583-Texto Del Artículo-1406-1-10-20200723
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LA ESENCIA DE LA MANIFESTACIÓN: LA
REVELACIÓN COMO EL LÍMITE DE LA
FENOMENICIDAD EN LA OBRA
DE JEAN-LUC MARION
THE ESSENCE OF THE MANIFESTATION: REVELATION AS THE
LIMIT OF PHENOMENALITY IN JEAN-LUC MARION’S WORK
Resumen Abstract
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La cuestión nos obliga así a determinar hasta qué grado la saturación puede desplegarse,
si alcanza un máximo o si, hipotéticamente, lo transgrede siempre; pero también, si tiene
algún sentido considerar un fenómeno que se da siguiendo un máximo de fenomenicidad.
Esta cuestión surge inevitablemente del simple hecho de que sólo ella permite considerar
todas las dimensiones de la fenomenicidad; hay que explorar la región de la donación satu-
rada, hacer un inventario a fondo y, sea cual sea la respuesta que se pueda encontrar, es una
cuestión que no puede esquivarse.1
Marion busca, pues, determinar un fenómeno que presente el grado “máximo de fe-
nomenicidad”, es decir, el grado máximo en el que la saturación puede desplegarse. Si lo
encontramos, entonces estaremos ante el límite del aparecer.
En 1992, en “Le possible et la révélation”, Marion sostiene que si la fenomenología
logra regresar a las cosas mismas al liberarse del principio de razón suficiente, entonces
la revelación no le es ajena.
Esta sugerencia es retomada y matizada unos años después en Étant donné. La res-
puesta que Marion da respecto de la posibilidad de un fenómeno que aparezca “siguiendo
un máximo de fenomenicidad”3 es el fenómeno de la revelación. Ciertamente, la cuestión
planteada por Marion es indudablemente relevante para una investigación fenomenoló-
gica. No obstante, Marion constata que esta exploración no es llevada a cabo, y el mo-
tivo, generalmente, es el miedo a que la causa de Dios resurja, pues lo teológico parece
contradecir lo lógico.4 Sin embargo, argumenta Marion, lo que está en juego no es lo
teológico, sino lo fenomenológico. Se trata de llevar al extremo el proyecto de “desple-
gar la posibilidad en la fenomenicidad”.5 Y es precisamente esta cuestión la que parece
perderse de vista en el debate sobre el “giro teológico”. ¿Qué está presentando Marion
con el fenómeno de la revelación? ¿Se trata de introducir subrepticiamente una categoría
teológica en el campo de la filosofía? Más precisamente: ¿se trata solamente de introducir
1. Jean-Luc Marion, Étant donné. Essai d’une phénoménologie de la donation, seconde édition corrigée,
Paris, PUF, 1998, pp. 325-326.
2. Jean-Luc Marion, Le visible et le révélé, Paris, Cerf, 2005, p. 19.
3. Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 326.
4. Cf. ibid.
5. Ibid.
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Todo nuestro proyecto, por el contrario, intenta pensar el fenómeno de derecho común y, a
través de él, el fenómeno pobre a partir del paradigma del fenómeno saturado; uno y otro
ofrecen así variantes debilitadas y derivadas de este último, como si se tratara de extenua-
ciones progresivas del fenómeno saturado que no se da al margen de la norma ni como una
excepción a la definición de la fenomenicidad; al contrario, corresponde propiamente al fe-
nómeno saturado convertir en pensable la medida de la manifestación a partir de la dona-
ción y reencontrarla hasta en su variación de derecho común, incluso en el fenómeno pobre.
Lo que la metafísica descarta como una excepción (la paradoja saturada), la fenomenología
lo adopta aquí como su norma: todo fenómeno se muestra en la medida (o en la desmedida)
en que se da. Cierto es que no todos los fenómenos dependen del fenómeno saturado, pero
todos los fenómenos saturados cumplen el único paradigma de la fenomenícidad. O mejor
aún, sólo ellos permiten ilustrarla.7
Marion propone al fenómeno saturado como aquel capaz de oficiar como “paradigma
de la fenomenicidad” precisamente porque permite pensar “la manifestación según la
donación”. Pero, entonces, siguiendo la lógica gradual introducida en Étant donné, si hay
un fenómeno que se manifiesta según el grado máximo de fenomenicidad, ese fenómeno
es entonces el único paradigma para todo tipo de fenómeno.
