Historia Ciencia Moderna Galileo Hooke Newton
Historia Ciencia Moderna Galileo Hooke Newton
Historia Ciencia Moderna Galileo Hooke Newton
“¿No veis que lo que era semilla se ha hecho hierba, y que lo que era hierba se
hace espiga, y la espiga pan, el pan alimento, el alimento sangre, de esta semilla,
de este embrión, de este hombre, de este cadáver, de esta tierra, de esta piedra,
otra cosa, y otra más, para llegar a todas las formas naturales? ... Es necesario,
pues, que haya una sola y misma cosa que en sí no es piedra, ni tierra, ni cadáver,
ni hombre, ni embrión ni sangre ni otra cosa.”
En el campo de la mecánica su intuición más profunda fue la del principio de inercia, que
Leonardo enmarcó en la teoría del ímpetu. Intuyó el principio de la composición de las
fuerzas, el principio de los vasos comunicantes, la analogía entre el fenómeno de la luz y los
fenómenos ondulatorios, etcétera. En geología explicó el origen de los fósiles; en
astronomía intuyó que la Tierra puede ser considerada como un astro, y hasta se propuso
demostrar que ésta debía reflejar la luz de manera análoga a como lo hace la Luna; en
anatomía describió la estructura y el funcionamiento del ojo, hizo varias observaciones
exactísimas sobre la circulación de la sangre, estudió los músculos del corazón y dibujó sus
válvulas, etcétera.
8
Pero el hecho más importante es que con sus investigaciones Leonardo abrió
muchos nuevos campos a la investigación científica, intuyó la importancia del
método experimental, recurrió con mucha inteligencia a la matemática y al
dibujo para explicar el mecanismo de los fenómenos, supo vincular estrechamente
técnica y ciencia y finalmente repudió con energía tanto las explicaciones
generales de carácter metafísico como todo recurso a la autoridad no basada en la
experiencia. En cuanto a la concepción filosófica de Leonardo, estuvo
probablemente influida por el idealismo platónico. Pero Leonardo no cae en el error
de querer deducir de tal concepción las teorías científicas de los diferentes
fenómenos examinados. A estas teorías llega no por abstractas argumentaciones
generales, sino por impulso directo de las exigencias prácticas. Fue su mentalidad
de ingeniero, no de filósofo, la que lo impulsó a indagar científicamente la
naturaleza. 9
El autor griego que asume como guía y modelo no es Aristóteles sino
Arquímedes; o sea, ya no es el metafísico constructor de amplísimas
concepciones filosóficas de la naturaleza, sino el matemático y el técnico, que
tiende a buscar en teoremas geométricos la explicación de los fenómenos. Este
renovado interés por Arquímedes, que crecerá a través de todo el siglo
siguiente, será el eslabón de conjunción entre la nueva ciencia creada por el
Renacimiento y la antigua trasmitida desde los griegos. 10
El principio fundamental de la magia dice
que el mundo de la naturaleza está
movido por fuerzas espirituales,
intrínsecamente similares a las del alma
humana. Se trata de un principio análogo
al de la astrología, según el cual el que
resulta animado es el cielo, y los
espíritus que guían los astros pueden
ejercer influencias decisivas sobre los
acontecimientos de la vida humana.
La obra tuvo una notable importancia no sólo desde el punto de vista experimental,
sino también desde el teórico. En efecto, aportó una valiosísima contribución para
la elaboración del concepto de masa material, introducido con mucha inteligencia
en la descripción de los fenómenos magnéticos.
La obra de Gilbert fue ampliamente estudiada y apreciada por Kepler, Bacon y
Galileo.
13
El problema algebraico frente al que habían tenido que
detenerse tanto los matemáticos griegos (que antes que
nada trataron el tema por vía geométrica) como los árabes
era la ecuación general de tercer grado. El problema fue
reexaminado a fondo por Nicoló Tartaglia (1506-1557).
Este nuevo examen condujo a Tartaglia a descubrir la
regla, bastante complicada, que permite resolver el
problema en toda su generalidad.
Aunque poco a poco fue separándose del animismo que había inspirado su primera
obra, Kepler mantuvo durante toda su vida una concepción del mundo
substancialmente pitagórica, en la que son nítidas las huellas de la influencia de
Ficino. Por lo tanto consideró la armonía como ley general del universo, pensando
que ésta se expresa en rigurosas proporciones numéricas. No se le ocultó la
necesidad de apoyar la ciencia en datos sensoriales, pero trató de justificar esta
concesión al empirismo afirmando que las sensaciones ya contienen un factor
matemático, aunque sea en estado embrionario. Interpretó la matemática no como
ciencia de conceptos abstractos, sino como estudio de relaciones reales y
configuraciones efectivas de los objetos. Y en la célebre obra Observaciones sobre
los movimientos de Marte, publicada en 1609, formuló las primeros dos leyes sobre
el movimiento de los planetas que aún hoy se conocen con su nombre. Hasta 1619
no llegó a la formulación de la tercera. 16
1ª. Las órbitas de
los planetas son
elipses, en uno de
cuyos focos se sitúa
el Sol
17
3ª. Los cuadrados de los períodos
de dos planetas son proporcionales
a los cubos de los ejes mayores de
las respectivas órbitas.
Vídeo Leyes de Kepler
18
Francis Bacon nació en Londres en 1561, hijo de
un dignatario de la corte; la prematura muerte del
padre le enfrentó desde joven con graves
dificultades financieras. Se dedicó a la vida política y
logró poco a poco hacer carrera, mostrando -en la
lucha por su propia afirmación- una proceder
expeditivo no muy recomendable (se apresuró, por
ejemplo, a romper con su protector Essex apenas se
dio cuenta de que éste estaba cayendo en
desgracia). Con Jacobo I tuvo cargos muy
importantes; fue nombrado lord canciller y barón de
Verulamio.
En este desarrollo secular, los filósofos antiguos representarían la edad infantil y los
modernos, en cambio, la plena madurez. Es pues perfectamente natural que las
concepciones de la Antigüedad sean en todo similares al balbuceo de los niños,
innegablemente menos sólidas que las nuestras, que son el fruto de larguísimas
experiencias. Sí pasamos ahora a un examen más detallado de la polémica de
Bacon contra Aristóteles, en seguida debemos decir que el primero y más
importante argumento considerado por nuestro autor es la lógica. La objeción
central que Bacon plantea contra la lógica aristotélica es la invencible esterilidad de
sus artificiosas reglas deductivas. 22
Éstas afirman que deducen el caso particular de las
premisas generales, del silogismo; pero se trata de un
conocimiento pura y simplemente ilusorio. En efecto, no
nos dicen lo más importante, a saber, cómo es posible
obtener tales premisas. En verdad, cualquiera podría
responder a Bacon que el problema en modo alguno se le
había escapado a Aristóteles: tan es así que el Estagirita
había ideado, para resolverlo, el famoso proceso de
inducción. Y justamente éste es, según el inglés, el punto
más débil de la lógica aristotélica.
A la lógica aristotélica Bacon contrapone el recurso a la experiencia; esta remisión,
sin embargo -y es una de las principales características de nuestro autor-, no puede
consistir en la pura y simple recolección de datos de observación, sino que requiere
su más cuidadosa elaboración. Observaciones casuales e imperfectamente
analizadas, comprobaciones no organizadas de fenómenos particulares, no
están en condiciones de cimentar principio científico alguno. Es necesario,
por supuesto, recurrir a los sentidos, pero sobre todo saber llegar hasta la
experientia litterata, o sea, a la experiencia sistemática, realizada metódicamente.
