entrada del bosque.
“¡Papá está en busca de McKale!” susurró. “Es hora de poner los cables.”
“Está bien, gracias,” le respondí con nerviosismo.
“Feliz cumpleaños, Robyn.” Se inclinó para besarme por última vez, mordiendo mi
labio inferior antes de alejarse y dejandome allí derretirme contra el árbol, debilucha.
Cassidy entró al bosque, y levantó las cejas al verme.
“Algo me dice que nuestro pequeño McKale ya no es tan timido.”
“No tanto,” dije con un suspiro. Cassidy se rió.
“Bueno, vamos, si puedes caminar.” Ella me tendió la mano y yo se la tomé.
Pasamos por donde Leilah y Rachelle estaban ocupadas difundiendo pétalos de
flores en un círculo de tela donde McKale y yo nos uniríamos de nuevo. Nos
depedimos al pasar.
Mamá, Papá, y McKale estaban en la ‘estación de la tecnología.’ Papá enganchó
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algo en la camisa de McKale cuando nos acercamos. Un cable conectado en el
interior, que serpenteaba alrededor de su torso hacia la parte de atrás donde un
dispositivo delgado se escondía dentro de sus pantalones.
“Este es un grabador de video. Debe estar a la altura adecuada. Sólo asegúrate de
permanezer en frente de la Hada. ¿Qué vas a hacer cuando llegue?”
“Voy a llevarla a un lado, Sr. Mason, y hacer que me diga su plan otra vez.”
“Perfecto. Realmente juega con ella un poco. Hazla que exprese como se siente.
Asegúrate de que diga cada detalle sórdido. No te sientas mal. Debes coquetear con
ella. Lo que tengas que hacer para hacerla quedar mál.”
“A excepción de besarla, ¿verdad?” preguntó Cass, haciendo una cara. “Por favor
no la beses, ¡qué asco!”
“Un poco de tacto podría hacerlo mas creíble,” dijo Mamá. Yo la miré fijamente y
ella dió marcha atrás rápidamente. “Por supuesto, evitalo si se puede, pero al igual que
Leon dijo, haz lo que sea necesario. Robyn va a entender.”
McKale se aclaró la garganta, abrió sus manos a sus lados y luego las cerró
abiertas, cerradas, abiertas cerradas, lo repitió varia veces. Tomé una de sus manos,
entrelazando nuestros dedos. Los dos nos agarramos con fuerza.
Papá nos había dado a todos una breve demostracion de la tecnología temprano en
el día, habían grabado en videos a algunas personas y luego mostraron los retazos en
la pantalla grande. Eso fue muy divertido para el clan, por cierto.
“Tengamos una actitud positiva,” dijo Papá, él ajustaba los cables en la parte
trasera de los pantalones de McKale para que no se vieran.
“La tendremos,” le susurré.
McKale asintió. Yo sabía que su pulso estaba trabajando a doble tiempo iguál que
el mío. La hora se acercaba.
El plan era que McKale grabara las imágenes con la LCH en cuanto ella llegara.
Luego, ya que todos estuvieran instalados, la falsa unión comenzaría, seguido por el
“entretenimiento especial.” Projectando las imágenes de video con la LCH revelando
su plan maestro a los Leprechaun y Hadas iguál. Y entonces el Rey del Verano tendría
que decidir qué hacer.
Me dolía el estómago. Tuve que soltar la mano de McKale y agacharme con las
manos en las rodillas.
Un susurro se escuchaba a lo largo del campo, cada vez más fuerte.
“Oh, genial,” oí a Papá murmurar.
Me puse de pie y miré hacia el bosque donde todo el mundo estaba mirando. Me
tomó un segundo para ver a los chicos perdidos entre los árboles hasta que todos
dieron un paso más y se detuvieron. Todos, excepto Rock, que continuó hacia
nosotros.
Parecía una persona diferente. Su cara se veía dura, de piedra. Alrededor de su
cintura había una correa de piel con algo que parecía ser una daga de hierro enfundada
a su lado. Tras la inspección, to dos los Clur a la orilla de los árboles parecían tener
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diferentes armas de hierro, y caras igualmente severas.
“¡Ronan!” Cassidy exclamó. Mamá la tomó del brazo y la detuvo.
“No tenemos tiempo para esto hoy.” Papá le dijo a Rock cuando se acercaba.
“No voy a estorbar por mucho tiempo, señor.” Rock se detuvo al alcance de Papá.
“Rock,” dijo McKale en un tono de advertencia. “No hagas nada tonto,
compañero.”
“Es lo menos tonto que jamás he planeado, Kale.” Volvió a mirar a Papá. “Yo
nunca dejaré que los Hadas se lleven a su hija, señor. Ni a mi mejor amigo. Mis
compañeros y yo estamos preparados para combatir. Me ofreceré como sustituto por
Cassidy si se necesita.”
Las manos de Cass se fueron a su pecho. “Ronan, ¡no! ¡No puedes!”
“Yo puedo.” Dijo con ojos clavados en ella. “Y lo haré.”
Mamá y Papá miraron fijamente, sorprendidos.
“No va a llegar a eso,” McKale trató de asegurarle.
“De hecho, espero que no sea así. Pero en caso que sí, estaré ahí.” Él apuntó a los
árboles donde se encontraba su clan en posición. “Esperando.”
Papá no dijo nada, nomás se quedó parado cuando Rock se volteó y se dirigió de
nuevo al bosque, desapareciendo de su vista.
Cass trató de tirar de las manos de Mamá, pero ella la sujetó firme. “¡Tengo que ir
con él!”
“No hay tiempo,” dijo Mamá.
Volteé a Cassidy hacia mí y la abracé. Mamá la dejó ir y sentí los brazos de Cass
apretarse a mi alrededor como tratando de salvar su vida. Ella dejó escapar un sollozo.
“Nada le va a pasar a él. O a ti. Esto va a funcionar. Todos van a estar bien.”
Por favor, que todos estemos bien.
¿Y si al Rey del Verano no le importan las travesuras que su hija está haciendo?
Todo el plan podría ser contraproducente si él se siente ofendido que estamos
tratamos de hacer que se vea tonta su Princesa. Todo podría salir mal. Puse mi cabeza
en el hombro de Cass y le froté su espalda, recibiendo tanto consuelo del abrazo como
lo daba.
Alguien me sobó el hombro, y luego un dedo estaba debajo de mi barbilla,
levantando mi cara. Mamá. Nos agarró de los hombros con ternura.
“Cassidy, por favor lleva a Robyn a la habitación y ayúdala a prepararse mientras
se termina de preparar todo aquí.”
Cass miró por última vez hacia el bosque antes de tragar con fuerza y asentir.
McKale extendió la mano hacia mí y envolví mis brazos alrededor de su cuello,
respirando el aroma de su piel y su cabello. No quería dejarlo ir.
“Te veré pronto,” susurró, mientras me abrazaba más fuerte.
“Sí. Buena suerte,” le dije.
Nos separamos y nos dimos un beso más antes de irme a mi habitación con
Cassidy. Realmente no me sentía bien, pero tenía que ser fuerte.
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Poniéndome el vestido tan hermoso por encima de mi cabeza, me levantó el ánimo
un poquito. La seda era muy suave. Mamá nos acompañó, entonces ella y Cassidy
abrocharon muchos broches y botones diminutos por mi espalda, luego dieron un paso
atras y “Oooh.”
Leilah y Rachelle llegaron con una cesta de flores y horquillas. Juntas, las cuatro,
cepillaron mi pelo, y me lo arreglaron. Yo estaba un poco preocupada. No quería ser
transformada a una flor gigante, pero sabía que Cassidy no me dejaría salir de la
habitación en mal aspecto. Cuando terminaron, Cass me entregó el espejo, sonreí. Me
veía bonita. Había hebras de pelo retorcidas en las sienes conectadas entre sí, por
atras. Las flores se alineaban en las vueltas del pelo, con aspecto de coronilla, y las
ondas de color marrón caían alrededor de la frente y del cuello.
“Áillidh.” Leilah me observó con sus manos en sus caderas. “Hermosa. ¡McKale
seguramente le dará las gracias a su buena suerte por poder unirse contigo dos veces!”
“Me encanta,” les dije. “Gracias. Y gracias por lo de anoche, Leilah.”
Ella se encogió de hombros y agitó una mano, sonriendo. “De nada, amor. Soy yo
la que tiene que darle las gracias por traer un poco de romance y esperanza a la
aldea.”
Rachelle se tapó la boca y se rió.
Cassidy en cuclillas frente a mí me pellizcó mis pómulos para conseguir un rubor
natural. “Ahora lo único que necesitas es un poco de maquillaje y quedarás lista,” dijo.
Antes de que se pusiera de pie la agarré por la muñeca y la miré a los ojos. “Yo
estaba equivocada acerca de Rock,” susurré. “Realmente él está preocupado.” Sus
ojos se humedecieron y ella asintió. Los dos hacian una gran pareja. Un desastre, por
cierto, pero su disposición a sacrificarse, ha cambiado mi forma de pensar con relación
a esos errores que había cometido.
Alcancé mi bolsa de maquillaje y empecé a maquillarme mientras Cassidy, se
vestía en su vestido de verano.
“Ha llegado el momento,” dijo Mamá cuando terminé. “¿Estás lista?”
“Sí.” Me puse de pie. “Estoy lista.”
“¡Sí, vamos a agarrar a esa perra!” Exclamó mi hermana. Mamá la miró. “Lo
siento,” murmuró Cass.
Me hubiera gustado poder compartir de la confianza de Cassidy para lo que estaba
por pasar.
Nuestro tiempo era impecable porque en ese momento una corriente de magia
poderosa sacudió la habitación. Me froté la piel de mis brazos. Todas volteamos por
todos lados, y Rachelle se tapó la boca con un temblor.
“El Rey del Verano,” susurró Leilah, una mirada de terror en su rostro.
Cassidy me agarró la mano y Mamá la otra. No podiamos evitar esto. Hora de
irnos. Todos asentimos, y luego salimos a una tarde nublada y calientita.
A medida que entrábamos al campo sentí una ola de calor como del sol calentando
mi piel, aunque el sol estaba ocultado detrás de las nubes. Los Leprechaun estaban
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todos reunidos, de pie, en silencio y mirando una procesión de Hadas deslizarse al
campo. Habia de menos diez de ellos, formando un semicírculo alrededor de un
hombre muy alto que parecía brillar. Me di cuenta, que el calor emanaba de él. Su
cabello era oro platino, al igual que su hija, pero a diferencia de los otros hombres que
lo tenían suelto, el tenía el cabello recogido en la nuca de su cuello y atado con una
cuerda, cuál acentuaba su corona metálica, entrelazada con enredaderas y hojas.
Estaba envuelto en una bata de seda de color azul del cielo en verano.
Me alegré de que no había comido nada ese día, porque sino lo hubiera devuelto.
Luchaba por aparentar bien y normal.
Nos detuvimos en el borde del campo y vimos como los Hadas se pararon frente a
Brogan, a Papá, y a McKale. No podía dejar de mirar el Rey del Verano. Tenía la
misma cualidad cautivante de Khalistah, sólo que más fuerte. Este era un ser que
podía manipular la naturaleza con un movimiento de sus dedos. Se podía sentir su
poder através del aire. Los ojos extraños del rey no se quedaron de un solo un color.
Desde la distancia podía ver que cambiaban como un caleidoscopio, de un verde de
pasto nuevo, a un azul de plumas de pájaros, a una lavanda de pétalos de lirio.
Con gran esfuerzo retiré mis ojos de con él para escanear las otras caras de los
Hadas. Seis masculinos y cuatro femeninas; sin embargo, no estaba la carita angelical
con su pelo platino. Miré hacia el portal, pero estaba cerrado, invisible. Nadie más
salía.
Corazón. Golpeteando. Oh. Maldición.
¿Dónde estaba la LCH?
McKale estiró su cuello hasta que me encontró. Su confusión y preocupación se
transformó en admiración mientras sus ojos recorrían sobre mi vestido de arriba hasta
abajo, pero cuando se encontró con mis ojos le regresó la inquietud. Khalistah no
había llegado. Todo nuestro plan estaba arruinado.
