Denuncia Social
Denuncia Social
Denuncia Social
Resumen:
Abstract
From the perspective of Latin American literature on social criticism, the role of the
intellectual not only implies an interest in highlighting a series of problems of the social
reality that they tackle in their work, but also assuming a role as a political subject,
involving commitment and action in their social environment. In this sense, Gabriel Trujillo
Muñoz as an author has been widely recognized for putting into discussion in his works –
such as El Festín de los cuervos: La saga fronteriza de Miguel Ángel Morgado - conflicts
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Profesional en Comunicación Social para la Paz de la Universidad Santo Tomás. Ha desempeñado trabajos
académicos e investigativos por más de tres años en torno a temas de género y violencia (especialmente
relacionado con el rol de la mujer en su entorno social, político, económico, social, cultural, e histórico,
siendo este uno de sus principales enfoques de trabajo. Publicó en el libro Entre lo individual y lo colectivo:
cuestiones afrocolombianas el artículo Configuración de la metáfora de la mujer negra como territorio
(nación y naturaleza) en la película Chocó en compañía de la profesional en comunicación de la Universidad
Santo Tomás Lizeth Alvarado González. Sumado a ello ha desarrollado proyectos de investigación relativos a
medios ambiente y gobernanza del agua, derechos laborales, y temas relativos a trata de personas.
1
that have been present throughout history on the border between Mexico and the United
States (Baja California), however, his role has been limited to academia, leaving aside his
ability to intervene in favor of the causes he denounces, and therefore, showing the lack of
coherence between his discourse and his political actions.
Introducción
De asumir el autor este tipo de compromiso, que constituye una coherencia y sentido entre
lo que construye (obra), lo que expresa en su esfera social (discurso e opinión) y la forma
en que actúa (rol activo en su contexto), su obra estaría enmarcada en la literatura de
denuncia social. Es decir, este tipo de literatura es un espacio en el que es posible, no solo
plasmar una problemática – sin dejar de lado su valor estético y su estilo – con cierto nivel
de importancia por la forma en la que impacta a la sociedad y los individuos, sino por el
grado de compromiso y coherencia del autor entre lo que expresa y su accionar político.
En este sentido, las obras literarias de ficción latinoamericanas, como El festín de los
cuervos: la saga fronteriza de Miguel Ángel Morgado (2002)2 de Gabriel Trujillo Muñoz,
son un espacio e instrumento de denuncia social de una serie de problemáticas acuciantes
que se presentan en una realidad específica, como las surgidas en el Estado de Baja
California, México (frontera con Estados Unidos), que es el contexto en el que se ubica la
obra. En este sentido, este tipo de obras (enmarcadas en el concepto de denuncia social) se
2
En adelante se nombrará solo como El festín de los cuervos, sin que por esta nominalización se confunda
con la obra Festín de cuervos, el cuarto libro de la saga Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin
publicada en 2005.
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conciben más allá de la sola mención de una serie de hechos que resultan coincidentes con
un entorno social o de una tendencia que se presenta en determinado momento histórico.
Asimismo, se señala que a través del contenido de obras como El Festín de los cuervos se
proyectan hechos como trata de personas, corrupción por parte de instituciones del Estado,
narcotráfico, desapariciones, entre otras situaciones relacionadas con actos delictivos que
no son lejanas a la realidad presente en el contexto bajacaliforniano y que evidencia parte
de su panorama histórico, social y cultural. Además, existe un compromiso por parte del
autor por poner en evidencia situaciones sensibles en una realidad social sin sacrificar su
valor estético como obra de ficción, compromiso que implica un grado de coherencia entre
este discurso literario, su accionar y su discurso en la esfera social.
Así pues, en el presente artículo se llevará a cabo un análisis literario de la obra El festín de
los Cuervos de Gabriel Trujillo Muñoz desde la perspectiva de denuncia social en la
literatura de ficción latinoamericana, en la cual se evidencian de los conflictos fronterizos,
específicamente en el Estado de Baja California, México, lugar en el que se desarrolla esta
obra literaria y que en su entorno (publicado en el año 2002) ha estado marcado por una
serie de situaciones relacionadas principalmente con el tema migratorio a lo largo de su
historia. De modo que, a partir de la construcción y caracterización del concepto de
denuncia social en la literatura de ficción latinoamericana se tomarán elementos que
pondrán en discusión el contenido del libro desde sus características particulares (contexto
histórico, social, político, económico, cultural y estético) e intencionalidad y compromiso-
acción del autor.
En ese sentido, en el caso latinoamericano uno de los momentos más álgidos en los que, a
través de las obras de muchos autores e intelectuales, se evidenció una necesidad de poner
en discusión – en un tipo de discurso como el de la ficción en la literatura – las
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problemáticas que se presentaban en la realidad social latinoamericana fueron las
dictaduras militares de los años 60´s y 70´s. (Peris, J., 2012, 103). En este marco
historiográfico la intención por reflejar las múltiples violaciones a derechos humanos,
represión y abuso de poder por parte de los dirigentes estatales, y más allá de ello la
voluntad contestataria que adoptaron los escritores, fueron mucho más evidentes. Estas
dictaduras militares, que se gestaron en el marco de la Guerra Fría a partir de la Operación
Cóndor – “estrategia de integración militar de carácter internacional” (Serrano, F., p. 180) –
, se desarrollaron y aplicaron en las sociedades latinoamericanas por el Gobierno de los
Estados Unidos, a través de las cuales se buscaba erradicar la “amenaza” que generaban los
movimientos y sujetos que portaban ideales políticos, económicos, culturales y sociales de
izquierda “(el comunismo, el utopismo revolucionario, la conciencia crítica, la atmósfera
intelectual a través de la cual se nutrieron los partidos políticos de la revolución)” (Serrano,
F., p. 180).
