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ISSN 2344-9586

Escritos de filosofía. Segunda serie (enero-dic., 2018) Nº 6: 91-105

LA ESENCIA DE LA MANIFESTACIÓN: LA
REVELACIÓN COMO EL LÍMITE DE LA
FENOMENICIDAD EN LA OBRA
DE JEAN-LUC MARION
THE ESSENCE OF THE MANIFESTATION: REVELATION AS THE
LIMIT OF PHENOMENALITY IN JEAN-LUC MARION’S WORK

Jorge Luis Roggero

Resumen Abstract

Este artículo se detiene en el fenómeno This article analyses the phenomenon


que Marion sitúa en el límite de la fenome- that Marion places at the limit of pheno-
nicidad, pues manifiesta el grado máximo menality, as it manifests the maximum de-
del aparecer: el fenómeno de la revelación. gree of appearing: the phenomenon of re-
Mi propuesta es pensar esta cuestión en velation. My proposal is to think about this
Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional

términos estrictamente filosóficos. La re- issue in strictly philosophical terms. The


flexión marioniana no debería ser entendi- Marionian argument should not be unders-
da como el intento de preparar el terreno tood as the attempt to prepare the ground to
para justificar la Revelación teológica, sino justify the theological Revelation, but as an
como una indagación en el fenómeno que inquiry into the phenomenon that allows us
permite pensar la esencia última de toda to think about the ultimate essence of any
manifestación pues posee los rasgos de manifestation because it has the features of
toda fenomenicidad posible. all possible phenomenality.
Palabras clave: revelación, límite de la Keywords: revelation, limit of phenomenality,
fenomenicidad, Jean-Luc Marion, esencia de Jean-Luc Marion, essence of manifestation,
la manifestación, fenómeno paradigmático paradigmatic phenomenon

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Jorge Luis Roggero
La esencia de la manifestación: la revelación como el límite de la fenomenicidad en la obra de Jean-Luc Marion

En su chef-d’œuvre de 1997, Étant donné, luego de haber introducido la noción de


“fenómeno saturado” (phénomène saturé), en el § 24, Jean-Luc Marion se pregunta ex-
plícitamente por el límite de la fenomenicidad.

La cuestión nos obliga así a determinar hasta qué grado la saturación puede desplegarse,
si alcanza un máximo o si, hipotéticamente, lo transgrede siempre; pero también, si tiene
algún sentido considerar un fenómeno que se da siguiendo un máximo de fenomenicidad.
Esta cuestión surge inevitablemente del simple hecho de que sólo ella permite considerar
todas las dimensiones de la fenomenicidad; hay que explorar la región de la donación satu-
rada, hacer un inventario a fondo y, sea cual sea la respuesta que se pueda encontrar, es una
cuestión que no puede esquivarse.1

Marion busca, pues, determinar un fenómeno que presente el grado “máximo de fe-
nomenicidad”, es decir, el grado máximo en el que la saturación puede desplegarse. Si lo
encontramos, entonces estaremos ante el límite del aparecer.
En 1992, en “Le possible et la révélation”, Marion sostiene que si la fenomenología
logra regresar a las cosas mismas al liberarse del principio de razón suficiente, entonces
la revelación no le es ajena.

La fenomenología, al levantar el interdicto de la razón suficiente, libera la posibilidad y, por


tanto, abre el campo a fenómenos eventualmente marcados de imposibilidad. Entre otras
posibilidades, los fenómenos religiosos reaparecen de nuevo, en filosofía, como hechos
justificados de derecho ya que son dados de hecho.2

Esta sugerencia es retomada y matizada unos años después en Étant donné. La res-
puesta que Marion da respecto de la posibilidad de un fenómeno que aparezca “siguiendo
un máximo de fenomenicidad”3 es el fenómeno de la revelación. Ciertamente, la cuestión
planteada por Marion es indudablemente relevante para una investigación fenomenoló-
gica. No obstante, Marion constata que esta exploración no es llevada a cabo, y el mo-
tivo, generalmente, es el miedo a que la causa de Dios resurja, pues lo teológico parece
contradecir lo lógico.4 Sin embargo, argumenta Marion, lo que está en juego no es lo
teológico, sino lo fenomenológico. Se trata de llevar al extremo el proyecto de “desple-
gar la posibilidad en la fenomenicidad”.5 Y es precisamente esta cuestión la que parece
perderse de vista en el debate sobre el “giro teológico”. ¿Qué está presentando Marion
con el fenómeno de la revelación? ¿Se trata de introducir subrepticiamente una categoría
teológica en el campo de la filosofía? Más precisamente: ¿se trata solamente de introducir

1. Jean-Luc Marion, Étant donné. Essai d’une phénoménologie de la donation, seconde édition corrigée,
Paris, PUF, 1998, pp. 325-326.
2. Jean-Luc Marion, Le visible et le révélé, Paris, Cerf, 2005, p. 19.
3. Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 326.
4. Cf. ibid.
5. Ibid.