Según Bacon, la filosofía de Aristóteles está afectada, como 10 están en general
todos los sistemas filosóficos de la Antigüedad, excluido el de Demócrito, por un
gravísimo vicio original: un auténtico pecado de presunción. En efecto, presume de
recabar de la mente humana el conocimiento del mundo, en vez de buscarlo
23
pacientemente en la observación de la naturaleza.
Hay que liberarse de dicho pecado original y de sus perniciosas consecuencias.
Para castigar al hombre por su pecaminosa presunción, Dios lo había privado de
todo poder real sobre las cosas. Si queremos evitar ese castigo no nos queda más
que un medio: liberarnos del mencionado pecado original de presunción
repudiando con él a la vez toda la filosofía griega
Se trata, en otros términos, de abandonar el modo de proceder esencialmente
teórico de los antiguos filósofos y substituirlo por uno nuevo, esencialmente
práctico-operativo, capaz de tener en cuenta todo arte u oficio que nos ponga en
contacto: directo con la naturaleza. Bacon concluye que el nuevo enfoque dará
origen a una ciencia radicalmente diferente de la de los antiguos: ciencia que
estará en condiciones no sólo de aclararnos sobre el verdadero curso de la
naturaleza, sino de hacernos lograr éxitos práctico cada vez mayores; será
a la ves resplandeciente y fructífera. El propósito de reformar todo el saber en un
sentido práctico operativo impulsa a Bacon a proyectar la estructuración de la
ciencia en una nueva enciclopedia (instauratio magna) totalmente diferente
de la de Aristóteles. Se basa en la distinción de tres grados de conocimiento:
a) conocimiento histórico, basado en la memoria, o sea, en la pura recolección de
materiales de observación; b) conocimiento poético, basado en la fantasía, o sea,
en la libre construcción de agradables sueños, sin ningún contacto con los datos;
c) conocimiento filosófico, basado en el intelecto, o sea, en la elaboración racional
de los datos: éste comprenderá la teología natural, la física, la medicina,
y culminará en la philosophia activa, o sea, en el estudio dirigido a
la construcción de instrumentos útiles para el hombre. 24
La lógica de Bacon puede subdividirse en dos panes, la liberación del error (pars
destruens) y la construcción del saber (pars adstruens). La primera parte está
constituida por la teoría de los idola. Errores y prejuicios son, en efecto, paragonables
-según Bacon- a los ídolos, que ocultan la visión del verdadero Dios.Los ídolos que
velan al hombre el verdadero saber son de cuatro tipos. Los ídolos de la tribu son
aquellos comunes a todos los hombres, y requieren, pues, un examen crítico de la
misma naturaleza humana; como, por ejemplo, la limitación y falibilidad de los
sentidos, la tendencia de la mente a ver una uniformidad y regularidad también donde
no existen, etc. Los ídolos de la caverna dependen, en cambio, de la naturaleza del
individuo y deben ser corregidos tratando de superar la limitación de cada hombre,
sus gustos, sus tendencias particulares, las costumbres contraídas por la educación,
por el ambiente en el que siempre vivió, etcétera. Los ídolos del foro (o sea, del
mercado, donde los hombres entran en contacto unos con otros) derivan sobre todo
del lenguaje, que crea palabras vacías para cosas inexistentes y viceversa, no
dispone de vocablos específicos para indicar cosas efectivamente existentes; la
eliminación de estos ídolos implica la eliminación de todos los conceptos ilusorios y de
las infinitas controversias verbales que se producen alrededor de éstos. Finalmente,
los ídolos del teatro son los debidos a la influencia de las teorías tradicionales, que
engañan a los hombres como los histriones, que recitan en el teatro y engañan al
público espectador;' su eliminación coincide con la crítica del saber tradicional
señalado en las páginas precedentes.
25
La pars adstruens consiste en la determinación de las regIas que caracterizan· la
experientia litterata único serio fundamento del saber. Son las reglas de inducción
baconiana, contrapuestas a las de la inducción aristotélica. Podemos
esquematizarlas en tres instancias: 1) se trata antes que nada de elaborar, para
cada fenómeno, la tabula presentiae, que registra con la máxima precisión todos
los casos en los que se verifica ese fenómeno; 2) se elaborará luego una tabula
absentiae, que enumera los casos en los que el fenómeno no tiene lugar, mientras
que se creyó encontrarlo; 3) se pasará, finalmente, a la tabula graduum, que
estudia los casos en los cuales el fenómeno aumenta o disminuye.
Sólo la construcción rigurosa de las tres tablas -de presencia, ausencia y grados-
nos permitirá, según Bacon, penetrar afondo la naturaleza del fenómeno. Con tal fin
será necesario un cuidadoso examen comparativo de las mismas tablas, al que
seguirá la formulación de una hipótesis y por último, su verificación empírica. De
manera diferente a lo que podríamos esperar, el resultado al que tiende la inducción
baconiana es muy similar al que tendía la investigación científica entendida en el
sentido tradicional. Bacon afirma, en efecto, con palabras muy explícitas, que el
resultado de la investigación científica debe estar constituido por la «forma» de los
fenómenos individuales estudiados. Por ejemplo, el resultado de una investigación
lógicamente rigurosa sobre el calor -él mismo se detiene largamente en esta
ejemplificación- debe ser la «forma» del calor, o sea, la determinación de la nota
característica, efectivamente común a todas las cosas calientes.
26
Aunque brevemente, será oportuno explicar estas diferencias; conciernen en
particular al carácter matemático de las leyes físicas. Mientras que, como veremos,
Galileo y los grandes científicos de los siglos siguientes reconocerán plenamente
este carácter, el mismo escapaba de manera total a Bacon, por lo cual la ciencia
que debía constituir la gran conquista de su nueva metodología resulta puramente
cualitativa y por lo tanto no es diferente de la física aristotélica. Basta ver que la
indiferencia de Bacon frente a la matemática, su incomprensión hacia el valor de
esta ciencia (tanto en sí misma como en su función instrumental para todas las
otras ciencias) lo lleva a tal nivel de ceguera que le hace descuidar el problema de
una precisa ubicación de ésta en su nueva enciclopedia del saber. Para
comprender la gravedad de esta posición, basta con reflexionar sobre la enorme
influencia progresiva ejercida por la lectura de los textos de Arquímedes en gran
parte de los científicos del Renacimiento: al no captar el valor y el significado de
esta influencia, Bacon se colocó inconscientemente fuera de la orientación. La
ceguera de Bacon hacia la matemática concuerda perfectamente con su
incomprensión del gravísimo conflicto cultural surgido en las grandes controversias
astronómicas de la época. «Nadie -escribe- puede esperar resolver el problema de
si es el cielo o bien la Tierra la que sufre una rotación cotidiana, si antes no
comprendió la naturaleza del movimiento circular espontáneo.» Es una posición
agnóstica que esconde un verdadero retraso científico. En efecto, Bacon
no busca la naturaleza del movimiento circular en el análisis matemática y
mecánico del movimiento mismo, o sea, en las «medidas» y en los «períodos de los
movimientos celestes», sino en la alegría o en el horror que experimentarían los27
cuerpos por tal movimiento.
