Al-Mulk n4 1964 1965

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 224

REAL ACADEMIA DE CORDOBA

Instituto de Estudios Califales

AL-MULK
Anuario de Estudios Arabistas

Complemento al "Boletín de la Real Academia de Córdoba"

AÑO 1964-65

NÚM. 4
DEPÓSITO LEGAL
CO - 27 - 1959

Tipografía Artística. - San Alvaro, 1, Córdoba


Presidente del Instituto de E. C:

D. Vicente García Figueras

Secretario:

D. Manuel Ocaña Jiménez

Director de Al-Mulk:

D. Rafael Castejón y Martínez de Arizala


REAL ACADEMIA DE CORDOBA

Instituto de Estudios Califales

AU.MULK
Anuario de Estudios Arabistas

Complemento al "Boletín de la Real Academia de Córdoba"

AÑO 19G4-65
NÚM. 4
AL-MULK
Anuario de Estudios Arabistas

1964 65
-

Córdoba
Expresamos nuestra pública gratitud a la
Dirección General de Relaciones Culturales
(Ministerio de Asuntos Exteriores), y a la
Fundación March, por la ayuda económica
prestada para editar esta publicación y para
incrementar nuestros fondos librescos.
Lo antiguo y lo oriental como fuente del
arte hispano-islámico (1)

Por Ernst M Kühnel

El influjo de la tradición del arte del tardo imperio romano en la


actividad artística de la primitiva época islámica es conocido y admitido,
pero la labor, perteneciente a la investigación arqueológica, de determinar
la parte que corresponde a griegos y romanos, a coptos, sirios y persas
en la formación de su peculiar estilo, no debe reputarse concluída ni
mucho menos. La constante ampliación de los catálogos monumentales,
motivada por nuevas expediciones o excavaciones, plantea, en el decurso
del tiempo, problemas nuevos, siendo posible que un futuro no lejano
depare nuevas sorpresas.
Que el trabajo y arquitectura de las iglesias cristianas había de in-
fluir enla construcción de las mezquitas es cosa obvia, sobre todo par-
tiendo de la base de que en los comienzos del Islam numerosas iglesias
fueron transformadas en edificios destinados al culto mahometano, que-
dando así aceptadas implícitamente algunas de sus características más
específicas.
Según Maqrizi, solo en Egipto, fueron incorporadas al servicio del
Islam unas doscientas iglesias y monasterios. En Siria, región que en mu-
chos aspectos había de ser la iniciadora de nuevas bases, se planteó la
reorientación de las basílicas del Este al Sur, es decir, en dirección a La
Meca, lo que trajo como consecuencia que la sala de oraciones obtuvo
una anchura considerable, forzando a la construcción de patios o atrios
en la parte norte de los edificios, que, a semejanza de las ágoras griegas,
solían estar rodeados de galerías de columnas.
Es también comprensible que para destacar el muro de la qibla, se
recurriera a dar forma de ábside al nicho del mihrab, y que en la sala
de oraciones se aceptara como mimbar o cátedra de predicación el ejem-
plo del púlpito cristiano.

(i) El texto fué ofrecido en conferencia el 11-V-54 en Madrid, con motivo


del 125 aniversario del Deutschen Archéologischen Institut, con el título de "Las
raices clásicas y orientales del arte hispano-moro".
6 Ernst Kuhnel

Por cuanto se refiere al minarete, más que en relación directa con


el culto, pese a estar destinado a la llamada a la oración, debe conside-
rarse, como indica su nombre, una torre de luces o señales de las que
aparecen en Oriente en gran número y cuyo ejemplo más famoso es la de
Faros en Alejandría. Pero independientemente de ello debió modelarse
bajo el influjo de las torres funerarias de Palmira un cierto tipo de mi-
narete primitivo que en algunas zonas geográficas perduró durante varios
siglos.
Los castillos de desierto que los Califas Omeyas levantaron en Siria
y Transjordania estaban estrechamente vinculados desde su principio con
las fortificaciones de los limes romanos, que en parte se conservan, y son
tan semejantes que en algunos casos es difícil distinguir externamente la
construcción romana de la islámica, debiendo jugar el elemento sasánida
de los detalles interiores un papel fundamental para la adecuada clasi-
ficación.
La utilización de despojos de las ruinas romano-helénicas y cristia-
nas para la construcción de sistemas de soporte, fué la norma general
durante largo tiempo, siendo digno de anotar que sobre todo en edifica-
ciones civiles se encuentran pronto tipos de capiteles propios aunque de-
rivados de modelos clásicos.
La decoración con mosáicos, tan estimada siempre. debió sobrevivir,
aunque pudiera variar su estilo, y no debió ser desaprovechada la valio-
sa experiencia de los artesanos griegos. Tal vez las pinturas murales, por
lo que se refiere a sus temas, continuaron los relieves de la fachada del
castillo de Mesta (Mshatta) acaso fueron originarios de otros paises, mien-
tras que el decorado en estuco preferido en otras construcciones, se ins-
piró sin lugar a dudas en modelos sasánidas.
La situación se planteaba en términos distintos en España, puesto
que la recepción del arte islámico no se inicia hasta la mitad del siglo
VIII, en cuyo tiempo el estilo de los Omeyas había llegado a Oriente a su
pleno desarrollo. El arte hispano-islámico no se limitó a aceptar simple-
mente las directrices orientales, sino que añadió nuevas formas basándo-
se en elementos que de épocas anteriores tenían todavía vida en el suelo
de la Península Ibérica, y que llevando hasta sus últimas consecuencias
el estilo artístico que en Oriente había llegado al estancamiento, en con-
traste con el nuevo programa arquitectónico y ornamental propugnado
por los Abasidas de Bagdad, programa que fué ignorado intencionada-
mente en Córdoba.
Ciertamente que en España el arte de la construcción monumental
se había empobrecido bajo la dominación visigoda, pero en forma alguna
LAMINA 52 — A B: Doble arco de herradura; A, visigótico; B, sasánida
del siglo VI.
C a E: Concha como coronación del nicho: C, Egipto s. IV; D, Siria S.
VIII; E, Córdoba siglo X.
F a H: Adornos de círculos y rombos: F, S. Juan de Baños, 66i; G, Persia
s. VI; H, Elvira, s. X.
8 Ernst Knhnel

había desaparecido, y por otra parte se había enriquecido con nuevas


ideas, y en relación con ellas y las nuevas experiencias en materiales y
técnica, se produjo un singular desenvolvimiento de amplia concepción,
llevando a un gran esplendor tendencias que en Oriente no habían teni-
do continuación. En el tomo II de "Ars Hispaniae" don Manuel Gómez
Moreno ha estudiado tales hechos, con maestría y amplitud tales que solo
nos resta contribuir a sus tesis y ejemplos con determinados aspectos
que confirman sus orientaciones.
La gran Mezquita de Córdoba, el más destacado monumento del arte
islámico occidental, que a su vez empezó a irradiar influencia incluso
hacia el mundo cristiano, es sin duda alguna el edificio que mayor ri-
queza ofrece para toda clase de comparaciones. La existencia de una
primitiva construcción cristiana, la iglesia mayor de San Vicente, no pa-
rece haber influido notablemente en la elaboración de sus planos, pues
en 780, cuando se inicia la construcción de la mezquita se contaba ya
con bastantes y magníficos prototipos islámicos.
Sin duda alguna, aparte elementos procedentes de otras ruinas, fué
utilizado para la nueva construcción material de la antigua iglesia y
acaso determinadas particularidades arquitectónicas puedan ser inspi-
radas por la existencia del templo cristiano. La misma existencia del
arco de herradura, tan común en el mundo hispano-arábigo, nos hace
volver los ojos hacia el pasado visigótico y aunque nos es desconocida
la forma con que los godos alcanzaron tal modalidad de arco, no pode-
mos descartar el lugar de procedencia del indicado pueblo, las orillas
del Mar Negro, donde tal vez llegó a su conocimiento por influjo persa,
en cuya nación aparece en época muy primitiva, pasando a la Siria cris-
tiana sobre el siglo V o el VI.
Así podemos comparar el doble arco que se encuentra en la resi-
dencia sasánida de Ktesiphon en el siglo VI, con el común arco visigó-
tico (Lámina 52, figuras A y B). En contraposición, el arco lobulado
parece haberse desarrollado en Córdoba con tal independencia, habien-
do adquirido considerable desarrollo; acaso para sus más remotos indi-
cios haya que recurrir a Oriente.
La cúpula erigida sobre trompas de ángulo, como aparece en algu-
nas partes del Mihrab de la Mezquita —siglo X—, acaso tenga también
sus más remotos precedentes en el Irán, donde puede constatarse seña-
ladamente en el Palacio de Sarvistán —siglo IV o V—. Cairuán, en el
siglo IX ofrece una elegante solución que hubiese podido constituir un
excelente ejemplo para Córdoba. Casi al mismo tiempo aparece una for-
ma idéntica en San Miguel de Tarrasa. Que llegó allí por medio de mo-
Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte hispánico-islámico 9

LAMINA 53. — Desarrollo de formas de capiteles: a), romana de Mérida;


b), cordobesa del período omeya 822-852; c), romana de Córdoba; d), Omeya de
Medina Al-Zahra, de fines del siglo X; e), Córdoba, romana; f), Cordobesa del pe-
ríodo omeya hacia la mitad del siglo X.
10 Ernst Kuhnel

delos románicos no es probable. Más bien parece ser un influjo del


Egipto cristiano, en cuyos monasterios coptos del siglo V, como en el
de Sohag, pueden contemplarse tales cúpulas sobre trompas, aunque re-
novadas en épocas posteriores.
Como verdaderamente reaccionario debe estimarse el hecho de que
en el siglo X fuera recubierto el interior del Mihrab, con una forma tipo
concha, modalidad indudablemente conocida en la antigüedad helenísti-
ca, y que había tenido extraordinario desarrollo en Egipto, en cuya zona
copta pueden hallarse varios testimonios, tal vez de allí pasó a las mez-
quitas. Es de advertir que un ejemplar monolítico, de escaso espesor, fué
importado sobre el año 750 a Bagdad desde Siria. Es posible que el
Mihrab de la Mezquita de Abderramán I tuviese un aspecto semejante,
pero en el de Abderrahman II, en 848, el nicho era considerablemente
más amplio. Un siglo después la magnífica estancia octogonal sería
transformada, quedando la concha en la forma actual, o sea con una
configuración todavía más grandiosa que en el estadio precedente (Lá-
mina 52, figuras C a E) Lamentablemente, sobre ello, como sobre el
Mihrab de la Mezquita de Elvira, concluída en 864, sobre el oratorio
islámico de Toledo y otras edificaciones destinadas al culto del período
de los Omeyas, carecemos de información precisa.
Muy poco satisfactoria, es, hasta el momento presente, la determi-
nación de los prototipos para la arquitectura civil. Podemos aceptar en
principio, que el Alcázar de Córdoba y otras fortalezas construídas en
el período de los Omeyas tengan relación con las "badías" de Siria y Jor-
dania, tanto más cuanto que en algunos casos existe identidad de de-
nominación, pese a ser desconocidos ciertos emplazamientos.
Sorprende que Medina al-Zahra, en cuanto monumento arquitectó-
nico, por lo que demuestran las excavaciones realizadas hasta ahora, no
demuestre influencias ciertas de aquella procedencia. Acaso concurran,
en el planeamiento de las casas, además de las antiguas tradiciones me-
diterráneas, otros elementos que escapan a nuestra consideración.
En contraste, podemos estimar plenamente esclarecido lo relativo
a los baños, de los que se han hallado restos en Córdoba, Toledo, Gra-
nada y otros lugares. Su disposición concuerda enteramente con las
"termas" romanas, no solo en distribución, apenas diferente en "apo-
dyterium", "frigidarium", "tepidarium" y "caldarium", sino también en
el sistema hipocáustico y determinadas particularidades de construcción.
En cuanto a otras construcciones de carácter utilitario, tales como
puentes, fortificaciones, puertas de ciudades, etc., la técnica apenas se,
LAMINA 54. — Figuras en forma de candelabros (A a E).
A, Medina Al-Zahra, L•pida de mármol del siglo X; B, Estucado de ventana
de Qasr al-Khayr, del siglo VIII; C, Vaso de plata del siglo VI.
D a F: Cálices de Palmera.
D: Persa, sasánida, fragmento del siglo VI o VII; E, Muwaqqar, Jordania,
siglo VIII; F, Medina Al-Zahra, siglo X.
12 Ernst Kuhnel

aparta de la valiosa experiencia obtenida en los siglos anteriores, y en


muchos casos simplemente se reparan los restos preexistentse.
En las labores decorativas u ornamentales también se manifiesta la
influencia de la antigüedad clásica casi tan acusadamente como en la
técnica constructiva. Juzgar los precedentes del decorado geométrico es
difícil, ya que los motivos lineales llegan en diversas culturas a resulta-
dos idénticos por cauces independientes. Tal ocurre con la "svástica"
de meandros existente en la parte superior de la Puerta de la Mezquita,
que parece recordar el mosáico romano de la Península, y que, entre-
mezclada con florecillas, aparece en estucados decorativos de Ktesiphon
y en algunos Castillos de los Omeyas sirios, debiendo advertir que tal
decoración era también muy corriente en relieves artísticos coptos.
Igualmente, fragmentos de enrejados, de forma geométrica, obteni-
dos repetidamente en diversos puntos de Córdoba, son comparables con
otros similares, tanto en territorio visigótico, como los que en número
bastante respetable se encuentran, en estuco, en el Museo de Damasco,
procedentes de Qsar-al-Khair, del año 727. También en la Gran Mez-
quita de Damasco pueden observarse otros ejemplares muy antiguos.
Frisos de círculos con rombos curvados, con perlas en su interior,
se hallan en San Juan de Baños, en 661, y en forma idéntica o muy si-
milar en la Persia sasánida, en las pinturas murales de Elvira, y en las
tumbas faraónicas descubiertas en Tebas (1am. 52, fig. F a H).
En las figuras geométricas formadas por líneas y círculos concén-
tricos o coincidentes, hay que proceder siempre con gran cautela cuan-
do se trata de asignarles determinada ascendencia. Por ejemplo, las que
se encuentran en la mezquita de Elvira y forman unos círculos o coro-
nas de luz, tanto es posible asignarles un carácter específicamente is-
lámico como compararlas con las típicas "policandelas" bizantinas, a las
que se parecen completamente.
Los capiteles de la Mezquita de Córdoba deben figurar en primera
línea al referirnos a los elementos vegetales en la construcción orna-
mental. Las naves correspondientes a los primeros períodos, formadas
con materiales procedentes casi íntegramente de despojos de anteriores
construcciones, ofrecen un inventario extraordinariamente rico en ca-
piteles corintios y compuestos que abarcan desde la antigüedad clásica
hasta la fase visigodo-bizantina. Algunos parecen proceder casi cierta-
mente de Mérida o de Itálica, mientras que otros acaso sean originarios
de ruinas locales.
El tipo corintio encuentra una interesante interpretación, muy es-
tilizada, en algunos capiteles del tiempo de Abderrahman II (822-852),
LAMINA 55. — A. Derivación de los bucráneos. Pila de mármol de Alami-
riya, siglo X.
B a E: palomas entre pámpanos; B, sarcófago de Oviedo; C, marfil tallado
de 1026.
D a E: Escenas de luchas de animales. D, fragemnto marmóreo de Sevilla,
987; E, fragmento de un relieve persa del siglo VI, de Damghan.
14 Ernst Kuhnel

seguramente fabricados en talleres de la misma Córdoba (Lámina 53,


fig. A y B). En la época de Abderrahman III, determinadas formas de
corintio compuesto, como las que tienen por base el astrágalo, tuvieron
extraordinario desarrollo: el acanto aparece con singular relieve, y en
Medina al-Zahra tanto él, como el ábaco, se perforan finamente como
un encaje, con una exhuberancia que casi llega a la destrucción de la
propia estructura orgánica (Lám. 53, fig. C y D).
En este tiempo aparecen fechados numerosos capiteles y con firmas
de maestros árabes. Tal vez como reacción a estas manifestaciones am-
pulosas, aparecen primero en el patio de la Mezquita y después en las
naves interiores correspondientes a ulteriores ampliaciones, capiteles de
acantos lisos, que se relacionan con otros procedentes de las partes más
antiguas, formadas con materiales de acarreo. (Lám. 53, fig. E y F). Es
interesante hacer constar que un examen detallado da el sorprendente
resultado de que, al parecer no se trata en forma alguna de basarse en
las variantes visigóticas.
Pero si en los capiteles fué muy manifiesta la herencia clásica en
otras partes, como la decoración vegetal fué decisiva la tradición sasáni-
da, que fué sumamente importante y cuya recepción tuvo lugar en parte
directamente y en parte por influencia de los decorados de los castillos
Omeyas sirios. Nos referimos a hojas y palmetas estilizadas formando
parte de un candelero o tallo central que se inspira en el "hom" iránico,
el llamado "árbol de la vida", que juega un papel importante en la de-
coración marmórea del Mihrab de la Mezquita, así como en Medina
al-Zahra.
El conocido relieve de piedra de Taq-i-Bostan puede perfectamente
haber servido de modelo para las magníficas pilastras del Salón de Gala
(dar al-mulk, dar al-uzira) de la residencia de Abderraman III; tal vez
en otras ocasiones los estucos de Qsar al-Jair y Kirbet Mefdjer hayan
podido desempeñar la función de intermediarios y ocasionalmente los
objetos de plata y los tejidos de seda pueden haber facilitado una idea
generatriz. Un ejemplo de ello podrían ser los decorados con pámpanos
y ramas de palmera que se van abriendo y constituyen su envoltorio.
(Lám. 54, fig. A a C).
En el propio mihrab de Alhaquem II, el mosáico recibido con todo
un cargamento de teselas de vidrio, como es sabido fué dirigido por un
maestro griego, y que fué regalado por el Emperador Nicéforo, ofrece
en su parte ornamental un decidido sentido iraniano, que puede ser apre-
ciado sin error.
Lo relativo a los motivos vegetales procede también de la Persia sa-
Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte hispánico-islámico 15

LAMINA 56. — A a e: Temas de águilas del antiguo orriente.


Entemene del 3.00o a. d. J.
B, Pila de 1007 de Marrakesch. C: Seda andaluza del siglo XI.
D a E: Animales con cuellos alargados.
D, marfil español, siglo X. E, sello elamita del 2.500 a. d. J.
16 Ernst Kuhnel

sánida en la que lapidarios y estucadores utilizaban para los símbolos


heráldicos de los Castillos del Desierto del siglo VIII, las llamadas hojas
de palmera "arábigas", las cuales, en la ornamentación cordobesa, tuvie-
ron amplia aceptación y desenvolvimiento, lo propio que los cálices de
palmera de igual procedencia que se encuentran en un capitel datable
entre 720 y 724 en las ruinas de Muwaqqar y que debe estimarse de tipo
intermedio. En las pilastras de Medina al-Zahra tenemos un tallo en for-
ma de candelabro con tales elementos decorativos. (Lám. 54, fig. D a E).
Como resumen, y partiendo del análisis de los monumentos actual-
mente disponibles, podría afirmarse que las formas hispano-árabes de or-
namentación de carácter vegetal que no derivan de la antigüedad clásica
romana, se inspiran, últimamente, en las creaciones iranianas.
Habría también que suponer un origen clásico en aquellos casos en
que las formas especiales no permitan buscar en este arte el origen di-
recto, aunque, por lo menos, permitan ver una relación alejada. Tal es,
por ejemplo, el caso del friso que adorna una pila de mármol proceden-
te de Alamiría, en la que alternan soberbias volutas con cabezas de león
y gacela. (Lám. 55, fig. A), en cuya disposición parece reconocerse un
cierto parentesco con los "bucranios" o cráneos bovinos, tan clásicos y
singulares, que carecen de antecedentes en los modelos propiamente ibé-
ricos. Tenemos también otra pila de Córdoba del siglo XI que en forma
muy esquematizada ofrece una alternancia de rosetones y cabezas de
animales.
Uno de los motivos más apreciados del arte cristiano primitivo lo
constituyen las palomas y otros pájaros que combinados con hojas de
vid, en forma más o menos frondosa, se utilizan con mucha frecuencia
para recubrir los exteriores de vasos, frascos u objetos similares. Así los
encontramos en el sarcófago de Itacio, en Oviedo, del siglo V, y no es
difícil comparación de estos trabajos con otros típicamente moros ela-
borados en marfil en período posterior. (Lám. 55, fig. B y C). Hay tam-
bién numerosos ejemplos de parejas de animales contrapuestos (grifos,
leones, gacelas, machos cabríos, etc.), con o sin plantas intermedias, per-
tenecientes al ciclo artístico-islámico, debidos a probable influencia clá-
sica o bizantina, si bien no hay que excluir un remoto origen oriental.
Machos cabríos alados, tema favorito del arte aqueménida persa,
fueron conocidos por los artesanos andaluces acaso por el intermedio
sasánida. Los combates de animales (león y toro, pantera y antílope, águi-
la y liebre o gacela, etc.), que encontramos con tanta frecuencia en la
escultura de los Omeyas en los siglos XI y XII son reflejo indudable del
mazdaístico dualismo de las fuentes iranianas, como es notorio, y 'os
Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte hispánico-islámico 17

LAMINA 57. — A y B: Caballeros con halcón. A, marfil del siglo X; B, pro-


ducción copta s. V.
C y D: Los Dioscuros.
E y F: Lucha caballeresca; E, Játiva, pila de mCrmol del siglo XI; F, relie-
ve en piedra de Naqsh-i-Rustam de fines del siglo III.
18 Ernst Kuhnel

hallamos, más que en la antigüedad clásica, en territorio bizantino o ar-


ménico, insinuando su posible importación persa. Ejemplos de ello se
hallan en los tejidos de seda y abundantes objetos de plata, como tam-
bién en la entrada de los Castillos de Desierto sirios, en la primera mitad
del siglo VIII y en sus decoraciones estucadas. Tal vez a través de ellas
pueda establecerse la relación entre el arte sasánida y el omeya, siempre
con reservas y limitaciones. (Lám. 55, fig. D y E). No sería de extrañar
que en tales representaciones de luchas de animales la escultura romá-
nica indígena occidental haya podido ser influída por los trabajos moros
en marfil.
Relacionado con ello en cierto modo, constituye todavía un proble-
ma por qué tales particularidades aparecene en relieves hierático-herál-
dicos de pilas para abluciones, muy conocidas, correspondientes a los
siglos X y XI. En tres ejemplares podemos constatar águilas con sus alas
abiertas y las uñas clavadas en la presa, sea cordero o cabrito, motivo
escultórico que en su plena configuración se encuentra ya en el famoso
vaso de plata de Entemena, del Museo del Louvre, que se data sobre
3.000 años a. d. J., antigüedad semejante a la del escudo de armas de
Lagasch, de tema idéntico con pequeñas variantes, y que aparece también
en objetos correspondientes al período hitita, e igualmente en tejidos de
seda bizantinos, persas y moros; siendo de advertir que los tejidos en
cuestión, son el mejor de los casos, contemporáneos de las pilas, pero en
la mayoría de los casos seguramente posteriores. (Lám. 56, fig. A a C).
He aquí un tema interesante para la investigación; rellenar el vacío his-
tórico correspondiente a estos cuatro milenios con este tema, que solo
es posible cubrir actualmente con los monumentos que poseemos. aunque
naturalmente hayan existido ejemplos intermedios.
También nos conduce hacia el primitivo Oriente a comprobar que
en el arte hispano islámico se encuentran ejemplos de animales entrela-
zados. Leones entrecruzados se encuentran ya n sellos sumerios y en los
trabajos de platería sasánidas; y es posible suponer que alguna de estas
representaciones haya inspirado las de la caja de marfil de Santo Do-
mingo de Silos de 1026. Dicha caja aparece decorada con, parejas de pa-
vones de cuello entrelazado, motivo propio de la decoración de otra ca-
jita de Londres y una pila marmórea de Játiva, así como en un relieve
casi contemporáneo (914-921) de la fachada de la iglesia de Akhtamar,
en Armenia (914-21), de indudable origen iranio.
Tal vez como producto de la imaginación infantil de un artesano,
encontramos en Córdoba la representación de antílopes con el cuello
entrelazado, que muchos siglos antes, en los sellos elamitas y en las ta-
Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte hispánico-islámico 19

Blas egipcias predinásticas de cosmética aparecen ya dibujados. Pero en


este caso sería un error buscar relación artística entre ambas obras.
(Lám. 56, fig. D y E).
Leones en forma estatuaria, sentados, de pie o acostados, no son
nada infrecuentes en la escultura hitita de Asia Menor; que influyeran
más tarde la escultura seldjucida es comprensible, pero hasta la fecha
queda sin explicación cómo estas formas pudieron llegar hasta Andalu-
cía. Las esculturas de la Fuente de los Leones, que Gómez Moreno razo-
nablemente conceptúa como del siglo XI aproximadamente, y otros ejem-
plares de la misma zona de la Alhambra, muestran en su concepción una
indiscutible influencia del arte del antiguo Oriente, aunque fuere in-
directa.
Es muy posible que los tallistas del período omega, que tan a menu-
do utilizan en sus decoraciones pájaros y pámpanos, hayan podido tener
a la vista modelos bizantinos, como ya se ha indicado. Perdices forman-
do círculos las hay en cajas y botes, como también en un friso de Quin-
tan illa de las Viñas y en un fragmento de medallón de estuco en Ctesi-
fón. El pavón en rueda no solo es conocido en los modelos de la anti-
güedad clásica sino también uno de los adornos favoritos de los tejidos
de seda bizantinos, lo mismo que en la caja o pixis de Muguira que, pro-
cedente de Córdoba y fechada en 968, se encuentra actualmente en París;
y en una lápida de mármol de San Marcos, en Venecia, del año 976.
Es sabido que los califas Omeyas de Damasco eran indulgentes res-
pecto a la prohibición de representar figuras humanas, pero que poste-
riormente tal norma se aplicó con mayor rigor. Por ello no deja de cons-
tituir una sorpresa constatar las numerosas ocasiones en que tales fi-
guras aparecen en Córdoba, capital de la España islámica.
Por los fragmentos de sepulcros antiguos que van apareciendo en
Medina al-Zahra, podemos deducir que los soberanos hallaban grato el
arte clásico, deducción que se confirma con las noticias que sobre la de-
coración de tal palacio ofrecen determinados autores árabes.
Pero suele ser difícil, especialmente para las figuras de las tallas de
marfil, encontrar los modelos más antiguos y a veces nuestros conoci-
mientos fallan, aunque fuera de los modelos sasánidas y bizantinos, 'os
modelos coptos han de ser tenidos muy en cuenta al tratar de señalar
precedentes.
Un tema muy frecuente es el del "caballero del halcón" que repeti-
damente aparece en cajitas y pixis entre 968 y 1005 y en trabajos de pla
20 Ernst Kuhnel

ta sasánidas del último período. Una configuración análoga muestra un


medallón de oro del siglo XI, actualmente en Washington, y la misma
figura aparece ya en los tejidos coptos de los siglos IV y V. (Lám. 57,
fig. A y B).
De indudable procedencia persa es la composición de los dos ar-
queros a caballo, junto con una palmera que ha llegado a nosotros c'n
una variante bizantina, en el famoso tejido de seda de San Kuniberto
de Colonia En el pixis de Muguira, de 968, se encuentran los dos caba-
lleros desarmados e inofensivos, cogiendo dátiles. Un paralelo sugestivo
se obtiene del mismo pixis, uno de cuyos detalles lo constituyen dos
hombres que parecen luchar o abrazarse; y el adorno de un marfil copto
del siglo V, ubicado en el Museo de Trieste, en el que los dos hombres
están representados sin lugar a dudas como "dióscuros". Es apreciable
en ella la copia directa de un motivo clásico. (Lam. 57, fig. C y D).
La singular lucha caballeresca que aparece en la pila de Játiva, del
siglo XI, en la que los caballeros se atacan blandiendo lanzas, motiva
una sorprendente constatación, pues casi exactamente la misma escena
constituye el tema del relieve en piedra existente en Naqsh-i-Rustam,
cerca de Persépolis, en el cual el rey Bahram II, de fines del siglo III
se lanza contra su enemigo. (Lám. 57, fig. E y F).
Similar es la ilustración de una famosa gema de la Biblitheque Na-
tionale que muestra la captura del César Valeriano por Shapur I, en
260. Podría plantearse la hipótesis de que tal vez se hallaban escenas
similares en alguno de los Castillos de Desierto sirios que dieran lugar
a la variante hispánica antes citada. Consideraciones análogas, o sea el
intermedio o punto de enlace con lo oriental, podrían hacerse a propó-
sito de una escena cortesana de un pixis de 970 existente en Londres,
y la de un plato sasánida de plata procedente del Ermitage, en cuyos
objetos el príncipe está sentado con un sirviente a cada lado en postura
típicamente oriental.
Los paralelos citados se limitan a unos temas relativamente escasos
en comparación con la riquísima variedad de ilustraciones artísticas del
mundo hispano-árabe. Respecto a muchas otras, no es posible demos-
trar con seguridad si se trata de copias de ejemplos antiguos, o tienen
como única base la fantasía de sus autores, pero es de advertir que los
ejemplos iconográficos anteriores suelen jugar considerable papel en las
nuevas elaboraciones. Citemos solo, como ejemplo, el hombre de la ar-
queta de Pamplona, de 1005, que lucha o se defiende de dos leones, y
Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte hispánico-islámico 21

que de ningún modo se puede derivar de la escena de Daniel que tanto


en la plástica copta como en la visigótica aparece siempre con las ma-
nos levantadas. Tampoco parece comparable con la del estrangulador
de leones que del arte persa pasa al estilo textil hispano-islámico, sino
más bien parece un tema sugerido por escenas semejantes representa-
das en algunos sarcófagos antiguos.
Para que tales problemas puedan ser resueltos con seguridad debe
procederse por la investigación arqueológica no solo a la recopilación y
comparación de todos los ejemplares existentes, sino a tratar de llenar
los inmensos vacíos que ofrecen nuestros conocimientos monumentales
mediante hallazgos y nuevas investigaciones dirigidas a este objetivo.

E. K.

Publicamos éste artículo como homenaje póstumo al ilustre pro-


fesor alemán Ernesto Kuhnel (1882-1964), catedrático en diversas universi-
dades y centros de su pais, director de la sección árabe del Museo Arqueo-
lógico de Berlín y gran especialista del arte islámico occidental. Falleció el 5
de agosto de 1964 y una extensa biografía escrita por Franz Babinger puede
verse en el cuaderno primero del año 1965 del "Zeitschrift der Deutschen
Morgenlandischen Gesellschaft". La traducción española es de 1. M. Piñol, to-
mada del "Madrider Mitteilungen, 1, 196o, órgano del Instituto Arqueológico
Alemll, de Madrid, a cuyo Director, nuestro buen amigo el Dr. Helmut -
Schlunk, expresamos públicamente nuestro agradecimiento,
,
Consideraciones sobre la representación
figurativa en el arte islámico

Por Dionisio Ortiz Juárez


Director de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Córdoba

Hay un hecho evidente que no necesita de más aclaraciones, y es


que entre los pueblos del Islam no adquiere desarrollo la representación
de la figura humana ni aun la de los animales. Esta característica siem-
pre se ha justificado como consecuencia de su religión opuesta a la re-
presentación de la divinidad por medio de imágenes, y es tan señalada
que ya Isabel de Inglaterra cuando inició ciertas negociaciones con Per-
sia pensó que no sería desacertado identificar la causa del Islam con la
del Protestantismo basándose en el hecho de que ambas religiones ex-
perimentan idéntica aversión a la idolatría.
No obstante, sabemos que sobre todo en el campo de la escultura
existen algunas representaciones animalísticas aisladas e incluso algu-
nas figuras humanas, sin contar los productos industriales, las minia-
turas, especialmente del arte persa, y los productos del arte moderno
tan lleno de influencias extrañas. Esas representaciones son siempre
casos aislados o grupos sin evolución, sin que representen un desarrollo
técnico, iconográfico ni ideológico que les relacione y que sea producto
del estilo.
Lo cierto es que la representación figurativa no está incluida dentro
del contenido ideológico del arte musulmán. Y siendo este pueblo el
único de los pueblos civilizados que presenta esta característica tan pe-
culiar, el fijar de una manera concreta las causas determinantes del fe-
nómeno no deja de ser un problema interesante para la historia del Arte.
Este problema que presenta diversidad de aspectos, ha sido tal vez
poco estudiado, ya que casi siempre se ha dado por buena la explicación
de que se debe tan solo a motivos de índole religiosa, o bien se ha tra-
tado de desmentir el hecho alegando abundancia de representaciones o,
a lo sumo, como hace Migeon, se señala solamente que aunque la abs-
tención de figuras no es debida a texto alcoránico alguno, es un hecho
que los artistas musulmanes han experimentado siempre cierta timi-
dez a representar sobre todo la figura humana.
24 Dionisio Ortíz Juárez

Gómez Moreno en "Ars Hispaniae" está más acertado al decir que


"Sobre el Islam se exagera demasiado la doctrina antiicónica, mejor que
iconoclásta, cuando ello responde más a semitismo por un lado, y al
ejeMplo de los cultos orientales por otro.
Para aclarar el problema comencemos por estudiar esos preceptos
religiosos, si los hay, y ver hasta qué punto han tenido fuerza para de-
terminar el fenómeno.
La única prohibición relacionada con las imágenes que figura en el
Korán, se encuentra en la sura V y dice: ¡Oh creyentes! ¡El vino, los
juegos de azar, las estátuas y la suerte de las flechas son abominacio-
nes inventadas por Ax-Xaythan! ¡Evitadlas y sereis felices! Observa La-
voix que la traducción de la palabra "ansab" por estatua no es del todo
exacta, por que se definen con ella más bien los altares de los idólatras
sobre los que se vertía el aceite sagrado. En ese caso ya la frase queda-
ría así: "El vino, los juegos de azar, los altares de los ídolos, etc.".
No existía ni existe realmente la prohibición de representar figura
humana, pero, como dice Van Loon, (1) "No había una ley que prohibie-
se la construcción de imágenes talladas o algo que se pareciese... Pero
contra todo esto existía un marcado prejuicio que impedía al pintor de
retratos ejercer su arte".
Una tradición pone en boca de Mahoma las siguientes palabras: "Dios
me ha enviado contra tres clases de personas para aniquilarlas y para
confundirlas: son los orgullosos, los politeistas y los pintores. Guardaos
de representar sea al Señor, sea al hombre, y no pinteis más que árbo-
les, flores y objetos inanimados". Otra tradición atribuye a Mahoma
frases en que condena a los que labren figuras que proyecten sombra.
Porque el día del juicio los seres representados vendrán a reclamar un
alma al artista, que, no pudiendo procurársela, sufrirá los tormentos del
fuego eterno. (2). Esto en tal caso explicaría la falta de escultura, pero
no de pintura. Además ya vemos que esto son sólo tradiciones sin una
justificación histórica, y, además, como suele ocurrir en tantos casos,
más que ser la tradición causa del fenómeno, puede ser por el con-
trario el fenómeno de aversión racial a la representación figurada lo que
ha dado origen a la tradición. Otros toman como causa de estas inven-
ciones el temor a la idolatría.
No obstante cabe suponer que si de este modo se viene interpre-
tando el sentir del Profeto, ello sea suficiente para que en un pueblo
religioso origine una determinada tendencia a pesar de que no existe pre-
cepto prohibitivo en su libro sagrado de representar determinados se-
res vivos.
Representación figurativa en el arte islámico 25

Vemos no obstante que la misma recomendación de la sura V de-


testa el vino, y sabido es que todos los grandes poetas del califato de
Damasco cantaron con preferencia al vino y a las mujeres.
La violación de esta regla ha sido corriente en todas las épocas del
Islam, y se sabe que cayeron en la tentación incluso algunos compañe-
ros del Profeta. La lengua arábiga cuenta con una colección de cantos
báquicos extraordinaria. En Egipto y sobre todo en Persia es demasia-
do frecuente el vicio de la embriaguez.
No nos extraña, desde luego, que se infrinjan las leyes religiosas
cuando alguna tendencia del pueblo induce a ello. Podríamos citar mu-
chos ejemplos.
Hay muchos casos en que los musulmanes comen carne de cerdo a
pesar de tenerla prohibida. La población de la parte Sur del Kordofan
cría manadas de cerdos y come de su carne, y se cita el caso de que
un cargamento de jamones encontró compradores en Mascate. Del mis-
mo modo, muchos musulmanes se excusan de las obligaciones del ayu-
no, incluso de la oración, y las estadísticas demuestran que no llega a
la décima parte de la población musulmana del globo la que cumple el
precepto de ir a la Meca. (3).
Aun podemos citar otros casos. La música y la danza han sido
prohibidas por algunos ascetas; la ley religiosa descalificaba al músico
considerando este oficio como deshonroso, propio solamente de esclavos
y gente infame; no se podía aceptar en juicio el testimonio de cantor,
cantora o plañidera, ni los libros de canto se podían vender libremente;
jueces celosos castigaban a veces las infracciones de la ley religiosa man-
dando romper los instrumentos músicos de los que encontraban en la
calle; pero la ley ordinaria no lo hace de manera absoluta, ya que per-
mite el empleo de ciertos instrumentos en ocasiones especiales, tales
como una boda o una circuncisión; aunque prohibe cantar sin acompa-
ñamiento instrumental, excepto cuando se trate de camelleros. Esta re-
gla parece haber sido menos observada aun que la que obliga a abste-
nerse de bebidas alcohólicas. A pesar de ella, la música se impuso y di-
fundió enormemente a partir sobre todo de los abasies, ha florecido en
la mayoría de las cortes musulmanas, y además existe una copiosa lite-
ratura relacionada con ella.
Por otra parte, la mutilación y el castigo por el fuego están prohi-
bidos, y se sabe de numerosísimas ocasiones en que tanto de una forma
como de otra se ha infringido este precepto. En muchos estados musul-
manes, como pena legal, que sorprende que el mismo Profesta la con-
servara, se aplica la de cortar la mano a un ladrón, cosa que no deja de
26 Dionisio Ortíz Juárez

ser una mutilación. En m6s de una ocasión, también en paises musul-


manes, para evitar el acceso a la realeza de aigún individuo, se ha ape-
lado a sacarles los ojos.
Por tanto vemos que, en múltiples ocasiones, los preceptos religio-
sos se infringen, no de una manera casual y esporádica, sino de forma
permanente y metódica entre los musulmanes.
A la vista de estos ejemplos cabe preguntarse si la causa de la au-
sencia de representaciones figurativas en el arte islámico es solamente
un motivo religioso o, si se quiere, supersticioso, o hay otras razones
que han hecho que esta recomendación se respete más que algunos pre-
ceptos.
Una tradición religiosa, incluso un precepto moral, se mantienen
en toda su pujanza mientras coinciden con el modo de ser del pueblo
en cuestión, mientras entre la estratigrafía ideológica o temperamental
de aquella época o de aquel pais no exista una veta neutralizadora que
lo anule o lo debilite.
Expliquemos esto con un ejemplo: la representación de desnudos
ha estado siempre en pugna con la moral cristiana, y esto tiene un mar-
cado influjo en nuestras artes a pesar de que no exista prohibición con-
creta y terminante. No obstante, nos encontramos con el renacimiento
italiano en que el desnudo femenino florece y se propaga como uno de
los temas más característicos de su pintura y de su escultura. Harman,
en su Filosofía del Arte, distingue entre estilos locales y estilos tempo-
rales. El estilo local permanece constante en un pueblo a través de las
mudanzas de los estilos temporales. Por eso cada estilo temporal tiene
sus matices especiales locales. Así, pues, refiriéndonos a lo que antes
decíamos del desnudo en el arte, podemos observar que al cruzarse la
horizontal temporal del Renacimiento, conteniendo su culto a la na-
turaleza y su rebeldía contra la sumisión de la cultura a la iglesia
mantenida durante la Edad Media, con la vertical local italiana en que
permanece constante una especial tendencia a la belleza absoluta here-
dada de los griegos, da por resultado los cuadros de Giorgione y los de
Ticiano, pese a la moral católica, que, presionada por las doctrinas de
la época, ha perdido fuerza.
En cambio, esa misma horizontal temporal del Renacimiento, que
produce en Italia los desnudos, y que lleva envuelta una cierta pérdida
de respeto a la moral tradicional, al cruzar con la vertical española pro-
duce la pintura de género, que comienza diluída en los temas religiosos
para florecer en el barroco, en lugar de ocasionar la pintura mitológica.
Y es que en el estilo local español hay cierta tendencia realista que se
Representación figurativa en el arte islámico 27

aplica a lo minúsculo, a lo anecdótico, a la compartimentación en el


tiempo, y que algunos explican por ese innato afán de eternidad del
pueblo español. (4).
Algunos autores no se explican la aversión española hacia el des-
nudo y con ligereza la atribuyen a gazmoñería. La verdadera explicación
está en que como símbolo no interesa a un arte anecdótico, y como
anécdota envuelve un cierto olvido de la personalidad integral del hom-
bre al destacar los aspectos corporales. (5).
Esto demuestra que, si los pueblos islámicos no han violado esa tra-
dición que les prohibe esculpir hombres y animales, ha sido porque no
han tropezado en su historia con una tendencia local ni temporal capaz
de provocar una reacción en contra. Sólo en casos aislados, cuando prin-
cipalmente ha influido el factor personalista, han surgido las anomalías.
(6). Por tanto, no hemos de conformarnos con la explicación de que la
repugnancia a la representación figurativa obedece en los pueblos islámi-
cos solamente a motivos de índole religiosa, puesto que ya vemos que, a
pesar de las orientaciones de su religión, puede un pueblo obrar en con-
tra cuando por alguna causa siente inclinación a ello. Es más, en la ma-
yoría de los casos, si analizamos el fenómeno religioso, vemos que no
suele ser la costumbre y el modo de ser de un pueblo producto de la re-
ligión, sino más bien al contrario, la religión es producto de la manera
de ser del pueblo, de su psicología. Las religiones, salvo la católica, que
según nuestra fe es obra directa de Dios, no son sino obras del espíritu
humano y, como tales, han de participar de las características propias de
ese género de obras y no han de constituir una excepción.
En et caso conmreto del Islam sabemos que muchas recomendacio-
nes o preceptos alcoránicos eran ya costumbre del pueblo antes de Ma-
homa. Citemos, por ejemplo, la consideración de la mujer como inferior
al hombre, el culto a la Kaaba y la peregrinación a la Meca. Otras ten-
dencias y costumbres anteriores se prohiben y, a pesar de ello, permane-
cen porque están en cierto modo en el espíritu del pueblo. El homicidio
por venganza persiste a pesar de estar prohibido. Si hubiese sentido el
pueblo inclinación a venerar ídolos con figura humana o de animales,
hubiese sido difícil desterrar la costumbre; pero precisamente los ídolos
anteriores a Mahoma son piedras sin figura de ser viviente, lo que prueba
que aquel pueblo nunca sintió tal inclinación. (7).
No obstante, la indudable repulsa que el Korán, y la doctrina islámi-
ca en general, encierra hacia los ídolos y de una manera más amplia ha-
cia toda representación de hombre o animal, hemos de encontrarla origi-
nada, de una parte, por la influencia del Antiguo Testamento, y de otra,
28 Dionisio Ortíz Juárez

por el peligro que pudo presentir Mahoma en las influencias de pueblos


extraños y religiones idólatras. (8).
A pesar de todo, no hay más remedio que tomar en consideración el
motivo religioso que, si bien no explica el fenómeno de una manera total,
sí puede justificar el hecho de que no surja expontáneamente la represen-
tación figurativa o pueda nacer impulsada por futiles causas. Si no le re-
conocemos fuerza para desarraigar una tendencia, sí puede tenerla para
impedir su incoación.
Debemos buscar la causa del fenómeno que estudiamos en el mismo
pueblo, en su modo de ser, en su psicología, ya que el arte de un pueblo
es siempre producto de ella. Pero, al mismo tiempo, eso que llamamos
la psicología colectiva es un complejo producto de múltiples factores difí-
ciles de precisar, pero entre los que destacan sobre todos estos dos: raza
y género de vida.

VIDA

Los climas acaban a la larga por influir de modo decisivo en los cos-
tumbres y la legislación de los pueblos, así como en las formas de sus
estados. Claro que sus efectos no son siempre iguales, y la teoría de un
estricto determinismo físico es insostenible. Admitimos tal determinis-
mo, pero amplio y diversificado.
El pueblo árabe es desde mucho antes de Mahoma un pueblo de or-
ganización tribal, eminentemente nómada, pastor y comerciante. En esta
región de extensas llanuras, que se pierden de vista, donde la vegetacion
es pobre, donde solo se dan plantas raquíticas de gusto amargo, de olor
acre y a veces nauseabundo, vivían diseminadas tribus de árabes nóma-
das llamados beduinos.
Para los estados simples, es decir, de la más sencilla organización
política como la tribu, por ejemplo, tiene más importancia el pequeño
rasgo geográfico que el grande (montaña, río, etc.) Su existencia suele
estar fundada sobre uno de ellos. Las tribus árabes siguen batiéndose por
los pozos del desierto. El Rubenzori, en cambio, no tiene nombre entre
los indígenas africanos. No obstante, la movilidad es el rasgo común de
los árabes. (9).
Este género de vida ancestral produce en la psicología del pueblo
características muy acusadas, como advierte Gluck, (10) al afirmar que
"lo que diferencia el arte del Islam, como unidad, de todos los demás
ciclos artísticos es, precisamente, el espíritu del nomadismo, cuya in-
fluencia perdura aun después que los pueblos en cuestión llevan ya mu-
Representación figurativa en el arte islámico 29

cho tiempo de vida sedentaria", y en otro lugar añade, "el arte islámico
se presta mejor que ningún otro a ser explicado por sus elementos au-
tóctonos, a los cuales sólo en segundo término se añaden las aportaciones
distintas de las grandes civilizaciones históricas".
Estas características duraderas o más bien permanentes en el arte
islámico producidas por el género de vida del pueblo antes de Mahoma
son principalmente dos: repugnancia de la naturaleza y concepción ana-
lítica de la obra de arte, dando lugar en el arte islámico a dos de sus
principales peculiaridades: la no representación figurativa y la estiliza-
ción de motivos, por un lado, y la indistinción de elementos decorativos
en oposición a la singularidad, por otro.
El árabe, como hemos dicho antes, es un pueblo nómada, pastor, un
pueblo que vive en dependencia directa de la Naturaleza (del SUCIO, de
las plantas, de los animales), un pueblo con el que la Naturaleza no se
muestra pródiga como en el agricultor, sino que le rinde con mezquin-
dad y sin la colaboración eficaz del hombre.
Así como el labrador llega a admirar a la Naturaleza, a amarla, a
identificarse con su función generadora, el pastor nómada vive en cons-
tante forcejeo, vive esclavo, para él no tiene encantos, no le atrae y por
eso es antinaturalista. Para el pastor nómada la Naturaleza no le ofrece
participación en su obra, le oculta sus designios, es como una fuerza
regida por poderes superiores que el hombre no tiene más remedio que
acatar.
Por eso hemos de observar que no son solamente las figuras hu-
manas y de animales lo que los musulmanes y los nómadas en general
apartan de su arte, es toda la Naturaleza. Ni los motivos vegetales ni
mucho menos los animales que raramente emplean envuelven en su arte
el menor realismo conseguido mediante una observación directa de la
realidad. Estiliza, geometriza lo más que puede, arrebata por completo
su aspecto natural a los motivos, quitándoles al mismo tiempo su per-
sonalidad, su individualidad, y acaba por emplearlos indiferenciados pa-
ra conseguir los efectos que se propone dentro de su especial criterio
artístico (11).
He aquí la principal conclusión: el pueblo árabe no es naturalista,
parece que ignora a la Naturaleza, y algunos observan que el fundador
de su religión no pretendió nunca ejercer sobre ella la fuerza que según
el contenido del Corán resplandecía en su vida. Por eso Mahoma se
diferencia de todos los demás profetas en que no se propuso obrar mi-
lagros, es decir, dirigirse a la Naturaleza interviniendo en sus leyes.
Si el pueblo árabe no siente la Naturaleza, no puede sentir tampoco
30 Dionisio Ortíz Juárez

la necesidad de representarla. Ni una flor, ni un animal ni un hombre


son tema para el musulmán. La música, la arquitectura y la poesía líri-
ca sí se desarrollan porque no necesitan tomar a la realidad por mode-
los. Por eso carecen de poesía épica. Se objetará, sin embargo, que la de-
coración fitomorfa es abundante en el arte del Islam; pero tengamos en
cuenta cómo y por qué la aplica.
La decoración geométrica suele ser siempre la primera que emplea
un pueblo. Los árabes, sin haberse sentido impulsados a emprender otro
camino decorativo, la llevan a sus últimas consecuencias. Los motivos
vegetales, que tanto se prestan a la estilización, pueden adoptar un mi-
metismo geométrico que las habilite para el especial gusto de este pue-
• blo. Los motivos fitomorfos de la decoración árabe no son en realidad
sino figuras geométricas con ligero recuerdo de hojas y flores, estiliza-
ciones refinadas, casi siempre imposibles de identificar con su modelo,
y, desde luego, carentes de individualidad.
Esta carencia de individualidad en los motivos es otro de los ca-
racteres del arte islámico, y también debido a la influencia del género
de vida. Ya hemos dicho que el habitante de la estepa y del desierto
no arranca con su propio esfuerzo al medio ambiente lo que necesita
para su sustento, sino que vive de lo que la Naturaleza le proporciona
día por día a sus rebaños, y ello determina la resignación proverbial con
que estos hombres aceptan su destino. Este abandonarse a un poder su-
perior y más fuerte acaba por determinar la creencia en la predestina-
ción, es decir, la creencia en que el ejercicio de nuestra libertad no ha
de modificar los designios del ser supremo, lo que equivale a negar o
la misma libertad o su eficacia (12). Por esta causa, las obras del arte
islámico carecen de contenido personal sin que se revele el artista ais-
lado, los pueblos islámicos desconocen el culto a la personalidad del
artista, porque ignoran su cualidad de creadores, de modeladores riel
universo objetivo, y cuando los artistas no se sienten creadores, enton-
ces se aplican resignadamente a los requisitos técnicos del material y
al uso de la decoración geométrica en lugar de la orgánica. Además
evita con todo cuidado toda individualización, toda representación fi-
gurada (13). Esto explica la gran importancia de los elementos ornamen-
tales en el arte islámico, y el que los escasos ejemplos de representa-
ciones figurativas carezcan del carácter de imitación o reproducción fiel
de la realidad objetiva. Cuando se representa una palmera, un animal,
una escena de caza o de lucha, siempre tienen carácter de símbolo y
representan alguna actividad o algún elemento de sustento o bienestar.
Ya hemos visto anteriormente la afirmación de C. Wallaux de que
Representación figurativa en el arte islámico 31

los pueblos primitivos de organización tribal daban más importancia al


pequeño rasgo geográfico que al grande Es que los primitivos, igual que
los niños, no captan los conjuntos sino los detalles, no llegan a las par-
tes por división del todo sino al todo por la suma de sus partes. Esta
característica esta demasiado acusada en el pueblo árabe, por eso tiene
razón Schakque cuando afirma que "los árabes carecen de la virtud plas-
mante, no tienen la inteligencia de los contornos y las líneas, de las su-
perficies y de los conjuntos, la virtud para reproducir la fisonomía pro-
pia de cada objeto".
Al carecer el pueblo árabe de la inteligencia de los contornos y de
la aptitud para reproducir la fisonomía de cada objeto, queda explicada
su ineptitud para la escultura de bulto redondo y el carácter peculiar de
su arquitectura y su decoración.
Si observamos cualquier paramento decorado de la Mezquita de Cór-
doba o de la Alhambra de Granada, por ejemplo, podemos observar que
cualquier elemento geométrico o floral que lo constituya nunca se indi-
vidualiza, sino que su valor está siempre en función del conjunto, tiene
que aparecer unido a los otros para cumplir su finalidad, así, desindivi-
dualizada, reducidos al simple papel de elemento de fondo repitiéndose
en complicadas teorías de desarrollo infinito.
Señalábamos antes que, al carecer de la virtud plasmante, de la in-
teligencia de los contornos y de los conjuntos, quedaba explicada su
ineptitud para la escultura de bulto redondo y el carácter peculiar de
su arquitectura y su decoración.
Veamos. El proceso genético de toda obra de arte consta de dos
fases principales, concepción de la obra a realizar y determinación de
sus elementos constitutivos. Luego vendrá la realización o puesta en
práctica de los contenidos mentales y afectivos del artista hasta dejarla
plasmada en una sola forma de las infinitas que pudo tener. Ese proceso,
esa génesis puede ser y de hecho es según épocas, estilos, etc., de dos
formas principales: analítica y sintética.
Hay proceso analítico cuando la obra de arte, el monumento arqui-
tectónico, por ejemplo, se concibe como un todo definido y concreto
con una forma total que luego se va descomponiendo en sus partes in-
tegrantes mediante un proceso de análisis. Ejemplo, una catedral gótica,
la de Toledo, o el monasterio de El Escorial.
Existe proceso sintético cuando lo primero que se concibe son los
elementos componentes por separado y luego se van aglutinando me-
diante un proceso de síntesis. Ejemplos, la Alhambra de Granada o Me-
dina Azahara.
32 Dionisio Ortíz Juárez

A una obra generada por análisis no se le podría añadir ni quitar


ningún elemento sin que el conjunto perdiese su forma esencial. En
cambio, a una obra generada por síntesis, se le pueden suprimir o aña-
dir elementos sin que el conjunto se deforme ya que en realidad no tie-
ne forma propia.
En los edificios musulmanes, salvo cuando copian de otros estilos,
tanto tratándose de mezquitas como de palacios, la forma originaria
siempre es el rectángulo, que a su vez puede subdividirse en otros es-
pacios rectangulares, pero que, concebidos así como piezas, están desti-
nados a sumarse a otros rectángulos para formar el edificio total.
El hecho de que las construcciones musulmanas, salvo excepcio-
nes, sean conjuntos de elementos concebidos por separado, sin visión pa-
norámica de su destino, da lugar a que no exista entre ellos un verda-
dero sistema constructivo, a que no se pueda hablar de arquitectura
árabe, sino de las cualidades de sus monumentos arquitectónicos.
Si, como vemos, los musulmanes no tienen propiamente pintura ni
escultura, y tampoco podemos hablar de arquitectura en el sentido que
hablamos cuando nos referimos a otros pueblos, cabría preguntarse en
qué medida se puede hablar de arte árabe. Margoliut nos dice que "de
las seis bellas artes generalmente admitidas (arquitectura, escultura, pin-
tura, danza, música y poesía) el Islam condena casi siempre la segunda,
en la mayoría de los casos, la tercera, desaconsejando la cuarta y la
quinta, aunque en estos últimos casos la naturaleza humana ha sido
más fuerte que la proscripción" (14). Tan sólo quedan a salvo la poe-
sía y la arquitectura.
Y respecto a la arquitectura he de añadir que, si el musulmán hu-
biese podido evitar el construir igual que evitó el hacer esculturas lo
hubiese hecho, porque la obra de tres dimensiones necesita más que
ninguna otra de una concepción apriorística de su forma individual,
mientras que la decoración plana, tanto pintada como en relieve, que-
da enmarcada dentro de unos límites que pueden ser y de hecho lo son
en el arte musulmán, ajenos a su desarrollo. Por tanto, más bien que
de arte islámico, cabría hablar de estética islámica.
Aplicando los conceptos que acabamos de exponer a la escultura,
que también requiere igual proceso que la arquitectura, tenemos que
si se parte de una concepción total seguida de un proceso analítico, lle-
gamos, por ejemplo a la cultura griega, que, cuando trata de decorar
un espacio delimitado por una forma geométrica determinante —un
frontón, por ejemplo— procede de fuera a dentro, por análisis del es-
pacio, organizando una decoración triangular (Egina, el Partenón), en
Representación figurativa en el arte islámico 33

que daría lo mismo pensar que el conjunto ha sido trazado sometido a


la forma circundante o que la forma circundante ha sido pensada a
posteriori para inscribir el conjunto.
Cuando se procede al contrario, es decir, por síntesis, nos encon-
tramos con la escultura propia de algunos pueblos de Asia (auroc me-
sopotámico) y con la forma de concebir sus escasas esculturas los pue-
blos islámicos.