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una verdad confesional o su gesto puede entenderse en su posibilidad filosófica, más


allá de la supuesta intención “evangelizadora” del autor? ¿No puede acaso leerse en este
planteo –como ya lo hemos sugerido en otro artículo–6 una estrategia de la que se han
valido grandes pensadores (Hegel y Heidegger, por nombrar solo dos), que consiste en
nutrirse de ideas teológicas para examinar problemas filosóficos? Sostengo como hipó-
tesis que la revelación no opera en la fenomenología de la donación como la validación
del fenómeno teológico fundamental, sino más bien como una reflexión sobre la esencia
de la manifestación. Si la propuesta de Marion es pensar al fenómeno saturado como el
fenómeno paradigmático, entonces el fenómeno doblemente saturado es el paradigma de
paradigmas. Dice el § 25 de Étant donné:

Todo nuestro proyecto, por el contrario, intenta pensar el fenómeno de derecho común y, a
través de él, el fenómeno pobre a partir del paradigma del fenómeno saturado; uno y otro
ofrecen así variantes debilitadas y derivadas de este último, como si se tratara de extenua-
ciones progresivas del fenómeno saturado que no se da al margen de la norma ni como una
excepción a la definición de la fenomenicidad; al contrario, corresponde propiamente al fe-
nómeno saturado convertir en pensable la medida de la manifestación a partir de la dona-
ción y reencontrarla hasta en su variación de derecho común, incluso en el fenómeno pobre.
Lo que la metafísica descarta como una excepción (la paradoja saturada), la fenomenología
lo adopta aquí como su norma: todo fenómeno se muestra en la medida (o en la desmedida)
en que se da. Cierto es que no todos los fenómenos dependen del fenómeno saturado, pero
todos los fenómenos saturados cumplen el único paradigma de la fenomenícidad. O mejor
aún, sólo ellos permiten ilustrarla.7

Marion propone al fenómeno saturado como aquel capaz de oficiar como “paradigma
de la fenomenicidad” precisamente porque permite pensar “la manifestación según la
donación”. Pero, entonces, siguiendo la lógica gradual introducida en Étant donné, si hay
un fenómeno que se manifiesta según el grado máximo de fenomenicidad, ese fenómeno
es entonces el único paradigma para todo tipo de fenómeno.
En 2005 se publica “La banalité de la saturation”. Este texto fundamental, en el que
Marion corrige la visión estática de Étant donné que ve a cada grado de fenomenicidad
como un compartimento estanco,8 permite pensar a la revelación ya no como el eslabón
más alto de la jerarquía fenoménica, sino como el corazón de la fenomenicidad, como
la esencia de la manifestación. Las modalidades esbozadas en la tópica del fenómeno
saturado (acontecimiento, ídolo, carne e icono) no constituyen, en modo alguno, una enu-
meración taxativa de los únicos fenómenos saturados posibles, sino que tienen por obje-
tivo explicitar los extremos en los que puede articularse el exceso. En su inspirado texto
póstumo, Carlos Enrique Restrepo destaca que –en este sentido– la doctrina del fenómeno

6. Cf. Jorge Luis Roggero, “La ‘dimensión religiosa’ de la fenomenología de la donación de Jean-Luc
Marion”, Endoxa, núm. 40, 2017, pp. 335-354.
7. Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 316. El subrayado es mío.
8. Cf. Jean-Luc Marion, Reprise du donné, Paris, PUF, 2016, p. 94.

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saturado debe ser completada por una casuística.9 Cada caso puede exhibir un mayor o un
menor grado de saturación según el modo en que combine los cuatro rasgos que define la
esencia de la manifestación: el carácter imprevisible, el carácter insoportable, el carácter
absoluto y el carácter inobjetivable.
Con el objetivo de demostrar estas ideas, en un primer apartado me detendré en la
tematización de la revelación en Étant donné; en un segundo apartado daré cuenta de la
transformación de la visión estática de la fenomenicidad por una concepción dinámica a
partir de la noción de banalidad; en un tercer apartado analizaré el modo en que la reve-
lación es tematizada en las Gifford Lectures; y finalmente, extraeré algunas conclusiones.

La revelación en Étant donné

En el comienzo del mencionado § 24, Marion recuerda que su proyecto consiste en


liberar la posibilidad del fenómeno.10 La pregunta por el límite de la fenomenicidad, for-
mulada de modo más preciso es, entonces: ¿hasta dónde puede desplegarse la posibilidad,
respetando las exigencias ya determinadas? ¿Qué exigencias? Marion las resume en dos
requerimientos:

(i) el máximo eventual debe seguir siendo un fenómeno, es decir, inscribirse en la de-
finición ya establecida de la fenomenicidad (determinaciones en general, saturación en
particular), a título de una variación de esta única definición; (ii) el máximo debe seguir
siendo una posibilidad en el doble sentido de, por una parte, transgredirse a sí mismo en
permanencia sin fijarse en una figura definida y, por otra, esbozarse independientemente de
todo cumplimiento efectivo e intramundano de ese máximo. El máximo de la fenomenici-
dad saturada debe resultar una posibilidad última del fenómeno: la última, pero todavía a
título de posibilidad.11

El fenómeno de la revelación, según Marion, cumple con estos dos requisitos. En


primer lugar, se trata de un fenómeno que constituye la última expresión de la fenome-
nicidad: concentra en él, de modo acabado, todas las determinaciones del fenómeno en
general (anamorfosis, arribo, hecho consumado, incidente y acontecimiento), y además,

9. “Pero ¿significa esto que, para Marion, solo valen como tales estos cuatro fenómenos saturados? En modo
alguno. Se trata más bien de tipos de fenómenos, a los que se pueden asociar descripciones particulares al
modo de una casuística, para la que el pensamiento de Marion resulta fecundo y prometedor. Para avanzar
en esta descripción entre los tipos y casos, se puede extender este tipo de análisis al problema económico
[…] o a los absurdos históricos de cuestiones como la guerra, la violencia y lo atroz; pero también al arte, a
la experiencia de la inspiración en la obra de arte y en el acto de creación. Como quiera que sea, sin decidir
si todos los fenómenos son o no son saturados, lo cierto es que al menos tenemos más de los que creemos, y
que no hay que confundir la tópica con la casuística cuya tarea queda entrevista aunque sigue por realizar”.
Carlos Enrique Restrepo, “Relectura de los fenómenos saturados”, en Jorge Luis Roggero (ed.), Jean-Luc
Marion: límites y posibilidades de la Filosofía y de la Teología, Buenos Aires, SB Editorial, 2017, p. 163.
10. Cf. ibid.
11. Ibid., pp. 326-327.

