Epidemiología en La Era Del Desarrollo Sostenible 1705
Epidemiología en La Era Del Desarrollo Sostenible 1705
Epidemiología en La Era Del Desarrollo Sostenible 1705
COORDINADORES
EDITORA
ISBN: 978-987-86-9889-2
Primera edición: Mayo de 2021, Buenos Aires: Casa Editorial Analéctica
Distribución mundial
EDITORA
COMITÉ CIENTÍFICO
4
DE LOS REVISORES
5
COLABORADORES
6
ÍNDICE
PRESENTACIÓN ………………………………………………...……………….. 10
PRÓLOGO………………………………………………...……………………………… 16
Silvina Malvarez
CAPÍTULO I …………………………………………………… 20
Alimentación sostenible y saludable en la pobla-
ción infantil: acciones implementadas para asegu-
rar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 Hambre
Cero
Alejandra María Corona-Romero
Elizabeth Hernández-Castellanos
CAPÍTULO II ………………………………………………...... 48
Construyendo paisajes creativos. Propuesta didác-
tica del cuidado ambiental para escuelas de educa-
ción especial básica
Nubia Cortés Márquez
CAPÍTULO III………………………………………………..... 77
Las mujeres y el trabajo informal: un análisis desde
las brechas de género, para el Área Metropolitana
Centro Occidente (AMCO)
Jhon Jairo Marin Restrepo
Sebastián Francisco Valencia Cardona
7
CAPÍTULO IV………………………………………………..... 105
Padres adolescentes: conocimientos y prácticas so-
bre sexualidad y planificación familiar
María del Pilar Gómez-González
Alexis Chávez-Díaz
Carolina Gómez-González
8
CAPÍTULO VIII……………………………………………….. 215
La desigualdad social y su atribución en la salud.
La interseccionalidad como alternativa analítica
Edgar Ulises Osorio Guzmán
Ana María González-Villoria
9
PRESENTACIÓN
10
miento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), relaciona-
dos con la salud, el fin de la pobreza, el fin al hambre, la seguridad
alimentaria, la educación, la igualdad de género, entre otros, que fue-
ron acordados por los Jefes de Estado y de Gobierno y Altos Repre-
sentantes en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York del 25 al
27 de septiembre de 2015.
Cada ODS tiene metas específicas que deben alcanzarse en el
año 2030, donde la salud es una temática transversal que está con-
templada en al menos 9 de los 17 Objetivos. Esto implica que el
desarrollo sostenible no es posible de alcanzar cuando aún prevale-
cen las condiciones de desigualdad e inequidad en salud, o cuando
hay una alta prevalencia de enfermedades debilitantes. Esto lleva a
un efecto circular en donde la salud de la población no se puede
mantener sin un desarrollo sostenible; y al mismo tiempo el desarro-
llo no es posible de alcanzar si la población no tiene las condiciones
sanitarias que se necesitan para alcanzar el desarrollo.
En el año 2017, Jeffrey Sachs (4) propuso que la mejora de la
salud de la población es uno de los logros más importantes de la vida
moderna y uno de los mayores desafíos de la próxima generación. La
centralidad de la salud para el bienestar se expresa en el reconoci-
miento global de la salud como un derecho humano básico y en el
Objetivo de Desarrollo Sostenible 3. Aquí es donde la epidemiología
se posiciona en el centro de este gran objetivo, lo que representa una
gran oportunidad para resaltar el rol de la epidemiología en la medi-
ción y el monitoreo de los avances en salud de los ODS. En el año
2020 se cumplen los primeros 5 años de la puesta en marcha de los
ODS y sus respectivas metas. Esto, también representa una buena
oportunidad para medir los avances en salud en el marco de los
ODS.
Por su parte, en el año 2018, Michael Marmot (5) expresó que
la equidad en salud está implícita en el principio general de los ODS
de no dejar a nadie atrás y el imperativo moral implícito de la justi-
cia social. La equidad en salud, según lo descrito por la Comisión de
Determinantes Sociales de Salud (CSDH) de la OMS, es la ausencia
de desigualdades en salud que se pueden evitar por medios razona-
11
bles.
En la era del Desarrollo Sostenible, es necesario pensar en una
nueva Epidemiología donde los aportes metodológicos de esta disci-
plina deben estar al centro de las acciones de medición y monitoreo
de los avances de la Agenda 2030 en los países de América Latina y
El Caribe. Es así que el contenido de la presente obra se desarrolla
en ocho capítulos siguientes:
En el capítulo 1, las autoras Alejandra María Corona-Romero
y Elizabeth Hernández-Castellanos realizan un análisis de las accio-
nes implementadas para asegurar el Objetivo de Desarrollo Sosteni-
ble 2 Hambre Cero, como así también, su impacto en la salud, como
derecho humano básico. Las autoras reflexionan sobre la producción
alimentaria mundial, la situación de inseguridad alimentaria actual y
su impacto sobre la alimentación materno-infantil, así como presen-
tar las acciones que se han tomado para cuidar la alimentación de
esta diada en América Latina y el Caribe; finalmente concluyen pro-
poniendo acciones posibles para abordar el objetivo Hambre Cero.
En el capítulo 2, la autora Nubia Cortés Márquez describe y
narra nuevas nociones y experiencias para mantener un huerto-jardín
como un medio que permite el reconocimiento sobre las acciones
necesarias para sostener el espacio más inmediato, a partir del tema-
rio oficial de la Secretaria de Educación Pública de México. La auto-
ra propone actividades en aula con materiales diversos para diferen-
tes tipos de estudiantes, ciegos, sordos, con problemas motrices.
En el capítulo 3, los autores Jhon Jairo Marin Restrepo y Se-
bastián Francisco Valencia Cardona abordan los ODS 5 y 10,
“igualdad de género” y “reducción de las desigualdades”, respecti-
vamente, para poner en contexto la distancia existente en el acceso,
el disfrute, la participación y el control de los recursos, servicios,
oportunidades o beneficios sociales entre mujeres y hombres en Co-
lombia. Los autores resaltan que el trabajo informal genera una serie
de situaciones que van en contra de los derechos de los trabajadores,
como por ejemplo el no acceso al sistema de seguridad social y con-
diciones laborales no acordes con los lineamientos del trabajo decen-
te, entre otras situaciones.
12
En el capítulo 4, los autores María del Pilar Gómez-González,
Alexis Chávez-Díaz y Carolina Gómez-González exploras las rela-
ciones entre la educación y acceso a la salud sexual y reproductiva,
contemplado en los Objetivos de Desarrollo-Sostenible. Los autores
plantean la universalidad y empoderamiento como eje articulador
para lograr la igualdad de género, con énfasis en la perspectiva de la
mujer, sin embargo, desde la Conferencia del Cairo del año1994. En
su estudio cualitativo evidencian que la masculinidad hegemónica
determina los conocimientos y prácticas sobre la salud sexual y re-
productiva, a través de la cual se legitiman estereotipos que generan
barreras a los hombres, así como desigualdades entre la pareja con
respecto a la toma de decisiones, que a su vez se refleja en la cons-
trucción del riesgo que lleva a la adopción de comportamientos que
aumentan la vulnerabilidad de esta población.
En el capítulo 5, los autores Flor Ángela Tobón Marulanda,
Luis Alirio López Giraldo y Rubén Nanclares plantean una reflexión
teórica desde la farmacoepidemiología asociada a la farmacoseguri-
dad y la vigilancia farmacológica como estrategias de la enseñanza de
los riesgos probables, como eventos adversos medicamentosos, reac-
ciones adversas medicamentosas o problemas relacionados, entre
otros, por el uso de un medicamento.
En el capítulo 6, el autor José Luis Manzanares Rivera analiza
la evolución de la mortalidad por cáncer de pulmón para los 32 esta-
dos del territorio mexicano en el período de 1998 a 2017. El autor
evidencia una reducción de la tasa de mortalidad por Cáncer entre el
periodo previo a la implementación de la Ley General para el Con-
trol del Tabaco (LGCT) y la trayectoria observada en el periodo pos-
terior, entre 2008 y 2017. Este insumo se considera de importancia
en el proceso de planeación de las instituciones de salud en línea con
las acciones comprometidas por el programa integral de prevención
y control del cáncer en México.
En el capítulo 7, los autores José Carlos Suárez-Herrera,
Zulmira M. Araújo Hartz y Marly Marques Da Cruz nos ofrecen una
reflexión teórica que pone sobre la mesa a los desafíos actuales en
materia de salud global, las políticas internacionales de salud pública
13
propuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las
alianzas estratpegicas en salud, a partir del ODS 17 “Revitalizar la
Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible”.
En el capítulo 8, los autores Edgar Ulises Osorio Guzmán y
Ana María González-Villoria, desde el enfoque de la intersecciona-
lidad planteado por Kimberlé Crenshaw, nos relatan que mientras
que la mayor parte de los estudios de salud pública analiza y explica
las enfermedades desde el plano biomédico, las disciplinas sociales
introducen en la ecuación interpretativa de la salud, elementos dispa-
res pero igualmente concurrentes. Los autores concluyen que la de-
sigualdad social no es una condición natural, sino la consecuencia de
un diseño político deliberado.
Coordinadores
María Cristina Cometto,
Roberto Ariel Abeldaño Zuñiga
y Socorro Moyado Flores
Referencias bibliográficas
1. ONU, Resolución aprobada por la Asamblea General el 25 de septiem-
bre de 2015. Asamblea General, disponible en:
https://www.equidad.org.mx/pdf/2_Agenda%202030%20Desarrollo%20S
ostenible.pdf
2. OPS. La epidemiología y el futuro de la salud mundial. Boletín Epide-
miológico. Vol. 11, No. 4, 1990, disponible en:
https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/32596/8395.pdf?sequence=1
&isAllowed=y
3. OMS, Salud y Derechos Humanos, 29 de diciembre de 2017, Organiza-
ción Mundial de la Salud, disponible en: https://www.who.int/es/news-
room/fact-sheets/detail/human-rights-and-health
14
4. Sachs J. Epidemiology in the age of sustainable development. Int J Epi-
demiol [Internet]. 2017 Apr 20;46(1):2–3. Available from:
https://doi.org/10.1093/ije/dyx003
5. Marmot M, Bell R. The Sustainable Development Goals and Health Eq-
uity. Epidemiology [Internet]. 2018;29(1). Available from:
https://journals.lww.com/epidem/Fulltext/2018/01000/The_Sustainable_De
velopment_Goals_and_Health.2.aspx
15
PRÓLOGO
16
mundo.
El desarrollo sostenible es aquel capaz de satisfacer necesida-
des actuales sin comprometer recursos y posibilidades futuras, con-
cepto de gran notoriedad actual en el lenguaje político, económico y
social. La falla en el desarrollo sostenible tiene impacto directo y
pleno en el ser humano, en su salud y en la vida de las sociedades.
Su importancia radica en la propuesta de velar por el mejoramiento
de la vida humana y el respeto y cuidado de la naturaleza, utilizando
solo los recursos naturales necesarios.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron anunciados por
la ONU (2015) en seguimiento a los Objetivos de Desarrollo del Mi-
lenio (2000), después de una serie de cumbres y resoluciones mun-
diales en favor del medio ambiente con relación a la salud y el bie-
nestar humanos. Un insumo técnico-politico principal y sus eviden-
cias concurrentes, estuvo constituido por la adopción mundial de los
determinantes sociales de la salud, incluídos en el ODS 3 sobre la
salud y el bienestar humanos.
Las inequidades y la determinación social de la salud atravie-
san una historia de luchas, ciencia, economía, poder y sufrimiento
humano que inicia a principios del 1800, se amplia hacia fines del
siglo con el advenimiento de la salud pública y se consolida en 1948
con la creación de la Organización Mundial de la Salud. El preámbu-
lo de su constitución -que excede con creces la conocida definición
de salud- incluye y caracteriza el alcance de la dimensión social con
sorprendente amplitud.
Las décadas de los ’60 y ’70 ven emerger la medicina social y
la salud colectiva sosteniendo que las condiciones sociales de exis-
tencia determinan la distribución desigual de la salud-enfermedad en
los grupos humanos. Y la Declaración de Alma Ata (OMS 1978)
confirma este pensamiento mundial.
Sin embargo, aún con múltiples avances, no es sino hasta 2005
que la OMS forma la Comisión Mundial de Determinantes Sociales
de la Salud con el mandato de acopiar información que inspire la
adopción de medidas sobre los determinantes sociales de la salud
para reducir las inequidades sanitarias, entendiendo que las inequi-
17
dades constituyen las diferencias innecesarias, evitables, inequitati-
vas e injustas en la salud de las poblaciones debido a razones socia-
les, económicas, demográficas o geográficas, razones que es posible
prevenir y remediar a través de políticas sociales y sanitarias.
Integrada por 20 miembros de diferentes países y presidida por
el Prof. Sir Michael Marmot, la Comisión movilizó una red mundial
de instituiciones, investigadores y organizaciones de la sociedad ci-
vil que la OMS reunió para estudiar las causas sociales de la falta de
salud y de las inequidades sanitarias evitables. Tres años de acopio
de conocimiento y datos condujeron a la presentación del informe
final el 28 de agosto de 2008 -Subsanar las desigualdades en una
generación- demostrando que las pobres condiciones de vida, las
desigualdades de poder, dinero y recursos y la falta de información y
conocimientos eran las razones convergentes de la enfermedad y la
muerte y definiendo recomendaciones mundiales al respecto.
Lo que particularmente impresiona de esta historia es cuántos
siglos de ciencia y lucha social hubieron de transcurrir para oponer
al modelo biomédico / físico-natural de comprensión y atención de la
enfermedad, este complejo e integral concepto de salud. Alienta
sentir que lo estamos logrando!
Por su parte, la epidemiología, como su nombre lo indica, se
define por un sentido poblacional que desde sus principios la ubican
en el campo de estudio de lo social. La epidemiología reconoce su
origen en la idea de Hipócrates de hace más de 2000 años que afir-
ma que los factores ambientales influyen en la aparición de enferme-
dades. Aunque no es sino hasta el siglo XIX en que se inician estu-
dios poblacionales sobre las enfermedades con John Snow que
muestra la relación entre factores físico naturales, psicológicos y po-
líticos con la pérdida de la salud. Los estudios epidemiológicos se
amplían a inicios del siglo XX y toman su definitiva orientación so-
cial con la generción de estudios que relacionan las ciencias sociales
con la salud a mediados de siglo. Allí la epidemiología adquiere
condición social y amplía y diversifica el estudio de la distribución,
caracterización de procesos sociales asociados a la pérdida y el man-
tenimiento de la salud.
18
Así pues, en el contexto de los ODS, esta obra, Epidemiología
del desarrollo sostenible, cumple con una triple contribución al pen-
samiento en salud pública: permite indagar en el concepto de salud-
enfermedad entendida como consecuencia de las desigualdades e
inequidad, pero también entendida como indicador y determinante
del desarrollo humano, social y ambiental; en segundo lugar, consti-
tuye un aporte adicional a las producción de evidencias y debates
sobre la determinación social de la salud y el desarrollo sostenible; y
por último representa una oportunidad de aprendizaje hacia al futuro
para ordenar el camino por donde transitar los desafíos de la comple-
jidad científica, técnica, ética y política en favor de más y mejor sa-
lud y desarrollo para todos.
Esperamos que esta obra avive y enriquezca el debate sobre el
complejo campo de la epidemiología contemporánea e illumine nue-
vos estudios sobre el tema de la salud y el desarrollo.
Silvina Malvárez
19
CAPÍTULO I
Alimentación sostenible y saludable
en la población infantil
Acciones implementadas para asegurar el Objetivo de
Desarrollo Sostenible 2 Hambre Cero
Resumen
En el marco del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 2:
Hambre Cero, este capítulo pone al centro la alimentación saludable
para el hombre y para el planeta, así como su impacto en la salud,
como derecho humano básico. De no tomar acciones globales sobre
el sistema alimentario la niñez recibirá como herencia un planeta se-
veramente dañado, donde cada vez más personas sufrirán las distin-
tas formas de la malnutrición y desarrollarán enfermedades preveni-
bles mediante el estilo de vida. En el presente capítulo se aborda la
paradoja de la seguridad alimentaria; mientras que la producción
alimentaria global mantiene un ritmo creciente, capaz de cubrir las
necesidades energéticas de la población, millones de personas sufren
por falta de alimento suficiente y cada vez es más frecuente observar
el consumo de dietas de baja calidad nutrimental, así como dietas
energéticamente excesivas, evidenciando todo el espectro de malnu-
trición. La humanidad encara un reto inmenso; proveer dietas salu-
dables provenientes de un sistema alimentario sostenible, adecuadas
para cada etapa de la vida; en especial a la diada madre-hijo, ya que
la alimentación materna programará la salud del feto en desarrollo.
Se ha documentado que los primeros 1000 días de vida son una ven-
tana de oportunidad única para la salud en la vida adulta. Entonces,
el desafío del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 es plantear estra-
tegias que protejan la salud madre-hijo, desde una perspectiva ali-
20
mentaria, que sean coherentes con una alimentación sostenible y sus-
tentable para el planeta. Por tanto, el objetivo de este capítulo es re-
flexionar sobre la producción alimentaria mundial, la situación de
inseguridad alimentaria actual y su impacto sobre la alimentación
materno-infantil, así como presentar las acciones que se han tomado
para cuidar la alimentación de esta diada en América Latina y el Ca-
ribe, y finalmente concluye proponiendo acciones necesarias para
abordar el objetivo Hambre Cero.
Introducción
La región de América Latina y el Caribe (ALC) no es la más
pobre a nivel mundial, pero es la que mayor desigualdad presenta
debido a las brechas de género, disparidades territoriales y el impac-
to ambiental desproporcionado respecto a países con mayor ingreso
(1). Este capítulo reúne información sobre el estado de seguridad
alimentaria (SA) y nutrición a nivel mundial y en ALC en el marco
de la agenda para el desarrollo sostenible 2030, en torno al Objetivo
de Desarrollo Sostenible número 2 (ODS 2): Hambre Cero.
A nivel mundial se produce suficiente cantidad de alimentos
para satisfacer las necesidades de la totalidad de su población, cum-
pliendo con los requerimientos calóricos de cada uno de ellos; si hu-
biese una distribución equitativa de los recursos. Aunado a esto, un
porcentaje de la producción agrícola está destinada a forraje para
sustento de ganado y, otro porcentaje de la producción total de ali-
mentos se desperdicia en los diferentes procesos de producción, dis-
tribución y venta de estos. Al equiparar la pérdida y desperdicio de
recursos alimenticios con el consumo humano, en total la “pérdida”
de estos equivale del 10 al 30% de las necesidades nutrimentales de
la población a nivel mundial en un año (2). No hay que perder de
vista que, si bien, cumplir con las necesidades nutrimentales de la
población es importante, llevarlo a cabo bajo un modelo sustentable
21
con el planeta es imperativo.
En una época que pide un cambio de paradigma de producción,
continuar con este modelo no es una opción viable para el planeta ni
para las sociedades (1). Por tanto, el ODS número 2, Hambre Cero:
Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de
la nutrición y promover la agricultura sostenible, se centra en el al-
cance de indicadores relacionados a mejorar la calidad de vida de los
campesinos, al mismo tiempo que se comienza una migración a sis-
temas productivos más sustentables que reduzcan el impacto am-
biental y sus consecuencias como sequías e inundaciones debido al
cambio climático (1).
Por otro lado, la humanidad encara un reto inmenso y que im-
pactará no solo en la salud de la población sino en el futuro cercano
del planeta; proveer dietas saludables provenientes de un sistema
alimentario sostenible, adecuadas para cada etapa de la vida. Debido
a la importancia en el desarrollo de un país, y en el marco de la triple
carga de malnutrición (desnutrición, hambre oculta -en referencia a
la deficiencia de micro nutrientes- y sobrepeso) (3), los esfuerzos
deberán estar enfocados en priorizar la alimentación saludable de la
diada madre-hijo, considerando que la salud materna e infantil du-
rante los primeros 1000 días de vida son determinantes de la salud
pública de generaciones por venir (4).
Si bien cada país dispone de diferentes enfoques, visiones de
futuro, modelos e instrumentos para lograr el desarrollo sostenible en
función de sus circunstancias y prioridades, alcanzar el ODS 2 per-
mitirá que los seres humanos gocen de derechos básicos y funda-
mentales, como es el derecho a la alimentación y a la salud, la edu-
cación y el trabajo (5).
Entonces, en este capítulo se presentan algunas definiciones y
datos relevantes para comprender la problemática de la triple carga
de malnutrición la diada madre-hijo en el contexto de un sistema
alimentario frágil y poco sostenible, así como propuestas y meca-
nismos de intervención a nivel macro y micro, centradas en el dere-
cho humano a la alimentación.
22
Producción de alimentos
La producción de alimentos puede estudiarse desde diferentes
perspectivas, económica, agroecológica, tecnológica, nutricional,
política, etc. En este capítulo se describirá la producción de alimen-
tos desde un posicionamiento de nutrición, sustentabilidad, seguri-
dad alimentaria y de salud, debido a su estrecha relación con el desa-
rrollo de los países.
La producción de alimentos forma parte de un sistema que in-
cluye a todos los elementos y actividades desde la producción, dis-
tribución, venta, consumo y desperdicio de alimentos; y está com-
puesto por tres puntos clave: 1) la cadena de suministro de alimen-
tos, que engloba desde la producción, hasta el consumo; 2) los en-
tornos alimentarios, que incluyen aspectos económicos, de legisla-
ción, de acceso a los alimentos, culturales, incluso, aspectos como la
publicidad de alimentos y finalmente, 3) el comportamiento de los
consumidores, que se ve influenciado por la familia, la cultura en la
que viven, las preferencias personales, el sexo y la edad, por men-
cionar algunos (Imagen 1) (3,6). Este sistema es parte fundamental
de la vida humana; ya que provee de energía y nutrientes, pero tam-
bién proporciona una base para el desarrollo social y económico de
las poblaciones.
23
El sistema alimentario y, por ende, la producción de alimentos
depende en gran medida del comportamiento de los consumidores.
Los hábitos de consumo de alimentos se han modificado drástica-
mente en el último siglo, en especial a partir de los años de postgue-
rra (7); con una transición de un sistema alimentario tradicional, en
donde las cadenas de producción se centraban en la agricultura y
producción local (cadenas de producción corta), a un sistema alimen-
tario moderno, altamente globalizado, con cadenas de producción de
distancias largas, vidas de anaquel más prolongadas y mayor indus-
trialización de alimentos, incrementando el aporte de energía, grasas
saturadas y sodio (6,8). Este último sistema alimentario se ha rela-
cionado con la triple carga de la malnutrición antes descrita (6). Adi-
cionalmente, se predice que el sistema alimentario mundial, con una
producción de alimentos a gran escala, un consumo y desperdicios
excesivos, no es sostenible, ya que generan una importante degrada-
ción ambiental, ocasionando graves daños al planeta.
Independientemente del modelo del sistema alimentario, es
importante diseñar e implementar estrategias y políticas para cada
contexto, y potenciar así los efectos positivos y minimizar los nega-
tivos, por ejemplo, estimular las cadenas de producción cortas, ya
que son económica y nutricionalmente sostenibles, así como promo-
ver políticas que favorezcan etiquetados nutricionales claros, que
regulen la publicidad de alimentos poco saludables y promuevan el
acceso a alimentos nutritivos. El objetivo final debe ser alcanzar un
sistema alimentario sostenible, definido por la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por
sus siglas en inglés) (9) como:
24
Producción global de alimentos
Por otro lado, los sistemas de producción tienen un efecto di-
recto en la dieta de las personas, e indirectamente en su estado nutri-
cio y de salud, por lo que es necesario conocer las tendencias de pro-
ducción global de alimentos, lo que contribuirá a tener mayor clari-
dad en las líneas de acción para mejorar la salud de la población, a
través de una buena alimentación.
En lo que respecta a la producción de alimentos, el maíz, el
trigo y el arroz representan más de la mitad de la producción agrícola
mundial, y sumado con la producción de caña de azúcar, soja y pal-
ma aceitera, representan los seis monocultivos dominantes en el pla-
neta; limitando la diversidad de alimentos para consumo humano, y
con ello, su aporte nutrimental global (6,10,11). Sin embargo, la mi-
tad de la producción mundial de cereales se utiliza para producir
pienso para alimentar al ganado y así producir más carne. El aporte
calórico de los cereales, invertido en la alimentación del ganado, po-
dría alimentar a casi 3500 millones de personas por un año (12). El
monocultivo intensivo, si bien representa una fuente de empleo y
una herramienta para disminuir el hambre a nivel mundial, pone en
riesgo, por una parte, la economía de agricultores pequeños, y por
otra la biodiversidad de los ecosistemas (6,12). Lo anterior, conside-
rando que gran parte de los productos destinados a monocultivos uti-
lizan Organismos Genéticamente Modificados (GMO, por sus siglas
en inglés) (12). El efecto de los GMO, tanto en la salud del individuo
como en el ambiente, aún es controversial (13).
Dependiendo del tipo de alimento, será el uso de recursos que
se consuman en su cadena de suministros (agua o tierra, por mencio-
nar algunos), así como el impacto global en el ambiente (en el efecto
invernadero, por ejemplo) (6). No es sostenible mantener un sistema
alimentario mundial en donde exista una producción industrial, en
especial de monocultivos. La evidencia señala que la producción a
pequeña escala, ya sea de productos agrícolas o de origen animal,
como carne, productos lácteos o pescado, contribuye al abasteci-
miento nacional, además que reduce la sobreexplotación de los re-
cursos (14).
25
El sistema alimentario ideal, entre otras cosas, debe proporcio-
nar alimentos suficientes y asequibles, para cubrir los requerimientos
de la población. Sin embargo, hogares en países con ingresos bajos
como Nigeria, Kenia y Camerún, gastan más del 40% de sus ingre-
sos domésticos en alimentos, impactando directamente en el bienes-
tar de la población (6), reflejando la vulnerabilidad del sistema ali-
mentario actual y la necesidad de enfocar la producción de alimentos
hacia productos más asequibles, obtenidos en su mayoría por agri-
cultores locales, lo que fortalecería la economía de la región.
26
blaciones más vulnerables, como población indígena o pueblos ori-
ginarios, al reportarse despojos de tierra, así como violaciones de los
derechos humanos de los trabajadores de campo (8).
Seguridad alimentaria
Desde el año 1996 en la Declaración de Roma sobre la Seguri-
dad Alimentaria Mundial, se manifiesta la voluntad política de 185
países y numerosas instituciones para generar estrategias colaborati-
vas de erradicación de la pobreza, el hambre y la desnutrición (17).
Dicho documento habla de la igualdad de género y el papel de las
mujeres especialmente en el entorno rural en la alimentación de las
familias, la garantía del cumplimiento de los derechos humanos fun-
damentales y el desarrollo de sistemas de producción alimentaria
sostenibles para lograr la seguridad alimentaria global, definida de la
siguiente manera (17).
27
cuencias en salud (18), en especial en niños y mujeres embarazadas.
El combate a la IA se encuentra indirectamente en todos los ODS de
la agenda 2030, pero los indicadores meta están descritos en el ODS
2 (19).
De acuerdo con dicho reporte, si se sigue como hasta ahora a
nivel mundial no se llegará a la meta propuesta para 2030, sobre
disminuir a la mitad el retraso en el crecimiento en niños menores de
cinco años, ya que aún existen 149 millones de menores en esta con-
dición, cifra que ha disminuido 10% en los últimos seis años, a pesar
de esto el avance es lento (15). Además, una creciente preocupación
en salud pública es el aumento del sobrepeso y la obesidad en todas
las regiones del mundo, a nivel mundial más de 380 millones de ni-
ños menores de 19 años y más del 50% de la población adulta viven
con sobrepeso y obesidad (15,20). Por otra parte en 2015, uno de
cada siete recién nacidos presentaron bajo peso al nacer y gran parte
de ellos fueron producto de un embarazo adolescente, cabe señalar
que esta cifra de bajo peso al nacer no ha disminuido desde 2012
(15). Adicional a esto es importante tomar en consideración que la
reciente pandemia por SARS-CoV-2 (COVID-19) tendrá efectos
económicos y sociales impredecibles a todos los niveles, con su res-
pectiva repercusión en el estado de SA, reflejados con determinados
matices y nivel de gravedad de acuerdo a las características propias
de cada región (21).
Por otra parte, es común relacionar la IA grave con “hambre”,
sin embargo las personas que viven en situación de IA moderada a
nivel mundial (17.2%) también viven con falta de certeza sobre la
capacidad de conseguir alimento en el futuro y por tanto, se han vis-
to obligados a aceptar alimentos en menor cantidad o calidad que la
deseable (15). La prevalencia mundial combinada de IA moderada y
grave en el mundo asciende a 26.4% (15). La gravedad de esta situa-
ción radica en que, una alimentación adecuada, no sólo debe cumplir
con los requerimientos energéticos o de macro y micronutrientes,
también debe ser culturalmente adecuada e inocua, por mencionar
algunas características.
Entonces, el reporte del estado de la SA y nutrición en el mun-
28
do 2019 manifiesta inquietudes importantes sobre el logro de los in-
dicadores del ODS 2, debido a que la IA no es únicamente la presen-
cia de subalimentación o hambre, sino que abarca aspectos relacio-
nados a calidad (inocuidad) y preferencias alimentarias que permitan
tener una vida sana (22). A pesar de que el nivel mundial de subali-
mentación se ha mantenido estable de 2016 al reporte global 2019, el
número absoluto de personas en esta condición sigue en aumento,
especialmente en áreas pertenecientes a África, más acentuado en
regiones subsaharianas (hasta 22.8%), ALC y Asia meridional, don-
de ronda 15% (15).
29
y Caribeños (CELAC) 2025, se convirtió en uno de los mayores es-
fuerzos colaborativos para lograr estos objetivos a través de políticas
públicas estructurales, programas de transferencias condicionadas
(PTC), de alimentos escolares y apoyo para el campo y el trabajo,
por mencionar algunos (24).
Otro importante programa con objetivos similares fue la inicia-
tiva América Latina y Caribe sin Hambre (IALCSH), que propone
erradicar el hambre para el 2025, y con este ambicioso fin se han
sumado a las filas diversos estados con programas como el acuerdo
de Cooperación Mesoamérica sin Hambre, el Plan Hugo Chávez
Frías de Erradicación del Hambre y la Pobreza en los países de la
Alianza Bolivariana de los pueblos de nuestra América (ALBA) y
Petrocaribe, Brasil sin Miseria, la Cruzada Nacional México sin
Hambre (24), entre los más destacados.
No obstante estos avances, es necesario desagregar por subre-
giones y países para poder tomar acciones urgentes en lo particular,
ya que la mayor parte de personas subalimentadas proviene de Amé-
rica del Sur y 75% de las personas con hambre en el Caribe provie-
nen de Haití (24). Por otra parte en México, siete de cada diez perso-
nas (69.5%) reportan algún grado de IA (25), adicionalmente y de
manera contrastante, este país lleva la delantera respecto al otro ex-
tremo de la carga de la malnutrición, ya que tres de cada 10 escolares
y siete de cada 10 adultos mexicanos viven con sobrepeso u obesi-
dad (26).
De los 17 países de ALC que han logrado los indicadores pro-
puestos en el combate contra la IA, nueve de ellos tienen menos de
5% de población con subalimentación: Argentina, Barbados, Brasil,
Chile, Costa Rica, Cuba, México, Uruguay y República Bolivariana
de Venezuela (24). Mientras tanto, Honduras, Paraguay, Ecuador, y
Trinidad y Tobago, en ese orden, registran niveles significativos de
avance en estas metas. El único país que ha mostrado un retroceso
con niveles ligeramente superiores a los del trienio 1990-92, es Gua-
temala (24).
Mientras la mayoría de la región de ALC ha mostrado avances
importantes en el camino de la lucha para la erradicación del ham-
30
bre, este no deja de ser un tema relevante ya que un porcentaje me-
nor a 5% puede representar un número enorme de habitantes, espe-
cialmente en aquellos países con grandes poblaciones, de ahí que las
estrategias no deben detenerse ni dejar de actualizarse con sus distin-
tas particularidades a la medida en los 33 países que componen la
región (24).