Bacon sostiene que la forma de los fenómenos surge no del examen cuantitativo de
los fenómenos mismos, sino de la composición interna de las cosas (o sea, del
schematismus latens) y de los íntimos procesos que son la base de esa composición
(o sea, del processus latens). También se ha intentado dar una interpretación muy
lisonjera para su autor de estos dos conceptos -del schematismus latens
y del processus latens: la de que constituyen geniales intuiciones de lo que serán los
desarrollos más recientes de la ciencia moderna. Pero se trata, una vez más, de
interpretaciones privadas de fundamento, ya que no se puede atribuir a Bacon el don
de intuir los desarrollos lejanos de la ciencia, cuando se mostraba incapaz de
comprender los progresos más básicos de la ciencia de su siglo. En realidad,
los dos conceptos señalados no son más que simples residuos de la alquimia
medieval, y recurrir a ellos para explicar los fenómenos demuestra sólo la
permanencia en el pensamiento baconiano de una concepción substancialista del
mundo propia ya de una época pasada
28
Debemos negar, pues, francamente a la conclusión de que los resultados obtenidos
por Bacon, a través de su complejo y laborioso plan de innovación general de la
ciencia, nos deja profundamente desilusionados. Son resultados bastante míseros,
que no escapan al sistema conceptual de la escolástica y que de ninguna manera se
inscriben en el núcleo más vivo de los problemas debatidos, en esos mismos
años, por los verdaderos científicos. Si los comparamos con la efectiva renovación de
la ciencia que se produce en los siglos XVI y XVII, tenemos que reconocer que sirven
sólo para una cosa: para demostrarnos cuán persistentes eran las vinculaciones con
el pasado aun en uno de los hombres que había comprendido con mayor claridad el
giro radical de la nueva cultura.
Por lo tanto, resulta fuera de lugar buscar en tales resultados la grandeza de Bacon.
Mucho más serio resulta buscarla donde ésta efectivamente aparece, o sea, en el
entusiasmo profético hacia las tareas que conciernen a la investigación científica de
cara al conocimiento y al dominio técnico de la naturaleza. Es un entusiasmo que
puede parecer injustificado si se tiene en cuenta la tosquedad de los auténticos
conocimientos científicos de Bacon, pero que expresa con rara claridad la fe de la
nueva sociedad en la ciencia que está surgiendo. Corresponderá a esta fe la
importantísima tarea de infundir en los nuevos filósofos y científicos la fuerza
indispensable para continuar con tenacidad sus investigaciones, animados por la
certidumbre de la insustituible misión civilizadora de la ciencia.
29
Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de
1564 en una familia de origen florentino. Se inscribió
a los diecisiete años en la Universidad de Pisa como
estudiante de medicina, pero se mostró muy poco
interesado por esta ciencia y muy pronto empezó a
cultivar la matemática en lugar de ésta, estudiándola
con mucho empeño en las grandes obras de los
griegos, en particular de Euclides y de Arquímedes.
Dejó Pisa sin haber concluido sus estudios. En
1592 logró mejorar notablemente su situación y
obtuvo el nombramiento de profesor de matemáticas
en la Universidad de Padua.
Los dieciocho años que pasó en Padua (1592-1610) fueron sin duda los mejores de
su vida, por la gran libertad de pensamiento de la que pudo gozar.
En ese período Galileo convivió, aunque sin llegar a un casamiento formal, con
Marina Gamba, de la que tuvo dos hijas y un hijo, hacia los que siempre sintió un
gran afecto.
Vida de Galileo (Vídeo en Internet)
30
Galileo Galilei nació el mismo año en que nació William
Shakespeare y el mismo mes en que murió Miguel
Ángel. La repetición que aparece en su nombre se debió
a que un antepasado suyo del siglo xv llamado Galileo
Bonaiuti llegó a ser una personalidad tan importante
socialmente como médico y magistrado eminente, que
la familia cambió de apellido. A «nuestro» Galileo le
dieron además el nombre de pila de su antepasado,
dándose la paradoja de que aquel Galileo Bonaiuti, que
en su tiempo fue tan famoso, es recordado ahora
únicamente por haber sido un antepasado de Galileo
Galilei.
En la época en que nació Galileo, la familia tenía buenos contactos y una posición
respetable dentro de la sociedad, pero siempre sería un problema para ellos
encontrar el dinero necesario para mantener esa posición. El padre de Galileo,
Vincenzio, que había nacido en Florencia en 1520, fue un consumado músico
profe-sional que estaba profundamente interesado por las matemáticas y la teoría
de la música. Contrajo matrimonio con una joven llamada Giulia en 1562 y Galileo
fue el mayor de sus siete hijos, de los cuales tres murieron probablemente en la
infancia. Los hermanos supervivientes eran Virginia, nacida en 1573, Michelangelo
(1575) y Livia (1587), siendo Galileo el mayor de todos ellos. Tras la muerte de su
padre, se convirtió en el cabeza de familia, lo cual le iba a ocasionar no pocas
31
preocupaciones. Vídeo música Vincenzo Galileo
Vincenzo decidió regresar a Florencia,
llevando a Giulia con él, pero dejando a
Galileo con unos parientes en Pisa durante
dos años, mientras él se establecía de
nuevo en su ciudad natal. Era la época en
que toda la región de Toscana, y Florencia y
Pisa en particular, florecía en el
Renacimiento. La región estaba gobernada
por el duque de Florencia, Cosimo de
Medici
Hasta la edad de 11 años, Galileo fue educado en su propio hogar, en gran medi-da
por su padre, pero con la ayuda de un tutor ocasional. Se convirtió en un músico
excelente por derecho propio, pero en lo relativo a la profesión, nunca siguió los
pasos de su padre, y durante toda su vida tocó (sobre todo el laúd) únicamente por
placer. Vincenzo fue una especie de librepensador y no sentía un gran amor por las
formas y los rituales de la Iglesia. Sin embargo, en 1575, cuando llegó el momento
de enviar a Galileo fuera del hogar, para que recibiese una educación más formal, el
lugar a donde obviamente se le podía enviar, sólo por razones educativas, era un
monasterio. Galileo se enamoró del estilo de vida monástico y a la edad de 15
años ingresó en la orden como novicio. Su padre estaba horrorizado y, cuando el
muchacho desarrolló una infección ocular, lo sacó rápidamente del monasterio y lo
llevó a Florencia para que lo viera un médico. Sus ojos se recuperaron, pero Galileo
no volvió nunca más al monasterio. 32
¿Qué podía ser mejor que conseguir que adquiriera
una formación como médico, igual que su ilustre
homónimo? En 1581, a los 17 años de edad, Galileo
se matriculó como estudiante de medicina en la
Universidad de Pisa. Galileo fue un estudiante
argumentador y que cuestionaba sin miedo la
sabiduría (en gran medida aristotélica) heredada en
aquella época. Se hizo famoso entre los estudiantes,
recibiendo el apodo de el pendenciero por su amor a
la discusión.
Se complació en dar a sus compañeros y profesores de la universidad una explicación
según la cual todas las bolas de granizo se producían en el mismo lugar dentro de
una nube, por lo que caían todas juntas a la misma velocidad, independientemente de
su peso. Se unió de manera no oficial a los alumnos de Ostilio Ricci y comenzó a
estudiar geometría euclídea en vez de dedicarse a los libros de texto de medicina.
