Principio de Imparcialidad

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EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD EN OCASIÓN DEL EJERCICIO DE FUNCIÓN...

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EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD EN OCASIÓN DEL EJER-


CICIO DE FUNCIÓN ADMINISTRATIVA POR ÓRGANOS DEL
PODER JUDICIAL Y SU POSTERIOR REVISIÓN JURISDICCIO-
NAL

Luis Eduardo Rey Vázquez1

Preliminar
En un Estado Constitucional de Derecho organizado bajo el esquema repu-
blicano, no es concebible que quien interviene como parte y con competencias
decisorias en un procedimiento administrativo, sea quien deba intervenir, en
sede judicial, en ocasión de revisar judicialmente los procedimientos y actos
dictados en ejercicio de la función administrativa. Si bien en ciertos casos pue-
de coincidir el órgano, no pueden ser las mismas personas físicas quienes ac-
túen consecutivamente en ambas funciones en la misma causa.
En los países que se organizan bajo el esquema de estricta separación de
poderes –como Francia, donde no conciben que el Poder Judicial deba contro-
lar los actos del Poder Ejecutivo, y sea un órgano dentro de este último el
encargado de “juzgar” sus actos–, aparecen perfectamente delimitadas las fun-
ciones activas y pasivas: las primeras, a cargo del órgano ejecutivo, y las se-
gundas, a cargo del Consejo de Estado, para evitar así que el mismo órgano sea
quien conozca y decida a la hora del control jurisdiccional.
Sin embargo, aún admitiendo que sea el mismo órgano institución quien
intervenga en ambos momentos, no es posible sostener que sean las mismas
personas físicas quienes revisen sus propios actos administrativos en instancia
jurisdiccional, bajo el riesgo de retroceder a finales del siglo XVIII cuando im-
peraba en Francia el sistema llamado del Ministro-Juez, donde las reclamacio-

1
El autor es Abogado y Escribano (UNNE), Doctor en Derecho (UNNE), Especialista en
Derecho Administrativo –UNNE– (Primer Promedio), Profesor JTP de Derecho Administrativo
I en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Nacional del
Nordeste (UNNE) e Investigador Categorizado (IV).
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nes de los administrados se juzgaban por la misma administración, con lo que


esta era a la vez juez y parte.2
Lo propio ocurre en los sistemas anglosajones, como el Reino Unido, don-
de tempranamente se ha desarrollado dentro del principio de “Justicia Natural”,
la denominada “regla contra la parcialidad”, que establece que “Ningún hombre
puede ser juez de su propia causa”, o en latín “Nemo judex in re sua”.3
El concepto apuntado, que resulta casi intuitivamente discernible, no ha
sido sin embargo rectamente acatado por los tribunales judiciales de la Argen-
tina, conforme veremos en los puntos siguientes.

Somero análisis de su aplicabilidad en el derecho argentino


En la Argentina, especialmente en las provincias donde todavía la compe-
tencia judicial en materia contencioso administrativa es atribuida a los máximos
tribunales de justicia, sus miembros son reacios a admitir las recusaciones con
causa –y mucho menos a excusarse oficiosamente– cuando se impugnan judi-
cialmente actos administrativos del Poder Judicial.
Algo similar ocurre cuando son los miembros del Superior Tribunal de Jus-
ticia quienes intervinieron –por ejemplo– integrando Jurados de Enjuiciamiento
de Magistrados.
Sin embargo, de cara al principio analizado, su intervención en ambos mo-
mentos violenta el principio de justicia natural o imparcialidad del juzgador.
Al respecto, en la provincia de Corrientes existen normas expresas que im-
piden que intervengan los mismos integrantes en sede administrativa y judicial en
el mismo asunto, a saber: a) el art. 17, inc. 74 del C.P.C. y C., y su art. 30;5 b) y
fundamentalmente, el art. 65 inc. b) de la Ley 3460 de Procedimientos Adminis-