31
Durante el embarazo, la velocidad con la que se desarrollan las
diferentes regiones cerebrales es sorprendente; el tubo neural se for-
ma para el día 16 después de la concepción y el cerebro adquiere una
forma adulta para el mes 7 de gestación. Además, la alimentación
materna es el combustible para la adquisición de funciones como la
mielinización neuronal y la sinapsis, estos procesos que condicionan
el aprendizaje pueden estar dañados si la alimentación materna es
deficiente en energía, proteínas, ácidos grasos o nutrimentos clave
como hierro, cobre, folato, zinc y yodo (4). Respecto a esto, la pre-
valencia de anemia por deficiencia de hierro en un tercio de las mu-
jeres en edad reproductiva a nivel mundial duplica la cifra que se
tiene como objetivo para 2030, es decir, disminuirla a menos del
15% (15).
Posteriormente en el periodo extrauterino, la leche materna
(LM) es el súper alimento por excelencia para un recién nacido,
desarrollado por la naturaleza después de una larga historia de evo-
lución es una sustancia viva e irreplicable por la industria de las fór-
mulas lácteas para niños (4). Además de la alimentación, la calidad
de la interacción del bebé con sus cuidadores juega un papel funda-
mental para la formación de la circuitería neuronal y socio-
emocional de un niño, resaltando la interacción madre-hijo como
componente importante de la lactancia materna exclusiva (LME) a
diferencia de otros tipos de alimentación, como lo son los sucedá-
neos administrados con biberones y mamilas (4). La meta en la
agenda 2030 que plantea asegurar que 70% de niños reciban LME se
encuentra lejos, ya que a nivel mundial únicamente 40% (o menos)
de las mujeres reportaron dar LME a sus hijos (15).
Los beneficios de la alimentación con LM se han observado
amplia y consistentemente tanto en modelos animales como en hu-
manos, a pesar de esto, los mecanismos de acción aún no son cono-
cidos ni comprendidos en su totalidad (28). La LM contiene com-
puestos de naturaleza lipídica, peptídica y glucídica que “modelan”
la arquitectura y función de los órganos, produciendo adaptaciones
metabólicas favorables a largo plazo, lo cual se ha conocido como
programación fetal (28). Desde los hallazgos de Barker y estudios
32
posteriores en cohortes de seguimiento a hijos de mujeres que duran-
te el embarazo tuvieron deprivación nutricional, se ha establecido la
teoría ampliamente aceptada que relaciona el origen fetal o intraute-
rino de las enfermedades cardiovasculares y metabólicas en la adul-
tez (29).
Entre los beneficios a largo plazo de la LM se encuentra la
modulación inmunológica y de la adiposidad en el periodo crítico de
la lactancia, además de la disminución en el riesgo de presentar pa-
rámetros de síndrome metabólico, como: obesidad, hipertensión arte-
rial y diferentes tipos de dislipidemias, enfermedad coronaria, even-
tos cardiovasculares cerebrales, resistencia a la insulina y diabetes,
además de promover una adecuada ganancia de peso extrauterina y
regulación del apetito y la saciedad, con una esperada regulación de
la ingestión energética (28–30).
En particular, cerca de la llegada del segundo año de vida, el
desarrollo de las áreas cerebrales y el asombroso número de cone-
xiones neuronales (más del doble que las de un cerebro adulto), dan
como resultado el desarrollo del lenguaje y durante esta etapa las
proteínas, así como el hierro, zinc y yodo se vuelven esenciales (4).
La deficiencia de yodo es la primera causa prevenible de retraso
mental. Por su parte, la deficiencia temprana de hierro, además de
los efectos conocidos de la anemia sobre la concentración y rendi-
miento en general, se ha asociado con mayor frecuencia de ansiedad
y depresión en la adultez, esto con un importante impacto en el po-
tencial para encontrar un empleo o auto emplearse; además, los ni-
ños con esta deficiencia muestran menos interacción social, alerta y
mayor irritabilidad, lo cual causa en respuesta el recibir menos aten-
ción y estímulo de parte del adulto o los cuidadores, resultando en un
círculo vicioso para el desarrollo social y psico-emocional del niño
(4).
Adicionalmente, un niño que sufre estrés continuo debido a su-
frir IA familiar o por diversas causas, es proclive a una mala función
de los mecanismos reguladores del estrés y la ansiedad y desórdenes
relacionados en la vida adulta (4). Aunque el foco de este capítulo es
la SA para la salud pública, no se debe dejar de lado que las expe-
33
riencias adversas durante la primera infancia como abuso y negli-
gencia parental desempeñan un papel crucial como causantes de da-
ño y disrupción en la circuitería de la homeostasis psicológica al lar-
go plazo (27). Como sociedad en conjunto, y consciente de las con-
secuencias de estas disrupciones en la vida cotidiana, es responsabi-
lidad de todos actuar en consecuencia para pedir que se tome en
cuenta la adecuada alimentación y la garantía del derecho a la salud
materno-infantil en la construcción de políticas públicas y soluciones
estructurales de gobernanza (4).
34
ción, sino que el sistema alimentario del que provienen tenga un
efecto que sea ambiental, económica y nutrimentalmente sostenible
y sustentable. El impacto del cambio climático, los conflictos políti-
cos y en fechas recientes, los problemas epidemiológicos como la
epidemia de SARS-CoV-2 (COVID-19), son otras situaciones que se
tendrán que tomar en cuenta para reestructurar los sistemas alimenta-
rios actuales.
La opción viable para alcanzar el ODS 2 es reestructurar los
sistemas alimentarios, favoreciendo los sistemas de producción loca-
les, orientados hacia una dieta sostenible. De acuerdo con la FAO,
las dietas sostenibles son:
35
Imagen 2. Marco conceptual de los determinantes de la malnutrición infantil (Adaptado de 27)
Como se mencionó, la alimentación durante esta etapa es una
venta de oportunidad para potencializar el desarrollo de la persona
en numerosas áreas (32). Ahora bien, la alimentación es un proceso
que va más allá de sólo comer; involucra como los alimentos son
producidos, la cultura, las características sociodemográficas de la
población en la que está inmerso el niño, la publicidad y el etiqueta-
do de alimentos, incluso, el efecto que tiene el uso de fertilizantes en
el suelo, y con mayor importancia en la salud de la población. La
relación entre estos aspectos (los primeros 1000 días de vida, los sis-
temas alimentarios y una dieta sostenible) está incluso interrelacio-
nada en temas tan variados como lactancia y promoción de sucedá-
neos de la leche, la publicidad y consumo de alimentos ultra proce-
sados y su relación con el sobrepeso y la obesidad, los efectos de fer-
tilizantes sobre la organogénesis renal y, el trabajo infantil y la
malnutrición (6,33).
Para alcanzar el ODS 2, es imperativo fortalecer los sistemas
alimentarios que favorezcan a la población infantil. Esto puede lle-
varse a cabo a través de la formulación de programas, acuerdos y
políticas públicas con enfoque en la infancia (5). El objetivo no debe
perderse, un sistema alimentario sostenible que favorezca en primer
lugar el desarrollo de las regiones en donde se lleva a cabo, favore-
cerá también el desarrollo infantil. Romper con la triple carga de
malnutrición depende en gran medida de estas acciones, por lo que
hay que tener en cuenta lo siguiente:
38
aplicación de una política pública orientada a la alimentación tendría
que enmarcarse desde la generación de sistemas alimentarios soste-
nibles. En la imagen 2 se describe el marco conceptual de los siste-
mas alimentarios para una alimentación adecuada desde el cual de-
bería partir el diseño de políticas públicas.
39
Imagen 3. Marco conceptual de los sistemas alimentarios (Adaptado de 27)
Entonces, para el desarrollo de estrategias intersectoriales, po-
líticas públicas o programas gubernamentales (así como comunita-
rios) debería considerarse la relación entre la cadena de suministros,
el entorno y el comportamiento alimento, así como la influencia de
estos en el desarrollo de patrones alimentarios. En sintonía con lo
anterior, el desarrollo de las estrategias para disminuir la carga de la
malnutrición y la IA desde una mirada de sustentabilidad debería
realizarse con base en fundamentos científicos, libres de conflicto de
interés (36) y, considerando la experiencia de otros países de la re-
gión; como es el caso de la implementación de etiquetados de adver-
tencia en alimentos procesados y ultraprocesados (37–39). Finalmen-
te, estas estrategias tendrán que traducirse en acciones tangibles para
los individuos, como mayor accesibilidad a alimentos, subsidios o
apoyos al desarrollo del campo, así como regulación para una prácti-
ca agraria sustentable, educación en nutrición y acceso a salud.
42
gular a las corporaciones y evitar prácticas mercantiles dispares
(19,45).
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47
CAPÍTULO II
Construyendo paisajes creativos
Propuesta didáctica del cuidado ambiental para escue-
las de educación especial básica
Resumen
En los últimos años tanto huertos urbanos como huertos esco-
lares han sido promovidos en todo el mundo por el potencial peda-
gógico que tienen en cualquier nivel educativo formal o abierto, sea
para mejorar hábitos alimenticios o el cuidado del medio ambiente.
Casos de éxito demuestran lo benéfico de impulsar la incorporación
de un huerto en escuelas en términos educativos, sin embargo, poco
se trabaja sobre escuelas de educación especial.El presente trabajo
explora nuevas nociones y experiencias de mantener un huerto-jardín
como un medio que permite el reconocimiento sobre las acciones
necesarias para sostener mi espacio más inmediato. Para lograr este
proceso reflexivo se considera el temario oficial de la Secretaria de
Educación Pública mexicana, tomando temas vinculados con temas
ambientales. Se proponen actividades en aula con materiales diver-
sos para diferentes tipos de estudiantes, ciegos, sordos, con proble-
mas motrices.
La salida al huerto-jardín pretende estimular procesos de refle-
xión mediante los sentidos sobre el entorno próximo que me rodea,
el que he ayudado a construir, sobre el que tengo la capacidad de
modificar, positiva o negativamente. Trabajo en aula y en el huerto-
jardín fortalecen los contenidos del programa curricular mediante
actividades multisensoriales donde se enseñe conjuntamente cómo
cuidamos de nosotros mismos, nuestro espacio inmediato. El trabajo
colaborativo busca mostrar nuestra capacidad de cuidado y adapta-
ción frente al cambio estacionario del huerto-jardín. El conocimiento
generado a través de los sentidos potencia la capacidad creativa de
48
acuerdo con las propias circunstancias del estudiante.
Introducción
En los últimos años tanto huertos urbanos como huertos esco-
lares han sido promovidos en todo el mundo por el potencial peda-
gógico que tienen en cualquier nivel educativo formal o abierto, sea
para mejorar hábitos alimenticios o el cuidado del medio ambiente.
Casos de éxito demuestran los beneficios posibles para estudiantes
en todos los niveles educativos. Para garantizar su éxito existen una
gran cantidad de manuales, para quienes se inician en huertos, insta-
larlo, cuidarlo y tener alternativas de cultivos. Sin embargo, no se
compara con las fuentes existentes sobre escuelas especiales.
El presente trabajo tiene como principal objetivo demostrar
que los huertos escolares pueden integrarse al programa de educa-
ción básica oficial, dentro de las planeaciones oficiales para ser con-
siderado por los profesores como un apoyo y no como un trabajo ex-
tra. Un huerto escolar que no sea el clásico espacio de relajación o
terapia para los alumnos con algún problema motriz o trastorno de
aprendizaje sino un espacio que sea construido creativamente como
espacios de recreación, convivencia, terapia, relajación, pero sobre
todo enseñanza resaltando los sentidos y capacidades de los estu-
diantes.
La experiencia de mantener un huerto permite el reconoci-
miento sobre las acciones necesarias para sostener mi espacio más
inmediato. Para lograr este proceso reflexivo se considera el temario
oficial de la Secretaría de Educación Pública mexicana, tomando
unidades vinculadas a temas ambientales. La salida al huerto preten-
de estimular procesos de reflexión mediante los sentidos sobre el en-
torno próximo que me rodea, el que he ayudado a construir, sobre el
que tengo la capacidad de modificar, positiva o negativamente.
Trabajo en aula y en el huerto fortalecen los contenidos del
programa curricular mediante actividades multisensoriales donde se
49
enseñe conjuntamente cómo cuidamos de nosotros mismos y de,
nuestro espacio inmediato. El trabajo colaborativo busca mostrar
nuestra capacidad de cuidado y adaptación frente al cambio estacio-
nario del huerto. El conocimiento generado a través de los sentidos
potencia la capacidad creativa de acuerdo con las propias circunstan-
cias del estudiante.
Huertos escolares
El uso de los huertos en las urbes está vinculado con la crisis
económica de los países, se mira como una opción para satisfacer
necesidades alimenticias básicas de la población precarizada. Ejem-
plos de ellos son los Victory Gardens en Estados Unidos (1), Dig for
victory, campaña que inicia en 1940 en Gran Bretaña (2), Schreber-
garten en Alemania (3), éstos últimos llamados huertos de pobres.
En España el huerto y prácticas agrícolas se han desde la segunda
mitad del siglo XIX (4). En América Latina, el caso más conocido es
Cuba, donde aún es una opción importante para la adquisición de
alimentos que tienen una organización interna propia(5).
El establecimiento de huertos urbanos demostró la importancia
de la organización de los grupos, el reconocimiento de los vínculos
entre lo que nos alimenta y el proceso que hizo posible la prepara-
ción de nuestra comida. Además de ser fuente de alimento, estos es-
pacios verdes se volvieron espacios multipropósitos para la pobla-
ción encargada de su cuidado como para los beneficiarios directos o
indirectos, se ha relacionado con la mejora de la calidad de vida. An-
te tales beneficios llevarlo a las escuelas se volvió necesario.
En el caso de México la primera mención de huerta familiar en
educación básica se da en el libro de texto gratuito de ciencias natu-
rales del año 1972. Para una huerta familiar se menciona la impor-
tancia de la luz del sol y la calidad del suelo, además se dan referen-
cias sobre las medidas y distancia entre plantas (Imagen 1). Aunque
años anteriores (1960) se enseñaba sobre las herramientas y cuidados
de las hortalizas en el libro “Mi cuaderno de trabajo de tercer año.
Aritmética y Geometría. Estudio de la naturaleza”. En general el
contenido reflejaba el interés del Estado mexicano por ilustrar dos
50
grandes grupos de población: rural y urbana, mostraba sus modos de
vida resaltando la importancia de los hábitos de limpieza personal,
llevar una vida saludable, consumiendo una dieta equilibrada y ha-
ciendo ejercicio (Imagen 2).
51
cionales que promueven la instalación de huertos, urbanos o escola-
res, una de las más importantes en temas de educación es la FAO
(Food and Agriculture Organization of the United Nations) relacio-
nándolos con proyectos de educación alimentaria y nutricional en
diferentes países. Tan sólo en América Latina existen múltiples ca-
sos de escuelas, colectivos, ciudades que han puesto en práctica los
huertos en sus diferentes versiones, horizontales, en cajas, huacales,
macetas, verticales, en azoteas o bien, recuperando espacios públi-
cos.
La iniciativa tiene más resonancia cada vez, sobre todo en
tiempos de crisis económica, climática, de salud o como en este caso
con la epidemia del COVID-19 (Corona Virus Disease 2019). Todas
estas situaciones que estamos padeciendo desde hace años o meses,
en el caso de la pandemia, ha obligado a reconsiderar nuestra forma
de relacionarnos con nuestro entorno. Las medidas de aislamiento
social alrededor del mundo hicieron evidente, entre otras cosas, la
importancia de los lugares de obtención de suministros básicos para
nuestra alimentación. De dónde vienen nuestros alimentos y quiénes
son los encargados de acercarlos a nuestros puntos de compraventa.
Estas preguntas generadoras nos llevan a contemplar la posibi-
lidad de introducirnos al conocimiento del huerto para diferentes es-
pacios, sea en los azotes de la ciudad, en algún espacio del hogar o
en las escuelas. De esta manera podemos aprender la importancia de
las interacciones de los sujetos, tanto en su individualidad como en
colectivo, pero, sobre todo, para este caso, nos lleva a la experiencia
reflexiva de formar parte del mismo huerto.
Paisaje es el concepto que proponemos para vincular huerto
con la construcción de espacios propios de cuidado tanto individual
como colectivo. Paisaje está conformado por una serie de elementos
materiales, geográficos, así como sensoriales, cognitivos, todos en
conjunto conforman un espacio de aprendizaje sobre mi entorno. Soy
parte del paisaje, de lo que veo, percibo, experimento, soy también
constructor y responsable por el cuidado o el abandono de mi espa-
cio más cercano. En términos escolares o académicos este conoci-
miento podemos nombrarlo como educación ambiental con un énfa-
52
sis en las espacialidades creadas a partir de nuestras acciones.
53
autistas y alumnos/as con parálisis cerebral y plurideficiencias aso-
ciadas propuesto por Colegio psicopedagógico ‘virgen de la capilla’
de Jaen Fundación CajaSur. José Miguel Hernández Pérez, Elisa
María López Rubia, Macarena Cámara López y José Aryan Soto
Quesada (2014), son los autores del proyecto, quienes proponen una
serie de actividades a realizar de acuerdo con las características de
sus alumnos.
Una de las propuestas, además de aprovechar las áreas verdes
para terapias, es acercarse al conocimiento del medio ambiente. Los
autores buscan involucrar a los familiares en las actividades atacan-
do dos puntos importantes: posible recuperación de prácticas agríco-
las tradicionales y sensibilización sobre importancia del huerto como
actividad terapéutica. Así, en el huerto escolar convergen al menos
dos generaciones de experiencias de saberes, prácticas y conoci-
miento (9).
Además de mostrar la importancia que pueden tener los huer-
tos escolares en escuelas de educación especial, se pretende eviden-
ciar su multifuncionalidad y los posibles beneficios a todas las partes
involucradas sin ser una carga extra de trabajo sino un aliado en el
proceso enseñanza-aprendizaje. Los profesores, padres de familia y
alumnos pueden interactuar en el espacio destinado al huerto para la
enseñanza de contenidos específicos de la programación de la SEP,
puede ser un espacio terapéutico donde los alumnos pueden experi-
mentar olores, colores, sonidos, texturas. Las interacciones ahí crea-
das pueden ser paisajes de enseñanza basados en la observación, ex-
ploración de los sentidos.
En este caso el huerto escolar va más allá del uso terapéutico,
es también un espacio de enseñanza y de cuidado tanto personal co-
mo del entorno, sin embargo, no hay una sistematización de conteni-
dos o planeación. El proyecto se enfoca en elementos esenciales que
han de conocer sobre el huerto. Ante esta carencia de manuales o
propuestas pedagógicas, nos dimos a la tarea de proponer, de manera
básica, el trabajo realizado junto con los profesores de la escuela es-
pecial “Centro de Atención Múltiple de Educación Especial” ubica-
do en el kilómetro 4.5 carretera La Piedad-Numarán, La Piedad de
54
Cavadas, Michoacán, México.
Inicialmente se siguieron las experiencias de trabajos similares
en la Red Internacional de Huertos Escolares, especialmente en el
“Manual de huertos escolares para docentes”(2016) coordinado por
la dra. Helda Morales et. al, bajo el sello editorial de Ecosur. Se
inició con la búsqueda de una escuela que contará con espacio verde
disponible para instalación de materiales para el huerto-jardín y,
desde luego, que los docentes mostrarán interés en el tema. En una
reunión con profesores se expuso la propuesta y la forma de trabajo.
Aunque hubo interés desde el inicio por el huerto-jardín, fue eviden-
te desde un inicio que las experiencias documentadas, la bibliografía
consultada no había sido adecuada por las características propias de
los estudiantes. Fue necesario visitar cada salón, conocer a los alum-
nos, pero, sobre todo, escuchar a los profesores sobre sus técnicas,
materiales y forma de trabajo con sus grupos.
Las propuestas presentadas a lo largo de los meses se enrique-
cieron gracias al diálogo e intercambio de ideas. Todas las activida-
des y materiales sugeridos se presentaron a los profesores para que
ellos expresaran sus opiniones sobre las medidas, tipo de dibujos y
contenidos que podían incluirse en una planeación en la que el huer-
to-jardín no fuera el centro de la planeación sino un complemento.
En un principio se pensó en vincular tipo de capacidades de los
estudiantes con contenidos, sin embargo, el ejercicio resultó engo-
rroso y poco provechoso para las características propias de la escue-
la. Así que se eligió trabajar con los cinco sentidos, de esta manera
fue posible agrupar sentidos, contenidos, tema y herramienta peda-
gógica de apoyo1. Es importante señalar que este trabajo se ha pau-
sado debido a la pandemia Covid-19 pero seguimos trabajando en la
elaboración de planeaciones anuales de cada materia de cada grado
de educación básica (primaria y secundaria)
A continuación, pasos básicos para introducirnos en construc-
ción de paisajes creativos de enseñanza haciendo uso del huerto es-
colar. La instalación de huerto escolar requiere de una organización
1 Este trabajo aún está en proceso pues se realiza una matriz por grado y materia.
55
previa, así como la capacitación a los profesores para orientarlos so-
bre el uso del huerto como una herramienta que facilite la enseñanza
de sus contenidos.
Una vez realizadas estas acciones se instala y planea una ca-
lendarización para su cuidado por grupo y profesor(es) responsable.
La implementación del huerto escolar tiene las etapas siguientes: a)
Reunión con profesores y autoridades de la institución educativa, b)
Conformación del comité de huerto escolar, c) Planificación y elabo-
ración del plan de trabajo, d) Evaluación de recursos existen en la
institución, e) Registro de actividades (8).
Esta planeación está vinculada con la planeación anual de cada
materia en cada grado escolar de educación básica. Una vez estable-
cida la división de tareas para el cuidado del huerto es necesario tra-
bajar con los profesores para identificar las características de sus
alumnos. Existen escuelas especiales donde conviven alumnos con
diferentes trastornos de aprendizaje y distintas capacidades motrices,
por ello será necesario realizar un diagnóstico del grupo (Tabla 1).
56
tades que han tenido al iniciar con un huerto escolar en sus escuelas.
Una de las principales razones, a diferencia de lo que uno podría
pensar, no es el cuidado del espacio sino la percepción de mayor
carga de trabajo. Por ello, nos damos a la tarea de proponer una serie
de actividades que pueden ser utilizadas en aula como en el huerto
siguiendo el mapa curricular de la SEP, en el caso de México.
El mapa curricular de la SEP contempla desde educación
preescolar hasta secundaria, dividiéndose en tres grandes campos
Formación Académica, Desarrollo Personal y Social y Autonomía
Curricular. Para esta propuesta retomamos los dos primeros. El pri-
mer campo, Formación Académica, incluye: Lenguaje y Comunica-
ción, Pensamiento matemático y Exploración y Comprensión del
Mundo. El segundo, Desarrollo Personal y Social contempla las Ar-
tes, Educación socioemocional y Educación Física (Imagen 3).
Como muestra la imagen 3, cada grado escolar, especialmente
en Exploración y Comprensión del Mundo va cambiando la materia
y, por tanto, los contenidos, de conocimiento del medio se convier-
ten en materias como historia, geografía, biología, física, química,
etcétera, lo que obliga a los profesores a proponer diferentes activi-
dades pedagógicas, con contenidos más complejos y abstractos a los
alumnos. No es de extrañar que los profesores perciban mayor traba-
jo al realizar sus planeaciones anuales.
57
Imagen 3. Mapa curricular
Elaboró: Jesús Medina Rodríguez, 2020. Fuente: Secretaría de Educación Pública(10).
Tomando como base la imagen 3, los docentes identifican ma-
terias y posibles temas del libro gratuito oficial de la SEP para traba-
jar en aula y en el huerto. Esto puede realizarse en cualquier tipo de
escuela, atiendan o no a alumnos con algún trastorno del aprendizaje.
El requisito principal es que las instalaciones cuenten con un área
verde, un jardín o bien, un espacio abierto en el que sea posible mi-
rar el horizonte con diferentes elementos paisajísticos distintos a las
instalaciones escolares. Así, el trabajo fuera del aula permitirá reali-
zar actividades de observación, atender a los sonidos, olores o reali-
zar alguna actividad de reconocimiento de la escuela.
Este es un ejemplo de la planeación propuesta para el caso me-
xicano, siguiendo el mapa curricular de la SEP:
60
Imagen 4.Proceso de siembra
Elaboró: Erika J. Aguirre Zúñiga, 2019.
61
Imagen 5. El huerto y sus cuidados
Elaboró: Erika J. Aguirre Zúñiga, 2019.
Los recursos que pueden utilizarse dentro del aula pueden ser
imágenes sencillas, rompecabezas, tarjetas, palabras que acompañen
a cada imagen. Una vez que el alumno reconozca los elementos que
componen un huerto escolar podrá salir del aula, identificarlos y
nombrarlos. Estas actividades pueden complementarse con dibujos
del huerto, de las plantas, insectos. Para mejorar las habilidades es-
paciales de ubicación, el docente puede pedir que dibujen su salón de
clases, la ubicación del alumno, los lugares favoritos de la escuela,
su casa, su colonia. Más adelante se mencionan varias actividades
similares.
La elaboración de la planeación de cada grado escolar de edu-
cación básica es parte de un trabajo más amplio, los cuadros e imá-
genes presentados son una propuesta de formatos que ayudarán al
profesor a organizar la planeación y sistematizar los contenidos que
pueden adecuarse a las actividades en el huerto y con el paisaje. Dos
de los temas más importantes que el docente debe manejar es la edu-
cación ambiental y las nociones de paisaje en términos pedagógicos.
Educación ambiental
La educación ambiental se ha divulgado desde la década de los
setenta del siglo XX, resaltando la importancia del cuidado y con-
servación del ambiente, así como las consecuencias sociales que lle-
62
va no hacerlo, como la pobreza, pérdida de tradiciones, costumbres,
actividades económicas tradicionales. Su objetivo central es una éti-
ca personal y social que permita una visión holística de los proble-
mas ambientales que aquejan al planeta tierra (11).
Desde la Cumbre de a Tierra de Estocolmo, pasando por el
Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA),
se han creado campañas para un uso responsable de los recursos na-
turales y energéticos visibilizando los impactos económicos a nivel
local y global. El cambio de prácticas cotidianas a pequeña escala
tiene de fondo una reflexión sobre los estilos de vida actuales en los
que se consume más y en demasía.
Acercarse a prácticas y saberes tradicionales es una de las op-
ciones que promueve la educación ambiental, otra es reflexionar so-
bre los diferentes de modo de vida existentes en el planeta que pue-
den ser adecuados para los tiempos actuales, de crisis económica y
cambio climático. En este sentido, el huerto es una de las alternativas
más conocida y bien recibida por población tanto urbana como rural
de distintas edades.
En el ámbito educativo, el huerto escolar se ha visto como un
puente que permite al alumno, y cualquier persona en general, tener
un contacto directo con las plantas, descubrir sobre su crecimiento,
así como de las complejas interacciones entre suelo-plantas-aire, un
pequeño ecosistema. Además, es una excelente oportunidad para in-
tegrar preguntas generadoras que provoquen reflexión a los estudian-
tes sobre la producción de su alimento que llega a su mesa y el traba-
jo o dedicación que implica.
La educación ambiental en educación básica está enfocada a
elementos como agua, suelo, vegetación, fauna, como un ecosistema
que se ve afectado o beneficiado por las acciones humanas. Desde la
perspectiva agroecológica trata de resaltar las interacciones biofísi-
cas, socioeconómicas, incluso técnicas, de los agroecosistemas, su
propósito puede ser regenerar o conservar sus recursos al tiempo que
beneficiamos procesos biológicos, relaciones sociales, económicas y
productivas (12).
El huerto escolar como espacio pedagógico es para esta pro-
63
puesta un espacio de oportunidad palpable para acercar de manera
amable a los estudiantes de educación especial al reconocimiento de
su escuela, su flora y fauna a través de los sentidos, construyendo un
paisaje propio de enseñanza creativa. De esta manera, el paisaje
creativo es un espacio vivo, el huerto es parte de él, pero quien les da
vida social son alumnos y profesores, a través de la convivencia,
acercándolos mediante el sistema sensorial (vista, tacto, olfato, oído,
gusto). Además, brinda, tanto al alumnado como al profesor crear
entornos de relajación o terapéuticos.
Paisajes creativos
El término de paisaje puede vincularse en primera instancia
con el horizonte, con lo que vemos frente a nosotros, un campo de
visión. En geografía tiene múltiples usos desde el abordaje histórico,
sociocultural, económico, imaginativo, narrativo, entre muchos
otros.
Todos tienen un punto de encuentro: vincular los elementos
que conforman el ámbito físico-geográfico y la sociedad.
Tradicionalmente en geografía la finalidad de estudiar el paisa-
je es explicar la relación hombre-naturaleza. El paisaje geográfico es
una porción de la superficie terrestre donde el sujeto en sociedad ac-
túa directamente transformándolo para su beneficio. Inicialmente se
distingue paisaje natural y humanizado(13). Con el tiempo, paisaje
ha enriquecido sus significados, mostrando los elementos que lo
componen.
Carl Sauer y Vidal de la Blanche son dos autores clásicos en el
estudio del paisaje. Los dos coinciden en la importancia del estudio
de manera holística donde se establezca cuál es el proceso de ele-
mentos físicos y culturales que lo integran (14). Joan Nogué (2007),
por ejemplo menciona que el paisaje es un producto social resultado
de la transformación humana, pero es más que eso, involucra nues-
tras miradas, experiencias sobre ese espacio (15). Existen múltiples
formas de concebir el paisaje, desde paisajes sensoriales (Tafalla,
2015) (16), sonoros (Schafer, 1977) (17), simbólico (Cosgrove,
1984) (18), de miedo (Yi-Fu-Tuan, 1979) (19).
64
El paisaje es un concepto complejo, flexible según su observa-
dor y quien lo construye, sin embargo, una de sus particularidades es
la cercanía a nuestra vida cotidiana. La información que recibimos
cotidianamente de nuestro entorno es paisajística, lo miramos todo el
tiempo, pero pocas veces nos detenemos a observar los elementos
que lo conforman. Solemos considerarlo como algo externo, fuera de
nosotros, que está allá pero no es así, somos una parte importante de
él pues contribuimos a darle forma (20).
La bibliografía existente sobre paisaje en términos educativos
está centrada en una herramienta para la educación ambiental, si-
guiendo la lógica de aprendizaje percibir-conocer-valorar-
comprender-percibir (20). En el ámbito de la educación, paisaje es
un medio que reafirma un conocimiento no binario hombre-
naturaleza sino una visión integral donde el alumno comprenda la
interacción entre los elementos que conforman la sociedad y la im-
portancia del entorno físico geográfico. Como instrumento de trans-
misión de conocimiento sistémico es eficaz, construyendo conoci-
miento sobre el medio progresivamente partiendo de la observación
e identificación de claves visibles al ojo humano (21).
El acercamiento del paisaje se da a través de nuestra percep-
ción y sentidos, es un conjunto de procesos sensitivos, cognitivos y
actitudinales (22). De inicio pensar en paisaje como un referente
geográfico suele ser un buen comienzo al ser un puente entre el ám-
bito social y medioambiente pero es sobre todo un referente vivo del
lugar donde vivimos (23). En la literatura sobre el potencial del pai-
saje en la enseñanza de educación básica se menciona una lista de
bondades como pluralidad, interdisciplina, transdisciplina, todas
ellas pueden ser ciertas y aplicables, pero para escuelas de educación
espacial estas bondades no siempre pueden ser aplicables en el aula.
Para nuestro propósito paisaje creativo es un espacio social-
mente construido donde los elementos que conforman el huerto jar-
dín contribuyen a la convivencia entre alumnos-profesor-entorno. La
creatividad, curiosidad y exploración de nuestro espacio más cercano
es experiencia vivida colectiva de enseñanza mediante nuestras pro-
pias capacidades. De la bibliografía consultada recuperamos algunas
65
actividades que pueden ser adecuadas para escuelas de educación
especial, considerando las diferencias y capacidades de los alumnos.
Trabajar con el tema de paisaje y en el paisaje tiene como pro-
pósito adquirir competencias de comunicación lingüística, matemáti-
ca, conocimiento e interacción con el mundo físico, resaltar las capa-
cidades artísticas donde el alumno aprende poniendo en práctica. De
lograrlo, el estudiante desarrollará su percepción sensorial, creativi-
dad y emociones (23).
Consideramos iniciar con una visión general de paisaje como
el horizonte, el paisaje es lo que nuestros ojos alcanzan a ver, poste-
riormente como medio y finalmente como entorno. Lo que veo ten-
drá que considerarse para alumnos de los dos primeros grados esco-
lares, incluso puede aplicarse a nivel preescolar. En estos ciclos es-
colares se invita al alumno a descubrir el entorno natural y social
(13).
Para alumnos de primaria de tercer a sexto grado es posible
hablar de medio físico, seres vivos, población, el cambio de paisajes
de acuerdo con las actividades económicas. Paisajes a lo largo de la
historia, un espacio para mostrar cómo los paisajes cambian por las
actividades económicas a lo largo del tiempo, es posible verlo de
manera clara en su ciudad o localidad (13).