Ricci se dio cuenta de que Galileo tenía aptitudes para la materia y le dio su apoyo
cuando éste pidió permiso a Vincenzo para cambiar sus estudios de medicina por los
de matemáticas. Vincenzo se negó, alegando motivos aparentemente razonables,
como el hecho de que había muchos puestos para colocarse como médico, pero muy
pocos para los matemáticos. De todos modos, Galileo continuó estudiando
matemáticas, ignorando ampliamente los estudios de medicina, por lo que, cuando se
fue de Pisa en 1585, no tenía ningún título y volvió a Florencia para intentar ganarse la
vida a duras penas como profesor particular de matemáticas y filosofía natural. 33
Parece ser, casi con toda seguridad, que Galileo
quedó hipnotizado por el balanceo lento y continuo
de una lámpara de brazos durante un sermón
bastante tedioso que escuchó en la catedral, y que,
como no tenía nada mejor que hacer, se dedicó,
utilizando los latidos de su propio pulso, a
cronometrar la oscilación de este péndulo a medida
que el arco recorrido por la lámpara se iba
acortando.
Este pasatiempo le hizo descubrir que el péndulo siempre tardaba el mismo tiempo
en realizar una oscilación completa, tanto si oscilaba recorriendo un arco corto,
como si lo hacía recorriendo un arco largo. Galileo volvió a la universidad de Pisa
como catedrático de matemáticas, con un contrato de tres años. Aunque el nombre
de este cargo sonaba muy bien, se trataba sólo de un primer paso muy modesto en
el escalafón académico. Como sin duda le diría Vincenzo Galilei en alguna ocasión
a su hijo, por aquel entonces el catedrático de medicina cobraba en Pisa un salario
de 2.000 coronas al año, mientras que el catedrático de matemáticas tenía que
arreglárselas con 60 coronas. Galileo se veía obligado a completar sus ingresos
aceptando estudiantes que vivían con él y tenían la ventaja de disfrutar de sus
enseñanzas y su influencia más o menos a tiempo completo, no sólo en las horas de
clase. La enseñanza que recibían estos alumnos particulares en casa de Galileo era
en algunos aspectos muy diferente de la que él se veía obligado a impartir en las
34
clases oficiales
Otra de las leyendas que Viviani contó sobre Galileo
se refería a la época de éste como profesor de
matemáticas en Pisa, pero lo más probable es que no
sea cierta. Galileo dejó caer objetos de pesos
diferentes desde lo alto de la Torre Inclinada de Pisa
para demostrar que llegarían al suelo al mismo
tiempo. En 1586 un ingeniero flamenco, Simón Stevin
(1548-1620) llevó a cabo realmente estos
experimentos, utilizando pesas de plomo que dejó
caer desde una torre de unos diez metros de altura.
Aristóteles dice que una bola de cien libras de peso que caiga de una altura de cien
codos llega al suelo antes que una bola de una libra que caiga desde una altura de un
codo. Yo afirmo que llegan al mismo tiempo. Si se hace la prueba, se ve que la bola
mayor ade-lanta a la menor por dos pulgadas. Ahora bien, detrás de esas dos
pulgadas queréis esconder los noventa y nueve codos de Aristóteles, y habláis sólo
de mi error, pero guardáis silencio sobre su enorme equivocación.
35
Se negó a vestir la toga de los académicos, que era el
símbolo de su cargo, burlándose de sus colegas por estar
éstos más interesados por los atavíos correspondientes a su
posición que por investigar cómo funcionaba realmente el
mundo y llamaba la atención (en aquel tiempo tenía toda la
cabeza cubierta de cabellos rojos y una considerable barba,
también roja) cuando confraternizaba con estudiantes en las
tabernas más sórdidas de la ciudad. Necesidad de
conseguir unos ingresos más altos llegó a ser acuciante en
1591, cuando falleció Vincenzo Galilei.
Lejos de dejar alguna herencia sustancial a sus hijos, poco tiempo antes de su muerte
Vincenzio había prometido una dote generosa para su hija Virginia; en consecuencia,
Galileo y Michelangelo Galilei, su hermano menor, se convirtieron en los
responsables legales de esta deuda. En la práctica, esto significó que Galileo, como
cabeza de familia, tuvo que asumir la deuda, ya que Michelangelo no sólo omitió
pagar su parte, sino que se convirtió en un músico itinerante y sin recursos, que
continuamente regresaba para pedir a Galileo «préstamos» que nunca pagaba. Todo
ello resultó extremadamente gravoso para Galileo, ya que a él también le gustaba
gastar dinero, disfrutar de buenos vinos y buena comida, e invitar a sus amigos
generosamente cuando disponía de fondos. El cargo que Galileo se propuso
conseguir era la cátedra de matemáticas de la Universidad de Padua. Además de
ser un empleo más prestigioso y mejor pagado, Padua formaba parte de la República
de Venecia, un Estado lo suficientemente rico y poderoso como para poder plantar
36
cara a Roma.
Galileo vivió sus momentos más brillantes en Padua en
varios aspectos prácticos: primero, con un tratado sobre
fortificaciones militares (un tema de importancia
considerable para la República de Venecia) y luego con un
libro de mecánica, basado en las clases que estaba
impartiendo en la universidad. Entre otras cosas, Galileo
explicó claramente cómo funcionan los sistemas de poleas,
de tal manera que, aunque a primera vista pudiera parecer
milagroso.
Como conseguir algo a cambio de nada, por ejemplo, un peso de 1 kilogramo se
utilice para levantar otro de 10 kilogramos, para lograr esto el peso de 1 kilogramo ha
de moverse diez veces más que el de 10 kilogramos, como si hiciera diez viajes para
levantar diez pesos de 1 kilogramo. También la vida social e intelectual de Galileo
floreció en Padua, desarrollándose en torno a sus nuevos amigos. En este nuevo
círculo de amistades estaban en particular dos hombres que desempeñarían un
importante papel durante los últimos años de la vida de Galileo —el fraile Paolo Sarpi
y el cardenal Roberto Bellarmino—. Aunque Sarpi llegó a ser amigo íntimo de Galileo
y Bellarmine tenía una relación amistosa con él (aunque no fuera mucho más que un
conocido), ambos representaban posturas religiosas muy diferentes. Sarpi era un
católico tan poco ortodoxo que, más tarde, algunos de sus opositores llegarían a
sospechar que era un protestante encubierto, mientras que Bellarmine era una figura
destacada de la Iglesia oficial, un teólogo e intelectual que desempeñaría un papel
importante en el procesa-miento de Giordano Bruno por herejía 37
A mediados de la década de 1590 tuvo
un discreto éxito, pero no le hizo rico. Se
trataba de un artilugio conocido como
«compás» . Inicialmente fue un aparato
destinado a ayudar a los artilleros en el
cálculo de las elevaciones requeridas
para disparar sus cañones a distintas
distancias, pero en los años posteriores
fue desarrollado hasta convertirlo en un
instrumento utilizable para cualquier tipo
de cálculo .
En la segunda mitad de la década de 1590, sus compromisos personales se habían
multiplicado, tras comenzar una relación estable con Marina Gamba, una mujer de
Padua perteneciente a una clase social inferior. Galileo y Marina nunca se casaron
(de hecho, nunca vivieron juntos en la misma casa), pero era una relación
públicamente reconocida y tuvieron tres hijos —dos hijas nacidas en 1600 y 1601.