Brogan se inclinó con sus brazos a la cintura. Los otros Leprechaun masculinos
también se inclinaron, y las mujeres hacían una reverencia. Cassidy, Mamá, y yo
también les hicimos reverencias a los invitados, y luego nos mirámos entre sí,
preguntas encubiertas en nuestros ojos. ¿Qué vamos a hacer si ella no viene?
“Señor del Zapato y Rey del Verano, nosotros somos honrado con su presencia
durante nuestra celebración,” dijo Brogan.
“De hecho, ha pasado mucho tiempo desde mi última visita al clan de zapateros.”
La voz del Rey del Verano sonó sobre nosotros como ruptura de un arco iris. Los
pájaros del campo y del bosque volaron hacia el cielo acercándose a nuestra reunión,
todos cantando. El Rey se rió alegremente al verlos y oir sus canciones. El retumbo de
su boz me dió una sensación embriagadora, como si los árboles sercanos estuvieran
fotosintetizando a doble tiempo, enviando una ráfaga de oxígeno puro en el aire.
Brogan se aclaró la garganta, viendose incómodo. “¿Nos acompanara su preciosa
Señorita del Zapato hoy también?”
“Ah.” El Rey del Verano entrelazó sus dedos detrás de la espalda. “Ayer hubieron
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algunos cambios, como es necesario de vez en cuando. La Princesa ha pedido una
nueva empresa y se la he concedido.” En un arranque de susurros, el Rey continuó.
“Pero no se preocupen. Una nueva Señorita del Zapato será presentada y confío en
que la encontrarán agradable.”
Brogan se veía agitado. “Por supuesto, Rey del Verano, pero nosotros no hemos
ofendido a la Señorita del Zapato de ninguna manera, ¿verdad?”
El Rey del Verano se rió de nuevo, mandando a los pájaros al aire con frenesí
antes de calmarse.
“No, en absoluto, maestro Brogan. Usted sabe como son los caprichos de la
juventud. La facilidad con que cambian. Los oficios cambian en mi reino, al igual que
las estaciones de la tierra.”
Brogan asintió, sus ojos pesados. “De verdad.”
Una mujer Hada se acercó y se puso al lado del Rey. Su pelo era tan largo como el
de Khalistah, pero ondulado y oscuro, como el cielo en la noche. Mamá se puso rígida
junto a mí y yo sentía como si iba a exprimir la sangre de mi mano. La mujer Hada se
asomó a nosotras con ojos misteriosos de color amarillo al igual que la flor de la
manzanilla.
“¿Cuáles son los dos que se van a unir?” preguntó.
McKale y yo nos miramos el uno al otro y dimos un paso adelante. Tuve que
soltar mi mano del agarre de Mamá. Sin pensarlo dos veces, McKale y yo nos
agarramos de las manos y nos pusimos delante de ellos. Mamá y Papá se trasladaron
junto a nosotros. Viendo los ojos del Rey de más cerca me asustaron tanto que mi
instinto de huir estaba en efecto. El Rey asintió y la mujer sonrió con orgullo.
“Así que esta es la pequeña bebé hermosa, a quien vi años antes…” Ella inclinó su
cabeza mientras me examinaba con interés. Luego se fijó en nuestras manos
enlazadas. “Pareja extraordinaria. Lo sabía que lo iba ser. Qué divino que fue traída a
mí aquel día profético. ¿Y
vean cómo se han tomado el uno al otro? Adorable.” Ahora ella contempló al Rey del
Verano, como buscando su aprobación.
“Sí, mi querida Martineth, tienes un ojo excepcional para los detalles.”
Vi a Mamá enviando una mirada asesina hacia la cónyuge del Rey.
“Bueno, entonces.” Brogan se aclaró la garganta. “Sin más preámbulos, que las
celebraciones empiezen. Esperamos que disfruten y déjenme saber si necesitan algo
más.”
Brogan dió dos palmadas y los músicos se deslizaron a su lugar, levantando sus
instrumentos y comenzando con una música alegre, que parecía fuera de lugar, dado el
hecho de que todo el mundo se mantuvo inmóvil. Brogan dejó escapar una risa de
vergüenza. “¡Vamos entonces!” llamó a su gente. “No sean tímidos. Vamos a
mostrarles a nuestros invitados de honor una noche de diversión, ¿Aye?”
Hubo asentimientos y sonrisas forzadas, y entonces la gente pareció relajarse y
caer en la falsa celebración. Se presentaron bandejas de comida y baldes llenos de
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bebidas. El baile empezó cerca del círculo de la unión, aunque todos se cuidaron de no
perturbarlo.
Clavé ojos en McKale y un chorrito de desesperación corrió por mí. Déjaselo a
Khalistah a arruinar nuestro plan. Ella nos tenía en sus manos. Por supuesto que ella
no quería ver nuestra unión. Pero no tenía ninguna duda de que ella estaría esperando
a McKale llegar a su madriguera y cumplir con el acuerdo al final del día. Odiaba su
confianza en sí misma.
Brogan hizo señas a Cassidy para que toda mi familia se pusiera delante de los
Hadas. Di un trago y miré hacia el Rey.
Cassidy se deslizó cerca y se aferró a mi brazo con un apretón de muerte causado
por su propio miedo, y me mantuvo pegada en ese mismo lugar.
Brogan introdujo cada miembro de mi familia, empezando con Papá. Cada uno de
nosotros nos inclinamos con una reverencia, y el Rey pareció asentir con un parpadeo
de ojos. Martineth, cónyuge del Rey, miraba la cara seria de Mamá con una sonrisa
victoriosa. Mamá, sin embargo, no miraba a la mujer Hada.
“Parece ser una pareja perfecta,” declaró el Rey del Verano. “¿Y qué dices de esta
unión, Brogan?”
“Rey del Verano, en verdad, la unión de McKale y Robyn ha traído alegría
incalculabre. Creemos que es el inicio de una nueva era para el clan de zapateros.
Deseamos que las futuras generaciones de nuestro clan les sirvan a vosotros con tanto
placer como lo hemos hecho nosotros.”
El Rey suavizó ligeramente los bordes de su boca, y sentí un cariño auténtico allí.
“Te deseo muchas generaciones más, Brogan de los Leprechaun.”
Brogan se inclinó en respuesta. Cuando se enderezó, él extendió un brazo hacia las
festividades.
“¿Les gustaría acompañarnos?” preguntó Brogan.
“Creo que lo haré,” respondió el Rey. Extendió su codo y la señora Martineth
deslizó su mano delgada entre el brazo. Cuatro chicos Chaun llevaron una silla gigante
de madera y la pusieron frente a la fiesta. Cojines esponjosos de color púrpura
brillante fueron colocados sobre ella. El Rey del Verano tomó asiento y su séquito en
un semicírculo de trás de él y su señora a su lado derecho. Sus caras parecían
máscaras esculpidas, pero sus ojos brillaban con diversión al ver bailar a los Duendes.
Mi familia, McKale, y yo nos quedamos a una distancia de las festividades tensos
y silenciosos.
¡Piensa, Robyn, piensa! ¿Qué diablos vamos a tener que hacer para conseguir que
Khalistah salga del portal?
“Ella no va a venir,” dijo Papá en voz baja.
“¿Qué vamos a hacer?” susurró Cassidy.
“Voy a entrar al reino de Hadas para conseguir lo necesario,” declaró McKale.
Espera… ¿qué?
“¡No!” Agarré su antebrazo. “De ninguna manera. Ella nunca te dejará salir fuera
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de allí.”
Empezó a negar con la cabeza, pero Papá lo interrumpió diciendo, “Yo voy.”
Oh no. Negué con la cabeza. “Eso no funcionará, Papá. Ella no te va a responder.
Tengo que ir yo. El verme la va a hacer hablar. Ella me odia.”
“Exactamente,” dijo Papá. “Tal vez ella no te permitirá volver a salir a ti.” Todos
lo pensamos, y luego Papá dijo con renuencia, “Tú y McKale iran juntos. Esa es la
mejor idea. Ella sabe que su padre estará esperarándolos de vuelta a la unión.”
Todos estábamos en silencio, mirándonos uno al otro pensando en lo serio de estos
cambios de plan. McKale y yo iríamos a la tierra de Hadas. Siendo que era nuestra
única oportunidad—nuestra última esperanza—una extraña sensación de
determinación tranquila me envolvió.
“Vamos a ponerle los cables a Robyn, también,” dijo Papá. “Por si acaso.” Su voz
era fuerte, pero yo podía ver el pánico en sus ojos cuando se puso en acción. Miramos
hacia las celebraciones donde los Hadas y los Leprechaun estaban ocupados, sin
prestar atención.
Mamá se quedó de pie con una mano cubriendo su boca. Ella casi me había
perdido ante la Hada cuando era bebé, y ahora mi destino estaría otra vez más en sus
manos.
“Mierda. No quiero que entres ahí,” susurró Cassidy, con una emoción de pánico
en su voz.
Mamá, Cass, y yo nos volteamos a ver entre sí en un triángulo.
“Vamos a estar bien,” le susurré. “Todo va a estar bien.” Mis palabras no las
relajó. Papá se puso detrás de mí y comenzó a ponerme cables con enganches bajo las
costuras de mi vestido.
“No la hagas enojar,” Cass me advirtió. “Ella probablemente tomaría venganza con
sus consequencias si tiene alguna idea de que estamos tratando de ponerle una
trampa.”
“Yo sé,” le susurré. Se que la LCH es muy caprichosa y hace lo que le da la gana.
“¿Qué le dirás cuando la veas?” preguntó Mamá.
“No sé,” admití.
Le hice un gesto a McKale para que se nos juntara mientras Papá daba los toques
finales alrededor de mi cuello.
“Este collar tiene una cámara de vídeo dentro,” dijo. Parecía ser un nudo céltico
redondo y adornado.
“¿Encontraste esto en ese pequeño pueblo?” le pregunté.
Papá se rió entre dientes. “No. Use mi teléfono vía satélite y llamé para que me lo
enviaran super rápido.”
¿Teléfono vía satélite? Negué con la cabeza. Aparentemente, él tenía un montón
de trucos bajo la manga.
“¿Cómo vamos a entrar al reino de los Hadas?” Le pregunté al grupo. “No creo
que lo podamos hacer sin que el Rey del Verano se dé cuenta cuando se abra el
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portal.”
“Obtendremos su permiso,” dijo Papá. “Vamos. No podemos permanecer aquí por
más tiempo. Estamos llamando la atención. Sólo síganme.”
McKale y yo entrelazamos nuestros dedos y lo seguimos.
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CAPÍTULO VEINTIUNO
Acercarnos al Rey del Verano con nuestra solicitud era aterrador, y yo ni siquiera era
la encargada de hablar. Si se negaba a ayudar, o si su ira se despertaba, podría ser
desastroso.
Los ojos del Rey se arremolinaron con poder a medida que nos acercábamos. Olas
de calor se desprendía de él, la hierba amortiguada con su silla, pisoteada por años de
baile y por los pies de tráfico, ahora era vibrante y verde con vida. Él era una fuerza
de la naturaleza confinado en un cuerpo.
Papá se detuvo a varios pies de distancia con nuestro grupo al lado. Él bajó la
cabeza en un gesto de respeto y el Rey del Verano levantó las cejas con interés.
Brogan se unió a nuestro grupo. “Rey del Verano,” Papá empezó hablar. “Por favor,
perdone por ser tan osado, pero estábamos hablando de cómo estamos afligidos de
que la Princesa Khalistah no se unirá con nosotros.”
La cabeza del Rey se inclinó hacia un lado con un mayor interés, y Papá continuó.
“McKale, sobre todo, tenía la esperanza de verla por última vez.”
Una de las Hadas se rió y compartió una mirada divertida con la otra chica Hada, y
me hirvió la sangre.
“¿Es así?” El Rey dirigió su atención a McKale, quien se enderezó.
