Movimiento Sindical en El Peru
Movimiento Sindical en El Peru
Movimiento Sindical en El Peru
UNIVERSIDAD DE HUANUCO
FACULTA DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
TÍTULO :
FORMACION DEL MOVIMIENTO
SINDICAL EN EL PERÚ
DOCENTE : ENA ARMIDA ESPINOZA CAÑOLI
NOMBRE Y
APELLIDO: Loyola Lopez, Jhulim virginia
HUANUCO
11 de noviembre 2020
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DEDICATORIA
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INDICE:
CONCLUSIÓN..............................................................................................................................23
BIBLIOGRAFÍA:............................................................................................................................24
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INTRODUCCIÓN
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I. FORMACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL EN EL
PERÚ
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Internacional, en la que convivieron los utópicos, anarquistas, marxistas,
etc; cuya organización era de estructura mundial (más precisamente
europea) con secciones en cada país. Como puede verse sus reclamos
también tenían dimensión general como es el caso de la lucha por las
"Ocho Horas”. Derrotada la experiencia de la I Internacional y su obra
máxima: la Comuna de París, la organización de los trabajadores
cambió radicalmente: A) Se dividió en un brazo político: El Partido, por
un lado y su brazo gremial Independiente del otro: El Sindicato.
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Tal es así que en 1902, por ejemplo, los trabajadores del puerto de
Mollendo se declararon en huelga general exigiendo aumento de
salarios y reducción de la jornada de trabajo. El gobierno respondió a
este reclamo “masacrando a 300 habitantes de dicho puerto”.
A comienzos del siglo XX, nuestro país contaba con un naciente
movimiento obrero y con algunas organizaciones de trabajadores. Ya
en 1901 se había realizado el Primer Congreso Obrero, el cual dio
como resultado la creación de la Asamblea de Sociedades Unidas.
Según Ernesto Yepes, en este Congreso ya se mostraban obreros de
tendencias con “matices socialistas”.
Asimismo, se habían constituido diversas federaciones, entre las que
destacaba la Federación de Panaderos “Estrella del Perú”, que
rompió con la Federación de Artesanos y se convirtió en el eje
centralizador de las luchas obreras urbanas. El primero de mayo de
1905, la Federación organizó un solemne acto para celebrar la
jornada internacional de los trabajadores. Allí se acordó iniciar una
lucha común por conseguir la jornada de ocho horas. En torno a esta
reivindicación unitaria, el proletariado de la capital empezó a
organizarse y el movimiento obrero tomó cuerpo. Además de la
organización de las federaciones, también comenzó a aumentar la
ideologización de los obreros.
Unos papeles importantes en este proceso cumplieron los
inmigrantes europeos, muchos de ellos anarquistas de la Primera
Internacional, y Manuel González Prada, aristócrata de filiación
anarquista y positivista. (Precisamente, González Prada estuvo
presente en el acto del primero de mayo de 1905 y pronunció su
conocido discurso “El intelectual y el obrero”.) Esta será la base para
lo que luego se convertirá en el anarcosindicalismo.
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trabajo. Tendrían su primera victoria en 1913 de parte de los estibadores
de la Unión de Jornaleros de la Compañía Naviera y la Empresa Muelle
Dársena del Callao. El 4 de enero se declararon en paro. Se sumaron
otros sectores obreros, como los metalúrgicos, molineros, tipógrafos,
panaderos, etc.
En la gestación de esta huelga, el gremio en conflicto –dirigido por
Fernando Vera– acusaba así el impacto de la propaganda y orientación
de la naciente ‘Federación Obrera Regional peruana’ (1913) pero sobre
todo de la acción del grupo ‘La Protesta’ el que, luego de varias
asambleas previas con los jornaleros a las que asistían Lévano, Viteri,
Gutarra consideró madura ya ‘la preparación psicológica de las masas’.
El paro dio como resultado la aprobación de la Resolución Suprema (10
de enero de 1913) que decretaba las ocho horas de trabajo para los
jornaleros del Callao. La victoria de los estibadores del Callao motivó la
lucha de otros sectores obreros. Sin embargo, no consiguieron su
objetivo y tuvieron que regresar a sus trabajos después de varios días
de paro.
Terminaba así la primera conquista de las ocho horas del proletariado
peruano y el primer intento de extenderla a todos los sectores obreros.