Los primeros acercamientos al paisaje no tienen que ser mera-
mente educativos, siguiendo al pie de la letra los contenidos escola-
res, el docente puede acercar a sus estudiantes desde la experiencia;
la percepción sensorial y emoción es clave para su entendimiento
(23). Los profesores pueden poner alguna música de fondo, aprove-
char la floración de algunas plantas aromáticas, acercarse, tocar al-
gunas hojas, tronco con texturas diferentes.
De estas primeras actividades a realizar es importante recono-
cer el dentro y afuera, sobre todo para alumnos de escuela especial.
Es necesario que el grupo reconozca y familiarice con elementos que
conforman el paisaje, así como con las actividades artísticas dirigi-
das al huerto escolar, de esta manera el alumno estará preparado para
identificar lo visto en clase con el espacio abierto del huerto. Si es
posible se puede continuar a una escala más amplia como el barrio,
66
localidad, municipio.
Otra propuesta para la comprensión del paisaje es a través del
dibujo de su entorno inmediato. Se puede comenzar esta actividad
dibujando el salón de clases, seguir con su huerto escolar, su escuela
y algunos elementos característicos de su ciudad, barrio, localidad o
comunidad. Al acercarse al paisaje el alumno no sólo explora sus
habilidades artísticas y capacidad de dibujo sino las escalas.
Siguiendo a Heras y Benayas (1994) el paisaje tiene tres di-
mensiones: 1) Estética, 2) informativa y 3) transformadora. Las acti-
vidades propuestas están basadas en observación, análisis y com-
prensión del paisaje. En nuestro caso específico lo más importante es
resaltar los sentidos y dar a los alumnos experiencias positivas. Esta
serie de pasos indicados en la tabla 3 ayudarán a los profesores en
esta introducción a los paisajes de enseñanza (20). (Tabla 3)
67
Observo-ubico-describo. Una manera divertida es
jugar “Veo, veo con mis ojos veo: montañas, flores
6
de colores, edificios, insectos, macetas, carretera,
carros, etc.
Elaboración propia basado en Heras y Benayas, 1994 (20).
68
- Localización. Dónde estoy. Apoyarse en un plano de
la escuela. Puede ser utilizado en grados más avanzados.
- Orientación. Del punto donde estoy parado, mi casa
está:______
- Situación. Mi localidad, municipio es más pequeño o
más grande que o más pequeña que_____. O bien, tomar al-
guna referencia geográfica: mi escuela es más pequeña que la
montaña.
69
Tabla 5. Propuesta de actividades para la introducción al estudio del
paisaje y huerto escolar
70
Para alumnos de grados más avanzados pueden hacerlo por parejas.
Pueden hacer uso de fotos. Se observan, se relatan mientras que los
otros dibujan de acuerdo con la descripción. Pueden compararse los resul-
tados de los equipos.
Elaboración propia basada en Heras y Benayas. 1994; Sánchez, 1997 (20)
71
Consideraciones finales
A lo largo de este texto mostramos cómo el huerto ha sido una
alternativa viable y exitosa para situaciones de crisis de diferentes
países del mundo. En el ámbito escolar ha sido impulsado por dife-
rentes instancias supranacionales como instituciones gubernamenta-
les, todas resaltando las potencialidades para la enseñanza de temas
como educación ambiental, agroecología, suficiencia alimentaria,
paisaje. En todos los casos se busca sensibilizar a las personas al
cuidado, conservación del medio ambiente en primer plano, para re-
flexionar sobre los estilos de vida actuales y poco saludables por
otros cercanos a los saberes locales y comidas sanas.
Estos temas no son nuevos, en el caso de México la huerta fa-
miliar, cuidado del medio ambiente, de nuestra persona para llenar
una vida saludable se menciona desde mediados del siglo XX en los
libros gratuitos de educación básica de la Secretaría de Educación
Pública. En años más recientes instituciones de gobierno lanzaron
proyectos para acercar a las escuelas de educación básica al huerto
escolar.
La mayoría de los manuales existentes están dirigidos a escue-
las urbanas o rurales con alumnos sin problemas motrices o trastor-
nos de aprendizaje. Los manuales dirigidos a docentes son igualmen-
te escasos, pero lo son aún más en el caso de la educación especial.
Al menos en el caso de México, este tipo de centros públicos suelen
concentrar a estudiantes con diferentes capacidades en un solo salón
de clases, lo que hace más complicado al profesor la planeación de
actividades fuera del aula.
Este capítulo propone una serie de actividades complementa-
rias basadas en el mapa curricular de la Secretaría de Educación Pú-
blica que tienen el objetivo de orientar al docente y facilitar la pro-
gramación de sus clases. Se indican las etapas en la instalación de un
huerto escolar y se propone la elaboración de un diagnóstico del
grupo para identificar las capacidades y debilidades cognitivas, de
aprendizaje o motriz que puedan reforzarse.
La planeación anual de las asignaturas es una tarea que requie-
re un poco más de dedicación, pero durante el ciclo escolar tanto
72
alumnos como docentes se verán beneficiados en el proceso ense-
ñanza-aprendizaje. En los ejemplos mostrados todas las ilustraciones
son básicas, sin adornos o colores que puedan distraer la concentra-
ción del alumno. Se insiste trabajar previamente en el aula para mos-
trar a los alumnos los elementos del huerto, puede ser a través de
imágenes, fotos, dibujos, narraciones, cuentos, dependerá de la crea-
tividad de cada profesor. Es importante mencionar que no es obliga-
torio la instalación de un huerto escolar, estas actividades pueden
realizarse en jardines, áreas verdes o espacios abiertos con los que
cuente la instancia educativa.
Dos temas están de fondo son la educación ambiental y el pai-
saje. El primero centrado en una visión completa sobre el cuidado
del medio ambiente físico-geográfico al tiempo que se busca refle-
xionar sobre los estilos de vida que afectan nuestra salud y patrones
de consumo que tienen una influencia directa en la economía local y
global. Hacer pequeños cambios a nivel local lleva a una noción de
educación ambiental orientada al autocuidado y de mi entorno, del
paisaje como mi espacio más cercano y cotidiano.
Paisaje es el puente que une educación ambiental con el huerto
escolar. La primera imagen que comúnmente tenemos sobre él es el
horizonte, lo que nuestro ojo alcanza a ver, lo que tenemos frente a
nosotros. Solemos relacionar elementos físico-geográficos, con las
artes, pero es el concepto que nos permite vincular ámbitos naturales
y sociales. Es el espacio más cercano a nuestra vida cotidiana de la
que somos constructores directos de lo que observo, vivo, experi-
mento cada día.
Paisaje creativo hace alusión a la construcción social de espa-
cios de enseñanza donde tanto alumnos como docentes conviven,
crean ambientes agradables, aprovechando todas las capacidades
sensoriales de los alumnos. Identificando temas y contenidos que
puedan ser vistos en el aula como fuera de ella,pero, sobre todo, que
el contacto con espacios abiertos, como el huerto, los acerquen a una
mejora de sus capacidades. Apela a comprender el proceso enseñan-
za-aprendizaje de múltiples formas de acuerdo con las circunstancias
particulares de los alumnos.
73
El paisaje creativo es una propuesta didáctica para una ense-
ñanza amigable, basada en la experiencia, emociones y capacidades
sensoriales dirigida a escuelas especiales. Con ello el documento in-
tenta mostrar que el docente puede verse beneficiado por la instala-
ción y uso del huerto como herramienta pedagógica con alguna
orientación y actividades dirigidas. La educación formal no debía de
desenvolverse en espacios cerrados sino abiertos, verdes, que esti-
mulen todos los sentidos de los alumnos y de los profesores.
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76
Capítulo III
Las mujeres y el trabajo informal
Un análisis desde las brechas de género, para el Área
Metropolitana Centro Occidente (AMCO)
Resumen
Una brecha de género se define como “la distancia existente
en el acceso, el disfrute, la participación y el control de los recursos,
servicios, oportunidades o beneficios sociales entre mujeres y hom-
bres”. La importancia de reducir las brechas de género para el desa-
rrollo económico y social es fundamental, por ello la ONU incluyo el
tema dentro sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, constituyendo
parte del objetivo 5, “igualdad de género” y del objetivo 10, “reduc-
ción de las desigualdades”. De otra parte, el trabajo informal genera
una serie de situaciones que van en contra de los derechos de los tra-
bajadores, como por ejemplo el no acceso al sistema de seguridad
social y condiciones laborales no acordes con los lineamientos del
trabajo decente, etc.
El Área Metropolitana Centro Occidente de Pereira (Colom-
bia), ha presentado altas tasas de informalidad en los últimos años.
Para el año 2019 la tasa total fue del 47,4%; en donde las mujeres
representan el 51%, lo que representa cerca de 67 mil mujeres, cifra
que para una población de un poco más de 700 mil habitantes es
muy alta.
Más allá de los datos básicos sobre brechas de género e infor-
malidad que ofrecen los órganos estadísticos del estado no se cono-
cen detalles a fondo sobre las características de dicha población, lo
que permite que dicha situación se convierta en el objetivo de la pre-
sente investigación.
77
Evolución de las mujeres en el trabajo desde la
fundación de la OIT
Desde su fundación en 1919, la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), ha hecho esfuerzos para mejorar la situación de las
mujeres en el trabajo, a partir del principio de igualdad entre ambos
sexos consagrado en el acta de constitución de esta organización.
Desde entonces, la OIT ha venido avanzando en alcanzar este objeti-
vo a través de los diferentes convenios, de carácter vinculante, que
deben ser ratificados por los miembros de la organización y que al
aceptarlos se obligan a aplicar las disposiciones del convenio y a
someterse a la supervisión internacional que controla su aplicación.
Por otro lado, las recomendaciones, que no son de carácter vinculan-
te, establecen directrices y técnicas que deben aplicar los países. Ge-
neralmente estas recomendaciones dan dirección detallada a lo con-
sagrado en los convenios (1).
A lo largo de 100 años, la OIT ha producido 8 grupos de con-
venios que buscan mejorar la situación de las mujeres en el trabajo:
1) convenios sobre la protección de la maternidad (1919); 2) conve-
nio sobre el trabajo nocturno para las mujeres (1919); 3) convenio
sobre el trabajo subterráneo para mujeres (1935); 4) convenio sobre
igualdad de remuneración (1951); 5) convenio sobre la discrimina-
ción en el empleo y la ocupación (1958); 6) convenio sobre igualdad
de trato en la seguridad social (1962); 7) convenio sobre trabajadores
con responsabilidades familiares (1981); 8) Convenio sobre trabaja-
doras domésticas (2011) (1).
Según Gaudier (1994) citado en OIT (1), la trayectoria de la
OIT respecto a la promoción de la igualdad de género en el mercado
laboral se puede dividir en 2 etapas, la primera entre 1919 y 1950,
cuyo foco fue "proteger a las mujeres de las condiciones laborales
que puedan ser peligrosas para su función de reproducción”; y una
segunda etapa que busca “garantizar la igualdad de oportunidades y
de trato para las mujeres en el empleo y la ocupación”. La normati-
vidad de la OIT respecto a las mujeres en la primera etapa tomaba
78
como base el rol tradicional de reproducción que se le ha impuesto,
considerándolas como sujetos limitados a ese rol. A pesar de que
muchos de las recomendaciones también contenían disposiciones
respecto a asegurar la igualdad entre trabajadores y trabajadoras,
como aspectos relacionados con la remuneración y derechos iguales
para acceder a educación terciaria, esta normativa no implicó cam-
bios significativos respecto a la participación femenina en el trabajo
de producción de bienes y servicios. Una explicación a este resultado
está relacionada con la medición: las metodologías que usaban los
países no cuantificaban a las mujeres que trabajaban en el sector in-
formal, en la ruralidad o sectores tradicionales (1).
En la segunda etapa (1950 a 2019), las mujeres empiezan a te-
ner un rol más importante en la economía de los países industrializa-
dos, producto del derecho al voto que habían adquirido y la mayor
participación en actividades sindicales y asociaciones de profesiona-
les, que las dotaron de capacidades para defender sus derechos, ha-
ciendo que los diferentes gobiernos empezaran a formular mecanis-
mos para aumentar la participación de las mujeres en el mercado la-
boral y fomentar la igualdad de oportunidades y de trato entre traba-
jadores y trabajadoras, respecto a aspectos como el salario o la opor-
tunidad de elegir ocupación. Lo anterior produjo un cambio en el
enfoque de los convenios y recomendaciones de la OIT. Este nuevo
enfoque buscó proteger a las mujeres de la discriminación por moti-
vos de género, para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres
en el acceso, permanencia y disfrute de beneficios del mercado labo-
ral (1).
Pese a los esfuerzos de la OIT, los convenios son más una con-
secuencia de la mayor participación de las mujeres en el mercado
laboral, ya que, aspectos como una menor fecundidad, acceso a edu-
cación formal, migración a la ciudad, entre otros, contribuyeron en
mayor medida a estos cambios. Lo anterior se puede reflejar en la
evolución de la participación de las mujeres en el mercado laboral en
América Latina y el Caribe: la tasa de participación en esta región
solo empezó a aumentar en 1980 con la crisis económica, esto, pro-
ducto del efecto del trabajador añadido, es decir, las familias vieron
79
disminuidos sus ingresos producto de la crisis, lo que aumentó la ne-
cesidad para las mujeres de conseguir ingresos para sus familias y
participar en el mercado laboral. En todo caso, pese a la mayor parti-
cipación de las mujeres, estas entraron a través del sector informal
principalmente, producto de la necesidad de hacer compatible el tra-
bajo remunerado con el no remunerado (1).
Las legislaciones internas de los países siguen lejos de las dis-
posiciones proclamadas por la OIT a través de sus convenios y re-
comendaciones, sobre todo en lo relativo a la igualdad de remunera-
ción, segregación laboral, acceso a cargos directivos o mejor remu-
nerados y calidad de los empleos. En todo caso, pese a los avances
en los convenios de la OIT y la legislación interna en muchos países
del mundo, las brechas de género en el mercado laboral siguen sien-
do amplias y, aún más preocupante, el avance se ha hecho más lento
(1,2).
80
fenómeno es la causa de muchas de los problemas que tienen las mu-
jeres en sus vidas laborales, como el no acceso a la seguridad social,
mayor riesgo para la salud y seguridad, menor productividad, menor
remuneración, y en general, menor capacidad para llevar la vida que
ellas valoran (4). En la parte tres del presente capitulo se abordará de
manera más amplia las causas de la informalidad en general, así co-
mo las causas de la brecha degenero en la informalidad laboral.
La primera noción de informalidad laboral se abordó desde el
término “sector informal”. Esta concepción es problemática pues no
usa una definición de la informalidad, sino una descripción de la
misma. Así, el sector informal fue descrito como aquel “formado por
actividades económicas en pequeña escala, integrado por trabajado-
res por cuenta propia que contratan a familiares o solo a unos pocos
trabajadores” (5). La Decimoquinta Conferencia Internacional de
Estadísticos del Trabajo (CIET) estableció que el trabajo informal es
todo empleo en el sector informal, que incluyen todas las empresas
no registradas, o empresas pequeñas no constituidas. Esta definición
es insuficiente pues ignora el hecho de que hay trabajos informales
en el sector formal o en los hogares, de hecho, en el mundo, el 6,7%
de los informales están en el sector formal y el 2,5% en los hogares
(3).
Debido a lo anterior, el CIET y la OIT han adoptado diferentes
términos que definen la informalidad (Tabla 1). Estas definiciones
dan más claridad sobre los componentes de la informalidad y permi-
ten producir estadísticas más cercanas a la realidad del problema. En
todo caso, como ya se mencionó, todavía no hay uniformidad en la
medición de la informalidad. Las normas internacionales miden la
informalidad basado en dos definiciones operativas: 1) basado en el
sector informal; 2) basado en el trabajo informal. En el primero, la
unidad de observación son las unidades productivas informales y las
características del lugar de trabajo; en la segunda, la unidad de ob-
servación son los empleos informales, sus relaciones de trabajo y las
protecciones sociales asociados con el empleo del trabajador (5).
81
Tabla 1. Definiciones de informalidad laboral según CIET y OIT.
Brechas de género
De manera general, las brechas de género hacen referencia a la
distancia que hay entre hombres y mujeres en el acceso a libertades
que les permita llevar la vida que valoren. Así, dichas brechas son un
instrumento de medición de las políticas públicas que buscan reducir
la desigualdad entre hombres y mujeres. Reducir la desigualdad de
género hace parte de los objetivos de desarrollo sostenible, específi-
camente el objetivo número 5 ( igualdad de género y empoderamien-
to de todas las mujeres y niñas), éste objetivo se vincula, además,
con al menos otros tres objetivos: Objetivo 8 (promoción del creci-
miento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno
y productivo y el trabajo decente para todos); Objetivo 4 (garantías
de una educación inclusiva y equitativa de calidad y la promoción de
oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos); Obje-
tivo 10 (reducción de la desigualdad en los países y entre ellos).
Asimismo, la igualdad de género también tiene relación como causa
y como efecto entre los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible,
por eso, la ONU ha señalado que la igualdad de género es prerrequi-
sito para lograr un desarrollo sostenible e incluyente (2).
84
Las brechas de género pueden medir diferentes tipos de de-
sigualdades. Por ejemplo, el WEF (6) y su Índice Global de Brechas
de Genero mide 4 variables, a saber: salud, educación, participación
en la economía, y empoderamiento político. Para el caso de este ca-
pítulo, se pretende mirar las brechas de género en el mercado labo-
ral.
Las brechas de género en el mercado laboral se definen como
la distancia entre hombres y mujeres para el acceso, permanencia y
disfrute de beneficios al participar en el mercado laboral. Asimismo,
estas brechas miden diferentes variables: división sexual del trabajo;
segregación laboral; conciliación de la vida personal, profesional y
familiar; acceso, uso y control de recursos y beneficios; libertades
sindicales y dialogo social y calidad del trabajo (7). Este capítulo se
concentra entonces en el análisis de la calidad del trabajo y la situa-
ción de las personas que trabajan en la informalidad, a través de la
medición y análisis de diferentes indicadores que muestran las bre-
chas existentes entre hombres y mujeres.
Las disparidades en términos de responsabilidades por fuera
del trabajo remunerado producto de estereotipos de género, podrían
constituirse como una de las principales causas, sino la mayor, de las
brechas de género (2). Así, hay factores observables o fáciles de
agregar a modelos económicos que puedan explicar esas brechas,
como la educación, edad, presencia de hijos en el hogar, condiciones
espaciales, formalidad, ocupación y sector económico donde se ocu-
pa, entre otros. Por otro lado, están los factores no observables, difí-
ciles de cuantificar o agregar a modelos, factores como los estereoti-
pos, el comportamiento producto de aspiraciones determinadas y las
normas sociales que modelan los arreglos familiares e incluso la fe-
cundidad (1). Estas variables que esconden gran parte de la causali-
dad de las brechas son estudiadas a través del enfoque de género. En
las partes 4 y 5 seusará este para analizar las brechas de género en la
informalidad femenina en el Área Metropolitana Centro Occidente
(AMCO).
85
Informalidad
Según datos de la OIT (3) el trabajo informal representa el
61,2% del empleo mundial, con disparidades entre regiones, que va
desde el 85% en África, hasta 25,1% en Europa y Asia Central. Las
diferencias entre países en desarrollo y desarrollados son abismales,
mientras que en los primeros la informalidad es del 69,6%, en los
países desarrollados es del 18,3%, de hecho, la informalidad de los
países en desarrollo y emergentes representan el 93% del empleo
informal del mundo. Asimismo, el 80,9% de las unidades económi-
cas son informales, donde se emplea el 51,9% del empleo mundial;
6,7% en el sector formal y 2,5% en los hogares (3).
Frente a la composición de la informalidad, los trabajadores
por cuenta propia que se emplean en el sector informal representan
el 45% de los informales en el mundo, mientras que los asalariados
(empleados) representan el 36,2%, los hogares el 16,1% y los em-
pleadores el 2,7%. Nuevamente las disparidades por nivel de desa-
rrollo son grandes. Mientras que en los países desarrollados la mayo-
ría de los informales son empleados o asalariados (51,4%), en los
países emergentes o en desarrollo, la mayor proporción de trabajado-
res informales son cuenta propia (45,5%), mientras que los asalaria-
dos representan un 35,4%. También es relevante revisar la informa-
lidad por nivel educativo: en el mundo el 93,8% de las personas sin
educación son informales, mientras que las personas con educación
primaria, secundaria y terciaria tienen una probabilidad de 84,6%,
51,7% y 23,8% respectivamente de ser trabajadores informales (3).
Como ya se mencionó hay una mayor proporción de países
(55,4%) con más informalidad femenina que masculina. Así, en el
mundo, el 58,1% de las mujeres y el 63% de los hombres son ocupa-
dos informales. La brecha por nivel educativo es negativa (favorable
a las mujeres) en los niveles de educación secundaria y terciaria, con
una brecha de -7 puntos porcentuales y - 5,2 respectivamente. La
brecha entre hombres y mujeres con ningún nivel educativo y educa-
ción primaria es de 3,6 y 2,3 puntos porcentuales respectivamente.
En América Latina y el Caribe la tendencia de la informalidad
es decreciente. En la región el 53,1% del empleo es informal, el
86
44,8% de estos son asalariados informales y el 43,4% trabajadores
por cuenta propia; el 70,3% de los informales trabajan en el sector
informal y el 13,5% en el sector formal. Asimismo, las personas sin
educación, con educación primaria, secundaria y terciaria tienen una
probabilidad de ser informales del 82,2%, 72,5, 50,8% y 33,5% res-
pectivamente. El sector con mayor informalidad es la agricultura cu-
yo porcentaje de informales sobre el total de ocupados en este sector
es del 79,2%, seguido de la industria con 49,1%, y servicios con
49%. En la región, las mujeres sufren de mayor informalidad
(54,3%) que los hombres (52,3%). En América Latina y el Caribe,
persisten brechas negativas para las mujeres en la informalidad en
todos los niveles educativos, a saber: sin educación 15,8%; educa-
ción primaria 9%; educación secundaria 3,5% y educación terciaria
con un 2,6%, lo anterior a pesar de que, como ya se mencionó, las
mujeres están más educadas que los hombres (3).
En Colombia la informalidad también presenta una tendencia
positiva a decrecer. En el trimestre diciembre 2019 - febrero 2020, la
informalidad en 23 ciudades principales y áreas metropolitanas fue
de 47,9%, mientras que para el trimestre diciembre 2007 - febrero de
2008, la informalidad fue de 52,2%. Asimismo, la probabilidad de
ser informal por nivel educativo para personas sin educación, educa-
ción primaria, secundaria y superior, fue del 85%, 80%, 57% y 24%
respectivamente. Por posición ocupacional, los trabajadores por
cuenta propia representan el 63% de los informales, seguido de los
empleados particulares con el 20%, empleados domestico con el
7,14%, empleador o patrón el 5,61% y trabajador familiar sin remu-
neración 3,42%. Por ramas de actividad, en 23 ciudades principales
y áreas metropolitanas, (es decir, sin incluir los territorios rurales
donde se encuentra la mayor parte de la agricultura), el comercio, los
hoteles y restaurantes representaron el 42% de la informalidad, la
industria el 13%, la construcción el 8%, el transporte, almacena-
miento y comunicación el 12%, las actividades inmobiliarias el 8% y
los servicios comunales y personales el 16%. Asimismo, los sectores
donde se tiene más probabilidad de sufrir de informalidad son el co-
mercio, hoteles y restaurantes con un 66%, transporte y almacena-
87
miento 61%, construcción 52%, industria 41%, actividad inmobilia-
ria 34%, servicios comunales y personales 33% y el sector financiero
11%. Todo lo anterior en el trimestre diciembre 2019 - enero 2020
en 23 ciudades y áreas metropolitanas. Asimismo, la brecha de géne-
ro en esta misma población paso de 5,11 puntos porcentuales en
2007 a 3,12 puntos porcentuales en 2020 (trimestre diciembre -
enero). Esta reducción se produjo por una disminución de la tasa de
informalidad de los hombres menos pronunciada que la de las muje-
res, pasando de 49,95% a 46,46% y 55,06% a 49,58% respectiva-
mente (8).
88
agentes económicos no “escapan” de las regulaciones buscando me-
jores beneficios, sino que son “excluidos" de la formalidad, producto
de la decisión de su empleador de mantenerse en la informalidad
buscando sobrevivir, dado su estado de desarrollo precario, de bajo
crecimiento y potencial, producto de una baja inversión en capital y
acceso a tecnología, y dado la incapacidad del sector formal de ab-
sorber toda la mano de obra, es decir disparidad entre la demanda y
la oferta laboral (11).
Por otro lado, los trabajadores poco cualificados abundantes,
con bajas oportunidades en la economía formal, dada sus capacida-
des, ven la informalidad como una válvula de escape para sobrevivir.
Así entonces, se puede decir que las razones de la informalidad son
por escape o por exclusión (voluntaria o involuntaria) (9,10).
Sandoval (12) explica en su trabajo la mayoría de las causas de
la informalidad, que se pueden enmarcar dentro de las corrientes es-
tructuralistas o institucionalistas, causas que también señala Uribe et
al (11) Fajnzylber (9) o Quejada et al (13). En primer lugar, explica
las “causas remotas” como el efecto de disparidades entre oferta y
demanda producto de un excedente de mano de obra natural, por el
desarrollo económico más intensivo en capital, tecnología y mano de
obra cualificada y menos intensivo en mano de obra no cualificada,
que busca refugio en la informalidad. En segundo lugar, están las
causas próximas, que explica el autor son coyunturales, por lo tanto,
hace que la informalidad sea estacional, reversible y de corta o larga
duración. Estas causas son el crecimiento del desempleo, migración
internacional de población, migración de las zonas rurales a las ur-
banas, complementariedad de la actividad informal con la formal,
exceso de normas y leyes aplicadas a la actividad económica, laxitud
en la aplicación de normas y leyes, fomento a la informalidad por
razones políticas y corrupción de funcionarios o instituciones públi-
cas.
Para Fajnzylber et al (9) o Uribe et al (11) la informalidad es
un problema que refleja subdesarrollo. En sus trabajos, muestran
como la informalidad se ve reflejada de acuerdo con el nivel de desa-
rrollo económico dado, es decir, “es simplemente una etapa del pro-
89
ceso de desarrollo” (9). Las diferentes corrientes que Uribe et al
(11), Quejada et al (13) llaman institucionalista (informalidad volun-
taria o por escape) o estructuralista (Informalidad involuntaria y por
exclusión) no tienen que ser excluyentes una a otra, al contrario, se
pueden combinar para formar una teoría general de la informalidad y
formular estrategias de política pública más completas. Así entonces,
Fajnzylber et al (9), señalan que la primera solución de política pú-
blica para la informalidad es el aumento de la productividad del sec-
tor formal, ya que esto aumentaría los beneficios de trabajar en este
sector, disminuyendo así la relación costo-beneficio del trabajo in-
formal, haciendo a este último menos atractivo. Un aumento en la
productividad del sector formal y su consiguiente creación de em-
pleo reduciría la tasa de desempleo, permitiendo absorber la oferta
de trabajo.
Este aumento de la productividad debe ser conducido tanto por
un aumento en las inversiones de capital y tecnología, como en capi-
tal humano, puesto que, dado que el sector formal tiende a demandar
mano de obra calificada, la oferta laboral debe corresponder con es-
tas características en términos de capital humano (9,13). Asimismo,
un mal diseño de los sistemas de seguridad social, garantías labora-
les y medidas de seguridad para los trabajadores, pueden generar
pérdidas considerables de trabajo formal, por ello, estas deben ser
diseñadas con la suficiente flexibilidad, permitiendo que estas medi-
das no terminen generando informalidad y perjudicando así a los tra-
bajadores, como sucedió en Colombia en los años 90 (9,14). Lo ante-
rior lo llama Mejía y Posada (14) un nivel óptimo de enforcement
que permita a las empresas formales adaptarse a la economía mun-
dial globalizada, y ampliar el empleo formal y reducir el escape al
mismo. Asimismo, el nivel óptimo de enforcement debe alejarse del
extremo de la desprotección del trabajador, pues según Fajnzylber
(9) esto “puede generar una rotación del empleo más alta e incenti-
vos menores para la capacitación y quizá contribuya a la cultura ge-
neral de la informalidad”, además de lo injusto que sería este arreglo.
La formalidad implica una serie de costos y beneficios, estipu-
lados dentro del contrato social. La captura del estado por una parte
90
pequeña de la sociedad hace ver que este acuerdo social no se cum-
ple y que el estado solo beneficia a unos pocos, lo que incentiva el
incumplimiento de regulaciones y refuerza la cultura de la ilegalidad.
Para Fajnzylber et al (9), un mayor escape a la informalidad se rela-
ciona con una mayor desconfianza hacia el estado. Esto, según estos
mismos autores, no se soluciona reduciendo al estado o la capacidad
del mismo, sino aumentando la capacidad de este, mejorando la cali-
dad del gasto, la capacidad de fiscalización de las instituciones, así
como mejorar la eficiencia del mismo y el suministro de servicios
que incentivan la formalización, es decir, no solo es aumentar la fis-
calización del estado, sino los incentivos del estado.
91
Tabla 3. Enfoque integrado de la OIT
Asalariados
Independientes
94
Virginia y Dosquebradas. El municipio de Pereira es la capital del
departamento de Risaralda (Colombia) y funge como el centro prin-
cipal del sistema económico de la región. Dicha actividad económica
se ha concentrado principalmente en el sector comercio y servicios
con una aceptable participación del sector industrial, lo que ha gene-
rado, lógicamente, que sean estos sectores los que más empleo gene-
ran.
Cuando se analizan los principales indicadores del mercado la-
boral del AMCO, se puede observar grandes brechas en el mercado
laboral entre hombre y mujeres, siendo estas últimas las más afecta-
das por esta situación.
95
informal que las proteja y sin garantías de un salario estable y segu-
ro.
Asimismo, las trabajadoras informales de empresa particular,
aunque su dependencia laboral puede significar un acuerdo salarial,
estas pueden estar sujetas a mayor vulnerabilidad por no estar sujeta
a las garantías laborales de la formalidad. El trabajo doméstico sigue
siendo un importante generador de trabajo informal para las mujeres,
ello implica la persistencia en los roles del cuidado, incluso en la
producción de bienes y servicios. Lo anterior se hace más evidente
en la segregación del trabajo informal en las ramas de actividad que
hacen parte del sector servicios, el 88,9% de la informalidad laboral
femenina se concentra en estos sectores (Gráfico2).
96
res pueden excluirlas o producir incentivos para el escape a la infor-
malidad, dado sus condiciones más flexibles. Asimismo, el tiempo
que le dedican las mujeres al hogar reduce su oportunidad para capa-
citarse, en el AMCO la mayoría de las mujeres informales dedican
entre 20 y 30 horas semanales a la economía del cuidado, este tiem-
po es superior al tiempo mínimo necesario para realizar un programa
de educación terciaria, por ejemplo.
El sistema de salud en Colombia es universal, producto de los
mandatos de su Constitución y las sentencias de la Corte Constitu-
cional. Ello protege a los trabajadores que, aunque no paguen por su
atención en salud, el estado les asegura una atención mínima sufi-
ciente. Los datos muestran cómo, a pesar de su condición de infor-
malidad, casi la mitad de las trabajadoras están afiliadas al régimen
contributivo, ya sea porque pagan su salud (que es poco probable), o
porque algún familiar cercano las incluye dentro de su plan.
97
ción en salud de las mujeres informales, pero si en asegurar un aho-
rro para una vejez digna.
98
Gráfico 4. Afiliación al sistema pensional de trabajadores informales por género.
Fuente: Construcción propia con base en GEIH (DANE 2019)
Conclusiones
Las organizaciones multilaterales como la OIT han tenido un
papel reactivo frente a la desventajosa posición de las mujeres en el
mercado laboral, y los diferentes convenios promulgados solo han
venido a respaldar los movimientos y corrientes ya existentes que
han logrado equilibrar un poco las cancha al interior de los países.
Los avances percibidos en el trabajo decente a lo largo de más de
100 años han sido producidos por una mayor participación de las
mujeres en las posiciones de toma de decisiones en el sector privado
y público, así como acceso a derechos políticos.