“Aye, señor Rey.” McKale se aclaró la garganta. “Quería agradecer
adecuadamente a la Princesa por sus años de servicio al clan como Señorita del
Zapato. Y…que ha dejado atrás una joya que deseo regresar.”
McKale sacó del bolsillo la cadena brillante con el talismán de oro y varios de los
Hadas se vieron sorprendidos. Los ojos del Rey del Verano brillaron con varios colores
oscuros y la hierba se marchitó bajo nuestros pies. A medida que su estado de ánimo
mejoraba, sus ojos se mantuvieron de color oro vivo que coincidía con la cadena, y la
hierba se revivió.
“Se me hace difícil creer que la Princesa fue tan descuidada con su joya favorita,”
murmuró el Rey.
Vi a McKale tragar al mismo tiempo que mis nervios se destrozaron.
“Aye, señor Rey. Ese fue un momento caótico.”
El Rey del Verano estudió a McKale por un momento antes de decir, “La Princesa
está ocupada en la Gala de Verano. Mi gente le volverá la cadena y le dará su
mensaje.”
El Hada bronceado se adelantó para que McKale lo colocara en su mano. Los
dedos de McKale se enredaron alrededor de la cadena y el miró al Hada y al Rey. ¡No
no no! ¡Esto tiene que funcionar! Le di a McKale una mirada nerviosa, y pude ver
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cuando le llegó una idea poco antes que habló.
“Eh…Rey del Verano…¿podríamos Robyn y yo entrar a su tierra y devolver el
artículo nosotros mismos?”
Cada par de ojos de los Hadas se ensancharon y miraron hacia él. Un silencio
cayó, como si las moléculas de aire hubieran dejado de moverse alrededor de
nosotros. El rostro del Rey era una mezcla de sorpresa y humor.
“Entiendo que los seres humanos no deben de entrar al sagrado reino de los
Hadas,” McKale con esfuerzo dijo. “Y seríamos muy respetuoso, señor.” Miró hacia
el sol. Faltan varias horas para que la unión se lleve acabo. “Queremos buscar a la
Princesa y volver inmediatamente. Es muy importante para mí.”
El Rey contempló a McKale como si estuviera tratando con un niño precioso e
ingenuo a quien no podía entender. Cuando el Rey dejó escapar una risa, flores
iluminaron el ambiente y mariposas brotaron de sus capullos. Los Leprechaun que
bailaban y sus mujeres hicieron una pausa al ver las mariposas recién nacidas
revoloteando a su alrededor.
“Por suerte para ti, McKale de los Leprechaun, hoy dia me siento muy generoso.
Consideren esto como un regalo de unión. Pueden entrar a mi reino, siempre y cuando
salgan directamente cuando se concluya la conversación con mi hija. Incluso voy a
mandar uno de mis guardias como guía. Un poco de advertencia, sin embargo…” Sus
ojos con brillo extraño se movían entre McKale y yo. “Cuando los seres humanos
entran, rara vez desean salir. ¿Son sus mentes lo suficientemente fuertes como para
resistir? Es un gran riesgo dada la importancia a este clan.”
Contuve una risa burlona. No estábamos en peligro de ser encatados por su reino,
pero nunca tendría el descaro de decirle al orgulloso gobernante.
McKale dejó escapar una ráfaga de aliento y asintió. “Aye, senor Rey. Sólo
podemos imaginar lo difícil que va a ser dejar su magnífico reino una vez que lo
hemos visto. Es por eso que Robyn accedió a acompañarme.”
El Rey hizo un gesto con la mano al Hada masculino, de cabello y piel bronceado,
quien entonces dió un paso hacia McKale y yo. “Llévalos. Y no se tarden.”
Sentí un hueco en mi estómago y Mamá dió un gemido pequeño. Esto de veras
estaba sucediendo.
“Síganme,” el bronceado Hada dijo.
Sé que mi familia quería abrazarme y decirme algo, pero por precaución no lo
hicieron. Con un último apretón de mano de Cassidy, y miradas de miedo compartidas
con Mamá y Papá, nos fuimos.
Entrar al reino de los Hadas era como entrar a propósito a mi peor pesadilla. Fue lo
más difícil que había hecho en mi vida. McKale iba detrás de nuestro guía,
manteniendo los dedos entrelazados con los mios. La fuerza entre reinos se sentía
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como si estuviéramos empujando contra un fuerte viento, aunque no había ningún
movimiento de aire.
Cuando por finalmente habíamos cruzado, yo respiraba con dificultad y con el
corazón palpitando fuertemente. Estaba oscuro, pero podía distinguir el guardia del
portal con su uniforme reluciente y blindado, quien se hizo al lado para que los tres
pasaramos.
“Ordenes del Rey del Verano,” nuestro guía le dijo al guardia. “Van a ver a la
Princesa.” Los dos Hadas se hicieron un gesto de incredulidad.
Sentí el agarre de McKale apretarse alrededor de mi mano y eso me dió fuerzas.
Tomé una respiración profunda y la dejé escapar lentamente. Estábamos ahí, y hasta
ahora no me sentía diferente.
“Vámos siguiendo,” dijo nuestro guía. Ahora que no estábamos en presencia del
Rey, el Hada se permitió mostrar su molestia, en su modo de hablar, de tener que
quidar a humanos.
Lo seguimos por un pasillo oscuro, que se sentía blando bajo nuestros pies y olía a
tierra mojada. Cuando llegamos a la apertura, se iluminó nuestro camino y nuestros
pies se detuvieron. Había asumido que estábamos por debajo de la tierra, pero pude
ver ahora que no lo estábamos. Estábamos en un laberinto—una serie de túneles
intrincados. Las paredes estaban formadas por crecimientos entrelazados , verdes y
marrones, y las raíces sobre el suelo eran como bucles trenzados. Y a través de los
espacios había enredaderas y entre un espacio pude ver un cielo claro, de color
rosado.
McKale me jaló la mano para mantenernor trás el guía bronceado. El Hada no nos
esperaba, y si nos perdíamos aquí nunca íbamos a encontrar nuestro camino. McKale
puso su otra mano alrededor de su espalda mientras caminábamos y la deslizó hasta la
cintura del pantalón, para apretar el botón y activar su equipo de video. Siguiendo su
ejemplo subí mi mano a mi cuello para apretar el boton en mi cuello y lo activé. Ahora
sólo tenía que esperar y rezar para que nada en el extraño reino de los Hadas
interfiriera con el sistema electrónico de grabación. Papá nos aseguró que sus relojes y
otros aparatos electrónicos no dejaron de funcionar o se habían dañado cuando habían
entrado para entregar los informes en el pasado.
Decifrábamos nuestro camino a través de túneles y túneles, algunos eran
apretados, y otros muy amplios. Voces y música mágica se filtraba por los pasillos que
pasábamos, y con cada paso los sonidos se oían más claros y alegres. Un aroma
agradable y extraño, nos rodeaba, fragantes como algodón de azúcar y brotes de
flores. Un pensamiento me sacudió, el reino de los Hadas estaba jugando con mi
estado de ánimo en el buen sentido, y me aterraba. El aire me daba la sensación
mágica de un parque de diversiones, incluyendo promesas de diversión y aventura. Me
impulsaba a soltarme y disfrutar. Después de semanas de una carga pesada por
preocupaciones, el abandono era agradecido.
Sin mi permiso, mi cara sonreía mientras el túnel se hacía amplio y llevabamos a
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una abertura llena de voces alegres y una música maravillosa que nunca había oído.
Sonaba como pájaros cantores y campanillas e instrumentos que sonaban de una
manera que acariciaba el viento. El cielo se rompía con el color luminiscente, y por
encima de nosotros—colores pasteles cambiaban como nubes.
Nuestro guía se detuvo para hablar con el guardia a la salida del túnel. Me deslicé
más cerca a McKale, deseando poder bailar. Yo quería girar y saltar. McKale soltó mi
mano para sacudir sus extremidades. Se frotó los oídos antes de mirarme.
“¿Robyn?” susurró. “¿Te está afectando? Contrólate, amor.”
¿De qué está hablando? Estaba bien. Observé las múltiples facetas de su pelo,
colores del otoño pero mejorado por el cielo de los Hadas. ¿Cómo era malo apreciar la
belleza de todo esto? Ningún daño me podía hacer el disfrutar de esta tierra
encantadora. Allí, de pie en mi vestido, me sentia más femenina y viva que nunca. Yo
sabía que si mis pies empezaban a bailar, cada movimiento estaría lleno de una gracia
desconocida. Yo quería que el Hada bronceado se diera prisa en su charla con el otro
guardia para que pudiéramos ver la Gala más de cerca.
Ya que nuestro guía había terminado de informarle al guardia del túnel acerca de
nuestra situación, el guardia se interesó en mí. Su mirada era intensa. De pelo negro
sedoso esparcido por su armadura, y yo no podía apartar la mirada de sus ojos
plateados.
Extendió su perfecta mano masculina hacia mí, palma arriba. “Esta es una
hermosura. Mucho más alta que nuestras femenina. Creo que disfrutaría curvas como
estas. Mucho…”
Sin pensarlo extendí mi mano para tomar la de él, para no parecer grosera. Lo
último que oí fue a McKale diciendo mi nombre entredientes en advertencia.
Tocar la mano de un Hada era como sumergirla en agua de menta caliente—un
hormigueo se disparaba de mi mano subiendo por mi brazo y hacia una voltereta hasta
mi centro. Todo mi cuerpo se tensó y pulsaba con una carga sensual. Estaba llena de
necesidad y deseo y—
Mi mano fue arrancada de la mano de él y yo me sorprendí por lo ruidoso de mi
propio jadeo por aire. Cerré los ojos contra la imágen del guardia sonrriente,
demasiado hermoso para negarlo si él me extendía la mano de nuevo.
Luché para recuperar el aliento y deshacerme del deseo poco saludable. ¿Era eso
lo que McKale sentía cada vez que Khalistah lo tocaba? Fue un milagro que no se
había escapado el reino de los Hadas mucho antes de que yo llegara. Eso fue…guau.
Me estremecí de horror de mi propia debilidad.
“Con el debido respeto,” oí a McKale decir. “El Rey del Verano espera que
volvamos pronto, así que no podemos perder tiempo.”
La única respuesta del guardia era una risita.
McKale agarró mi mano cuando nuestro guía empezó a moverse por los
alrededores de la Gala.
“Lo siento,” dije en voz baja, ajitada.
173
Me apretó la mano.
Aunque el momento de la lujuria había pasado, yo no podía liberarme de la alegría
que corría bajo mi piel.
La Gala se arqueaba en un amplio círculo, rodeado por los túneles de enredaderas
florecientes, todos se conducían a este punto. Hadas impresionantes giraban a todas
las direcciones al son de la música deliciosa. Las mujeres eran delicadas y elegantes,
pero apreciaba tanto su belleza que no me sentía celosa. Sólo estaba contenta de estar
cerca de ellas. Cada mirada curiosa en nuestra dirección me daba una oleada de
agradecimiento.
Quería parar y mirar, pero el persistente tirón de McKale mantenía mis pies en
movimiento. Su agarre se hacía tan fuerte que casi gritaba. Nunca dejamos de
caminar, pero seguí su mirada hacia un grupo de Hadas que estaban sentados en un
jardín lujoso. Hadas de ambos sexos estaban descansando sobre cojines de felpa, con
hombres y mujeres jóvenes, humanos, rodeándolos: sentados a sus pies, mirándolos
con adoración, bailando para sus amos, dandoles de comer a los Hadas con sus dedos.
Aunque todos los Hadas parecían tener un interés leve en McKale y en mí
mientras pasábamos, los humanos en ningun momento miraron en nuestra dirección.
Sus ojos eran sólo para los Hadas. La muchacha que bailaba, de la edad de Cassidy,
volteó hacia nosotros, pero su mirada fija pasó entre nosotros, su expresión llena de
felicidad física, pero vacía por dentro.
Un temblor sacudió repugnantemente todo mi cuerpo y McKale me miró,
preocupado.
Oh, Dios mío, era mi primer pensamiento coherente. Esa podría ser McKale o
Cass. ¡O yo misma si no me metía bajo control!