2
Conf. Weil, Prosper (1986), Derecho Administrativo, Civitas, Madrid, pág. 41.
3
Conf. Wade, H. W. R., Derecho Administrativo, traducción de la 2ª Edición inglesa, págs. 256
y ss., Instituto de Estudios Políticos, 1971, Madrid; ver igualmente en Wade, H. W. R. & Forsyth, C.
F. (2004), Administrative Law, 9ª edition, p. 450 y ss., Oxford University Press, London.
4
“Haber emitido opinión o dictamen o dado recomendaciones acerca del pleito, antes o
después de comenzado”.
5
“Todo juez que se hallare comprendido en alguna de las causas de recusación menciona-
das en el artículo 17 deberá excusarse”.
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trativos, ubicado en la Sección X, bajo el Título “Excusación y Recusación”, cuando


prescribe en su último párrafo: “Sin embargo no podrán intervenir en un mis-
mo asunto, ejercitando función administrativa, legislativa o judicial, quie-
nes antes hubiesen ejercido otra de ellas en el mismo asunto”.
A pesar de existir en el derecho público local una norma tan clara, en
tiempos recientes, cuando la competencia originaria en materia contencioso
administrativa se encontraba en manos del Superior Tribunal de Justicia,6 sus
miembros rechazaban las recusaciones fundadas en tales normas, con el argu-
mento de que no cabe el apartamiento fundado en la causal de haber emitido
opinión o prejuzgamiento pues de lo contrario llevaría al desplazamiento de los
titulares del Tribunal designado –de manera exclusiva– por la Constitución Pro-
vincial, en todos los casos de superintendencia, sujetando la decisión a quienes
no son sus miembros titulares.7

6
Que todavía perdura en las causas residuales que hubiesen sido promovidas hasta el año
2009 inclusive.
7
Por ejemplo, STJ Ctes., Interlocutorio N° 216 del 20-06-2007, en autos: “Galiana,
Roberto Antonio c/ Superior Tribunal de Justicia s/ Amparo”, Expte. N° 499/6, con cita de los
fallos de la SCBA, 1404/92, “Icazzati, Ana c/ Prov. de Bs.As. s/ Demanda contencioso adminis-
trativa”, BA B81569; y SCBA 29/12/92; “Alvarez, J. c/ Pcia. De Bs. As. s/ Dem. Contenc.
Adm.”, BA B82228.STJ Ctes.
También STJ Ctes., Resolución Nº 289 de fecha 22-04-2008, en autos: “Sindicato de
Trabajadores Judiciales s/Prepara Acción Judicial”, Expte. Nº STD 158/8; “Sindicato de Traba-
jadores Judiciales s/Prepara Acción Judicial”, Expte. Nº STD 223/8, Resolución Nº 427 de fecha
25-06-2009.
En esta última, no obstante, el Ministro Fernando Niz ha votado en disidencia por hacer
lugar a la recusación con causa deducida, advirtiendo que su voto importaba un cambio de criterio
respecto del sostenido hasta el momento en casos análogos, luego de haber reflexionado deteni-
damente sobre el tema y en el entendimiento que constituye una facultad de los jueces modificar
sus posiciones fundándolas debidamente, lo que hace con base en pronunciamientos de la Comi-
sión Interamericana de Derechos Humanos interpretando, según el art. 8.1 del Pacto de San José
de Costa Rica, que la imparcialidad supone un juez o tribunal sin opiniones preconcebidas o el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la consecuente doctrina que la Corte Suprema viene
delineando en aquellos procesos penales en los que el tribunal de juicio se halle integrado por
magistrados que hayan intervenido anteriormente, de cualquier modo, en otra instancia de la
causa (Fallos 328:1491; 329:3034; entre otros).
Luego agregó el Sr. Ministro Fernando Niz en el Considerando III de su Voto disidente que:
“En esa línea de pensamiento y, advirtiendo que en esta instancia el Superior Tribunal deberá
``revisar’’ la decisión adoptada por el mismo, con idéntica composición y en ejercicio de sus
funciones administrativas, es dable concluir que, asiste razón a la actora cuando recusa a sus
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También solían esgrimir para el rechazo de la recusación lo resuelto por la


Corte Suprema en punto a que “la actuación o intervención de los Jueces en
el cumplimiento de sus funciones legales no constituye causal de recusa-
ción” (cfr. Fallos 318:2308).8
Debe remarcarse que cuando la Corte habla allí de “jueces”, lo hace no
sólo desde el punto de vista nominal, sino también habla del ejercicio de la
“función jurisdiccional”, es decir, un juez no puede ser cuestionado en su impar-
cialidad cuando debe decidir una “causa judicial” en la cual ya resolvió con
anterioridad (por ejemplo, cuando en un grado de conocimiento superficial dicta
una medida cautelar, no implica que en un análisis profundo de la cuestión se
encuentre vedado a dictar sentencia sobre el fondo).9
Sin embargo, está claro que no resulta extensible dicho criterio a supuestos
donde el mismo juez, desde un punto de vista “nominal”, hubiere obrado prime-
ro en ejercicio de “función materialmente administrativa”, dictando un acto ad-
ministrativo, y luego al ser impugnado por su destinatario en sede judicial pre-
tenda intervenir el mismo juez en ejercicio de funciones materialmente judicia-
les o jurisdiccionales, sobre todo teniendo en cuenta que cuando se impugna