También, la mayor participación de ellas en el mercado laboral
se debe a coyunturas económicas que producen incentivos para una
mayor actividad de estas en el trabajo remunerado, así como un
avance hacia unos roles y responsabilidades familiares más equitati-
vo entre hombres y mujeres, sin embargo, el aumento de la tasa de
participación laboral femenina se hace, generalmente, a través del
trabajo informal. El trabajo informal emplea a la mayor parte de los
trabajadores del mundo, y parece ser un fenómeno lejos de ser supe-
rado, pues su principal causa es una economía formal incapaz de
producir suficientes trabajos formales, y esto a su vez está relaciona-
do con el nivel de desarrollo de los países, es decir, una alta informa-
lidad laboral es un síntoma de una etapa de desarrollo de bajos y
medianos ingresos.
99
La brecha de género en la informalidad es producida, por un
disparidad en las responsabilidades que tienen los hombres y muje-
res en la economía del cuidado: las mujeres ven el trabajo informal
como una opción más compatible con sus actividades familiares,
además, una mayor demanda de tiempo (relativo al tiempo dedicado
por los hombres) por las actividades en los hogares, les hace más
difícil que a sus pares masculinos, acumular el suficiente capital hu-
mano para ser empleadas en el sector formal. Por otro lado, estas se
emplean en sectores con actividades percibidas como “femeninas”,
siendo estos sectores los que más demandan trabajo informal, tal
cual sucede en el AMCO.
Los trabajadores informales del AMCO, en promedio, tienen
entre 28 y 37 años, cuentan con educación de nivel secundario, pero
no estudian en un programa de educación terciaria; están afiliada al
sistema de salud público (régimen subsidiado) pero no ahorran para
una pensión; son madres en una familia mono parental; son trabaja-
doras por cuenta propia, se dedican al comercio y realizan su trabajo
en su vivienda; tienen un ingreso de entre 500.000 pesos y 1.000.000
de pesos. Lo anterior tiene serias consecuencias en el desarrollo de
las carreras laborales de estas mujeres, su vida personal, así como en
sus familias: siendo estas jefas de una familia mono parental, los in-
gresos producidos por ellas configuran pobreza monetaria, asimis-
mo, dado que son jefas de hogar, la necesidad de conciliar sus res-
ponsabilidades familiares con el trabajo remunerado, así como su
baja cualificación que se produce por sus roles dentro de la institu-
ción familiar, forman incentivos de escape y de exclusión que las
mantendría empleadas en el trabajo informal.
En cuanto a la calidad del trabajo, las trabajadoras informales
del AMCO están lejos de disfrutar del trabajo decente, con un ingre-
so digno y protección social, estas tienen menores ingresos que los
hombres y aunque están afiliadas a un sistema de salud, no ahorran
para una pensión. La informalidad en general es un mal en el que se
ha avanzado, sin embargo, la inestabilidad económica y el lento cre-
cimiento ha estancado la superación del mismo. En el estrechamien-
to de la brecha de género en la informalidad también se ha venido
100
avanzando, pero el bajo desempeño económico está afectando más a
las mujeres trabajadora informales que a los hombres, y sumando los
prejuicios, roles y responsabilidades impuestos a estas, las mujeres
trabajadoras informales sufren de una doble desventajas frente a los
hombres.
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104
CAPÍTULO IV
Padres adolescentes
Conocimientos y prácticas sobre sexualidad y planifica-
ción familiar
Resumen
La educación y acceso a la salud sexual y reproductiva es un
derecho fundamental, contemplado en los Objetivos de Desarrollo-
Sostenible, planteando la universalidad y empoderamiento como eje
articulador para lograr la igualdad de género, con énfasis en la pers-
pectiva de la mujer, sin embargo, desde la Conferencia del Cairo-
1994 se reconoce la importancia de vincular al hombre para dismi-
nuir riesgos y daños para la salud, tanto de hombres como de muje-
res, destacando que todo fenómeno social debe contemplar a todos
sus actores para tener una comprensión general y plantear interven-
ciones con mayor impacto.
Desde los estudios de género de los hombres, se ve la necesi-
dad de visibilizar a estos sujetos, trascendiendo los estereotipos asig-
nados a ellos, reconociendo la falta de apoyo, información y acom-
pañamiento, que en muchos casos se refleja en la baja percepción de
riesgo por parte de los hombres relacionados con los métodos de
protección, así como la poca inclusión en dicha temática, por esta
razón se planteó como objetivo Caracterizar a los padres adolescen-
tes, sus conocimientos y prácticas sobre salud sexual y reproductiva
en la zona metropolitana de Guadalajara, 2015-2016. Se realizó un
estudio cualitativo, privilegiando las narrativas de hombres de 16-19
años que estaban experimentando la paternidad. Dentro de los ha-
llazgos se pudo evidenciar que la masculinidad hegemónica determi-
105
na los conocimientos y prácticas sobre la salud sexual y reproducti-
va, a través de la cual se legitiman estereotipos que generan barreras
a los hombres, así como desigualdades entre la pareja con respecto a
la toma de decisiones, que a su vez se refleja en la construcción del
riesgo que lleva a la adopción de comportamientos que aumentan la
vulnerabilidad de esta población.
Introducción
El género es una construcción sociocultural en la que se atri-
buyen significados y se asignan roles a los sujetos según el sexo bio-
lógico, a partir de lo cual se determinan las formas de relacionarse y
comportarse (1). En la población adolescente, es decir, aquellos in-
dividuos que están entre los 10 y 19 años (2), que se caracterizan por
los cambios físicos, sociales, psicológicos y emocionales, siendo el
punto de transición desde la niñez a la edad adulta (3), hay un nece-
sidad de seguir los modelos construidos socialmente y que determi-
nan la construcción de la identidad.
Es en esta etapa y proceso de moldeamiento y demostración de
la identidad, en la que hay un especial énfasis en la búsqueda de la
autonomía emocional, personal y económica, tratando de encajar en
los modelos planteados desde la concepción del sistema patriarcal.
Este proceso de definición y afianzamiento de las características se
da de manera heterogénea y dependientes de las características del
grupo social, experiencias individuales y de la colectividad, así como
de los antecedentes propios del contexto socio-cultural en el que se
desenvuelven (4,5).
Precisamente son los elementos culturales a través de los cua-
les se configuran los significados y prácticas de cada individuo de
acuerdo con su sexo biológico, un claro ejemplo es la masculinidad
hegemónica a partir del cual se significa lo que es ser hombre, a tra-
vés de la cual se plantean características y se perpetúan los mandatos
y comportamientos que por concepción sociocultural se asignan a los
106
sujetos pertenecientes al género de los hombres.
En la población de hombres adolescentes, quienes están en un
proceso de búsqueda de aceptación en los grupos sociales, demostra-
ción de su hombría y virilidad, hay una especial atención y prácticas
relacionadas con la hipersexualidad (6), la iniciación en la vida se-
xual de manera temprana, el número de parejas, el no uso de MAC;
llevando a esta población a la exposición a comportamientos de ries-
go (7), lo cual está reforzado y apropiado por el grupo de pares,
quienes son jueces de comportamientos, y en muchos casos los prin-
cipales factores motivacionales para la toma de decisiones y compor-
tamientos para ser considerados aptos y que cumplen con los manda-
tos sociales (8).
Cuando se habla de la Salud Sexual y Reproductiva (SSR) esta
es definida como el equilibrio entre lo físico, mental y social desde
el punto de vista de la sexualidad (6), la cual es central en los proce-
sos de desarrollo y de socialización de los seres humanos y que tiene
prioridad en la población adolescente debido a que son considerados
de alto riesgo como resultado de la falta de madurez emocional y
física, la cual es evidenciada en la toma de decisiones relacionadas
con este tema, así como con el conocimiento y uso de métodos de
protección, con una baja percepción de riesgo, haciéndolos un grupo
muy vulnerable para contraer Infecciones de Transmisión Sexual
(ITS) y frente al embarazo/paternidad precoz (7).
Tanto en hombres como en mujeres adolescentes, se ha deter-
minado que su vulnerabilidad está relacionada con la falta de cono-
cimientos, redes de apoyo, así como las barreras propias de la orga-
nización institucional y aspectos culturales, limitando la posibilidad
de diálogo sobre la temática (8–10), generando mayores dificultades
para acceder a información, capacitación y a los métodos de protec-
ción, con calidad y oportunidad (9,10).
Tal como se ha planteado, la sexualidad y el género tienen un
punto de convergencia importante y que determina los comporta-
mientos, llevando en muchos casos a la generación de desigualdades,
por ejemplo, de manera tradicional los programas de SSR han tenido
un enfoque feminizado, limitando la posibilidad de acceso por parte
107
de los varones a todo lo que incluyen las estrategias dirigidas a ad-
quirir conocimientos, tener acceso a los métodos anticonceptivos,
llevando que la manera de obtener conocimientos sea a partir de
fuentes no oficiales y competentes que les den una guía adecuada
frente a esta temática (11).
Tradicionalmente los programas de SSR han tenido un enfoque
feminizado, limitando la posibilidad de acceso por parte de los varo-
nes a todo lo que incluyen las estrategias dirigidas a adquirir cono-
cimientos, tener acceso a los métodos anticonceptivos y más impor-
tante, conocer sus necesidades, miedos, expectativas, limitando su
forma de obtener conocimientos a partir de fuentes no oficiales y
competentes que les den una guía adecuada frente a esta temática
(11–13).
Se ha planteado que, si el inicio de la vida sexual en hombres
es en edades tempranas, esto aumenta 2 veces el riesgo de no usar
ningún método anticonceptivo ni de protección frente a infecciones
de transmisión sexual, así como de tener mayor número de parejas
sexuales, aumentando las probabilidades de embarazos en esta etapa,
así como de ITS, lo cual es más frecuente en personas de estratos
socioeconómicos menos favorecidos, aportando a la perpetuación de
las malas condiciones de vida (14).
Teniendo en cuenta lo antes mencionado y a los antecedentes
evidenciados con relación a los y las adolescentes y su SSR, en Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se han considerados como
prioritarios debido a los resultado de los múltiples riesgos y vulnera-
bilidad atribuida a la exposición a diversas barreras como la posibili-
dad de acceso a temas, procesos e información sobre educación en
sexualidad enfocada a las necesidades reales de esta población, así
como a los métodos de prevención (15), destacando que en muchos
casos se tiene la disponibilidad de métodos anticonceptivos, pero no
con el recurso humano que haga un acompañamiento y asesoría per-
tinente (16).
A pesar de estos planteamientos, las diferencias con respecto a
posibilidades de acceso a información, acompañamiento y de inclu-
sión de la perspectiva de los hombres en los programas y/o políticas
108
públicas relacionadas con la SSR, estos sujetos son reconocidos des-
de la Conferencia del Cairo en 1994 como actores centrales para la
disminución de riesgos y daños para la salud de otros y de ellos
mismos (17).
En este sentido, y partiendo de las inequidades evidenciadas
con respecto a la SSR, se planteó la necesidad de abordar esta temá-
tica en población de hombres adolescentes que están experimentando
la paternidad, es decir, aquellos hombres que son padres y aquellos
que su pareja estaba en el proceso de embarazo.
Esta selección de la población está relacionada con los princi-
pios de universalidad y la indivisibilidad, del objetivo de inclusión
planteados por los ODS, y alineados con las necesidades evidencia-
das desde los estudios del género de los hombres en los que se llama
la atención de su vinculación para evidenciar las experiencias, cono-
cimientos y visiones desde la perspectiva de los hombres.
El embarazo en la etapa de la adolescencia ha sido un fenó-
meno de salud global y social visualizado desde diversas perspecti-
vas, entre las cuales están las ciencias sociales, económicas, políticas
e incluso las ciencias biológicas y la salud pública, en las cuales se
resalta su impacto debido a que es percibido como factor causal o
predisponente para malas condiciones de vida, perpetuación de la
pobreza y problemas de salud, caracterizándose por tener un aborda-
je principalmente desde la mujer y el binomio madre-hija/hijo.
Este análisis ha permitido un amplio conocimiento de las ca-
racterísticas, necesidades y consecuencias para dos actores dentro de
este fenómeno; además de promover diversas estrategias para dismi-
nuir la frecuencia de este tipo de casos, sin embargo, los programas e
incluso las políticas públicas no han logrado su objetivo (18), gene-
rando cuestionamientos acerca de la forma en como es estudiado,
analizado y comprendido dicho fenómeno social.
Es precisamente esta forma feminizada de estudiar el embara-
zo en la adolescencia que conlleva a tener una visión limitada del
panorama, evitando la comprensión holística de dicha situación, en
la cual se estudian y dirigen las estrategias principalmente para los
actores más visibles, o por lo menos lo que la literatura hace notar;
109
dejando de lado, e incluso invisibilizando a otros que son determi-
nantes y que su inclusión permitiría mayor comprensión y efectivi-
dad en las intervenciones realizadas a dicha población.
Estos actores que resaltan por su ausencia, es la figura del pa-
dre, quienes notablemente son excluidos de los informes o aquellos
que los mencionan lo hacen principalmente desde el punto de vista
epidemiológico, como elementos de riesgo para la salud sexual y
reproductiva, donde se pone en evidencia el número de parejas se-
xuales, el inicio de su vida sexual y los hábitos relacionados con el
uso de métodos anticonceptivos y de protección, pero aspectos como
sus propias necesidades, los conocimientos reales e incluso estadísti-
cas de paternidad en esta población es poco abordada (19).
Existen varias publicaciones en las que se incluyen los hom-
bres, destacándose un abordaje estereotipado, donde es común en-
contrar etiquetas negativas asociadas a su participación durante todo
el proceso que incluye la vida sexual, reproductiva e incluso la pa-
ternidad, entre las cuales están irresponsabilidad, desinterés, aban-
dono, ausencia e incluso accidente o no planeación y no deseo (20–
24), generando consecuencias para dichos sujetos como lo es la legi-
timación de prejuicios, el desconocimiento de las necesidades reales
y sus expectativas.
Cuando se habla de paternidad en la población adolescente se
evidencia como su significado y atribuciones son el resultado de los
estereotipos, en el cual hay una culpabilización y visión negativa del
hombre, limitando la valoración de su desempeño a lo esperado so-
cialmente, es decir, la proveeduría y protección de su familia, invisi-
bilizando sus necesidades, expectativas e incluso temores, así como
la importancia que tiene tanto para él como para la pareja y el hi-
jo/hija en cada una de las etapas, desde la toma de decisiones, la in-
clusión y participación activa durante el proceso de embarazo, naci-
miento y crianza, destacando siempre una paternidad distante y en
muchos casos como no deseada y no planeada (25).
La frecuencia de hombres que experimentan la paternidad en la
adolescencia es notablemente inferior comparado con las mujeres
madres en esa misma etapa de la vida (26), lo cual no quiere decir
110
que sea menos importante, por el contrario, es necesario incluir la
perspectiva de esta población para lograr una comprensión holística
del embarazo en etapas precoces, para así lograr que las intervencio-
nes propuestas vayan dirigidas a la disminución de consecuencias
para dicha población, teniendo en cuenta estos antecedentes, se pro-
puso como objetivo de la investigación Caracterizar a los padres
adolescentes, sus conocimientos y prácticas sobre salud sexual y re-
productiva en la zona metropolitana de Guadalajara, 2015-2016.
Precisiones teórico-metodológicas
Para dar cumplimiento al objetivo de investigación y visibili-
zar los conocimientos y las prácticas frente a salud sexual y repro-
ductiva, así como las características propias de los padres adolescen-
tes se realizó un estudio cualitativo exploratorio, planteado desde el
enfoque socioconstruccionista como marco teórico-metodológico,
privilegiando los procesos narrativos para visibilizar los conceptos y
prácticas de hombres adolescentes que experimentan la paternidad y
que por tradición han sido poco escuchados e incluidos en la com-
prensión de los fenómenos como es el embarazo en la adolescencia,
para dar cuenta de esas múltiples realidades y comprender de manera
global el fenómeno de interés (27,28).
El proceso de trabajo de campo se llevó a cabo en la Zona Me-
tropolitana de Guadalajara en los años 2015-2016. Debido a las ca-
racterísticas propias del fenómeno y que la población tiene poco o
nulo reconocimiento frente a esta temática, se recurrió a un muestreo
por conveniencia en diferentes campos, donde se tuviera contacto a
través de personas clave para llegar a cada uno de ellos, conocer sus
subjetividades, y realidades (29) desde su propia perspectiva y expe-
riencias para recrear las construcciones, procesos de negociación y
vivencias con respecto al objeto de investigación (30,31).
El tamaño de la muestra correspondió a 28 hombres en el gru-
po etario de 16-19 años, todos procedentes de la Zona Metropolitana
de Guadalajara, pero sus situaciones familiares, económicas y socia-
les fueron muy diversas, favoreciendo la heterogeneidad de las fuen-
tes y las vivencias del fenómeno (32) , lo cual beneficia la compren-
111
sión de este, al tener diferentes perspectivas, desde la singularidad
que cada uno de ellos pudo aportar, reconociéndolos como sujetos
competentes y representativos de los grupos y del fenómeno a estu-
diar (33).
Todos los participantes fueron aquellos que sus parejas estaban
en el proceso de embarazo o los que ya eran padres. El número de
participantes se determinó posterior al ingreso al campo, tomando
como marco el concepto de saturación de la información (34), cuyas
categorías de referencia fueron la paternidad, así como salud sexual
y reproductiva.
Para la recolección de datos y comprensión del fenómeno de
interés, se utilizaron dos estrategias, en primer lugar, se aplicó una
entrevista estructurada para conocer datos sociodemográficos; y para
identificar los conocimientos y prácticas salud sexual y reproductiva
se realizó una entrevista semiestructurada, resaltando la importancia
de la narrativa dentro del lente epistemológico del construccionismo
social (35). Se contó con una guía para la entrevista, construida a
partir de la revisión de la literatura, además, se dio paso a los temas
emergentes en el proceso de diálogo con cada uno de los participan-
tes y que contribuyeran al cumplimiento del objetivo de investiga-
ción. El proceso de entrevista se realizó de manera individual, garan-
tizando la privacidad de los participantes.
112
Posteriormente se llevó a cabo una codificación abierta de ma-
nera vertical, es decir, la revisión de toda la entrevista en búsqueda
de códigos, posteriormente la identificación de categorías emergen-
tes y basadas en la revisión previa de la literatura, es decir, un proce-
so deductivo, y en mayor proporción, inductivas, que se obtuvieron
en el proceso de lectura y relectura del material (37). Para este pro-
ceso se utilizó el software Atlas Ti versión 7 con licencia de la Uni-
versidad de Guadalajara.
Consideraciones éticas.
Debido a que en el estudio se incluyeron participantes que eran
menores de edad, se obtuvo su aprobación para la realización de las
entrevistas, además de contar con la autorización por parte de padres
y/o adultos que fueran representantes legales. Tanto para este grupo,
como para los que ya eran mayores de edad, se contó con el proceso
de información y firma del consentimiento informado.
Se tuvo como principios éticos la confidencialidad y privaci-
dad de los participantes y la información como datos personales y de
los datos sensibles en los términos de la Ley General de Salud
(LGS), el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de In-
vestigación para la Salud (RLGSMIS) y de la Ley Federal de Protec-
ción de Datos Personales en Posesión de los Particulares
(LFPDPPP).
Para ejemplificar e identificar los participantes, se recurrió al
uso de fragmentos de las entrevistas, utilizando seudónimos para ga-
rantizar el anonimato de cada uno de los padres adolescentes inclui-
dos en el estudio.
113
diantes en una jornada y el resto del tiempo trabajan, 2 en el área de
comidas, 1 en el área de servicios y tres en trabajos de producción.
Los 22 restantes tienen sólo una ocupación, un caso se dedicaba ex-
clusivamente a estudiar y 21 se dedican a las actividades remunera-
das como son: mecánica automotriz (3), sector de alimentos (4),
construcción (6), producción y ventas (8).
100% de los padres adolescentes tiene una relación activa con
la pareja. En el grupo de los adolescentes que no planearon la pater-
nidad, 50% en el momento de la entrevista todavía vivía con su fa-
milia, 25% vivía con la pareja y 25% con la pareja y algún familiar
de la pareja. En los adolescentes que, si planearon ser padres, 31.3%
vivía con la pareja, 25% vivían con la familia, 43% vivían con la pa-
reja y algún familiar.
A partir del análisis de contenido emergió una categoría analí-
tica que permite tener una visión más completa sobre la paternidad y
es acerca de la planeación o no de esta, permitiendo evidenciar ade-
más de esto las prácticas sexuales, especialmente el uso de métodos
anticonceptivos (MAC).
16 participantes (57%) reportaron que su paternidad fue pla-
neada. 12 manifestaron que no fue algo planeado, sin embargo 9 de
estos reportaron que no utilizaban métodos anticonceptivos (MAC) o
no lo hacían de manera sistemática y que había conciencia tanto por
parte de ellos como de la pareja lo que podía pasar, es por esta razón
que se categorizan como paternidades no planeadas y a su vez, no
evitadas.
En los siguientes fragmentos de entrevista se pone en eviden-
cia las decisiones y prácticas frente a los MAC. En primera instancia
tenemos el caso de un participante que planeó su paternidad, además
que en su discurso plantea que el suspender el uso del condón fue
una decisión en conjunto con la pareja, y que la responsabilidad y
cuidado es asunto que se decide en pareja.
114
Por otro lado, se evidencia un padre quien manifestó que ade-
más de usar los métodos para la prevención del embarazo, también
tuvo el conocimiento frente al uso como medida para la prevención
de ITS, además, se evidencia que en la narrativa hay una clara mani-
festación de la protección de él hacia su pareja, es decir, que con el
uso de los MAC se evitan consecuencias físicas y se cumplen con los
mandatos sociales de la protección por parte de los hombres.
Adicional a esto, se puede notar un discurso en el que se ratifi-
ca el rol activo y de ejercicio de poder por parte de los hombres ha-
cia las mujeres, resultados similares a los de otros estudios en los
que se resalta la jerarquía frente a las responsabilidades y derechos,
así como el encargado de asumir la responsabilidad del cuidado de la
SSR (38).
115
Tabla 1. Caracterización de los padres adolescentes según la planeación del embarazo y uso de métodos anticonceptivos.
Paternidad planeada Paternidad no planeada
Participante Edad Uso de MAC Participante Edad Uso de MAC
Edwin 16 Siempre (condón) Jorge Alejandro 16 Intermitente (condón)
Cesar 18 Nunca Alonso 16 Siempre (hormonal)
Intermitente Siempre (condón-
Derek 19 Llano 17
(condón) hormonal)
Siempre*
Luis 19 Ezequiel 18 Siempre (condón)
(condón)
Siempre
Francisco 19 Eliceo 19 Nunca
(coito interrumpido)
Siempre
Gerardo 17 Osvaldo 19 Intermitente (condón)
(Método del Ritmo)
Daniel 17 Nunca Romeo 16 Intermitente (condón)
Siempre
Juan Manuel 18 Adrián 16 Intermitente (condón)
(condón)
Siempre*
José Manuel 19 Javier 16 Nunca
(condón)
Juan Carlos 19 Nunca Patricio 18 Intermitente (condón)
Siempre*
Gilberto 19 Andrés 19 Nunca
(condón)
Siempre
Ernesto 19 Luis enrique 19 Intermitente (condón)
(Método de Ritmo)
Siempre*
Gonzalo 17
(condón)
Siempre*
Enrique 17
(condón)
Siempre*
Oliver 18
(condón)
Intermitente (coito inte-
Alan 19
rrumpido)
* Dejaron de usarlo cuando tomaron la decisión de formar la familia
Fuente: elaboración propia.
117
Conocimientos y prácticas
Al indagar sobre los conocimientos de los MAC en la pobla-
ción de estudio, se pudo constatar que estos hombres tienen informa-
ción amplia sobre estos, lo cual fue verificado a través de la posibili-
dad que tuvieron para nombrar más de uno de los métodos, lo cual es
similar a los hallazgos en otros estudios epidemiológicos sobre se-
xualidad en población con características similares (39).
Los MAC más reconocidos por los participantes son el con-
dón, también se mencionan y usan otros métodos como el coito inte-
rrumpido y el ritmo. Al indagar en profundidad sobre la forma de
uso de estos métodos, se encontraron que existe un conceptualiza-
ción que es diferente a la realidad de estos, es decir, hay explicacio-
nes que no corresponden con la intencionalidad de estos métodos,
ratificando que el hecho de mencionar y enumerarlos, no es garantía
del uso y comprensión , por lo que se hace necesario buscar y verifi-
car la interiorización de la información y plantea retos frente a los
programas dirigidos a esta población y temática, lo cual debe ser
centrado en sus necesidades, expectativas y cumpliendo con reque-
rimientos para que la información sea oportuna, veraz y de calidad
(16).
En la siguiente narrativa, se puede notar que en la explicación
del método tiene como propósito la prevención del embarazo, expli-
cación que no incluye la prevención de las ITS
del método utilizado por uno de los participantes, lo cual es re-
velador frente a los riesgos a los que se someten estos jóvenes, pen-
sando no solo en los embarazos/paternidad precoz, también frente a
las ITS:
119
uso o no de los MAC y la construcción del amor, el compromiso y la
confianza como las principales motivaciones para la toma de deci-
siones con respecto a la SSR.
120
Fuentes de información sobre sexualidad
y planificación familiar
La información y capacitación sobre sexualidad y métodos de
planificación familiar la obtienen de diversas fuentes, clasificadas en
cuatro grupos: las fuentes oficiales, la familia, personas cercanas y
redes sociales/medios de comunicación. Todos considerados actores
protagónicos en el proceso de toma de decisiones frente a la sexuali-
dad y uso o no de MAC (44).
Con respecto a las fuentes oficiales, se menciona al personal de
salud, en la mayoría de los casos, profesionales en enfermería, así
como las y los orientadores de las instituciones educativas quienes
les dan charlas, donde se abarcan temas de anatomía, infecciones de
transmisión sexual, embarazo y métodos de protección, sin embargo,
hay un llamado por parte de estos jóvenes quienes resaltan que en
muchos casos estas jornadas de capacitación no son oportunas y
“centradas”.
121
juicios por parte del personal de los servicios de salud genera barre-
ras y esto lleva a actitudes de rechazo y resistencia por parte de los y
las adolescentes (39).
Estas situaciones pueden ser debido a que las personas encar-
gadas de realizar las jornadas de educación sexual no tienen la for-
mación en estas temáticas, refiriéndonos principalmente a las perso-
nas de las instituciones educativas, incrementando los riesgos, debi-
do a que no hay un manejo pleno de los datos, generando más dudas
e incluso aportando a la baja percepción de riesgo (44).
Hay manifestaciones de necesidades frente a los programas,
los cuales deben ser hacia sus necesidades, que sean más personali-
zados para poder expresar sus inquietudes, miedos y demás, debido a
que muchos no sienten la confianza para hablar de estos temas de
manera abierta y se sienten intimidados.
Algunos de los adolescentes reconocen que para tener acceso a
los MAC lo pueden hacer a través de los servicios de salud, sin em-
bargo, existen casos que consideran que la calidad de los métodos,
específicamente condones, no es adecuada, por lo que prefieren bus-
car en otro lugar, comprar o simplemente no usar.
122
así o cosas así, no, no hablan mucho de sexualidad pues… debería
ser bueno, no sé, decir consejos, no de si vas a hacer esto, tienes que
usar esto para tu bien y cosas así… hablar de esos temas, aunque
sean un poco penosos, pero pues si es algo que les tienes decir,
brindar esa información…” (Romeo, 16 años).
“... con un amigo, así pues, todos mis amigos por lo general
son mayores y pues yo les digo y pues son muy serios, pues en el
momento de que me ven serio, ellos también empiezan serios y me
aconsejan o me dicen que no hacer, qué hacer en situaciones y cosas
123
así yo les digo, yo les… son muy abiertos conmigo y yo con ellos y
pues les tengo confianza simplemente a ellos…” (Eliceo, 19 años).
“… si, cuando si, la primera vez que iba a usar un condón con
la otra persona, le dije y hazme un paro de írmelos a comprar por-
que me da pena, y me dijo pero pena ¿por qué? wey, al contrario te
deberías sentir orgulloso de que te vas a cuidar, le dije bueno acom-
páñame pues, ya fuimos y todo y ya me dijo sabes cómo ponértelo
wey o te digo; Nel si sé chido, ándale pues…” (Luis, 19 años).
Consideraciones finales
Los hombres adolescentes de este estudio tienen conocimien-
tos sobre los MAC, los cuales son mencionados de manera amplia y
que, al indagar sobre las formas de uso, se resalta que hay una in-
fluencia de las creencias y elementos contextuales que determinan la
forma de significar y tomar decisiones frente a esta temática.
Uno de los elementos centrales en la construcción de los signi-
ficados, las prácticas y toma de decisiones frente a la sexualidad es
el aspecto sociocultural, en el que priman los estereotipos de género.
En este sentido se encontraron dos grandes grupos: aquellos hombres
124
que con sus comportamientos y discursos legitiman los roles dife-
renciales asociados al género, en los que resaltan el ejercicio del po-
der sobre las mujeres en los temas relacionados con SSR, las deci-
siones, así como la replicación de estereotipos como lo es la respon-
sabilidad del cuidado de la otredad.
Por otro lado, hay adolescentes que plantean una actitud de re-
sistencia a los estereotipos asociados al género, en los que hay una
manifestación de la corresponsabilidad tanto del hombre como de la
mujer frente a la sexualidad y consecuencias que se puedan tener.
Es claro, como en este grupo de adolescentes predominan los
mandatos planteados desde la categoría analítica de la masculinidad
hegemónica, desde la toma de decisiones para el uso o no de los
MAC, así como para asumir la responsabilidad de la familia, consi-
derado y reconociendo en la proveeduría y cuidado de la otra perso-
na, como eje articulador para el autorreconocimiento como sujeto
genérico.
Otro elemento determinante en el uso, elección y prácticas son
las fuentes de información, los padres son el primer grupo que brinda
información, sin embargo, al no tener los conocimientos técnicos y
no tener estrategias para abordar los diálogos con los adolescentes,
además de no tener un nivel de confianza, genera resistencia por par-
te de ellos para hablar de estos temas, aunque se reconoce la impor-
tancia de recibir el direccionamiento para parte de su familia.
Como estrategia para suplir estas necesidades, hay búsqueda
de referencias en pares a partir de las experiencias se convierten en
el suministro de asesorías, demostrando que los procesos de sociali-
zación con pares determinan en gran parte la toma de decisiones y la
forma de configurar los conocimientos y prácticas.
Los servicios de salud y/o profesionales de salud son otra de
las fuentes, pero se reconocen barreras por parte de estos, debido a
que no tienen un proceso centrado en las características y necesida-
des de la población, lo cual genera actitudes de resistencia por parte
de estos hombres para solicitar asesoría y/o métodos.
En este orden de ideas, esta población encuentra que son mu-
chas las barreras que existen, por lo que su proceso de construcción
125
de significados, los cuales definen la toma de decisiones, está deter-
minado por los procesos de socialización, su cultura y contexto a
manera de observación y otros medios que puedan generar pautas
para su sexualidad.
Estos hallazgos permiten evidenciar la necesidad de visibilizar
los saberes culturales y permitir un dialogo e inclusión de estos en el
proceso de asesorías e integrarlos en el abordaje de una temática tan
importante como es la SSR en la población adolescente, lo cual lle-
vará a una comprensión integral como resultado de la inclusión de
las perspectivas de aquellos individuos que requieren acompaña-
miento especial por encontrarse en una etapa de aprendizaje y adap-
tación, en el que se toman decisiones a partir de elementos culturales
y de socialización, en muchos casos imitando comportamientos de
otros, principalmente de pares, para lograr la aceptación en los gru-
pos sociales y responder a los mandatos y características esperadas
según la construcción del género de los hombres.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante que se planteen
diferentes estrategias y programas que respondan a las necesidades
propias de los adolescentes, en este caso de los hombres, recono-
ciendo sus expectativas y necesidades, enfocando las acciones a es-
tos aspectos, dando un acompañamiento permanente, información de
calidad, completa y pertinente, velando por garantizar la compren-
sión de los conceptos, lo cual redundará en prácticas que sean más
responsables y dentro de estándares de seguridad, tanto para los
hombres, como para sus parejas.
Con este estudio se hace un llamado a la inclusión de los hom-
bres en el análisis del fenómeno del embarazo en la adolescencia,
reconocer las necesidades y abordar esta situación desde la hetero-
geneidad que se ha identificado desde los conocimientos, experien-
cias y motivaciones para la toma de decisiones que repercuten en el
proyecto de vida y el bienestar de hombres, mujeres y la familia en
general, lo cual llevará a un acercamiento al cumplimiento de la
igualdad de género relacionado con los deberes, derechos y necesi-
dades desde la salud sexual y reproductiva.
