La Colonia Judía de Elefantina Durante El Siglo V AC
La Colonia Judía de Elefantina Durante El Siglo V AC
La Colonia Judía de Elefantina Durante El Siglo V AC
La isla de Elefantina (en egipcio, Yeb) está situada al norte de la primera catarata del Nilo, y forma
una barrera natural hacia el sur. Fue una importante fortaleza fronteriza en distintas épocas de la
historia de Egipto y se la llamaba "La puerta del sur". En tiempo del reinado de Psamético 1 (663-
610 AC) esta isla albergó una fuerte guarnición de fuerzas mercenarias, pero no se sabe con
seguridad si ya vivían judíos allí. Sin embargo, había judíos en las fuerzas de Psamético II (595-589
AC) quien, como menciona Herodoto, realizó una campaña contra Nubia en la cual fue
acompañado por tropas mercenarias judías, de acuerdo con lo que se registra en la carta judía de
Aristeas.
Es bien sabido que los reyes de la XXVI dinastía egipcia dependían mucho de soldados extranjeros.
Las inscripciones atestiguan la presencia de mercenarios jónicos, carios y fenicios en las
guarniciones del sur de Egipto. Aunque no se menciona a los judíos por nombre, un texto habla de
soldados de Palestina. Es posible que los judíos de Elefantina se hubieran dirigido a Egipto antes de
la destrucción de Jerusalén. Jeremías se dirige tanto a otros judíos residentes en Egipto como a los
de Patros (cap. 44: 1), nombre geográfico egipcio, que literalmente significa "Tierra del sur", y en
cuya área generalmente se incluye a Elefantina.
Aunque no se conoce aún en forma definitiva el origen de la colonia judía de Elefantina, esa gente
debe haber vivido en la isla por algún tiempo antes de 525 AC porque cuando Cambises conquistó
a Egipto, ya formaban una colonia bien establecida y poseían un templo donde adoraban a Yahu
(forma abreviada del nombre Yahweh, o Jehová; ver t. 1, págs. 39, 179-182). Esos colonos fueron
incorporados por la administración persa en su sistema militar y continuaron constituyendo la
guarnición de la fortaleza de Elefantina. Se denominaron "el ejército judío", que estaba dividido en
estandartes o compañías, a las órdenes de comandantes persas y babilonios; y en centurias, con
oficiales de nombres judíos y babilónicos. No aparecen nombres egipcios entre el personal del
ejército. De esto inferimos que se excluyó a los egipcios del ejército, porque podría dudarse de su
lealtad al rey persa.
Todo el poder judicial estaba en manos del oficial persa que comandaba la fortaleza, pero los
asuntos internos de la colonia judía eran regidos por el jefe de la "congregación". Los judíos con
casas y otras propiedades hereditarias y algunos parecen haber sido personas pudientes.
Como judíos, en primer lugar eran adoradores de Yahu. Para él habían edificado un templo con
cinco entradas de piedra y columnas de piedra, pero las paredes quizá eran de ladrillo. El techo era
de madera de cedro, y las puertas de madera giraban sobre goznes de bronce. Entre los utensilios
del templo había vasos de oro y plata, y sobre su altar los judíos ofrecían holocaustos, ofrendas de
harina e incienso. Cada judío pagaba 2 siclos para el mantenimiento del templo, en contraste con
el 1/3 de siclo pagado en Judea (ver Neh. 10: 32). Los judíos que construyeron este templo no
habían sido influidos por la reforma de Josías, que había reorganizado las prácticas religiosas de
acuerdo con las leyes de Moisés que claramente prohibían la existencia de santuarios separatistas
(Deut. 12: 13, 14; 2 Rey. 23: 8). Más aún, no sólo servían a Yahu sino también a varias otras
deidades adicionales, entre ellas Ashim-Betel y Anat-Betel. Aunque Ashim (ver com. 2 Rey. 17: 30
en cuanto a un nombre similar) no es bien conocida por otras fuentes, conocemos bien a la diosa
cananea Anat, deidad sanguinaria e inmoral. Por lo tanto, deducimos que los judíos de Elefantina
tenían en algunos aspectos el nivel religioso del tiempo del rey Manasés, con un templo
separatista, y además de su Dios nacional servían a ciertas deidades de naciones paganas,
especialmente las que promovían la fertilidad. Nada puede rastrearse en Elefantina de la reforma
religiosa de Josías. Y no se siente nada de la obra de jeremías, Daniel o Ezequiel, cuya influencia se
discierne claramente entre los repatriados de Jerusalén y de la provincia de Judea.