miembros manifestando que la única manera de asegurar a su parte aquella garantía constitu-
cional es la integración del órgano con otros jueces. En primer lugar, es necesario aclarar que
la exigencia de imparcialidad y, por ende, la facultad de apartar a los jueces sospechados de
parcialidad, no puede (ni debe) confundirse con una agresión a su honorabilidad u honestidad
porque el temor de imparcialidad es un vicio objetivo del procedimiento y no una mala cualidad
subjetiva o personal del juez. Los jueces no somos imparciales por el solo hecho de ser indepen-
dientes de los otros Poderes del Estado sino que es preciso vincular la relación con el caso
concreto que nos toca juzgar; no requiriéndose prueba de la parcialidad sino que es suficiente
la existencia de razones o motivos que justifiquen la desconfianza sobre la imparcialidad del
juez, es decir, que sean suficientemente idóneas para insinuar esa conclusión. Y, en el caso
concreto, el hecho que el Tribunal que adopto decisión en ejercicio de sus funciones administra-
tivas haya estado integrado en esa oportunidad por los mismos jueces que deben fallar en esta
instancia sobre la legitimidad de aquella decisión, reviste idoneidad para alimentar la descon-
fianza expresada por la actora sin llegar, a criterio del suscripto, a configurar la expresión de
la misma un demerito para quienes hemos sido recusados”.
8
En dicho precedente, recaído en autos: “Priebke, Erich s/Solicitud de Extradición –causa
16.063/94– s/ su pedido de nulidad”, contra la sentencia de la Corte Suprema el recurrente
promovió “incidente de nulidad para que sea analizado mediante una reposición” y recusa a los
señores jueces que suscribieron el voto en mayoría del fallo que impugna.
9
Criterio reiterado en Sentencia del 20-07-2007, en la causa M. 747. XLIII. Originario
Municipalidad de San Luis c/ San Luis, Provincia de s/ acción declarativa de certeza.
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judicialmente un acto del Poder Judicial, es este además el sujeto demandado,10


por lo que no es posible que el mismo órgano sea juez y parte.
Los casos donde la Corte sentara el criterio referenciado, son diametral-
mente opuestos a los que nos ocupan, pues allí la parte recusante sustenta su
pedido de apartamiento en que quienes, en la misma causa judicial, dictaron una
sentencia ordenando la Extradición, habrían prejuzgado, y por eso pide que,
para resolver el incidente de nulidad, sean apartados quienes suscribieron el
voto de la mayoría. En ese contexto, y “en la misma causa judicial”, es com-
prensible que el Alto Tribunal hubiese resuelto que según conocida jurispruden-
cia del Tribunal las recusaciones manifiestamente improcedentes deben
desecharse de plano (Fallos: 205:635; 280:347; 303:1943), y tal carácter revis-
ten las que se fundan en la intervención de los jueces de la Corte en un proce-
dimiento anterior propio de sus funciones legales (Fallos: 245:26; 252:177;
310:338), entre las que se encuentra comprendida la que se ejerció en oportuni-
dad de dictarse la sentencia que hizo lugar a la extradición de Erich Priebke.
En los supuestos que analizo, en cambio, no estamos ante el dictado de dos
sentencias en una misma causa judicial, sino que estamos ante el dictado de
actos administrativos, actuando el Tribunal en ejercicio de funciones de igual
naturaleza, y posteriormente, estamos ante la “revisión judicial” de los actos
administrativos en la instancia judicial.
De lo que se trata es de evitar que la misma “persona física” sea quien
intervenga en la revisión de su actuación anterior –en ejercicio de funciones ad-
ministrativas– vinculada al proceso, y más aún, cuando se impugnen actos admi-
nistrativos del Superior Tribunal, en especial en aquellos ordenamientos donde
resulta este mismo órgano, en instancia jurisdiccional, quien tiene asignada la
competencia originaria y exclusiva en materia contencioso administrativa.11
Que sea el mismo órgano, no significa que esté integrado por las mismas
personas físicas,12 razón por la que el instituto de la recusación en la causal