126
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131
Capítulo V
Farmacoepidemiología
Una visión desde el bienestar, el desarrollo
sostenible y la educación inclusiva
Resumen
Se plantea una reflexión teórica desde la farmacoepidemiología
asociada a la farmacoseguridad y la vigilancia farmacológica como
estrategias de la enseñanza de los riesgos probables, como eventos
adversos medicamentosos, reacciones adversas medicamentosas o
problemas relacionados, entre otros, por el uso de un medicamento.
Estos riesgos probables son un indicador sanitario de salud pública,
en la cual inciden factores de riesgo de tipo cultural, modos y condi-
ciones de vida reales, entre otros. Dichos factores, también influyen
en la acción farmacológica clínica más allá del efecto terapéutico
deseado y efectos no deseados. Debido a que los medicamentos y
afines, si bien pueden proporcionar salud, también pueden agravar un
estado de salud, o inducir una enfermedad medicamentosa. Por ello,
lo ineludible de la educación-formación de los estudiantes, profesio-
nales sanitarios para promover la responsabilidad social, y forjar ges-
tores comunitarios multiplicadores de la transferencia del conoci-
miento social, acerca del papel que tienen los medicamentos en el
proceso complejo de la salud-enfermedad y en el bienestar; conexos a
la innovación del desarrollo humano integral hacia la transformación
social para el progreso sostenible del territorio.
132
Introducción
Este capítulo describe aspectos teórico-prácticos básicos del
uso responsable e irracional de los medicamentos y afines2. Ya que,
ellos son indicadores de salud y hacen parte de la cultura en salud.
Se entiende así en una doble connotación: una básica, por el papel de
los fármacos como parte de la asistencia médica y otra relacionada
con el impacto del modo como los fármacos son utilizados por pres-
cripción/automedicación.
Esto significa, que se deben implementar mecanismos para la
observación de como sucede la morbilidad-mortalidad de cualquier
efecto clínico deseado o inesperado a dosis terapéuticas; en este sen-
tido, la farmacoepidemiología (FE) contempla dos campos valiosos:
la fármaco-economía y la vigilancia farmacológica (VF). Esta última
también llamada farmacovigilancia, entendida como los métodos
utilizados para estudiar la seguridad de los medicamentos, luego de
ser comercializados. Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS/OPS, 2015), dicho estudio abarca “actividades relativas a la
detección, evaluación, comprensión y prevención de los efectos ad-
versos de los medicamentos o cualquier otro problema relacionado
con ellos.” (es así, como la triada: la farmacoepidemiología, la fár-
maco-economía y la vigilancia farmacológica, busca: estudiar, iden-
tificar, evaluar, controlar, registrar, notificar y alertar sobre algún
efecto no deseado por el uso de algún fármaco; un problema de salud
pública (SP), poco abordado desde esta óptica.
Debido a que, el uso de los medicamentos y afines, si bien
pueden ayudar a prevenir, diagnosticar, recuperar y mantener la sa-
lud; a la vez, puede ser un riesgo probable para la salud, pues en oca-
siones se puede provocar un evento adverso medicamentoso (EAM),
una reacción adversa medicamentosa (RAM) o un problema relacio-
nado al uso del medicamento (PRUM). Estos riesgos probables pue-
den ocurrir, tanto por el uso por prescripción como por automedica-
ción, en un grado entre leve, moderado, grave y hasta letal; pudiendo
133
agravar un estado clínico de base o inducir otra enfermedad medi-
camentosa. Estos riesgos posibles son también la base para otros
estudios sobre la FE conexa a las acciones-efectos y procedimientos
de la farmacoseguridad para lograr el restablecimiento, manteni-
miento de la salud y la seguridad del paciente (1-4).
El evento adverso medicamentoso –EAM- es cualquier efecto
farmacológico clínico negativo en la salud del paciente, es decir, no
adecuado al objetivo de la farmacoterapia. Se asocia al uso o falencia
del uso responsable de una forma farmacéutica del medicamento,
incluye los productos biológicos; pero, es difícil establecer el nexo
causal del EAM con el uso del fármaco.
La reacción adversa medicamentosa –RAM- es un efecto pro-
bable, nocivo e impredecible que se deriva de la acción-efecto far-
macológica-clínica del medicamento a dosis terapéutica para profi-
laxis, diagnóstico, tratar algún síntoma, signo clínico, enfermedad o
para modificar una función fisiológica. Por ejemplo (p.e.), la Ampi-
cilina, la Buscapina® puede causar Shock Anafiláctico; el Hidróxido
de Aluminio y de Magnesio (antiácidos), la Loratadina (antihistamí-
nicos), la Morfina y sus derivados, causa estreñimiento. Además, la
Morfina y sus derivados, los antihistamínicos, el Etanol (bebidas etí-
licas), el Diazepam, la Fluoxetina, entre otros, también causan alte-
ración del sueño, de la atención y de la consciencia en grado distinto;
dependiendo de variables múltiples relacionada a la variabilidad bio-
lógica de cada ser humano único, a una forma farmacéutica elabora-
da por determinado laboratorio, el estado clínico de base del pacien-
te, entre otros.
El problema relacionado al uso del medicamento –PRUM- es
aquel efecto factible que causa o puede inducir la aparición de un
efecto negativo asociado a la medicación durante el proceso de uso
de un medicamento o afín.
En esta perspectiva, la VF hace parte del estudio de la FE y
grosso modo, vigila la farmacoseguridad previa, durante y después al
uso responsable de una medicina por prescripción/automedicación
en cada contexto, en el marco de comprender los EA, RAM o un
PRUM probables que causa un efecto negativo farmacológico-
134
clínico de grado leve, grave y hasta letal al ser humano.
Así, la observación de los riesgos posibles (EA, RAM,
PRUM), se concibe como una acción-efecto farmacológica clínica
nociva que ocurre a una dosis terapéutica en el uso profiláctico,
diagnóstico, modificación de alguna función fisiológica, tratar un
síntoma o signo clínico o alguna enfermedad. Aunque, en ciertos ca-
sos, es muy difícil definir un nexo causal preciso del EAM, RAM o
PRUM con el uso del medicamento.
Razón por la cual, el riesgo probable por el uso de un medica-
mento por prescripción o automedicación es objeto de estudio de la
FE (fármaco-economía y la VF), como una función básica en la de-
cisión responsable del médico de usar o no una medicina comparada
con otros existentes en el mercado farmacéutico, acorde al diagnósti-
co preciso de la enfermedad; según la necesidad clínica del paciente
en el proceso complejo de la salud-enfermedad. Dicha observación,
sobre el asiento de estudios basados en la evidencia y en indicadores
del uso, como son el riesgo/beneficio, costo/efectividad, cos-
to/beneficio, el costo/riesgo, entre otros.
Lo anterior, considerando, el aumento exponencial y no con-
trolado del uso indiscriminado de fármacos, un problema crítico de
salud pública (SP), el uso poco responsable de los fármacos. Lo que,
demanda estudios y comprensión de los FR probables relacionados,
sobre la evidencia de estudios robustos realizados en poblaciones
representativas e indicadores que ayude al control del proceso com-
plejo de la salud-enfermedad.
Por tanto, la FE tiene el fin de observar el efecto terapéutico
deseado y los efectos no deseados del fármaco que afectan el estado
clínico del paciente, por lo que se requiere vigilar y apegarse a su
uso racional consciente; es decir, uso más responsable por la seguri-
dad del ser humano. Reflexionando, que en los estudios sobre FE
conexos a la VF influyen factores múltiples en cada contexto parti-
cular, como son: lo psicoafectivo, sociocultural, el entorno me-
dioambiental, las tecnologías, lo político-económico, entre otros. Es-
tos son factores que inciden de forma multidimensional y diferente
en la acción y efecto farmacológica-clínica en cada ser humano úni-
135
co.
En este sentido, se requiere de la farmacoseguridad aplicable a
la inspección, la vigilancia y el control (IVC) de los medicamentos y
afines, que existen en el mercado; pero, se requiere más regulación
en estas prácticas y una logística para que se ejecute la IVC por ta-
lento humano idóneo de modo permanente; como una política públi-
ca farmacéutica beneficiosa (PPFB), en el ámbito nacional e interna-
cional. Teniendo en cuenta que la SP en términos de la gestión de
riesgos en la cadena de los procesos relacionados a los medicamento,
afines y agentes psicotrópicos3 (APST), se plantea lo inaplazable de
reinventar la gestión integral del riesgo que estructure, organice y
desarrolle la FE y la VF. Estas se constituyen en instrumentos esen-
ciales para la atención primaria en salud (APS), como indicadores de
la calidad del servicio de atención en salud y del sistema general de
seguridad social y salud.
Este razonamiento, en perspectiva del Modelo de las Fuerzas
Motrices (MFM) valorado por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS): “Es un
modelo específico para el sector salud que identifica una red de va-
riables con nexo causal que produce efectos negativos en la salud
humana y en el entorno medioambiental. Así, el análisis del MFM en
acercamiento a la OMS/OPS (2014), permite identificar las acciones
correspondientes que se deberían ejecutar por cada una de las cate-
gorías: fuerza motriz, presión, estado, exposición y efecto que com-
pone el MFM; y, la acción es una categoría transversal a todas las
demás (4, 5).
Asimismo, en el marco de la SP, se debe considerar el control
de los FR (EAM, RAM, PRUM) que son de origen multifactorial
relacionados al uso irracional de fármacos con cierto nexo causal a
las problemáticas sociales de tipo sociocultural, político, económico,
136
ambiental y tecnológico en cada contexto. La OMS, es enfática en
señalar que se deben crear organismos nacionales para coordinar y
articular las políticas acerca del uso racional de medicamentos y afi-
nes; haciendo control, seguimiento y evaluación a sus efectos farma-
cológicos-clínicos en poblaciones determinadas (6-9).
En este sentido, lo relevante de impulsar la vigilancia farmaco-
lógica y la fármaco-seguridad aplicada al uso de medicamentos y
afines, las cuales se plantean en este texto, como una visión ecosis-
témica y democrática en derechos fundamentales. Es decir, enten-
diendo la decisión del uso responsable de fármacos, conexa a una
interrelación armoniosa del ser humano con sus microsistemas eco-
lógicos internos y con los macro-ecosistemas del medioambiente,
compuesto por sistemas en armonía y resonancia con la naturaleza.
En los cuales influye factores múltiples en la decisión de usar o no
un medicamento, solo si es realmente necesario, sobre la base de un
diagnóstico preciso.
Desde este enfoque amplio, implica la comprensión holística
sistemática de los FR inherentes a la cultura; los estilos, conductas y
condiciones de vida que proporciona y facilita los modelos de desa-
rrollo de la sociedad. A partir de estos puntos de vista, es importante
pensar en las corresponsabilidades de todos, máxime de las autorida-
des responsables directas de educación, salud, cultura, medio am-
biente, justicia, entre otras; quienes deben tener en cuenta las diná-
micas de los componentes de los ecosistemas para el diseño y la eje-
cución de una PPFB de alcance nacional e internacional; que tenga
en cuenta las fuerzas dinamizadoras de lo global en la preservación
de una cultura saludable para alcanzar el desarrollo integral sosteni-
ble del ser humano y de la sociedad.
En el desarrollo integral sostenible del ser humano y de la so-
ciedad incide la educación y la formación holista sistemática sobre el
uso responsable de los medicamentos, para reducir sus FR probables
(EAM, RAM, PRUM). Estos, también pueden disminuir, cuando se
enfatiza la promoción de actitudes y prácticas responsables en el uso
racional de los fármacos desde la APS, aquellos que sean más segu-
ros, eficaces y de fácil acceso; acorde a la necesidad clínica del pa-
137
ciente y un diagnóstico preciso.
Al respecto, se presentan en la siguiente tabla 1, algunos ejem-
plos transgeneracionales, asociados a FR con nexo causal al uso de
fármacos (1-5,10-16):
138
coepidemiología cados por ensayos sencillos, para incluir a todos
(1976-1978) los pacientes con PRUM, siguiendo el contexto
cultural de la OMS.
Para que se garantice a la mayoría de los pacien-
Alma Ata(1978) Im-
tes, el acceso a la salud en relación estrecha al
pulsa la SP y la APS
uso de fármacos conexos con la SP.
El primer libro de epidemiología, por farmacólo-
Publicación Drug- gos y Clínicos, donde se confronta por primera
Europe(1979) vez, los perfiles del diagnóstico claro conexo a la
prescripción responsable.
Perfila una mirada sobre el riesgo por el uso de
OMS/OPS(1980)
fármacos, un problema complejo de SP.
Propone el control al uso imprudente de medi-
camentos en América Latina y África, debido al
mercado libre de fármacos de dudosa calidad por
OMS/OPS(1986) diferentes países. La The International Society of
Drug Bulletininforma EAM, a fin de controlar la
presión, el estado de la mega economía farma-
céutica y forjar una prescripción responsable.
Se plantea la regulación de normas y registro de
fármacos, sobre la base de ensayos preclínicos,
clínicos, pos-mercadeo y pautas de buenas prác-
En Colombia (1992) ticas de laboratorio, comparadas con otros paí-
ses; para reducir los EAM, RAM o los PRUM.
Además de promover la vigilancia farmacológica
el seguimiento farmacoterapéutico.
Fuente: elaboración de los autores
139
ce de eficacia y comparación de eficacia de medicamentos sobre es-
tudios basados en la evidencia, hacia la promoción de la calidad de
la prescripción y la prevención de la automedicación. Esta debería
ser asistida por un profesional sanitario capacitado, siendo lo ideal
hasta donde sea posible consultar al médico.
De igual manera, el acceso a programas de prevención de la
salud integral, máxime la salud mental, ligada a la educación sobre
el uso racional de los medicamentos, junto con la promoción de con-
ductas y prácticas adecuadas no farmacológicas en armonía y en re-
sonancia con la naturaleza; para explicar sobre la disponibilidad de
medicamentos seguros, eficaces, de fácil acceso y a un precio justo.
En este sentido, la farmacoepidemiología como una disciplina
estratégica útil de forma pedagógica renovada, contribuya al diseño
de una PPFB que conciba la necesidad de estructurar e implementar
otro modelo de gestión de riesgo para el uso responsable de los me-
dicamentos y afines, hacia la prevención de FR por su uso, en apro-
ximación al MFM propuesto por Corvalán (1999), que permita la
transferencia de conocimiento social sobre la farmacoseguridad, esta
ayuda a forjar cultura de uso responsable de los fármacos por la se-
guridad de los seres humanos y a reducir la inequidad social.
140
MFM, pues este modelo concibe la salud como un elemento impor-
tante del desarrollo sostenible. Al igual, que tiene en cuenta las con-
diciones sociales, culturales, demográficas y del entorno medioam-
bientales; as cuales, definen procesos productivos y de consumo en
una sociedad determinada.
De ahí, que saber en clave de comprender, identificar, definir
conductas y condiciones de vida que crean subjetividades diversas;
estas basadas en los ideales multidimensionales humanos, debe ser
un objetivo pedagógico para promover el uso responsable de los me-
dicamentos. En tal escenario, los aspectos de tipo psicoafectivo, so-
ciocultural, económico, político, tecnológicos, entorno medioam-
biental; deben ser tenidos en cuenta en el diseño estratégico de las
políticas del Sistema General de Seguridad Social en Salud (1-
5,10,17).
Asimismo, la comprensión del valor de educar en la FS y
transferir este conocimiento social mediante acompañamiento a las
comunidades, permite lograr la apropiación epistémica consciente de
los FR que influyen tanto en la acción-efecto terapéutico, como en
algún riesgo probable de un principio activo (PA); este se refiere a la
molécula química que causa la acción-efecto farmacológica clínica
de un medicamento o afín. La cual, una vez ingresa al organismo, es
decir el PA establece una interrelación bioquímica compleja con los
microsistemas orgánicos del ser humano (bio-actividad).
Dicha interrelación orgánica, incide en la evolución compleja
de la salud, la morbilidad y mortalidad probable por el uso del fár-
maco en una población determinada en un contexto explícito. Tam-
bién inciden los FR conexos al macrosistema externo, que hoy en
día, tienden a globalizarse, afectando el bienestar y la salud integral
unida al desarrollo sostenible del contexto social y territorial (8-13)
En este orden de idea, la FS sustentada para lograr los efectos
terapéuticos deseados con el uso responsable de los fármacos y para
la prevención de un FR probable (EAM; RAM; PRUM), debe partir
de un diagnóstico preciso que busque no solo la restauración de la
salud, sino también que logre cierta garantía de beneficios máximos,
como el reducir los efectos no deseados. Para tal efecto, es importan-
141
te lograr tres propósitos importantes:
1) Forjar conductas de vida auto-responsables entre los pacien-
tes (prácticas de actividad física cotidiana, alimentación balanceada,
dormir lo suficiente, relajación, entre otras). Además, la adquisición
de conciencia sobre la importancia de consultar a los profesionales
de la salud hasta apropiarse del uso óptimo de los medicamentos que
no requieren de receta médica.
2) Fortalecer la comunicación bidireccional en la interrelación
oportuna y optimista entre médico-paciente-farmacéutica, esta rom-
pe barreras comunicativas que en ocasiones se presenta por deficien-
cias en relación de índole cultural o social.
3) Contribuir en a que prevalezca el respeto por la dignidad
humana, mediante la educación inclusiva de la salud integral, máxi-
me la salud mental expresada en el ámbito mundial por las violen-
cias diversas. A las cuales, las autoridades responsables le deberían
presta más atención suficiente; al igual, que a través de todas las es-
cuelas por las que transita el ser humano, con el apoyo del núcleo
familiar. Se plantea que, si se interviene las causas estructurales de
las violencias que en algunos casos puede tener relación con un
EAM, se podría ayudar a disminuir ciertas violencias, mejorar la sa-
lud mental y ambiental.
142
apropiación de la vigilancia farmacológica y la farmacoseguridad en
configuración de la construcción social, política e ilustrada, tanto en
ámbito doméstico como global.
Por tanto, la educación inclusiva sobre estas enseñanzas re-
quiere impulsar la comprensión de las problemáticas sociales, estas
son los FR, entre otros, que inciden en el uso o no de los medica-
mentos y afines. Los cuales pueden afectar o no el bienestar, el auto-
control, el autocuidado y el cuidado de los demás; para ayudar a me-
jorar la calidad y la esperanza de vida de los seres humanos y el me-
dio ambiente.
Este razonamiento amplio, incluye lo relevante de involucrar
en la educación inclusiva, las explicaciones necesarias de consenti-
miento informado y comprendido, para entender que los medicamen-
tos y afines, pueden ayuden a crear bienestar, como la confluencia de
la salud física, social y la salud mental; estas están ligadas al desa-
rrollo sostenible, diverso y equitativo en un entorno medioambiental
adecuado en cada contexto específico. En el cual, influye la pruden-
cia en el uso de un medicamento; ya que, en la acción y efecto far-
macológica-clínica del fármaco intervienen variables múltiples. A
manera de un ejemplo, se ilustra los FR diversos que influye en el
uso de una Ampicilina, una Tetraciclina, la Gentamicina, el Metro-
nidazol, el Mebendazol o el Aciclovir, entre otros antiinfecciosos
(Observar el mapa 1).
143
Mapa1. Perfil de la relación en tríada fármaco-epidemiológica
de factores que influyen en una acción-efecto farmacológica clínica
de un medicamento
144
al servicio integral de salud y juntos reducir el uso irracional de fár-
macos. Observar el mapa 2.
145
la comercialización, la prescripción y la dispensación de los medi-
camentos.
Considerando, que existen unas FUERZAS motrices relacio-
nadas con el Modelo político-económico neoliberal globalizado, que
influye en el consumismo de medicamentos, tanto por prescripción
como por automedicación, estas unidas a la salud y al entorno me-
dioambiental, sobre la base de un diagnostico definido.
De igual manera, el modelo político influye en la Mega eco-
nomía de la industria farmacéutica y en los Tratados de libre comer-
cio, las patentes y en la propiedad intelectual. Estas temáticas influ-
yen de forma importante en la definición del nombre comercial o
genérico; lo que le permite al productor sobre facturar en algunos
casos, las materias primas para la elaboración de los medicamentos
con nombre comercial; y, por ende, el aumento del costo y la limita-
ción de acceso a estos, por las personas más necesitadas.
Entre los FR que pueden influir en las PRESIONES que se re-
lacionan con el uso de medicamentos, por prescrip-
ción/automedicación, está la Propaganda indiscriminada, actitudes y
prácticas inadecuadas de información de la industria farmacéutica
dirigida a los prescriptores; la cual en muchas ocasiones es sesgada,
se resalta los beneficios del medicamento; pero, se minimiza los FR
probables, asociados al uso del medicamento.
De igual modo, las presiones como las Variables psicosociales
críticas en cada contexto particular y en cada ser humano único, son
FR posibles que inciden en una cultura de consumismo influenciada
por la promoción de la propaganda tendenciosa, que motiva al uso de
fármacos para aliviar todo síntoma, signo o patología. Los cuales, en
ciertos casos clínicos, dentro de esa “cultura inadecuada”, el sínto-
ma/enfermedad es psicosomática; y a veces, el uso de un fármaco
placebo4, la actitud-práctica inadecuada de la industria farmacéutica,
como la propaganda indiscriminada, entre otras; motiva el uso irra-
cional de un medicamento o afín sin un diagnóstico claro.
Siguiendo los procesos de esta cadena, las FUERZAS, PRE-
4Un fármaco inerte que no tiene acción-efecto farmacología clínica, pero, el paciente cree
que le produce beneficio.
146
SIONES (las dos primeras) conducen a EFECTOS probables, en los
cuales influyen FR por el uso inadecuado de fármacos y afines, p.e.
la Penicilina G-Benzatínica o la Penicilina G-Potásica puede causar
en pacientes hipersensibles, un shock Anafiláctico, RAM grave -
toxica– que puede conducir al paciente a un estado clínico complica-
do hasta la muerte.
Asimismo, el uso indiscriminado de fármacos en alimentos,
p.e. la Tetraciclina (antiinfeccioso), utilizados para acelerar el creci-
miento de pollos, porcinos y bovinos; y, disminuir las infecciones de
estos animales, origina residuos de fármacos en alimentos, los cuales
contaminan el agua e induce RAM, cuando los seres humanos los
ingieren. Además, el residuo de medicamentos puede provocar alte-
ración del ecosistema humano y de su entorno medio ambiental; in-
duciendo en algunas personas una reacción de hipersensibilidad,
como el Shock Anafiláctico o el Síndrome de Steven Johnson, más
común en niños, por el uso del Sulfametoxazol.
Así, las fuerzas, las presiones y los efectos, conducen a unos
ESTADOS que inciden también en la acción- efecto farmacológico
clínico de los medicamentos y afines. Lo cual puede ocasionar des-
armonía entre la salud, bienestar y desarrollo sostenible; teniendo en
cuenta que los medicamentos y afines, si bien pueden causar una ac-
ción-efecto farmacológico clínico terapéutico, de manera simultánea
también pueden causar un EAM, una RAM o un PRUM de leve a
grave, como las mencionadas. Esto significa desarmonía (disconfort)
en el organismo humano, que conlleva a la enfermedad.
Situación que, a su vez, exige la ampliación de cobertura de los
sistemas de salud, las empresas o prestadores del servicio de salud, a
quienes se les debe existir un servicio farmacéutico de apoyo al ser-
vicio de atención en salud para tratar intoxicaciones por el uso im-
prudente de los fármacos en sobre dosis o un diagnóstico impreciso
de una enfermedad emergente, también llamada enfermedad olvida-
da de interés de la SP o enfermedad huérfana, poco común; y, el
fármaco para tratarla se llama medicamento huertano. Es decir,
aquellos fármacos que no son producidos en forma masiva, porque
no le es rentable a la industria farmacéutica. Observar el mapa 3.
147
Mapa 3. Perfil del MFM para la gestión y práctica farmacoepidemiológicos hacia la salud integral y el desarrollo sostenible
5Se concibe como un proceso de educación-formación humana integral que permite la crea-
ción, innovación y existencia de condiciones holistas necesarias y disponibles, para el acce-
so efectivo y equitativo de bienes y servicios. Los cuales ayudan al proceso de expansión de
capacidades y habilidades de los seres humanos y reposición de todas las formas de capital
(físico, ambiental, humano y social). Estas amplían opciones, retos y oportunidades que
garantiza el desarrollo sostenible.
el uso de medicamentos y afines: la primera, ¿Cuál es el impacto de
los desequilibrios de los ecosistemas por el uso de fármacos, como
hormonas, antibióticos y alimentos obtenidos por biotecnología o
clonados? en los humanos y animales que originan trazas en el suelo,
el agua y la biota; contaminando los ecosistemas del ser humano y el
entorno medioambiental.
La segunda, ¿Cómo evitar seguir la ruta tradicional, muy téc-
nica, centrada solo en criterios de la inspección, la vigilancia y con-
trol de medicamentos? Una posible respuesta la encontramos cuando
tratamos de ir más allá, mediante la innovación de conocimientos
que permitan el análisis reflexivo crítico de la función de las medici-
nas en el bienestar y en el proceso complejo de la salud-enfermedad;
para desarrollar indicadores actualizados coherentes con los retos y
oportunidades actuales de:
Conclusión en prospectiva
Desde esta reflexión se invita a todos los estudiantes, profesio-
nales sanitarios y a la comunidad en general a repensar el compromi-
so social de la disciplina de la farmacoepidemiología, esta indica tra-
zadores para crear una cultura responsable en el uso racional de los
medicamentos esenciales en nombre genérico en el cuidado integral
de la salud; en especial para prevenir las enfermedades emergentes
de interés público, como las pandemias persistentes en el mundo,
150
causadas por bacterias, hongos y virus que, a su vez, se encuentran
asociadas a conductas de riesgo.
En esta visión, el uso responsable de medicamentos y afines, la
prevención de violencias, práctica de estilos y conductas de vida sa-
ludables, entre otros; son factores protectores que hacen prevenible
los FR probables por el uso irracional de medicamentos y afines en
poblaciones objeto de estudio.
La farmacoepidemiología estudia en esencia, entre otros aspec-
tos:
La frecuencia, prevalencia e incidencia probable de un
EAM, RAM, PRUM e interacciones probables con nexo
causal al uso de medicamentos y afines en una población
específica y en un contexto determinado.
La estimación de indicadores que indiquen la garantía de
cierta seguridad y la eficacia previa al uso responsable de
medicamento o afín, desde la Atención Primera en Salud
por la seguridad del paciente.
Los factores protectores de la salud y la prevención de los
FR relacionados al uso de fármacos para restablecer y
mantener la salud.
Todo lo expuesto sobre la importancia de la farmacoepidemio-
logía conexa a la VF y a la farmacoseguridad, se enfoca al saber-
hacer del debe ser oportuno y efectivo, y confluyen igualmente en
los siguientes dos puntos esenciales:
Primero: el uso irracional de los medicamentos y afi-
nes, un problema de crítico de salud pública, que requiere
más consciencia de ciertas prácticas de mercadeo de las casas
farmacéuticas, como conocer ¿Cuál es la fracción de fárma-
cos que se mercadean y se prescriben en cada contexto? y,
¿Qué son necesarios realmente acorde a la morbi-mortalidad?
De las enfermedades más frecuentes.
Segundo, la comunicación bidireccional entre médico-
paciente-farmacéutico, una variable epidemiológica para mo-
nitorear la calidad de los cuidados farmacéuticos, la atención
asistencial, la promoción de la salud integral y la prevención
151
de los FR relacionados al uso de medicamentos y afines. A
fin de logar juntos el desarrollo humano integral hacia la
transformación de la sociedad conexa a la producción tanto
urbana como rural que satisfaga las necesidades básicas de
los seres humanos en cada contexto particular.
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154
Capítulo VI
Cáncer de Pulmón en México
Insumos para el diseño de estrategias preventivas hacia
la sustentabilidad del sistema de salud
Resumen
El objetivo principal de esta investigación es documentar, des-
de una perspectiva temporal y geográfica, la evolución de la mortali-
dad por cáncer de pulmón para los 32 estados del territorio mexicano
en un periodo de 20 años comprendido entre 1998 y 2017.
El abordaje propuesto es útil como insumo en el proceso de
planeación de las instituciones de salud en línea con las acciones
comprometidas por el programa integral de prevención y control del
cáncer en México.
Los resultados indican que a escala nacional la tasa de mortali-
dad por cáncer de pulmón observó una reducción de 14.5% entre el
periodo previo a la implementación de la Ley General para el Con-
trol del Tabaco (LGCT) y la trayectoria observada en el periodo pos-
terior, entre 2008 y 2017.
En cuanto a las diferencias por sexo se encuentra una reduc-
ción en las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón para la pobla-
ción masculina equivalente a 22% en el periodo entre 1998 y 2017.
No obstante, entre la población femenina, el 70% de las enti-
dades no presentaron reducción y las entidades con el mayor incre-
mento en las tasas de mortalidad en este segmento fueron Puebla y
Guerrero en donde se duplicaron los niveles observados respecto al
año inicial. La evidencia sobre la población femenina sugiere la ne-
cesidad de indagar posibles vínculos con determinaste sociales no
necesariamente asociados con el hábito de tabaquismo.
155
Introducción
Durante el año 2017 en México, 83,687 decesos fueron atri-
buidos a padecimientos oncológicos, clasificados en 337 causas dis-
tintas. Dada la complejidad de los factores de riesgo involucrados,
este grupo de enfermedades se ha convertido en una amenaza de sa-
lud pública altamente letal que cobra la vida de10 personas por hora
en nuestro país, de acuerdo con los registros de mortalidad públicos
disponibles más recientes a la fecha de esta investigación.
A pesar de los avances en el desarrollo de investigación apli-
cada que han permitido identificar factores de riesgo para causas es-
pecíficas (1–3), aún persiste una elevada tasa de fallecimientos debi-
do a padecimientos oncológicos cuyos factores de riesgo son consi-
derados evitables.
Destaca dentro de este escenario la causa: cáncer de pulmón
que registró 6.814 defunciones en este periodo (4). Esta causa de
muerte representa, por su magnitud, el principal padecimiento onco-
lógico entre la población masculina en México.
La evidencia empírica documentada a escala global indica que
el factor de riesgo principal de este padecimiento esta correlacionado
con los patrones de consumo, específicamente al consumo de Tabaco
(5), por lo que se trata, en principio, de un factor que es prevenible.
Dada la magnitud de esta amenaza de salud pública y el conce-
so sobre sus determinantes, desde el plano regulatorio en países de
América Latina como México, se han implementado iniciativas
orientadas a proteger a la población de los efectos nocivos del tabaco
y asegurar el derecho de los no fumadores a vivir y convivir en espa-
cios 100% libres de humo de tabaco como la Ley General para el
Control del Tabaco (LGCT) puesta en operación en el país desde
2008.
No obstante, el impulso de estos esfuerzos y otras campañas
similares, desde la perspectiva del gasto público en salud, las cifras
indican que México asigna el monto más bajo dentro de las principa-
les economías de la región América Latina, con el 2.5% del PIB por
debajo de Brasil (3.9%) o Chile que asigna el 4.8% (6).
156
Por lo anterior, se considera que contar con evidencia que con-
tribuya al diseño de estrategias para hacer un uso eficiente de los re-
cursos disponibles es una tarea continua que adquiere relevancia so-
bre todo con relación a aquellos padecimientos considerados de alto
impacto.
Acorde con esta necesidad, esta investigación tiene dos objeti-
vos. El primero es documentar la evolución temporal de la mortali-
dad por cáncer de pulmón para los 32 estados del país, en un periodo
de 20 años comprendido entre 1998 y 2017 así como la distribución
geográfica de esta causa de muerte. El segundo es contrastar la dis-
tribución territorial de la demanda por servicios oncológicos respecto
a la disponibilidad de especialistas para atención en el país y mostrar
el perfil de los costos asociados al tratamiento de este padecimiento.
El periodo estudiado también aporta evidencia para evaluar la
situación previa y posterior a la entrada en vigor de instrumentos re-
gulatorios diseñados para atender el avance de este problema de sa-
lud en México, como la Ley General Control del Tabaco, así como
también se analizan posibles determinantes desde el contexto social.
En conjunto estos objetivos pretenden generar insumos que
contribuyan a comprender mejor la ocurrencia de este fenómeno de
salud pública en México, así como a la proyección presupuestal del
sector, un componente esencial para la sustentabilidad del sistema de
salud.