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los cuatro rasgos del fenómeno saturado. Así, la revelación “satura la fenomenicidad en
segundo grado con una saturación de saturación”.12
En segundo lugar, se trata de una posibilidad que permanece como posibilidad en un
doble sentido. Por un lado, en la famosa nota de este parágrafo, estableciendo una frontera
entre filosofía y teología, Marion asigna el estudio de la posibilidad de la revelación a la
fenomenología, pero le prohíbe pensar su efectividad.13 Esta última solo puede ser afirma-
da por la teología. Pero, por otro lado, Marion también entiende que, en fenomenología,
“más elevada que la efectividad está la posibilidad”.14 El fenómeno de la revelación se
cumple como posibilidad. Detengamos en estas dos cuestiones. En primer lugar, Marion
sostiene que es posible describir la revelación sin presuponer su efectividad.

La fenomenología no podría decidir si una revelación puede o debe darse jamás, pero sí que
puede (y únicamente la fenomenología puede) establecer que, en ese caso, tal fenómeno de
revelación debería tomar la figura de paradoja de paradojas: si tiene que haber revelación
(y la fenomenología no tiene ninguna autoridad para decidirlo), entonces esa revelación
tomará, toma o ha tomado la figura de paradoja de paradojas, siguiendo una ley de esencia
de la fenomenicidad.15

Esta afirmación marioniana ha suscitado una reiterada objeción. Vincent Holzer,16


Kathryn Tanner17 y Henri-Jérôme Gagey18 han coincidido en señalar que, de este modo,

12. Ibid., p. 327.


13. “La fenomenología describe posibilidades y no considera nunca el fenómeno de la revelación más que
como una posibilidad de la fenomenicidad, que formularía así: si Dios se manifiesta (o se manifestara), se
valdrá de una paradoja de segundo grado; si tiene lugar la Revelación (de Dios por él mismo, teo-lógica),
tomará la figura fenoménica del fenómeno de revelación, de la paradoja de paradojas, de la saturación de
segundo grado. Ciertamente, la Revelación (como efectividad) no se confunde jamás con la revelación
(como fenómeno posible), respetaremos escrupulosamente esta diferencia conceptual mediante su traduc-
ción gráfica. Pero la fenomenología, que le debe a la fenomenicidad el llegar hasta ese punto, no va más allá
y no debe nunca pretender decidir del hecho de la Revelación, ni de su historicidad, ni de su efectividad,
ni de su sentido. No debe hacerlo pues, no solamente para distinguir los saberes y delimitar las regiones
respectivas, sino en primer lugar porque no tiene los medios: el hecho (si lo hay) de la Revelación excede
el dominio de toda ciencia, incluida la fenomenología; sólo una teología, y a condición de dejarse construir
a partir de ese sólo hecho (K. Barth o H. U. von Balthasar, sin duda en mayor medida que R. Bultmann o
K. Rahner) podría eventualmente acceder a ella. Incluso si lo deseara (y, por supuesto, jamás fue el caso),
la fenomenología no tendría el poder de efectuar un giro hacia la teología. Y hay que ignorarlo todo sobre
teología, sobre sus procedimientos y sus problemáticas, para considerar tan siquiera esa inverosimilitud”.
Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 329 n. 1.
14. GA 2, pp. 51-52.
15. Ibid., pp. 327-328.
16. Cf. Vincent Holzer, “Phénoménologie radicale et phénomène de révélation : Jean-Luc Marion, Étant
donné. Essai d’une phénoménologie de la donation”, Transversalités, 70, 1999, p. 67.
17. Cf. Kathryn Tanner, “Theology at the Limits of Phenomenology”, en Kevin Hart (ed.), Counter-
experiences: Reading Jean-Luc Marion, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2007, p. 328.
18. Henri-Jérôme Gagey, “La théologie entre urgence phénoménologique et endurance herméneutique”,

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Marion parece introducir una suerte “teología trascendental” (más cercana a Rahner que
a von Balthasar),19 al fijar la figura de “paradoja de paradojas” como la condición de po-
sibilidad para la manifestación de la Revelación.20
Marion es consciente de la plausibilidad de esta objeción, en Étant donné ya la pre-
vé y responde inmediatamente destacando que se trata de una condición de posibilidad
21

que “no consiste en posibilitar el fenómeno delimitándolo a priori por imposibilidades,


