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Yurupari - Leyenda Colombiana

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YURUPARI – LEYENDA COLOMBIANA

Se cuenta que en el místico


silencio, el embrujo y la magia
de la selva, existen leyendas
que han pasada de
generacion en generacion
desde la antigü edad las
cuales han sido tan creídas
y practicadas ahora, que parece
ser algo real y a la vez nuevo a pesar
de su milenaria tradició n para las mentes
de los actuales y civilizados indígenas,
y como tal su ú nico legado de antiguas
creencias que hacen parte de su historia
misteriosa y oscura.
Una de tantas leyendas principales que
han andado siglos y siglos de generació n
en generació n, en los caminos oscuros de
la selva y en las mentes de sus habitantes
los cuales cada noche las relatan para que
no se olviden, o por los ríos caudalosos y
en los cañ os, en los potrillos o en las hamacas,
o simplemente en la soledad y en
los bulliciosos cachiríes de las tribus indígenas
del Vaupés.
Es tan fantá stica y comú n la leyenda que es
el corazó n de los indígenas; para el hombre
su poder y para la mujer su inquietud y
la muerte. Dice así la leyenda:
‘’En el principio de la tierra existían solo
dos personas buenas y se llamaba TUPANA
(que en guaraní signi- ca santo); hacia
el bien, no gustaba de cosas que no servían
ni que fueran dañ inas para el espiritu
como parrandas y - estas profanas. El otro
personaje era YURUPARI, amigo de lo malo
y de lo que contamina y oscurece el alma
de los hombres como el juego, la chicha,
los bailes el cual vivía muy lejos de TUPANA.
(la palabra yurupari, signi- ca diablo en
Guaraní). Yurupari arrastraba para si mucha
gente. Contrariamente de Tupana tenia
pocos seguidores; y las - estas de Yurupari
hacían llevar al bando de la maldad a
muchos secuaces.
Un día TUPANA resuelve matar a yurupari
por ser este quien tenia mas gente en su
bando. Se hicieron a una hoguera grandísima
y allí quemaron al yurupari con quien
habían tenido tantas di- cultades y enemistades.
una vez hecho ceniza vinieron
sus seguidores con gran tristeza y quedaron
silenciosos ante semejante realidad;
y no pudieron encontrar un solo hueso;
todo él había sido hecho ceniza.
Pasaron muchos días, y en las cenizas retoñ o
una palma llamada Pachuba (en lengua gua7
raní), y fue ella muy bonita por lo alta y recta.
Vinieron al lugar mujeres y al mirar la palma
hermosa, llamaron a los hombres para convenir
con ellos tumbarla y formar con ella un
instrumento que imitara la voz de Yurupari
Este era el recuerdo viviente de Yurupari Tres
pedazos de palma fueron su- cientes para
formar el antedicho instrumento que imito
perfectamente la voz de Yurupari.
Desde entonces las mujeres fueron poseedoras
del gran Yurupari. Ellas lo tocaban
cuando iban al bañ o en las mañ anas;
al oírse de lejos se decía que era Yurupari
que estaba vivo. Y era o- cio de las mujeres
traer pepas del monte para los hombres
que hacían los o- cios domésticos.
Con el correr de los añ os se aburrieron por
ser ellos los llamados hacer los quehace8
res del hogar. Ademá s Yurupari era hombre
y las mujeres decían no estar con él.
Una sola reunió n fue su- ciente para que
los hombres acordaran ú nicamente el ir a
la mañ ana siguiente a donde las mujeres
acostumbradas al bañ o en el río, para quitarles
el Yurupari.
Todos ellos armados con adavi (bejuco rodeado
de - bra que venia a constituir un
verdadero azote, y palabra guaraní), fueron
hasta el lugar en donde se encontraban
las mujeres bañ á ndose, y azotá ndolas
con los adavi, las obligaron a entregar el
yurupari a poder de los hombres.
Realizada la hazañ a, se encaminaron al lugar
donde se había quemado Yurupari y
encontraron con gran sorpresa de todos,
una mata de yuca brava, y miraron y era
maní (guarani) o maniba (portugués) que
es el palo de la yuca. L o arrancaron y vieron
que era raíz de yuca e hicieron chicha
como la que hacia Yurupari cuando vivía;
y probaron la chicha y les supo perfectamente
bien. Descubrieron pues, que era
preparada con caldo de maní, llamado
manicuera, exactamente como la preparaba
el mismo Yurupari en vida. Esta manicuera
era la misma sangre de Yurupari, es
decir que la chicha es sangre de Yurupari
poste se convirtió en yuca al ser quemado
por Tupana.
En esta reunió n los hombres determinaron:
1) Prohibido a las mujeres conocer y volver
a ver a Yurupari, porque al verlo, al instante
este las matara. (para el efecto, los hombres
han empleado todos los secretos y medios
para dar a las mujeres la muerte, creyendo
ellas que Yurupari quien las mata.
2) Los hombres niñ os de 12 añ os pueden
conocer al Yurupari, bajo el siguiente requisito:
someterse a una escuela de quince
días en el monte, y bajo la direcció n del
payé, haciendo utensilios de casa: balayes,
matafríos o chipichi (guarani), bancos, remos,
etc. Durante estos días será n azotados
de madrugada con su adavi. Los peyés
los aconsejaran así: después de ver a Yurupari
será n hombres perfectos y podrá n
casarse. Todas éstas ceremonias las hacen
los payés con humo de tabaco para que
en los nuevos hombres todo quede en paz
y tranquilidad. Hace el payé que sus instruidos
comas ají para que se conserve la
dentadura de ellos. Bajo pena de muerte
no pueden descubrir a nadie el secreto del
Yurupari.
Una vez terminada la escuela, irá n a la casa
y se presentará n al papá y a la mamá porque
ya son hombres que conocen el Yurupari
ademá s pueden casarse por saber hacer
de todos los instrumentos necesarios
para la casa. Ese día se da un gran almuerzo
al joven que llega y durante el mismo,
entrega a sus padres los objetos que fabricó
en la escuela. Con la aventura que realizó
el hombre de apoderarse del Yurupari,
éste domina totalmente y la mujer trabaja
no duramente no solo en la casa, sino también
en la chagra (huerta).

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