Así pues, para abordar la denuncia social desde su marco conceptual se tendrá en cuenta el
grado de compromiso de los autores desde la perspectiva de Jean-Paul Sartre frente al
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engagement, quien señala que un intelectual tiene la capacidad de dejar su rol de espectador
para convertirse en un sujeto que en primer lugar toma conciencia de su vínculo social y
luego pone todas sus capacidades y “su arte al servicio de una causa” (Naidorf, Martinetto,
Sturniolo, & Armella, 2010, p. 3). Este tipo de engagement, retomado y denominado más
adelante por Falls-Borda como compromiso-acción, es el que un intelectual, desde su
pensamiento y acción, asume frente a su realidad llevándolo a “tomar una serie de
decisiones que condicionan su orientación profesional y su producción técnica” (Naidorf,
Martinetto, Sturniolo, & Armella, 2010, p. 4).
En este sentido, la denuncia social en la literatura va ligado a lo que María Luisa Lanzuela
denomina en su texto La literatura como fuente histórica: Benito Pérez Galdó como
“agitación intelectual”, una condición acuciante que demanda el interés, reacción y
actuación de un autor frente a su realidad social (Lanzuela, M., 2000, p. 261). En el marco
de una realidad acuciante, este tipo de discurso se desarrolla no solo en pro de poner en
evidencia una situación o un contexto histórico-social, sino de ponerlo en discusión en la
esfera social una problemática determinada, por lo cual la denuncia social no resulta en un
texto solo por el hecho de incluir un tema o un ámbito enmarcado en un conflicto; la
denuncia representa un hecho, una acción que toma el autor, influido por el contexto que lo
rodea. Asimismo, Lanzuela vincula a un autor en el papel de testigo de la realidad que
refleja en su obra, siendo su relato la expresión de una serie de problemáticas o situaciones
sociales e ideológicas (Lanzuela, 2000, 260).
Sin embargo, Falls-Borda aclara que, pese a que el intelectual asume un compromiso desde
lo ideológico, este también abarca una visión científica, la cual está “condicionada por
pautas sociales y transcendentales, cambios políticos que llevan a los científicos a una
evaluación de su disciplina y a una reorientación de la misma” (Naidorf, Martinetto,
Sturniolo, & Armella, 2010, p. 21). Esta perspectiva científica, según Falls-Borda,
comprende el ámbito teórico y conceptual que se aplica a la respectiva problemática, pues
la esencia de la actitud del intelectual se divide en este tipo de conocimiento y el
conocimiento de la problemática como tal.
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latinoamericana (1920-1975), la intencionalidad y compromiso de escritores y literatos con
las causas, principalmente políticas y sociales frente a un contexto dictatorial como el que
surgió en la América Latina de los años 60´s y 70´s, el cual los impulsó a manifestar a
través de sus obras los hechos acontecidos. De modo que en estas obras literarias los
autores también vieron una oportunidad de representar las “injusticias, miserias y las
desigualdades [frente a las cuales] había que ofrecer soluciones radicales capaces de
transformar” (Pozzo, M., 2012, p. 289) las estructuras políticas y sociales.
Es por ello que, por medio de la literatura de denuncia social, los intelectuales a través de la
historia se han lanzado a crear obras que fueran capaces de comunicar y transmitir un
mensaje específico, intercalando con elementos propios de la ficción, alterando,
dramatizando, exagerando o cambiando los hechos presentados. “Todos los métodos
pueden ser lícitos si al final [el autor] tiene éxito en conseguir la impresión buscada en su
público” (Martín, C., 1984, p. 1)3, sin abandonar el carácter artístico y estético que debe
caracterizar a la literatura.
Por lo tanto, en primer lugar se debe señalar que en muchos casos los análisis que se llevan
a cabo de obras que presentan ciertas características denunciatorias se asumen como obras
de literatura de denuncia social en sí mismas, sin tener en cuenta el grado de compromiso-
3
Esta producción de Carlos Enrique Martín se toma como referente en la medida en que es una de las
primeras que aborda la denuncia social como un concepto transversal en la literatura latinoamericana. Sin
embargo, este libro se enfoca en un análisis discursivo, al abordar los recursos retóricos que convierte a las
obras (en este caso en el análisis de la producción literaria de Miguel Ángel Asturias) en instrumentos para la
denuncia social. Por lo cual el abordaje conceptual en este libro, desde una perspectiva sociológica, es
escaso.
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acción del autor, además de su conciencia frente a las problemáticas que presenta y la
intención clara de denuncia. y en segundo lugar, son tres elementos que hasta este momento
conforman la denuncia social (desde un estudio sociológico): la “semejanza” entre el
entorno literario y la realidad social a la cual se refiere de la obra, la intencionalidad de un
autor por denunciar algunas problemáticas propias de un entorno social más allá de los
intereses y demandas del mercado, y el grado de compromiso-acción que el autor tiene
frente a la realidad social referida (el cual implica la coherencia entre el discurso literario,
el discurso del autor en la esfera pública y el accionar del intelectual).
Para empezar es necesario abordar el contexto de la obra, con el fin de señalar algunos de
los aspectos más importantes de los relatos (teniendo en cuenta que el libro copila cinco
capítulos, en torno al mismo personaje y con diferentes temáticas). En este sentido la obra
comprende en orden: Tijuana City Blues, Loverboy, Mezquite Road, Laguna salada y
Puesta en escena. En cada uno de ellos se relatan diferentes situaciones de las cuales
Miguel Ángel Morgado (personaje principal de los relatos) como abogado, “miembro de
Amnistía Internacional e investigador honorario de la Comisión Legislativa para los
Derechos Humano en México” (Trujillo, G., 2002, p. 31) investiga y en últimas se ve
personalmente involucrado.