RAZA

Se entiende por raza al conjunto de individuos más parecidos entre


sí que entre los demás sujetos de la misma especie y agrupados por ca-
racteres físicos hereditarios trasmisibles por generación. La ciencia su-
pone que en el determinismo racial han intervenido entre otros factores
secundarios tres causas esenciales, a saber: la selección natura: de los
individuos orgánicamente más fuertes, la influencia permanente de las
mismas circunstancias cósmicas y la reproducción genésica persistente
a través de muchas generaciones sucesivas de los caracteres somáticos
predominantes creados por el medio y diferenciados por la selección. Es
decir, que cuando la influencia del medio es larga y favorecida por di-
versos factores acaba por afianzarse a un grupo étnico como carácter
racial.
Los semitas, que parecen tener su origen en la parte norte del de-
sierto de Arabia, son siempre en su origen, según aparecen a lo largo
de la historia, pueblos nómadas pastores que al establecerse en las lla-
nuras fértiles y ponerse en contacto con otros pueblos, se convierten en
agricultores sin perder, de todos modos, la tendencia al pastoreo y sin
ser conquistados nunca completamente por la tierra sobre la que viven
ni acabar de adaptarse a la agricultura.
De todos los grupos pertenecientes a la raza semítica (acad:G' amo-
ritas, hebreos, cananeos, fenicios, arameos,caldeos, asirios y árabes) sa-
bemos que sólo los que se establecen en la Mesopotamia desarrollan
una escultura. Ni los amonitas, ni los cananeos, ni los hebreos, ni los
mismos fenicios tienen una escultura propia, ya que estos últimos sólo
hacen industrializar tipos tomados de Asia o de Egipto, llevados de su
espíritu comercial. Y no siempre es porque, como en el caso de loQ he-
breos, lo prohiba su religión.
La manera dominante de llegar a la máxima idea religiosa en toda
el Asia Menor y la Meseta del Irán es opuesta a la manera de hacerlo
otros pueblos, como el griego, por ejemplo, es decir, lo hacen apar-
34 Dionisio Ortíz Juárez

tándose de la naturaleza, como ya anteriormente vimos que ocurría con


su arte. Por eso las ideas de Dios y Naturaleza, Dios y Materia, tien-
den a manifestarse antagónicas en el corazón de estos pueblo. Para
muchos pueblos asiáticos hay seres intermedios entre Dios, absoluta
pureza, y la creación material, impura. La Materia representa el mal,
la máxima aspiración religiosa está en huir de la Naturaleza y unirse
al espíritu superior inasequible, inefable. Esa divergencia entre el espí-
ritu y la materia que pulula en el espíritu oriental es la que con las
más variadas formas y manifestaciones aparece en los pueblos del área
semítica informando aspectos de su prolijo devenir histórico.
En algún caso, como en el del pueblo hebreo, este espíritu le hace
apto para que, por una intervención providencial, llegue a formular el
monoteísmo y llegue a identificarse con la misión histórica de éste, y,
en lugar de perderse o adulterarse, se vaya purificando y perfeccionan-
do (15).
Se ha dicho que entre el monoteísmo musulmán y el hebreo hay
muchos puntos de contacto ya que el primero es heredado de' segundo.
Y la analogía es mayor porque, prescindiendo de la intervención sobre-
natural, la forma de llegar a él es idéntica y común a casi todos los
grupos semíticos.
Para el pueblo hebreo, la prohibición de representar figuras dc hom-
bre o de animal es tajante (16), y el pueblo árabe recibe esta influencia
mantenida, claro está, por la antinomia Dios-Naturaleza, Espírau-Ma-
teria.
Salta a la vista que la repugnancia que sienten por lo natural, por
lo material, aleje de estos pueblos totalmente la tendencia a represen-
tar figuras corpóreas. Esto podría dar lugar además a la idolatría, a que
el pueblo adorase a la criatura en lugar de al Creador Supremo. La
prohibición bíblica y la supuesta alcoránica no hacen sino resumir en
un dogma, como dice Gayet, "una inclinación de las razas espiritualis-
tas".
No obstante, cuando el medio, las circunstancias históricas u otras
causas llegan a imponerse a los caracteres raciales, es cuando se dan las
excepciones tan frecuentes en la pintura islámica y tan escasas en la
escultura, por las razones ya apuntadas.
Representación figurativa en el arte islámico 35

CONCLUSION

El pueblo árabe con todas las características raciales y producidas


por el medio que hemos apuntado, y con su tradición religiosa nacien-
te, todo ello de acuerdo para impedir la aparición de un arte represen-
tativo, comienza su expansión notablemente rápida. Mahoma que murió
en 632 asistió todavía al sometimiento de Arabia, y un cuarto de siglo
más tarde fueron sometidos Egipto, Siria, Mesopotamia, Armenia, Persia
y Rodas. Poco después el N. de Africa y España.
Por esta causa comienza el Islamismo a ponerse en contacto con
pueblos muy diversos. Sus inclinaciones espirituales, al producir un ar-
te, irán comportándose a modo de estilo temporal. A ese respecto, dice
Woerman que la comunidad de religión produjo comunidad de idearios
espirituales..., la semejanza de las condiciones locales y climatológicas,
bajo las cuales se formó el arte del Islam condujo para necesidades
constructivas idénticas a resultados artísticos análogos ya que no idén-
ticos. Esto, si no se puede tomar de una manera absoluta, si se apro-
xima bastante a la verdad teniendo en cuenta que el trazado general
de la circulación política en el Antiguo Continente, según observan los
historiadores, es en el sentido de los paralelos. En general se trata de
una religión propia de los países cálidos y se extiende principalmente
entre los 30° de latitud N. y los 30° de latitud S.
Ahora bien, tengamos en cuenta además las características de 'os
pueblos que el Islamismo encuentra en su expansión y si la pujanza
de su arte fue capaz de imponerse a las corrientes artísticas de la nue-
va doctrina y neutralizarlas.
En Arabia no había una tradición anterior a Mahoma favorable a
las representaciones figurativas. Aunque cada tribu tenía su ídolo, so-
lían ser divinidades constituidas por una simple piedra o por un aero-
lito como es la Kaaba.
Siria y Mesopotamia fueron las primeras tierras ocupadas por los
árabes que poseían tradiciones de una larga civilización. Fue allí, en las
tierras bajas de Asia, donde los pastores guerreros del Corán empeza-
ron a iniciarse en las técnicas artísticas. Y, por la decadencia de 'os
demás vecinos, en Caldea y Siria fue donde se formaron los elementos
esenciales del estilo árabe, y el friso de Mechata, con otros relieves de
la misma escuela de escultura nos muestran las fuentes que más con-
tribuyeron a su formación. En Siria había ardor constructivo y al lle-
gar los musulmanes copian la arquitectura.
36 Dionisio Ortíz Juárez

Cuando en el siglo VII invadieron los árabes el Egipto, encontra-


ron, como en Siria, las buenas tradiciones de la arquitectura bizantina
que sobrevivían junto a una pintura y una escultura degeneradas.
En el Oeste, los países mediterráneos se hallaban sujetos todavía a
la influencia del Helenismo, cuya tradición artística individualista, que
tenía como punto de partida las estructuras orgánicas y corporales y
trataba de impresionar los sentidos, habían sido profundamente modifi-
cadas por el Cristianismo oriental, con su peculiar apartamiento del
mundo, en el sentido de hacer un arte antinaturalista.
Por lo tanto, vemos que, a lo sumo, coincide la expansión islámica
con el lento desarrollo de unas representaciones toscas y escasas, talla-
das con un estilo seco y sin vida, como en el caso de los visigodos de
España.
Así es que en ninguno de los países ocupados por el Islam existe
un arte representativo pujante ni hay una tendencia local a ello. Por
otra parte, la situación de las artes en este período de la Edad Media
con su retraso cultural en orden a la escultura, favoreció sin duda la
especial fisonomía de esta doctrina.
No obstante, algunas corrientes contrarias, si no llegaron a anular
la oposición del Islam a la representación figurativa, llegaron a endul-
zarla. Contribuyeron a ello el no encontrar razón a la prohibición en
los dominios de lo privado, como baños, harenes, etc.; el que para al-
gunos teólogos, las únicas representaciones verdaderamente prohibidas
eran las que tenían a Dios por sujeto; en las artes industriales influyen
mucho las tradiciones y rutinas de los artesanos y el que suelen estar
siempre en manos de clases más incultas y de operarios indígenas.
En las artes del libro es en lo que de una manera decidida se falta
a las recomendaciones, pero tengamos en cuenta que de una parte se
debe a que al traducir libros antiguos estos traen ilustraciones que se
hacen necesarias para entender el texto, y esto crea ya la costumbre fo-
mentada por la necesidad didáctica de hacer las cosas más claras. Ade-
más, los cuatro centros principales de ilustración de manuscritos que
señala Ettinghausen (17): Siria, Norte de Mesopotamia, Irak (centro y
sur) y España y Marruecos, todos están situados en regiones extremas
de la expansión islámica, al norte del paralelo 30°, donde parece que
los rigores religiosos se debilitan. No hablamos de las influencias mo-
dernas que permiten en países islámicos toda clase de representaciones
figurativas, como en cualquier país occidental, incluso la erección de
estatuas públicas.
Representación figurativa en el arte islámico 37

NOTAS
(z) Van Loon, "Las Artes", plg. 183,
(2) Por la cultura rudimentaria de la época de Mahoma, no se diferenciaba
una criatura viva de su representación.
Las diferentes codificaciones de dichos y hechos del Profeta, que se remotan
a la segunda mitad del siglo IX, adoptan una decidida actitud hostil a la pintura
y sobre todo a la escultura. Los fabricantes de imágenes son los "peores de los
hombres". Poseer una de estas imágenes es peor que tener en su casa un perro,
tan grave como prestar dinero a rédito o hacerse tatuar".
La prohibición es menos marcada cuando estas representaciones se encuentran
en lo que los Hadiths tienen por lugares degradantes. Son admitidas sin discusión
en las alfombras y los cojines, por que caminar, sentarse o acostarse sobre un
objeto le rebaja.
Tengamos también en cuenta que en árabe, hacer, formar (sawwara) es sinó-
nimo de crear (bara'a). Crea sólo Dios, ser escultor es adoptar una actitud blas-
fematoria. El día del juicio será castigado por rivalizar con Dios.
Una sentencia del Hadit o Tradición es que los ángeles no entrarán en las
casas donde haya una campana, un perro o una pintura.
Richard Ettinghausen, "La peinture arabe".
(3) Margoliut, "Islamismo", pág. zoo.
(4) Para el español este fluir sin fin es algo que le repele, y por ello lo
aplica tan solo al tiempo, que es por ello un sueño, del que pretende desasirse
para alcanzar la firmeza de la eternidad, y así mismo busca aislar y salvar las
cosas que le rodean de ese "fluir a través de un tiempo inasible", atrapando en
sus estratos m1:1 hondos su sustancia individual, es decir, su quintaesencia, que
es para el español su valor de eternidad.
El español quisiera detener el tiempo, destruirlo, eternizar el instante.
Antonio Almagro, "Constantes de lo español en la Historia y en el Arte",
páf. 51.
(5) ""Viejo es en España el horror al desnudo, incomprensible, realmente, en
un pueblo de tan sabrosa veta realista y tan gustoso de la belleza natural, lo que
parecería excluir el aspaviento y el dengue en estas cuestiones". Pedro Massa, "Ro-
mero de Torres", pág. 21.
(6) Se dice que cuando Mahoma ordenó rascar las pinturas de la Kaaba hizo
excepción de una imagen de la Virgen intercalada entre los frescos paganos. Se
cuenta también que las esposas del Profeta bordaban sin escrúpulos telas con figu-
ras humanas y animales. Hay la prueba casi decisiva que Moavia y Abd-el-Malik
acuñaron monedas con sus efigies.
J. Pijoan, "Summa Artis", T. XII, pág. 33•
(7) En los relieves de los sabeos, las figuras orgánicas nunca aparecen como
meras reproducciones y encarnaciones de seres naturales, sino que a manera de
símbolo se les asigna un cierto valor mágico análogo al de las inscripciones. Lo
mismo ocurre con los mineos, y sólo los nabateos de Petra habían sabido labrar
hipogeos, tenían un sistema propio de escritura y hasta podían esculpir figuras de
bulto entero; pero Petra había caído ya en la decadencia cuando los árabes se
difunden.
38 Dionisio Ortíz Juárez

(8) "No te esculpirás estatua ni figura ninguna de las cosas que hay arriba
en el cielo, o acá abajo en la tierra, o se mantienen en las aguas más abajo de
la tierra". Deuteronomio, V, 8.
"Guardad pues con todo cuidado vuestras almas. No visteis ninguna imagen
el día que os habló el Señor desde en medio del fuego de Horeb;
Para que no fuera que engañados os formáseis alguna estatua esculpida o ima-
gen de hombre o de mujer,
O la figura de algunos de los animales que andan sobre la tierra, o de aves
que vuelan debajo del cielo,
Y de reptiles que arrastran por el suelo, o de peces que tienen su manida en
las aguas debajo de la tierra.
Ni suceda tampoco que alzando los ojos al cielo, mirando el sol y la luna y
todos los astros del cielo, cayendo en error, adoreis, ¡ oh Israel!, y reverencieis las
criaturas que el Señor, Dios tuyo, crió para el servicio de todas las gentes que viven
debajo del cielo". Deuteronomia, IV, 15 al 19.
"Maldito el hombre que hace imagen de talla o de fundición, abominación del
Señor, y la coloca en el lugar oculto". Deuter. XXVII, 15.
"No harás para tí obra de escultura ni figura alguna de lo que hay arriba en
el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas
debajo de la tierra". Exodo, XX, 4.
"Yo soy el Señor Dios vuestro. No fabricareis ídolos, ni estatuas, ni erigireis
en vuestra tierra piedra señalada, con el fin de adorarla, porque soy el Señor Dios
vuestro". Levítico, XXVI, i.
El libro de Isaias desde el versículo ti al 20 del capítulo XLIV, condena la ido-
latría en términos parecidos.
(9) Camilo Vallaux, "Geopolítica del Estado y del Imperio".
(ro) Heinrich Glück y Ernst Diez, "arte del Islam", tomo V de la "Historia
.

del Arte Labor".


(i 1) Por eso nada más emplea la flora, porque le suministra elementos apropia-
dos, por eso también emplea la caligrafía, aunque menos, cosas ambas observadas por
Marcais en su "Manuel de arte musulmán".
(12) "La voz Islam quiere decir tanto como sumisión; la sumisión de los cre-
yentes a Allah. Esta palabra islam, dice Goldziher, que ninguna otra sintetiza la po-
sición en la cual Mahoma coloca al creyente por relación al objeto de su adoración,
está tomada por encima de todo el sentimiento de la dependencia en el cual se en-
cuentra a una omnipotencia ilimitada a la cual debe abandonarse abdicando toda vo-
luntad propia. Tal es el principio dominaste que inspira todas las manifestaciones de
esta religión, sus ideas y sus formas, su moral y su culto, y que caracteriza la men-
talidad que ella se propone inculcar al hombre. Es el ejemplo más convincente en
favor de la tesis de Schleiermacher, de que la religión tiene su raiz en el sen t mien-
to de la dependencia". A. González Palencia, "Historia Universal", Instituto Ga-
lia:eh, tom. III, pág. 225.
"Con la frase estancamiento de los paises islámicos se señala un hecho que los
escritores indígenas reconocen constantemente y para el cual, desde hace algunas
décadas, no han conseguido hallar el remedio ni poner en claro sus causas". "Varios
pensadores creyeron hallar la solución de este enigma en la doctrina del kismet o
"hado", ya que suponen que el esfuerzo musulmán lo paraliza .la convicción de que
Representación figurativa en el arte islámico 39

las cosas están ya ordenadas de antemano; por lo que la energía sólo es fecunda
cuando acierta a seguir la dirección que le tenía trazada su destino. Debido a ello
no falta quien interprete la palabra Islam en el sentido de resignación al hado. La
falta de conformismo que en los pueblos europeos es el aliciente de todo progreso
no existe entre los musulmanes, debido a la influencia que entre ellos ejerce la •t-
mósfera religiosa". Margoliut, ob. cit. pág. 123.
(i3) La ambigüedad es una nota característica de todas las manifestaciones es.
pirituales. Sus textos sagrados son muchas veces ambiguos (como la frase del "per-
petuo ayuno") y opinables, y se da la paradoja de que los profetas podían tener in-
tervención diabólica. También podían desdecir lo que habían dicho. Margoliut, ob. cit.
Todas estas notas de ambigüedad e imprecisión coinciden con las de su arte .

(14) Margoliut, ob. cit. pág. 182.


(15) El arte antinaturalista es común a varios pueblos de Oriente, pero el he-
cho de ser el pueblo árabe el más destacado lo hace más notable.
También en el pueblo hebreo, muy importante aunque no extendió su dominio
por el mundo, se advierten las mismas características que en el árabe de repugnan-
cia de la naturaleza propia de los pueblos semitas. Lo que hicieron los semitas en
materia de arte naturalista lo hicieron siempre influidos por otros pueblos.
Los hebreos en arte se distinguieron bien poco y sus monumentos fueron gene-
ralmente construidos por extranjeros. Creswell reconoce que todavía hoy los judios
son m i s músicos que pintores. Perciben más con los ojos del alma el mundo inte-
rior que con la vista.
(i6) Gayet, "Arte Arabe).
(17) Richard Ettingnausen, "Les Tresors de l'Asie - La peinture árabe", Skira.
página 159.

Trozo de plato hallado en Medina al-


Zahra, en color morado y verde,
representando un arquero
40

Elefante árabe de piedra en la alberca


de la finca "El Caño" en la Sierra de
Córdoba y situado en el trayecto del
gran acueducto a Medina Azahara
Datos sobre Al-Zahira
Con motivo de la celebración en el año 1963 del IX
Centenario de Aben-Házam y de las II Sesiones de Cul-
tura Hispano-musulmanas tenidas en Córdoba en tal oca-
sión, se intensificaron por los eruditos locales las investi-
gaciones y pesquisas sobre topografía árabe en la Madina
al-Andalus o capital del califato, que dieron lugar a la
identificación del arrabal de Al-Muguira y su mezquita
de igual nombre en el actual barrio e iglesia de San Lo-
renzo, y sobre todo la de Madina al-Zahira, la gran crea-
ción de Almanzor, hasta ahora perdida entre la gran ri-
queza arqueológica que guarda el subsuelo cordobés. Re-
cogemos a continuación datos e informaciones de esas fe-
chas que dan idea de la cronología del interesante ha-
llazgo.

Al Madina Al-Zahira
Por MANUEL OCAÑA JIMENEZ

Residencia de los dictadores 'amiríes en Córdoba. Fue comenzada


su construcción en 978-79 por Almanzor, y dos años más tarde ya es-
taba terminada casi en su totalidad. Con objeto de impresionar profun-
damente a sus convecinos y demostrarles hasta la saciedad que él era
el hombre predestinado para regir los destinos de la España musulma-
na, el gran Ibn Abí 'Amir eligió para fundar su ciudad un paraje llama-
do Alush o Manzil Ibn Badr que, según viejos augurios harto conocidos
por los cordobeses, había de servir inexorablemente de asiento a la ver-
dadera soberanía de al-Andalus. Tal paraje, que no había podido ser
localizado todavía, estaba situado en la orilla derecha del Guadalquivir,
aguas arriba de Córdoba y a escasa distancia de ésta, y era bastante
accidentado, por lo que se hizo forzoso nivelarlo antes de proceder a
echar los cimientos de la nueva urbe. Sobre él, Almanzor mandó cons-
truir primeramente un espacioso y sólido recinto, con aires de auténtica
fortaleza; luego, y ya al amparo de la muralla, hizo edificar un gran pa-
lacio para residencia suya, numerosas y ricas viviendas para sus hijos y
42 Manuel Ocaña Jiménez

los dignatarios más importantes de su séquito, locales para las oficinas


del Estado, cuarteles y caballerizas para su tropa y guardia personal y
grandes almacenes para encerrar granos y pertrechos de guerra, y por
último permitió que gentes de todas las categorías sociales y profesiona-
les establecieran sus moradas en torno a la flamante madina, y fueron
tantas las familias que así lo hicieron, que los arrabales de al-Zahira no
tardaron en unirse con los de Córdoba por tal circunstancia. Almanzor
tomó posesión de su nueva residencia en 980-1 y, desde entonces, asu-
mió la dirección total del Estado, lo que dió lugar a la wahsha o rup-
tura de relaciones normales entre Hisham II al-Mu'ayyad y su primer
ministro, y a que la corte en pleno se trasladara desde Madinat al-Zahra'
a la "ciudad brillante" o al-Madina al-Zahira, la cual fue en lo sucesivo
el lugar de recepción de todas las embajadas extranjeras que arribaron
a Córdoba, como antes lo había sido la fundación de 'Abd al-Rahmán
al-Nasir.
Al-Zahira tuvo una vida sumamente efímera, pues el 16 de febrero
de 1009, al siguiente día de haberse arrogado el califato Muhammad II
al-Mandí, fue objeto de un desenfrenado saqueo, y el sufrido pueblo cor-
dobés dió buena cuenta en pocas horas de las incontables riquezas que
los dictadores 'amiríes habían acumulado en ella durante una treintena
de años. Al día siguiente, al-Mandí ordenó demoler totalmente la ciudad
de los usurpadores y, con el fin de que esta demolición se realizase en
el menor tiempo posible, prometió a las personas que se emplearan en
tal menester la propiedad de los ricos materiales que se habían consu-
mido en su fábrica y podían ser aprovechados en construcciones futu-
ras. Un inmenso alud humano codicioso de botín cayó entonces sobre
al-Zahira y desplegó tan inaudita actividad en destruirla que le fueron
suficientes unas cuantas jornadas para dejarla convertida en un informe
montón de escombros sin valor alguno. Después el arado se encargó de
hacer desaparecer los últimos vestigios de la fundación almanzoreña, y
algunos años más tarde no quedaba ya de ésta ni el recuerdo del lugar
en que había estado emplazada.
Los cuantiosos restos de construcciones musulmanas que afluyen
continuamente de las huertas y fincas situadas en la orilla derecha del
Guadalquivir, aguas abajo de Córdoba, han hecho creer a más de un
investigador contemporáneo que al-Zahira se edificó no a oriente, sino
a occidente de la antigua metrópoli de al-Andalus; pero tales restos per-
tenecen, con toda seguridad, a los varios e importantes palacios omeyyas
—Qasr al-Rawda, Qasr al-Na'ura, Qasr al-Bustán, etc.— que existieron
a poniente de la Córdoba califal y no a la ciudad de Almanzor, la cual
Al-Madina Al-Zahira 43

estuvo emplazada incuestionablemente en el sector opuesto, es decir, a


Levante de Córdoba, como aseguran todos los historiadores y poetas
musulmanes que se ocuparon de ella. Y si alguna vez surge algún rastro
seguro de la misma, cosa que parece improbable, dada la manera en
que se produjo su ruina, habrá de ser precisamente por dicho sector
oriental, donde hay terrenos totalmente inexplorados que, como los ocu-
pados por el llamado Cortijo del Arenal, recuerdan el Shabular, Ramla
o arenal de los musulmanes cordobeses colindantes con al-Zahira.

M. O. J.

Diccionario de Historia de España. Madrid, 195z.

Paisaje actual del asentamiento de Madina al-Zahira: el arroyo de Rabanales


Foto
44 Rafael Fernández y González

I I

Aportaciones a la localización de Al-Madina


Al-Zahira: Bellas-Ballis-Vélez
Por RAFAEL FERNÁNDEZ Y GONZALEZ

Hace un centenar de años y con motivo de la efímera excavación


de Medina Azzahara en la dehesa de Córdoba la Vieja, se planteó el
problema de la localización de Medina al-Zahira, la ciudad levantada
por Almanzor en poco más de dos años, pues comenzó su edificación
en el año 978 y en el 980 ya pudo instalarse en su nuevo palacio. Des-
de entonces fue su residencia y la verdadera sede del califato, a la
que acudían funcionarios y solicitantes mientras la residencia del Ca-
lifa Hixam II quedaba aislada y solitaria.
Esta suntuosa ciudad cuyos arrabales se uniían a los de Córdoba,
apenas alcanzó treinta años de existencia, pues con la caída de los
amiríes y elevación al trono de al-Mandi, fue asaltada por el nuevo
primer ministro al-Mugira el 15 de febrero de 1009, y saqueada por
el populacho durante tres días, ordenando el califa su incendio y arra-
samiento sin dejar piedra sobre piedra, lo que se realizó cuatro días
después, y tan completa fue la demolición, que no dejó recuerdo de
su emplazamiento.
Torres Balbás ) ha realizado un estudio muy completo de los
textos árabes que dan noticia de esta ciudad, así como el análisis crí-
tico sobre las dos hipótesis que han prevalecido hasta ahora sobre su
asentamiento, coincidiendo ambas en que era lugar ribereño del Gua-
dalquivir, inclinándose unos por la zona del Cañito de Mari-Ruiz al
Occidente de Córdoba, y otros por el meandro oriental del río, entre
los arroyos de la Fuensanta y Rabanales. Las pruebas que aportan las
leyendas y crónicas árabes, apoyan la hipótesis oriental, en cambio la
gran aportación de material arqueológico, con abundante y rica deco-
ración, son elementos muy de tener en consideración en la hipótesis
occidental.
La zona de terreno donde se edificó esta ciudad según Nuwayri,
recibía el nombre de Ballis QVallis?), y Torres Balbás recoge sola-
mente esta escueta referencia, cuando existen al menos tres textos ára-
bes, que nos citan este nombre aportando nuevos datos a sus caracte-
rísticas topográficas y posible localización.
Aportaciones a la localización de Al-Madina Al-Zahira 45

El emir Al-Hakam I, encontrándose muy enfermo y viendo que su


fin se acercaba, quiso asegurar la corona en sus descendientes y evitar
las clásicas contiendas y guerras que el problema de las sucesiones da-
ba origen, por lo que el 6 de mayo del 822, hace proclamar príncipe
heredero a su primogénito Abd al-Rahman y como segundo sucesor a
su hijo Al-Mugira, retirándose de la vida oficial. Esta acción permitió
a Abd al-Rahman, como heredero y antes de recoger las riendas del
gobierno, congraciarse con los cordobeses, cansados del mando despó-
tico del emir reinante, para lo cual consiguió de su padre, viejo y mo-
ribundo, autorización para sacrificar al jefe cristiano de la milicia del
alcázar, el comes Rabí, hijo de Teodulfo, personaje odiado, por su in-
fluyente actuación en el fisco. Con gran alegría de la plebe, y pretes-
tando extralimitaciones criminales de sus funciones, le hizo crucificar.
Quince días después fallecía Al-Hakam, y fue proclamado emir Abd
al-Raham II, recibiendo el juramento de fidelidad de todas las clases
de la población. Con este motivo vinieron a Córdoba delegaciones de
las provincias, que también juraron su obediencia al nuevo soberano,
alabaron sus iniciativas, y solicitaron nuevos favores. La delegación de
Elvira que acampaba en las inmediaciones de Córdoba, en un lugar
llamado Vélez (Ballish) (2), interesó la supresión de ciertos tributos ins-
tituídos por el comes Rabí. Con este motivo fueron algunos milicianos
al campamento de los de Elvira, para realizar una información, ya que
la petición fue considerada insolente, y fueron recibidos con gritos hos-
tiles. En vista de ello, la guardia palatina de los llamados "silenciosos"
o mudos, restableció el orden y con poco esfuerzo dispersó a los ma-
nifestantes, muriendo muchos de ellos en la refriega. A esta represión
le llaman algunos cronistas la "batalla de Vélez".
Abd al-Rahman III organiza una expedición el año 924, a la que
se llamó campaña de Pamplona, establece su campamento en Vélez,
donde concentra sus fuerzas, y parte seguidamente para la región de
Tudmir (3).
Los campesinos de la Sierra de Córdoba, que se dirigían con sus
bueyes a sus granjas situadas en la Campiña se embarcaban en un lu-
gar llamado Ballish (4).
Consecuente con la aportación documental, recogida de tan diver-
sas épocas y autores árabes, podemos concretar que la zona de terreno
denominada Ballish, tenía que ser sensiblemente llana, para servir de
campamento al ejército, y a su vez ribereña del Guadalquivir pues le
dió nombre a un paso de barcas.
46 Rafael Fernández y González

Hasta hace muy pocos años ha existido una barca denominada del
Arenal, dos kilómetros al oriente de Córdoba, para facilitar la comu-
nicación de la sierra con la campiña (s), con lo que se confirma que
Ballish, era el nombre de este meandro del Guadalquivir, a cuya parte
meridional aún se la continúa llamando el Arenal (6).

R. F. G.

NOTAS

(1) L. Torres Balbás. Al-Madina al Zahira, la Ciudad de Almanzor. Revista Al-


Andalus, Vol. 2.1, año 1956.
(z) E. Levi-Provencal. Historia de España Musulmana. Trad. esp., Tomo IV,
página 131.
(3) Ibn Idhari. Al-Bayano'l-Mogrib. Trad. de Fagnan, tomo 1, pág. 3o7.
(4) E. Levi-Provencal. Ibidem, tomo V, pág. 193. Tomada esta referencia de
Ibn Sahl, Ahkam Kubra.
(5) L. M. Ramírez de las Casa Deza. Indicador Cordobés, Og. 184, año 1867.
(6) M. Ocaña Jiménez: Las puertas de la medina de Córdoba. Crónica Arqueo-
lógica de la España musulmana, II (Al-Andalus, III, 1935), pp. 143-151.
"Sabemos por los textos que al oriente de la medina de Córdoba, y a la orilla
derecha del Guadalquivir, existió una zona aronosa dividida en dos partes: una,
más próxima, donde estuvo la mansión llamada de Sabular, que dió origen al arra-
bal del mismo nombre, y otra, más al oriente, llamada al-Ranzla, donde Aimanzor
había de fundar al-Madina al-Zahira."...

"Se habría (la Puerta de Hierro) en el ángulo SE. del recinto y su emplaza-
miento está determinado por dos importantes arterias: una, del interior de la me-
dina, jalonada por las mezquitas que hoy son el Convento de San Juan de los Ca-
balleros y el Convento de Santa Clara; otra, de la zona que ocuparon los arrabales
orientles, cuya trayectoria está fijada por la mezquita, hoy iglesia de Santiago. Esta
segunda fue, probablemente, al-zaqaq al-kabir, a que alude Ibn 'Idari..., y servía de
comunicación entre el recinto y al-Madina al-Zahira, pues hoy es la que conduce
más directamente al actual Cortijo del Arenal (en la orilla derecha del río, a soo
metros al SE. de Córdoba), donde hay quep ensar estuvo el palacio de Almanzor".
Los puentes cantales de \Minar Al-Zahira 47

III

Los puentes califales de Madinat Al-Zahira


Por RAFAEL GRACIA BOIX

El problema de Madinat Al-Zahira

Al-Makari, Ibn Idhari y Al-Hinyari entre otros, que toman sus ci-
tas de autores árabes anteriores, nos dan noticias, siempre de segunda
mano, de la magna residencia que para sí se hizo construir, el hachib
del nefasto Califa Hishan II, Almansur Ibn Abi Amir, los cuales la
ubican al Este de Córdoba, en la al-ramla, en un meandro que por
aquella parte forma el río Guadalquivir, en un lugar denominado Man
zil Ibn Badr, conocido por Alush (1-2).
En cambio, eminentes arabistas, la han supuesto emplazada al Oes-
te (3) de Córdoba, basándose para ello, al hecho, de haberse hallado
por aquellos parajes, restos de maravillosa decoración, que por su la-
bra de excepcional calidad, bien pudieran pertenecer a la residencia
Amirí, aunque parece ser, que por aquellos lugares lo que sí existieron
fueron ricas almunias (4).
Ibn Hazm, que vivió entre los años 994 y 1064, por consiguiente
contemporáneo de Madinat Al-Zahira, en su libro "El collar de la pa-
loma" (5) nos dice, que una vía que, arrancando del arroyo chico (6),
en la parte a saliente de Córdoba, pasaba por delante de la puerta de
casa sus padres e iba a parar al callejón que llevaba al Palacio de Al-
Zahira, y que siendo su padre visir de Sanchuelo, con motivo del triun-
fo de la rebelión de Muhamed Al-Mandi, hubieron de trasladarse, a pri-
meros del año 1009, de sus casas nuevas de la parte saliente de Córdo-
ba, en el arrabal de Al-Zahira, a las viejas de poniente. Luego de creer
a este historiador, que incluso la vería arrasar cuando contaba unos 15
años de edad, confirma el emplazamiento dado por otros autores, aun-
que no concreten el lugar exacto, del que no estamos muy convencido
fuera en las llamadas hazas de Lope García, ya que, por aquellos luga-
res, no han aparecido los suficientes restos de edificaciones ni de deco-
ración con inscripciones que así lo testifiquen, pese a que según se dice,
para tales construcciones, Almansur, niveló el terreno, y este se halla
bastante uniforme en cuanto a superficie, motivo por demás para no
creer que en esta zona estuviera emplazada, ya que de todos es sabido
48 Rafael Gracia Boix

que el derrumbamiento de edificios forman siempre ondulaciones en el


terreno, donde se dejan entrever la configuración de sus plantas, máxi-
me cuando consideramos que dicha Madinat no debió ser construida
con edificaciones circunstanciales y poco sólidas, porque, según dice
Al-Himyari, copiando a Al-Fath Ibn Hakan (7), "Cuando Al-Mansur vió
crecer la importancia de su situación, arrojar viva luz el destello de su
fuego, ser considerable su situación; cuando se manifestó por doquier
su independencia, aumentó el número de sus envidiosos, temió por su
vida cuando llegaba al palacio de su gobierno y temió caer en las redes
que le tendían sus enemigos, hizo desvelar lo que aún se le ocultaba la
víspera con motivo de aquellos que le resistían y no se creian obligados
a apoyarse en él, y entonces concibió el alto designio, tal como lo con-
ciben los reyes, de levantar un palacio para residencia propia..." donde
se instaló con sus familiares, allegados y simpatizantes; construyendo
oficinas, almacenes, fábrica de armas, e incluso una mezquita mayor
(8); por tanto, si era Almansur un personaje que debía guardarse muy
bien de sus innumerables enemigos y envidiosos, siendo además ambi-
cioso, al extremo de concebir para sí una residencia como la que goza-
ban los reyes, no es extraño pues, y así lo consideramos, que la residen-
cia por él fundada le fuera en la zaga ni mucho menos a Medinat Al-
Zahra en fortaleza, ornato ni extensión. De todas maneras si estaba
emplazada al Este de Córdoba, como puede colegirse por lo anotado,
sea más allá o al mismo borde del arroyo de Pedroches, los puentes que
vamos a describir a continuación, serían el paso obligado hacia Madinat
Al-Zahira o tal vez dentro de ella misma.

LOS PUENTES

Siguiendo el curso del arroyo de Pedroches, desde su desemboca-


dura en el río Guadalquivir, el primer puente que divisamos es el lla-
mado de "Santa Matilde", de construcción totalmente moderna, de pi-
lares de ladrillo y sillería, vigas de hierro y otros elementos de época
actual, en el que no se descubren indicios de restos árabes, por consi-
guiente carece de todo valor histórico y por cuyo motivo renunciamos
a su descripción (Foto La).
Continuando aguas arriba del arroyo, nos encontramos con un puen-
te de traza califal, situado en la llamada huerta de "Los Mozos"; de
arco rebajado, con una luz en su base de 6 metros y una altura desde
el lecho del arroyo a la parte inferior de la clave de 2'45 mts. Está cons-
truido con piedra arenisca, de que están formadas las dovelas, las cua-
49

• PLANO GENERAL •

PUENTE OEL
CAMINO POPPICIEGOS
BARRIO
DE
• CAÑERO •
'/////,

PUENTE DE LOS DIABLOS


CAMINO OE LOPE DAPE.1A

PUENTE LA
II. "LOS MOZOS

PUENTE DE
SE' MATILLM

• ESCALA GRAFICA •
1 00 5 00,
°Lit 6 o5:0
• V3I3V219 V1Y3 S3 • 00VZ1V •

.SOZOIN so-Lvinnti V1 30 31N3Ild


Lob puentes califales de Madinat Al-Zahira 51

les en su mayoría tienen una altura de 1 mts. aproximadamente, por 0'15


mts. en su parte inferior, por 0'20 mts. en la coronación; están coloca-
das normales al cauce del arroyo y engarzadas entre sí debido a sus di-
ferentes longitudes. El puente está muy arruinado y desmoronado en
sus paramentos laterales, por lo que en la actualidad tiene una anchura
de 3'70 mts. en sus partes más salientes, siendo presumible que en épo-
cas lejanas tuviera mucha más anchura. Los muros de acompañamiento,
de construcción reciente, son de mampostería ordinaria careada por el
frente N. E. (Fotos 2 y 3; plano n.° 2).
Continuando nuestro recorrido, nos encontramos con otro puente,
denominado de "Los Diablos", del que no queda de tiempos califales
nada más que la parte baja, esto es, desde los cimientos hasta una altu-
ra de 1'50 mts. aproximadamente, los contrafuertes del frente Sur hasta
1 mts. de altura y algo menos en su muro de acompañamiento orienta-
do al Oeste; deduciendo por el resto de su fábrica, fué reconstruido a
finales del pasado siglo o comienzos del presente, pues Ramírez de Are-
llano en sus "Paseos por Córdoba" publicados en 1874 (9) dice estaba
casi destruido, y le atribuye una antigüedad de dos o tres siglos ante-
riores a la fundación del Convento de Ntra. Sra. de los Remedios y San
Raafael, vulgo Madre de Dios, al cual conducía, que según L. M. Ramí-
rez de las Casas Deza (10). "Este era de la orden tercera de San Fran-
cisco y fué fundado en 1440 por Fr Rui Martínez de Pineda, primera-
mente en una casa y huerta que tenía en el sitio de Fiñana cerca del
arroyo de Pedroches..." y del que Ramírez de Arellano (11) cuenta la
siguiente leyenda: "...le llaman el puente de los Diablos y es una de las
tradiciones más inverosímiles que hemos encontrado. Pasado este en
una huerta y casa llamada de Fiñana o Filana, fundó un convento
Fr. Rui Martínez de Pineda; este era un buen edificio, en el cual se hos-
pedó la Réina de Aragón, de que ya hablaremos cuando vino a beber
agua de la Fuente Santa que le dió la salud. Cuentan algunos ancianos,
de un lego que, dado a una vida sumamente libertina y teniendo una
noche una cita, se encontró que le era imposible venir a Córdoba por
no poder vadear el arroyo de Pedroches o de la Palma que una horrible
tormenta había aumentado su corriente; entonces pidió a voces al diablo
que lo sacara de aquel compromiso, ya que no le era lícito encomen-
darse a su padre San Francisco, a quien debiera estar muy sumiso, lo-
grando su objeto puesto que a seguidas se le presentó una legión de dia-
blos que fabricaron el puente que le dió paso..."; siendo dicho puente
el de más amplitud de calzada de entre ellos, ya que tiene una anchura
de 5'50 mts. (foto n.° 4; plano n.° 3).
52 Rafael Gracia Boix

Entre este puente que acabamos de citar y el que se hará a conti-


nuación, siguiendo el arroyo hacia arriba, cuando por él no discurre
agua alguna, puede verse en su lecho (foto n.° 5) unos trozos de fábrica
de sillares de piedra arenisca, alternados a tizón y soga, que bien pudie-
ran pertenecer a un desaparecido puente, o tal vez a otra clase de edifi-
cación, ya que los puentes árabes que hemos visto anteriormente tienen
sus aparejos otra disposición bien distinta, no sucediendo lo mismo con
los restos de fábrica más arriba existentes (foto n.° 6), que correspon-
den al arranque de un desaparecido puente, y restos de otro, enclavados
en el Cortijo del Alcaide, que cruzan el arroyo de Cantarrana, en direc-
ción hacia Madinat Al-Zahara (12). Algo más adelante, puede verse otro
trozo de fábrica (Foto n.° 7) de enormes sillares, algunos de más de 1
mts. de longitud que no sabemos a qué clase de construcción pueden
haber correspondido.
Y para finalizar, otro puente, también califal, situado en el llama-
do comino de Burriciegos o de la huerta de la Portada (foto n.° 8 y 9;
plano 4), de casi 10'00 mts. de luz por 4'00 mts. de altura desde el fondo
del arroyo a la parte inferior de la clave. Sus dovelas del mismo mate-
rial y disposición que los anteriores, tienen una altura en su mayoría
de 0'90 mts. con un espesor medio de 0'20 mts. Igualmente que los puen-
tes antedichos está muy arruinado y amenaza desaparecer, pues existe
un trozo en uno de sus arranques del arco con cerca de 5'00 mts. de
anchura, en cambio, en la parte central, solamente tiene 3'30 mts. de
calzada.
Con todo lo expuesto creemos haber aportado unos datos para cons-
tancia de unas obras civiles que si no se toman las debidas precaucio-
nes no será muy lejano el día en que tengamos que lamentar su total
desaparición.

BIBLIOGRAFIA

( t) Al Mulk, núm. i (Suplemento al B. de la R. A. de Córdoba), ixig. 2t.


(2) Historia de España, dirigida por D. R. Menéndez Pidal. Tomo V, pág. 600
(3) Gómez Moreno "El arte árabe español hasta los Almohades", págs. 165-166
D. Rafael Castejón y- Martínez de Arizala "Una Córdoba desaparecida y misterio-
sa", B. R. A. de Córdoba, año 1924; Tomo 1, pág. 165. — Simonet (según dice
Ramírez de Arellano en su Historia de Córdoba, Tomo III, pág. 328). — Leví Pro-
venlal, en Al-Mulk, núm. 1, año 1959-6o (Suplemento al B. de la R. A. de Córdo-
ba, nota de la pág. 17.
(4) Al-Mulk, supra págs.163 y ss.
Los puentes califales de Madinat Al-Zahira 53

(5) D. E. García Gómez. Traducción de "El collar de la paloma", de Ibn


Hazm. Madrid, 1952.
(6) Suponen Leví Proven9a1 y García Gómez que este arroyo sea tal vez el
de la Fuensanta. Historia de España, dirigida por D. R. Menéndez Pidal. Tomo V,
pig. 599, nota 66.
(7) Al-Mulk, ab. citada, págs. 21 y 22.
(8) Historia de España citada, Tomo V, pág. 597.
(9) Ramírez de Arellano. "Paseos por Córdoba", año 1_74,
11 pág. 171, Tomo II.
(io) L. M. Ramírez de las Casas Deza. Indicador Cordobés. 4. 4 Edición, 1867,
pág. r2,6.
1) Ramírez de Arellano, obra citada, Tomo II, pág. 171.
(12) Al-Mulk, obra citada, págs. 164 y 165, y B. R. A. de Córdoba, año 1924,
pág. 171, refiriéndose a las mismas fotografías de puentes.

R. G. B.

Moderno puente de Santa Matilde


54

Puente de los Mozos, visto por un costado

Puente de • los Mozos visto por otro costado


55

• PUENTE DE LOS DIABLOS •

• ALZADO.

NIVEL ARASE

•ESCALA GRÁFICA •
loo O l'u 2bo 30o 400 Soo
m,
1

•1.11 s
00.5 oof ocia oó, i b oói
• Y3IdIft19 Y111353 • • O OVZ1V •

• S0931altilifI9 ONIVIVJ 130 3111311d •


57

Puente de los Diablos

Solera de piedras en el lecho del arroyo, que pudieran pertenecer


a un puente desaparecido
58 Rafael Castejón

IV

Informaciones de prensa
EL BARRIO DEL SABULAR

La barriada que en tiempos califales era denominada El Sabular


está muy citada en las crónicas de aquellos tiempos.
Por ella se iba hacia Medina Záhira, la ciudad luminosa fundada
por Almanzor para eclipsar a Medina Azahara y se contaba entre los
arrabales populares de Córdoba.
El nombre Sabular es de raiz latina y viene a significar el arenal,
lo mismo que la palabra árabe Rambla derivada de remel, arena. De los
dos modos se citaba ese barrio en los tiempos islamitas de nuestra
ciudad.
Donde estuviera el Sabular, camino de Medina Záhira, era cosa to-
davía no averiguada, y depende del hallazgo de las ruinas de aquella
ciudad principesca que fundara el modesto abogado llamado Mohamed
ben Abiámir, quien desde un humilde despacho a las puertas del Alcá-
zar llegó a ser primer ministro, dictador, suplantador del Califa Hixem
II y terror de la cristiandad de su tiempo.
Pero como muchos creen que todo eso caía al Oriente de Córdo-
ba, cuando unos amigos han venido a decirnos que en los trabajos de ur-
banización del Polígono de la Fuensanta estama saliendo cerámica musul-
mana y otros vestigios contemporáneos, hemos ido una de estas tardes,
con otros amigos arabistas a comprobar lo que hubiere.
En las grandes zanjas que todavía hay abiertas para canalización de
servicios, y sobre todo en las hondas graveras que se han abierto para
beneficiar el material con el que se construyen hermosas avenidas, apa-
rece por doquier, y en toda la zona urbanizable, vestigios de poblacion,
o sea todo aquello estuvo habitado y construido en otros tiempos.
Estos fueron los tiempos de Almanzor, sin duda. Los denuncian los
sillares pequeños que aparecen, aunque sin abundancia, denotando cons-
trucciones pobres, alguna losa vinosa y quicialera, pozos negros cegados
luego por una capa de lima de casi una vara, señal de sucesivas riadas
del Gudalquivir, y sobre todo la cerámica.
Los tiestos, que son documentos muy fehacientes para la arqueolo-
gía, son también pocos, pero característicos del Califato avanzado. Del
59

Aparejo de sillares de arranque de puente

Restos de construcción de grandes sillares

(
Informaciones de prensa 60

interior de un brocal de pozo sacamos cacharros rotos abundantes. La


mayoría son de aquel barniz melado con dibujos negros de que estaba
hecha la cerámica usual.
Pero también hemos sacado unos trozos de plato blanco con dibujos
verdes, que era la cerámica rica, la más típica de Medina Azahara, cuyo
perfil acusa un moldeado diferente de lo plenamente califal, porque se
agudizan los perfiles y el fondo es tronco cónico anunciando ya los platos
de la baja Edad Media.
No hemos perdido el paseo que esa tarde hemos hecho en compañía
de don Manuel Ocaña y don Manuel Salcines. Hasta hemos vuelto con
ese botín arqueológico de cacharros rotos de época almanzoreña, que
hemos depositado en la Comisión de Monumentos.
Acaso el Polígono de la Fuensanta esté emplazado sobre la barria-
da califal del Sabular. Si más allá se encontraron las ruinas de Medina
Záhira, valdría la pena resucitar el nombre del barrio o por lo menos
dárselo a una de sus principales calles.—R. C.

("Córdoba", 7 marzo 1963)

EL PAGO DE TEJAVANA

Cuando hace pocos días recorríamos unos amigos, una vez más, el
pago de huertas que limitan, al oriente de Córdoba, los arroyos de Pe-
droches y de Rabanales, cuya zona llamaron enfáticamente los árabes
en sus descripciones du-l-naharain, que quiere decir entre dos ríos, íba-
mos en busca de los restos de Medina Záhira.
La ciudad cortesana que fundó el poderoso regente Almanzor, ému-
la de Medina Azahara, donde se sucedieron tantos actos de gobierno
para toda la Península, y de donde se fraguaron tan bellísimas leyendas,
no ha dejado apenas ni pavesas de su esplendoroso poderío.
Tras la revolución y guerra civil que sucedió al Califato, que dejó
en ruina material y espiritual la propia Córdoba, aquella imperial crea-
ción sufrió la saña política y populachera a tal extremo que nos ha cos-
tado mucho trabajo y paciencia hallar su rastro sobre la tierra.
Medina Záhira fué tan destruida que unos meses después se labra-
ba como terreno agrícola gran parte de su extensión. Los fabulosos pa-
lacios, las albercas, los almacenes y cuarteles, el recinto amurallado,
todo fué destruido y pulverizado sin dejar apenas vestigio.
Dudaríamos de la existencia de Medina Záhira si no quedaran
bras y descripciones de la época y sobre todo columnas y capiteles, pilas
61

Puente del camino de Burrigiegos por un costado

Otro costado del puente del camino de Burriciegos


62 Rafael Castejón

de mármol, arquetas de marfil, hasta el pie de la copa del Santo Grial


que hoy guarda la catedral de Valencia, con el nombre de la creación
almanzoreña inscrito ennobles materiales.
Llegamos casi al milenario de la creación de Medina Záhira, que
apenas vivió un cuarto de siglo. Alguna voluta de capitel de mármol,
escasos trozos de cerámicas califales, sillarejos calizos que los campe-
sinos apartan para mejor laboreo, y que utilizan para sus construccio-
nes rurales, es todo lo que se recoje sobre el terreno.
Pero en los cortes algo profundos, de medio metro a una vara de
profundidad, hay en toda esa zona un lecho de tejas rotas, por el cual,
nos decía un campesino avisado, todo aquel pago le llaman de Tejavana.
Se conoce, nos explicaba el rústico, que todos estos barrios de mo-
ros estuvieron muy poblados, pero de casas pobres, porque solo se en-
cuentran tejas. Coincide esta opinión con la del sabio hispanista Mr. Te-
rrasse, actual director de la Casa Velázquez, en Madrid, quien en su co-
municación científica al centenario de Aben Házam, que celebramos en
Córdoba hace dos años, decía que Medina Záhira, por fuerza, debió ser
deleznable, hecha a la ligera, incluso sus murallas de tapial terroso, por-
que no se explica de otra manera que pasara tan rápidamente sin dejar
apenas rastro. Coincidían el campesino y el sabio.
Recordábamos esto hace pocas tardes desde Medina Azahara, en un
ocaso fresco y de maravillosos telones rojos tras el castillo de Almodó-
var. Y comparábamos la recia fortaleza pétrea con que fué construida
Medina Azahara, recordando todavía los edificios romanos, con la fu-
gaz delicadeza de Medina Záhira, hecha medio siglo después anunciando
los frágiles entramados de la Alhambra granadina.
Y el recuerdo fué mayor cuando llegó la noche y se encendieron en
la campiña las luciérnagas de los algodonales, y desde Córdoba hasta
Almodóvar todo el campo titilaba de millones de luces azuladoverdosas.
Porque los historiadores árabes dicen que desde Medina Záhira a Me-
dina Azahara, pasando por Córdoba, en un trayecto de más de diez mi-
llas, que sobrepasan quince kilómetros, las luces de la ciudad y sus ave-
nidas fulguraban en la noche en un espectáculo inenarrable y único.
R. C.

RABANALES Y SUS ALREDEDORES

Hace muchos años me escribió desde París el ilustre arabista Levi


Provencal, preguntándome si en los alrededores de Córdoba habría al-
gún lugar que respondiera al nombre enigmático para él, de Rbnls. Ase-
Informaciones de prensa 63

guraba que aunque la palabra la había encontrado en una historia de


los árabes de España que estaba traduciendo, podía asegurar que no
era vocable genuinamente árabe.
En esa especie de fuga de vocales con que escriben los árabes, la
rara palabra no era difícil de leer para un cordobés. Se trataba de Ra-
banales, que tuvo ese nombre latino desde tiempo de los romanos, lo
guardó durante toda la dominación musulmana hasta nuestros días.
En Rabanales tuvo su campamento militar el gran Almanzor. Hasta
su tiempo, el campamento militar de los califas, el Fahs al-Surádik o
campamento de las tiendas reales estuvo en los llanos del Marrubial,
más cercano al río, para poder abrevar los caballos con facilidad.
Pero habiendo construido Almanzor su Medina Záhira, rival de Me-
dina Azahara, entre el arroyo de Pedroches y el de Rabanales, al orien-
te de Córdoba, y habiéndose poblado densamente los terrenos del Are-
nal (la Ramla) y el llamado hoy polígono de la Fuensanta (el Sabular),
tuvo que subir más arriba el campamento donde se concentraban los
contingentes militares de toda Andalucía para salir a campaña.
Además, desde las torres de muralla de Medina Záhira, Almanzor
veía y vigilaba el campamento de Rabanales. Debió tener mezquita, tal
vez donde hoy la casa de la finca, por lo menos un oratorio o mosala,
y el cementerio del campamento estaba en el cerrete de ángulo al cami-
no de la Alcaidía, donde hoy se explotan graveras que han dado muchas
tumbas de moros.
Hace pocos días hemos dado un paseo arqueológico por esos luga-
res, el equipo que exploramos los alrededores de Córdoba. Nos intriga-
ga especialmente la gran construcción del Centro de Formación Profe-
sional Acelerada que se levanta a la derecha de la carretera general de
Córdoba a Madrid.
Inmediato a la carretera hemos recogido escasa cerámica basta de
tiempos árabes y tejoletes. Debió haber construcciones pobres por ese
lugar. Adentrándose hacia mediodía no hay nada en la tierra virgen.
Medina Záhira con sus murallas está todavía más abajo, en el pago de
Valdetejas.
Por aquí debió estar la venta que una bruja señaló como futuro lu-
gar de realeza en Córdoba, comprado primero por el Califa Alháquem
para deshacer la previsión, pero después aprovechado por el gran dicta-
dor Almanzor para levantar su mansión y fortaleza. Kan mectúb, estaba
escrito, como dicen los moros.—R. C.
("Córdoba", 10 julio 1964)
64
Un documento relativo a las luchas en
la frontera hispano-musulmana de Melilla

Por RAFAEL FERNÁNDEZ PEDRAJAS

Introducción:

Durante mis largas horas de rebusca que dediqué al Archivo del


Marquesado de Cabriñana, topé con un documento muy interesante por
el cuadro que nos traza de la vida en las fronteras cristianomusulma-
nas de Africa.
Hacía varios años que lo tenía totalmente copiado, pero, al tener
que ausentarme de Córdoba, me fué imposible terminar la última co-
rrección. Este otoño he podido pasarme algún tiempo en la Ciudad y,
una de las primeras cosas que hice, fué terminar de corregirlo
Para nosotros cordobeses tiene, además, un mayor interés, pues ru
protagonista, el Capitán Pedro Venegas, debió pertenecer a los Vene-
gas de Córdoba, que tan emparentados estaban con los Argote y Gón-
gora, razón que explica que este documento se encuentre en el archivo
familiar de los Marqueses de Cabriñana.
No me es posible, sin embargo, estudiarlo detenidamente. Por ello,
ni siquiera ha intentado localizar el original enviado al Rey, por si aca-
so se hubiera ya estudiado, ni tampoco perfilar la figura del Capitán.
Me limitaré a publicarlo, dejando abierta la puerta por si alguna otra
persona quiere acometer este trabajo.