El año siguiente, 1914, está marcado por varios acontecimientos de
relevancia política. La crisis económica, producto de la caída de las
exportaciones, genera una crisis política que se evidenció en huelgas y
manifestaciones obreras y que terminó en un golpe de Estado contra el
presidente de turno, Guillermo Billinghurst. El golpe fue efectuado por
Óscar R. Benavides.
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Benavides gobierna durante un año y convoca en 1915 a una
convención de partidos políticos, la misma que designó a José Pardo
como presidente. Con esta elección, se solucionó la crisis política.
Asimismo, el aumento de las exportaciones durante 1915 alivió la crisis
económica, pero no para los trabajadores. El aumento exorbitante de la
demanda internacional provocó el aumento del precio de los alimentos.
Los productores locales preferían venderlos en el exterior. Esta situación
provocó la reacción de los trabajadores, quienes exigieron la
disminución de los precios, pero a la vez retomaron el reclamo por las
ocho horas de trabajo. En Vitarte, como ya comentamos, los obreros
realizaron una huelga en 1914 contra el alza del costo de vida. En 1916,
los jornaleros del Norte Chico (Huacho, Huaura, Sayán) realizaron
huelgas para exigir aumento de salarios y la jornada de ocho horas13.
Asimismo, en 1917, los obreros petroleros de Lobitos (Talara, Piura)
entraron en huelga con las mismas exigencias. En ambos casos, el
Estado respondió con una brutal represión que dejó varios muertos. La
constante lucha de los obreros llevará al Gobierno a ceder ante algunos
reclamos. El presidente Pardo pidió al Parlamento la aprobación de
varias leyes propuestas por José Matías Manzanilla en 1904. El
Parlamento se opuso, pero la presión popular consiguió la aprobación de
leyes que otorgaban a los trabajadores descanso dominical, obligación
de proveer viviendas y servicios médicos de parte de las minas y
haciendas, entre otros. Entre estas medidas se encontraba la Ley 2851,
que decretaba la jornada de ocho horas para las mujeres y los niños.
Su aplicación nos trajo un periodo completamente difícil –
recuerda Portocarrero–, debido a que los hombres seguíamos
trabajando 10 horas. Provocó un desconcierto en el proceso de
la producción y había días que paralizaba una sección, otros
días otra, y así sucesivamente. Nosotros teníamos que buscar
resolver este problema. Esto se facilitó cuando a mediados de
diciembre, casi en la tercera semana de diciembre, paralizaron
los obreros de El Inca. Pero paralizaron sin presentar ningún
pliego de reclamos. Todo lo que hicieron ellos fue paralizar, y
enviaron tres delegados a Vitarte, entre ellos: Alfredo Borjas,
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hermano de Fernando Borjas; fue también Alberto Mendieta, y
Matos, el chino Matos. …nos pusimos a conversar. Me dijeron
que ellos habían parado. Les pregunté que si habían
presentado alguna reclamación. ‘No, no hemos presentado
nada’. ‘No han presentado aún nada; entonces, es el momento
de presentar un pliego reclamando la jornada de 8 horas para
todos’, les dije… (p. 46).
La propuesta fue sometida a la asamblea de los trabajadores de la
Unificación Textil y fue aprobada por unanimidad. Se efectuaría la
huelga por las ocho horas de trabajo. Se formó el Comité de Huelga
entre las fábricas de Vitarte y El Inca. La huelga se inició en los últimos
días de diciembre de 1918. el trabajo del grupo La Protesta desemboca
en la constitución de la Federación Obrera Local de Lima, que asume
oficial y centralizadamente la lucha por la Jornada de las 8 horas,
realizando un paro general entre los días 13, 14 y 15 de enero de 1919,
y consiguiendo dicha reivindicación en ese mismo mes.
En medio de la paralización, el Comité comenzó a desplazarse hacia las
demás fábricas para sumarlos a la medida de lucha. Muy pronto, las
coordinaciones se ampliaron hasta Lima. En menos de una semana,
todo el sector textil estaba paralizado. Comenzaron a unirse a la huelga
otros sectores obreros y se llevó a cabo una asamblea general con
participación de delegados de Vitarte, Lima e, incluso, Huacho. La
asamblea acordó el paro general para el 13 de enero y la creación de un
Comité de Huelga General, que fue presidido por Nicolás Gutarra.
Luego, convocaron a los trabajadores del Callao, quienes conquistaron
las ocho horas en 1913: se sumaron inmediatamente. También se
adhirieron como colaboradores los estudiantes de la Federación de
Estudiantes del Perú (FEP), presidida en ese entonces por Haya de la
Torre.