“Estoy bien,” le susurré a McKale, aunque no estaba segura. Luchaba para sacar
la niebla de mi cabeza.
McKale me dió una leve inclinación de cabeza y se volteó de nuevo hacia delante,
tirando de nosotros más rápido para alcanzar al guia. Siguió frotándose las orejas con
la mano libre, me di cuenta de que estaba tratando de safarse de los efectos de la
música. Bajé los ojos y me negé mirar a los juerguistas en la Gala. Recité el alfabeto
en mi mente para despejar los sonidos mágicos de mi cabeza. Yo pensaba que era
demasiado fuerte y sensata para ser desviada por el reino de los Hadas. Me había
equivocado, y eso me aterraba. Quería cancelar todo el asunto y regresar antes de
perder mi mente de nuevo. Mi respiración se aceleró.
Tu puedes hacer esto, Robyn, me dije a mi misma.
Yo había estado permitiendo que McKale me encaminara con los ojos cerrados,
pero los abrí cuando sentí que su cuerpo se puso rígido y su paso vaciló. Se enderezó
y siguió adelante, llevándome pegada a él, pero cuando me atreví a dar un vistazo
hacia la Hada entendí. Allí, en medio de la juerga, había una colina bordeada de
árboles extraños. Los troncos estaban inclinados en diferentes direcciones, ramas con
hojas verdes que llegaban hasta el suelo, como si pararon en poses de bailarines. A
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través de los troncos y las ramas de la colina estaba Khalistah, bailando junto a otros
Hadas que tenían sus mismos aires. Yo no sentía aprecio por su belleza como lo tuve
por los otros. Todo lo que sentí cuando la vi fue una urgencia de arruinar sus planes.
El guía bronceado nos llevó alrededor de un montículo de tierra a pasos del patio
superior del baile alineado con árboles. Solté la mano de McKale, no quería despertar
el fusible de la LCH más de lo necesario. Un grupo como de 12 Hadas se detuvieron
cuando entramos. Nos miraban, imperturbables. Una, en particular, tenía una
expresión chocante y maliciosa.
Nunca había visto a la LCH divulgar tanta emoción como lo hizo en el breve
momento que se dió cuenta de nosotros. Sus ojos como el hielo cambiaban de azul
claro a blanco brillante y mi estómago se revolcó de miedo. En un instante sus rasgos
se hicieron suaves y lánguidos de nuevo. Se unió a las otras cuando se acercaron.
“¿El Rey del Verano envió un par de regalos para la Gala?” preguntó una chica
Hada, ella tenía el pelo tan negro y ondulado como una tintura en el agua. La forma en
que fluía a su alrededor me recordaba a una sirena.
“Me atrevo a decir que no, Melindalah,” respondió Khalistah. “Este es McKale de
los Leprechaun y su…prometida.” Sus ojos rastrillaron mi cuerpo de abajo hacia
arriba, mirando mi vestido de unión, se cubrió sus labios con dos dedos y una risita se
le escapó. “Qué simple.”
Mi cara se enrojeció y bajé mis ojos para ocultar mi rabia.
Otra chica que parecía sirena al estilo de Melindalah se puso al otro lado de la
LCH. “¿Es éste el que te quiere un montón, Princesa?”
“El mismo, Mirandalah.” Los ojos de Khalistah miraban a McKale como si él le
perteneciera, y de repente aparto la mirada y entrelazó sus dedos en frente de ella.
“No me puedo imaginar que te trae a nuestro reino, McKale de los Leprechaun, pero
debo advertirte que debes estar en tu mejor comportamiento, mientras estes aquí. A
los humanos se les pierde la memoria cuando dicen cosas desagradables en nuestra
tierra.”
Su advertencia era clara. No deberíamos humillarla delante de sus compañeros, o
algo nos pasaría.
“Aye, de acuerdo, Princesa. Lo entiendo. Sólo he venido a darle las gracias por su
tiempo como Señorita del Zapato para el clan. La vamos a extrañar, de verdad.”
“Especialmente por ti.”
McKale se aclaró la garganta. “Aye. Y…he venido a devolverle algo que dejó atrás
la última vez que nos visitó.”
Sacó la cadena de oro con el talismán del bolsillo y todos miraron a la Princesa,
horrorizados de que ella fuera tan descuidada. Ella se quedó mirándo al objeto, muy
quieta, pero no lo trató de agarrar. Con su postura estaba segura que ella sabía, a
ciencia cierta, que estabamos tramando algo. Para los Leprechaun, el regresar un
regalo era como romper una promesa. Una ruptura.
Con un movimiento rígido no característico de ella sacó la mano y tomó la cadena.
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Lo rigido de su cuerpo hizo que los demás miraban fijamente, preguntándose que
realmente estaba pasando ahí.
“Dejaste tu joya del corazón, ¿con un ser humano?” Una de las chicas preguntó,
horrorizada.
“¡No seas ridícula, Melindalah!” Se rió la LCH. “Me llamaron de nuestro reino
y…” Su garganta parecía cerrarse y ella tosió delicadamente. “Un simple
malentendido, es todo.”
¡No podía decir una mentira! Fue uno de los muchos datos que había aprendido
acerca de los Hadas con Papá a lo largo de los años.
“Bueno, hay que tener cuidado con él de ahora en adelante,” la otra chica bromeó.
“Es posible que algún dia desearás aceptar la oferta del Príncipe de unirte con él por
un tiempo.”
Las chicas miraron hacia el Hada bronceado y sonrieron. ¿Nuestro guía era un
Príncipe? Él lanzó una mirada cálida a la Princesa, cuyos ojos miraban hacia fuera a la
distancia. Por un breve instante sentí una punzada de compasión por ella. Le había
dado a McKale una joya que aparentemente se suponía que se le daba a alguien con
quien quería unirse por un tiempo. Hadas no hacen nada ‘para siempre,’ excepto
seguir viviendo. Uniones temporales era lo mas cerca al amor o compromiso que
tenían. Pero no me sentí mal por ella por mucho tiempo.
Los ojos de Khalistah se abrieron de repente, “Dónde está mi Paulie?” Su cabeza
giró para escanear el cielo.
“¿Perdón?” preguntó McKale.
“Su mascota,” una de las chicas aclaró.
McKale y yo nos lanzamos una mirada el uno al otro.
“Está, mmm, todavía en la tierra de los Chaun, Princesa,” respondió McKale.
“Estoy seguro de que va a volver pronto.”
Con un susurro peligroso preguntó, “¿Qué has hecho con él?”
Sus amigas dieron un paso para atras y nos miraron como si nos iba a ir muy mál.
“No ha sido lastimado, lo prometo. Él estaba causando un gran alboroto ayer por
la noche y los chicos…lo detuvieron.”
Se puso la mano al pecho. “¿No con hierro?”
McKale bajó la mirada y se metió las manos en los bolsillos. En un movimiento
rápido, la Princesa se le acercó y le dió un manotazo ruidoso en la mejilla. Él dejó
escapar un sonido ahogado y la miró, aturdido. Mis manos se cerraron en puños y me
mecie hacia adelante antes de acordarme de no moverme. Ella usaría cualquier excusa
en este momento para acabar con nosotros. Se puso de pie cerca de McKale con la
barbilla levantada hacia su cara. Los ojos de él se encontraron con los de ella.
“Has de saber, McKale de los Leprechaun: no me gusta nada que alguien toque lo
que me pertenece a mi. Me vas a llevar con Paulie. En seguida.”
Esto se trataba acerca de más que su duendecillo estúpido. La hicimos sentir
nerviosa. Pero era bueno que quisiera volver a la tierra de los Chaun. Ahora sólo
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necesitamos conseguir que revelara su plan de nuevo, de alguna manera.
“¿Nos va a acompañar en el viaje de regreso, Princesa?” preguntó el Príncipe
bronceado.
“Lo haré.” Ella se alisó el frente de su vestido y se puso de pie.
El Príncipe Hada presento su brazo hacia ella, pero ella lo ignoró, pasandolo por el
lado, dejando a su corte sin mirar hacia atrás. El Príncipe la miró fijamente , su ego
herido, y luego señaló el camino.
“Adelante,” él nos ordenó.
Seguimos a la LCH con el Príncipe atrás de cerca.
Mantuve la mirada hacia abajo y tuve cuidado de no tocar nada mientras
bordeabamos las fiestas de Gala y nos dirigíamos de nuevo al túnel inicial. Cometí el
error de mirar hacia el guardia mientras pasábamos y él me alzó una ceja perfecta, sus
ojos de plata acariciaban mis curvas. Mi corazón se agitó y me apuré para estar cerca
de McKale. El Príncipe Hada estaba a mis talones.
Por tan pequeña, la LCH se movía rápido. Incluso en su elegante vuelo, su postura
daba la imagen de una mujer en una misión. Mientras se movía a lo largo, brotes de
flores y enredaderas del túnel se volteaban hacia ella y se abrían luego se cerraban de
nuevo y volvían a sus posiciones cuando ella había pasado.
“¿Princesa Khalistah?” McKale le llamó.
No respondió. Mi corazón casi se me salía al darme cuenta que McKale la iba a
enfrentar en este momento.
“Princesa, ¿podríamos hablar un momento?”
Sin voltear la cabeza, dijo, “No me puedo imaginar qué cosa de importancia crees
que es digno de mi audiencia.”
El Príncipe dió un resoplido detrás de mí y murmuró, “Su padre les da a los
Leprechaun demasiada gracia, Princesa. Ellos son de la creencia de que son iguales.”
McKale aceleró el paso para caminar al lado de Khalistah, y yo me quedé atrás. El
Príncipe soltó un resoplido de aire como si no pudiera creer la tenacidad de McKale.
“Me gustaría hablar con usted sobre los términos que usted impuso la última vez
que nos encontramos,” susurró McKale.
Un grupo ruidoso de Hadas estaban por el camino y Khalistah gritó, “¡Muévanse!”
Sus ojos brillaron como un remolino de hielo blanco y las Hadas se hicieron a un lado
del camino. Se inclinaron cuando ella pasó.
“No tengo ni una idea de lo que estás hablando,” dijo la LCH a McKale ya que
habíamos salido de ese túnel y entrábamos a uno más pequeño.
El camino era muy estrecho y yo quería que McKale dejara de molestar a la LCH
para obtener información. Yo sabía que él sentía la presión para conseguir su
confesión pronto, pero me hubiera gustado que esperara hasta que estuviéramos en la
tierra de los Chaun de nuevo. No estábamos seguros aquí.
“¿De qué está hablando el humano?” se quejó el Príncipe. Después levantó la voz
y llamó a McKale, “Deja a la Princesa tranquila.”
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La LCH respondió sin detenerse a mirar hacia atrás. “Ha sido así desde la infancia.
Estoy acostumbrada a su necesidad por atención. Usted no se preocupe, amable
Príncipe.”
La forma en que dijo ‘Príncipe amable’ sonaba como si estuviera tan molesta con
el Príncipe como estaba con McKale. Pero McKale no se dejó intimidar. Me mordí el
labio y prácticamente tuve que correr para mantenerme con ellos.
“Pensaba que porque ya habían pasado varios días…quizás usted había tenido
tiempo de pensar en él y ¿cambió de opinion?” Cuando ella no respondió, él dijo,
“¿Todavía me requiere que venga con usted después de la unión—”
Se detuvo en seco y las paredes parecían contraerse hacia nosotros. La LCH giró
para hacerle frente a McKale, le brillaron blancos los ojos una vez más.
“Tu vendras conmigo por tu propia voluntad.” Su voz estaba impeturbable.
“¿Cuál es el significado de esto?” preguntó el Príncipe.
Sin apartar la vista de McKale, la Princesa le levantó su dedo índice al Príncipe y
dijo, “Silencio.”
Su frente perfecta se frunció en confusión mientras miraba como se dirigía ella a
McKale con una calma exasperante. Ella se le acercó a McKale, la barbilla le
sobresalía para apuntar sus ojos aterradores a su rostro. Cada palabra que dijo fue
atada con un punzón venenoso. McKale se veía preparado, optimista.