Así pues, el primer capítulo de esta obra es Mezquite Road: el abogado Miguel Ángel
Morgado se encarga de investigar el asesinato de un hombre al que se culpa de narcotráfico
(supuestamente la causa de su muerte se debe a esta razón) y en la que al final la vida del
abogado se ve amenazada al involucrarse con bandas criminales y miembros corruptos de
las instituciones Estatales de México y Estados Unidos que se disputan parte del control de
Mexicali y buscan ocultar el crimen que investiga Morgado. En este se presentan temas
como la prostitución, los conflictos entre bandas urbanas en Mexicali (Baja California), el
la corrupción de instituciones estatales tanto mexicanas como estadounidenses, el ajuste de
cuentas relativo a juegos de azar y apuestas clandestinas, y en general asesinato, siendo
estas problemáticas el foco de este capítulo.
Luego está Tijuana City Blues: en este caso el abogado inicia la búsqueda a petición de un
ciudadano mexicano, a través de la literatura y la historia de Tijuana (Baja California), de
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su padre, un docente estadounidense desaparecido hacía varios años. En este se resaltan
situaciones relacionadas con el narcotráfico, asesinatos y espionaje. El tercero es Loberboy,
el relato en el que se contrastan dos historias: la de una familia estadounidense que busca
un donante de órgano (o en su defecto solo un órgano) para salvar a su hijo y la búsqueda
de varios niños desaparecidos de los que posteriormente se encuentran sus cadáveres,
desmantelando una red internacional de trata de personas en la modalidad de tráfico de
órganos. En este tercer capítulo temas como la trata de personas, secuestros y asesinatos
son las problemáticas centrales.
En los siguientes capítulos, Puesta en escena y Laguna salada se relata en el primer lugar
relata la desaparición de un piloto estadounidense en una misión medioambiental, que
consistía en llevar a científicos y expertos a recorrer el desierto de Baja California (sitio
geográfico cercano a la frontera con Estados Unidos) para salvaguardar un género de
plantas único en este desierto. Sin embargo la misión resultó ser un fraude y la coartada por
parte de un grupo dedicado al narcotráfico para realizar sus operaciones en la frontera, En
este sentido, temas como el narcotráfico, espionaje e infiltración, conspiración y asesinatos
son transversales al capítulo. y en segunda instancia, Laguna salada que relata la historia
de un grupo de personas que llegan a una zona cercana a la frontera conocida como Laguna
Salada (Mexicali) donde desaparecen. Este caso es investigado por Morgado, y aborda
temas como migración ilegal, asesinatos, conspiración y disputas entre bandas urbanas;
asimismo aborda la historia de Mexicali entre los años 50 y 60 donde se relata parte de los
crímenes que los movimientos de derecha cometían contra los de izquierda y viceversa,
donde Laguna Salada era el punto donde se tiraban y enterraban contradictores.
Al hacer un pequeño resumen de cada obra se señalaron las problemáticas que se presentan
en cada uno de los relatos, esto con el fin de mostrar más delante una comparación sobre el
tipo, el grado de importancia y las veces que se repiten este tipo de crímenes en el contexto
de la obra, con los reportes oficiales que se presentaron en el año 2002, que fue el periodo
de tiempo en el que se publicó la obra. En este proceso es fundamental tomar los
parámetros de estudio necesarios a partir de la sociología de la literatura, una metodología
de análisis a través de la cual se podrá observar y poner a discutir los tres elementos que
constituyen y caracterizan a una obra de literatura de denuncia social como tal.
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En este sentido, para abordar la sociología de la literatura como la metodología base a partir
de la cual se analizará y contrastará la obra, se tomará en cuenta en primer lugar el barrido
histórico que realiza Antonio Sánchez Trigueros en el libro La invención del autor : nuevas
aproximaciones al estudio sociológico y discursivo de la figura autorial, en el cual se
señala, como concepción generalizada, que la sociología de la literatura es “el conjunto de
reflexiones más o menos sistemáticas y metódicas sobre las relaciones entre Literatura y
Sociedad” (Foucault, M. & Zapata, J., 2014, p.8). Asimismo, Harvey Goldman, quien a
través de su texto Max Weber and Thomas Mann: Calling and the Shaping of the Self,
buscó comprender las motivaciones de los autores (Weber y Mann) para crear determinada
narración en un momento específico. Para llegar a este punto Goldman tomó como base el
contexto biográfico y las respectivas convicciones (ideas, ideologías, inclinaciones
culturales y políticas) de los intelectuales (Romero, H., & Santoro, P. 2007, p. 201). Así
presentaría, a través de su búsqueda sobre las motivaciones de los intelectuales, la
metodología de la sociología de la literatura.
Sin embargo hay que tener un punto en cuenta y es que, en determinado momento muchos
autores – como Wendy Griswold, Priscilla Parkhurst Ferguson, Philippe Desan entre otros
– consideraron que la sociedad se reflejaba a través del contenido literario, siendo esta la
metáfora del espejo como la explicación más “clara” que se podía consolidar desde la
sociología de la literatura, obviando la intervención e influencia de la subjetividad del autor
al gestar su obra y la autonomía de, lo que Pierre Bourdieu denominó, el campo literario.
En este sentido, para Bourdieu este campo poseía unas lógicas sociales distintas a los
demás campos de producción cultural debido al capital simbólico que constituía al objeto,
es decir, la construcción social de su valor o la forma en la que se reconoce la novela para
ser tomada como una obra artística desde la legitimidad que tanto las instituciones como los
autores le dan a la misma. (Romero, H., & Santoro, P., 2007, p. 208).