10
En rigor, es el Estado el legitimado pasivamente, pero por actos imputables al órgano
Poder Judicial.
11
Lo expuesto es aplicable incluso en casos donde exista un fuero contencioso administra-
tivo compuesto por jueces unipersonales o tribunales colegiados, en la medida en que le competa
intervenir en instancia de apelación ordinaria o extraordinaria al Superior Tribunal de Justicia.
12
Así, por ejemplo, el Tribunal Superior de Córdoba se encuentra dividido en Salas, por lo
que no coinciden las personas físicas llamadas a actuar en la faz administrativa o de
superintendencia con las instituidas para actuar en la esfera jurisdiccional.
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aludida tiende a evitar la consumación de tal supuesto, a efectos de evitar incu-


rrir en prejuzgamiento y/o que se configure una violación a las garantías de juez
natural, independiente, imparcial, inherentes al debido proceso y a la defensa en
juicio (arts. 18 y 75, inc. 22, CN).
Se ha dicho que el instituto de la recusación no es orgánico, sino personal,
y tiende a preservar la imparcialidad como requisito ineludible para la actuación
del órgano competente.
Al respecto, ha dicho la Procuración del Tesoro de la Nación, que: “La
imparcialidad exigida a las personas oficiales del proceso, cualquiera
sea su cometido, se encuentra ínsita en la naturaleza de la investigación,
porque hace a la esencia misma de la función jurisdiccional”.13
Abonando lo expuesto, enseña Hutchinson casi como una “obviedad” (aun-
que en la práctica dista de serlo) que
apartándonos momentáneamente de lo normado en cada caso, hay
algo que cae por su propio peso, que el sentido común marca como
evidente y que debería funcionar como axioma: que no puede ser el
mismo órgano que entendió en sede administrativa el que resuelva
en vía judicial. O al menos, si es el mismo órgano institución que
esté formado por órganos físicos distintos a los que dictaron el acto
administrativo impugnado. Lo contrario significaría alterar uno de
los principios básicos del Estado de Derecho: la de ser juzgado por
un órgano imparcial e independiente.14

13
Dictámenes 93:264, citados por Gordillo, Agustín (Director) (2003), Procedimiento
Administrativo. Decreto Ley 19549/1972 y Normas Reglamentarias – Ley de Procedimientos
Administrativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Comentados y Concordados, LexisNexis
- Depalma, Buenos Aires, pág. 79.
14
Hutchinson, Tomás, “De la irrevisibilidad a la revisibilidad jurisdiccional de la función
administrativa del Poder Judicial”, LL, Sup. Adm. 2010 (agosto), 63 (El destacado me pertene-
ce). Cita no obstante en la Nota 36 que el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de
Formosa, 7/3/2002, “Roda, Felipe Abel c. Superior Tribunal de Justicia y otro” , LL Litoral
2002, 1192, ha aceptado la revisibilidad, pero por mayoría dispuso que “Es improcedente la
recusación por prejuzgamiento de un miembro del Superior Tribunal de Justicia de la provincia
de Formosa, con fundamento en que suscribió los actos administrativos cuestionados —en el
caso, relativos a la situación de un agente judicial— pues el ejercicio de los poderes de
superintendencia que inviste no puede dar lugar al apartamiento de los jueces individualmente
considerados”, lo que parece inconveniente por lo analizado en el texto.
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Agrega el autor que:


Esta es una garantía constitucional que implica asegurar el princi-
pio de defensa en juicio (art. 18 CN). No se puede pretender que
por el sólo hecho de ser un órgano “judicial” —en cuanto que
pertenece al poder judicial— el que dictó el acto administrativo, es
suficiente garantía de imparcialidad. Y no lo es, entre otros motivos,
porque si resolviera el mismo órgano, compuesto por los mismos
órganos físicos, éstos ya habrían emitido opinión sobre los puntos a
decidir, sosteniendo la tesis contraria a la que sustenta el impugnante
y, además, tendrían un evidente interés en el proceso”. “Dicho inte-
rés se manifiesta en: a) que pueden tener interés acerca de que la
pretensión no prospere, para así eludir la correspondiente respon-
sabilidad que podría caberles como funcionarios que han dictado
un acto ilegítimo, y b) que puede surgir de su condición de “par-
tes”, lo que es consecuencia de la vía procesal intentada.