Con respecto a las hijas, decidió que su destino fuera hacerse monjas, una decisión
que pudo estar marcada por los continuos problemas de Galileo para encontrar dinero
con que pagar las dotes de sus hermanas y que quizá derivó del propósito de no
verse en la misma situación con sus hijas. En 1603, Galileo contrajo una enfermedad
que iba a afectarle durante el resto de su vida. Galileo llevaba una intensa vida
privada. Estudiaba literatura y poesía, asistía al teatro con regularidad y continuaba
tocando el laúd con gran maestría
38
Galileo se convirtió en astrónomo (por primera vez) y
constató que la supernova de Kepler no se desplazaba en
el cielo con respecto a las demás estrellas. Dio una serie
de conferencias, que fueron bien recibidas por el público,
argumentando en ellas que dicha nueva estrella debía
estar tan lejos de la Tierra como las otras estrellas,
refutando así la idea aristotélica de que la esfera celeste
era invariable.
No se encuentra a menor altura que otras estrellas
y no se desplaza de un modo diferente
al de todas las estrellas fijas —ni cambia de aspecto o tamaño. Todo esto lo
demuestra la razón más pura;
no vemos indicios de paralaje los que estamos en la Tierra a causa de las enormes
dimensiones del cielo.
En 1611, Galileo partió para visitar Roma como embajador científico oficial del
Estado de Toscana. Los miembros de este comité (jesuitas) llegaron a las siguientes
conclusiones:
1) La Vía Láctea está formada realmente por un gran número de estrellas;
2) Saturno tiene una extraña forma ovalada con protuberancias a cada lado;
3) la superficie de la Luna es irregular;
4) Venus presenta fases;
5) Júpiter tiene cuatro satélites.
39
El descubrimiento del anteojo es de 1609. Su
mérito, que se refiere no tanto a la prioridad de la
invención (es cierto, por otra parte, que el telescopio
de Galileo resultó mucho más potente que los otros)
como al hecho de que fue indudablemente el
primero en atribuir a este instrumento un efectivo
valor científico.
Orientando el telescopio hada el cielo Galileo tuvo la
suerte y la alegría de descubrir nuevos maravillosos
fenómenos, los cuatro satélites de Júpiter (que llamó
«mediceos» en honor del gran duque de Toscana),
las manchas de la Luna, las manchas del Sol,
etcétera. Galileo dio la gran noticia en el Sidéreus
nuncius
Se convenció de manera definitiva de la verdad del sistema copernicano.
1) Galileo estaba absolutamente seguro de la verdad científica del sistema
heliocéntrico; 2) no estaba filosóficamente dispuesto a admitir (como los
aristotélicos) la coexistencia de verdades antitéticas entre sí; 3) mucho menos
estaba dispuesto a considerar la religión como puro y simple conjunto de reglas
prácticas, inventadas para dominar a los pueblos y engañar a los ingenuos. Los
textos sagrados no contienen —si se los interpreta bien— afirmación alguna en
real antítesis con la verdad copernicana.
40
En 1616 Galileo es llamado por primera vez a Roma
para dar cuenta de su propensión al copernicanismo y
de sus tentativas de mostrar que la verdad de la Biblia
no es incompatible con la del sistema copernicano.
(Eran tentativas que hoy pueden parecemos
extremadamente claras; pero no era así en el siglo
XVII. Afirmaban, en esencia, que en la Biblia Dios no
quiere revelarnos las verdades astronómicas, sino que
usó el lenguaje que podía ser comprendido por
aquellos a los que hablaba; así cuando hacía
exclamar a Josué las célebres palabras «¡Detente, oh
sol!».)
42
Yo, Galileo,
(….…)
Teniendo ante mis ojos los sacrosantos Evangelios
que toco con mis manos,
Juro que he creído siempre, que creo ahora
y que con la ayuda de Dios seguiré creyendo en el futuro
todo lo que la Santa Iglesia católica y apostólica tiene por verdadero, predica y enseña.
En consecuencia,
queriendo eliminar de la mente de vuestras Eminencias
y de todos los fieles cristianos
esta vehemente sospecha
justamente concebida contra mí,
vengo con corazón sincero
y fe no ficticia
a abjurar, maldecir y detestar
los susodichos errores y herejías y, en general, todo error, herejía y secta contraria a la santa
Iglesia. Y juro que en el futuro
no diré ni afirmaré nunca jamás, ni verbalmente ni por escrito, cosas que puedan hacerme
sospechoso.
Si conozco algún hereje o sospechoso de herejía,
le denunciaré al Santo Oficio o al Inquisidor del lugar
donde me encuentre ( … ).
Yo, Galileo, que suscribo,
he abjurado, jurado, prometido
43
y me he comprometido a lo que precede.
En 1619 una áspera polémica con el jesuita Orazio Grassi
sobre los cometas y la inalterabilidad de los cielos. Al científico
viejo y enfermizo se le ordenó —pero con un tono muy
diferente al de 1616— que se trasladara a Roma para
comparecer ante un tribunal del Santo Oficio. Sus adversarios
sostenían con encarnizamiento que su libro era «execrable y
más pernicioso para la Iglesia que los escritos de Lutero y de
Calvino». Galileo fue procesado, reconoddo culpable y
obligado a abjurar.
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Galileo imprime a la investigación
científica, no entendida ya como
búsqueda de concepciones generales
sino como conjunto de procesos
cognoscitivos que se desmiembra en
varias investigaciones particulares
exactamente determinadas.Buscar en
Galileo una filosofía general, o acusarlo
porque no se esforzó por elaborar un
auténtico sistema filosófico, significa no
comprender el significado profundo de su
obra.
Un ejemplo lo tenemos en la asimilación del saber humano, matemáticamente
fundamentado, con el saber divino, por el cual el hombre puede considerarse
«intensivamente» igual a Dios. Otro ejemplo es la distinción galileana entre dos
tipos de cualidades de los objetos: las espaciales y mecánicas, que residen en los
mismos objetos y sirven para la explicación de los fenómenos, y las que se originan
en el sujeto (colores, sabores, sonidos, etc.). Un tercer ejemplo es la caracterización
de la relación causal, concebida por Galileo como relación de sucesión constante
entre fenómenos (señalado el fenómeno-causa, se produce el fenómeno-efecto;
eliminando el primero, falta el segundo). Esta definición tuvo el mérito, entre otros,
de liberar el concepto físico de causalidad de toda referencia antropomórfica y
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por lo tanto de toda indagación sobre los «fines» de la naturaleza.
En Galileo están presentes tanto la
instancia empírica como la instancia
matemática; pero ninguna de ellas
agota por sí sola su método de
investigación. No lo agota la instancia
empírica, que —ya afirmada en la
Antigüedad por Aristóteles en antítesis
a Platón— sólo produjo una genérica
física cualitativa; y tampoco la agota la
instanda matemática, que por sí sola
no está en condidones de sacarnos del
campo de los conceptos abstractos e
insertarnos en la realidad.
El enfoque inicial de Galileo no difiere del de Bacon; la naturaleza no sólo debe ser
«escuchada», sino también «interrogada». Pero entre el italiano y el inglés surge una
gran diferencia apenas tratan de precisar el carácter de esta interrogación. La
interrogación baconiana está, en efecto, estructurada con la intención de buscar en
los fenómenos su «forma», su «esquematismo latente», sus notas comunes; la
galileana tiende, en cambio, a descubrir las leyes de los fenómenos, o sea, las
proporciones matemáticas entre fenómeno y fenómeno.