sino en liberar su posibilidad destruyendo todas las condiciones pre-requeridas para la
fenomenicidad, suspendiendo pues todas las pretendidas imposibilidades, incluso admi-
tiendo la posibilidad de algunas de ellas”.22 En este sentido –siguiendo la sugerencia
de Emmanuel Falque de considerar Étant donné como una “Crítica de la razón pura
invertida”–,23 me atrevería a decir que se trata de una “contra-condición” de posibilidad,
de una condición de posibilidad invertida, pues no opera como un límite que restringe la
efectividad del fenómeno a modos de aparecer preestablecidos, sino que, por el contrario,
libera al fenómeno de toda condición previa a su aparecer. Se trata, pues, simplemente, de
imponer la condición de que no haya condiciones.
Ahora bien, más allá de que la respuesta de Marion tiene una pertinencia incuestio-
nable, cabe preguntarse si esta estrategia de distinción entre posibilidad y efectividad,
permite cumplir acabadamente el objetivo de liberar a la posibilidad de la imposibilidad.
Es necesario agregar –y el propio Marion parece advertirlo–, en segundo lugar, que el
fenómeno de la revelación se cumple como posibilidad en tanto que posibilidad. Las de-
terminaciones del fenómeno y, particularmente, los rasgos de la saturación adquieren su
cumplimiento último en tanto permanecen en su potencialidad.
A continuación, en este mismo parágrafo, Marion se detiene en el modo en que los
cuatro tipos de fenómenos saturados operan en la figura de Cristo. Su manifestación es un
acontecimiento no-mentable (Mc. 13,32: “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni

Recherches de Science Religieuse, 98, 1, 2010, pp. 42-49.


19. Es interesante señalar esta supuesta cercanía con Rahner porque Marion critica expresamente su “te-
ología trascendental”. En “Le possible et la Révélation”, Marion destaca que la “Cristología ontológica” de
Rahner es un intento de “normar la Revelación de Dios por Dios a la medida del horizonte ontológico de la
manifestación”. Jean-Luc Marion, Le visible et le révélé, op. cit., p. 27.
20. En palabras de Gagey: “Cuando Marion trata de predefinir el fenómeno de revelación describiendo
su posibilidad, sin pronunciarse sobre su efectividad, ¿no excede la función purificadora que él asigna a la
fenomenología para imponer a la Revelación efectiva condiciones de posibilidad a priori?” Henri-Jérôme
Gagey, “La théologie entre urgence phénoménologique et endurance herméneutique”, art. cit., p. 43.
21. “En este sentido, puesto que resulta una variación de la saturación, que es a su vez variación de la
fenomenicidad del fenómeno en tanto que dado, la revelación permanece inscripta todavía en las condi-
ciones trascendentales de posibilidad. ¿Habríamos recorrido pues todo este camino sólo para volver a en-
contrar lo que habíamos querido precisamente destruir –las condiciones– precediendo la posibilidad y de-
limitándola a priori? Es más, ¿no volvemos a encontrar esas condiciones precisamente a propósito de la
revelación, el tipo mismo de fenómeno que no puede ni debe por principio someterse a ellas?” Jean-Luc
Marion, Étant donné, op. cit., p. 328.
22. Ibid.
23. Emmanuel Falque, “Phénoménologie de l’extraordinaire”, Philosophie, 78, 2, 2003, p. 52.

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los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”.); un ídolo insoportable (Jn 16,12:
“Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello” y Jn 18, 6: “Cuando
les dijo: ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron en tierra”); carne absoluta, pues la máxima
visibilidad se da en la muerte (Mt 27,54: “Verdaderamente, éste era Hijo de Dios”) y tie-
ne un carácter absoluto, para la que no hay parámetro (Jn 18,36: “Mi reino no es de este
mundo”); y, finalmente, es también un icono inmirable, que invierte la mirada, siendo él
quien nos llama y nos constituye como testigos (Mt 28, 19: “Id, pues, y haced discípulos
a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”).
Todos estos rasgos se dan en un grado máximo de saturación.
Pero ¿cómo debe entenderse esta lectura marioniana de la revelación en Cristo? La
respuesta se encuentra en un artículo de 1989, publicado en la revista Communio: “À
Dieu, rien d’impossible”. Allí Marion se detiene en un análisis del milagro y encuentra
en este fenómeno religioso el paradigma del fenómeno saturado en tanto constituye una
efectividad que era considerada imposible.24 Efectivamente, en este artículo donde se uti-
liza por primera vez la expresión “fenómeno saturante” (phénomène saturant),25 Marion
sostiene que el milagro excede el campo religioso: “El concepto de milagro, por tanto, no
pertenece al dominio estrictamente religioso, sino que depende del análisis conceptual,
si no propiamente filosófico, de la cotidianidad”.26 Esta noción pone en jaque la primacía
histórica de la efectividad por sobre la posibilidad. En el tercer apartado del texto, Marion
indaga en el campo mismo de la filosofía. La historia de la metafísica, desde Aristóteles
en adelante, da cuenta del sometimiento de la posibilidad a la efectividad. La fórmula
kantiana “condiciones de posibilidad” es la enunciación más clara de una posibilidad
limitada por las condiciones de la efectividad. Sin embargo, es en el mismo campo de la
filosofía donde se puede encontrar la inversión de este principio. Según Marion, es la fe-
nomenología la encargada de cuestionar la autoridad del Estagirita. Ya en el § 24 de Ideas
I podemos encontrar la liberación de la posibilidad, pues Husserl afirma que la cuestión
de derecho ya no proviene de una instancia externa a los fenómenos, sino que depende de
una donación a la intuición. Los fenómenos ya no deben justificarse ante el Tribunal de
la Razón, sino que se trata de dar crédito a lo que aparece. En este punto, Marion formula
de modo absolutamente explícito su estrategia de apropiación filosófica de un concepto