Descripción del documento: Es un manuscrito de ocho folios sin


numerar. Los folios 1-7, escritos por ambas caras; y el 8, sólo con un
título abreviado en el vuelto, por haber estado doblados los folios por
la mitad, y quedando por la parte de fuera el folio 8 vuelto. Todos los
folios están cosidos y posteriormente se le añadió una portada, escrita
con letra del siglo XVIII, con un título más extenso, y solamente por
la cara anterior del folio.
En 1861 se encerró todo el documento en un doble folio, como
66 Rafael Jiménez Pedraias

todos los demás documentos del Archivo, y en el que lleva la sig-


natura.
Se trata de una copia simple, escrita con letra de finales del si-
glo XV y comienzos del XVI. Debe ser la copia original del documento
enviado al Rey, que quedó en poder del Capitán, y que después pasó
—tal vez por lo peregrino de los hechos narrados, y por la parte que
le cupo en ellos al Capitán— a formar parte del archivo familiar, pese
a no tener ninguna relación con los asuntos económicos y familiares
de la Casa. Son muy pocos los documentos de este Archivo que no
tengan algo que ver con ésto.
La letra es muy pequeña, y en muchos lugares es difícil su lec-
tura por estar muy desvaída la tinta. Tiene muy pocas tachaduras. El
haber cosido las hojas, hace por algunas partes dificultosa la lectura
del comienzo o final de los renglones.

Datación de los sucesos narrados: No se nos dice en qué año tu-


vieron lugar, pero es posible averiguarlo.
En la Enciclopedia ESPASA se dice, en la voz Melilla: ..."En 1525,
"gobernándola Pedro Venegas de Córdoba, fue asaltada dos ve-
"ces por los rifeños, que se vieron rechazados, dejando mu-
"chos muertos y cautivos" (I).
Ahora bien, este año de 1525 efectivamente coincide con las datas
incompletas que en la narración se nos dan: viernes, 21 de abril y lu-
nes, 19 de junio. En efecto, en tal año, dichos días fueron viernes y
lunes respectivamente (2).
Esta data se podría aún asegurar más, estudiando los demás da-
tos que en la narración se añaden: Personajes que se nombran, la per-
sona del Capitán, ...; pero como mi intento no es hacer un estudio
completo del asunto, sino sólo enmarcar los hechos en el tiempo, pa-
ra más fácil comprensión, creo que para ésto, basta con lo dicho.

Método paleográfico: En la transcripción conservo la ortografía


original (3), deshago las abreviaturas para su más fácil comprensión,
sin indicar su existencia, a no ser que den lugar a una lectura dudosa;
suplo la acentuación ortográfica, así como la puntuación; y el uso de
las mayúsculas lo regularizo según las normas actualmente en uso, me-
nos en la transcripción del título puesto en el siglo XVIII.
La frontera Hispanomusulmana de Melilla 67

Signatura: Archivo del Excmo. Sr. D. Ignacio María Martínez de


Argote y Salgado, Marqués de Cabriñana del Monte, etc., etc. Año
de 1861.
ARGOTES-GONGORA: Cajón 8, Legajo 22, Letra R, número 607.
Relación simple que Pedro Venegas, Capitán de Melilla, envió a
Su Magestad de lo sucedido en ella con el Moravito y los Moros des-
de el día 15 de abril, no dize el año, y haze expresión de las Tramoias
de Fuego, Artificiosas y engañosas de que resultó pérdida y desbaratto
de muchos Moros y ningún Christiano (4).
Este Archivo, por disposición testamentaria de la última Marque-
sa-consorte de Cabriñana, se conserva hoy en el Palacio Episcopal de
Córdoba. Actualmente está muy bien conservado en el Archivo de Se-
cretaría de Cámara, pero conservando totalmente su antigua extructu-
ración interna.

(Folio 1 recto:)
TRASLADO DE LA RELAION QUE PEDRO BENEGAS, CAPITAN
DE MELILLA ENBIO A SU MAJESTAD DE LO SUBEDIDO
EN ELLA CON EL MORABITO Y LOS MOROS
La relación que digo en my carta que devo hazer a Su Majestad
de lo que en esta frontera a acaesQido, es ésta:
A los 15 días deste mes de abril bino a correr este campo el
all id de Bocaya con poca cauallería digo poca, para la que otras bezes
suele traer—. Saliendo yo al canpo aquella mañana tube sentimiento
de su enboscada, y ordené, como suelo, a los escuderos, que estubiesen
rrecogidos en cierta parte y no se desmandasen guando los moros sol-
tasen, avnque pareniesen pocos, y lo mismo hiziesen ciertos soldados
arcabuzeros questaban en una trincha de la bega, donde de ordinario
se ponen guando se haze el atajo, y con cinco de cauallo me puse en
vn puesto de adonde podía ber nuestras atalayas, y sy alguno destotros
se desordenava, y tanbién, guando los moros soltasen, para cononer
los que eran y la demostraQión con que entraban, por sy fuesen pocos,
como suelen benyr algunas bezes, sólo por trabarse y matar algún ata-
jador y bolberse syn pasar acá adelante a escaraminas, y nos diesen
lugar aquel día a alargarnos en el campo y rrecojer leña y otras cosas
necesarias, que en la berdad, los moros que contrastan con esta fron-
tera son ya tan pláticos en nuestro gobierno ordinario, que vnas bezes
68 Rafael Jiménez Pedrajas

con pocos, y otras con muchos moros, hazen demostraciones que no


se .pueden entender los que son, si no se tiene abiso particular de ello
por espía; y el canpo es engañoso, por ser tierra muy doblada; no
cumple alargarnos, si no es con grande tiento, y asy acostumbro, por
cosa más sygura, en rrecogerme• guando ellos me bienen a buscar; y
no consyento escaramuea, avnque sea en esta bega debaxo de nuestra
artillería y arcabuzería, si no es muy pocas bezes, y éstas, rreconos-
eiendo alguna buena ocasyón, que éstas lo hago toreado; porque los
moros son de calidad que, guando nos alargamos, temen, y, guando
nos rrecojemos demasyadamente, pretenden no dexarnos salir por las
puertas a rrecojer cosa nynguna; y en esta plaga es más foreoso que
en otras salir de ordinario cada día a hazer el atajo, que es bna pe-
ligrosa subjeeión.
Vna parte de los moros salieron de su enboscada la buelta de
nosotros, y, estando yo a la myra, bide un escudero que estaba en ata-
laya que se tardaba mucho en rrecojerse, y benya esperando a los mo-
ros más de lo que yo quisiera. Salí a dalle socorro y, haziendo detener
los moros

(Fol. 1 Vto.) un poco, lo


rrecogí.
En estos cauallos venía el alcayde moro y, como me bió con po-
cos, cargó con los suyos. Benymos metiéndolo en nuestra arcabuzería
y cauallería que estaban encubiertos, como e dicho, y, llegando a vna
hereda estrecha, cayó el dicho alcayde y su cauallo juntamente.
En este punto soltaron de su enboscada, y, como los bide lexos,
y no salir otros de otras partes, y estar cerca el rrío, y sus pasadas
angostas, aprobechándome de la ocasyón, rrebolbí sobre aquellos po-
cos y el allid que a pie yba huyendo Y no oyeron nuestros escuderos
la boz que entonces les di, de que cerrasen hasta las pasadas antes
que los otros moros llegasen; y asy, avnque les dixe otras —al allid,
que lo matasen o prendiesen por syguro—.
A los de a cauallo que lo yban amparando huyendo, como rreco-
noscieron que no tenía comigo más de cinco de a cauallo y nuestro
escuadrón no benía, cobraron ánimo, y de la pelea salí herido de vna
!aneada en la pierna derecha; y todabía se tubo tan buena orden que,
syn abenturar otra cosa, dexaron los moros el canpo con daño.
De nuestra parte no ovo sino ésto, y mi cauallo y otro de vn
escudero heridos. Y del myo, puesto que sea de poca ynportaneia, doy
quenta porque sy se dixere que los moros me hirieron peleando, sepa
La frontera Hispanomusulmana de Melilla

Vuestra Majestad de qué manera, pues que soy su alcayde, y particu-


larmente, porque fue alguna parte estar yo en la cama de esta herida,
de no ser Vuestra Majestad más seruido en los sulnesis que después
se ofres9ieron, como adelante diré, por pareerme que son cosas pe-
regrinas.
Ocho días después désto, que fue biernes, a los XXI días del di-
chos mes de abril (s), bino bn moro espía a darme abyso, cómo a es-
tos pueblos de moros cerca de aquí, abía llegado tres o quatro días
abía bn morabito, grande onbre, i con ciertos moros letrados que traya
consygo, publicando que benía a tomar a Melilla; que los que lo qui-
syesen syguir, se rrecogesen y biniesen con él a hallarse en la enpresa;
e que ya tenía para ello muchas gentes.
Preguntado que cómo dezía que la avía de tomar, i si era onbre
que lo enbiaba algún rrey o prín9ipe a ordenar cosas entre tanto que
él llegaba con su exér9ito, dixo que no. Que no era sygund las gentes
entendían, sino encantador, que, por arte de encantamientos y hechi-
zerías, pensaba tomalla. Y para ello, dizía que enfriaría nuestro fuego,
que no enprendiese en la pólbora, para que artillería ni arcabuzería
no le pudiesen hazer mal; y las ballestas y todas las otras armas en-
cantaría, que no los hiriesen; y a todos los cristianos los haría estar
atónitos y modorros, que no acertasen a gobernarse en cosa ninguna;
y abriría las puertas, y abaxaría las puentes desta fortaleza; y que los
moros que avían de venir con él, a este efeto avían de benir todos
a pie y sin arma de tiro; y ninguno avía de hablar otra cosa más que
benir diziendo: ¡Alá, Alá, Alá! ¡Dios te oyga, Qidi Mahamete Busalat!,
que asy es el nombre del dicho morabito.
Yo quedé admirado de semejante abiso y, dándole poco crédito,
hize muchas preguntas a la espía, el qual, certificándomelo mucho,

(Fol. 2) dixo que, luego


otro día sábado, avían de venir, porque este día de sábado, en la ora
de mediodía abaxo, dezía el morabito que era apropiado y señalado
para su efeto. Y entre otras cosas me dixo que negaba la ley de Ma-
homa, diziendo a los moros que ninguno hiziese caso dél para creello,
syno en bn solo Dios, que lo demás era burla; y que asy, sólo el nom-
bre de Aquel abía de ser su apellido aquel día —por lo qual dezía ya
toda la muchedumbre que se juntaba dando crédito, que esto no po-
día ser sino cosa enbiada de Dios, o que syn falta (6) era el Antecristo,
que llaman ellos el Fatimí o Mensajero dEl—. Y dicho esto, el moro
70 Rafael Jiménez Pedratas

espía se quedó aquí com'igo avnque con temor de que avían de tomar
a Melilla y hallarlo dentro.
Yo, avnque burlándome de el negocio, como conozco a los moros
ser tan fáQiles en creer, como lo fueron en las yrróneas (7) de su seta,
queriendo antes prebenir que ser prevenido, hize llamar a todos los
ofiQiales que syrben aquí a Vuestra Majestad, asy en guerra como en
hazienda, y a los ombres biejos, pláticos en esta frontera; y díxeles el
abiso que tenía.
Y determinóse entre nosotros, que se pusyese bn rrastrillo, que
cayese y cerrase de golpe, en la puerta de la billa bieja que sale al
canpo —que esta billa bieja es vn cercado que solía ser poblazión de
esta cibdad antes que el Enperador Nuestro Señor, de gloriosa memo-
ria, la mandase fortificar, y quedó atajada fuera de la fortaleza con bn
foso que atrabiesa de mar a mar, y, abnque tiene puestas sus puertas
allá fuera debaxo de bna torre, como es cosa que no se guarda de no-
che, entraban los moros en ella a llevarse el ganado guando lo dexa-
ban allí, u otras cosas; y a esta cabsa, yo la hize cercar, despús que
bine, de tapiería—; y que dentro de esta puerta y rrastrillo se dexasen
entrar bna parte de moros; y para los que quedasen dentro y fuera,
estubiese en orden toda el artillería y tiradores, y muchos fuegos arti-
fiiales en las torres; y alguna gente, la que era menester, dentro del
dicho cercado escondida, para que matasen a los moros que quedasen
atajados.
Y por estar yo en la cama malo de mi herida, y entrar en el día
seteno de ella (8), rrogué y encargué mucho a todos los ofiQiales se
pusyese todo en orden. Y por ser el término tan brebe, paresce que
no se pudo hazer el rastrillo que les tracé, sino ponerse en su lugar
tinos tapiales de madera.
Después de ésto, por confirmar la aparienia del artillería y tiros
y gente con lo que la espía me avía dicho —que dizía el morabito
que avía de enfriar el fuego y encantallo todo—, dí orden al Condes-
table del artillería que tubiese las preQas cebadas sobre el cañón, por-
que no disparasen más de aquel humo guando los moros llegasencer-
ca, y ordené que, guando los moros pasasen por entre las torres de
fuera, no les tirasen ni paresQiese ningún ombre en ellas, y que aque-
lla puerta del canpo de la billa bieja se abriese cuando los moros lle-
gasen cerca della
(Fol. 2 vto.) para que creyesen que
su morabito las abría por su encantamiento, y entrasen libremente den-
tro del dicho cercado.
La frontera Hispanomusulmana de Melilla 71

Otro día por la mañana, los moros comentaron a pare9er (9) por
tántas partes y tántos, que en tan pocos días como la espía me dezía
que avía llegado el morabito, me marabillaba se obiesen podido juntar.
Y salí entonces y púseme en bn puesto donde podía ver el con-
cierto o descon9ierto de toda la orden dada, adbirtiendo a todos que
no se mobiesen hasta que tocase la campana grande.
Los moros, a nuestra bista se acabaron de juntar en vna que lla-
man la Huerta Grande. Allí les declaró el morabito cómo todos los
moros que no supiesen hazer la cirimonia de su Calá se avían de que-
dar a la mira, lexos; y los que la supiesen hazer, avían de benir con él.
Y déstos se apartaron como 10.000 ( lo) ombres sygund el pares-
er y lo que después las espías dixeron que eran.
Y pasada la ora de mediodía partieron con sus banderas al des-
cubierto por el Camino Rreal, muy de rrendón (11), la buelta de Me-
lilla.
Y cuando llegaron cerca, que pasaban por entre nuestros sembra-
dos, bimos que ofiiales suyos binían con grand diligenQia haziendo a
palos que ninguno entrase ni pisase cosa sembrada, ni cogiesen nada
de las huertas —que sygund supe después, era orden del morabito que
ninguno hiziese semejante pecado—.
Entrados en la bega, como a mili pasos de nuestras puertas, hize
que pegasen el fuego fingido al artillería, y, como los moros bieron
que no dispararon ninguna, apresuraron más el paso y, como llegados
por junto a las torres no les tiraron, cobraron mayor ánimo y, hallan-
do luego las puertas abiertas, acabáronse de engañar.
Entró el morabito y sus letrados delante con bna bandera grande
rroxa, que dizen los moros después acá y las espías cómo el morabito
les dixo que aquella abía caydo del cielo y no era cosa texida a ma-
nos. Tras él entraban los demás, hasta que hize dar señal con la can-
pana, que les atajaron la entrada y comentó a jugar el artillería y to-
dos los tiradores.
Y lo hizo tan bien nuestra gente con los fuegos artifi9iales y pie-
dra que, como ellos entraban tan juntos, rrenpuxándose bnos a otros,
se hizo grande estrago en ellos y tánto, que yo no e querido creer
lo que las espías y otros moros después acá me an dicho, más de que,
bien se paresQió ser mucha para tan poca gente como aquí estamos,
por los muertos que quedaron y los que beyamos abrasarse, dexando
el canpo sembrado de pellejos que se quitaban.
Con la furia del fuego luego se desbarataron y‘ pusieron todos en
huyda. El morabito se escapó abnque malherido en un braco, que se
72 Rafael Jiménez Pedrajas

salió por debaxo de los tapiales, lo qual no hiziera si fuera rrastrillo,


abnque fue por más bitoria y milagro de Dios su salida, que asy se
deve atribuyr por lo que después subcedió.
Yo no consentí alargarse nuestra gente aquel día en alcance de
los moros, por temor de la muchedumbre que abía quedado
(Fol. 3) en los altos, a la my-
ra, de a cauallo y de pie.
Dexo de contar otras particularidades que ovo en ésto porque no
tocan a mí, por evitar prolixidad, y ésta no e podido acortalla más
porque es el xugo de lo que pasó en efeto.
Pasado ésto, binieron aquí cuatro moros dellos con abisos, y de-
llos con un judío que a tomado a cargo el probeernos de carne y
otras bituallas, después que los moros no las traen, cerca de un año
ha, por mandado de vn Allid, teniente del rrey de Fez, que se lo man-
dó asy por ciertas ocasyones que tubo y, particularmente, por sospecha
de que, entrando los moros a tratar de rescates aquí, y a otras cosas,
me trayan abisos.
Hablando con el judío y moros del subceso del morabito, supe
dellos cómo avía quedado bitio, avnque herido, y que, queriéndolo ma-
tar los moros porque los avía engañado y traído al degolladero, se des-
culpaba diziendo que ellos propios avía sydo la cabsa de su perdición;
que él no avía faltado, ni sus encantamientos; porque les avía mandado
que hasta que tubiesen abiertas todas las puertas, y entrado y allanado
toda la cibdad, ninguno sacase otra palabra por la boca sjno ¡Aná, Alá,
Alá!; y que, avnque al entrar biesen cristianos, los dexasen y no les
hiziesen mal, pues que ellos no lo abían de hazer estando encantados;
y también que ninguno de a cauallo lo syguiese, sino todos a pie; y que
todo y en todo lo avían fecho al contrario; porque, en entrando por la
puerta, avían bisto bnos cristianos y abían arremetido a ellos con sus
lancas, diziendo que se diesen a rrehén, y que entonces avía disparado
el artillería, que antes no lo avía podido hazer; y que el allid Búcar,
avnque avía venido con él a pie, se avía fecho traer su cauallo de dies-
tro, y otros moros de cauallo tanbién abían venido detrás de él; y que
tubiesen por cierto que de las herraduras de aquellos cauallos y las
piedras que pisaron salió el fuego que prendió en la pólbora para nues-
tros tiros, que de otra manera era ynposible; si no, que mirasen cómo
se avía escapado de entre los que murieron y, cómo avnque lo hirieron
de espada, no le pudo herir ninguno arcabuzazo de quantos le dieron,
y mostróles muchos golpes que llevaba por su cuerpo y desgarrones en
la cabeca y cara —parece que de cuando se salió huyendo—, dizién-
La frontera Hispanomusulmana de Melilla 73

doles que aquellos eran balazos de arcabuzazos que le avían dado sin
hazelle más ynpresión; y que por ésto los moros no le avían muerto
avnque lo avían desechado syn querello rrecojer en AlcáQar —que es
la principal tierra de moros que ay en esta frontera y donde bibe el
allid Búcar, que es el que primero lo avía rrecogido (12) en su casa
el dicho morabito—.
Yo, entendida esta ocasyón, avnque pensaba tener que rreir con
el judío y moros de la synpleza del morabito y todos los demás, no
lo hize; sino de manera que ellos no syntiesen que yo avía tenido avi-
so de su venida, les dixe que, guando paresQió tanta morisma aquel
día, avía pensado que fuese el Xarife, rrey de Fez, o otro, que con
exérQito biniese a conbatir esta fuerQa, hasta que bide la gente como
encantada; y abrirse estas puertas sin podellas cerrar; y los tiros que
no pudieron tirar —que entonces sospeché que era cosa de encanta-
mientos—, hasta que Dios lo rremedió, que ya estábamos casy perdi-
dos guando todo rreswitó; que me dixesen qué grande onbre era éste;
de dónde se avía levantado con tanta gente.
Ellos creyeron tan de veras que nos avíamos hallado encantados
que, salidos de aquí, lo publicaron de tal manera por toda esta co-
marca que, aviendo desechado, como e dicho, al morabito, lo rreco-
gieron con tanta honrra y obidien9ia quanta se suele dar a un rrey.
El se ensoberbeQió, de manera que los hinchió más de vanidad, y
se dió a sy propio más crédito de lo que sabía, en sus hechizerías.
A todos los moros que después désto binieron, dí el propio en-
tendimyento, porque llevasen a más partes la fama, la qual se estendió
por la más parte de Berbería; y concurrieron otros muchos morabitos
y alfaquíes a juntarse con estotro y a darle obidien9ia, diziendo cómo
en sus profe9ias hallan cómo éste avía de ganar a Melilla, que se abía
de peerder en este tiempo; y después a Orán; y pasar a España; y la
primera cosa que en ella avían de ganar, avía de ser a Málaga; y con
éstas, otras cien mil (13) banidades, con las quales el dicho morabito
conformaba sus dichos.
Y queriendo algunos moros benyr aquí a traer rrescates de hijos
y parientes, no se lo consyntió, diziendo que presto les sacarían sin
nada; y tanbién a quantos moros avía en España cabtibos.
Y con ésto, hazla algunas cosas de medi9ina en enfermedades de
los moros —porque devía ser buen erbolario—, que los moros las atri-
buyan a milagro, y asy contaban un pro dél (hl).
Hazíase tener grande guardia y beneraQión en su casa. Cada día
benían gentes de dibersas partes a darle la obidien9ia. El yba poco a
74 Rafael Jiménez Pedrajas

poco haziéndose rrey; y así lo dezían algunos moros que lo avía de


ser, porque el propio prinipio ubo el Xarife, que de maestro de mocos,
se hizo rrey de Fez y de otros grandes rreynos.
Todabía se afirmó en negar la ley de Mahoma, y que ninguno
creyese en él sino en bn solo Dios, y f4ilmente ios convirtió.

(Fol. 4) En mi presenQia oy ne-


gar a Mahoma a vn moro que se preia de muy entendido en su ley.
El allid Búcar y otros moros de otras partes binieron a hablar
comigo fingiendo que benían a hablar en otros negocios, por entender
lo cierto déste; si era verdad que nos aviamos hallado encantados. Y
asy él como los demás, fueron tan creydos, que hizieron, en su alQar,
más al morabito; y concurrir más gentes; y presentes que le hazían,
tanto, que el rrey de Fez hizo juntar gente, alterado deste nuebo le-
vantamiento, y se apeNibió para enbiar contra él, amparando la ley de
Mahoma; e hizo prender hasta quinientos morabitos y alfaquíes que
venían a juntarse con estotro, y cortales las cabeQas a todos o a par-
te dellos.
Mas con ésto, se alteró tánto la gente de su rreyno, que tubo
por bien de suspender la enpresa y el ben ir contra éstotro. Dixéronle
que este morabito no se levantaba contra él, syno contra cristianos;
y, abnque negaba a Mahoma, no negaba a Dios, antes dizía que por
birtud dEl y con el apellido de su palabra, avía de destruir los cris-
tianos. Y asy tomó por consejo de estarse a la myra hasta ber. Sy to-
maba a Melilla —como dezía por palabras que oy la tomaba—, él ber-
nia a dalle obidiencia, entendiendo que también le podía tomar a Fez
y todos sus estados; y que si no la tomaba, que él ynbiaría contra él
a destruyllo luego. Y asy se estuvo esperando.
En esta coyntura llegó aquí bn nabío de España cargado de bitua-
llas, y dixéronme las espyas cómo lo avían dicho al morabito, y que po-
día ser que truxese mucha gente y artillería. Dixo que no se le daba
nada; que, antes quería enviarme a dezir que me aperciviese y hiziese
quantos rreparos quisyese, que todo lo avía de allanar y tomar.
Y les dixo, que aquel nabío y quantos biniesen de España, él haría
que no pudiesen bolber ni salir de este puerto. Y para esto, despachó
luego bn moro con vn jarro de barro, horadado por el suelo, con un
clavo metido, y le mandó que en la mar, dentro del agua, aquí, junto
al al puerto, enterrase aquella dentro del arena, que aquello era para que
al puerto, enterrase aquella dentro del arena, que aquello era para que
(Fol. 4 vto.) ningún navío pudiese salir de aquí.
La frontera Hispanomusulmana de Melilla 75

Y como yo supe esto por las espías, por confirmarme con su dicho,
ordené que, ni avn las bar9as chicas saliesen del puerto, y, en confor-
midad, lo dizía asy a los moros —que no podían salir—, guando venían
a hablar, y lo creyeron.

Como entendí el mobimiento del rrey de Fez contra éste, por asy-
gurarme si sacaba artillería y otros pertrechos, para dar abiso a Vuestra
Majestad, despaché espías diferentes para allá y otras partes, y me asy-
guré de que todo era encantamentos,hechizerías, y no otra cosa; y que
para venir el morabito con su exérQito a la enpresa, no se esperaba más
de que acabase de sanar de la herida que llevó en el braQo —que por
aber de venir a pie, él y todos los demás, le era necesario tener más
fuerw. Y asy tuve por espaQio para ordenar de hazer algunas cosas
conque hacerles el daño que despús se les hizo
Hize alQar tanto las paredes del corral de la billa bieja —que, como
e dicho, es fuera de la fortaleQa—, y toda la gente trabajaron y las al-
aron, con tanto rregozijo, quanto fué menester para que no se saliese
ninguno que entrase. Y en sus puertas hize un yngenio que no lo pu-
diesen levantar. Y ordené otras cosas lo mejor que entendí que cumplía.

Ya el dicho morabito se abía atrebido a enbiarme a dezir lo arriba


dicho, con bn moro que me dixo de su parte que me aperibiese quan-
to pudiese con rreparos, gente y artillería, que, avnque viniese todo el
poder de España, no se le daba nada, tánto más presa sería para él, que
todo lo avía de tomar syn pelear con nosotros; avnque a mí, por la
buena fama que avía oydo, me quería hacer buen tratamiento, y enbiar-
me en bn navío a España con toda mi hazienda, y hasta sesenta amigos
míos; que yo los tubiese señalados, y me rrecogiese con ellos en bna
torre guando entrase, que él me asyguraba la bida, y a todos los demás,
y cumpliría todo lo que dezía.
Yo, fingiendo tenelle grande miedo, rrespondía al moro muy a su
propósyto, rrogándole mucho que él por su parte, y el alcayde Búcar
por la suya, pues que heran amigos míos, tratasen algún concierto con
el morabito, para que se contentase
(Fol. 5) de
no benir a tomarme la pina, sino que pasase a Orán y a esotras partes
que dezía; y que me dexase en paz, prometiéndole de dalle todo lo que
yo pudiese.
Y el moro me aconsejó que le diese todos los moros cabtibos que
tenía aquí, y la bandera grande que gané aquel día. —Desta otra em-
76 Rafael Jiménez Pedrajas

presa quedó aquí muerto vn hijo suyo— yo le di a entender que lo te-


nía cabtibo. Yo le rrespondí que todo aquello, y más le daría diez mil
(15) onQas de plata.
Todo esto fué cabsa de que el morabito se ensoberbe9iese más, y
todos los moros, pare0éndoles que, pues que yo prometía aquello, que
ya me rrindiría,y asy no lo preQiaron, antes dieron más priesa en su
venida.
Y hiendo que se acercaba el término, les fuí dando a entender
cómo la gente se me desmayaba; y todos estaban esperando que se aso-
mase para salirse de la Qibdad y meterse en los nabíos por ampararse,
que, avnque no podían salir del puerto, hazían quenta de concertarse
mejor con la merced del morabito, por salbar las bidas. Esto lo dixe
por la gente que pensaba echar por la mar para que saltase en tierra,
pus que por las puertas de la 9ibdad no podía hazello aquel día por no
abrillas.
Y asy tube bien concertado y en orden cxv soldados, buena gente
y suelta, metidos en las barcas, para que aquel día, guando los moros
llegasen, se enbarcasen a presa, como que en confusyón y huyendo se
fuesen la buelta de la nao; y asy lo hizieron, de donde los moros creye-
ron que se enbarcaban huyendo.
Y tube hasta xxx cauallos en parte donde, syn salir por las puertas,
saliesen al canpo y, juntos con la ynfantería, se pusyesen debaxo de las
torres, para que si algunos moros de los desbaratados con el artillería
y tiros, se echasen por las paredes de la billa biejo... (16)
Fué el caso de manera que —dexadas otras cosas y particularidades
aparte que, como e dicho, no tocan a mí el hacer rrelnión de ellas a
Vuestra Majestad— que, lunes, a los diez y nueve días deste mes de
junio que —ya porque el otro sulneso fué en día de lunes—, que vino
el dicho morabito con bn canpo de morisma —en el número della po-
dría ser que errase, porque hazen diferente la muestra que la hezemos
los cristianos, que caminamos los esquadrones
(Fol. 5 vto) concertados por orden de hileras, y
ellos caminan muy juntos, cerrados y sin orden.
Llegado a la vista de esta 9ibdad, algo lexos, hizo, como la otra bez,
apartar todos los moros que sabían hazer la ceremonia de la Qalá, y
quedarse todos los que no sabían a la mira. Con estotros repartidos en
esquadrones, avnque como digo, syn orden, bino caminando rribera de
la mar.
Yo tube esta bez, acá dentro, en la Qibdad, diferente orden que en
la otra, por conformar más aparen9ias con sus banidades.
La frontera Hispanomusulmana de Melilla 77

Hize que el artillería no pareniese asomada a la muralla, ni perso-


na ninguna, syno que todos estubiesen encubiertos, con sus armas, y
muchos, con banderas en las manos; y que en la Qibdad no se hiziese
humo ninguno, porque paresQiese cosa desabitada; y que todas las mu-
geres y muchachos saliesen aquel día, cada bna con bna bandera, y mo-
rriones en las cabe9as; y asy mismo, todas encubiertas en la muralla,
para aparescer encima guando hiziese tocar alarma. Y las mugeres lo
hffieron tan bien, y sacaron tántas banderas de tántas maneras y tan
bien fechas (17) de seda y otros colores, que creo cierto que bna de las
cosas que puso espanto a los moros para su huyda y desbarate, fué
aquella.

Viendo yo tan notable vanidad de los moros —como era dar, tán-
tos y más honbres prinQipales, tánto crédito a vn encantador que tan
fáQiImente avía subjetado su obidiencia, primera y sigunda bez, a las pa-
labras y locuras de vn ombre tan baxo—, parescióme ser cosa de mila-
gro dibino que Dios Nuestro Señor quería hazello en fabor de su Santa
Fe Católica, para que estos ynfieles se conbertiesen a ella, viendo la
poca ynpresión que contra ella pueden hazer las banidades de sus sa-
bidurías, hechizos y encantamientos; y rreconos9iesen a la clara que,
con el nombre de Jesucristo, se deshacen todas aquellas nesedades. De-
terminé de rrescibillos con bn cru9ifixo de la Cofradía de la Santa Vera
Cruz 8) que aquí tenemos.
( 1

Y asy, puestas todas las otras cosas en orden, me puse con él en


un puesto, que es encima de bn rrebellín que haze trabés al foso y puen-
te levadiza de la primera conpuerta, y con el yntérprete de la lengua
(Fol. 6) arábiga que tenía comigo, ya yndus-
triado en la plática que abía de hazer al morabito y a todos los demás
—porque guando ellos llegaban allí, ya yo los tenía dentro en la pri-
syón, todos los que oviesen (19) entrado de las puertas de la billa bieja
adentro—; y les dixese a él y a ellos la falsedad en que bibían con sus
encantamientos; y les descubriese, para que lo creyesen, cómo la otra
bez que binieron, supe cómo avían de venir, y los estube esperando; y
cómo el no disparar el artillería ni otros tiros, todo avía sydo fingido y
fecho aposta; cómo todo se lo haría conos9er a la clara si no querían
conbertirse a nuestra Feé, exortándoles que se rrindiesen y bmillasen
a aquel santo CruQifixo, que es ymajen y semejanqa de nuestro Dios y
Señor; y que si se conbertían, no morirían ninguno, y si no querían,
todos quedarían perdidos, porque yo les tenía armadas tales cosas, co-
mo berían si dezían que no querían.
78 Rafael Jiménez Pedrajas

Llegados los moros a la parte del rrío, cerca de las puertas desta
dudad, hizieron alto: y paresQe ser, sigund después e entendido ,que por
temor que tubo el allid de Búcar y otros prinQipales, bisto que se yban
a9ercando, ovo alguna confusión entre ellos sobre sy pasarían adelante
o no.
El dicho allid Búcar dixo que no era bien venir —porque syn dubda
crya queyo les tenía armados algunos engaños, y que todo quanto les
avía dicho, eran fengimientos, que él conos0a a cristianos por haber
estado entre ellos—, y a esta cabsa, casi determinados de bolberse (02).
Y lo estubo del todo aquel esquadrón del morabito y la gente más prin-
ipal que benía en batalla, guando se levantó bna boz y tumulto de otros
dos esquadrones de gente, queran de los de la parte del Levante, hacia
TremeQén. Estos tenían creydo que el morabito y el allid Búcar y otros
particulares, andaban por engañallos, para entrarse ellos en la tierra,
para akarse con todo el despojo y gananQia, sin darles parte a ellos.
Esto les avía dado a entender el dicho judío que avía tratado de la plá-
tica al principio comigo,
(Fol. 6 vto.) honbre tanbién cob-
dkioso de la ganaNia, se perdió con ellos.
Estos dos esquadrones que digo, se mobieron y, a priesa, se binie-
ron la buelta de las puertas, las quales hallaron abiertas, y entraron
corriendo, sin parar hasta encima de las compuertas del foso y cabe la
puente levadiza al pie del rrebellín donde yo estaba esperándolos.
Como no podían pasar de allí, hizieron alto, con grande grito y ala-
rido que trayan.
Yo, me asomé y, con el yntérprete, procuré a bozes todo lo posible,
que escuchasen. Y, como es gente tan syn rrazón y bárbara, ni escu-
chaban, ni rrecognosQían que estaban perdidos.
Quando bide que ya todo aquel esquadrón estaba dentro de la billa
bieja, entre tanto que entraban los demás que pudiesen caber —porque
es plaQa que tan juntos y apretados como ellos bienen, cabrán 9incuen-
ta mil ombres—, comencé a descubryr bna pieQa de artillería que tenía
junto a mí en aquella cañonera, y a quitar tinas esteras con que estaba
cubierta, porque ellos no la biesen. Parene que entonces, como la bie-
ron, rreconoscí que cobraron algún temor, y se bolbían hazia atrás.
Visto esto, porque no se saliese ninguno, toqué arma, para que de-
xasen caer el yngenio de la primera puerta, y, disparando la piea que
estaba junto a mí, fué señal para que todos los otros pertrechos se vsa-
sen, y ombres y mugeres y mochachos subiesen encima de las murallas
mostrando sus banderas.
La frontera Hispanomusulmana de Melilla 79

Fué todo de manera que, de todo este esquadrón que entró dentro
de la billa bieja, no se escapó moro ninguno que no quedase muerto o
cabtibo. Y los otros que quedaron fuera, puestos en huyda.
Hizieron mucho estrago en ellos los xxx cauallos y ciento ynfantes
que salieron por la mar, y la artillería, que parte della jugó en ellos (20.
No quedó moro que no fuese desbaratado, sin tener ánimo ni concier-
to para juntarse ni rrehazerse en ninguna parte, ni para benir a dar
calor a estotros que quedaban cercados y perdidos, los quales dentro
de la dicha billa bieja, yntentaron de hazello como batientes ombres,
defendiéndose.
Mas como yo no dexé salir ningún ombre que pelease con ellos,
syno la artillería cargada con lanternas llenas de perdigones, porque
hazían mayor daño,
(Fol. 7) y no horadaban (22) las paredes; y los
tiradores, desde las murallas y torres, que los tenían en medio; y fuegos
artificiales que les echaban; y ciertas minas, con morteretes y perdigo-
nes; desmayaron del todo, rreconsciendo su perdición, andaban bordean-
do de vna parte a otra, buscando salida. Y entonces salí yo a cauallo,
con el yntérprete de la lengua, a esortarles que se rrindiesen, si no que-
rían acabar de morir.
Visto que no querían hazello, hazíales tirar más.
Y después tomé el santo Crucifixo y bolbí a salir a ellos, e ya eran
muchos muertos. Y los que quedaban, plugo a Dios nuestro Señor que
se rrindieron.
El sea seruido de alumbrarlos, y a todos los demás ynfieles, para
que rreconozcan la claridad y berdad de su santa Feé Católica, y se
conbiertan a ella para su seruicio. Que yo creo, y tengo por cierto, que
guando sepan la berdad, y el poco caso que hize de sus encantamientos,
y cómo todo fué fingido por engaños, que dexarán el error de su mala
seta, y se conbertirán a lo berdadero.
Y buelbo a dezir, que estos dos subcesos, que se debe atribuir a mi-
lagro particular que Dios a querido mostrar, pus que avemos desbara-
tado dos bezes tánta gente y con tánto daño suyo, sin rescibir ninguno
de nuestra parte; pues que certifica a Vuestra Majestad, y así lo sabrá
por berdad, que no an muerto los ynfieles ningún cristiano, lo qual no
es justa cosa atribuillo a sola mi yndustria e yngenio, ni de otra ningu-
na persona, avnque en mi se encerrara todo el saber del arte militar.
Asy, de probisión dibina, y por ser contra ynfieles, y contra seme-
jante subjeto, tengo en más estos buenos subcesos que tubiera otro nin-
guno de quantos pueden subceder en la guerra. Porque batallas, sitios y
80 Rafael Jiménez Pedrajas

conbates de tierra, prósperos y adbersos, véense cada día; mas preten-


der tomar bna fortaleza, y tan principal, por encantamientos; y entrarse
tan ciega y bestialmente por las puertas, creyendo que todo era suyo,
no lo e visto ni oydo dezir.
Avnque aora ny (23) a Bugía
(Fol. 7 vto.) dizen que en tiempo
pasado vino vn morabito a encantar el artillería; mas áquél, fué desde
lexos, en el canpo y a cauallo; éstos binieron a pie, dexando su caulle-
ría a lo lexos, y de la manera que e dicho a Vuestra Majestad.
Plega a nuestro Señor que todo sea para su seruiQio, y a mí me de
graQia para que syenpre acierte a serbir bien a Vuestra Majestad.
Todabía estoy malo de mi herida, que con estas dos benidas de los
moros, ya que estaba casy sano, se me a buelto a estragar. No sé en lo
que parará.

(Fol 8 vto).
Relación de la batalla del Rey Tuerto y del Xarife.

Roma, 12-12-65.

Rafael Jiménez Pedrajas.

NOTAS

(1) Enciclopedia "ESPASA", en la voz Melilla, tomo 34, pg. 448, col. 1.
(2) Cappclli, Cronología, Cronografía e Calendario Perpetuo (Milano, 196o),
pligina 86.
(3) Solamente suprimo el uso de la j en lugar de la i, porque es difícil preci-
sar cundo la usa, o cuándo es una simple i un poco más alargada.
(4) En el folio, recto, añadido en el siglo XVIII al comienzo del cuadernillo.
(5) Son sietedías , contando el 15 y 21. El 21, efectivamente fué viernes, como
dijimos en la introducción, en el año 1525.
(6) Lectura dudosa: falta.
(7) Evidentemente falta doctrinas, o algún otro sinónimo.
(8) Aquí rectifica la afirmación anterior: no ocho días después del día 15,
sino siete.
(9) Lectura dudosa: parecer.
(1o) Pone X, seguida del signo de mil (parecido a U)
1) Lectura dudosa: de rrendón.
(12) Dice: rr.°. Leo rrecogido, y no rrecibido que parece más correcto, por-
que unos renglones antes y dos párrafos después, se usa el verbo recoger en unas
frases idénticas: lo avian desechado sin querello recoger en Akacar... y aviendo
desechado al morabito lo rrecogieron con tanta honrra...
81 Rafael Jiménez Pedrajas

(13) c, seguida del signo de mil.


(14) Lectura dudosa: pro dél.
(15) X, seguida del signo de mil.
(i6) Termina así párrafo, dejando la frase incompleta.
(17) Lectura dudosa : fechas.
(18) Escribe : de la Santa Vera t.
(19) Escribe : todos los que biniesen que oviesen... Tachado, biniesen. El que
lo repite, pues el primero debía haberlo tachado juntamente con el verbo.
(2o Lectura dudosa: _ casi. La frase parece incompleta. Tal vez falta estaban:
estaban casi...
(2 i) Lectura dudosa: ellos.
(22) Tachado: puertas.
(23) Lectura difícil: ny. Parecer leerse ny, pero tal vez cuadre mejor con el
sentido oy o sy. Seria: Aunque ahora hoy, dicen que vino a Bujía... ; 'o : Aunque
ahora, sí dicen que vino a Bujía...

Capitel almanzoreño, procedente de Alamiría, que estuvo vario siglos 111 el patio
mudéjar de la Casa del. Aguila, en Córdoba, y hoy en el M Y-Arqueológico Na-
cional. Las volutas son cabezas de león y muchas av 4ntre el follaje9A
82
Mezquita de la calle [ley Heredia
Por Victor ESCRIBANO UCELAY
(Dibujos del autor)

PREAMBULO

Veintisiete años después de conquistar Córdoba San Fernando, en


1236, el arcediano de nuestra Catedral, Miguel Díaz Sandoval, funda
en esta ciudad, en 1262, para las monjas de observancia de la Orden de
Santa Clara, religiosas franciscanas, un convento bajo la advocación y
título de Santa Catalina. Este fué el más antiguo de monjas de esta ca-
pital, que gozó durante su existe: - cia de gran conside..ación.
El toledano Alfonso X e' Sabio, discutido como gobernante aunque
una de las grandes cultas personalidades del siglo XIII, ordenó la com-
pra en 1265, de un palacio próximo a esta fundación heredado por su
hermanastro don Luis, edificio que fué de la reina doña Juana de Pon-
thieu, segunda mujer del rey, padre de aquellos, don Fernando III En
aquellos momentos, ella ya viuda y retirada en Francia.
El infante don Luis, cumplió la orden, vendiendo por eso sin difi-
cultad el palacio, donde parece rer nació, a don Miguel Díaz Sandoval.
El conjunto era bastante extenso, formado consecuentemente por esos
dos elementos constructivos diferentes: uno, el convento con su iglesia
sobre una "mezquita", la que motiva el presente trabajo (a la que dedi-
caremos largo comentario, después de concluido este preámbulo) y otro
el Palacio de la Reina, adquirido para ampliar aquél. Al final daremos
más detalles sobre elementos de arquitectura religiosa cristiana al ha-
blar de esa época.
No envolvía esta propiedad el volumen de la pequeña ermita de la
Concepción; ésta se levantó a mediados del siglo XVIII, adosada en
parte al muro del convento. Todavía pueden admirarse restos arcaicos
muy bellos de aquellos tiempos: un ajimez con arcos de herradura árabe
84 Víctor Escribano Ucelay

y columnas extraordinarias, anterior a la época de Almanzor. Natural-


mente quedaba comprendido dentro del perímetro, la iglesia primitiva
sobre la mezquita, asimismo la que pudiéramos llamar nueva iglesia o
ampliación de aquélla, sacristía, convento propiamente dicho, el que
tuvo un patio claustrado relativamente moderno con bellos azulejos de
la época y, por último, la huerta. Esta amplia superficie o manzana, que-
daba limitada por las siguientes vías: Plazuela de los Abades, antes co-
nocida por Plazuela de Santa Clara, Portería de Santa Clara, actual calle
de Rey Heredia y Osio, que por lo menos hasta 1811 estas dos últimas
se llamaron, respectivamente, de Santa Clara (en su segundo tramo) y
de las Espaldas de Santa Clara, nombre feo, por lo que le cambiaron.
A continuación, comenzaremos con los comentarios sobre la "mez-
quita" aludida por ser actualmente de gran interés, al no haber sido es-
tudiada su arquitectura hasta ahora por nadie, mezquita que no es la de
Abu Othman, ya que esta última estaba situada al N. O. del Palacio
Real, según Almaqqari en "The Mohanmedan Dynasties en Spain", to-
mo II, página 172.
Escribir sobre historia, es más cómodo que de arquitectura. Para
esto hay que andar, subir y bajar; inspeccionar una construcción cansa
y es, desde luego, porque estar cómodamente sentado con los libros
por delante.
Al final, hacemos un pequeño resumen sobre el período arquitec-
tónico dentro ya de la época cristiana, del convento desaparecido de
Santa Catalina, dependiente de la Orden Franciscana de Santa Clara, en
Córdoba, capital.

EPOCA

Merced a las obras de adaptación para escuelas de la antigua resi-


dencia de monjas del Servicio Doméstico, hemos descubierto diversos ele-
mentos de arquitectura de gran valor, hallazgos que comentaremos, sien-
do lo verdaderamente trascendental, la Mezquita, sobre la que anterior-
mente casi nada se escribió, por encontrarse desfigurada dentro de clau-
sura religiosa.
Si resultara esta pequeña mezquita, lo que a la vista hoy nos pare-
ce, entonces tomaría un verdadero interés especial dentro de España
árabe y consecuentemente en el mundo, ya que la toledana del Cristo
de la Luz tiene una disposición muy parecida .

El privilegio de ser la primera en la que aparece nuevo sistema,


Mezquita de la calle Rey Heredia 85

como por ejemplo pilares de planta cruciforme, lo recibiría, lógicamen-


te, esta Mezquita cordobesa, pues en ella nacería, al ocupar la ciudad,
el rango político-religioso de que disfrutó largos siglos, emanando de
aquí las modas constructivas como gran centro de cultura.
Nuestra Mezquita de la calle actual de Rey Heredia, se debió levan-
tar tardíamente, a fines del siglo X o principios del siglo XI, pongamos
hacia el año 1.000, en época AMIRI y por tanto anterior a la caída del

iimmolopthi5
/111)114(

Califato en épocas de Almanzor. En esos momentos los sillares aumen-


tan de tizón y precisamente sobre esos años, un poco después, se cons-
truyen las "Tornerías" y el "Cristo de la Luz", en Toledo.
El monumento se transforma en iglesia o coro bajo y alto cuando,
tal y como se encontraba, pasa a ser cristiano.
Lo que hoy vemos de obra gruesa pertenece a fines del siglo XIV o
principios del XV.
Por último, Díaz de Rivas, en 1625, citó ya y comentó los almohadi-
llados, análogos a los de San José de Granada, Puente Genil y la Puente
de Pinos en el actual Pinos Puentes, también en aquella provincia.
86 Víctor Escribano Ucelay

NOMBRE

Terrenos dependientes de La Collación, de Santa María, próximos a


Santa Catalina. Hasta la exclaustración en su portería hubo una inscrip-
ción que decía así: "El rey don Alfonso el Sabio, hijo del Santo Rey don
Fernando y la reina doña Beatriz, electo emperador de Alemania, fundó
este convento de la Orden de Santa Clara, con la advocación de Santa
Catalina, Virgen y mártir, por la era de 1.300, que es el año del nacimien-
to de Nuestro Redentor el de 1262 años".
La puerta d. 1557, primera del muro oriental llamada d. Santa Cata-
lina en la Mezquita Catedral, tomó ese nombre por la proximidad a esta
residencia de religiosas. Entonces entre ambos edificios no existían casas,
sino una simple cerca que envolvía al convento de Santa Catalina de la
Orden de Santa Clara.

ORIENTACION, EMPLAZAMIENTO

Esta pequeña mezquita, se replanteó emplazando el eje longitudinal


de ella dirigido hacia la Meca, es decir, hacia el Sureste, solución clásica
y normal en Córdoba a partir del siglo X, aunque por los motivos de to-
dos conocidos, la gran Mezquita no la cumple.
La calle de Rey Heredia, fué una arteria principal durante la Córdo-
ba musulmana. Durante el primer período cristiano se llamó su segundo
tramo de Santa Clara y el primero del Duque, quizás porque allí estaba
la casa del duque de Medina Sidonia, actual casa de los señores Merino,
y desde 1861 ambos tramos, calle de Rey Heredia.

ALMINAR

El alminar está emplazado sobre la esquina de las calles Rey Heredia


y Osio, quedó por tanto a un lado de la primitiva mezquita, clásica y tí-
pica solución dispositiva de masas en mezquitas secundarias. Así tam-
bién sucede dentro de esta ciudad, con la de la plazuela de San Juan.
La parte baja de él, hasta la mitad aproximadamente de su actual al-
tura donde se encuentra la faja de tipo almohade, es vieja, sus hiladas
con dos tizones y una soga. El alminar no era tan alto como el que ahora
vemos, guardaba correcta proporción con el de la Mezquita. El resto per-
tenece a época de la transformación en iglesia y sus hiladas son a soga
y tizón.
Mezquita de la calle Rey Heredia 87

Sus sillares son de aparejo estrecho y por los tizones podemos su-
poner pertenece a la época de Almanzor.
El alminar quizás se levantó antes que el muro que le sigue en línea
por la calle de Osio. Cerramiento que muere en el primer quiebro de esa
vía y el que no tiene la menor trabazón con el "Alminar". Muro que fué
más bajo, su actual zona superior se levantó cuando la del alminar; en
época cristiana, fué recrecido.

PATIO DE ABLUCIONES
GALERIAS, ARCOS Y COLUMNAS

Este recinto es de tipo clásico con dos galerías laterales de arcos pe-
raltados, isabelinos, de comienzos del siglo XVI. Arcos que descansan
sobre cimacios árabes y éstos a su vez sobre capiteles de acarreo. En el
lateral derecho hay uno árabe de inscripción muy bueno, otro romano,
el tercero visigodo y el último de la derecha más próximo a la calle de
Osio, romano-corintio. La arquería derecha con cuatro capiteles romanos.
Los fustes son también producto de acarreo, no concordando lógi-
camente sus diámetros y careciendo de basas.

CONTRAFUERTES

Los contrafuertes de la mezquita, ambos lados de la puerta del pa-


tio de abluciones, tienen sus sillares otro tamaño, 36 x 50 x 80 que
los de los muros de la iglesia de 60 centímetros de espesor, llegando a
este lugar el material para acoplarse así,

PUERTAS

En el interior de la galería derecha y en el paño de muro de fondo,


existió un resalto o saliente hacia su zona media longitudinal, se trata
de puerta antigua de 2,60 m. de ancho y ese volumen se creó para coger
el grueso de las hojas. Fué rebajado el ancho del dintel en época cris-
tiana, para alojar una capillita, conservándose en el lateral derecho la
primitiva gorronera de la hoja de puerta de ese lado. Claro a eje con el
arco central de las dos galerías que parece de la época de Almanzor,
sus dovelas son muy estrechas.
No hay vestigios de la antigua puerta de la Mezquita, al patio de
abluciones.
De la primera puerta en esa posición, pero de época cristiana o pri-
88 Víctor Escribano Ucelay

mitiva iglesia, quedan dovelas en piedra sobre los arranques laterales


del claro, pertenecientes a un perdido arco de gran anchura.
Luego este hueco muy mutilado, dándosele una mayor cota, trasla-
dando entonces y elevando sus dos gorroneras superiores, labradas cuan-
do se levantó la Mezquita, siglos X al XI.

FACHADAS

La fachada a la calle de Rey Heredia NE. se encuentra desfigurada,


únicamente se acusan los voluminosos contrafuertes fuera de plomo,
numerosos postizos adosados, e incluso llegamos a suponer que la ac-
tual puerta principal se encuentra forrada exteriormente, correspondién-
dose con la de la galería interior derecha del patio de abluciones. Es
posible que solo existieran estas dos para entrar en él.
La fachada SO. paralela o alzado a la huerta tiene también contra-
fuertes, fachada en la que no encontramos nada reseñable de interés más
que la puerta central de la galería derecha del patio de abluciones co-
mentada en su apartado.
La cabecera del patio actual rectangular secundario SE, fondo exte-
rior, tiene dos contrafuertes con las aristas matadas y biseladas las lla-
gas de las hiladas, que como ya se indicó nacerían al prescindirse en
época cristiana del Mihrab, contrafuertes bajos que en principio tuvie-
ron la misma anchura que los cuatro de la mezquita fronteros a las ar-
querías y cuatro muros longitudinales, duplicándosela posteriormente.
Presenta almohadillados.
La zona izquierda de este muro es de sillares a base de hiladas de
dos tizones y una soga como la zona baja hasta media altura en el mo-
runo alminar, el resto total de mampostería averdugada con varias hila-
das de ladrillo macizo.
La fachada NO. muro exterior a la calle de Osio, frente al primer
ángulo correspondiente con los números cuatro y seis en esa arista ter-
minaba el recinto de la Mezquita, allí mueren sus sillares. El alminar
pudo ser anterior a dicho muro, al no haber trabas que les liguen, indi-
cación que hicimos dentro del epígrafe correspondiente.