De este modo, esta metodología tiene en cuenta, desde la corriente “externalista” – que
según lo señalado por Héctor Romero Ramos y Pablo Santoro Domingo “se acerca más
bien a la historia social y que pretende un estudio empírico de las lógicas sociales de
producción y consumo literarios” (Romero, H., & Santoro, P., 2007, p. 218) – de la
sociología de la literatura, que no solo parte de una evaluación del mapa social del campo
literario en el que se enmarca determinada obra, “sino que también se va a la busca de la
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sociología implícita en las obras literarias” (Ramos, citado por Romero, H., & Santoro, P.,
2007, p. 219), es decir, incluye el auto-análisis (la perspectiva del autor frete a su obra) y
una dimensión de la obra más reflexiva.
En este sentido, el presente trabajo evaluará las obras, ensayos y principalmente entrevistas
a Trujillo, con el fin de poner en discusión su postura político-social, ideología e ideas
frente a su contexto histórico-geográfico y a sus obras, que den cuenta el grado y la clase de
compromiso-acción que ha tomado en el marco de la creación, pre y post producción de sus
productos literarios. Así mismo, este análisis incluirá las posturas críticas que escritores e
intelectuales han tenido frente a las obras y el accionar de Trujillo, lo cual permitirá divisar
una perspectiva diferente del escritor y su trayectoria literaria.
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perspectiva diferente a los lectores y permitiéndoles conocer cómo opera esta modalidad,
siendo por consiguiente una forma diferente de percibir el fenómeno.
Por su parte Mezquite Road relata conflictos relacionados con el narcotráfico, en el que es
posible ver una mayor presencia e intervención de las instituciones judiciales de los Estados
Unidos más que en los demás relatos. Sin embargo en este punto se resalta un aspecto
importante y es la actividad económica de Mexicali. El relato apunta, más que a la
descripción de panorama económico de la ciudad, se muestra como una “región agrícola e
industrial” así como una ciudad “con maquiladoras, y maromeros que boxean” (Trujillo, G.,
2002, p.17), así como una ciudad que ni si quiera es reconocida dentro de los límites del
Estado mexicano, sino como una ciudad estadounidense o una “frontera alambrada”. Si
bien es cierto, para 2002 de desarrolló un programa económico en Mexicali, el cual
comprometió una alta inversión que “apoyó la instalación de maquiladoras [lo que hizo]
que las ciudades de la frontera se convirtieran en polos de atracción para la inmigración y
en tierra de oportunidades para quienes necesitaban un empleo (...)” (Sierra, O. & Serrano,
S., 2002, p. 702)
Desde este planteamiento se parte del hecho de que una obra como El festín de los cuervos
no es excepción a la regla no solo por abordar problemáticas y perspectivas de la situación
social, política, económica, histórica, social y cultural, sino por la intención que ha
participado su autor Gabriel Trujillo Muñoz de evidenciar estos hechos como la trata de
personas, y en general una serie de acciones violentas en torno a las actividades fronterizas
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ilegales que se dan en EE.UU. y México, especialmente en Mexicali – de donde es
originario el escritor–, una ciudad fronteriza de Baja California desde donde se presentan
múltiples actos violentos por parte de diferentes actores que llevaron a Trujillo no solo a
copilar diferentes historias relacionadas con estos hechos, como en el libro El festín de los
cuervos, sino a escribir otros ejemplares como Laberinto (1995), Highclowd: memorias de
arena y agua, de roca y viento (2006 ) Mexicali city blue (2006) entre otras obras, poemas
y ensayos, de las que ha sido merecedor de varios reconocimientos.
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puntaje de 3.6, mientras que Estados Unidos ocupó el puesto 16 con 7.7 puntos4
(Transparencia Internacional, 2002, p. 5-6).
Es así como Trujillo asume el papel del intelectual desde su intencionalidad para proyectar
las problemáticas relacionadas con trata de personas, proxenetismo, secuestros,
desapariciones, narcotráfico, asesinatos, que son las problemáticas más evidentes en los
relatos de El festín de los cuervos, así como las políticas y el marco regulatorio de los
Estados involucrados, teniendo en cuenta que en la obra está muy presente el ámbito
judicial (desde las aplicaciones de las leyes, la intervención de instituciones estatales y
estructuras legislativas y legítimas).. Esta intencionalidad determina una serie de decisiones
que toma el autor en su obra desde donde, a través del análisis, “se puede juzgar el tipo y la
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El Transparencia Internacional que elabora el Índice de Percepción de la Corrupción señala que el país que
los países con puntajes más cercanos al 10 son “altamente limpios”, mientras que los más cercanos al 0 son
los “altamente corruptos”.
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Es la forma en la que un agente del FBI en el relato Mezquite Road se refiere a las alianzas que tienen las
instituciones de los Estados Unidos con las de México por debajo de la Ley, como en este caso lo fue la
captura de narcotraficantes reconocidos que fueron capturados por la Policía Federal de Mexicali y vendidos
al FBI, por ser requeridos por el gobierno de los Estados Unidos.
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calidad del compromiso que adopta” (Naidorf, J., Martinetto, A., Sturniolo, S., & Armella,
J., 2010, p. 4).
Frente al análisis de esta realidad los índices dan muchos vestigios de lo que sucedía en el
contexto geo-histórico en el que se publicó la obra: la Procuraduría General de la República
(PGR) en coordinación con las Procuradurías Generales de Justicia de las entidades
federativas de México realizó en 2002 un informe denominado Incidencia Delictiva del
Fuero Común 2002 a través del cual se evidencia que después de Ciudad de México, el
Estado de Baja California presenta uno de los índices más alto en denuncias presentadas
ante los organismos de justicia. Las denuncias realizadas están relacionadas con delitos
como robos (indicador número uno), homicidios, delitos patrimoniales, secuestro,
extorsión, abuso sexual, amenazas, entre otros, denuncias que llegan a las 99.883
(Procuraduría General de la República, 2002, p. 4). En la actualidad la situación no mejora,
según los últimos índices del Centro Nacional de Información (2016) Baja California es el
Estado con mayor número de delitos por robo (con y sin violencia) y el tercero en
secuestros (Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad, 2016).