En 2005 se publica “La banalité de la saturation”. Este texto fundamental, en el que
Marion corrige la visión estática de Étant donné que ve a cada grado de fenomenicidad
como un compartimento estanco,8 permite pensar a la revelación ya no como el eslabón
más alto de la jerarquía fenoménica, sino como el corazón de la fenomenicidad, como
la esencia de la manifestación. Las modalidades esbozadas en la tópica del fenómeno
saturado (acontecimiento, ídolo, carne e icono) no constituyen, en modo alguno, una enu-
meración taxativa de los únicos fenómenos saturados posibles, sino que tienen por obje-
tivo explicitar los extremos en los que puede articularse el exceso. En su inspirado texto
póstumo, Carlos Enrique Restrepo destaca que –en este sentido– la doctrina del fenómeno
6. Cf. Jorge Luis Roggero, “La ‘dimensión religiosa’ de la fenomenología de la donación de Jean-Luc
Marion”, Endoxa, núm. 40, 2017, pp. 335-354.
7. Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 316. El subrayado es mío.
8. Cf. Jean-Luc Marion, Reprise du donné, Paris, PUF, 2016, p. 94.
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saturado debe ser completada por una casuística.9 Cada caso puede exhibir un mayor o un
menor grado de saturación según el modo en que combine los cuatro rasgos que define la
esencia de la manifestación: el carácter imprevisible, el carácter insoportable, el carácter
absoluto y el carácter inobjetivable.
Con el objetivo de demostrar estas ideas, en un primer apartado me detendré en la
tematización de la revelación en Étant donné; en un segundo apartado daré cuenta de la
transformación de la visión estática de la fenomenicidad por una concepción dinámica a
partir de la noción de banalidad; en un tercer apartado analizaré el modo en que la reve-
lación es tematizada en las Gifford Lectures; y finalmente, extraeré algunas conclusiones.
(i) el máximo eventual debe seguir siendo un fenómeno, es decir, inscribirse en la de-
finición ya establecida de la fenomenicidad (determinaciones en general, saturación en
particular), a título de una variación de esta única definición; (ii) el máximo debe seguir
siendo una posibilidad en el doble sentido de, por una parte, transgredirse a sí mismo en
permanencia sin fijarse en una figura definida y, por otra, esbozarse independientemente de
todo cumplimiento efectivo e intramundano de ese máximo. El máximo de la fenomenici-
dad saturada debe resultar una posibilidad última del fenómeno: la última, pero todavía a
título de posibilidad.11
9. “Pero ¿significa esto que, para Marion, solo valen como tales estos cuatro fenómenos saturados? En modo
alguno. Se trata más bien de tipos de fenómenos, a los que se pueden asociar descripciones particulares al
modo de una casuística, para la que el pensamiento de Marion resulta fecundo y prometedor. Para avanzar
en esta descripción entre los tipos y casos, se puede extender este tipo de análisis al problema económico
[…] o a los absurdos históricos de cuestiones como la guerra, la violencia y lo atroz; pero también al arte, a
la experiencia de la inspiración en la obra de arte y en el acto de creación. Como quiera que sea, sin decidir
si todos los fenómenos son o no son saturados, lo cierto es que al menos tenemos más de los que creemos, y
que no hay que confundir la tópica con la casuística cuya tarea queda entrevista aunque sigue por realizar”.
Carlos Enrique Restrepo, “Relectura de los fenómenos saturados”, en Jorge Luis Roggero (ed.), Jean-Luc
Marion: límites y posibilidades de la Filosofía y de la Teología, Buenos Aires, SB Editorial, 2017, p. 163.
10. Cf. ibid.
11. Ibid., pp. 326-327.
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los cuatro rasgos del fenómeno saturado. Así, la revelación “satura la fenomenicidad en
segundo grado con una saturación de saturación”.12
En segundo lugar, se trata de una posibilidad que permanece como posibilidad en un
doble sentido. Por un lado, en la famosa nota de este parágrafo, estableciendo una frontera
entre filosofía y teología, Marion asigna el estudio de la posibilidad de la revelación a la
fenomenología, pero le prohíbe pensar su efectividad.13 Esta última solo puede ser afirma-
da por la teología. Pero, por otro lado, Marion también entiende que, en fenomenología,
“más elevada que la efectividad está la posibilidad”.14 El fenómeno de la revelación se
cumple como posibilidad. Detengamos en estas dos cuestiones. En primer lugar, Marion
sostiene que es posible describir la revelación sin presuponer su efectividad.