PLANTA BAJA

En parte de ese conjunto se encuentra comprendida una interesantí-


sima mezquitilla. Hoy podemos ver en su interior una zona de sus mu-
ros con dos metros de altura sobre la rasante del suelo, restos de la le-
01SO ARQ UI TECTO: -4 0£,h

Ili


90 Víctor Escribano Ucelay

gítima y antigua Mezquita. Lo que sobre ellos pisa es debido a recons-


trucción posterior cristiana.
Por tanto, monumento antiguo árabe religioso, transformado pocos
años después, al reconquistar esta plaza, en cristiano; su actual disposi-
ción y fábricas así lo testifican.
Esta construcción tiene un interés especial que estriba en planta
casi cuadrada, en sus nueve compartimentos dentro de ella, solución
análoga a la del Cristo de la Luz de Toledo, cuestión de transcenden-
tal interés.
Pertenecen a la primitiva mezquita los muros a la calle de Rey He
redia, el de la fachada a la huerta, paralelo a éste, y los otros dos trans-
versales de cabecera y pies, así como también los actuales contrafuertes.
El muro de fondo de la nave central dijimos es de origen musul-
mán, y sus finas, tenues juntas están tomadas con cal casi pura, cogien-
do más espesor interiormente; forma de hacer en aquella época que, por
cierto, no favorece constructivamente a la buena trabazón de sus sillares
y fortaleza del conjunto.
El Mihrab dentro de la planta, desapareció, posiblemente estuvo em-
plazado entre los dos contrafuertes exteriores del fondo, los que nacerían
al desaparecer aquél.

PLANTA ALTA EXTERIOR


NAVE CENTRAL

Lateral derecho. — El muro lateral derecho de la nave central se en-


cuentra calado por arcos, es más viejo que su frontero de mayor antigüe-
dad dentro de esta altura o planta perteneciente al período cristiano, ca-
rente de alfiz, esquivando en lo posible novedades árabes que luego irían
tomando por contagio, introduciéndose dentro de su arquitectura. A am-
bos lados de estos claros hay otros graciosos arquitos en número de cua-
tro de menor tamaño que arrancan sobre la línea horizontal de iniciación
de aquellos y en sus intradoses tallados "lóbulos" sobre yeso. Huecos
que sirvieron en tiempos para dar paso a la luz.
Lateral izquierdo. — No concuerda el alzado de este muro con el
frontero antes descrito. Este fue reconstruido o reedificado a sentimiento
en época posterior más cercana a nosotros, en la que la arquitectura se
encontraba ya bastante más contaminada de la árabe, por lo que sobre
ellos aparecen "alfices" morunos. Estos arcos son tumidos apuntados y
tienen sus claves más altas que las correspondientes del lateral derecho.
Las fábricas de ambos muros son de mampostería averdugada con
Mezquita de la calle Rey Heredia 91

ARTESONADO

SECCION MEZQUITA 1 11 SOLUCIÓN


ARTESONADO

SECCION MEZQUITA 29. SOLUCION


ARTESONADO

SECCION CRISTIANA CORO ALTO Y BAJO


92 Víctor Escribano Ucelay

cuatro hojas de ladrillo macizo y la de los arcos a base de dovelas alter-


nadas en piedra y ladrillo de 40 centímetros. La zona de coronamiento
es un suplemento de tapial indicando quizás una menor altura primitiva,
pero no olvidemos por ejemplo, que ese pobre material se empleó en el
muro de la mezquita del Patio de los Naranjos, de Sevilla, aunque los con-
trafuertes eran de ladrillo.

NAVE IZQUIERDA

En el muro izquierdo foral a la calle de Rey Heredia de esta nave la-


teral, los huecos de época árabe, de las primeras celosías de alzado rec-
tangular han aparecido, dándonos el dato concreto de conocer la verda-
dera altura de la primitiva mezquita.

NAVE DERECHA

El único muro que queda por comentar, dentro de la planta alta de


esta construcción, es el de cierre con la huerta paralelo al anterior sobre
el que no existe más de interés que la puerta del patio de abluciones.

ALZADOS INTERIORES,
PLANTA BAJA

Nave lateral derecha. — Existen arcos adosados al muro derecho de


esa nave, arquerías de medio punto para anular empujes, por tanto con
función resistente, de origen mudéjar, postizos cristianos necesarios para
el refuerzo del muro Sur-Oeste, compuestos de dovelaje en piedra y la-
drillo alternando, así como los de la planta superior en el muro calado
entre esta nave y la central. La solución anterior vuelve, como influencia
moruna de pasados tiempos califales de tipo local en período cristiano,
emanado de la Mezquita mayor.
Recordamos que a partir de Abderraman III se sustituye la dovela
de ladrillo por la de piedra pintada en rojo, dentro de la Mezquita mayor.
Sin embargo el alminar de la Mezquita de San Juan, un arco reciente-
mente aparecido en el "Mesón del Conde", así como el refuerzo, antes
descrito seguramente del siglo XIII, están formados a la antiguo, con
dovelaje alternado a base de ladrillo y piedra. Arcos ejemplares, no
corrientes.
Nave Central. — Sólo el comentario puede hacerse hoy día sobre
los arcos formeros de medio punto, en ambas direcciones con dovelas
Mezquita de la calle Rey Heredia 93

de piedra caliza que descansan' sobre pies derechos de planta de cruz


de la mezquita primitiva y sobre ellos tres bóvedas tabicadas por aristas
formando tres compartimentos sucesivos.
Disposición super curiosa de machos con esa figura, cosa indicada
anteriormente en el apartado "época" dentro del cual fechamos este
curioso monumento, por lo que le concedemos importancia capital.
En los laterales del muro de los pies, dos puertecillas, la de la nave
izquierda con arco de medio punto sin gorroneras y la otra con arco re-
bajado con dovelajes en piedra y legítimas gorroneras. Vaciado de claros
de época cristiana.
Nave lateral izquierda. — Sobre el muro foral a la calle de Rey He-
redia se abrieron en época cristiana claros sucesivos oon la misma
altura.

PINTURAS AL FRESCO Y ESTUCOS

En el interior de la planta baja, sobre el muro de separación del


edificio con el patio de abluciones, zona derecha o de la Epístola, y a
ambos lados de una pequeña puerta secundaria, existen parcialmente
dos pinturas al fresco, a mi juicio de gran interés, que representan ais-
ladamente a la Virgen con un Niño y al Beato San Antonio, como allí
está escrito, teniendo al parecer en sus manos un crucifijo. Los colores
empleados fueron el bermellón, azul celeste, morado y oro.
Parcialmente en el sector bajo y sobre los muros apareció un zócalo
en color, con dibujos muy variados de tipo geométrico sobre estuco,
encontrándonos también con que parte de los intradoses de los arcos y
bóvedas cristianas se encuentran decoradas de análogo modo, labores
góticas de valor entre las de esta región.

SECCION TRANSVERSAL
CUBIERTA Y ARTESONADO

La primitiva mezquita, de tres naves, se cubriría, como la Mezqui-


ta mayor, con tejados aislados a dos aguas, impermeabilizados con teja
moruna. Es decir tres cubiertas a dos vertientes cada una recogiéndo-
se las aguas sobre dos canales de plomo entre cuatro faldones, dos a
dos. En los extremos, gárgolas sobre coronamiento de los muros Nor-
oeste, el patio de abluciones y Sureste al actual secundario, de planta
rectangular.
Al transformarse, merced a fundación de Alfonso X el Sabio, en
94 Víctor Escribano Ucelay

Convento para Monjas Clarisas, se hacen los entramados horizontales


intermedios con bóvedas, consiguiendo así las dos plantas interiores,
coro bajo y alto, para ser utilizados por la Comunidad de día o de no-
che con tres naves de bóveda por arista sucesivas en la zona central
baja y dos de cañón en las laterales. En este período se cubrió el con-
junto a dos aguas, constando todavía por los canecillos exteriores, aná-
logos a los de la Mezquita Mayor e iglesias posteriores de San Fernando.
Se conserva en el momento presente, perfecto e incompleto, el arte-
sonado central de lazo, de estilo mudéjar. En la cabecera falta su tramo
final, viéndose la última tirante embebida dentro del muro de fondo, des-
figurando la clásica artesa. Hoy las naves laterales son de faldones nor-
males, tradicionales y ordinarios.
Los canecillos bajo atirantados, son clásicos de fines del siglo XV;
hacia 1490 se debieron tallar.

HUERTA O CORRAL

En el sector Suroeste de esta propiedad y dentro de una pequeña


excavación en esa zona exterior o antiguo huerto de las monjas Clarisas,
hemos encontrado a una profundidad de unos tres metros, primitivos
sillares y cimientos de cal ligada con arcilla cocida.
La huerta actual es una mínima expresión de la que dispusieron en
tiempos; bajo aquella superficie había subterráneos considerados como
de origen árabe. También fue célebre un pozo muy antiguo sobre el que
la tradición aseguraba se guardaba en él un tesoro que repetidas veces se
buscó, sin ser hallado. Probablemente existe algibe en el patio d. ablu-
ciones.

NOTAS FINALES

Habiendo expuesto antes el motivo fundamental de este estudio so-


bre la "mezquita" de la calle de Rey Heredia, comentaremos a continua-
ción, la organización durante la época cristiana del complejo religioso
que en torno a ella se creó.

SUPERFICIE Y LIMITES

La manzana que abarcó el Convento, tenía sensiblemente planta de


triángulo rectángulo, unos cuatro mil metros cuadrados de superficie, es-
taba limitada al Sur por la Plazuela de Abades y calle Portería de Santa
Mezquita de la calle Rey Heredia 95

Clara, formando al Este ángulo recto con el otro lado, o cateto, corres-
pondiente a la calle de Santa Clara, hoy Rey Heredia, y al Oeste, como
hipotenusa, con la calle Espalda de Santa Clara hoy la de Osio; datos
tomados sobre el plano de Córdoba de 1811.

1050 l

0115

CL RO

1'30 3'25

2'40
JAMBA

fi o

U 10B R AL

0'50

PUERTA AL PATIO OE ABLUCIONES

ALZADO A LA HUERTA

NOMBRE DEL CONVENTO

Al principio indicábamos que hasta la exclaustración y en su porte-


ría, existió una inscripción que decía textualmente:

"EL REY DON ALFONSO EL SABIO, HIJO DEL SANTO


REY DON FERNANDO Y DE LA REINA DOÑA BEATRIZ,
ELECTO EMPERADOR DE ALEMANIA, FUNDO ESTE
CONVENTO DE LA ORDEN DE SANTA CLARA, CON LA
ADVOCACION DE SANTA CATALINA, VIRGEN Y MAR-
TIR POR LA ERA DE 1300, QUE ES EL AÑO DEL NACI-
MIENTO DE NUESTRO REDENTOR EL DE 1262".
96 Víctor Escribano Ucelay

Se refiere a la Era Augusta pacificación de España, origen de esa


fecha. Esto mismo le he leido en dos cuadros antiguos que reproducen
a los monarcas fundadores, depositados en el Instituto d. Córdoba.
Por la proximidad del Convento a la puerta orientada a Saliente,
perteneciente al Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral, ésta
debió recibir el mismo nombre, Santa Catalina; entre ambos edificios
no existían casas, sino la simple cerca que envolvía al Convento, sien-
do el camino más corto para ir a él desde la Catedral, el de la Puerta
de Santa Catalina a la actual Plazuela de los Abades, antes de Santa
Clara, donde se encontraba contigua la portería del conjunto de edifi-
cios que aquella encerraba.

MOTIVOS DE CREACION DE UN CONVENTO DE CLARISAS

Tres Santos viven dentro de la misma época, produciendo una ver-


dadera revolución en Europa: San Francisco, Santa Clara, ambos de
Asís, y San Antonio de Padua.
El primero nace en la anterior Ciudad, durante 1182 y muere en
1226, vivió 44 años. De él dijo Dante ..."fué como un sol que Dios puso
encima de las montañas, para comunicar a la Tierra luz y calor".
Murió en Asís, en la Porciúncula, donde había comenzado su Or-
den. Fué canonizado dos años después de su muerte por Gregorio IV,
el que también después haría lo mismo con San Antonio de Padua,
muerto pasados cinco años.
El segundo de los santos que, a la vez que los otros dos, consigue
este movimiento espiritual europeo durante los mismos años, con reper-
cusión en Córdoba, fue San Antonio de Pauda, nacido en Lisboa en
1195, muriendo en Padua en 1231; vivió sólo 35 arios, La marcha verti-
ginosamente activa de este gentil-hombre portugués, daba la sensación
de que presentía la brevedad de su vida.
También predicó a los pájaros y a los peces, a los que tanto consi-
deró diciendo de ellos: "Desencadenó Dios el Diluvio sobre la Tierra,
e hizo que de todos los animales vosotros sobreviviéseis".
Nació Santa Clara de Asís durante el año 1194, muriendo allí en
1253, vivió 59 años; la Santa fué muy hermosa de niña, y —entonces—
por razón de vecindad el drama familiar originado al abandonar San
Francisco su hogar, fué de sobra conocido por ella durante esos prime-
ros años. Nació de padres ricos, como San Francisco y San Antonio, el
de ella fué el Conde Sasso.
Su carácter se le reconoció como fuerte. Aún estando enferma, en
Mezquita de la calle Rey Heredia 97

cierta ocasión, frente a los soldados de Federico II, sitiando el Conven-


to de San Damián, tiene fuerzas para levantar una Custodia ante ellos
poniéndoles en fuga.
Como discípula de San Francisco, al morir el Santo fué su ardiente
defensora, sobreviviéndole bastantes años. A Santa Clara de Asís se la
canonizó en 1253, por Alejandro IV.
Los anteriores datos, he considerado interesantes reseñarlos, puesto

o'co

HILADAS DE PIEDRA

EN. EL ALMINAR

HILADAS DE PIEDRA

MURO CALLE OSIO

que esos tres Santos fueron los que hicieron surgir la Orden Francisca-
na de forma explosiva, difusión extraordinaria por todas las tierras en-
tonces conocidas. Santos de los que cada uno de los Romanos Pontífi-
ces citados habían sido admiradores, apresurándose a elevarles a los Al-
tares por su fama popular de santidad, así como por el crecido número
de milagros que en vida y después de muertos realizaron. Dentro de ese
ambiente que se respiraba, nada tuvo de particular se fundara en Cór-
doba este primer Convento de monjas, bajo el nombre de Santa Catali-
na, para la observancia de la Orden de Santa Clara, segunda Orden de
San Francisco, durante el año 1262; treinta y seis años después de la
muerte de San Francisco, treinta y un años después de la de San Anto-
98 Víctor Escribano Ucclay

nio y luego de haber pasado nueve años de la de Santa Clara de Asís, en


plena efervescencia de la Orden franciscana.

NOMBRE DE LAS CALLES

Ya antes digimos, en su correspondiente apartado, que la actual


calle de Rey Heredia fue arteria principal durante la Córdoba musul-
mana, y que a su prolongación en época árabe, según T. Ramírez de
Arellano, se la llamó Bens Alha, cuya significación era "Hijo de Dios".
Durante el largo primer período cristiano, se la nombró como calle de
Santa Clara y el tramo anterior o más alto, del Duque y ambos, desde
1861, Rey Heredia.
Sigue con la nomenclatura antigua la calle Portería de Santa Clara
y, en cambio, perdieron el nombre la de las Espaldas de Santa Clara,
que hoy se llama calle de Osio, y Plazuela de Santa Clara, ahora de los
Abades.

COMPOSICION DEL CONVENTO

Iglesia primitiva. — La iglesia primitiva o antigua, era chica, pisa-


ba sobre la mezquita y es la que realmente podemos ver en estos mo-
mentos, la que se transformó en coro bajo y alto.
La comunidad empleaba este último por su proximidad a sus celdas
y para huir del frío durante la noche.
Se levanta la nueva en su lateral, hiriendo y camuflando la arqui-
tectura de la mezquita, habiendo sufrido una reedificación en el siglo
XVIII desprendiéndose de lo poco escrito por Ramírez de las Casas
Deza. Esta iglesia primitiva o antigua, de dimensiones reducidas, tiene
tres naves y tuvo cuatro altares en su planta baja, incluyendo el mayor,
conjunto sin belleza.
He comprobado al ver dos cuadros que en el Presbiterio hubo, re-
presentando de cuerpo entero al fundador Don Alfonso el Sabio y a su
mujer Doña Violante de Aragón, se encuentran en el despacho del
Ilmo. señor director del Insttiuto y en su galería de acceso, respectiva-
mente, lo que en la faja anterior se escribieron los datos de la funda-
ción, cedidos por el Museo Provincial. Otro que hubo sobre la reja del
coro bajo representando a Jesús Difunto sostenido por ángeles y otro más
que estuvo sobre la reja del coro alto, de San Francisco, ignoro dónde
fueron a parar, pues las referencias pasadas que recojo, no coinciden con
la realidad.
Mezquita de la calle Rey Heredia 99

También se escribió hace más de un siglo, de otros cuadros que en


esta iglesia antigua hubo: el del Descendimiento de la Cruz, de Daniel
Volterra, la Santísima Virgen,de Carlos-Morati, que no están en el Mu-
seo ni estuvieron a pesar de lo que he leído, ya que en su inventario no
figuran.
En el coro bajo, hubo un Santo Cristo tallado por la ya viuda escul-
tora doña Mencía de la Oliva sobre 1550, señora que fué madre del fa-
moso cronista de Felipe II, el cordobés Ambrosio de Morales, enterrado
en San Hipólito, Cristo flojo, endeble que he contemplado dentro del re-

CAN DE ORIGEN CRISIIAMO

fectorio del convento de Franciscanas de Santa Cruz. En este coro bajo


y también bajo esa Cruz, sobre 1640, dormía siempre sor Sebastiana Luna
y contigua a ese coro, no dentro de él, existió una escalera, que no fue
de caracol que le comunicaba con el coro alto. En un costado de ella hoy
perdura un hueco que las crónicas dicen fué utilizado como enterramien-
to en vertical de esa monja. Ramírez de Arellano habló del coro alto
y bajo.
Nueva Iglesia. — Parece ser tuvo otras tres naves: la central muy
alta, de solería al enrase de muro, por lo menos, unos ocho metros, con
arcos entre ellas descansando sobre columnas y bellos mosaicos a los la-
dos del comulgatorio.
Sascristía. — En la Sacristía estuvo un retablo que quizás pertene-
ciera a la iglesia antigua o primitiva, por ello de poca altura.
Portería. — Recaía a la actual calle que lleva el nombre de Portería
de Santa Clara, próxima a la antigua plazuela de Santa Clara, actual de
Rey Heredia, por lo que, consecuentemente, el grueso de la masa del con-
vento estaba situado hacia la zona sur de su frontera.
joyas. — Algunas joyas espirituales y artísticas dentro de él se guar-
100 Víctor Escribano Ucelay

daron durante siglos; un lignum crucis, un hueso de San Pedro y otro


de San Lorenzo y a la iglesia de San Basilio del Alcázar Viejo fueron a
parar tres retablos que yo considero endebles, de esta iglesia nueva de
Santa Catalina.
Hoy día, y en San Basilio, hemos reconocido en el piso superior de
la zona derecha del retablo mayor, una imagen de Santa Clara con los
atributos que reflejaron su carácter y que aludíamos en la descripción
de la Santa. Otra imagen de San Francisco de Asís, en ese mismo piso,
costado izquierdo. Actualmente hoy en el sector de ese Altar Mayor,
dos ángeles "tenantes" a ambos lados, los que parecen de manos de San-
doval. Existe en la nave izquierda un San Francisco colosal, que el cate-
drático de Arte de Sevilla, Hernández Díaz considera creado por Juan de
Mesa, primera mitad del siglo XVII. Todas estas obras, de más o menos
artes, como hemos dicho, pertenecieron del Convento de Santa Catalina.
He ido a la iglesia de las Ventas, hoy Nuestra Señora de los Angeles
en Alcolea, en la que se encuentra otro retablo de la misma procedencia.
Monjas sobresalientes. — En este primer convento de monjas de
Córdoba, fueron destacadas religiosas, algunas de familias cordobesas,
sor Luisa de Sandoval, sor María Luna, sor Inés Díaz, sor Francisca Pi-
neda, sor Francisca Sousa, sor Andrea de Cárcamo y doña Mencía de
Oliva. Este convento sirvió de cuna de otros en esta ciudad, como el
existente de Santa Cruz y el desaparecido de Santa Inés y fuera de esta
capital, el de Santa Clara de Alcaudete, nacido en 1527.
Vida. — La vida de esta fundación real, fue larga (604 años). Nació,
como ya digimos, en 1264 y murió de forma absurda en 1868 coincidien-
do con la revolución de septiembre, fase de la Batalla de Alcolea.
Utilización. — Luego de suprimirse el convento, es decir, desde 1868
sirvió de cuartel, después la Hacienda la vendió a don Mariano Vázquez
y Muñoz el que la dividió de forma caprichosa, muy a su manera, que-
dando trozos repartidos entre las varias casas que actualmente compo-
nen la manzana. Levantó una nave para mercado, contigua a la capilla
de la Concepción, zona interna, la que se transformó en lavadero pú-
blico. Perteneció después a las monjas del Servicio Doméstico, com-
prándolo afortunadamente, hace dos o tres años, el Excmo. Ayuntamien-
to de Córdoba.
Concluimos este trabajo de arquitectura basado en la Mezquita ya
reaparecida, la cual nunca fue comentada más que circunstancialmente
y muy a la ligera, puesto que desde la conquista de la ciudad, no pudo
libremente visitarse al transformar su conjunto en convento de Clausu-
ra, que dejó de serlo pocos años después, puesto que de manos de las
Mezquita de la calle Rey Heredia 101

monjas de Santa Clara pasó a las del Servicio Doméstico, habiendo un


intervalo relativamente corto entre los dominios de ambas Ordenes.
Bartolomé Sánchez de Feria, en su tomo IV, página 568, edición de
1772, no hace más que dar su nombre y fundador. En 1856 Ramírez de
las Casas Deza en el "Indicador Cordobés", página 308, da una reseña
por desgracia no del todo exacta, supercorta y circunstancial. Teodomi-
ro Ramírez de Arellano en su IV tomo, no editado, de Paseos por Cór-
doba, en 1877, dedica comentarios hacia la transcendencia de la mez-
quita, puesto que la ignoran, repitiendo lo poco que Ramírez de las Ca-
sas Deza dejó y agregando algunas cosas que oyó y no comprobó, Ra-
fael Ramírez A. en su "guía artística d. Córdoba", 1896, nada dedica al
Convento d. Santa Catalina, entonces ya anulado.
Como arquitecto, sin que esto sea mi especialidad ni muchos me-
nos, he considerado de gran interés dejar escrito toda esta serie de im-
presiones, descripciones de este bello conjunto arquitectónico, por no
ser conocido hasta ahora. Dada la importancia de su arquitectura mere-
ce quedar exento para su mejor contemplación y llevarse a cabo sobre
él, una metódica restauración de cada uno de sus elementos.
Esta serie de referencias, la ofrezco a alguien más preparado que
pueda así fácilmente contemplarlas para bien de los demás, que es el fin
que yo he perseguido.
\:'
Catálogo de Códices Arabes
de la Real Academia de Contaba
(Instituto de Estudios Califoles)

PRIMERA SERIE

Códice núm. 1. — Título: "Kitaul-Yuman-fi-Ajbar-Az Zaman. (El


libro de las Joyas en la historia de los tiempos).
Autor: El gran Xej El Imam Abu Abdul-lah Mohamed Ben Alli Ben
Mohamed Ben Hasan Ben Haiyun El Siliciano El Andalusi (de Albrija),
conocido por El Hach Chutaibi (de los últimos emigrados de Andalu-
cía). Fallecido el año 963 de la h. a la edad de 80 años y fué enterrado
en Tazggadran, de las montañas de Gomara, en Beni Zerual (frontera del
Protectorado español).
Escritura: Africana, clara, dos tintas: roja y negra. Páginas: Más
de 300 en su contenido. Tamaño: Folio grande. Papel: Vitela. Encuader-
nación: Piel, marroquí, de la época.
Este interesante manuscrito está dividido en tres partes: 1.° His-
toria de la Creación del mundo y los notables y grandes acontecimien-
tos, guerras y sucesos desde Adán hasta la aparición del Islam; 2.° Teo-
ría universal de los grandes sucesos mundiales y famosas conquistas,
desde la aparición del Islam hasta la soberanía de los Califas legítimos;
3.° Las conquistas de la tierra y los grandes sucesos de la época de los
Omeyas y historia de los soberanos de esta dinastía y sus gobernadores
y representantes.
Abarca también la historia de la dinastía de los Abbasidas, sus so-
beranos, sus guerras y conquistas y la situación de la cultura y la cien-
cia en su época, así como la civilización alcanzada por su reinado en
Oriente y Occidente.
La dinastía Obaidía en Africa, conocida después por Fatimitas, sus
conquistas y sus soberanos.
Los bereberes, su origen, su historia y su dominación.
104 Catálogo de Códices Arabes

La Península Ibérica y el Andalus. Sus conquistas, sus reyes, su ci-


vilización y su riqueza.
Los soberanos del Magreb, desde Muley Idris hasta la época de los
Almohades, en detalle.
Después, las dinastías consecutivas hasta la época del autor.
Este importante y raro manuscrito tiene un mérito incalculable;
sólo existe otro, incompleto, en Rabat, en una biblioteca particular, y
una copia en Tetuán tomada del de Rabat.
Contiene actas de compra y venta en su primera página:
"Loor a Allah. Compró sidi Mohamed Ben Abdelkrim El Lakmach
de su vendedor sidi Abderrahman El Jalifa este Códice por 55 onzas
(ukias), moneda de la época, pagando en el acto. Es una compra legal,
completa, dándose testimonio del acto en último día del mes Dulkaada
el año de 1231 de la h. Firman los testigos, el vendedor y el comprador".
"Compró el virtuoso hach sidi El Taieb El Akel de su vendedor sidi
Abdeljalak Ben Abdelkrim El Lakmach, este libro por 25 onzas de plata,
moneda de la época, pagando en el acto, dando fe y testimonio de esta
venta legal sus padres, en 1.° de Moharram del año 1245 de la h. Firman
comprador, vendedor y testigos".
Termina el manuscrito así: "Terminó esta obra con la gracia y la
ayuda de Allah, por lo que escribió para sí mismo y su provecho Moha-
med Ben Ahmed Ben Mohamed Agzil El Anyeri, que Allah le otorgue su
perdón a él, a sus padres y a los musulmanes. Y terminó el miércoles a
la hora de la oración del Asar, en el mes de Yumada el Uel pasado de
él seis días, el año 1197".
Lleva el Códice anotaciones marginales, anécdotas, poesías, dándo-
le todavía más interés y valor a sus páginas.
Códice núm. 2. — Título: "Achifa".
Autor: El gran xej, el bizarro Imam y gran Juez de Ceuta y Grana-
da Abu El Fadl El Kadi Aiad El Iahsubi El Sebti El Malequi El Anda-
lusi. Año: 496-544 de la h.
Páginas: 458. Tamaño: 29 X 20 cm. Caja 21 X 14 1/2. Encuader-
nación: Piel, repujada y estampada en oro. Papel: Vitela. Escritura: An-
daluza. En cuatro tintas: roja, verde, lila y negra.
Primera página: en letras de oro, encabezada por una lámina en oro
intercalada de colores rojo, lila y blanco; dentro de esta estampa el nom-
bre completo, sobrenombre y gentilicio del autor.
En la portada, en hoja sobrepuesta y con escritura muy posterior, se
dice lo siguiente: "Loor a Allah. En la antigua página de la portada, antes
de ser recompuesta y reforzada por su mucho deterioro, estaba escrito
Catálogo de Códices Arabes 105

lo siguiente: Loor a Allah. Ha sido esta bendita obra escrita en las co-
marcas del Andalus, en la época de la dominación musulmana (que Allah
la vuelva a ellos), y fué traída del territorio de Granada en la época de
la emigración hacia la "otra orilla", por Ahmed Ben Mohamed Cachtilio
(Castillo) El Almerii (de Almería).
Esta obra de extraordinaria importancia, comprende cuatro partes
y 147 capítulos. Es la más completa conocida hasta ahora.
Observación: Es obra de muchísima estimación, tanto por su valor
bibliográfico como por su texto, y por haber sido escrita, además, en
España musulmana y por ser autor de reconocido gran prestigio en la
cultura hispano-árabe andaluza; y por ser también el original más anti-
guo y completo, como por los elogios de los sabios árabes antiguos de-
dicados a esta obra, copiándose a continuación este párrafo inserto en
la obra del historiador y literato marroquí Abdellah Guennun Al-Hasa-
ni, ttiulado "El genio marroquí en la literatura árabe", página 83:
"Es obra en la que se manifiestan todos sus valores, que le valió la
admiración de los sabios más competentes y cuyos méritos nadie pudo
discutir. Al contrario, todos anhelaban leerla y sacar utilidad de sus
provechosas enseñanzas. Esta obra, que se divulgó en Oriente y Occi-
dente, constituye un estudio excepcional en el que el autor refuta las
pretensiones de los heterodoxos, rechaza sus ataques al Profeta y apor-
ta argumentos tan sólidos y razonables que sólo el terco y el obcecado
intentarán impugnar".
Códice núm. 3. — Título: "Charhul-Amaliat-A1 Fasía".
Autor: Abu El Kasem Ben Said El Umairi.
Tema: Derecho musulmán, usos y costumbres de Fez y su provin-
cia según la tradición de sus habitantes y los seguidores de sus escuelas
en todas sus actas jurídicas, jurisprudencia y tratos comerciales y nor-
mas de propiedad, etc.
Escritura: Magrebí, clara, tinta roja y negra; el texto en rojo y los
comentarios en negro. Papel: Vitela fina. Páginas: 330. Tamaño: 21 X 15
1/2. Encuadernación: Marroquí, en piel.
Termina así: "Acabó esta obra bendita, con la gracia de Allah y su
mejor aguda, y no hay poder ni fuerza sino en Allah, en los primeros
días del mes de R'yeb del año 1235 de la h.
Códice núm. 4. — Contiene dos obras:
1." Título: "At-Tanbihu-Ual-Yalan-fi-Mustafad-al-Kudad-Ual-Ukam".
Autor: El xej El Imam El gran Juez de la ciudad de Fez Abu Abde-
llah Mohamed Ben Abdellah El Iafrani.
Tema: Advertencias y normas para los Jueces y gobernantes.
106 Catálogo de Códices Arabes

Escritura: Africana, clara, en dos tintas, roja y negra. Papel: Vitela.


Páginas: 560. Tamaño: Folio grande. Encuadernación: Piel, marroquí,
repujado.
Termina esta obra: "Escribió esta obra para su uso y provecho el
siervo de Allah Mohamed Ben Mohamed Ben Abdelkader, que Allah le
perdone sus pecados y otorgue su perdón a su padre y a todos los mu-
sulmanes".
2.° Título: "Al Fathu-1-Yalil-fi-Charh-Et-Takmil".
Autor: Mohamed Ben El Kasem Ben Abdelgalil Al Filali.
Tema: Derecho musulmán y jurisprudencia de los grandes doctores
de la escuela malequita.
Escritura: Africana, muy clara, en dos tintas: roja y negra.
Contiene, como la anterior, anotaciones históricas y biografías. Fe-
cha: Año 1251 de la h.
Códice núm. 5. — Colección de crónicas.
1.0 Historia de las conquistas del Islam, descripción de las grandes
batallas, relatos, biografías y hazañas de los hidalgos y héroes del Islam
y de sus adversarios.
2.° Correspondencia y mensajes del Profeta a los reyes y soberanos
extranjeros de su época y contestaciones de algunos de ellos.
3.° Guerras bizantinas y relato de sus batallas.
4.° Conquista de Africa y guerras berberiscas.
Escritura: Africana, clara y antigua, en cinco tintas: roja, negra, ver-
de, amarilla y lila. Encuadernación: Marroquí, en piel. Papel: Vitela. Ta-
maño: Folio grande. Páginas: 406.
Nota: No lleva fecha, pero se advierte la antigüedad de este Códice
por la caligrafía, el papel y características.
Códice núm. 6. — Colección en un sólo volumen, conteniendo cinco
obras completas.
1.° Título: "Maymu-al-Mauafi-ual-Fauaid".
Tema: Historia, moral, leyendas, descripción del cielo y sus habitan-
tes y del infierno y sus habitantes.
Autor: Mohamed Ben Ali El Uarzazi.
Escritura: Africana, clara, en dos tintas: roja y negra, mocionada.
Papel: Vitela fina.
Nota: el autor dice en una de estas obras que él vino a Tetuán en
1162 de la h. donde escribió esta colección debido al cerco de Fez por el
sultán de Marruecos Muley Abdellah Ben Ismail El Alaui, en la fecha
mencionada antes.
2.° Una obra de filosofía, moral y educación.
Catálogo de Códices Arabes 107

3.° Biografías y historias de los sabios escritores y jurisconsultos de


Marruecos del siglo XII de la h. con la mención de sus obras y los acon-
tecimientos históricos de ese período.
Nota: tiene esta parte un interés incalculable porque abre capítulos
nuevos a la historia de la literatura marroquí en este período, pues pocos
tratados existen de ello. Es una obra rara y casi desconocida en los cen-
tros culturales.
4.° Explicación y comentario acerca del poema en letra ra del Imam
Abu Abdellah Mohamed Ben Naser Adduri.
Nota: Abdellah Gennun hace un gran elogio de él en su obra ya ci-
tada. Dice que "era autoridad en el sufismo, seguía la tradición al pie
de la letra en todas ocasiones, incluso en su indumentaria y alimenta-
ción. Cuando hablaba sus palabras se grababan en el corazón de sus
oyentes. Escribió epístolas repletas de valiosas máximas y preciosos con-
sejos. Murió en el año 1089 (1678).
5.° Relatos de filosofía y moral (por el célebre filósofo El Gazali).
Nota: Esta colección abarca además muchas casidas sueltas, apuntes
históricos y anécdotas.
Códice núm. 7. — Título: "Kitab-ul-Raud-El-Faik".
Autor: El sabio Imam Abu El Barakat Chaib El Huraifti.
Tema: Historia, biografía y virtudes de los sabios y santones del Is-
lam; además, leyendas, cuentos, anécdotas, consejos y sabiduría, en pro-
sa y verso.
Escritura: Africana, clara, con mociones, en dos tintas: roja y negra.
Sin cubierta y sin fecha.
Es un gran volumen, con 53 capítulos y 944 páginas. Papel: Vitela.
Tamaño: 22 1/2 x 18 1/2.
Códice núm. 8. Colección que comprende 7 obras, con 488 páginas.
Encuadernación: Cuero, marroquí, repujado.
1.° Título: "At-Taisir-ut-Tashil".
Autor: Abderrahman Ben Abdelkader.
Tema: Agricultura y arbolización.
Escritura: Africana, tres tintas: roja, violeta y negra.
Comentarios y notas marginales.
2.° Título: "Taherir-El-Kalam-fi-Masail-A1itizam".
Autor: Mohamed Ben Abderrahman El Attabi Al-Xej El Imam, muy
sabio.
Tema: Derecho musulmán: gremios, trabajadores, derechos de éstos
y de los empleados y sus obligaciones en cuanto a los patronos, y respec-
tivamente de éstos en cuanto a sus empleados y asociados. Leyendas, his-
108 Catálogo de Códices Arabes

torietas y anécdotas (muy interesantes). Muchos comentarios posteriores


en los márgenes.
3.° Título: "Tahafat-ul-Ijuan".
Autor: El xej y sabio Abu Abdellah Mohamed At-Taudi Ben Suda.
Tema: Derecho musulmán, referente a propiedades individuales y
comunes.
4.° Título: "Tahafat-ul-Cudad-bi-Masail-El Ruaat".
Autor: Ahmed Ben Mohamed El Iacubi.
Tema: Normas para Jueces y Tribunales en cuanto se refiere a las
obligaciones y derechos de los pastores y el pastoraje, así como las con-
diciones de las asociaciones (muy interesante). Anécdotas, historietas y
notas marginales.
5.° Título: Limosna legal en el Islam y la ofrenda del sacrificio.
Autor: Abdelaziz Ben El Hasan Ez-Ziati.
Mur curioso; notas marginales. (Sacrificio en nombre de Jesús y en
nombre de la Cruz).
6.° Obra sobre el mismo tema.
Autor: Sidi Ahmed El Iacubi.
7.° Dos relatos acerca de la cacería, sus costumbres y normas y lo
que es lícito e ilícito. (Curiosísimo).
Autor: El Kanani.
Códice núm. 9. — Colección de relatos históricos.
314 páginas, en tintas negra, algunos mociones en rojo.
Empieza con una descripción detallada de la batalla de Zalaca.
Otros relatos de la fundación de Karauin y la conquista de Africa
desde Mehedia hasta el lugar lejano de Marraquech.
Otro relato completo y muy interesante de la descripción de Ceuta
musulmana (siglo XV): sus sabios, santones, mezquitas, cementerio, bi-
bliotecas, escuelas, baños, calles, comercio, gremios, industrias, panade-
rías, grandes edificios de los Beni Merines; con una descripción de Be-
liunex, sus cualidades, clima, agua, molinos, flores, frutas, etc.
El códice empieza así: "Relatos que hemos encontrado registrados
en el ibro "Al-Kauakib-el-Uakada".
En la descripción de Ceuta y su comarca, termina el relato así: "Mira
cómo estaba esta gran ciudad marítima y la desgracia que ha caído so-
bre todos los musulmanes. Somos de Allah y a El volveremos. Pedimos
al Todopoderoso que la devuelva a los musulmanes por la generosidad
divina y su bendición". Y añade: "Terminó de escribirlo el sábado 1.° de
Moharram del año 1143 de la h. Y su autor terminó de componerlo el
lunes día 2 del bendito mes de R'bea el Uel del año 825 de la h. Que la
• Catálogo de Códices Arabes 109

paz sea sobre nuestro Profeta Mohamed. Loor a Allah creador de los
mundos. Esto es lo que hemos encontrado registrado en el libro de la
descripción de Ceuta y su comarca".
Y termina con estos dos versos: "¡Oh!, quién examina cómo está
compuesta esta escritura. Perdón para nosotros, te lo pido, Señor mío,
que si encuentras defectos discúlpalos porque lo he escrito apresura-
damente".
Esta descripción de Ceuta tiene por título "L'Ihtisar al-ahbar", de
Mohamed Ben El Kasem Ibn Abdelmalik al-Ansari.
Códice núm. 10. — Título: "At-Tahsil L-Ulum Et-Tansil".
Autor: El gran sabio, erudito Imam, brillante historiador y literato
Abulkasem Mohamed Ben Ahmed Ben Yezid El Kalbi El Garnati (gra-
nadino). Sus fechas son: 1293-1340 de Cristo. Murió en la batalla del
Salado, en la campaña de Tarifa, durante la invasión de los Beni Meri-
nes. Este ilustre granadino fué padre del gran Juez de Granada en su
época y estaba animando con sus arengas a las tropas benimerines cuan-
do cayó herido de muerte y enterrado en ese campo mismo. Es conside-
rado como autoridad indiscutible en la ciencia y dogmática islámica.
Tema: Ciencia dogmática.
Escritura: Africana, muy clara, dos tintas: roja y negra. Páginas: 470.
Tamaño: Folio grande: 30 x 21 1/2. Papel: Vitela. Encuadernación: Cue-
ro, marroquí, repujado, de la época. En perfecto estado.
Al final dice: "Ha sido escrito por Kasem Ben El Tuhami Ben Ahmed
Es-Sufiani El Jumsi El Zeruali, y terminó el 17 del mes de Moharram, el
principio del año 1213 de la h. y la paz sea sobre los Profetas y alabanza
a Allah dueño del mundo.
Es un códice inédito, de enorme interés e importancia por la calidad
de su autor y la época de su vida y su muerte.
Códice núm. 11. — Tratado de alquimia y medicina antigua y farma-
copea, que abarca un preámbulo y seis relatos.
Escritura: Magrebia, clara, tintas, roja y negra. Completa, sin tapas.
Notas marginales.
Al principio dice: "Este libro es el libro de oro de la medicina alquí-
mica, según método de Braglisus. Y al final termina: "Terminó lo que
hemos elegido y clasificado del libro "Senartus el Harrani", y que Alá
dueño del mundo sea glorificado".
Códice núm. 12. — Contiene cuatro tratados en verso sobre temas
lingüísticos, ortografía, formas distintas de lectura y perfecta, pronuncia-
ción, vocalización, formación de voces en la oración y sus derivados, etc.
Escritura: Africana, tres tintas: roja, amarilla y negra. Texto: Rima-
110 Catálogo de Códices Arabes

do, vocalizado; notas marginales. Sin cubierta, completo. Papel: Vitela.


Dibujos geométricos al principio de cada Tratado. Dos Tablas zodiacales,
al principio y al final.
Códice núm. 13.—Título: "Ad-durru-es-Samin-Ual-Maurid-el Muain"
(La Perla Preciosa y la Fuente Auxiliadora).
Tema: Ciencia dogmática y filosofía islámica.
Autor: El muy sabio Imam El xej Abu Abdellah sidi Mohamed
Ben Ahmed El Miara.
Escritura: Africana, en dos tintas: roja y ynegra. Papel: Vitela. Ta-
maño: Folio 30 x 21. Encuadernación: Piel, repujada, de la época. Es
obra completa.
Códice núm. 14. — Título: "Tuhfat-ul-Ukkam".
Obra en miniatura completa. Sin tapa ni fecha.
Autor: El gran jurista granadino, Juez de Jueces de Granada, Abu
Bakaer Mohamed Ibn Asim.
Escritura: Africana, muy clara y vocalizada, en tres tintas: roja,
violeta y negra. Es libro curiosísimo e interesante.
Códice núm. 15. — Es obra muy importante, completa e inédita. En
dos partes en el mismo volumen, y considerada como una de las cinco
únicas de Derecho musulmán, escuela malequita, autorizadas y aconse-
jadas por los sultanes alauitas de Marruecos por su concisión y exacti-
tud en la interpretación. Es códice fechado en más de tres siglos, de los
primeros años del reinado de Muley Ismail (1675).
El autor es el gran Imam Ed-Din Bahram, discípulo del famoso ju-
rista el gran Imam Sidi Jalil, doctor fundamental del Derecho musul-
mán en Marruecos.
La primera parte de la obra termina así: "Terminó esta obra, con
la gracia y la ayuda de Allah, después del rezo del mediodía del sába-
do del mes Xaaban del año 1086 de la h. (1675). Que la paz y la oración
sean sobre nuestro Profeta Mohamed. Loor a Allah dueño de los mundos".
La segunda parte termina así: "Terminó la obra completa con la
ayuda y gracia de Allah, porque no hay poder ni fuerza sino en El, el
día martes del mes Dulkaada del año 1087 de la h. (1676)". Por lo que
se advierte que duró la copia un año entero.
Es obra de muchísimo interés, escrita en escritura africana en sus
dos partes, de la misma mano, con letra clara y perfecta, en dos tintas:
negra y roja.
Abarca 502 páginas, folio grande de 30 x 21, en papel vitela fuer-
te. Su encuadernación es en piel marroquí, repujada en oro, de la épo-
Catálogo de Códices Arabes 111

ca. Muchas notas y comentarios marginales de los sabios juristas que


estudiaron sobre esta obra.
En las primeras páginas lleva las actas notariales de compra y ven-
ta de esta obra, que pasó de mano a mano:
"Loor a Allah. Pasó de la propiedad legalmente del que abajo firma
esta obra al comprador en el precio de 20 ukías y ha sido una venta
testimoniada y legal en todos los sentidos y ante los testigos, en el mes
Xaabar del año 1097, firmando el siervo de Allah Mohamed Afroh".
Firman seguidamente los notarios.
"Loor a Allad. Vendió el que firma abajo después de la fecha, esta
obra en el precio de ... (ilegible), moneda de la época, al faquih sidi
Laiachi Ben Mohamed El Hechtari, después que el comprador examinó
la obra y la encontró perfecta y completa, y de esto dió fe él mismo y
los testigos, en la fecha 20 del mes de Yumada el Táni del año 1139 de
la h." Firma él y los testigos.
"Loor a Allah. Compró el faquih virtuoso y xerif sidi Muley Ben
Muley Alí, de los xorfa que residen en Uadi... (ilegible), compra legal
según la ley, después de examinarla detalladamente y hallar la obra
perfecta, en presencia de sidi Mohamed Ben Ahmed Ben Gal'lal, y ha
sido entregada a él de acuerdo con lo convenido y con la declaración
del vendedor y su conformidad, dando testimonio de la venta los dos
testigos firmantes, en 14 del mes de Ribea el Tani del año 1151 de la
h."—Firman el vendedor y los notarios que dicen dar fe de esta venta
legal y su precio ha sido entregado ante nosotros".
Sguen citándose otras ventas y compras por el mismo estilo.
Códices sueltos en hojas se añaden además a esta colección, pero
aprovechables, así como documentos completos que no forman libro.

SEGUNDA SERIE

I. — Obra en cuatro Códices. Completa, en cuatro tomos, copia del


original, en forma artística, con caligrafía clara y bella, en tres tintas:
negra, roja y lila; en la primera página de cada tomo una lámina de di-
versos colores, dibujo perfecto, y en el centro el nombre del autor y el
. título de la obra en letras doradas.
Título: "Haiat El-Haiauan". (El-Kubra, la grande).
Autor: El célebre naturalista Kamal Ed-Din Ed-Damiri (siglo XIV).
Encuadernación: Piel, roja, repujada en oro y adornada. Los cuatro
tomos exactamente iguales. Y en perfecto estado. Tamaño: 22 x 18.
112 Catálogo de Códices Arabes

Páginas: del tomo 1. 0 , 410; del tomo 2.°, 464; del tomo 3.°, 485, y del
tomo 4.°, 508.
Esta escrita esta copia, artística, por Abdel káder ben El Hach Mo-
hamed ben Abdeluahab El-Chiclanti (Chiclana) Er-Rabati El-Andalusi,
para el notable Amin sidi Mohamed Brixa (del Gobierno del sultán Mu-
ley Mohamed ben Abderrahman).
Es la obra completa de la famosa obra, conocida universalmente.
Se sabe que El-Damiri compuso dos formas de esta obra: la Kubra, la
mayor, y la Sugra, la menor. Esta copia es de la mayor. Hay traduccio-
nes parciales de la menor, en francés e inglés. La cita el Espasa en su
tomo 17, página 884, como Historia Natural de la vida de los animales,
"muy notable por los pormenores que contiene. Es una obra científica
y a la vez muy curiosa y digna de una biblioteca universitaria y profe-
sional, pues estudia además de la vida de los animales sus utilidades y
los elogios literarios a ellos dedicados, anécdota, refranes, poesías y mu-
chas curiosidades.
II.—Códice 5.": De Medicina antigua, magia, astronomía, astrología,
ciencias ocultas, simia (magia blanca). Escritura, clara, en cuatro tin-
tas: roja, negra, verde y lila; variedad de dibujos y tablas astronómicas,
nigromancia zodiacales y fórmulas y amuletos de la ciencia oculta. Todos
los temas curiosísimos. En su parte médica contiene capítulos intere-
santes, como sobre el cáncer, hidrofobia, oftalmología, histerismo, etc.,
ete. Y un capítulo médico sobre la música, su armonía, composición,
instrumentos, y su influencia en la terapéutica. En la parte interior de
la cubierta hay una escritura, que dice: "Es obra muy importante, en la
ciencia médica, magia, astronomía, simia y sus influencias sobre los
cuerpos y las almas y otras interesantes utilidades.
Autor: Desconocido. Encuadernación: Cuero, fuerte, rojo, repuja-
do y con los adornos en el centro en sello verde. En muy buen estado.
Caligrafía: Clara, dos tintas, negra con intercalados en lita. Papel: Vite-
la. Tamaño: 22 x 17. Páginas: 310.
III.— Códice 6.° De gran tamaño, 30 x 21, con 524 páginas, en vi-
tela fuerte, encuadernación: Cuero, rojo, duro, repujado, de a época,
muy bien conservado. Caligrafía: Marroquí, antigua, inclinada, clara y
bonita, con notas marginales curiosas.
Tema: Jurisprudencia y fuentes del Derecho Musulmán, de la Es-
cuela Malequita, con comentarios del gran Imam Abuabdellah Moha-
med ben Arafa Et-Tunsi (1317-1401 de C.)
IV.— Códice 7.°: Merece mención y hacerse destacar este impor-
tante Códice, que nos ha llamado la atención en el curso del exámen y
Catálogo de Códices Arabes 113

estudio de todo el lote. Se trata de un Códice que contiene tres obras.


Primera obra: La mayor imporlancia de esta obra es su parte his-
tórica: Biografías y bibliografías detalladas de los famosos sabios del
Islam, particularmente de las personalidades destacadas de la España
musulmana, su vidas, estudios, cargos y obras. Abarca este Manuscrito
302 páginas, escritas con letra muy bonita y clara, en dos tintas: roja y
negra; el papel, vitela; tamaño 21 x 15. Fecha del Códice 1158 de la H.
La encuadernación es de piel gruesa y repujada, de color roja y adorna-
do en el centro de piel verdosa.
Autor: Yusef ben Mohamed ben Alí El-Fahri.
Segunda obra: Su título: "Al-Fauaid E1-Yamila ala El Aiat El Yalila".
Utilidades, empleos y explicaciones de las Aias del Korán, forma de es-
tudiarlas y reseñas históricas de sus revelaciones, en 20 capítulos y 142
páginas.
Caligrafía: Escritura diferente a la del anterior Manuscrito de la
obra primera, en tintas roja, negra y verde. Autor: El erudito Husain
ben Alí ben Talhat Er-Rachrayi. Fecha del Manuscrito: 1244 de H. Es-.
critura: Parece copia auténtica de mano del famoso sufi Mohamed B.
Et-Taher El-Cherif El-Harrak, por lo que se lee al final de la obra.
Tercera obra: El Libro de las Cronologías. Es una especie de registro
cronológico de sabios y personalidades del Islam, desde el principio
hasta el final de la sexta decena del siglo séptimo de la H. (658 de H.-
1260 de C.) Termina este Manuscrito con la mención de dos grandes sa-
bios: el erudito Abuhasan El-Ichbili (de Sevilla), que murió a la edad de
100 años, el año 654 de H.; y Abuabdel-lah El-Palenci (el valenciano),
que murió en Túnez el año 658 de la H.
Título: "A1-Uafaiat".
Autor: El-Jatib Ahmed ben Kunfud.
V. — Códice 8.°: Colección de cinco obras. Tamaño pequeño: 17 x 11
1/2. Encuadernado en piel, repujada de color rojo.
Primera obra: Compendio histórico sobre la epidemia de la peste,
los comentarios antiguos acerca de esta enfermedad, síntomas de su
aparición, medidas para evitar el contagio, precauciones que deben to-
marse en la ciudad afectada y con sus habitantes, y algunas fórmulas
medicinales.
Autor: el eminente sabio El-Xej sidi Mohamed Er-Rohuni, falleci-
do en el año 1230 de la H.
Segunda obra: Explicación de las plegarias: Al-Basmala11, , -Miam-
dala: Bismil-lahi Er-Rahaman Ar-Rahim... y Al-Hamdu' 1 ‘_A4ahi
l Rab-Bil,
Alamín... Sus utilidades, dones, Gracias, influencias, e *1" .." • " , A "V>)
efft -N.>
w
0
114 Catálogo de Códices Arabes

Autor: El erudito Imam sidi Et-Taib Ben Kiran (1172-1227 de la H.)


Tercera obra: Al-Cua Almadrika. Las facultades del intelecto: in-
ternas y externas (filosofía).
Autor: El mismo citado antes.
Cuarta obra: Historia y biografía de Abi-Hala El Curaichi, primer
esposo de Jadicha, esposa del Profeta. Comentarios de varios sabios
sobre el tema.
Quinta obra: Muachaat y Poemas místicos del gran sufi sidi Moha-
med El-Harrak.
También contiene otros relatos reducidos, entre ellos uno intere-
sante del xerif sidi Halil ben Saleh El-Halidi, itinerarios de viajes; en
litografía contiene muchas curiosidades.
VI. — Códice 9,°: Título: Tali ul Arnani li Mutali Izzarkani. Un co-
mentario jurídico sobre la obra de Abdel-Baki Ez-Zarkani, (1020-1099
de la H.)
Tema: Derecho musulmán, Escuela Malequita.
Sin tapas; el autor no es mencionado.
VII. — Códice HL": Charchu-l-Lamia. Explicación de la Samia. Poe-
mas en la letra minl, de Yamal Ed-Din Mohamed ben Malek, sobre Mor-
fología árabe. Por el sabio xej Mohamed ben Omar ben Mobarak El-
Hadromi. Caligrafía marroquí, en dos tintas, los textos en rojo y la ex-
plicación en negro. Fecha de la copia: 1262 de la H. Sin tapas.
VIII. — Códice 11.": Colección de Fatuas, jurisconsulto, Derecho, y
sus contestaciones de los doctos a las preguntas acerca de problemas
jurídicos en el Derecho musulmán y en el Orf tradicional. Caligrafía
marroquí, dos tintas. Sin tapas.
IX — Códice 12.°: Tratado de la Limosna legal en el Islam y el Sa-
crificio ritual.
Sin tapa, ni fecha ni autor.
X. — Códice 13.": Charcu-1-Mukaddama AI-Mayradia. Explicación del
Prólogo del Xej sidi Mohamed ben Omar El-Mayradi, sobre las carac-
terísticas de la oración gramatical árabe.
Por el sabio fakih sidi Ahmed Er-Rohoni. (Sin tapas).
XI. — Códice 14.°: Coleción de Actas y formulario notarial. Anota-
ciones al margen.
XII. — Códice 15.°: Obra de Retórica árabe, en tres partes y con-
clusión. Caligrafía clara, en dos tintas, intercala en lila. Los títulos ver-
sos en letras alargadas y en colores. Por faltar hojas, no aparece el nom-
bre del autor ni la fecha. Encuadernación piel, repujada.
Catálogo de Códices Arabes 115

XIII. — Códice 16.°: Tratado de Medicina antigua y Recetas medi-


cinales.
XIV. — Códice 17.°: Tratado Pn verso sobre las facultades de los
Jueces, defensores, testigos, tutores de menores, mandatarios, etc. En
dos tintas. El texto vocalizado con mociones.
XV. — Códice 18.°: Colección de 475 páginas, en planchas litográ-
ficas, de caligrafía artística, formando dos obras completas.
Primera obra: Hachiat Sidi Abdeselam El-Huari ala Charh Abi Ab-
delsoh Et-Taudi. Ala Lamiat Al Imam Abi-l-Hasan ben Kasem Et-Tuyibe.
El texto original en caja y los comentarios en los márgenes de dere-
cha a izquierda unas veces verticales y otras horizontales, siguiendo
siempre la armonía de la posición del texto original y de una forma si-
métrica. Varias anotaciones de los doctos que leyeron la obra.
Segunda obra: Al-Ikd Al-Yauhari fi Charh El-Azhari. El autor es
Ahmed ben Hamdun Es-Salmi.
El texto en caja y las interpretaciones en los márgenes, lo mismo
que en la obra anterior, pero de caligrafía distinta. Termina así: "Ter-
minó la escritura de esta obra en los primeros días del mes de R'bia
Segunda, del año 1294 de la H, el débil siervo de Dios Mohamed ben
Ahmed Es-Sanhayi, que Dios le perdone.
Encuadernación en piel, repujada.
XVI. — Códice 19.°: Copias de dos firmantes: Uno de Al-Hakem
II, nombrando Juez de Córdoba al erudito sabio Mohamed ben Isaac
ben As-Salim, con fecha Lunes mediado el mes de Xaaban del año 356
de la H.
El otro: del Rey de Granada Abu-l-Hachach ben Abi-l-Ualid ben
Nasr, nombrando al docto Xej Abi-l-Hasan ben El Xej Mohamed ben
Al-Hasan, gran Juez de Granada.
XVII. — Dos carpetas de hojas sueltas de obras incompletas, pero
utilizables y de interés.