“Nada ha cambiado, McKale de los Leprechaun, hasta que te atreviste a entrar a
mi tierra con ella. Tu eres el único que has roto nuestro acuerdo. Ahora me veo
obligada a romper el mío. Te tendré. Y tu preciosa prometida será castigada. ¡Mi gente
tendrá a su hermana como regalo de Gala esta mera noche!”
Aire se atrapó en mis pulmones y me asfixiaba con el mismo. McKale, sin
embargo, tenía una expresión de alivio. La LCH había revelado su plan, asi como
nosotros habíamos querido. Pero ¿y si el equipo de video no funcionó? ¿Y si al Rey
no le importa? Iba a perderlos a los dos. Extendí la mano contra la pared para no
perder el equilibrio, pero la viga gruesa estaba mojada y se retorció al contacto. Quité
mi mano.
El Príncipe balbuceó detrás de mí y se adelantó. “Expliquese, Princesa.”
Ella volteó sus ojos helados hacia él y sonrió. “¿Cómo te gustaría una chica
humana sólo para ti?”
“Yo…” Él consideraba esto. “Los humanos son mucho trabajo, y luego se mueren.
Nunca he visto el valor de tener mascotas. El único interés que he tenido ha sido sólo
en ti; sin embargo, ahora no estoy tan seguro. Parece que has estado guardando
secretos desagradables.” Miró a McKale con desdén.
“He querido hacer esto desde hace mucho tiempo,” ella susurró.
El Príncipe inclinó su bonita cabeza bronceada hacia un lado. “¿Hacer qué?”
“Alterar tu memoria.”
Su rostro palideció ante la astuta sonrisa en la cara de la LCH, y dió un paso atrás.
“No puedes hacer algo así sin el permiso del Rey. Él nunca lo permitiría.”
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“Nunca lo sabrá.”
Ella dió un paso hacia él y él dió un paso hacia atrás. McKale y yo nos acercamos
para estar juntos. Todo este espectáculo me hizo sentir mal. Agarré la mano de
McKale.
El Príncipe levantó las manos y negó con la cabeza, una expresión espantosa se
contorneaba en su rostro impecable.
“Ar oscailt intinn,” Khalistah le susurró al Príncipe. Abre tu mente.
El dejó caer sus manos relajado, capturado por los ojos de ella. Ella susurró todo
lo que él tenía que olvidar, y lo que recordaría en su lugar. Sus sentimientos por ella
habían cambiado y ahora sólo tendría una admiración cordial por ella. Nunca nos
detuvimos en este túnel para tener esta conversación. Una vez en tierra de los Chaun
el tendría el deseo de tener a Cassidy Mason y solicitaría que le permitieran llevarsela.
Solté la mano de McKale y envolví mis brazos a mi alrededor, con un susto en mi
corazón.
Cuando la LCH dijo las palabras de cierre, dió vuelta y siguió por el pasillo como si
nunca se hubiera detenido. Yo estaba temblando incontrolablemente. Miré hacia atrás
al Príncipe que estaba parpadeando, su cara se arrugaba con una leve confusión. Los
cuatro de nosotros seguíamos los giros y vueltas de los túneles hasta que llegamos a
nuestro portal con el guardia de pie vigilando. Él se inclinó hacia Khalistah.
“Un placer verla, Princesa.”
“Abre el portal,” ella ordenó.
Él obedeció.
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CAPITULO VEINTIDOS
Pasamos a través de la atmósfera espesa entre los reinos al calor de la tierra de los
Chaun. Lo azul del cielo y la luz del sol, se veían pálidos en comparación con la
atmósfera del reino de los Hadas. El verde de las plantas parecía agotado y los aromas
demasiado leve. Extrañé por un momento la belleza que habíamos dejado atrás. A mi
lado, McKale sacudía sus brazos y se crujió el cuello. Khalistah se dirigió a través de
la hierba alta hacia el campo y el Príncipe nos dió a McKale y a mí unos empujones
pequeños desde atrás.
El aumento de anticipación se sintió entre la multitud cuando nos acercábamos.
Los músicos no se atrevieron a dejar de tocar, hasta los bailarines pararon de bailar,
todas las cabezas apuntaban en nuestra dirección. Brogan y mis papás se pusieron
junto al Rey y su gente. Cassidy se levantó de una mesa cercana y rodeó a Khalistah
para correr hacia mí. Negé frenéticamente con mi cabeza, pero ella no se dió cuenta.
Ella amarró sus brazos alrededor de mí cuando oí el susurro del Príncipe Hada detrás
de nosotras, “Gloria sea. ¿Esta es Cassidy Mason?”
Sorprendida, Cass se apartó de mí y lo miró. Traté de llamar su atención. Yo
quería que corriera como un demonio, pero ella estaba fascinada por ese artículo
bronceado a la perfección que conocía su nombre, dándole una mirada digna de una
princesa.
Incliné la cabeza lejos de él y le dije entre dientes, “¡Vete de aquí!”
Ella echó un breve vistazo hacia mí, un poco confusa antes de dar un paso atrás.
Su movimiento se detuvo cuando se encontró de nuevo con los ojos dorados del
Príncipe. Él no tenía pasión en su expresión acristalada, sólo una especie de
fascinación robótica. Él extendió una mano haciendo señas a Cass.
La agarré por su codo.
“Permítanos un momento, Príncipe,” le dije.
“¿Príncipe?” Cassidy murmuraba mientras la jalaba a unos pocos pies de
distancia.
“¡La LCH le lavó el cerebro para que te lleve de vuelta al reino de los Hadas!” le
susurré.
Nunca había sentido un gran alivio como en ese momento, cuando la curiosidad de
Cass se volvió a miedo mortal. Su cara bronceada palideció y su frente brillaba con
sudor mientras me miraba con incredulidad. Había estado esperando que corriera y se
escondiera en algún lugar, pero en lugar de eso se dió una vuelta con su vestido de
verano y corrió con Mamá y Papá.
Me aclaré la garganta y le susurré al Príncipe, “Ella realmente es una humana muy
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dificultosa.” Lo dejé allí de pie y aturdido.
Khalistah y McKale iban en camino a la presencia del Rey, donde la Princesa hizo
una reverencia baja y McKale dió una inclinación respetuosa con la cabeza. Levanté el
dobladillo de mi vestido y corrí para estar al lado de McKale.
Mamá y Papá formaban torres aceradas alrededor de Cass quien estaba encogida y
ligada al brazo de Papá. Los tres de ellos me observaban buscando alguna señal de
que todo había salido según lo planeado. Le di una inclinación pequeña de cabeza, y
las caras de Mamá y Papá soltaron la tensión.
Yo no me sentía a salvo en lo más mínimo. Agarré la cadena alrededor de mi
cuello y cerré los ojos.
Por favor, que esto funcione.
“Padre, Rey.” Se escuchó la voz musical de Khalistah.
“Veo que decidió unirse con nosotros después de todo,” él dijo. Tenía sus dedos
entrelazados al frente, a sus anchas.
La LCH mantuvo la cabeza alta. “No he venido a unirme a las festividades, Padre.
Los Leprechaun tienen cautivo a mi duendecillo. He venido para recuperar a Paulie de
su prisión de hierro.”
Nadie en todo el campo respiró mientras esperábamos la respuesta del Rey. Él la
miró durante un largo rato antes de inclinar la cabeza hacia Brogan con el ceño
fruncido.
El líder de los Chaun se inclinó, su barba tocó el suelo. “Mis disculpas, Rey del
Verano. Teníamos la intención de liberarlo el día de hoy. Me aseguré que nada de
hierro tocaba la criatura. Su jaula está forrada con una piel. Fue la cosa más rara, lo
que pasó. La última noche el duendecillo atacó a nuestra querida Robyn y tuvimos que
poner fin a esto. No teníamos la intención de hacerle ningún daño a la mascota de la
Princesa.”
Con un movimiento lento el Rey asintió y luego se echó a reír. Los ojos de
Khalistah se abrieron como platos. Cerca del bosque y en todo el campo, conejitos
marrones y grises salieron de sus escondites y se brincaban alrededor como un cuento.
“Ah, querida hija. Ese duendecillo suyo ha sido siempre una molestia. No puedo
tolerar la tortura de una criatura Hada; sin embargo, se debe mantener una mejor
vigilancia sobre su mascota.”
Sus diminutos labios se fruncieron. Brogan se aclaró la garganta y agitó una mano
a Keefe.
“Suelten el duendecillo,” Brogan se dirigió al Rey. “No ha sido dañado o torturado,
Rey del Verano. Lo juro.”
“Bien, bien.” El Rey hizo caso omiso de las garantías de Brogan como si lo
aburriera. “He deseado ponerlo en jaula al canalla más de un par de veces.”
Se rió de nuevo, y todos los Hadas excepto Khalistah participaron en la alegría.
Pájaros cantores de muchos colores volaron a través del cielo.
Segundos después Paulie volaba con un zumbido lento y deprimente, aterrizando
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en el hombro de la LCH y acariciandole su cuello. Él levantó la cara lo suficiente
como para enviarme un vistazo vicioso de sus dientes.
“Ya, ya,” le dijo ella sin ternura en su voz.
Con el regreso del duendecillo, el Rey parecía imperturbable, Brogan le indicó a su
gente que continúen con el baile y sigan con la celebración.
Khalistah se me quedó mirando por tanto tiempo que era espeluznante. Podía oír a
todos, menos la manivela en su mente decidiendo como continuar. Su atención,
finalmente, se volvió hacia el Príncipe, que estaba estudiando a Cassidy desde lejos
con confusión por su interés en una criatura tan ordinaria. Ella se aferró al brazo de
Papá, prácticamente oculta detrás de él. Quería gritarle que corriera lo más rápido y
más lejos que pudiera.
“¿Ves algo que te gusta, Príncipe?” Khalistah le preguntó.
Sus ojos se deslizaron de con la Princesa, de vuelta a Cassidy. Los labios de la
LCH se presentaron en una expresión de felicidad asquerosa.
“Creo que sí,” él respondió. “La hermana…”
El Rey y otros Hadas vieron el interés del Príncipe y tragué fuerte. McKale se
aclaró la garganta a mi lado cuando el Príncipe comenzó a caminar lentamente hacia
Cassidy. Ella se escondió más atrás de Papá y él fruncio su boca mirando fijamente al
Hada bronceado. Khalistah dió una carcajada con maldad.
Mientras que el Príncipe se acercaba, causando a Papá que caminara hacia atrás,
una voz enojada gritó desde lejos como un grito de guerra. Todas las cabezas se
voltearon hacia los árboles donde un Clur se mostró, con mirada feroz. Rock corría
hacia nosotros, con una daga de hierro en la mano, gritando, “¡No te la puedes llevar!”
McKale y yo nos volteamos a mirar el uno al otro con expresiones de asombro
mutuo.
Antes que Rock pudiera correr los últimos diez pies hacia nosotros sus pies se le
detuvieron de repente causando a su cuerpo caer hacia delante. Observé con horror
como la hierba se disparaba desde el suelo, larga y ancha, enrollándose alrededor de
sus piernas y su torso. Luchó con angustia en contra de ella.
“¡No!” gritó Cass.
Papá la contuvo. La hierba lo entrelazó, apretando sus brazos a su lado, y luego se
enrolló alrededor de la cara para cubrirle la boca. Su cabeza se retorcía, rizos por
todas partes.
“Deja caer el arma.” La voz fría vino del Rey del Verano, provocando un alboroto
de aves encantadas que contrastó la consternación de todos en el campo.
Los ojos de Rock ardían mirando al Príncipe y él luchaba por respirar por la nariz.
Tenía suficiente sentido común para dejar caer la daga a su lado. Los otros Clurichaun
retrocedieron un paso atrás hacia la línea de los árboles, como asustados de que su
aproximación podría empeorar las cosas para Rock. Sus pobres caras estaban llenas de
miedo.
“¿Los Clurichaun?” El Rey del Verano, murmuró. “¿Cuántos de ellos quedan?”
182
McKale se aclaró la garganta y dijo, “Doce, señor.”