Pronunciamientos jurisprudenciales en materia penal, trasladables al


supuesto de revisión judicial de actos administrativos del Poder Judi-
cial, por imperio de normas supranacionales
El primer ámbito donde se desarrolló el criterio en cuestión por el Alto
Tribunal de la Nación ha sido en materia penal,15 con argumentos que resultan
perfectamente aplicables al caso que nos ocupa.
En dichas causas se estableció claramente la incompatibilidad entre el de-
sempeño de la función de un mismo juez (entendido en sentido de persona
física) como instructor y como miembro del tribunal de juicio. Sus conclusiones
gravitan del mismo modo para sostener la imposibilidad jurídica y ética de que
las mismas personas que dictaron actos administrativos sean quienes conozcan
y resuelvan acerca de su legitimidad en sede judicial.

15
Causa L. 486. XXXVI. - «Llerena, Horacio Luis s/ abuso de armas y lesiones -
arts. 104 y 89 del Código Penal -causa N° 3221-» - CSJN - 17/05/2005, Fallos 328:1491,
y más recientemente en la causa: “D. 81. XLI. – “Dieser, María Graciela y Fraticelli,
Carlos Andrés s/ homicidio calificado por el vínculo y por alevosía -causa N° 120/02-”,
CSJN, 08/08/2006, Fallos 329:3034.
316 LUIS EDUARDO REY VÁZQUEZ

Dijo la Corte en el caso “Dieser”, citando abundante jurisprudencia de


tribunales internacionales, que:
la imparcialidad del tribunal es uno de los aspectos centrales de las
garantías mínimas de la administración de justicia. Con relación al
alcance de la obligación de proveer de tribunales imparciales según
el artículo 8.1 de la Convención Americana, la CIDH ha afirmado en
ocasiones anteriores que la imparcialidad supone que el tribunal o
juez no tiene opiniones preconcebidas sobre el caso sub judice (...).
Si la imparcialidad personal de un tribunal o juez se presume hasta
prueba en contrario, la apreciación objetiva consiste en determinar
si independientemente de la conducta personal del juez, ciertos he-
chos que pueden ser verificados autorizan a sospechar sobre su im-
parcialidad» (conf. Informe 78/02, caso 11.335, Guy Malary vs. Hai-
tí, 27/12/02).” (Del dictamen del Procurador Fiscal)

En la misma línea, como se asienta en un fallo reciente del Tribunal,


esta garantía ha sido interpretada por el Tribunal Europeo de De-
rechos Humanos, señalándose que en materia de imparcialidad ju-
dicial lo decisivo es establecer si, desde el punto de vista de las
circunstancias externas (objetivas), existen elementos que autori-
cen a abrigar dudas con relación a la imparcialidad con que debe
desempeñarse el juez, con prescindencia de qué es lo que pensaba
en su fuero interno, siguiendo el adagio justice must not only be
done: it must also be seen to be done (del considerando 27) in re
‘Quiroga, Edgardo Oscar s/ causa Nº 4302’, resuelta el 23 de di-
ciembre de 2004). (Del dictamen del Procurador Fiscal)

En este sentido, y dentro del programa de derechos humanos que


consagra tanto la división de funciones, como el apartamiento del
juez por temor de parcialidad, resulta de particular importancia el
trabajo realizado por el comité conformado a petición de la Orga-
nización de Naciones Unidas, para establecer las Reglas Mínimas
de las Naciones Unidas para el Procedimiento Penal, cuyas conclu-
siones constituyen las denominadas «Reglas de Mallorca».
Específicamente, se dispuso en la regla 4, inciso 2º que «Los tribu-
nales deberán ser imparciales. Las legislaciones nacionales esta-
blecerán las causas de abstención y recusación. Especialmente, no
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podrá formar parte del tribunal quien haya intervenido anterior-


mente, de cualquier modo, o en otra función o en otra instancia en
la misma causa. Tampoco podrán hacerlo quienes hayan participa-
do en una decisión posteriormente anulada por un tribunal
superior».(Del dictamen del Procurador Fiscal)

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha reafirmado el


carácter fundamental de la imparcialidad como garantía del debi-
do proceso, y concluyó en que los magistrados que habían resuelto
un recurso de casación contra una sentencia absolutoria, debieron
abstenerse de conocer en las impugnaciones que se dirigieron con-
tra la sentencia condenatoria pronunciada con posterioridad, pues
al conocer de estas últimas no reunieron la exigencia de imparciali-
dad, en razón de que ya habían analizado parte del fondo del asunto
y no sólo la forma (caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, 2 de julio de
2004). (Del dictamen del Procurador Fiscal)

Se trata –el de la imparcialidad– de un principio universalmente aceptado


por el Derecho Internacional Público, conforme da cuenta –por ejemplo– el
fallo de la Cámara de Los Lores de Londres, en la Sentencia de fecha 15/01/
1999 recaída en la causa “Pinochet, Augusto”,16 donde expresó que:
En virtud del principio conforme el cual una persona no puede ser
juez y parte, una vez demostrado que el juez es parte en la causa, o
que posee un interés relevante en su objeto de fondo, queda inhabi-
litado, sin necesidad de investigar si existió probabilidad o presun-
ción de parcialidad, a menos que haya declarado en forma sufi-
ciente dicho interés.