Esta descripción de códices ha sido hecha


amablemente por el Profesor Alfredo Busta-
ni, del Instituto General Franco para la In-
vestigación Hispano-Arabe, de Tetuán, a quien
expresamos nuestra gratitud.
Piezas califales en Londres
Habiendo fallecido el primer excavador de las ruínas de Medina
al-Zahra, don Ricardo Velázquez, el año 1923, y constituida en Cór-
doba una comisión de cinco miembros de la Comisión de Monumen-
tos para continuar en la dirección de dichas excavaciones, siendo el
que suscribe uno de ellos, me dijo un día la erudita dama cordobesa
Excma. Sra. doña Carmen Martel y Arteaga, Marquesa del Mérito, que
al pasar de prisa por una de las galerías del Museo Victoria y Alberto,
en Kensington, Londres, le había sorprendido una vitrina llena de tro-
zos y piedras labradas del tipo de Medina al-Zahra.
Su salida de Londres al siguiente día no le había permitido pregun-
tar por el interesante lote, que a ella no le podía equivocar por ser el
arte de la ciudad de los Califas cordobeses realmente único, filiable por
cualquier cordobés, y además para ella muy familiar por tener al lado '
su residencia campestre de San Jerónimo, el magnífico convento de la
Sierra de Córdoba, no menos magníficamente restaurado por ella, y muy
estrechamente relacionado con aquel campo de ruinas.
En él se conservó varios siglos el cervato de bronce que se halló al
remover las ruinas extrayendo los hermosos sillares de piedra para obra
del convento, cuyo hallazgo se hizo bajo una pila de mármol lisa que
desde entonces se colocó en el patio de los legos llamado "del cervato",
en el que permanece, por cierto con una copia fiel en bronce del origi-
nal que desde la exclaustración fue traído a Córdoba, en cuyo Museo Ar-
queológico figura como pieza príncipe de la sección árabe.
Me insistía tanto la Marquesa del Mérito en la filiación cordobesa
de aquel lote del museo londinés, que me instaba a escribir al Director
preguntándole los detalles de la adquisición, como así lo hice.
Me aseguraba además, y valga la anécdota, que ello sería debido a
que estarían robando las piezas obtenidas en las excavaciones oficiales,
y vendidas a los anticuarios, y aún me confió que al pasar por Madrid
bajo el influjo de esta preocupación, lo había referido al Rey Don Al-
fonso XIII, dada su-intimidad en el Palacio Real, y el Monarca le había
118 Piezas califales en Londres

contestado que dudaba del robo, porque le constaba que "ahora estaba
aquello mejor llevado".
La contestación del Director del Museo de Kensigton no se hizo es-
perar, librando nuestro espíritu de dudas. Aquel lote de piezas califales
de Córdoba había sido donado por Mr. Hillburgh, a su fallecimiento en
1914, y era producto, con piezas de otros sitios de España, de varias ex-
cursiones hechas por el referido hispanista a nuestro país, en años an-
teriores.
Habida cuenta de que el Estado español no comenzó las excavacio-
nes oficiales en Medina al-Zahra hasta el año 1910, no era extraña la
recogida de piezas en el mercado de antigüedades de Córdoba, puesto
que era libre el recorrido del emplazamiento de Medina al-Zahra y otros
lugares arqueológicos.
En algunas casas de Córdoba se conservan paneles o recuadros don-
de, encastrados con yeso, los trozos de ataurique califal, componen un
adorno análogo al de las fotos que documentan estas líneas.
Renovado nuestro interés por este lote de piezas califales, con mo-
tivo de la visita a Córdoba de Mr. Barnett, del British Museum el año
1963, por su intermedio, y la atenta correspondencia de Mr. J. G. Beck-
with, Deputy Keeper del Departamento de Arquitectura y Escultura del
Victoria & Albert Museum, hemos recibido de éste último una bellísi-
ma colección de fotografías de las piezas que allí se guardan.
Para una somera descripción de ellas, que mejor ilustren las foto-
grafías que reproducimos, lo haremos por separado del lote de capiteles
y de los atauriques.
El lote de atauriques nos informa Mr. Beckwith que está formado
por 72 piezas, de las cuales hay 53 en los tres conjuntos fotográficos
que envía.
Efectivamente son los temas conocidos en el ataurique califal co-
rriente en Medina al-Zahra, de los que hay millares en sus aposentos
ricos en decoración, como fueron en los primeros tiempos de las exca-
vaciones la parte más elevada del palacio, inmediata a la muralla Norte
(el-Ksar al-jlafa, palacio vivienda de los califas), y el gran salón de Oc-
cidente (mayalis al-garbi), excavados ya por Velázquez (véanse sus Me-
morias de Excavaciones de 1912 y de 1923 póstuma), y en nuestros días
el gran salón de Abderrahman III excavado desde 1944 en adelante, al
que por razón de su riqueza decorativa ha llamado Gómez Moreno" el
salón rico" y nosotros no hemos dudado en identificar con la Dar al-
Rafael Castejón 119

Mulk y también Dar al-Uzira (casa Real y casa de los Visires), a tenor
de los relatos de los cronistas contemporáneos.
Sabido es, para quienes conocen Medina al-Zahra que estos trozos
de ataurique, que así aparecen en las excavaciones, son producto del des-

Figura

trozo de los grandes paneles que revestían los muros en las estancias
lujosas, o bien formaban frisos o recuadros bajo los artesonados o en
las puertas, según los casos El intenso aprovechamiento durante varios
siglos de las ruinas de al-Zahra, para extraer los sillares de que estaban
fabricados los muros, daba lugar al destrozo de su decoración, que de-
jaban allí abandonada los depredadores entre los escombros, dada su
gran abundancia.
La restauración que se viene haciendo estos años de la decoración
del referido salón de Abderrahman III o Dar al-Mulk, colocando algunos
paneles que previamente han debido ser reconstruidos en una laboriosa
tarea de case o ensamblaje de estos trozos de decoración, va proporcio-
120 Piezas califales en Londres

nando los abundantes temas completos de lo que en trozos es solo un


puzle atractivo.
El lote de los. capiteles merece una atención más especial, porque
ellos atraen el mayor interés arqueológico en el arte arquitectónico de
los califas de Córdoba, y por ello los iremos señalando individualmente.

Figura 2

El primero (figura 3) es indudablemente el de más bella factu-


ra por su acentuado carácter clásico. Está señalado en el Museo de
Kensihgton con el número 58.717 del negativo fotográfico, y Mr. Beck-
with nos proporciona la referencia de que el Dr. Storm Rice que lo es-
tudió hace algunos años no pudo fecharlo porque la inscripción cúfica
que ofrece en el ábaco está muy deteriorada, sobre todo en su final, don-
de estaría la datación. El Dr. Beckwith lo ha estudiado en una Mono-
grafía del Museo titulada "Caskets from Cordoba", publicada en 1960.
Se da por segura su procedencia de Medina al-Zahra y concuerda
por su clasicismo con las más hermosas piezas del período del gran ca-
Rafael Castejón 121

lifa Abderrahman III. Sigue la línea clasicista que tanto se afianzó en


el siglo IX con las obras de Abderrahman II, en cuyo período se llegó
a copiar, según aseguran algunos arqueólogos, el arte romano clásico,
y si no fuera por la inscripción cúfica que lo corona y las rosetas de

Figura 3

cinco pétalos que lo adornan, herederas de la tetrafolia visigoda, al-


guien incluso dudaría de su autenticidad califal.
El tallado de sus hojas de acanto es de una elegancia admirable, y
recuerda por la valentía de su alzado los buenos capiteles del segundo
de los Abderrahmanes que antes señalamos. Es deseable que se pudiera
interpretar bien su fecha, aunque otros de su misma factura son termi-
nantes en la datación.
Los dos capiteles de las figuras 4 y 5, son bien diferentes, aun-
que se asegura su p - ocedencia de al-Zahra. El núm. 4 es terminan-
te. Ya se apunta la prolija labor de trépano que desmenuza los róleos
de las volutas y los acantos, y dará lugar al tipo que en Córdoba es
llamado vulgarmente "de panal, o de avispero". La macolla sobre el ába-
co es una palmeta de espiguilla, de resonancia visigoda, pero que en-
caja muy bien en este arte califal.
El capitel número 5, de la misma lámina, de forma casi cúbica y
ruda decoración de espiguilla, se podría considerar en principio como
pieza de acarreo en la medina califal y de factura completamente visi-
goda o latino-bizantina, como se decía en la generación pasada. Pero,
122 Piezas califales en Londres

la excavación de la mezquita de al-Zahra, con su colección de capiteles


primitivos y hechura asimilable al mencionado período, hace titubear en
la adjudicación. En cualquier otro lugar que se hubieren hallado capi-
teles del tipo de los hallados en dicha mezquita, acaso el más experto
técnico en arqueología cordobesa, también los hubiera clasificado en
tiempos anteriores a la invasión árabe. Como decimos en otro lugar, el
influjo latinobizantino llega en Córdoba hasta la creación de Medina al-
Zahra, e incluso en tiempos de Alhaquem II, ha sido hallada una peque-

Figuras 4 Y 5

ña ventana en piedra con arco de herradura, enmarcada en inscripción


cúfica, cuya única y rústica decoración es una espiguilla de ascendencia
visigótica contorneando el perfil del arco.
En la figura 6 se ofrece una serie de seis capiteles, de los cuales
cinco son típicamente califales, uno de ellos, el central de la fila bala,
con inscripción cúfica muy deteriorada (no sabemos si habrá podido ser
descifrada). Los cinco, que presentan la típica labor de avispero, son
seguramente califales, y aunque no sabemos si su procedencia es cier-
tamente de al-Zahra, podría serlo por su analogía con otros muchos que
hay en la capital cordobesa, y que indudablemente proceden de alcáza-
res musulmanes de la mejor época del califato, y hoy se encuentran
Rafael Castejón 123

todavía en muchos patios de casas particulares, y en la hermosa colec-


ción del Museo Arqueológico de Córdoba, aparte los innumerables que
fueron vendidos en el siglo pasado antes de ser dictada la Ley de Ex-

Figura 6
cavaciones el año 1911 y disposiciones análogas, que se perdieron en el
mercado de antigüedades.
Como se observa en la fotografía, esos cinco capiteles tienen el tron-
co ligeramente tronco-cónico, a excepción del que tiene inscripción, cuyo
cuerpo es cilíndrico, anunciando los capiteles hispano-árabes del siglo
XI, muchos de los cuales ofrecen típicamente esta característica, no des-
conocida ni mucho menos en Medina al-Zahra, donde todos los capiteles
del salón de Abderrahman III (Dar al-Mulk), son de cuerpo cilíndrico.
Sospechamos que los capiteles cordobeses de este lote pudieran proce-
der de Medina Zahira, la creación amirí, que todavía estan muy repar-
tidos por las casas de la ciudad y es fácil adquirirlos en el mercado de
antigüedades.
Se advierte en este lote que los perfiles generales están muy des-
124 Piezas califales en Londres

gastados, señal de que han sido muy llevados y traídos hasta producirse
ese desgaste típico de las piezas de acarreo, que han sido muy diver-
samente utilizadas, muy al contrario de las piezas halladas en Medina
al-Zahra, donde generalmente las piezas que produce la excavación con-
servan muy vivos sus perfiles, porque fueron enterradas pristinamente
hasta su hallazgo actual.
El sexto capitel del lote, primero de la fila baja, en la serie hispa-
no-árabe se podría clasificar en el siglo IX. Hasta la purísima blancura
de su mármol va muy bien con dicho período, en que todavía quedarían
en Córdoba muchas piezas romanas (columnas, arquitrabes, etc.) de már-
mol italiano, que eran aprovechadas para el relabre. Sin embargo, la sis-
temática de la rica serie española, aparte los sagaces trabajos del maes-
tro Gómez Moreno, todavía no da precisiones en la clasificación, y mu-
chas veces, como antes hemos apuntado, una inscripción terminante echa
por tierra filiaciones basadas en la tipificación, de modo análogo al de
los críticos de arte pictórico del siglo pasado que sufrían graves erro-
res cuando la documentación notarial precisaba autores y fechas.
No hemos querido publicar esta colección de piezas hispano-árabes
existentes en el Museo londinense de Kensington, sin apoyarlas con es-
tos ligeros apuntes, en espera de que un estudio detallado por arqueó-
logos competentes, discrimine mejor la filiación de estas interesantes pie-
zas.

R. C.
Primacía de Córdoba en la
Medicina árabe de Occidente
Por el Doctor Tomaso Sarnelli

Empezamos por Córdoba, que es la metrópoli de todas


las ciudades de España. Quienes la fundaron la establecieron
para la eternidad. Ahmed al-Razi (siglo X). Descripción de
España.
Sin la sed de saber y de comprender de la Cristiandad
occidental, sin su unidad espiritual, sin su libertad de espíri-
tu, sin su fe en la verdad y la gracia, el aporte del pensamien-
to antiguo, judío y musulmán, no habría alcanzado tan her-
mosa fortuna y tan maravillosa fecundidad. Henri Terrasse,
Islam d'Espagne, 1958.

Permítaseme ante todo, interpretando de este modo el pensamiento


de mis colegas médicos, ausentes o presentes, que se interesan por nues-
tros estudios, que me felicite vivamente por la organización de este Con-
greso y especialmente con el P. Pareja que ha deseado incluir en los te-
mas de nuestros trabajos la Medicina árabe.
Siendo cierto que esta es una parte principal e integrante y no mar-
ginal, de la cultura árabe, incluso si ha sido hasta ahora olvidada, sin ra-
zón alguna, en los congresos de orientalistas, que han seguido casi ex-
clusivamente una orientación filológica, filosófica, sociológica, artística,
religiosa, etc., es justo que ello no se continúe una vez más en este pais,
y en esta ciudad de Córdoba, que cuenta entre los más ilustres de sus
hijos de la época árabe a grandes figuras de la Medicina.
Saludamos por tanto con viva satisfacción este signo actual de re-
valorización por parte de los arabistas de una rama tan importante y
vital de sus estudios.
En particular, los médicos occidentales deben alegrarse al vernos
aquí reunidos alrededor del tema de la Medicina árabe, puesto que des-
126 La medicina árabe de Occidente

de el aspecto histórico y científico nos pertenece y nos pertenecerá siem-


pre, puesto que no ha muerto. Por el contrario, vive en nuestra medici-
na, así como no muere, aunque disolviéndose en ella, la sangre de un
trasfusor que pasa a otro cuerpo humano y le devuelve la vida.
También estamos aquí para declara nos sus deudores Como tam-
bién somos deudores a España, este privilegiado pais que ha hecho po-
sible tal trasfusión vitalizadora por la receptividad intelectual y espiri-
tual de su Cristiandad, respecto a las ciencias traídas con la conquista
musulmana, más que por un determinado geográfico, inspirándose en un
materialismo histórico perdidc. Por ello debemos, reconociendo lealmen-
te y proclamando tal verdad, ser felices, pudiendo rendir así un home-
naje de gratitud a esta ciudad, a este viejo corazón de Al-Andalus, de la
España árabe, que nos ofrece, conservaldo celosamente y embelleciendo
sus monumentos —la Córdoba de arquitectura, de García Lorca—, e
inc'.uso desvelando otros, el ejemplo más emocionante de lo que puede
el amor a la verdad, la belleza y el caber, contra todas las hostilidades
y dificultades y por cima de todas las diferencias humanas.

Entre los esplendores de Córdoba, un tardío y nostálgico evocador,


al-Maccari, del siglo XVII, señaló como es bien sabido, la inmensa ri-
queza en libros que poseía y el gran amor que por los libros sentían los
cordobeses: "Córdoba es la ciudad donde se encuentra, más que en nin-
guna otra parte de España, la mayor cantidad de libros, y más que en
ningún otro lugar, quienes aman fervorosamente las bibliotecas".
Y con más énfasis, destacó otros versos famosos: "Por cuatro cosas
se levanta Córdoba sobre todas las grandes ciudades del mundo: el
puente sobre el Guadalquivir y la Gran Mezquita son dos, la tercera es
Madinat al-Zahra; pero la ciencia de sus habitantes, que es la cuarta, es
la que alcanza mayor valor".
Hay que hacer notar que entre la masa de libros compuestos en
Córdoba, bien por cordobeses nativos, o de origen familiar, por educa-
ción o elección, abundaban las obras de Medicina. A causa de ello, —y
porque los libros tienen un valor indicativo de la altura de los indivi-
duos o de los pueblos que los producen—, he querido buscar entre los
que nos han sido conservados, aquellos que me autorizasen a medir el
nivel alcanzado por Córdoba en el campo de la Medicina, con relación
a las restantes ciudades del Andalus, y también la proporción de este
con el resto del mundo árabe.
Siguiendo esta línea de investigaciones he examinado diversas dis-
ciplinas médicas, propedéuticas y fundamentales, y cada una a través de
Tomaso Sarnelli 127

la obra más representativa de su desarrollo, a saber: la Anatomía, la


Medicina general, la Cirugía, la Oculística, la Obstetricia y la Pediatría,
la Farmacología y las Ciencias Naturales subsidiarias.
Para la Anatomía recordará, aunque no sea un tratado aparte, ais-
ladamente, la que se encuentra en cada sección o capítulo principal del

Página del Libro de los Medicamentos simples


de Ahmed el Gáfequi, que representa el Dar-
xisxagan (Ginestra spinosa).

Kitab al-tasrif agaza an al-talif), el "Libro de la acción", (de los


que son capaces de componer alguna obra), de Abu-1-Qasim al-Zahrawi,
nuestro Abulcasis, del siglo XI; y en el Kitab al-kuliyyat fi-l-tebib, o
"Libro de las Generalidades de la Medicina", latinizado en "Colliget",
de Ibn Rusd, Averroes, del siglo XII, quien nos advierte que es posible
aprender la Anatomía, por vía de "el sentido", bi-1-hiss, y de la "obser-
vación prolongada", tul an-nazr, exaltando el valor moral y no solamen-
te práctico de la ciencia médica, con la célebre sentencia, no pronun-
ciada jamás en ningún otro lugar de Oriente ni Occidente, y que inclu-
so todavía hoy nos llena de admiración y estupefacción: "Quien se de-
dica a la Anatomía (¿quién practica la disección?) ve crecer en sí
la creencia en Dios". Digno de toda nuestra atención es el estudio de
128 La medicina árabe de Occidente

F. Rodríguez Molero, aparecido en 1950, sobre "La originalidad y el es-


tilo de la Anatomía de Averroes".
Recordaré también un poema didascálico, Al-Mudhaba, "La Dora-
da", de Ibn al-Munasif al-Azdi al-Qurtubí (el Cordobés), el cual está
consagrado solamente a la morfología, en su parte dedicada al halq al-
'insan, la "formación" o "estructura del hombre", aunque juzga el emi-
nente P. Peñuela, que le ha hecho una sabia edición crítica, que es el
mejor escrito en la materia sobre todos los demás aparecidos en el mun-
do árabe en todos los tiempos, que son muy numerosos.
En Medicina General (Patología, Clínica y Terapéutica), mencionaré
la del mismo Ibn Rusd, Averroes, el más grande de los médicos del Oc-
cidente árabe, que puede ser considerado como la suma y modelo de ex-
posición de todos los conocimientos del Oriente y Occidente islámicos
sobre esta vasta materia. Es el ya citado Kuliyyat, sobre el cual acabo
de saber que se trabaja activamente en Granada y precisamente por el
P. Rodríguez Molero, que es también médico, quien nos prepara un es-
tudio analítico sobre la patología de Ibn Rusd„ que esperamos ansiosa-
mente.
También en el campo de la Medicina no debemos olvidar la gran
autoridad que gozó en la Edad Media el precitado Tasrif, de al-Zahrawi,
que también espera ser estudiado a fondo. (Permítaseme, aunque se trata
solo de una curiosidad bibliográfica, que señale la existencia en el Insti-
tuto Universitario Oriental de Nápoles, de una copia árabe, del siglo
XVIII, del primer libro de esta obra, que yo encontré en el Yemen en
1932).
Para Cirugía General, puesto que la especial es tratada en los libros
o capítulos que tratan de las diferentes especialidades, hay que referirse
al opus magnum de al-Zahrawi, la Maqala fi amal al-yad, o "discurso" o
"Tratado de Cirugía", que es la trigésima y última parte de su Tasrif,
circunstancia que bien tuerce ser comentada, pues toca de cerca la ética
quirúrgica y el eterno y siempre actual dualismo entre la Cirugía y la
Medicina. Por el momento me limito a señalar que este tratado, traduci-
do al latín, sirvió de base exclusiva en la preparación teórica y técnica
del italiano Lanfranco de Milano, profesor de Cirugía en París en el si-
glo XIII, quien, según expresión de Portal, historiador francés de la Me-
dicina, sacó "la cirugía francesa de la barbarie".
En Oculística, vemos aparecer en el siglo XII, el Kitab al-mursid fi
l-khul, "La Guía de Oculística", del cordobés Muhammad al-Gafiqui, que
ha sido parcialmente editada, traducida y comentada por el ya desapare-
cido Max Meyerhof. Yo he tenido ocasión de llamar la atención, en la
Tomaso Sarnelli 129

Enciclopedia del Islam, sobre el mérito de este libro, modelo de exposi-


ción en la materia —lo que vale más que cien descubrimientos—, que
sobrepasa precisamente en su asspecto metódico y cultural, la famosa
obra del iraquí Alí ben Isa, del siglo X, quien fué la mayor autoridad del
ramo en Oriente durante siglos, y también en Europa, cuando fué tradu-
cido al latín.
En Obstetricia, con Puericultura y Pediatría, otro polígrafo cordo-
bés del siglo X, renombrado por su inmensa erudición, Arib Ben Said
al-Qurtubí, nos dejó un Kitab halq al-ganin wa tadbir al-habala wa'l-maw-
ludin, "El libro de la generación del feto y el tratamiento de las mujeres
encinta y de los reciennacidos". Ha sido juzgado por Henri Jahier, pro-
fesor en esta materia en la Facultad de Medicina de Argel y fecundo
arabista, como el mejor de los tratados especialistas que hayan apare-
cido en el mundo árabe y en la antigüedad. Nos ha dado una hermosa
edición en colaboración con el profesor Nureddin. Este autor hace notar
que desde que se escribió tal libro, ha sido p-eciso esperar cinco siglos
en Europa para ver aparecer una obra parecida, como "El Jardín de las
Rosas" de Eucaire R"osslin.
En cuanto a la Farmacología, que es "una de las glorias de la cien-
cia médica entre los árabes" (Meyerhof), es a un médico y botánico de
Córdoba, nacido p - obablemente en el Valle de los Pedroches, al norte
de la provincia, a quien pertenece el mérito de habernos dado el mejor
tratado en la materia aparecido en la Edad Media, tanto en el mundo
árabe como en Europa. Considerado como perdido durante siglos, el
Kitab al-adwiya al-mufrada, "El libro de los medicamentos simples", de
Abu Chafar Ahmad al-Gafiqui (siglo XII), a quien se le ha llamado mo-
dernamente "el más ilustre farmacólogo del mundo musulmán", solo era
conocido por un resumen hecho en Siria —y esta vez era Córdoba la que
alimentaba la llama del saber farmacológico en Oriente—, resumen que
había sido traducido, incluso impreso en latín, en Europa.
Pero, según tengo escrito varias veces y comunicado al Congreso de
Orientalistas de Cambridge en 1954, y al de Historia de la Medicina de
Madrid en 1956, yo tuve la suerte tras largas y desfallecedoras búsque-
das, de encontrar en Trípoli, de Libia, en 1952, el texto completo de esta
obra. Con reproducciones fotográficas se prueba la identidad e integri-
dad del libro, en realidad de una copia, que se habría hecho en España
probablemente, o en Túnez, en el siglo XVI o en el XVII, de cuyo último
pais tengo razones que me inducen a pensar que procede, y cuyas repro-
ducciones ofrezco aquí a los congresistas.
Desgraciadamente no me ha sido posible rendir hoy a Córdoba el
130 La medicina árabe de Occidente

inapreciable servicio de traerle la obra de su ilustre hijo. Solo me resta


esperar —contra spem spe ans— que gracias a la cooperación internacio-
nal que invoqué, hasta ahora en vano, en Madrid y en Cambridge, esta
copia pueda ser confiada a mis estudios, una vez sacada de manos de
gentes que no pueden darse cuenta de lo que son 'as altas y puras exi-
gencias de la ciencia.
En lo concerniente a la Botánica, la Agronomía y la A -boricultura,
recordaré que los escritos sobre estas materias subsidia ias de la Farma-
cología, fueron más numerosos en Córdoba que en parte otra alguna del
Andalus (España árabe).
Pa a la Zoología, un libro de Ibn Rusd, el Kltab al-hayawan, "Libro"
o "Historia de los anima'es" (comentario de la célebre obra de Aristó-
teles), ha llegado hasta nosotros en versiones hebráicas, y ello me pro-
porciona la ocasión de informar que recientemente me he podido asegu-
rar que en la Universidad de Pádua se ha conservado siempre, tras pe-
queñas dificultades causaras por la última guerra, el manuscrito original
de una versión latina, hecha en El Cairo en 1554, del primer libro de la
obra antes dicha de Averroes, único que conocemos, y que permanece
inédito. Acompaño igualmente una fotocopia que hice en 1940, del incipit
o comienzo del libro.
Para la Mineralogía, por último, debo mencionar al polígrafo al-Ma-
gerití, "el Madrileño" (siglo X), a quien llamó Usaybía "de la gente de
Córdoba", autor de un libro del que se conoce solo el título mencionado
por Wüstenfeld, Liber de lapidibus pretiosis.

Permítaseme ahora adelantar mis ideas sobre las obras de los cor-
dobeses que acabo de examinar rápidamente, las cuales, en su conjunto,
con las primacías particulares que representan, nos comprueban que Cór-
doba estaba a la cabeza en el dominio de las ciencias médicas, con rela-
ción a los restantes centros culturales del Andalus, que también tuvieron
médicos y sabios ilustres. (Bastaría solamente recordar a Ibn Bagga y al
israelita Ibn Biklaris, de Zaragoza; al-Becri, de Murcia; Abu Salt, de De-
nia; Ahmad ben Hasan, de Granada; Ibn al-Baitar, de Málaga; los Beni
Zhur, Ben al-Awan, Ibn ar-Rumiya, Abu-1 Abbas, al-Ixbilí, de Sevilla, etc.)
Esta primacía, que comprende el Andalus entero, se confirmará con
el tiempo, cuando sean conocidas nuevas obras de cordobeses, aunque en
el estado actual bastan las conocidas obras cordobesas, junto con las del
resto de España para asegurar que se trata de un fenómeno histórico y
cultural de excepcional importancia, sobre todo para los europeos, que se
impone a toda consideración, a saber: el refinamiento y perfeccionamien-
Tomaso Sarnelli 131

to que la medicina árabe ha alcanzado con su tagriba, al pasar a Occi-


dente, al Andalus, fue aquí, y lo confirmo una vez más, donde alcanzó
la altura de los grandes hechos del espíritu, tanto por las reacciones del
substracto étnico como por la inflencia del profundo sentido moral de
los médicos hispano-árabes de gran ciencia y tekhné. Por las mismas ra-
zones, la medicina árabe se hizo más asimilable para nosotros y pudo
pasar en masa de la himaya, "protección" de los musulmanes a los cris-
tianos, una y otra iluminadas por la misma charhas. Un hecho maravi-
lloso se revela así a los ojos de la humanidad. Musulmanes y cristianos

1.11-11)
3
•-

1>111.,0191!;;;;159.-táj \¿-•

;;Js.,‘• 2;4.(t.">
%.);*&,}51•3);'1.1 111
,J4/51&..5 .
.1001~7**1"-r1 ; 54:.1"941
•14 k■ It,t2),!')

á4
, 4:7t:31,1

t .

Plígina de la Guía de Oculística de Mohamed el


G a feq ui, traducida parcialmente por Mcycrhof.

se han combatido y luchado encarnizadamente, sosteniendo y defendien-


do los estandartes de sus religiones, pero en nuestro caso, la común re-
ligiosidad y la misma concepción original, cimiento de la Medicina —una
de las "dos ciencias", la del cuerpo, siendo la otra la del alma, la reli-
gión, para unos, y la "hermana de la caridad" para otros— les encontra-
ban en el mismo camino, recitando el mismo acto de fe, y el filtraje fué
tan posible que ha continuado a lo largo de los siglos.
Al islam y el cristianismo al mismo tiempo, debemos la floración y
132 La medicina árabe de Occidente

fructificación de este árbol ibérico, cuya "savia alimentó las raices orien-
tales", y que había de revelarse tan útil y bienhechor para Europa y el
mundo entero. Negar esta verdad bipolar y terminante sería desconocer
una de las páginas más gloriosas de la historia de nuestra religión.
Todas estas evocaciones y reflexiones quedarían estériles si dejaran
de animarnos en la persecución del fin propuesto. La necesidad de un es-
tudio indicado, extendido a toda la órbita árabe, nos recordará la obli-
gación que tenemos todos, árabes y arabistas, de consagrarnos a ello, si-
guiendo métodos renovados a fundamentis, pues este inmenso campo
que solo conocemos en una décima parte, presenta todas las dificultades
propias de los territorios inexplorados, surcado de errores inveterados y
rancios lugares comunes, y en el que se oyen palabras de desvalorización
preconcebida unida a una abrumadora tautología, despreciados por cier-
tos historiógrafos desdeñosamente lejanos de la cultura árabe y penosa-
mente prisioneros de la retórica del helenismo y la latinidad.
Semejante estudio, profundo como debe ser y extendido a todos los
países del mundo cultivados y no solamente a los de la diáspora árabe,
puede dar lugar a reencuentros colaborativos, intelectuales y espirituales,
mucho más fecundos que los basados únicamente en intereses materiales,
como sucedió entre el mundo islámico y la Europa ya unificada por el
Catolicismo en la Edad Media. Pero eso no será posible jamás sin la exis-
tencia de un centro único que la dirija y coordene las líneas de acción.
El lugar más apto a este fin —estoy convencido de ello hace tiem-
po— solo podrá encontrarse en los paises que bordean el Mediterráneo,
centro antiguo, eterno e irreemplazable, de confluencia de diferentes civi-
lizaciones, que solo podrá preparar el porvenir de la Civilización. Vive
el nacimiento, el desarrollo admirable, la circulación y la irradiación de
este fenómeno mediterráneo por excelencia que fué la Medicina árabe
antes de convertirse en fenómeno mundial.
¿En Salerno, por ejemplo, —y en esto yo no querría estar dominado
por un encendido amor a mi tierra natal, la Campania—, donde tal Me-
dicina, aun siendo la de los temidos "sarracenos", jugó un papel europeo
de primer orden, y donde por las necesidades de una colaboración lin-
güística, se podría aprovechar la p oximidad del Instituto Oriental de Ná-
poles, el más viejo de Europa? ¿O Córdoba, tan famosa por sus grandes
médicos, donde, gracias a sabios iluminados, guiados por un Castejón,
biólogo y humanista con alma de artista, florecen las iniciativas destina-
das a hacer revivir las soberbias tradiciones locales? O bien, en una ciu-
ded del mundo musulmán moderno, como Túnez, encrucijada entre Orien-
te y Occidente, tan cercano a Europa y tan vecino de Al-Qayrawan (Cai-
Tomaso Sarnelli 133

ruán), la fuente de una alta tradición médica norteafricana y asiento de


la triada célebre formada por Ishaq ben Inram, Ishaq al-Israilí y Ibn
al-Gazzar?
Sea lo que fuere, es preciso comenzar, moverse, trabajar. Movimien-
to y acción son más que necesarios a nuestros estudios. "La vida de la
ciencia está en la acción". "La ciencia sin acción es como árbol sin fru-
to". Son frases de la vieja sabiduría que habla con palabras siempre ac-
tuales.
El movimiento, y bien vale la pena insistir en ello y remacharlo, re-
sultará bienhechor también para nuestras relaciones con Oriente. Un gran
europeo, Goethe, lo había presentido:

Sinnig zwischen beiden Welten


Sich zu wiegen lass'ich gelten;
Also zwischen Ost und Westen
Sich bewegen sci's zum besten.

Nosotros también, médicos occidentales modernos, para reparar nues-


tros errores pasados y evitar los nuevos, y para progresar, debemos mo-
vernos, pero no solo hacia el futuro, sino también hacia el pasado, para
escuchar sus enseñanzas. No se trata, entiéndase bien, de intentar reflo-
recer las cosas marchitas, ni adoptar cuerpos de doctrina obsoletos —aun-
que estos se aproximen con frecuencia de modo sustancial a muchas de
nuestras concepciones "modernas"— sino aprovechar los durar aI-kihma,
"pequeños granos de sabiduría", que se encuentran con tanta frecuencia
al hojear las páginas amarillentas de los médicos árabes de antaño. Nues-
tra Medicina, indudablemente en crisis de desorientación y deshumani-
zación, amenazada por el industrialismo, la propaganda monstruosa y la
fiebre de éxito en el interior de los laboratorios, pero sin un solo cabello
de enfermos, tiene fuerte necesidad de ello.
Formulemos por tanto tales esperanzas en el fondo de nuestros cora-
zones, lugar donde las buenas ideas hunden sus ralees. Y cuando en esta
encantadora ciudad, donde respiramos el mismo ambiente que respiraron
aquellos grandes médicos hispano-árabes, y donde habremos rezado se-
guramente en los mismos lugares donde ellos rezaron, a su manera, a un
solo Dios, y volvamos a nuestros paises, podremos repetir, con la satis-
facción del deber cumplido, las nobles palabras con las cuales Ibn Gulgul
(Aben Cholchol), el médico del último Califa Hisam, terminaba aquí uno
de sus libros, hoy perdido: "Dios, en su bondad, me ha dado los medios
para realizar mi deseo, que era el de hacer revivir una materia (la cien-
134 La medicina árabe de Occidente

cia de los remedios) de la que yo temí que su conocimiento se hubiera


perdido y con ella las ventajas que deben extraerse para la salud de la
Humanidad".
Roma, 1962. Tomaso Sarnelli.

Addenda.
Durante la impresión de estas páginas he leido en "Hespéris-Tamu-
da" (vol. II, fasc. I, 1961, publicado con retraso en 1963) un artículo del
Sr. Rector de la Universidad marroquí, dando dos noticias muy impor-
tantes para la historia de Córdoba médica.
La primera se refiere a la existencia en la Biblioteca General de Ra-
bat, del "primer libro" descubierto en Tamagrout por S. Kettani, del
Kitab al-adwiya al-mufrada de Ahmad al-Gafiqui. Este "primer libro" co-
rresponde con toda posibilidad a la "primera parte", algaz al awwal, (en
realidad un poco más del primer tercio), de la misma obra conservada en
la Osler Library de la Universidad de Montréal (Canadá), y de la cual se
puede hallar un microfilm completo en el Instituto de Cultura Hispano-
Arabe de Madrid, al que me fué grato ofrecérselo en 1956.
La segunda noticia es de aquellas que se exagera llamándolas emo-
cionante. Se trata del descubrimiento hecho en Marruecos, —no sabemos
el lugar ni la fecha— de un poema médico, conservado ahora en la mis-
ma Biblioteca de Rabat, que hasta aquí era completamente ignorado por
los bibliógrafos antiguos y modernos tanto de Oriente como de Occiden-
te. Este poema, que tiene el título Ragaz tawil fi 'ilm altibb, cuenta "más
de siete mil versos".
Esta inmensa obra didascálica, sin duda la más extensa de toda la
literatura árabe de su género, fué compuesta entre los siglos XII y XIII
por el gran médico y filósofo, guadijeño de nacimiento, pero cordobés de
elección, Muhammad ben Abi Bakr ben Aderrahman, ben Tufayl al-Qaysi.
Es decir, es el mismo Ibn Tufayl, amigo y colega en la corte de Yaqub
al-Mansur, de Averroes, y el maestro, con este último, de Maimónides,
cuyo renombre más imperecedero se lo concedió su célebre obra Risalat
Hayy ben Yaqzzan.
De este último descubrimiento en particular debemos extraordinaria
gratitud a la nación marroquí, pues ha sido ella la que gracias a su gran
amor al libro, ha salvado esta preciosa herencia que le había legado el
Andalus. Ello constituye un mensaje que comprueba una vez más la uni-
dad cultural y espiritual de los "barrayn", un reflejo más del destello del
gran siglo almohade, el más mediterráneo por ser el más africano y el
más europeo de todos los siglos de la historia cultural árabe de Occiden-
Tomas() Sarnelli 135

te; un anillo más, en fin, que viene a unirse a la brillante cadena de las
primacías de Córdoba que he tratado de evocar en las precedentes pá-
ginas. T. S. (febrero, 1964).

N. R.—Remtimos al lector erudito al original de este artículo, pu-


blicado en francés en Actas del Primer Congreso de Estudios Arabes
e Islámicos, Córdoba, 1962, editadas en Madrid por el Comité Perma-
nente del mismo, en 1964, y en cuyo original se contienen reproduccio-
nes fotográficas referentes a la portada de la obra original de al-Gafiqui,
descubierta por el autor en Libia de Trípoli el año 1952, y en la que se
lee: "Esta es la cuarta parte de ocho sobre medicina"; otra foto del as-
pecto del libro entero posiblemente de encuadernación española; una ter-
cera que confronta el mismo capítulo que trata del Dulb (Platanus orien-
tales, L.) en el manuscrito de Montreal, en el resumen oriental de Bar-
hebraeus (edic. Meyerhoy y Sobhy Bey, Cairo, 1938), y en el manuscri-
to de Trípoli; una cuarta, también comparativa de un fragmento del final
del manuscrito de Montreal y de Trípoli; un cuadro con las equivalen-
cias de los dos alfabetos árabes normal y abgad, tomada de Renaud y
Colin; otra foto del inicio del manuscrito del siglo XVIII de la gran obra
del Zaharawi (Albucasis) Kitab al-tasrif, hallada por el autor en el Ye-
men y conservado hoy en el Instituto Universitario Oriental de Nápo-
les (Colección Sarnelli y Etnoiátrica); y una última foto del manuscrito
que contiene una copia latina, hecha en El Cairo en 1554, conservada
en el Instituto Botánico de la Universidad de Padua, del primer libro
del Kitab al-Hayawan, de Averroes, y que reproducimos juntamente con
esta traducción, en la página siguiente.
- - _
SI S as
1 C?Rifib'Ll:IZ
INIALIEVS IBER P11114vs
ROLELnko Auktos -ri com. Id:picor,- ► iosoyHo Isrannurk.
, Nati cvu tialiAre 14 nuo r$1 ,1050100 • Cal» A3Cfn9
411• UVI-
P Roolmnim
\ \•
it.4.< p, (15C je*"0,« tht,d 40.7'it:42f, .ff 117,),PM/ Pf.r7fteff¿láLispNYIX1/9•4,

1
1
m iiry.". risefl.«4, -q7+
.
7/44`nrif , ••••••04*•% 4rtt'r plA ~Pie" .;)%...httiati~
, vial,¿ / xmilibiroimo‘ e.J4,
1
t~1i,5 thtiA4: kooal ;41 14:A4' Id 12.4~44i-¿"4

(' ' 6, 14 '47,19$ <mi*


i .„ .. ,, ,s-
,. ,
)-1(4 Frt-i*,9) -or kti:P • 4 , i,..< .J.,,,,,,,,,I,„<,,,„ ,4:,„....,
,„,,,,,,, ,,,,„„,,..‹,, („,..,, ,, ),44,4, ,, „I., MIxiíst-ioN44cr , 'ihm,

f.119444~,-.44 út«.4'014.
..
4.14..114, ~1. lo 1'41 . 414 791~1 I f 1).44- 4-:44 si**444‘4*
i
44•Whit/0 ' S414441 44.~4 ,44, OttlYliind ~ff ,Ns*J
,4*: 7.4‘y outy..it. „44Z. (

'u 7.4,,,„,,,L,
,. .i,;//„„r, ./0„„,,,,,„,, , T41.., ,,, -e„».1 /..i, ,,,,:41 ,,,,..,0,,,,...„ t„,, J,.._
.,,,,, , ,.46 1
-,fge 1..«.40 ~'~i)...;-• , _ - -44, 4',. r fri4,.. s 4J arce
. ivp.,,,;4470444, .e■zebt..,,h; ,-- ,9" Or4.11.1 /zu,"0/ fAilt ,
vb leu4i4.irdt '
. l;
tori.e;",;4 ffinnerte:114hfr
i 4~44**
S 1
~4.4"4" •• • tik«
1.4,
• (' - liburi"
. • ' A; liAlp
‘ 4.
fi.r.ífri;,,,,;(....3, 1~."1.••~4.,;,14"„ev„.4,4;,„„ 1 ,.. #. .. ...:
. a.t,t 4,,j,,, oe)/4.0Iiv;# .tiq -,m-Pe, glovritojep ,•. ‘. ,
74 " .
41,1(144,1tiP; ,14.554 .4› O-75,1‹44.
, 1" ,41-*'14'pjfil /#}~
... 4 0 , P •tIjk.4.4.

eljAjOr#,VVZ:éli, r"‹ 1 t , 4f- kaV


,, Pu ' ,I 7>$0.,_it Jpeut41)1/ ».::41L,

A.)-1‹ .,i-uf-, 4.6, .,..:ww. .‹..., :)„,,,,zypy., ,


-~<50, ytát ,~,„„,,
"Ad
1 í
.e,>«,f f; sew 14-tt-t
• .11-11 W1 1'1.1
-~,4-ci: 7,,
> ,,, ■al
. '
)91, , dí' j. 0714
,,,.c),.,. „, ,4.1..ir As /,o

9,,z11.,~14-4, ' 't ,, • ri,"'! o,


iSfr"‘ • .k.,r ( .<,.0 .-xpe~,,k# ,10 :t4,14.
" '.. /107,4904
.
td...ft:rwm tpr 12.4Y'
1 (.4~• Jr.4 *Iti< it,I.ip 1,..,
1""
Los monumentos árabes de Córdoba
LA GRAN MEZQUITA ALJAMA
(Monumento Nacional en 21 noviembre 1882)

Bajo la dirección del Arquitecto de la Zona Artística don Félix Her-


nández continúan los trabajos de conservación de la Mezquita cordo-
besa.
En estos años 1963-64-65, los trabajos principales continúan reali-
zándose en las techumbres, en las que se siguen sustituyendo gruesas
vigas de madera por otras de cemento armado, con objeto de dar ma-
yor solidez a las cubiertas y precaver incendios.
También se ha continuado en estos años la sustitución de las losas
desgastadas del pavimento de la lonja del Patio de los Naranjos con
otras de caliza muy compacta procedentes de Porcuna.

Detalle de un ángulo del interior del mihrab de


la Mezquita de Córdoba. — (Foto Zurita).
138 Los monumentos árabes de Córdoba

MEDINA AL-ZAHRA
(Monumento Nacional en 12 Julio 1923)

1963. Con la consignación anual de 400.000 pesetas se continuó en


este año la restauración del salón real o de los visires (Dar al-mulk, Dar
al-uzira), llevando adelante la paciente labor de recomposición de los
atauriques que forman los grandes paneles decorativos. También se han
podido colocar algunos arcos decorativos en la nave delantera y en las
laterales, fáciles de ubicar porque una vez recompuestos en el suelo y
conocidas sus medidas se halla pronto el hueco a que pertenecieron por
la diferencia de ancho que tienen casi todos los vanos de este salón, lo
que permite una pronta identificación de lugar.
También se ha terminado en estos años la colocación de las colum-
nas completas, con fustes nuevos del mismo mármol de procedencia ori-
ginal (rosado de Cabra y azulado de Córdoba), lo que ha permitido eli-
minar los sostenes provisionales de ladrillo que apeaban las arquerías, y
que venían apareciendo en reproducciones propagandísticas y turísticas,

Arquería central del Salón Real, en 1964.


Los monumentos árabes de Córdoba 139

de modo extraño a la vista. Ahora aparece ya el salón con toda su ele-


gante profundidad.
Estos últimos capiteles y basas han sido vaciados en cemento blanco
sobre los originales, aduciendo el restaurador que la copia en mármol no
se obtenía con la fidelidad deseada.
La arquería interior de ingreso a la nave central, con sus tres arcos
fué definitivamente montada, así como las dos laterales.

1964. El gran impulso dado a Medina al Zahra el año 1964 ha sido


debido a la compra de un buen lote de terreno por el Estado, para llegar
un día a la adquisición total del recinto amurallado, y consecuentemente
a una mayor consignación para excavaciones también.
El terreno adquirido ha sido próximamente un gran rectángulo que
forma el Nordeste de la medina, desde el actual campo de excavaciones,
adquirido por el Estado hace años, hasta el límite oriental dentro todavía
de la finca llamada Córdoba la Vieja, y desde la línea norte de la cerca
en este sector, hasta una línea paralela y meridional que sensiblemente
pasa por bajo la gran terraza meridional, y corta oblícuamente hacia nor-
deste hasta llegar a dicha cerca oriental. Este terreno ocupa unas treinta
fanegas del marco de Córdoba, que equivalen a 18 hectáreas aproximada-
mente. El Estado ha pagado por ellas 2.225.000 pesetas.
En este lote o sector de terreno están comprendidas las partes más
nobles e interesantes de Medina al-Zahra, como son la dicha azotea me-
ridional (satih al-qibla) o gran terraza en cuyo centro aparecen los mon-
tículos que ocultan la ruina del pabellón meridional llamado en las cró-
nicas indistintamente Dar al-rujam y también Dar al-chund, que ha sido
excavado el año 1965, como diremos más adelante.
Quedan igualmente comprendidos en ese terreno las ruinas de la mez-
quita, y de los dos grandes salones, el central o dorado, y el oriental o
al-munes.
Lógicamente el máximo interés se dirigía a la mezquita y así la cam-
paña del año 1964 se dedicó íntegra, con una consignación de 2.000.000
de pesetas, a la excavación del interesante monumento, cuyas medidas
constan en los autores árabes, así como la fecha terminante de inaugu-
ración de trabajos, el día de la primera oración, muchos de sus avatares
históricos, y por fin la fecha de su destrucción en el asalto brutal de los
berberiscos en 1010.
La campaña de excavación, iniciada en abril de 1964, y terminada
en líneas generales en el mes de julio, aunque luego han continuado mu-
chos trabajos excavatorios de detalle, mostró la planta de la ya supuesta
140 Los monumentos árabes de Córdoba

y descrita mezquita de cinco naves, patio y alminar, todo ello tan des-
trozado y casi pulverizado como es corriente en este campo de ruinas,
pero suministrando los elementos precisos para permitir un detallado
estudio arqueológico y una restauración total en su día.
La Dirección General de Bellas Artes envió para este trabajo ar-
queológico al especialista don Basilio Pavón Maldonado, quien asistió
diariamente a los trabajos de excavación, recogiendo celosamente datos,
dibujos y fotografías, que le han permitido redactar una extensa memo-
ria, publicada entrado ya el año 1966 por la dicha Dirección del ramo
(1) con el número 50 de la serie oficial de excavaciones nacionales y a
la que remitimos al lector.
Por nuestra parte, y para dar contemporaneidad al acontecimiento
feliz dentro de la historia de Medina al-Zahra, damos más adelante un
somero estudio analítico de dicha Memoria, y alguno de los artículos
publicados en prensa local, que solo tienen el mérito antedicho de ha-
ber sido escritos bajo la impresión de los hallazgos excavatorios.

1965. Se ha dedicado principalmente por el arquitecto director de


las excavaciones, a descubrir la planta del pabellón central de la azotea
meridional, que antes mencionamos, a prolongar hacia Poniente el pa-
sadizo o corredor abovedado que Velázquez Bosco llamó "paseo de ron-
da bajo" con cuyo nombre figura en los planos hasta ahora publicados,
y que corre entre fuertes amurallamientos y a iniciar la excavación del
perímetro amurallado que contiene la dicha terraza o azotea meridional.
El pabellón centralde la azotea meridional es el que llaman los his-
toriadores árabes indistintamente Dar al-rujam o Casa de mármol, por
su abundancia en tal material (unos dicen que estaba revestida sus pa-
redes de mármol blanco, otros que todo el pavimento de la gran terra-
za era de mármol) y también Dar al-chund o Casa del Ejército o de la
Milicia, porque en sus puertas se sentaba el Califa a presenciar los ejer-
cicios militares en el llano.
Ha aparecido tan destrozado como todas las demás edificaciones de
Medina al-Zahra y aún más, tanto porque su construcción debió ser
muy aérea y por tanto tan frágil, como por su destacada situación, que
le hacía objeto de todas las depredaciones. También como es usual, se
ha podido salvar sólo el plano de planta y aún esto con dificultad. Los
muros arrancados hasta el cimiento, han proporcionado entre los escom-
bros el confuso puzle de trozos de ataurique allí clásico.
Compuesto de tres naves, ha debido apresurarse la restauración de
las grandes losas de mármol de su pavimento, imitadas de cemento blan-
Los monumentos árabes de Córdoba 141

co, para aprovechar la caja de las originales desaparecidas, que aparecía


con fuerte impronta. En cada uno de sus frentes tiene una alberca, inclu-
so en el norteño que lo separa de la gran alberca del salón real. Todo su
contorno está recorrido por una reguera pintada de rojo, continuación de
las que bordean la lonja del frente del salón real.
De su frente meridional parte el camino o calzada hacia el sur, se-

Arquería del Salón Real.

guramente en busca de la gran puerta de entrada a la medina (la Bab-al-


cubbá o Puerta de las Bóvedas) y está formada por un enlosado central
de sillares calizos deleznables bordeado por las dos regueras o acequias
que desde la lonja del salón real han venido bordeando la edificación de
este pabellón central y siguen abajo a lo largo de esta calzada principal
de entrada.
Se han hecho exploraciones a lo ancho y largo de esta terraza meri-
dional, que han dado muros inesperados, un pasadizo que debió ser abo-
vedado en su costado de poniente y luego condenado, porque está tapia-
142 Los monumentos árabes de Córdoba

do en su extremo, y que el arquitecto ha excavado meticulosamente e in-


cluso restaurado, y otros detalles menores.
Se ha proseguido la excavación de la muralla de contención de esta
terraza meridional, y se ha empezado a excavar, en el costado oriental
de ella, el fuerte corredor o sabbath clásico, cortado por puertas encon-
tradas, seguramente abovedado originalmente, que conduce a la mezqui-
ta, pero cuyo exacto trazado es muy difícil de reconstruir por el lastimo-
so estado de destrozo en que se encuentra.
La labor de 1965 se ha completado continuando el montaje de la de-
coración en el salón real, continuando igualmente la línea de amuralla-
miento que envuelve ese fuerte corredor que se llamó paseo de ronda
bajo, y descubriendo la caldera del baño o hammán que termina hacia
oriente la serie de habitaciones o dependencias que forman línea con el
propio salón real de Abderramán III, muy aludidas por los cronistas con-
temporáneos con el nombre genérico de fuslán o dependencias.
Esta ha sido muy en líneas generales la labor hecha en este último
año al que alcanza nuestra publicación.

( I) Excavaciones Arqueológicas de España. 50. Memoria de la excavación de


la Mezquita de Medinat al-Zahra. Memoria redactada por Basilio Pavón Maldonado
Ministerio de Educación Nacional. Dirección General de Bellas Artes. 1966.
Los monumentos árabes de Córdoba 143

Apéndices a Medina al-Zahra


MEMORIA DE LA EXCAVACION DE LA
MEZQUITA DE MEDINAT AL-ZAHRA

En el año 1964 las excavaciones de Medina al-Zahra han tenido fuer-


te impulso por la adquisición de una cantidad de terrenos (30 fanegas,
equivalentes a 18 hectáreas) en los que están enclavados los edificios
que debieron ser más importantes de la ciudad califal, a saber: la mez-
quita, la terraza meridional (al-satih al quibláh) con su pabellón central
(dar al-rujam y también dar al-chund), y los tres grandes salones quiblíes
o meridionales por su orientación, que fueron el central o dorado, el
oriental o al-munes y el occidental, a sus costados respectivos.
Además de esta adquisición, el Estado español por su Dirección de
Bellas Artes, consignó dos millones de pesetas para excavaciones.
La excavación se hizo sobre la supuesta mezquita, ubicada por su
orientación desde que se levantó el plano general en 1924, y confirmada
inmediatamente apenas se iniciaron los trabajos en este año de 1964.
Mi plano orientador publicado en "Córdoba Califal", 1929, recogía aquel
emplazamiento, sin más error que el de la ubicación del al-minar.
La campaña de excavación ha sido bastante correcta. La asistencia
diaria del arqueólogo don Basilio Pavón, enviado por la Dirección de
Bellas Artes, que ha fichado todas las piezas halladas, con su lugar de
aparición (Cap. IX, página 128 de esta Memoria), ha sido muy útil para
él y para el porvenir. Con esta se ha corregido un viejo mal de estas ex-
cavaciones, que se originó desde la época de don Ricardo Velázquez, el
primer excavador, y que ha dado lugar a un cierto desconcierto, en el
que hemos de insistir.
Resultado de la excavación, que se completó en esa campaña anual,
es la Memoria, que desde ahora podemos llamar exhaustiva, por los pla-
nos, fotos y grabados que la ilustran, y por el texto en que se describe,
comenta y resume aquel resultado.
Digamos, antes de pasar más adelante, que este magnífico campo
de excavaciones, no ha tenido hasta ahora buena suerte publicitaria. El
libro-memoria editado por la Junta de Ampliación de Estudios el año
1912, redactado por don Ricardo Velázquez, sigue conservando todo su
144 Los monumentos árabes de Córdoba

valor, salvo pequeños errores, más bien de subalternos en cuanto a se-


ñalamiento de pavimentos, toma de medidas o análogos. A la muerte
del ilustre arquitecto fué publicada una Memoria por la Junta Superior
de Excavaciones, año 1923, que tenía casi redactada el mismo, y que
tuvo dos ediciones coetáneas, una con texto y otra sólo de láminas.
La Comisión directora que fué nombrada para sustituir a dicho pri-

Pilastra de mármol en el Salón Real de Medina al Zahra.