24. Marion entiende que en la cotidianidad llamamos “milagro” “a cualquier acontecimiento cuya efectivi-
dad prueba la posibilidad de lo que antes yo consideraba definitivamente imposible”. Jean-Luc Marion, “À
Dieu, rien d’impossible”, Communio, XV, 5, 1989, p. 45.
25. En Étant donné, Marion aclara por qué modificó la expresión “fenómeno saturante” por “fenómeno
saturado”: “Proponemos hablar de fenómeno saturado y no saturante, como a veces nos lo han sugerido. En
efecto, es la intuición la que satura todo concepto o significación, de modo que ese fenómeno se manifiesta
bajo un modo saturado por intuición saturante. Es más, la intuición que lo satura lo satura únicamente en
nombre de la donación: el fenómeno saturado está, de entrada, saturado de donación. Un tal fenómeno, en
efecto, satura posteriormente y en consecuencia la mirada a la que se da a ver y conocer; podríamos llamar-
lo también, si se quiere, saturante. Sin embargo, la saturación que ejerce en el campo del conocimiento deri-
va solamente de la que recibe en el campo de la donación, la donación determina siempre el conocimiento
y no al revés”. Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 276 n. 1.
26. Jean-Luc Marion, “À Dieu, rien d’impossible”, art. cit., p. 46.

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teológico: “¿Cómo puede el milagro inscribirse en la perspectiva fenomenológica? En


esto primeramente, en que la fenomenología libera la posibilidad al renunciar a deducirla
de cualquier condición previa y al decidir después de la donación”.27
Marion entiende que el “milagro ofrece el ejemplo más puro de donación fenomeno-
lógica”28 y, de este modo, oficia de modelo de fenómeno saturante:

Por fenómeno saturante entendemos aquel en el que lo dado manifiesto sobrepasa no sólo
lo que la mirada humana puede soportar sin cegarse y morir, sino lo que el mundo en su
finitud puede recibir y contener […] aquí […] la donación intuitiva sobrepasa infinitamente
lo que nuestra mención intencional puede esperar de significaciones y de esencias, como
también lo que nuestra intuición puede soportar de plenitud.29

Del mismo modo que el milagro es el paradigma para postular en el campo de la filo-
sofía al fenómeno saturante o saturado, el fenómeno de la Revelación es el modelo para
pensar el fenómeno de la revelación como apropiación filosófica de una idea teológica.

La banalidad de la revelación

A partir de 2005, con la publicación del texto “La banalité de la saturation”, la visión
estática de la fenomenicidad propia de la tópica del fenómeno de Étant donné –que esta-
blece grados, pero piensa a cada uno de ellos como un compartimento estanco– sufre una
profunda transformación a partir de la idea de banalidad. En este texto, Marion introduce
una distinción entre esta noción y la de frecuencia. Ciertamente, los fenómenos pobres y
los fenómenos comunes son más frecuentes que los saturados, pero esto se debe a que la
fenomenicidad pobre y común recubre la fenomenicidad saturada:

el mundo está cubierto de una capa, invasiva, la más visible, de fenómenos pobres, de obje-
tos técnicos producidos y reproducidos sin fin, que termina por ofuscar lo que recubre. ¿Y
qué recubre sino otros fenómenos (por ejemplo el acontecimiento, el cuadro, la carne o el
otro) que hemos propuesto llamar fenómenos saturados?30

El motivo, pues, de la poca frecuencia de los fenómenos saturados es este “encu-


brimiento” por parte de los fenómenos pobres y comunes. Sin embargo, Marion destaca
que esto no implica que no puedan ser considerados como banales. “Deviene banal en
sentido estricto lo que, por decisión política o legal, concierne a todos y deviene accesi-
ble a todos”.31 Marion explica el uso originario del término y da algunos ejemplos que
permiten advertir esta disponibilidad de lo banal, que “concierne a todos” cuando el caso

27. Ibid., p. 53.


28. Ibid., p. 54.
29. Ibid., p. 56.
30. Jean-Luc Marion, Le visible et le révélé, op. cit., pp. 154-155.
31. Ibid., p. 155.

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lo requiere. Así, el uso de un horno, de un molino o de una tierra del señor feudal puede
devenir banal, es decir, accesible a todos, si la situación lo demanda. En este sentido,
Marion sostiene que la banalidad del fenómeno saturado

sugiere que la mayoría de los fenómenos, sino todos, pueden dar lugar a la saturación
por exceso en ellos de intuición sobre el concepto o la significación. En otros términos,
la mayoría de los fenómenos, que aparecen a primera vista como pobres en intuición, po-
drían describirse no solamente como objetos, sino también como fenómenos en los que la
intuición satura y desborda, por tanto, todo concepto unívoco. Ante la mayoría de los fenó-
menos, incluso de los más someros (la mayoría de los objetos producidos por la técnica y
reproducidos industrialmente), se abre la posibilidad de una doble interpretación, que sólo
depende de las exigencias de mi relación, siempre cambiante, con ellos. O más bien, cuan-
do la descripción lo exige, tengo a menudo la posibilidad de pasar de una interpretación a
la otra, de una fenomenicidad pobre o común a una fenomenicidad saturada.32

De este modo, Marion transforma su concepción estática de la fenomenicidad, ya no


podemos hablar de una clasificación rígida de diversos grados de donación con un carác-
ter inmutable; la tópica de los fenómenos se reduce a “dos modos de fenomenicidad”,
que deben ser concebidos de modo dinámico, como posibilidades de fenomenalización
siempre presentes en toda donación.33
Estos dos modos de fenomenicidad recibirán el nombre de “objetos” y “aconteci-
mientos”. En Certitudes négatives, en continuidad con la consideración hecha en “La ba-
nalité de la saturation”, Marion propone explícitamente suplantar la tópica del fenómeno
presentada en el § 23 de Étant donné por una nueva clasificación:

De este modo, se dispone de una nueva tabla de fenómenos. Por un lado, los fenómenos
del tipo del objeto, que comprenden los fenómenos pobres (formas lógicas, entidades ma-
temáticas, etc.) y los fenómenos de derecho común (objetos de las ciencias de la “natura-
leza”, objetos industriales, etc.). Por el otro, los fenómenos del tipo del acontecimiento,
que comprenden los fenómenos saturados simples (el acontecimiento en sentido estricto,
según la cantidad; el ídolo o el cuadro, según la cualidad; la carne, según la relación; y el
ícono o rostro del otro según la modalidad), pero también los fenómenos de revelación
(que combinan diversos fenómenos saturados, como el fenómeno erótico, los fenómenos
de revelación, la Revelación, etc.). Esta tabla completa y complejiza la de Étant donné […],
ligando saturación y acontecialidad: un fenómeno se muestra tanto más saturado cuando se
da con una acontecialidad más grande.34

De este modo, Marion aclara que no se trata de abandonar la clasificación de fenóme-


nos introducida en Étant donné, sino más bien de dejar de concebirla de modo estático.

32. Ibid., pp. 155-156.


33. Ibid., p. 157.
34. Jean-Luc Marion, Certitudes négatives, Paris, Grasset, 2010, p. 301, nota 1.

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La esencia de la manifestación: la revelación como el límite de la fenomenicidad en la obra de Jean-Luc Marion

La distinción entre objetos y acontecimientos es confirmada en la obra de 2016,


Reprise du donné. Allí Marion también destaca que la donación siempre se da en dema-
sía.35 En este sentido, la objeción de Christina Gschwandtner respecto de la necesidad de
reintroducir grados de donación y de saturación no es procedente. Según Gschwandtner,
es problemático considerar que todo fenómeno que no se da con una saturación extrema
cae en la objetidad, pues esto no refleja nuestra experiencia cotidiana.36 Sin embargo, la
noción de banalidad y la distinción entre dos modos contrapuestos de fenomenicidad no
excluye la posibilidad de introducir gradaciones dentro de cada tipo fenoménico. Esto
es así porque este nuevo enfoque dinámico permite al adonado interactuar –desde su re-
ceptividad activa/pasiva– en la donación del fenómeno, atendiendo a las circunstancias.
Cuando la situación lo requiere, el sujeto receptor puede devenir activo y constituir un
objeto pobre o común, o puede volverse pasivo y entregarse al advenimiento. En esta se-
gundo modalidad pasiva, el adonado ciertamente puede: recibir un fenómeno que enfatiza
alguno de los rasgos de la demasía de la donación (acontecimiento, ídolo, carne, icono),
que combina en mayor o menor medida algunos o todos, o finalmente, que ostenta la ex-
presión máxima de cada uno de ellos.

La revelación en las Gifford Lectures

Marion ha retomado su reflexión sobre el fenómeno de la revelación en estos úl-


timos años. En 2016, con el título de Givenness and Revelation, fueron publicadas las
Gifford Lectures sobre esta cuestión, que Marion impartió en la Universidad de Glasgow
en 2014.37 En la introducción, Marion sostiene que hay que entender el concepto de reve-
lación como un “concepto que contradice el concepto”, es decir, como una paradoja. Pero
esta paradoja debe ser leída no en el plano del formalismo lógico, sino, en primer lugar,
como una paradoja arraigada en la fenomenicidad misma.38 Marion insiste en este punto:
la revelación concierne principalmente a la fenomenicidad y no a una pregunta por entes
y su ser (existencia) o relativa al conocimiento de objetos (demostración). La pregunta
por la revelación es la pregunta por el límite de la fenomenicidad, es decir, por el límite de
la visibilidad: “¿Qué vemos? ¿Qué podemos ver de lo invisible? Esa es la cuestión”.39 La
cuestión clave que sitúa a la revelación en el límite es que este fenómeno no sería capaz
simplemente de hacer visible lo invisto –como el resto de los fenómenos saturados–, sino
que volvería visible lo invisible en tanto que invisible.40 Esta particularidad es la que hace

35. “La donación se cumple siempre en demasía […] Una donación sin demasía se contradiría”. Jean-Luc
Marion, Reprise du donné, Paris, PUF, 2016, pp. 185-186.
36. Cf. Christina Gschwandtner, Degrees of Givenness. On saturation in Jean-Luc Marion, Bloomington,
Indiana University Press, 2014, pp. 8-9.
37. Aún está pendiente la publicación aumentada y revisada de estas reflexiones en idioma francés.
38. Cf. Jean-Luc Marion, Givenness and Revelation (Gifford Lectures 2014), Oxford, Oxford University
Press, 2016, p. 4.
39. Ibid., p. 5.
40. “Pero ¿cómo concebir que al menos un fenómeno pueda hacer visible no sólo lo invisto (como todo