Datos y Métodos
El análisis se organiza en dos fases: la primera se presenta la
situación actual y la segunda considera la evolución temporal de pa-
decimiento. Ambas fases se sustentan en análisis exploratorio de da-
tos (AED). Se utiliza como insumo principal, microdatos de uso pú-
blico que consignan registros de defunciones documentadas por los
establecimientos de servicio médicos de las instituciones públicas
del país (IMSS, ISSSTE, PEMEX, SEDENA, SEMAR), mismos que
se recopilan a través del Sistema Nacional de Información de Salud
(SINAIS). Se considera el total de bases de datos disponibles a la
fecha de esta investigación que comprende el periodo de 20 años en-
157
tre 1998 y 2017.
En la primera fase, se realiza la estimación de las tasas de mor-
talidad para cáncer de pulmón definido a partir de las siguientes cau-
sas específicas consignadas por la clasificación internacional de en-
fermedades (CIE-10), lo que permite contar con un escenario homo-
géneo para la comparación de los resultados del estudio.
C34: Tumor maligno de los bronquios y del pulmón, C340:
Tumor maligno del bronquio principal, C341: Tumor maligno del
lóbulo superior, bronquio o pulmón, C342: Tumor maligno del lóbu-
lo medio, bronquio o pulmón, C343: Tumor maligno del lóbulo infe-
rior, bronquio o pulmón, C348: Lesión de sitios contiguos de los
bronquios y del pulmón, C349: Tumor maligno de los bronquios o
del pulmón, parte no especificada6.
La estimación se realiza mediante el método directo conside-
rando como población estándar los registros poblacionales de CO-
NAPO.
Con el objetivo de explorar la distribución territorial de los pa-
trones de mortalidad por cáncer de pulmón con mayor profundidad,
se estima el indicador de concentración relativa denominado: cocien-
te de localización (LQ) a escala municipal.
Esta medida relativa permite controlar por el tamaño de pobla-
ción en cada demarcación geográfica (Municipio) para determinar la
concentración de casos por cáncer de pulmón. Es un indicador que,
dado su potencial para detectar patrones espaciales, ha sido aplicado
previamente por estudios epidemiológicos de corte empírico tal co-
mo se documenta en Jerrett, Eyles, Dufournaud y Birch (2003), así
como en estudios recientes que analizan tendencias de mortalidad en
países de América Latina (Manzanares, 2017b). El indicador LQ pa-
ra un momento del tiempo determinado se estima a partir la siguiente
especificación:
LQt = (C/T)j⁄(C/T)N
6Se omite la causa D022: Carcinoma in situ del bronquio y del pulmón debido a que repre-
senta menos del 0.1% de los casos registrados.
158
Donde la variable C corresponde al número de registros por
defunciones para las siguientes causas C34, C40, C341, C342, C343,
C348, C349, mientras la variable T corresponde con el número total
de registros por defunciones en el año t, j representa una entidad fe-
derativa particular de la república mexicana y N indica el escenario
nacional para un momento en el tiempo t. En ambas escalas geográ-
ficas, la proporción entre el número de defunciones por cáncer de
pulmón y el total de defunciones es comparado para el año más re-
ciente de información en el conjunto de datos: 2017.
El análisis territorial incluye el contraste de la demanda por
servicios oncológicos representada por la distribución de los casos
respecto a la distribución geográfica de los recursos humanos con
especialidad en oncología disponibles a escala de centro hospitalario.
En esta fase se emplean sistemas de información geográfica para re-
presentar la concentración de especialistas a lo largo del territorio
nacional, validando su concentración cuantitativamente mediante la
herramienta visual de curva de Lorenz.
Resultados
En primera instancia, se estima la tasa de mortalidad por cán-
cer de pulmón ajustada por edad y sexo para las 32 entidades del
país, considerando los registros para el año más reciente de la serie
temporal estudiada (2017). Esta primera aproximación permite tener
una idea de la distribución actual del fenómeno e identificar aquellas
entidades en donde se requieren posibles intervenciones. Así como
las diferencias entre la población masculina y femenina.
159
Gráfico 1 Tasa de mortalidad por cáncer de pulmón en México 2017.
Fuente: Elaboración propia con datos de (4).
Se encuentra un patrón sistemático que afecta en mayor medi-
da al sexo masculino entre los 32 estados.
Observamos una tasa de mortalidad promedio de 5 personas
por cada 100 mil habitantes, con una media de 7 Hombres y una má-
xima de 14 observada en Sinaloa. La tasa media para el sexo feme-
nino es 4, con máxima de 7 mujeres y tiene lugar en Chihuahua. Este
patrón implica que la tasa máxima para el sexo masculino duplica la
correspondiente del sexo femenino, rasgo que sugiere la necesidad
de profundizar en al estudio detallado de los posibles determinantes.
En seguida, se explora la edad de las defunciones, una variable
de interés desde el punto de vista de la proyección de costos tanto
para las familias como para el sistema de salud. Se representa en la
gráfica 2, panel izquierdo, la función de densidad Kernel para la
edad de las defunciones ocurridas en el país haciendo el contraste
respecto al resto de causas de muerte registradas en el año de refe-
rencia. Mientras en la gráfica 2, panel derecho, se aplica un enfoque
Bayesiano con la determinación puntual de la edad media de falle-
cimiento por estado en conjunto con el intervalo de confianza (CI)
correspondiente, un cálculo que permite revelar diferencias entre ca-
da estado.
Gráfico 2 Distribución de edades para defunción por cáncer de pulmón
México 2017.
Fuente: Elaboración propia con datos de (4).
162
na7 de 69 años y un periodo de importante manifestación hasta los 84
años, periodo en el que la distribución de edad de muerte por cáncer
de pulmón supera la concentración de mortalidad general.
Por su parte, la distribución estatal aporta mayor detalle y reve-
la que si bien la edad promedio de defunción es 69 años, un subcon-
junto, relativamente pequeño conformado por los estados de Campe-
che, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas, presentan este fenómeno a
edades más jóvenes respecto a estados como Zacatecas o Michoacán,
por ejemplo. Para el resto de las entidades los intervalos de confian-
za permiten confirmar una edad promedio similar de defunción.
Esta evidencia aporta elementos para conocer los impactos
desde una perspectiva más amplia. Por ejemplo, es posible aproxi-
mar los costos para el sistema de salud asociados al tratamiento.
La tabla 1, muestra un escenario base de los costos conside-
rando un esquema de tratamiento estándar acorde con los lineamien-
tos del National Comprenhensive Cancer Network guideli-
nes(NCCN) (7) y la estructura de costos actual del IMSS para servi-
cios de atención médica (8).8
7Dado el sesgo de los datos que muestran un patrón no Gaussiano (distribución distinta a la
normal) se considera que la mediana y no la media, aporta un indicador más apropiado de
tendencia central en este caso.
8Nota la estimación incluye costos por A= Gasto ambulatorio o por consultas médica, B=
163
Tomografía Axial Computariza-
B da TAC 1 $ 2,686.00
B Estudio de Medicina Nuclear 1 $ 754.00
B Estudio de Laboratorio Clínico 1 $ 182.00
B Radio terapia 1 $ 2,115.00
C Día Paciente en Hospitalización 3 $ 2,619.60
C Atención de Urgencias 1 $ 3,456.00
Total $ 65,331.60
Fuente: Elaboración propia con datos de (8). Precios actualizados a 2020. 9
164
Es importante señalar que no se incluye en la tabla 1, informa-
ción relativa al costo de medicamentos específicos, dado que el tra-
tamiento de padecimientos de naturaleza oncológica como el cáncer
de pulmón resulta altamente personalizado y varía considerablemen-
te por factores individuales con relación a la etapa de diagnóstico y
la respuesta del paciente al tratamiento.
Si bien, acorde con el cuadro básico de medicamentos del
IMSS, fármacos considerados de primera línea en el tratamiento de
pacientes con cáncer de pulmón como el Pembrolizumab11(IMSS,
2019) (Keytruda por su nombre comercial), que son considerados
como tratamientos muy efectivos, tienen un costo estimado anual por
paciente que supera los 50 mil dólares estadounidenses (USD) (The
IQVIA Institute, 2018), por lo que se trata de un fármaco cuya dis-
ponibilidad para los pacientes en países emergentes como México,
está comprometida dado el perfil prohibitivo de su costo, o en el me-
jor de los casos, implica un impacto financiero potencialmente ele-
vado para el sistema de salud.
Acorde con la información del ingreso por ventas en la indus-
tria farmacéutica por área de especialidad, en 2018, este medicamen-
to, Keytruda, se posicionó entre los 5 fármacos de mayor recauda-
ción por ventas a nivel global, como se muestra en la gráfica 3.
10La estimación considera el costo de $312 404 047 para el 19% de pacientes bajo
el supuesto de supervivencia de al menos 5 años posteriores al tratamiento y $901
4682 83 atribuido a los pacientes cuya supervivencia es inferior a 5 años, posterior
al diagnóstico. Los costos se estiman a precios reales con año base 2020.
11Se administra como una infusión intravenosa de 200 mg durante 30 minutos cada 3 se-
manas hasta la progresión de la enfermedad o toxicidad inaceptable.
165
Gráfico 3. Valor de ventas según área de especialidad y laboratorio para los
10 principales medicamentos en el mercado farmacéutico global. 2018, (Millones
de USD).
Fuente: Elaboración propia con datos de (statista, 2018). Ventas en millo-
nes de dólares precios corrientes, para el mercado mundial.
166
niveles observados en cada municipio respecto a la concentración
observada en el país, representada por el umbral LQ=1 El mapa 1
muestra el resultado.
167
nanea en Sonora (LQ=3.4).
Un segundo rasgo de interés en combinación con la evidencia
anterior es la distribución de los médicos con especialidad de onco-
logía registrados. En total la red de médicos oncólogos en centros
hospitalarios púbicos de México muestra que se tienen 1039 especia-
listas activos (SINAIS, 2017b), con presencia en 303 hospitales, no
obstante, dentro de estos hospitales encontramos una notable inequi-
dad ya que el 32% de los centros hospitalarios concentran el 71% de
los oncólogos disponibles. La gráfica 4, muestra este patrón median-
te la estimación de la curva Lorenz.
168
Gráfico 5 Relación Médicos oncólogos por entidad a tasas de mortalidad
2017.
Fuente: Elaboración propia a partir de (4,11). Nota: La línea punteada mar-
ca el valor promedio de las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón en el país.
169
Trayectoria de las tasas de mortalidad por cáncer
de pulmón: evidencia a lo largo de 20 años de
registros
Un aspecto central de esta investigación es el estudio de la tra-
yectoria de las tasas de mortalidad lo que requiere un esfuerzo para
análisis de un mayor volumen de datos, para determinar las tasas por
cada estado en una serie de tiempo de 20 años con un total de 10 786
324 registros. Este abordaje es complementario a la perspectiva geo-
gráfica y nos permitirá, entre otras cosas, contar con elementos para
evaluar la evolución del cáncer de pulmón en un horizonte temporal
antes y después de la entrada en vigor de esquemas de regulación
dirigidos a la prevención del tabaquismo. La gráfica 6 muestra la es-
timación para los 32 estados que conforman el país.
170
observó una reducción de 14.5% entre el periodo previo a la imple-
mentación de la Ley General para el Control del Tabaco (LGCT) y la
trayectoria observada en el periodo posterior, entre 2008 y 2017.
Si embargo, la estimación revela un comportamiento diferen-
ciado entre la población masculina y femenina. Considerando el pe-
riodo total de estudio, encontramos que la población de sexo mascu-
lino observó una reducción del 22% en su tasa de mortalidad en el
lapso de dos décadas.
A escala territorial, observamos que la mayor reducción para el
sexo masculino ocurrió en los estados del norte del país: Baja Cali-
fornia Sur (54%). Baja California, (50%) Sonora, (47%) y Coahuila
con una reducción del 36%.
Si bien, en la mayoría de los estados, (20 estados), hubo una
reducción en las tasas de mortalidad entre esta población, en 9 esta-
dos tenemos un incremento, siendo el mayor incremento en Tlaxcala
y Querétaro, entidades en donde las tasas de mortalidad de hecho se
duplicaron en el periodo de referencia.
Mientras las tasas de mortalidad en el periodo de estudio indi-
can una reducción para el caso de la población masculina, para el
caso femenino observamos un incremento del 8% entre el escenario
para el año de inicio del periodo de estudio y al año más reciente
2017 de la serie. De hecho, en la mayoría de las entidades se observa
un incremento de sus tasas de mortalidad, localizado principalmente
en estados pertenecientes a la región sur del país.
Los mayores incrementos en las tasas de mortalidad por cáncer
de pulmón entre la población femenina se presentaron en los estados
de Puebla (con un incremento de 200%), Guerrero (200%), Oaxaca
(100%), Yucatán (100%) y Veracruz (50%).
Esta evidencia indica un contraste fundamental entre el sexo
masculino y el femenino que sugiere roles de género y hábitos dis-
tintos. Llama la atención también que estos estados en donde las mu-
jeres están teniendo una mayor mortalidad por cáncer de pulmón son
estados con un importante componente demográfico indígena un
rasgo que ha sido documentado previamente como determinante so-
cial de afecciones pulmonares, incluidos aquellos de naturaleza on-
171
cológica incluso en ausencia de tabaquismo (Dean Hosgood et al.,
2010; Ramirez, M., Mireles Lezama, P., Jaimes Ramirez, S., &
Gomora Lara, 2012).
Para analizar con mayor detenimiento este hallazgo, se consi-
dera a continuación la trayectoria de casos por enfermedad pulmonar
obstructiva crónica (EPOC) un factor de riesgo independiente para el
desarrollo de cáncer de pulmón, comúnmente referido en la literatura
especializada (15). Diversos estudios han aportado evidencia de que
esta condición representa per sé un determinante socio ambiental
ligado al desarrollo de cáncer de pulmón (13), particularmente se ha
documentado que la exposición al humo de leña se asocia con la pre-
sencia de esta condición (16) que por el rol de género, es más común
entre la población femenina, generalmente a cargo de las labores de
preparación de alimentos en el seno familiar.
La gráfica 7 muestra la evolución de las defunciones a causa
de EPOC en los 32 estados de México en el periodo entre 1998 y
2017.
172
Gráfico 7. Evolución temporal de defunciones por EPOC y cáncer de pul-
món por entidad. 1998-2017.
Fuente: Elaboración propia con datos de SINAIS 1998-2017.
173
mortalidad por cáncer de pulmón para el sexo femenino ante posi-
bles determinantes socio ambientales de contexto. La gráfica 8,
muestra el comportamiento conjunto de este padecimiento en el con-
texto de la incidencia de pobreza por estado.
Discusión
La evidencia en retrospectiva para 20 años de registros de mor-
talidad en México muestra una tendencia contra cíclica dentro del
grupo de padecimientos oncológicos, con una disminución causa es-
pecífica para cáncer de pulmón del orden de 22% en el periodo entre
1998 y 2017.
Dada la carga financiera documentada de este padecimiento, la
trayectoria documentada implica una reducción de costos de aten-
ción y por ende de la carga para el sistema de salud en su conjunto,
en paralelo con la implementación de mecanismos regulatorios en
respuesta a esta amenaza de salud pública. Lo anterior sin detrimento
de los retos identificados por estudios previos como (18) sobre los
mecanismos de implementación de la ley general para el control del
174
tabaco.
Desde la perspectiva geográfica llama la atención en esta tra-
yectoria descendente observada que se tiene un patrón regional en el
cual las entidades ubicadas en el norte del país registraron las mayo-
res reducciones.
Adicionalmente los resultados aportan un contraste relevante
en términos de las diferencias por sexo ya que, a excepción del sexo
masculino, para las mujeres, se encontró un incremento en estados
localizados fundamentalmente en el sur del país, como Puebla, Gue-
rrero y Oaxaca. Esta evidencia en cuanto a patrones temporales y
geográficos aporta elementos para la evaluación de la efectividad de
la estrategia de prevención que puede ser considerada en el proceso
de mejora del programa nacional de atención ya que constituye in-
sumos para implementar acciones focalizadas.
Considerando el análisis contextual de los determinantes des-
tacan dos hallazgos: a) el hecho de que entre los estados que regis-
tran incremento en las tasas de mortalidad para la población femeni-
na se tienen trayectorias ascendentes también en padecimientos rela-
cionados considerados como factores de riesgo independientes, co-
mo la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Y b) el pa-
pel que determinantes específicos adicionales al tabaquismo pueden
tener en tal incidencia, así, mientras se ha tenido una rigurosa políti-
ca pública dirigida a controlar los impactos del tabaquismo, persiste
un impacto negativo en el desarrollo de EPOC entre la población,
asociado a otros factores de riesgo, tanto de carácter social como
ambientales lo que concuerda con las observaciones de estudios que
abordan esta relación (19,20). Quienes reportan que hábitos como el
uso de leña, en sustitución de otros combustibles, generalmente pre-
sente en contextos de pobreza, son comúnmente responsables de
afectaciones respiratorias entre la población femenina.
Desde la perspectiva territorial, un reto identificado por el pre-
sente estudio que se traduce en acciones de política pública dirigidas
se refiere al desequilibrio territorial entre la demanda por servicios
oncológicos y la distribución de especialistas en unidades hospitala-
rias en el país. En este sentido se identifican áreas prioritarias para la
175
contratación de especialistas con base en el crecimiento del padeci-
miento y su concentración relativa y se documenta la excesiva con-
centración de especialistas en áreas urbanas en el centro del país.
Evidencia que refuerza los indicadores desarrollados por otros
análisis especializados que muestran el rezago de México en esta
materia en el contexto de América Latina. Donde otros países de la
región como Brasil muestran un indicador de oncólogos por cada
100 mil habitantes que duplica el de México con 17 contra solo 8
respectivamente (21).
Conclusiones
El cáncer de pulmón en México muestra una trayectoria decre-
ciente general consistente con una estrategia integral de control. Re-
tos importantes persisten en cuanto a la población femenina en re-
giones específicas que deberán atenderse para mitigar el impacto so-
cial de este padecimiento.
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trends-2018
178
Capítulo VII
Alianzas estratégicas en salud global
Perspectivas innovadoras para una Epidemiología del
Desarrollo Sostenible
Resumen
De cara a la complejidad de los desafíos actuales en materia de
salud global, las políticas internacionales de salud pública propuestas
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) integran
gradualmente ciertas estrategias que no fueron consideradas en Alma
Ata, tales como los impactos en la salud de la recesión global y la
globalización, la necesidad de estrategias de desarrollo sostenible
centradas en el ser humano, un compromiso sólido con los principios
éticos de equidad en salud y un amplio uso de alianzas para la salud
a niveles globales, nacionales y locales. Así, la mejora de la salud y
del bienestar de las poblaciones, así como la equidad en salud
pública, aparecen hoy día como principios básicos de los Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ODS), promoviendo el acceso a los
servicios y sistemas de salud y el imperativo moral implícito de la
justicia social. Estos principios – que se concentran en el ODS 3:
“Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en
todas las edades” – se expresan más concretamente en el
reconocimiento de la salud global como un derecho humano básico.
Esto da lugar a una serie de acciones y alianzas para combatir
activamente los brotes epidémicos emergentes, lograr mejoras
substanciales en los índices de salud pública y abordar la creciente
carga de las enfermedades crónicas. Estas alianzas se contemplan en
el ODS 17: “Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible”. Diferentes modalidades de alianzas, tales como la
179
gobernanza en red, la concertación intersectorial, la asociación
público-privada y la participación comunitaria, han desempeñado un
papel importante en la ampliación y el fortalecimiento de los
programas de salud pública basados en el desarrollo sostenible en los
países de todos el mundo, incluidos aquellos de América Latina y El
Caribe. El objeto de este capitulo es el de presentar las características
esenciales de ciertos tipos de alianzas interorganizacionales e inter-
institucionales que constituyen un eje esencial en la Nueva
Epidemiologia del Desarrollo Sostenible.
Introducción
De cara a la complejidad de los desafíos actuales en materia de
salud global, las políticas internacionales de salud pública propuestas
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) integran gradual-
mente ciertas estrategias que no fueron consideradas en Alma Ata,
tales como la medida de los impactos en la salud de la recesión glo-
bal y la globalización, la necesidad de enfoques de desarrollo soste-
nible centrados en el ser humano, un compromiso sólido con los
principios éticos de equidad en salud y un amplio uso de alianzas es-
tratégicas para la salud a niveles globales, nacionales y locales (1,2).
En este contexto, la mejora de la salud y del bienestar de las
poblaciones, así como la equidad en salud pública, aparecen hoy día
como principios básicos de la Agenda 2030 para los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS), promoviendo el acceso universal a los
servicios y sistemas de salud y el imperativo moral implícito de justi-
cia social (3). Estos principios – que se concentran en el ODS n° 3:
“Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en
todas las edades” – se expresan más concretamente en el reconoci-
miento de la salud global como un derecho humano básico (4). Este
reconocimiento exige, por otro lado, la puesta en marcha de una serie
de alianzas estratégicas para combatir activamente las crisis sanitarias
emergentes, lograr mejoras substanciales en los índices de salud pú-
180
blica y abordar eficazmente la creciente carga de las enfermedades
crónicas (5,6).
Estas alianzas se contemplan en el ODS n° 17: “Revitalizar la
alianza mundial para el desarrollo sostenible”. En el sector de la sa-
lud, diferentes modalidades de alianzas estratégicas, tales como la
gobernanza en red (7), la colaboración intersectorial (8), la asocia-
ción público-privada (9) y la participación social (10), han desempe-
ñado un papel importante en la ampliación y el fortalecimiento de los
sistemas universales de salud en los países de todo el mundo, inclui-
dos aquellos de América Latina y El Caribe (11). El objeto de este
capítulo es el de presentar las características esenciales de estas nue-
vas formas de alianzas interorganizacionales e interinstitucionales
que constituyen un eje esencial en la creación y la actualización del
campo de la epidemiología y de la salud pública.
181
lud de las poblaciones y las influencias del contexto social de los te-
rritorios (14,15).
El vínculo entre la epidemiología y las ciencias sociales surge
consecuentemente de la necesidad creciente de comprender el com-
plejo entramado existente entre los múltiples factores del contexto y
los patrones de salud de una población determinada.
182
inspirados por los trabajos de orientación marxista, estos autores
desarrollan la noción de “alienación del trabajo”, por la que la iden-
tidad de los trabajadores queda absorbida por la organización general
del trabajo y el individuo se ve privado de autonomía y de oportuni-
dades. En este contexto, los trabajadores pueden interiorizar su alie-
nación y desarrollar diversas formas de sufrimiento mental y físico.
A nivel del entorno y las poblaciones, algunos trabajos sobre
las diferentes modalidades de organización social han mostrado la
intervención comunitaria como un factor relevante en el desarrollo de
respuestas significativas a los desafíos económicos y sociosanitarios
de los últimos 30 años (22). Este tipo de intervenciones, basadas en el
efecto de los contextos vecinales y de la organización ciudadana en
los resultados en materia de salud y desarrollo, permite desarrollar
respuestas colectivas para remediar las disparidades y mejorar subs-
tancialmente la salud de las poblaciones (23). La importancia de las
dinámicas sociales en el seno de una comunidad (así como la com-
plejidad de los factores que se le relacionan) para el estado de salud
de las poblaciones es tal, que numerosos autores han propuesto un
tipo de investigación basada en el desarrollo de acciones conjuntas
con los miembros de las comunidades (24–27)
Otro de los determinantes de salud clave para la epidemiología
social es la dimensión política de la salud. En las últimas décadas, un
buen número de investigaciones epidemiológicas se ha centrado en el
impacto de la política – expresada ésta como el conjunto de tradicio-
nes, partidos políticos y características del estado de bienestar –, en la
salud de la población (21). Más precisamente, en las llamadas socie-
dades democráticas, los estudiosos y analistas de la salud pública es-
tudiarían los diversos dispositivos institucionales (tales como los par-
tidos políticos o el sistema legislativo) a través de los cuales las per-
sonas expresan sus deseos y necesidades y se configuran las políticas
públicas que afectan a la salud de las poblaciones (28). De esta for-
ma, la influencia de la política en salud publica podría manifestarse,
entre otros, a través de las relaciones de poder (clase, raza, género,
descentralización regional y nacional) y su expresión a través de ins-
tituciones representativas (29), de las tradiciones políticas de un país
183
determinado, de los regímenes de bienestar y de los fenómenos vin-
culados a la globalización (21).
Uno de los ejes de investigación y de acción centrales de la
epidemiología social es su interés por los desequilibrios entre los di-
ferentes grupos de población a nivel social, en un sentido amplio del
término. Gran parte de su labor empírica ha demostrado la existencia
de desigualdades en materia de salud a lo largo de varios ejes de dife-
renciación social (30,31). A medida que las agendas contemporáneas
más relevantes de la salud pública se van alineando en sus compo-
nentes conceptuales y emerge más explícitamente el rol medular de la
equidad como su principio constitutivo (6,22), va creciendo también
la importancia y el peso de las desigualdades sociales en salud como
instrumento por excelencia de la investigación en salud pública para
juzgar objetivamente el progreso hacia la equidad en el seno de los
territorios y sus poblaciones (32).
Se plantean entonces varias cuestiones esenciales inherentes al
campo de la epidemiología social y más ampliamente de la salud pú-
blica, tales como la relación entre jerarquía social y salud para enten-
der los gradientes en salud existentes en un territorio determinado y
la necesidad práctica de una clasificación socioeconómica de los te-
rritorios y sus poblaciones.
184
20 años (35–37), se considera que el capital social desempeña un pa-
pel importante en el funcionamiento de la vida comunitaria en diver-
sos ámbitos, que van desde la prevención de la delincuencia y la cri-
minalidad juvenil, la promoción del desarrollo satisfactorio de los
jóvenes y la mejora de la escolarización y la educación hasta el fo-
mento de la participación política (38–41).
Otros autores constatan que los enfoques basados en el capital
social se utilizan en la salud pública como alternativa tanto a la redis-
tribución económica centrada en el Estado como a la política de par-
tidos, y representa una posible privatización tanto de la economía
como de la política (35). Esos usos del capital social fueron un refle-
jo, a principios de los años 2000, de las políticas de “tercera vía” de
potencias económicas occidentales, tales como Alemania, Reino
Unido y los Estados Unidos (42). El interés por el capital social y su
adopción efectiva en el seno de las comunidades están directamente
vinculados al desarrollo de las políticas nacionales e internacionales
emergentes en un contexto de globalización de la salud pública
(36,43).
Podemos resaltar aquí la importancia – y la complejidad – que
juega el contexto socioeconómico y político en el campo de epide-
miología y de la salud pública. De todos los tipos de intervención que
se podrían emplear para mejorar la salud de la población, es probable
que las intervenciones basadas en el capital social sean las más espe-
cíficas del contexto y se vean especialmente afectadas por los límites
establecidos en torno a éste (43). Para una mejor aprehensión del
contexto, se requiere una combinación de conocimientos del pensa-
miento sistémico, de los enfoques comunitarios de la investigación, y
de las ciencias y teorías de las organizaciones (25,27,44). Para ello es
necesario prestar una atención renovada a los componentes específi-
cos del capital social, comprender cómo el contexto interactúa diná-
micamente con los esfuerzos por mejorar la salud, dar un mayor pa-
pel a la práctica en el diseño, la aplicación, la adaptación y la evalua-
ción de las intervenciones en salud pública, y el apoyo de los investi-
gadores para desarrollar métodos más adecuados de reconocimiento y
clasificación de los conocimientos generados por las intervenciones
185
complejas (45–48).
La contextualización de las intervenciones basadas en los prin-
cipios de la epidemiología social y del capital social acontecen en el
marco de una transición paradigmática de la salud pública cada vez
más evidente, hacia dimensiones y referentes internacionales que irán
configurando los pilares conceptuales, metodológicos y prácticos de
un campo transdisciplinar emergente: la “salud global” (49,50).
Salud Global
En un contexto internacional neoliberal caracterizado por la
globalización de los desafíos en materia de salud pública y bienestar
de las poblaciones, se podría argumentar firmemente que el interés
propio y el altruismo colectivo convergerán en un mundo cada vez
más complejo e interdependiente (51). La transnacionalización de las
enfermedades y los riesgos para la salud requiere una conciencia, un
análisis y una acción mundiales, e indica la necesidad de formas más
coordinadas e inclusivas de gobernanza. Las medidas transnacionales
deben basarse en firmes convenios locales y nacionales, pero también
requieren nuevas formas de colaboración transnacional a fin de redu-
cir al mínimo los riesgos y aprovechar las oportunidades (52).
“Glocalización” de la salud
Algunos autores señalan el serio desafío que supone, para la sa-
lud pública internacional, la globalización de riesgos de todo tipo –
industriales, financieros, alimentarios, sanitarios, ecológicos – en un
contexto mundial de crecimiento de desigualdades sociales y de salud
(52,53). El reto para garantizar la mejora y el mantenimiento de la
salud de las poblaciones estará basado, durante las generaciones ve-
nideras, en la voluntad de los gobiernos de tomar decisiones de polí-
tica interna e internacional que fortalezcan la redistribución de los
ingresos, la reglamentación económica y los derechos ciudadanos
(54).
La conexión acelerada entre políticas y fenómenos internacio-
nales, por un lado, y la emergencia de un conjunto de acciones y mo-
186
vilizaciones ciudadanas, por el otro, marca la aparición de una nueva
era para el campo de la epidemiología y la salud pública, que debe
adaptarse – e incluso reinventarse estructuralmente – para lidiar con
nuevos desafíos de orden global y local (55,56). En este contexto, las
ciudades y los gobiernos locales – y con ellos las fracciones organi-
zadas de la sociedad civil – asumen gradualmente un papel significa-
tivo como actores importantes en la escena internacional. La salud
pública se reorganiza y emprende gradualmente un conjunto de ac-
ciones y de programas contando con la participación de las institu-
ciones internacionales, los gobiernos nacionales y los líderes locales
de la sociedad civil. El programa “Municipios y Comunidades Salu-
dables” (57,58) muestra claramente cómo una perspectiva global de
la salud puede hacerse realidad a nivel local fortaleciendo significati-
vamente el desarrollo de los territorios y sus poblaciones. Ilona Ki-
ckbusch (59) propone el término “glocal” para este enfoque dual de
la salud pública a fin de establecer una identidad global y un sentido
colectivo, manteniendo la diversidad y la especificidad de las pobla-
ciones a nivel local.
Así, a finales de los años 90 y principios de los 2000, se empie-
za comprender la importancia de la interconexión entre países, acto-
res y sectores de intervención múltiples, dando lugar a la configura-
ción en red de nuevos compromisos colectivos y una responsabilidad
conjunta, un enfoque que a partir de ese momento es considerado por
muchos estrategas mundiales como la única forma de avanzar en el
proceso de globalización (60,61). Los dirigentes políticos y respon-
sables de la salud pública cambian progresivamente su forma de tra-
bajar con los sectores privados y asociativos, pasando de las asocia-
ciones internacionales público-privadas a las asociaciones mundiales
para la salud y creando, durante esta transición, nuevos mecanismos
institucionales para gobernar la salud mundial (62–64).
Paralelamente, una red cada vez más creciente de actores de la
sociedad civil participa de manera dinámica y frecuentemente resolu-
tiva en la implantación de programas y proyectos de desarrollo terri-
torial en el ámbito de la salud pública, dando forma a un conjunto de
movimientos sociopolíticos de alcance transnacional, tales como los
187
grupos de lucha antiglobalización, los movimientos contra las de-
sigualdades sociales, las reivindicaciones medioambientales, anti-
racistas y anti-sexistas o las nuevas autoridades de seguridad alimen-
taria (65,66). Una miríada de redes de todo tipo de actores nace de las
constantes interrelaciones entre las políticas de salud pública, los
programas e intervenciones de salud y servicios sociales y los actores
que representan a la sociedad civil (67–69). Estas redes de actores
intersectoriales, entrelazadas a nivel internacional, facilitan en cierto
modo el anclaje de diversos movimientos sociales globalizados en los
escenarios locales de las luchas cotidianas y la gestión de la salud de
los territorios y sus poblaciones (70,71).
En este contexto notablemente complejo, las instituciones gu-
bernamentales de un buen número de países se encomiendan – algu-
nos con más entusiasmo que otros – a la ardua tarea de coordinación
en los procesos de planificación de políticas de salud y servicios so-
ciales a escala internacional (72–74). De esta manera, la salud global
encuentra nuevos nichos de investigación y de acción en espacios
paradójicos simultáneamente de carácter regional local – entidades
geográficas bien definidas, como las ciudades, los municipios y los
pueblos –, y de carácter territorial global, en lugares espacialmente
distantes, pero íntimamente interconectados (75). Como resultado,
aparecen incesantemente nuevas formas de gobernanza que trascien-
den la capacidad de adopción de decisiones de esos actores para ges-
tionar los desafíos en materia de salud global a una escala nunca vista
(66,76).