-

mer excavador, publicó dos Memorias casi consecutivas, una del año
1923-24 y otra del 25-26. El traslado a Madrid de uno de los componen-
tes de ella, don Joaquín de Navascués, director a la sazón del Museo
Arqueológico de Córdoba, acabó con las Memorias, y adviene un largo
período, hasta el año 1936 de la guerra civil, en que no se escribe ni
publica nada sobre Medina al-Zahra. Yo he tratado parvamente de llenar
ese hueco con las notas resúmenes que enviaba a la Junta Superior de
Excavaciones cada año, y que ahora, con lagunas, he publicado en la re-
vista "Al-Mulk", número 1, que editamos en Córdoba.
La guerra civil y sus secuelas, tuvo ocho años suspendidos los tra-
Los dionumentos árabes de Córdoba 145

bajos en Medina al-Zahra. Cuando se reanudan en 1944 se publicó por


la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, la Memoria de esa
fecha redactada por mí, en la que solo pretendí llenar el vacío literario
antes señalado.
Unos años después redacté otra Memoria, cuyo único original me
fue perdido„ ello me desalentó, y no se ha vuelto a publicar trabajo al-
guno sobre Medina al-Zah-a hasta ahora.
Cuando se ha producido algún descubrimiento especial he dado es-
cuetas informaciones en la prensa local y algún artículo de mayor enver-
gadura cuando la ocasión lo hacía absolutamente preciso. Valga este re-
sumen como necesario introito a la importancia de la Memoria que aho-
ra escribe don Basilio Pavón.
La excelencia de datos que B. Pavón suministra a la arqueología con
esta Memoria sobre la mezquita de Medina al-Zhara es manifiesta.
Planos y perspectivas, fotografías y dibujos, datos y descripciones,
hacen de este libro un arsenal imprescindible para conocer mejor las ca-
racterísticas del arte musulmán de Occidente, especialmente en la evo-
lución o paso del tardio-visigodo al califal cordobés clásico, de cuyo trán-
sito es Medina al-Zahra el eje fundamental.
B. Pavón, especializado hasta ahora en mudéjar toledano, no se ha
centrado y fundamentado bien en sus conocimientos, hasta estudiar Me-
dina al-Zahra. Aquí está la clave de todo lo musulmán español, le he oído
decir repetidamente, desde sus orígenes hasta sus últimas consecuencias
moriscas.
Empieza el libro-memoria con un breve capítulo sobre la historia de
esta mezquita para fijar fechas y consideraciones generales.
Un segundo capítulo lo dedica a la arquitectura de la mezquita, que
hemos de repetir una vez más, estaba pulverizada más que destruida. Re-
cordemos que las ruinas de la ciudad califal, ya muy explotadas en tiem-
pos islámicos (será curioso hacer el catálogo o lista de todos los monu-
mentos o lugares donde aparecen restos de Medina al-Zahra de lo que
nosotros hemos hecho ligeras alusiones algunas veces), fueron ya en tiem-
pos cristianos la gran cantera de sillares de piedra para la propia ciudad
de Córdoba, a consecuencia de lo cual se producen hechos fundamenta-
les, como el de que el mudéjar cordobés, en templos y palacios de la Baja
Edad Media, es un remedo de construcción califal, porque aprovechando
los mismos sillares, y colocándolos aproximadamente con el mismo apa-
rejo o sistema, dan lugar a equivocaciones, que solo salva un examen
atento de las construcciones.
Con arreglo al estudio de lo hallado, los elementos de la mezquita,
196 Los monumentos árabes de Córdoba

tanto esenciales como accesorios han sido identificados, y apesar de la


intensa destrucción, se ha restaurado rápidamente, bajo la dirección del
arquitecto don Félix Hernández, la parte excavada, y la mezquita se ha
salvado.
Por consiguiente, la planta total y sus aledaños, como calles y pasa-
dizo (sabbath) para el Califa, el emplazamiento y planta del alminar, el
patio y galerías circundantes, el oratorio (chami) con sus arquerías, mejor
diríamos los vestigios de ellas, la macsura, distinguible por su pavimen-

Decoración in situ en una de las dependencias del Salón Real.


( Foto Zurita).

tación de baldosas, la planta del mihrab, todos los elementos del templo
islámico están determinados, y el autor los estudia y analiza con detalle.
Señalemos la curiosidad de haberse identificado la estera de esparto,
quemada, señal indudable de que la ruina de la mezquita se ha conser-
vado intacta casi desde su destrucción y expoliación primera, ya que de
otro modo hubieran desaparecido estos nimios detalles.
El capítulo tercero lo dedica al estudio de los capiteles. Este trabajo
es muy fundamental. Los capiteles de esta mezquita, hallados en cual-
quier otro lugar, los hubiera clasificado como visigodos cualquier arqueó-
logo español, considerado como más enterado de problemas locales. La
decoración de ellos es de espiguilla o palmeta simple, como la decoración
tardovisigoda del mediodía peninsular. Recordemos que la mezquita es
el primer edificio o uno de los primeros que se terminan en Medina al-
Los monumentos árabes de Córdoba 147

Zahra, y todavía tiene muchos resabios del período emiral cordobés. In-
cluso en las basas de pilastra del salón de Abderramán III, este resabio
tardovisigodo es bien patente. Muy curioso, en suma, para la evolución
del capitel árabe cordobés, lo suministrado por esta colección de restos
de capiteles de esta mezquita, bien señalado por nuestro autor.
El cuarto capítulo está dedicado a almenas de las que empieza por
un recuerdo de su aparición en Occidente y su fijación en lo cordobés
califal. Las variantes de las halladas en esta mezquita permiten a B. Pa-

Trozos de capiteles de la Mezquita de A1 Zahra.


-

vón, junto al lugar de su hallazgo, a estudiar el tipo de almena en muros


generales de cerramiento, en portadas exteriores, en los dos cuerpos de
alminar e incluso en los interiores y posiblemente en el mismo miharab.
Esta localización, con su análoga en capiteles, será de orientación termi-
nante en los trabajos de restauración.
El quinto capítulo, de aleros y modillones es también de gran inte-
rés. La gran riqueza de los aleros en Medina al-Zahra, no solo en la mez-
quita, sino en otros lugares, permite al autor un estudio y gráficos de
148 Los monumentos árabes de Córdoba

gran interés, que subrayan una vez más la importancia capital de estos
aleros en la evolución del arte musulmán de Occidente.
El sexto capítulo lo dedica a temas decorativos. Las cenefas, bien de
friso o de pilastra, las estrellas y celosías, la decoración de arquerías in-
teriores y portadas, todo ha sido tratado con cariño.
En este apartado de decoración califál, sigue siendo un poco aventu-
rado, a nuestro juicio, todo intento de clasificación de épocas o estilos, a
juzgar por las técnicas de labra, clasificación que ya intentaron Veláz-
quez y después Terrasse, y que hallazgos sucesivos en la misma Medina
al-Zahra han venido a destruir. La labra en bisel o acordonada, los gran-
des paneles a base del mismo modelo axial (el hom o árbol de la vida), y
otros detalles, parecen contemporáneos y producto de distintos talleres o
autores. De todos modos, ante el arte primitivo, que hemos dicho recuer-
da lo tardovisigodo, y la clásica decoración califal ya cuajada, que ha re-
velado la mezquita, podría aventurarse la suposición de que en época
posterior fue decorada en tiempos del mismo califa, habiéndose construi-
do en principio una mezquita austera de decoración. Pero ello tampoco
tiene gran fundamento, a la vista de riqueza decorativa en almenas y ale-
ros, que fueron piezas esenciales del principio. No vemos muy clara la
idea del autor, de que las naves del oratorio tuvieran una segunda arque-
ría superpuesta, a estilo de Santa María la Blanca, de arquerías pequeñas.
Por fin, en un último capítulo de Varios, el autor estudia los suelos
de terrizo, como los tuvo la gran aljama de Córdoba, la estera, los míse-
ros hallazgos de metal (que es bien sabido fueron muy buscados por los
chatarristas, como en todos los tiempos), los enlucidos, los restos de pilas
de abluciones, y por fin los escasos hallazgos de cerámicas, y el tipo de
teja y baldosa empleados.
Termina con los escasos restos de inscripciones en placa de piedra,
cúficas, leidas por el insigne epigrafista don Manuel Ocaña, y un capítu-
lo de conclusiones generales muy sabroso. Además de numerosos dibu-
jos y gráficos del texto, un total de 85 láminas fotográficas a toda plana,
dan riqueza tipográfica y científica a la edición.

Antes de pasar adelante, y como cuestión previa, deseo exponer mi


criterio respecto a nomenclatura de los diversos edificios de Medina al-
Zahra, para salir de las dificultades en que ya nos movemos.
Me permití en 1929 ("Córdoba Califal") empezar a señalar, incluso
en un ingénuo plano vulgarizador, la ubicación de los principales edifi-
Los monumentos árabes de Córdoba 149

cios de esta medina, aplicando las referencias literarias de los cronistas


árabes a los emplazamientos que descubrió el plano general levantado en
1924 por Hernández, con la colaboración de Navascués, y al resultado de
las excavaciones que había realizado Velázquez desde 1910 hasta su fa-
llecimiento en 1923. De mi referencia y plano de 1929, con su nomencla-
tura, estimo que no hay que hacer reforma fundamental alguna, y por
consiguiente aquellos nombres y emplazamientos siguen en pie.
Pero después, los autores que estudian Medina al-Zahra les aplican

Capiteles y columna del Salón Real. — (Foto Zurita).

otros nombres convencionales. Por ejemplo, el conjunto de habitaciones


más elevado de toda la medina y que por toda clase de consideraciones
es la mansión particular del Califa, yo le apliqué este nombre traducien-
do el K-sar al-jilafa o alcázar de los califas. Pero a ese conjunto el maes-
tro Gómez Moreno le ha llamado el Palacio Occidental, porque lo rela-
ciona con el gran salón que excavó Velázquez y que éste llamó Salón de
Embajadores, pero que Gómez Moreno llama Palacio Oriental.
Ello no tendría mayor importancia, si no fuera que esos nombres de
150 Los monumentos árabes de Córdoba

Palacios o salones Occidental y Oriental ya habían sido dados por los Ca-
lifas a los que levantaron en la gran terraza (al-satih al-mumarrad) a uno
y otro lado del gran salón central, el dahabi (el dorado). Por donde resul-
ta que el Palacio Occidental denominado por Gómez Moreno y seguido
lógicamente por otros autores, entre ellos el de nuestra Memoria, es el
alcázar particular del Califa, y el Palacio Oriental, es el que en tiempos
califales se llamó Occidental (máyalis al-garbi), o salón de Embajadores
por Velázquez.
Tiene menor importancia que la magnífica estancia excavada a partir
de 1944, de la que se dió primera noticia pública por mí (Nuevas excava-
ciones en Madinat al-Zahra: el salón de Abd al-Rahman III, "Al Anda-
lus", 1945), le diera tal apelación, como allí digo, porque el nombre de tal
califa es el único que aparece en las abundantes inscripciones del mismo.
Luego le llamó Gómez Moreno "el salón rico", por la gran riqueza de sus
elementos decorativos. Un mejor conocimiento de las crónicas ha permi-
tido identificarlo después con la Dar al-mulk o Dar al-uzira.
Me permito recordar estas divergencias, porque, aparte la ley de pri-
macía en la nomenclatura de seres y cosas, aprobada en muchos congre-
sos internacionales, por el camino plurinominal no nos entenderemos fá-
cilmente, como vamos a ver enseguida.

Dice B. Pavón en su Memoria, página 9: "La o namentación apare-


cida en la mezquita excavada y lo que salió antes en el Palacio Occiden-
tal (equivalente a nuestro Palacio o alcázar califal) de la terraza más su-
perior, presentan notables analogías, poniéndonos en la situación de re-
hacer algunos criterios sostenidos por don Manuel Gómez Moreno; este
ilustre arqueólogo sostuvo que los edificios de aquel Palacio Occidental
(reiteramos nuestra indicación anterior) excavado por don Ricardo Valáz-
quez, eran de los últimos años del reinado de al-Hakan II, en fase artís-
tica inferior a todo lo del Salón Rico (Salón Real, Dar al-Mulk y Dar al-
Uzira, según nosotros). En realidad, los fragmentos decorados de aquellos
edificios superiores testimonian más los comienzos que las postrimerías
de al-Zahra. Basó don Manuel fundamentalmente aquel criterio en dos
capitelillos de mármol con epigrafía aludiendo a al-Hakan II, los que se-
gún este arqueólogo salieron en dicho palacio. No faltaron oponentes que
aseguraron la procedencia de esos capiteles en un complejo de Viviendas
ricas sitas en la terraza del Salón de Cinco Naves (que debe ser el Maya-
lis al-garbi, salón propiamente Occidental, y también Salón de Embaja-
dores de Velázquez), por encima del Salón Rico".
Los monumentos árabes de Córdoba 151

Hasta aquí Pavón. Para más claridad diremos que los paréntesis del
anterior párrafo son mios.
Pues bien. Los capitelillos a que se refiere Pavón, y que fueron es-
tudiados epigráficamente por Ocaña Jiménez (Capiteles de la residencia
califa' de Medinat-al-Zahra, Boletín de la Real Academia de Córdoba,
núm. 32, 1931; y Capiteles epigrafiados de Madinat al-Zahra, Al-Andalus,
1936, p. 158), y que por cierto son dos bellísimas piezas, no se hallaron de
ninguna manera en el sitio que señala Gómez Moreno y recoge Pavón,
sino que yo los ví sacar junto con don Ezequiel Ruiz Martínez, profesor
de Dibujo en nuestro Instituto y luego miembro de la primera Comisión
de Excavaciones designada en 1923, del patio que figura con el número
112 en la Memoria Oficial de Excavaciones número 85, redactada por di-
cha Comisión y editada en 1926. Se hallaron exactamente en el sumidero
de dicho patio, como se han encontrado muchas piezas notables de Medi-
na al-Zahra, y por consiguiente no se podría tampoco deducir el lugar
exacto donde estuvieron colocados. Dicho patio es de una mansión parti-
cular, una de tantas de las cuatrocientas que el Califa mandó construir
para sus altos dignatarios y miembros de la corte. Por consiguiente, yo
soy uno de los "oponentes" acaso el principal, a que se refiere Pavón en
el párrafo señalado y con ello caen por su base las conclusiones señaladas.
He insistido en este punto, porque aparte las interpretaciones de
estilo o época que pudiera debatirse, la conclusión general a que creo
debemos llegar por hoy en tal cuestión, y resumida anteriormente, es
que los diversos estilos y técnicas hasta hoy conocidos en al-Zahra son
muy contemporáneos y tal vez se deben a diversos maestros más que a
diversas épocas. Todas las lamentaciones que, a renglón seguido del pá-
rrafo copiado, hace Pavón, son muy justificadas.
También en la página 10, dice Pavón que los capiteles de la mez-
quita de al-Zahra no son de mármol, sino de una piedra caliza compac-
ta que se halla también en el Salón Oriental (léase Máyalis al-garbi o
Salón Occidental). Ciertamente, esa caliza de grano fino, tan compacta
que su fractura es casi concoidea, es la llamada "piedra de Luque", por-
que en tal pueblo de la provincia cordobesa están sus grandes yacimien-
tos, cuyo nombre era ya usado en la época árabe de Andalucía, porque
Edrisí habla de la piedra el-Lukki, que era esta misma. Pavón la vuelve
a mencionar en la página 28 al describir los "capiteles de piedra caliza
compacta". Pavónsupone que el empleo de esta caliza de Luque se hizo
por premuras de tiempo, que no estimamos probable. Repite en la pá-
gina 31 que las anomalías de labra podrían ser debidas a premuras de
tiempo.
152 Los monumentos árabes de Córdoba

La sobria decoración de los capiteles de esta mezquita, hace supo-


ner al autor que anuncian los capiteles lisos de la ampliación de Alhá-
quem II en la aljama de Córdoba. Recordemos que desde la época ro-
mana existen capiteles de este tipo sin hoja picada, y que en la dicha
ampliación de Alháquem II, donde se ha supuesto que se prescindió de
la labor decorativa en atención a la austeridad del templo (recordemos
que se hizo esta ampliación con los mismos artífices que se había cons-
truido al-Zahra tan llena de opulencia), en esa ampliación subsiste en
algunos capiteles una decoración pintada en rojo sobre las pencas lisas.
También a propósito de identificaciones, señalamos que en la página
29 describe Pavón "que todos los fustes grandes y pequeños son de pu-
dinga rosa y de mármol gris, que son los llamados entre nosotros "már-
mol de Cabra" donde están los yacimientos de esa pudinga que en al-
guna de sus vetas da tonos rojos magníficos, en tanto que otras son
muy deleznables; y a su vez el mármol gris, viene siendo llamado en
Córdoba "mármol azul" porque da todos los tonos desde el azul celes-
te, hasta el gris azulado y aún casi negro en ocasiones.
Recordemos todavía a propósito de capiteles que Pavón señala que
estos de la mezquita de al-Zahra son de cuerpo tronco cónico "tan pe-
culiar a lo visigodo". Luego, los caliifales clásicos, como los del Salón
Real y otros muchos, son de cuerpo cilíndrico. El arquitecto restaura-
dor de al-Zahra, al reponer los capiteles del Salón Real con modelos
nuevos, copiados exactamente de los antiguos, que no se han podido
aprovechar en la construcción por su estado de roturas múltiples, ha
prescindido a última hora de los tallistas que le reproducían en mármol
tales capiteles porque uno de ellos lo han hecho con cuerpo ligeramente
tronco cónico, y se ha lanzado decididamente por las reproducciones en
cemento blanco, esperando lograr así mayor fidelidad.
Terminamos éstas que podríamos llamar "acotaciones de un indíge-
na", acaso carentes de valor fundamental, y hechas con el mejor propó-
sito de valorar en toda su medida la magnífica Memoria redactada por
B. Pavón, felicitando a este autor por sus trabajos durante un año y
medio aproximadamente en aquel grandioso yacimiento del arte, al que
el mismo autor llama "una fábula de la arqueología", y que hasta ahora
es poco conocida por la escasez de publicaciones sobre ella, que nues-
tro autor ha corregido en gran escala con su excelente publicación, en
la que tanto interés ha puesto la Dirección General de Bellas Artes, que
merece ampliamente el más cálido aplauso.—R. C.
Los monumentos árabes de Córdoba 153

II

Artículos de prensa contemporáneos

LA MEZQUITA DE MEDINA AZAHARA

Con motivo de la adquisición por el Estado de una amplia zona de


terreno donde están enclavadas las ruinas de Medina Azahara, a prime-
ros de este año, las excavaciones se han dirigido a los lugares de mayor
interés.
La zona adquirida comprende unas treinta fanegas del marco de
Córdoba, y comprende lo que se puede llamar la parte más noble de la
ciudad califal, donde se levantaron en otros tiempos los salones cortesa-
nos de mayor suntuosidad y la mezquita.
A esta se han dirigido los primeros trabajos de excavación, que em-
pezaron el pasado lunes 13 de abril que pasará a ser fecha histórica en
la resurrección de la hermosa creación del Califato omeya.
Se ha buscado primeramente el muro de la kibla, donde estaría el
miharab, el que aparece muy destruido hasta el cimiento, como sucede
en todo Medina Azahara, y también se han puesto al descubierto el pa-
vimento de dos naves, soladas de las grandes baldosas de un codo de
lado, tan típicas de las solerías de aquellos tiempos, y un muro corrido
a título de cimentación de una arquería, junto con restos de columnas
azules y rosadas, y restos de decoración en ataurique clásico del tiem-
po califal.
Seguramente en este año quedará excavado todo el recinto de la
mezquita de Medina Azahara, y aunque en principio sea decepcionante
el estado de destrucción intensa en que aparecen aquellas hermosas
construcciones, no dejan sin embargo de ser rescatados los suficientes
restos que permitan la reconstrucción total.
Las descripciones que de esta mezquita guardan las historias ára-
bes han servido mucho para identificarla sobre el terreno, a pesar de su
casi total demolición.
El Califa fundador de Medina Azahara, Abderramán III tuvo a gala
construir la mezquita en cuarenta y ocho días, habiendo acopiado pre-
154 Los monumentos árabes de Córdoba

viamente al pie de obra todos los materiales precisos y empleando mil


obreros especializados de los cuales trescientos eran albañiles, doscien-
tos carpinteros, y el resto enladrilladores, decoradores y de otros oficios.
Su longitud de sur a norte era de treinta codos, la nave central trece,
y cada una de las cuatro adyacentes doce. El patio tenía cuarenta y tres
codos de lado, y el alminar cuarenta codos de alto, según el módulo
clásico en aquella época de tener por altura cuatro veces la anchura de
cada costado, que era diez codos.
Este Califa, Al-Nasir, mandó construir para esta mezquita un mim-
bar o púlpito de extraordinaria belleza y a su alrededor mandó cons-
truir una macsura o límite del público, de maravillosa fábrica.
La primera oración en la mezquita se hizo la vela del viernes de
saban (anochecer del jueves 20 mayo del 329 de la hégi' a), a los cuatro
años de comenzada la construcción total de Medina Azahara, actuando
de primer predicador el cadí o juez Muhamad ben Abi Isa. El día si-
guiente, viernes 21 de mayo, el propio califa rezó la oración de dicho
día, el festivo de los musulmanes.
Poco más de ochenta años después, en el incendio y saqueo de Me-
dina Azahara por los contingentes berberiscos sublevados, la mezquita
fue objeto especial de destrucción y saqueo. Hasta las mujeres y niños
que se refugiaron en ella fueron degollados. Se llevaron esteras y tapi-
ces, lámparas y cuanto había de valor. Después vino la demolición a
conciencia. El tiempo hizo lo demás. Era próximamente el año 401 de
la hégira y 1010 de la era cristiana.
El Estado español que sigue pacientemente la restauración de la
espléndida creación califal, hace este año el gran esfuerzo de compra de
terrenos y aceleración de las excavaciones, merced al celo del Director
General de Bellas Artes don Gratiniano Nieto, secundado por el Arqui-
tecto de la Zona y restaurador de aquellos palacios don Félix Hernán-
dez Giménez, quienes merecen toda suerte de plácemes.—R. C.

("Córdoba", 16 abril 1964)


Los monumentos árabes de Córdoba 155

LA EXCAVACION DE LA MEZQUITA DE AZAHARA

Casi a los tres meses de iniciada la excavación de la mezquita de


Medina Azahara, ya están al descubierto los elementos principales de
ella, que confirman, tanto los relatos de los cronistas contemporáneos,
como lo previsto en la inspección visual del terreno.
La mezquita, de cinco naves, aparece muy destrozada. El mur? de
la quibla, donde estaba el miharab, por ser el contrafuerte general dei
edificio, era el más destrozado, seguramente al deshacerlo para benefi-
ciar sus hermosos sillares.
También aparecen muy deshechos, alguno hasta los cimientos, los
muros paralelos que servían de fundamento a las columnas de sus ar-
querías. Próximamente nos podemos imaginar éstas como las de nuestra
mezquita-catedral, con robustas columnas de unos 42 centímetros de
diámetro, y de mármol rosado de Cabra alternando con el azulado de
nuestra Sierra, lo mismo que en la hermosa ampliación de Alháquem II
de nuestra gran mezquita. Sólo quedan trozos de alguna que otra co-
lumna, ya que la extración de éstas ha debido ser siempre uno de los
objetivos más buscados por los destructores. Pero los trozos que han
quedado son más que suficientes para deducir sus dimensiones y for-
mas generales.
Había mucho interés por descubrir los capiteles. Ha salido uno bas-
tante completo, y trozos de otros, al parecer con mayor decoración, por-
que éste que ha salido casi entero responde al módulo general de los
que hay en la mezquita cordobesa, con pencas u hojas lisas, pero en este
de Medina Azahara en alguna de las pencas hay un palmeteado sobrio,
de gran recuerdo visigótico.
El peregrino arte califal de Córdoba debe casi todos sus elementos
a la cultura anterior que debió desarrollarse aquí en nuestra capital, de
manera especial, con desusado esplendor. Ya dicen algunos historiado-
res del arte que el estilo visigótico de España, o mejor dicho latino-bi-
zantino tuvo su foco más rico en Córdoba. Y muchos hallazgos de Me-
dina Azahara lo confirman sin cesar.
Otros muchos elementos aparecen en esta excavación de la mez-
quita de Azahara. Trozos de paneles decorativos, de los que allí tanto
abundan, con la clásica decoración floral, inscripciones cúficas, al pa-
recer de textos coránicos, bellísimos restos de celosías en piedra y már-
mol, almenas grandes del exterior, y otras pequeñas, muy decoradas, de
decoraciones interiores, columnitas de arquerías ciegas, algún candil, y
otras muchas menudas cosas.
156 Los monumentos árabes de Córdoba

Sabido es que el arqueólogo ha de interpretar detalles mínimos, pero


que revelan estructuras perdidas. Recordemos aquella casualidad de la
mezquita de Elvira, junto a Granada, que por una gota de plomo fun-
dido de las canales del techo, ha legado a los siglos posteriores la im-
pronta de la estera.
Podemos decir jubilosamente que entre los restos, diríamos esque-
léticos, de la mezquita de Medina Azahara, hay elementos suficientes
para restaurarla. Ya se está levantando el muro de la quibla, para que
los temporales del invierno encuentren protegido ese lado vulnerable.
Desearíamos más decisión en la empresa, porque el deseo vuela más que
las posibilidades.
Pero podemos confiar tanto en la pericia técnica del arquitecto
Hernández, según decíamos en artículo anterior, como en la atenta pro-
tección que el Director General de Bellas Artes don Gratiniano Nieto
dedica a la resurrección de esta Pompeya mora, como apellidaron a la
creación califal los escritores de principios de siglo.—R. C.
("Córdoba", 8 julio 1964)

LA ESTERA DE LA MEZQUITA

Prácticamente ya está terminada la excavación de la mezquita de


Medina Azahara, que se comenzó en abril de este año.
Ocupa la gran plataforma triangular, a oriente de la gran azotea me-
ridional que marca el centro de la medina califal, y cuyo emplazamiento
se suponía por su típica orientación a La Meca.
Como otros edificios principales de Medina Azahara ha salido total-
mente destrozada, y sus depredadores, de todos los tiempos, han arran-
cado los muros de fuertes sillares hasta los cimientos, sobre todo el for-
tísimo de la quibla, donde estaba el miharab.
Pero, al ojo experto del arqueólogo quedan todos los detalles necesa-
rios para hacer la reconstrucción del templo islámico, porque entre los
escombros aparecen los restos de capiteles y columnas, de almenas y ce-
losías, de atauriques e inscripciones cúficas, suficientes para la restau-
ración.
Además, en todos los tiempos, hay una arquitectura oficial que, una
vez conocida por otros ejemplares, ayuda mucho a la reconstrucción ideal
o material de los edificios.
La gran planta cuadrada de la mezquita de Medina Azahara viene
a ser como la primitiva de Abderrahman I en Córdoba, una mitad te-
Los monumentos árabes de Córdoba 157

chada, en cinco naves, y otra mitad de patio, con galerías circundantes,


como en nuestro patio de los Naranjos.
Los últimos detalles que en estos días se han excavado, han sido la
escalinata de bajada al patio, y la base del minarete, emplazado a la de-
: echa de la puerta de entrada, como en la mezquita aljama de la ca-
pital.
El minarete, arrasado hasta su arranque, ofrece, sin embargo, las
puertas de entrada, el inicio de la escalera, su planta cuadrada al exte-
rior y octogonal en el hueco central, con machón alrededor del cual
suben los tramos.
Y en ese mismo sitio, han aparecido columnitas rotas del friso de
la coronación, bellísimas almenas de dos tamaños, las del alminar pro-
piamente dicho y las de su segundo cuerpo, más pequeñas.
El interior de la mezquita está solado con baldosas de un codo,
cerca de medio metro, de lado, y el patio con el mármol morado, o már-
mol vinoso, que tiene su cantera en el Rodadero de los Lobos.
Pero el detalle de la estera, que ya señalábamos en nota anterior,
es particularmente interesante. Ha aparecido quemada, como todo el
edificio, en las galerías del patio, con su mismo dibujo y forma, de tal
modo que se ha podido recoger cuidadosamente algunos restos, foto-
grafiar y dibujarla.
Era una estera de esparto, exactamente igual a las que ahora se
hacen de cadenetas Cenzadas con cinco o más hilos, y formando pleitas
como del ancho de la mano, cosidas a lo largo.
Más de mil años han estado bajo tierra estos vestigios de la estera
de la mezquita de Medina Azahara, que no se han podrido con la hume-
dad, tanto por la altura de escombros calizos, cerca de un metro, que
había sobre ellos, como por estar incinerados, lo que ha evitado la pu-
trefacción.
Fina lección de los tiempos, han desaparecido las grandes murallas,
los poderosos bastiones que las sostenían, la poderosa y temible fuerza
política del Califato que produjo los terrores del año mil, y tantas otras
cosas, pero la humilde estera que todos pisaban, calcinada y todo lo des-
truída que se quiera, ha venido al cabo de mil años largos a contarnos
su mensaje de siglos. — R. C.

("Córdoba", noviembre 1964)


158 Los monumentos árabes de Córdoba

LAS EXCAVACIONES DE MEDINA AZAHARA

Gracias a la mayor dotación concedida a estas excavaciones el pa-


sado año, se pudo hacer una campaña excelente, que dió como resultado
la puesta al descubierto de la que fué famosa mezquita de la ciudad ca-
lifal, que ahora está en vías de reconstrucción.
Este año ha empezado con la excavación del pabellón o palacete
que hay en el centro de la gran azotea meridional. Así llamaban los cor-
dobeses de hace mil años a la gran terraza que domina en su centro el
emplazamiento de Azahara.
Antes que empezaron las excavaciones, la gente conocedora de los
terrenos de Córdoba la Vieja llamaba a esa terraza meridional "la plaza
de armas", y así lo recogieron varios arqueólogos como Sentenach, Ma-
drazo, y otros que recorrían el lugar en busca de datos.
Pronto, leyendo las crónicas árabes, se pudo identificar esa plaza
de armas con la satih-al-kibla o azotea meridional, en cuyo centro se
levantaba un palacio de gran belleza, que aparece muy citado en las his-
torias, porque estaba en el eje central de la medina.
Se le llamaba dar-alrujam, o casa de mármol, porque era a manera
de un elegante kiosco o pabellón cuyas paredes estaban chapadas de
mármol blanco. También era llamado dar-al-chund, o casa militar, por-
que el califa Alháquem II reposaba en él para ver las maniobras milita-
res en el llano. Recordemos que en los buenos tiempos califales, en Me-
dina Azahara había constantemente 12.000 soldados de guarnición.
Uno de sus días el califa vió un jinete caracolear magníficamente
su caballo, y como le dijeran que era un berberisco de sus tropas, man-
dó que allí mismo se quemara el equipo del aguerrido caballero y lo li-
cenciaran, aduciendo que había soñado que gentes de aquel pais serían
quienes destruyeran el imperio omeya cordobés, como así sucedió pa-
sado apenas medio siglo.
Cuando el destronado rey de León, Ordoño IV, viene a pedir ayuda
al califa cordobés, al entrar en Medina Azahara rodeado de muchos
magnates, cristianos y árabes, reposa en este palacete de mármol, hasta
que el califa se digna introducirlo a su presencia.
Este año veremos la planta del famoso palacete. Se ha empezado a
excavar por su costado oriental, y ya da una gran cantidad de la deco-
ración típica de Azahara.
Cerca de él, en las dependencias del baño que se excavara en la
línea del gran salón de Abderrahman III se han hallado dos magníficas
losas de mármol, una de ellas rota, con talla rica y elegante.
Los monumentos árabes de Córdoba 159

Como el año 1964 ha sido el del descubrimiento de la mezquita,


este será el del palacio de la terraza meridional o Casa de Mármol, y su
excavación y posterior restauración añadirá otro elemento portentoso a
la gran riqueza artística que cuajó en nuestro solar hace mil años.
("Córdoba", 3 febrero 1965)

LA MEZQUITA DE LOS ACANTOS

Cuando hace dos años fue excavada, a golpe seguro, la mezquita


de Medina Azahara, la Dirección de Bellas Artes envió para su estudio,
al joven arqueólogo don Basilio Pavón, especializado hasta entonces en
mudéjar toledano.
La gran riqueza arqueológica de Medina Azahara ha cautivado al
joven estudioso, porque bien pronto se dió cuenta de que la entraña de
todo el arte musulmán de Occidente está en Córdoba, del cual derivan
todas las artes moriscas de la Península. En la Mezquita de Córdoba y
en Medina Azahara están los orígenes. La Alhambra granadina, dice en
frase acertada, es un feliz epígono cordobés.
El libro-memoria que ha escrito don Basilio Pavón sobre la recien
descubierta mezquita de Medina Azahara es toda una obra de ciencia
arqueológica. Lleno de datos y adornado con multitud de grabados y fo-
tografías, va estudiando el resultado de las excavaciones, y resume, como
ya se dijo en su día, que ha salido todo muy destrozado, incluso los mu-
ros arrancados desde sus cimientos, pero entre los escombros, y al pie
del lugar de caída, se han recogido los suficientes elementos para re-
construir, hoy idealmente, y más adelante, arquitectónicamente, la mez-
quita que construyeron los califas en cuarenta y ocho días, como en un
sueño fabuloso de genios y hadas.
La planta y los alzados, la decoración de puertas y oratorios, las al-
menas y los aleros, restos de inscripciones cúficas, hasta la estera, se
han identificado en la mezquita de Medina Azahara, y se describen y
fotografían en este libro.
La decoración que adornaba muros y puertas, tan conocida de todo
cordobés, análoga a la que en parvas de trozos rotos se halla por doquier
en aquella medina, le sugiere a este autor atinados resúmenes.
Y comentando la frecuencia con que la hoja del acanto, la planta
emblemática de la arqueología desde los tiempos griegos, es usada por
los artistas cordobeses para componer con ella dovelas de arcos, róleos
y enjutas, cenefas, frisos y nacelas, concluye en una frase feliz titulán-
dola la mezquita de los acantos.
160 Los monumentos árabes de Córdoba

Ahora están llenos los arroyos y hondonadas de nuestra Sierra, de


vigorosos acantos, que ya han emitido su tallo floral enhiesto y cuajado
de flores, que al secarse proyectan la simiente con claro crujido, y con
ellos, en esa planta mediterránea y andaluza, se inspiraron los alarifes
de nuestro período arábigo, para adornar en piedra y cubrir material-
mente de elementos decorativos las paredes de la imperial mansión.
Desde que hace mil años se labraron tanto Medina Azahara como
otros muchos palacios cordobeses de su época, los acantos campestres
brotan y florecen todas las primaveras, luego se secan, pero de sus raíces
gruesas brotan al año siguientes los nuevos acantos, como esos otros
de piedra que estuvieron escondidos cerca de nueve siglos, para resuci-
tar ahora y florecer a nuevas generaciones cordobesas que los cultivan
con cariñoso celo.
Rafael CASTEJON
Córdoba, 2 julio 1966.

III

CAPITEL DESAPARECIDO EN MEDINA AL-ZAHRA

Hace poco más de un lustro desapareció en Medina al-Zahra un


hermoso capitel corintio, de fina labra califal. Había sido hallado en la
excavación del patio enlosado de mármol, bien que levantado y destro-
zado en gran parte, donde se halló in situ una elegante pila siria, de
mármol blanco también, frente a un gran arco, semejante a un mihrab,
que nos hizo suponer se trata de un oratorio o mosala.
Esta construcción está en la línea de dependencias (fuslan) que
sigue la línea oriental del Salón Real, cuyo extremo lo forma el hamman
o baño, con su hueco para la gran caldera, acabado de excavar en estos
años, y a su promedio aproximadamente está la dependencia que
citamos.
Este supuesto oratorio fue desde luego pieza principal en esta serie
de dependencias. En la parte posterior del antedicho arco ciego, hay un
nicho donde se halló la pequeña ventana de mármol blanco de que
damos fotografía.
En el patio de mármol en cuyo centro está la pila, de la que igual-
mente damos foto adjunta, hay una puerta en su costado de poniente
que tuvo columnas adosadas, de las que subsiste emplazada la basa de
una de ellas, con dedicatoria en la escocia, de Abderrahman III.
Los monumentos árabes de Córdoba 161

Seguramente perteneció a esta portada el capitel desaparecido, por-


que se halló en ese lugar. Estuvo dos o tres años sobre un muro de tal
estancia, junto con basas del Salón Real, que aparecen en la foto, y una
noche fué robado. Las pesquisas policíacas fueron infructuosas.
Afortunadamente conservamos fotografía de dicho capitel, hecha
por Miss Mary Wellesley, que amablemente nos facilitó la copia que in-
sertamos.
Debemos comentar que a pesar de la inmensidad del campo de rui-

Capitel desaparecido en Medina al Zahra, hacia 1959. - (Foto Wellesley


- ).

nas que es Medina al-Zahra y la imposibilidad práctica de guardarlo,


este es acaso el único robo de piezas arqueológicas que ha sido hecho
en los cuarenta años largos de nuestra acción. Siempre hemos supuesto
que las dificultades de vender y no digamos de exportar los objetos pro-
cedentes de aquellas excavaciones, que llevan por delante el sello típico
de su procedencia, contiene a los algarines, como son llamados en Cór-
doba los que hurtan o roban cosas pequeñas. En cambio, los objetos de
metal, sobre todo los grandes trozos de plomo de las cañerías de agua,
son muy apetecibles, porque se venden con facilidad como chatarra, y
merecen vigilancia especial.
Esperamos que la publicación del capitel desaparecido puede con-
tribuir algún día a su recuperación.
Pila siria, en su emplazamiento del probable oratorio entre las
dependencias del Salón Real. — (Foto Wafi).

Ventana de mármol hallada tras el arco del oratorio en las


dependencias del Salón Real de Medina al-Zahra. — (Foto Zurita).
Los monumentos árabes de Córdoba 163

Las excavaciones en el Alcázar de Córdoba


En nuestro número anterior dimos cuenta de las excavaciones ini-
ciadas por iniciativa municipal en el ala más occidental del Alcázar ca-
lifal de Córdoba, cuyas ruinas están en el emplazamiento del llamado
Jardín de los Mártires, y dimos noticia de los primeros resultados ob-
tenidos.
Los trabajos continuaron el año 1963 y parte del siguiente, estando
interrumpidos hasta la fecha.

Bóveda del baño del Alcázar en el Campo de los Mártires.

Ya dijimos el estado general de ruina en que se hallaban los barios


que fueron primeramente excavados, y las estancias contiguas, algunas
de verdadero interés y pintadas con dibujos en rojo, como la que pro-
porcionó el año 1903 unas a . querías y salmeres que fueron depositados
en el Museo Arqueológico, y ahora se proyecta colocar en su lugar co-
rrespondiente.
164 Los moimmentos árabes de Córdoba

La gran cantidad de cerámica hallada, someramente clasificada, está


depositada en una estancia del Alcázar Nuevo o de los Reyes Cristia-
nos, junto con alguna otra pieza, como una basa clásica, tal vez tardo-
romana.
En una estancia cuadrada, con señales de grandes arcos en cada
uno de sus frentes, ha aparecido un fina decoración en yeso entre los
escombros, que se podría suponer de época taifa o almoravide.
Lo más interesante fue el hallazgo de una estancia o salón, con
puerta a mediodía seguramente de tres arcadas, y de período netamente
almohade, cuya decoración destrozada ha sido recogida y pertenece en
su mayoría a la arquería que debía coronar los arcos de entrada.
Esta decoración, de puro estilo almohade, no deja de ser una nove-
dad en el alcázar cordobés, donde se podría suponer que las estancias
califales fueran más que suficientes al efímero paso de los sultanes
africanos.
Pero la novedad mayor estriba en la policromía de tal decoración,
que aparece fresca en colores ana anjado, azul, verde y rojo, muy ento-
nados y bellos.
Por consiguiente, las estancias excavadas aparte del baño y sus de-
pendencias, han tenido la novedad de proporcionar decoraciones de tres
tipos (califal en piedra, taifa o almorávide y almohade en yeso), que vie-
nen a dar la secuencia de la evolución artística de los siglos posteriores
e inmediatos al Califato, lo que constituye dato del mayor interés.

Candil, plato y vasija hallados en las excavaciones del Alcázar de Córdoba.


(Foto Salcines, 1963).
Vasija califal hallada en el baño del Alcázar. — (Foto Salcines, 19631.
ARQUEO LOGIA

LOS HALLAZGOS DE TURRUÑUELOS

Como a dos kilómetros de Córdoba, sobre la carretera de la Albái-


da, existe una amplia zona arqueológica en la que las labores agrícolas
no cesan de aflorar grandes sillares de piedra y aturiques árabes, que se
venían recogiendo por los técnicos.
Con motivo de estudios sobre fotografías aéreas se ha combrobado
que la zona abarca casi veinte hectáreas, destacándose diversos montícu-
los que suponían ruínas de importancia.
El Presidente de la Diputación Provincial, Excmo. Sr. don Antonio
Cruz Conde y Conde, Presidente también de la Comisión de Monumen-
tos, decidió hacer una prospección arqueológica en terrenos propiedad de
la Corporación Provincial, en dicha zona y apenas dados los primeros
azadonazos, entre recios muros de construcción netamente califal, se han
obtenido dos magníficos capiteles, de tiempos de Abderrahmán III, tro-
zos de columnas y cimáceos, lo que revela casi ciertamente un alcázar
de la familia califal.
Los datos históricos revelaban la existencia por estos lugares de mag-
níficos palacios de la época visigoda, construidos por el Duque Teude-
fredo, padre del último rey de aquella época, Don Rodrigo, que nació
en ellos, de noble matrona cordobesa de considerables riquezas.
Cuando el siglo pasado se abrió una carretera que conduce al in-
mediato Castillo de la Albáida, propiedad entonces del Duque de Hor-
nachuelos, fueron hallados en esta zona arqueológica dos columnas com-
pletas, cuyos capiteles eran visigodo y árabe respectivamente.
Según datos que recoje Ambrosio de Morales en el siglo XVI, estos
luga• es se llamaban entonces Dehesa de Cantarranas, y describe el para-
je como rico en arqueología y lo relaciona con los palacios del padre de
Don Rodrigo.
Lo hallado ahora, puramente califal, no desmiente las anteriores su-
168 Arqueología

posiciones, puesto que aquellos palacios fueron ocupados por los árabes
invasores, y ampliados y reformados a su estilo.
Se trata, por consiguiente, de un verdadero coto arqueológico, de la
alta Edad Media, que ha de p . oporcionar sensacionales hallazgos, acaso
de gran interés para la historia general de España, y que confirman una
vez más la portentosa riqueza artística que yace en ruinas en el subsuelo
cordobés.
A este emplazamiento se refiere R. Fernández y González, en su
trabajo titulado "Asentamientos arqueológicos en los ruedos de Córdo-
ba: Turruñuelos", y calcula que estaba dentro de una cerca o muralla
de 1.400 metros de perímetro, de forma rectangular, que comprende unas
16 hectáreas, y en cuyo trabajo publica plano de situación y referencias
principales, que resumimos al principio de esta nota.
Creyendo identificar este emplazamiento con el palacio del Duque
Teudefredo y su hijo el rey Don Rodrigo, tanto por las referencias lite-
rarias como por los hallazgos mencionados, se consiguió hacer una pros-
pección, con vistas a mayores trabajos, en las inmediaciones de la casilla
de Peones Camineros, donde el corte de la carretera de la Albáida ya
ofrece cabezas de muros con abundantes restos de construcción y mu-
cha cerámica basta.
Apenas empezaron los trabajos se han obtenido los hermosos ca-
piteles de tipo clásicamente califal, uno de ellos labrado en todo su con-
torno, y el otro con más de un tercio sin labra - por haber estado ado-
sado a jamba o muro.
El exento ostenta en una cartela sobre el ábaco, según costumbre,
una inscripción con el nombre del autor: áamel Saad ben Aamer ab-
dahu, de corriente traducción: obra de Saad hijo de Amer, su siervo.
Ya se fijó que han aparecido fuertes muros de sillares, de altura
de un metro aproximadamente sobre el pavimento, una habitación casi
completa pavimentada de conglomerado de cal pintado en rojo, y se-
ñales de gran construcción.
Se ha supuesto que en el Califato pudo ser campamento militar de
Abderrahman III, a mitad de camino entre la Ruzafa y Medina .1-Zahra,
del que hay algunas referencias en autores árabes.
La Diputación Provincial gestiona la compra de terrenos para am-
pliar las excavaciones.
Arqueología 169

EL PUENTE DEL NEGRO SOBRE EL RIO GUADIATO

Al norte de Córdoba, como a unos quince kilómetros de la capital,


hay un viejo puente califal sobre el río Guadiato, conocido con el nom-
bre de Puente del Negro. Un camino de carreta que parte de la moder-
na carretera de Córdoba a Villaviciosa y se encamina a este paraje, se
llama Camino del Puente del Negro, y así figura en los planos del Ins-
tituto Geográfico.
El puente está construído con hermosos sillares de piedra franca
y su construcción responde al módulo califal.

El puente del Negro sobre el río Guadiato

Uno desus pilares debió ser destruido por una crecida de este río,
que por ser serrano tiene enormes avenidas con relación a su importan-
cia. Este pilar derribado, que se apoya sobre roca viva, giró sobre su eje
ante el empuje de la corriente, y rompió los dos arcos contiguos que en
él se apoyaban. Después ha venido al suelo y sus restos, con los dos me-
dios arcos aledaños se aprecian en la foto adjunta, en su estado actual.
Al extremo norte del puente y poco más allá de su salida, en una
finca de olivar, el suelo está materialmente lleno de tejoletes, indicando
i estos de población. Suponen los autores locales que el lagar llamado del
Algarbejo o Algaravejo, es el asiento del poblado medieval llamado Ro-
jana, donde existió una iglesia mozárabe dedicada a San Martín, y en
170 Arqueología

cuyo lugar fue hallada el año 1729, la lápida del Obispo Martín, de Ecija,
muerto en 931, que había sido monje en este monasterio, que guarda el
Museo Arqueológico de Córdoba.
También por estos lugares fue hallada en un pozo una Virgen del
Pilar, hoy en Córdoba en la Iglesia de la Compañía. (Véanse referencias
en R. Castejón, "Córdoba Califal", BRAC, 1929, p. 335).

LAPIDA FUNERARIA EN CASTRO DEL RIO


Hallada en la ribera del Guadajoz, cercana a un cementerio cuyas
tumbas y lápidas descubren las avenidas, tiene una inscripción con la

Estela funeraria hallada en Castro del Río (Córdoba)

profesión de fe islámica. La illah ile Allah wa Mohamed rasul Allah, cuya


traducción vulgar es: No hay otro Dios sino Allah y Mahoma es su pro-
feta. Por bajo tiene otros signos que no sabemos si tienen significación.
La conserva el Médico de aquella población don Andrés J. Criado.
Varia Ara bico-Cordobesa

Durante varios años consecutivos, Córdoba ha sido sede de diversas


organizaciones de altura dentro del mundo oriental, que pasamos a se-
señar:
Recordemos que la creación del Instituto de Estudios Califales por
la Real Academia de Córdoba se hizo el año 1956 conmemorando en dicha
fecha la declaración de independencia del califato occidental, hecha por
Abderrahman I el 15 de mayo de dicho año ("Al-Mulk", 1, p. 126).
El año 1960, el Instituto de Estudios Islámicos en Madrid, de la
RAU, organiza una Semana en Córdoba, bajo el lema general de "Evo-
cación milenaria del Califato de Córdoba" ("Al-Mulk", 2, p. 195).
El año 1961, en la fecha milenaria del fallecimiento del gran Califa
Abderrahman III (16 octubre 1961), y en colaboración con el Ayunta-
miento de la ciudad, se celebran actos importantes, reseñados en "Al-
Mulk", 2, p. 197.
El año 1962 tuvo lugar el Primer Congreso de Estudios Arabes e
Islámicos, ya reseñado por nosotros ("Al-Mulk", 2, 1961-62), y cuyas
actas han sido publicadas por el Comité permanente del mismo en 1964,
y • damos relación detallada del contenido en la sección de bibliografía.
En 1963 se celebró el IX Centenario de Aben Házam, del que dimos
cuenta detallada en nuestro número anterior ("Al-Mulk", 3, 1963), a
cuya conmemoración, que ha tenido mucha trascendencia en el mundo
islámico, se unieron la Fiesta Mundial de la Poesía Arabe, y las II Se-
siones de Cultura Hispano-Musulmana. Fue erigida una estatua a Aben
Házam y se publicó una Crónica gráfica de los actos del Centenario, y
dedicamos nuestro número referido a los trabajos presentados con esta
ocasión.
En 1964, con motivo de la inauguración de una estatua al gran filó-
sofo judío cordobés Mosé bar Maimon (Maimónides), hubo una Semana
de Estudios Sefardíes, cuyas actas y trabajos están en prensa.
Este mismo año, el día 18 de octubre celebró la Academia cordo-
besa el VIII Centenario de Aben Arabí, el místico murciano, que en
- saqopioa
elsqnao aagapa ir opOpa olsnq pp insapad p ua opeqeJ2 Á IIX °I 8 15
ap oixal Á ottuuu paegmul-ords!t{cnawo`zuáqeEa
(5961 59 11 ) ICILIVD-1v CIVVVIVVHflIN
30 31113.1111; VI 3Q OIMVN31.N3D IIIA 13CI NOIDVIIOIN3INNOD
Varia Arábico-Cordobesa 173

dicho pueblo de nuest' a provincia, donde tuvo lugar su conversión, te-


nía su familia ricas propiedades agrícolas.
También ese año celebró la Academia el Centenario de Rabindra-

nath Tagore, el gran poeta indio, y el 19 de diciembre hubo sesión de


música oriental en el Conservatorio de Música como corolario de aquel.
El año 1965 celebró la Academia y su filial el Instituto de Estudios
Califales, el VIII Centenario de Muhammad al-Gafequi, con actos cele-
brados en el pueblo nativo de la familia, Gáfec-Belalcázar, en la prima-
174 Varia Arábico-Cordobesa

vera, y otro acto en el mes de octubre, celebrado en Córdoba, con inau-


guración de un busto público y recordación solemne, en cuyo acto co-
laboró la Asociación Española de Orientalistas, que celebraba en Cór-
doba su II Asamblea Nacional.
Esta enumeración de actos la juzgamos útil antes de reseñar con
más detalle los más importantes, celebrados en las fechas de este Anuario.

VIII CENTENARIO DE IBN ARABI

La Real Academia de Córdoba celebró el domingo 18 de octubre el


octavo centenario del natalicio del que se considera el mayor místico del
mundo musulmán, Mohidín Ibn A-abí, con un acto público en la ciudad
de Palma del Río.
Aunque Ibn Arabí nació en Murcia, de familia aristocrática el año
1164, sus padres se trasladaron a Sevilla, entonces bajo la dominación
almohade, para dar enseñanza a sus hijos.
Cerca ya de los veinte años, un día de correrías por los campos pal-
meños, entre Sevilla y Córdoba, al herir una bestia con su lanza, Ibn
Arabí suf rió el fenómeno espiritual de su conve Sión mística, que le hizo
abandonar los placeres mundanos y dedicarse a la oracón y la exaltación
religiosa.
En su peregrinaje por el mundo musulmán recorrió los paises más
lejanos en contínuo viajar, y escribiendo numerosas obras, que algunos
catalogan en más de un millar, entre ellas la famosa "Fotuhat" o Reve-
laciones, con más de tres mil páginas de texto á - abe moderno, todas las
cuales constituyen el mayor tesoro místico de la religión islámica.
En todo el mundo arabista se conmemora tan gran figura con moti-
vo de su octavo centenario, y la Academia cordobesa, atenta a la mayor
consagración de las grandes figuras hispano-musulmanas, ha aprovecha-
do la amable hospitalidad del Alcalde de Palma del Río para celebrar en
la Casa Ayuntamiento el homenaje público al gran místico, y evocar cGn
tal motivo, por los oradores que intervinieron el estado de la España
árabe en la segunda mital del siglo XII y especialmente de la capital se-
villana y las relaciones del iluminado místico con el gran filósofo cordo-
bés Averroes.
Han colaborado personalmente en el acto el Dr. Tomás Martín, De-
cano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla y
catedrático de la misma, el P. Félix Pareja, secretario general de la Aso-
Varia Arábico-Cordobesa 175

ciación Española de Orientalistas y del Comité permanente de los Con-


gresos Internacionales de Arabismo, y la mayoría de los miembros de la
Real Academia de Córdoba.
Entre las numerosas adhesiones son de particular señalamiento las
del Alcalde de Murcia, pat la del homenajeado, la Asociación de Filoso-
fía Medieval, el Instituto de Cultura Hispano-Arabe, y otras muchas en-
tidades y particulares. •
La resonancia de la conmemoración de Ibn Arabí ha sido excepcio-
nal sobre todo en el mundo árabe. La prensa nacional le ha dedicado re-
cuerdos eruditos, de los que recojemos algunos a continuación.