La fenomenología no podría decidir si una revelación puede o debe darse jamás, pero sí que
puede (y únicamente la fenomenología puede) establecer que, en ese caso, tal fenómeno de
revelación debería tomar la figura de paradoja de paradojas: si tiene que haber revelación
(y la fenomenología no tiene ninguna autoridad para decidirlo), entonces esa revelación
tomará, toma o ha tomado la figura de paradoja de paradojas, siguiendo una ley de esencia
de la fenomenicidad.15
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Marion parece introducir una suerte “teología trascendental” (más cercana a Rahner que
a von Balthasar),19 al fijar la figura de “paradoja de paradojas” como la condición de po-
sibilidad para la manifestación de la Revelación.20
Marion es consciente de la plausibilidad de esta objeción, en Étant donné ya la pre-
vé y responde inmediatamente destacando que se trata de una condición de posibilidad
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los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”.); un ídolo insoportable (Jn 16,12:
“Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello” y Jn 18, 6: “Cuando
les dijo: ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron en tierra”); carne absoluta, pues la máxima
visibilidad se da en la muerte (Mt 27,54: “Verdaderamente, éste era Hijo de Dios”) y tie-
ne un carácter absoluto, para la que no hay parámetro (Jn 18,36: “Mi reino no es de este
mundo”); y, finalmente, es también un icono inmirable, que invierte la mirada, siendo él
quien nos llama y nos constituye como testigos (Mt 28, 19: “Id, pues, y haced discípulos
a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”).
Todos estos rasgos se dan en un grado máximo de saturación.
Pero ¿cómo debe entenderse esta lectura marioniana de la revelación en Cristo? La
respuesta se encuentra en un artículo de 1989, publicado en la revista Communio: “À
Dieu, rien d’impossible”. Allí Marion se detiene en un análisis del milagro y encuentra
en este fenómeno religioso el paradigma del fenómeno saturado en tanto constituye una
efectividad que era considerada imposible.24 Efectivamente, en este artículo donde se uti-
liza por primera vez la expresión “fenómeno saturante” (phénomène saturant),25 Marion
sostiene que el milagro excede el campo religioso: “El concepto de milagro, por tanto, no
pertenece al dominio estrictamente religioso, sino que depende del análisis conceptual,
si no propiamente filosófico, de la cotidianidad”.26 Esta noción pone en jaque la primacía
histórica de la efectividad por sobre la posibilidad. En el tercer apartado del texto, Marion
indaga en el campo mismo de la filosofía. La historia de la metafísica, desde Aristóteles
en adelante, da cuenta del sometimiento de la posibilidad a la efectividad. La fórmula
kantiana “condiciones de posibilidad” es la enunciación más clara de una posibilidad
limitada por las condiciones de la efectividad. Sin embargo, es en el mismo campo de la
filosofía donde se puede encontrar la inversión de este principio. Según Marion, es la fe-
nomenología la encargada de cuestionar la autoridad del Estagirita. Ya en el § 24 de Ideas
I podemos encontrar la liberación de la posibilidad, pues Husserl afirma que la cuestión
de derecho ya no proviene de una instancia externa a los fenómenos, sino que depende de
una donación a la intuición. Los fenómenos ya no deben justificarse ante el Tribunal de
la Razón, sino que se trata de dar crédito a lo que aparece. En este punto, Marion formula
de modo absolutamente explícito su estrategia de apropiación filosófica de un concepto
24. Marion entiende que en la cotidianidad llamamos “milagro” “a cualquier acontecimiento cuya efectivi-
dad prueba la posibilidad de lo que antes yo consideraba definitivamente imposible”. Jean-Luc Marion, “À
Dieu, rien d’impossible”, Communio, XV, 5, 1989, p. 45.
25. En Étant donné, Marion aclara por qué modificó la expresión “fenómeno saturante” por “fenómeno
saturado”: “Proponemos hablar de fenómeno saturado y no saturante, como a veces nos lo han sugerido. En
efecto, es la intuición la que satura todo concepto o significación, de modo que ese fenómeno se manifiesta
bajo un modo saturado por intuición saturante. Es más, la intuición que lo satura lo satura únicamente en
nombre de la donación: el fenómeno saturado está, de entrada, saturado de donación. Un tal fenómeno, en
efecto, satura posteriormente y en consecuencia la mirada a la que se da a ver y conocer; podríamos llamar-
lo también, si se quiere, saturante. Sin embargo, la saturación que ejerce en el campo del conocimiento deri-
va solamente de la que recibe en el campo de la donación, la donación determina siempre el conocimiento
y no al revés”. Jean-Luc Marion, Étant donné, op. cit., p. 276 n. 1.