188
nantes políticos de la salud, en particular en los mecanismos que con-
tribuyen en primer lugar, a garantizar los bienes y servicios públicos
mundiales necesarios para un desarrollo más equitativo y seguro (80),
y, por otra parte, a establecer los nuevos parámetros de una gober-
nanza mundial de la salud (2).
Una salud pública regida por los principios de gobernanza a es-
cala mundial podría hacer frente a los posibles de desafíos de lide-
razgo de las instituciones multilaterales en materia de salud, como la
OMS, y a la escasa coherencia de los gobiernos en la configuración
de las políticas internacionales de salud y servicios sociales que so-
cavan las posibilidades de obtener beneficios sostenibles en materia
de salud (81,82). Esta transición hacia una nueva salud pública, más
integral y global permite (¡exige!) la entrada en el terreno de juego de
nuevos actores de muy diferente índole, tales como las fundaciones
privadas y las iniciativas de múltiples partes interesadas de la socie-
dad civil (83–85).
Ahora bien, la enorme cantidad de respuestas, las múltiples re-
des de actores que defienden todo tipo de intereses, la variedad de
contextos en los que se crean las políticas de salud y desarrollo, todo
ello agrava la complejidad de los desafíos mundiales. Estos desafíos
evolucionan en un contexto mundial proteiforme y dinámico, caracte-
rizado por una gran diversidad de normas, valores e intereses entre
las sociedades, así como por grandes desigualdades en la distribución
de los riesgos sanitarios y los recursos necesarios para hacerles frente
(86). Los sistemas universales de salud necesitan de este modo adop-
tar las características propias de los sistemas adaptativos complejos,
con sus múltiples y diversos actores, sus relaciones polivalentes y en
constante evolución, así como sus ricas y dinámicas interacciones
(53,87). El desarrollo y adopción de una gobernanza mundial de la
salud a través de los propósitos de la teoría de la complejidad ofrece
una visión clarificadora de los frecuentemente ininteligibles procesos
de planificación de las políticas de salud global y, al tiempo que pro-
porciona un marco teórico para dar sentido al conjunto, abre numero-
sas vías para acceder a esta complejidad a través de múltiples com-
promisos locales (55).
189
Según Frenk y Moon (86), cuatro funciones esenciales son im-
prescindibles para fortalecer los sistemas universales de salud, lo que
facilitaría su transición hacia sistemas adaptativos complejos. La
primera función es la producción de bienes públicos mundiales, espe-
cialmente los relacionados con el conocimiento (88,89). La segunda
función es la gestión de las externalidades para prevenir o mitigar los
efectos negativos para la salud que las situaciones o decisiones origi-
nadas en un país puedan tener en otros (90,91). La tercera función es
la movilización de la solidaridad mundial, que ha sido el centro de
atención predominante de los enfoques tradicionales de la salud glo-
bal, principalmente mediante la prestación y distribución de ayudas
(92,93). La cuarta función es un sistema de gobernanza mundial, que
proporciona una dirección estratégica general a los sistemas universa-
les de salud de modo que todas las demás funciones puedan desem-
peñarse adecuadamente.
De esta manera, las políticas y programas basados en un siste-
ma de gobernanza mundial de la salud pueden originarse en diversos
sectores de intervención. Por consiguiente, es necesario que los go-
biernos configuren las nuevas estrategias de salud global siguiendo
los propósitos de la acción intersectorial (94). Algunas iniciativas,
como el programa “La Salud en Todas las Políticas” fomentaron pre-
cisamente los enfoques intersectoriales de la gestión, la coordinación
y la acción colectiva. Este programa está estructurado esencialmente
como un enfoque intersectorial para la elaboración de políticas públi-
cas nacionales o regionales, de modo que los principios de salud pú-
blica son tenidos plenamente en cuenta por los sectores no sanitarios.
Sin embargo, los riesgos actuales para la salud de las poblaciones ad-
quieren dimensiones sin precedentes y se propagan rápidamente a
nivel transnacional, lo que exige el desarrollo e implantación de nue-
vas formas de alianzas estratégicas basadas en la intersectorialidad de
los programas e intervenciones entre los gobiernos (90).
Finalmente, la articulación de las acciones propias de una go-
bernanza mundial de la salud precisa de un desarrollo más sostenible
para responder adecuadamente a los desafíos de sociedad. Los nue-
vos enfoques de salud pública basados en los ecosistemas, y en el
190
campo más amplio de la ecología de la salud, contribuyen a este ob-
jetivo, al abordar la salud de las poblaciones como un equilibrio entre
el individuo, su familia y comunidad, su entorno y la sociedad (95).
Numerosos autores declaran la importancia de la integración entre
disciplinas y sectores, la participación de los interesados directos y
una articulación de la sostenibilidad y la equidad para lograr acciones
pertinentes para el cambio (6,54,96).
191
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
La creación y firma en 2015 de la Agenda 2030 para el desarro-
llo sostenible da testimonio del alcance mundial y sistémico de los
desafíos de la sociedad contemporánea12. Esta iniciativa se estructura
alrededor de 17 ODS que abarcan todas las cuestiones de desarrollo
que preocupan a nuestro ecosistema mundial, tales como la pobreza,
el hambre, la salud, la educación, el trabajo, la energía, el agua, la
violencia, el clima y las desigualdades, entre otras.
La Agenda 2030 fusiona el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) con el Programa “Cumbre de la Tierra”13.
Se trata de un enfoque universal, es decir, se aplica a todos los países,
tanto del Norte como del Sur. A este respecto, la totalidad de los paí-
ses de nuestro planeta son llamados a adoptar una postura socialmen-
te responsable basada en la sostenibilidad de sus territorios. Con sus
17 ODS y 169 metas (o sub-objetivos), la Agenda 2030 ofrece una
hoja de ruta detallada que abarca prácticamente todas los retos y
desafíos de las sociedades contemporáneas, entre ellos, la salud y el
bienestar de las poblaciones.
Los ODS constituyen un llamamiento a la acción de todos los
países para promover la prosperidad y proteger el planeta. Reconocen
que la erradicación de la pobreza exige la implantación de una serie
de estrategias que fomenten el desarrollo económico y aborden las
necesidades sociales crecientes en materia de educación, de salud, de
protección social y de oportunidad de empleo, al tiempo que luchan
contra el cambio climático y fomentan la protección del medio am-
biente. Ahora más que nunca en la historia de la Cooperación Inter-
nacional para el Desarrollo, los ODS proporcionan un marco crítico
para la respuesta colectiva y coordinada a los desafíos actuales en
materia de salud global, tales como los cambios climáticos o los bro-
tes epidémicos y pandémicos (80,97,98).
192
El ODS n° 3 de la Agenda 2030 “Garantizar una vida sana y
promover el bienestar para todos en todas las edades”, incluye esen-
cialmente 13 metas, que abarcan las principales prioridades de salud
e incluyen la agenda inacabada y ampliada de los Objetivos de Desa-
rrollo del Milenio (ODM), cuatro metas para abordar las enfermeda-
des no transmisibles, la salud mental, las lesiones y las cuestiones
ambientales, y cuatro metas sobre los medios de aplicación de estas
estrategias.
Según Sachs (4), la mejora de la salud y el bienestar de las po-
blaciones es uno de los logros más importantes de nuestra era y uno
de los mayores desafíos de la próxima generación. Adicionalmente,
los principios de una gobernanza mundial de la salud se expresan en
el reconocimiento universal de la salud como un derecho humano
básico y en el nuevo ODS n°3 para asegurar una vida sana y promo-
ver el bienestar individual y colectivo. La epidemiología – y por ende
la salud global – se sitúan indiscutiblemente en el corazón de este
gran objetivo que ofrece así una oportunidad para el desarrollo de los
territorios y sus poblaciones.
La dimensión ética juega un papel importante en el marco de la
Agenda 2030. Los ODS, claramente más ambiciosos en su alcance
que los ODM, vinculan desarrollo con sostenibilidad para promover
la inclusión y la reducción de las desigualdades. Según algunos auto-
res (3,99), la equidad sanitaria constituye un tema transversal, dentro
de un marco conceptual basado en evidencias, que ayudaría a los paí-
ses a desarrollar una acción coherente en todos los sectores y las esfe-
ras destinatarias de los ODS.
Sin embargo, nos enfrentamos hoy día a las consecuencias de
un modelo de desarrollo que ha descuidado la sostenibilidad y la
equidad, y que se ha construido a partir de la explotación intensiva de
los territorios y de sus poblaciones (2). El reto que se plantea aquí
para el desarrollo de una gobernanza mundial de la salud es esen-
cialmente transversal, afectando todas las categorías de actores y to-
dos los sectores de intervención. La sostenibilidad y la equidad en
materia de salud se alinean definitivamente con el principio general
de los ODS y el imperativo moral implícito de la justicia social que
193
deben acompañar el conjunto de respuestas colectivas a los desafíos
de sociedad (100).
En este contexto, la OMS, en calidad de organismo normativo
dotado de poderes constitucionales sin precedentes, y a pesar de los
éxitos considerables alcanzados – como la erradicación de la viruela
–, se enfrenta a numerosos desafíos para cumplir con las expectativas
generadas en materia de salud y derechos humanos (101). Integrando
los principios de la justicia social a las funciones esenciales de los
sistemas universales de salud, algunos autores señalan que la legisla-
ción vigente en materia de derechos humanos permitiría establecer
los principios y las bases de una gobernanza mundial de la salud más
allá de las premisas políticas propuestas por las naciones (102,103).
Sin embargo, existe una brecha de gobernanza entre el marco de de-
rechos humanos y las prácticas internacionales de las políticas de sa-
lud global y desarrollo sostenible. Según estos autores, las manifesta-
ciones actuales del derecho a la salud en la Agenda 2030 son insufi-
cientes y superficiales, al no vincular explícitamente los compromi-
sos o el discurso sobre el derecho a la salud con las obligaciones vin-
culantes de los tratados existentes en el marco de la cooperación para
el desarrollo en materia de salud global (92,104).
Ahora bien, si tomamos los principios de una gobernanza mun-
dial de la salud y de la justicia social, la totalidad de los ODS y sus
objetivos puede caracterizarse como determinantes sociales de la sa-
lud que, por lo tanto, ejercen una gran influencia en la salud de las
poblaciones. Por ejemplo, podríamos citar la eliminación del hambre
y de la pobreza, el desarrollo de una educación inclusiva, equitativa y
de calidad, la lucha por la igualdad entre los géneros y la reducción
de la desigualdad en y entre los países, o los esfuerzos de estructura-
ción de entornos urbanos más inclusivos, seguros y sostenibles. Al-
gunos autores señalan la importancia de abordar estos determinantes
sociales de la salud mediante nuevas formas de alianzas estratégicas,
contando con la movilización de todas las esferas de gobierno, la im-
plicación de las instituciones económicas y una participación social
efectiva (1,9).
Consecuentemente, los esfuerzos por incluir los determinantes
194
sociales de la salud en el desarrollo de una gobernanza mundial de la
salud han comenzado a proporcionar información crucial para el es-
tablecimiento de alianzas estratégicas más justas y sostenibles. Estas
alianzas se basan en la colaboración – a escalas regional, nacional e
internacional – entre una amplia gama de organizaciones, incluyendo
gobiernos nacionales, autoridades locales, instituciones internaciona-
les, empresas, organizaciones de la sociedad civil, fundaciones, filán-
tropos, inversores de emprendimiento social, universidades y la ciu-
dadanía.
Los ODS ofrecen una nueva oportunidad de colaboración entre
la salud global y el resto de la sociedad y, es de esperar, el impulso
para pasar de las palabras a la acción considerando la salud como un
derecho humano básico (4,105,106). Dicho esto, para tomar estas de-
cisiones – y elaborar planes de acción, estrategias y políticas integra-
das en el marco de una gobernanza mundial de la salud, es necesario
mejorar nuestra comprensión de las pautas de interacción y de con-
certación entre los actores implicados (8,96,107).
195
Salud Global y nuevas formas de
alianzas estratégicas
La configuración de alianzas estratégicas y multilaterales se
contempla en el ODS n° 17: “Revitalizar la alianza mundial para el
desarrollo sostenible”. En el campo de la salud global, constatamos
la aparición de una serie de acciones y de intervenciones concertadas
que desempeñan un papel importante en la ampliación de los pro-
gramas de salud pública y en el fortalecimiento de los sistemas uni-
versales de salud – basados en el desarrollo sostenible – de los países
de todo el mundo, incluidos los de América Latina y El Caribe
(1,109).
Tal es el caso del “Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la
Tuberculosis y el Paludismo”, creado en 2001 en el contexto de la
pandemia del SIDA y los ODM. En este caso, la asociación entre el
sector público y el privado jugó un papel importante en el avance de
las ciencias de la salud y en la ampliación y el fortalecimiento de las
actividades de salud pública basadas en evidencias en los países en
desarrollo (9). Este tipo de iniciativas podría servir de inspiración
para financiar la investigación, el desarrollo y la ampliación de las
intervenciones tanto en el ámbito de la salud como en otros ámbitos
de los ODS de la Agenda 2030.
Otros autores enfatizan igualmente la importancia de las aso-
ciaciones intersectoriales que los gobiernos pueden establecer con la
salud pública, promoviendo asimismo la participación activa y refle-
xiva de la sociedad civil. La sostenibilidad de las asociaciones inter-
sectoriales bien equilibradas contribuye a un desempeño satisfactorio
de una gobernanza mundial de la salud y, lo que es más importante, a
un buen estado de salud y de bienestar de las poblaciones (110–113).
Algunos estudios sobre las nuevas formas de alianzas estratégi-
cas para abordar los determinantes de salud prioritarios identifican
varios enfoques clave, entre los cuales cabe destacar el compromiso y
la colaboración entre las partes interesadas para dar una respuesta
colectiva a los desafíos actuales en materia de salud global (7,8,114).
Otro factor clave para el desarrollo de este tipo de alianzas es el
196
aprendizaje colectivo (107), considerado como el núcleo de la plani-
ficación y la adopción de iniciativas intersectoriales eficaces, concre-
tamente por su capacidad de adaptar constantemente las estrategias a
las circunstancias cambiantes y a las situaciones imprevistas que
afectan a los sistemas adaptativos complejos, tales como los sistemas
universales de salud (53,55,86).
En el campo de la epidemiología y de la salud pública, a partir
de un estudio sobre las enfermedades transmitidas por vectores, Her-
diana et al. (115) identifican una serie de factores que influyen en la
eficacia de la colaboración intersectorial, tales como el tipo de prácti-
cas colaborativas, la gestión responsable de los recursos, la calidad de
las relaciones institucionales, las modalidades de gobernanza y la vi-
sión compartida. Estos autores señalan que, a pesar de su importan-
cia, muy pocos estudios han evaluado el grado en que la colaboración
intersectorial contribuye precisamente al impacto social de las inter-
venciones en salud pública y recomiendan la realización de otros es-
tudios de alta calidad que utilicen indicadores específicos para este
tipo de estrategia.
Por su parte, varios grupos de investigadores han profundizado
en este sentido, evaluando los efectos de las alianzas estratégicas en
materia de salud global para la investigación y la educación (116–
118). Identifican una serie de factores centrales en el éxito de los
programas de salud global, tales como la constitución de un comité
gestor de investigación; el desarrollo de un plan de acción estratégi-
co; la obtención de apoyo institucional y financiación básica; el desa-
rrollo de un liderazgo colectivo; el seguimiento y la evaluación de las
intervenciones; la comunicación y coordinación sistemáticas; y la
creación de redes estratégicas entre actores académicos e institucio-
nales.
En este sentido, resulta más probable que las redes intersecto-
riales produzcan los efectos deseados cuando sus miembros constru-
yen un marco operacional convincente sobre el plan de acción estra-
tégica (que incluya una comprensión colectiva del problema, un con-
senso sobre las soluciones y un conjunto de razones plausibles para
actuar), y cuando las partes interesadas consiguen crear una coalición
197
política que implique actores influyentes más allá del sector de la sa-
lud, tarea que exige considerar íntegramente el conjunto de determi-
nantes de la salud, tales como los ODS de la Agenda 2030 (118–
120).
Así, según Ledema et al, en el marco de una gobernanza mun-
dial de la salud, se debería implicar a los profesionales de la salud y a
los actores intersectoriales para crear una estructura de redes múlti-
ples. Esta estructura requiere que las deliberaciones y colaboraciones
sean flexibles y sitúa a los miembros de la red en una posición de
“híbridos estratégicos”, lo que les permite co-construir un sentido
común y un interés colectivo como respuesta a los desafíos actuales
(121–124).
En el marco de la Agenda 2030, la eficacia de las redes de acto-
res y de acciones concertadas podría apreciarse específicamente en
términos de sostenibilidad. Algunos autores (125,126) constatan que,
sobre la base de los ODS, existen varios desafíos a la hora de confi-
gurar una red de acción intersectorial sostenible. El primero es la de-
finición conjunta del problema (generar consenso sobre la naturaleza
del problema y la forma de abordarlo). El segundo es el posiciona-
miento (representar el problema de manera que inspire a los actores
externos a actuar). El tercero es la formación de coaliciones (forjar
alianzas sostenibles con los actores intersectoriales). El cuarto es la
gobernanza (establecer un marco operacional y una serie de conven-
ciones que faciliten la acción colectiva). Los resultados de las inves-
tigaciones indican que las redes mundiales de salud que abordan efi-
cazmente esos problemas tienen más probabilidades de obtener apo-
yo para hacer frente a las condiciones que les preocupan.
Asimismo, para alcanzar los ODS de la Agenda 2030 habría
que ampliar el abanico de colaboraciones. Varios autores muestran la
importancia creciente y manifiesta de las organizaciones progresistas
de la sociedad civil como actores vitales para lograr las transforma-
ciones necesarias (10,127–129). Estos autores defienden la idea de
que una sociedad civil robusta puede cumplir varias funciones esen-
ciales en el campo de la salud global, tales como la creación de coali-
ciones intersectoriales más allá del sector de la salud, la garantía de
198
los enfoques basados en los derechos humanos, el aumento de la legi-
timidad de las iniciativas en materia de salud de las poblaciones, la
mejora de los sistemas de rendición de cuentas y finalmente – una
función esencial que desarrollamos en la próxima sección –, el forta-
lecimiento de los sistemas universales de salud.
199
mundial, regional, nacional y local) en términos de principios y valo-
res, así como en términos de visión y de objetivos compartidos que
prioricen en los territorios y sus poblaciones. Ahora más que nunca
es necesaria una sólida cooperación internacional con el fin de garan-
tizar que los países que poseen los medios para recuperarse de las
crisis fortalezcan sus sistemas universales de salud y consigan alcan-
zar los ODS (5,135,136).
Por otra parte, es necesaria une serie de esfuerzos concertados
para lograr una cobertura sanitaria universal y una financiación sos-
tenible de los sistemas universales de salud, con el fin de mejorar
nuestra respuesta a los desafíos de salud global. Como ha demostrado
la pandemia del Covid-19, los sistemas de salud universales, integra-
les y sostenibles se adaptan y responden mejor a las situaciones críti-
cas de salud pública que los que no lo son, que tratan la salud como
un servicio privado y no como un bien común o un derecho humano
básico (80,137–142).
Quizás la clave para una gobernanza mundial de la salud pase
por un tipo de alianza estratégica entre las naciones e instituciones
internacionales basada en la “diplomacia sanitaria” (1,143,144), me-
jorando nuestra respuesta contra las desigualdades en materia de sa-
lud y promoviendo la equidad en el campo de la salud global (145).
La operacionalización de esta práctica diplomática requiere un arduo
trabajo de integración de los principios de la salud global en las deli-
beraciones de política exterior, y por tanto en las negociaciones para
crear una gobernanza mundial de la salud. Entre los ámbitos de prin-
cipal interés para el campo de la salud global tenemos la seguridad, el
comercio, el desarrollo, los bienes públicos mundiales, los derechos
humanos y el razonamiento ético/moral, que han sido movilizados
para promover el programa “La Salud en Todas las Políticas”
(90,94).
Lo que está en juego aquí es la cuestión de cómo fortalecer los
sistemas universales de salud mediante un desarrollo integral y soste-
nible de base amplia, aprovechando los éxitos y promoviendo las
alianzas transdisciplinares e intersectoriales especialmente beneficio-
sas, en las que se puedan crear sinergias entre los actores locales y
200
globales, fomentar los “híbridos estratégicos” y mejorar el impacto
de las intervenciones de salud global en los territorios y sus pobla-
ciones (118, 119,125,146).
201
personalizados a las poblaciones prioritarias, intervenciones sanita-
rias integradas en el ámbito de comunidades y municipios, un acceso
más equitativo a alimentos nutritivos y espacios verdes y una mayor
atención a los bienes, espacios y eventos socioculturales que mejoran
la calidad de vida y el bienestar humano (5,8,111,134,135,147–149).
Finalmente, a guisa de conclusión, proponemos que el nuevo
campo de la salud global se organice, en el marco de la Agenda 2030
para el desarrollo sostenible, en forma de “red transnacional de tra-
ducción de conocimientos”, es decir, como un conjunto de actores
intersectoriales y transdisciplinares que traducen conocimientos di-
versos y aprenden unos de otros (66). Reconociendo el papel de van-
guardia de la gestión del conocimiento, por sus efectos innovadores y
transformadores, la formación de redes de traducciónde conocimiento
constituye una estrategia clave para el desarrollo de sistemas univer-
sales de salud integrados y sostenibles. Numerosos autores
(68,119,125,126,146) sostienen que la organización conjunta y la in-
teracción dinámica entre las redes de actores intersectoriales, actuali-
za los sistemas universales de salud como espacios híbridos innova-
dores de coproducción de conocimientos y de aprendizaje colectivo,
capaces de adaptarse rápidamente a los cambios incesantes del en-
torno y permitiendo al mismo tiempo la elaboración conjunta, entre
actores locales y globales, de respuestas eficaces a los desafíos socio-
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214
CAPÍTULO VIII
La desigualdad social y su atribución en
la salud
La interseccionalidad como alternativa analítica
Resumen
Mientras que la mayor parte de los estudios de salud pública
analiza y explica las enfermedades desde el plano biomédico, las
disciplinas sociales introducen en la ecuación interpretativa de la
salud, elementos dispares, pero igualmente concurrentes. La salud -
entendida como producto social-, pone de manifiesto problemáticas
teórico-empíricas que distan de ser triviales o accesorias.
La asequibilidad a los servicios de salud, las condiciones de
vida y el padecimiento de algunas enfermedades, están estrecha-
mente condicionados a la posición que ocupan los sujetos en la pi-
rámide social. Por ello, resulta indispensable reparar en la repercu-
sión del lugar ocupado de los sujetos en el ordenamiento social, co-
mo elemento contribuyente y condicionante de la salud.
La desigualdad social no es una condición natural, sino la con-
secuencia de un diseño político deliberado. La incorporación de ca-
tegorías sociales al análisis de la salud permite evidenciar circuns-
tancias re/productoras de una discriminación sistémica; una política
orientada por el descarto social sobre amplios sectores de la pobla-
ción. En ella, la susceptibilidad a ciertas enfermedades, los medios
para afrontarlas y la mortandad consecuente, parecieran ser situa-
ciones premeditadas de un sistema económico clasista y no una fata-
lidad biológica aleatoria.
Por ello, es impostergable restituir al estudio de la salud su
trascendente atribución social. Proponer planteamientos teóricos en
215
este sentido, implica intentar resignificar a la salud por su configu-
ración factorial múltiple y concurrente. La interseccionalidad puede
darnos algunas respuestas sobre el rezago de este derecho humano.
Introducción
La salud es una temática contemplada en más de la mitad de
los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) plasmados en la
agenda de las Naciones Unidas para el año 2030 (1). Entre los retos
contemplados en dicha agenda con respecto a la salud, está el acceso
universal a los servicios de salud esenciales con calidad, el acceso a
los medicamentos, la garantía a una vida sana y la promoción del
bienestar para todos. Sin embargo, dichos objetivos parecen inase-
quibles para América Latina si no se atienden juntamente con la pro-
funda desigualdad social, la lacerante injusticia selectiva, la descom-
posición estructural de las instituciones públicas y la insensata mer-
cantilización de toda actividad humana, justificados y promovidos
por el vigente modelo neoliberal a nivel global. Ante estas circuns-
tancias, debemos asimilar los ODS como un sumario de preocupan-
tes tareas pendientes en la historia de nuestros pueblos.
Desde la perspectiva en que fueron propuestos los Objetivos
de Desarrollo Sostenible, la salud de la población se advierte como
una temática central y transversal que sobrepasa a cualquier discipli-
na que se asuma suficiente y autónoma para solventar los desafíos
que la salud implica. Un reto de esta magnitud requiere de la partici-
pación de diferentes disciplinas, pero con perspectivas articuladas e
integrales, para lograr o al menos intentar, un avance aceptable en
cuanto al desarrollo sostenible, equitativo y extendido que se preten-
de.
Pero el concepto de salud es abstracto y conlleva una relativi-
dad en su significación, una forma de flexibilidad semántica que
causa complicaciones al momento de tratar temas relacionados con
la salud humana (2, 3). En el presente trabajo, la abordaremos a par-
216
tir de una apreciación social como condición al riesgo de padecer,
tratar y capacidad de recuperación de afecciones generadas prepon-
derantemente por circunstancias económicas, políticas y sociales,
subordinantes de la situación física de los sujetos, y no como causas
meramente biológicas.
La rigidez conceptual de la salud en la que ocasiones se incurre
alienta la invisibilidad a considerar factores no fisiológicos en el es-
tudio de las diversas problemáticas que abarca la salud humana. Por
este motivo, es necesario disociar conceptualmente a la salud con la
biología para poder advertir, distinguir y considerar factores no bio-
lógicos, pero igualmente concurrentes en la salud de las personas (3).
Para avizorar el alcance de su configuración, se requiere apoyarse de
conceptos y categorías sociales para tener en cuenta y evidenciar de
una manera más integral, el origen y reproducción de numerosas
afecciones que padece la comunidad.
Las personas no viven aisladas, no son entidades autónomas,
independientes; son sujetos relacionales forjados por sus condiciones
históricas, económicas, culturales, raciales, de género entre muchas
más. Por lo cual, su cuerpo no es sólo fisicidad, representa el espacio
donde se materializa una historia, una historia en particular, la de las
circunstancias y condiciones de su propia clase. Desde esta perspec-
tiva entonces, no es muy acertado hablar de individuos, sino de suje-
tos construidos, delimitados y subordinados por específicas relacio-
nes histórico-sociales que son ajenas a la voluntad individual (4, 5).
Por esta razón, la salud debe ser concebida más que una mera
condición bioquímica como el resultado de una simultaneidad de
circunstancias sociales, intricadas y manifestadas sobre cuerpos con-
cretos. Por lo tanto, padecer, resistir y recuperarse de algunas enfer-
medades están directamente vinculadas a la condición circunstancial
de los sujetos, acotadas a estructuras sistémicas de poder; y, por en-
de, de exclusión social.
Debemos considerar que ciertas enfermedades, lejos de ser
connaturales o “hereditarias”, están estrechamente relacionadas -y
muy probablemente ocasionadas- por un modelo socioeconómico
fundado en una dominación secular y discriminación social selectiva
217
que condiciona y perpetúa situaciones propiciadoras para el padeci-
miento de ciertas enfermedades (6).
Por esta razón, es necesario rediseñar y articular los modelos
analíticos con los cuales vemos y explicamos la salud pública, para
comprender la amplitud y dimensión de los numerosos factores bio-
lógicos, médicos, sociales, económicos y hasta culturales, que parti-
cipan e inciden sobre cuerpos diferenciados socialmente. En este
sentido, la teoría interseccional representa una oportunidad para
descubrir, señalar y evidenciar elementos subyacentes de diferente
índole y que concurren en el estado físico de la población.
La interseccionalidad tiene la cualidad de mostrar la compleji-
dad y dinamismo en que se tejen las realidades sociales y las confi-
guraciones en las que, tanto los sujetos como las comunidades, se
constituyen (7). Bajo este enfoque, es posible concebir y diseñar in-
dicadores con capacidad de abordar de manera dinámica dos aspec-
tos fundamentales y copartícipes en la salud de los sujetos: la parti-
cipación variable y multidimensional de las desigualdades sociales,
así como el carácter heterogéneo y específico de las comunidades
donde viven.
Con el diseño de indicadores interseccionales (concurrentes,
dinámicos y variables), se pueden construir los fundamentos teóri-
cos para un modelo de proyección de susceptibilidad social a ciertas
enfermedades en contextos específicos. Lo que nos permitiría dar un
paso más allá de la interpretación biomédica con respecto a algunas
enfermedades comunes que padece nuestra sociedad.
218
ta, el Estado mexicano ha conservado bajo su tutela -hasta ahora-,
una buena parte de los servicios de salud, a través de las diferentes
instituciones de seguridad social (9). Sin embargo, la reducción de
las prestaciones en este rubro a cargo del Estado se mantiene como
parte esencial de las políticas de reestructuración y austeridad gu-
bernamental.
A pesar de la creciente inversión financiera en el sector salud
en los últimas dos décadas, persisten tareas pendientes en materia de
salud pública como el incremento de inyección de recursos acorde al
aumento de la población asegurada, la revisión y optimización de la
distribución de recursos entre poblaciones y estados para reducir la
inequidad en el subsidio federal; sin embargo, a pesar del incremen-
to de inversión pública en este sector, persisten aplazamientos pe-
rentorios que deben ser atendidos urgentemente, tal es el caso de la
vigilancia y capacidad de respuesta del sistema de salud a situacio-
nes emergentes y contingencias de salud pública, así como la pro-
moción proactiva de la salud y prevención de las enfermedades,
como también aumentar y orientar la oferta de servicios a zonas
marginadas que puedan coadyuvar a una integración urgente del sis-
tema mexicano de salud. Dichas medidas desplegadas de manera
conjunta y coordinada son indispensables para lograr la anhelada
universalización del derecho a la preservación de la salud -como lo
pretenden las ODS-, transformando estas iniciativas de salud públi-
ca en ejes fundamentales de un proceso amplio de democratización
del país.
Pero las nociones de salud pública exhiben serias complica-
ciones epistémicas, derivadas en su mayoría, de una noción básica-
mente biomédica sobre lo que entendemos como salud. La idea de
salud pública no es equivalente desde la economía con la que existe
en la ciencia política, antropología o la medicina. Pero la mayoría de
las investigaciones realizadas en torno a la salud pública no ofrecen
conceptos y categorías que puedan tender un puente entre la idea
biomédica de salud y la génesis social de ésta, provocando que la
noción de salud pública a menudo se ancle a una serie de circulari-
dades conceptuales en perspectivas limitantes.
219
Pero su maleabilidad semántica no debe traducirse en un re-
duccionismo analítico, sino en una capacidad significante amplia,
inclusiva y moldeable. Y una manera de superar esta situación es
asumiendo a la salud no sólo como un estado fisiológico individual;
sino también, como el resultado de una trama social surgida de con-
diciones específicas, dinámicas y multidimensionales. Nos referi-
mos a una relación social dinámica identificada como salud. Desde
esta perspectiva, la salud adquiere una acepción de relaciones de
poder, con historia y en constante construcción.
A través del análisis social debemos sopesar la atribución polí-
tica, económica y cultural de la salud, el desciframiento de la inci-
dencia desigual de algunos factores estructurales sobre específicos
sectores sociales para su probabilidad mayor o menor en contraer
ciertas afecciones, así como también en su capacidad y probabilidad
de tratarlas y superarlas en comparación con otros grupos sociales
(7). Esto implica que, la susceptibilidad a contraer o capacidad de
reestablecerse de ciertos agentes patógenos experimente una trans-
formación conceptual. Es decir, pase de una objetivación bioquími-
ca a una significación social.
A través de los sujetos, la salud poblacional proyecta su fac-
tualidad procesual, una dimensión temporal y circunstancial. Lo
cual significa que, la salud pública arrastra la historicidad de los su-
jetos y su entorno. No se debe excluir el hecho de que, en América
Latina, la salud poblacional está vinculada, más de lo que se podría
suponer, a una herencia postcolonial que ha llegado hasta nuestros
días, con un trasfondo estructural verticalizado e inconmovible, pro-
pio de una sociedad profundamente jerárquica y selectiva.