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“La filosofía está escrita en este grandísimo libro que continuamente se nos abre
ante los ojos (me refiero al Universo), pero no puede entenderse si antes no se
aprende a entender el lenguaje y conocer los caracteres en los que está escrito.
Está escrito en lenguaje matemático, y los caracteres son triángulos, círculos y
otras figuras geométricas, y sin esos medios es imposible entender
humanamente nada de él.”
A esta altura surge una pregunta bastante desconcertante: ¿qué nos asegura a
priori que el instrumento matemático pueda resultar eficaz en todas las
investigaciones fenoménicas? En esto Galileo parece remitirse a un acto de fe.
Sería erróneo, sin embargo, apelar a esta fe para hacer de Galileo un filósofo
platónico
1) que Galileo busca, en general, justificar esa fe con una concepción atomística de
la naturaleza (todos los fenómenos son expresables en términos matemáticos,
porque las únicas propiedades reales de los átomos son las geométrico-
mecánicas), y esta concepción atomística está inspirada más en Demócrito que
en Platón;
2) que Galileo deja que sea directamente la experiencia la que le sugiera los
números y las figuras correspondientes a los fenómenos y no impone a los
diferentes fenómenos que va estudiando ciertos números o ciertas figuras.
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Método científico
48
Bonaventura Cavalieri (Milán, 1598 - Bolonia, 1647),
jesuita y matemático italiano. Fue alumno de Galileo
Galilei, y enseñó matemáticas en Bolonia (1629). Su
interés por las matemáticas fue estimulado por los
trabajos de Euclides y luego de encontrar a Galileo, se
consideró como un discípulo de este astrónomo. En
Pisa, Cavalieri fue educado en matemáticas por
Benedetto Castelli, un profesor de matemáticas en la
Universidad de esa ciudad. En 1629 Cavalieri fue
nombrado profesor de matemáticas en Bolonia.
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Si dos cuerpos tienen la misma altura y
además tienen igual área en sus secciones
planas realizadas a una misma altura,
poseen entonces: igual volumen.
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Evangelista Torricelli Faenza, 1607 – Florencia 1647.
Huérfano a temprana edad (por causas desconocidas), por
lo que fue educado bajo la tutela de su tío, Jacobo Torricelli,
un fraile camaldulense que le enseñó humanidades. En
1627 fue enviado a Roma para que estudiara ciencias con el
benedictino Benedetto Castelli (1579-1645), llamado por
Urbano VII para enseñar matemáticas en el colegio de
Sapienza y uno de los primeros discípulos de Galileo.
Estudió una de las obras de Galileo Dialoghi delle nuove
scienze (1630), la cual le inspiró a desarrollar algunos de los
principios mecánicos allí establecidos que recogió en su
obra De motu.
51
En 1643 realizó el descubrimiento que lo haría pasar a la posteridad: el principio del
barómetro, que demostraba la existencia de la presión atmosférica, principio
confirmado posteriormente por Pascal realizando mediciones a distinta altura. Aunque
el mencionado experimento ha pasado a la historia por la importancia del barómetro y
de la medida de la presión atmosférica, la motivación inicial tanto de Torricelli como de
Pascal para realizar este experimento fue refutar la teoría aristotélica de que "la
naturaleza tiene horror al vacío". La unidad de presión torr se nombró en su memoria.
Enunció, además, el teorema de Torricelli, de importancia fundamental en hidráulica.
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La creación de un modelo es un momento
delicadísimo de la investigación, que vuelve a
insertar (como los instrumentos de medición) la
actividad práctico-técnica en la parte viva de la
observación, inseparablemente asociada a la
actividad matemático-deductiva. Y justamente esta
vinculación constituye el punto más característico de
la innovación metodológica de Galileo: hace de él el
heredero directo no de tal o cual filósofo platónico o
aristotélico, sino del gran iniciador de la ciencia
renacentista, o sea, de Leonardo de Vinci. El
«método experimental galileano» marca la más nítida
separación entre la ciencia del Renacimiento y la de
la Antigüedad clásica.
Mientras que los griegos no habrían admitido otro método de investigación científica
que no fuera el deductivo-matemático, y por lo tanto habían excluido del campo de
la «verdadera ciencia» toda investigación que no pudiera hacerse por vía puramente
matemática, Galileo en cambio propone como «dotado de valor científico» —y
además de proponerlo, lo pone en práctica— un método nuevo que está
impregnado de matemática pero que ya no es enteramente reductible a ésta.
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¿Por qué el mercurio no descendió más? El tubo no se yació porque el aire exterior presionaba
sobre el mercurio de la cubeta (en cambio, en la parte superior del tubo se produjo vacío). La
presión ejercida por la atmósfera en el punto Q es igual a la presión en R, ya que ambos puntos
están al mismo nivel en el mismo fluido. Es decir que la presión que la columna de aire de casi 40
km de altura (la atmósfera) ejerce sobre la superficie libre del mercurio (pQ) es igual a la que
ejerce la columna de 76 cm de mercurio (pa) , entonces:
Patm= PHg hHg = 13,6 g/cm3 . 76cm = 1.033,6 g/cm2 = 101.293 N/m2 = 101.293 Pa
Este valor, que corresponde a la presión atmosférica normal, se llama atmósfera (atm). También
se acostumbra a dar la presión atmosférica en milímetros de mercurio (Torr) o en milibares (1mb =
0,75 Torr).
1 atm = 760 mm Hg = 760 Torr
Esta experiencia logró explicar por qué había un límite de profundidad para extraer el agua de as
minas: la atmósfera no ejerce una presión ilimitada, sólo alcanza a sostener una determinada
54
altura de agua.
Descartes nació en La Haya, en Bretaña, el 31 de
marzo de 1596. Procedía de una familia local
prominente y moderadamente rica —su padre, Joachim,
fue jurista y consejero del Parlamento británico—.
Además, aunque la madre de René Descartes falleció
poco después de que éste hubiera nacido, le dejó una
herencia suficiente para garantizar que su hijo nunca
moriría de hambre, aunque tampoco le haría rico.
René era un niño enfermizo, que podía no haber llegado a la edad adulta, y a
menudo sufrió achaques durante su vida posterior. Cuando tenía alrededor de 10
años de edad (posiblemente un poco antes), su padre lo envió al Jesuit College que
se acababa de fundar en La Fléche, en Anjou. Ésta era una de lasdiversas
instituciones educativas que Enrique IV, el primer Borbón que fue rey de Francia
(conocido también como Enrique de Navarra), había permitido crear a los jesuitas en
aquella época. En 1613 Descartes dejó el Jesuit College y vivió durante algún
tiempo en París, antes de estudiar en la Universidad de Poitiers, donde obtuvo la
titulación de leyes en 1616 (es posible que estudiara también medicina, pero nunca
obtuvo el título). A los 20 años de edad, Descartes reflexionó sobre lo que deseaba
ser en la vida y decidió que no le interesaba hacer carrera dentro de las profesiones
al uso.
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Los jesuitas habían sido con él sumamente indulgentes, al
permitirle, por ejemplo, que se levantara tarde por la
mañana, lo cual se convirtió no sólo en un hábito, sino más
bien en un modo de vida para Descartes. Sus años de
estudiante le sirvieron sobre todo para convencerse de su
propia ignorancia y de la ignorancia de sus profesores.