Un documento muy importante que proviene del año 419 AC, muestra que un rey persa (Darío II)
promulgó instrucciones respecto a la vida religiosa de los judíos. Por desgracia este documento
está mal conservado, pero por lo menos se puede entender con claridad que Darío había
ordenado que se observase la fiesta de los panes ázimos desde el 15 al 21 de Nisán, que los judíos
se purificasen para esa ocasión, y que no bebiesen (bebidas embriagantes) ni comiesen nada que
contuviese levadura. No conocemos la razón que motivó la promulgación del decreto. Sin
embargo puede deducirse con certeza que el rey tenía consejeros versados en la ley judaica que
pudieron redactar tal ordenanza, y que también tenían interés en que el rey firmase tales
instrucciones. Es posible que se enviara este edicto a todos los judíos del imperio, aunque la única
prueba de su existencia proviene de Elefantina. El decreto muestra que algunos reyes persas
fomentaban la vida religiosa de los judíos y las leyes de Moisés. Este hecho es una valiosa prueba
en favor de la autenticidad del registro de edictos similares hallados en los libros de Esdras y
Nehemías.
Debido a la enorme importancia del decreto, presentamos una traducción de la carta mal
conservada que lo contiene. Las secciones entre corchetes [ ] son reconstrucciones. La traducción
sigue principalmente la de A. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century B. C. (1923), págs. 62, 63,
pero también se han aprovechado las sugestiones de Emil G. Kracling, presentadas en The
Brooklyn Museum Aramaic Papyri (1 953), págs. 9295. Sin embargo, varía en algunos detalles en
los cuales el traductor actual está en desacuerdo con las traducciones previas.
2.[Yedo]nías y sus colegas (y) la guar[nición] judía, vuestro hermano Anan[ías]. La paz de
3. Y ahora, este año, el año 5 de Darío el rey, del rey fue enviado a Arsh[am diciendo]:
4.[En el mes de Nisán haya una pascua para la guarnición judía]. Ahora bien contaréis así:
cator[ce días]
5.[del mes de Nisán y guarldaréis [la pascua], y desde el día 15 hasta el día 21 de Ni[sán]
6.[son siete días de panes ázimos]. Sed limpios y poned cuidado. N[o] trabajéis
7.[en el día 15 y en el día 21. Cerveza N[o] beberéis ni nada [en] lo cual [haya] levadura
8. [días que no comáis, desde el día 15 desde] la puesta del sol hasta el día 21 de Nis[án, siete]
9.[días, que no se vea entre vosotros; no la me]teréis en vuestras cámaras, sino que la
10.[Que se haga esto según Darío] el r[ey] ha ordenado. Dirección: A mis hermanos Yedonías y sus
colegas de la guarnición judía, vuestro hermano Ananí[asl...
Estos judíos extranjeros que servían al monarca persa como soldados eran mal mirados por los
oriundos de Egipto. Este odio ciertamente aumentó cuando Cambises, en ocasión de su conquista
de Egipto, destruyó el templo egipcio de Elefantina dedicado al dios jnum, de cabeza de carnero,
pero no molestó a los judíos ni su templo. Siendo que los judíos hacían prosélitos entre los
egipcios, como lo prueban los documentos, y puesto que prosperaban financieramente y trataban
a los naturales de Egipto con desprecio, dando a sus sacerdotes un nombre despectivo, la aversión
mutua aumentó hasta producir un estallido de violencia.
Cuando Arsames, el sátrapa persa de Egipto, estaba ausente de este país en 410 AC, los sacerdotes
de jnum sobornaron a Widrang, o Hidarnes, comandante persa de Elefantina, para que permitiese
que su hijo Nefayán, comandante de Syene (Asuán), viniese a Elefantina con sus tropas que no
eran judías y saquease el templo judío y lo destruyese completamente. Cuando Arsames regresó a
Egipto, los judíos tuvieron la satisfacción de ver castigados a Hidarnes y Nefayán posiblemente
ejecutados- por su crimen. Sin embargo, no tuvieron éxito en obtener de él un permiso para
reconstruir su templo, pues el sátrapa parece haber estado temeroso de un nuevo levantamiento.
Al hacer depender su permiso de uno que debía conseguirse de las autoridades de Jerusalén,
Arsames creyó poner sobre otros hombres la responsabilidad de rechazar el pedido. Puede ser que
hubiera conocido previamente a Nehemías u otros dirigentes de Judea, y quizá esperaba que no
diesen el permiso para que se reconstruyera un templo separatista.
Los judíos de Elefantina escribieron una carta a Johanán el sumo sacerdote de Jerusalén para
presentarle su solicitud. Las autoridades de Jerusalén pasaron por alto completamente el pedido y
no enviaron respuesta alguna. Por eso los judíos de Elefantina, después de esperar en vano
durante más de dos años, escribieron nuevamente en 407 AC, y presentaron esta vez su pedido
ante Bagoas, el gobernador persa de Judea, y al mismo tiempo ante los hijos de Sanbalat, el
gobernador de Samaria, quienes evidentemente ejercían la administración en nombre de su
anciano padre (ver la ilustración frente a la pág. 96). Bagoas, que no estaba en buenas relaciones
con Johanán, consultó con Delaía de Samaria y decidió permitir que los judíos de Elefantina
reconstruyeran su templo. Sin embargo, no deberían ofrecer sacrificios cruentos en el nuevo
templo. Al recibir este permiso, Arsames parece haber confirmado la concesión, y se reconstruyó
el templo, como lo comprueba un documento arameo de 402 AC donde hay una nueva referencia