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de la revelación el fenómeno que alcanza el límite de la fenomenicidad porque es capaz


de fenomenalizar lo invisible en tanto que invisible o, me animaría a decir, la posibilidad
en tanto que posibilidad.
Marion sostiene que la revelación no solo confirma la definición de fenómeno como
lo que se muestra sólo en tanto que se da,41 sino que “paradójicamente, pero lógicamente,
la revelación, en virtud de la donación que sólo ella realiza perfectamente, cumpliría la
esencia de la fenomenicidad”.42 La revelación exhibe los rasgos de la esencia de la mani-
festación, de la esencia de la fenomenicidad.
A fin de dar cuenta de estas afirmaciones, Marion estructura su reflexión en cuatro pa-
sos: 1) En primer lugar, se detiene en los problemas de la interpretación epistemológica de la
Revelación en la teología dogmática. La revelación, según Marion, tiene una clara intención
no-epistemológica, pues se trata de la manifestación de Dios en persona. “La intención de
Dios no es tanto hacerse conocer, como hacerse reconocer, comunicarse, hacer posible para
los hombres el entrar en una comunicación que los pone en comunión con él”.43 La Revelación
no tiene que ver con el conocimiento “natural” de Dios, sino con su manifestación.
2) En este sentido, en segundo lugar, conviene distinguir entre un “revelar” (uncover)
y un “desvelar” (unconceal). La filosofía se equivoca al juzgar a la revelación desde los
parámetros de la operación de desvelamiento, pues lo que la revelación pretende revelar
no pertenece al orden de lo que la verdad de la razón desvela o explica. Marion entiende
que es precisamente en esta cuestión donde radica la dificultad del concepto de revela-
ción: “su revelar ha sido asimilado, sin ninguna precaución crítica, al modo en que la
verdad opera cuando es explicada o desvelada”.44
Marion sostiene que es el primero en advertir esta distinción, pero en rigor, esta mis-
ma oposición ya se encuentra en Lévinas:

Reconocer la verdad como des-velamiento es referirla al horizonte del que des-vela. […] El
ser des-velado es respecto de nosotros y no kath’autó. […] La manifestación de lo kath’au-
tó […] consiste para él no, en absoluto, en ser des-velado, no, en absoluto, en descubrirse a
la mirada que lo tome por tema de interpretación y que ocupa una posición absoluta de do-
minio sobre el objeto; la manifestación kath’autó consiste para el ser en decirse a nosotros,
independientemente de la posición que hayamos tomado a su respecto; en expresarse. […]
La experiencia absoluta no es des-velamiento sino revelación: coincidencia de lo expresado
y del que expresa; por ello mismo, manifestación privilegiada del Otro, manifestación de
un rostro más allá de la forma.45

fenómeno, que siempre agrega a lo ya visible un nuevo visible hasta el momento invisto), sino lo invisible,
cómo concebir un fenómeno que pueda hacer visible un invisto que aparezca como invisible y permanezca
así?”. Ibid.
41. Cf. ibid., p. 7.
42. Ibid.
43. Ibid., p. 27.
44. Ibid., p. 34.
45. Emmanuel Lévinas, Totalité et infini. Essai sur l’extériorité, Paris, Le Livre de Poche, 1990, pp. 59-61.

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Según Lévinas, la revelación del Otro invierte radicalmente la lógica del desvelar y
su procedimiento objetivador.46 Y lo invierte a tal punto que ya no se trata de dos mo-
dos de “conocimiento”, pues la “relación con el rostro no es conocimiento de objeto”.47
Lévinas señala una instancia que es más originaria y que posibilita todo develamiento del
ser y conocimiento de objetos: el plano ético que preexiste al plano ontológico.48 Lo que
está en juego en la revelación no es el desvelamiento de “una cosa en tanto que una cosa”,
sino la manifestación de lo manifestado que coincide con su manifestación49 y que se ex-
presa a partir de sí mismo, resistiendo toda forma u objetivación. Marion va a asumir esta
distinción, pero –a diferencia de Lévinas– no va a restringir la posibilidad del “revelarse”
kath’autó solo al Otro, sino que se la va a conceder a todo tipo de fenómeno.
Asimismo, Marion concluye este segundo paso de su reflexión destacando que la
diferencia de estas dos operaciones no implica excluir a la revelación del campo de la
lógica, sino más bien advertir que ésta opera con otra lógica: una lógica paradójica.50 La
paradoja es una categoría lógica que “nos permite describir una experiencia que no es ob-
jetivable”.51 En este sentido, la experiencia de la Revelación –según Marion– constituye
un “fenómeno saturado paradigmático”.52
3) La fenomenología de la donación ofrece, pues, las herramientas adecuadas para
dar cuenta del fenómeno de la revelación. Cabe destacar que en estas conferencias Marion
ya no distingue entre el acercamiento filosófico y el acercamiento teológico, pues ambos
están necesitados de un enfoque fenomenológico. Para indagar en las posibilidades de
este enfoque es necesario buscar confirmación en los textos bíblicos y, más precisamente,
en la figura de Cristo como “ícono de lo Invisible” (Col 1, 15).
En Cristo se cumple la anamorfosis que nos permite ver al Padre en el Hijo situándo-
nos en el punto de vista del Padre.53 El icono es el fenómeno saturado que invierte la in-
tencionalidad, destituyendo al Yo. La revelación cumple de modo acabado la instauración
de la contra-intencionalidad.54

46. Cf. ibid., p. 63.


47. Cf. ibid., p. 72.
48. Cf. ibid., p. 220.
49. Cf. ibid., p. 330.
50. Cf. Jean-Luc Marion, Givenness and Revelation, op. cit., p. 47.
51. Ibid., p. 56.
52. Ibid., p. 58.
53. “Buscar la anamorfosis en el caso en el que lo que se trata de fenomenalizar viene de Dios, conlleva
asumir, por tanto, como una hipótesis, un desplazamiento de la mirada intencional que implica nada menos
que una conversión del Yo que soporta esta mirada. En el caso del mysterion de Dios, la conversión (de la
mente al Espíritu) define la anamorfosis. Esto es, para el mysterion de Dios, ninguna visión, ninguna inter-
pretación, ninguna constitución permanece posible, a menos que se dé a través de la intencionalidad divina,
de la interpretación divina, de la constitución divina de su propio fenómeno, que puede ser visto y recibido
sólo como es dado”. Ibid., p. 65.
54. Ciertamente, llama la atención que para describir el fenómeno de la Revelación se utilice el fenóme-
no saturado del icono. En este sentido, Marion parece confirmar la hipótesis que hemos esbozado en otro

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4) Finalmente, el cuarto paso de Marion en Givenness and Revelation consiste en


explicar la lógica de la manifestación en términos trinitarios. El modelo icónico de la
Revelación debe ser entendido a partir de la Trinidad.