En el Octavo Centenario de Aben Arabi

Hace poco más de ocho siglos, exactamente el 28 de julio de 1164


nació en Murcia, de familia rica y aristocrática, Mohidin ben Arabi, el
mayor místico del mundo musulmán.
A los ocho años de su edad, los padres se trasladaron a Sevilla, don-
de también tenían propiedades, a consecuencia de la toma de Murcia,
donde hasta entonces había reinado como Taifa, Aben Mardanix (el hijo
de Martínez, en español), que fue destronado por la invasión almohade.
Parece que también influyó en este traslado de domicilio el deseo
del padre de dar a su hijo una esmerada educación, con los excelentes
maestros que por entonces había en Sevilla, verdadera capital en el siglo
XII de la España islámica.
Sabido es que la doctrina de los almohades (los unita-ios) significó
un retorno a las más puras esencias del Islam, y sus principales jefes eran
una mezcla de guerreros y ascetas. Ellos fueron los que decretaron la in-
transigencia religiosa, y expulsaron a los judios y cristianos que no se
convirtieron al mahometismo. En Córdoba no querían rezar porque la
gran mezquita no tiene la orientación litúrgica que previene su ley. Y
construyeron la gran mezquita de Sevilla, con su famosa torre, la Giralda,
por estos tiempos, ya que empezadas las obras por el califa Abu Yakub
en 1172, permitieron hacer la p - imera oración en 1182, para ver termina-
do el famoso alminar en 1195, por el sucesor de aquel.
Por este tiempo Sevilla exultaba de guerreros y santones. La ciencia
andaluza puesta al servicio del fanatismo africano, endurecía religiosa-
mente las conciencias. Ben Arabí, que menciona en sus numerosas obras
sus también numerosos maestros, va relatando las biografías de Abuabdalá
el del Aljarafe, Yúsuf el de Subárbol a dos leguas de Sevilla, Mohamed
el sastre y Ahmed el zapatero, dos hermanos sevillanos que marcharon a
176 Varia Arábico-Cordobesa

Oriente, Abdalá el de Morón, Ahmed de Ronda, Sol la madre de los po-


bres que vivía en Marchena de los Olivos y así hasta medio centenar largo.
Estas gentes piadosísimas en el Islam vivían entre milagros y caris-
mas, dejaban sus haciendas a los pobres, cuidaban enfermos, leían y re-

Sepulcro de Aben Arabi, en Damasco

zaban hasta por las noches azotándose para no dormirse. La lectura de


sus biografías consttiuye relatos tan divertidos como los de las Mil y
Una noches.
Aben Arabí, famoso ya en Sevilla por su inteligencia, tuvo una pri-
mera juventud alegre y mundana, de la que no cesó de arrepentirse el
resto de su vida. Pero poco antes de los veinte años sufrió el fenómeno
de la conversión mística. Un día, recorriendo las dehesas de su padre,
entre Carmona y Palma, en compañía de amigos y criados, y montando
un caballo alazán, por esas tierras donde hoy pastan los miuras, entró
Varia Arábico-Cordobesa 177

al galope sin poder refrenar la montura, entre las bestias de una piara
que pastaba, y al herir el morrillo de una y saltar la sangre, sufrió un
choque espiritual, que le hizo abandonar el mundo y entrar, como el
Krisnamurti indio, por el camino del rezo y la pobreza.
Los manuscritos orientales, y las obras impresas dicen que la piara
era de onagros o asnos salvajes, pero este animal no ha existido nunca
en la Península Ibérica y es propio del Asia Menor. Seguramente eran
reses vacunas, en las que tan famosa ha sido esta comarca en todos los
tiempos.
Es imposible seguir, ni aún lejanamente la vida de este místico ilu-
minado, que ve al Profeta Mahoma por las calles de Sevilla, que en en-
fermedades y muertes de parientes y amigos no ve más que apariciones
y fenómenos extraños y avisos del cielo y conversa con todos los profe-
tas verdaderos desde Adán, pasando por Musa, el Moisés de los hebreos,
y por Issa, nuestro Jesucristo, hasta el propio Mahoma. Recorre España
como peregrino errante y pobre, salta el Estrecho varias veces, peregri-
na a la Meca, está en Túnez y Egipto. Un reyezuelo de Anatolia, que sale
a recibirlo, le regala un palacio, pero él se lo regala a su vez al primer
pobre que le pide limosna.
Realmente toda su familia procedía así. Un tio materno fue rey en
Tremecén. Se llamaba Yahia ben Yogán. Paseando con lucido séquito por
las afueras de la ciudad, se cruza con un piadoso anacoreta, y tras una
mística conversación, baja del caballo, se despoja de las icas vestiduras,
ordena a los asombrados cortesanos que anuncien al hijo su abdicación,
y se dedica al ayuno y la ascesis. Cuando sus antiguos súbditos se cruza-
ban con él por los caminos polvorientos, andrajoso y descalzo, llevando
su haz de leña al morabito, lloraban en silencio, absortos ante aquella
piedad.
Pero no sigamos. En sus obras se espigan estos hechos sobrenatura-
les a centenares. Constituyen verdaderos tratados de mística iluminada
y de éxtasis sobrenaturales, entre muchísimas gentes. Los ha vulgarizado
en nuestros tiempos el gran maestro del arabismo español don Miguel
Asin, quien considera a este personaje como un antecesor de los grandes
místicos españoles del siglo de Oro, pero de religión musulmana.
Sus obras están editadas en los paises árabes y traducidas a muchas
lenguas europeas. El Instituto francés de Damasco acaba de editar una
voluminosa obra endos tomos, que es solamente una historia y clasicica•
ción, así se titular, de la obra de Ibn Arabí, por Osman Yahia, como con-
tribución científica al centenario del gran místico, el primero del mundo
musulmán.
178 Varia Arábico-Cordobesa

En su recuerdo, nos reuniremos en Palma del Río, dentro de pocos


días, unos cuantos sevillanos y cordobeses, para evocar la gran figura de
aquel español islamita de hace ocho siglos, en los mismos campos donde
se produjo su mística conversión. Son muchas las sociedades científicas
del mundo que celebran este centenario. Los buenos musulmanes van a
rezar ante su tumba, que está en el cementerio de la Salihía, en Damasco,
donde le sorprendió la muerte.
RAFAEL CA S TEJÓN
("ABC", Sevilla, 15 octubre 1964).

Reflexiones sobre el místico Aben Arabi

Algazel y Aben-Arabí, fueron en la Edad Media los dos grandes mís-


ticos de la cultura musulmana.
Como en todos los místicos, la doctrina de Aben-Arabí (1164-1240)
rezuma panteismo. Asín Palacios, demostró su influencia sobre Raimun-
do Lulio y defendió la tesis de que la Divina Comedia del Dante, está ins-
pirada en fuentes musulmanas, especialmente en el místico Abenarabí de
Mu-cia. Sabido es también quea través de algunos filósofos influyó asi-
mismo en la Escolástica, sin excluir a Santo Tomás de Aquino. Estudio
magnífico, al que nos dedicamos algunos años, el relativo a comparar las
teorías místicas de Aben-Arabí con las de las escuelas medievales, la ale-
mana y la española, Ruysbroeck, Eckhardt, Suso, Taulero, Kempis, Juan
de la Cruz, Teresa de Jesús, etc., siguiendo la trayectoria marcada por
Amor Ruibal.
La corriente platónica de la escuela de Abenmasar a resplandece en
el místico murciano. Su espíritu inquieto, su azarosa vida y sus viajes por
Oriente, le hicieron hombre de experiencia. Su megalomanía divina le va-
lió ser objeto de admiración por sus coetáneos. Se arrogó categoría de
adivino y profeta, teniendo mucho de exaltado. El don de ciencia que le
animaba, le hizo ser polígrafo, plasmando sus ideas y sentimientos en
numerosas obras, resumidas casi todas ellas en el famoso "FOTUHAT"
(revelaciones).
Mohidín Ben-Arabí, despreció el valor de la razón y anuló su uso en
la contemplación mental. Así pues, su mística es una mística desraciona-
lizada. Y es que el verdadero místico traspasa los linderos de lo categó-
rico y predicamental,busca lo trascendente y se sumerge de lleno en el
Ser, en el Uno, como hicieron Proclo y Plotino, sacando las consecuen-
cias de los principios del viejo maestro Platón.
Varia Arábico-Cordobesa 179

El zaragozano Avempace, citado más de una vez por Santo Tomás,


admitió una mística montada sobre la razón humana. Así ya es posible
sostener una moral, como hizo el cordobés Séneca. Lo que no es conse-
cuente es compaginar la moral con el panteismo. Siendo éste un ateismo
disfrazado, ninguna ética tiene explicación, a no ser por pura convenien-
cia, cual es en el fondo el estoicismo panteista de Séneca. La "ataraxia" o
imperturbabilidad no es más que una postura utilitaria.
Si Aben-Arabí dijo en su tiempo grandes verdades, también tuvo
grandes errores. El genio suele ser exagerado, desequilibrado. Hoy tene-
mo un ejemplo en Unamuno, pensador discutido, porque caló en lo hondo
del ser cristiano. También él profesó la mística y el panteismo, y fue ene-
migo acérrimo de la razón. En su tesitura, no atiende a fórmulas, es ad-
verso al dogmatismo. Vivió, sin embargo, con fórmulas y con dogmatis-
mos, con sus propias afirmaciones y negaciones, lo mismo que todo el
mundo, lo mismo que Aben Arabí. Pero si la naturaleza convence a los
pin-ónicos o escépticos, la vida hace lo propio con los "demasiado" mís-
ticos y los de "tilde" panteista.
El existencialismo, con panteismo o sin él, ha sido una postura tradi-
cional en la historia de la filosofía. La mística panteista es una solución
muy viable a la antinomía "ente-Dios", en la que han caido muchos hom-
b-es religiosos y pensadores. El existencialismo actual, sea el metafísico
de Heidegger, o bien el ético de Sartre, se sitúa en un punto muerto, sin
lograr dar solución a la contradicción.. En nuestro libro titulado "El ente-
Dios y el existencialismo" propusimos una, que, bordeando el panteismo,
pe - o sin caer en él, afirma lo "divino" del mundo como trampolín para
saltar a la divinidad.
Ahondando en lo "divino" del ser puede desatarse también la otra
aporía de la doble verdad. Esta se resuelve en la nada a la luz del sim-
bolismo de Raimundo Lulio y sin el menor adarme de panteismo. Pero
bajo las metáforas de Aben-Arabí, así como bajo las de cualquier otro
pensador panteista, el problema tiene difícil solución. No obstante, fue
Aben-Arabí el exponente religioso más significativo de su tiempo, más de
acuerdo con el sob-enombre de "Mohidín", equivalente a "vivificador de
la religión", que con el legítimo y propio de "Abu Béquer Mohamed
ben Alí".
Angel Rodríguez Bachiller
Madrid, octubre de 1964.

El diario madrileño "Arriba", le dedicó páginas especiales con los


siguientes artículos: VIII Centenario de Ibn Arabí. La concepción místi-
180 Varia Arábicó-Cordobesi

ca de Ibn Arabí, por Fernando Frade; Ibn A - abí y el cristianismo, por


Salvador Gómez Nogales, S. J.,; Peregrino en Oriente, por José Riquelmc
Salar; La españolía de Ibn Arabí, por Rafael Castejón.
De otras producciones damos cuenta en la sección bibliográfica.

VIII CENTENARIO DE AL-GAFEQUI

La fecha del fallecimiento del gran oculista Muhammad al-Gafequi,


cuyo célebre tratado Al Murchid fi al-kohl, uno de los más célebres de
la Edad Media y traducido parcialmente por M. Meverhof, le ha dado re-
nombre universal, ha sido conmemorado en Córdoba su patria, en su oc-
tavo centenario.
Se iniciaron los actos conmemorativos el l.° de mayo en la villa de
Belalcázar, el antiguo Gáfec o Gahete, población patronímica de esta fa-
milia, situada al norte de la capital cordobesa, a unos cien kilómetros de
ella, casi en el extremo occidental de la comarca llamada Fahs al-ballut,
(el campo de las Bellotas) hoy Valle de los Pedroches.
Ese día, una gruesa caravana de casi medio centenar de personas pro-
cedentes de Córdoba, en unión de las autoridades y vecinos destacados de
Belalcázar, celebraron un acto cultural, organizado por la Real Academia
de Córdoba en colaboración con el Ayuntamiento de la villa, para recor-
dar y exaltar la personalidad científica de Al-Gafequi. Debe destacarse la
actuación del Doctor Campo Balboa, del inmediato pueblo de Villanueva
de Córdoba, y la de varios académicos cordobeses que desarrollaron un
brillante acto cultural, a cuyo final hubo comida de fraternidad, a la que
también asistieron destacados elementos de localidades coma . canas.
Durante el verano fueron dadas conferencias públicas y escolares por
médicos, profesores y académicos, en otras villas del Valle de los Pedro-
ches, con igual finalidad.
Se cerraron los actos centenarios el 12 de octubre, Día de la Raza,
con ocasión de la II Asamblea general de la Asociación Española de
Orientalistas, celebrada en Córdoba.
Fue erigido un busto al Gafequi, del escultor Miguel Arjona, ante la
fachada del Hospital General de Córdoba, en cuyo edificio hubo un acto
cultural en el que intervinieron el Colegio de Médicos de la provincia, la
Real Academia de Córdoba, el Ayuntamiento de la Ciudad, la Diputación
Provincial y todos los miembros de la Asociación Española de Orienta-
listas presentes en la capital.
Se repartió la traducción de Meyerhof, de la "Guía de Oculística", y
Varia. Arábico-Cordobesa 181

también una medalla en bronce dorado conmemorativa del Centenario.


La prensa local y nacional recordó con este motivo la figura del ilus-
tre médico cordobés, y se renovaron los problemas que su personalidad y
su obra tienen planteados.
Respecto al primero parece concretarse que Mohamed, el autor de
Al-Murchid, es el médico oculista, y que el autor del "Libro de los Medi-
camentos simples" es su hijo Ahmed, sobre el cual tanto ha trabajado en
estos últimos tiempos el profesor Tomaso Sarnelli. (V.Prof. Tomaso
Sarnelli, "Il lib- o dei Medicamenti Semplice" del cordovese Ahmad Al-
Ghafiqi, recen temente scoperto e la questione del suo plagio o meno da
parte del malaghegno Ibn Al-Baytar", publicado en "Galeno", VI, 1958,
Roma).
También de "Miscelánea de Estudios árabes y hebráicos", Granada
1958, p. 70, recogemos la siguiente nota debida a la pluma de Carmen Vi-
llanueva, en su artículo "La Farmacia árabe y su ambiente histórico":
"El mayor farmacólogo dela España árabe fue Abu Ya-Far Ahmad
Ibn Muhammad Al-Gafiqi, cuyas circunstancias biográficas se ignoran,
ya que lo único que se sabe de cierto es que nació en una población cer-
cana a Córdoba. Su obra el "Kitab Al-Adwiya Al-Mufrada", de la que
se conserva, aparte de los extractos y citas, tres manuscritos incomple-
tos. Uno el citado por Mieli (1) y que conoció Meyerhof, perteneciendo a
la Biblioteca Oslerianade Montreal, ilustrado con dibujos de plantas y
animales y que solo comprende los simples que corresponden a las letras
Alif y Kaf; otro cuya existencia no conoció Meyerhof ni Mieli tampoco
y cuya descripción nos traslada el P. Morata de la siguiente manera:
"Ahmed hijo de Mohamed hijo de Ahmed hijo de Seid El-Gafiqi, tomó
p.° de los simples medicamentos por Alphabeto desde la Eliph hasta la
Chepk (2) y el tercero, el hallado en Trípoli por el Dr. Sarnelli que con-
tiene casi íntegro el libo del Gafeqi, ya que solo le faltan la introducción
y los catorce primeros capitulillos. Esta laguna puede salvarse a base de
los otros manuscritos (3) y con ello nos es posible conocer la abro del
gan farmacólogo andaluz".
De las citas de Al-Gafiqi, doscientas se las debemos a Ibn Al-Baytar
que solía acompañarse en sus viajes científicos del libro del Gafiqi, junto
con los de Dioscórides y Galeno. De los extractos es autor el obispo sirio
Gregorio Barhebraeus, tan importante para el conocimiento de la geogra-
fía, astronomía e historia medievales.
Gafiqi expone en el capítulo correspondiente a cada simple varios
extractos de los distintos autores griegos, hebreos y árabes que tratan de
la materia, con lo cual nos ha conservado nombres y obras desconocidos
182 Varia Arábico-Cordobesa

hoy, a continuación expone su propia opinión de una manera original,


pues sus enseñanzas son fruto de observación directa y de una rigurosa
experiencia personal. Las descripciones botánicas de las plantas están
hechas tan minuciosamente que se pueden identificar con la mayor faci-
lidad, además menciona las regiones españolas donde se producen y da
los nombres bereberes y españoles de ellas.
Meyerhof, a quien se debe el estudio y publicación de este autor le
consideró como el farmacólogo español más original (4).
Si la obra de Al-Gafiqi se caracteriza sobre todo po- su originalidad,
encontramos otra contemporánea suya que podemos decir que carece de
ella, abundando en cambio en erudición de sinónimos.
Nos referimos a la compuesta por Muhammad Ibn Abd Allah Ibn
Idris al Hassain (1100-1166) al que podemos considerar como español,
pues aunque natural de Ceuta, cursó sus estudios en Córdoba y él mismo
se califica de español".

NOTAS

(i) F. X. Rodríguez :Violero. Originalidad y estudio de la anatomía de Ave-


rroes. Al-Andalus XV (Madrid, 195o) pág. 7o Averroes, médico y filósofo. (Madrid,
1950. Obra citada pág. 165.
(2) N. Morata.—Un catálogo de los fondos árabes primitivos en El Escorial.
Al-Andalus II.(Madrid, 1934, Pág. 1 49).
(3) Al-Andalus XVII. (Madrid, 1953, pág. 255).
(4) Meyerhof Sobly-Thefabridged versión of "The bock of simple drugs of
Ahmad ibn Muhassmmad al Gafiqi bey Gregorius Abu'lFárag (Barhetraus). (Cairo,
193o-1938). No está terminada la publicación.

También en este mismo número insertamos un trabajo del propio


profesor T. Sarnelli, en que se recogen estas cuestiones.
III Sesiones de Cultura Hispano Musulmana
Madrid, 1964.
Entre los días 23 y 29 de noviembre de 1964 se han celebrado en el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas —Patronato Menéndez
Pelayo— de Madrid las III Sesiones de Cultura Hispano-Musulmana, or-
ganizadas por las Escuelas de Estudios Arabes de Madrid y Granada, en
colaboración con el Instituto de Estudios Islámicos de la R. A. U. en
Madrid y con la cooperación de la Dirección General de Enseñanza
Universitaria. Dichas sesiones —continuación de las anteriormente cele-
bradas en Granada en 1962 y en Córdoba en 1963— han comprendido
un curso de conferencias sobre el Islam Español a cargo de especialistas
europeos y orientales, catedráticos o profesores de las Universidades de
Madrid, Granada, Barcelona, Zaragoza, Salamanca, París, Nápoles, El
Cairo y Alejandría. También, como las anteriores, han estado dirigidas
por el Dr. Seco de Lucena, catedrático de la Universidad de Granada.
Solemnemente inauguradas por el Excmo. Sr. Ministro de Educación
Nacional, estas sesisones han constituído un magnífico exponente del es-
tado actual de las investigaciones sobre temas del Islam Español. Buena
parte de las comunicaciones presentadas en ellas versaron sobre asuntos
que podríamos calificar de históricos, algunos en la línea clásica de la
historia política : Consideraciones sobre la época de los Reyes de Taifas
—Dr. Monés—, Contribución a un estudio de la toponimia árabe mala-
gueña —doctor Vallvé—, que fue en realidad una reelaboración de las
campañas de Umar ibn Hafsun ; La personalidad de Muy áhid de Denia
(1 1044) y su acción en el Mediterráneo Occidental —Dr. Sarnelli—,
Datos inéditos del Muqtabis de Ibn Hay y án ( 987-1070) acerca de la
España cristiana —Dr. Makki—, con interesantes aportaciones para el
mejor conocimiento de la historia política peninsular durante la prime-
ra mitad del siglo IX. Otros comunicantes, sin embargo, abordaron temas
menos frecuentados, culturales, sociales, económicos, etc.: Fiestas reli-
giosas y profanasen el Reino de Granada —Dr. Abbadi—, Estudios re-
cientes sobre la historia de la ciencia árabe —Dr. Vernet—, en donde el
comunicante ofreció una interesante panorámica de los estudios que está
184 Varia Arábico-Cordobesa

desarrollando en campo de investigación tan poco explorado ; Ajedrez


hispano-árabe —Dr. Pareja, S. I.—, Sugerencias para un. estudio del co-
mercio medieval hispano-árabe —Dr. Martínez Montávez—, con especial
dedicación a los productos peninsulares de exportación a Oriente, y Ha-
llazgo de documentos árabes granadinos —Dr. Seco de Lucena—, anun-
cio del descubrimiento de nuevos documentos notariales de la misma
época, aproximadamente, que los ya publicados por el comunicante.

Otras varias comunicaciones versaron sobre temas histórico-literarios:


La ciencia de los linajes y los genealogistas en la España Musulmana
—Dr. Bosch Vilá—, preferentemente entre los siglos ix y XIII ; Revisión
del pensamiento de Averroes —Dr. Cruz Hernández—, insistiendo sobre
la visión deformada que de este gran pensador se tiene ; Manuscritos de
obras de Ibn al-Ahmar, el príncipe historiador (1279-1325) —Dr. Váz-
quez—, El Cid, su Cantar y el Islam —Dr. Gonzalo Maeso—, El morisco
Alonso del Castillo y su versión de las inscripciones de la Alhambra ( r564)
--Dr. Cabanelas, O. F. M.—; Dos familias de linaje omeya en la España
Musulmana —Dr. Terés—, noticias sobre los habibíes y una rama de los
marwaníes según Ibn Hazm (994-1063); Cuestiones de filología hispano-
árabe —Dr. Oliver Asín—, estudio de la voz mozárabe "albá" —arabismo,
de "abá"— como sinónimo de casulla ; y La figura de Ibn Arabi, eslabón
entre el mundo árabe y la cultura de Occidente —Dr. Gómez Nogales,
S. I.—.
El tema biográfico interesó también a algunos comunicantes: La vida
y milagros de Abíi-Marwán al-Bayánisí (siglo XIII) —Dr. De la Granja—
y Abet-l-Barakdt (1285-1374), ilustre literato de Belifique —Dra. Gibert—.
Los profesores franceses Terrasse y Pellat trataron, respectivamente, de
arte y literatura: El arte musulmán español; descubrimientos recientes y
orientaciones actuales y Acerca de Ibn Wahbü (siglo XI); Mr. Neville
Barbour, especialista inglés, de La dinastía Saadí de Marruecos y los mo-
riscos, con algunas interesantes aportaciones sobre las relaciones hispano-
marroquíes entre los años 1557 y 1574.
Las sesiones se clausuraron en Alcalá de Henares, en acto solemne
organizado por el Ayuntamiento de dicha villa.

* * *
Varia Arábico-Cordobesa 185

Al mismo tiempo que las III Sesiones de Cultura Hispano-Musulmana,


y también en las dependencias del Patronato Menéndez Pelayo, se cele-
braron las reuniones del "Coloquio sobre estudios árabes e islámicos en
España", convocado por el Instituto Hispano-Arabe de Cultura de Madrid,
recogiendo una idea del Instituto de Estudios Islámicos de la R. A. U.
En dicho Coloquio se hizo un balance de la labor llevada a cabo por
el arabismo español, se expuso la situación por la que actualmente atravie-
sa y se tomaron las medidas necesarias para solucionar los problemas que
se le presentan en los diversos campos en que actúa: pedagógico, inves-
tigatorio y de promoción cultural y exterior.
Dicho Coloquio fue inaugurado por el Ilmo. Sr. Director General de
Relaciones Culturales y clausurado por el Ilmo. Sr. Director General de
Enseñanza Universitaria.
P. MARTÍNEZ MONTÁVEZ

("Hispania", Madrid, Octubre 1964)

IV SESIONES DE CULTURA HISPANO-MUSULMANA

Valencia, 1965

Tuvieron lugar los días 9 al 16 de diciembre, con la organización co-


nocida, presentándose los siguientes trabajos:
Notas de toponimia árabe valenciana, por don Jaime Oliver Asin.
Aspectos de la historia de los Omeyas en Oriente y Occidente, por
D. Hussein Monés.
La guerra sicológica de los Almohades contra los Almorávides, por
Mr. Nevill Barbour.
Ibn Suhayd y su Diwan, por Mr. James Dickie.
Notas para la toponimia y la historia de Guadalest y su valle, por
don Jacinto Bosch Vilá.
Elogios y elegías de Valencia musulmana, por D. Elías Terés Sádaba.
La obra matemática de Maslama el Madrileño, por D. Juan Vernet.
Las fuentes de Ibn al-Sabbat en la descripción de al-Andalus, por
Dr. Mojtar al-Abbadi.
Toponimia árabe granadina, por don Luis Seco de Lucena.
Consultations jurídiques de Ibn Rusd l'aieul connme source historique,
por Dr. Robert Brunschvig.
186 Varia Arábico-Cordobesa

Acerca del traje musulmán en España desde la caida de Granada has-


ta la expulsión de los moriscos, por Mme. Arié.
Ibn García cadí de los califas hammudíes, por don Fernando de la
Granja.
El Kitab al-Yugrafiyya de al-Zuhri, por Dr. Hopkins.
De nuevo sobre Bobastro, por don Joaquín Vallvé.
El viajero hispanomusulmán Ibrahim al-Turtusi, por Abda-al-Ran-
man al-Hayyi.
Los mudéjares valencianos de 1387 a z396, por don Eliseo Vida'.
Notas sobre el arte de los Reyes de Taifás, por Dr. Henri Terrasse.
Las columnas de Hércules según la historiografía árabe musulmana,
por Dr. José Vázquez.
Comercio hispano musulmán en el siglo XV, por D. Julián San
Valero.
Acerca de la Epístola de la Santidad de Ibn Arabí, por Dr. Shukri
Faifsa 1 .
La hisba hispanomusulmana a través de los fueros españoles, por don
Pedro Chalmeta.
Los estudios orientales en la Universidad de Valencia, por don David
Gonzalo Maeso.
Exportaciones de productos peninsulares al mundo árabe durante la
Eded Media, por don Pedro Martínez Montávez.
La escuela mística de al-Sudiya, por Prof. Muhamad ben Sharifa, de
Rabat.
Observaciones sobre el significado y futuro de los estudios de Ibn
Arabí, por el Prof. R. W. Austin, de Durham.
Consideraciones sobre la inscripción de un tintero califal, por doña
María Eugenia Gálvez.
La inmortalidad del alma en Ibn Arabí, por don Salvador Gómez
Nogales, S. J.
Problemas de la investigación en el campo del arabismo, por don Am-
brosio Huici.
Además de las comunicaciones fueron dadas las siguientes confe-
rencias:
Valencia musulmana, por D. Ambrosio Huici.
El mundo árabe actual, por Dr. Hussein Monés.
El Islam español en la poesía castellana, por don Luis Seco de Lucena.
Varia Arábico-Cordobesa 187

II ASAMBLEA GENERAL DE LA ASOCIACION


ESPAÑOLA DE ORIENTALISTAS

Durante los días 10 al 12 del mes de octubre de 1965 se celebró en


Córdoba la segunda asamblea general de la A. E. O., que preside el pro-
fesor Dr. Martín Almagro Basch y de la que es secretario general el
P. Félix M. Pareja.
El programa realizado fue el siguiente:
10 octubre. Visita a la Mezquita y sesión de apertura en el Salón de
los Mosaicos del Alcázar cristiano, con palabras de salutación del vice-
presidente de la A. E. O. Don Rafael Castejón y de bienvenida del alcal-
de don Antonio Guzmán, siendo agasajados los asambleistas en los jar-
dines de dicho Alcázar por el Ayuntamiento de la ciudad.
Por la tarde visita a Medina al-Zahra, y el regreso conferencia del
profesor coreano Dr. Kab Dong Cho, con documentales, y copa de aga-
sajo del Círculo de la Amistad, en cuyos locales se celebró esta confe-
rencia.
11 octubre. Sesiones de trabajo en este Círculo, seguidas de visitas a
museos, especialmente a la sección árabe del Arqueológico, y visita a ca-
sas solariegas con agasajo en alguna de ellas. Por la tarde visita a la
Ruzafa y depósito municipal de aguas, y al regreso conferencia del doctor
Muguruza, presidente del Instituto Hispano-Pakistaní, de Madrid, segui-
da de agasajo de las cámaras oficiales de la producción en Córdoba.
El 12 se celebraron las sesiones de trabajo en el salón de la Casa
Sindical, seguidasde la sesión oficial de clausura de la A. E. O., que tomó
sus acuerdos corporativos pertinentes, con agradecimiento del Dr. Alma-
gro Basch y palabras del alcalde de la ciudad. De allí partieron las asam-
blaistas a la plaza del Hospital, ante cuya fachada fue inaugurado el bus-
to a Muhamad el Gafequi, notable oculista del siglo XII, que ha sido mo-
delado por el notable escultor cordobés Miguel Arjona. El doctor Caste-
jón fue presentando a los oradores que sucesivamente fueron el Dr. Cam-
po Balboa, oculista e iniciador de este centenario, el Dr. José Jordano,
presidente del Colegio de Médicos y el Dr. José Navarro, director de la
Academia de Medicina. El alcalde de Córdoba recibió el busto oficial-
mente con palabras elocuentes, y la Diputación Provincial agasajó a los
concurrentes con una copa en el propio patio principal del Hospital, que
la tradición histórica considera emplazado en el mismo lugar que ocupó
el palacio del gran visir Almanzor. Todavía por la tarde, los asambleistas
visitaron, desde las azoteas de la gran fábrica de cervezas "El Aguila",
188 Varia Arábico-Cordobesa

donde fueron espléndidamente agasajados, la panorámica de los inmedia-


tos lugares al oriente de Córdoba, donde se levantó en el siglo X la opu-
lenta residencia amirida de Medina Záhira.
Los trabajos y comunicaciones presentados por autores cordobeses
en esta asamblea, fueron: Influencia de la Torah en los fueros de la Re-
conquista, por Manuel Madrid del Cacho; Las ideas jurídico políticas de
Abderrahman III, por el mismo; Metalurgia punofenicia y metalurgia his-
panoárabe, por Rafael Fuentes Guerra; El grupo civilizador del Mar de
Aral, por el mismo.
Otros trabajos y comunicaciones fueron reseñados en prensa local y
nacional, y especialmente en el Boletín de la A.E.O.

CONFERENCIAS

Como preparación de las fiestas musulmanas de la primavera de 1963,


se dieron, entre otras, las siguientes conferencias:

28 marzo. "La mujer en el Califato de Córdoba", por don Rafael Cas-


tejón, en la Asociación de Alumnos de las Escuelas Sindicales.

29 marzo. "La poesía árabe en Córdoba", por don Rafael Castejón,


en el Colegio Mayor Lucio Anneo Séneca.

19 abril. "Cultura cordobesa en los siglos XI y XII", don don Pedro


Palop, organizada por el Instituto Inglés en la Cámara de Comercio.

La Tertulia Cultural de los Alumnos de Escuelas Sindicales inicia-


ron su labor con un curso de conferencias de tema arabista, que fueron
las siguientes:

Don Manuel Ocaña Jiménez, bajo el título general de "Monumen-


tos hispano-musulmanes de Córdoba", habló el 7 de febrero de "La Mez-
quita gran Aljama de Occidente"; el 14 de febrero, de "Madinat Al-Zahra,
Versalles Omeyya"; y el 21 de febrero de "Murallas de Córdoba".
Varia Arábico-Cordobesa 189

Don Manuel Salcines López, habló el 28 de febrero de "Los sabios


áulicos de la Corte de Abd Al-Rahman II", y el 7 de marzo de "Abd
Al-Rahman III primer Califa de Occidente".

Don Manuel Salcines, don Luis Mardones, don Rafael Castejón y don Manuel
Ocaña, conferenciantes de temas árabes en la Academia Sindical

Don Luis Mardones Sevilla habló el 14 de marzo de "La sociología


política en la España de los Omeyas", y el 21 de marzo de "La inter-
vención de Occidente y Oriente en la cuestión del antiguo Congo Belga".
El 17 de octubre de 1963, en conferencia organizada por la Real
Academia de Córdoba, habló Mr. Maurice Morere, de "La influencia de
la poesía arábigo-andaluza sobre la lírica de los primeros trovadores de
lengua d'Oc".
En los días 8, 19 y 12 de septiembre de 1964, don Vicente Orti Bel-
monte dió en el Ateneo de Santander sendas conferencias sobre "La
Mezquita de Córdoba", "Medina Azahara ciudad de Abderraman III", y
"La Alhambra".
El 19 diciembre de 1964, la Real Academia de Córdoba, con la co-
laboración del Conservatorio de Música, hizo una sesión dedicada a la
música oriental, con comentarios e interpretaciones por la Profesora
Ma,ría Teresa García Moreno, con Melodías populares egipcias, tres
danzas turcas y Danza egipcia, de A. Hemsi.
190 Varia Arábico-Cordobesa

El 26 de enero de 1965 conferenció don Pascual Marín Pérez, cate-


drático de Derecho civil en Madrid, sobre "La República Arabe Unida",
con proyección de documentales en color y la colaboración del Instituto
de Estudios Islámicos de Madrid.
El 29 de abril de 1965 habló don Manuel Ocaña sobre "La Alham-
bra" en la Delegación de Sindicatos.

El Ministro de Comercio Sr. Ullastres en Medina Azahara

También don Manuel Ocaña dió en el Instituto Hispano-Arabe de


Cultura, de Madrid, un ciclo de conferencias bajo el título general de
"El cúfico hispano y su evolución", los días 18, 19 y 20 de octubre de
1965, con los temas. Desde la conquista hasta la caída del Califato, desde
ésta a la entrada de los Almohades y desde éstos hasta el final de la do-
minación musulmana en la Península.
El 26 de octubre de 1965, don Rafael Fuentes Guerra, hizo confe-
rencia en la Casa de Córdoba en Madrid, con el tema "El célebre geó-
grado Al Idrisi, muerto en 1166, y con el filósofo cordobés Ibn Rushd
(Averroes)", destacando las particularidades científicas de ambos y su
coincidencia en el espíritu de la vieja ciudad de los Califas.
Varia Arábico-Cordobesa 191

El 14 de marzo de 1964 visitó Córdoba y sus monumentos el Mi-


nistro de Información, Turismo y Bellas Artes de Marruecos, S. E. Mu-
ley Ahmed Alaui.
El 14 de abril del mismo año visitó también Medina Azahara el mi-
nistro español de Comercio señor Ullastres.

En la primavera recorrió igualmente nuestros monumentos S. A. R.


la Princesa Sofía, esposa de S. A. R. don Juan Carlos de Borbón, ha-
ciendo eruditas disquisiciones sobre el bizantinismo del arte de Medina
al-Zahra.
El Ministro de Educación don Manuel Lora Tamayo, el Director Ge-
neral de Bellas Artes don Gratiniano Nieto, y otras personalidades del
mundo artístico y arqueológico, han visitado repetidamente nuestros mo-
numentos árabes y especialmente Medina al-Zahra.
B I BLIOGRAFIA
Primer Congreso de Estudios, Arabas e Islámicos. Córdoba. 1962.
Actas. Comité Permanente del Congreso de Estudios Arabes e Islámicos.
Madrid, 1964. 466 páginas.
. Sumario: I. Goldziher, Los árabes españoles y el Islam; L. Gardet,
Quelques apercus sur l'enseignement spirituel d'Abbad de Ronda; A. M.
Goichon, L'exegese ooran'que d'Avicenne jugée par Averroes; W. Mont-
goniery Watt, Philosophie and Theology under the Almohads; N. Pless-
ner,Hispano Arabic vs. Eastern Tradition of AristotPs and al-Farabt's
writings; S. Gómez Nogales, Teoría de la causalidad en el Tahafut de
Averroes; G. Vajda, Comment le philosophe juif Moise de Narbonne,
commentateur de Ibn Tufayl, comprenait'il les paroles extatiques (sata-
bat) des soufis?; R. ArnácIez, La profesión de foi d'Ibn Hazm; L. P. Har-
vey, Crypto-islam in sixteenth century Spain; M. Arribas Palau, Los Be
nimerines en los pactos concertados entre Aragón y Granada; N. Bar-
bour, Two Christian embassies to the Almohad sultan Muhammad al-
Nasir at Seville in 1211; J. D. García Domingues, lnvasao e conquista da
Lusitania por Musa ben Nosair e suo filho Abdalazis; J. D. García Do-
mingues, Antropónimos árabes no "Crónica dos Reis de Portugal"; M.
Bentawait, Relaciones entre los Omeyas de al-Andalus y los Idrisíes; Ch.
Péllat, La España musulmana en las obras de al-Masudi; Ch. Péllat, Ma-
hom, Terwagan, Apollin; A. Moralejo Laso, Influencias Mozárabes en la
hidronimia leonesa; T. García Figueras, Relaciones fronterizas de Jerez y
los musulmanes de las serranías de Cádiz y Málaga; D. M. Dunlop, The
arabic manuscripts of the Academia das Ciencias de Lisboa; J. D. Latham,
The content of the Lahn al-awwam (ms. 2229 al-maktaba al-abdaliyya
al-zaituniyya, Tunis) of Abu Ali Umar b. Muhammad b. Halil al-Sakuni
allsbilí; J. A. Haywood, Ibn Sida (d. 458-1008). The qreotest andalu-
sian Lexicographer; M. M. Moreno, Per ü Congresso di studi ispano-
arabi di Cordova; S. M. Stern, Andalusian muwashshahs in the musical
repertory of North Africa; P. León Tello, Carta de población a los mo-
ros de Urzante; F. M. Garin, Las inscripciones pseudo-arábigas en la pin-
tura valenciana primitiva, especialmente en la de Yáñez de Almedina;
194 Bibliografía

F. Iñiguez Almech, La Aljafería de Zaragoza, presentación de los nuevos


hallazgos; R. Castejón, Nuecas identificaciones en la topografía de la
Córdoba califal; V. Escribano Uce!ay, Comentarios sobre algunos ele-
mentos de arquitectura mudéjar en la ciudad de Córdoba; H. Sancho de
Sopranis, El arte mudéjar en Jerez; M. Esteve Guerrero, Ceret y Hasta
Regia dos ciudades distintas;- R. Fuentes Guerra, Cerámica califal; R.
Fuentes Guerra, Panorama económico industrial del califato de Córdoba;
T. Sarnelli, Primauté de Cordoue dans le monde árabe d'Occident, sou-
venirs et propos, de travail; S. A. Bonnebaker, The manuscripts of al-
Qali's redaction of Ibn Qutaiba's Adab al-Katib.
Prontuario de datos. Primer Congreso de Estudios Arabes e Islámi-
cos. Córdoba, 1962. Editado por el Comité permanente. Madrid, 1964.
54 páginas.

García Gómez, Emilio. Las jarchas romances de la serie árabe en su


marco. Edición en caracteres latinos, versión española en calco rítmico
y estudio de 43 moaxajas andaluzas. Madrid, 1965. 412 páginas. Sociedad
de Estudios y Publicaciones.
Nos permitimos reimprimir la nota crítica que publicara en "ABC"
de Sevilla don Melchor Fernández Almagro, de la Real Academia
Española, como homenaje a este ilustre granadino fallecido:
"Esta versión española de cuarenta y tres poemas árabes —"moa-
xajas"— con sus ya famosas "jarchas" mozárabes, por Emilio Gar-
cía Gómez, le llega al lector con un "Prólogo" del mismo eximio
arabista para cabal ilustración del sensacional hallazgo que nos per-
mite penetrar en un siglo más allá de los orígenes hasta ahora co-
nocidos de nuestra poesía: el "Poema del Cid'', como es sabido.
Precisamente este viene a ser el título del artículo que el gran filó-
sofo e historiador, crítico a la vez, de nuestra literatura, Dámaso
Alonso hubo de publicar hace quince años en ABC "Un siglo más
para la poesía española": artículo que, preludiado por otro que su
autor brindó a lectores ya iniciados en tales disciplinas, desde la
"Revista de Filología española", fue luego ampliado en datos y
juicios e incluido en su "Antología crítica", aparecido en 1965.
Es allí donde por vez primera se da el toque de atención, registra-
do por García Gómez en su "Prólogo", sobre la trascendencia del
descubrimiento que llevó a cabo el hebraista S. M. Stern, en 1948,
respecto a las "jarchas" hebreas, y en 1952, por lo que hace a las
árabes. Trátase, pues, de dos series, la segunda de las cuales trans-
Bibliografía 195

porta García Gómez hasta nosotros, con la traducción de los poe-


mas a que sirven de estrofilla final, acreditando una vez más en
tan ardua tarea, no ya su competencia lingüistica, sino también
—y esto importa mucho al público— su sensibilidad poética. No
olvidemos que García Gómez es el autor de "Poemas Arábigo-an-
daluces" de "Qasidas de Andalucía" y de "Cinco poemas musul-
manes", entre los que figuran el de mayor talla en el mundo lírico
de los árabes, Mutanabbi, y el que enriqueció con sus poemas la
ornamentación preciosa de los alcázares nazaríes, Ibn Zamrok.
Autor es también García Gómez de la admirable traducción del
poemático "Collar de la paloma", del cordobés Ibn Hazm.
"Jarcha" es el nombre con que es conocida la coplilla romance a
que nos referimos más arriba, en relación con el tipo de poemas
denominados "moaxajas", escritos, en hebreo o en árabe hasta el
punto mismo de esa impensada adición. La importancia histórico-
literaria del descubrimiento citado, viene a corroborar, por otra
parte, la conocida tesis de don Ramón Menéndez Pidal relativa a
la poesía tradicional, favorables a la primacía en el tiempo de nues-
tra lírica, anterior incluso a la provenzal. Hagamos abstracción en
el presente artículo de la otra serie de "jarchas", la hebrea, y de
los estudios meritísimos debidos a filósofos e investigadores como
García de Diego, Millás Vallicrosa, Cantera, Corominas y Alarcos
Llorach, para glosar, concretamente, estas "Jarchas romances de la
serie árabe" en que García Gómez nos asoma a un mundo encanta-
dor y sorprendente, en magnífico despliegue del que Stern nos an-
ticipó textos y noticias que causaron extraordinaria impresión des-
de del doble punto de vista literario y lingüistico. Aquel contado
número de "jarchas" reveladas por el profesor israelí son ahora no
menos de treinta y nueve, de las cuales son veintiocho aportación
de García Gómez, cifrándose en cuarenta y tres las "moaxajas" es-
tudiadas y traducidas por él en su integridad.
La Antología que da cuerpo a la obra sobre que versa el presente
comentario, es "única en español —nos advierte García Gómez—
y aún la más extensa, moderna se entiende, que haya sido publicada
en ninguna lengua, incluida la árabe". Abarca composiciones de
muy variada técnica y temática y de la suma de todas ellas el lector
podrá obtener adecuada idea de tan extraño género, "híbrido de dos
tradiciones literarias muydiversas; que es libre y está a la vez rigu-
rosamente reglamentado (estructura rítmica; número de estrofas,
generalmente cinco, nunca superior a siete); que constituye una
196 Bibliografía

trasposición lírica —y quizá musical— de clisé de las casidas, y


sobre cuya métrica y grado de popularismo se ciernen todavía muy
serias dudas. Y al final se verá asomar, más o menos felizmente la
coplilla romance que, tras haber servido al poeta de base rítmica
para su composición, queda incandescente en la cauda de la "moa-
xaja", convirtiendo a ésta en una luciérnaga literaria".

En virtud de los antecedentes harto rápidamente traidos a cuento


por nosotros, y, por modo especialísimo, gracias al profesor García
Gómez, las "Jarchas romances de la serie árabe" nacen, por segun-
da vez, en nuestros días, y acerca de ellas fija puntos de vista, en
proyección muy vasta,si bien el autor se muestra más atento, deli-
beradamente, a los problemas métricos que a los lingüisticos, por
las razones que expresa con el rigor técnico acostumbrado. El lector
se siente primordialmente atraído por el interés de la poesía en sí
misma, culta y popular, árabe y mozárabe, armonizada en el volu-
men, sin que necesite ser especialista —y no lo es quien esto escri-
be— para darse cuenta de los obstáculos salvados en esa empresa
felizmente cumplida: la emoción del lector lo atestigua. Y no pode-
mos por menos de pensar, por nuestra cuenta y riesgo, que nos lle-
gen desde muy lejos dormidos ecos de viejos cancioneros, de ro-
mances, alguna vez, de ese lirismo, clásico y romántico a la par, que
en el transcurso del tiempo se universaliza. ¿Es que en este cam-
biante mundo de las creaciones artísticas, singularmente las poéti-
cas, lo que menos muda, lo que quizá jamás se volatiliza, es la Poe-
sía esencial?

El lector de hoy se entrega a la seducción de los eternos temas del


amor y de la muerte, en esta renacida poesía tan exacta y bellamen-
te recogida por García Gómez, en lucha con dificultades de todo
orden, empezando por lalectura de los manuscritos originales y si-
guiendo por las exigencias del "calco rítmico", es decir, la mayor
fidelidad posible a la estructura métrica y a la rima, puesta la mira
en la pureza de la transcripción idiomática.

Citemos un ejemplo en el que corre a nuestro cargo la "moderniza-


ción" de la estrofa final, la "jarcha" precisamente:
Bibliografía 197

Una moza que siempre


se queja de un desdeñoso
(¡ay de quien se confía
en el que nunca da apoyo!)
ardiendo ella de amores
y viéndolo duro y sordo,
cantó, pues su esperanza
en él reposa tan sólo:
Mi Side Ibraim,
oh, nombre dolce
vente a mí
de noche.
Si no, si no quieres,
—dime dónde—
a verte.
Ingenuo, elemental, tierno libro de amor es esta Antología que in-
cluye, en uno de sus apéndices, veintidos jarchas de la serie hebrea.
M. F. A.
Ocaña Jiménez, Manuel. Repertorio de inscripciones árabes de Al-
mería. Patronato Menéndez Pelayo. Instituto Miguel Asin. Madrid-Gra
nada, 1964. 144 páginasy LII láminas (13'5 x 21'8). Precio, 450 pesetas.
Siendo uno de los más ricos legados de la epigrafía árabe-española
el de Almería, fundamental para conocer la evolución del cúfico
hispano a partir de la caida del Califato cordobés, por estar des-
perdigado entre numerosos museos y colecciones, sólo puede es-
tudiarse en exigua parte. El sensible vacío que ocasionaba su casi
desconocimiento, se llena, por fin,gracias a la presente obra. Algo
más de un centenar de inscripciones de Almería, cúficas e inte-
resantísimas, aportan datos para desentrañar el secreto de lo que
dicha ciudad fue bajo el Islam. El autor es uno de los pocos eru-
ditos en epigrafía árabe que hay en Europa y el único en España.
(Boletín Bibliográfico. Consejo Superiorde Investigaciones Cientí-
ficas. Madrid, 1964, núm. 93).
Emilio Camps Cazorla. Módulo, proporciones y composición en la
Arquitectura califal cordobesa. Consejo Superior de Investigaciones Cien-
tíficas. Instituto Diego Velázquez. Madrid, 1953. 118 págs. y 78 láminas.
La obra del malogrado catedrático de Historia del Arte, gran espe-
cialista en Arqueología medieval y autor de obras valiosísimas en
esta materia, no ha sido suficientemente conocida por su prematu-
198 Bibliografía

ra muerte (28 enero 1952) recien designado para la Dirección del


Museo Arqueológico Nacional.
Camps Cazorla, andaluz nacido en 1903 en Fuensanta de Martos
(Jaén), era por derecho de terrazgo, inteligente, celoso en el traba-
jo, emprendedor y erudito y de fáciles y sugestivas síntesis menta-
les. No tenemos tiempo, ni es ocasión de hacer su necrología, sobre
todo a tantos años de su óbito, aunque su obra será siempre jugosa
para la erudición hispana.
Esta obra deque damos cuenta, pequeña en su apariencia, pero
grande en su contenido, la exaltamos ahora, ya que publicada a po-
co de la muerte de su autor, no ha tenido la resonancia que debiera
en los medios técnicos a los que iba dirigida, y contiene excepcional
importancia para la arquitectura del Califato cordobés, según reza
el título.
Inicia el libro una breve nota biográfica, escrita por don Manuel
Gómez Moreno, de quien Camps fue discipulo predilecto, y una lista
de las obras publicadas por éste.
En un promedio justificativo declara el autor el propósito o tema
fundamental que ha perseguido, cual fue el de buscar el módulo o
norma seguido por los tracistas del califato para la realización de
sus obras, ya que de ningún modo podría aceptarse que sus compo-
siciones fueran arbitrarias o caprichosas, y una vez halladas estas
leyes de composición„ determinar la cuantía de ese módulo, lo que
hace en un primer capítulo, que viene a ser resumen general de su
trabajo, siempre partiendo de la base de que, aun con todo el supe-
rior conocimiento matemático alcanzado por aquella civilización, los
técnicos contemporáneos habrían de basarse en normas de no mu-
cha complicación para que su aplicación fuera posible y razonable
en la práctica diaria de la construcción.
La novedad estriba, según frases del autor, en el hallazgo de un
cierto tipo de módulo, que se emplea siempre en relaciones numé-
ricas enteras, salvo los elementos de pequeño tamaño, como 'as
molduras, medidas a su vez en tercios del módulo en proporción
constante de dos para las anchas y uno para las estrechas. Este mó-
dulo en escala contínua numérica hace ver que la composición no
es propiamente geométrica, sino que se hace procediendo por mag-
nitudes aritméticas, lo que lleva consigo un cierto espíritu de creci-
miento tangible de las composiciones siguiendo la serie numérica
normal.
Siguiendo y aplicando esta norma, va estudiando la técnica del arco
Bibliografía 199

de herradura califal, con sus antecedentes y consecuencias, el arco


cordobés de lóbulos, los arcos cruzados cordobeses, los paralelis-
mos en los procedimientos califales de composición de arcos, y un
análisis monográfico de trazados de arcos estudiado sobre 34 casos
muy detallados.
Aunque el autor hace el estudio técnico de aquellos casos que la
crítica tiene sometidos a severo juicio, como la impropiamente lla-
mada Puerta de Sevilla, en Córdoba, y la puerta de San Esteban o
de Mohamed I de la gran mezquita, no emite juicio definitivo sobre
ellos, lo que es prueba de la severidad científica de sus aprecia-
ciones.
Es en definitiva, un trabajo científico de altura, que delata la fuerte
personalidad técnica de Camps Cazorla en tema tan fundamental
para el arte califal o musulmán de Occidente y que desde su publi-
cación es insoslayable en cualquier consideración o estudio que en
esta materia se emprenda, y que demuestra hasta dónde hubiera
llegado su autor, si la muerte no hubiera truncado su vida fecunda
y en plena producción. — R. C.

Admad Ibn Umar Ibn Anas Al-Udrhi. Fragmentos geográfico-histó-


ricos de Al-Masalik ila gami Al-Mamalik. Edición crítica por el Dr. Abd-
al-Azis Al-Ahwani, catedrático de la Universidad de El Cairo. Publicacio-
nes del Instituto de Estudios Islámicos en Madrid, 1965.
Texto de mucha importancia por la identificación de muchos luga-
res de toponimia rara o dudosa, y además por la confirmación de
muchos datos históricos de gran valor en nuestra época musulma-
na. Tiene un índice en español, que facilita mucho la búsqueda en
el texto de nombres de lugares y personas, y es de desear que sea
traducido el texto íntegro al español para que pueda ser manejado
por nuestros eruditos con facilidad. Es señalado que desde 1938,
fecha en que Leví Provencal editó y tradujo el Rawd al-Mitar de al-
Himyari, no se había dado al público un texto de tanta importancia
para la Península Ibérica en esta materia, sobre todo para el mejor
conocimiento de las Marcas o fronteras con los estados cristianos.

Some aspects of the Socio-Economic and Cultural History of Mus-


lim Spain. 711-1492 A. D. By S. M. Imamuddin. Medieval Iberian Pen-
ínsula, texts and studies, volume II). 1965. VIII, 238 pp., 23 illustr. on
15 pl., fold, map.
200 Bibliografía

Osman Yahia. Histoire et Clasification de L'Oeuvre de Ibn Arabi.


Institut Francais de Damas. Damasco, 1964.
Justamente en el año de su octavo centenario, que hemos conme-
morado en Córdoba, el Instituto Francés de Damasco ha publi-
cado esta excelente obra sobre el gran místico murciano Aben
Arabí, con el concurso del Centro Nacional de la Investigación
Científica. La obra del que ya nuestro gran maestro español Asin
Palacios calificó como el mayor místico del mundo musulmán, se
acrece de día en día, tanto en extensión, como en intensidad comen-
tativa y crítica. Aparte el interesantísimo prólogo del autor, los
dos tomos de que consta la obra son realmente un catálogo de ias
obras originales de Aben Arabí y de todas las que hasta ahora se
han escrito en su exégesis y crítica. Las originales se acercan al
millar, descartando las dudosas y apocrifas. Es una excelente pu-
blicación, de gran valor para la historia de la literatura y el mist:-
cismo españoles.
Claudio Sánchez Albornoz. España un enigma histórico. Dos tomos
Segunda edición. Buenos Aires, 1962.
En la ardorosa polémica que sostienen Américo Castro y el gran
maestro del medievalismo español Sánchez Albornoz, es de extra-
ordinario interés esta obra por cuanto define y analiza escrupulo-
samente las raices del hispanismo en sus esencias nacionales y
aporta síntesis admirables. Sus estudios sobre Aben Házam, como
sobre otras figuras y hechos de la historia hispana son admirables.
A. Dotor Municio. Medina Azahara. (Gloria, eclipse y revivificación
de un monumento impar). Sep. del Boletín de la A. E. de Amigos de los
Castillos, núm. 50). Madrid, 1965.
Es una recopilación de la historia y ruina de la ciudad califal cor-
dobesa, así como de su reconstrucción, avalada con fotografías in-
teresantes.
S. Dotor. Ibn Arabi, musulmán español. Colección "Temas Españo-
les". Madrid, 1965.
Bello trabajo resumen de cuanto hasta hoy se sabe del gran mís-
tico murciano, a través de las obras de don Miguel Asín y de otros
autores. La biografía y la exposición de las doctrinas filosófico
místicas de Ibn Arabí están estudiadas con profundidad y ex-
puestas con claridad y sistema.
Anglés, Higinio. La música de las Cantigas de Santa María del Rey
Alfonso el Sabio. Facsimil del códice del Escorial. Diputación de Bar-
celona. 1964.
Bibliografía 201

Requena, Fermín. Los mozárabes malagueños. Ingtituto Hispano-


Arabe de Cultura. Madrid, 1963.
Averroes. Díe Epítome der Parva naturalia des I. Text. Herausgebe-
ben von Helmut Gatje, 1961.
G. F. Hourani. Averroes on good and evil. Studia Islámica, XVI,
1962, p. 13-40.
A Pharmaceutical view of Abulcasis al-Zahrawi in Moorish Spain.
by S. K. Hamarneh and G. Sonnedecker, 1963. XII, 176 (23 Ar. t.) pp.,
front. (fold. map), 14 ill. on 8 pl., 3 sketchmaps.
Ibn Bajja (Avempace): Kitab al-Nafs, traducción inglesa con notas
por M. S. Hasan Ma'sumi. Karachi, 1961. Publicación de la Pakistán His-
torical Society, núm. 26.
El traductor que publicó el texto árabe del filósofo andaluz en Re-
vue de l'Academie árabe de Damas, basándose en el único manus-
crito de Oxford (el de Berlín desaparecido en la segunda guerra
mundial), recuerda que este libro recuerda fuertemente los libros
2 y 3 de De anima, de Aristóteles, pero no como simple comenta-
rio, sino como verdadero original que define el alma y sus tres fa-
cultades, nutritiva, sensitiva e imaginativa. Llena una laguna en la
historia de la filosofía musulmana, y habiendo acudido a las fuen-
tes que agotó Averroes, ha llenado el vacío existente entre éste y
al-Farabi, y aporta un mejor elemento de conocimiento al siglo XII
en que brilla con destellos la Falsafa occidental. (IBLA, Túnez,
104, 356).
Al-Muqaddasi. Ahsan at-taqasim fi ma'rifat al-aqalim. (La meilleure
repartition pour la conaissance des provinces). Traduction partielle ano-
tée par André Miguel. Damas, 1963. Edición del Instituto Francés de
Damasco.
Esta obra extensa y clásica, que podríamos llamar de geografía
universal, escrita por un musulmán de Jerusalem en el siglo X,
dedica gran extensión a describir el pais de Xam, o sea Siria y Pa-
lestina actuales. Los capítulos referentes a la Península Ibérica,
que el autor no conoció de visu, han sido estudiados por Ch. Péllat
(Description de l'Occident musulman au X siécle). Pero es de gran
interés la parte técnica de la obra magistral, ya que el autor era de
familia de arquitectos, y el traductor A. Miguel, tras el estudio de
la obra y traducción de aquel principal capítulo, adiciona unos
dices geográfico, histórico, con vocabulario técnico, de gran valía.
Kitab al Mu'tamad fi usul Al-Fiqh, por Abul Husain M. ben Alí ben
At-Taiyib Al-Basri (sabio mutazilita muerto en Bagdad en 436-1044).
202 Bibliografía

Edition critique par Muhammad Hamidullah. Tomo I. Damasco, 1964.