En dicha causa, se recordó la famosa máxima de Lord Hewart que dice


que es “de fundamental importancia que no sólo se imparta justicia, sino
que exista en forma manifiesta e indudable la impresión de que se ha
impartido justicia” (voto de Lord Brown-Wilkinson); concluyendo Lord Nolan,
en forma breve y concisa luego concurriendo con las opiniones precedentes
diciendo: “Sólo agregaré que en cualquier litigio en que esté en cuestión la

16
La Ley 1999-B, 738.
318 LUIS EDUARDO REY VÁZQUEZ

imparcialidad de un juez, la apariencia del asunto tiene la misma impor-


tancia que la realidad”.
En casos posteriores, específicamente en causas contencioso administrati-
vas donde un Superior Tribunal de Provincia debe revisar actos administrativos
suyos, sostuvo la Corte Suprema Nacional que ello suponía la violación del
debido proceso porque “los mismos jueces que actuaron en la órbita admi-
nistrativa de superintendencia son quienes juzgaron la legalidad del acto
de remoción –fueron jueces de sus propios actos–, (…) violándose el prin-
cipio de un juicio imparcial”.17
Luego, en otra causa, considerando las razones invocadas por el juez Car-
los S. Fayt –haber suscripto la resolución administrativa impugnada en la cau-
sa– se admitió la excusación formulada para integrar el Tribunal que ha de
intervenir en estas actuaciones, con fundamento en el art. 30 del Código Proce-
sal Civil y Comercial de la Nación. Del mismo modo, se rechazó in límine la
recusación deducida contra el juez Enrique Santiago Petracchi porque no sus-
cribió la resolución administrativa judicialmente impugnada (art. 21 del código
de rito).18 Sin embargo, queda claro que si la hubiese suscripto, no hubiese
podido válidamente intervenir en la esfera jurisdiccional enjuiciando su propia
resolución emitida en ejercicio de función administrativa, lo que se vio corrobo-
rado por la aceptación de la excusación del juez Fayt por tal motivo.
En la misma fecha y en la causa “Charpin” citada en nota precedente, la
Corte Suprema remarcó que
las resoluciones dictadas por esta Corte con el objeto de definir
una reclamación de la naturaleza indicada formulada por un fun-
cionario vinculado con este departamento por una relación de em-
pleo público, configuran actos típicamente administrativos que, sin
discusión a la luz de los precedentes puntualizados, son revisables
judicialmente en las mismas condiciones en que puede serlo cual-
quier acto de autoridad pública que decida sobre la materia indica-

17
CSJN, Sentencia del 04-09-2007, Fallos 330:3793, causa M. 132. XLII. Montes, María
Dolores y Ferrara, Laura B. c/ Estado Pcial. de San Luis y Sup. Gob. de la Pcia. de San Luis -dem.
contencioso administrativa”, Dictamen de la Procuradora General al que adhiere la Corte.
18
CSJN, «Charpin, Osvaldo José René c/ EN –Poder judicial de la Nación, CSJN- s/
empleo público» REX S.C. C. 3378, L. XXXVIII fallada el 08-04-2008, Fallos 331:536.
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da, con prescindencia del departamento del gobierno, nacional o


local, que hubiera emitido el acto cuestionado.

No existirán las mismas garantías que median en la revisión de actos admi-


nistrativos de los otros departamentos de gobierno, si quienes deben decidir la
cuestión judicial son los autores de los actos administrativos impugnados.
Comentando dicho pronunciamiento, ha señalado Buteler que:
Como se sabe, la función administrativa no halla restringido su cam-
po de actuación al ámbito del Poder administrador sino que también
tiene lugar en los otros poderes estatales, tal como lo ha reconocido
la doctrina mayoritaria, la jurisprudencia e incluso algunos
ordenamientos provinciales. Sobre esa temática, incluso, se ha pro-
nunciado la Corte Suprema adoptando un criterio material para la
determinación de la existencia de función administrativa y a partir de
ello, ha entendido que existe desenvolvimiento de la misma fuera de
la órbita del Poder Ejecutivo. En esa inteligencia, ha señalado que
«es sabido que la doctrina de la división de los poderes o la separa-
ción de funciones no implica que cada uno de los órganos del poder
pueda ejecutar únicamente actividades materialmente administrati-
vas, legislativas o judiciales. Es que esas actividades son consecuen-
cia del ejercicio mismo del poder, que nuestro sistema legal le recono-
ce a los tres órganos en sus determinado(s) ámbitos de competencia.
Sin embargo cada uno de los órganos puede ejercer sus atribuciones
dentro del estricto marco de su función específica.19

