HERMANAS Escena de Bernarda Alba

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HERMANAS

ESCENA DE LA CASA DE BERNARDA ALBA - LORCA

Martirio: ¡Deja a ese hombre!


Adela: ¿Quién eres tú para decírmelo?
Martirio: No es ése el sitio de una mujer honrada.
Adela: ¡Con qué ganas te has quedado de ocuparlo! He visto la
muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era
mío, lo que me pertenecía.
Martirio: Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has
atravesado.
Adela: Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en
mí.
Martirio: Yo no permitiré que lo arrebates. El se casará con
Angustias.
Adela: Sabes mejor que yo que no la quiere.
Martirio: Lo sé.
Adela: Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí.
Martirio: (Desesperada.) Sí.
Adela: (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere a mí.
Martirio: Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo
digas más.
Adela: Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que
abrace a la que no quiere. A mí, tampoco. Ya puede estar cien
años con Angustias. Pero que me abrace a mí se te hace
terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
Martirio: (Dramática.) ¡Sí! Déjame decirlo con la cabeza fuera
de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como
una granada de amargura. ¡Le quiero!
Adela: (En un arranque, y abrazándola.) Martirio, Martirio, yo
no tengo la
culpa.
Martirio: ¡No me abraces! No quieras ablandar mis ojos. Mi
sangre ya no es la
tuya, y aunque quisiera verte como hermana no te miro ya más
que como mujer. (La rechaza.)
Adela: Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que
ahogarse que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva
a los juncos de la orilla.
Martirio: ¡No será!¡Calla!
Adela: Sí, sí. (En voz baja.) Vamos a dormir, vamos a dejar que
se case con
Angustias. Ya no me importa. Pero yo me iré a una casita sola
donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
Martirio: Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre
en el cuerpo.
Adela: No a ti, que eres débil: a un caballo encabritado soy
capaz de poner de
rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.
Martirio: No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón
lleno de una
fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
Adela: Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha
debido dejar sola, en medio de la oscuridad, porque te veo
como si no te hubiera visto nunca.
Martirio: ¿Dónde vas?
Adela: ¡Quítate de la puerta!
Martirio: ¡Pasa si puedes!
Adela: ¡Aparta! (Lucha.)
Martirio: (A voces.) ¡Madre, madre!
Adela: ¡Déjame!
(Entra angustias)
Martirio: (Señalando a Adela.) ¡Estaba con él! ¡Mira esas
enaguas llenas de paja de trigo!
Angustias: ¡Esa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige
furiosa hacia Adela.)
Adela: (Haciéndole frente.) ¡Yo soy su mujer! Entérate tú y ve
al corral a decírselo. Él dominará toda esta casa. Ahí fuera
está, respirando como si fuera un león.
Angustias: ¡Dios mío! Bernarda ¡La escopeta! ¿Dónde está la
escopeta? Adela: ¡Nadie podrá conmigo! (Sale / Se esconde)
Angustias: (Sujetándola.) De aquí no sales con tu cuerpo en
triunfo, ¡ladrona!
¡deshonra de nuestra casa! Maldita. ¡Endemoniada! (Se oye
como un golpe.) ¡Adela! ¡Adela! (En la puerta.) ¡Abre! No
creas que los muros defienden de la vergüenza.¡Abre, porque
echaré abajo la puerta!
(Al entrar da un grito y ve a Adela intentando matarse).

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