Sin embargo la situación de 2002 a 2016 presenta variación en sus índices diferentes, no
realmente grandes diferencias. Según el informe Incidencia de los delitos de alto impacto
en México en 2016 del Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y
Legalidad (ONC) Baja California se encuentra entre uno de los Estados de México con los
índices de delitos más altos: “1° en robo de vehículo, 3° en robo con violencia y 4° en
homicidio doloso” (2016, p.9); además se señala que “en Chihuahua, Baja California y
Sinaloa se reportaron más casos [de homicidio doloso] pues acumularon el 82.84% del total
regional, donde el alza más grande se reportó en Baja California y fue de 350 casos en
2016” (Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad, 2016, p. 40).
En este sentido, Trujillo reconoce que en el estado norteño de Baja California se presentan
diferentes actos de violencia en torno a la migración, tráfico ilegal y en general, “es un
espacio de conflictos fronterizos” (Trujillo, G., 2012, p. 83), y pese a ello no se deja de lado
que existe una riqueza cultural, artística, “creativa y de lucha por narrar sobre las cosas y
las personas que vive aquí [en Baja California]” (Trujillo, G., 2012, p. 83). A ello, Édgar
Torres en su libro La Leyenda Negra en la frontera norte de México: ensayo suma que
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Trujillo busca resaltar en su obra el papel que juega la frontera como un espacio productivo
y de resistencia cultural, funcionando como “una disociación de la influencia extranjera de
[Estados Unidos]” (Torres, E., 2012, p. 94), así como explorar el valor cultural y expresar
los problemas de un México de centro y de periferia (como indica Trujillo, varios Méxicos)
a través de su narrativa (Trujillo, G., 2012, p. 100).
Sin embargo, si bien es cierto Pierre Bourdieu en su obra Las reglas del arte: génesis y
estructura del campo literario (1992) resalta que una obra literaria no necesariamente debe
obedecer a unas determinadas condiciones o situaciones culturales, políticas, económicas,
sociales e históricas. Asimismo Bordieu afirma que en este sentidoel discurso literario no se
constituye ni está obligado “a ser útil, ni comprometida con determinadas causas, ni con el
gusto del público burgués” (Martinez, A., 2008), de modo que se reconoce la autonomía de
los autores de constituir su capital literario y a reflejar a través de su arte cualquier tema,
situación, personajes y contexto.
A partir de lo anterior es posible observar que los aspectos y características respecto a los
actos delictivos y problemáticas sociales que se proyectan en la obra El festín de los
cuervos no son lejanos a la realidad social de Baja California. Si bien es cierto es una obra
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de literatura ficcional, como se ha aclarado, los índices presentados y las particularidades
de los delitos (ámbitos cualitativos y cuantitativos) permiten visibilizar la semejanza, más
que la cercanía y coincidencia, de las características del entorno tanto ficcional como de la
“realidad social”. en este punto se tienen en cuenta las problemáticas que en cada uno de
los relatos se resaltaron en su descripción y a partir de los cuales es posible mostrar que: el
delito número uno y que está presente en todos los relatos de la obra es el asesinato,
seguido de corrupción en las instituciones estatales, narcotráfico, disputas entre pandillas y
secuestros y por último prostitución6.
Por consiguiente, cabe señalar que si bien es cierto el orden de importancia que los delitos
tienen tanto en el entorno literario y la realidad social de baja california no son iguales si
son similares en cuanto al índice de asesinatos que está entre el primer y tercer puesto
respectivamente. Sin embargo, delitos como robo, que es uno de los más importantes dentro
de los reportes oficiales no se ve reflejado en la obra, ni la corrupción en las instituciones
(presente en la obra como la segunda problemática más importante) no se refleja en los
índices.
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Para medir el nivel de relevancia de las problemáticas que se presentan en el entorno literario se tuvo en
cuenta en cuales relatos aparecía: por ejemplo, asesinato apareció en todos los relatos (5 veces), mientras
que prostitución y trata de personas fueron objeto de mención en un solo relato, como lo fue en Mezquite
Road y Loverboy, respectivamente
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California (2009), Kitakaze (viento del norte): los japoneses en Baja California (1997),
entre otras.
Este panorama permite evidenciar, parte de la legitimidad que tiene este intelectual para
abordar las problemáticas originadas de los movimientos ilegales a través de la frontera
entre México y EE.UU. y en ciudades vecinas como Tijuana y Mexicali. Asimismo permite
observar el compromiso del autor con su entorno y su realidad social al presentar, no solo
en esta obra, sino entre algunas de sus más de 150 libros, ensayos y artículos, a través de 30
años de experiencia como escritor. Por ejemplo, desde otra de sus producciones literarias
Trujillo ha manifestado la necesidad y el interés por transformar la realidad social, pues
siendo un “apasionado” lector desde su adolescencia se interesó por la ciencia ficción y la
relevancia que tiene el hecho de que los individuos se descubran realmente como seres
humanos: “leí [Fahrenheit 451 de Ray Bradbury] a los 15 años y me hizo hacerme crítico
de la realidad social y política de mi entorno. Por ella sigo siendo un defensor del libro
como receptáculo del conocimiento humano, y del ser humano como memoria de la
especie” (Miranda, R., 2016).