La posibilidad de atención médica, la asequibilidad a medica-
mentos, la capacidad de recuperación, así como el impacto diferen-
ciado de las enfermedades en sectores específicos de la sociedad,
lleva implícitos razonamientos culturales discriminatorios en conso-
nancia a una lógica de distinción social, fundada en concepciones de
raza, rasgos fenotípicos, posición socioeconómica, género y hasta al
azar o destino. Fundamentos de una racionalidad jerárquica norma-
lizada y encarnada.
220
Pero la salud de la población es producto de complejas rela-
ciones sociales que, ponen de manifiesto problemáticas de poder,
exclusión, modernidad, tradición, acceso/privación de oportunida-
des, complicidades políticas e intereses económicos, toda una amal-
gama factorial para una discriminación institucionalizada (10). Cir-
cunstancias que llevan a presumir que, ciertas enfermedades comu-
nes en algunos sectores de la población son producidas y reproduci-
das por el propio sistema social.
El ejercicio vertical del poder genera y faculta mecanismos de
marginación que, permiten el acceso selectivo a servicios públicos y
a una amplia inequidad en derechos y oportunidades en numerosas
esferas de la vida, originando precariedad en la salud de la comuni-
dad.
Es así como la incertidumbre y limitaciones que padecen al-
gunos sectores de la población -un daño colateral de la sociedad
moderna-, es percibida como inevitable, una forma de destino inelu-
dible. La población de los sectores menos favorecidos se convierte -
de este modo-, en candidata natural para el sacrificio requerido por
modelos políticos y económicos prometedores de una modernidad y
desarrollo, aunque en realidad estas sean alcanzables únicamente
para algunos cuantos (11). Mientras tanto, la salud de los sujetos
descartables dentro de este tipo de lógica de marginación social
pierde valor y significado, especialmente para el principal garante
de la salud poblacional, el Estado, aunque en el discurso de su clase
política se mantenga constante.
Como se puede suponer, la marginación social tiene escena-
rios predilectos para su materialización. La salud pública es uno de
estos escenarios donde se expone con mayor claridad la exclusión o
descarto social, bajo la forma de deficiencia e insuficiencia en la
atención médica, dificultad para la adquisición de medicamentos,
prosecución de los tratamientos y una consecuente mortalidad en
afecciones evitables. Esta vulnerabilidad experimentada sólo por
una parte de la población encierra una marginación selectiva, propia
de una sociedad orientada por principios mercantilistas y de utilidad.
Ante esta lógica social, el Estado -como autor y regulador de
221
políticas públicas de salud- se muestra indolente e indiferente de una
profunda y extensa desigualdad social. El ejercicio de poder por par-
te de élites políticas y económicas reproduce una gravosa margina-
ción selectiva, sobre el acceso limitado y distribución restringida de
derechos y oportunidades; la cual, a su vez, genera condiciones pre-
carias de salud comunitaria bajo forma de daño colateral deliberado.
Indígenas, pobres, mujeres, ancianos, desempleados, discapacitados,
se convierten en candidatos naturales para la privación social; suje-
tos descartables en la escala de selectividad social de un Estado
orientado por principios de consumo y utilidades económicas (11).
Pero la marginación inscrita en la práctica social tiene un mar-
co legal que la legitima y ratifica. No es una revelación confidencial
decir que el cuerpo jurídico de una sociedad se confecciona a la me-
dida de los privilegios de una minoría. Para el modelo de gobierno
neoliberal, la salud se entiende como un tema más a reglamentar y
condicionar que, un derecho fundamental como la plantean los
ODS. En un sistema capitalista, las leyes en temas de salud tienen
dedicatoria, están orientadas a los miembros excedentes del sistema,
para los renegados; a quienes de “manera legal” se les niegan dere-
chos básicos -como la salud-, así como su derecho a la integración,
perdiendo cualquier utilidad social. La atribución de "inactividad"
sobre algunos, representa amenaza a la productividad, al desarrollo
y modernidad; por lo tanto, se valida el descarto, la marginación sis-
temática de aquellos que no logran integrarse y están “de más” para
una sociedad moderna. El poder simbólico de la marginación social
de la población ubicada en la base de la pirámide de la jerarquía so-
cial, suscita un impacto significativo en ella, provocando una espiral
de problemáticas subsecuentes (12).
Diseñar políticas públicas en términos de utilidad-beneficio
para el capital económico, conlleva la intención de reducir al máxi-
mo la obligación del Estado de garantizar la salud de sus ciudadanos
-y menos de aquellos considerados excedentes-, con el objetivo de
provocar mayor beneficio al sistema económico. De este modo, la
población excedente se convierte sacrificable, desechable. El diseño
y dirección de estas políticas públicas de salud se convierten en ins-
222
trumentos discriminatorios y hostigadores. Emanan la idea de que,
no todos los ciudadanos tienen el mismo derecho a tener derechos;
negando a una buena parte de la población el derecho humano a pre-
servar la propia salud. De este modo, la política se convierte en una
cuestión de vida o muerte, textualmente. Las políticas públicas de
salud en un sistema neoliberal provocan millones de muertes sobre
las que existe una responsabilidad política, una complicidad delibe-
rada por los deberes ignorados del Estado.
Causalmente, son los privilegiados dentro del sistema quienes
diseñan y aplican las políticas, pero curiosamente estas políticas tie-
nen muy poco impacto en sus vidas. Para los privilegiados las polí-
ticas de salud son una "cuestión estética, una manera de ver el mun-
do", Pero para el resto de la jerarquía social asumen una dimensión
de vida o muerte (13). Para aquellos que están en la parte superior
de la jerarquía social -los que no son identificados como excedentes-
, las políticas públicas de salud no se transforman en vulnerabilidad
en su salud. Para ellos, las políticas públicas de salud no alteran sus
estilos de vida. El fracaso, ineficacia o condicionamiento de éstas no
impacta en su existencia cotidiana ni cambia sus posibilidades de
muerte. En este sentido, no es ocioso recalcar que, el Estado tiene
una responsabilidad central, y no parcial ni marginal en la salud de
su población. La mortalidad frente a enfermedades evitables provo-
cadas por las condiciones sociales debería considerarse homicidio
complaciente de los no privilegiados.
Ante esta realidad factual, es imperioso considerar el papel di-
námico y la incidencia de los factores que infligen indudablemente
en la salud de los sujetos, pues estos revelan peculiaridades confor-
madoras de una comunidad.
Es indispensable complementar los enfoques biomédicos con
estudios sociales de carácter interseccional, para elaborar una visión
amplia y articulada de las causas de la salud con las condiciones de
vida de los sujetos; con la intención de buscar una mayor efectivi-
dad de las intervenciones gubernamentales en temas de salud públi-
ca.
Resulta pertinente entonces, averiguar si en nuestras comuni-
223
dades con múltiples particularidades constitutivas y circunstancia-
les, las medidas institucionales -inspiradas en modelos de optimiza-
ción económica, perspectivas biomédicas y recomendaciones gené-
ricas- son compatibles, aptas y suficientes para preservar y mejorar
la salud de la población…, incluidos aquellos sectores considerados
prescindibles y sacrificables.
A partir de las experiencias de diversas disciplinas dedicadas
al estudio social de la salud, como la antropología, la sociología, la
psicología, la etnología; organizaciones internacionales como la Or-
ganización Mundial para la Salud (OMS), Organización de las Na-
ciones Unidas, Organización de las Naciones Unidas para la Ali-
mentación y la Agricultura (FAO), Médicos Sin Fronteras, Banco
Interamericano de Desarrollo, Organización Internacional para las
Migraciones, se recomienda que las intervenciones dirigidas al
cambio de comportamiento ante la salud/enfermedad deben provenir
de estudios y propuestas multidisciplinarias, sostenibles y en conso-
nancia a los contextos específicos de las comunidades a tratar (14).
Se ha demostrado que las intervenciones con mejores resultados, en
cuanto a prácticas y cambio de comportamiento sobre sa-
lud/enfermedad, son aquellas concebidas por estudios transdiscipli-
narios que integran los objetivos biomédicos de las intervenciones
con referencias sociales y culturales de la población, y no únicamen-
te con información técnica especializada y advertencias comporta-
mentales (15).
Sin embargo, los estudios registrados con carácter social en
asuntos de salud comunitaria, en su mayoría se han limitado a la
aplicación de cuestionarios de conocimientos, actitudes y practicas
(CAP), con el objetivo de identificar comportamientos individuales
de médicos, consumidores y farmacéuticos (16-18); pero no se han
preocupado en descifrar cómo es que estos comportamientos están
circunscritos y determinados por condiciones que van más allá del
individuo, el cual es concebido únicamente como paciente. Y esto se
origina, en gran medida, a que se parte de una premisa somera e
inexacta que considera a las personas como entes individuales, au-
tónomos y autodeterminantes; cuando en realidad, es todo lo contra-
224
rio.
En algunos países se comienza a mostrar el interés por anali-
zar cómo es que la biología, la cultura de consumo, el acceso dife-
renciado a los servicios de salud y la regulación adquisitiva a los
antimicrobianos han repercutido en la biología de la resistencia bac-
teriana (19). Iniciativas prometedoras, pero todavía carentes de una
visión holística y estructural de la salud y las enfermedades, condi-
ción que les impide observar y analizar de manera articulada una
problemática concreta a las subyacentes y dinámicas condiciones
sociales y culturales de la población.
Se ha observado que, cuando se dirige una intervención a la
población para prevenir o disminuir la incidencia de una enferme-
dad, las medidas interpuestas ofrecen en la mayoría de las veces in-
formación general y homogénea, con el mensaje tácito de que “la
ciencia y la medicina son el camino para recobrar la salud”; (20)
relegando a segundo plano, factores estructurales, subestimando su
incidencia en el estado físico de las personas. Esta situación, es una
consecuencia de las serias limitaciones conceptuales y metodológi-
cas prevalecientes en el análisis global de la salud. Por lo tanto, pro-
bar cambiar el estado actual de la salud de la comunidad, mediante
información técnica, cambios legislativos y realización de infraes-
tructura médica, no es la forma más acertada ni eficaz. Como prueba
de esto, tenemos a la mano, innumerables ejemplos de fracaso de
políticas públicas de salud; no obstante, la notable inversión finan-
ciera requerida.
225
Los estudios sobre prevención, incidencia, tratamiento de al-
gunas enfermedades, así como la recuperación de la salud con enfo-
ques biomédicos, parecen ser insuficientes para tratar y enmendar
un problema tan complejo como este. Por lo tanto, considerar la ar-
ticulación de la investigación científica multidisciplinaria -a partir
de una problemática concreta-, posibilita plantearse la integración
de paradigmas tradicionalmente disociados. El falso desacuerdo en-
tre las ciencias biológicas y las sociales puede superarse a partir del
ejercicio interparadigmático, el cual puede generar resultados epis-
temológicos de avance en el estudio de la salud pública.
El apoyo teórico conceptual social a cuestionamientos bioló-
gicos parece ser una fórmula para producir cambios epistemológicos
importantes, tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias
sociales (21). La intercomunicación epistémica entre ambos cam-
pos, a partir de paradigmas convergentes, puede eliminar la ficticia
autosuficiencia disciplinaria.
Ante el desafío que significa buscar acercamientos interpara-
digmáticos, es necesario plantear propuestas teórico-metodológicas
aplicadas a la salud pública. Es decir, concebir y explicar las temáti-
cas de salud con una perspectiva social, pero bajo un enfoque inter-
seccional, puede permitirnos vincular de manera variable, dinámica
y cambiante estudios biológicos con las condiciones sociales de las
comunidades.
Un análisis transdisciplinario amplio tendría la capacidad de
ver más allá de la búsqueda e identificación de microorganismos y
sus genes de resistencia, o la búsqueda incesante del gen responsa-
ble de determinada enfermedad, sus expresiones y secuelas en los
cuerpos de los sujetos y tratamientos adecuados para superar las
afecciones. Un análisis transdisciplinario tendría la facultad de in-
dagar sobre los factores estructurales que participan e influyen de
manera diferenciada en las prácticas de salud, como también el uso
desmedido de medicamentos innecesarios en la comunidad. Cierto
que las enfermedades son un asunto biológico, pero no se puede ne-
gar el profundo carácter social que envuelven; por lo que, se requie-
re comprender a la salud y las enfermedades en relación con las cir-
226
cunstancias sociales, económicas y políticas en las que nacen, viven
y consecuentemente mueren los sujetos.
Se requiere averiguar y articular la trascendencia del aspecto
socio estructural de una problemática de salud, con el objeto de po-
der significarla como resultado de la interacción dinámica de ele-
mentos tanto biológicos como sociales. Paso esencial e indispensa-
ble en el estudio de la salud pública para posibilitar una nueva forma
de pensar y abordar los problemas que le atañen. No se trata sólo de
incorporar un indicador más a la larga lista de indicadores en salud,
muchos de los cuales terminan por diluirse o volverse obsoletos ante
la diversidad de realidades en la población.
En la medida que la salud supera su conceptualización abs-
tracta, acentúa cada vez más su acepción social, procesual, dinámica
y multidimensional reclamando una reformulación conceptual a par-
tir de un análisis transdisciplinario. Provocando de este modo, el
estudio multidisciplinario pero sincrónico del estado físico de los
sujetos para generar panoramas convergentes en torno a la noción de
salud (22). Al complejizar las causas de la salud/enfermedad, se
vincularán inevitablemente, múltiples disciplinas en torno al estudio
de la salud pública.
A partir de esta necesidad de revisión significativa de la salud,
la interseccionalidad se propone como un marco teórico-
metodológico eficaz para la sensibilización epistémica de los estu-
diosos de temas de salud, respecto a la trascendencia de los procesos
de estratificación social y diferenciación selectiva que inciden en la
posibilidad de conservar el estado saludable o capacidad de recupe-
rarla para ciertos sectores de la sociedad. Posicionándose como un
referente teórico fundamental en los debates contemporáneos de
análisis social, por su cualidad interdisciplinaria y su prometedora
aplicabilidad a varios propósitos (23). La perspectiva interseccional
“puede servir para tomar en cuenta cómo las respectivas constela-
ciones [configuraciones estructurales] difieren de una localidad a
otra y de un contexto a otro” (10), descubriéndose viable para desa-
rrollar métodos cuantitativos de medición.
Sin embargo, esta posibilidad plantea un reto metodológico
227
importante, pues el sujeto de análisis se concibe constituido en múl-
tiples dimensiones (24). Esta situación conlleva a un esfuerzo inda-
gatorio; es decir, significa la transferencia metodológica de varias
disciplinas frente a un mismo objeto de estudio (la sa-
lud/enfermedad) para capturar la particularidad, la dinamicidad y
multidimensionalidad de los factores que participan de manera si-
multánea y lo constituyen.
La interseccionalidad significa una complejidad intercatego-
rial, en cuanto observa las relaciones asimétricas y variables -entre
diferente grupos sociales- como foco de análisis (25). A partir del
uso de categorías sociales en temáticas de salud, la interseccionali-
dad nos puede permitir dar cuenta de la naturaleza de las relaciones
de desigualdad, marginación, vulnerabilidad que experimenta la
comunidad y los sujetos, y la forma de cómo estas circunstancias
(relaciones sociales) influyen en el estado fisiológico de las perso-
nas en el curso del tiempo.
Con indicadores operados interseccionalmente sobre el acceso
a servicios médicos, asequibilidad a medicamentos, características
de desarrollo de las comunidades, idiosincrasia de la población lo-
cal, singularidad étnica, ocupacional, de género, entre otros; po-
dríamos abordar tanto la multidimensionalidad de los factores (inci-
dencia dinámica) como el carácter heterogéneo de las comunidades
(singularidad sectorial) ante una enfermedad o susceptibilidad a ella.
Pero el tipo de estudios que plantea la interseccionalidad es de
carácter comparativo porque posibilita el análisis de diferentes gru-
pos de una comunidad. Cuando hablamos de grupos de estudio des-
de esta perspectiva, nos referimos aquellos sujetos que, estando en
una determinada posición en el ordenamiento social, podrían mos-
trar mayor o menor riesgo a padecer ciertas enfermedades. Por ello,
es importante identificar un grupo focal y uno de referencia; los
cuales se vuelven fundamentales para intentar estudiar la vulnerabi-
lidad a ciertas enfermedades desde una perspectiva interseccional.
De este modo, las variadas intersecciones de los rasgos (marcadores
de diferencia) identificados de la comunidad, nos indicarán las posi-
bles condiciones coadyuvantes a la salud o enfermedad que nos in-
228
terese, definiendo así el grupo focal de estudio. Por otra parte, el
grupo de referencia se compondría indistintamente de todos aque-
llos casos que no cumplieran con estas condicionantes.
Como podemos ver, la metodología interseccional muestra
una particular capacidad para visibilizar cómo es que estas configu-
raciones de inequidad social inciden y concurren de modo articulado
y en diferentes grados, sobre el estado de salud de determinados
grupos de la comunidad. De manera similar, para el análisis de las
intersecciones (entre diferentes grupos de la comunidad), podemos
definir subgrupos constituido de las distintas intersecciones entre
estos rasgos o marcadores de diferencia.
Ciertos marcadores de diferencia (categorías sociales) se pue-
den presentar de forma relativamente clara, y podemos detectar lí-
mites nítidos entre los grupos que vamos a comparar (como el caso
de categorías tipo: hombre, mujer, edad, etc.). Pero otros marcado-
res no podemos acceder o advertir “directamente”, como el caso del
nivel socioeconómico, ingreso del hogar, tipo de escuela frecuenta-
da y nivel educativo, entre otros; por lo tanto, su definición depen-
derá tanto de la disponibilidad de los datos como de un adecuado
análisis de lo que cada marcador de diferencia ayude a visibilizar
y/u ocultar.
A diferencia de los estudios de un caso particular, cuyo interés
de análisis está localizado en los rasgos propios del objeto analiza-
do; la perspectiva interseccional se puede enfocar en estudios multi-
grupo, pues permite realizar comparaciones sistemáticas y simultá-
neas de las intersecciones de los marcadores de diferencia en niveles
desiguales o circunstancias desemejantes (26).
En términos generales, la interseccionalidad ofrece la posibili-
dad de desarrollar una nueva perspectiva, desde la cual se puede
abordar la correlación de la desigualdad social especificada por sub-
grupos, con respecto a una determinada enfermedad, dentro una
misma comunidad. Permitiéndonos profundizar -pero, además- arti-
cular, la implicación de la marginación social en problemáticas de
salud pública; ponderando el modo de cómo diversos marcadores de
diferencia, identificados en grupos de la población, se intersectan -y
229
de este modo-, producen diversas condiciones de vida, las cuales
propiciarán y generarán un estado de salud diferenciado con respec-
to a otros sectores de la población.
La importancia de probar un enfoque interseccional como al-
ternativa a las limitaciones de los estudios convencionales de salud,
reside en poder capturar la manera de cómo ciertos marcadores de
diferencia (categorías sociales), operan simultáneamente y en múlti-
ples dimensiones entorno a una condición fisiológica particular. En
otras palabras, la proclividad a padecer ciertas enfermedades y la
capacidad de recuperarse de éstas se configura con la concurrencia
de factores sociales, económicos y culturales, interpretables desde
un enfoque interseccional a partir de la conceptualización de marca-
dores de diferencia concurrentes, dinámicos y multidimensionales.
El enfoque interseccional parece ofrecernos la facultad de de-
tectar la intensidad de correlación entre dos o más marcadores de
diferencia -que tradicionalmente se asumen como elementos suma-
torios y estáticos- en grupos específicos de una comunidad. Una ca-
racterística que permite asomarnos a la conformación dinámica de
cada posible condición de riesgo para la salud de los sujetos estu-
diados. De tal suerte que, atender las posibles combinaciones entre
los diferentes elementos participantes, nos posibilitaría sopesar el
papel e importancia de estos marcadores; logrando así, evidenciar
las múltiples eventualidades convergentes en la susceptibilidad de
padecer una determinada enfermedad de poblaciones específicas.
La variedad de combinaciones de los distintos marcadores de
diferencia nos mostraría procesos inseparables que existen sólo en
relación unos con otros; por tanto, deberán ser incorporados de ma-
nera conjunta si se busca desentrañar la relación entre sa-
lud/enfermedad y grupos sociales determinados. No puede hablarse
de la salud/enfermedad como consecuencia, sin no se considera la
correlación e incidencia de los marcadores de diferencia que singu-
larizan a un sujeto o a una población. Usando esta metodología, la
interseccionalidad resultaría una contribución conceptual y metodo-
lógica prometedora, además de una alternativa de estimación a la
propensión de la salud/enfermedad en una comunidad, vinculada y
230
orquestada a procesos de inequidad social focalizada.
Asimismo, la interseccionalidad muestra la cualidad de tradu-
cir las relaciones (fibras del tejido social que conforman al sujeto)
en factores concurrentes en la susceptibilidad a la salud/enfermedad.
Pero para poder explicar la incidencia de dichas relaciones, la no-
ción de dimensionalidad se hace necesaria.
La dimensionalidad emerge bajo esta perspectiva, como he-
rramienta teórica que permite observar la complejidad y trascenden-
cia de la manera en que la inequidad social -como noción general-,
incide en la propensión para mantener un estado saludable o padecer
una enfermedad de grupos específicos de la comunidad. A este pun-
to, se requiere precisar que, la complejidad de las relaciones sociales
que se establecen en una comunidad se podría descifrar por la inter-
acción, prevalencia y ponderación entre las diferentes categorías
sociales o marcadores de diferencia definidos. Una lógica sumatoria
de los marcadores de diferencia -como usualmente se hace en los
estudios convencionales- no puede dar cuenta adecuadamente de la
complejidad procesual e intensidad de correlación en la conforma-
ción de la salud pública. Por esta razón, se requiere una perspectiva
dialéctica de los marcadores de diferencia contemplados para di-
mensionar la complejidad dinámica del tema.
De este modo, se puede pretender que ciertos rasgos en varia-
das configuraciones ayuden a identificar diversos subgrupos que
expresen distintos grados de propensión a la salud/enfermedad. Por
ello, se hace necesario elaborar parámetros referenciales de vulnera-
bilidad; es decir, se requiere diseñar indicadores compuestos de una
selección definida de variables sociales, económicas y culturales
con la finalidad de capturar, distinguir distintas realidades subyacen-
tes y copartícipes en el mantenimiento de la salud o el deterioro de
esta.
Consideremos que interseccionalidad posee la capacidad de
llenar ciertos vacíos de conocimiento, originados en buena parte, de
la parcelación y exclusividad del conocimiento en disciplinas inco-
municadas. Intentemos considerar, revalorar y evidenciar factores
estructurales subyacentes pero esenciales en el estudio de la salud.
231
De esta manera, podríamos pensar en la necesidad de construir un
modelo teórico-metodológico factible para operacionalizar la inter-
relación entre categorías sociales con respecto a ciertas afecciones, y
de este modo, localizar y diferenciar la particularidad de casos o
grupos al interior de la población.
Sin embargo, no está de más precisar que, no todos los habi-
tantes de una comunidad tienen las mismas probabilidades de pre-
sentar vulnerabilidad a contraer una enfermedad. En realidad, esta
probabilidad cambia sistemáticamente. Pero desde una perspectiva
interseccional, esta probabilidad puede ser detectable a partir de
identificación de la posición ocupada de los individuos en las coor-
denadas del plano social y la interseccionalidad de los ejes de los
marcadores de diferencia que posean. Cuando concebimos un análi-
sis interseccional de la salud/enfermedad, vemos la probabilidad de
distinguir y conocer la vulnerabilidad o idoneidad física de distintos
subgrupos en la misma comunidad.
Con este tipo de análisis, también es posible advertir la pro-
porción de una comunidad con una probable indemnidad a una en-
fermedad determinada. Dicha proporción se obtendría a partir de
cuántos casos -del total de la población- experimentan cierta afec-
ción; y cuántos otros, en cambio, se mantienen indemnes. Y cuántos
casos -a pesar de poseer ciertos marcadores de diferencia-, no pre-
sentan dicha afección como otros casos en la comunidad. De esta
manera, además de las proporciones, podría calcularse las probabili-
dades de indemnidad en una población a partir de “momios” de vul-
nerabilidad, los cuales no compararían la cantidad de personas que
experimentan la enfermedad/estado de salud analizado con el total
de la población, sino con la cantidad de personas que sí enferman.
La construcción de indicadores socioculturales convergentes
en las problemáticas de salud significaría un referente cuantitativo
calibrable y adaptable; y no simplemente sumatorios y estáticos co-
mo se emplean convencionalmente. Una herramienta útil para iden-
tificar, describir, evaluar y atender situaciones diferenciadas de vul-
nerabilidad en una localidad sobre grupos específicos.
No está de más advertir que los indicadores socioculturales no
232
abordan completamente la complejidad, dinámica, ni el carácter
multidimensional de la vulnerabilidad fisiológica en la comunidad;
pero se constituyen una posibilidad para superar las limitaciones de
los estudios biomédicos prevalecientes en estos temas. El abordaje
de temáticas de salud con una perspectiva interseccional plantea el
gran desafío de elaboración, de fundamentos teóricos y metodológi-
cos para concebir parámetros que sean capaces de capturar diferen-
tes dimensiones de riesgo o susceptibilidad a ciertos padecimientos.
Ello implica, diseñar propuestas de modelos teóricos para la estima-
ción de susceptibilidad social a algunas afecciones, con la posibili-
dad de ser adaptables a las diversas realidades y necesidades parti-
culares de nuestras poblaciones.
De mismo modo, el diseño metodológico requiere probar
identificar intersecciones entre marcadores de diferencia convergen-
tes para capturar los diversos grados de susceptibilidad a las afec-
ciones estudiadas; así como el nivel de exposición (de algunos gru-
pos) o propensión a una enfermedad que estas intersecciones refleja-
rían. Sin embargo, se debe cuidar a no reducirlos a simples “rasgos
agregados”, sino probar caracterizarlos en su dinamicidad y cota de
incidencia a partir de las variadas circunstancias encontradas y
combinadas que seamos capaces de predecir.
Apreciaciones finales
La dispersión y complicación de ciertas enfermedades en
nuestras sociedades modernas, así como la preocupante resistencia
bacteriana a antibióticos, la mala alimentación y las diversas prácti-
cas poco recomendables de la vida cotidiana de los sujetos, no de-
bieran ser percibidas como resultante del destino genético, una mala
información médica, ignorancia o voluntad meditada de las perso-
nas; sino como una consecuencia de un largo proceso social injus-
tamente diferenciador.
El deficiente estado de salud de amplios sectores de la pobla-
ción debe percibirse como un “daño colateral” provocado delibera-
damente, sostenido y reproducido por un Estado promotor de políti-
cas sociales selectivas y discriminatorias enmarcadas dentro de una
233
lógica sistematizada de descarto social, generadora del extenso y
peligroso daño provocado a la salud de grupos vulnerables de la so-
ciedad. En otras palabras, cuando se habla de salud pública, habla-
mos de una representación elocuente de exclusión social materiali-
zada en el cuerpo de los sujetos; pero no de todos, sino únicamente
de aquellos considerables no indispensables.
Por ello, re/pensar las numerosas circunstancias originarias y
criterios con los que se concibe la salud pública, plantea buscar y
probar enfoques alternativos para ahondar en la comprensión e in-
terpretación de las problemáticas vinculadas a la salud pública.
Creemos que la teoría interseccional puede ser una opción en
cuanto subraya que, las condiciones de ciertos grupos al interior de
una sociedad son construidas y dependientes del sistema social; es-
capando dichas condiciones, de la voluntad propia de los individuos.
El enfoque interseccional se planteó inicialmente, como una
alternativa analítica a los cuestionamientos de una serie de proble-
máticas sociales complejas que, carecían de respuestas satisfactorias
a pesar de la interpretación multidisciplinaria de dichos cuestiona-
mientos. La interseccionalidad aparece por la necesidad de teorizar
la realidad social, considerando la interacción simultánea y multi-
dimensional de múltiples elementos participantes y constitutivos de
las variadas realidades sociales. Convirtiéndose en una propuesta
teórica apropiada para el análisis y discusión de la normalización del
orden de las cosas, incluyendo conceptos y categorías que ocultan
su genealogía dentro del poder e inequidad social. Por ello,
re/pensar las numerosas circunstancias originarias y criterios con los
que se concibe la salud pública, plantea buscar y probar enfoques
alternativos, para ahondar en el análisis e interpretación de las pro-
blemáticas vinculadas a la salud pública.
Aunque la interseccionalidad se ha propuesto como alternativa
para analizar la construcción social y su instrumentalización para
servir al poder establecido; puede ser factible en el estudio de la sa-
lud pública, para evidenciar y discutir la incidencia de múltiples va-
riables no biológicas -coparticipes de manera distinta y simultánea-,
en la salud de los sujetos y sectores sociales.
234
Por lo tanto, veamos la aplicación de un marco teórico-
metodológico interseccional en temáticas de salud/enfermedad co-
mo una posibilidad para rediseñar la arquitectura conceptual de lo
que entendemos como salud; una opción para identificar y com-
prender las múltiples “constelaciones” sociales que concurren en
ella (27).
Desde esta perspectiva, será posible ver que la salud y algunas
enfermedades se constituyen y reproducen en condiciones dinámi-
cas significativamente sociales. Evidenciando la coparticipación y
simultaneidad de diversas circunstancias existenciales intricadas
que, reflejan complejas formas de relación social, indiscutiblemente
manifestadas sobre los cuerpos. En otras palabras, la aplicación de
la interseccionalidad en el análisis de problemáticas de sa-
lud/enfermedad significa un complejo planteamiento epistémico pa-
ra el entendimiento relacional de la salud pública. Una oportunidad
para visibilizar la incidencia de factores estructurales en el cuerpo
de los sujetos.
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237
DE LOS COORDINADORES
238
DE LOS AUTORES
239
Jhon Jairo Marín Restrepo
Economista Industrial y Especialista en Pedagogía y Desarro-
llo Humano por la Universidad Católica de Pereira; Magister en
Economía de la universidad Javeriana de Bogotá; Docente Universi-
tario en las áreas de economía e investigación; Investigador en el
área de mercado laboral y competitividad; Integrante del Observato-
rio del Mercado laboral del Departamento de Risaralda.
Email: jjmarin@areandina.edu.co
Alexis Chávez-Díaz
Doctor en Ciencias de la Salud Pública por la Universidad de
Guadalajara, México. Médico general y coordinador de Epidemiolo-
gía del Área de Santa Ana Tepetitlan, región sanitaria diez, gobierno
del Estado de Jalisco. Profesor de asignatura A de la carrera de mé-
dico cirujano y partero en el Centro Universitario de Tonalá, Univer-
sidad de Guadalajara. Temáticas de interés son investigación epide-
240
miológica, enfermedades transmisibles y no transmisibles, catastró-
ficas, género y salud, representaciones sociales y políticas públicas.
Carolina Gómez-González
Maestrante en educación y procesos cognitivos de la universi-
dad de Cuauhtémoc, Especialista en Gerencia de Recursos Humanos
de la universidad Externado de Colombia, Administradora de Em-
presas de la Universidad Católica de Pereira y Psicóloga en forma-
ción de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Temáticas de
interés: Recursos humanos en las compañías, Comunicación organi-
zacional, nuevos paradigmas Educativos, Representaciones Sociales,
Adolescencia.
241
Rubén Nanclares
Profesor de la Universidad del Valle y básica primaria, Cali
Colombia. Licenciatura en Pedagogía Infantil. Maestría en Educa-
ción. Doctor en educación. Integrante del grupo de investigación
Uni-Pluri/Versidad Universidad de Antioquia y de FORMACCE-
UFBA/FACED. Investigaciones publicaciones: dos artículos, un li-
bro, dos artículos de libro, otros artículos en proceso de evaluación.
Email: runan10@yahoo.com
242
Zulmira M. Araújo Hartz
Médico, tiene una maestría y un doctorado en salud pública de
la Universidad de Montreal, un posdoctorado en la Escuela Nacional
de Salud Pública en Francia, y es investigadora principal en el depar-
tamento de Epidemiología de la Escuela Nacional de Salud Pública-
ENSP / Fiocruz (retirada) Como consultora de evaluación, ha aseso-
rado a varios programas y políticas nacionales de salud, lo que cons-
tituye el tema de sus diversas publicaciones. Actualmente, es profe-
sora invitada de Evaluación de la Salud en el Instituto de Higiene y
Medicina Tropical de la Universidad Nova de Lisboa (IHMT / UNL).
Email: zhartz@ihmt.unl.pt
243
Email: eosorio98@yahoo.com
244