La paralización fue total y se prolongó hasta el 15 de enero. A las 6 de la
tarde del tercer día se presentó el ministro de Fomento, Manuel Vinelli, a
las gradas del Ministerio de Fomento, ubicado en el paseo Colón, junto a
la Federación de Estudiantes, en el local que es actualmente el Museo
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de Arte. Ahí, desde esas gradas, el ministro leyó el decreto del gobierno
que concedía la jornada de las 8 horas.
La conquista de las ocho horas trajo consigo una serie de avances en la
organización de los trabajadores. Se creó la Federación de Trabajadores
de Tejidos del Perú, la Federación Gráfica, la Federación de Choferes,
etc. Asimismo, se creó la Federación Obrera Regional Peruana (FORP).
“El movimiento de los trabajadores ya tenía en la Federación Textil un
sustento para buscar una organización superior. Recién después de
esto, es que ha surgido la Federación Obrera Regional Peruana; antes,
no. El intento anterior de organizar la F.O.R.P. no pudo concretarse”.
Las luchas por las ocho horas también generaron un cambio significativo
en la organización obrera. Por ejemplo, en una de las asambleas de la
Unificación Obrera Textil de Vitarte realizadas después de esta lucha, se
decidió: …sustituir la presidencia por la secretaría general. Dándole un
sentido sindical, moderno. Distinto a ese sistema anterior de presidencia,
que conservaba un sentido gremialista. En Vitarte planteamos con
Borjas el cambio de unificación por sindicato. Se acordó, y se informó a
la Federación de que se cambiaba el sistema de organización para que,
a su vez, ella pusiera en conocimiento de todas las demás fábricas. La
Federación aceptó este planteamiento, lo dio a conocer y desde
entonces en todas las fábricas textiles se produjo el cambio: Las
unificaciones por sindicatos. A raíz de ello se generaliza la organización
de los trabajadores en organizaciones sindicales.
En abril de 1919, por acuerdo de diversas federaciones obreras, se
constituyó el Comité Pro Abaratamiento de las Subsistencias, liderada
por Gutarra, Barba y Fonkén. El Comité buscaba la rebaja de los
principales artículos de consumo y de los principales servicios14. Para
ello, acordó realizar un paro general el primero de mayo; y durante las
semanas siguientes hubo varios mítines exigiendo el cumplimiento de
sus reclamos. El 26 de mayo, el Gobierno ordenó el arresto de los tres
dirigentes y de otros veinte obreros del Callo. Al día siguiente, se
convocó un paro general exigiendo la liberación de los obreros
apresados.
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Este fue totalmente acatado, con mítines en la ciudad, apedreamiento de
casas lujosas y saqueos a los almacenes de víveres. Los choques con la
policía dejaron –según datos oficiales– un trabajador muerto en
Malambo, tres en otros lugares de Lima, seis en el Callao, dos en
Chosica, numerosos heridos en Jauja, Huancayo y Huacho.
En este contexto, Augusto B. Leguía dio el golpe de Estado del 4 julio de
1919. Los obreros realizaron una manifestación celebrando el golpe y
exigiendo la liberación de sus dirigentes presos. El 7 de julio, Leguía se
vio obligado a liberar a Gutarra, Barba y Fonkén, debido a que el diario
La Razón publicó una nota anunciando la liberación de los dirigentes y
un mitin de los mismos. Al Gobierno no le quedó más que liberarlos para
no ganarse la animadversión de los obreros. Sin embargo, poco tiempo
después los deportó.
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completas con el título de “Historia de la crisis mundial”. La Universidad
Popular se estaba convirtiendo en un centro de agitación y preparación
obrera, por lo que tenía la desaprobación de Leguía. Es así que una de
sus primeras medidas fue el arresto y deportación de Haya de la Torre,
rector de la Universidad Popular. Trabajadores y estudiantes paralizaron
y protestaron por la ciudad exigiendo su liberación. “Mientras tanto el
ministro de Gobierno, Pedro Pablo Martínez, ya había logrado embarcar
a Haya de la Torre y deportarlo”.
Con la deportación de Haya de la Torre, Óscar Herrera quedó al mando
de la Universidad Popular y Mariátegui asumió la dirección de Claridad,
revista de dicha Universidad. Tiempo después deportaron a Óscar
Herrera, Manuel Seoane (elegido presidente de la Federación de
Estudiantes del Perú ante el arresto de Haya de la Torre), Luis Heysen,
Esteban Pavletich, Eudocio Ravines, Nicolás Terreros, entre otros.