En este sentido, las consideraciones que Trujillo tiene frente al género de la ciencia ficción
(en el que se desenvuelve la obra El festín de los cuervos), y al cual ha respaldado a través
de sus obras, ensayos y artículo, es que este conserva “un espacio imaginario, y no por
imaginario menos real, donde los deseos de algo mejor tienen como sustento una tierra –
República, isla, planeta – que es siempre un horizonte abierto, un país más rico, libre y
justo que el nuestro” (Vanguardia, 30 de julio 2016). Y es en esta concepción en la que la
obra se enmarca: Miguel Ángel Morgado, un abogado que se ve envuelto en la
investigación de casos (violación a derechos humanos en su mayoría) relacionados con
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asesinatos, narcotráfico, trata de personas, prostitución, corrupción por parte de las
instituciones del Estado, entre otros, en el universo de Baja California (Tijuana y Mexicali),
un espacio en el que se hace realidad la búsqueda de la “justicia” de Morgado, muchas
veces a través de los métodos no avalados por las leyes del Estado de México.
Cabe resaltar que, desde el punto de vista de Trujillo, quien denomina gran parte de sus
obras (en particular El festín de los cuervos) como obras de ficción, incluye dentro de la
corriente literaria fronteriza o literatura de frontera muchas de sus producciones. Además se
reconoce y autodenomina representante de esta corriente en compañía de un puñado de
autores, que como él, a través de la literatura muestran una perspectiva diferente de la
frontera. Sumado a ello el escritor explica que la literatura bajacaliforniana – que se
consideraría un subgénero de la literatura de frontera y sin embargo Trujillo asume estas
dos corrientes como similares o, en otras palabras, como si la bajacaliforniana representara
a toda la literatura de frontera– no solo representa el contexto de la frontera como un
“espejo de las dolencias nacionales o un vertedero de prejuicios centralistas [sino que está
abierta a] nuevas variables de creación [que dan origen a] una utopía falsificada (…)”
(Trujillo, G., 2012, p. 89), una utopía que no se presenta como un mejor o peor espacio,
sino como un tipo de espacio diferente.
Este espacio, según señala Elda Firmo Braga en su texto Literatura, poder e contra-poder,
es en el que el autor gana gran relevancia, pues en el marco de su creación despliega su
libertad y su subjetividad, así como la posibilidad de reflejar una actitud de contra-poder
por medio del arte literario (Firmo, E., 2007, p. 1). Es así como esta última tiene el
potencial para desempeñarse como un instrumento social capaz de proyectar y visibilizar a
los diferentes grupos sociales y sus relatos que han sido históricamente marginados de la
esfera social. (Firmo, E., 2007, p. 5)
Sin embargo, Roland Barthes señala que la construcción y el sentido de una obra no se
soportan solo en la intencionalidad del autor, o en una ideología y un pensamiento político
claro, hace falta una capacidad creativa, un esfuerzo artístico, jugar con el lenguaje y las
imágenes (Barthes, r., 2004, P. 17), de otro modo, advierte Firmo, podría llegar a ser algo
carente de sentido estético y literario para convertirse simplemente en panfletario (Firmo,
E., 2007, p. 2). Para ratificar lo anterior, Édgar Torres señala que Trujillo en su proceso de
19
escritura, refiriéndose a sus novelas de corte detectivesco como El festín de los cuervos,
“rescata imaginativamente” a Mexicali y sus habitantes: “sus textos desvelan otro Mexicali,
otro yo fronterizo negado en el que se conjugan geografía, historia, hogar y violencia, la
realidad y las ficciones súper-impuestas a una condición fronteriza humana” (Torres, E,
2007, p.130). Además Torres, al exponer la obra, objeto de análisis del presente trabajo,
reconoce la labor de Trujillo, quien a través de su narración, ha llevado a cabo un “proceso
de recuperación del espacio fronterizo [en el que se apropia de este] y se reconstruye como
agente de su propio imaginario cultural en diálogo con, por un lado, su realidad vivida, y
por otro, los estereotipos que definen ese (su) espacio” (Torres, E, 2007, p. 41).
Aquí se abre un paréntesis frente a la perspectiva que asume el autor respecto al género
fronterizo, ya que presenta una serie de contradicciones en un mismo espacio, es decir en su
artículo Baja California: literatura y frontera: Trujillo le atribuye a la literatura fronteriza
la característica de “admitir nuevas variables de creación” (Trujillo, G., 2012, p. 89), pero
presenta cierta reticencia hacia los denominados(as) escritores(as) chicanos y chicanas
(ciudadanos mexicanos de nacimiento que migran a los Estados Unidos), no tanto por la
forma en la que expresan la cultura de la frontera sino el cómo se atribuyen cierto “status”,
por la forma en la que relatan su experiencia en el proceso de migración y su paso por la
frontera. Trujillo expone en su artículo el recorrido histórico de esta literatura y la pugna
que surgió por definir quiénes eran los “verdaderos” exponentes del género, si quienes
estuvieron en la frontera de paso (chicanos que ya establecidos contaban su experiencia al
“saltar el charco”) o los que han vivido gran parte de su vida en la zona mexicana fronteriza
(bajacalifornianos en este caso).
Es decir que, a partir de lo anterior es posible inferir que Trujillo tiene plena conciencia de
sus aportes “sociales” y de su capacidad de acción frente a contexto que se tornan cada vez
más complejo y más violento, en palabras de este escritor. Y es así como el autor reconoce
que la fantasía está más allá de ser considerada un simple pasatiempo o una forma de
escapar de la realidad por la que cada ser pasa en su vida, se trata de revalorar este género y
no de subestimarlo como un insumo más de un intelectual para poder desinhibirse
(Notisistema.com, 4 de agosto de 2017).
Sin embargo hasta este punto llega su compromiso, pues su papel se ha limitado a la
academia: como docente, escritor, poeta, ensayista, literato y director de semilleros o
grupos de investigación y cuenta con un amplio recorrido académico en más de 30 años de
trayectoria (Manickam, S., julio – diciembre de 2014, p. 33), no evidencia un actuar
político claro o una militancia o lucha en pro de una causa. De allí que su campo de
actuación se limite al compromiso, y no como lo ha señalado Falls-Borda al compromiso-
acción.