Institut Francais de Damas.
Abul Husain Muhammad b. Alí b. At-Taiyib Al-Basri. Kitab Al-
Mu'tamad fi usul Al-Fiqh. Edition critique par Muhammad Hamidullah,
avec la collaboration de Ahmad Bekir et Hasan Hanafi. Tome II. Institut
Francais de Damas. Damas, 1965.
A. J. Arberry. Poems of Al-Mutanabbi. Texto y traducción inglesa.
Cambridge, 1965.
H. Terrasse. La formation de Part musulman d'Espagne. Cahiers de
Civilisation Mediévale. Université de Poitiers. VIII, 2, abril-junio 1965.
Excelente resumen del tema, con precisiones magistrales y síntesis
de gran valor. Estudia los antecedentes hispánicos, el aporte sirio,
y las influencias posteriores, hasta llegar al arte califal triunfante
en Medina al-Zahra. Avaloran el trabajo fotografías muy demos-
trativas.
Jean Lacam. Les Sarrazins dans le Haut Moyen Age Francais. (His-
toire et archeologie). París. Maissonneue, 1965, ref.: Annali, Instituto
Universitario Orientali di Napoli, XV, 1965.
Al-Andalus. Puerta del Paraiso, Córdoba, Sevilla, Granada. Texto de
Enrique Sordo. Fotografía de Wim Swaam. Argos, Barcelona, 1964. Es
obra de divulgación artística con espléndidas láminas en negro y en color.
Laura Veccia Vaglieri. L'Islam da Maometto al sécolo XVI. 1963.
Milano.
Magnífica obra de presentación, grabados y texto, que abarca des-
de el preislamismo, con las conquistas posteriores. Pertenece la
obra a la colección de Storia Universale dirigida por Ernesto
Pontieri.
The Holy Quran. Arabic text and english translation by the late
Maulani Sher-Ali. Published under the auspices of Hazrat Mirza Bashir-
ud-din Mahmud Ahmad Ahmadiyya Muslin Forleign Missions Office
Rabwan. West Pakistán, 1960.
Der Koran, por Rudi Paret. Stuttgart, 1963.
Es una traducción al alemán comentada, hecha por este ilustre
profesor que es verdadero especialista en la cuestión, y ya en 1950
publicó "Límites de la investigación del Corán", en polémica con
Bell y Blachére, traductores respectivos del libro sagrado musul-
mán al inglés (1937) y al francés (1949).
Istituto Universitario Orientale. Taha Husein. Napoli, 1964.
Tras las Mélanges publicadas en 1962 con motivo de su 70 cumple-
años, ofrecidas al célebre maestro de Al-Azhar por sus numerosos
Bibliografía 203

amigos y discípulos, el I. U. O. hace con esta obra el homenaje de


los orientalistas italianos a la mayor figura intelectual del arabismo
contemporáneo, según frase del Prof. Della Vida. Contiene una am-
plia biografía y bibliografía, estudioscríticos, presentación de obras,
y una antología de páginas características del maestro.
Ettinghausen, R. La Peinture Arabe. Col. Les Tésors de l'Asie. Edic.
Skira. Ginebra, 1962.
La Meca la Bendita y Medina la Radiante. Texto por Emel Esin. Fo-
tografías por Haluk Doganbey. Editorial Argos, Barcelona, 1964. Con
magníficas ilustraciones en color.
Louis, André. Les Iles Kerkena (Tunisie). Publications de l'Institut
des Belles Lettres Arabes. Tunis. 1961-1963.
En tres tomos de hermosa impresión en tamaño cuarto, esta her-
mosa tesis de doctorado ha sido publicada con el concurso del Cen-
tre National de la Recherche Sciemtifique. Desde el prólogo se per-
cibe la amorosa tarea que el autor ha llevado a cabo con una es-
crupulosidad científica intachable. De ese diminuto archipiélago de
pescadores, que apenas tiene rastro en la historia, el autor descri-
be la etnografía tunecina de sus habitantes y la geografía humana,
con un detalle minucioso y selecto. Las fotografías son muy repre-
sentativas. Desde ahora en adelante todo aquel que se interese por
las poblaciones mediterráneas en su habitat, tendrán en la hermosa
obra de André Louis un inmenso yacimiento de datos.
Vera Smirnowa-Rakitina. Spiegel der Weisheit. Ein Avicenna-Román.
Traducción rusa en colaboración con Hans Christi an Lothe. Ed. Prisma.
Leipzig, 1964.
J. Saunders. A History of Medieval Islam. 240 pp, 1964.
En este trabajo del Rector de la Universidad de Canterbury, N. Z.,
se trata de las influencias islámicas en las culturas occidentales a
través de su expansión en el oeste.
Ibn Qudama al-Maqdisi. Kitab at-Tauwabin "Le Livre des Penitente".
Texte árabe établi par George Makdisi. Institu Francais de Damas. Da-
masco, 1961.
Atemodore D'Ephese. Le Livre des Songes. Tratduit du grec en ára-
be par Hunayn b. Ishaq. Edition critique par Toufic Fand. Institut Fran-
Qais de Damas. Damasco, 1964.
The Caliphate, Sir Thomas Arnold. Londres, 1965.
Muslim Saints and Mystics, episodes fron the "Tadhkirat al-auliya",
por Farid al-Din Attar, translated by A. J. Arberry. London, 1965.
Gerard Lecomte. Le traite des divergentes du Hadit D'Ibn Qutayba
204 Bibliografía

(mort en 276-889). Traduction annotée du Kitab Ta'wil muhtalif al-Hadit.


Damas, 1962. Institut Francais de Damas.
Nagib Dandád. Evolución histórica del Líbano. Prefacio de Fuad
Ammoun. México, 1964.
Es un compendio histórico muy interesante, que se completa con
los textos legales constitutivos de la nación libanesa.
Sami Dahan. Liban, Jordanie, Palestine. Topographie historique d'Ibn
Saddad. Historien et géographe mort a Alep en 684/1285. Texto árabe.
Edition critique d'Al-A'laq Al-Hatira. Damas. 1963.
Riquelme Salar, J. Médicos árabes en el reino moro de Murcia. Ali-
cante, 1955.
Salma Haffar de Kuzbari. Embajadora de Siria en España. Influencia
de la mujer árabe en nuestra historia y en nuestra literatura. Ateneo,
Madrid, 1963. 26 pgs.
Esteban Calle Iturrino. De Tutankamen a Nasser, o la novela de
Africa. Ensayos históricos. Bilbao, 1962.
A Mekinassi, bibliotecario, conservador del Museo de Tetuán. Léxico
de las palabras españolas de origen árabe. Tetuán, 1963.
Gonzalo Maeso David, Garnata al-yahud. Granada en la historia del
judaísmo español. Universidad de Granada, 1963.
Amador de los Ríos, José. El arte mudéjar en arquitectura. Introduc-
ción, edición y notas de Pierre Guenoun. Centre de Recherches de l'Ins-
titut d'Etudes Hispaniques. París, 1965. 94 pp. (Es reedición del discurso
de ingreso en la Real Academia de San Fernando, en el que se pretende,
aparte su valor científico, que se empleó el vocablo mudéjar por vez
primera).

Emilio García Gómez. Siete zéjeles de Ben Quzman. "Revista de


Occidente", Madrid, agosto 1964.
Traduce y comenta siete zéjeles de la gran colección, de la que anun-
cia la traducción y comentario completa.

ABEN, QUZMAN, DE NUEVO

Entre las muchas sorpresas que cada número de Revista de Occi-


dente trae a sus lectores, la reciente traducción y comentario de
Aben Guzmán por Emilio García Gómez, a nosotros, cordobeses,
no podía pasarnos desapercibida.
La figura del popularísimo y desconcertante poeta que se agiganta
Bibliografía 205

con el tiempo, cobra perfil seguro y cautivador en la grata y sabia


presentación del primer arabista español contemporáneo.
Con esa galanura y sutileza habituales a su prosa, Emilio García
Gómez traza magistralmente la semblanza inquietante de este es-
critor de nuestro Islam, hoy más redivivo que nunca.
"El gran zejelero cordobés de la época almorávid (primera mitad
del siglo XII) es en la Edad Media una individualidad señera. Su
originalidad —escribe— nos parece rabiosa (a nosotros, los moder-
nos, a menos que se trate de un "cerro testigo"). En todo caso, pa-
rece cierto que cogió el zéjel recien nacido, lo llevó a la cumbre y
lo asomó a la otra vertiente. En él se quema la historia del zéjel.
Los Siete Zéje1es traducidos por E. García Gómez son, como acla-
ra el arabista, "voz no escuchada antes". Es la primera vez que se
publican vertidos e indioma moderno. Sus títulos son Zéjel de los
Juglares, De la Mujer del Vecino, De la capa verde, De la petición
del carnero, De Umm Al-Hakam ausente, De la cebolla, y, final-
mente, De las Hablillas del pueblo. La espléndida titulación es obra
de E. García Gómez, que tradujo, como el músico interpreta al pia-
no la partitura: "He puesto —nos confiesa— esa partitura en el atril
de mi piano y la he tocado a mi manera. Doy mi "versión" (en el
doble sentido). Valdrá contra ella la crítica de las caidas —inevi-
tables— de detalle; pero me resistiré si puedo a tomar en cuenta
la crítica del espíritu y del ritmo de mi interpretación. Es cosa
muy personal. El que discrepe, que ponga a su vez en el atril la
partitura y la toque de otro modo".
El lector actual tiene que hacer un gran esfuerzo para gustar
la poesía de estos Zéjeles de Aben Quzmán. El esfuerzo retros-
pectivo, arqueológico, es imprescindible. Cuesta trabajo seguir el
voluble espíritu del cantor cordobés que se mueve como un ge-
niecillo travieso por un mundo singular y concreto. Es poesía fuer-
temente arraigada a una época y a una civilización. Allí está ancla-
da y allí hay que ir a buscarla.
Entre Aben Quzmán los poetas goliardos y Villon existe un invisi-
ble lazo difícil de precisar y sin embargo evidente. Un acento hu-
mano y despreocupado análogo, late en las canciones del callejero
poeta cordobés y las de aquellos desenfadados "clérigos errantes",
rebeldes al orden social de su tiempo. Nada nos autoriza a suponer
en Aben Quzmán una actitud semejante. Pero unas voces y otras
se parecen y en ocasiones suenan hermanas...
Ricardo MOLINA
206 Bibliografía

Mahmud Ali Makki. La España cristiana en el diwan de Ibn Da-


rray. "Boletín de la Real Academia de Buenas Letras". Barcelona, XXX,
1964.
Sebastián Mariner Bigorza. Epitafio versificado y acróstico del Abad
mozárabe Recosindo. "Ampurias", Barcelona, 1960-61. pág. 317.
Lápida halla en Atarfe (Granada), que estudia y traduce el autor.
Gátje, Helmut. Averroes als Aristóteles kommentator. ZDMG, Wies-
baden, 1964, 114, 1,59.
Gátije, Helmut. Die "inneren Sinne" bei Averroes. Teitschrift der
Deutschen Morgenlándischen Gessellschaf, 115, 1965.
G. Vajda. Isaac Albalag averroiste juif traducteur et annotateur d'Al
Ghazali. París, 1960. Nota bibliográfica en Kirjath Sepher, Jerusalem,
marzo 1962.
Un visitante de Averroes: Alí Ibn Arabi, un monje andaluz entre
Plotino (filósofo griego) y San Juan de la Cruz, por don Justo Pérez de
Urbel. "La Gaceta Literarria", "Informaciones", 17 junio 1965.
Los tres filósofos. (Aristóteles, Averroes, Santo Tomás), cuadro del
Giorggione, en Goya, 8, 1955.
Excelente foto en que Averroes destaca en primer término.
El Cadi de Valencia Ibn Yahhaf quemado vivo por el Cid, por Am-
brosio Huici Miranda. "Revista del Instituto de Estudios Islámicos en
Madrid". 1963-64.
Recoge las narraciones acerca de los tesoros de al-Qadir, y las ver-
siones sobre el collar o sartal.
Arce, O.OFM. El Beato Manuel Ruiz, OFM, arabista y profesor de
hebreo (1804-1860). "Archivo Ibero-Americano". Madrid, octubre 1963.
M.a Morére. L'histoire du pelérinage a Saint-Jacques de Compostele.
"La Vigie Marocaine", abril 1965.
Sánchez Pérez, Andrés. Los moriscos de Hornachos, corsarios de
Salé. "Revista de Estudios Extremeños". Badajoz, XIX, 1963.
Sáenz García, C. Don Eduardo Saavedra y Moragas: faceta soriana
de una biografía gloriosa. "Celtiberia", Centro de Estudios Sorianos, 27,
1964.
Griffin, D. A. El castellano "ralea", ¿arabismo desconocido? BRAH,
enero-abril 1964.
M. Morére. Le Statut juridique chrétien au Maroc. Ac. Cong. Int.
des Sci. Antropologiques et Etnologiques. París, 1960.
La batalla de Hisn Buluy (Aguilar de la Frontera), por Fermín Re-
quena. `!Adarve", Priego, 9 mayo 1965.
Bibliografía 207

Camón Aznar, J. Arquitectura española del sigo X, mozárabe y de la


repoblación. "Goya", Madrid, 52, 1963.
Se condensa en este trabajo el presentado por su autor al XVI Con-
greso Internacional de Historia del Arte celebrado en Lisboa en 1949.
Con abundante fotografía el autor plantea el problema de orígenes
de la arquitectura señalada en el título, pasa revista a los principa-
les monumentos que la caracterizan, y concluye, con disentimiento
general de las opinionés que venían atribuyendo a la civilización
del sur el origen principal de aquellas, que la rica evolución de la
arquitectura españo'a del siglo X no puede reducirse a unos carac-
teres uniformes bajo el signo del Islam, y destaca el fuerte carácter
occidental de ella, siendo el arte árabe, en algunos aspectos, más
que sugeridor, tributario de muchas técnicas y formas típicamente
hispánicas. Explica así la continuidad artística del siglo X con los
anteriores, y su conexión con la tradición y con el mundo cultural
asturiano, y su enlace con lo románico puede realizarse sin fisuras
ni imposiciones exóticas.
José Camón Aznar. El arte de la miniatura española en el siglo X.
"Goya", Madrid, enero 1964.
Con espléndida documentación gráfica estudia el autor los dibujos
miniados que en biblias, códices, beatos y manuscritos, se contiene
este original arte español que ya aparece en el siglo IX, con mag-
nífico desarrollo en el X. Señala los influjos recibidos hasta alcan-
zar esta plenitud, así como los reflejos que desde el siglo siguiente
alcanzan muchos paises europeos.
Arturo Díaz Martos. Los capiteles romanos de orden corintio de
España y problemas de su estudio. "Ampurias", Barcelona, 1960-61.
La identificación de los capiteles corintios romanos con otros ha-
llados en partes lejanas del imperio, sirve para controlar su legiti-
midad, aparte estilos, épocas, etc., que puedan fecharlos. En la fi-
gura 14, pág. 234, se señala un capitel "de tipo oriental", del Mu-
seo de Sevilla, que es descrito en el texto de esta manera: su ábaco
pertecene a modelos orientales, principalment salónicos, n los que
aparece redondeado y caído. Los finas volutas sobrepasan la línea
inferior de la segunda zona del ábaco; las hélices sostienen el labio
del cálato y bajo ellas existe la hoja, situada bajo el cáliz abierto,
como en un capitel de la basílica de San Apoliar, en Baggio, hoy
en el Museo de Milán". Sigue la descripción, encontrando el autor
en todos los detalles que enumera sus análogos con otros "hallados
todos ellos lejos de la ciudad andaluza".
208 Bibliografía

De todos modos este capitel, incluso por la doble hilera del ábaco,
según Gómez Moreno, puede estar en la línea de los tallados en
tiempos de Abderramán II, según nuestra opinión
Madurell Marimon, José María: La Aljaferia Real de Zaragoza, no-
tas para su historia. "Hispania", octubre 1961.
Martín Duque, Angel. El inglés Roberto traductor del Corán, estan-
cia y actividades en España a mediados del siglo XII. "Hispan ia", octu-
bre 1962.
Elorduy, Eleuterio. La tradición jacobea de Galicia en el siglo IX.
"Hispania", julio 1962.
Ubieto Arteta, A. La redacción "rotense" de la Crónica de Alfonso
III. "Hispania", enero 1962.
H. Terrasse. Les traditions romaines dans l'art musu'man d'Espagne.
"Revue Hispanique", Bordeaux, 1963, 3-4, 199.
Navascués yde Palacio, Jorge. Una joya del arte hispano-musulmán
en el camino de Santiago. "Príncipe de Viana", Pamplona, 1964, n.° 96-97.
Declara el autor que es un avance de estudio de la arqueta que pro-
cedente del Monasterio de Leire guardaba la Catedral de Pamplona,
y ha sido adquirida por aquella Diputación Provincial para un futu-
ro Museo de Navarra. El autor ha desmontado y limpiado la famo-
sa arqueta, y hace un estudio esquemático de la leyenda principal,
de los artistas y otras leyendas, de la que considera la más esplén-
dida y completa del arte hispano-musulmán. Aparte el estudio ar-
tístico y epigráfico, de mucho interés este último, por cuanto en-
mienda ciertos errores, identifica un letrero esencial que lee. "Está
hecho por Faray y sus discípulos", cuyos nombres igualmente apa-
recen, constituyendo ello algo inédito en la historia del arte hispano
musulmán, lo esencia es que identifica los personajes principales
como retrato del Califa Hixem II, el uno, y de su primer ministro
Abdelmélik, el otro, interpretando las escenas como fiesta al aire
libre, sobre todo lo cual promete un estudio más detallado y cien-
tífico.
Miguel Muñoz Vázquez. Los baños árabes de Córdoba. Sep. de "Al
Mulk", 2, 1963, Córdoba.
Brisch, K. Zu einer Gruppe von islamischen Kapitellen und bassen
des 11 Jahrhunderts in Toledo. "Madrider Mitteilungen", 2, 1961.
Caskets from Córdova, por John Beckwith. Victoria and Albert Mu-
seun. London, 1960. 72 pp., 33 láminas.
Es un índice de las obras salidas de los talleres de eboraria califa-
les y las de su continuación en Cuenca.
Bibliografía 209

Chamoso Lamas, M. Nuevas aportaciones al conocimiento del arte


del Maestro Mateo. "Príncipe de Viana", Pamplona, 1964, núm. 96-97.
En resumen, dice, no puede dudarse de la existencia de una fuerte,
intensa, imposición del planteamiento estético del arte árabe sobre
la sensibilidad que impulsó el genio de Mateo. La reiterada aplica-
ción de conceptos ornamentales que radican en el sentido de abs-
tracción de todo el arte árabe a las distintas obras del Maestro,
pero interpretadas en ellas como base estética de una estupenda flo-
ración naturalista, hacen patente un claro enraizamiento de su for-
mación en el esquema formal del arte esencialmente hispánico.
Dos mil años de arte en Marruecos. "Goya", Madrid, enero 1964.
Noticia de la exposición celebrada en París bajo este título en Ga-
lería Charpentier bajo la dirección de la señora Naima Khatib, di-
rectora de los museos marroquíes. En el prólogo del catálogo se
señala el paralelismo de muchas piezas entre lo español y lo orien-
tal. Trae fotos de un capitel andaluz del XI, un astrolabio de bron-
ce y una guarnición de la puerta de la Karauin de Fez en bronce.
H. Terrase. La vie d'un royaume berbére du Xle siécle espagñol:
l'émirat Ziride de Grenade. "Mélanges de la Casa de Velázquez". Ma-
drid, 1965.
R. Arié. Les relations diplomatiques et culturelles entre musulma-
nes d'Espagñe et musulmana de Orient au temps des Nasrides. "Mélan-
ges de la Casa de Velázquez", I, 1965.
J-P. Le Flem. Les morisque sdu Nord-Ouest de l'Espagne en 1594
d'aprés un recensement de l'Inquisition de Valladolid. "Mélanges de la
Casa de Velázquez", p, 223.
Presenta moura no Brasil. Luis la Cámara Cascudo. Revista de Et-
nografía. V, I, 1965. Porto.
Busquets-Mascaró. Teules pintarles e aemb inscripciones arábigues.
"Bol. de la Sociedad Arqueológica Luliana". Palma de Mallorca, XXXII
1964.
Martínez Montávez, P. La economía de la España Omeya. "Hispa-
nia", XXV, 99. Julio-septiembre 1965, p. 429.
Extensa recensión crítica de la obra de S. M. Imamuddin, con bue-
na bibliografía adicional.
Ihsan Abbas: ahbar al-gina wa 1-mugannum fi l'Andalus. (755-1144).
Música. Beirut, 1963, I, 3.
Goldziher, traduc. De Somogyi: The Spanish Arabs and Islam; the
place of the spanish arabs in the evolution of Islam as compared with the
eastern arabs. Muslim World, 1963.
210 Bibliografía

Petrone, F. G. II poeta arabo-lusitano A1-Bataliawsi e la teoría della


"Saudade". Annali sesione romanza. Instituto Universitario Orientale. Ná-
poles, 1966.
Morales, Santiago de. Los Reyes nazaritas de Arjona. Bol. Inst. Est.
Giennenses, VII, 28, 1961. (Menciona una lápida sepulcral de Abu Omar
el Gafequi, muerto en 549-1154, en Arjona).
Félix Hernández. La Kura de Mérida en el siglo X. Sep. de "Al-An-
dalus", XXV, 2, 1960.
Henri Lapeyre. Geographie de l'Espagne morisque. Ecole des Hau-
tes Etudes. París, 1959. Rec. en "Hispania". Madrid, 1960, XX, LXXX.
Ornan, G. Notizie bibliographiche sul geografo arabo al-Edrisi.
(XII sécolo) e sulle sue opere. "Annali" del Institut Universitario Orien-
tale di Napoli, nuova serie, vol. XI; y vol. XII, 1962.
Jacques Taieb. Une banlieu de Tunis: l'Ariana. Les Cahiers de Tu-
nisie, 32, 4.° 1960.
Interesante estudio sobre el viejo poblado de la Aariana, cuatro ki-
lómetros al norte de Túnez, y englobado hoy en la gran capital,
cuyas características se describen con hermosas fotos. Aparece his-
tóricamente en el siglo XI y podría ser una colonia de exilados
españoles en principio, salidos de la Península en la guerra civil a
la caída del Califato.
Juan Reglá. La expulsión de los moriscos y sus consecuencias en la
economía valenciana. "Hispania", abril-junio 1963.
A. Ubieto Arteta. La derrota de Carlomagno y la Chanson de Roland
"Hispania", enero-marzo 1963.
Strika, Vincenzo. La formaziones dell'iconografía del Califfo nell
arte ommiade. Annali. Institut Universitario Orientale di Napoli. Nuo-
va serie. XIV. Scritti in onore di Laura Veccia Vaglieri. Parte II, p. 727.
Napoli, 1964.
M. de Epalza. L'auteur de la "tuhfa-al-arib" Anselm Turmeda (Ab-
dallah Al Turjaman. "IBLA", Institut des Belles Lettres Arabes, 3, 19-
65. Túnez.
Estudio muy completo de la vida y obras del célebre fraile mallor-
quín que apostató del cristianismo y alcanzó celebridad y fama en
el reino hafsida de Túnez. Nace en 1376 y muere con setenta años.
El trabajo aporta una extensa bibliografía y finos juicios críticos
sobre la obra literaria de Turmeda.
Badr, Ahmed. Los Banu Nasr en el siglo VII de la Hégira (XIII d.
de Jesucristo). Extracto de tesis doctoral reseñada en "Revista de la Uni-
versidad de Madrid", 52, 1964.
Bibliografía 211

J. M. Ramos Loscertales. El Reino de Aragón bajo la dinastía pam-


plonesa. Acta Salmaticensia, XV, 2, Salamanca, 1961.
Troni, Armando. Un verso arabo nella "Divina Comedia". Confe-
rencia pronunciada en la Escuela Central de Idiomas. Madrid, 1957.
Los plurales femeninos en los dialectos mozárabes, por Alvaro Gal-
mes de Fuentes. "Boletín de la Real Academia Española", enero 1966.
Emilio Carilla. Los árabes y la literatura española", de Emilio Ca-
rilla. Rosario. Argentina, 1958.
Ojalá, por Alfonso de la Serna. "ABC", Madrid, e "Informaciones"
10 septiembre 1963. Evocación literaria del Centenario de Aben Házam
con sugestiones sobre la amistad hispano-árabe en el futuro de Córdoba.
Francisco Quesada. E! Colegio Mayor Hispano-Arabe inicio de óp-
timas perspectivas. "ABC", Sevilla, 31 julio 1964.
Arabisten-Kongress in Córdoba. 16-22 september 1962. Reseña del
Congreso de Córdoba por el profesor Rudi Paret y conclusiones aproba-
das en el mismo, en ZDMG, 112, 2, 1962.
Antonio Losada Campos. Mohidin Abenarabí y Raimundo Lulio.
"Informaciones", edic. Córdoba, 28 octubre 1964.
Schlunk, H. Byzantinische Bauplastik aus Spanien. "Madrider Mit-
teilungen", 5, 1964, p. 234.
La conferencia internacional de música árabe, por Arcadio de La-
rrea. Crónica en "Arbor", julio 1965.
La conferencia internacional de música árabe en Bagdad, por Luis
Mardones. "Córdoba", 23 dic. 1965.
Cortabarría Beitía, A. L'etat actuel des etudes árabes en Espagne.
Extrait de Melanges de l'Institut Dominicain d'Etudes Orientales. Dar
Maaref. Le Caire. Egipto.
Constituye una excelente puesta al día en la que reserva un capí-
tulo a los trabajos de nuestro Instituto de Estudios Califales, que
le agradecemos.

Acta Orientalia. Academiae Scientiarum Hungaricae. XVIII, 1-2.


Budapest.
Acta Orientalia. Budapest. XIX, 2. Allony-Kuppfer, The Institut of
Hebrew Manuscripts. List of photocopies. Jerusalem, 1964.
Boletín de la Asociación Española de Orientalistas. 1965. (Limite, 5.
Madrid-3).
212 Bibliografía

Editorial, Estatutos necrología, El Palimpsesto del Rgveda indio,


por A. Esteller; Capiteles del primer románico español inspirados
en la escatología musulmana, por F. Iñiguez Almech; Los primeros
escudos españoles eran orientales o nórdicos, por M. Almagro; La
tesis de Kahle acerca de la antigüedad del Targum Palestinense,
por A. Diez Macho; Descubrimiento de un comentario completo a
la Tosefta, por A. Díez Macho; La hispánico entra en Corea, por
Kab Dong Cho; Psicología del misticismo islámico, por F. Frade;
El trato de "Padre" en la correspondencio cristiana del siglo V, por
José O'Callahgan; Investigaciones sobre los Purana, por J. Roger
Riviére; Pour un programme de edition des manuscritas árabes re-
latifs a l'Espagne musulmane, por Ch. Péllat; La ceremonia del te
en el Japón, por A. Martí. Noticias. Bibliografía.
Al-Andalus. Revista de las Escuelas de Escuelas Arabes de Madrid
y de Granada. 2, 1962:
F. Hernández Jiménez, Estudios de geografía histórica española, el
Fayy al-Sarrat actual puerto de Somosierra; M. Alonso Alonso,
"Al-Wuyud" y "al-Mahiyya" existencia y esencia; P. Martínez
Montávez, Relaciones de Alfonso X de Castilla con el sultán ma-
meluco Baybars y sus sucesores; M. Arribas Palau, Dos astrolabios
árabes marroquíes; P. J. de Navascués, La iglesia parroquial de
Nuestra Señora de la Asunción en Móstoles (Madrid); J Vallvé
Bermejo, Descripción de Ceuta musulmana en el siglo XV; Henri
Terrasse, Les monuments de Ceuta d'aprés la description d'al-An
sari; J. Vernet, Coránica; Fernando de la Granja, La descripción
del cálamo de Ibn Gálib al-Rusafi; L. P. Harvey, A. Morisco ma-
nuscript in the Godolphin collection; Necrología, Joaquín Abreu
Figanier; libros y revistas; noticias.
Al-Andalus. XXVIII, 1963. 1.
Emilio García Gómez: La jarya en Ibn Quzman; Georges Vajda:
Notes sur les fonds des manuscrita árabes de la Bibliotheque de
l'Escorial; Jaime Oliver Asin: Fortuna de "yumma" en la lengua
española; Manuel Alonso Alonso: Accidente, accidental y núme-
ro; S. M. Stern: Asiqyn i'tanaka; Joaquín Vallvé Bermejo: Sagut
al Bargawati rey de Ceuta; Henri Terrasse: Chapiteaux omeyades
d'Espagne a la Mosquée d'al Qrawiyyin de Fes: Un bois sculpté
du XIII e siécle a Almería: Quelques remarques sur les edifices
de Belyunes; Robert Ricard: Anthony Sherley y su descripción de
Berbería; L. P. Harvey: A morisco reader of Jean Lemaire de
Beiges.
Bibliografía 213

Al-Andalus. XXVIII. 1963. 2.


Allan Cutler: Who was the "Monk of France" and when did he
write ; Jaime Oliver Asin: Los andamios; Ambrosio Huici Mi-
randa: Nuevas aportaciones de "al-Bayan al-Mugrib" sobre los al-
morávides; Harold Livermore; el segundo Rey Chico Muhammad
XI y la sucesión de la casa de Abu Nasr Sad, 14-52-56; Félix Her-
nández Giménez: Buwayb-Bued-Cabeza del Buey; Soledad Gibert:
Abu-l-Barakat al-Balafiqi, qadi, historiador y poeta; Henri Tarrasse:
Sculptures tolédanes provenant du Taller del Moro en Musée Ma-
rés de Barcelone; Pedro Longás: Un documento sobre los mudéja-
res de Nuez (Zaragoza) siglo XV; M. Manzanares de Cirre: Don
Pascual de Gayangos (180-9-1897) y los estudios árabes; Rafaela
Castrillo: Salobreña, prisión real de la dinastía nasrí; M. Epalza:
Sobre un posible autor español del "Evangelio de Bernabé"; No-
ticias.
Al-Andalus. 1964. XXIX. 1.
Fasc. 1: Félix Hernández Jiménez: Acerca de Majadat al-Fath y
Saguyue; Luis Seco de Lucena: De nuevo sobre el Naqt al-arus
de Ibn Házam de Córdoba; Ady Roger Idris: Les Zirides d'Espag-
ne; Elías Terés: Enseñanzas de Ibn Hazm en la Yadwat al-muq-
tabis, de Al-Humaydi; Jaime Oliver Asin: "Una y mil veces"; Jor-
ge de Navascués y de Palacio: Una escuela de eboraria en Córdo-
ba de fines del siglo IV de la Hégira (XI de J. C.) o las inscrip-
ciones de la arqueta hispano-musulmana llamada de Leyre.
Al-Andalus. 1964. 2.
S. Gómez Nogales: Constitutivos metafísicos del ser según Ibn
Hazm; Joaquín Vallvé Bermejo: Un privilegio granadino del siglo
XIII; James Dickie: Ibn Suhayd, a biographical and critica] study;
Luis Seco de Lucena: Toponimia árabe de la vega y los montes de
Granada; G. Rosselló Bordoy: Hallazgos cerámicos en el Colegio
de Montesión (Palma de Mallorca); Michel Terrasse: La mosquée
almohade de Ben Jeloud a Fés; Robert Ricard: Magaram, Magran;
Harvey: A morisco proyer-book in the British Maseum; libros y
revistas.
Al-Andalus, 1. 1965.
J. Schacht: On Abu Musah and his "Mujtasar"; J. Vernet y M. Ca-
talá: Las obras matemáticas de Maslama de Madrid; M. Catalá:
Consideraciones sobre la tabla de coordenadas estelares; H. Roger
Idris: Les birzalides de Carmona; F. de la Granja: Ibn García cadí
de los Califas Hammudíes; M. Cruz Hernández: El problema del
214 Bibliografía

Ser en Ibn Arabí de Murcia; César E. Dubler: Idrisiana Hispánica


I; J. Vallvé: De nuevo sobre Bobastro; H. Terrasse: Notes sur
l'art des reyes de Taifas; M. C. Lyons: "On the Nature of Man" in
Ali ibn Ridwan's Epitome.
Analecta Bollandiana. Bruselas. Balduinus de Gaiffier: tomo 80, 1962,
Hispana et Lusitana, contiene preciosas recensiones sobre el traslado de
San Isidoro, los edificios de culto paleocristiano en España (p. 383), el
caso de San Hermenegildo (p. 390), el problema de Santiago (395), la edi-
ción de las obras de San Eulogio por la Academia de Córdoba (p. 409),
el Calendario de Recemundo (p. 410), y los trabajos de puig y Cadafalch
y supervivencia del arte visigodo. En otro trabajo publicado en el tomo
82, año 1964, al estudiar un martirología jeronimiano abreviado, hace un
estudio muy interesante de los mozárabes con excelente bibliografía, en-
tre ella "Un evéque de Cordoue inconnu et deux opuscules inédits de
l'an 764". (Revue Benedictine, t. 15, 1898, p. 292).
Annali. Institut Universitario di Napoli. Nuova Serie. Vol. XIV. Dos
volúmenes. Scritti in onore di Laura Veccia Vaglieri. Napoli, 1964.
Hermoso homenaje bibliográfico de 840 páginas dedicado por los
arabistas italianos a la ilustre profesora con motivo de su jubila-
ción. Le precede una lista de las producciones literarias que ha
llevado a cabo en su cátedra la infatigable investigadora del ara-
bismo, después de treinta años de trabajos.
Bulletin díEtudes Orientales. Tome XVIII. Années 1963-1964. Insti-
tut FrancQais de Damas. Damasco, 1964.
J. Bencheickh, Poésies bachiques d'Abu Nowas, themes et person-
nages; D. Chevalier, Techniques et Societé en Syrie; H. Fleisch, Le
parler árabe de Kfar-Sghab, Liban; A. Lézine, Hérat, notes de vo-
yage; Cl. Audebert, La Risalat al-Hayat d'Abu Hayyan at-Tawhi-
di; D. Sourdel, Un trésor de dinars gaznawides et salguqides dé-
couvert en Afghanistan; S. Ory et D. Sourdel: Une inscriptión
abaside en Syrie du Nord; M. Bergé: Epítre sur les sciences d'Abu
Hayyan al-Tawhidi.
Bulletin de Philosophie Medievale. 6. Extrait.. Chroniques. Nationa-
les. Espagne, 1964.
Da cuenta de los tres acontecimientos del año en Filosofía medie-
val. La Asamblea nacional anúa de la A. Esp. de Filosofía Medie-
val, con dos comunicaciones sobre Ibn Hazm: Dr. D. Miguel Cruz
Hernández sobre Ibn Hazm y la cultura árabe española del siglo
XI; Dr. D. Joaquín Lomba; Pensamiento estético de Ibn Hazm; y
P. Salvador Gómez Nogales sobre Constitutivos metafísicos del
Bibliografía 215

Ser según Ibn Hazm. Participación española en el III Congreso In-


ternacional de F. Medieval tenido en Passo de la Mendola: Dr.
Miguel Cruz Hernández: Los principios fundamentales de la filo-
sofía de la Naturaleza de Averroes; P. Salvador Gómez Nogales:
La filosofíade la naturaleza y la psicología según Ibn Hazm. De
las III Sesiones de Cultura Hispano-Musulmana, tenidas en Ma-
drid, damos cuenta en otro apartado. Se recogen además exhaus-
tivamente los trabajos publicados en ".Estudios Lulianos", en la re-
vista "Pensamiento", y otros españoles y portugueses.
Cuadernos de la Alhambra. I. Patronato de la Alhambra y Generali-
fe. Granada, 1965.
Presentación, por Gratiniano Nieto Gallo, Director General de Be-
llas Artes; El Generalife después del incendio de 1958, por Jesús
Bermúdez Pareja; Documentos ,sobre la Acequia Real de la Alham-
bra (1508-1511), por María Angustias Moreno Olmedo; El taller de
Juan de Orea, por Juan Martínez Ruiz; Diario de obras en la Al-
hambra, 1923, por Leopoldo Torres Balbás; Album de la Alhambra,
por Antonio Gallego Morell; Crónica de la Alhambra, por J. B. P.
2. Granada en el siglo XIII, por Manuel Gómez-Moreno Martí-
nez; El barrio del Cenete, las alcazabas y las mezquitas de Grana-
da, por Luis Seco de Lucena Paredes; El Palacio de Carlos V, sím-
bolo de una frustracción, por José Cepeda Adán; Evocación de
dos obras de Goya en un carmen de la Alhambra, por Emilio Oroz-
co Díaz; H. C. Andersen en Granada, por A y C Luplau Janssen;
Documentos de una catástrofe en la Alhambra, por Jesús Bermú-
dez Pareja y María Angustias Moreno Olmedo; Diario de obras en
la Alhambra, 1924, por Leopoldo Torres Balbás. Album de Alham-
bra. Crónica.
Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán. Núm. 1. Febre-
ro 1964.
Presentación, por Salvador García de Pruneda, Cónsul General de
España en Tetuán: Las tablas mamuníes (827-831), por Juan Ver-
net Ginés; Las Leyendas clásicas vinculadas con las tierras del Mo-
greb, por Carlos Posac Mon; Una nueva especia de Sphenóptera de
Maruecos, por A. Cobos; Mawlay Sulaiman felicita a Fernando VII
por haber recobrado el trono, por Mariano Arribas; Actividades,
inauguración y descripción de la Biblioteca Española de Tetuán,
por su directora Dora Bacaicoa Arnáiz.
Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán. Noviembre 1964.
Núm. 2.
216 Bibliografía

El poeta popular Yilali Mthired, por Mohamed el Fasi; El elemen-


to humano norteafricano en la Historia de España musulmana, por
Jacinto Bosch Vilá; El romancero morisco, por José Fradejas Le-
brero; Nazik al-Malaika.por Leonor Martínez Martín; Prólogo a la
versión árabe de "Bodas deSangre " por Abdallah al Amrani, resu-
men del mismo en castellano por Rafael Olmo; Recientes aporta-
ciones a la historia de los Almoravides y de los Almohades, por
Mariano Arribas Palau. Actividades de la Sala de Cultura Española
Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán. Número 3. Junio
1966. Tetuán (Marruecos).
Notas sobre el tema árabe en la poesía española, por Pedro Martí-
nez Montávez. Las primeras civilizaciones de Marruecos, por M. Ta-
rradell. La amistad de Mawlay Muhammad b. Abd Alláh hacia Car-
los III, por Mariano Arribas Palau. Reseñas bibliográficas y activi-
dades culturales.
Cuadernos de Historia de España. Instituto de Historia de España.
Buenos Aires. 1961. XXXIII-XXXIV.
Hilda Grassotti: Probono et fideli servitio. María del Carmen Carlé:
Infanzones e hidalgos. Carmela Pescador: La caballería popular en
León y Castilla. Rafael Olivar Bertrand: En torno al "Llibre de les
Cambres" de Eleonor de Sicilia. Jorge Gassani: El método de Isido-
ro de Sevilla a través de un reciente trabajo de Jacques Fontaine.
Claudio Sánchez Albornoz: Dos comentarios, otra vez los Jimeno
de Navarra. Hilda Grassotti: Los mozárabes en el Norte cristiano
como proyección de la cultura hispano-goda. O. A. Machado: His-
toria de los árabes de España por Ibn Jaldun.
Cuadernos de Historia de España. XXXIX-XL. Instituto de Historia
de España. Buenos Aires. (Viamonte 414). 1964.
Indice: María Estela González: La Anubda y la arrobda en Castilla;
Hilda Grassotti: Para la historia del botín y de las parias en León
y Castilla; María del Carmen Catlé: "Bonihomines" y hombres bue-
nos; Carmela Pescador: La caballería popular en León y Castilla;
Angel Castellán: Juan de Valdés y el círculo de Nápoles; Amada
López de Meneses: Francisco I de Francia y otros ilustres extran-
jeros en Guadalajara en 1525; Nicolás Sánchez Albornoz: Innova-
ción técnica y resistencia gremial, el vapor en Valencia en 1842;
Miscelánea y Bibliografía.
Homenaje al Profesor Claudio Sánchez Albornoz. Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. 1964.
Hesperis-Tarnuda. 1961.
,Bibliografía 217

Vol. II, fase. I. Jacques Caillé: Le vice-consul Broussonet et ses


"memoires" sur le Maroc. Ambrosio Huici Miranda: Un fragmen-
to inédito de Ibn Idari sobre los almorávides. Mariano Arribas Pa-
lau: Muhammad ibn Utman designado gobernador de Tetuán a fi-
nales de 1792. Deverdun y Allain: Le minaret almoravide de la
mosquee Ben Youssef a Marrakech. Berbard Dubreuil: Les pavi-
llons des Etats musulmans. Mohammed el Fasi: Les Bibliothéques
au Maroc et quelques-uns des leurs manuscrita les plus rares. L.
Golvin: Le palmier dans le décor musulman d'Occident. Ibrahim
al Kattani: A propos de l'ouvrage "al-Qidh al-mualla fi ikmal al-
Muhalla" d'Ibn Hall]. M. Tarradell: Sobre las raíces remotas de la
historia de Marruecos. Bibliografía.
Vol. II, fase. 2-3. Mohammed Arkoun: Risala fi Ma'iyyal al-adl wa
bayán Aksamih de Miskawaih. Dora Bacaicoa Arnaiz: El Brigadier
Ingeniero Don Joseph Gayoso y el sitio de Ceuta en 1720. Jacques
Caillé: Mathieu de Lesseps au Maroc. Germain Ayache: La ques-
tion des archives historiques marocaines. Mariano Arribas Palau:
Cartas árabes de Mawlay Muhammad b. Abd Allah relativas a la
embajada de Ibn Utman de 1780 Henri Morestin: Le dieu auchef
cornu de Banasa. G. Souville: XVII Congrés prehistorique de Fran-
ce, VI Congrés international des sciences prehistoriques et proto-
historiques.
Hespéris-Tamuda. Faculté des Lettres et des Sciences Humaines.
Université Mohamed V. Rabat.
Vol. III. Fasc. I. 1962: M. Arribas Palau: La actuación de Mawlay
Muslama frente a Mawlay al-Yazid; Jacques Caillé: Une ambassa
de marocaine a Vienne en 1783; Nacer el Fassi; Mohammed ibn
Idris vizir el poete de la cour de Mouley Abderrahman; J. Galtier
Dalché, Monnaie et economie dans l'Espagne du Nord et du Cen-
tre (VIII a XIII siécle); P. Berthier: En marge des sucreries ma-
rocaines; Mohammed el Fassi: La musique marocaine dite musi-
que andalouse; Carlos Posac Mon: Brocales de pozo de Ceuta. Bi-
bliografía. Fase. 2-3. 1962; Bibliographie marocaine, 1952-1953.
Vol. IV. Fase. 1-2. 1963: Jacques Caillé: Ambassades et missions
marocaines aux Pays Bas a l'epoque des sultans saadiens; Pierre
Grillon, La Chambre de Commerce de Marseille et la misión de
Louis Chénier (1767-1782); Mariano Arribas Palau: La estancia en
España de Muhammad ibn Utman (1791-1792); Paul Berthier:
L'aqueduc de l'oued Ouaar et le bassin de Gaba a Taroudant; Mme.
Olagnier Riottot: Sabre marocain de la fin du XVI siécle; Geor-
218 Bibliografía

ges Souville: Note sur des formations actuelles des kjekkenmoed-


dings aux environs de Rabat; conferencias; bibliografía.
Hespéris-Tamuda. Rabat. IV, 3, 1963.
Mohamed Brahim El Kettani: Ibn Hazm et la question de son in-
fluence sur la pensée chretienne.
Hespéris-Tamuda. V. 1964. Rabat.
J-G. Liauzu: Un aspecto de la reconquéte de la vallée de l'Ebre aux
XI et XII siécles: l'agriculture irriguée et l'héritage de l'Islam; B.
Rosenberger: Autour d'une grand mine d'argent du Moyen Agen
marocain, le Jebe' Aouam; M. Arribas Palau: Una misión frustrada
de Francesco Cjiappe a España en 1791; R. Gallissot: La guerra
d'Abd el Kader ou la ruine de la nationalité algérienne (1839-1847);
G. Ayache: L'apparition de l'imprimerie au Maroc; E. Ennouchi:
Origines de l'homme au Maroc. Bibliografía.
Ibla. Institut des Belles Lettres Arabes. 112, I, 1965. Túnez.
H. Abdulwahab, Bait al-Hikma ou Maison de la Sagesse d'Ifriquiyya;
A. Louis: Greniers fortifiés et maisons troglodytes, Ksar Djoua-
ma; F. Arnoulet: Note sur l'histoire de l'Agriculture en Tunisie;
Crónicas, lectures, referentes.
Ibla. Institut des Belles Lettres Arabes. Túnez.
1965, 2 (>, n.° 110: A. Turki: La notion d'Igmás et son importante
dans le pensée árabe contemporaine; M. Chemli: De la litterature
tunisienne contemporaine.
Journal oh the Asiatic Society of Pakistn. Diciembre, 1965. Ramna-
Dacca.
Les Cahiers de Tunisie, 37-40, 1962: Charles Saumagne: Etudes d'his-
torie sociales et politique relative a la province romaine d'Afrique.
Les Cahiers de Tunisie. 1 y 2 trim. 1964. N.° 45-46.
Número consagrado a una segunda serie de comunicaciones pre-
sentadas al coloquio organizado por la Sociedad Arqueológica de
Susa del 28 al 31 marzo 1963. La mayoría de estas comunicaciones
se refieren a trabajos y hallazgos de época romana y constituyen
una serie, especialmente de musivaria, muy interesante, así como
para conocimiento de termas, cerámicas, etc. de Africa del Norte.
Les Cahiers de Tunisie. N.° 49 a 52, 13 éme année. 1965. Pierre
Grandchamp (1875-1964), por Jean Despois; L'oeuvre de Pierre Grand-
champ, por Jean Pignon.
Levante. Rassegna dal Centro per la relazione italo-árabe. Roma. IX,
3-4, 1962. Il Congresso di studi ispano-arabi di Cordova. (Contiene ex-
tensa y afectuosa reseña de la celebración cordobesa). X, 1, 1963: Vene-
Bibliografía 219

ziani e Genovesi nel Marocco del sécolo XVIII, di Enrico de Leone; otros
artículosc e información italo-árabe.
Miscelánea de Estudios Arabes y Hebraicos. Universidad de Grana-
da. 1962. Volumen XI.
Fascículo I: Nuevos documentos sobre la filosofía de Al Kindi, por
-

Darío Cabanelas; Los Banu Simak de Málaga y Granada una fami-


lia de cadíes, por Jacinto Bosch; Notas para una sociología de los
moriscos españoles, por A. Domínguez Ortiz; Un maestro de la me-
dicina arábigo-española, Averroes, por F. J. Rodríguez Molero; El
señorío de Puebla de Soto, por J. Torres Fontes; Sobre el Juez de
Frontera, por L. Seco de Lucena Paredes; Hallazgo arqueológico en
Córdoba, por Carmelo García Seco; Los moros de Barbastro y la
cuestión de la mezquita. por José Cabezudo Astrain; El neoplato-
nismo de Ibn Hazm de Córdoba, por Miguel Cruz Hernández. No-
tas bibliográficas. I sesiones de Cultura hispano-musulmana. A pro-
pósito de un coloquio sobre la sociología musulmana, por J. Bosch.
Fascículo II: Caracteres fundamentales de la sintaxis hebrea, por
D. Gonzalo Maeso; La mujer en el Antiguo Testamento, por Rafael
Criado; Misericordia divina y universalismo en el libro de Jonás,
por Ramón Lourido; Kéter Malkut (Corona Real) de Salomó Ibn
Gabirol (versión literal), por R. Cansinos Assens; El proceso inqui-
sitorial del Doctor Diego Mateo Zapata, por A. Domínguez Ortiz;
El trono de Salomón descrito por dos conmetarios bíblicos sefar-
díes, por P. Pascual Recuero; Figuras sefardíes de actualidad, por
Isaac R. Molho; Súperstición y poesía en Isabel Enríquez dama se-
fardí del siglo XVII, por C. Cabezas Alguacil; Temas bíblicos en la
pintura de Rembrandt, por M. I. Roldán; Lucena en su época de es-
plendor, por D. Gonzalo Maeso. Notas bibliográficas.
Revista det. Instituto de Estudios Islámicos en Madrid. 1961 62.
-

Sánchez Albornoz: Precisiones sobre el Fath al-Andalus; José Váz-


quez: Un calendario anónimo granadino del siglo XV; Mahmud
Makki: Ensayo sobre las aportaciones orientales en la España mu-
sulmana; Hussain Monés: Abd al-Rahmon III y su papel en la his-
toria de España; Mahmud Makki: A propósito de la revolución de
Ubaid Allah b. al-Mandi en Madrid; S. G. Nogales: Presencia de
Egipto en el campo de la filosofía musulmana medieval; L. Antonio
de la Vega: Amilcar Barca fundador de España; Con texto árabe:
Muhammad al-Fasi: El ilustre viajero marroquí Abu Abd Allah
220 Bibliografía

Muhammad al-Abdari; A. Huici Miranda: Kitab al-tabij


wa-1-Andalus, fi asr al-Muwahiddin li-mu allif maybul. (Un libro
anónimo de la cocina hispano-nagribi de la época almohade); Hus-
sain Monés: La geografía y los geógrafos en la España musulmana:
Al Sarif al-Idrisi cumbre de la ciencia geográfica musulmana.
Revista del Instituto de Estudios Islámicos en Madrid. 1963-64.
Mahmud Makki: Ensayo sobre las aportaciones orientales en la Es-
paña musulmana; J. Vernet: Antropónimos de etimología árabe; A.
Huici Miranda: El cadí de Valencia Ibn Yahhaf; David Gonzalo
Maeso: Los árabes maestros de los judíos; I. Stetkeyych: Problemas
y aspectos de la moderna prosa árabe; Mujtar al-Abbadi: Muham-
mad V Al-Gani bi-lah rey de Granada; Hussain Monés: Historia de
la geografía y de los geógrafos en la España musulmana; Muham-
mad al-Mannuni: Traductores e intérpretes en Marruecos bajo los
sultanes saadíes.
Zeitschrift der Deustehen Morgenlandischen Gesellchaft. 1963. 113
2: 1964, 114; 1965, 1: pag. 1, artículo necrológico de Ernst Kühnel (1882-
1964, por Franz Babinger, con retrato fotográfico y bibliografía (falleció
el 5 agosto 1964); en el mismo número noticia de la constitución de Aso-
ciación Española de Orientalistas.
SUMARIO Páginas

I Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte hispano-is-


lámico, por E. Kuhnel. 5
II Consideraciones sobre la representación figurativa en el
arte islámico, por D. Ortiz Juárez... ... 23
III Datos sobre Al-Zahira:
— Al Madina al-Zahira, por M. Ocaña Jiménez ... 41
— Bellas-Ballis-Vélez, por R. Fernández y González ... 44
-- Los puentes califales de Madinat-al-Zahira, por R.
García Boix.. 47
— El barrio del Sabular. El pago de Tejavana. Rabana-
les y sus alrededores, por Rafael Castejón 58
IV Un documento relativo a las luchas en la frontera his-
pano - musulmana de Melilla, por R. Fernández
65
V Mezquita de la calle Rey Heredia, por V. Escribano ... 83
VI Catálogo de códices árabes de la Real Academia de
103
VII Piezas califales en Londres, por R. Castejón... 117
VIII Primacía de Córdoba en la Medicina árabe de Occiden-
te, por T. Sarnelli . 125
IX Los monumentos árabes de Córdoba:
— La gran Mezquita Aljama ... 137
— Medina al-Zahra 138
— Excavación de la mezquita de al-Zahra 143
— Capitel desaparecido en Medina al-Zahra.. 160
— Las excavaciones en el Alcázar de Córdoba... ... 163
X Arqueología:
— Los hallazgos de Turruñuelos . 167
— El puente del Negro sobre el Guadiato 169
— Lápida funeraria en Castro del Río ... 170
XI Varia arábico cordobesa... ... 171
— VIII Centenario de Ibn Arabi 174
— VIII Centenario de Al-Gafequi... 180
— III Sesiones de cultura hispano - musulmana. Ma-
183
— IV Sesiones de cultura hispano - musulmana. Va-
lencia, 1965.. ... 185
— II Asamblea de la Asociación Española de Orien-
talistas. Córdoba, 1965 ... 187
— Conferencias. ... 188
XII Bibliografía... ... 193

También podría gustarte