Todos ellos eran profesores de la Universidad Popular. Al ser deportado
Herrera, asumió la rectoría Luciano Castillo. A pesar de todos los
ataques, la Universidad Popular funcionó aproximadamente hasta 1930.
Para Mariátegui, la Universidad Popular es la primera experiencia de
pedagogía popular en nuestro país.
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desarrollarse en el país, en la medida que una de las principales
reivindicaciones de los trabajadores organizados pasaba por la
legalización de las 8 horas y el establecimiento de mecanismos de
participación en la democracia peruana. A pesar de sus errores y
limitaciones, el anarcosindicalismo desarrolló un papel importante en la
historia del movimiento sindical. El interés por organizar a los
trabajadores empezó con ellos de manera sistemática, dio además a los
trabajadores un discurso social, capacidad crítica e interés por la cultura.
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del sindicalismo clasista y empezó una práctica de conciliación de clases
y lo que después se denominó el "sindicalismo amarillo". Este
sindicalismo no defiende los intereses de los trabajadores de manera
independiente y consecuente, por el contrario, responde a los intereses
de la patronal. Durante este período, se fueron reconstruyendo las
organizaciones sindicales lentamente. En este proceso, es necesario
destacar dos elementos claves: por un lado, el incipiente proceso de
industrialización que vivió el Perú producto de la segunda postguerra,
que permitió renovar la fuerza laboral, con nuevos contingentes de
trabajadores provenientes de provincias a través de las migraciones
hacia Lima. En segundo lugar, la recomposición del Partido Comunista
Peruano, que significó la formación de una capa de cuadros políticos y
sindicales necesarios para organizar el Comité de Unificación Sindical
(CDUS ) y darle una dirección efectiva. En 1963, asumió la presidencia
de la república Fernando Belaúnde Ferry, quien expresaba los intereses
de la emergente burguesía peruana. FBT, enarboló propuestas
renovadoras y se presentó ante el país como el abanderado de cambios
a dictarse en los cien primeros días de gobierno. Las preconizadas
reformas agraria, educativa y la recuperación del petróleo de la Brea y
Pariñas, jamás se concretizaron. Primero, por la férrea oposición de la
coalición pro oligárquica APRA-UNO y luego por el sometimiento del
belaundismo y el abandono de sus banderas primigenias. Así se
instaura en el Perú, el gobierno de la Superconvivencia: Acción Popular,
APRA UNO, cuyo correlato a nivel sindical fue el total sometimiento de la
CTPa los acuerdos de sus líderes políticos. En este período, el CDUS y
sus federaciones afiliadas desarrollaron importantes movilizaciones y
luchas como la huelga de los pescadores de noviembre a diciembre de
1966, la huelga minera de Toquepala a fines de ese mismo año y
comienzos de 1967, donde hubieron cinco muertos y treinta heridos a
consecuencia de la feroz represión ordenada por el gobierno. Asimismo,
en febrero del 67, los ciento cincuenta mil afiliados a la poderosa
Federación de Trabajadores de Construcción Civil, dieron inicio a una
huelga general indefinida en la que detuvieron a sus dirigentes Manuel
Díaz Salazar e Isidoro Gamarra. En marzo decretó una huelga la
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federación textil y simultáneamente paralizaron sus labores los
trabajadores del Seguro Social Obrero. Poco después, a este vendaval
de luchas reivindicativas se unieron los obreros de las empresas
eléctricas, los cerveceros y los maestros. En el centro de estas acciones
de masas, estuvo el mitin convocado por el CDUS en la plaza San
Martín en septiembre de 1967 y el paro nacional de octubre de este
mismo año que tuvo amplio eco y concitó la simpatía generalizada del
país. Para entonces, ya habían desaparecido las expectativas de los
trabajadores sobre el cumplimiento de los ofrecimientos del gobierno y el
panorama político convulsionado, anunciaba la inminencia de una nueva
crisis, cuyas primeras señales se notaron en el incremento del
endeudamiento con el exterior, que pasó de 237 millones de dólares en
1963 a 685 millones en 1967. En septiembre de ese año, se produce un
nuevo "crack" en la economía, se devalúa el sol peruano que perdió un
40 % de su valor con respecto al dólar y los precios sufrieron un
incremento del 50 %. Para paliar la traumática devaluación monetaria, el
gobierno decretó un aumento general de sueldos y salarios del 10 %
para el sector privado y del 15 % para el sector público, los mismos que
recibieron el unánime rechazo de la población. Nuevamente se levantan
en pie de lucha los pueblos del Cusco y Arequipa, rechazando el irrisorio
aumento, y, los mineros de Atacocha y Chicrín del departamento de
Cerro de Pasco, conmocionaron a la ciudad de Lima en la primera
marcha minera que recuerda la historia de las luchas sociales peruanas.