Frente a la intencionalidad del autor, no como tal de comprometerse con su entorno, sino
por el contrario de evadirlo, Gabriel García Márquez ha mencionado que, cuando un
intelectual evade sus propios problemas y los de la sociedad a la que pertenece, así como su
ideología y pensamiento político, no está realmente contribuyendo a su entorno en el
sentido de que su expresión literaria debería abril puertas a que el lector comprenda más
allá del contexto de la misma obra, la realidad en la que vive: de su ciudad, su país y su
continente (García-Marquez, G., citado por Firmo, E., 2007, p.7). De modo que la figura
del intelectual, si bien no está obligada a prestarle un servicio a su entorno social, como lo
afirmaba Bourdieu, si está para contribuir en alguna medida, para tomar una posición,
asumir un criterio y no simplemente evadirla.
21
las realidades del ser humano, particularmente desde su ámbito social y su capacidad de
relacionamiento, lo cual permite entender en mejor medida estas realidades. Es en el marco
de esta capacidad de proyectar las problemáticas sociales que la literatura “confirma e nega,
propõe e denuncia, apóia e combate, fornecendo a possibilidade de vivermos
dialeticamente os problemas”7 (Cândido, A., citado por Firmo, E., 2007, p. 3), de modo que
la expresión literaria da paso a la reflexión y cuestionamientos sobre el mundo: su entorno
y complejidades.
Así, la literatura puede ser pensada desde un papel social al otorgar la posibilidad a los
individuos (tanto lectores como escritores) de reflexionar frente a su entorno, de dar un
sentido más allá de las mismas reglas y parámetros lingüísticos que impone la academia
(claro sin obviar su carácter estético, como se mencionó anteriormente). En este sentido,
Firmo atribuye a la literatura un poder significativo que le permite al lector acceder a una
experiencia y una perspectiva distinta de su realidad, a establecer un encuentro con el texto,
identificarse con las representaciones manifestadas en la obra, desarrollar un sentido de la
alteridad (encontrarse tanto con el texto como con los personajes), poner en diálogo la obra
presente con otras (Firmo, E., 2007, p. 3).
Ante esta apremiante necesidad que surge respecto a la acción y reacción de un intelectual
frente a su entorno social, y más allá de lo que expresa a través de sus obras artísticas,
Noam Chomsky en su libro La responsabilidad de los intelectuales cuestiona una serie de
situaciones que en la historia han resultado contradictorias, en principio, por parte de los
intelectuales. En algunos de los más relevantes conflictos el accionar del intelectual ha
resultado ser inversamente proporcional a lo que refleja dentro de su trabajo y el
interrogante que se plantea es qué grado de responsabilidad tienen estos personajes si se
supone que “tienen la posibilidad de mostrar los engaños de los gobiernos, de analizar los
actos en función de sus causas, de sus motivos y de las intenciones subyacentes”
(Chomsky, N., 1969, p. 11).
Es así como Chomsky señala que la responsabilidad es mucho mayor en el caso de los
intelectuales, teniendo en cuenta que tienen la posibilidad de llegar, en una sociedad
7
La traducción al español del fragmento citado del artículo de Elda Firmo Braga: “confirma y niega, propone
y denuncia, apoya y combate, proporcionando la posibilidad de vivir dialécticamente los problemas”
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democrática, a herramientas como el acceso a información, instrucción, la libertad política
y de expresión que posibilitan al intelectual a buscar y develar la verdad “tras el velo de las
deformaciones” (Chomsky, N., 1969, p. 11). Así, Chomsky indaga sobre las declaraciones,
el actuar y las obras artísticas de los intelectuales para dar cuenta que al contrastar unas con
otras resultaban ciertamente contradictorias. Frente a esta evidencia se presentaban dos
casos: el primero se relacionaba con la contradicción entre la postura del autor (defensa de
ciertas causas) y el rol que asumía frente a su realidad (el punto discordante); y el segundo
era la postura del autor y la inactividad o el papel neutral que asumía (realmente había
omisión o negación de las causas que defendía).
Así el ámbito al cual se vincula en mayor medida el autor Gabriel Trujillo Muñoz apunta al
segundo: cuenta con un centenar de obras donde la mayoría aborda problemáticas sociales
propias de Baja California (migración, diferentes formas de tráfico, desapariciones,
secuestros, violencia) sin embargo su accionar no va más allá de su rol como docente y
académico. Si bien es cierto, sus obras han sido exaltadas por críticos por su estética
(detalle que no se debe obviar por el hecho de tener un sentido de denuncia) y por la
capacidad de traer a colación diferentes situaciones de la cotidianidad e ilustrarlas en el
marco de la literatura de ficción, su rol como destacado exponente de la literatura fronteriza
y de ficción, docente, catedrático, director y fundador de semilleros y grupos especializados
en estudios literarios, no está más allá de lo ya mencionado. En la perspectiva de Chomsky
un papel neutral frente a esa realidad.
Conclusiones
Frente a lo anterior lo primero que cabe señalar es que se ignoran muchos de los elementos
que complementan el concepto de denuncia social, como el nivel y capacidad de
intervención del autor más allá del discurso literario, su grado de compromiso-acción (tanto
el accionar político como su discurso propio en las esferas sociales, todo ello en pro de una
causa), su intencionalidad por mostrar ciertas situaciones. Por lo cual no hay ningún tipo de
explicación profunda que argumente el porqué es una obra de denuncia social, como se
reitera, más allá del hecho de presentar situaciones de una realidad acuciante.