26. Jean-Luc Marion, “À Dieu, rien d’impossible”, art. cit., p. 46.
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Por fenómeno saturante entendemos aquel en el que lo dado manifiesto sobrepasa no sólo
lo que la mirada humana puede soportar sin cegarse y morir, sino lo que el mundo en su
finitud puede recibir y contener […] aquí […] la donación intuitiva sobrepasa infinitamente
lo que nuestra mención intencional puede esperar de significaciones y de esencias, como
también lo que nuestra intuición puede soportar de plenitud.29
Del mismo modo que el milagro es el paradigma para postular en el campo de la filo-
sofía al fenómeno saturante o saturado, el fenómeno de la Revelación es el modelo para
pensar el fenómeno de la revelación como apropiación filosófica de una idea teológica.
La banalidad de la revelación
A partir de 2005, con la publicación del texto “La banalité de la saturation”, la visión
estática de la fenomenicidad propia de la tópica del fenómeno de Étant donné –que esta-
blece grados, pero piensa a cada uno de ellos como un compartimento estanco– sufre una
profunda transformación a partir de la idea de banalidad. En este texto, Marion introduce
una distinción entre esta noción y la de frecuencia. Ciertamente, los fenómenos pobres y
los fenómenos comunes son más frecuentes que los saturados, pero esto se debe a que la
fenomenicidad pobre y común recubre la fenomenicidad saturada:
el mundo está cubierto de una capa, invasiva, la más visible, de fenómenos pobres, de obje-
tos técnicos producidos y reproducidos sin fin, que termina por ofuscar lo que recubre. ¿Y
qué recubre sino otros fenómenos (por ejemplo el acontecimiento, el cuadro, la carne o el
otro) que hemos propuesto llamar fenómenos saturados?30
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lo requiere. Así, el uso de un horno, de un molino o de una tierra del señor feudal puede
devenir banal, es decir, accesible a todos, si la situación lo demanda. En este sentido,
Marion sostiene que la banalidad del fenómeno saturado
sugiere que la mayoría de los fenómenos, sino todos, pueden dar lugar a la saturación
por exceso en ellos de intuición sobre el concepto o la significación. En otros términos,
la mayoría de los fenómenos, que aparecen a primera vista como pobres en intuición, po-
drían describirse no solamente como objetos, sino también como fenómenos en los que la
intuición satura y desborda, por tanto, todo concepto unívoco. Ante la mayoría de los fenó-
menos, incluso de los más someros (la mayoría de los objetos producidos por la técnica y
reproducidos industrialmente), se abre la posibilidad de una doble interpretación, que sólo
depende de las exigencias de mi relación, siempre cambiante, con ellos. O más bien, cuan-
do la descripción lo exige, tengo a menudo la posibilidad de pasar de una interpretación a
la otra, de una fenomenicidad pobre o común a una fenomenicidad saturada.32
De este modo, se dispone de una nueva tabla de fenómenos. Por un lado, los fenómenos
del tipo del objeto, que comprenden los fenómenos pobres (formas lógicas, entidades ma-
temáticas, etc.) y los fenómenos de derecho común (objetos de las ciencias de la “natura-
leza”, objetos industriales, etc.). Por el otro, los fenómenos del tipo del acontecimiento,
que comprenden los fenómenos saturados simples (el acontecimiento en sentido estricto,
según la cantidad; el ídolo o el cuadro, según la cualidad; la carne, según la relación; y el
ícono o rostro del otro según la modalidad), pero también los fenómenos de revelación
(que combinan diversos fenómenos saturados, como el fenómeno erótico, los fenómenos
de revelación, la Revelación, etc.). Esta tabla completa y complejiza la de Étant donné […],
ligando saturación y acontecialidad: un fenómeno se muestra tanto más saturado cuando se
da con una acontecialidad más grande.34
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35. “La donación se cumple siempre en demasía […] Una donación sin demasía se contradiría”. Jean-Luc
Marion, Reprise du donné, Paris, PUF, 2016, pp. 185-186.
36. Cf. Christina Gschwandtner, Degrees of Givenness. On saturation in Jean-Luc Marion, Bloomington,
Indiana University Press, 2014, pp. 8-9.
37. Aún está pendiente la publicación aumentada y revisada de estas reflexiones en idioma francés.
38. Cf. Jean-Luc Marion, Givenness and Revelation (Gifford Lectures 2014), Oxford, Oxford University
Press, 2016, p. 4.