Estas jornadas de movilización popular, formaron parte de un importante
proceso de organización y movilización enmarcada en los esfuerzos del
movimiento sindical, por contar con una representación gremial que
exprese verdaderamente sus intereses de clase. Cuando los
trabajadores peruanos consideraron culminado este proceso de lucha
por conseguir una central sindical autónoma y clasista, a través del
CDUS se convocó a un Congreso Nacional celebrado entre el 9 y 14 de
junio de 1968, en el mismo que se reconstituyó la Confederación
General de Trabajadores del Perú, CGTP, dando inicio a una nueva
etapa en el desarrollo de las luchas del movimiento sindical peruano y
latinoamericano.
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Primer Consejo Nacional de la CGTPaño 1968
Secretario General: Isidoro Gamarra Ramírez.
Sub secretario General: Delfín Jiménez.
Secretario de Organización: José Chávez Canales.
Secretario de Defensa: Vicente Granadino.
Secretario de Prensa y Propaganda: Gustavo Espinoza
Montesinos.
Secretario de Actas: Luis Villaverde.
Secretario de Relaciones Internacionales: Rolando Riega.
Secretario de Economía: Manuel Díaz Salazar.
Secretario Técnica: Jorge Chumbe Huapaya.
Secretaría de Cultura: Bladimiro Guevara.
Secretaría de Disciplina: Oscar Paredes.
Secretaría de Cooperativas: Jorge Mango.
Secretaría de Exteriores: Américo Castro.
Secretaría de Asuntos Femeninos: Oswaldo Delgado.
Secretaría de Asuntos Estudiantiles: Jorge Villarán.
Secretaría de Asuntos Campesinos: Faustino
Casavilca.7Secretaría de Bienestar Social: Jorge Rojas.
Secretaría de Juventudes: Manuel Rivas.
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los principales efectos de las derrotas sufridas por el movimiento
popular. La situación del movimiento sindical podría interpretarse de
distintas formas. Por un lado, los continuos despidos y la recesión
económica habían golpeado al movimiento y en especial a sus
dirigentes. Sin embargo, al final del período se habían conseguido
importantes reivindicaciones y la autoridad social de las centrales
obreras era importante. Tenemos entonces un movimiento estructural ni
ente débil, pero con una alta legitimidad y liderazgo social. Una situación
similar han vivido diferentes movimientos populares y obreros en otros
países, en otras coyunturas. Dos casos que nos son familiares, son la
situación del movimiento obrero francés después de la insurrección de la
Comuna en 1871 y los obreros rusos luego de la fallida revolución de
1905. En ambos casos tenemos movimientos que se desempeñaron con
habilidad e inteligencia pero que fueron derrotados. En el caso francés,
el movimiento tuvo que esperar al nuevo siglo para recuperarse,
mientras que los rusos, lograron una victoria en 1917. La diferencia entre
ambos casos es el papel asumido por las organizaciones políticas. Los
franceses perdieron a sus principales organizaciones políticas
(marxistas, anarquistas, socialistas), mientras que los partidos rusos no
sufrieron mayores darlos en 1905. En el caso del Perú, es necesario
señalar la relación de dependencia entre los movimientos obreros y
populares de los partidos políticos. Esta dependencia se expresó en que
los dirigentes gremiales muchas veces también eran responsables
políticos, por lo que asumían una doble lealtad. Esta relación de
dependencia implicaba muchas veces, la organización y apoyo
económico aparte de la función de orientación y educación política. El
resultado era que los partidos de izquierda sobrevaloraban la madurez
ideológica del movimiento sobre el cual trabajaban. Otro orden de
problemas es el que se da al cambiar de escenario político. En los 70', el
escenario estaba más centrado en la sociedad en tanto el gobierno era
tina dictadura, no había un espacio político tradicional. En los 80', se
abren espacios estatales y políticos. La democracia implica otras reglas
de juego que tanto las agrupaciones de izquierda como los gremios
sindicales no siempre supieron manejar. Los partidos de izquierda luego
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de acompañar a los sindicatos, organizaciones barriales o campesinas,
cambian sus prioridades por el escenario más grande de municipios,
medios de comunicación, parlamento. Resulta ocioso discutir si hubo
mala voluntad o no, probablemente, muchos dirigentes eran sinceros
pensando que podrían hacer más por "la causa" desde los nuevos
espacios, mientras que otros, empataron esta evaluación con un muy
humano deseo de aspiración social. El movimiento obrero, ensaya
durante los 80' con diferente éxito, la misma estrategia que le había
ocasionado victorias a un alto costo: los Paros Generales. Sin embargo,
salvo avances parciales, y luchas heroicas, el balance final de esta
estrategia no resulta positiva. Los paros generales pueden entenderse
desde dos puntos de vista: por un lado son una respuesta rápida y
efectista a una serie de medidas del gobierno sobre las cuales se quiere
presionar para su modificación o revocamiento. Por otro lado, los paros
generales son una estrategia de evaluación y acumulación de fuerzas,
hacia formas más confrontativas de lucha política. A nuestro entender
algunas dirigencias partidarias asumieron de esta forma los Paros
Generales, mientras que el movimiento en su conjunto lo asumió según
el primer enfoque. Por esta razón, las dirigencias insistían en apoyar los
paros en su afán de "acumular fuerzas" y responder al gobierno, pero los
trabajadores cada vez, evaluaban que los paros no resolvían nada.