Adoptó lo que a primera vista podría parecer una decisión
bastante extraña, levantando el campamento y
trasladándose a Holanda, donde se enroló en el ejército al
servicio del príncipe de Orange. Pero Descartes, amante
de las comodidades, no quería participar en combates
como un soldado, por lo que el puesto donde podía
encajar mejor era el de ingeniero.
Este descubrimiento, " cuando quedó desarrollado del todo y fue finalmente
publicado, transformó las matemáticas, haciendo que la geometría se pudiera
analizar utilizando el álgebra, con unas repercusiones que no dejaron nunca de
tener eco en los siglos siguientes, llegando hasta el desarrollo de la teoría de la
relatividad y de la teoría cuántica en el siglo XX. Además, fue Descartes quien
introdujo el convenio de utilizar las primeras letras del alfabeto (a, b, c...) para
representar cantidades conocidas (o determinadas), y las últimas letras
(especialmente x, y, z) para representar cantidades desconocidas.También fue él
quien introdujo la notación exponencial que ahora nos resulta tan familiar, según la
cual x^2 significa x • x, x^3 es x • x • x, y así sucesivamente. Aunque no hubiera
hecho más cosas, el hecho de haber establecido estos fundamentos para el análisis
matemático habría sido suficiente para convertir a Descartes en una figura clave de
la ciencia del siglo XVII. Pero no fue esto lo único que hizo 57
Descartes pasó cuatro años, de 1629 a 1633, preparando un
enorme tratado en el que intentaba exponer todas sus ideas
sobre física. La obra se tituló Le Monde, ou Traité de la
Lumiére (El mundo, o Tratado sobre la luz), y estaba a punto
de ser publicada cuando llegó a Holanda la noticia del juicio al
que estaban sometiendo a Galileo y la condena de éste por
herejía. Aunque la historia completa del juicio no se aclaró
hasta pasado cierto tiempo, lo que sí se veía claro en aquel
momento era que Galileo había sido condenado por sus ideas
copernicanas, y el manuscrito de Descartes apoyaba en gran
medida las teorías de Copérnico
“De estatura mediana, algo encorvado, cara pálida y pequeña por la parte inferior, pero su cabeza
es ancha; sus ojos son llenos y saltones, y no son vivaces; unos ojos grises. Tiene una cabellera
delicada, de color castaño y con unos excelentes rizos húmedos. Es y siempre fue muy sobrio, y
moderado en su dieta, etc. Del mismo modo que su cabeza es de una inventiva prodigiosa,
también es él una persona de gran virtud y bondad”.
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En la Royal Society mantenía la actividad de la misma
realizando experimentos (plural) en cada una de las
reuniones semanales, algunos a petición de otros
miembros, y otros de diseño propio. En las actas de los
primeros años de la Royal Society, una página tras otra,
todas contienen expresiones del tipo «el señor Hooke
realizó...», «al señor Hooke se le encargó...», «el señor
Hooke observó...», «el señor Hooke hizo algunos
experimentos...», y así una y otra vez.
En 1666 Hooke había leído en la Royal Society una ponencia en la que explicaba el movimiento de
los planetas alrededor del Sol basándose en una fuerza de atracción ejercida desde este astro
para mantener a los planetas en sus órbitas de manera similar a una pelota que una persona
puede mantener «en órbita» alrededor de su cabeza, si dicha pelota está atada a una cuerda y,
sujetándola por la cuerda, esa persona la hace girar, ejerciendo así una fuerza sobre la pelota a
través de la cuerda. En una conferencia pronunciada en 1674 describió este «sistema del mundo»
de la forma siguiente:
En primer lugar, todos los cuerpos celestes de cualquier tipo tienen un poder de atracción o de gravitación hacia
sus propios centros, por el cual atraen no sólo sus propias partes, e impiden que se separen de ellos ... Sino que
también atraen a todos los demás cuerpos celestes que están dentro de su esfera de actividad ... La segunda
suposición es que todos los cuerpos de cualquier tipo que inician un movimiento directo y simple continuarán
moviéndose hacia adelante en línea recta, hasta que sean desviados por otros poderes efectivos y se tuerzan
describiendo un movimiento circular, elíptico, o siguiendo alguna otra línea curva más compleja. La tercera
suposición es que estos poderes de atracción son tanto más potentes operando, cuanto más cerca esté de sus
propios centros aquel cuerpo sobre el que están actuando
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Sobre la última parte de la vida de Hooke sabemos gran cantidad
de cosas gracias a un diario que comenzó a escribir en 1672.
Relata casi todo sobre la vida privada de Hooke en sus aposentos
del Gresham College, con tanto candor que se pensó durante
mucho tiempo que el diario no era adecuado para hacer una
publicación, hasta el siglo XX (ésta sería una de las razones por
las que la personalidad y los logros de Hooke no habían recibido
un reconocimiento pleno hasta hace poco).
Aunque nunca se casó, Hooke tuvo relaciones sexuales con varias de sus sirvientas, y hacia 1676,
su sobrina Grace, que probablemente tenía 15 años entonces y había vivido con él desde que era
una niña, se convirtió en su amante. Quedó destrozado cuando Grace murió, en 1687, y durante el
resto de su vida sufrió una melancolía manifiesta; 1687 fue también un año clave en cuanto a la
disputa con Newton, lo cual seguramente no contribuyó a mejorar su estado de ánimo. En el
aspecto científico, aparte de sus trabajos sobre la gravedad, Hooke realizó en 1678 su trabajo más
conocido: el descubrimiento de la ley de la elasticidad, que lleva su nombre. Es típico del modo
en que la historia ha tratado a Hooke que este trabajo más bien insulso (un muelle estirado resiste
con una fuerza proporcional a su extensión) se conociera como ley de Hooke, mientras que
muchos de sus logros más brillantes (que no he mencionado aquí en su totalidad) se han olvidado
o se han atribuido a otros. Hooke falleció el 3 de marzo de 1703 y a su funeral asistieron todos los
miembros de la Royal Society que estaban presentes en Londres en aquel momento. Al año
siguiente, Isaac Newton publicó su trabajo épico sobre la luz y el color, titulado Opticks, tras haber
retrasado su edición deliberadamente durante treinta años, esperando a que Hooke muriera.
70
Newton había estado realizando experimentos y reflexionando
sobre el mundo más o menos por su cuenta, sin discutir sus
teorías prácticamente con nadie. Entre otras cosas, estudió la
naturaleza de la luz, utilizando prismas y lentes. En el
trabajo más importante que hizo sobre óptica, descompuso la
luz blanca (en realidad luz solar) en los colores del espectro
del arco iris utilizando un prisma, para luego recombinar los
colores y conseguir de nuevo luz blanca, demostrando así que
la luz blanca era precisamente una mezcla de todos los colores
del arco iris.