39. Ibid., p. 5.
40. “Pero ¿cómo concebir que al menos un fenómeno pueda hacer visible no sólo lo invisto (como todo
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Reconocer la verdad como des-velamiento es referirla al horizonte del que des-vela. […] El
ser des-velado es respecto de nosotros y no kath’autó. […] La manifestación de lo kath’au-
tó […] consiste para él no, en absoluto, en ser des-velado, no, en absoluto, en descubrirse a
la mirada que lo tome por tema de interpretación y que ocupa una posición absoluta de do-
minio sobre el objeto; la manifestación kath’autó consiste para el ser en decirse a nosotros,
independientemente de la posición que hayamos tomado a su respecto; en expresarse. […]
La experiencia absoluta no es des-velamiento sino revelación: coincidencia de lo expresado
y del que expresa; por ello mismo, manifestación privilegiada del Otro, manifestación de
un rostro más allá de la forma.45
fenómeno, que siempre agrega a lo ya visible un nuevo visible hasta el momento invisto), sino lo invisible,
cómo concebir un fenómeno que pueda hacer visible un invisto que aparezca como invisible y permanezca
así?”. Ibid.
41. Cf. ibid., p. 7.
42. Ibid.
43. Ibid., p. 27.
44. Ibid., p. 34.
45. Emmanuel Lévinas, Totalité et infini. Essai sur l’extériorité, Paris, Le Livre de Poche, 1990, pp. 59-61.
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Según Lévinas, la revelación del Otro invierte radicalmente la lógica del desvelar y
su procedimiento objetivador.46 Y lo invierte a tal punto que ya no se trata de dos mo-
dos de “conocimiento”, pues la “relación con el rostro no es conocimiento de objeto”.47
Lévinas señala una instancia que es más originaria y que posibilita todo develamiento del
ser y conocimiento de objetos: el plano ético que preexiste al plano ontológico.48 Lo que
está en juego en la revelación no es el desvelamiento de “una cosa en tanto que una cosa”,
sino la manifestación de lo manifestado que coincide con su manifestación49 y que se ex-
presa a partir de sí mismo, resistiendo toda forma u objetivación. Marion va a asumir esta
distinción, pero –a diferencia de Lévinas– no va a restringir la posibilidad del “revelarse”
kath’autó solo al Otro, sino que se la va a conceder a todo tipo de fenómeno.
Asimismo, Marion concluye este segundo paso de su reflexión destacando que la
diferencia de estas dos operaciones no implica excluir a la revelación del campo de la
lógica, sino más bien advertir que ésta opera con otra lógica: una lógica paradójica.50 La
paradoja es una categoría lógica que “nos permite describir una experiencia que no es ob-
jetivable”.51 En este sentido, la experiencia de la Revelación –según Marion– constituye
un “fenómeno saturado paradigmático”.52
3) La fenomenología de la donación ofrece, pues, las herramientas adecuadas para
dar cuenta del fenómeno de la revelación. Cabe destacar que en estas conferencias Marion
ya no distingue entre el acercamiento filosófico y el acercamiento teológico, pues ambos
están necesitados de un enfoque fenomenológico. Para indagar en las posibilidades de
este enfoque es necesario buscar confirmación en los textos bíblicos y, más precisamente,
en la figura de Cristo como “ícono de lo Invisible” (Col 1, 15).
En Cristo se cumple la anamorfosis que nos permite ver al Padre en el Hijo situándo-
nos en el punto de vista del Padre.53 El icono es el fenómeno saturado que invierte la in-
tencionalidad, destituyendo al Yo. La revelación cumple de modo acabado la instauración
de la contra-intencionalidad.54
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Conclusión
artículo respecto de cierta persistencia de la primacía del icono en su obra. Cf. Jorge Luis Roggero, “La
vérité de l’idole et l’icône. Le rapport entre l’art et la religion chez Jean-Luc Marion”, en Jean Grondin y
Garth Green (éds.), Religion et vérité, Strasbourg, Presses de l’Université de Strasbourg, 2017, pp. 193-200.
55. Michel Henry, L’essence de la manifestation, Paris, PUF, 1963, p. 173.
56. Ibid., p. 266.
57. “La auto-afección designa la retro-referencia de la esencia de la manifestación a ella misma, es decir,
[designa] esta esencia misma captada en lo que constituye la posibilidad ontológica de su propia mani-
festación”. Ibid., p. 290. “La auto-afección determina la esencia de la manifestación como lo que la hace
posible”. Ibid. 291.
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Bibliografía
58. Cf. Carla Canullo “Después de la banalidad de la saturación”, en Jorge Luis Roggero (ed.), El fenóme-
no saturado. La excedencia de la donación en la fenomenología de Jean-Luc Marion, Buenos Aires, SB
Editorial, colección “Post-visión”, 2020, pp. 51-73.
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