“Sólo doce…” Parecía reflexionar sobre eso con lamento por lo que podría haber
sido, pero sólo duró un momento antes de ser reemplazado por el desdén. “Una
pena.”
Martineth elevó la voz a su lado. “Se merecen todos los momentos de castigo que
han recibido. Cachorros sin valor. Este debe morir por acercarse a nosotros con una
arma.”
El Rey levantó una mano hacia Rock y la hierba se desprendió de su boca. “¿Cuál
es el significado de este estallido, chico Clur?”
Rock intentaba aspirar aire en sus pulmones, jadeando. “Sin faltarle el respeto a
usted, Rey del Verano. Pero no podía hacer nada cuando Cassidy Mason sea raptada
de con su familia.”
El Rey parecía realmente confundido. Khalistah se deslizó al lado de su padre con
una sonrisa dulce. “No le hagas caso a este tonto, Padre. A diferencia de este
Clurichaun, el Príncipe ha sido tu siervo bueno y fiel. Si busca un regalo simple estoy
segura de que usted estaría de acuerdo que se lo ha ganado.”
La atención del Rey se fue al Príncipe ya que todo tuvo sentido. “¿Es un ser
humano lo que te apetece? Me parece eso sorprendente, dado todos tus esfuerzos en
los últimos siglos por los afectos de mi hija.”
Varios de los Hadas se rieron.
“Yo…” El Príncipe todavía estaba desconcertado. Su cabeza giró hacia Cassidy.
“Un impulso de este tipo es bastante extraño y desconocido para mí, pero creo que me
gustaría tener esta humana.”
“¡Nunca!” gritó Rock. “¡Llévame en su lugar! ¡Yo iré!”
“Oh, Dios mío.” Cassidy se tapó la boca.
El rostro del Príncipe se retorció. “¡Yo no te quiero a ti!”
“¡No podrás llevártela!” La hierba abofeteo de nuevo sobre la boca de Rock antes
de que pudiera terminar y el Rey suspiró ante la cuestión trivial.
La LCH aplaudió, eufórica. “¡Qué divertido!”
“Ella es de sangre mágica,” el Rey del Verano indicó. “No tenemos una gran
cantidad de seres humanos mágicos de sobra.”
“Oh, vamos, Padre. ¡Deja que el Príncipe la tenga!”
Martineth pasó un dedo delgado por el cuello del Rey. “Ha sido un buen chico. Y
nunca ha preguntado por ninguna cosa.”
¡No! No, no, no, esto no puede estar sucediendo.
Rock se revolcaba contra las ataduras. Me acerque a McKale hasta que nuestros
brazos tocaban. Pensé que me iba a desmayar por tanta ansiedad.
Brogan se movía incómodo y miraba al cielo, que había oscurecido un poco al
ponerse el sol detrás de los árboles.
“Eh, Padre,” McKale se había dado cuenta tambien. “¿Tal vez debemos comenzar
con el entretenimiento ante la unión para nuestros estimados invitados?”
183
“¡Una idea fabulosa, hijo!” Miró al Rey del Verano. “Aye, Rey del Verano, hemos
preparado un video para vosotros que deseamos ver como una especie de ‘magia
humana.’ Completamente inofensivo, por supuesto.”
“¡Entretenimiento!” dijo el Rey. “Que adorable. Me dará tiempo para pensar.”
Khalistah no parecía contenta, pero no se quejó. Ella me lanzó una mirada como
diciendo que no había terminado.
Brogan sonrió. “Sólo tomara unos minutos para preparar. Disculpe, por favor.”
Hizo un gesto a su gente. “¡Música!”
Brogan se apartó del grupo mientras la ronda de música empezaba. Cassidy nunca
se soltó del brazo de Papá, y Mamá la tomó de la otra mano, enviandole una mirada
hostil al Príncipe. Él estaba demasiado ocupado mirando a Cass para darse cuenta.
Mamá y Papá vinieron detrás de McKale y de mí. Las manos de Mamá estaban
frías y temblando cuando me quitó el collar. Papá desenganchó cables de McKale y
los sacó de la parte trasera de la camisa. Los Hadas, sin ni idea acerca de nuestras
obras, continúaban sus conversaciones y viendo las festividades. Rock estuvo atado
acercas mientras que los otros Clur se quedaron a los árboles, su comportamiento
estaba vacío de cualquiera jocosidad.
McKale y yo volteamos la cabeza hacia la mesa de la tecnología, viendo a Papá
conectar los cables con Mamá y Cass a su lado. Un torbellino de emociones se
arremolinaba dentro de mí. Le agarré la mano a McKale y los dos apretamos las
manos.
Listo.
Una luz azul de repente parpadeó en la pantalla gigante. Los Leprechaun se
quedaron sin aliento y aplaudieron al verlo. Las conversaciónes de los Hadas pararon
cuando se voltearon hacia la pantalla. La música se detuvo y el campo estaba en un
momento de silencio. Se me hizo un nudo en el estómago como una bola, saltando
dentro de mí como un juego de maquina.
¡Oh, por favor que todo funcione!
“Qué gran aparato,” murmuró el Rey. “Bastante peculiar.”
Brogan se dirigió al Rey. “Hemos estado recientemente en un aprieto terrible. Por
favor, acepte mis disculpas de antemano por cualquiera ofensa a partir de este
espectáculo, Rey del Verano. Esa no es nuestra intención. Ustedes han sido siempre
amables hacia nosotros, y sólo espero que usted pueda entender cuando lo veá por si
mismo.”
Una vez más, el Rey se veía muy confundido. Brogan se volteó bruscamente y se
alejó.
Me aferré a la mano de McKale como si fuera salvavidas. Sus ojos se encontraron
con los míos y compartímos una mezcla de esperanza y amor que chocaba con el
miedo y la preocupación.
Un sonido fuerte, ahogado brotó de los altavoces y todos en el campo saltaron y
luego se rieron de sí mismos. Papá ajustó el volumen cuando imágenes oscuras
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aparecieron en la pantalla, era la parte trasera del Príncipe bronceado mientras lo
seguíamos por el túnel oscuro.
¡Sí!
Solté la mano de McKale para abrazar su brazo. ¡Su video y audio funcionaba! El
sonrió a la pantalla. A nuestro alrededor los Hadas y Leprechaun especulaban sobre lo
que estaban viendo.
“Parece ser el Príncipe,” dijo una chica Hada.
“¿Cómo? ¡Es nuestra tierra!” Exclamó otra. “¿Cómo es esto posible?”
“¿Qué es esto?” preguntó la LCH, su voz sospechosa.
El Rey levantó una mano para callar su entorno, su atención absoluta en la
pantalla.
Papá me dió un discreto pulgar hacia arriba y le sonreí. Pero aún no habíamos
triunfado. Ni cerca. Habíamos pasado sobre un obstáculo gigante, pero aún había
otros en nuestro camino. Nuestro destino será decidido por el Rey y las reacciones de
su hija sobre el video.
Los Leprechaun guardaron silencio mientras las imágenes de mascotas humanas
llenaban la pantalla. Todos los Hadas estaban fascinados; excepto la LCH, que llevaba
una mirada de terror cuando se empezó a dar cuenta. Si nosotros habíamos capturado
todo esto, entonces eso significaba que habíamos capturado los acontecimientos por
venir también. La cabeza de Khalistah giró para mirarnos a McKale y a mí, con sus
ojos brillando blancos. La hierba bajo sus pies se marchitó en una versión miniatura
del efecto que su padre tenía. Apreté el brazo de McKale más fuerte.
Cuando llegó a la parte en que seguíamos a Khalistah lejos de su corte, ella gritó.
“¡Haga que paren esto, Padre! Estoy disconforme. ¡Desean hacer que me vea
como una tonta!”
Él le dió una expresión seca como si fuera una nina pequeña interrumpiendo su
programa nocturno.
“Han logrado captar las cosas tal como son, querida Princesa. ¿Encuentras la
verdad impropia?”
“Pongo en duda sus intenciones, Padre. ¡Haz que se detengan!” Ella exigió. Se
movió para colocarse frente a él con las manos en las caderas.
El Rey se enderezó como si el sol estubiera cubierto por una nube de tormenta
momentánea. “No lo haré. Cállate y compórtate bien.”
La Princesa parecía desconcertada, como si no estuviera acostumbrada a ser
regañada. Pero la palabra del Rey era definitiva y ella me lanzó una última mirada
llena de odio.
“No es totalmente cier—” Khalistah dijo entre dientes, pero sus palabras, sus
intentos de mentiras, murieron en sus labios. “De alguna manera…”
Su padre no le hizo caso.
No pasó mucho tiempo hasta que llegamos a la parte del video donde Khalistah
perdió los estribos, revelando su objetivo final y luego alteró la memoria del Príncipe.
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Ella levantó la cabeza y enderezó sus hombros chicos, así como los que la rodeaban
dieron un jadeo de advertencia y unos pocos Hadas se rieron de su deseo de tener a
McKale. Sin embargo, sus reacciones no importaban. Era al Rey a quien yo
observaba. Su rostro se había puesto duro y su espalda estaba rígida. Al final del video
toda la hierba del campo crujía seca debajo de nosotros. Las altas hierbas del campo
se inclinaban hacia atrás, muertas, como si hubiera soplado un viento letal.
Papá apagó el video y todos los ojos se colocaron en el Rey del Verano.
“Padre,” La LCH comenzó. “No es…” Una vez más su lengua parecía crecer en
el intento de la mentira y se llevó una mano a la garganta.
El Rey se puso de pie con gracia y sus túnicas ligeras azules se remolinaban a su
alrededor como si diminutos tornados estuvieran flanqueando su cuerpo.
Miró directamente a McKale y a mí. “¿Ustedes han alterado de alguna manera la
realidad y han replicado mi reino y sus acompañantes?”
“Nay, Rey del Verano.” McKale dió un paso adelante. “El dispositivo humano
registra las cosas tal como suceden. Lo ha visto real y verdadero. Lo juro.”
Su cabeza giró lentamente a su hija con incredulidad. Ella se echó hacia atrás.
“Hay más, Padre. Este—” agitó la mano a la pantalla, “—aparato, no revela todo.
Lo que hice fue necesario. Puedo explicarlo.”
“Naciste de mí, es verdad, Princesa Khalistah, sin embargo, estas ligada a mis
leyes como todos los demás.”
“Por supuesto, Padre Rey.”
“¿Te atreves a interferir con mis planes para continuar mi raza de zapateros?”
“Tenía un plan que lo podría asegurar—”
“¡Silencio!” La tierra y los árboles se estremecieron con la voz en pleno auge del
Rey.
La LCH apretó los labios juntos.
“¿Te atreviste a usar magia prohibida contra un hermano Hada?”
Todos miramos al Príncipe por primera vez y vimos su mirada desdeñosa
apuntada a la Princesa.
“Admito que fue un error,” dijo Khalistah a su padre. “Me invadió un raro y malo
genio y perdí los estribos cuando descubrí a los dos humanos tratando de engañarme y
dañar mi reputación. Teníamos un acuerdo.”
“¿Un acuerdo que usted tomara un cónyuge humano?” bramó su padre.
Una chica Hada hizo un sonido de náuseas y los pómulos de LCH se llenaron de
un rubor rosado.
“Él siempre ha querido complacerme,” explicó Khalistah. “Sería mi mascota, al
igual que otros Hadas tienen.”
“Eso no es lo que parece. Este es un momento vergonzoso, hija mía.”
Ella dió un paso hacia él, suplicandole con los ojos y palabras. “Por favor, Padre.
Borra las memorias de estos testigos para que no recuerden mi vergüenza. Tengo una
debilidad por el chico. Incluso tu sientes afecto por la gente pequeña”
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El Príncipe dejó escapar un sonido de disgusto y los Hadas dieron unos pasos
hacia atrás. Sus rostros estaban llenos de miedo ante la perspectiva de tener sus
memorias borradas, y la aversión a la idea de afecto hacia los humanos.
“Estoy disgustado, Hija. No me has dejado otra opción que hacer lo que
aborrezco.”