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En segundo lugar, si bien muchos de los análisis e investigaciones que se hacen en torno a
una obra explican la posición, ideología y postura política de su autor, así como el
panorama histórico, político, económico, social y cultural de la realidad a la que se refiere
en su obra y que dan cuenta efectivamente de los elementos propios de una obra de
denuncia social, las explicaciones no tienen una argumentación teórico-conceptual que
muestren este panorama. Es decir, se asume que se toman situaciones específicas a partir de
las cuales los expertos señalan que determinado intelectual hizo una denuncia de o
denunció a explicando y poniendo en dialogo los aspectos que intervienen en estas dos
realidades y que son similares sin que se atienda a los elementos propios de la denuncia
social y se le atribuya un contexto teórico y conceptual al mismo.
Por otro lado, dentro de las problemáticas que se muestra tanto en el entorno literario como
en la realidad social de Baja California, si bien es cierto no presentan un orden paralelo – es
decir el orden de relevancia en el que se presentan en estos dos contextos no es igual –, si
existe una relación muy similar, por lo menos en cuanto a delitos como asesinato y
corrupción por parte de miembros de las entidades del Estado (que son las problemáticas de
mayor coincidencia), donde la primera se presenta en los cinco relatos, mientras que la
segunda se presenta en tres. En este sentido, una problemática, por la cual Baja California
se encuentra en el número uno entre todos los 32 Estados de México y su Distrito Federal,
como el robo con y sin violencia presenta el índice más alto no tiene cabida en el entorno
literario, ya que en ningún momento se menciona un caso como éste. Asimismo, los niveles
de inseguridad que perciben los pobladores de Baja California también son altos, superando
casi el 40%, lo que de algún modo contrastaría la percepción pesimista tanto de Miguel
Ángel Morgado como de otros personajes (como amigos o conocidos de Morgado que
describen una imagen decadente de estas ciudades como “fronteras de fuego” y sitios
incluso que no se les reconoce dentro del Estado Mexicano) que en un principio tienen
respecto a Tijuana y Mexicali en el relato de Mezquite Road y Tijuana City Blues y luego
se va transformando hasta el relato de Laguna Salada.
En otro orden de ideas, dentro de los elementos que conforman una obra de literatura de
denuncia social se tiene en cuenta que como autor, Gabriel Trujillo Muñoz, si bien presenta
una intencionalidad y conciencia por mostrar las problemáticas sociales, políticas,
económicas y culturales de Baja California (Estado del que es oriundo) su accionar solo se
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limita a la academia: dentro del análisis documental que se llevó a cabo en el desarrollo de
este artículo no se evidencia que su accionar esté encaminado a enunciar públicamente
ciertos hechos (discurso propio), o en pro de una causa o respalde cierto tipo de labor.
Tampoco hay una posición ni política ni ideológica clara por parte del mismo. lo cual
permite evidenciar que existe por parte de este autor una ausencia de su compromiso-acción
en el desarrollo de su carrera como intelectual y literato.
Lo anterior no quiere decir que, por la ausencia de este elemento, esto incida en descalificar
la obra El Festín de los cuervos dentro de la categoría de literatura de denuncia social, pues
cabe resaltar que en esta están vigentes los demás elementos que componen y denominan a
una obra como de denuncia social y que la caracterizan como tal. Sin embargo, de
calificarse de forma definitiva esta obra como de denuncia social, tomando en cuenta
elementos como la exposición en el entorno literario de elementos que son propios (y
cercanos) de la realidad de Baja California, y la intencionalidad y conciencia de Trujillo al
mostrar estos hechos – sin que esta muestra un compromiso-acción claros – se caería en lo
que muchos autores ya hicieron y a lo que se ha hechos una crítica clara a través del
desarrollo de este artículo –, y es el asumir la obra en esta categoría o tipología porque
cumple con la mayoría de los requerimientos que un discurso literario de denuncia social
posee.
Asimismo, se debe recordar que no por llegar a parte de una conclusión que ciertamente
deja un panorama y una respuesta abierta en torno al análisis aquí realizado de la obra El
festín de los cuervos, no se deben desmeritar los elementos teóricos y conceptuales que se
definieron, así como su metodología, pues estas permitieron dar cuenta de una perspectiva
sociológica de la obra. Además, la definición y caracterización de estos elementos (tanto el
concepto de denuncia social como la metodología sociologías de la literatura) lleva a que en
futuras investigaciones y análisis se tengan en cuenta como herramientas de análisis de
otras obras.
En este sentido, lo que se recomendaría para estos futuros procesos es que, en primer lugar,
se tengan en cuenta estos elementos como herramientas útiles y aplicables a otros procesos
investigativos y que además se indague sobre otro tipo de perspectivas desde las cuales es
posible observar y destinar la denuncia social (principalmente) como concepto. Y en
26
segundo lugar que se haga necesario es necesario un análisis más profundo de la obra de
Trujillo, el cual implicaría una metodología y elementos diferentes, sin que estos obvien las
características y los aportes hechos en este trabajo (respecto a la categoría de denuncia
social como el elemento más relevante). Por lo cual se recomendaría buscar metodologías
de análisis desde el campo lingüístico (como análisis crítico del discurso), sociológico,
antropológico, comunicacional, entre otros, que permita explorar, con diferentes
configuraciones y de manera más profunda, el valor literario de esta obra.
Para concluir, las obras de denuncia social no solo son espacios sino instrumentos a través
de los cuales es posible poner en evidencia una serie de hechos y problemáticas que son
acuciantes en una realidad social determinada y que permiten al lector conocer de diversas
formas las características propias de este contexto, bien sean sociales, culturales, políticas,
históricas o económicas. Asimismo este tipo de literatura – que reconoce la intención y la
conciencia de un autor por reflejar una serie de problemáticas, temas o situaciones que
considere relevantes y demandantes – es propicia para poner en discusión en la esfera
pública estos elementos, así como un espacio que, sin sacrificar su valor estético, permite
divisar una perspectiva diferente sobre panoramas que muchas veces le son ajenos a los
individuos o que los índices y estudios cualitativos no son suficientes para mostrar.
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