19
Buteler, Alfonso, “La revisión judicial de los actos administrativos dictados por la Corte
Suprema”, DJ 2008-II, 6839. Refiere el autor que “a partir del caso «Mai de Alegre» (Fallos,
317:1539, 17/11/1994) de 1994 la Corte revierte esa posición negatoria, admitiendo la revisión de
las decisiones administrativas dictadas por las autoridades jurisdiccionales locales. En ese caso,
revocó la sentencia que había rechazado la acción contencioso—administrativa dirigida a obtener
la declaración de nulidad de unas resoluciones dictadas por el Superior Tribunal de la Provincia
de Chaco por medio de las cuales se le aplicó una medida disciplinaria a la actora. Esa nueva
directriz jurisprudencial, se consolidará luego en «Merchán» (14/03/1995, «Merchán, María Inés
c/ Prov. de Buenos Aires (Poder Judicial)», Expte. M. 473. XXVI) en donde el Máximo tribunal —
luego de reiterar la doctrina de «Persoglia» (Fallos, 311:260, 10/03/1988) y «Aranzazu» (Fallos,
317:683 (Sumario), 23/06/1994) para actos administrativos emanados del Poder Legislativo—
dejó sin efecto la sentencia de la Corte Suprema de Buenos Aires que al rechazar in limine la
320 LUIS EDUARDO REY VÁZQUEZ

En punto al sustento normativo de la función administrativa del Poder Judi-


cial, enseña Tomás Hutchinson que
surgen de nuestro ordenamiento jurídico. Así, el artículo 113 de la
Constitución Nacional otorga a la Corte Suprema de Justicia de la
Nación la facultad de dictarse su reglamento interno y económico y
de nombrar todos sus empleados subalternos. Lo propio ocurre en
las Constituciones provinciales respecto de los Superiores Tribuna-
les o Cortes provinciales, que tienen facultades de superintendencia
sobre los órganos inferiores. (…) No sólo los Tribunales Supremos
ejercen función administrativa; ella corresponde también, según las
circunstancias, a los órganos inferiores. A modo de ejemplo, cabe
acotar que en ciertas legislaciones corresponde a las Cámaras de
Apelaciones la designación y remoción de su personal (p. ej., artí-
culos 267 de la Constitución de Buenos Aires), a veces, corno ocu-
rre en el orden nacional, esa competencia de las Cámaras se ejerce
por delegación de la Corte. 20

Finalmente, resta mencionar la Sentencia de la Corte Suprema de fecha


12-08-2008,21 donde –por mayoría– se descalificó la Sentencia del Superior

demanda contencioso administrativa había considerado insusceptible de contralor judicial el acto


de cesantía dispuesto por ese tribunal contra la actora, quien se desempeñaba como abogada
inspectora de una Curadoría zonal”, retomando la línea “favorable a la revisión de tales decisio-
nes en «Demonte» (Fallos, 2/12/1997). En esa oportunidad, el actor —auxiliar de la Secretaría de
Exhortos Penales de la justicia de la Provincia de Buenos Aires— había promovido demanda a los
fines de obtener la declaración de nulidad de la cesantía dispuesta por la Corte de esa provincia.
El Alto Tribunal –remitiendo a la causa «Merchán»— dejó sin efecto la sentencia del tribunal local
que había rechazado el planteo del actor por considerar que la sanción impuesta no implicaba el
ejercicio de función administrativa”.
20
Hutchinson, Tomás, “De la irrevisibilidad a la revisibilidad jurisdiccional de la función
administrativa del Poder Judicial”, LL, Sup. Adm.2010 (agosto), 63. Además, puede verse del
mismo autor, entre otros, “El Poder Judicial y su función administrativa”, en Revista Argentina
de Derecho Administrativo, año 1977, nº 13, págs. 35 y ss.; “La función administrativa del Poder
Judicial y su revisión jurisdiccional”, en El Derecho, t. 84, pág. 840, (1978); “Empleados del
Poder Judicial ¿ciudadanos de segunda categoría?”, en Revista JUS, 1984, nº 37, págs. 43 y ss.;
“La revisión (pero no tanto) de los actos administrativos del Poder Judicial”, en Revista de
Derecho Administrativo nº 14, págs. 499 y ss.
21
CSJN, F. 1855. XL. Recurso de hecho. Freytes, Daniel Enrique s/ acusación del procu-
rador general -causa N° 53.906/03-, Fallos 331:1784.
EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD EN OCASIÓN DEL EJERCICIO DE FUNCIÓN... 321