Khalistah sacudió la cabeza y tendió las palmas de las manos. “¡A mí no, Padre
Rey!”
“A ti especialmente.” Su voz envió una ráfaga caliente a través del campo y todos
nos tapamos los ojos contra ella.
Martineth parecía temblar por primera vez en toda la noche. “Mi amor. Haz lo que
tengas que hacer con ella. Pero no a mí.”
Justo cuando ella se acercaba a él, el Rey levantó los brazos, abarcando cada una
de los Hadas delante de él. Todos ellos se pusieron rígidos como si estuvieran
congelados en su lugar. De los ojos del Rey del Verano brotaban colores y chispas de
luz estática destellando de sus dedos extendidos como una tormenta de verano. Los
vientos cálidos azotaron a nuestro alrededor. McKale y yo nos distanciamos,
aterrados. Los Hadas le rogaban a su Rey con sus ojos, pero sus bocas no se abrían.
El Rey rugió, “Ar oscailt intinn!” y un repentino silencio calló.
El viento se calmó y vimos como el Rey del Verano tejía su magia sobre los
Hadas, diciendo cuidadosamente las palabras exactas para borrar el video de sus
mentes. Él puso atención especial en Khalistah.
“Vas a olvidar que alguna vez has anhelado el hijo de Brogan de los Leprechaun.
En cambio, ahora vas a volver a sentir afecto por el Príncipe.”
Yo quería caer al suelo y llorar.
La atención del Rey se desplazó hacia Rock. Volteó sus manos y las hierbas
regresaron de nuevo a la tierra. Le hizo una seña a Rock, y él se acercó con
movimientos rígidos.
Vi a Cassidy tratar de correr hacia él, pero tanto Mamá como Papá la sujetaron.
“¿Usted desea el amor de la joven Mason?”
Rock volteó la cabeza hacia ella, y viendo su cara con una expresión de dolor, y
con el corazón roto, asintió.
El Rey del Verano apretó la mandíbula. Todos estábamos muy quietos. El alivio
que sentí momentos antes se había escabullido y la tensión llenaba mi cuerpo otra vez.
“No puedo tener su tipo de interferencia con los que trabajan realmente. Usted va
a olvidar que alguna vez la amó. Usted se olvidará de cualquier momento que tuvo
con ella. Los de su gente no son bienvenidos en esta ceremonia.”
Los ojos de Rock se quedaron en blanco y su cuerpo se aflojó. Mamá jaló la cara
de Cassidy a su pecho y ella dejó escapar un grito ahogado y horrible. Me sentía como
si me iba a vomitar.
El Rey del Verano ignoró todo y cansado con el drama. Él movió sus muñecas y el
hechizo terminó con una chispa. Las Hadas se balancearon sobre sus talones,
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aturdidas. Rock se volteó y se encaminó de nuevo hacia los árboles, mirando hacia
atrás una vez más para mirar a la escena con asombro desconcertado. Y luego se fue,
junto con los otros Clur. Cass hundió la cara en el cuello de Mamá. A penas tuve la
fuerza de voluntad para detenerme y no correr hacia ella y abrazarla.
El Rey dibujó una gran sonrisa en su cara para su gente. “Ah, bueno, parece que la
llamada magia humana ha fracasado. Nuestro único entretenimiento será el baile alegre
y la propia unión.”
Las Hadas asintieron con la cabeza decepcionadas, parecían como si se hubieran
perdido algo, pero tenían demasiado miedo para preguntar. Khalistah miraba alrededor,
a las decoraciones con interés, desconcertada. Por un momento temible sus ojos se
posaron por McKale y yo, pero se deslizó sin observación. Exhalé y sentí a McKale
relajarse junto a mí.
Brogan apresuradamente caminó hacia adelante.
“¿Quisieran nuestros invitados de honor pasa a bailar?” preguntó.
“Vamos,” dijo el Rey, agitando un dedo a su gente. “Disfruten de la hospitalidad.”
El Príncipe dió un paso adelante y le extendió una mano a Khalistah. Ella hizo una
reverencia y tomó su mano. Martineth todavía estaba allí, parecía aturdida y
desconfiada, hasta que el Rey le tomó la mano y se la besó, haciendo que se relajara.
“¿Bailarás, mi amor?” preguntó. “Ya sabes lo tanto que me gusta verte.”
Ella le dió una sonrisa seductora, y sin media palabra se volteó hacia el círculo de
baile.
A medida que los Hadas se filtraban a bailar entre los Leprechaun, el Rey nos dió
su atención a McKale y a mí. Su ceño fruncido y sus ojos cambiantes causaban que
mi corazón a vacilar en el ritmo. Sentí el calor de mi familia, cuando se unieron detrás
de nosotros. A mi espalda encontré la mano de Cassidy, la jalé para acercarla detrás de
mí. Sentí su cara recargar contra mi hombro. No había nada que pudiera hacer para
ayudarla o consolarla. Recuerdos de Rock del amor por ella podrían haber
desaparecido, pero el hecho de que los recuerdos de ella por él permanecían fue
angustioso.
El Rey observó nuestro grupo y yo me centré en él ahora. ¿Nos castigaría?
Su voz se oía aterradora. “Le han traído vergüenza a mi hija y han forzado mi
mano.”
“Rey del Verano,” McKale comenzó. Tenía la cabeza inclinada. “No fue nuestro
deseo avergonzar a la Princesa o a su gente. Éramos impotentes contra sus demandas
y no sabíamos qué más hacer.”
El Rey contempló esto. “Khalistah es bastante necia en conseguir lo que quiere.
Qué desafortunado que sus deseos la llevaron por mal camino. Yo no lo hubiera creído
si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Pero sepan esto…” Sus ojos cambiaban de
colores, parecían un arco iris. “ Les permito quedarse con la memoria de este día sólo
porque fueron agraviados. Esperemos que nunca se encuentren en una posición en la
que tengan que engañar a nuestra gente de nuevo.”
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McKale bajó la cabeza. “Gracias, Rey. Siento mucho todo lo que ha pasado.
Verdaderamente.”
“Los humanos son poco cuidadosos de sus afectos,” respondió el Rey. “Tal es lo
natural de los seres que su vida es muy corta…y hablando de eso, tengo otra cosa que
discutir.” Nos quedamos quietos y en silencio, esperando a que continuara. “Mientras
estabas en mi reino, mi cónyuge y yo hablamos acerca de un regalo adecuado para su
unión, teniendo en cuenta lo mucho que parecen quererse uno al otro. Tengo
entendido que va a vivir mucho más tiempo que su pareja de unión ¿Correcto?”
“Em…aye, señor Rey.” McKale se rascó la mejilla.
McKale viviría aproximadamente setecientos años más que yo.
“En lugar de un regalo, tengo una oferta.” El Rey del Verano llamó a Brogan, a
McKale, y todos nosotros los Masons. “Si ustedes y su gente me aseguran que van a
mantener esta indiscreción entre nosotros a partir de ahora y hasta siempre, voy a
aumentar la capacidad mágica de los Masons, permitiendo que vivan tanto como los
Leprechaun. No hago esta oferta a la ligera. Si descubro que han revelado alguna
palabra de la vergüenza de la Princesa Khalistah fuera de estos clanes el precio será
más que perder la memoria. ¿Lo entienden?”
Todos asentimos. Incurrir su ira no era algo que queríamos. Estábamos seguros de
que la única razón por la que todavía teníamos nuestras memorias se debía a que su
hija lo había ofendido más que a nosotros.
“¿Cómo les parece esta oferta a ustedes?” preguntó.
Miré a mi familia. Papá y Mamá compartieron miradas de agradecimiento.
Cassidy, todavía triste, me dió un pequeño asentimiento de cabeza. Miré a McKale,
cuyos ojos brillaban de esperanza.
“Definitivamente,” le dije.
“Sería un honor servirle todos nuestros años,” Papá le dijo al Rey del Verano.
“Gracias por mostrar misericordia. Los acontecimientos de hoy nunca saldrán de
nuestros labios. Usted tiene nuestra palabra.”
McKale y Brogan se apartaron. El rey levantó los brazos como había hecho a sus
Hadas minutos antes. Un momento de miedo me recorrió el cuerpo mientras me
preguntaba si esto era un truco, si había decidido borrar nuestras memorias después de
todo. Pero sus palabras nunca llegaron a abrir nuestras mentes. En vez, cantó una
corriente de palabras mágicas que nos envolvíeron. Sentí un poder que contrajo cada
célula de mi cuerpo, que florecía de mi núcleo hacia afuera, fortaleciendo todas las
fibras de mi existencia. A mi lado, Cassidy hizo un sonido de felicidad sorprendida.
A medida que el hechizo terminó con otra chispa, inhalé, revivida.
“Ya,” el Rey de verano, dijo. “Hay que terminar con lo desagradable del día de
hoy. Vine a ver una unión. ¿Podremos tenerla?”
McKale se adelantó y tomó mis manos entre las suyas.
“Sí,” dijo. “Vamos.”
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CAPÍTULO VEINTITRES
Desafortunadamente, los cuentos sobre los Hadas que bailan toda la noche son de
verdad. No se fueron hasta el amanecer, lo que significaba que no podía irme a
consolar a Cassidy cuando se fue de la fiesta. Tanto McKale y yo finalmente nos
dirigimos a su habitación, quise decir a nuestra habitación, me asomé a ver a Cass
pero ella ya estaba dormida.
Me desperté con un sobresalto a la mañana siguiente en los brazos de McKale, la
luz del sol se filtraba a través de las cortinas de tela. Tratando de no despertarlo, me
puse mi vestido de nuevo y salí de la habitación en silencio. Pero cuando llegué a mi
previa cabaña Cassidy no estaba allí. Corrí por la aldea casi vacía. Era cerca del
mediodía, pero la mayoría de los Leprechaun todavía estaban durmiendo después de
haber bailado hasta el agotamiento la noche anterior.
El pánico comenzó a aumentar cuando corrí de nuevo a mi nueva habitación
encontrando a McKale sentado en el borde de la cama frotándose los ojos. Él me miró
con ojos lagañosos.
“No puedo encontrar a Cass.”
Sin decir nada, se vistió y los dos salimos. No había necesidad de discutir a dónde.
Nos dirigimos a la tierra de los Clur.
Los dos estábamos respirando con dificultad mientras corríamos a través de la
parte menos profunda de la corriente, mi vestido empapado en la parte de abajo a
pesar de mis esfuerzos por sostenerlo agarrado. Finalmente, llegamos al borde de la
tierra Clur y ahí la encontramos. Ella debe habernos oído cuando nos acercábamos
ruidosamente , pero no se volteó a mirarnos. Se apoyaba en un árbol, con un brazo
alrededor de él, viendo como Rock, Blackie, y los gemelos rubios recogían leña y
ramas en el otro lado del bosque.
“Estoy debatiéndome en si debo despedirme o no,” dijo Cassidy al aire.
Me acerqué a su lado y puse una mano en su hombro. Esta vez, ni siquiera estaba
llorando. Envolví mis brazos alrededor de su cintura por detrás y apoyé la barbilla en
su hombro. Ella apoyó las manos sobre las mias y nuestras mejillas se juntaron. Tuve
que cerrar los ojos ante una ola de emoción.
No tenía palabras ni método alguno para tomar ese dolor de ella.
Un grito de los chicos Clur nos hizo mirar de nuevo. Blackie y los gemelos estaban
jugando alrededor, pero Rock no se unía. Arrojó su leña en la pila y se sentó en un
tronco, la mirada fija en los árboles.
El pobre parecía…deprimido.
McKale se acercó al lado de nosotras, frunciendo sus cejas, mientras observaba a
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su amigo desde lejos.
“Él no se ha olvidado de ti, Cass. Tal vez él no tiene los recuerdos exactos, pero
miralo. Su alma recuerda. Él sabe que ha perdido algo.”
Cassidy sorbió, y sus lágrimas brotaron ahora. McKale se echó hacia atrás como si
hubiera dicho algo malo, y le froté el brazo dándole a entender que lo había hecho
bien. Entonces sostuve a Cass con más fuerza.