Conclusión

Michel Henry sostiene que “la manifestación del sí es la esencia de la manifesta-


ción”.55 Esto debe entenderse en el marco de la afirmación de cierto “carácter decisivo
de la esencia” que consiste en “ser el fundamento de su propia manifestación”.56 La au-
to-afección –que es auto-manifestación–57 es, pues, la esencia de la manifestación en
tanto fundamento de toda manifestación. Si bien la propuesta de Marion concede la ini-
ciativa al sí del fenómeno y no al sí de la subjetividad, coincide acabadamente con esta
reflexión henryana respecto del carácter de la esencia de la manifestación de ser funda-
mento de su propia manifestación y de toda otra manifestación. El fenómeno de la revela-
ción constituye la esencia de la manifestación porque da cuenta de la posibilidad última,
de la posibilidad más extrema de la fenomenicidad, que –en tanto posibilidad originaria–
es “fundamento” de sí misma y de toda manifestación. En todo fenómeno se encuentra
siempre presente esta esencia, pues la donación originaria que lo funda y lo fundamenta
es expresión acabada de esa esencia.
Así, el recorrido hecho nos permite extraer las siguientes conclusiones:
1) En primer lugar, es necesario advertir que si el objetivo es “liberar la posibilidad”,
no basta simplemente con afirmar que la única condición que puede imponerse al apare-
cer es una “contra-condición”, es decir, la condición de que no tenga condiciones de po-
sibilidad, sino que es necesario hacer lugar a la fenomenicidad de la posibilidad en tanto
que posibilidad. El fenómeno filosófico de la revelación da cuenta precisamente de una
posibilidad que se fenomenaliza como posibilidad o, si se prefiere, de una invisibilidad
que se fenomenaliza permaneciendo en su invisibilidad.
2) En segundo lugar, si el objetivo de Marion es pensar “la manifestación según la
medida de la donación”, conviene señalar que solo el fenómeno de la revelación puede
dar cuenta plenamente de ella. El hecho de que “la donación siempre se cumple en dema-
sía” implica que en ella se encuentra la esencia misma de la manifestación. En palabras
del propio Marion “paradójicamente, pero lógicamente, la revelación, en virtud de la
donación que sólo ella realiza perfectamente, cumpliría la esencia de la fenomenicidad”.

artículo respecto de cierta persistencia de la primacía del icono en su obra. Cf. Jorge Luis Roggero, “La
vérité de l’idole et l’icône. Le rapport entre l’art et la religion chez Jean-Luc Marion”, en Jean Grondin y
Garth Green (éds.), Religion et vérité, Strasbourg, Presses de l’Université de Strasbourg, 2017, pp. 193-200.
55. Michel Henry, L’essence de la manifestation, Paris, PUF, 1963, p. 173.
56. Ibid., p. 266.
57. “La auto-afección designa la retro-referencia de la esencia de la manifestación a ella misma, es decir,
[designa] esta esencia misma captada en lo que constituye la posibilidad ontológica de su propia mani-
festación”. Ibid., p. 290. “La auto-afección determina la esencia de la manifestación como lo que la hace
posible”. Ibid. 291.

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3) En tercer lugar, en razón de la banalidad de la saturación no solamente todo fe-


nómeno es, al menos potencialmente, un fenómeno saturado, sino que todo fenómeno es
potencialmente un fenómeno de revelación en la medida en que puede potencialmente
efectivizar en él todos los rasgos de la saturación llevados al extremo.
4) Finalmente, si la revelación pone en juego otro tipo de operación, que ya no re-
fiere la manifestación a un horizonte de aparición, como lo hace el desvelar, sino que
implica un revelar que entiende esa manifestación como kath’autó, entonces el fenómeno
de revelación es el único capaz de explicar la manifestación del sí como esencia de la
manifestación.
Podemos concluir entonces que el fenómeno de la revelación es el “fenómeno sa-
turado paradigmático” y, por lo tanto, deviene el paradigma de todo fenómeno, porque
constituye la esencia de la manifestación. En este sentido, después de la banalidad de la
saturación, el límite de la fenomenicidad –como lúcidamente señala Carla Canullo–58 se
desplaza al corazón del fenómeno para constituir su esencia; esencia que le permite ma-
nifestarse en diversos grados de finitud, según lo requieran las circunstancias, es decir, la
Sache misma, pero siempre abierto a la posibilidad infinita.

Bibliografía

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58. Cf. Carla Canullo “Después de la banalidad de la saturación”, en Jorge Luis Roggero (ed.), El fenóme-
no saturado. La excedencia de la donación en la fenomenología de Jean-Luc Marion, Buenos Aires, SB
Editorial, colección “Post-visión”, 2020, pp. 51-73.

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