Tribunal del Chaco como violatoria del principio de imparcialidad del juzgador
en materia de enjuiciamiento de magistrados, donde uno de sus miembros cum-
pliera sucesivamente funciones constitucionalmente incompatibles, al integrar
el Jurado de Enjuiciamiento, órgano que, en el caso, mandara instruir el sumario
previo y resolviera encomendar al procurador general que promueva la acusa-
ción contra el investigado; y después, ese mismo juez participara como miem-
bro del jurado, juzgando la responsabilidad política del juez por esos mismos
hechos y decidiera su destitución.
Para así resolver, estimó que
frente a la naturaleza y raigambre del planteo señalado, así como de
su patente influencia sobre el resultado final del proceso en los térmi-
nos de lo decidido por esta Corte en los precedentes de Fallos:
316:1710 y 324:1211, y su cita, su desestimación por parte del supe-
rior tribunal con la afirmación de que constituía una mera reedición
de cuestiones introducidas con anterioridad y de que el desarrollo
«...luce vacuo e inconsistente...» no sostiene constitucionalmente el
pronunciamiento, pues da una respuesta meramente dogmática y
formularia, desprovista de todo desarrollo argumentativo racional.

Resultando indeclinable la intervención del Máximo Tribunal provincial en


el análisis de la causal esgrimida
cuando se plantean sobre bases serias y fundadas cuestiones prima
facie de naturaleza federal, como es en el caso la configurada por
la alegada violación de la garantía del juez imparcial; máxime cuan-
do desde el conocido precedente «Penjerek, Norma Mirta s/ rapto y
homicidio s/ incidente de recusación», del 14 de noviembre de 1963
(Fallos: 257:132) esa garantía cuenta con anclaje constitucional
en el derecho al debido proceso reconocido en el art. 18 de la Ley
Suprema. (Citando luego los precedentes “Llerena” y “Dieser”)

Conclusión
El principio de justicia natural o de imparcialidad del juzgador, según el cual
“no podrán intervenir en un mismo asunto, ejercitando función adminis-
trativa, legislativa o judicial, quienes antes hubiesen ejercido otra de ellas
en el mismo asunto”, rige en la multiplicidad de supuestos, y constituye un
322 LUIS EDUARDO REY VÁZQUEZ

impedimento para quienes deban intervenir en la revisión judicial, no lo hayan


hecho previamente, sea dictando un acto administrativo o un reglamento –im-
pugnados judicialmente–; una ley –cuya constitucionalidad se cuestiona–; un
acto político de destitución de un magistrado, o incluso, cuando hubieren inter-
venido judicialmente en una instancia previa a la de revisión (v.gr., en cuestio-
nes penales).
Al respecto, hago mías las consideraciones que efectúan Gutiérrez
Colantuono y Justo cuando expresan, con base en la jurisprudencia de Tribuna-
les Internacionales de Derechos Humanos, que
la concentración en un mismo órgano de funciones de administra-
ción activa, emisión de normas y resolución de casos resulta con-
traria a la regla de independencia. Cuando el mismo cuerpo admi-
nistrativo dicta la regla, la aplica y resuelve las impugnaciones,
incurre en una violación de esa garantía. El sólo hecho de que
ciertas personas pertenecientes a un organismo desempeñen suce-
sivamente funciones de asesoramiento y resolutorias en relación con
las mismas decisiones es capaz de viciar la imparcialidad estructu-
ral de la institución, al resultar justificada la duda del ciudadano
sobre la posibilidad de que tales funcionarios se sientan condicio-
nados en su rol “judicial” por las opiniones vertidas en el desarro-
llo de otra función previa.22

22
Gutiérrez Colantuono, Pablo Ángel; Justo, Juan Bautista (col.) (2009), Administración
Pública, Juridicidad y Derechos Humanos, Abeledo Perrot, Buenos Aires, pág. 124-125.

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