“Chicadee,” le dije. Necesitaba ser real con ella. “Podemos presentarte de nuevo.
Y asi podrías decirle adiós, pero no va a ser fácil mientras que tú recuerdes y él no lo
pueda hacer. Podría empeorar tu dolor aún más.”
“Lo sé.” Se secó sus ojos y contuvo el aliento. “Me pasé toda la noche pensando
en ello. No creo que pueda soportarlo si él no me va a recordar. Yo sé que tengo que
volver a casa y terminar la escuela. Yo sé que tengo que ir a la universidad o empezar
a trabajar con Mamá y Papá el próximo año. Yo misma me sigo diciendo que Ronan
es sólo otro ex-novio que voy a olvidar con el paso del tiempo.”
Pero él era mucho más que eso.
La oí tragar fuerte. “Todo estará bien, ¿verdad, Manita?”
“Sí, Chicadee. Todo pasará con el tiempo.” En mi interior me sentía atemorizada.
Cass sabía, que ella estaría sufriendo durante mucho tiempo. Ella tuvo muchos novios
en el pasado, pero ella no había amado a ninguno de ellos. Sólo a Rock. Sólo el chico
que no podía recordarla.
“Vamos,” le susurré. Me moví a su lado y le tomé la mano. Ella me dejó
encaminarla.
“En un ratito regreso,” dijo McKale. Le di un gesto de agradecimiento, entonces él
se volvió para buscar a su amigo Clur.
“¡Espera!” dijo Cassidy. Sus ojos estaban muy abiertos. “Tengo que tratar. Tengo
que ver. Sólo por esta vez.”
Sus ojos me suplicaban, y yo asentí. Yo no la detuve. “Sólo…ten cuidado con lo
que dices. Él podría sentirse confundido y no quiero que accidentalmente hagas cosas
peores para él.”
Ella estuvo de acuerdo, y los tres pasamos a través de los árboles.
Blackie nos vió primero. “Oy! Lads, ¡tenemos invitados!” Se pasó una mano por
el pelo y nos sonrió, el resto de los Clur salieron corriendo de la choza.
La mano de Cass me estaba cortando la circulación de los dedos. Rock estaba de
pie. Miraba a los tres de nosotros. Saludamos a los chicos Clur, que no estaban tan
ruidosos como de costumbre. Al igual que McKale y yo, no dejaba de mirar
furtivamente entre Cassidy y Rock.
Rock dió un paso adelante, estaba pálido.
“¿Te sientes mál, compañero?” McKale le preguntó con preocupación.
“Aye. Es una extraña sensación. Magia mala o algo así. ¿Puedes tu sentirlo?”
“Aye,” susurró McKale. “Puedo sentirlo.”
Rock sacudió la cabeza, luego miró hacia a Cassidy. Todo el movimiento se detuvo
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cuando se miraron a los ojos. Y luego Rock se dirigió a McKale diciendo, “¿Habías
estado ocultando las lasses de nosotros? ¿Por miedo de que el encanto de los Clur se
las robe?” Esto lo dijo a medias, e incluso las risas de los otros Clur eran débiles.
Cassidy se desplomó y mi corazón se hundía.
“Ha sido un verano muy ocupado,” McKale le dijo. “Esta es Cassidy Mason.
Cass…este es Rock.”
“Hola,” ella dijo en voz baja.
“Hallo, lass…” La mirada en la cara de Rock mientras la veía era lamentable, al
igual que su mente estaba desesperadamente tratando de agarrarse a algo justo fuera
de su alcance. Todo su verano lo había pasado con Cass— era una gran cantidad de
memorias perdidas. Estaba agradecida con el Rey del Verano, pero también estaba
enojada por dañar la mente de un joven de una manera tan peligrosa.
Rock presionó dos dedos en su sien y cerró los ojos. “Mi cabeza…”
“Debes descansar, compañero,” dijo McKale, extendiendo la mano para
sostenerlo. Rock asintió y bajó la cabeza, en dirección hacia el interior.
“Se le hace peor él verme,” dijo Cass aceptándo la triste realidad.
“¿Podríamos tratar de recordarle?” preguntó Blackie. “Poquito a poquito—”
“No.” La voz de Cass era fuerte. “Me temo que va a dañar su mente. Necesito
simplemente…estar lejos.”
Miramos a nuestro alrededor el uno al otro, sin ideas, mas y mas incómodos. Cass
se apartó de nosotros y corrió hacia los árboles. La hubiera perseguido, pero estaba
segura de que necesitaba un poco de tiempo para sí misma. Me pellizqué el puente de
la nariz.
“Todavía tenemos tres semanas más antes de que mi familia se vaya a casa,” le
dije. “Esto va a ser duro.”
Todos asintieron. Era extraño o malo ver a los Clur triste.
“Cuidénlo, ¿de acuerdo?” les dije a los chicos.
Nuevamente asintieron, y McKale me acompañó, de vuelta a la tierra de los
Chaun.
Pasaron tres semanas en una vertiginosa mezcla de alegría amorosa con McKale, y el
silencio doloroso con Cassidy. Ella había cambiado—madurado demasiado rápido. Ni
una sola vez trató de ver a Rock después de ese día en la tierra Clur. Se despertaba
temprano cada mañana para ayudar con las tareas domésticas, pasaba las tardes
devorando cuentos clásicos de su lista de lectura de verano, y se iba a la cama
temprano cada noche. De hecho, extrañaba a la chica despreocupada, espontánea,
divertida que había ido a Irlanda conmigo.
En otra nota de cambio drástico, Mamá y Papá habían pasado las últimas tres
semanas en la tierra Clur ayudandoles a los chicos a trabajar la tierra par plantar un
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jardín de verano, arreglando la choza, y les enseñaban a hacer las cosas básicas para
un mejor cuidado de sí mismos y su hogar. Papá incluso había hablado con Brogan
para que permitiera a los Clur empezar a ayudar con las responsabilidades de la Casa
del Zapato una vez que se hayan ido. Dijo que los chicos necesitaban más
responsabilidades para sentirse como hombres. Eran jóvenes cuando los Hadas
maldicieron a su clan. Las generaciones anteriores de los Clur que habían causado
todos los problemas habían desaparecido. Papá quería que estos chicos tuvieran una
segunda oportunidad para que fueran mejores que sus antepasados.
En la última mañana con mi familia me senté detrás de Cassidy haciéndole una
trenza francesa en su pelo mojado mientras ella terminaba de leer “Orgullo y
Prejuicio.” Mi estómago me había estado doliendo durante días ante la idea de que se
iban. Amaba a McKale y me encantaba seguirlo a todas partes, pero iba a extrañar a
mi familia como loca. Especialmente a mi hermana—mi mejor amiga.
Cass cerró el libro con un suspiro, mientras le amarraba la trenza con una liga en
su lugar.
Alguien llamó discretamente a la puerta antes de empujarla. Mamá y Papá estaban
allí, vestido para el día. Cassidy y yo estábamos de pie.
“Escucha,” dijo Papá. “Tenemos que ir a la ciudad para devolver la tecnología y el
camioneta y recoger el coche alquilado. También nos gustaría conseguir algunas cosas
para Robyn—necesidades que la puedan sostener por mucho tiempo.”
Asentí a eso. Había varias cosas que necesitaba surtir.
“Y, em…” Papá tragó y Mamá deslizó su brazo a través de él, alentándolo.
“Estábamos pensando en invitar a McKale y a Ronan a venir. Pero sólo si estás de
acuerdo.” Miraron a Cass.
Su rostro se mantuvo neutral, pero vi su pecho subir y bajar más rápido. “Está
bien.”
Una hora más tarde Cassidy y yo estábamos tomadas de la mano y girando a la
esquina en la parte trasera de la aldea. Nuestras manos estaban sudando, pero no las
soltábamos. La parte delantera de la camioneta blanca apareció a la vista y luego nos
detuvimos de pronto. McKale y Rock estaban parados ahí, esperándonos, se veían tan
lindos con anticipación. Los dos estaban limpios, con cortes de pelo y rostros
afeitados.
La cara de McKale se iluminó cuando me vió, llenándome de un familiar y
agradable hormigueo que forzaba una sonrisa a mis labios.
Junto a él, Rock le daba una sonrisa medio triste a Cassidy. “Ahí estás. Ya
empezaba a pensar que eras un producto de mi imaginación o de mis sueños.”
Cass con una risa nerviosa se enrojeció. “No, soy real.”
Rock le sonrió a McKale, despues a mi hermana y mí. “Vamos a tener una
aventura hoy, ¿aye? Un último día para tratar de ganar el corazón de la cuñada de mi
mejor amigo. Será mejor que aproveche.”
Aunque sus palabras eran lúcidas, había algo casi cauteloso sobre su
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comportamiento, como si todavía se sentía extraño en su presencia, a pesar de que
estaba claramente atraído hacia ella.
Cass se cruzó de brazos y apretó sus labios para contener una sonrisa. “Debo
advertirte que soy un poco difícil de conquistar.”
Me tapé la boca para ocultar un resoplido y McKale llegó a mi lado, empujándome
con el hombro y con una sonrisa en sus labios.
“¿Es eso cierto?” preguntó Rock, deslizándose más cerca de ella. “Bueno, yo lo
tomo como un reto, Cassie-lassie. Veremos si tu te vuelves loca de amor por mi al
final de esta salida.” Le guiñó un ojo y se alejó, causando que Cass se blanqueara y se
enrojeciera. Me mordí el labio.
Papá se acercó cargando un altavoz y los chicos se apresuraron a ayudarlo.
Vi la mirada de Cass fija en Rock y pensé que ella estaba bien adelantada de él. Y
creo que el corazón de Rock estaba muy adelantado de su mente, también. Esta vez
no quería decirle a mi hermana que tuviera cuidado. Quería que disfrutara de este día
y este chico.
Uno a la vez, Papá, McKale, y Rock llevaban a bordo el equipo para ponerlos en
la camioneta, y cada uno de ellos nos dio un guiño al pasar. Cassidy y yo rompimos en
risas y era tan bueno escuchar su humor regresar que mis ojos se humedecieron.
“Vamos,” dije, tirando de su brazo. “Vamos a agarrar algunas cosas.”
Nuestros pasos eran más ligeros de lo que habían estado un mes atras, corrimos
hacia el montón de equipos y entre las dos tomamos la “magia humana.”
Miré a la tecnología que nos había salvado, y a mi hermana que caminaba delante
de mí, y los chicos bromeaban con Papá en la camioneta. Me maravillé de cómo las
cosas se arreglaron.
Mamá se había acercado a vernos, besándonos de despedida. Ella se quedaba a
empacar. A nuestro alrededor los Chaun salieron y se agarraron de la mano. Viendonos
con gratitud. Mi corazón se desbordaba.
Cassidy se paró junto a la camioneta con Mamá, sonriendo. Tán bonita. McKale
pasó a mi lado, regresando por las últimas cosas. Di un salto y chillé cuando él me
pellizcó el trasero y se rió. Algunos de los Leprechaun se rieron de este espectáculo y
negué con la cabeza, enrojesida.
Sí, las Hadas eran más fuertes. Nos obligaban a trabajar para ellas. Nos obligan a
unirnos con extraños. Podrían alterar nuestras mentes y tomar nuestras memorias.
Pero no podían quitar nuestra voluntad de vivir o de nuestra opción de amar. Nos
manteníamos firmes, y luego moriríamos, pero nuestros corazones estarían llenos a lo
largo del camino. Sentí lástima por los Hadas con todo su poder y belleza y su falta de
amor.
No me cambiaría de lugar con una LCH por nada, es más, ni siquiera por todas las
ollas llenas de oro en el mundo.
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EXPRESIONES DE GRATITUD
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Grandes abrazos y besos a los mejores amigos que una chica podría tener, Gracias
a mis chicas Dugout y FoFs.
Por último, todo mi amor está con mi familia, cercanos y lejanos, en especial a mis
bebés (Autumn y Cayden) que ponen al día mi despiste sobre una base diaria cuando
estoy perdida en la tierra de una historia.
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SOBRE EL AUTOR Y TRADUCTOR
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