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Fujimori y la relación especial que tiene con la población; por eso
señalaremos esquemáticamente algunos puntos: Esta imagen inicial de
Fujimori, le permite acceder al gobierno y más aún, trastocar su discurso
ambiguo en un programa claramente neoliberal, sin mayores costos en
cuanto a popularidad. Sin embargo, Fujimori parece entender que los
dos problemas claves del país: la implantación de una economía de
mercado libre y la derrota del senderismo resultaban imposibles de
resolver dentro de los marcos formales de la democracia representativa.
Luego de dos años de gestión, y ante una cada vez mayor oposición
parlamentaria, Fujimori estrecha su alianza con los militares y decide
quebrar el orden constitucional. El golpe de estado de Fujimori del 5 de
abril de 1992 encuentra un abrumador apoyo en los sectores populares,
especialmente, los más desorganizados. Este respaldo se explica en
primer lugar por una exacerbada demanda de orden. Como han
observado Cavarozzi y Paramio, los países que desarrollan políticas
populistas fracasadas o ajustes económicos que no consiguen los
objetivos propuestos de estabilidad, propician situaciones de desaliento
y de inacción en un creciente número de marginados. Una caída de
expectativas resultado de esta situación exige menos de los
gobernantes, creándole condiciones favorables para obtener el apoyo de
la población. Cuando la inflación o la hiperinflación duran por un período
prolongado se producen modificaciones en la orientación de los actores
sociales. Ellos le van a dar cada vez menos importancia a los problemas
de eficacia (la definitiva salida a la crisis económica) sustituyéndolos por
la efectividad (la capacidad de aplicar un programa liberal exitoso) que
estabilice las variables económicas por un período de tiempo. Esta
nueva situación es interpretada como una respuesta suficiente, sin que
se presente una presión sostenida por una mejora de los niveles de vida.
Las brechas sociales no son advertidas o no se las toma en cuenta
porque para la mayoría se plantea una suerte de tregua social
sustentada en un equilibrio de mínimos: que nada se modifique, que
nada se altere, que el día siguiente sea comparable con el día anterior.
Por otra parte, esta demanda de orden se realimenta por las mismas
condiciones de la recesión económica ya que ella provoca expresiones
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de violencia individual o colectiva, inseguridad ciudadana y corrupción.
El círculo se cierra y otra vez por el punto que reclama la urgencia de
respuestas autoritarias. En otra línea de explicación, como señaló hace
muchos años Kornhauser, en situaciones de atomización social e hiper-
adhesiones a símbolos y líderes, los medios de comunicación se
vuelven extremadamente sensibles a sus auditorios buscando reflejar y
moldear la opinión pública. Cuando los individuos no encuentran otros
canales orientadores de opción se sienten investidos de poder porque
crean vínculos imaginarios con un conjunto de compañeros anónimos.
Los periodistas tienden además a utilizar las encuestas para atribuirse
legitimidad ante su interlocutor político. Cuando entre un gobernante de
facto y el conjunto de la población no existe sino el vacío político, los
filtros autoritarios y las campañas periodísticas cobran una importancia
decisiva apuntalando al orden conservador implantado.
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CONCLUSIÓN
22
BIBLIOGRAFÍA:
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