Previamente, otras personas (entre ellas Hooke) habían hecho que la luz blanca pasara por un
prisma y habían proyectado el haz sobre una pantalla situada a unos pocos centímetros de
distancia, produciendo una mancha blanca de luz con bordes coloreados. Partiendo de varios
comentarios marginales que aparecían en su ponencia, por ejemplo, la afirmación de
que Newton comenzó sus experimentos ópticos en 1666, parece claro que la motivación para su
interés por la luz había sido la lectura de la Micrographia de Hooke, pero intentó minimizar este
hecho haciendo referencia a «un experimento inesperado, que el señor Hooke, en algún lugar de
Micrographia, decía haber realizado con dos vasijas transparentes en forma de cuña», en vez de
entrar en los detalles de la obra de Hooke (en este ejemplo relativo a lo que se conoce como
anillos de Newton). Hooke, un científico mayor que Newton y con una sólida reputación, se sintió
verdaderamente ofendido al recibir del joven mequetrefe menos crédito que el que pensaba que
se le debía, y así se lo dijo claramente a sus amigos. Hooke siempre fue muy susceptible con el
tema de recibir el reconocimiento merecido por su trabajo, lo cual es comprensible si se tiene en
cuenta su origen humilde y su pasado reciente como criado del caballero ilustrado que fundó la
Royal Society.
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Tras cuatro años de lavar en público los trapos sucios relativos a este choque de caracteres, esta
situación debía terminar o la Royal Society se convertiría en el hazmerreír de todo el mundo. La
carta que Hooke escribió a Newton parece llevar el auténtico sello de su personalidad, es decir,
su disposición permanente para debatir temas científicos de una manera amistosa (preferiblemente
entre unos pocos colegas en alguno de los cafés de moda) y centrando su interés exclusivamente
en desentrañar la verdad:
“Considero que en este asunto [el estudio de la luz] ha llegado usted más lejos que yo ... Creo que
el tema no podría ser investigado por una persona más adecuada y capaz que usted, que está
capacitado en todos los sentidos para completar, rectificar y reformar lo que fueron las ideas
derivadas de mis primeros estudios, que yo me proponía haber realizado por mí mismo, si lo
hubieran permitido los otros cometidos agobiantes que me fueron asignados, aunque soy bastante
consciente de que lo hubiera hecho con unas capacidades muy inferiores a las de usted. Su
propósito y el mío se centran, supongo, en el mismo objetivo, que es el descubrimiento de la
verdad, y creo que ambos somos capaces de oír objeciones, siempre que no nos lleguen en forma
de hostilidad declarada, y tenemos los dos unas mentes igualmente inclinadas a realizar las
deducciones más claras, razonando a partir de los experimentos”
La respuesta de Newton, aunque se podía interpretar como
conciliatoria, estaba totalmente fuera de lugar. Después de decir «es usted demasiado generoso al
valorar mis capacidades» (una observación que Newton jamás habría hecho si no le hubieran
obligado), continúa con uno de los pasajes más famosos (y seguramente más incomprendidos) de
la ciencia:
“Lo que Descartes hizo fue un paso importante. Usted ha añadido mucho de distintas maneras,
especialmente al tomar en consideración filosófica los colores de unas láminas muy finas. Si yo he
sido capaz de ver más allá, es porque me encontraba sentado sobre los hombros de unos
Gigantes.”
72
Isaac Newton nació en el pueblo de Wollsthorpe, en el
condado de Lincoln, el día de navidad de 1642. En junio de
1661 ingresó en el Trinity Colledge de Cambridge, donde
inició sus estudios matemáticos bajo la dirección de Barrow.
En 1665 debió abandonar Cambridge para escapar a una
terrible peste que azotaba toda Inglaterra; piénsese que en
el verano de 1665 murieron sólo en Londres más de treinta
mil personas. Se retiró a una pequeña posesión, donde
permaneció cerca de dos años.
Newton fue profundamente religioso toda su vida. Hijo de padres puritanos, dedicó
más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia. Un análisis de todo lo que
escribió Newton revela que de unas 3.600.000 palabras solo 1.000.000 se
dedicaron a las ciencias, mientras que unas 1.400.000 tuvieron que ver con
teología. Se conoce una lista de cincuenta y ocho pecados que escribió a los 19
años en la cual se puede leer "Amenazar a mi padre y madre Smith con quemarlos
y a la casa con ellos".
Entre las obras de tema religioso que escribió nos limitaremos a recordar la
Cronología, que le costó varios años de trabajo y que se publicó después de su
muerte; en ésta proponía coordinar la cronología de la Biblia con la de los antiguos
pueblos egipcios, griegos, etcétera. Murió en 1727 y fue sepultado con los mayores
honores en la abadía de Westminster. 74
Después de Kepler, la astronomía se encontró en una situación
análoga a la de la geometría primera de Euclides: como un
cuerpo de leyes empíricas a la espera de una sistematización
lógica y deductiva. Pero no debió esperar mucho para
encontrar sus Elementos. Para ser precisos, hasta la aparición,
en 1687, de los Principios matemáticos de la filosofía natural
de Newton, que incluso en las intenciones de su autor debían
de recordar el modelo euclidiano.
77
“El problema fundamental para la
filosofía natural —escribe en la
óptica— es proceder desde los
fenómenos sin falsas hipótesis y
deducir las causas de los efectos,
hasta llegar a la Causa Primera, que
por cierto no es mecánica... ¿Acaso
no surge de los fenómenos que existe
un ser incorpóreo, viviente, inteligente,
omnipotente, que en el espacio
infinito, como en su sensorio, ve las
cosas intimamente, las percibe
profundamente y las comprende
totalmente a través de su presencia
inmediata en Él mismo?”
78
Curiosidades: • Cuando se exhumó el cuerpo de
Newton, los científicos descubrieron que contenía
grandes cantidades de mercurio, probablemente a
consecuencia de sus investigaciones alquímicas. •
Newton habría guardado muchos de sus
descubrimientos para sí mismo de no ser porque sus
colegas le insistieron para que los publicara. • A
medida que fue envejeciendo, Newton encargó
muchos retratos y parecía estar preocupado por dejar
la imagen de su semblante para la posteridad. •
Newton creía que los metales podían considerarse
«opuestos vivos» de los árboles que crecían bajo
tierra en lugar de crecer sobre ella. • Miles de
publicaciones en papel o en Internet sugieren que
Diamond, el perro de Newton, saltó encima de una
mesa y tumbó una vela, quemando muchos papeles
de Newton y destruyendo así los resultados de varios
años de trabajo. El biógrafo Milo Keynes, sin
embargo, cree que Newton nunca tuvo perro y que la
historia probablemente sea apócrifa. • En el año 628,
el astrónomo indio Brahmagupta sugirió que la
gravedad era una fuerza de atracción. Utilizó para
William Blake Newton (1795)
designarla el término sánscrito gruhtvaakarshan. 79
Número de libros de la biblioteca personal de Isaac Newton, según su tema
80
… el codo apoyado sobre algunas de sus
obras, entre las cuales destacan los
Principia. El científico señala con el dedo
un rollo sostenido por dos querubines, en
el que están esculpidas algunas fórmulas
matemáticas: entre ellas, el famoso
teorema del binomio, que se halla en la
base de su formulación del cálculo
infinitesimal.
La tumba está coronada por la
desconsolada Astronomía, bañada en
lágrimas sobre un globo; por encima de
éste están las constelaciones del Zodíaco
y el recorrido del cometa de 1681, del que
Newton calculó la órbita, descubriendo así
la validez de la ley de gravitación incluso
fuera del sistema planetario. Sobre un
bajorrelieve del sarcófago, unos
querubines juegan con algunos
instrumentos: un prisma que recuerda sus
estudios de óptica, un telescopio, un mapa
del sistema solar y varias monedas recién
acuñadas, porque en la última parte de su
vida Newton fue el director de la ceca, es
decir, gobernador del Banco de Inglaterra.
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